El recurso de agravio constitucional fue interpuesto por Jorge Luis Purizaca
Furlong y Luis Alberto Otárola Peñaranda a favor de Ollanta Moisés Humala Tasso y Nadine Heredia Alarcón contra la resolución de fojas 895, de fecha 18 de octubre de 2017, expedida por la Segunda Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Piura, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de fecha 23 de agosto de 2017; y, la resolución de fojas 444, de fecha 25 de octubre de 2017, expedida por la Tercera Sala Penal de Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declaró improcedente la demanda de Habeas Corpus de fecha 25 de agosto de 2017.
La defensa de la ex pareja presidencial argumentó que la solicitud de prisión
preventiva por parte de la Segunda Fiscalía Supranacional por 18 meses fue aprobada en base a argumentos arbitrarios que no lograron demostrar la existencia de elementos de convicción que logren aseverar el peligro de fuga inminente. Anteriormente ya se había dictado el impedimento de salida y comparecencia restringida para Nadine Heredia y comparecencia restringida para Ollanta Humala, pese a ello, la sala en mención solicitó la variación de estas medidas restrictivas por la prisión preventiva.
El Tribunal Constitucional señaló que la única manera de cambiar la
comparecencia restringida de la ex pareja presidencial a prisión preventiva sería encontrando nuevos elementos de juicio que verifiquen los “indicios delictivos fundados” a los cuales hace alusión el artículo 279 inciso 1 del Código Procesal Penal. Es decir, elementos no incorporados en la sentencia de comparecencia y su confirmatoria. Para ello, el TC realiza un análisis de aquellos elementos de convicción que, a criterio tanto del juez, como de los jueces superiores evidencian la vinculación de los procesados con un delito.
Así, el Tribunal Constitucional realizó un análisis de ambos supuestos y concluyó
que, en lo referido al peligro de fuga por parte de Ollanta Humala, el juez de la sentencia cuestionada erró al no considerar necesario el reconocimiento de voz en los audios que servían de prueba, presumiendo que la voz emanada de los mismos correspondía al procesado, pues al hacerlo violó los derechos del procesado a la defensa, así como el derecho a la debida incorporación de la prueba como manifestación del debido proceso. Ese mismo error fue cometido por la Sala Superior al argumentar que, al estar en un contexto de incidente cautelar y no en el espacio de un proceso principal, las exigencias para determinar la identidad de la persona cuya voz se escucha en los audios no podía ser parte de una investigación tan exhaustiva.
De la misma manera, el máximo intérprete de la Constitución señaló sobre el
supuesto peligro de fuga por parte de Nadine Heredia, que tanto el juez como la Sala Superior actuaron de manera arbitraria. En el primer caso, el juez consideró que la dación de un poder a un tercero para poder sacar a sus hijas del país era indicio de peligro procesal, pues lo consideró consecuencia de la variación de las reglas de conducta. En el segundo caso, la Sala también consideró que la dación del poder era efecto de la denegación del pedido de modificar la comparecencia establecida en su contra. El TC consideró que la motivación dada no supera los estándares de razonabilidad y motivación mínimos, pues (i) no justifica cómo la emisión del poder contribuye a generar peligro procesal, (ii) la emisión del poder es anterior a la resolución que rechaza el pedido de modificar la comparecencia, (iii) Nadine regresa al país antes del término establecido por la resolución que rechaza modificar el pedido de comparecencia.
Así también, el TC, refiriéndose a la argumentación del Juez y de la Sala respecto
al comportamiento de haber falseado su firma gráfica, señala que tales instancias jurisdiccionales no justifican por qué tal comportamiento amerita una medida cautelar tan gravosa como la prisión preventiva.
Finalmente, el TC se ha pronunciado sobre la supuesta pertenencia de los
investigados a una organización criminal como argumento para justificar el peligro procesal. Al respecto, señala que la pertenencia a una organización criminal es un criterio punitivo que no puede soslayar la exigencia de probar la peligrosidad procesal, ni justificar en sí misma la prisión preventiva; de ser así, ya nada diferenciaría a la prisión preventiva de la posterior a la condena, pues la naturaleza de la prisión preventiva se sostiene sobre la peligrosidad procesal y la presunción de inocencia. En consecuencia, si la sola evidencia de pertenencia a una organización criminal no es suficiente para justificar la prisión preventiva, dado que se han calificado de inconstitucionales las demás razones esgrimidas por el juez y la Sala, entonces tampoco esta evidencia puede justificar la prisión preventiva a la ex pareja presidencial. Como conclusión se puede llegar a decir que si bien no establece un precedente vinculante, resalta una serie de parámetros que se deberán de tomar en cuenta respecto a la figura de la prisión preventiva.
Es claro que la prisión preventiva dictada por el juez Concepción Carhuancho y
confirmada por la Sala no cumple con los requisitos que requiere esta figura, por lo que la sentencia favorable a la ex pareja presidencial, está plenamente justificada.
Una medida cautelar pertinente implica observar los principios de razonabilidad
y proporcionalidad, así como estar motivada en la medida que gravosa sea con los derechos del acusado. En ese sentido, la medida más idónea para el caso concreto se puede hallar entre la comparecencia simple y la restrictiva, las mismas que igual que la prisión preventiva deben ser debidamente motivadas.