You are on page 1of 8

Título: Tres poemas

Género: Poesía

Sinopsis: El primer poema es sobre la cuarentena, mientras el segundo es una suerte de

monólogo de un antiguo acueducto italiano, y el tercero es una écfrasis de la diosa romana

Minerva.

Datos del autor

Nombre: Gerardo Daniel Jiménez Martínez.

Fecha de nacimiento: 5 de agosto de 1994.

Lugar de nacimiento: Aguascalientes, Aguascalientes.

Correo electrónico: jimenez.mtzj@gmail.com

Domicilio: Esmeralda Edif. Cosamaloapan Dpto. 202. Unidad

Habitacional FOVISSSTE. Xalapa, Veracruz.

Código postal: 91023

Teléfono: 228-2-56-09-13

Reseña biográfica y semblanza bibliográfica: Gerardo Daniel Jiménez es licenciado en

Filosofía por la Universidad Veracruzana. Fue becario del Festival Cultural Interfaz Issste-

Cultura / Los signos en rotación en su edición 2018. Ha publicado poemas en diversas revistas

como La libélula, Radiador, Abiert@, Cultura de Veracruz, Replicante! Actualmente estudia la

maestría en Literatura Mexicana en la Universidad Veracruzana.

Índice
Nos desdibujan los confinamientos..................................................................................................2

Aqua Alsietina..................................................................................................................................5

Ella teje un arbusto...........................................................................................................................6

Nos desdibujan los confinamientos


Era como si a través de todas las tormentas
pudiera escuchar el susurro de dos voces

que me hacían avanzar por direcciones opuestas.

¿Cabría esto como una explicación?

A veces me parece que todas las tempestades

son un laúd más del polvo.

He llegado a cierta edad sólo como un parque hecho pedazos:

no sé qué cantaré después.

No sabría deletrear exactamente

la angustia que todo esto me suscita.

Mientras tanto Ágata me cuenta

que su sobrina casi se fractura el tobillo en una clase de basquetbol.

Aquí me gustaría decir algo como

“me siento como un oleaje de lunares muy cansados”

pero no sería demasiado falso.

Me quedo mirando unos mechones sueltos del tapiz.

Llevamos aquí no sé cuántos… a veces no sé qué día es hasta muy tarde.

Pero ahora Glena comienza a platicarnos

de unas imágenes que descarta distraída con los dedos.

Me gustaría estar en una tierra lejana

ganándome la vida leyendo el futuro

en los residuos de las tazas del café.


Estafaría a todos los turistas con rimas italianas viejísimas.

Me creerían ingenioso.

Tan solo de propinas ganaría más a la semana

que aquí todo el mes en la taquilla de la terminal autobusera.

Intercambiaría correspondencia con damas extranjeras

como gente de hace muchos siglos.

Me acuerdo de una vez que Glena y yo

nos quedamos oyendo a un saxofonista

tocando de madrugada en una avenida

porque nunca supimos dónde estaba la calle a la que íbamos.

Ahora nos quedamos viendo el tiempo

pasar en vasos de agua de jamaica

que nos servimos sólo por hacer algo.

A veces me ponía detectivesco conmigo mismo

pero al poco rato el forcejeo perdía tensión,

escuchaba los acordes que me faltan de la cotidianidad,

repitiéndose incesantemente, pero nunca como la primera vez.

Ahora escucho la misma música triste

marchitándose en nueve televisiones antiguas.

Escucho lo que unas macetas cuarteadas

dicen sobre las cenizas y los puentes y los párpados


que nos dibuja la sangre seca en la ventana.

Hablo y hablo pero del otro lado de la película

los subtítulos escriben cosas que yo no digo en un idioma que no existe.

Cuando hablo de una lámpara quebrándose

en la pantalla aparecen frases sobre un balcón nublado

donde nos miramos como a los niños muertos que seremos algún día.

Si dibujo en el espejo un reloj

allá afuera sólo se ven dos criminales

navajeándose en un callejón.

No sé adónde va la cinematografía que me envuelve;

yo creía ser unas cuantas calles circulares.


Aqua Alsietina

Qué si todas las palabras dibujan el mismo túnel cabizbajo.

Ando como un lentísimo diluvio;

tengo la mirada de unos cerros ambulantes a lo lejos.

Soy la casa constante del caballo, del tordo

los demonios del judaísmo, el petirrojo, la araña

las hormigas, la fauna de los espejos, los animales icosaédricos

y los saltimbanquis desolados en altos acueductos umbríos.


También a mí vienen los cuervos

a arrancarme la comida de la boca.

No busques constelaciones en mi viruela

mi anemia; yo desapareciendo; la muerte dibujando árboles

trazamos una senda entre dos soles apagándose.

Ella teje un arbusto

Minerva anda sonámbula por los más frágiles puentes de madera

¿qué palabras diluye en el rumor del agua?

¿y cuáles dentro de las cuentas de su rosario amnésico?

En el transparente puente de sus meditaciones oníricas

se sienta a arpegiar la memoria de sus ancestros y los míos.

Suenan como una alameda pensativa que volviera a derrumbarse

sobre ríos casi secos, llenos de ciudades titilantes.

Ella escribe de nuevo los desiertos

con las palabras de todas las novelas antiguas:


“Ah el azar fallido de sus alfabetos”

se lee desde el otro lado de sus ojos neblinosos.

El mundo nos escribe con palabras más sabias

y aún así nos borramos como a una luna en la arena.

You might also like