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Catecismo

ORTODOXO
Catecismo
Ortodoxo
“Ten por norma las palabras sanas que oíste de mí en la fe y en el amor que
es en Cristo Jesús” (2 Tim. 1:13).

Contenido:Instrucción.Sobre La Divina Revelación.Sobre la Sagrada Tradición


y las Sagradas Escrituras.Sobre las Sagradas Escrituras en particular.La
Composición del Catecismo.Primera Parte del Catecismo Ortodoxo Sobre la
Fe.Sobre los artículos del Símbolo de la fe.La Segunda parte del Catecismo
Ortodoxo. Sobre la esperanza.Tercera parte del Catecismo Ortodoxo. Sobre el
amor.Conclusión.

Instrucción
Pregunta: ¿Qué es el Catecismo Ortodoxo?

Respuesta: El Catecismo Ortodoxo es la enseñanza en la fe cristiana


ortodoxa, para instruir a cada cristiano a n de agradar a Dios y salvar su alma.

Pregunta: ¿Cuál es el signi cado de la palabra Catecismo?

Respuesta: Es una palabra griega que signi ca instrucción, o enseñanza oral.


Ha sido usada desde los tiempos de los Apóstoles para dar el conocimiento
elemental de la fe cristiana ortodoxa, necesaria a todo cristiano (Lucas 1:4;
Hechos 18:25).

Pregunta: ¿Qué es necesario para agradar a Dios y para salvar nuestra alma?

Respuesta: En primer lugar, conocer al verdadero Dios y tener fe en El. En


segundo lugar, llevar una vida acorde con la fe y realizar buenas obras.

Pregunta: ¿Por qué la fe es necesaria en primer término?

Respuesta: Porque según el testimonio de la palabra de Dios: “Sin fe es


imposible agradar a Dios” (Hebr. 11:6).

Pregunta: ¿Por qué debe ser inseparable de la fe la realización de buenas


obras?

Respuesta: Porque según el testimonio de la Palabra de Dios: “La fe sin obras


está muerta” [Santiago (Jacobo) 2:20].

Pregunta: ¿Qué es la fe?

Respuesta: De acuerdo con la de nición de San Pablo: “Es, pues, la fe, la


sustanciación de lo que se espera, la demostración de lo que no se ve” (Heb.
11:1). Es la certeza en lo que no se ve, como si lo estuviésemos viendo; en lo
deseado y esperado, como si estuviese presente.

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre conocimiento y fe?


Respuesta: El conocimiento tiene por objeto las cosas visibles y
comprensibles. La fe, tiene por objeto las cosas que son invisibles e incluso
incomprensibles. El conocimiento está fundado en la experiencia, en el
examen de un objeto. En cambio, la fe se basa en la con anza al testimonio
de la verdad. El conocimiento pertenece propiamente al intelecto aunque
puede actuar también sobre el corazón. La fe pertenece principalmente al
corazón, pese a que comienza en pensamientos.

Pregunta: ¿Por qué es necesaria la fe y no sólo el conocimiento en la


instrucción religiosa?

Respuesta: Porque el objeto principal de esta instrucción es Dios invisible e


incomprensible, y la Sabiduría de Dios oculta en un misterio.
Consecuentemente, gran parte de esta enseñanza no se puede alcanzar
mediante el conocimiento, pero se debe recibir mediante la fe. La fe, dice
San Cirilo de Jerusalem, “es el ojo que ilumina toda conciencia y le da el
conocimiento al hombre.” Pues, como dice el profeta: “Si no creyereis, no
entenderéis” (Isaías 7:9; Cir. Cat. 5).

Pregunta: ¿Cómo se puede ilustrar más la necesidad de la fe?

Respuesta: San Cirilo ilustra esa necesidad así: “No sólo entre nosotros
llevamos el nombre de Cristo, no sólo para nosotros la fe es algo tan grande,
sino que todo lo que es hecho en el mundo, incluso por personas
desconectadas de la Iglesia, es hecho por fe. La agricultura está fundada en la
fe. Porque nadie que no crea que obtendrá aumentados para sí los frutos de
la tierra emprendería los trabajos de la siembra. Los marinos están guiados
por la fe cuando se confían a un débil madero y pre eren la agitación de las
aguas inestables a los estáticos elementos de la tierra. Se entregan a
expectativas inciertas, y no retienen para sí mismos más que la fe en la que
confían; confían más en la fe que en las anclas” (Cir. Cat. 5).

Sobre La
Divina Revelación
Pregunta: ¿De dónde proviene la enseñanza de la Fe Ortodoxa?

Respuesta: De la Revelación Divina.

Pregunta: ¿Qué se entiende por las palabras Revelación Divina?

Respuesta: Que Dios mismo se reveló a los hombres para que puedan creer
en El con rectitud, para su salvación y para honrarlo como se merece.

Pregunta: ¿Otorgó Dios esa revelación a todos los hombres?

Respuesta: La otorgó a todos, porque la revelación es necesaria a todos por


igual, y es capaz de llevar salvación a todos. Pero, dado que no todos los
hombres pueden recibir inmediatamente la Revelación de Dios, El empleó
personas especiales como heraldos, para presentarla a todos los que desean
recibirla.

Pregunta: ¿Por qué no todos los hombres son capaces de recibir la


Revelación directamente de Dios?

Respuesta: Debido a la impureza de sus pecados y a la fragilidad de su


cuerpo y de su alma.
Pregunta: ¿Quiénes fueron los heraldos de la Revelación Divina?

Respuesta: Adán, Noé, Abraham, Moisés y otros profetas recibieron y


predicaron los Principios de la Revelación Divina; pero fue el Hijo de Dios
encarnado, Nuestro Señor Jesucristo, quien la trajo a la tierra en toda su
plenitud y perfección y la expandió por todo el mundo por medio de sus
discípulos y apóstoles. El Apóstol San Pablo dice en el comienzo de su
Epístola a los Hebreos: “De manera fragmentaria y de muchos modos habló
Dios a nuestros Padres por medio de los Profetas; en éstos últimos tiempos
nos ha hablado por medio del Hijo a quien puso como heredero de todo, por
Quien también creó al mundo.”

El mismo Apóstol escribe a los Corintios: “Mas hablamos sabiduría de Dios en


misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció... Dios
nos la reveló a nosotros por su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios” (1Cor. 2:7-8 y 10). El Evangelista San Juan escribe: “A
Dios nadie lo vio jamás; el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, El lo
ha dado a conocer” (Juan 1:18). Jesucristo mismo dice: “Nadie conoce al Hijo
sino el Padre, ni al Padre lo conoce nadie sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo lo
quiera revelar” (Mat. 11:27).

Pregunta: ¿Entonces el hombre no puede tener ningún conocimiento de


Dios sin una especial revelación de El?

Respuesta: El hombre puede tener cierto conocimiento de Dios


contemplando las cosas que El ha creado. Pero este conocimiento es
imperfecto e insu ciente y puede servir solamente como preparación para la
fe, o como una ayuda ante el conocimiento de Dios por su revelación.
“Porque las cosas invisibles de El, su eterno poder y divinidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas” (Rom. 1:20). “Y de una sangre ha hecho todo el
linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha
pre jado el orden de los tiempos y los límites de su habitación; para que
busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, pueden hallarle, aunque
ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en El vivimos, nos
movemos y somos” (Hechos 17:26-28). “Con respecto a la fe en Dios, está
precedida por la idea de que 'Dios Es'. Recibimos esta idea de las cosas que
fueron creadas. Examinando atentamente la creación del mundo,
percibímos que Dios es Omnisciente, Todopoderoso y Bueno. Percibimos
también sus propiedades invisibles. Por esos medios lo reconocemos como
Soberano Supremo. Viendo que Dios es el Creador del mundo entero y que
nosotros formamos parte del mundo, se deduce que Dios es también
nuestro Creador. De este conocimiento viene la fe, y de la fe viene la
adoración” (San Basilio el Grande, Epíst. 232).

Sobre la Sagrada Tradición


y las Sagradas Escrituras
Pregunta: ¿Cómo se difunde la Divina Revelación entre los hombres y cómo
se preserva en la verdadera Iglesia?

Respuesta: Por medio de: la Sagrada Tradición y las Sagradas Escrituras.

Pregunta: ¿Qué se entiende bajo el nombre de Sagrada Tradición?


Respuesta: Por el nombre de Sagrada Tradición entendemos la enseñanza
de la fe, la Ley de Dios, los Sacramentos y los ritos que nos fueron
transmitidos por los verdaderos creyentes y adoradores de Dios de
generación en generación.

Pregunta: ¿Hay algún depositario de la Sagrada Tradición?

Respuesta: Todos los verdaderos creyentes unidos por la Sagrada Tradición


de la fe, colectiva y sucesivamente, por la voluntad de Dios componen la
Iglesia. Y la Iglesia es la segura depositaria de la Sagrada Tradición. Como
expresa San Pablo: “La Iglesia del Dios viviente, el pilar y fundamento de la
verdad” (1 Tim. 3:15).

San Ireneo escribe: “No debemos buscar entre otros la verdad que podemos
obtener buscándola en la Iglesia. Porque en Ella, como en una rica Casa del
Tesoro, los Apóstoles nos dejaron en su plenitud todo lo que pertenece a la
verdad, de manera que quien la busque, reciba de Ella el alimento de vida.
Ella es la puerta a la vida” (Adv. Haeres. T. 3 C. 4).

Pregunta: ¿Qué son las llamadas Sagradas Escrituras?

Respuesta: Son libros escritos por el Espíritu de Dios, a través de hombres


santi cados por Dios, llamados Profetas y Apóstoles. La reunión de estos
libros se llama Biblia.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra Biblia?

Respuesta: Es un término griego que signi ca “Libros.” El nombre indica que


los Libros Sagrados merecen atención antes que cualesquiera otros.

Pregunta: ¿Qué es más antigua, la Sagrada Tradición o las Sagradas


Escrituras?

Respuesta: El más antiguo instrumento para difundir la Divina Revelación es


la Sagrada Tradición. De Adán a Moisés no hubo libros sagrados. Nuestro
Señor Jesucristo mismo dio su divina enseñanza y fundamentos a sus
Apóstoles por la palabra y el ejemplo, y no por la escritura. El mismo método
fue seguido por los Apóstoles al principio, cuando difundieron la fe y
establecieron la Iglesia de Cristo. La necesidad de tradición es más evidente,
si se entiende que los libros eran y son accesibles sólo a una pequeña parte
de la humanidad, mientras que la tradición llega a todos.

Pregunta: ¿Por qué, entonces, fueron dadas las Sagradas Escrituras?

Respuesta: Para que la Sagrada Tradición sea preservada más exactamente y


permanezca sin modi caciones. En las Sagradas Escrituras leemos las
palabras de los Profetas y Apóstoles como si estuviesen vivos y las oyésemos
de ellos mismos, a pesar de que los libros sagrados fueron escritos un milenio
o varios cientos de años antes de la era Cristiana.

Pregunta: ¿Debemos seguir la Sagrada Tradición incluso si poseemos las


Sagradas Escrituras?
Respuesta: Debemos seguir la Tradición que está de acuerdo con la Divina
Revelación y con las Santas Escrituras, como nos lo expresan éstas. El Apóstol
San Pablo dice: “Así pues, hermanos, manteneos rmes y conservad las
tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por Epístolas” (2
es. 2:15).

Pregunta: ¿Por qué la Tradición es necesaria en la actualidad?

Respuesta: Como guía para la correcta comprensión de las Sagradas


Escrituras, para la correcta administración de los Sacramentos y para
preservar los sagrados ritos y ceremonias en la pureza de su institución
original. San Basilio el Grande dice sobre esto lo siguiente: “Las enseñanzas y
los mandamientos se conservan en la Iglesia. Algunas están y otras las
recibimos por Tradición Apostólica. Todas tienen la misma fuerza mediante la
devoción. Lo dicho no puede ser impugnado, aun por los que tienen poco
conocimiento en las disposiciones de la Iglesia. Porque si rechazáramos las
costumbres no escritas, como si tuvieran poca importancia, estaríamos, sin
duda alguna, mutilando el Evangelio en lo más importante, o de lo contrario,
de los sermones de los Apóstoles dejaríamos el nombre vacío.

Por ejemplo, en primer lugar mencionamos sobre lo más común: Para que
los esperanzados en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo se signen a sí
mismos con la señal de la Cruz, ¿quién lo enseño por escrito? ¿Qué escritura
enseña a dirigirse a Oriente para rezar? Respecto a las Palabras para la
transmutación del Pan Eucarístico y del Cáliz de las bendiciones, ¿cuál de los
santos nos lo dejó por escrito? No nos conformamos con las palabras que el
Apóstol dice y el Evangelio registra, sino que antes y después pronunciamos
otras, de gran fuerza para el Sacramento, que hemos recibido por enseñanza
no escrita. ¿En qué Escritura se nos habla sobre la forma en que debemos
bendecir las aguas para el Bautismo, el aceite de la unción y a la persona
misma que es bautizada? Por una tradición silenciosa y secreta. ¿Qué más?
La práctica misma de ungir con aceite, la norma de la triple inmersión y el
resto de las ceremonias del Bautismo, la renuncia a satanás y sus ángeles,
¿de qué Escritura están tomadas? ¿No son acaso todas esas enseñanzas
inéditas y privadas las que nuestros Padres conservaron, por medio del
silencio, de la curiosidad y las disquisiciones profanas, habiendo sido
instruidos en el principio de resguardar por el silencio la santidad de los
misterios? ¿Por qué publicar por escrito la enseñanza referente a lo que no
se les permite a los no bautizados siquiera ver?” (Can. 97, sobre el Espíritu
Santo, cap. 27).

Sobre las Sagradas


Escrituras en particular
Pregunta: ¿Cuándo fueron escritos los Libros Sagrados?

Respuesta: Fueron escritos en distintas épocas, algunos antes del


nacimiento de Cristo, otros después.

Pregunta: ¿Tienen estas dos divisiones de los Libros Sagrados sus propios
nombres?

Respuesta: Sí. Los escritos antes del nacimiento de Cristo son llamados
Libros del Antiguo Testamento, mientras que los escritos después del
nacimiento de Cristo son llamados Libros del Nuevo Testamento.

Pregunta: ¿Qué son el Antiguo y el Nuevo Testamento?


Respuesta: Dicho en otras palabras, son la Antigua y la Nueva Alianza de Dios
con los hombres.

Pregunta: ¿En qué consiste el Antiguo Testamento?

Respuesta: Consiste en que Dios prometió a los hombres un Divino Salvador,


y los preparó para recibirlo.

Pregunta: ¿Cómo preparó Dios a los hombres para recibir al Salvador?

Respuesta: Dios preparó a los hombres con revelaciones graduales, profecías


y preimágenes.

Pregunta: ¿En qué consiste el Nuevo Testamento?

Respuesta: Consiste en que Dios dio a los hombres un Divino Salvador, su


Hijo Único, Jesucristo.

Pregunta: ¿Cuántos son los libros del Antiguo Testamento?

Respuesta: San Cirilo de Jerusalem, San Atanasio el Grande y San Juan


Damasceno dicen que son veintidós libros, coincidiendo con los judíos, que
así los numeraban en la lengua hebrea original (Atanas. Ep. 39, J. Damasc.
Theol., líbro 4, c. 17).

Pregunta: ¿Por qué debemos respetar el recuento de los hebreos?

Respuesta: Porque, como dice el Apóstol San Pablo, a ellos les fueron
con ados los oráculos de Dios. Y los libros sagrados del Antiguo Testamento
fueron recibidos por la Iglesia Cristiana en el Nuevo Testamento (Rom. 3:2).

Pregunta: ¿Cómo enumeraron San Cirilo y San Atanasio los libros del Antiguo
Testamento?

Respuesta: De la siguiente forma:

1. El Libro del Génesis.

2. Éxodo.

3. Levítico.

4. El Libro de los Números.

5. Deuteronomio.

6. El Libro de Josué, hijo de Nun.

7. El Libro de los Jueces, y con él, como apéndice, el Libro de Ruth.

8. El Primero y Segundo Libro de los Reyes (1y 2 Samuel), como dos partes de
un mismo Libro.

9. El Tercer y Cuarto Libro de los Reyes (1y 2 Reyes).

10. El Primer y Segundo Libro de Paralipómenos (Crónicas).


11. El Primer Libro de Esdras y el Segundo o, como se lo titula en griego, el
Libro de Nehemías.

12. El Libro de Esther.

13. El Libro de Job.

14. Los Salmos.

15. Los Proverbios de Salomón.

16. El Eclesiastés, también de Salomón.

17. El Cantar de los Cantares, también de Salomón.

18 El Libro del Profeta Isaías.

19. De Jeremías.

20. De Ezequiel.

21. De Daniel.

22. De los Doce Profetas.

Pregunta: ¿Por qué no se nombra en esta enumeración de los Libros del


Antiguo Testamento al Libro de la Sabiduría del hijo de Sirac y a algunos
otros?

Respuesta: Porque no existen en el Antiguo Testamento Hebreo.

Pregunta: ¿Cómo debemos considerar estos Libros?

Respuesta: Atanasio el Grande dice que eran indicados por los Padres para
ser leídos por aquellos que se preparaban para su admisión en la Iglesia.

Pregunta: ¿Hay alguna división de los Libros del Antiguo Testamento, que dé
una idea aproximada de su contenido?

Respuesta: Pueden ser divididos en:

1. Libros de la Ley, que forman la base del Antiguo Testamento.

2. Libros Históricos, que contienen principalmente la historia de la religión.

3. Instructivos, que contienen la enseñanza de la religión.

4. Proféticos, que contienen profecías o predicciones del futuro, y


especialmente sobre Jesucristo.

Pregunta: ¿Cuáles son los Libros de la Ley?

Respuesta: Los cinco Libros escritos por Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico,
Números y Deuteronomio. Jesucristo mismo da a estos Libros el nombre
general de “Ley de Moisés” (Lucas 24:44).
Pregunta: ¿Qué contiene en particular el Libro del Génesis?

Respuesta: Contiene el relato de la creación del mundo y el hombre, y la


historia de las reglas religiosas en los primeros tiempos de la humanidad.

Pregunta: ¿Qué contienen los otros cuatro Libros de Moisés?

Respuesta: Contienen la historia de la religión en el tiempo del Profeta


Moisés, y la Ley dada por Dios a través de él.

Pregunta: ¿Cuáles son los Libros históricos del Antiguo Testamento?

Respuesta: Los Libros de Josué, hijo de Nun; Jueces; Ruth; Reyes; Crónicas;
Esdras; Nehemías y Esther.

Pregunta: ¿Cuáles son los instructivos?

Respuesta: El Libro de Job, los Salmos y los Libros de Salomón.

Pregunta: ¿Qué observaciones particulares debemos hacer sobre el Libro de


los Salmos?

Respuesta: Este Libro, junto con la enseñanza de la religión, contiene


alusiones sobre su historia, y muchas profecías concernientes a nuestro
Salvador Jesucristo. Es un perfecto manual de oración y alabanza, y por ese
motivo es de uso continuo en los Divinos Servicios de la Iglesia.

Pregunta: ¿Qué Libros son proféticos?

Respuesta: Los de los Profetas: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel y los otros
doce.

Pregunta: ¿Cuántos son los Libros del Nuevo Testamento?

Respuesta: Veintisiete.

Pregunta: ¿Hay libros de la ley en el Nuevo Testamento, es decir, que formen


su base?

Respuesta: Sí. El Evangelio, que consiste en los cuatro Libros de los


Evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra Evangelio?

Respuesta: Es una palabra griega que signi ca Buena Nueva.

Pregunta: ¿Qué Buena Nueva tenemos de los Libros llamados Evangelios?

Respuesta: De la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, de su advenimiento


y vida sobre la tierra, de sus milagros y enseñanza salvadora, y nalmente de
su muerte en la Cruz, su Gloriosa Resurrección y Ascensión a los cielos y de
su victoria sobre el in erno y que nos concedió la salvación.

Pregunta: ¿Por qué se llama Evangelio a estos libros?


Respuesta: Para el hombre no puede haber nada mejor ni más gozoso que la
novedad de un Divino Salvador y de la Salvación eterna. Por esta razón, el
Evangelio que se lee en la Iglesia, es precedido y acompañado por las alegres
exclamaciones: “Gloria a Ti, Señor, Gloria a Ti.”

Pregunta: ¿Son históricos algunos de los libros del Nuevo Testamento?

Respuesta: Sí. El Libro de los Hechos de los Santos Apóstoles.

Pregunta: ¿Sobre qué relata este libro?

Respuesta: Sobre el Descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la


expansión de la Iglesia de Cristo.

Pregunta: ¿Qué es un Apóstol?

Respuesta: La palabra Apóstol signi ca Enviado. Es el nombre dado a


aquellos discípulos elegidos por Nuestro Señor Jesucristo, a los que El envió
a predicar el Evangelio.

Pregunta: ¿Cuáles de los libros del Nuevo Testamento son instructivos?

Respuesta: Las siete Epístolas Universales, o sea: una del Apóstol Santiago
(Jacobo), dos de San Pedro, tres de San Juan, una de San Judas Tadeo y
catorce Epístolas del Apóstol San Pablo: una a los Romanos, dos a los
Corintios, una a los Gálatas, una a los Efesios, una a los Filipenses, una a los
Colosenses, dos a los Tesalonisenses, dos a Timoteo, una a Tito, una a Filemón
y una a los Hebreos.

Pregunta: ¿Hay entre los libros del Nuevo Testamento alguno profético?

Respuesta: Sí. El Libro del Apocalipsis.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra Apocalipsis?

Respuesta: Signi ca Revelación, en griego.

Pregunta: ¿Cuál es el contenido de este Libro?

Respuesta: Es la revelación mística del futuro de la Iglesia Cristiana y del


mundo entero.

Pregunta: ¿Con qué cuidado debemos leer las Sagradas Escrituras?

Respuesta: Primero, debemos leerlas con devoción, como palabra de Dios, y


orar para comprenderlas. Segundo, hay que leerlas con el puro deseo de
instruirse en la fe y despertar a las buenas obras. Tercero, debemos
aceptarlas en conformidad con las interpretaciones de la Iglesia Ortodoxa y
de los Santos Padres.

Pregunta: Cúando la Iglesia propone la enseñanza de la Divina Revelación y


de las Sagradas Escrituras al pueblo por primera vez ¿qué signos ofrece de
que en realidad es la Palabra de Dios?

Respuesta: La Iglesia ofrece los siguientes signos:


1. Lo sublime de la enseñanza, que testimonia que no puede ser invención
de la razón humana.

2. La pureza de esta enseñanza, que muestra que es la purísima mente de


Dios.

3. Las profecías.

4. Los milagros.

5. El poderoso efecto de esta enseñanza sobre el corazón de los hombres, por


el Poder Divino.

Pregunta: ¿De qué manera las profecías son señales de una verdadera
Revelación de Dios?

Respuesta: Esto se puede demostrar por un ejemplo. Cuando el Profeta


Isaías predijo el nacimiento del Salvador Jesucristo de una doncella (algo que
la razón natural del hombre no podía imaginar) y cuando cientos de años
después de esta profecía Nuestro Señor Jesucristo nacío de la Purísima
Doncella María, se ve que la profecía era la palabra del Dios Omnisciente, y su
cumplimiento la obra del Dios Todopoderoso. Por eso también San Mateo el
Evangelista, cuando relata el nacimiento de Cristo menciona la profecía de
Isaías: “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor, que
habla por medio del Profeta: He aquí que una doncella concebirá y dará a luz
un hijo. Y llamará su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con
nosotros” (Mateo 1:22-23).

Pregunta: ¿Qué son los milagros?

Respuesta: Son hechos que no pueden ser realizados por el poder o arte de
los hombres, sino sólo por el poder de Dios Todopoderoso; por ejemplo,
despertár a los muertos.

Pregunta: ¿Cómo se sabe que los milagros son la señal de la palabra de Dios?

Respuesta: El que realiza verdaderos milagros lo hace por el poder de Dios.


Consecuentemente, está a favor de Dios y participa de su Divino Espíritu;
para ello debe hablar sólo la verdad pura. Cuando un hombre así habla en
nombre de Dios, estámos seguros de que su boca expresa realmente la
Palabra de Dios.

Nuestro Señor Jesucristo mismo obra milagros como poderoso testimonio


de su Divina misión: “Las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las
mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha
enviado” (S. Juan 5:36).

Pregunta: ¿Dónde podemos ver particularmente el poderoso efecto de la


Enseñanza de Cristo?

Respuesta: En los doce Apóstoles, elegidos entre gente pobre e inculta, de la


clase más baja, que por su enseñanza superaron y subyugaron para Cristo a
los fuertes, a los sabios, a los ricos, a los reyes y sus reinos.

La Composición
del Catecismo
Pregunta: ¿Cómo se debe componer correctamente la presentación de la
instrucción catequística de la religión?

Respuesta: Para esto debemos seguir el libro de la Confesión Ortodoxa,


aprobado por los Patriarcas Orientales; y tomar como base lo dicho por el
Apóstol San Pablo, que toda ocupación del cristiano en la vida presente tiene
que estar compuesta por tres cosas: fe, esperanza y amor. “Y ahora
permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres” (1Cor. 13:13). Así, el
cristiano necesita: primero, enseñanza sobre la fe en Dios y sobre los
Sacramentos que El revela; segundo, enseñanza sobre la esperanza en Dios y
los medios para basarse sobre ella; tercero, enseñanza sobre el amor a Dios, y
todo lo que El nos manda amar.

Pregunta: ¿Qué usa la Iglesia como instrumento para introducirnos en la


enseñanza de la fe?

Respuesta: El Símbolo de la fe.

Pregunta: ¿Qué debemos tomar como guía para la enseñanza de la


esperanza?

Respuesta: Las bienaventuranzas de Nuestro Señor y la oración del Señor.

Pregunta: ¿Dónde podemos encontrar los elementos de la enseñanza del


amor?

Respuesta: En los Diez Mandamientos de la Ley de Dios.

Primera Parte del Catecismo


Ortodoxo Sobre la Fe
Sobre el Símbolo de la fe
en general y su origen.
Pregunta: ¿Qué es el Símbolo de la fe?

Respuesta: El Símbolo de la fe es una exposición, en pocas pero precisas


palabras, de la enseñanza sobre la fe cristiana.

Pregunta: ¿Cuáles son las palabras de dicha exposición?

Respuesta: Son las siguientes:

Creo en el Único Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra y


de todo lo visible e invisible.
Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo Unigénito de Dios, que nació del Padre
antes de todos los siglos; Luz de Luz; Dios verdadero de Dios verdadero;
nacido, no creado; consustancial con el Padre, por quien todo fue hecho;
quién por nosotros, los hombres, y para nuestra salvación, descendió de los
cielos, encarnó del Espíritu Santo y María Doncella y se hizo Hombre; fue
cruci cado, también por nosotros, en tiempos de Poncio Pilatos; padeció, fue
sepultado y al tercer día resucitó conforme con las Escrituras; subió a los
cielos, está sentado a la diestra del Padre; vendrá otra vez con gloria, a juzgar
a los vivos y a los muertos, y su reino no tendrá n.

Y en el Espíritu Santo, Señor vivi cador, que procede del Padre, que con el
Padre y el Hijo es juntamente adorado y glori cado; que habló por los
profetas.

Y en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica; con eso un sólo


bautismo para la remisión de los pecados; espero la resurrección de los
muertos y la vida del siglo venidero. Amén.

Pregunta: ¿Quién redactó de esta manera la enseñanza de la fe?

Respuesta: Los Padres del Primer y Segundo Concilios Ecuménicos.

Pregunta: ¿Qué es un Concilio Ecuménico?

Respuesta: Una Asamblea de los sacerdotes, obispos y feligreses de la Iglesia


Católica de Cristo, en lo posible del mundo entero, para la con rmación de la
verdadera enseñanza y de la santa disciplina entre los cristianos.

Pregunta: ¿Cuántos Concilios Ecuménicos hubo?

Respuesta: Siete:

1º. de Nicea;

2º. de Constantinopla;

3º. de Efeso;

4º. de Calcedonia;

5º. segúndo de Constantinopla;

6º. tercéro de Constantinopla;

7º. segúndo de Nicea.

Pregunta: ¿De dónde viene la regla de reunir Concilios?

Respuesta: Del ejemplo de los Apóstoles, que se reunieron en el Concilio en


Jerusalem (Hechos 15). Esto está basado en las palabras de Jesucristo mismo,
que dio a las decisiones de la Iglesia tal peso, que quien las desobedezca sea
privado de la gracia, como pagano. El medio por el cual la Iglesia Ecuménica
pronuncia sus decisiones, es un Concilio Ecuménico. “Dilo a la Iglesia; y si no
oyere a la Iglesia, considéralo gentil y publicano” (Mat. 18:17).

Pregunta: ¿Por qué causas especiales se convocaron el Primer y Segundo


Concilios Ecuménicos, en los cuales se compuso el Símbolo de la fe?
Respuesta: El Primero se reunió para la con rmación de la verdadera
enseñanza respecto del Hijo de Dios, contra la herejía de Arrio, que sostuvo
una enseñanza errónea sobre el Hijo de Dios. El Segundo, para la
con rmación de la verdadera enseñanza respecto del Espíritu Santo, contra
Macedonio, que predicaba errores respecto del Espíritu Santo.

Pregunta: ¿Hace mucho que se reunieron estos Concilios?

Respuesta: El Primero se reunió en el año 325 d. C. y el Segundo en el 381 d.


C.

Sobre los artículos


del Símbolo de la fe
Pregunta: ¿Qué método conviene seguir para entender mejor el Símbolo de
la fe Ecuménica?

Respuesta: Debemos advertir que hay una división en doce artículos o


partes y considerar cada artículo individualmente.

Pregunta: ¿Qué se expresa en cada artículo del Símbolo de la fe?

Respuesta: El Primer artículo del Símbolo de la fe habla de Dios como primer


origen, particularmente de la primera Persona de la Santísima Trinidad, Dios
Padre, y Dios como Creador del mundo. El Segundo, de la segunda Persona
de la Santísima Trinidad, Jesucristo el Hijo de Dios. El Tercer artículo, de la
Encarnación del Hijo de Dios. El Cuarto artículo, del sufrimiento y muerte de
Jesucristo. El Quinto artículo, de la Resurrección de Jesucristo. El Sexto
artículo, de la Ascensión de Jesucristo al cielo. El Séptimo artículo, de la
Segunda Venida de Jesucristo a la tierra. El Octavo artículo, de la tercera
Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo. El Noveno artículo, de la
Iglesia. El Décimo artículo, del Bautismo, en el cual están implicados también
los otros Sacramentos. El Undécimo artículo, de la futura Resurrección de los
muertos. El Duodécimo artículo, de la Vida Eterna.

Sobre el Primer artículo


Pregunta: ¿Qué es creer en Dios?

Respuesta: Creer en Dios signi ca tener una viva creencia en su ser, sus
atributos, sus obras, y recibir con todo el corazón su palabra revelada sobre la
salvación del género humano.

Pregunta: ¿Se puede demostrar por las Sagradas Escrituras que la fe en Dios
consiste en esto?

Respuesta: El Apóstol San Pablo escribe: “Sin fe es imposible agradar a Dios;


porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que existe, y que El
premia a los que le buscan” (Heb. 11:6).

El mismo apóstol expresa el efecto de la fe en los cristianos en la siguiente


oración por éstos a Dios: “Para que os dé, conforme con las riquezas de su
gloria, el ser fuertemente a rmados, por su Espíritu, en el hombre interior;
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones” (Efesios 3:16-17).

Pregunta: ¿Cuál debe ser el efecto constante e inmediato de una sincera fe


en Dios?
Respuesta: La confesión de esta misma fe.

Pregunta: ¿Qué es la confesión de la fe?

Respuesta: Es reconocer abiertamente que guardamos la fe ortodoxa con


sinceridad y rmeza; que ni las seducciones, ni las amenazas, ni las torturas,
ni la muerte misma no pueden hacer abandonar nuestra fe en el verdadero
Dios y en Nuestro Señor Jesucristo.

Pregunta: ¿Por qué es necesaria la confesión de la fe?

Respuesta: El Apóstol San Pablo testimonia que es necesaria para la


salvación. “Porque con el corazón se cree para verdad, pero con la boca se
con esa para salvación” (Rom. 10:10).

Pregunta: ¿Por qué es necesario para la salvación no sólo creer sino confesar
la fe ortodoxa?

Respuesta: Porque si alguno, para preservar su vida temporal o sus bienes


terrenales, deja de confesar la fe ortodoxa, muestra con ello que no tiene una
verdadera fe en Dios el Salvador y en la vida bienaventurada que vendrá.

Pregunta: ¿Por qué no se dice en el Símbolo de la fe simplemente “Creo en


Dios,” sino con la adición “en el Único Dios”?

Respuesta: Para contradecir el error de los paganos, que creían que había
muchos dioses.

Pregunta: ¿Por qué nos enseñan las Sagradas Escrituras sobre la Unidad de
Dios?

Respuesta: Las palabras del Símbolo de la fe sobre este punto están tomadas
del siguiente pasaje del Apóstol San Pablo: “No hay nada más que un Dios.
Pues aunque háyan algunos que se llamen dioses, sea en el cielo o en la
tierra (como hay muchos dioses y muchos señores) para nosotros, sin
embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y
nosotros somos en El; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las
cosas, y nosotros por medio de El” (1 Cor. 8:4-6).

Pregunta: ¿Podemos nosotros conocer la verdadera esencia de Dios?

Respuesta: No. Está por encima de todo conocimiento, no sólo del hombre,
sino también de los ángeles.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de este punto?

Respuesta: El Apóstol San Pablo dice que Dios es “El único que tiene
inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ninguno de los
hombres ha visto ni puede ver.” (1 Tim. 6:16).

Pregunta: ¿Qué idea de la esencia y de los atributos esenciales de Dios


puede derivarse de la Revelación Divina?

Respuesta: Que Dios es un Espíritu eterno, todo bueno, omnisciente, todo


recto, todopoderoso, omnipresente, inmutable, todosatisfecho y
todobendito.
Pregunta: ¿Se demuestra esto por las Sagradas Escrituras?

Respuesta: Jesucristo mismo ha dicho que “Dios es un Espíritu” (S. Juan


4:24). De la eternidad de Dios, David dice: “Antes que existieran los montes y
se formase la tierra y el mundo desde el siglo, y hasta el siglo, eres Tú” (Sal. 90
[89]:2).

En el Apocalipsis leemos la siguiente invocación a Dios: “Santo, Santo, Santo


es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir”
(Apoc. 4:8). El Apóstol San Pablo dice que el Evangelio fue manifestado “De
acuerdo con el mandamiento del Dios eterno” (Rom. 16:26). Sobre la bondad
de Dios, Jesucristo mismo dice: “Ninguno hay bueno sino uno: Dios” (Mat.
19:17). El Apóstol Juan dice: “Dios es amor” (1 Juan 4:16). David canta: “El Señor
es bondadoso y misericordioso, muy paciente y grande en misericordia.
Bueno es el Señor para con todos, y sus bondades sobre todas sus obras” (Sal.
145 [144]: 8-9). De la omnisciencia de Dios, el Apóstol San Juan Dice: “Dios es
mayor que nuestro corazón, y todo lo conoce” (1 Juan 3:20). El Apóstol San
Pablo exclama: “¡Oh, profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la razón
de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!”
(Rom. 11:33). Sobre la recta justicia de Dios, David canta: “Porque Dios es recto
y ama la verdad. Su rostro ve la verdad.” El Apóstol San Pablo dice: “El cual
pagará a cada uno conforme con sus obras,” y “porque no hay acepción de
personas en Dios” (Rom. 2:6-11). Sobre el poder de Dios, el Salmista dice:
“Porque El dijo y fue hecho, El mandó y se formó” (Sal. 33 [32]: 9). El Arcangel
dice en el Evangelio: “Porque no hay nada imposible para Dios” (Lucas 1:37).
La omnipresencia de Dios la describe David así: “¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás
Tú. Si bajara al Hades, ahí estas Tú. Si tomare alas del alba y habitare en el
extremo del mar, aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra. Si dijere:
ciertamente las tinieblas me cubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor
mío. Ya que la penumbra no se oscurecerá ante Ti, y la noche se iluminará
como día” (Sal. 139 [138]: 7-12). El Apóstol Santiago (Jacobo) dice: ..”.del Padre
de las Luces, en el cual no hay mutación, ni sombra de variación” (Santiago
1:17). El Apóstol San Pablo escribe que “Ni es honrado por mano de hombre,
como si necesitase algo; pues El es quien da a todos vida y aliento, y todo”
(Hechos 17:25). El mismo Apóstol llama a Dios: “Sólo Soberano, Rey de
reinantes y Señor de señores” (1 Tim. 6: 15).

Pregunta: Si Dios es Espíritu, ¿cómo las Sagradas Escrituras le adscriben


partes del cuerpo, como corazón, ojos, oídos y manos?

Respuesta: Las Sagradas Escrituras siguen en esto el lenguaje común del


hombre. Pero debemos entender dichas expresiones en un sentido más alto
y espiritual. Por ejemplo, el corazón de Dios signi ca su bondad o amor. Los
ojos y oídos signi can su omnisciencia. Las manos, su poder.

Pregunta: Si Dios está en todas partes, ¿por qué dicen las personas que Dios
está en el cielo, o en el templo?

Respuesta: Dios está en todas partes, pero en los cielos tiene una especial
presencia manifestada en gloria eterna a los espíritus bienaventurados. En
los templos tiene una especial, graciosa y misteriosa presencia, devotamente
reconocida por los eles, y manifestada muchas veces por signos
extraordinarios.

Jesucristo dice: “Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí


estoy Yo en medio de ellos” (Mat. 18:20).
Pregunta: ¿Cómo deben entenderse las palabras del Símbolo de la fe: “Creo
en el Único Dios Padre”?

Respuesta: Esto debe entenderse con referencia al misterio de la Santísima


Trinidad. Porque Dios es uno en sustancia, pero Trino en personas: el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, la Trinidad consustancial e indivisible.

Pregunta: ¿Cómo se habla de la Santísima Trinidad en las Sagradas


Escrituras?

Respuesta: Los principales textos del Nuevo Testamento sobre este punto,
son los siguientes: “Por tanto, id y convertid a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mat.
28:19). “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: El Padre, la Palabra
y el Espíritu Santo; y éstos tres son uno” (1 Juan 5:7).

Pregunta: ¿Está mencionada también la Santísima Trinidad en el Antiguo


Testamento?

Respuesta: Sí. Sólo que no tan claramente. Por ejemplo: “Por la palabra de
Dios fueron hechos los cielos, y su ejército por el aliento de su boca” (Salmo
33 [32]: 6). “Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está
llena de su gloria” (Isaías 6:3).

Pregunta: ¿Cómo es un Dios en tres Personas?

Respuesta: No podemos comprender este misterio inherente a la Divinidad.


Pero lo creemos en el infalible testimonio de la palabra de Dios. “Las cosas de
Dios no las conoce el hombre, sino el Espíritu de Dios” (1 Cor. 2:11).

Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre las personas de la Santísima Trinidad?

Respuesta: La diferencia consiste en que El Padre no nace ni procede de


ninguna otra persona; el Hijo ha nacido del Padre en la eternidad y el Espíritu
Santo, desde la eternidad, procede del Padre.

Pregunta: ¿Las tres Hipóstasis o Personas de la Santísima Trinidad tienen


igual dignidad?

Respuesta: Sí. Todas de absolutamente igual Divina dignidad. El Padre es


verdadero Dios, el Hijo es igualmente verdadero Dios y el Espíritu Santo es
verdadero Dios también. Así, en tres Personas hay un sólo Dios tri-personal.

Pregunta: ¿Por qué es llamado Dios Todopoderoso, Pantocrator?

Respuesta: Porque El contiene, en su poder y voluntad, todo lo que existe.

Pregunta: ¿Qué signi can las palabras del Símbolo de la fe: “Creador del cielo
y de la tierra y de todo lo visible e invisible”?

Respuesta: Esto signi ca que todo fue hecho por Dios, y que nada puede ser
sin Dios.

Pregunta: ¿Son tomadas estas palabras de las Sagradas Escrituras?


Respuesta: Sí. El Libro del Génesis comienza así: “En el principio creó Dios los
cielos y la tierra.” El Apóstol Pablo, hablando de Jesucristo, el Hijo de Dios,
dice: “Por El todo fue creado, lo que hay en los cielos y lo que hay en la tierra,
visible e invisible, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean
potestades; todo fue creado por El y para El” (Colos. 1:16).

Pregunta: ¿Qué quiere decir en el Símbolo de la fe la palabra invisible?

Respuesta: Se re ere al mundo invisible o espiritual, al cual pertenecen los


Angeles.

Pregunta: ¿Qué son los Angeles?

Respuesta: Son Espíritus puros, con inteligencia, voluntad y poder.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra Angel?

Respuesta: Signi ca Mensajero.

Pregunta: ¿Por qué son llamados así?

Respuesta: Porque Dios los envía para anunciar su Voluntad. Por ejemplo,
Gabriel fue enviado para anunciar a la Santísima Doncella María la concepción
del Salvador.

Pregunta: ¿Qué fue creado primero, lo visible o lo invisible?

Respuesta: Lo invisible fue creado antes que lo visible, y los Angeles antes
que el hombre (Confesión Ortodoxa, parte 1, preg. 18).

Pregunta: ¿Podemos encontrar algún testimonio de esto en las Sagradas


Escrituras?

Respuesta: En el Libro de Job, Dios mismo habla de la creación de la tierra así:


“¿Quién puso su piedra angular? Cuando las estrellas fueron creadas, todos
mis Angeles me alababan con fuerte voz” (Job 38:6-7).

Pregunta: ¿De dónde sale el nombre de Angel Guardián?

Respuesta: De las siguientes palabras de las Sagradas Escrituras: “Pues a sus


Angeles mandará cerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” (Sal. 91
[90]:11).

Pregunta: ¿Tiene cada uno de nosotros su Angel Guardián?

Respuesta: Sin duda. Podemos estar seguros de ello, por las siguientes
palabras de Jesucristo: “No menospreciéis a ninguno de estos pequeños;
porque os digo que sus Angeles en los cielos ven siempre el rostro de Mi
Padre que está en los cielos” (Mat. 18:10).

Pregunta: ¿Son todos los Angeles buenos o benefactores?

Respuesta: No. Hay ángeles malos, llamados también diablos.

Pregunta: ¿Cómo llegaron a ser malos?


Respuesta: Fueron creados buenos, pero se apartaron de su obligación de
perfecta obediencia a Dios, y así cayeron en malos sentimientos, orgullo y
malicia. De acuerdo con las palabras del Apóstol Judas Tadeo: “Estos son
ángeles que no guardaron su primacía, sino que abandonaron su propia
morada...” (Judas 6).

Pregunta: ¿Qué quiere decir el nombre diablo?

Respuesta: Signi ca calumniador, seductor.

Pregunta: ¿Por qué a los ángeles malos se los llama diablos, es decir
calumniadores o seductores?

Respuesta: Porque ponen trampas a los hombres, buscando atraerlos


malignamente para inspirarles falsas nociones y malos deseos. A propósito,
sobre esto, hablando de los judíos escépticos, Jesucristo dice: “Vosotros sois
de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha
sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque
no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es
mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8:44).

Pregunta: ¿Qué nos revelaron las Sagradas Escrituras acerca de la creación


del mundo?

Respuesta: En el principio creó Dios los cielos y la tierra: y la tierra era sin
forma y vacía. Después Dios sucesivamente produjo: en el primer día del
mundo, la luz; en el segundo, el rmamento o cielo visible; en el tercero, la
reunión de las aguas y la tierra, las tierras emergidas y lo que crece en ellas;
en el cuarto, el sol, la luna y las estrellas; en el quinto, peces y aves; en el
sexto, criaturas cuadrúpedas terrestres y al hombre. Con él nalizó la
creación. En el séptimo día Dios descansó de todas sus obras. De aquí que el
séptimo día se llamó sabbath, que en hebreo signi ca descanso (Gén 2:2).

Pregunta: ¿Las criaturas visibles fueron creadas como las vemos hoy?

Respuesta: No. En la creación todo era muy bueno, es decir, puro, hermoso y
no agresivo.

Pregunta: ¿Estamos informados de algo particular sobre la creación del


hombre?

Respuesta: Dios en la Santísima Trinidad dice: “Hagamos al hombre a Nuestra


imagen y semejanza” (Gén. 1:26). Y Dios hizo el cuerpo del primer hombre,
Adán, de la tierra. Sopló en su cara el aliento de la vida, lo llevó al Paraíso y le
dio por alimento, además de los frutos del Paraíso, el fruto del árbol de la vida.
Y nalmente, habiendo tomado una costilla de Adán mientras dormía, formó
de ella la primera mujer, Eva (Gén. 2:22).

Pregunta: ¿En qué consiste la imagen de Dios?

Respuesta: Consiste, como está explicado por el Apóstol San Pablo, “en
rectitud y santidad de la verdad” (Ef. 4:24).

Pregunta: ¿Qué es el aliento de vida?

Respuesta: Es el alma, una sustancia espiritual e inmortal.


Pregunta: ¿Qué es el Paraíso?

Respuesta: La palabra Paraíso signi ca Jardín. Es el nombre dado a la


hermosa y dichosa primera morada del hombre, descripta en el Génesis
como un jardín.

Pregunta: ¿El Paraíso donde el hombre vivió inicialmente fue material o


espiritual?

Respuesta: Para el cuerpo del hombre el Paraíso era material, una morada
visible y bienaventurada. Pero para el alma era espiritual, un estado de
comunión con Dios por medio de la gracia y una contemplación espiritual de
las criaturas (Greg. Theol., Serm. 38: 42; J. Damasc. Theol. libro 2, c. 12, v. 3).

Pregunta: ¿Qué es el árbol de la vida?

Respuesta: Un árbol del cual se nutría el hombre, y que lo libraba de la


enfermedad y de la muerte.

Pregunta: ¿Por qué fue hecha Eva con una costilla de Adán?

Respuesta: Para que toda la humanidad, por su origen, sea un mismo


cuerpo, y para que los hombres, naturalmente, se inclinen a amar y cuidar el
uno del otro.

Pregunta: ¿Con qué designios creó Dios al hombre?

Respuesta: Para que lo conozca, ame y glori que, y así sea por siempre
bienaventurado.

Pregunta: ¿Cómo se llama en la enseñanza de la fe el hecho de que Dios


haya destinado al hombre para la eterna bienaventuranza?

Respuesta: Se llama la Predestinación de Dios.

Pregunta: ¿Permanece invariable la predestinación de Dios, ya que ahora el


hombre no es bienaventurado?

Respuesta: Sí. Permanece invariable. Porque Dios en su precognición e


in nita misericordia, predestinó para el hombre apartado del camino de
bienaventuranza, un nuevo camino de bienaventuranza, por su Hijo
Unigénito Jesucristo. “Nos escogió en El antes de la fundación del mundo,”
palabras del Apóstol San Pablo (Ef. 1:4).

Pregunta: ¿Cómo debemos entender la predestinación de Dios, con


respecto a los hombres en general, y a cada uno en particular?

Respuesta: Dios ha predestinado dar, y dio en realidad, a todos los hombres


gracia y medios su cientes para alcanzar la bienaventuranza. Y a aquellos
que reciben voluntariamente la gracia por El dada, utilizan los medios de
salvación por El otorgados y van por el camino de la bienaventuranza por El
indicado, en particular los predestinó a la bienaventuranza.

Pregunta: ¿Qué se dice de esto en la Palabra de Dios?

Respuesta: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó...” (Rom.
8:29).
Pregunta: ¿Cómo comenta la Iglesia Ortodoxa este punto?

Respuesta: En la Exposición de la Fe de los Patriarcas Orientales se dice:


“Como El previó que algunos usarían bien su libre albedrío, mas otros lo
usarían mal, predestinó a los primeros para la gloria y condenó a los últimos”
(Art. 2).

Pregunta: ¿Luego de la creación del mundo y del hombre, qué acción de


Dios prosiguió en relación con el mundo y especialmente para con el
hombre?

Respuesta: La Divina Providencia.

Pregunta: ¿Que es la Divina Providencia?

Respuesta: La Divina Providencia es la constante acción del poder, sabiduría


y bondad de Dios, por la cual El preserva el ser y la fuerza de sus criaturas, los
dirige a buen n y los asiste en todo lo bueno. Y corta o corrige el mal que
surge de apartarse del bien, y le hace producir buenos resultados.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de la Divina Providencia?

Respuesta: Jesucristo mismo dice: “Mirad las aves del cielo, que no siembran
ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mat. 6:26).

De estas palabras se demuestra la providencia general de Dios sobre las


criaturas y la providencia especial sobre el hombre. Todo el Salmo 91 [90] es
una descripción de la providencia especial y mani esta de Dios sobre el
hombre.

Sobre el segundo artículo


Pregunta: ¿Cómo deben entenderse los nombres: Jesucristo, el Hijo de Dios?

Respuesta: Hijo de Dios se llama la segunda Persona de la Santísima Trinidad


con respecto a su Divinidad. Hijo de Dios fue llamado Jesús cuando nació en
la tierra como hombre.

Cristo es el nombre dado por los Profetas, que esperaban su advenimiento


sobre la tierra.

Pregunta: ¿Qué signi ca el nombre Jesús?

Respuesta: Salvador.

Pregunta: ¿Por quién fue dado el nombre Jesús?

Respuesta: Por el Arcangel Gabriel.

Pregunta: ¿Por qué fue dado este nombre al Hijo de Dios en su nacimiento
sobre la tierra?

Respuesta: Porque nació para salvar al hombre.

Pregunta: ¿Qué signi ca el nombre Cristo?


Respuesta: Ungido.

Pregunta: ¿De dónde viene este nombre Ungido?

Respuesta: De la unción con santos óleos, por los cuales se otorgan los dones
del Espíritu Santo.

Pregunta: ¿Solamente Jesús, el Hijo de Dios se llama Ungido?

Respuesta: No. En tiempos antiguos, Ungido era título de Reyes, Sumos


Sacerdotes y Profetas.

Pregunta: ¿Por qué entonces Jesús, el Hijo de Dios, es llamado el Ungido?

Respuesta: Porque en su naturaleza humana poseyó todos los dones del


Espíritu Santo, en su más alto grado: el conocimiento de Profeta, la santidad
de Sumo Sacerdote y el poder de Rey.

Pregunta: ¿En qué sentido se llama a Jesucristo, Señor?

Respuesta: En el sentido que El es verdadero Dios, porque Señor es uno de


los nombres de Dios.

Pregunta: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras sobre la Divinidad de


Jesucristo, el Hijo de Dios?

Respuesta: “En el principio era la Palabra, y la Palabra era en Dios, y Dios era la
Palabra” (Juan 1:1).

Pregunta: ¿Por qué es llamado Jesucristo el Hijo Unigénito de Dios?

Respuesta: Esto signi ca que El solamente es el Hijo de Dios, nacido de la


sustancia de Dios Padre y por ello es de una misma sustancia con Dios Padre;
por lo tanto excede sin comparación a todos los santos ángeles y a todos los
hombres santos, que son llamados hijos de Dios por la gracia (Juan 1:12).

Pregunta: ¿Llaman las Sagradas Escrituras a Jesús Unigénito?

Respuesta: Sí. Por ejemplo en las siguientes palabras del Evangelista Juan: “Y
aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria,
gloria como el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). “A
Dios nadie lo vio jamás; el Unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, El lo
ha dado a conocer” (íd. 1-18).

1 Pregunta: ¿Por qué en el Símbolo de la fe está dicho que el Hijo de Dios es


nacido del Padre?

Respuesta: Con esto se describe la propiedad por la cual El se diferencia de


las otras personas de la Santísima Trinidad.

Pregunta: ¿Para qué está escrito que El es nacido antes de todos los siglos?

Respuesta: Para que nadie piense que hubo algún momento en el cual El no
existió. De otra forma: con esto se explica que Jesucristo es también eterno
Hijo de Dios, como eterno es Dios Padre.
Pregunta: ¿Qué signi can en el Símbolo de la fe las palabras “Luz de Luz”?

Respuesta: Al igual que la luz visible, expresa un poco el inalcanzable


nacimiento del Hijo de Dios del Padre. Por el sol vemos luz. De esta luz se
genera la luz visible en todas partes, pero una y otra son la misma luz,
indivisible y de una misma naturaleza; de la misma manera, Dios Padre es la
Luz eterna (Juan 1: 5). De El nace el Hijo de Dios, que también es Luz eterna.
Dios Padre y Dios Hijo son una misma y eterna Luz, indivisible y de una
misma sustancia Divina.

Pregunta: ¿Qué fuerza hay en las palabras del Símbolo de la fe “Dios


verdadero de Dios verdadero”?

Respuesta: Esto es que el Hijo de Dios es llamado Dios en el mismo y propio


sentido que Dios Padre.

Pregunta: ¿Son éstas palabras de las Sagradas Escrituras?

Respuestas: Sí. Son tomadas del siguiente pasaje de San Juan el Teólogo:
“Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado luz y entendimiento
para que conozcamos a Dios verdadero, y estemos en su verdadero Hijo,
Jesucristo. Este es el verdadero Dios y la vida eterna” (1Juan 5: 20).

Pregunta: ¿Por qué se agrega luego en el Símbolo de la fe que el Hijo de Dios


es nacido, no creado?

Respuesta: Esto fue hecho contra Arrio, que impíamente pensaba que el Hijo
de Dios fue creado.

Pregunta: ¿Qué signi can las palabras: “consustancial con el Padre”?

Respuesta: Signi can que el Hijo de Dios es de una misma y divina sustancia
con Dios Padre.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de esto?

Respuesta: Jesucristo mismo habla de Sí y de Dios Padre de esta forma: “Yo y


el Padre somos uno” (Juan 10:30).

Pregunta: ¿Qué se demuestra por las siguientes palabras del Símbolo de la


fe: “por quien todo fue hecho las cosas”?

Respuesta: Que Dios Padre creó todas las cosas por medio de su Hijo, su
eterna Sabiduría y su eterna Palabra. “Todo fue por medio de El, y sin El nada
de lo que fue, fue” (Juan 1:3).

Sobre el Tercer artículo


Pregunta: ¿De quién se dice en el Símbolo de la fe que descendió de los
cielos?

Respuesta: Del Hijo de Dios.

Pregunta: ¿Cómo descendió de los cielos siendo que Dios está en todas
partes?
Respuesta: Es verdad que está en todas partes, en la tierra y en el cielo; pero
en la tierra El era antes invisible y luego apareció en cuerpo. En este sentido
se dice que descendió de los cielos.

Pregunta: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras respecto de esto?

Respuesta: He aquí las propias palabras de Jesucristo: “Nadie subió al cielo,


sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre que está en el cielo” (Juan
3:13).

Pregunta: ¿Para qué descendió de los cielos el Hijo de Dios?

Respuesta: Por nosotros los hombres y para nuestra salvación, como dice el
Símbolo de la fe.

Pregunta: ¿En qué sentido se dice que el Hijo de Dios descendió de los cielos
por nosotros los hombres?

Respuesta: En el sentido de que vino a la tierra no para una nación ni para


algunos hombres solamente, sino para todos.

Pregunta: ¿A salvarnos de qué vino el Hijo de Dios a la tierra?

Respuesta: Del pecado, de la maldición y de la muerte.

Pregunta: ¿Qué es el pecado?

Respuesta: La transgresión de la Ley. “El pecado es la transgresión de la Ley”


(1 Juan 3:4).

Pregunta: ¿De dónde le viene el pecado al hombre, visto que éste fue creado
a imagen de Dios, y Dios no puede pecar?

Respuesta: Del diablo. “El que comete pecado es del diablo; porque el diablo
pecó desde el principio” (1 Juan 3:8).

Pregunta: ¿Cómo pasó el pecado del diablo al hombre?

Respuesta: El diablo sedujo a Eva y Adán, y los indujo a transgredir el


mandamiento de Dios.

Pregunta: ¿Qué mandamiento?

Respuesta: Dios mandó a Adán en el Paraíso no comer el fruto del Arbol del
conocimiento del bien y del mal, y le advirtió que tan pronto como lo
comiere, morirá con muerte.

Pregunta: ¿Por qué traería la muerte al hombre el hecho de comer del Arbol
del conocimiento del bien y del mal?

Respuesta: Porque representaba desobediencia a la voluntad divina, y así


separaba al hombre de Dios y de su Gracia, y lo enajenaba de la vida de Dios.

Pregunta: ¿Qué propiedad había en el nombre del Arbol del bien y del mal?
Respuesta: Comiendo su fruto el hombre sabría lo que hay de bueno en
obedecer la voluntad de Dios, y lo que hay de malo en desobedecerla.

Pregunta: ¿Cómo pudieron Adán y Eva escuchar al diablo contra la voluntad


de Dios?

Respuesta: Dios, en su bondad, en la creación del hombre, le dio la voluntad


naturalmente dispuesta a amar a Dios, pero libre; y el hombre usó de esa
libertad para el mal.

Pregunta: ¿Cómo sedujo el diablo a Adán y Eva?

Respuesta: Eva vio en el Paraíso una serpiente, que le aseguró que si el


hombre comiera el fruto del Arbol del conocimiento del bien y del mal,
conocería el bien y el mal, y serían como dioses. Eva fue tentada por esta
promesa y por la belleza del fruto, y comió de él. Adán comió después,
siguiendo su ejemplo.

Pregunta: ¿Qué es lo que sucedió al pecado de Adán?

Respuesta: La maldición y la muerte.

Pregunta: ¿Qué es la maldición?

Respuesta: Es la condenación del pecado por el recto juicio de Dios, y del mal
que el pecado trajo a la tierra para el castigo del hombre. Dios dijo a Adán:
“Maldita es la tierra por tu causa” (Gén. 3:17).

Pregunta: ¿Cuál es la muerte que vino por el pecado de Adán?

Respuesta: Es doble. Corporal, cuando el cuerpo pierde el alma que la anima.


Y espiritual, cuando el alma pierde la gracia de Dios, que la anima con la más
alta vida espiritual.

Pregunta: ¿Puede entonces el alma morir, como el cuerpo?

Respuesta: Puede morir, pero no como el cuerpo. El cuerpo, cuando muere,


pierde sentido y se disuelve. El alma, cuando muere por el pecado, pierde la
luz espiritual, la felicidad y la bienaventuranza, pero no se disuelve ni es
aniquilada, sino que permanece en un estado de oscuridad, angustia y
sufrimiento.

Pregunta: ¿Por qué mueren todos los hombres, y no murieron únicamente


los primeros hombres?

Respuesta: Porque todos venimos de Adán desde su infección por el pecado,


y además todos pecamos. Como de una fuente infectada naturalmente
uye una corriente infectada, así de un padre infectado por el pecado, que es
consecuentemente mortal, naturalmente procede una posteridad infectada
por el pecado, y como él, también mortal.

Pregunta: ¿Cómo hablan de esto las Sagradas Escrituras?

Respuesta: Dicen: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por


el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos pecaron” (Rom. 5:12).
Pregunta: ¿Tuvo el hombre algún bene cio del fruto del Arbol de la vida,
después de haber pecado?

Respuesta: Después que pecó, el hombre no pudo comer más de él, pues
fue expulsado del Paraíso.

Pregunta: ¿Quedó entonces al hombre alguna esperanza de salvación?

Respuesta: Cuando nuestros primeros padres confesaron ante Dios su


pecado, Dios, en su misericordia, les dio una esperanza de salvación.

Pregunta: ¿En qué consiste esta esperanza?

Respuesta: Dios prometió que “la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de


la serpiente” (Gén. 3:15).

Pregunta: ¿Qué signi ca esto?

Respuesta: Que Jesucristo vencería al diablo que tentó al hombre, y libraría al


hombre del pecado, de la maldición y de la muerte.

Pregunta: ¿Por qué Jesucristo es llamado la simiente de la mujer?

Respuesta: Porque nació en la tierra sin hombre, de la Santísima Doncella


María.

Pregunta: ¿Qué bene cio hubo en esta promesa?

Respuesta: Que desde el tiempo de la promesa, el hombre podía creer


salvamente ***en el Salvador que iba a venir, como ahora nosotros creemos
que el Salvador ha venido.

Pregunta: ¿Creía realmente la gente, en los tiempos antiguos, que iba a venir
un Salvador?

Respuesta: Algunos sí, pero la mayor parte olvidaron la promesa de Dios


sobre un Salvador.

Pregunta: ¿Repitió Dios su promesa?

Respuesta: Muchas veces. Por ejemplo, hizo a Abraham la promesa sobre el


Salvador en las siguientes palabras: “En tu semilla, todas las naciones de la
tierra serán benditas” (Gén. 22:18). La misma promesa la repitió a David en las
siguientes palabras: “Yo a rmaré tu simiente tras de ti, y estableceré Su trono
para siempre” (2 Samuel 7:12-15).

Pregunta: ¿Qué debemos entender por la palabra Encarnación?

Respuesta: Que el Hijo de Dios tomó para Sí cuerpo humano, sin pecado, y se
hizo Hombre sin dejar de ser Dios.

Pregunta: ¿De dónde se tomó la palabra Encarnación?

Respuesta: De las palabras del Evangelista San Juan: “Y la Palabra se hizo


carne” (Juan 1:14).
Pregunta: ¿Por qué el Símbolo de la fe, después que se dice que el Hijo de
Dios fue encarnado, se agrega que se hizo Hombre?

Respuesta: Para que nadie pueda imaginar que el Hijo de Dios tomó
solamente una carne y cuerpo, sino que se reconozca en El un Hombre
perfecto e integrado en cuerpo y alma.

Pregunta: ¿Tenemos de éste algún testimonio en las Sagradas Escrituras?

Respuesta: El Apóstol San Pablo escribe: “Hay un sólo Mediador entre Dios y
los hombres, Jesucristo Hombre” (1 Tim. 2:5).

Pregunta: ¿Entonces hay una sola naturaleza en Cristo?

Respuesta: No, en El hay, sin separación y sin confusión, dos naturalezas: la


divina y la humana.

Pregunta: ¿No hay, entonces, dos personas?

Respuesta: Hay una persona, Dios y Hombre a la vez. En una palabra, un Dios-
Hombre.

Pregunta: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras sobre la Encarnación del Hijo
de Dios por el Espíritu Santo, de la Doncella María?

Respuesta: El Evangelista San Lucas relata que cuando la Doncella María


preguntó al Angel que le anunció la concepción de Jesús “¿cómo será esto?
pues no conozco varón,” el Angel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también
lo Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:34-35).

Pregunta: ¿Quién era la Doncella María?

Respuesta: Una Santa Doncella del linaje de Abraham y de David, de cuya


estirpe el Salvador habría de venir por la promesa de Dios. Estaba
comprometida con José, un hombre del mismo tronco familiar, para que él
fuese su guardián, pues Ella estaba dedicada a Dios con un voto de perpetua
virginidad.

Pregunta: ¿Permaneció María siempre Virgen?

Respuesta: Permaneció y permanece siempre Virgen, antes del parto,


durante el parto y después del parto del Salvador; y por ello es llamada la
siempre Doncella.

Pregunta: ¿Con qué otro gran título honra la Iglesia Ortodoxa a la Santísima
Doncella María?

Respuesta: Con el de Madre de Dios.

Pregunta: ¿Puede demostrarse el origen de este título por las Sagradas


Escrituras?
Respuesta: Está tomado de las siguientes palabras del Profeta Isaías: “He
aquí que la doncella concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre
Emmanuel, esto es Dios con nosotros” (Isaías 7:14; Mateo 1:23). Así también la
recta Elizabeth llama a la Santísima Doncella como Madre del Señor, es decir
la Madre de Dios: “¿De dónde es esto a mí, que la madre de mi Señor venga a
mí?” (Lucas 1:43).

Pregunta: ¿En qué sentido es llamada la Santísima Doncella como Madre de


Dios?

Respuesta: Pese a que Jesucristo nació de Ella no en su Divinidad, que es


eterna sino en humanidad, ella es justamente llamada Madre de Dios;
porque el que nació de ella era ambas cosas en la concepción misma (Dios y
Hombre), y en su nacimiento carnal de ella, era Verdadero Dios.

Pregunta: ¿Qué debemos pensar sobre la dignidad de la Santísima Doncella


María?

Respuesta: Como Madre del Señor, ella excede a toda criatura en gracia y
cercanía a Dios, y no sólo en dignidad. Por ello, la Iglesia Ortodoxa la honra
mucho más que a los Querubines y los Sera nes.

Pregunta: ¿Qué otro argumento existe para remarcar el nacimiento de


Jesucristo de la Santísima Doncella María?

Respuesta: Que ese nacimiento fue perfectamente santo y exento de


pecado, y sin dolor (J. Damasc. Teólog. libro 4, cap. 14, 6.).

Pregunta: ¿Qué providencia preparó Dios para que la humanidad conociese


el nacimiento del Salvador?

Respuesta: Hubo muchas predicciones exactas sobre las circunstancias de


su nacimiento y vida sobre la tierra. Por ejemplo, el Profeta Isaías predijo que
el Salvador nacería de una doncella (Is. 7:14). El Profeta Miqueas predijo que el
Salvador iba a nacer en Belén. Y esto lo comprendieron los judíos aun antes
de que se enterasen de su cumplimiento (Miqueas 5:1-4 y Mateo 2:4-6). El
Profeta Malaquías, después de la construcción del segundo templo de
Jerusalem, profetizó que la venida del Salvador estaba cerca, y que El vendría
a este templo, y que antes que El sería enviado un Precursor semejante al
Profeta Elías, entendiéndose éste como claramente referido a San Juan
Bautista (Mal. 3:1 y 4:5). El Profeta Zacarías predijo la entrada triunfal del
Salvador en Jerusalem (Zac. 9:9). El Profeta Isaías, con maravillosa claridad,
predijo los sufrimientos del Salvador (Is. 53:3-12). David, en el Salmo 22 [21],
describe los sufrimientos del Salvador en la Cruz con tanta exactitud como si
lo hubiera escrito al pie de la Cruz misma. Y Daniel, 490 años antes de
Jesucristo, predijo la aparición del Salvador, su muerte en la Cruz y la
subsecuente destrucción del Templo y de Jerusalem, y la abolición de los
sacri cios del Antiguo Testamento (Daniel 9).

Pregunta: ¿Reconocieron en realidad los hombres a Jesucristo como el


Salvador en la época que nació y vivió en la tierra?
Respuesta: Muchos lo reconocieron, y de varias maneras. Los sabios de
Oriente lo reconocieron por la estrella que apareció en Oriente antes de su
nacimiento. Los pastores de Belén lo supieron por los ángeles, que dijeron
que el Salvador había nacido en la ciudad de David. Simeón y Ana, por
revelación especial del Espíritu Santo, lo conocieron cuando El fue llevado al
Templo, cuarenta días después de su nacimiento. San Juan Bautista, al
bautizarlo en el río Jordán, lo reconoció por revelación, por el descenso del
Espíritu Santo sobre el Salvador, en forma de paloma, y por la voz de Dios
Padre que provino del cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”
(Mat. 3:17). Una voz semejante fue oída por los Apóstoles Pedro, Santiago
(Jacobo) y Juan durante la Trans guración: “Este es mi Hijo amado, en quien
me complazco; a El oíd” (Marcos 9:7). Además, muchos lo reconocieron por la
excelencia de su enseñanza y especialmente por los milagros que obró.

Pregunta: ¿Qué milagros obró Jesucristo?

Respuesta: Curó personas poseídas por demonios y a enfermos incurables,


por una simple mirada suya, por una palabra, o por el toque de su mano, e
incluso fueron curadas al tocar ellos su ropa. Una vez con cinco y otra vez con
siete panes, alimentó en el desierto a varios miles de personas. Caminó sobre
las aguas y con una palabra calmó la tormenta. Resucitó a los muertos: al hijo
de la viuda de Naín, a la hija de Jairo y a Lázaro al cuarto día después de su
muerte.

Pregunta: ¿En qué forma efectuó el Hijo de Dios nuestra salvación?

Respuesta: Por su enseñanza, su vida, su muerte y su resurrección.

Pregunta: ¿Cuál era la enseñanza de Cristo?

Respuesta: El Evangelio del reino de Dios, o, en otras palabras, la enseñanza


de la salvación y bienaventuranza eterna, la misma que es profesada en la
Iglesia Ortodoxa (Marcos 1:14-15).

Pregunta: ¿Cómo tenemos salvación por la enseñanza de Cristo?

Respuesta: Cuando la recibimos con todo nuestro corazón, y actuamos de


acuerdo con ella. Porque así como las palabras mentirosas del diablo
recibidas por nuestros ancestros, se convirtieron en ellos en semilla del
pecado y la muerte, por el contrario la verdadera Palabra de Cristo, recibida
de corazón por los cristianos, se convierte en ellos en semilla de vida santa e
inmortal. En las palabras del Apóstol San Pedro: “Siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre” (1 Pedro 1:23)

Pregunta: ¿De qué manera es salvadora para nosotros la vida de Cristo?

Respuesta: Imitándola. Porque El dice: “Si alguno me sirve, sígame; y donde


yo estuviere, allí también estará mi servidor” (Juan 12:26).

Sobre el Cuarto artículo


Pregunta: ¿Cómo ocurrió que Jesucristo fue cruci cado siendo que sus
enseñanzas y sus obras debían haber impulsado a los hombres a
reverenciarlo?
Respuesta: Los jefes de los judíos y los escribas lo odiaban, porque El rebatía
sus falsas enseñanzas y sus malas vidas. Y le envidiaban, porque el pueblo
que escuchaba sus enseñanzas y veía obrar sus milagros, lo estimaba más
que a ellos. Por ello lo acusaron falsamente y lo condenaron a muerte.

Pregunta: ¿Por qué se dice que Jesucristo fue cruci cado en tiempos de
Poncio Pilatos?

Respuesta: Para indicar en qué momento histórico fue cruci cado.

Pregunta: ¿Quién fue Poncio Pilatos?

Respuesta: El gobernador romano de Judea, que estaba sujeta al Imperio


Romano.

Pregunta: ¿Por qué es digna de remarcarse esta circunstancia?

Respuesta: Porque en ella vemos el cumplimiento de la profecía de Jacobo:


“No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que
venga el Reconciliador; y a él se le congregarán los pueblos” (Gén. 49:10).

Pregunta: ¿Por qué no se dice solamente en el Símbolo de la fe que


Jesucristo fue cruci cado, sino que también sufrió?

Respuesta: Para mostrar que su cruci xión no fue sólo una apariencia de
sufrimiento y muerte, como dicen algunos herejes, sino un real sufrimiento y
muerte.

Pregunta: ¿Por qué se menciona también que fue sepultado?

Respuesta: Esto también es para rea rmarnos que realmente murió y que
resucitó, pues sus enemigos pusieron una guardia ante su sepulcro y lo
sellaron herméticamente.

Pregunta: ¿Cómo pudo Jesucristo sufrir y morir, siendo Dios?

Respuesta: Sufrió y murió, no en su Divinidad, sino en su humanidad. Y esto


no porque no pudiese evitarlo, sino porque quiso sufrir. El mismo dijo: “Yo
entrego mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que Yo por mí
mismo la entrego. Tengo poder para entregarla y tengo poder para volverla a
tomar” (Juan 10: 17-18).

Pregunta: ¿En qué sentido se dice que Jesucristo fue cruci cado para y por
nosotros?

Respuesta: En el sentido de que, por su muerte en la Cruz, nos libró del


pecado, la maldición y la muerte.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de esta liberación?


Respuesta: Se re eren a la liberación del pecado: “En Quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de los pecados según las riquezas de su
gracia” (Efes. 1:7). Se re eren, asimismo, a la liberación de la maldición: “Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición” (Gál. 3:13).
Y a la liberación de la muerte: “Así que, por cuanto los hijos participaron de
carne y sangre, El también participó de lo mismo, para destruir por medio de
la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a
todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos
a servidumbre” (Hebr. 2: 14-15).

Pregunta: ¿De qué manera la muerte de Jesucristo en la Cruz nos libra del
pecado, la maldición y la muerte?

Respuesta: Para que podamos comprender más rápidamente el misterio, la


palabra de Dios hace la comparación de Jesucristo con Adán. Adán es, por
naturaleza, la cabeza de toda la humanidad, que es una con él por ser su
descendencia. Jesucristo, en quien la divinidad está unida a la humanidad,
graciosamente hizo de sí mismo la nueva y todopoderosa cabeza del
hombre, al que unió a sí mismo por la fe. Es así que, como en Adán caímos en
el pecado, la maldición y la muerte, en Jesucristo nos liberamos para siempre
del pecado, la maldición y la muerte. Su sufrimiento voluntario y la muerte
en la Cruz por nosotros, siendo de in nito valor y mérito, como muerte del
Unico Sin Pecado, Dios y Hombre en una misma persona, es una perfecta
satisfacción a la justicia de Dios, que nos condenó a muerte por el pecado. Es
un mérito in nito, que nos otorgó gracias a El el derecho sin discriminación a
la justicia, para darnos a nosotros los pecadores el perdón por nuestros
pecados y la gracia para obtener la victoria sobre el pecado y la muerte.

“Pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a
conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es
Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:26-27); “Pues si por la
transgresión de uno sólo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por
uno sólo, Jesucristo” (Rom. 5:17); “Ahora, pues, ninguna condenación hay para
los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme con la carne, sino
conforme con el Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era
imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su
Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros,
que no andamos conforme con la carne, sino conforme con el Espíritu” (Rom.
8:1-4).

Pregunta: ¿Estrictamente hablando, fue por todos nosotros que Jesucristo


sufrió?

Respuesta: El se ofreció a Sí mismo como sacri cio estrictamente para todos,


y obtuvo para todos gracia y salvación; pero esto bene cia sólo a aquellos de
nosotros que, por nuestro propio libre albedrío tenemos “participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejantes a El en su muerte” (Filip. 3:10)

Pregunta: ¿Cómo podemos tener participación en los padecimientos y


muerte de Jesucristo?
Respuesta: Tenemos participación en los padecimientos y muerte de
Jesucristo por una viva y sincera fe, por la participación en los Sacramentos,
en los que están contenidas y selladas las virtudes de sus salvadores
sufrimientos y muerte. Y, nalmente, por la cruci xión de nuestra carne con
sus concupiscencias y pasiones. Dice el Apóstol: “Porque yo por la ley soy
muerto para la ley, a n de vivir para Dios. Con Cristo estoy juntamente
cruci cado, y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en
la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí
mismo por mí” (Gal. 2:19-20); “¿O no sabéis que todos los que hemos sido
bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Rom. 6:3);
“Así pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la
muerte del Señor anunciáis hasta que El venga” (1 Cor. 11:26); “Los que son de
Cristo, han cruci cado la carne con sus concupiscencias y pasiones” (Gál.
5:24).

Pregunta: ¿Cómo podemos cruci car la carne con sus concupiscencias y


pasiones?

Respuesta: Refrenando las concupiscencias y pasiones, y haciendo lo que es


contrario a ellas. Por ejemplo, cuando la ira nos impulsa a atacar a un
enemigo y a hacerle daño, si entonces resistimos ese deseo recordando que
Jesucristo en la Cruz oró por sus enemigos, y rogando igualmente por los
nuestros, cruci camos nuestra pasión de la ira.

Sobre el Quinto artículo


Pregunta: ¿Cuál es la primera y más seria prueba dada por Jesucristo, de que
sus padecimientos y muerte trajeron salvación para nosotros hombres?

Respuesta: Que resucitó, y así puso los cimientos para nuestra también
bendita resurrección. “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos,
haciéndose primicia para los muertos” (1 Cor. 15:20).

Pregunta: ¿Qué podemos pensar del estado en que Jesucristo estuvo


después de su muerte y antes de su resurrección?

Respuesta: Esto está descrito en el siguiente himno de la Iglesia:


“Corporalmente, en el sepulcro; como Dios, en el hades con el alma; en el
paraíso con el malhechor, asimismo estabas en el Trono, Cristo, con el Padre y
el Espíritu, ¡oh! Indescriptible, que todo lo llenas.”

Pregunta: ¿Qué es el hades o in erno?

Respuesta: Hades es una palabra griega que signi ca lugar privado de luz. En
teología se entiende por este nombre una prisión espiritual, es decir, el
estado de aquellos espíritus que están separados, por el pecado, de la visión
del semblante de Dios y de la luz y bendición que ello con ere (Judas 1:6;
Octoecos tono 5; Stijarion 2. 4).

Pregunta: ¿Para qué descendió Jesucristo al Hades?

Respuesta: Para proclamar allí también su victoria sobre la muerte y liberar a


las almas que con fe aguardaban su venida.

Pregunta: ¿Hablan de esto las Sagradas Escrituras?


Respuesta: Se re eren a ello en el siguiente pasaje: “Pues también Cristo,
para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el Recto por los no
rectos, muerto en la carne, vivi cado en el espíritu. En el espíritu fue también
a predicar a los espíritus encarcelados” (1Pedro 3:18-19).

Pregunta: ¿Qué debemos remarcar en las siguientes palabras del Símbolo de


la fe: “y resucitó al tercer día conforme con las Escrituras”?

Respuesta: Estas palabras están en el Símbolo de la fe, tomadas del


siguiente pasaje de la Epístola a los Corintios: “Porque os transmití, en primer
lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme con las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día,
conforme con las Escrituras” (1Cor. 15:3-4).

Pregunta: ¿Qué signi cado hay en las palabras “conforme con las Escrituras”?

Respuesta: Por estas palabras se muestra que Jesucristo murió y resucitó,


precisamente como fue escrito de El, proféticamente, en los libros del
Antiguo Testamento.

Pregunta: ¿Dónde, por ejemplo, hay algo escrito sobre esto?

Respuesta: En el capítulo 53 del libro del Profeta Isaías, los sufrimientos y


muerte de Jesucristo se pre guran particularmente: “El ha sido herido por
nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos
trae la paz, y con sus heridas hemos sido curados” (Is. 53: 5). Sobre la
resurrección de Cristo, el Apóstol San Pedro toma las palabras del Salmo 16
(15): ..”. no abandonarás mi alma en el hades ni permitirás que tu santo
experimente la corrupción” (Hechos 2: 27).

Pregunta: ¿Está en algún otro lugar del Antiguo Testamento que Jesucristo
resucitaría precisamente al tercer día?

Respuesta: Una profecía sobre ello está pre gurada en el Profeta Jonás: “Y
Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches” (Jon. 2: 1).

Pregunta: ¿Cómo se supo que Jesucristo había resucitado?

Respuesta: Los soldados que montaban guardia en su sepulcro supieron de


ello, se aterrorizaron cuando un Angel del Señor apartó la piedra que cerraba
la tumba y al mismo tiempo hubo un gran terremoto. Asimismo, hubo
Angeles que anunciaron la Resurrección de Cristo a María Magdalena y otras
santas mujeres. Jesucristo mismo, el día de su Resurrección, se apareció a
muchos, como a las mujeres miróforas, a San Pedro, a los dos discípulos en el
camino de Emaús y nalmente a todos los Apóstoles en la casa, estando
cerradas las puertas. Después se mostró varias veces a ellos en el período de
cuarenta días; y un día fue visto por más de quinientos creyentes a la vez (1
Cor. 15:6).

Pregunta: ¿Por qué se mostró Jesucristo a los Apóstoles por espacio de


cuarenta días?

Respuesta: En este tiempo continuó enseñándoles los misterios del reino de


Dios (Hechos 1:3).

Sobre el Sexto artículo


Pregunta: ¿Está tomada de las Sagradas Escrituras la descripción de la
Ascensión de Nuestro Señor en el sexto artículo del Símbolo de la fe?

Respuesta: Está tomada de los siguientes pasajes de las Sagradas Escrituras:


“Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para
llenarlo todo” (Ef. 4:10); “Tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la
diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebr. 8:1).

Pregunta: ¿Fue en su divinidad o en su humanidad que Jesucristo ascendió


a los cielos?

Respuesta: En su humanidad. En su divinidad siempre estuvo, está y estará


en el cielo.

Pregunta: ¿Por qué se dice que Jesucristo está sentado a la diestra del Padre,
siendo que Dios está en todas partes?

Respuesta: Esto debe ser entendido espiritualmente. Jesucristo tiene una


misma e igual majestad y gloria con Dios Padre.

Sobre el Séptimo artículo


Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de la segunda venida de
Cristo?

Respuesta: “Este mismo Jesús que se ha elevado desde vosotros al cielo,


volverá de la misma manera que le habéis visto irse al cielo” (Hechos 1:11). Esto
fue dicho por los Angeles a los Apóstoles en el momento mismo de la
Ascensión del Señor.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de su futuro Juicio?

Respuesta: “Porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros
oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero
los que hicieron lo malo, irán a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29).
Éstas son palabras de Cristo mismo.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras del reino que no tendrá n?

Respuesta: “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios
le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacobo para
siempre y su reino no tendrá n” (Lucas 1:32-33). Éstas son palabras del Angel
a la Madre de Dios.

Pregunta: ¿Será la segunda venida de Cristo semejante a la primera?

Respuesta: No, será muy diferente. Vino para sufrir por nosotros con gran
humildad, pero vendrá para juzgarnos: “En su gloria, y todos los santos
ángeles con El” (Mat. 25:31).

Pregunta: ¿Juzgará a todos los hombres?

Respuesta: A todos sin excepción.

Pregunta: ¿Cómo los juzgará?


Respuesta: La conciencia de cada hombre será expuesta ante todos, y serán
revelados todos los actos que hizo durante su vida en la tierra, las palabras
que pronunció y sus deseos y pensamientos secretos. “Hasta que venga el
Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las
intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de
Dios” (1 Cor. 4:5).

Pregunta: ¿Nos condenará incluso por las malas palabras y pensamientos?

Respuesta: Sin duda, a menos que las borremos por el arrepentimiento, por
la fe y que enmendemos nuestra vida: “Mas yo os digo que de toda palabra
ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta el día del juicio” (Mat.
12:36).

Pregunta: ¿Vendrá pronto Jesucristo para el Juicio?

Respuesta: No lo sabemos, y por lo tanto nos corresponde vivir de tal forma


para estar siempre preparados a ello. “El Señor no retarda su promesa, como
algunos piensan, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca sino que todos procedan al arrepentimiento. Pero el día del
Señor vendrá como ladrón en la noche” (2 Pedro 3:9-10). “Velad, pues, porque
no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mat. 25:13).

Pregunta: ¿Nos han sido revelados algunos signos de la proximidad de la


venida de Cristo?

Respuesta: En la palabra de Dios nos fueron revelados algunos signos, como


la pérdida de fe y el amor entre los hombres, la abundancia de iniquidad y
calamidades, la predicación del Evangelio a todas las naciones y la venida del
Anticristo.

Pregunta: ¿Qué es el Anticristo?

Respuesta: El adversario de Cristo, que tratará de vencer a la cristianismo,


pero en lugar de ello obtendrá para sí mismo un n terrible (2 Tes. 2:8).

Pregunta: ¿Qué es el Reino de Cristo, o sea el Reino de Dios?

Respuesta: Es el Reino de los creyentes en Cristo fundado por El y de los que


se esfuerzan por cumplir con la voluntad del Padre celestial. Este Reino de
Dios, abierto con la venida de Cristo Salvador a la tierra, ja su morada en el
alma de la gente en forma imperceptible y la prepara en la tierra para el
recibimiento del Reino de los cielos, que se manifestará en el n de los siglos.

Pregunta: ¿De cuál de éstos se dice en el Símbolo de la fe que no tendrá n?

Respuesta: Del Reino de Gloria.

Sobre el Octavo artículo


Pregunta: ¿En qué sentido es llamado Señor el Espíritu Santo?

Respuesta: En el mismo sentido que el Hijo de Dios, esto es, como Dios
verdadero.

Pregunta: ¿Hay testimonio de ello en las Sagradas Escrituras?


Respuesta: Está claro en las palabras del Apóstol San Pedro para amonestar a
Ananías: “¿Por qué entró Satanás en tu corazón para hacerte mentir al
Espíritu Santo?,” y más adelante: “Le has mentido a Dios, no a los hombres”
(Hechos 5:3-4).

Pregunta: ¿Qué debemos entender cuando el Espíritu Santo es llamado el


Vivi cador?

Respuesta: Quiere decir que El, junto con Dios Padre y el Hijo, dan vida a toda
criatura, y especialmente vida espiritual al hombre: “El que no nace del agua
y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (San Juan 3:5).

Pregunta: ¿De dónde sabemos que el Espíritu Santo procede del Padre?

Respuesta: Lo sabemos por las siguientes palabras de Jesucristo mismo:


“Cuando venga el Consolador, el Espíritu de la verdad, que procede del
Padre, y que Yo os enviaré desde el Trono del Padre, el que da testimonio de
Mí” (San Juan 15:26).

Pregunta: ¿La enseñanza de la procedencia del Espíritu Santo admite algún


cambio o agregado?

Respuesta: No. Primero, porque la Iglesia Ortodoxa en su enseñanza repite


las verdaderas palabras de Jesucristo, y sus palabras sin ninguna duda son la
exacta y perfecta expresión de la verdad. Segundo, porque el Segundo
Concilio Ecuménico, cuyo objetivo principal fue establecer la verdadera
enseñanza respecto del Espíritu Santo, lo puso su cientemente de
mani esto en el Símbolo de la fe; y la Iglesia Católica (Universal) lo reconoció
tan decididamente que el Tercer Concilio Ecuménico, en su séptimo canon,
prohibe la composición de cualquier nuevo Símbolo de la fe. Por esta causa
San Juan Damasceno escribe: “Acerca del Espíritu Santo decimos que es del
Padre y lo llamamos Espíritu del Padre, mientras que de ninguna manera
decimos que procede del Hijo, sino que sólo lo llamamos Espíritu del Hijo”
(Theol. lib. 1 c.2 v. 4).

Pregunta: ¿De dónde surge que el Espíritu Santo es igual al Padre y al Hijo, y
debe ser, junto con ellos, adorado y glori cado?

Respuesta: Surge de que Jesucristo mandó bautizar en el nombre del Padre,


del Hijo y del Espíritu Santo (Mat. 28:19).

Pregunta: ¿Por qué se dice en el Símbolo de la fe que el Espíritu Santo habló


por los profetas?

Respuesta: El Apóstol San Pedro escribe: “Porque nunca profecía alguna ha


venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu
Santo han hablado de parte de Dios” (2 Pedro 1:21).

Pregunta: ¿Habló también el Espíritu Santo por los Apóstoles?

Respuesta: Ciertamente lo hizo. “Les fue revelado a los profetas que, no a sí


mismos, sino a nosotros servían con este mensaje que ahora es anunciado
por los que evangelizan por medio del Espíritu Santo enviado del cielo” (1
Pedro 1:12).

Pregunta: ¿Por qué, entonces, no se menciona a los Apóstoles en el Símbolo


de la fe?
Respuesta: Porque en el tiempo cuando fue compuesto el Símbolo de la fe
nadie dudaba de la inspiración de los Apóstoles.

Pregunta: ¿Se manifestó el Espíritu Santo a algunos hombres en una manera


especial?

Respuesta: Sí. Descendió sobre los Apóstoles en forma de lenguas de fuego,


al quincuagésimo día después de la resurrección de Jesucristo.

Pregunta: ¿Se comunica hoy el Espíritu Santo a los hombres?

Respuesta: Es comunicado a todos los verdaderos cristianos: “¿No sabéis que


sois santuarios de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?” (1 Cor.
3:16).

Pregunta: ¿Cómo podemos ser partícipes del Espíritu Santo?

Respuesta: Por la oración ferviente y por los Sacramentos. “Si pues, vosotros,
siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre
del cielo dará el Espíritu Santo a los que lo pidan!” (Lucas 11: 13); “Mas cuando
se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a los hombres, él
nos salvó, no por obras de rectitud que hubiésemos hecho nosotros, sino
según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación
del Espíritu Santo, que El derramó con abundancia sobre nosotros por medio
de Jesucristo Nuestro Salvador” (Tito 3:4-6).

Pregunta: ¿Cuáles son los principales dones del Espíritu Santo?

Respuesta: Los principales y más generales son, según el Profeta Isaías, los
siguientes siete:

1) El espíritu de temor de Dios.

2) El espíritu de conocimiento.

3) El espíritu de fuerza.

4) El espíritu de consejo.

5) El espíritu de inteligencia.

6) El espíritu de sabiduría.

7) El espíritu del Señor o el don de piedad e inspiración en su máximo grado


(Isaías 11:2).

Sobre el Noveno artículo


Pregunta: ¿Qué es la Iglesia?

Respuesta: La Iglesia es la comunidad humana instituida por Dios, unida por


la fe ortodoxa, la Ley de Dios, la jerarquía y los Sacramentos.

Pregunta: ¿Qué es creer en la Iglesia?


Respuesta: Es honrar piadosamente a la verdadera Iglesia de Cristo, y
obedecer su enseñanza y mandamientos, por la convicción de que la Gracia
habita en ella, y que obra, enseña y gobierna para la salvación, que uye por
ella de su única cabeza, el Señor Jesucristo.

Pregunta: ¿Cómo puede la Iglesia, que es visible, ser objeto de fe, cuando la
fe, según dice el Apóstol, es la demostración de lo que no se ve?

Respuesta: Primero, pese a que la Iglesia es visible, la Gracia de Dios que está
en ella y en los que ella santi ca, no lo es. Y esto es lo que propiamente
constituye el objeto de la fe en la Iglesia. Segundo, la Iglesia, pese a ser visible
porque está sobre la tierra y contener a todos los cristianos ortodoxos que
viven sobre la tierra, es al mismo tiempo invisible, porque está parcialmente
en el cielo y contiene a todos aquellos que han partido en verdadera fe y
santidad.

Pregunta: ¿En qué basamos la idea que la Iglesia es al mismo tiempo de la


tierra y del cielo?

Respuesta: En las siguientes palabras del Apóstol San Pablo dirigidas a los
cristianos: “Os habéis acercado al Monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la
Jerusalem celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne y asamblea de
los primogénitos inscriptos en los cielos, y a Dios, Juez universal, y a los
espíritus de los rectos llegados ya a su consumación, y a Jesucristo, mediador
de la nueva Alianza” (Heb. 12:22-24).

Pregunta: ¿Cómo podemos estar seguros de que la Gracia de Dios está en la


verdadera Iglesia?

Respuesta: Primero, porque su cabeza es Jesucristo, Dios y Hombre en una


sola persona, lleno de gracia y de verdad, que llena su cuerpo — es decir la
Iglesia — con igual gracia y verdad (Juan 1: 14-17). Segundo, porque El
prometió a sus discípulos que el Espíritu Santo estaría con ellos para
siempre, y que de acuerdo con su promesa, el Espíritu Santo señala a los
pastores de su Iglesia. El Apóstol San Pablo dice de Jesucristo que Dios Padre
“nos lo dio como cabeza de todas las cosas de la Iglesia, que es su cuerpo” (Ef.
1:22-23). El mismo Apóstol dice a los pastores de la Iglesia: “Tened cuidado de
vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo
como obispos, para apacentar la Iglesia de nuestro Señor y Dios, que El se
adquirió con su propia sangre” (Hechos 20:28).

Pregunta: ¿Cómo podemos estar seguros que la Gracia de Dios está en la


Iglesia hasta ahora, y que continuará en ella hasta el n del mundo?

Respuesta: De esto estamos seguros por las siguientes palabras de


Jesucristo mismo y de sus Apóstoles: “Yo construiré mi Iglesia, y las puertas
del in erno no prevalecerán contra ella” (Mat. 16:18); “Estaré con vosotros
siempre, hasta el n del mundo. Amén” (Mat. 28:20); “A El, Dios Padre, la gloria
en la Iglesia por Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos”
(Ef. 3:21)

Pregunta: ¿Por qué la Iglesia es Una?

Respuesta: Porque ella es un cuerpo espiritual, tiene una cabeza, Cristo, y


está animada por un Espíritu, el de Dios: “Un solo Cuerpo y un solo Espíritu,
como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola
fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos” (Ef. 4:4-6).
Pregunta: ¿Tenemos otra seguridad más de que Jesucristo es la única
cabeza de la Única Iglesia?

Respuesta: “Edi cio de Dios... Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Cor. 3:9-11). Por ello, la Iglesia
como Cuerpo de Cristo, no puede tener otra cabeza que Jesucristo. Estando
la Iglesia destinada a estar eternamente por todas las generaciones, necesita
una cabeza también eterna, y ésta es sólo Jesucristo. Por ello, los Apóstoles
no tomaron títulos más altos que el de servidores de la Iglesia (1 Col. 1:24-25).

Pregunta: ¿Qué obligación nos impone la unidad de la Iglesia?

Respuesta: El “esforzarse en guardar la unidad del Espíritu en unión de paz”


(Ef. 4:3).

Pregunta: ¿Cómo se hace concordar con la unidad de la Iglesia el que haya


muchas iglesias separadas e independientes, como las de Jerusalem,
Antioquía, Alejandría, Constantinopla, Rusia?

Respuesta: Éstas son iglesias particulares o partes de una Iglesia Católica


(Universal); la visible separación de su estructura no quita que todas ellas
sean miembros del cuerpo de la Iglesia Universal, que tiene una cabeza,
Cristo, y un espíritu de fe y de gracia. Esta unidad está expresada
exteriormente por la unidad del Símbolo de la fe y por la comunión en la
oración y los sacramentos.

Pregunta: ¿Hay una unidad semejante entre la Iglesia terrestre y la celestial?

Respuesta: Sin duda que la hay. Por su común relación con la cabeza única,
Nuestro Señor Jesucristo, y por la comunión mutua.

Pregunta: ¿Qué tipo de comunión tiene la Iglesia en la tierra con la celestial?

Respuesta: La oración de fe y amor. El el que pertenece a la Iglesia militante


sobre la tierra, ofreciendo sus oraciones a Dios, llama al mismo tiempo en su
ayuda a los santos que pertenecen a la Iglesia del cielo; y éstos, por estar en
la proximidad de Dios, por sus oraciones e intercesiones puri can, fortalecen
y ofrecen ante Dios las oraciones de los eles que viven sobre la tierra, por la
voluntad de Dios, graciosamente y bené camente, sea por virtud invisible,
por distintas apariciones y otros medios.

Pregunta: ¿En qué se basa la regla de la Iglesia sobre la tierra de invocar en


oración a los santos de la Iglesia en el cielo?
Respuesta: En Santa Tradición, el principio de la cual puede verse también
en las Sagradas Escrituras. Por ejemplo, el Profeta David clama en plegaria:
“¡Oh!, Dios de Abraham, Isaac y de Israel, nuestros padres,” haciendo mención
de santos en ayuda de su oración, exactamente como ahora la Iglesia
Ortodoxa, ruega a Cristo nuestro verdadero Dios, por las oraciones de su
Purísima Madre y de todos sus Santos (1Crón. 29:18). San Cirilo de Jerusalem,
en su explicación de la Divina Liturgia, dice: “Hacemos mención también de
aquellos que han partido, primero de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y
Mártires, para que por sus súplicas e intercesión Dios reciba nuestras
oraciones” (Cat. Myst. 5. c. 9). San Basilio el Grande, en su sermón sobre el día
de los Cuarenta Santos Mártires, dice: “Cualquiera que esté a igido recurra a
los Cuarenta, y cualquiera que está contento acuda a los mismos. Unos, para
encontrar alivio para su dolor, y los otros para conservar su felicidad. Así, la
mujer piadosa ruega por sus hijos, otra pide el retorno de su esposo ausente,
otra la restauración de la salud para el enfermo. Que vuestras peticiones sean
hechas con los Mártires.”

Pregunta: ¿Hay algún testimonio en las Sagradas Escrituras sobre la oración


mediadora de los santos en el cielo?

Respuesta: El Evangelista San Juan, en el Apocalipsis, muestra en el cielo un


Angel, al cual “se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos
los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del
Angel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de
los santos” (Apoc. 8:3-4).

Pregunta: ¿Hay algún testimonio en las Sagradas Escrituras sobre


apariciones de santos del cielo?

Respuesta: El Evangelista San Mateo relata que después de la muerte de


Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz “se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos, que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los
sepulcros, después de la resurrección de El, vinieron a la santa ciudad, y
aparecieron a muchos” (Mat. 27:52-53). Y como un milagro tan grande no
podía ocurrir sin un n adecuado, debemos suponer que dichos santos
aparecieron para anunciar el descenso de Jesucristo a los in ernos, y su
triunfal resurrección, y así impulsar a los hombres nacidos en la Iglesia del
Antiguo Testamento a pasar más rápidamente a la del Nuevo, recién
fundada.

Pregunta: ¿Qué testimonios hay que nos con rmen la creencia de que los
santos, después de su partida, obran milagros por ciertos medios terrenales?
Respuesta: El Segundo Libro de los Reyes testi ca que, por tocarlo con las
reliquias del Profeta Eliseo, un muerto fue traído nuevamente a la vida (2
Reyes 13:21). El Apóstol San Pablo obró curaciones y milagros no sólo en
persona, sino por pañuelos y delantales tomados de su cuerpo (Hechos 19:12).
Por este ejemplo, podemos entender que los santos, incluso después de su
muerte, pueden obrar bené camente por medios terrenales que Dios les
otorgó por sus santas virtudes. San Gregorio el Teólogo, en su primer
discurso contra Juliano, dice: “Tú no reverenciaste los sacri cios ofrecidos por
Cristo ni temiste a los grandes ascetas, Juan, Pedro, Pablo, Santiago (Jacobo),
Esteban, Lucas, Andrés, Tecla y el resto que antes y después de éstos
sufrieron por la verdad, que soportaron fuego y espada, torturas y todos los
sufrimientos, como si su cuerpo no fuese de ellos, o como si no tuviesen
cuerpo. ¿Por qué? Para no traicionar ni con una palabra su devoción a Dios.
Para los cuales hay, con justa razón, grandes honores y triunfos: son
expulsados diablos, se curan enfermedades, aparecen en visiones y
profetizan. Cuyos cuerpos, aunque separados, al ser tocados o reverenciados,
tienen poder como sus santas almas. Y gotas de cuya sangre, tomadas de
sus sufrimientos, tienen poder como en sus cuerpos.” San Damasceno
escribe: “Las reliquias de los santos nos fueron dadas por Nuestro Señor
Jesucristo como fuentes de salud, de las que uyen múltiples bendiciones.”
Y como una explicación de esto subraya que a través de la mente sus
cuerpos también estaban habitados por Dios (Theol. lib. 4 cap. 15, v. 3-4).

Pregunta: ¿Por qué es Santa la Iglesia?

Respuesta: Porque está santi cada por Jesucristo, por su pasión, por su
enseñanza, por su oración y por los Sacramentos. “Como Cristo amó a la
Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella, para santi carla, habiéndola
puri cado en la palabra con baño de agua, a n de presentársela a Sí mismo,
una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino
que fuese santa y sin mancha” (Ef. 5:25-27). En su oración a Dios Padre por los
creyentes, Jesucristo dice entre otras cosas: “Santifícalos en tu verdad; tu
palabra es verdad. Y por ellos yo me santi co a Mí mismo, para que también
ellos sean santi cados en la verdad” (Juan 17:17-19).

Pregunta: ¿Por qué es santa la Iglesia si tiene dentro de ella a hombres


pecadores?

Respuesta: Los hombres que pecan, pero que se puri can por el verdadero
arrepentimiento, no hacen que la Iglesia deje de ser santa, pero los
pecadores impenitentes son separados del cuerpo de la Iglesia por acto
visible de la autoridad eclesiástica o por el juicio invisible de Dios. Por ello es
que también respecto a eso se conserva santa. “Quitad, pues, a ese perverso
de entre vosotros” (1 Cor. 5:13); “El fundamento de Dios está rme, teniendo
este sello: conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de iniquidad todo
aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Tim. 2:19)

Pregunta: ¿Por qué la Iglesia es llamada Conciliar, o Católica, o Ecuménica?

Respuesta: Porque no está limitada a ningún lugar ni tiempo ni pueblo, sino


que contiene a los verdaderos creyentes de todos los lugares, tiempos y
pueblos. El Apóstol San Pablo dice que “el Evangelio existe en todo el
mundo, y crece y da fruto” (Colos. 1:5-6), y que en la Iglesia cristiana “no hay
griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre,
sino que Cristo es el todo y en todos” (Colos. 3:11). “Los de la fe son bendecidos
con el creyente Abraham” (Gál. 3:9).
Pregunta: ¿Qué gran privilegio tiene la verdadera Iglesia Universal?

Respuesta: Sólo ella tiene la promesa que “las puertas del in erno no
prevalecerán contra ella”; que el Señor estará con ella hasta el n del mundo;
que en ella habitará la gloria de Dios en Jesucristo por todas las
generaciones, eternamente; y consecuentemente, que ella nunca será
apóstata de la fe, ni pecará contra la verdad de la fe, ni caerá en error.
“Nosotros confesamos sin duda, que la Iglesia Universal no puede pecar ni
errar ni proferir falsedad en lugar de verdad: porque el Espíritu Santo
actuando a través de sus eles ministros los Padres y Doctores de la Iglesia, la
preservan de todo error” (Misiva de los Patriarcas Orientales sobre la Fe
Ortodoxa, Art. 12).

Pregunta: ¿Si la Iglesia Católica Ortodoxa contiene a todos los verdaderos


creyentes del mundo, debemos entender como necesario para la salvación
que todo creyente debe pertenecer a ella?

Respuesta: Es exactamente así. Desde que Jesucristo, en las palabras de San


Pablo, es la cabeza de la Iglesia, y El es el Salvador del cuerpo, se deduce que
para tener parte en su salvación, debemos necesariamente ser miembros de
su cuerpo, esto es, de la Iglesia (Efes. 5:23). El Apóstol San Pedro escribe que
el bautismo salva conforme con la imagen del Arca de Noé. Todos los que
fueron salvados del Diluvio Universal, lo fueron sólo en el Arca. Así pues, todos
los que obtienen salvación eterna, la obtienen sólo en la única Iglesia
Universal.

Pregunta: ¿Qué pensamientos y rememoraciones debemos asociar con el


nombre de Iglesia Oriental?

Respuesta: En el Paraíso, plantado en el Este, se fundó la primera Iglesia de


nuestros Padres en inocencia; y en el Este, después de la caída, se puso una
nueva fundación de la Iglesia de los redimidos, en la promesa de un Salvador.
En el Este, en el país de Judea, Nuestro Señor Jesucristo, habiendo nalizado
la obra por nuestra salvación, fundó su propia Iglesia cristiana, que desde allí
se expandió por todo el universo. Y hasta hoy la fe Católica (Universal)
Ortodoxa Ecuménica, con rmada por los Siete Concilios Ecuménicos, es
conservada sin cambios en su pureza original en las antiguas Iglesias del
Este, como lo hace, por la gracia de Dios, la Iglesia Rusa.

Pregunta: ¿Por qué es llamada Apostólica la Iglesia?

Respuesta: Porque tiene de los Apóstoles, sin interrupción ni cambio, su


enseñanza y la sucesión de los dones del Espíritu Santo, por la imposición de
las manos consagradas. En el mismo sentido, la Iglesia es llamada también
Ortodoxa (o de alabanza o creencia correcta): “Así que ya no sois extranjeros
ni advenedizos sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia
de Dios, edi cados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la
principal piedra del angulo Jesucristo mismo” (Efes. 2:19-20).

Pregunta: ¿Qué nos enseña el Símbolo de la fe cuando dice que la Iglesia es


Apostólica?
Respuesta: Nos enseña a guardar rmemente la enseñanza y tradición
apostólica, y evitar enseñanzas y maestros que no se a rmen en la de los
Apóstoles. El Apóstol San Pablo dice: “Así que, hermanos, estad rmes y
retened la enseñanza que habéis aprendido, sea por palabra o por carta
nuestra” (2 Tes. 2:15); “Al hombre que es un hereje, después de una y otra
amonestación, deséchalo” (Tito 3:10); “Porque hay aún muchos contumaces,
habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión,
a los cuales es preciso taparles la boca; que trastornan casas enteras,
enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” (Tito 1:10-11); “Y si no
oyere a la Iglesia, tenle por gentil y publicano” (Mat. 18:17).

Pregunta: ¿Qué institución eclesiástica existe para preservar y conservar la


sucesión del ministerio apostólico?

Respuesta: La Jerarquía Eclesiástica.

Pregunta: ¿Dónde se originó la Jerarquía de la Iglesia Cristiana Ortodoxa?

Respuesta: De Jesucristo mismo, y del descenso del Espíritu Santo sobre los
Apóstoles, desde cuyo tiempo continuó en sucesión ininterrumpida por la
imposición de las manos, en el Sacramento del Sacerdocio. “Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,
pastores y maestros, a n de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edi cación del Cuerpo de Cristo” (Efes. 4:11-12)

Pregunta: ¿Qué autoridad jerárquica es capaz de extender su esfera de


acción por sobre toda la Iglesia Católica (Universal)?

Respuesta: El Concilio Ecuménico.

Pregunta: ¿Bajo qué autoridades jerárquicas están las principales partes de la


Iglesia Católica (Universal)?

Respuesta: Bajo los Patriarcas Ortodoxos y el Santísimo Sínodo.

Pregunta: ¿Bajo qué autoridad jerárquica están las provincias ortodoxas


menores y ciudades?

Respuesta: Bajo metropolitanos, arzobispos y obispos.

Pregunta: ¿Qué rango en la jerarquía tiene el Santísimo Sínodo?

Respuesta: El mismo rango que el de los Santos Patriarcas Ortodoxos (Ver las
Epístolas de los Santos Patriarcas sobre la institución del Santísimo Sínodo).

Pregunta: ¿Si alguno quiere cumplir sus deberes de obediencia a la Iglesia,


cómo puede aprender lo que ella requiere de sus hijos?

Respuesta: Lo puede aprender de las Sagradas Escrituras, de las Reglas de


los Santos Apóstoles, de los Santos Concilios Ecuménicos y locales, de los
Santos Padres y de los Reglamentos Eclesiásticos.

Sobre el Décimo artículo


Pregunta: ¿Por qué el Símbolo de la fe menciona al Bautismo?
Respuesta: Porque la fe es sellada por el Bautismo y los otros misterios o
Sacramentos.

Pregunta: ¿Qué es un misterio o Sacramento?

Respuesta: Un misterio o Sacramento es un acto sagrado, por el cual la


Gracia, o en otras palabras, el poder salvador de Dios, actúa misteriosamente
sobre el hombre.

Pregunta: ¿Cuántos son los Sacramentos?

Respuesta: Siete:

1. Bautismo;

2. Unción con Miro (Con rmación);

3. Comunión;

4. Arrepentimiento;

5. Sacerdocio ;

6. Matrimonio;

7. Unción con Santos Óleos.

Pregunta: ¿Qué fuerza hay en cada Sacramento?

Respuesta: 1. En el Bautismo el hombre nace misteriosamente a la vida


espiritual. 2. En la Unción con Miro recibe la gracia de crecimiento espiritual y
fortaleza. 3. En la Comunión es nutrido espiritualmente. 4. En el
Arrepentimiento es sanado de las enfermedades espirituales, es decir, del
pecado. 5. En el Sacerdocio recibe la gracia espiritual para regenerar y educar
a otros, por la enseñanza y los Sacramentos. 6. En el Matrimonio recibe la
gracia que santi ca la vida de casados, la procreación natural y la educación
de los hijos. 7. En la Unción con los Santos Óleos, se cura incluso de las
enfermedades del cuerpo, por medio de la curación de las enfermedades
espirituales.

Pregunta: ¿Por qué el Símbolo de la fe menciona solamente el Bautismo y


no los demás Sacramentos?

Respuesta: Porque sobre el Bautismo existía la duda de si era necesario o no


rebautizar a algunas personas que salieron de la herejía; y por eso era
necesaria una resolución que fue incluida en el Símbolo de la fe.

Sobre el Bautismo
Pregunta: ¿Qué es el Bautismo?

Respuesta: Es un Sacramento por el que a una persona que cree, se la


sumerge tres veces en agua en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu
Santo, muriendo a la vida carnal de pecado, y naciendo nuevamente del
Espíritu Santo a una vida espiritual y santa: “El que no nazca de agua y de
Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Juan 3:5).
Pregunta: ¿Cuándo y cómo comenzó el Bautismo?

Respuesta: Primero, “Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento,


diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto
es, en Jesús el Cristo” (Hechos 19: 4). Luego, Jesucristo por su propio ejemplo
santi có el bautismo, cuando lo recibió de Juan. Finalmente, después de su
Resurrección, dio a los Apóstoles este solemne mandamiento: “Id y enseñad
a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo” (Mat. 28: 19).

Pregunta: ¿Qué es lo más esencial en la administración del Bautismo?

Respuesta: La triple inmersión en agua, en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.

Pregunta: ¿Qué se requiere de quien desea ser bautizado?

Respuesta: Arrepentimiento y fe. Por esta causa, también antes del


Bautismo se recita el Símbolo de la fe: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo” (Hechos 2: 38); “El que creyere y fuere bautizado,
será salvo” (Marcos 16: 16).

Pregunta: ¿Por qué son, entonces, bautizados los niños?

Respuesta: Por la fe de sus padres y padrinos, que están obligados a


enseñarles la fe, tan pronto como estén en edad de aprender.

Pregunta: ¿Cómo puede demostrarse por las Sagradas Escrituras que


debemos bautizar a los niños?

Respuesta: En los tiempos del Antiguo Testamento los niños eran


circuncidados al octavo día de su nacimiento; pero el Bautismo tomó el lugar
de la circuncisión en el Nuevo Testamento y por lo tanto, los niños también
deben ser bautizados.

Pregunta: ¿De dónde es tomado que el Bautismo ocupó el lugar de la


circuncisión?

Respuesta: De las siguientes palabras del Apóstol San Pablo a los creyentes:
“Fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por mano, al echar de
vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo, sepultados
con El en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con El,
perdonándoos todos los pecados” (Colos. 2: 11-12).

Pregunta: ¿Para qué hay padrinos en el Bautismo?

Respuesta: Para que respondan ante la Iglesia por la fe del bautizado, y


después del Bautismo se ocupen de con rmarlo en la fe (Dion. Areop. sobre
Jer. Ecles. c. 2).

Pregunta: ¿Para qué antes del Bautismo se hace el exorcismo?


Respuesta: Para alejar al diablo, que desde la caída de Adán tiene acceso al
hombre y ejerce poder sobre él, lo cautiva y esclaviza. El Apóstol San Pablo
dice que todos los hombres sin gracia “andan de acuerdo con la maldición
de este mundo, de acuerdo con el príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de la adversidad” (Efes. 2: 2).

Pregunta: ¿Dónde radica la fuerza del exorcismo?

Respuesta: En el nombre de Jesucristo invocado con oración y con fe.


Jesucristo dio a los creyentes esta promesa: “En mi nombre expulsarán
demonios” (Marc. 16: 17).

Pregunta: ¿Qué fuerza tiene la señal de la Cruz usada en ésta y otras


ocasiones?

Respuesta: Lo que representa el nombre de Jesucristo Cruci cado cuando


los labios lo pronuncian con fe, vale igual cuando la señal de la Cruz se hace
con fe por el movimiento de la mano, o es representada de cualquier otra
manera. San Cirilo de Jerusalem escribe: “No nos avergoncemos de confesar
al Cruci cado; hagamos fervientemente la señal de la Cruz sobre la frente, y
sobre todo: sobre el pan que comemos, sobre las copas en que bebemos;
hagámosla en nuestras idas y venidas; cuando nos acostamos a dormir y
cuando nos levantamos; cuando viajamos y cuando descansamos: es una
gran salvaguarda, dada al pobre sin costo alguno, al débil sin esfuerzo. Porque
ésta es la Gracia de Dios, un signo para los eles y terror para los malos
espíritus” (Cat. Lect. 13: 36).

Pregunta: ¿Desde cuándo usamos la señal de la Cruz?

Respuesta: Desde los mismos tiempos de los Apóstoles (Dion. Areop. sobre la
Jer. Ecles. c. 2 y 5. Tertuliano de Coron. cap. 3, de Resurr. cap. 8).

Pregunta: ¿Qué signi ca la ropa blanca que es puesta después del


bautismo?

Respuesta: La pureza del alma y de la vida cristiana.

Pregunta: ¿Por qué se le cuelga al bautizado una cruz?

Respuesta: Como expresión visible y continua evocación del mandamiento


de Cristo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y sígame” (Mat. 16:24).

Pregunta: ¿Qué signi ca la procesión del bautizado alrededor de la fuente


con una vela?

Respuesta: Alegría espiritual, unida con iluminación espiritual.

Pregunta: ¿Qué signi ca confesar en el Símbolo de la fe un Bautismo?

Respuesta: Que el Bautismo no puede ser repetido.

Pregunta: ¿Por qué no puede ser repetido el Bautismo?

Respuesta: El Bautismo es un nacimiento espiritual: el hombre nace sólo una


vez, por eso es bautizado sólo una vez.
Pregunta: ¿Qué puede decirse de aquellos que pecan después del
Bautismo?

Respuesta: Son más culpables en sus pecados que los no bautizados, desde
que tienen de Dios una ayuda especial para obrar bien, y la dejan de lado. “Si
habiéndose escapado ellos de las contaminaciones del mundo con el
conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, y enredándose otra vez en
ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero” (2
Pedro 2:20)

Pregunta: ¿Hay algún medio de conseguir perdón para el que pecó después
del Bautismo?

Respuesta: Sí. El Arrepentimiento.

Sobre la Unción con miro.


Pregunta: ¿Qué es la Unción con Miro?

Respuesta: La Unción con Miro es un Sacramento por el cual el creyente


bautizado, al ser ungido con santo miro en ciertas partes del cuerpo, en el
nombre del Espíritu Santo, recibe los dones del Espíritu Santo para el
crecimiento y fortalecimiento en la vida espiritual.

Pregunta: ¿Este Sacramento es mencionado en las Sagradas Escrituras?

Respuesta: La acción interior de este Sacramento es expresada por el


Apóstol San Juan, de la siguiente forma: “Vosotros, en cambio, tenéis unción
recibida del Santo y todos tenéis conocimiento. En cuanto a vosotros, la
unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y no necesitáis que
nadie os enseñe; sino que tal como su unción os enseña sobre todo - y es
verdad y no mentira -, tal como os enseño, permaneced en El” (1Juan 2: 20 y
27). De la misma manera dice el Apóstol Pablo: “Y el que nos con rma con
vosotros en Cristo, y el que nos ungió es Dios, el cual también nos ha signado,
y nos ha dado compromiso del Espíritu a nuestros corazones” (2 Cor. 1: 21-22).
De aquí son tomadas las palabras pronunciadas en la Unción, el signo del
don del Espíritu Santo.

Pregunta: ¿Es mencionada la forma visible de la Unción con Miro en las


Sagradas Escrituras?

Respuesta: Debe entenderse que las palabras de San Juan se re eren a la


unción visible tanto como a una unción interior; pero es más certero pensar
que los Apóstoles, para impartir al bautizado los dones del Espíritu Santo,
usaron la imposición de las manos (Hechos 8: 14-16). Los sucesores de los
Apóstoles, sin embargo, en lugar de esto introdujeron la Unción con Miro,
tomándola aparentemente del precedente de la unción usada en el Antiguo
Testamento (Éxodo 30: 25; I Reyes 1: 39; Dion. Areop. de Jer. Ecles. cap. 4).

Pregunta: ¿Que debe remarcarse sobre el Santo Miro?

Respuesta: Que su consagración corresponde únicamente a las más altas


autoridades eclesiásticas, como sucesores de los Apóstoles, que usaban la
imposición de sus propias manos para comunicar los dones del Espíritu
Santo.

Pregunta: ¿Qué signi ca la unción de la frente?


Respuesta: La santi cación de la mente, de los pensamientos.

Pregunta: ¿Y la unción del pecho?

Respuesta: La santi cación del corazón o deseos.

Pregunta: ¿Qué signi ca la unción de los ojos, orejas y labios?

Respuesta: La santi cación de los sentidos.

Pregunta: ¿Qué signi ca la unción de las manos y los pies?

Respuesta: La santi cación de las obras y de todo comportamiento del


cristiano.

Sobre la Comunión
Pregunta: ¿Qué es la Comunión?

Respuesta: La Comunión es un Sacramento por el cual el creyente ingiere,


bajo la forma de pan y vino, el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo para la
vida eterna.

Pregunta: ¿Cómo fue instituido este Sacramento?

Respuesta: Jesucristo, inmediatamente antes de su Pasión, lo consagró por


vez primera, exhibiéndolo por anticipación a la imagen viviente de sus
sufrimientos para nuestra salvación; y después de haberlo administrado a los
Apóstoles, les dio al mismo tiempo un mandamiento para perpetuar este
Sacramento.

Pregunta: ¿Qué debe advertirse sobre el Sacramento de la Comunión con


respecto al santo o cio cristiano?

Respuesta: Que conforma la parte esencial y principal del santo o cio.

Pregunta: ¿Cuál es el nombre del santo o cio en el cual el Sacramento de la


Comunión es consagrado?

Respuesta: La liturgia.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra liturgia?

Respuesta: O cio colectivo. Pero la palabra liturgia es especialmente


apropiada para el santo o cio en el que se consagra el Sacramento de la
Comunión.

Pregunta: ¿Qué debe hacerse notar sobre el lugar donde se celebra la


liturgia?

Respuesta: Debe ser consagrada siempre en un templo. Este Sacramento es


o ciado sobre la santa mesa o el antimension, los cuales deben haber sido
consagrados anteriormente por un obispo.

Pregunta: ¿Por qué se llama Iglesia al templo?


Respuesta: Porque los eles que componen la Iglesia se reúnen en él para la
oración y participar de los Sacramentos.

Pregunta: ¿Por qué se llama trono a la mesa donde se consagra el


Sacramento de la Comunión?

Respuesta: Porque Jesucristo está presente en él como Rey, místicamente.

Pregunta: ¿Qué orden se puede observar en el o cio de la liturgia?

Respuesta: Primero, se preparan los elementos para el Sacramento;


segundo, los eles se preparan para el Sacramento; tercero, el Sacramento
mismo es consagrado.

Pregunta: ¿Cuál es el nombre de la parte de la liturgia en la que se preparan


las sustancias para el Sacramento?

Respuesta: Proscomidia.

Pregunta: ¿Cuál es el signi cado de la palabra Proscomidia?

Respuesta: Ofrenda, u ofrecimiento.

Pregunta: ¿Por qué se dio este nombre a la primera parte de la liturgia?

Respuesta: Por la costumbre de los primitivos cristianos de traer a la iglesia


pan y vino como ofrenda para la celebración del Sacramento. De la misma
manera, este pan es llamado Prósfora, que signi ca oblación.

Pregunta: ¿En qué consiste la Proscomidia como parte de la Liturgia?

Respuesta: En que con la recordación de las profecías y prototipos, y


parcialmente de los sucesos mismos de antes del nacimiento y sufrimiento
de Jesucristo, se toma una porción de la prósfora para usarla en el
Sacramento, y una porción de vino es mezclada con agua y vertida en el
santo Cáliz, mientras el celebrante hace conmemoración de toda la Iglesia,
honra a los santos glori cados, ruega por los vivos y los muertos, ruega
también especialmente por los gobernantes y por los que, a medida de su fe
y su esfuerzo, trajeron prósforas u oblaciones.

Pregunta: ¿Cómo debe ser el pan para el Sacramento?

Respuesta: Como el nombre mismo de pan, la santidad del misterio y el


ejemplo de Jesucristo y los Apóstoles lo requieren, esto es: pan leudado, puro
y de trigo.

Pregunta: ¿Qué signi ca que es sólo uno el pan que se usa para la
Comunión?

Respuesta: Signi ca, como lo explica el Apóstol San Pablo, que “siendo uno
sólo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos
comulgamos de aquel mismo pan” (1Cor. 10: 17).

Pregunta: ¿Por qué se lo llama el Cordero al pan preparado para la


Comunión?
Respuesta: Porque es la gura de Jesucristo sufriente, como era en el
Antiguo Testamento el Cordero Pascual.

Pregunta: ¿Qué era el Cordero Pascual?

Respuesta: El Cordero que los israelitas, por mandamiento de Dios, mataban


y comían en memoria de su liberación de la destrucción en Egipto.

Pregunta: ¿Por qué se mezcla con agua el vino para el Sacramento de la


Comunión?

Respuesta: Porque toda esta celebración está ordenada de acuerdo con los
sufrimientos de Cristo; y cuando El sufrió, uyó sangre y agua de su costado
atravesado por la lanza.

Pregunta: ¿Qué nombre tiene la parte de la liturgia en la que los eles son
preparados para el Sacramento?

Respuesta: Los antiguos la llamaban liturgia de los catecúmenos, porque


aparte de los comulgantes, también los catecúmenos que se están
preparando para el Bautismo, y los penitentes, que no son admitidos para la
Comunión, pueden estar presentes en ella.

Pregunta: ¿Con qué comienza esta parte de la liturgia?

Respuesta: Con la bendición, o glori cación del Reino de la Santísima


Trinidad.

Pregunta: ¿En qué consiste esta parte de la liturgia?

Respuesta: En oraciones, cantos y lecturas de los libros de los Apóstoles y los


Evangelios.

Pregunta: ¿Con qué termina?

Respuesta: Con la orden dada a los catecúmenos de salir de la Iglesia.

Pregunta: ¿Cuál es el nombre de esta parte de la liturgia, en que el


Sacramento mismo es celebrado y consagrado?

Respuesta: La liturgia de los eles. Porque sólo los eles, es decir los
bautizados, tienen derecho de estar presentes en este o cio.

Pregunta: ¿Cuál es el acto esencial en esta parte de la liturgia?

Respuesta: La pronunciación de las palabras que Jesucristo dijo al instituir el


Sacramento: “Tomad y comed, éste es mi Cuerpo; bebed de ella todos, pues
ésta es mi Sangre de la Nueva Alianza” (Mat. 26: 27-28). Después de esto, la
invocación del Espíritu Santo y la bendición de los dones, es decir del pan y el
vino, que fueron ofrecidos.

Pregunta: ¿Por qué es tan esencial?

Respuesta: Porque en este momento el pan y el vino son convertidos o


transustanciados en el verdadero Cuerpo de Cristo y en la verdadera Sangre
de Cristo.
Pregunta: ¿Cómo debemos entender la palabra transustanciación?

Respuesta: En la exposición de la fe de los Patriarcas Orientales se dice que la


palabra transustanciación no debe ser tomada para de nir la manera en que
el pan y el vino son convertidos en el Cuerpo y la Sangre del Señor, porque
esto nadie lo puede comprender, sino Dios. Sólo muestra que verdadera, real
y sustancialmente el pan se hace el verdadero Cuerpo del Señor y el vino se
hace la misma Sangre del Señor. De igual manera San Juan Damasceno,
tratando sobre los Santos e Inmaculados Misterios del Señor, escribe: “Es
verdaderamente aquel Cuerpo unido con la Divinidad, que tuvo su origen en
la Santísima Doncella; no porque ese Cuerpo que ascendió, descienda del
cielo sino porque el pan y el vino mismos se convierten en el Cuerpo y la
Sangre de Dios. Pero si tú buscas la forma en que esto ocurre, sea su ciente
para ti que te diga que es por el Espíritu Santo; de la misma manera, por el
mismo Espíritu Santo, el Señor se encarnó a Sí mismo, y en Sí mismo, de la
Madre de Dios; más aun, sabemos y es su ciente que la palabra de Dios es
verdadera y poderosa, pero su manera de obrar es inescrutable” (L. 4 cap. 13.
7).

Pregunta: ¿Qué es requerido individualmente de quien desea aproximarse al


Sacramento de la Comunión?

Respuesta: Que examine su conciencia ante Dios y la limpie con el


arrepentimiento de sus pecados; para lo cual tiene ayuda en el ayuno y la
oración: “Examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la
copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el Cuerpo del
Señor, come y bebe para sí su propio juicio” (1Cor. 11: 28-29).

Pregunta: ¿Qué bene cios recibe el que comulga con el Cuerpo y la Sangre
de Cristo?

Respuesta: Que está unido en la manera más íntima a Jesucristo, y en El se


hace partícipe de la vida eterna: “El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre,
permanece en Mí y Yo en él” (Juan 6: 56); “El que come mi Cuerpo y bebe mi
Sangre tiene vida eterna” (Juan 6: 54).

Pregunta: ¿Debemos comulgar frecuentemente de los Sagrados Misterios?

Respuesta: Los primitivos cristianos comulgaban cada día del Señor. Pero
ahora muy pocos tienen tal pureza de vida como para estar siempre
preparados para aproximarse a tan grande Misterio. La Iglesia, con voz
maternal, llama a los celosos de la vida en veneración, a confesarse ante su
padre espiritual y comulgar en el Cuerpo y la Sangre de Cristo,
mensualmente, si no es posible, cuatro veces al año, pero requiere de todos
sin excepción recibirlo al menos una vez al año (Ver Orthod. Confess. 1° parte,
preg. 90).

Pregunta: ¿Qué participación tienen en la divina liturgia aquellos que sólo la


oyen, sin aproximarse a la Santa Comunión?

Respuesta: Ellos pueden y deben participar en la liturgia con oración y fe, y


especialmente con la continua conmemoración de Nuestro Señor
Jesucristo, que expresamente nos mandó: “Haced esto en conmemoración
Mía” (Lucas 22: 19).

Pregunta: ¿Qué debemos recordar en el momento de la liturgia en que se


hace la Procesión con el Evangelio?
Respuesta: A Jesús apareciendo para predicar el Evangelio. Por ello, cuando
se lee el Evangelio debemos tener la misma atención y reverencia que si
estuviésemos escuchando a Jesucristo mismo.

Pregunta: ¿Qué debemos recordar en el momento de la liturgia en que se


hace la Procesión con los Dones al altar?

Respuesta: A Jesucristo yendo a sufrir voluntariamente, como víctima del


sacri cio, mientras más de doce legiones de ángeles lo rodean para cuidarlo
y escoltarlo como a su Rey: “El Rey de reinantes y Señor de los señoreadores,
viene para ser sacri cado” (Himno de la Liturgia del Gran Sábado).

Pregunta: ¿Qué debemos recordar en el momento de la consagración del


Sacramento, y cuando el clero comulga en el altar?

Respuesta: La Cena Mística de Jesucristo mismo con sus Apóstoles, sus


sufrimientos, muerte y sepultura.

Pregunta: ¿Qué representa después de esto la apertura del velo, de las


puertas reales, y la aparición de los Santos Dones?

Respuesta: La aparición de Jesucristo mismo después de su resurrección.

Pregunta: ¿Qué representa la última aparición de los Santos Dones a los


eles, después de lo cual son retirados de su vista?

Respuesta: La Ascensión de Jesucristo a los cielos.

Pregunta: ¿Continuará el uso del Sacramento de la Santa Comunión en la


verdadera Iglesia de Cristo?

Respuesta: Continuará siempre, hasta la nueva venida de Cristo, de acuerdo


con las palabras del Apóstol San Pablo: “Todas las veces que comiereis este
pan, y bebiereis de esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que El
venga” (1Cor. 11: 26).

Sobre el Arrepentimiento
Pregunta: ¿Qué es el arrepentimiento?

Respuesta: El arrepentimiento es un Sacramento en el cual, quien con esa


sus pecados, por la visible manifestación sacerdotal de perdón, es liberado de
éstos invisiblemente por Jesucristo mismo.

Pregunta: ¿Cuál es el origen de este Sacramento?

Respuesta: Los que se llegaban a San Juan Bautista, que predicaba el


bautismo de arrepentimiento para la remisión de los pecados, confesaban
sus pecados (Marcos 1: 4-5). A los Apóstoles, Jesucristo les prometió poder
para perdonar los pecados, cuando El dijo: “Todo lo que atareis en la tierra,
será atado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el
cielo” (Mat. 18: 18). Y después de su resurrección, El realmente les dio ese
poder, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonareis los
pecados, les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis, les serán
retenidos” (Juan 20: 22-23).

Pregunta: ¿Qué se requiere por parte del arrepentido?


Respuesta: Contrición por sus pecados, con un pleno propósito de
enmendar su vida, fe en Jesucristo y esperanza en su misericordia: “La
tristeza, pues, de ofender a Dios, produce arrepentimiento para salvación, de
lo cual no hay que arrepentirse” (2 Cor. 7:10); “Y cuando el impío se apartare de
su impiedad y obrare juicio y verdad, en ellos vivirá” (Ezeq. 33:19). “De Este (de
Jesucristo) dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en El
creyeren recibirán perdón de pecados por su Nombre” (Hechos 10:43).

Pregunta: ¿Hay algún medio de preparación y ayuda para el


arrepentimiento?

Respuesta: Sí: son el ayuno y la oración.

Pregunta: ¿Utiliza la Iglesia algún otro medio especial para la puri cación y
paci cación de la conciencia del pecador arrepentido?

Respuesta: Sí. Este medio se llama epitimia.

Pregunta: ¿Qué es epitimia?

Respuesta: Esta palabra griega indica prohibición, o bien, ejercicio espiritual


con el n de vencer o dominar a las costumbres pecaminosas (ver 2 Cor. 2:6).
Bajo este nombre se prescriben al arrepentido, de acuerdo con la necesidad,
diversos ejercicios de piedad, y diversas abstinencias y privaciones que sirven
para dominar hábitos pecaminosos. Por ejemplo, ayunar más de lo que está
prescrito para todos; o, por pecados gravísimos, la suspensión de la Santa
Comunión por un tiempo determinado.

Sobre el Sacerdocio
Pregunta: ¿Qué es el Sacerdocio?

Respuesta: El Sacerdocio es un Sacramento por el cual el Espíritu Santo,


mediante la imposición de las manos del obispo, ordena al que ha elegido
correctamente para administrar Sacramentos, y apacentar al rebaño de
Cristo: “Téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores
de los Misterios de Dios” (1 Cor. 4:1); “Por tanto, mirad por vosotros y por todo el
rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para
apacentar la Iglesia del Señor y Dios, la cual El se adquirió por su propia
Sangre” (Hechos 20:28).

Pregunta: ¿Qué es apacentar a la Iglesia?

Respuesta: Instruir al pueblo en la fe, en la devoción y en las buenas obras


por amor a Jesucristo.

Pregunta: ¿Cuántos grados necesarios hay del Sacerdocio?

Respuesta: Tres: Obispo, Presbítero y Diácono.

Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre ellos?


Respuesta: El Diácono sirve en la consagración de los Sacramentos; el
Sacerdote consagra los Sacramentos bajo la dependencia del Obispo; el
Obispo no sólo consagra los Sacramentos por sí mismo sino que tiene poder
para impartir a otros, por imposición de sus manos, el gracioso don para
consagrarlos. Sobre el poder episcopal, el Apóstol San Pablo escribe a Tito:
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo de ciente, y
establecieses presbíteros en cada ciudad” (Tito 1:5). Y a Timoteo: “No
impongas con ligereza las manos a ninguno” (1 Tim. 5:22).

Sobre el Matrimonio
Pregunta: ¿Qué es Matrimonio?

Respuesta: Es un Sacramento mediante el cual, por la libre promesa de


mutua delidad del novio y la novia ante el Sacerdote y la Iglesia, se bendice
su unión conyugal en imagen de la unión espiritual de Cristo con la Iglesia, y
se ruega para que se les conceda la gracia de una pura unión, una bendecida
procreación y educación cristiana de sus hijos.

Pregunta: ¿De dónde sabemos que el Matrimonio es un Sacramento?

Respuesta: De las siguientes palabras del Apóstol San Pablo: “Dejará el


hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne. Grande es este Sacramento; mas yo digo esto por Cristo y por la
Iglesia” (Efes. 5:31-32).

Pregunta: ¿Es obligación para todos casarse?

Respuesta. No. La virginidad es mejor que el matrimonio, si alguno tiene el


don de mantenerla inmaculada. Sobre esto, Jesucristo mismo dijo
expresamente: “No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes
es dado. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mat. 19:11-12). Y el
Apóstol San Pablo dice: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno
les fuera quedarse como yo; pero si no tienen el don de continencia,
cásense... El soltero tiene cuidado de lo del Señor, de cómo agradarle; pero el
casado tiene cuidado de lo mundano, de cómo agradar a su mujer... El que da
para casamiento a su virgen hace bien, y el que no la da para casamiento
hace mejor” (1 Cor. 7:8-9, 32-33 y 38).

Sobre la Unción con Óleo


Pregunta: ¿Qué es la Unción con Óleo (aceite)?

Respuesta: La Unción con Óleo es un Sacramento en el cual, mientras el


cuerpo es ungido con aceite, se invoca la gracia de Dios sobre el enfermo,
para curarlo de enfermedades del cuerpo y del alma.

Pregunta: ¿Dónde se origina este Sacramento?

Respuesta: De los Apóstoles, que habiendo recibido poder de Jesucristo,


ungían con aceite a muchos que estaban enfermos, y los curaban (Marc. 6:13).
Los Apóstoles dejaron este Sacramento a los sacerdotes de la Iglesia, como
una evidencia de las siguientes palabras del Apóstol Santiago (Jacobo):
“¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y
oren por él, ungiéndolo con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe
salvara al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le
serán perdonados” (Santiago 5:14-15).

Sobre el Undécimo artículo


Pregunta: ¿Qué es la Resurrección de los muertos, que según las palabras
del Símbolo de la fe esperamos o aguardamos los cristianos?

Respuesta: Es un acto de Dios Todopoderoso, por el cual todos los cuerpos


de los muertos, reunidos con sus almas, retornarán a la vida y serán, de ahí en
más, espirituales e inmortales. “Se siembra cuerpo con alma, se levantará
cuerpo espiritual” (1 Cor. 15:44); “Es necesario pues, que esto corruptible se
vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (Id. 53).

Pregunta: ¿Como resucitará el cuerpo después de corrompido y


descompuesto en la tierra?

Respuesta: Dado que Dios formó originariamente el cuerpo de la tierra


puede igualmente restaurarlo después que se haya descompuesto en ella.
El Apóstol San Pablo ilustra esto por la analogía de una semilla, que perece
en la tierra, pero de la cual nace luego una planta, o árbol: “Lo que tú
siembras no se vivi ca, si no muere antes” (1 Cor. 15:36).

Pregunta: ¿Exactamente todos resucitarán?

Respuesta: Todos los que murieron, sin excepción; mas los que en tiempos
de la resurrección general estén vivos, tendrán sus cuerpos carnales
instantáneamente transformados en espirituales e inmortales: “No todos
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, al sonar la trompeta nal, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Cor. 15:51-52).

Pregunta: ¿Cuándo ocurrirá la Resurrección de los muertos?

Respuesta: Al nal de este mundo visible.

Pregunta: ¿Entonces el mundo entero llegará a su n?

Respuesta: Sí. Este mundo corruptible llegará a su n y será transformado en


otro incorruptible: “También la creación misma será liberada de la esclavitud
de la corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Rom 8:21);
“Nosotros esperamos, según Su promesa, cielos nuevos y tierra nueva, en los
cuales mora la verdad” (2 Pedro 3:13).

Pregunta: ¿Cómo será transformado el mundo?

Respuesta: Por el fuego. “Los cielos y la tierra que existen ahora están
reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio
y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7).

Pregunta: ¿En qué estado estarán las almas de los muertos hasta la
resurrección general?

Respuesta: Las almas de los rectos están en la luz y el reposo, parecido a la


bienaventuranza eterna. Y las almas de los impíos en un estado contrario a
éste.

Pregunta: ¿Por qué no se adscribe a las almas de los rectos bienaventuranza


perfecta inmediatamente después de la muerte?
Respuesta: Porque está ordenado que la completa retribución de acuerdo
con las obras sea recibida por el hombre completo, después de la
resurrección del cuerpo, después del último juicio de Dios. El Apóstol San
Pablo dice: “Por lo demás, me está guardada la corona de verdad, la cual me
dará el Señor, Recto Juez, en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que
aman su venida” (2 Tim. 4:8); y “Es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo
que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Cor.
5:10).

Pregunta: ¿Por qué adjudicamos a las almas de los rectos un anticipo de


gloria antes del último juicio?

Respuesta: Por el testimonio de Jesucristo mismo, que dijo en la parábola


que el recto Lázaro fue al seno de Abraham inmediatamente después de su
muerte (Lucas 16:22).

Pregunta: ¿Este anticipo de gloria está unido con la gracia gloriosa de ver a
Jesucristo mismo?

Respuesta: Es así más especialmente con los santos, como nos fue dado a
entender por el Apóstol San Pablo: “Teniendo deseo de partir, y estar con
Cristo” (Filip. 1:23)

Pregunta: ¿Qué debe señalarse respecto de aquellas almas que partieron


con fe, pero que no tuvieron tiempo de realizar dignas obras de
arrepentimiento?

Respuesta: Que pueden ser ayudadas para alcanzar una bendita


resurrección por las oraciones ofrecidas en su sufragio, especialmente
aquellas que son ofrecidas en unión con la oblación del Sacri cio Incruento
del Cuerpo y la Sangre de Cristo, y por las obras de misericordia hechas con
fe, en su memoria.

Pregunta: ¿En qué esta basada esta enseñanza?

Respuesta: En la constante tradición de la Iglesia Católica (Universal), las


fuentes de lo cual pueden ser vistas incluso en la Iglesia del Antiguo
Testamento. Judas Macabeo ofreció sacri cio por los soldados caídos (2 Mac.
12:43). La oración por los que han partido es parte ja de la Divina Liturgia,
desde la primera liturgia del Apóstol Santiago (Jacobo). San Cirilo de
Jerusalem dice: “Grandes serán los bene cios para aquellas almas por las
cuales se ofrece oración en el momento en que el Santo y Terrible Sacri cio
es expuesto” (Lec. Myst. 5, cap. 9). San Basilio el Grande, en sus oraciones de
Pentecostés, dice: “El Señor concede recibir de nosotros oraciones
propiciatorias y sacri cios por aquellos que están en el hades, y permite la
esperanza de obtener para ellos paz, alivio y libertad.”

Sobre el duodécimo artículo


Pregunta: ¿Qué es la vida del mundo por venir?

Respuesta: La vida que será después de la resurrección de los muertos y el


juicio general de Cristo.

Pregunta: ¿Qué clase de vida será?


Respuesta: Para aquellos que creen, que aman a Dios y hacen lo bueno, será
tan bienaventurada, que no podemos concebir ahora tal bienaventuranza: “Y
aún no se ha manifestado lo que hemos de ser” (1Juan 3: 2). “Conozco a un
hombre en Cristo — dice el Apóstol San Pablo — que fue arrebatado al
Paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”
(2 Cor. 12: 2-4).

Pregunta: ¿De dónde procede tan grande bienaventuranza?

Respuesta: De la contemplación de Dios en luz y gloria, y de la unión con El:


“Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Cor.
13:12). “Dios sea todo en todos” (1 Cor. 15:28); “Entonces los rectos
resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mat. 13:43).

Pregunta: ¿Participará también el cuerpo en la bienaventuranza del alma?

Respuesta: Sí. El cuerpo también será glori cado con la luz de Dios, como lo
fue el Cuerpo de Cristo en su Trans guración en el Monte Tabor: “Se siembra
en deshonra, resucitará en gloria” (1 Cor. 15:43); “Y así como hemos traído la
imagen de lo terrenal (por Adán), traeremos también la imagen de lo
celestial” (Id. 49).

Pregunta: ¿Serán todos igualmente felices?

Respuesta: No. Habrá diferentes grados de bienaventuranza, en proporción a


los esfuerzos de cada uno aquí en fe, amor y buenas obras: “Una es la gloria
del sol, otra la de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es
diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos” (1
Cor. 15:41-42).

Pregunta: ¿Pero, cuál será el destino de los incrédulos y transgresores?

Respuesta: Serán entregados a la muerte eterna, es decir, al fuego eterno, al


tormento eterno, con los diablos: “Y el que no se halló inscripto en el libro de
la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apoc. 20: 15); “Ésta es la segunda
muerte” (íd. 14); “Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles” (Mat. 25:41); “E irán éstos al castigo eterno, y los rectos a
la vida eterna” (íd. 46); “Mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que
teniendo dos ojos, ser echado al in erno, donde el gusano de ellos no muere,
y el fuego nunca se apaga” (Marcos 9:47-48).

Pregunta: ¿Por qué será usada tal severidad con los pecadores?

Respuesta: No porque Dios quiera que perezcan, sino que “ellos mismos
sucumben por cuanto no aceptaron el amor de la verdad para ser salvos” (2
Tes. 2:10).

Pregunta: ¿Qué bene cio obtendremos al meditar sobre la muerte, la


resurrección, el último juicio, la bienaventuranza eterna y el tormento
eterno?

Respuesta: Estas meditaciones nos ayudan para abstenernos del pecado, y


para quitar nuestras a ciones a las cosas terrenas. Nos consuelan por la
ausencia o pérdida de bienes terrenales, nos incitan a guardar nuestras
almas y cuerpos puros, a vivir para Dios y la eternidad, y así alcanzar salvación
eterna.
La Segunda parte
del Catecismo Ortodoxo
Sobre la esperanza
Definiciones de la esperanza cristiana, sus fundamentos
y medios para lograrla.
Pregunta: ¿Qué es la esperanza cristiana?

Respuesta: Es la tranquilidad del corazón en Dios, con la verdadera con anza


de que El siempre cuida por nuestra salvación, y nos dará la bienaventuranza
que prometió.

Pregunta: ¿Cuál es la base de la esperanza cristiana?

Respuesta: El Señor Jesucristo es nuestra esperanza, o el fundamento de


nuestra esperanza (1 Tim. 1:1). “Esperad por completo en la gracia que se os
traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13).

Pregunta: ¿Cuáles son los medios para alcanzar una esperanza salvadora?

Respuesta: Los medios para esto son: primero, la oración y segundo, la


verdadera enseñanza sobre la bienaventuranza y el real seguimiento u
aplicación de la misma.

Sobre la oración
Pregunta: ¿Hay algún testimonio de la palabra de Dios sobre la oración como
medio de alcanzar la esperanza salvadora?

Respuesta: Jesucristo mismo une la esperanza de recibir nuestros deseos


con la oración: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para
que el Padre sea glori cado en el Hijo” (Juan 14: 13).

Pregunta: ¿Qué es la oración?

Respuesta: La elevación de la mente y el corazón manifestada por las


palabras devotas del hombre hacia Dios.

Pregunta: ¿Qué debe hacer el cristiano cuando eleva su corazón y su mente


hacia Dios?

Respuesta: Primero, glori carlo por su divina perfección; segundo,


agradecerle por sus misericordias; tercero, rogarle por lo que necesita. Así,
hay tres géneros principales de oración: Alabanza, Agradecimiento y Petición.

Pregunta: ¿Puede el hombre orar sin palabras, en silencio?

Respuesta: Puede, con la mente y el corazón. Un ejemplo de esto puede


verse en Moisés antes del pasaje por el Mar Rojo (Éx. 14:15).

Pregunta: ¿Tiene este tipo de oración un nombre especial?


Respuesta: Es la llamada espiritual, u oración del corazón y la mente, en una
palabra, oración interior; mientras, por otra parte, la oración expresada en
palabras y acompañada por otros signos de devoción, es llamada oral o
externa.

Pregunta: ¿Puede haber oración exterior sin la interior?

Respuesta: Puede. Cuando alguien emite palabras de oración sin atención ni


fervor.

Pregunta: ¿Alcanza la oración exterior para obtener la gracia?

Respuesta: Está tan lejos de obtener la gracia que, por el contrario, ofende a
Dios. Dios mismo declaró su desagrado por tal plegaria: “Este pueblo me
honra con los labios, mas su corazón está lejos de Mí, pues en vano me
honran” (Mat. 15:8-9).

Pregunta: ¿Es su ciente la oración interior sin la exterior?

Respuesta: Esto es como preguntar si el alma sola le alcanza al hombre, sin el


cuerpo. Dios tuvo complacencia en crear al hombre consistente de alma y
cuerpo; de la misma manera, es innecesario preguntarse si la oración interior
es su ciente sin la exterior. Dado que tenemos cuerpo y alma, debemos
glori car a Dios en nuestros cuerpos y en nuestras almas, que son de Dios,
siendo natural que de la abundancia del corazón habló la boca. Nuestro
Señor Jesucristo era espiritual en grado sumo, pero incluso El expresó su
oración espiritual por palabras y gestos devotos del cuerpo; a veces, por
ejemplo, elevando sus ojos al cielo, a veces arrodillándose o postrando su
rostro en el suelo (1 Cor. 6:20; Mat. 12:34; Juan 17:1; Lucas 22:41; Mat. 26:39).

Sobre la Oración del Señor


Pregunta: ¿Hay una oración que puede ser de nida como oración general
del cristiano, y modelo de todas las oraciones?

Respuesta: Sí. Ésta es la Oración del Señor.

Pregunta: ¿Qué es la Oración del Señor?

Respuesta: Una oración que Nuestro Señor Jesucristo enseñó a los


Apóstoles, y que ellos extendieron a todos los creyentes.

Pregunta: ¿Cómo dice esa oración?

Respuesta: Padre nuestro que estás en los cielos,

1. santi cado sea tu Nombre,

2. venga a nosotros tu reino,

3. hágase tu voluntad así como es en el cielo, en la tierra.

4. El pan nuestro sustancial de cada día dánosle hoy.

5. Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros


deudores.
6. No nos dejes caer en la tentación,

7. mas líbranos del maligno.

Pues tuyo es el Reino, el Poder y la Gloria, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén. (Mateo 6: 9-13).

Pregunta: ¿Para considerar mejor la Oración del Señor, cómo podemos


dividirla?

Respuesta: En la Invocación, Siete Peticiones y la Doxología.

Sobre la Invocación
Pregunta: ¿Por qué nos atrevemos a llamar a Dios “Padre”?

Respuesta: Por fe en Jesucristo, y por la gracia de la regeneración.

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13).

Pregunta: ¿Debemos decir “Padre Nuestro” incluso cuando oramos solos?

Respuesta: Ciertamente, debemos.

Pregunta: ¿Por qué?

Respuesta: Porque el amor fraterno cristiano requiere nombrar a Dios y


pedirle cosas buenas para todos nuestros hermanos, no menos que para
nosotros mismos.

Pregunta: ¿Por qué en la invocación decimos “que estás en los cielos”?

Respuesta: Porque entrando en la oración, debemos dejar de lado todo lo


terreno y corruptible, y elevar nuestras mentes y corazones a lo celestial,
eterno y divino.

Sobre la primera petición


Pregunta: ¿Es santo el Nombre de Dios?

Respuesta: Ciertamente es santo en sí mismo, “Santo es su Nombre” (Lucas


1:49).

Pregunta: ¿Cómo, entonces, puede ser santi cado?

Respuesta: Puede ser santi cado en el hombre, es decir, su eterna santidad


puede ser manifestada en ellos.

Pregunta: ¿Cómo?

Respuesta: Primero, cuando nosotros, teniendo en nuestros pensamientos y


corazón el Nombre de Dios, vivimos como su santidad lo requiere, y por ello
glori camos a Dios; segundo, cuando otros, viendo nuestras buenas vidas,
glori can a Dios. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que
vean vuestras buenas obras, y glori quen a vuestro Padre que está en los
cielos” (Mat. 5:16).
Sobre la segunda petición
Pregunta: ¿Qué es el Reino de Dios, expresado en la segunda petición de la
Oración del Señor?

Respuesta: El Reino de Gracia que, como dice San Pablo, es “verdad, paz y
bienaventuranza en el Espíritu Santo” (Rom. 14:17).

Pregunta: ¿Vino ya este Reino?

Respuesta: Para algunos todavía no vino en su plenitud; mientras que para


otros ni siquiera vino, en tanto que el pecado reina en sus cuerpos mortales:
“De modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias” (Rom. 6: 12).

Pregunta: ¿Cómo viene?

Respuesta: Secretamente, interiormente: “El Reino de Dios no vendrá con


advertencia, porque el Reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21).

Pregunta: ¿Puede el cristiano pedir por algo más, bajo el nombre del Reino
de Dios?

Respuesta: Puede pedir por el Reino de Gloria, es decir, por la perfecta


bienaventuranza del el: “Teniendo deseo de partir y estar con Cristo” (Filip.
1:23).

Sobre la tercera petición


Pregunta: ¿Qué signi ca la petición “hágase tu voluntad”?

Respuesta: Por ella pedimos a Dios que todo lo que hacemos y todo lo que
nos acontece sea ordenado no según nuestra voluntad, sino como le
complazca a El.

Pregunta: ¿Por qué necesitamos pedir esto?

Respuesta: Porque muchas veces erramos en nuestros deseos, pero Dios es


infalible, e incomparablemente más que nosotros mismos, El desea para
nosotros todo lo bueno, y está siempre listo para proveerlo, pese a nuestra
terquedad y obstinación: “A Aquel que es poderoso para hacer todas las
cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos,
según el poder que actúa en nosotros, a El sea la gloria en la Iglesia” (Efes.
3:20-21).

Pregunta: ¿Por qué pedimos que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra
como en el cielo?

Respuesta: Porque en el cielo los Santos Angeles y los Santos en gloria, todos
sin excepción, siempre y en todo, cumplen con la voluntad de Dios.

Sobre la cuarta petición


Pregunta: ¿Qué es el “pan sustancial”?

Respuesta: El pan que necesitamos para subsistir o vivir, tanto material


como espiritualmente.

Pregunta: ¿Con qué pensamiento debemos pedir a Dios este pan?


Respuesta: En primer lugar, de acuerdo con la instrucción de Nuestro Señor
Jesucristo, debemos pedir el pan para la subsistencia, es decir, el alimento
necesario, y la vestimenta y abrigo igualmente necesarios para vivir. Todo lo
que en lo material sobrepase esto y no sirve tanto a la necesidad como a la
grati cación, debemos dejarlo a la voluntad de Dios; y si nos lo da,
agradecerle; y si no nos lo da, estar contentos sin ello.

Pregunta: ¿Por qué se pide pan para la subsistencia sólo para este día?

Respuesta: Porque no debemos estar demasiado ansiosos sobre el futuro,


sino con ar en Dios: “Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el
día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propia
preocupación” (Mat. 6:34); “Pues vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas” (Mat 6:32).

Pregunta: ¿Qué más debemos pedir bajo el nombre del pan de la


subsistencia?

Respuesta: Dado que el hombre está hecho de sustancia corporal y


espiritual y que la sustancia del alma es mucho más excelsa que la del
cuerpo, en segundo lugar debemos pedir para el alma también el pan de la
subsistencia, sin el cual el hombre interior perece de hambre (ver Ciril. Hier.
Lect. Mit. 4: 15); (Orthod. Confes. p. 2 preg. 19).

Pregunta: ¿Cuál es el pan de la subsistencia para el alma?

Respuesta: La palabra de Dios, y el Cuerpo y la Sangre de Cristo. “No sólo de


pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat.
4:4). “Mi Cuerpo es alimento verdadero, y mi Sangre bebida verdadera” (Juan
6:55).

Sobre la quinta petición


Pregunta: ¿Qué se entiende en la Oración del Señor por “nuestras deudas”?

Respuesta: Nuestros pecados.

Pregunta: ¿Por qué nuestros pecados son llamados deudas?

Respuesta: Porque nosotros, habiendo recibido todo de Dios, estamos


obligados a devolver todo a El, es decir, estamos sujetos a su voluntad y ley; y
si no lo hacemos, quedamos como deudores de su justicia.

Pregunta: ¿Quiénes son nuestros deudores?

Respuesta: Gente que no nos dio lo que debía según la ley de Dios. Por
ejemplo, los que no nos mostraron amor, sino enemistad.

Pregunta: ¿Cómo podemos quedar perdonados por Dios de nuestras


deudas?

Respuesta: Por la mediación de Jesucristo. “Porque hay un sólo Dios, y un


sólo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo Hombre, que se entregó a
Sí mismo para la liberación de todos” (1 Tim. 2: 5-6).

Pregunta: ¿Cuál sería la consecuencia, si pedimos a Dios que perdone


nuestros pecados sin perdonar nosotros los de nuestros deudores?
Respuesta: En ese caso ninguno será perdonado: “Porque si perdonáis a los
hombre sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas” (Mat. 6:14-15).

Pregunta: ¿Por qué Dios no nos perdona a nosotros, si no perdonamos a los


demás?

Respuesta: Porque así mostramos nuestra propia maldad, y nos alejamos de


la bondad y misericordia de Dios.

Pregunta: ¿Qué disposición debemos tener, entonces, para usar


correctamente las palabras de la Oración del Señor “así como nosotros
perdonamos a nuestros deudores”?

Respuesta: Estas palabras exigen absolutamente que cuando oremos no


tengamos malicia ni odio sino que tengamos paz y amor con todos: “Por
tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mat. 5:23-24).

Pregunta: ¿Pero, qué debo hacer si no puedo encontrar prontamente a


aquel que me odia, o si él se muestra sin deseo de reconciliarse?

Respuesta: En tal caso, es su ciente reconciliarse con él en el corazón, ante


los ojos de Dios que todo lo ve. “Si es posible, en cuanto de vosotros dependa,
guardad paz con todos los hombres” (Rom. 12:18).
Sobre la sexta petición
Pregunta: ¿Qué se entiende en la Oración del Señor por “tentación”?

Respuesta: Todas las circunstancias en las que hay inminente peligro de


perder la fe o de caer en gran pecado.

Pregunta: ¿De dónde provienen tales tentaciones?

Respuesta: Del diablo, de nuestra carne, del mundo y de otras personas.

Pregunta: ¿Qué pedimos en las palabras de la Oración “no nos dejes caer en
la tentación”?

Respuesta: Primero, que Dios no permita que seamos llevados a la tentación;


segundo, que si es necesario que seamos probados y puri cados a través de
la tentación, El no nos entregue enteramente a ella ni permita que
caigamos.

Sobre la séptima petición


Pregunta: ¿Qué pedimos en las palabras de la Oración “líbranos del
maligno”?

Respuesta: Pedimos por la liberación de todo mal que pueda alcanzarnos en


el mundo, el que desde la caída de Adán está bajo el maligno (1Juan 5: 19).
Pero más especialmente del mal del pecado, y de las malas sugestiones y
trampas del espíritu del mal, que es el diablo.

Sobre la Doxología
Pregunta: ¿Por qué después de la Oración del Señor agregamos la
Doxología?

Respuesta: Primero, porque cuando pedimos misericordia para nosotros


mismos a nuestro Padre celestial, debemos al mismo tiempo rendirle el
honor que le es debido; segundo, que por el pensamiento de su eterno
Reino, Poder y Gloria, estamos más establecidos en la esperanza de que El
nos dará lo que pedimos, porque esto está es su poder, y hace a su gloria.

Pregunta: ¿Qué signi ca la palabra “Amén”?

Respuesta: Signi ca “verdadero” o “así es.”

Pregunta: ¿Por qué se añade esta palabra a la Doxología?

Respuesta: Para expresar que ofrecemos la oración en plena fe y sin dudar,


como nos dice que hagamos el Apóstol Santiago (Santiago 1: 6).

Sobre la enzeñanza de la bienaventuranza


Pregunta: ¿Qué debemos unir a la oración, para estar fundamentados en la
esperanza de salvación y bienaventuranza?

Respuesta: Nuestros propios esfuerzos para alcanzar la santidad. Sobre este


punto el Señor mismo dice: “Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis las
cosas que digo?” (Lucas 6:46); “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará
en el Reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está
en los cielos” (Mat. 7:21).
Pregunta: ¿Qué enseñanza debemos tomar como guía en nuestros
esfuerzos?

Respuesta: La enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo, que está brevemente


expuesta en sus bienaventuranzas.

Pregunta: ¿Cuántas son estas bienaventuranzas?

Respuesta: Las nueve siguientes:

1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los


cielos.

2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

3. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

4. Bienaventurados los hambrientos y sedientos de la verdad, porque ellos


serán saciados.

5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia.

6. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

7. Bienaventurados los paci cadores, porque ellos serán llamados hijos de


Dios.

8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la verdad, porque de ellos


es el Reino de los cielos.

9. Bienaventurados sois cuando os injurian y persiguen, y dicen toda clase de


mal contra vosotros por mi causa, mintiendo. Regocijaos y alegraos, porque
vuestra recompensa es grande en los cielos (Mat. 5:3-12).

Pregunta: ¿Qué debe observarse sobre todas estas bienaventuranzas, para


su correcta comprensión?

Respuesta: Que el Señor propuso en estas palabras la enseñanza para


alcanzar la bienaventuranza como está expresamente dicho en el Evangelio:
“Abrió su boca y enseñó”; mas siendo humilde de corazón y manso, propuso
su enseñanza no en forma de mandato, sino de bendición a aquellos que por
su propia libre voluntad la reciben y cumplen. Consecuentemente, en cada
bienaventuranza debemos considerar, primero, la enseñanza o
mandamiento, y segundo, el ensalsamiento o promesa de recompensa.

Sobre la primera bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el primer mandamiento del Señor para lograr la
bienaventuranza?

Respuesta: Aquel que desee bienaventuranza deberá ser pobre en espíritu.

Pregunta: ¿Qué es ser pobre en espíritu?


Respuesta: Es tener la convicción espiritual de que no tenemos nada propio,
nada sino lo que Dios nos concede, y que no podemos hacer nada bueno sin
la ayuda y la gracia de Dios, y poniéndonos en todo bajo la misericordia de
Dios, considerándonos a nosotros mismos como nada. En resumen, como
explica San Juan Crisóstomo “pobreza espiritual es humildad” (Hom. in Mat.
15).

Pregunta: ¿Puede el rico también ser pobre en espíritu?

Respuesta: Sin duda puede, si considerara que las riquezas visibles son
corruptibles y pasan pronto, y que no pueden compensar nunca la
búsqueda de bienes espirituales: “Porque, ¿qué aprovechará al hombre, si
ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O, qué recompensa dará el
hombre por su alma” (Mat. 16:26).

Pregunta: ¿Sirve la pobreza física a la perfección de la espiritual?

Respuesta: Sirve, si el cristiano la elige voluntariamente, por la causa de Dios.


Sobre esto, Jesucristo mismo dijo al rico: “Si quieres ser perfecto, anda, vende
lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”
(Mat. 19:21).

Pregunta: ¿Qué promete el Señor al pobre en espíritu?

Respuesta: El Reino de los cielos.

Pregunta: ¿Cómo es suyo el Reino de los cielos?

Respuesta: En la vida presente, internamente, y en primer grado por fe y


esperanza; pero en la vida venidera lo será perfectamente, por haber sido
hechos partícipes de la beatitud eterna.

Sobre la segunda bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el segundo mandamiento del Señor para la bendición?

Respuesta: Que el que desea bienaventuranza debe saber llorar.

Pregunta: ¿Qué se entiende en este mandamiento por la palabra llorar?

Respuesta: Dolor y contrición del corazón, con lágrimas genuinas, por lo


imperfectamente que servimos al Señor y porque merecemos su cólera por
nuestros pecados. “La tristeza, pues, de ofender a Dios, produce
arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse” (2 Cor.
7:10).

Pregunta: ¿Qué promesa especial hizo el Señor a los que lloran?

Respuesta: Que serán consolados.

Pregunta: ¿Qué clase de consuelo debe entenderse aquí?

Respuesta: El de la Gracia, consistente en el perdón de los pecados y la paz


de la conciencia.

Pregunta: ¿Por qué esta promesa está unida a un mandamiento sobre el


llanto?
Respuesta: Para que el dolor por el pecado no llegue a la desesperación.

Sobre la tercera bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el tercer mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: Que el que desea bienaventuranza debe ser manso.

Pregunta: ¿Qué es mansedumbre?

Respuesta: Una calma disposición del espíritu, unida con el cuidado de no


irritar a nadie ni irritarnos por nada.

Pregunta: ¿Cuáles son los especiales efectos de la mansedumbre cristiana?

Respuesta: Que nunca murmuremos contra Dios ni contra los hombres,


cuando algo sale contra nuestros deseos, ni dar lugar a la ira ni a la
obstinación.

Pregunta: ¿Qué promete el Señor a los mansos?

Respuesta: Que heredarán la tierra.

Pregunta: ¿Cómo debe entenderse esta promesa?

Respuesta: Referida a los eles cristianos, es una predicción que se ha


cumplido generalmente, pues los mansos cristianos, en lugar de haber sido
destruidos por la furia de los paganos, heredaron el mundo, que los paganos
anteriormente poseían. Pero el otro sentido de esta promesa referida a los
cristianos, general e individualmente, es que recibirán una herencia, como
dice el salmista, en el país de los vivos; es decir, donde los hombres viven y
nunca mueren. En otras palabras, que recibirán la beatitud eterna (Salmo 27
(26): 13).

Sobre la cuarta bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el cuarto mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: Que aquel que desea la bendición debe ser hambriento y


sediento de verdad.

Pregunta: ¿Qué signi ca aquí la palabra verdad?

Respuesta: Pese a que esta palabra puede usarse para cualquier virtud que
el cristiano desee, como si fuere su comida y su bebida, debemos entenderla
especialmente como la verdad de que nos habla el libro de Daniel: “Para traer
la verdad perdurable.” Es decir, la justi cación del hombre culpable ante
Dios, por la gracia y fe en Jesucristo (Dan. 9:24). El Apóstol San Pablo dice
sobre esto: “La verdad de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los
que creen en El. No hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están
privados de la gloria de Dios, siendo justi cados gratuitamente por la Gracia
mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como la
puri cación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su verdad, para
el perdón de los pecados pasados” (Rom. 3:22-25).

Pregunta: ¿Quiénes son los hambrientos y sedientos de verdad?


Respuesta: Los que amando hacer el bien, no se cuentan a sí mismos como
rectos ni descansan en sus buenas obras, mas se reconocen a sí mismos
como pecadores y culpables ante Dios; y que por el deseo y la oración de fe,
tienen hambre y sed de justi cación de Gracia por Jesucristo, como de
comida y bebida espiritual.

Pregunta: ¿Qué promete el Señor a los hambrientos y sedientos de verdad?

Respuesta: Que serán satisfechos.

Pregunta: ¿Qué signi ca aquí ser satisfechos?

Respuesta: Como la satisfacción del cuerpo produce, primero, el n de la


sensación de hambre y sed, así la satisfacción del alma signi ca, primero, la
paz interior del pecador perdonado; segundo, la adquisición de la fortaleza
para hacer el bien, dada por la Gracia justi cadora. Sin embargo, la perfecta
satisfacción del alma creada para disfrutar el bien eterno se alcanzará en la
vida eterna, de acuerdo a las palabras del salmista: “En cuanto a mí, seré
satisfecho en cuanto me presente ante tu Gloria” (Salm. 17 (16): 15)

Sobre la quinta bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el quinto mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: Que los que deseen bienaventuranza deben ser misericordiosos.

Pregunta: ¿Cómo debemos cumplir este mandamiento?

Respuesta: Por obras de misericordia corporales y espirituales; porque, como


dice San Juan Crisóstomo: “Las formas de la misericordia son múltiples, y
este mandamiento amplio” (Hom. in Mat. 15).

Pregunta: ¿Cuáles son las obras corporales de misericordia?

Respuesta: 1. Dar de comer al hambriento;

2. Dar de beber al sediento;

3. Vestir al desnudo, o a aquel que no tiene ropa necesaria o decente;

4. Visitar al enfermo, servirle, procurar su mejoría o ayudarle a una cristiana


preparación para la muerte;

5. Mostrarse hospitalario con los extranjeros;

6. Visitar a los que están en prisión;

7. Sepultar a los que han muerto en pobreza.

Pregunta: ¿Cuáles son las obras espirituales de misericordia?

Respuesta:

1. Mediante la exhortación, convertir al pecador del camino equivocado


(Santiago 5: 20);
2. instruir al ignorante en la verdad y la virtud;

3. Dar a nuestro prójimo buen consejo en la di cultad, o en cualquier peligro


en que esté inadvertidamente;

4. Rogar por otros a Dios;

5. Consolar al a igido;

6. No devolver el mal que otros nos hayan cometido;

7. Perdonar de corazón las ofensas.

Pregunta: ¿Es contrario a la misericordia el castigo de los criminales por la


justicia civil?

Respuesta: No del todo, si se hace como según la ley y con buena intención,
es decir, para corregirlo o para preservar a los inocentes de sus crímenes.

Pregunta: ¿Qué prometió el Señor a los misericordiosos?

Respuesta: Que ellos obtendrán misericordia.

Pregunta: ¿Qué se entiende aquí por misericordia?

Respuesta: Ser librado de la condenación eterna por el pecado, en el Juicio


de Dios.

Sobre la sexta bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el sexto mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: El que quiera bienaventuranza debe ser puro de corazón.

Pregunta: ¿No es la pureza del corazón lo mismo que la sinceridad?

Respuesta: La sinceridad, que no nge buenas disposiciones ajenas al


corazón, sino que muestra realmente la buena disposición del corazón por
las buenas acciones, es sólo el grado inferior de la pureza del corazón. Esta
última la obtiene el hombre por la constante vigilancia sobre sí mismo,
alejando de su corazón todo pensamiento y deseo ilícito, y toda a ción por
las cosas terrenales, conservando siempre el recuerdo de Dios y Nuestro
Señor Jesucristo con fe y amor.

Pregunta: ¿Qué prometió el Señor a los puros de corazón?

Respuesta: Que verán a Dios.

Pregunta: ¿Cómo debe entenderse esta promesa?

Respuesta: La palabra de Dios compara el corazón del hombre con el ojo, y


dice que los perfectos cristianos tienen “iluminados ojos del corazón” (Efes.
1:18). Como el ojo que claramente puede ver la luz, así el corazón puro puede
contemplar a Dios. Pero, dado que ver el semblante de Dios es la verdadera
fuente de la bendición celestial, la antedicha promesa de que verán a Dios es
la del más alto grado de bienaventuranza eterna.
Sobre la séptima bienaventuranza
Pregunta: ¿Cuál es el séptimo mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: Que aquellos que quieran bienaventuranza deben ser


paci cadores.

Pregunta: ¿Cómo debemos cumplir este mandamiento?

Respuesta: Debemos vivir amigablemente con todos los hombres y no dar


ocasión para desavenencias. Si alguna aparece, debemos por todos los
caminos detenerla, aun cediendo nuestro propio derecho, excepto que esto
sea contra los deberes de otro o le sea lesivo. Si otros están enemistados,
debemos hacer todo lo posible para reconciliarlos, y si fallamos debemos
rogar a Dios por su reconciliación.

Pregunta: ¿Qué prometió el Señor a los paci cadores?

Respuesta: Que serán llamados Hijos de Dios.

Pregunta: ¿Qué signi ca esta promesa?

Respuesta: Signi ca la sublimidad de la recompensa por el esfuerzo de los


paci cadores, dado que en su esfuerzo imitan al Hijo Unigénito de Dios, que
vino al mundo para reconciliar al hombre caído con la justicia divina. Por ello,
se les promete el bendito nombre de hijos de Dios, sin duda un grado de
bendición acorde con él.

Sobre la octava bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el octavo mandamiento del Señor para la
bienaventuranza?

Respuesta: Los que deseen la bienaventuranza deberán estar listos a


padecer persecución por causa de la verdad.

Pregunta: ¿Qué cualidades son requeridas por este precepto?

Respuesta: Amor por la verdad, constancia y rmeza en la virtud, valentía y


paciencia cuando se está sometido a calamidad o peligro por rehusarse a
traicionar la verdad y la virtud.

Pregunta: ¿Qué promete el Señor a aquellos que son perseguidos por causa
de la verdad?

Respuesta: El Reino de los cielos, como recompensa por lo que perdieron a


causa de la persecución; de igual manera que lo prometió a los pobres en
espíritu, para sostenerlos en la sensación de necesidad y privación.

Sobre la novena bienaventuranza


Pregunta: ¿Cuál es el noveno mandamiento del Señor para alcanzar la
bienaventuranza?

Respuesta: Los que deseen bienaventuranza deberán estar listos para tomar
con alegría reproches, persecución, sufrimientos y la muerte misma, por el
nombre de Cristo y por la Fe Ortodoxa.
Pregunta: ¿Cuál es el nombre del esfuerzo espiritual requerido por este
mandamiento?

Respuesta: El martirio.

Pregunta: ¿Qué prometió el Señor a los que sigan este camino?

Respuesta: Una gran recompensa en el cielo; es decir, un especial y alto


grado de bienaventuranza.

Tercera parte del


Catecismo Ortodoxo
Sobre el amor
Sobre la unión en fe y amor
Pregunta: ¿Cuál será el efecto y el fruto de la verdadera fe en el cristiano?

Respuesta: Amor y buenas obras conformes con esto. “En Cristo Jesús - dice
el Apóstol San Pablo - ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe
que obra por el amor” (Gál. 5:6).

Pregunta: ¿No es su ciente la fe sola para el cristiano, sin amor ni buenas


obras?

Respuesta: No, porque la fe sin amor y buenas obras es inactiva y muerta, y


así no puede conducir a la vida eterna. “El que no ama a su hermano,
permanece en muerte” (1Juan 3: 14); “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si
alguno dice que tiene fe y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? ... Porque
como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está
muerta” (Santiago 2:14 y 26).

Pregunta: ¿Puede un hombre ser salvado por el amor y las buenas obras, sin
tener fe?

Respuesta: Es imposible que un hombre que no tiene fe en Dios realmente


lo ame. Por otra parte, el hombre, arruinado por el pecado, no puede
realmente hacer buenas obras si no recibe por la fe en Jesucristo la fortaleza
espiritual o Gracia de Dios. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que es, y que premia a los que le
buscan” (Heb. 11:6); “Aquellos que son de las obras de la Ley están bajo
maldición, pues escrito está: maldito todo aquel que no preserva en todo lo
escrito en el libro de la ley, y no lo lleva a la práctica” (Gál. 3:10); “Pues nosotros,
por el Espíritu, aguardamos por fe la esperanza de la verdad” (Gál. 5:5);
“Porque por Gracia sois salvados por medio de la fe; y esto no es de vosotros,
pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe” (Efes. 2:8-9).

Pregunta: ¿Qué debe pensarse de un amor que no es acompañado de


buenas obras?
Respuesta: Tal amor no es real, porque el verdadero amor se muestra
naturalmente por buenas obras. Jesucristo dice: “El que tiene mis
mandamientos y los guarda, ese es el que Me ama... El que Me ama, guardará
mi palabra” (Juan 14:21 y 23). El Apóstol San Juan escribe: “Pues este es el
amor a Dios, que guardemos sus mandamientos” (1 Juan 5:3); “No amemos
de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad” (1 Juan 3:18).

Sobre la Ley de Dios


y los Mandamientos
Pregunta: ¿Qué medios tenemos para distinguir las buenas obras de las
malas?

Respuesta: La ley interior de Dios, o sea el testimonio de nuestra conciencia,


y la ley externa de Dios, o Mandamientos de Dios.

Pregunta: ¿Hablan las Sagradas Escrituras de la ley interna de Dios?

Respuesta: El Apóstol San Pablo dice acerca de los paganos: “Mostrando la


obra de la Ley escrita en sus corazones, testi cándolo su propia conciencia y
los razonamientos que unas veces los acusan y otras los de enden” (Rom.
2:15).

Pregunta: ¿Si hay en el hombre una ley interior, por qué fue dada la exterior?

Respuesta: Fue dada porque el hombre no obedece la ley interior, mas vive
su vida carnal y pecadora, y acalla en sí la voz de la ley espiritual y así fue
necesario poner mani estamente la ley en su mente por medio de los
mandamientos: “¿Para qué sirve la Ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones” (Gál. 3:19).

Pregunta: ¿Cuándo y cómo fue dada la ley exterior de Dios a los hombres?

Respuesta: Cuando el pueblo hebreo, descendencia de Abraham, fue


liberado milagrosamente de la cautividad en Egipto, en su camino a la tierra
prometida en el desierto sobre el Monte Sinaí, Dios manifestó su presencia
en fuego y nubes por la mano de Moisés, su conductor.

Pregunta: ¿Cuáles son los mandamientos generales de esta ley?

Respuesta: Los siguientes diez, que fueron escritos sobre dos tablas de
piedra:

1. Yo soy el Señor, tu Dios, no tengas otros dioses más que a Mí.

2. No hagas escultura, ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos,


ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la
tierra, no te postres antes ellas ni les sirvas.

3. No tomes el nombre del Señor, tu Dios, en vano.

4. Recuerda el día sábado para santi carlo, seis días haz y ocúpate de todos
tus tareas, más el séptimo día, sábado, dedícalo al Señor, tu Dios.

5. Honra a tu padre y a tu madre para que tus días se prolonguen y sean


buenos en la tierra.
6. No mates.

7. No cometas adulterio.

8. No robes.

9. No digas falso testimonio contra tu prójimo.

10. No codicies la mujer de tu prójimo, ni la casa de tu prójimo, ni sus campos,


ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que le
pertenezca. (Deut. 5: 6-21)

Pregunta: ¿Estos mandamientos que fueron dados al pueblo de Israel,


debemos también nosotros seguirlos?

Respuesta: Sí. Porque son en su sustancia las mismas leyes que, de acuerdo
con las palabras de San Pablo, fueron escritas en el corazón de todos los
hombres, para que todos marchen de acuerdo con ellas.

Pregunta: ¿Enseñó Jesús que los hombres deben guiarse por los Diez
Mandamientos?

Respuesta: El pidió a los hombres que si querían alcanzar la vida eterna


debían guardar los mandamientos y nos enseñó a entenderlos y cumplirlos
más perfectamente que cuando habían sido dados, antes de su venida (Mat.
19:17 y cap. 5)

Sobre la división de los


mandamientos en dos tablas
Pregunta: ¿Qué signi ca la división de los mandamientos en dos tablas?

Respuesta: Que contienen dos clases de amor: amor a Dios y amor al prójimo,
y prescriben dos diferentes tipos de deberes correspondientes.

Pregunta: ¿Dijo Jesucristo algo sobre esto?

Respuesta: Cuando se le preguntó cuál es el mayor mandamiento de la Ley,


El replicó: “Ama al Señor tu Dios con todo el corazón y con toda tu alma y con
toda tu mente, éste es el primero y mayor mandamiento. Y el segundo es
semejante a éste: ama a tu prójimo como a ti mismo. Sobre estos dos
mandamientos se basan toda la ley y los profetas” (Mat. 22: 36-40).

Pregunta: ¿Son todos los hombres nuestro prójimo?

Respuesta: Sí, todos, porque todos son la creación de un sólo Dios y


descienden de un hombre; mas nuestros prójimos en la fe son doblemente
prójimos para nosotros, siendo hijos de un Padre Celestial por fe en
Jesucristo.

Pregunta: ¿Por qué no hay un mandamiento de amarnos a nosotros


mismos?

Respuesta: Porque nos amamos a nosotros mismos naturalmente y sin


ningún mandamiento. “Nadie aborreció jamás su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida” (Efes. 5:29).
Pregunta: ¿Qué relación hay entre nuestro amor a Dios, al prójimo y a
nosotros mismos?

Respuesta: Debemos amarnos no por nosotros mismos sino por causa de


Dios, y parcialmente por la de nuestro prójimo. Debemos amar a nuestro
prójimo por la causa de Dios, pero debemos amar a Dios por El mismo y por
sobre todas las cosas. El amor propio debe ser sacri cado por el amor al
prójimo y amores deben ser sacri cados por el amor a Dios. “Nadie tiene
mayor amor que éste, que uno dé su vida por sus amigos” (Juan 15:13). “El que
ama a padre o madre más que a Mí, no es digno de Mí, el que ama a hijo o
hija más que a Mí, no es digno de Mí” (Mat. 10:37).

Pregunta: ¿Si toda la ley está contenida en dos mandamientos, por qué está
dividida en diez?

Respuesta: Para que entendamos más claramente nuestras obligaciones


hacia Dios y nuestro prójimo.

Pregunta: ¿En cuáles de los diez mandamientos somos enseñados acerca de


nuestras obligaciones para con Dios?

Respuesta: En los cuatro primeros.

Pregunta: ¿Cuáles son éstas obligaciones?

Respuesta: En el primer mandamiento somos instruidos para conocer y


adorar al verdadero Dios; en el segundo a abstenerse de las falsas
adoraciones; en el tercero, a no pecar contra la adoración a Dios ni siquiera en
palabra; en el cuarto, a guardar un cierto orden en el tiempo y actos de la
adoración a Dios.

Pregunta: ¿En cuáles de los diez mandamientos somos instruidos acerca de


nuestras obligaciones para con el prójimo?

Respuesta: En los últimos seis.

Pregunta: ¿Cuáles son estas obligaciones?

Respuesta: En el quinto mandamiento se nos enseña a amar y honrar al


prójimo, principalmente a aquellos que están más próximos a nosotros,
comenzando por nuestros padres; en el sexto, a no herir la vida de nuestro
prójimo; en el séptimo, a no herir la pureza de su moral; en el octavo, a no
lesionar su propiedad; en el noveno, a no herirlo por la palabra; en el décimo,
a no desearles mal.

Pregunta: ¿No incluyen los diez mandamientos las obligaciones para con
nosotros mismos?

Respuesta: Sí. Estas obligaciones están implícitas en los mandamientos de la


segunda tabla relativos a nuestro prójimo, porque nuestra obligación es
amar al prójimo como a nosotros mismos.

Sobre el primer mandamiento


Pregunta: ¿Que signi can las palabras “Yo Soy el Señor, tu Dios”?

Respuesta: Por estas palabras, Dios se presenta a Sí mismo al hombre y así le


manda conocerlo como el Señor su Dios.
Pregunta: ¿Qué obligaciones particulares deducimos del mandamiento de
conocer a Dios?

Respuesta: 1. Debemos buscar aprender el conocimiento de Dios como el


más esencial de todos los conocimientos. 2. Debemos atender las
instrucciones de Dios y sus obras en la Iglesia, y en las conversaciones de
materia religiosa en el hogar. 3. Debemos leer o escuchar leer libros de
instrucción en el conocimiento de Dios; en primer lugar las Sagradas
Escrituras y segundo los escritos de los Santos Padres.

Pregunta: ¿Qué signi ca las palabras “no tengas otro Dios más que a Mí”?

Respuesta: Somos instruidos a volvernos al Único Verdadero Dios; en otras


palabras a adorarlo devotamente.

Pregunta: ¿Qué obligaciones hay respecto a la adoración interior de Dios?

Respuesta: 1. Creer en Dios.

2. Andar delante de Dios; esto es tenerlo siempre en mente y en todas las


cosas andar circunspectamente, a causa de que El ve no sólo nuestros actos
sino nuestros más secretos pensamientos.

3. Temer a Dios, es decir, pensar que la ofensa a nuestro Padre Celestial es el


peor mal que puede acontecernos y por ello, cuidarse de no ofenderlo.

4. Tener esperanza en Dios.

5. Amar a Dios.

6. Obedecer a Dios; es decir estar siempre listo a hacer lo que nos mande y
no murmurar cuando nos rige de manera distinta a los que deseamos.

7. Adorar a Dios como Ser Supremo.

8. Glori car a Dios como Perfecto.

9. Agradecer a Dios como nuestro Creador, Sostenedor providencial y


Salvador.

10. Invocar a Dios como nuestro Bueno y Poderoso Ayudador en toda buena
obra que emprendamos.

Pregunta: ¿Qué obligaciones hay referentes a la adoración exterior a Dios?

Respuesta: 1. Confesar a Dios, es decir reconocer que es nuestro Dios y no


negarlo, inclusive si por confesarlo debemos sufrir e incluso morir.

2. Tomar parte en los Divinos Servicios instituidos por Dios y o ciados por la
Iglesia Ortodoxa.

Pregunta: ¿En el sentido de comprender y guardar mejor el primer


mandamiento, podemos saber qué pecados están contra él?
Respuesta: 1. El ateísmo, cuando los hombres llamados locos por el Salmista
buscando alejarse del temor de Dios, dicen en su corazón: “No hay Dios”
(Salmo 14 (13): 1).

2. Politeísmo, cuando en lugar de un Dios verdadero, los hombres reconocen


un número de falsas deidades.

3. Incredulidad, cuando los hombres que admiten la existencia de Dios no


creen en su Providencia y su revelación.

4. Herejía, cuando las personas mezclan con la enseñanza de la fe opiniones


contrarias a la Verdad Divina.

5. Cisma, o sea el apartamiento voluntario de la unidad de los Divinos


Servicios y de la Iglesia Católica Ortodoxa de Dios.

6. Apostasía, cuando alguien deja la verdadera fe por temor a los hombres.

7 Desesperación, cuando los hombres abandonan toda esperanza de


obtener de Dios gracia y salvación.

8 Brujería, cuando los hombres dejando de lado la fe en Dios, ponen su


con anza en poderes secretos y en su mayor parte malignos de criaturas,
especialmente malos espíritus, y buscan actuar por sus medios.

9. Superstición, cuando el hombre pone su fe en cualquier cosa común


como si tuviese poder divino y confía en ella en lugar de con ar en Dios, o la
teme en lugar de temer a Dios, por ejemplo, cuando pone su con anza en
un viejo libro y piensa que no puede ser salvado por ningún otro y que no
debe usar uno nuevo, siendo que el libro nuevo contiene la misma
enseñanza y la misma forma del Divino Servicio.

10. Pereza, con respecto a aprender religión o respecto a la oración y los


públicos Servicios de Dios.

11. Amor a las criaturas más que amor a Dios.

12. Complacencia, cuando alguien busca complacer a los hombres,


quedando descuidados sus deberes de complacer a Dios.

13. Con anza en los hombres, cuando alguno pone su con anza en sus
propios medios y fortaleza y no en la misericordia y ayuda de Dios.

Pregunta: ¿Por qué debemos pensar que complacer a los hombres y poner
en ellos la con anza está en contra del primer mandamiento?

Respuesta: Porque el hombre a quien complacemos, o a quien con amos


como para olvidar a Dios, es para nosotros en cierta manera otro Dios, en
lugar del verdadero Dios.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de la complacencia de los


hombres?

Respuesta: El Apóstol San Pablo dice: “Pues si todavía tratara de agradar a los
hombres, no sería siervo de Cristo” (Gál. 1: 10).
Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de poner con anza en los
hombres?

Respuesta: “Así ha dicho Dios: Maldito el varón que confía en los hombres y
pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Dios” (Jer. 17:5).

Pregunta: ¿Para alcanzar el mejor cumplimiento de sus obligaciones hacia


Dios, cómo debe ser el hombre consigo mismo?

Respuesta: Debe negarse a sí mismo. “El que quiera venir en pos de Mí —


dice Jesucristo — niéguese a sí mismo” (Marcos 8:34).

Pregunta: ¿Qué es negarse a sí mismo?

Respuesta: San Basilio el Grande lo explica así: “Se niega a sí mismo el que
aparta al hombre viejo con sus obras, porque es corrupto de acuerdo con los
placeres de perdición; el que renuncia a todas las a ciones mundanas que
puedan atentar contra sus intenciones de santidad. La perfecta negación de
sí mismo consiste en que cese de tener a ción por la vida misma y que lleve
el juicio de muerte sobre sí mismo, para que no crea en sí mismo” (Can. Long.
Resp. 8).

Pregunta: ¿Qué consuelo hay para aquel que negándose a si mismo, pierde
muchas grati caciones naturales?

Respuesta: La consolación de la gracia, un divino consuelo que los


sufrimientos mismos no pueden disminuir. “De la manera en que abundan
en nosotros las a icciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo
nuestra consolación” (2 Cor. 1:5)

Pregunta: ¿Si el primer mandamiento nos enseña a adorar religiosamente


sólo a Dios, cómo se concilia con este mandamiento el honrar a los ángeles y
hombres santos?

Respuesta: Prestarles el debido honor es conciliable con este mandamiento,


porque en ellos honramos la gracia de Dios, que está y obra en ellos, y por
ellos buscamos la ayuda de Dios.

Sobre el segundo mandamiento


Pregunta: ¿Qué es una escultura, como se dice en el segundo
mandamiento?

Respuesta: El segundo mandamiento mismo explica que una escultura o


ídolo, es una semejanza con alguna criatura del cielo o de la tierra, o de las
aguas, ante quien los hombres se inclinan y sirven en lugar de hacerlo con
Dios.

Pregunta: ¿Qué prohibe, entonces, el segundo mandamiento?

Respuesta: Nos prohibe reverenciar esculturas o ídolos como supuestas


deidades.

Pregunta: ¿No está prohibido así tener cualquier tipo de representación


sagrada?
Respuesta: De ninguna manera. Esto aparece desde que el mismo Moisés,
por el cual Dios dio los mandamientos, recibió de Dios al mismo tiempo una
orden de emplazar en el Tabernáculo, o Templo portátil de los israelitas,
representaciones sagradas de querubines en oro, y ubicarlas en la parte
interior del Templo, hacia donde se tornaba el pueblo para adorar a Dios.

Pregunta: ¿Por qué este ejemplo es digno de remarcarse para la Iglesia


Ortodoxa Cristiana?

Respuesta: Porque ilustra su uso de los santos íconos.

Pregunta: ¿Qué es ícono?

Respuesta: Es una palabra griega que signi ca imagen o representación. En


la Iglesia Ortodoxa este nombre designa representaciones sagradas de
Nuestro Señor Jesucristo, Dios encarnado, su Madre y sus Santos.

Pregunta: ¿El uso de íconos se concilia con el segundo mandamiento?

Respuesta: No lo haría si alguien hiciera de ellos dioses, pero honrarlos como


representaciones sagradas y usarlos para la recordación religiosa de las obras
de Dios y sus Santos es permitido. “Pues así los íconos son libros, escritos en
la forma de personas y cosas en lugar de con letras” (ver Greg. Grande. Li. 9,
carta 9 ad Serien. Episc.).

Pregunta: ¿Qué disposición de ánimo debemos tener cuando reverenciamos


los íconos?

Respuesta: Así como los miramos con los ojos, mentalmente debemos mirar
a Dios y los Santos que están representados en ellos.

Pregunta: ¿Qué nombre tiene, en general el pecado contra el segundo


mandamiento?

Respuesta: Idolatría.

Pregunta: ¿Hay otros pecados contra el segundo mandamiento?

Respuesta: Aparte de la idolatría, hay una serie de pecados más sutiles, a los
que pertenecen:

1. avaricia;

2. sensualidad, glotonería y ebriedad;

3. orgullo, al que pertenece también la vanidad.

Pregunta: ¿Cómo la avaricia está relacionada con la idolatría?

Respuesta: El Apóstol San Pablo dice expresamente que “avaricia es idolatría”


(Col. 3: 5), porque el hombre avaro sirve al dinero antes que a Dios.

Pregunta: ¿Si el segundo mandamiento prohibe el amor al lucro, a qué nos


enseña?

Respuesta: Al no amontonamiento de riquiezas y a la generosidad.


Pregunta: ¿Por qué los “servidores del vientre” son idólatras?

Respuesta: Porque buscan la grati cación sensual antes que cualquier otra
cosa. Y por ello el Apóstol San Pablo dice que “su dios es el vientre” o, en otras
palabras, que su vientre es su ídolo (Filip. 3: 19).

Pregunta: Si el segundo mandamiento prohibe el servicio al vientre, ¿qué


obligaciones tenemos que cumplir por el contrario?

Respuesta: La templanza y el ayuno.

Pregunta: ¿Por qué el orgullo y la vanidad están referidos a la idolatría?

Respuesta: Porque el hombre orgulloso valora ante todo sus propias


habilidades y excelencias, y así viene a ser su ídolo; el vanidoso quiere,
además, que otros adoren ese mismo ídolo. Este orgullo y vanidad están
sensiblemente ejempli cados en Nabucodonosor, rey de Babilonia, que hizo
erigir un ídolo de oro de su persona y ordenó que todos lo adoraran (Daniel
3).

Pregunta: ¿Hay algún otro vicio cercano a la idolatría?

Respuesta: La hipocresía. Cuando un hombre usa los aspectos exteriores de


la religión, como el ayuno y la estricta observancia de las ceremonias, para
obtener el respeto de la gente, sin pensar en enmendar interiormente su
corazón (Mat. 6:5-7).

Pregunta: Si el segundo mandamiento prohibe el orgullo, la vanidad y la


hipocresía, ¿qué virtudes contrarias se prescriben?

Respuesta: La humildad, y hacer el bien en secreto.

Sobre el tercer mandamiento


Pregunta: ¿Cuándo es tomado el nombre de Dios en vano?

Respuesta: Es tomado o expresado en vano, cuando se cita su nombre en


conversaciones vanas e inútiles, y aun más, cuando se lo expresa mintiendo
o irreverentemente.

Pregunta: ¿Qué pecados prohibe el tercer mandamiento?

Respuesta: 1. Blasfemia, o emitir palabras contra Dios.

2. Murmuración, o sea quejarse contra la Providencia Divina.

3. Profanación, cuando las cosas divinas son tomadas en broma o insultadas.

4. Distracción en la oración.

5. Perjurio, cuando una persona a rma con un juramento algo falso.

6. Ruptura de juramento, cuando las personas no mantienen justa y


legalmente los juramentos.

7. Ruptura de votos hechos a Dios.


8. Juramentos banales, o emitir juramentos irre exivos en las conversaciones
comunes.

Pregunta: ¿Están dichos juramentos expresamente prohibidos en las


Sagradas Escrituras?

Respuesta: El Salvador dice: “Yo os digo: No juréis en ninguna manera, ni por


el cielo, porque es el trono de Dios... Pero sea vuestro hablar: sí, sí, no, no,
porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mat. 5:34 y 37).

Pregunta: ¿No prohibe esto todo juramento en materia civil?

Respuesta: El Apóstol Pablo dice: “Los hombres ciertamente juran por uno
mayor que ellos, y para ellos el n de toda controversia es el juramento para
con rmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los
herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso
juramento” (Heb. 6: 16-17). De esto debemos concluir que, si Dios mismo por
una manifestación inmutable usa un juramento, más aun nosotros, en
ocasiones graves y necesarias, requeridos por autoridades legales, tomemos
un juramento religiosamente con la rme intención de no romperlo.
Sobre el cuarto mandamiento
Pregunta: ¿Por qué se manda guardar el séptimo día, más que cualquier
otro, como santo para Dios?

Respuesta: Porque Dios hizo el mundo en seis días y al séptimo descansó de


la Creación.

Pregunta: ¿El Sabbath es guardado en la Iglesia Cristiana?

Respuesta: No es guardado, estrictamente hablando, como día santo, mas


en memoria de la Creación del mundo y como continuación de su
observancia original, se lo distingue de los demás días de la semana por una
mitigación de las reglas de ayuno.

Pregunta: ¿Cómo obedece, entonces, la Iglesia Cristiana el cuarto


mandamiento?

Respuesta: Después de seis días guarda un séptimo, sólo que no el último


día de la semana, el Sabbath, sino el primer día de la semana, que es el Día de
la Resurrección o Día del Señor (Domingo).

Pregunta: ¿Desde cuándo festejamos el día del Señor?

Respuesta: Desde el mismo tiempo de la Resurrección.

Pregunta: ¿Hay alguna mención en las Sagradas Escrituras acerca de festejar


el Día de la Resurrección?

Respuesta: En el libro de los Hechos de los Apóstoles se menciona que los


discípulos, es decir los cristianos, se reunían el primer día después del
sábado, que era el primer día de la semana o Día de la Resurrección.

Pregunta: ¿Hay algo más para comprender bajo el nombre del séptimo día o
Sabbath?

Respuesta: En la Iglesia del Antiguo Testamento el nombre de Sabbath se


entendía aplicando a diversos otros días guardados como el Sabbath para
festivales o ayunos, como la esta de la Pascua y el Día de la Expiación.
Asimismo, nosotros en la Iglesia Cristiana guardamos algunos otros, aparte
del Día del Señor, fechas instituidas como festivos para la gloria de Dios y
para honrar a la Santísima Doncella y otros Santos, o como días de ayuno (Ver
Orth. Confess. pág. 3, preg. 60 pág.1, preg. 88).

Pregunta: ¿Cuáles son las principales estas?

Respuesta: Las indicadas en memoria de los principales sucesos relativos a la


Encarnación del Hijo de Dios para nuestra salvación, y las manifestaciones de
la divinidad; después de ellas, las indicadas en honor a la Madre de Dios, la
Santísima Siempre Doncella María, como instrumento del Misterio de la
Encarnación. El orden de los sucesos es el siguiente:

1. El día del Nacimiento de la Santísima Madre de Dios.

2. El día de su Presentación en el Templo para su dedicación a Dios.


3. El día de la Anunciación; es decir, cuando el Angel anunció a la Santísima
Doncella la Encarnación de Ella del Hijo de Dios.

4. El día del Nacimiento de Jesucristo.

5. El día del bautismo de Nuestro Señor, y la Epifanía o manifestación de la


Santísima Trinidad.

6. El día de la recepción en el Templo de Nuestro Señor por Simeón.

7. El día de la Trans guración de Nuestro Señor.

8. El día de la Entrada de Nuestro Señor a Jerusalem.

9. La Pascua, esta de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, la esta


de las estas, la anticipación de la esta eterna o bendición eterna.

10. El día de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos.

11. La esta de Pentecostés, en memoria del Descenso del Espíritu Santo, y


en honor de la Santísima Trinidad.

12. El día de la Exaltación de la Cruz de Nuestro Señor, descubierta por la


Emperatriz Elena.

13. El día del Reposo de la Santísima Madre de Dios (Dormición).

Pregunta: ¿Cuál la abstinencia más importante?

Respuesta: La Gran Cuaresma.

Pregunta: ¿Por qué se llama Cuaresma?

Respuesta: Porque dura cuarenta días, además de la semana de la Pasión de


Cristo.

Pregunta: ¿Por qué se estableció que la Gran Cuaresma debe continuar


cuarenta días?

Respuesta: Según el ejemplo de Jesucristo mismo, que ayunó cuarenta días


(Mat. 4: 2).

Pregunta: ¿Por qué se estableció el ayuno los días miércoles y viernes?

Respuesta: Los miércoles, en recuerdo de la traición a Cristo Jesús para que


sufriese, y los viernes, en recuerdo de sus sufrimientos y muerte.

Pregunta: ¿Por qué causa se ayuna antes de las estas de la Natividad, de la


Dormición de la Madre de Dios y del Día de los Santos Apóstoles?

Respuesta: Las primeras dos como ejercicios preparatorios de abstinencia,


para mejor honrar a esas estas; la última no sólo por igual razón sino por
imitación de los Apóstoles, que ayunaban preparándose para la obra de
predicar el Evangelio (Hechos 13: 3).
Pregunta: ¿Cómo debemos usar nuestro tiempo en los Domingos y demás
grandes días santos, para cumplir el cuarto mandamiento?

Respuesta: Primero, en estos días no debemos trabajar u ocuparnos de


negocios mundanos o temporales; segundo, debemos guardarlos como
santos, es decir, usarlos para obras santas y espirituales, para la gloria de Dios.

Pregunta: ¿Por qué se nos prohibe trabajar en los días santos?

Respuesta: Para que los empleemos más completamente en obras buenas y


santas.

Pregunta: ¿Qué cosa en particular deben cumplirse en los días santos?

Respuesta: Primero, ir a la iglesia, para la adoración pública y la instrucción en


la palabra de Dios. Segundo, en el hogar, dedicarnos a la oración y la lectura o
la conversación edi cante. Tercero, dedicar a Dios una parte de nuestros
medios, subvencionando las necesidades de la Iglesia y sus Ministros, y en
limosnas a los pobres, y a visitar a los enfermos, los prisioneros, y otras obras
de caridad cristiana.

Pregunta: ¿No debemos hacer estas obras en los días de labor también?

Respuesta: Es cierto, si se puede; pero aquel a quien sus ocupaciones no se


lo permiten, debe a toda costa dedicar los días santos a esas obras. Pero la
oración es nuestra ineludible obligación de cada día, a la mañana y a la
noche, antes y después del almuerzo y de la cena, y en lo posible, al
comenzar y nalizar cualquier trabajo.

Pregunta: ¿Qué debemos pensar de aquellos que en días santos se


permiten juegos o exhibiciones obscenas, cantos inútiles y excesos en la
comida y la bebida?

Respuesta: Esa gente desacraliza grandemente los días santos. Pues si hasta
las obras inocentes y útiles para la vida presente son inadecuadas para estos
días de esta, cuánto más lo serán estas otras obras inútiles, carnales y
viciosas.

Pregunta: ¿Cuando el cuarto mandamiento habla de trabajar seis días, no


condena con ello a los que no hacen nada?

Respuesta: Sin duda condena a aquellos que en días laborales no se


entregan a obras convenientes, sino que pasan su tiempo en la pereza y la
disipación.

Sobre el quinto mandamiento


Pregunta: ¿Qué obligaciones especiales están prescritas por el quinto
mandamiento respecto a los padres, bajo la frase general de honrarlos?

Respuesta: 1. Guardarles respeto.

2. Obedecerlos.

3. Mantenerlos y consolarlos en la vejez y enfermedad.


4. Rogar por la salvación de sus almas, durante sus vidas y después de sus
muertes; y cumplir elmente su última voluntad, mientras no sea contraria a
la ley divina y civil (ver 2 Mac. 12: 43-44; Jerem. 35: 18-19; J. Damasc. Serm. de
Mort.).

Pregunta: ¿Qué grado de pecado hay en la deshonra a los padres?

Respuesta: Así como es fácil y natural amar y honrar a nuestros padres, a


quienes debemos el ser, así de grave es el pecado de deshonra hacia ellos.
Por esta causa, en la ley de Moisés se condenaba a muerte al que maldecía a
su padre o a su madre (Éxodo 21: 17).

Pregunta: ¿Por qué este mandamiento en particular contiene una promesa


de prosperidad y larga vida a los que honran a sus padres?

Respuesta: Para que los hombres tengamos una recompensa visible que
nos impulse a mejor cumplir este mandamiento, sobre el cual se basa el
orden de las familias y del cual depende, en consecuencia, toda la vida social.

Pregunta: ¿Cómo se cumple esta promesa?

Respuesta: Los ejemplos de los antiguos Patriarcas y Padres muestran que


Dios da especial fuerza a la bendición de los padres (Gén. 27); “La bendición
del padre a anza la casa de los hijos” (Eclesiástico 3: 9). Dios en su sabiduría y
recta providencia protege especialmente la vida, y dispone la prosperidad de
quienes honran a sus padres en la tierra; mas para el perfecto premio a la
perfecta virtud, El da vida eterna y bienaventurada en la patria celestial.

Pregunta: ¿Por qué en los mandamientos que enseñan a amar al prójimo se


menciona primero a los padres?

Respuesta: Porque los padres están naturalmente más cerca de nosotros


que el resto de la gente.

Pregunta: ¿Hay otras personas que debemos comprender en el quinto


mandamiento bajo el nombre de padres?

Respuesta: Sí. Todos los que de alguna manera están relacionados con
nosotros en lugar de nuestros padres.

Pregunta: ¿Quiénes están en lugar de nuestros padres?

Respuesta: 1. Nuestro mandatario y nuestro país, pues un Estado es como


una gran familia en la que el mandatario debe ser como un padre y los
ciudadanos como los hijos del mandatario y del país.

2. Nuestros pastores y maestros espirituales, porque mediante sus


enseñanzas y los Sacramentos nos hacen nacer a la vida espiritual y nos
nutren en ella.

3. Nuestros mayores en edad.

4. Nuestros benefactores.

5. Nuestros superiores en diferentes condiciones.


Pregunta: ¿De qué manera hablan las Sagradas Escrituras del honor debido a
los mandatarios?

Respuesta: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no


hay autoridad sino de parte de Dios, y las que las hay, por parte de Dios han
sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo
establecido por Dios se resiste” (Rom. 13:1-2); “Por lo cual es necesario estarle
sujetos, no solamente por razón de la ira, sino también por causa de la
conciencia” (Rom. 13:5); “Teme a Dios, hijo mío, y al rey, y no te opongas a
ninguno de los dos” (Prov. 24:21); “Dad al César lo que es para el César, y a Dios
lo que es para Dios” (Mat. 22:21); “Teme a Dios, honra al rey” (1 Pedro 2:17).

Pregunta: ¿Cuánto debemos amar a nuestro mandatario y a nuestro país?

Respuesta: Hasta estar dispuestos a dejar la vida por ellos (Juan 15: 13).

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras acerca de la obligación de


honrar a nuestros pastores y maestros espirituales?

Respuesta: “Obedeced a vuestros instructores y someteos a ellos, pues velan


sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo
hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no os traería ventaja alguna”
(Heb. 13:17).

Pregunta: ¿Hay en las Sagradas Escrituras algún mandato acerca de honrar a


los mayores en edad como a nuestros padres?

Respuesta: El Apóstol San Pablo escribe así a Timoteo: “Al anciano no lo


reprendas con dureza, sino ruégale como a un padre; a los jóvenes como a
hermanos y a las ancianas como a madres” (1 Tim. 5: 1-2); “Ponte en pie ante
las canas y honra el rostro del anciano; teme a tu Dios” (Levít. 19: 32).

Pregunta: ¿Cómo sabemos que debemos honrar a nuestros benefactores


como padres?

Respuesta: Por el ejemplo de Jesucristo mismo, que estaba sujeto a José,


pese a que José no era su padre, sino sólo su tutor (Luc. 2:51).

Pregunta: Aparte de éstos ¿quiénes son nuestros superiores, a quienes


debemos honrar como a padres?

Respuesta: A aquellos que toman el lugar de nuestros padres en la


educación, como las autoridades y maestros en las escuelas; los que nos
preservan de irregularidades y desórdenes de la sociedad, como los
magistrados civiles; los que nos protegen de las ofensas por el poder de la
ley, como los jueces; los que el mandatario encarga como defensores de la
seguridad pública contra los enemigos, como los comandantes militares.

Pregunta: ¿Qué dicen las Sagradas Escrituras sobre nuestros deberes hacia
las autoridades en general?

Respuesta: “Dad a cada uno lo debido: a quien el tributo, el tributo; a quien el


impuesto, el impuesto; a quien el respeto, el respeto; a quien el honor, el
honor” (Rom. 13:7).

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras del respeto mutuo entre los
empleados y sus patrones?
Respuesta: “Siervos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y
respeto, en la sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviéndoles sólo
para ser vistos, como quienes agradan a los hombres, sino como siervos de
Cristo, que hacen la voluntad de Dios con toda el alma” (Efes. 6:5-6); “Criados,
estad sujetos con todo respeto a vuestros amos, no solamente a los buenos y
afables, sino también a los difíciles de soportar” (1 Pedro 2:18).

Pregunta: Si las Sagradas Escrituras prescriben deberes hacia los padres


¿prescribe de la misma manera deberes respecto de los hijos?

Respuesta: Sí. Prescriben obligaciones para con los hijos de acuerdo con la
dignidad de padres: “Y vosotros, padres, no provoquéis la ira a vuestros hijos,
sino criadlos en la enseñanza y amonestación del Señor” (Efes. 6:4).

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras acerca de los deberes de los
pastores hacia su rebaño espiritual?

Respuesta: “Apacentad el rebaño de Dios que está entre vosotros, vigilando,


no obligando por la fuerza, sino de buen grado, según Dios; y no por sórdida
ganancia, sino por generosidad; no como tiranizando a vuestros propios
eles, sino siendo modelos para el rebaño” (1Pedro 5:2-3).

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras acerca de los deberes de las
autoridades?

Respuesta: “Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos,


sabiendo que también vosotros tenéis un Amo en los cielos” (Colos. 4:1).

Pregunta: ¿Cómo debemos actuar, si nuestros padres o gobernantes nos


piden que hagamos algo contrario a la fe o a la ley de Dios?

Respuesta: En tal caso, debemos responder como lo hicieron los Apóstoles a


los jefes de los judíos: “Juzgad si sería justo ante Dios obedeceros a vosotros
más que a Dios” (Hechos 4:19). Y, por causa de la fe y de la ley de Dios,
debemos estar preparados para soportar las consecuencias, cualesquiera
sean.

Pregunta: ¿Cuál es el nombre de la virtud requerida por el quinto


mandamiento?

Respuesta: Obediencia.

Sobre el sexto mandamiento


Pregunta: ¿Qué está prohibido por el sexto mandamiento?

Respuesta: El homicidio. Es decir, quitar la vida de nuestro prójimo en


cualquier forma.

Pregunta: ¿Cómo debe considerarse el homicidio involuntario, cuando un


hombre mata accidentalmente y no intencionadamente?

Respuesta: El hombre que es culpable de homicidio involuntario no puede


considerarse inocente, a menos que haya tomado todas las precauciones
contra el accidente; de todas maneras, debe limpiar su conciencia de
acuerdo con los cánones de la Iglesia.
Pregunta: ¿Con qué casos deben relacionarse los asesinatos y violaciones de
este mandamiento?

Respuesta: Aparte del homicidio, por cualquier medio, el mismo pecado


puede ser cometido en los siguientes casos y otros similares:

1. Cuando un juez condena a un prisionero sabiendo que es inocente.

2. Cuando se oculta o facilita la fuga del asesino, y así se le da oportunidad de


renovar sus crímenes.

3. Cuando alguien puede salvar la vida de un prójimo, pero no lo hace, como


cuando un rico ve que un pobre se muere de hambre.

4. Cuando alguien carga excesivamente con trabajos pesados y castigos a los


que le están sometidos, y así acelera su muerte.

5. Cuando alguien, por falta de templanza y otros vicios, acorta su propia vida.

Pregunta: ¿Qué debemos pensar sobre el suicidio?

Respuesta: Que es el más criminal de los homicidios. Porque si es contrario a


la naturaleza matar a un hombre, tanto más lo es matarnos a nosotros
mismos. Nuestra vida no nos pertenece sino a Dios, que nos la dio.

Pregunta: ¿Qué debemos pensar acerca de los duelos para decidir disputas
privadas?

Respuesta: Desde que la resolución de las disputas privadas pertenece al


gobierno, y los duelistas, en lugar de acudir a la ley, voluntariamente recurren
a un acto que implica peligro mani esto de muerte para ambos, es evidente
que el duelo implica tres crímenes terribles: rebelión, asesinato y suicidio.

Pregunta: ¿Además de la eliminación física, existe el homicidio espiritual?

Respuesta: Sí. El homicidio espiritual es inducir al pecado; cuando uno


provoca que el prójimo caiga en la incredulidad o la iniquidad, y así somete
su alma a la muerte espiritual. El Salvador dice: “El que escandalice a uno de
estos pequeños que creen en mí, más vale que se cuelgue al cuello una de
esas piedras de molino que mueven los asnos, y se hunda en lo profundo del
mar” (Mat. 18:6)

Pregunta: ¿Existen formas sutiles de homicidio?

Respuesta: A este pecado pueden referirse todos los actos y palabras contra
el amor, todo lo que injustamente afecte la paz y seguridad de nuestro
prójimo, y, nalmente, toda la malicia contra él, aunque no se muestre
abiertamente. “Todo el que aborrece a su hermano es un homicida” (1Juan 3:
15).

Pregunta: Cuando se nos prohibe dañar la vida de nuestro prójimo, ¿qué se


nos está ordenando?

Respuesta: Hacer todo lo que está a nuestro alcance para asegurar su vida y
su bienestar.
Pregunta: ¿Qué deberes se desprenden de esto?

Respuesta: 1. Ayudar a los pobres;

2. asistir a los enfermos;

3. confortar a los a igidos;

4. aliviar la pena del desgraciado;

5. proceder atentamente con todos, con humildad y amor;

6. reconciliarnos con los ofendidos;

7. perdonar las ofensas, y hacer el bien a nuestros enemigos.

Sobre el séptimo mandamiento


Pregunta: ¿Qué está prohibido con el séptimo mandamiento?

Respuesta: El adulterio.

Pregunta: ¿Qué formas de pecado están prohibidas bajo el término de


adulterio?

Respuesta: El Apóstol San Pablo aconseja que los cristianos ni siquiera


hablen de tales impurezas (Efes. 5:3). Es sólo por necesidad de advertir a la
gente contra estos pecados, que nombramos aquí algunos de ellos, como:

1. Fornicación, o amor carnal desvergonzado entre personas no casadas entre


sí, o solteras;

2. adulterio, cuando personas casadas, ilegalmente dan el amor que


mutuamente les corresponde, a extraños;

3. Incesto, cuando parientes próximos entran en unión semejante al


matrimonio.

Pregunta: ¿Qué nos enseña el Salvador sobre el adulterio?

Respuesta: “Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio


con ella en su corazón” (Mat. 5:28).

Pregunta: ¿Qué debemos hacer para guardarnos de este sutil adulterio


interior?

Respuesta: Debemos evitar todo lo que pueda excitar sensaciones impuras


en nuestro corazón, como cantos y danzas lascivas, conversaciones
obscenas, juegos y bromas deshonrosas, miradas indecorosas, y la lectura de
libros que contienen descripciones de amor impuro. Debemos tratar, de
acuerdo con el Evangelio, de ni siquiera mirar aquello que pueda hacernos
caer en el pecado: “Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo
y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no
que todo tu cuerpo sea arrojado al in erno.”

Pregunta: ¿Debemos, literalmente, arrancarnos el ojo inductor?


Respuesta: Debemos arrancarlo, no con la mano, sino con la voluntad. El que
decidió ni siquiera mirar lo que es ofensivo, ya arrancó de sí el ojo inductor.

Pregunta: ¿Estando prohibido el pecado del adulterio, que virtudes se


relacionan con él?

Respuesta: Las del amor conyugal y la delidad y, para los que puedan
recibirla, la pureza perfecta y castidad.

Pregunta: ¿Cómo hablan las Sagradas Escrituras de los deberes del hombre y
de la mujer?

Respuesta: “Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y


se entregó a Sí mismo por ella” (Efes. 5:25); “Mujeres, sed sumisas a vuestros
maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo
es Cabeza de la Iglesia, el Salvador del cuerpo” (Efes. 5:22-23).

Pregunta: ¿Qué motivos nos muestran las Sagradas Escrituras, para hacernos
rechazar la fornicación y vivir castamente?

Respuesta: Nos dicen que mantengamos nuestros cuerpos en pureza, pues


son los miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo; y el que comete
fornicación peca contra su propio cuerpo, esto es, lo corrompe, lo infecta con
enfermedades y además hiere sus facultades mentales como la imaginación
y la memoria (ver 1 Cor. 6:15 y 18-19).

Sobre el octavo mandamiento


Pregunta: ¿Qué está prohibido con el octavo mandamiento?

Respuesta: Robar, o apropiarnos de lo que pertenece a otro.

Pregunta: ¿Qué pecados en particular están así prohibidos?

Respuesta: Los principales son:

1. Robo, es decir tomar lo que pertenece a otro por la fuerza.

2. Hurto, cuando algo es sustraído secretamente.

3. Fraude: la apropiación de cosas ajenas mediante arti cios; dar moneda


falsa por legítima, o mercadería de mala calidad por buena; usar falsos pesos
y medidas, para entregar menos de lo vendido; ocultar los bienes, para evitar
pagar las deudas; no cumplir honestamente contratos o ejecución de
voluntades; ocultar a culpables de deshonestidades, y defraudar así a los
injuriados impidiendo la acción de la justicia.

4. Sacrilegio: apropiarse de lo que fue dedicado a Dios o pertenece a la Iglesia.

5. Sacrilegio espiritual, cuando uno pecaminosamente da, y otro


fraudulentamente recibe, algún cargo sagrado, no por merecimiento sino
por ganancia.

6. Soborno, cuando alguien recibe una suma de quien está bajo su


jurisdicción para promoverlo inmerecidamente, absolver al culpable, u
oprimir al inocente.
7. Comer del pan de la ociosidad, cuando la gente recibe salario por sus
obligaciones, o pago por el trabajo que no cumple, y así en realidad roba su
paga, y el bene cio que la sociedad o aquel a quien sirve pudiera haber
obtenido por su trabajo. De la misma manera, aquellos que podrían
mantenerse a si mismos trabajando, en lugar de vivir de limosnas.

8. Extorsión, cuando exhibiendo algún derecho, pero en realidad contra la


equidad y la humanidad, algunos toman ventaja de la propiedad, los trabajos
y hasta el infortunio de otros. Por ejemplo, cuando los acreedores oprimen a
los deudores con la usura. Cuando los amos imponen a sus dependientes
labores excesivas. Cuando en épocas de hambruna algunos venden pan a
precios exorbitantes.

Pregunta: ¿Cuando se nos prohiben estos pecados, cuáles son las virtudes
prescritas?

Respuesta: 1. Desinterés.

2. Fidelidad.

3. Recto juicio.

4. Misericordia con el pobre.

Pregunta: ¿Entonces, el que no muestra misericordia con el pobre peca


contra el octavo mandamiento?

Respuesta: Ciertamente, si tiene los medios para asistirlo, pues todo lo que
tenemos pertenece en realidad a Dios, y nuestra abundancia es dada por su
Providencia para asistir a los pobres. Por ello, si no les damos de nuestra
abundancia, en realidad estamos robándolos y defraudándoles de sus
derechos y de los dones de Dios.

Pregunta: ¿Existe alguna otra virtud más elevada contraria a los pecados del
octavo mandamiento?

Respuesta: Sí, la absoluta pobreza, o renunciación a toda propiedad, que es


propuesta por el Evangelio no como una obligación para todos, sino como
consejo para los que quieren ser perfectos: “Si quieres ser perfecto, vete,
vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos”
(Mat. 19:21).

Sobre el noveno mandamiento


Pregunta: ¿Qué está prohibido con el noveno mandamiento?

Respuesta: El falso testimonio contra nuestro prójimo, así como mentir.

Pregunta: ¿Qué se prohibe bajo las palabras falso testimonio?

Respuesta: 1. El falso testimonio en una corte de justicia es cuando alguien


presta testimonio, delata o acusa falsamente a otro.

2. Falso testimonio fuera de una corte de justicia es cuando alguien difama al


prójimo, o lo inculpa de manera injusta.
Pregunta: ¿Está permitido censurar a alguien cuando realmente es
censurable?

Respuesta: El Evangelio no nos permite juzgar ni los reales vicios o faltas de


nuestro prójimo, excepto que seamos especialmente llamados para su
castigo o enmienda (por un o cio judicial): “No juzguéis, para no ser
juzgados” (Mat. 7:1).

Pregunta: ¿Están permitidas las mentiras que no tienen por propósito


perjudicar a nuestro prójimo?

Respuesta: No, porque son incompatibles con el amor respecto a nuestro


prójimo, y son indignas de un hombre, en especial un cristiano, que fue
creado para la verdad y el amor: “Por tanto, desechando la mentira, hablad
con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los
otros” (Efes. 4:25).

Pregunta: Si queremos evitar los pecados contra el noveno mandamiento,


¿qué reglas debemos seguir?

Respuesta: “Quien quiera amar la vida y ver días felices, guarde su lengua del
mal, y sus labios de palabras engañosas” (1 Pedro 3:10); “Si alguno se cree
hombre de fe, pero no pone freno a su lengua sino que engaña a su propio
corazón, su fe es vana” (Santiago 1:26).

Sobre el décimo mandamiento


Pregunta: ¿Qué prohibe el décimo mandamiento?

Respuesta: Todos los deseos contrarios al amor hacia nuestro prójimo, y los
pensamientos asociados con esos deseos.

Pregunta: ¿Por qué están prohibidos no sólo las malas acciones sino también
los malos deseos y pensamientos?

Respuesta: Primero, porque cuando el alma hospeda algún deseo o


pensamiento malos, es ya impura a la vista de Dios, e inmerecedora de El.
Como dice Salomón: “Abominaciones son a Dios los pensamientos malos”
(Prov. 15:26). Por eso debemos puri carnos a nosotros mismos de estas
impurezas interiores, como enseña el Apóstol San Pablo: “Puri quémonos de
toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santi cación en el
temor de Dios” (2 Cor. 7:1). Segundo, porque para prevenir actos
pecaminosos, es necesario vencer los deseos y pensamientos pecaminosos,
de los cuales como de semillas surgen tales acciones. Como está escrito:
“Desde el corazón salen las intenciones malas, homicidios, adulterios,
fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias” (Mat. 15:19); “Cada uno es
tentado por su propia concupiscencia, que le arrastra y seduce. Después, la
concupiscencia, cuando ha concebido, da a luz el pecado, y el pecado, una
vez consumado, engendra la muerte” (Santiago 1:14-15).

Pregunta: ¿Cuando se nos prohibe desear lo de nuestro prójimo, que pasión


es condenada?

Respuesta: La envidia.

Pregunta: ¿Qué está prohibido por las palabras: “No codicies la mujer de tu
prójimo”?
Respuesta: Todos los pensamientos y deseos lascivos, o adulterio interior.

Pregunta: ¿Qué está prohibido por las palabras: “no codicies la casa de tu
prójimo, ni sus campos, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa
alguna que le pertenezca”?

Respuesta: Todos los pensamientos de avaricia y ambición.

Pregunta: ¿Qué deberes, correspondientes a estas prohibiciones, nos


prescribe el décimo mandamiento?

Respuesta: Primero, conservar la pureza del corazón; segundo, contentarnos


con nuestra suerte.

Pregunta: ¿Qué es necesario para puri car el corazón?

Respuesta: La frecuente y fervorosa invocación del Nombre de Nuestro


Señor Jesucristo.

Conclusión
Aplicación de la enseñanza de fe y devoción
Pregunta: ¿Cómo debemos aplicar la enseñanza de fe y devoción?

Respuesta: Debemos cumplir en la práctica con aquello que conocemos


bajo el temor del temible juicio por el incumplimiento. “Sabiendo esto, seréis
dichosos si lo cumplís” (Juan 13:17); “Aquel siervo que, conociendo la voluntad
de su señor, no ha preparado nada ni obrado conforme con su voluntad,
recibirá muchos azotes” (Lucas 12:47).

Pregunta: ¿Qué debe hacer el hombre cuando es consciente de algún


pecado?

Respuesta: No sólo debe arrepentirse inmediatamente, y resolver


rmemente no volver a caer en ese pecado en el futuro, sino que debe tratar
en lo posible de reparar el escándalo o injuria que produjo, por buenas
acciones opuestas al mismo. Esto es lo que hizo Zaqueo el Publicano, cuando
dijo al Señor: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres, y si en algo
defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo” (Lucas 19:8).

Pregunta: ¿Qué cuidado debemos tener cuando nos parece que hemos
cumplido algún mandamiento?

Respuesta: Debemos disponer nuestro corazón de acuerdo con las palabras


de Jesucristo: “Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid:
Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lucas 17:10).

Amplio

Catecismo Cristiano

de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa

Publicación de la Hermandad Ortodoxa “San Sergio”

PRIMERA EDICIÓN
Buenos Aires 1996

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Missionary Lea et # S02b


Holy Protection Russian Orthodox Church
2049 Argyle Ave. Los Angeles, California 90068
Editor: Bishop Alexander (Mileant)

(catecismo.doc, 04-10-99)
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