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Cap. X - La Carrera Abierta Al Talento
Cap. X - La Carrera Abierta Al Talento
En este capítulo, Hobsbawm nos habla de la nueva lógica burguesa del self-made
man.
Por otra parte, una cultura tan profundamente formada por la corte y la aristocracia
como la francesa no perdería sus huellas. Aun así, el antiguo régimen había muerto.
La geografía política de la moderna Francia rural ya era claramente reconocible. La
sociedad de la Restauración fue la de los capitalistas y hombres de carrera de
Balzac o del Julien Sorel de Stendhal → la sociedad de la Francia
posrevolucionaria era burguesa en su estructura y sus valores. Era la
sociedad del hombre que se hacía a sí mismo.
Este dominio de la nueva sociedad no era peculiar de Francia. En Inglaterra, por
ejemplo, los grandes chefs de cocina seguían siendo los que trabajaban para los
nobles.
La economía política les dió cierta seguridad intelectual. Además, evitaban las
ideas poco prácticas o excesivamente sofisticadas, pues eran hombres cuya falta de
instrucción les hacía sospechar de todo lo que no fuera empírico.
Los filósofos radicales hicieron lo imposible por crear una red de institutos de
mecánica para adiestrar a los técnicos de las nuevas industrias basadas
científicamente. Por otra parte, los pequeños empresarios tenían que volver a
invertir en sus negocios gran parte de sus beneficios si querían llegar a ser grandes
empresarios. Las masas de nuevos proletarios tenían que someterse al ritmo
industrial del trabajo y a la disciplina laboral.
Podemos decir que, citando al nuestro autor, está época fue protagonizada por
aquellos hombres a los cuales "la aristocracia y los árboles genealógicos no les
rentaban demasiado al principio. Ellos mismos eran sus antepasados".
II.
Nuevamente el autor nos brinda otro de los resultados más importantes de la doble
revolución: la apertura de la carrera al talento, o por lo menos a la energía, la
capacidad de trabajo y la ambición. Ante el potencial self-made man se abrían
cuatro caminos: los negocios, los estudios universitarios, el arte y la milicia.
No obstante, ni los negocios ni los estudioa eran caminos abiertos a todos, no
siquiera entre los que estaban lo bastante emancipados de las garras de la
costumbre y de la tradición para creer que la gente como nosotros sería admitida a
ellos, para saber cómo actuar en una sociedad individualista o para admitir el deseo
de mejorarse. Había que pagar un portazgo para emprender esos caminos, el
cual era indudablemente demasiado alto tanto para los que emprendían el
camino de los estudios como el de los negocios, pues aún en los países que
tenían un sistema educativo público, la instrucción primaria estaba muy
descuidada, por lo general. Incluso en dónde existía se limitaba por razones
políticas, a un mínimo de gramática, aritmética y formación moral.
Por otro lado, la sabiduría clerical tenía un puesto respetable en la sociedad
burguesa. Tener un sacerdote, ministro o rabino en la familia, era quizá el mayor
honor al cual la gente modesta podía aspirar → Está admiración social pudo
transferirse, una vez que tales carreras de abrieron para todos, a los profesiones
seculares, funcionarios o maestros ← Con frecuencia, si se era profesor, se
ayudaba a sus semejantes a salir de la ignorancia y oscuridad que parecían
culpables de sus desventuras. Era más fácil crear una sed general de instrucción
que una sed general de éxitos individuales en los negocios, y la cultura más fácil de
adquirir que el difícil arte de ganar dinero.
Las funciones más elementales del Estado liberal, tales como la eficiente imposición
y cobranza de impuestos por un cuerpo de funcionarios asalariados o el
mantenimiento de una política rural regular y normalmente organizada.
A este punto, la carrera más abierta al talento era la de los negocios ya que
múltiples empresas de pequeña escala, el predominio de los subcontratos de la
modesta compra y venta, los hacía relativamente fáciles. Sin embargo, reitera el
autor, ni las condiciones sociales ni las culturales eran propicias para el pobre:
primero, porque la evolución de la economía industrial dependía de crear
rápidamente más jornaleros que patronos; segundo, la independencia económica
requería condiciones técnicas, disposición mental o recursos financieros que no
poseen la mayor parte de la población.
III