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Las lanzas o La rendición de Breda

Se trata de un óleo sobre lienzo con unas medidas de 3 metros x 3,7 metros (medidas tan grandes
denotan la importancia de lo que en él se representa), está situado en el Museo del Predo en Madrid
y pertenece al Barroco español.

El cuadro se trata de una obra realizada por el pintor sevillano Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
hacia el año 1635 para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, donde se
encontraban pinturas que representaban variadas escenas de victorias bélicas obtenidas durante el
reinado de Felipe IV, de entre las cuales, la obra de Velázquez fuese considerada la más prestigiosa.

El cuadro se basa en el sitio de Breda en 1625, en el contexto de la guerra de los ochenta años contra
los rebeldes holandeses. Breda se trataba de un bastión de vital importancia estratégica que debía ser
tomado, para ello, en 1624, se dispuso un ejército al mando del genovés Ambrosio Spínola, que se
enfrentaría a las fuerzas defensoras de Mauricio de Nassau. Tras diez meses de asedio, la ciudad fue
rendida por su gobernante Justino de Nassau a las tropas españolas en 1625. Su toma fue una de las
victorias más importantes de Ambrosio Spínola y un acontecimiento militar de gran importancia, por
lo que no es de extrañar su inclusión en el Salón de Reinos.

Para su realización, Velázquez se basó en la obra de Calderón de La Barca “El Sitio de Breda” de 1625,
en la que se representaba una escena de similares características a la descrita en el cuadro por el
pintor andaluz. En este (referido al cuadro), se nos presente en primer plano la entrega de las llaves
de la ciudad por parte de Justino de Nassau al general genovés (representa el acto de rendición de la
ciudad flamenca), que en un acto de clemencia evita que su contario se arrodille ante él, esta imagen
que Velázquez da de Spínola en el cuadro es la que se quería dar de la monarquía hispánica en aquella
época, una dinastía justa, que respetaba las leyes de la guerra y era capaz de mostrar clemencia a sus
enemigos. A izquierda y derecha de la composición observamos concentraciones de soldados
(holandeses y españoles respectivamente) que se sitúan en estas posiciones para subrayar aún más la
importancia del acto entre los dos dirigentes, su intención no es más que acompañar el motivo
principal de la obra, que no tiene la representación bélica que se esperaría de una obra de este calibre,
con ejércitos triunfantes y generales vencidos, sino que da una idea de una acción afectuosa entre los
dos generales, casi amistosa, una acción más propia del final de una guerra. En el lado de las tropas
hispanas podemos ver representados los colores del tercio de Spínola (la bandera de cuadros blancos
y azules con la cruz de San Andrés en su centro), y las lanzas o picas de las tropas españolas (Inclinadas
hacia arriba en señal de victoria), insignia del poder de los tercios en los campos de batalla europeos
y de las que deriva el nombre común con el que se conoce el cuadro. Al fondo del cuadro, podemos
ver el terreno de combate en el que se libró la batalla, con la propia ciudad holandesa (Breda) en
llamas, símbolo de la destrucción y muerte que traen consigo las guerras. En la esquina inferior
derecha encontramos una hoja de papel que parece estar superpuesta en el cuadro, un recurso que
usaban los pintores para plasmar su firma, pero esta tiene la peculiaridad de estar en blanco, con esto,
Velázquez, plasma una afirmación que se le trasmite al observador pues, ¿Quién sería capaz de pintar
tal obra maestra que no fuese el propio Velázquez?, además encontramos lo que algunos toman como
un autorretrato de Velázquez a la derecha del corcel de Spínola que, junto con un holandés a la
izquierda del cuadro, intentan hacernos cómplices de la escena.

El cuadro fue realizado tras su estancia de aprendizaje en Italia, iniciada en 1629, lo que le permitió
estudiar a los artistas más importantes a nivel europeo, que provocara a su vuelta la apreciación de
un nivel de madurez en su pintura. En el destacan tonos cálidos en el primer plano y fríos en la lejanía,
con pinceladas sueltas en la lejanía y detalladas en primer plano, con una luz proveniente de la
izquierda del espectador que crea efectos de claro oscuro. Se consigue un efecto de profundidad
mediante el uso de la perspectiva aérea por parte de Velázquez. Es un cuadro de gran realismo
anatómico.

El cuadro es considerado una obra maestra en la que el genio sevillano se desprende de los
estereotipos con los que se representaban las escenas bélicas, con ejércitos triunfantes que
aplastaban a los vencidos y generales imponentes en sus caballos, guiando a sus tropas a la victoria.
En el cuadro, Velázquez, representa la escena como una reunión cordial entre los dos comandantes,
que tienen una actitud casi amistosa el uno hacia él otro.

Bibliografía:

-Página web del Museo del Prado (https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/las-


lanzas-o-la-rendicion-de-breda/0cc7577a-51d9-44fd-b4d5-4dba8d9cb13a)

-Página de Wikipedia sobre el sitio de Breda (https://es.wikipedia.org/wiki/Sitio_de_Breda_(1625))

-Web La Cámara del Arte (https://www.lacamaradelarte.com/2019/03/la-rendicion-de-


breda.html)

-Comentario de la obra como orientación


(https://temasycomentariosartepaeg.blogspot.com/p/blog-page_292.html)

La Inmaculada Concepción
En el guion del trabajo vienen representados dos cuadros de la Inmaculada Concepción, ambos del
mismo autor, Bartolomé Esteban Murillo; el primero se trata de “La Inmaculada Concepción”, un
retrato de la parte superior del torso de la Virgen María; el segundo, “La Inmaculada Concepción del
Escorial”, es una pintura de cuerpo entero de la virgen. En el trabajo me centraré en el análisis de la
segunda obra. La obra de Murillo se trata de un óleo sobre lienzo de unos 2 metros x 1,4 metros
realizada entre 1660 y 1665, en el barroco español.

Inmaculada Concepción es un principio que tiene la iglesia católica para referirse a la virgen María,
con este dogma, la iglesia deja claro que el nacimiento de María se dio de forma pura, es decir, que
nació libre del pecado original, limpia de esta mancha, su concepción fue inmaculada. Este principio
deja claro la posición especial de Santa María, a la que Dios preservo limpia de todo pecado para que
pudiese dar a luz a su hijo Jesús.

El culto a la Inmaculada Concepción de María ha sido un pilar importante en las creencias hispánicas,
empezando su culto ya por el siglo VII, a lo largo de los años no hiso más que crecer, creándose
cofradías ya por el siglo XIV dedicadas a la Inmaculada y levantándose parroquias y conventos
únicamente para la veneración de esta. Los monarcas españoles fueron grandes devotos de la virgen,
siendo portados sus estandartes en batallas y consagrando ordenes en su honor. Tal era el fervor por
la imagen de la santísima que, en 1760, el papa Clemente XIII, bajo petición de Carlos III, la declaro
patrona de España y las Indias. Algunas ciudades como Sevilla, en el siglo XVI, juraron la defensa de la
Santísima Concepción de la Virgen. Incluso victorias militares como la de Empel en 1585 se la atribuyen
a la actuación de la misma, lo que llevaron a convertirla en el siglo XIX en patrona de la Infantería del
Ejército español. Por ello, no es de extrañar que, durante la época de oro de las artes en España se la
intentara representar de la manera más pura y santa posible. La obra se basa en la aparición de la
Virgen a la dama portuguesa Beatriz de Silva, quien fundo la Orden de la Concepción Purísima en
Toledo en el siglo XVI.

En el cuadro del pintor sevillano podemos observar una imagen de la virgen en una etapa muy juvenil
de su vida, pero conservando en su apariencia la imagen de pureza, manteniendo la representación
de la Virgen tota pulchra, enviada desde el cielo por Dios, elegida por este mismo para dar a luz a su
hijo, rodeada de símbolos provenientes del antiguo testamento. Podemos ver como se encuentra
situada encima de una media luna, símbolo cristiano para la representación del principio femenino,
en la que María se representa como madre universal. La vemos ascender al cielo rodeada de erotes,
que derivaban de las representaciones de dioses antiguos, en este caso se puede tratar del espíritu
mensajero Demon, un ser intermediario entre mortales y dioses, que en el cuadro está escoltando a
la purísima (No viene especificado en ningún lugar, es un pensamiento propio que saco yo del análisis
de la obra, se pueden tratar simplemente de Querubines). Su ascenso al reino de los cielos es
representación de su santidad. Vemos a la Virgen inmersa en un trasfondo de luces, que se usa como
recurso para resaltar su divinidad. En la obra encontramos un colorido vivo con contrastes entre
cálidos y fríos.

En esta obra Murillo consigue la que posiblemente sea la mejor representación de la Inmaculada
Concepción de su época, mezclando el tema de su pureza con el de su ascenso a los cielos y santidad,
con lo que consigue una representación en la que se plasma todo el fervor y anhelo que la sociedad
sentía por la imagen de la madre de Cristo.

Bibliografía:

-La Inmaculada Concepción del Escorial (https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-


arte/la-inmaculada-del-escorial/10a7a263-cec9-4bbc-8385-6c8c1893b4dd)

-La Inmaculada Concepción (https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/la-


inmaculada-concepcion/41e27983-67d1-4243-87c9-134c7b140586)

-Inmaculada Concepción Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Inmaculada_Concepci%C3%B3n)

-Representación de la Inmaculada Concepción en el arte español


(http://www.fuesp.com/pdfs_revistas/cai/2/cai-2-1.pdf)

-La Virgen Tota Pulchra en el arte riojano (Dialnet-LaVirgenTotaPulchraEnElArteRiojanoDelSigloXVI-


61824.pdf)

-Los erotes o Putti (https://es.wikipedia.org/wiki/Putto)

-Comentario de la obra como orientación


(https://temasycomentariosartepaeg.blogspot.com/p/blog-page_970.html)

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