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DEFINICIÓN DE GUERRA MUNDIAL

Una guerra es un conflicto bélico o lucha armada entre dos o más


países o bandos. El concepto se relaciona con términos
como batalla, combate y lucha, entre otros. Mundial, por su parte, es un
adjetivo que permite nombrar a aquello que se desarrolla en varios países del
mundo.
La noción de guerra mundial, por lo tanto, se utiliza para referirse al conflicto
bélico a gran escala que cuenta con la participación de países de
distintos continentes. Existe consenso respecto a la existencia de dos guerras
mundiales a lo largo de la historia: la Primera Guerra Mundial (que tuvo lugar
entre 1914 y 1918) y la Segunda Guerra Mundial (1939–1945), escritas
siempre con sus iniciales en mayúsculas.
En la Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra, se
movilizaron más de 60 millones de soldados y fallecieron 10 millones
de personas. El conflicto estalló por el enfrentamiento entre el Imperio
austrohúngaro y Serbia, que contó además con la participación
de Rusia, Alemania, Francia, Reino Unido, Bélgica, Japón, Estados
Unidos e Italia, entre otros países.
Hay quienes dicen que la Segunda Guerra Mundial fue el único conflicto que
verdaderamente se desarrolló a escala planetaria. Intervinieron más de setenta
países y murieron unos 60 millones de personas, lo que supone cerca del 2% de
la población mundial de la época.
La eventual declaración de una Tercera Guerra Mundial ha sido puesta en
duda por los historiadores. La mayoría de los conflictos bélicos actuales cuenta
con la participación, ya sea directa o indirecta, de países de todo el mundo a
través de sistemas de alianzas o de organizaciones supranacionales como
la ONU. Por lo tanto, es probable que formalmente nunca se declare el inicio de
una tercera guerra.
Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial

Además del saldo millonario de víctimas, contando a los soldados y


a los civiles, la Segunda Guerra Mundial marcó una huella imborrable en la
historia de la humanidad. A nivel económico y de infraestructura, muchos países
europeos sufrieron un fuerte impacto, así como ocurrió con China y Japón.
La Unión Soviética y Estados Unidos fueron lo países que más fuerza cobraron
durante la guerra. Sus diferencias a nivel ideológico fueron el punto de partida
de sus batallas, lo que dio lugar a dos bandos de países aliados: los soviéticos
ocuparon gran parte de Europa central y oriental, sumando a su grupo a
Lituania, Estonia, Moldavia, partes de Polonia y Finlandia, y Letonia.
Polonia ganó parte de antiguos territorios alemanes, mientras que Alemania se
dividió en dos: en su mitad occidental, tomada por Norte América, Reino Unido y
Francia, se desarrolló un gobierno democrático; la zona oriental, por otro lado,
vio la invasión soviética y la imposición del comunismo como forma de gobierno.

La alianza militar creada por la Unión Soviética se conoció como Pacto de


Varsovia, mientras que la norteamericana recibió el nombre de OTAN. Francia
se mostró a favor de Norte América, aunque su independencia se vio menos
afectada que la de los demás países de Europa. A pesar de haber salido
victoriosas, Francia y el Reino Unido vieron cómo su poder disminuía, lo cual se
reflejó en la descolonización de algunos de sus territorios de ultramar: Pakistán
y la India consiguieron independizarse; en Argelia y Vietnam, por otro lado,
comenzaron a luchar contra el sistema de la colonia.
Ante el deterioro que sufrieron los países europeos a nivel económico, Norte
América dio comienzo a un plan de asistencia denominado Marshall, que tenía
como objetivo devolver la fuerza a sus aliados; para ello ofreció una serie de
préstamos. Opuesto a la ruina de algunos, Estados Unidos se convirtió en el
país con la economía más fuerte del planeta y el capitalismo adoptó el dólar
como su moneda de referencia.

Todas las grandes batallas de la Historia


En este artículo hablaremos de batallas cruciales de la historia, batallas decisivas y
épicas que de alguna forma cambiaron el curso de la historia, de los acontecimientos
que luego han derivado en la época que nos ha tocado vivir.

¿Quieres conocer las mayores batallas por las que ha atravesado el hombre a lo
largo del tiempo?
Quédate con nosotros y las descubrirás.

Hay dos tipos de reacciones en aquellos que se aproximan por primera vez a la
historia: los que se quejan diciendo que la historia no son más que fechas y nombres
y los que quedan fascinados por la forma en que los avatares de la misma han
configurado el presente tal y como lo conocemos.

Precisamente las batallas son las grandes víctimas de este debate: ¿son una sucesión
de datos aburridos o por el contrario, representan momentos claves en la Historia de
la Humanidad?

Índice del artículo


 1 ¿Realmente una batalla puede cambiar el curso de la historia?
 2 ¿Una guerra es lo mismo que una batalla?
 3 Las batallas a lo largo de la Historia
o 3.1 Las batallas de la Antigüedad
o 3.2 Las batallas de la Edad Media
o 3.3 Las batallas de la Edad Moderna
o 3.4 Las batallas en la Edad Contemporánea
o 3.5 Las batallas en la Primera Guerra Mundial
o 3.6 Las batallas en la Segunda Guerra Mundial
 4 Mucho más que simples batallas

¿Realmente una batalla puede cambiar el curso de la


historia?
Las guerras existen desde que el hombre es hombre y tenemos constancia de ellas y
de las batallas que las formaron desde hace milenios gracias a las fuentes escritas.

Un estudio reciente ha estimado que se han librado más de 12.000 batallas a lo largo
de la Historia.

Una batalla no solamente determina al ganador de una contienda sino que también
puede tener otro tipo de consecuencias a largo plazo.

Las muertes en una batalla alteran la demografía y la sociedad. La pérdida de una


gran cantidad de hombres supone un descenso de la natalidad.

De la misma manera, la pérdida de estos hombres también conlleva cambios de roles


ya que las mujeres tienen que asumir papeles normalmente ocupados por los
hombres.

Las pérdidas materiales afectan sin lugar a dudas a la economía de una ciudad, región
o país entero.

No podemos limitarnos a pensar en las batallas como meros enfrentamientos


militares.

Si sigues los enlaces de este artículo, te darás cuenta de que las cosas hubieran
podido ser muy diferentes si una batalla hubiera tenido otros resultados.

¿Una guerra es lo mismo que una batalla?


En ocasiones, empleamos las palabras «guerra» y «batalla» de forma indistinta cuando
en realidad no tienen el mismo significado.

¿Sabías que...
La guerra se refiere a un conflicto sociopolítico que involucra a varias entidades, ya
sean países, coaliciones, dinastías, facciones, etc… Tiene un componente estratégico.
La batalla se refiere a un enfrenamiento físico entre dos o más entidades. Tiene un
componente táctico.

De hecho, nunca hablamos de la «Primera Batalla Mundial» ni de la «Guerra de


Lepanto», ¿verdad?
Otra diferencia que encontramos es que en la guerra, el que gana se lleva la victoria
total sobre el conflicto mientras que en la batalla no tiene por qué ser así.

Una batalla puede influir en el curso de la guerra y provocar cambios estratégicos


pero el bando que pierde una batalla no tiene por qué acabar perdiendo la guerra.

Seguro que más de una vez has escuchado la desafiante expresión «has ganado esta
batalla pero no la guerra«

Las batallas a lo largo de la Historia

Las batallas y el modo de llevarlas a cabo han ido cambiando a lo largo de la Historia.

Los guerreros han modificado sus armas y sus uniformes, los generales han creado
nuevas estrategias, la logística se ha mejorado…

De la misma manera, los adelantos tecnológicos han contribuido a que muchas cosas
cambien, en especial las comunicaciones.

Mensajero versus teléfono móvil


Si los generales de otras épocas hubieran podido comunicarse a través de
radiotransmisores o incluso con Internet, ¡quién sabe cómo habría cambiado la
Historia!

Sin embargo, para quienes las luchan, siempre es lo mismo: matar antes de que te
maten y destruir la propiedad ajena para perjudicar al otro bando.

Las batallas de la Antigüedad

Comenzamos hablando de las batallas de Antigüedad ya que son las primeras de las
que tenemos constancia escrita.

¿Quiere decir esto que no hubo batallas en épocas más antiguas? Seguramente sí,
pero desgraciadamente no han llegado hasta nosotros.

¿Cómo te imaginas las batallas de la Prehistoria? ¿Con palos y piedras?

No podemos empezar a hablar de batallas en la Antigüedad sin mencionar la Batalla


de las Termópilas (480 a.C.) y los valientes espartanos de Leónidas.
Esta batalla, especialmente popular gracias a la película «300» basada en el cómic del
mismo nombre, es conocida por el sacrificio que tuvieron que hacer los
espartanos enfrentándose ante miles de soldados persas para salvar a Grecia.

De no haber sido porque Leónidas decidió permanecer en el estrecho paso de las


Termópilas para entretener a los soldados persas, quizá éstos habrían invadido Grecia
y la Historia hubiera sido muy diferente.

Además, hoy día los espartanos de las Termópilas siguen siendo un ejemplo de valor,
sacrificio y amor a la patria.

Si avanzamos un poco más en el tiempo, nos encontramos con uno de los mejores
generales de la Antigüedad. Se trata, en efecto, de Alejandro Magno, quien estuvo a
punto de conquistar todo el mundo conocido a pesar de su juventud.

Su mayor victoria es la Batalla de Gaugamela (331 a.C.) en la que se enfrentó contra


el rey persa Darío III. Aunque han pasado casi 1.800 años desde este enfrentamiento,
aún se considera que en esta batalla Alejandro Magno desarrolló una táctica
perfecta.

Tampoco podemos dejar de hablar de Aníbal, quien se enfrentó a Roma en la Batalla


de Cannas (216 a.C.) llevando a cabo uno de los mejores ejemplos de táctica militar de
la Historia.

Esta batalla se enmarca dentro de la Segunda Guerra Púnica cuya victoria fue para
Roma, por lo que tenemos un ejemplo de cómo el ganador de una batalla no tienen
por qué ser el de la guerra.

Por último, mencionaremos la Batalla de Actium (31 a.C.) que enfrentó a Octavio


Augusto con los famosos amantes: el general romano Marco Antonio y la reina egipcia
Cleopatra VII.

El amor y la guerra
De la Batalla de Actium siempre se recordará una de sus consecuencias: los suicidios
de Marco Antonio y Cleopatra, la sublimación del romance que les hizo pasar a la
Historia.

Además, se considera que a partir de esta batalla ganada por Octavio Augusto, quien
sería el primer emperador romano, comienza la Edad de Oro de Roma.
Las batallas de la Edad Media

Comenzamos hablando de la Batalla de Covadonga (722) considerada por algunos el


inicio de la Reconquista y por otros, una simple escaramuza.

Hoy día, aún existen distintos puntos de vista entre los especialistas acerca de lo que
ocurrió en realidad.

Esta batalla es la responsable de que conozcamos la figura de Pelayo, prácticamente


un héroe nacional de Asturias ya que se rebeló contra los musulmanes y unió al resto
de nobles contra ellos.

En el año 778 nos encontramos con la Batalla de Roncesvalles, un enfrentamiento


entre el ejército de Carlomagno y un grupo de vascones que le hizo una emboscada.

¿Conoces la Canción de Roldán, el poema épico? En la batalla de Roncesvalles


encontramos el origen de su historia.

Mucho más adelante, en el año 1356, descubriremos la «guerra relámpago» en la


Batalla de Poitiers, una de las victorias de Inglaterra más importantes de la Guerra
de los Cien Años.

El príncipe inglés Eduardo lanzaba a su caballería contra los campesinos franceses


para que éstos se rebelaran contra sus señores y crear disensión.

La velocidad con la que llevaba a cabo estos ataques hacía que los nobles no tuvieran
tiempo de reaccionar.

Las batallas de la Edad Moderna

Los siglos XVI, XVII y XVIII trajeron muchas innovaciones al campo militar,
especialmente por la aparición de las armas de fuego que revolucionarían la forma
de combatir.

Las armas de fuego, además, serían un factor de vital importancia en la conquista de


América.
Empezamos esta vez en la Batalla de Pavía (1525) donde se estrenaron los Tercios
españoles que después serían conocidos en toda Europa por su valor, eficacia y
sentido del honor.

¿Sabías que...
Tras la batalla de Pavía, el rey francés Francisco I estuvo prisionero en Madrid hasta
que Carlos I le hizo firmar el Tratado de Madrid para que renunciara a algunas de sus
posesiones.

La Batalla de Lepanto (1571) es una de esas gestas que todo el mundo reconoce.


Gracias a esta batalla se pudo poner freno a las pretensiones expansionistas de los
turcos por el Mediterráneo.

Otro motivo por el que todo el mundo conoce esta batalla es porque en ella
participó Miguel de Cervantes, atrofiándose la mano izquierda debido a una bala
perdida.

Aunque Cervantes fue conocido como «el manco de Lepanto» en realidad no perdió la
mano, sino que le quedó inservible

Y, ¡cómo no! No podemos abandonar la Edad Moderna sin hablar del gran Blas de
Lezo y su victoria en la Batalla de Cartagena de Indias (1741)

A pesar de que logró avergonzar a los ingleses gracias a su táctica, Blas de Lezo jamás
fue recompensado en vida por esta batalla.

Hoy día, se intenta reivindicar la importancia de Blas de Lezo y sus aportaciones a la


Historia Militar universal.

Otra de las grandes batallas que cambiaron la historia fue la Batalla de


Culloden (1746) donde el ejército británico y el jacobita se dieron cita en suelo
británico, del que nunca se recuperaron.

Las batallas en la Edad Contemporánea

De nuevo, los siglos XIX y XX supusieron adelantos, mejoras y cambios en cuanto a


las batallas. Las armas son aún mucho más mortíferas y ahora se emplean también
vehículos mecanizados que apoyan a los soldados.
Las batallas son cada vez menos «cuerpo a cuerpo» debido a la proliferación
de armas a distancia que evitan en muchos casos el enfrentamiento directo entre
soldados.

El siglo XIX comienza con la Batalla de Austerlitz (1805), una de las victorias más
importantes del general Napoleón Bonaparte, quien será el protagonista de muchos
de los eventos militares y políticos en Europa en esta época.

Además, supuso la disolución del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador


Francisco II, tras ser vencido en esta batalla, decidió disolverlo para que Napoleón no
pudiera hacerse con el título.

Seguimos con Napoleón pero esta vez, con su primera gran derrota. Se trata de
la Batalla de Bailén (1808) y supuso la primera vez que el ejército napoleónico era
vencido en Europa.

Esta batalla, además de poner en duda la supuesta invencibilidad de los franceses,


conllevó que José I Bonaparte tuviera que abandonar Madrid.

Las batallas en la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial supuso el primer gran conflicto bélico moderno que


involucró a varias naciones y supuso una destrucción material increíble acompañada
de la pérdida de cientos de miles de vidas.

Son muchas las batallas que podríamos escoger para representar la Primera Guerra
Mundial pero en este caso hablaremos de la Batalla del Somme (1916) que fue
especialmente larga, cruel y violenta.

La Batalla del Somme fue descrita por un oficial alemán como una «tumba de barro»

Las batallas en la Segunda Guerra Mundial

Si alguna vez se creyó que la Primera Guerra Mundial, llamada entonces la Gran
Guerra, había sido suficiente para demostrar el poder de destrucción del hombre, fue
algo que se olvidó rápidamente.
La Segunda Guerra Mundial estallaba apenas treinta años después y tendría
efectos aún más devastadores.

Una de las últimas batallas de esta guerra fue la Batalla de Midway (1942) cuya
importancia reside en que consiguió frenar la invasión japonesa por el Pacífico.

El emperador de Japón Hirohito ocultó el resultado de la batalla de Midway al ejército


y a los ciudadanos para no desmoralizarlos

Y por último, mencionaremos la Batalla de Okinawa (1945), ya en las últimas fases


de la Segunda Guerra Mundial. Esta batalla se caracteriza por el uso de la táctica
anfibia, esto es, ir saltando de una isla a otra hasta llegar al objetivo.

¿Sabías que...
Algunos historiadores creen que los lanzamientos de las bombas atómicas sobre
Hiroshima y Nagasaki son una consecuencia directa de la batalla de Okinawa.

Mucho más que simples batallas


Este rápido recorrido por algunas de las grandes batallas de la Historia nos demuestra
que una batalla es algo más que un enfrentamiento entre dos facciones.

Una batalla puede suponer el final o el principio de una guerra, puede acabar con la
disolución de un Estado, puede encumbrar a un general o hundirlo…

Además, menospreciar el valor de una batalla es menospreciar a los guerreros y


soldados que lucharon en ella dejándose la vida en pleno combate.

Menospreciar el alcance de una batalla es olvidarnos de la gente que ha perdido a sus


seres queridos, sus hogares y sus modos de vida.

Menospreciar las consecuencias de una batalla es arriesgarnos a que los hechos


vuelvan a repetirse.

PARA ABRIR EL DEBATE

Guerras ganadas o un intento


por cambiar la concepción
derrotista de la historia
Un historiador sostiene que en la matriz de enseñanza de Bolivia prevalece una
mirada derrotista de la historia. Realizó un trabajo en el que identifica las
guerras que Bolivia ganó.
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IDEAS

Por Redacción Diario Pagina Siete


viernes, 23 de mayo de 2014 · 21:48

Pablo Peralta Miranda

 Periodista

"Cómo puedes pedir que las nuevas generaciones sean exitosas, que luchen
por su país, lo defiendan, lo quieran, lo amen,  si solamente les puedes
enseñar la derrota. La ecuación es imposible”.

 "Cómo puedes pedir que las nuevas generaciones  sean exitosas, luchen por
su país, lo defiendan, lo quieran, lo amen, tengan el espíritu de la victoria, si
sólo les puedes enseñar la derrota. La ecuación es imposible”.
De esta forma, el historiador y politólogo Jorge Abastoflor da su perspectiva 
sobre la matriz que a su parecer prima en la enseñanza de la historia en
Bolivia, respecto de las guerras y las pérdidas territoriales, en la que él
considera que prima una mirada derrotista.
De su lectura se desprende, por ejemplo, que Bolivia  defendió a ultranza
territorios, ganó guerras, formó parte de alianzas victoriosas, y hasta fue un
país expansionista  (Confederación Perú-Boliviana).
 Está claro que no es fácil imaginar que Bolivia ganó más guerras de las que
perdió. Pero este historiador da elementos para al menos  abrir el debate
respecto de la forma en cómo concebimos la historia desde la enseñanza.

Los Estados y su historia


Abastoflor, académico de número en la Academia Boliviana de Historia
Militar, afirma que los Estados organizados tratan de mostrar a sus nuevas
generaciones "que viven en el mejor Estado del mundo”, esto con el fin de
crear un sentido de identidad.
Por eso asegura que la historia que se enseña durante la etapa colegial tiene
el propósito de contribuir a la creación de la conciencia nacional; es por eso
que este  especialista sostiene que esa empresa no debe edificarse sobre la
base de una mentalidad derrotista.
No sólo eso, recalca que los Estados optan por imbuir a sus ciudadanos un
énfasis en los hechos positivos, tratando de minimizar, en todo lo posible, lo
negativo, y hasta algunos, afirma, "oficialmente mienten” no haber sufrido
ninguna derrota.
En el caso de Bolivia, identifica que prevalece una matriz histórica
"derrotista”. "Por donde se mire: la conquista inca, derrota; la conquista
española, derrota; la guerra de independencia, una victoria que parece ser
que fuera de otros. La Guerra del Pacífico, del Acre, derrota; del Chaco,
derrotas…”, asegura.
 Sin embargo, según este historiador, Bolivia participó en al menos 13
conflictos bélicos, de los que tuvo seis victorias, dos triunfos formando
partes de bandos aliados, dos empates, y tres derrotas, una de ellas en la
Guerra del Pacífico (más detalles en la infografía).
  ¿Pero a qué se debe este fenómeno de incidir más en las derrotas que en
victorias? Abastoflor sostiene que se trata de un proceso acumulativo que
nos llevó a que distintas élites que estuvieron en el poder ignoren la historia,
traten de borrar "a toda costa los éxitos pasados” con el fin de generar la
visión del "renacimiento”, y de que el éxito comenzaba con el nuevo
gobernante que alcanzaba el poder.
"Al parecer nos hemos hecho esto a nosotros mismos a lo largo de la
historia. ¿Por qué? Por ese afán permanente del renacimiento, de que ahora,
conmigo,  comienza lo bueno y lo que había antes era malo”.  

Las  guerras ganadas


La primera guerra ganada, según Abastoflor, es la de Independencia, cuyo
triunfo en todos los países del mundo que alcanzaron su liberación por esa
vía es considerada como su primera experiencia bélica porque es un hecho
soberano.
"Lo que hemos hecho en Bolivia es decir que nuestra Guerra de
Independencia la ganó el ejército colombiano libertador (...). Pero debemos
darnos cuenta de que ese ejército, comandado por Sucre, ingresa a Charcas
y no dispara ni una sola vez, y Bolivia está en guerra desde 1809. ¿Y quién
peleó esa guerra? Nosotros, pero rescatamos la figura de Sucre  y nuestros
propios héroes combatientes son relegados a segundo y a tercer plano”,
afirma.
Otra contienda en la que Bolivia triunfó, según este especialista, es la Guerra
de Pacificación del Perú, la cual -dice- no se conoce en su real magnitud,
pese a que tras esa experiencia se edificó la Confederación Perú-Boliviana,
liderada por Andrés de Santa Cruz. El especialista indica que esta
confederación fue "obtenida por las armas”.
¿Por qué no  se menciona esto? Abastoflor afirma que "la forma en que nos
han enseñado nuestra historia es pensando que Perú siempre ha sido
nuestro aliado, que tenemos lazos inquebrantables, y que cuando llegó el
momento conformamos la Confederación Perú-Boliviana. No es así”, afirma.
Otro conflicto bélico donde  Bolivia -como parte de la Confederación Perú- 
Boliviana- obtuvo resultados positivos fue en la contienda que se libró contra
la Confederación Argentina   (1837-1838). El conflicto emergió cuando
Argentina le declaró la guerra  a Bolivia argumentando  que  el  país estaba
recibiendo "con brazos abiertos” a rebeldes argentinos que se resistían a la
unificación de  las provincias independientes, aunque en el fondo  estaba el
interés de Argentina por recuperar Tarija.
   Es en esa contienda en la que descolla el oficial  Otto Felipe Braun, quien
lidera victorias  en las batallas de Humahuaca, Iruya y Montenegro. Por ese
triunfo, éste obtiene el grado de Gran Mariscal de Montenegro, y Abastoflor
sostiene  que  "no hay mariscales en las derrotas, sólo en las victorias”.
Tras desintegrarse la Confederación Perú-Boliviana ocurre otro conflicto que
este investigador  anota como uno en los que  Bolivia triunfó. Explica que
tiene lugar cuando el presidente de Perú, Agustín Gamarra, invade Bolivia e
ingresa hasta La Paz. El entonces presidente de Bolivia, José Ballivián, 
acababa de hacerse del poder, y encuentra apoyo de su peor enemigo para
frenar esa arremetida, un general que había alistado 1.200 hombres para
tomar la Presidencia, y que ante el panorama cede  a esa tropa. Todo
termina cuando  Ballivián vence a Gamara en Ingavi.  "El Presidente de Perú 
está muerto y todo su gabinete o está muerto o en manos de Bolivia, ¿y no
hay guerra?”, se pregunta el especialista.
El investigador también toma en cuenta entre las guerras que Bolivia venció 
las ocasiones  en las que el país formó parte de alianzas, como sucedió con 
la del Pacífico contra España, y la Segunda Guerra Mundial.
Sobre la primera, relata que en los años 60 del siglo XIX, una flota española
intentó  "cobrar daños de guerra” a los nuevos Estados independientes, a
nombre de España, elemento que detonó el conflicto.  
Los países inicialmente en contienda fueron Chile y Perú,  y posteriormente 
ingresaron en ese   bando Ecuador y Bolivia,  que  evitaron que España
pudiera abastecerse en sus puertos. "Bolivia, cuando se gana la guerra, gana
también con ellos, por la alianza que se forja”.
Otro conflicto en esa dirección que anota Abastoflor ocurrió en  la Segunda
Guerra Mundial (1942-1945), cuando  Bolivia se sumó al bando aliado. Pero
el peso específico del país en ese conflicto debe valorarse  en la producción
de estaño  (que sirvió para equipamiento, balas y hacer los enlatados de la
tropa). Abastoflor relata que la producción boliviana reemplazó  a la de
Malasia, que tras caer en manos enemigas ya no pudo abastecer de ese
recursos a los aliados, y así formó parte de  los países que configuraron el
orden mundial que emergió tras ese conflicto armado.
Dentro de las guerras ganadas, el historiador también sostiene que se debe
incluir  el triunfo que Bolivia logró  contra   la Guerrilla de Ñancahuazú a
finales de los años 60, experiencia que fue  liderada por Ernesto Che
Guevara.

Las que se empataron


Abastoflor sostiene que en el caso de las Guerras del  Acre y del Chaco no
fueron conflictos  en los que se pudiera decir que perdió Bolivia, aunque sí
perdió territorio. En el primer caso porque, tras dos intentonas separatistas,
que fueron aplastadas, y una incursión de 4.000 hombres brasileños a
territorio nacional, Bolivia no fue derrotada militarmente, aunque sí se dio
cuenta de que no podría enfrentarse con la tropa brasileña que ingresaba al
Acre.  
Con ese antecedente, Bolivia firmó con Brasil el Tratado de Petrópolis de
1903, en el que -dice Abastoflor- Bolivia ni se rinde ni acepta la derrota, e
intercambia  territorios, aunque Brasil obtiene la parte más grande, "pero
todo el norte de Pando pasa a formar parte de Bolivia a partir de ese
momento”. Por ello sostiene: "No veo por dónde se la pueda declarar una
derrota”.
En el caso de la Guerra del Chaco, este investigador explica que no había
fronteras definidas oficialmente, y que  la demarcación que argüía Bolivia
casi llegaba hasta la capital de Paraguay, algo que no es concebible en
ninguna parte del mundo, y por el lado de los paraguayos sucedía algo
similar.
Comenta que luego del conflicto queda también lo jurídico cuando se firma
el acuerdo que reza: "Sin vencedores ni vencidos”.

 Un balance necesario  


Después de alcanzar la independencia en 1825, Bolivia está "diezmada”.
Abastoflor sostiene que tras esa experiencia, que le dio su libertad de
España, de cuatro millones de habitantes quedó con menos de un millón.  A
ello -dice- se debe agregar  que no recibió migración, que a diferencia de
otros países fue un factor de su consolidación como Estado. Pese a ello -
afirma-, Bolivia  logra consolidar un territorio basto, pero con vecinos fuertes
como Argentina, Brasil, Chile y Perú.  Precisamente ésa es la mayor proeza
que este investigador rescata de todo ese periplo, aunque dice que no se lo
valora  como se debería.
"Esa hazaña de sobrevivencia ha quedado enterrada en nuestra historia. La
existencia de Bolivia es un milagro de esfuerzo, de sacrificio, de inteligencia,
de audacia... Ésta es la historia de cómo pocos se quedaron con mucho”,
asegura.
 El debate está sobre la mesa.

Punto de vista
Mariano BaptistA,  historiador
Estoy de acuerdo con que haya un enfoque más positivo en la enseñanza
No es pues  así...  Porque con esa línea de pensamiento habríamos ganado
la Segunda Guerra Mundial también, porque éramos aliados de EEUU;  le
ganamos a  Japón y Alemania... No se puede llegar a estos extremos.
Me parece positivo lo que dice Abastoflor, pero perdimos territorios
inmensos en el Acre,  y Brasil nos dobló el brazo.  Tenía 4.000 hombres ahí
para intervenir si no firmábamos posteriormente el acuerdo de Petrópolis.
Yo tengo una nota ahí en las Cartas para comprender la historia de Bolivia, 
que le manda el Gobierno a Pando, que estaba yendo al Acre, con un
destacamento, y le ordena volver porque no se podría enfrentar al Brasil.  
En el caso de Paraguay, evidentemente no hemos perdido lo que decimos,
porque en nuestros mapas coloniales llegábamos hasta Asunción: era una
locura aferrarse a ese tipo de mapas. Pero hemos perdido la parte boliviana
del Chaco, que son más de 100 mil kilómetros. Y en el Pacífico hemos
perdido la costa. Ésa es una de las pérdidas más dolorosas en la historia de
América.
Yo estoy de acuerdo en una cosa: en esos mapas que se les distribuye en las
escuelas a los estudiantes, y que muestran las pérdidas territoriales, son
muy exageradas pues nuestro territorio no llegaba tan lejos. Se habla de
2.300.000 kilómetros al nacer la república y es demasiado. No corresponde.
También estoy de acuerdo con que haya un enfoque más positivo (en la
enseñanza de la historia).  Lo demás habría qué debatir.

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