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14 Oct Efectos respectivos y

diferencias entre resolución y


rescisión
practicas

La idea de contrato responde al acuerdo o pacto que, mediante la


prestación del debido consentimiento, vincula a dos o más
personas respecto de una determinada conducta de carácter
patrimonial. Nuestro Código Civil (en adelante, CC) se adscribe a
esta concepción de contrato entendiéndolo como una fuente de
creación de obligaciones y así lo expresa en el artículo 1.254 CC: “el
contrato existe desde que una o varias personas consienten en
obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún
servicio”.

El contrato, según lo define la doctrina[1], es un mecanismo de


generación de derechos y obligaciones respecto de las partes,
quienes se encuentran vinculadas a la realización de su promesa por
el mero hecho de haberse comprometido a ello, por haber prestado
su consentimiento.

2. En este sentido, basta observar diferentes contratos para darnos


cuenta de que en muchas ocasiones la redacción no es clara, puesto
que a lo largo del clausulado se producen confusiones
terminológicas. En concreto, y aunque hay numerosa casuística al
respecto, resultan abundantes las relativas a las causas de
ineficacia contractual, empleando indistintamente términos
como resolución y rescisión. Es decir, si bien es cierto que ambos
conceptos son empleados de forma indistinta -como si fueran
sinónimos-, no es menos cierto que realmente presentan
importantes diferencias entre sí –al ser instituciones jurídicas
distintas-, tal y como analizaremos a continuación.

3. Esta generalizada confusión en el trafico jurídico, encuentra su


principal causa en la vulgarización de la terminología jurídica, de
modo que genera que se empleen términos sin tener en cuenta las
importantes diferencias que entrañan en cuanto a su categoría o
significado -lo que comporta importantes riesgos, como veremos-.

4. Ante este contexto de errónea equiparación conceptual, conviene


aclarar las importantes diferencias existentes entre ambas
instituciones jurídicas, para lo cual resulta necesario, con carácter
previo, partir de la definición de conceptos jurídicos básicos:

Sobre la “invalidez” e “ineficacia”.

5. Resulta reseñable destacar que la ineficacia de los contratos, que


provoca que los mismos queden sin efecto, es uno de los temas
más controvertidos de nuestro Derecho, motivado por la
confusión que genera la literalidad del propio Código Civil. Todo
negocio jurídico se dirige a producir unos efectos acordes a la
voluntad de las partes firmantes, sin embargo, esto no siempre llega
a ocurrir.

6. A este respecto, cabe identificar la ineficacia del contrato


como una categoría general que alude a la no producción de los
efectos típicos del contrato. Del mismo modo, el termino ineficacia
hace referencia a todos aquellos supuestos en los que el contrato
deviene ineficaz, bien por no producir los efectos para los que
estaba tendencialmente dirigido, bien por dejar de producirlos en
algún momento.

Así las cosas, los supuestos de ineficacia contractual pueden


integrarse en dos categorías: la invalidez y la ineficacia, en sentido
estricto.

7. La ineficacia encuentra su causa en la falta de producción de


efectos del contrato por circunstancias extrínsecas, de tal forma que
nos encontramos ante contratos perfectos desde el punto de vista
de los elementos necesarios para su validez, pero que por causas
externas pierden su eficacia. En este sentido, De Castro define el
contrato ineficaz como “aquel al que cualquier obstáculo o defecto
impide que despliegue sus naturales consecuencias”.

8. Sea como fuere, la ineficacia es ante todo una sanción. Por


sanción entendemos la reacción del ordenamiento jurídico ante una
infracción, fundamentada en la disconformidad que se produce entre
el tipo y la realidad negocial.

9. Algunos de los supuestos habituales de ineficacia contractual


son:

Mutuo disenso.

Desistimiento unilateral.

Resolución por incumplimiento.

Revisión.

Revocación.

Acaecimiento de la condición resolutoria.

10. Por el contrario, los contratos acusados de invalidez son


aquellos que resultan inadmisibles por el Ordenamiento Jurídico,
pues están afectos por la falta de alguno de los elementos
esenciales del contrato (el consentimiento, el objeto o la causa). Por
tanto, la invalidez viene motivada por la concurrencia de
:
circunstancias intrínsecas en cualquiera de los elementos esenciales
del contrato.

Sobre la nulidad y la anulabilidad de los contratos.

11. Por otro lado, y atendiendo a la gravedad de los “defectos” que


presente un contrato, debemos distinguir dos tipos de
consecuencias jurídicas:

Tiene lugar cuando el contrato se celebra en contra de lo dispuesto


en la propia Ley. A esta nulidad se refiere el art. 6.3 del Código Civil;
este tipo de contratos no producen efectos jurídicos, puesto que el
derecho los considera como no realizados, esto es, la nulidad opera
“ipso iure”, de manera automática, pudiendo declararse de oficio, sin
expresa petición de parte (Sentencia del TS, de 14 de Mayo de
1994).

El ejercicio de esta acción no está sometida a plazo de prescripción


alguno, pues lo que es inválido desde un inicio no es susceptible de
ser convalidado con el paso del tiempo (AP Cádiz, Sec. 5.ª, de 1 de
Octubre de 2009).

A este respecto resulta interesante hacer alusión a lo referente a


la autonomía de la voluntad, de tal manera que se establecen
como limites a la misma los pactos, cláusulas y condiciones
contrarias a la Ley, la moral o al orden público[2]. Asimismo, la
nulidad de los contratos se produce en aquellos casos en que estos
se hayan celebrado en violación de una prescripción o prohibición
legal fundamentada sobre motivos de orden público[3].

La anulabilidad: se trata de otra “imperfección” contractual


recogida en el art. 1300 CC y ss. En estos supuestos, los contratos
reúnen todos los requisitos esenciales necesarios para
perfeccionarse, pero devienen ineficaces por adolecer de vicios, que
:
generalmente están vinculados a vicios de capacidad o de la
voluntad.

La acción de anulabilidad produce la destrucción del acto con


fuerza retroactiva, es decir, hasta que el contrato no sea anulado
surtirá todos los efectos propios de un acto válido, y, será una vez
declarada su nulidad cuando dejará de producir tales efectos, como
si nunca hubiera existido.

12. Habiendo definido la invalidez e ineficacia contractual, así como


los tipos de “defectos” que pueden presentar los contratos -junto
con sus consecuencias jurídicas y efectos-, podemos aventurarnos
en mejores condiciones a definir qué debemos entender por
“rescisión” y “resolución” y conocer sus respectivos efectos.

Efectos de la rescisión.

13. La rescisión aparece recogida en el Código Civil, en el Capítulo V,


artículos 1290-1299, y se define como la ineficacia sobrevenida de
un negocio jurídico cuando este contiene todos sus elementos
esenciales sin que concurra vicio en ellos.

14. Esto es posible ya que los contratos celebrados de forma


válida pueden “rescindirse” en los casos recogidos por ley, tal y
como establecen los artículos 1290 y 1291 CC. En este último se
incluye una lista tasada de contratos rescindibles:

“Son rescindibles: 1.º Los contratos que pudieren celebrar los


tutores sin autorización judicial, siempre que las personas a quienes
representan hayan sufrido lesión en más de la cuarta parte del valor
de las cosas que hubieren sido objeto de aquéllos. 2.º Los
celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos
hayan sufrido la lesión a que se refiere el número anterior. 3.º Los
celebrados en fraude de acreedores, cuando éstos no puedan de
:
otro modo cobrar lo que se les deba. 4.º Los contratos que se
refieran a cosas litigiosas, cuando hubiesen sido celebrados por el
demandado sin conocimiento y aprobación de las partes litigantes o
de la Autoridad judicial competente. 5.º Cualesquiera otros en que
especialmente lo determine la ley”.

15. De esta manera, nos encontramos ante un negocio jurídico


perfectamente válido y adecuadamente celebrado pero que, sin
embargo, favorece la consecución de un resultado injusto o contrario
a Derecho, dando lugar a una lesión. En base al perjuicio ocasionado,
el ordenamiento jurídico contempla la figura de la acción
“rescisoria”, para poner fin a la eficacia de esta desfavorable y
perniciosa relación contractual.

Por tanto, para poder ejercitar la acción rescisoria, se requiere la


existencia de un contrato válido que devenga ineficaz por causa de
un hecho injusto, consecuencia de dicho contrato.

16. Adicionalmente, la acción rescisoria tiene carácter subsidiario,


de forma que solo cabe recurrir a ella en los supuestos en los que no
se pueda subsanar el perjuicio de otra manera, pudiendo hacerla
valer tanto los contratantes como terceros, y produciendo efectos
desde su expreso reconocimiento.

17. En otro orden de cosas, resulta interesante destacar que no


tendrá lugar la rescisión en los casos en los que el que la hubiera
pretendido no pudiera devolver aquello a lo que estuviere
obligado, ni tampoco se podrá llevar a cabo la rescisión en el caso
en que las cosas objeto del contrato se encontraren en poder de un
tercero que no haya actuado con mala fe.

18. En cuanto a sus efectos, el principal es la restitución de las


prestaciones convenidas -que no afecta a terceros de buena fe,
como hemos visto anteriormente-, junto con sus frutos y el precio
:
con intereses.

19. La acción de rescisión esta sujeta a un plazo de caducidad de 4


años. [4].

Efectos de la resolución

20. La rescisión del contrato no puede confundirse con la resolución,


pues esta se produce en los supuestos en los que una de las partes
incumple las obligaciones a su cargo. A tenor de este
incumplimiento, la otra parte -a su elección- puede declarar
resuelto el vínculo y quedar liberada de la relación contractual, o
bien puede exigir el cumplimiento de la obligación incumplida y, en
cualquier caso, la indemnización de los daños y perjuicios que le
haya irrogado la contraparte, y, todo ello, conforme a lo dispuesto
por el art. 1.124 CC:

“La facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita en las


recíprocas, para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo
que le incumbe. El perjudicado podrá escoger entre exigir el
cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento
de daños y abono de intereses en ambos casos. También podrá
pedir la resolución, aun después de haber optado por el
cumplimiento, cuando éste resultare imposible.”

Habida cuenta de lo anterior, la resolución se configura como un


supuesto de ineficacia del negocio jurídico con origen en el
incumplimiento por alguna de las partes de alguna de sus
obligaciones, facultando a la parte que sí cumplió con sus
obligaciones a proceder a la extinción de la relación contractual.

22. Por tanto, dicha resolución requiere de la validez y la eficacia


del contrato, el cual, sin embargo, ha devenido ineficaz con el
transcurso del tiempo ante el incumplimiento de una de las partes.
:
23. Por último, debe destacarse que se trata de una acción
principal que solo puede ser accionada por las partes. En lo
referente al plazo de prescripción, se establece un plazo de 5
años[5], que comienza a computarse desde que tiene lugar el
incumplimiento.

Diferencias entre resolución y rescisión

24. En síntesis, lo expresado en las líneas precedentes nos conduce


a afirmar que existen importantes diferencias entre los términos
jurídicos aquí analizados, de tal forma que conviene concluir
enumerando las más representativas:

25. La rescisión comprende supuestos de ineficacia sobrevenida


de un negocio jurídico aún concurriendo todos los elementos
esenciales, en cambio, la resolución comprende supuestos en los
que una de las partes incumple las obligaciones a su cargo.

26. En la rescisión es el propio contrato el que no produce los


efectos adecuados, mientras que, en la resolución, es una de las
partes contratantes la que incumple con sus obligaciones. En ambos
casos el contrato deviene ineficaz, la diferencia radica en el origen.

La resolución se configura como un supuesto de ineficacia


contractual por haber incurrido en incumplimiento alguna de las
partes, ostentando la otra la facultad de resolver el contrato o bien
exigir su cumplimiento, junto con la reclamación de indemnización
de los daños y perjuicios que le hubieren irrogado; y por su parte, la
rescisión de los contratos se refiere a que el propio contrato deviene
ineficaz por causa de un hecho injusto, poniéndose fin al mismo.

La acción de resolución es una acción principal, por el contrario,


la acción rescisoria tiene carácter subsidiario.
:
La resolución presenta un plazo de prescripción de 5 años, por el
contrario la rescisión se encuentra sujeta a un plazo de caducidad de
4 años.

Por tal motivo, y ante tales matices y diferencias, resulta


imprescindible utilizar acertadamente estos dos términos tanto
coloquialmente como en el lenguaje jurídico, pues, de lo
contrario, estaríamos equiparando dos instituciones que ni mucho
menos son idénticas, según todo lo expuesto a lo largo de este
artículo.

Sobre el autor: Tomás Villatoro González y Jesús Gavilán


Hormigos, IUS+AEQUITAS.

[1] Lasarte Álvarez, C., Yáñez Vivero, F., Donado Vara, A., & Jiménez
Muñoz, F. J. (2017). Principios de Derecho Civil. Tomo III. Contratos.

[2] De acuerdo con lo dispuesto en el art. 1255 CC.

[3] En base a lo recogido por el art. 1261 CC.

[4] En base a lo recogido en el art. 1.299 CC.

[5] De conformidad con el art. 1.964 CC.


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