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JN 3 31 36 JESÚS Y EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA DE LA HISTORIA
JN 3 31 36 JESÚS Y EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA DE LA HISTORIA
Jn 3:31-36
Testifica con certidumbre (cp. Mt. 7:28- 29; Mr. 1:22, 27) lo que vio y
oyó en el reino celestial (cp. v. 31), Jesús le dijo a Nicodemo:
Después enseñó:
“El que me envió es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo
al mundo” (8:26).
Les declaró a los discípulos:
“El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios,
porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14).
Con todo, la capacidad del Espíritu para darles poder estaba limitada por su
naturaleza humana, caída y pecadora.
Pero Cristo, el que Dios envió (3:17; 4:34; 5:24, 30; 6:29, 38, 39,
44, 57; Mt. 10:40; Mr. 9:37; Lc. 4:18; 10:16),
hablaba infaliblemente las palabras de Dios porque Dios le dio el
Espíritu sin medida (1:32-33; cp. Is. 11:2; 42:1; 61:1).
No hay límites al poder del Espíritu que obra por medio suyo porque
“en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9).
Antes, Juan estableció las dos únicas opciones disponibles para los
pecadores perdidos: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que
rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre
él”. La verdad bendita de la salvación es que el que cree en el Hijo tiene
vida eterna como una posesión presente, no solo como una esperanza
futura. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y
cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida” (5:24; cp. 1:12; 3:15-16;). Pero, por otra parte, el
que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.