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ee Astete LOS SIGNOS Develacién del Lenguaje de los Simbolos * Epiciones Sou * Guerrero Uno, Tlalpam, df. México. 1953 * Imprenta “Grafos”, Calle del Cincuenta y Siete 10-B. México, D. F. CONTENIDO Pedro Astete: Nota de Daniel Ruzo El Deber Incumplido Los Signos: Proemio L I. I. < VI. Vil. VIL. Ix. XL. Xi. XL XIV. Xv. Nociones generales acerca del signo Svastica Origen y significado de la Svastica Adaptacién de las svasticas espacial y lineal al cuadricu- lado; forma, medidas y composicién numérica de ambos Signos. El signo Torre complemento grafico de la Svastica. Condicién sexuada de los signos Svastica y Torre Concepto macrocésmico de los signos Svastica y Torre; y su significacién astronémica. Representacién microcésmica de los signos Svastica y Torre; su significacién fisiolégica. Movimiento de rotacién de las svasticas, espacial y lineal Movimiento de rotacién del signo Torre. Movimiento de traslacién de los signos Svastica y Torre. Pluralidad de los signos Svastica y Torre. El] Macrocosmos © Macroprosopus. El Macroprosopus, el Septenario y el Duodenario, La representacién simbélica del Macroprosopus. Los movimientos de traslacién del Macroprosopus. El Duo- denario, La Sisa y el mimero suplementario 13. Representacién simbélica egipcia de los movimientos de traslacién de la Tierra y la Luna alvededor del Sol. El ciclo 1001. Fl mimero ‘pi’ y la medida ‘metro’ 15 2 25 35 g¢ 138. 153 164 181 195 XVI. XVII. XVII. XIX. XX. CONTENIDO Las agrupaciones de svasticas espaciales y la materia cés- mica. El torbellino y las nebulosa au EI sistema septenario de los signos representativos de la Energética. 223 El Espacio y sus diversas gradaciones en relacién con los signos. 239 El Eter 0 campo de svasticas espaciales en relacién con los fenémenos cosmolégicos. 253 Representacién simbélica de la formacién de las Estre- Mas y los Planetas. Las Energias. El Zodiaco 267 Justificacién de las formas y los nombres de los signos Aa1 Zodiaco. 273 PEDRO ASTETE acié en Lima el 7 de noviembre de 1871. Fueron sus padres don Isaac Astete y Fernandez de Paredes y doiia Nicolasa de Santiago Concha y Vasquez de Acuiia. Hizo sus primeros estudios en Nueva York, en el Colegio de los Hermanos Cristianos, después en Madrid y por ultimo en Lima, con los padres Jesuitas. Concurrié a la Escuela Naval del Pert de 1890 4 1893, Desde 1895 hasta 1909 ejercié diferentes actividades en fos departamentos de Ancash, Junin, Tumbes, Piura, Lambayeque, Li- bertad, Arequipa, Cuzco y Apurimac, visitando detenidamente la mayor parte de la Republica. En 1912 hizo un viaje a Buenos Aires. Para esta época Astete habia formado su estilo; publicaba cuentos en las revistas peruanas, chilenas y argentinas. Pero su trabajo funda- mental habia comenzado algunos afios antes y en lo mas hondo de si mis- mo recordaba su vida entera y lo torturaba ese recuerdo. Ante la enormidad de su obra sentia ya su impotencia. Sabia que no podria concluirla y es- taba obsesionado constantemente por “E] Deber Incumplido”, sentimiento que volcé en la forma de un relato personal que incluimos en este libro. Dedicé a esa obra su vida entera, Durante once afios en Buenos Aires, con paciencia benedictina, reunié datos y observaciones y con intuicién verdaderamente genial estudié las analogias profundas que ligan todos los simbolos de la humanidad y sus expresiones graficas. Cuando regresé a Lima, en 1923, el plan gencral estaba ya en su mente. Se refirié a él con estas palabras: “El estudio de los simbolos se compone de dos grandes partes: la ‘primera trata de la exposicién de lo que hemos Iamado los tres elemen- tos del conocimiento oculto, que son, por su orden de desarrollo: “Los “Numeros”, “Los Signos”, y “Las Letras”; la segunda parte, mucho mas “vasta, trata de la aplicacién de esos elementos al estudio ¢ interpretacién “de la Ciencia Secreta antigua, que es aquella que debié ensefiarse a los iniciados. Estas dos partes pueden calificarse, en consecuencia, la pri- ‘mera como la Exposicién y la segunda como la Interpretacién de la Cien- “cia Hermética. Es légico pensar, y inuchisimas pruebas contenidas en 9 10 PEDRO ASTETE “esta obra asi lo demuestran, que este era también el orden de iniciacién “que se seguia en los Pequefios y en los Grandes Misterios”. Siguié en Lima durante diecisiete afios mas en su diaria labor deses- perada, sintiendo todos los dias que la muerte no lo dejaria expresar todo Jo que en él ya tenia forma. Vivia en Ia vieja casa de la calle de Polvos Azules de donde no salia nunca; ocupaba unas habitaciones que daban a un largo balcén sobre el rio Rimac; en la banda opuesta veia el cerro San Cristébal y en la lejania las cumbres de los Andes donde la raza de Masma habia dejado sus hue- Mas milenarias. Estaba en el centro de un mundo espiritual que desde la noche de los tiempos hablaba a través de él para expresarse una vez més: en este mundo. Era el descendiente de una antiquisima cultura, amarra- do como Prometeo a la vida fisica, para dar la posibilidad de esos perdidos conocimientos a la cultura nueva. Creia en la muerte de Europa pero estaba seguro que antes de morir legaba a América, en una serie de des- cubrimientos, la posibilidad de una nueva expresién humana, de la que el desarrollo material estaba ya logrado por América del Norte y el de- sarrollo espiritual Hegaria muy pronto con la fuerza teltirica de los An- des y con el recuerdo de la sabiduria arcaica esparcida por toda la tierra en simbolos, mitos y leyendas. Trabajaba en forma ciclica, dando importancia sucesivamente a ca- da parte de su obra, sin querer dar ninguna de ellas por terminada y ne- gindose a la publicacién de lo que nunca podia considerar concluido. El momento no habia Iegado. Lo que él consideraba incumplimiento de un deber personal era el proceso inevitable, la espera, la Necesidad de los Tiempos. La obra de Astete es la actualizacién de claves perdidas y su publi- cacién no esti sujeta al azar de los acontecimientos vulgares. Muchos hechos lo demuestran: desde su extrafio comienzo —una visién y “EL Suefio de Masma” en Andahuaylas, en 1905— hasta esta publicacién que se hace por un cimulo de circunstancias, solamente trece afios después de su muerte, en México, limite entre las dos Américas, y en la Editorial que entrega en castellano y para la América Hispana una corriente de ideas que vienen de mas alld del Céucaso, del limite entre Asia y Europa, a unirse a la tradicién de los Andes. Editamos en este primer libro “Los Signos” no solamente porque es la tinica parte de la “Exposicién” que podemos considerar concluida— a pesar de tener Astete para ella otros capitulos en proyecto— sino porque LOS SIGNOS ll constituye un todo en si misma y es la clave primordial para el estudio de los antiguos conocimientos cientificos y misticos a través de sus expre- siones ocultas: graficas y miticas. Trata del estudio de las tinicas figuras que pueden formar series infinitas en el espacio a dos dimensiones cuando este se encuentra sujeto a una proporcién por la cruz repetida a intervalos iguales en ambas direcciones. Por orden expresa del autor deberia yo, al presentar esta obra, ante- poner un estudio que explicara la enorme importancia del cuadriculado. Pero el cuadriculado es un simbolo en si mismo y solamente quien estudie el simbolo de la cruz y los simbolos expresados por la serie completa de poligonos regulares inscritos en el circulo, puede penetrar su significado. Citando a Ouspensky afirmaré: “La trasmisiGn del significado de los sim- bolos a un hombre que no haya alcanzado la comprensién de ellos en si mismo, es imposible”. Podemos pues Iegar a la conclusién de que la obra “Los Signos” expresara mejor que cualquier otro estudio la nocién del cuadriculado a todo aquel que pueda Megara su comprensién. Los lectores de Pedro Ouspensky y Rodney Collin comprenderdin muy facilmente que el pensamiento humano no domina todavia el espacio a tres dimensiones y, por esto, debe usar para sus representaciones comunes el espacio bidimensional. Este espacio, sujeto a proporcién, es el que ha ser- vido para la corriente expresién de los conocimientos y los Signos que le son propios, redescubiertos por Astete, permiten la sistematizacién de tales expresiones, dando a esos conocimientos mismos el profundo sentido de su relacién con el espacio y sirviendo de prucba de la realidad de sus rela- ciones reciprocas. La mente humana ha logrado expresiones completas en tres dimen- siones, pero esas obras, de inmenso esfuerzo material, fueron construidas durante largos periodos por razas que tenfan que legar un gran mensaje 1a la posteridad. Me refiero especialmente a las pirimides tanto egipcias como americanas, a los templos monoliticos, y a otras obras no suficiente- mente conocidas en que los hombres han aprovechado los accidentes natu- rales. Esos mensajes no han sido en verdad descifrados y el principal obs- tdculo es la orientacién mental de nuestra época. Creemos actualmente que ninguna raza nos ha superado y que nada tenemos que aprender en esos monumentos. Sin embargo, es perfectamente claro que semejantes trabajos no fueron emprendidos por consideraciones mezquinas o innecesarias y os indudable que en las orientaciones, medidas, proporciones, numero de sus clomentos y Angulos de elevacién, asi como en su posicién relativa con respecto a los astros, expresaron en una matemética muy adelantada 12 PEDRO ASTETE conocimientos, algunos de los cuales hemos redescubierto y otros habré to- davia que redescubrir. Pero atin para la interpretacién de los detalles de estos monumentos y de su ornamentacién Ia clave contenida en cl libro que publicamos es de inapreciable valor. La vida y la obra de Astete se fundamentan en la misma idea que impulsé a Ouspensky, de quien solamente aleanzé a conocer Tertium Organum. Podemos decir que ambos pertenecen a la misma hermandad de pensamiento, aquel que emana del circulo intimo de la humanidad. Sus propésitos basicos son, pues, los mismos. Coinciden extraordinaria- mente, cada cual a su modo, cada cual desarroliéndose en circunstancias y ambiente distintos. Como todos los hombres que alcanzan niveles su- periores de pensamiento, Astete expresé su certidumbre de que la huma- nidad esta dividida por un conocimiento que no corresponde al nivel natural de la vida del hombre. Y este fué el punto de partida de su obra: proporcionar al hombre las ideas-claves, aunque antiguas siempre nuevas, que pueden ayudarle a romper las cadenas de su ser- vidumbre a la inexorable ley de la recurrencia. En este sentido, podemos decir que “El Deber Incumplido”, aparte de ser un notable relato literario, constituye un alerta que Astete lanza a los hombres, al retratar su an- gustin en forma personal, junto con indicarles el camino del Verbo, la senda del conocimiento para que cada cual penetre individualmente a una verdad de érden superior. Veian, pues, con igual claridad, la evolucidn humana como la gran posibilidad de la transformacién del hombre en superhombre, de la cé- lula primaria en la altamente diferenciada, en la célula cerebral, En otras palabras, como la posibilidad de que un hombre mortal del circulo exter- no puede pasar a la inmortalidad del circulo interno. Insistir en el paralelismo de la escala de pensamiento superior de Ouspensky y de Astete nos levaria a transcribir gran parte de sus obras. Remitimos a ellas al lector. Para nosotros ese paralelismo prueba la rea- lidad del conocimiento oculto y del centro esotérico de la humanidad. Ambos se basan en Ia ley eterna “Como arriba, asi abajo”; en la idea del macrocosmos y del microcosmos, ensefiada en forma completa por Ouspensky en el Rayo de la Creacién; en la periodicidad de las vi- braciones, expresada por Astete en las series que forman en el espacio bidimensional las torres y las svasticas y por Ouspensky en la Ley de las Octavas; y aunque Astete no divide el conocimiento en objetivo y LOS SIGNOS 13 subjetivo, todas las analogias de su obra, buscadas en la realidad trascen- dente, indican la existencia del conocimiento objetivo y su circunspeccién ante el otro conocimiento sujeto al error, En estos dos grandes pensadores todo sirve como un medio para trasmitir la idea de la Unidad. Los nimeros, los signos y las letras de Astete, salen de la realidad del espacio bidimensional como los medios de relacién que trasmitiendo todas las ideas las unen en Dios. Como con- secuencia no solamente expresé la idea de Ouspensky del idioma oculto universal sino que explicé su posibilidad y su real existencia. Y si nos referimos al eneagrama, el més alto valor que nos transmi- tiera Ouspensky en “En Busca de lo Milagroso”, la maquina por excelen- cia del pensamiento superior y reconocemos que no fué formulado por Astete, debemos notar que su intuicién lo Ilevé a estudiar la serie deci- mal de Ia divisién de los ntimeros por siete y que empleé esta serie, 0 sea Ia progresién del movimiento dentro del eneagrama, en sus estudios. Hacia 1931 Astete no solamente habia Megado en las tres partes de su Exposicién casi terminada, “Los Niimeros", “Los Signos” y “Las Le- tras", a notables conclusiones que determinaban ya un sistema, sino que habia interpretado, de acuerdo con él, muchos capitulos de la Antigua Ciencia Secreta, formando su obra un vastisimo conjunto de capitulos concluidos y en preparacién, observaciones y notas bibliogréficas. Y, en este punto, con todos los elementos que habia reunido en esa grandiosa obra inconelusa, se lanzé al anilisis de la mis amplia expresién de los conocimientos humanos: la Mitologia. Con sus innumerables personajes —cuya enumeracién comprende desde los dioses, los semidioses y los héroes, hasta los simples mortales— con sus relaciones genealdgicas, las combinaciones de los episodios en que intervienen, sus nombres, atributos, emblemas y metamorfosis, asi como con los ritos, costumbres, instrumentos y monumentos de su culto, la Mi- tologia constituye, en un sistema de més de quince mil nociones diver- sas, la mas amplia formulacién del acervo cultural de la humanidad. Pedro Astete a los sesenta afios comienza una labor inmensa que arredraria a un hombre joven. Como Miguel Angel, antes que concluir una obra prefiere para ella un plan de més vastas proporciones, ain sabiendo que sobrepasa todas las posibilidades humanas. Durante los ultimos ocho afios de su vida sélo alcanzé a reunir el enorme material necesario para estudiar los personajes mitolégicos en dos de sus aspectos: como representaciones de los cuerpos catalogados por In Quimica moderna, orginica e inorganica, y como expresién de las oy PEDRO ASTETE leyes fisicas. Pero a pesar de que este trabajo quedé también inconcluso, dejé demostrada una verdad y abierto un camino a futuros investigado- res, La Mitologia es ya para nosotros Ia expresién del conjunto de los conocimientos religiosos y cientificos del pensamiento esotérico arcaico y constituye una clave para todos los campos del conocimiento humane. Pedro Astete murié en Lima el cinco de enero de 1940. Dedicé su vida a comprender y descifrar los Simbolos. Su trabajo, abierto a la colaboracién, deberd titularse “La Gran Obra”. La fué a buscar al pasado y la entrega al porvenir. Fué un Precursor. DANIEL RUZO *El Suefio de Masma esta vinculado a otra parte de ln obra de Astete que se pu- blicaré préximamente, Las ideas fundamentales de “Los Signos” y sus figuras consti- tuyen parte del trabajo de Astete realizado durante los once afios que vivid en Bue. nos Aires. Terminé en Lima su exposicion y antes de 1930 lo concluyé en la forma ‘en que Io presentamos ahora, Conocié “Tertium Organum” en diciembre de 1937, dos afios antes de su muerte, en la edicién de Guayaquil, y en el ejemplar que me obse- quid la traductora y editora del libro @ mi paso por ese puerto. D. B. EL DEBER INCUMPLIDO (*), ee suefios son el espejo céncavo de la conciencia eri euyo foco se refle- jan, deformadas pero intensas, todas las impresiones de la vida que ‘dejaron su huella en nuestro espiritu y que desvanecidas a la cruda luz del dia, durante las vulgares ocupaciones dela vigilia, recobran su im- “perio en el recogimiento de la noche flotando en torno de la materia dormida. : * En un cuarto mal alumbrado por la débil luz de una yela tres hom- ‘res sentados alrededor de una mesa cargada de libros han quedado pen- ‘sativos y fuman en silencio. . También a mi —dice uno de ellos, bajando la vox y escudrifiando ‘con mirada sombria los rincones del cuarto— me obsesiona un suefio, ‘muchas veces sofiado, tantas, que sus mas pequefios detalles estan im- ‘presos en mi memoria y puedo en el silencio y en la noche reproducirlos ‘a voluntad, Mi suefio es este: “Voy con algunos amigos por una ancha alle lena de ruido y de movimiento. Hace un sol espléndido. Marchamos Ye prisa, enfrascados en una discusién interesante, sorteando los grupos ‘de gente que obstruyen las aceras. Pero yo voy distraido, sin atender a la conversacién de los demés, contestando maquinalmente a sus obser- vaciones con frases banales como estas: jAh! jYa lo creo!... (Claro! ‘Una sola idea me preocupa y embarga toda mi atencién, al pasar ‘observo a hurtadillas las puertas, preguntandome: ¢Cuél sera? ¢Cual serd? —TDe pronto diviso, claramente, la puerta entornada. El corazén me pal- pita con fuerza; sé lo que debo hacer y al pasar junto a ella doy, rapido, un salto de costado, y penetro diestramente, sin tocar el umbral por el astrecho espacio entreabierto, con Ia limpieza de movimientos de un acré bata, La puerta se cierra por si misma suavemente. Ain espero un mo- mento tras de ella, Oigo en Ia calle, al otro lado, las voces sorprendidas de mis amigos que preguntan: “Cémo! gDénde esta? ~Dénde se ha me tido?!” Yo sonrio, alzindome de hombros. Después el ruido de la vida se apaga poco a poco y se desvanece en un murmullo lejano”. “{Estoy al fin solo! Solo en aquel inmenso patio de altos y blancos 18 16 EL DEBEK INCUMPLIDO portales iluminados por una claridad de crepiisculo, El unico ruido que se escucha turbando el hondo silencio es el cristalino rumor del agua que, no sé dénde, cae, gota a gota, a intérvalos iguales, sobre algiin tazén de marmol. Bien sé lo que significa para mi el cadencioso rumor de aquel reloj que marca horas distintas de lus medidas del tiempo. Curioso e in- quieto, enarcando las cejas, miro con atencién a un lado y a otro, tra- tando de recordar...” “Es siempre la misma casa, espaciosa y desolada, que sélo yo conozco, sumida en la profunda soledad de un abandono que se remonta a épocas muy lejanas. Si, todo esté alli exacto como en un pasado remoto que he olvidado, que ni aun sé si he vivide; pero reconozco bien que este es el sitio: conservo la impresin de unn idéntica palida tarde, de este mismo hondo silencio y soledad, y de nuevo, como entonces, soy muy joven, casi un nifio; mi mirada es mas limpida y penetrante, mis movimientos més sueltos, mi corazén mas ardiente, mi imaginacién mas audaz. ¢Adén- de voy?” “Avanzo ligero, suspendiendo ritmicamente el cuerpo para apagar el rumor de mis pasos sobre las sonoras lozas y comienzo a subir la in- mensa escalinata de marmol de anchas gradas bafiadas en Ia sombra violeta que cae de los altos techos magnificos. ;Ah! Yo he subido otras veces esta amplia escalinata pero, génde? y gcudndo? Ante mis ojos absortos se extiende y alarga, multiplicando sus gradas, infinita, inacabable, como vista a través de un anteojo invertido, y yo, sobre ella, soy como un Pequefio punto obscuro sobre la blanca inmensidad del marmol. Me veo entonces a mi mismo ascender lentamente como un gran actor que un Piiblico silencioso contempla, pero bien sé que este puiblico es tinicamente mi conciencia, y subo, subo, cada vez mis arriba, y al sumergirme en el bafio de sombra que proyectan los elevados frisos, solo, tnico ser animado en medio de Ja soledad que me envuelve, paréceme que mar- cho a desafiar un trigico destino, y escalofrio de apoteosis sopla mis ca- bellos. gAdénde voy?” “Al fin de las gradas, se alza ante mi la segunda puerta entornada que debo franquear; la cubre un sombrfo cortinaje de terciopelo que cae hasta el suelo en pesados pliegues. Pélido y grave atravieso el umbral, entrando con el pie derecho. Con amplio ademin de teatro, recojo y le- vanto uno de los extremos del cortinaje y paso, y al soltarlo, siento como cae tras de mi pesadamente, rozindome Ia espalda, como algo fa- tal ¢ irremediable”. “La obscuridad me rodea y nada veo de pronto; después mis ojos se habitéan a la vaga claridad que penetra por las junturas de las ven- LOS SIGNOS Ww s herméticamente cerradas, y paso a paso, entro entonces a vastos aes fastuosos, adornados con el gusto severo de otras épocas. Respi 2 alli un ambiente tibio como si ain irradiara el calor de dias lejanos ando el sol entraba a torrentes por las ventanas abiertas, y el espiritu atil de otros tiempos, como un perfume desvanecido, parece flotar atin sobre las mullidas alfombras de colores apagados, sobre los anchos di vanes de rica seda, cuyas molduras doradas enrojecié el tiempo, y des- prenderse de los grandes retratos solemnes, que cuelgan de las paredes, y en los que un solo detalle apenas indicado, el dorso de una mano que re- posa sobre el respaldar de una silla que ya no se ve, 0 en lo alto de un punto de luz sobre una ancha frente, bastan para hacerme recordar el asun- to...” “Todo es alli lujoso y magnifico, pero antiguo y decrépito ya bajo su brillante apariencia; todo est carcomido, vuelto polvo en el abandono de larguisimos afios imposibles de contar. Asi yo sé que bajo las blandas alfombras anida la polilla y forma monticulos de amarillentos granillos que siento deshacerse el andar bajo mis pies; que los anchos divanes, cuyos brazos abiertos parccen invitar al reposo, no resistirian el peso de mi cuerpo y sus resortes se hundirian conmigo gimiendo; que al tirar hacia mi los labrados cajoncillos de muebles primorosos, para descubrir los se- cretos que encierran, guardados atin por Havecitas de oro, olvidadas en sus chapaduras de ndcar, se desharian en polvo entre mis manos, y tam- bién que las grandes ventanas, herméticamente cerradas, por cuyas jun: turas pasan tenues hilos de sol de un célido mediodia, en los que danzan miriadas de corpisculos de polvo dorado, no se abren sobre ninguna ca- Me ni dan a ninguna parte. Todo esto lo sé y por eso, con indecible me- lancolia, paso sin detenerme, vagando de uno en otro salén, mientras que, con los ojos entornados para concentrar mejor la atencién, hago esfuer- z0s por recordar...” “Al pasar asi vagando mi imagen pensativa se refleja en las lunas sombrias de los espejos como en un fondo azul de ensuefio, y al contem- plarla a hurtadillas, un vago terror se apodera de mi alma. Si; tengo mie- do de vivir, de moverme, tinico ser animado en medio de Ja inmovilidad y del silencio de las cosas; miedo del suave rumor de mis pasos sobre las espesas alfombras; de la ondulacién de los pesados cortinajes que rozo al pasar con los hombros; del aire que desplaza mi cuerpo al avanzar, como si alguien, delante de mi, invisible en la sombra, retrocediera lentamente, intentando detenerme con las manos extendidas frente a mi pecho. El terror esti dentro de mi, latente, rebulléndose como una bestia inquicta, presto a apoderarse de mi cerebro, acechando el menor desfallecimiento, 18. EL DEBER INCUMPLIDO para envolverme en su aura de Jocura y lanzarme en una carrera insen- sata, a saltos, a través de las pucrtas abiertas, con los cabellos de punta, los ojos salientes, y aullando alaridos salvajes. Por momentos siento’ soplos en la nuca que me hacen arquear la espalda y sumir los hombros; pero yo me contengo, me domino haciéndome reflexiones:— “jBah! jqué es esto!” —me digo— “jCalma! Calma!” y trato de sonreir y aun acorto el paso desafiando el misterio y dindome, para tranquilizarme, palmaditas en las piernas agitadas por el cosquilleo de la carrera”. “Y avanzo asi, poco a poco, poniendo especial cuidado en no mirar hacia atrés ni a los retratos, colgados de las paredes, cuyos ojos pintados de frente sé que me siguen tornando tenazmente las pupilas”. “2Adénde voy? {Por qué me encuentro alli, vagando en Ia penum- bra de estos salones solitarios a aquella hora en que por fuera la vida reboza en las calles Henas de gente, alumbradas por un sol radiante de mediodia. Me detengo un momento y reflexiono. .. Recuerdos de un obs- curo pasado, tan remoto y olvidado, que ni atm sé si realmente Jo he vi- vido, comienzan a turbarme: son retazos de impresiones extinguidas que la conciencia agrupa con esfuerzo... Y, de pronto, mi memoria se aclara bruscamente; pero no es mi memoria actual, sino la otra, la eter- na y misteriosa, la que perdura en mi a través de tiempos infinitos, la que preside mis sucfios, y ella me recuerda... jAbh, si, Dios mio! jeso esl... me recuerda que tengo una misién inexorable que lenar, un deber imperioso del que jamés podré eximirme hasta que no haya sido cum- plido. {Eso es! {Eso es! {Oh, Dios mio! Y... Ahora lo recuerdo: es alguien que me espera y me Hama desde entonces, desde aquellos otros tiempos obscuros y remotos; alguien que est alli, no sé dénde, agitando en la sombra sus manos palidas, tendidas hacia mi con mudo Hamamiento desesperado”. “Mi conciencia se despierta estremecida, griténdome: —jAnda!— Sé que es un sacrificio espantoso el que ella me impone, pero es también un deber que vaya y se cumpla mi destino. ;Pero de prisa! jde prisa! {Sus momentos estén contados! Si, pero gadénde? —Las puertas abiertas, enfiladas on lejana perspectiva, orientan mi camino, Entonces bajo la cabeza y marcho apresuradamente, levado, conducido por un hilo mis- terioso, a través de un dédalo de habitaciones magnifieas y sombrias, Sien- to que tras de mi, a mi espalda, todo cae y se deshace en polvo como un pasado que se derrumba; las cosas se amontonan confusamente para im- pedirme la retirada: los muebles se arrastran precipitandose para barri- car las puertas por donde ya he pasado: las paredes se juntan en dn- gulos cuyos vértices me empujan, jAdelante! Cada vez mas de prisal ¥ LOS SIGNOS 19 yo apresuro el paso, que pronto se convierte en carrera, en una carrera desesperada y silenciosa sobre las espesas alfombras. El dolor que siento en Ia frente me advierte que tengo las cejas levantadas en arco con ex- presién de angustia, ;Oh, Dios! jSi legaré atin a tiempo! {Mi carrera es tan veloz que ya no muevo las piernas, y abiertas como las puntas de un compas, me deslizo sin fin patinando, atravesando por el mismo centro una serie interminable de salones con las puertas enfiladas formando perspectiva; luego, con certeza que me espanta (porque sé ya adénde voy), giro bruscamente a la derecha, bastindome para esto mover un poco la punta del pie a manera de timén; giro otra vez a la izquierda; compren- do que me aproximo, .. presiento ya su mudo lamamiento angustioso. Si; me espera alld, al fin del ultimo salén, tras de la tercera puerta en- tornada, Llego; no puedo mas; el corazén se me salta del pecho; quiero avanzar, jimposible!, los pies se me entrapan en la alfombra cuyos pelos crecen agarréndose a mis picrnas y subiéndose hasta las rodillas. Quiero gritar y tinicamente yo escucho mi voz en el fondo de mi gar- ganta. Tan sdlo mi corazdn golpea ruidosamente a la puerta: jtoc, toc, toc... veo girar la manivela... jLa puerta comienza a abrirse, lenta, Ientamente!... y yo caigo al suelo desvanecido”. iAy! y yo sé que este suefio, hondo remordimiento de un deber incumplido, atormentara siempre mis noches, como las pesadillas im- placables de los bebedores de opio. * Fate cuento se publicé en Lima, en el mimero 316 de la revis a4 de marzo de 1914. LOS SIGNOS Proemio dems de los mimeros y de las letras existen otros caracteres, univer- salmente admitidos, a los que se designa con el nombre genérico de signos”, tales como los que se emplean en Matematicas, Astronomia, Qui- mica, Musica, etc. Siguiendo en esta obra igual clasificacién damos aqui también el nombre de “signos” a determinados caracteres que sirviendo asimismo para la expresién de las ideas, no constituyen precisamente ni nimeros ni letras. De esta clase de caracteres, o signos, propiamente dichos, es de la que vamos a ocuparnos en esta segunda parte de la pre- sente obra. Segiin la definicién corriente, los signos son en su mayor parte, in- dlusive los niimeros y las letras, caracteres convencionales destinados expresar las ideas, y los que trasmitidos a través de los tiempos de un pueblo a otro y de una a otra civilizacién, han Megado a ser universal- mente consagrados por el uso. Este convencionalismo atribuido a los sig- nos constituye la acepcién mas generalizada; pero tal criterio no es aplicable a la ciencia esotérica u oculta, pues hemos visto ya, en cuanto a la forma de los caracteres que representan los mimeros, 0 sea los signos numerales hierdticos, que estos signos, de los que se ha desprendido la forma de nuestros niimeros actuales 0 deméticos, lejos de ser figuras convencionales 0 arbitrariamente imaginadas, son, por el contrario, for- mas geométricas de una profunda significacién ideografica, directamen- te deducidas de la propia naturaleza por la observacién filoséfica, y las que, adoptadas por la sabidurfa arcaica, han permanecido secretas e ig- noradas hasta hoy. Ahora bien, demostrada como ya lo ha sido, esta sabia génesis de la forma de los mimeros, no seria légico admitir que estos otros dos medios de expresién de las ideas, los signos y las letras, hayan tenido un origen convencional y que hayan sido tan sélo el resultado de una mera inven- cién. Habria en ello una inconsecuencia inadmisible, y es natural supo- ner, por el contrario, que también los signos y las letras han debido tener 21 i PROEMIO por origen una concepcién filoséfica de igual valor trascendente que los caracteres de los nuimeros. Y en efecto, es asi. Los signos hierdticos 0 sa- grados de que vamos a tratar ahora son, al igual que los mimeros hieré- ticos que ya se ha estudiado, y lo mismo que las letras, que se estudiard después, caracteres cuyas formas responden a profundas verdades natu- rales, Es més, la indole y forma de estos signos se relaciona intima y di- rectamente con la de los nimeros hierdticos que les preceden y con las letras, que les siguen. Propiamente, en esta obra, los Signos no son sino un grado o categoria intermedia de caracteres entre los Nimeros y las Letras. Unos y otros componen tres medios de expresién ideografica tan estrechamente ligados entre si que sélo un esfuerzo de clasificacién pue- de separarlos para su examen. Hstos tres medios de estudio, los Niimeros, los Signos, y las Letras constituyen los tres elementos esotéricos del Cono- cimiento, y es preciso reconocer en la admirable unidad de este sistema hierético la manifestacién de una profunda verdad natural. ‘Mis adelante, en la tiltima parte de esta obra, veremos que este sis- tema ideogrdfico de una unidad perfecta, que esta trilogia de elementos de estudio compuesta por los Niimeros, los Signos y las Letras, que se deducen los unos de los otros como una consecuencia légica y necesaria, se resuelve por una misteriosa sintesis, en los Simbolos, expresién abre- viada de las ideas y de los fenémenos de la Naturaleza. Y habremos de convenir entonces forzosamente que el conocimiento basado en estos elementos, que es la ciencia oculta 0 esotérica, sobrepasando en mucho por su profundidad la capacidad mental del hombre, no puede ser de ningin modo el resultado de una creacién humana, sino que es, indu- dablemente, la expresién de leyes de un orden superior cuyo secreto el hombre ha podido sorprender mediante un asiduo estudio 0 concebir gracias a una poderosa intuicién. De acuerdo también con este origen de una verdad natural, los sig- nos de que vamos ahora a tratar son simples en mimero y forma, como toda sintesis. Estos signos no son, en efecto, sino tres, el signo “Torre”, y dos formas del signo “‘Svastica” espacial y lineal, cada uno de las cua- les tiene una variedad correspondiente (fig. 1/2, 3/4, y 5/6). Estos seis signos son reciprocamente complementarios, entendiéndose por esto que ellos se complementan graficamente sobre el campo de manifestacién que les es comin y que no es otro que el cuadriculado, el mismo que sirve también para la manifestacién de los niimeros hieraticos y de los carac- teres hierdticos de las letras, que se estudiarén después. Y es digno de mencionarse aqui el hecho notable de que no obstante componer estos signos una cantidad tan reducida de elementos, son susceptibles, sin em- LOS SIGNOS 23 bargo, de un infinito ntimero de representaciones ideogrificas, como se verd en el curso del presente estudio. Fig. Fig. 3 Fie. 5 Fig. 2 Big. Fig 6 De estos signos, sélo el de la “Svistica”, bajo sus dos aspectos de es- pacial y lineal, ha sido conocido de los pueblos antiguos desde los tiempos mas remotos, habiendo Iegado su conocimiento hasta nosotros por muy diversas fuentes. En cuanto al signo “Torre” su conocimiento fué reser- vado tinicamente a los iniciados en los antiguos “Misterios” y s6lo ahora es dado a esta obra revelarlo al puiblico de los no iniciados. Ha ocurrido con estos signos lo que ocurriria con una maquina cuyo mecanismo se desease mantener secreto, y es, sencillamente, ocultar una de las piezas necesarias para su funcionamiento. Los elementos esenciales para que esta maquina funcionase son cuatro, los dos signos “Svastica”, la “To- m. Los signos “'Svastica” y el cuadriculado eran conocidos, aunque se ignoraba la adaptacién de los primeros al iiltimo y ni siquiera se conocian las medidas propor- cionales de esos signos, necesarias para determinar su forma exacta, y en cuanto al signo “Torre” complementario de la “Svastica espacial”, era totalmente ignorado. En estas condiciones, era imposible hacer funcionar ol sistema y el secreto quedaba bien guardado. ¥ es, en efecto, lo que ha ocurrido. 4 PROEMIO Pero hoy este secreto no tiene ya razén de ser. El tipo medio de Ja humanidad ha progresado desde aquellos remotos tiempos en que se juz- g6 necesario ocultarle ciertos conocimientos que no estaban, entonces, en armonia con su escaso desarrollo moral e intelectual, y de los que podia haber hecho un uso pernicioso. Hoy ese tipo medio humano ha pro- gresado un tanto, no mucho, es cierto, pero lo suficiente, sin embargo, para darle sin peligro este nuevo medio de conocimiento. Los tiempos favorables a este renacimiento espiritual parecen haber Megado, segin lo indican numerosisimos testimonios de indole esotérica, y esta obra no es sino un reflejo del medio y de la época en que se ha escrito. Se observaré ahora que este signo “Torre” no es otro sino el mismo que figura en “Los Numeros” con igual nombre y con el de “Tronco” y el cual forma parte del “cubo numérico” y se comenzaré a ver, por este solo hecho, témo es verdad en efecto lo que hemos dicho antes, 0 sea, que entre todas las partes constitutivas de esta obra existe un enlace tan intimo y completo que su conjunto no puede menos que constituir un per- fecto sistema ideografico. Mientras tanto, y como una consecuencia de ese secreto inicidtico a que nos hemos referido, lo que hoy se sabe acerca del signo “Svastica”, no es sino un conjunto de generalidades de orden metafisico, vagas no- ciones miticas y misticas principalmente, alrededor de las cuales existe sin duda una vasta literatura, pero nada ms que esto, ninguna aplica- cién positiva, nada que revele el gran rol que este signo y su complemen- to, el signo “Torre”, desempefian en el estudio de los fenémenos natura- Tes. Esto es lo que est reservado a esta obra dar a conocer y constituira Ia materia de los estudios que integran esta seccién. Antes de entrar en dicho estudio conviene presentar reunido, en un capitulo aparte, todo el conjunto de datos mas o menos erréneos y desde Tuego deficientes en todo sentido que hoy se conocen acerca de la “Svas- tica”” en general, a fin de separarlos de una nueva fase de su conocimien- to, en la que tanto este signo como el signo “Torre” van a revelarnos todo un mundo ignorado de extraordinarias aplicaciones a los més im- portantes problemas humanos; y es necesario establecer esta separacién no sélo para mayor claridad dei presente estudio, sino también a fin de reivindicar el prestigo de esa antigua ciencia oculta tan calumniada como mal comprendida CAPITULO I Nociones generales acerca del signo “Svdstica” 1 nombre “Svastica” (0 “Svasti-ka”), es sAnscrito, y significa un signo de salud, por provenir de “Svasti”: {Salve!, ;Salud!, |Bendicién! iLoor!, ;Glorial, jFelicidad! (*) Comenzaremios este resumen indicando la forma 0 formas grificas que se da generalmente al signo “Svastica”. Se conocen tres formas diferentes de svdsticas que suelen emplearse indistintamente (figs. 7, 8 y 9). iB. 7 Fig. 8 ig. 9 De estas tres formas, la indicada por la figura 8 es simplemente una fantasia sin importancia sobre el motivo de la Svastica, como se demos- trard en el capitulo III. Se comprende que estos signos, por ignorarse generalmente las condiciones precisas de medida y proporcién a que estén sujetos, hayan sido trazados con frecuencia como simples dibujos de forma aproximada y sin tener otra cosa en cuenta sino que la figura debe hallarse compuesta por dos brazos iguales y acodados que se cortan perpendicularmente por el centro. La fig. 8 es uno de estos casos erré- neos, por lo que sélo consideramos aqui los otros dos signos. () H. P, Blavatsky— “Glosario Teo: fico” —Articulo “Svastica”: 25 26 SVASTICA: NOCIONES GENERALES Estos dos signos que son la svdstica espacial (fig. 7) y la svastica lineal (fig 9), no son desde luego iguales, ni como forma, ni como me- dida 0 proporcién, ni tampoco como significado, no obstante que algunos autores parecen confundirlos empleandolos indistantemente. Cada una de estas dos formas de la svéstica tiene una variante, que consiste en el mismo signo trazado en dircccién contraria. (figs. 10 y 11) Fig. 10 Fig. 14 Estas cuatro figuras, o sea los dos signos con sus respectivas variantes, son las tinicas formas posibles de la svastica, cuolquiera que sea la posi- cién que se le dé al signo, como es facil comprobarlo. | Descrita ya la forma de In svastica, expongamos ahora su significado, de acuerdo con las ideas mas generalizadas, Ante todo, hay que digtin- guir en la svéstica dos condiciones: una es la que la considera como signo grafico y la otra la que la emplea como representacién de un instru- mento del culto religioso de la India antigua, el cual parece haberse derivado del signo y tenia el mismo nombre y forma que éste. Cpmo instrumento ritual, la svastica es peculiar de la India, pero como signo, ella aparece en todo el mundo antiguo, habiéndosele encontrado por todas partes, a excepcién de la Oceania. EI objeto ritual, llamado también “cruz jaina”, nombre que se da asimismo al signo, aparece en Ia India como principal instrumento de la religién brahaminica; pero todo induce a creer que es anterior al braha- manismo y que pertencce ms bien a la antiquisima religién jaina, de la que el brahamianismo la keredara. La svdstica ha debido representar en la primitiva religién jaina un instrumento de capital importancia, el mas importante de todos, el simbolo por excelencia del culto del fuego, puesto que su objeto era el de producir materialmente ¢1 fuego sagrado. Se construia para esto la svastica con dos trozos cruzados de una madera dura, probablemente la encina, acodades en las extremidades y LOS SIGNOS 27 superpuestos en su parte central. En el punto de unién de ambos trozos de madera se practicaba un agujero, por el que pasaba un mango, también de madera, que le servia de eje, y en el que se hacia girar la svastica im- primiéndole un rapido movimiento rotatorio, de manera que rozara fuer- temente sobre otra svastica, orientada en sentido contrario, y construida de una madera mis blanda; la friccién de ambas svasticas producia en- tonces una chispa de fuego, que cayendo sobre una substancia combustible apropiada, la inflamaba. Esta operacién litirgica se practicaba sobre los altares y el fuego asi encendido, que simbolizaba el origen del fuego ce- leste, 0 Agni, era considerado como sagrado. Dice A. Kuhn, en su nota- ble obra, “L’Origine du feu et du breuvage des dieux”, que este procedi- miento de friccién rotatoria por el que se obtenia el fuego, operacién que, por otra parte, se encuentra en los pueblos més diversos, constituia entre los Arios de la India una imagen de los fenémenos césmicos; se suponia que el fuego celeste, el relimpago, el rayo y atin el fuego solar eran pro- ducidos en el cielo por un procedimiento andlogo. Esta opinién acerca del funcionamiento de la svistica para encender el fuego, no es la tinica; existe otra, mas generalizada entre los tedsofos. Seguin H. P. Blavatsky, (*) Ieva el nombre mds particular, en cuanto a esta operacién, de “Arani femenino”, que esotéricamente significa “la matriz del mundo”, y est formada por un disco de madera con un aguje- ro en el centro, en el que los brahamanes producen el fuego por medio de Ja friccién con el “pramantha”, un palo, simbolo del macho genera- dor. Como a pesar de la diferencia de forma que indica, el autor dice que este instrumento es una sydstica, cabe suponer que la forma de disco dada al “‘Arani” es un detalle simbélico para significar el movimiento de rotacién que se imprimia al instrumento; pues, en efecto, si se hace girar répidamente una svastica, sus extremidades parecen trazar un circulo dentro del cual queda inscrito el signo. (fig. 12) Hemos consiqnado ambas versiones, porque no obstante la autori- dad de la segunda opinién, la primera, segin 1a cual el fuego se produce por la friccién de dos svasticas de orientacién contraria, del mismo modo que surge el rayo por el choque de dos nubes cargadas de electricidad diferente, y que se propaga la vida por la conjuncién de los dos sexos, se halla perfectamente de acuerdo con la indole del simbolo y con todas las demostraciones y conclusiones de esta obra. La difusién de Ja svastica, como signo, en el mundo antiguo. es enorme, habiéndose constatado su existencia entre los pueblos més di- (1) H.-P. Blavatsky.—"Glosario Teoséfico”. 28 SVASTICA: NOCIONES GENERALES versos. Dice H. P. Blavatsky, que se la encuentra grabada en todos los templos de roca y edificios prehistéricos de la India, y donde quiera que los budistas han dejado sus huellas. Se la encuentra asimismo en China, Tibet y Siam y agrega que ha sido exhumada de los mas profundos ci. mientos del antiguo lugar que ocupé Troya y que aparece en los textos etruscos y caldeos de la antigiiedad. Dice asimismo (*) que se la encuen. tra entre las antiguas naciones germénicas bajo el aspecto del martillo de Thor, arma en forma de cruz svastica que los masones y misticos euro- peos designaban con el nombre de “Cruz hermetica”, y también con el de “‘cruz jaina”, signo considerado como el mas arcaico y sagrado y que era universalmente respetado. Pio Baroja en un trabajo informativo so- bre la svéstica, () que tiene la ventaja de reunir las opiniones de mu- chos sabios orientalistas y arquedlogos, tales como Burnouf, Schiliemann, Miiller, f. Phillip, Greg, Goblet d’Alviella, Reinach y otros, dice que la svistica se encuentra por todas partes y desde los tiempos prehistéricos en Fig. a Fig. 13 altares, monumentos funerarios, vestiduras de imagenes divinas, monedas, e impresa en objetos de bronce, hierro y cerdmica. Segin H. P. Blavatsky, la svastica figura en las ensefianzas masé- nicas como el distintivo de la orden més antigua de la “Fraternidad de la Cruz Mistica”, la que se dice fué fundada por Fo-hi, en 1029 antes de J.C, e introducida en la China cincuenta y dos afios después, estando constituida por los tres grados. En la filosofia esotérica es el diagrama mds mistico y antiguo. Es el “originador del fuego por la friccién” y de los “cuarenta y nueve fuegos”, y es objeto de la mas respetuosa mencién (Q) H. P. Blavatsky —"Glosario Teoséfico"— Art. “Martillo de Thor”, 8 Po Baroja—"La Cruz Svistica y el Lébaro"—Medrid, 1936. LOS SIGNOS » en el Ramayana. Segin Eitel, en su “Manual de Budismo Chino”, citado también por Blavatsky: 1° Se la encuentra entre los bompas y budistas; 2° es “una de las 65 figuras del Zripada”; 3° es el “simbolo del budismo ; 4° “la marca especial de todas las deidades adoradas por la Escuela del Loto de la China”. Finalmente —agrega el autor— este sim- bolo es en Ocultismo tan sagrado para nosotros como el Tetraktys pita- gérico, del cudl es verdaderamente el doble simbolo”. : Lo més notable respecto de la svistica y lo que tiene un especial interés en cuanto al presente estudio es el origen que se atribuye al signo, haciéndolo derivar de la cruz. Se le ha llamado por esto “cruz. hermética, “cruz jaina”, “cruz gamada”, a causa de que se parece a cuatro letras griegas gamma reunidas por el pie (fig. 13), aunque este nombre parece defectuoso, o por lo menos deficiente, por referirse a una sola de las dos orientaciones que tiene el signo. : H, P. Blavatsky dice que la cruz svastica figura a la cabeza de los simbolos religiosos de todas las naciones antiguas; que es el mis sagrado y mistico de la India; que tiene estrecha relacién y hasta identidad con Ja cruz cristiana, y cita a este respecto a Emilio Burnouf, quien, siguien- do el parecer de los arquedlogos cristianos, opina que este signo, “es la forma mas antigua del signo de la cruz, que es precisamente el que se tra- za sobre la frente de los jévenes budistas y estaba en uso entre los bra- hamanes desde la mas remota antigiiedad”. | a Una de las razones en que se apoya esta creencia sobre la identidad de la svastica y Ia cruz, radica en una ceremonia funeraria de origen muy antiguo y que hoy sigue practicdndose en el rito cristiano, y era 1a cos: tumbre de colocar sobre el corazén del muerto el signo de la svastica, del mismo modo que hoy se coloca sobre el pecho del difunto un crucifijo, © bien se cruzan simplemente sus monos, lo que tiene igual significado. Dice H. P. Blavatsky que el simbolo de la svastica fué impreso sobre el corazén de Budha y por esto se le ha denominado “Sello del Corazén”; que asimismo se le aplicaba sobre el pecho de los iniciados después de su muerte; y citando al egiptélogo Mariette Bey (*), dice que éste ha de- mostrado la antigtiedad de la existencia de la cruz en Egipto, probando que no sélo el plano de los sepulcros egipcios primitivos tenia la forma de cruz, sino que se colocaba este signo sobre el pecho de los cadaveres. Pero lo que evidencia, sobre todo, esta analogia, o atin identidad, entre la svastica y la cruz, es la demostracién grdfica, Tomemos como ejemplo de la figura de la svdstica, su aspecto mas simple, 0 sea su for- @) HL. P. Blavatsky —"Glosario Teoséfico"—Articulo “Svistica’ 30 SVASTICA: NOCIONES GENERALES ma lineal. Hemos visto que la principal caracteristica de la svéstica es su movimiento rotatorio. Pues bien, si se imprime a la cruz, (fig, 14) este movimiento, las extremidades, on virtud de esta accién rotatori, y por causa del fenémeno fisico de Ia resistencia que opone el medio, se dobla. rin en sentido contrario al del movimiento; es decir, que si la cruz gira de la derecha a In izquierda, sus extremidades se doblarin en el seutide que indica la fig. 15, y si de izquierda a derecha, en el que indica la fi 16, La svistica es, segiin esto, “la cruz en movimiento”. Fig. 4 Fig. 15 Wig. 16 Hasta aqui, todos los autores, tedsofos 0 no, que tratan de Ia svésticn, marchan en perfecto acuerdo; pero de aqui en adclante, cuando se tra. ta de la significacién precisa del signo, comienzan las divergencins, _ Para unos, y conforme ya lo hemos dicho, la svéstica es la represen: tacién del instrumento ritual del mismo nombre destinado a li produc. cién del fuego sagrado; para otros es un simbolo que representa In hg y el calor del sol y atin la marcha de este astro; otros autores —Burnouf, A. Kuhn, etc.— opinan que representa los fenémenos eésmicos del fuego celeste, el relimpago y el rayo, y Vigfussen (*), precisando ain més, dice que la svastica representa el rayo, el signo de Thesse, la exhalacién clée. trica, Extendiendo estas interpretaciones al campo de los fenémenos fisio- Ligicos, otros autores, entre ellos Hoffmann (2), opinan que el dable signo de la svéstica expresa la unién de los dos principios, —maseulino y fe. menino—, de los dos factores principales de la naturaleza, y asignon a Ta conjuncién de ambas svasticas un significado félico, segin of cual Ia chispa producida por In friccién de las dos svasticas de orientacién con. traria, 0 bien por la del “pramantha” sobre el “‘arani” o svastica femeni. na, es un simbolo de la vida engendrada por la unién de los sexos, Otros autores, prestando a la svastica un caricter metafisico, a la vez que cos. (Q) Diccionario Holandé: (@) Citado por P. Baroj Inglés.—(Citado por Pio Baroja). LOS SIGNOS 31 mogénico —y estos son principalmente los tedsofos— dicen que ella tiene por origen un signo mistico, Ia cruz— y que si bien es el sim- holo del Fuego, ‘no se trata aqui del Fuego fisico, que es el aspecto mis inferior del fuego, sino del Fuego Misterioso y Primordial, el Fuego del Espiritu Santo —como dice Van det Leews— padre y madre de la Hama, de la luz, de la inspiracién, del sacrificio, del amor que vivifica al mun- do...” () Segtin von Steiner, quien sigue la opinién de Toussenel, la istica representa la cigiiefia volando, opinién que aunque parezca extrafio se halla, en efecto, de acuerdo con otro de los aspectos simbéli- cos del signo, como se verd después. Finalmente no faltan también en este cuadro de las significaciones de Ja svastica apreciaciones sorprenden- tes y curiosas como la de Houssay, () quien opina que este signo es una simplificacién geométrica de la figura del pulpo, hecha probablemente on la Grecia egea; y otras atin desprovistas de sentido, como las de un numeroso grupo de autores, quienes no ven en Ia svastica otra cosa que un motivo de ornamentacién, 0 un signo 0 marca de comercio, opinién ingenua y completamente en desacuerdo con el hecho demostrado de fi- gurar la svistica en imagenes de la divinidad, en altares y en monumen- tos fuenerarios. Respecto de Ja doble orientacién de la svistica, hay también nota- bles divergencias acerca del modo de apreciarla, Segiin unos investiga- dores, —y entre ellos el grupo de autores citados por P. Baroja— el dia- grama de la figura 15 es Ia forma més general de la svastica, Ia més usada en todas partes, y Ia que, segiin algunos arqueélogos, es Ia que pro- piamente Ileva el nombre de “svastica”, mientras que la fig, 16 es Hama- da “Sauvéstica”. La primera es un simbolo de buen augurio, cuyo nombre, como ya dijimos, proviene de la vor. sdnscrita “svasti”, que significa salu- tacién, bendicién. (*) Segtin los hindties —sigue diciondo el citado autor— es signo macho creador, benéfico, atributo de los dioses buenos como Agni, Indra y Vishmi, y representa el sol naciente, y, en efecto, la direccién de esta svastica, orientada de derecha a izquierda, es la direccién que sigue apa- rentemente el sol, y realmente la luz del sol, y es lo que los astrénomos Haman el “movimiento directo”. La “Sauvastica” —prosigue el menciona- do autor— es signo hembra, simbolo de Ia destruccién y de la muerte, atributo de las potencias malhechoras y en especial de la terrible diosa Kali, y representa el sol poniente. El simbolo del Loto Blanco” y “El Sello de la 6 “Art. “Svistica”. eee kta citado. AH, P, Blavatsky.—Obra cit SVASTICA: NOCIONES GENERALES f ih At + Fig. 17 En esto ultimo sufre sin dud: 0 la una equivocacién i © los autores de quienes se inform S| eas v a, pues es evidente que si i — ee que si se considera signo del movimiento del sol la svéstica de la figura 15, esta misma ee eacleel ae svistca seguiré representando todo el movimiento aparente del sl des de ogre hata oi, momento éste que representa el rt del stg sferio inferior, tras de lo cual vuel par nferior, tras. vuelve el sol a aparece Oriente para el hemisferio superior. Esto es lo que indica grffcamenta la : ente fig. 17, 2 ve por ell que de ninguna manera puede eae representada las faces de este movimi 0 svastica ninguna de iento aparente del sol por la svéstica Lo que en realidad debe representa i imi Luna, la que, como satéite da la Tiovr, ce Sasha neem de . ésta de Occidente a Oriente alrededor del Ja Tierra al encuentro del Sol y cumpli diurno en el mismo sentido, se traslada conjuntamente con Sol, razén por la cual yendo endo también su movimiento me vemos aparecer a este astro por Oriente, a any 20 encontzamioe ahora an una grave divergencia, que vamos xplicar. La svistica de la fig. 16, i : 1 a fig. 16, que segtin el grupo d a ; , grupo de auto- yes que menciona P. Baroja representa, en opinién de los hinds, l ig 20 sinistro © de mal augurio, os precisamente el signo que figura en el slo adopado como emblema por Ia Sociedad Teoséic, Dice ese tes ecto otro de los autores que ya hemos ci : ' cto a hemos citado, que el movimi nesta otro de los autores que, - ovimiento de Ia ca se efectiia: “de izquicrda a derecha para indicar Ia imvelucién LOS SIGNOS t y de derecha a izquierda para indicar la evolucién”, (1) Esto se halla de acuerdo con la opinién de los sabios més arriba citados, al considerar como de buen augurio o evolutivo el significado de la fig. 15 y como de mal augurio, o involutivo, el significado de la fig. 16. ¥ entonces pudiera interpretarse la forma del sello de la Sociedad Teosdfica no precisamen- te como un emblema, es decir, como un signo que traduce las aspiracio- nes y-propésitos de una doctrina, sino como el simbolo de la época actual en que vivimos, caracterizada como una época de regresién espiritual, el “Kali-yuga”, 0 periodo erf que reina sobre la Tierra la funesta influen- cia de la terrible diosa Kali, y que marca el predominio de la Materia sobre el Espiritu. En el resumen que acabamos de hacer acerca de la svastica, resumen que expresa el estado actual de los conocimientos sobre esta cuestién, existen, al lado de profundas verdades, no pocos errores, que esperamos dejar aclarados en el curso del presente estudio. Uno de los objetos prin- cipales que esta obra se propone, es el de restablecer el verdadero valor y significado simbdlico de los signos tales como fueron concebidos y em- pleados en el remoto y esplendoroso pasado del Ocultismo, En lo que res pecta a la svastica, este estudio persigue el propésito de sacar a este signo del vago campo de elucubraciones miticas y misticas en que hoy se le considera generalmente, para situarlo en el terreno fecundo de las ob- servaciones positivas, sujetas a examen y comprobacién, que le corres- ponde. Para esto es necesario emprender su estudio metédica y ordenz- damente, comenzindolo por el principio, por el origen del signo, su forma y exacta proporcién. Mientras tanto es conveniente que digamos aqui, anticipindonos a las conclusiones de este trabajo y a fin de fijar de an- temano las ideas acerca de este signo, que la svastica tiene, principal- mente, un significado césmico preciso: la svastica significa movimiento. No terminaremos este capitulo sin lamar la atencién sobre un hecho singular referente a la svastica, y es la gran cantidad de estudios que se han publicado en estos tiltimos tiempos acerca de este signo. A la lista de los autores que van mencionados, pudiera agregarse los nombres de muchisimos otros: investigadores cientificos, historiadores, literatos, se han ocupado y se ocupan actualmente de la svistica en obras extensas de estudio, en monografias, en articulos de revistas; la figura de la svés- tica, conocida en otros tiempos tinicamente por los eruditos, aparece hoy difundida por todas partes, en publicaciones, en motivos de ornamenta- cin, hasta en marcas de fabrica, En Alemania y en otros paises se ha (@) A. Montesano Delchi.—Ob. cit. pig. 115, 4 SVASTICA: NOCIONES GENERALES Sdoptado la svistica como insignia de agrupaciones politicas, figurdmdo en programas y banderas, y se han impreso sellos de correo con este sig- no, entre otros uno en Lituania, que reproduce la svdstica de la fi y otro en Alemania que representa a un nifio con una rodilla en tierra y un brazo levantado en la forma hierdtica de una svistica. Se diria que existe hoy acerca de este signo misterioso, esa agitacién peculiar de los espiritus que caracteriza la oportunidad o la inminencia de un hecho, lo que se ha convenido en Hamar, y en este caso con toda propiedad, un “signo de los tiempos”. CAPITULO II Origen y significado de la svéstica a svastica, contrariamente a lo que se crée, es un signo de forma y proporciones determinadas; esto supone un trazado regular y preciso, io que a su vez implica un medio apropiado para trazar la figura, el cual no es otro que el cuadriculado. La forma de la svastica, tanto espacial como lineal, y comprendidas naturalmente sus variantes, es tal como le indican las figs. 3-4 y 5-6; pero antes de entrar en el estudio de la forma y proporciones de estos signos, lo que se examinaré en el capitulo siguien- te, vamos a ocuparnos en éste, de su origen y significado, tal como se des. prende de las conclusiones del presente estudio. | Al hablar aqui de la svastica, vamos a referimos exclusivamente a la svistica espacial; la otra clase de svastica, la lineal, que erréneamente suele confundirse con la primera, es un signo derivado de éste, y en cier- to modo es su forma sintetizada, teniendo aplicaciones simbélicas espe- ciales de un orden superior, de que me ocuparé més adelante. La svés- tica espacial y no la lineal es la que sirve de tipo al instrumento ritual religioso de igual nombre, y se comprende que esto sea asi, pues se des- cribe dicho instrumento como teniendo en el centro un agujero por ef que pasa un mango que sirve para hacerlo girar, lo que necesariamente supone un espacio donde practicar este agujero. Hay que decir ante todo que la importancia de la svastica como sim bolo radica en la figura del signo mismo y no en el instrumento reli- gioso indostano; este ultimo no es sino una de las aplicaciones del signo a un objeto determinado: la produccién del fuego sagrado, Pero el signo do Ia svastica tiene otras muchas aplicaciones. El expresa, como lo hemos dicho més arriba, la condicién de movimiento, y en este sentido el signo ¢ aplicable no tinicamente a la nocién de Fuego, sino a los tres elementos edemicos que conjuntamente con el elemento “Tierra” consideraban los antiguos: el Fuego, el Aire y el Agua. El signo de la svastica es una forma ucométrico-numérica deducida de leyes naturales, y asi, el signo ha pre- 35 36 SVASTICA: ORIGEN Y SIGNIFICADO cedido al instrumento ritual que es simplemente una creacién del hombre copiada del signo. Han pretendido algunos investigadores que fueron los Arios quienes imaginaron la svastica y han creido ver en este signo el emblema de la teogonia y de la civilizacién arias; pero tal opinién, que restringe a un solo pueblo o raza el conocimiento y empleo de la svastica, es errénea. Conforme se ha dicho antes, este signo estaba muy difundido entre otros muchos pueblos, ademas de la India, habiéndosele encontrado tanto en Asia como en Africa, en Europa como en América. Su difusién como sig- no ideogréfico ha sido inmensa en otros tiempos, tanto, por lo menox como lo es hoy la cruz, por lo que cabe mas bien pensar que dicho signe ha representado el emblema de la religién y de la civilizacién no de unt sola raza, sino de la humanidad entera durante un dilatado periodo his: térico 0 atin pre-histérico. Se ha comparado el signo de Ja svastica a la cruz, y en el resumen que precede vemos que muchos investigadores le atribuyen este origen. Se ha'visto en efecto, que el signo de la cruz, girando sobre si mismo pra- duce la svastica por el acodamiento de sus extremidades, por lo que cabe definir a la svastica como “la cruz en movimiento”. Pero ademas de esta prueba del origen del signo derivado de la cruz, existe otra de un significado muy profundo, Si se admite que ambas orientaciones de la svastica representan los dos principios fundamentales, masculino y fe mening, de la naturaleza, vemos que dos svasticas, de una y otra clase, exactamente superpuestas forman asi mismo la cruz, (figs. 18 y 19). ¥ en este sentido, la reunién de ambas svasticas, representando la conjuncién de los sexos, simboliza la vida, que es desde luego movimiento. Fig 38 Fig. 19) Estas figuras, como se observa, y' especialmente la segunda, son la exacta reproduccién de la cruz greiga y atin de la cruz latina de los priv * LOS SIGNOS 37 meros tiempos del cristianismo, y en particular de la cruz del Redentor, en la cual simbélicamente interpretada, los travesafios que limitan las extremidades de Ja figura estarian representados, en el sentido horizon- tal, por las manos abiertas y con los dedos extendidos, y en el sentido ver- tical por el cartel del INRI en el extremo superior, y en el inferior por los pies clavados con las extremidades dirigidas hacia afuera. Y esta ana- logia gréfica, aqui ligeramente esbozada, se completa con una analogia simbélica, porque el madero de la svastica que produce el fuego sagrado, representa aqui también el divino madero, sobre el cual arde igualmente una lama, la del amor infinito. EI signo que estudiamos tiene, pues, por origen la cruz, o bien, en otro caso, y conforme ha sido reconocido por muchos investigadores, es el origen de la cruz, y en ambos casos, se halla estrechamente ligado al simbolo supremo del Cristianismo. Y si sumamos entonces a la trascen- dencia religiosa universal que parece haber tenido la svastica en el pa- sado de la humanidad, la que hoy mismo tiene la cruz, cabe decir que este signo de la svéstica es el “hieros-glypho” por excelencia, el signo sagrado de todos los tiempos y de todos los pueblos, que perdura a tra- vés de edades infinitas como si él encerrara la més grandiosa férmula del ideal humano, ideal que los hombres hubieran expresado, a través de siglos sin cuento, siempre en la misma forma concreta, sencilla y ex- presiva como toda verdad, de dos simples lineas que se cruzan. Pero siendo tan antiguo, como lo es, en efecto, el origen de la svas- tica, tanto que su creacién como signo parece confundirse con los pri- meros rudimentos del ideograma, con la creacién del jeroglifico, sorpren- de por Io mismo, que apenas se haga mencién de su existencia y conoci- miento en Egipto, el pais clasico del jeroglifico. Pero esta ausencia precisa- mente en Egipto, no es sino aparente, porque, como dice Plutarco, hablan- do de la ciencia de los sacerdotes egipcios: “Ocultaban su filosofia por me- dio de mitos y palabras en las que infiltraban obscuros reflejos y transpa- rencias de la verdad. ..”. (#) ¥ vamos a ver, en efecto, que lejos de haber- se omitido entre los egipcios la representacién de la svastica, simbolo, co- mo lo hemos dicho, de una de las modalidades de la materia, el Movimien- to, ella estaba por el contrario, expresada en forma extraordinaria preci snmente por tres de sus simbolos més importantes y misteriosos, nada me- nos que por el Escarabajo sagrado, la Esfinge y el Fénix. Este tema eésmico-mitolégico requiere desde luego para su debido tosarrollo un considerable espacio que no podemos dedicarle aqui, por (®) Plotarco—"Las_memorias de Isis y Osiris" —Seeciones IX, X y XI. 38 SVASTICA: ORIGEN Y SIGNIFICADO Jo que remitimos al lector a la ultima parte de esta obra, “Los sistemas simbélicos”, donde se halla tratado extensamente, Pero si no es posible desarrollar ahora aqui ese estudio en toda su amplitud, cabe por lo menos extractar de él algunas nociones suficientes para comprobar el hecho de que tratamos. Comenzaremos este extracto por cl anilisis etimolégico de la palabra “Jeroglifico”, supuesta una relacién, que en realidad existe, entre esta palabra y el signo de la svéstica. Esa es una palabra compuesta de Jas dos voces griegas “hieros", sa- grado, y “glyphos”, de “gluphe”, cinceladura, grabado, que tiene andlogo sentido que “graphe”, dibujo, escritura, que a su vez proviene del gr. “grups”, en latin “gryphus”, el grifo, Fl grifo era vn animal fabuloso al que se representaba con un cuerpo de leén, cabeza y alas de Aguila, orojas de caballo, y en lugar de crin una cresta formada de aletas de_pescado, significando asi un compuesto que participaba de los cuatro elementos, Fuego, Aire, Tierra y Agua. A fin de que no exista duda acerca de esta relacién etimolégica entre “gluphe”, cinceladura, grabado, “graphe”, di- bujo, escritura, y “grups” o “gryphus”, el grifo, se tiene atin las voces latina “griphus” y griega “griphos”, que significan “enigma”, propiamen- te “hilo”, lo que sobreentiende un hilo, una linea, un rasgo, un signo gra- ado, enredados como un enigma, Pues bien, atin hoy se aplica el nombre de “grifo” a los caiios para el agua, que han conservado bajo esta for- ma, fig. 20, el aspecto del signo svastica y que no es como se ve, sino la figura esquemtica de un grifo o de una esfinge. Esta forma, dado su empleo, supone, en efecto, por lo menos tres de los elementos indicados, la tierra, el agua y el aire, cuya presién determi- na Ia salida del agua por el caiio. En espafiol se da el mismo nombre de “grifo” tanto al animal fa- buloso como al cafio para el agua; en francés este artefacto se lama “robinet” pero este nombre encierra en el fondo la misma idea, pues segiin su etimologia, “robinet” proviene de “robin” que significa “car- nero”, a causa de que en otro tiempo se construian estos artefactos en forma de cabeza de carnero, con lo que claramente se alude a los ‘ finge’ ‘crioy o esfinge de cabeza de carnero, es decir, en suma, el signo svastica, Se deduciria de aqui entonces que el signo svastica es propiamente el “hieroglyphos”, el ideograma més antiguo, el signo sagrado por ex- LOS SIGNOS 39 celencia y que en Ja iconografia egipcia este signo se halla representado en piedra, y bajo forma monumental, por la Esfinge. Fig. 21. Fig. 20 Fig. 21 ‘Vamos a explicar esta ultima figura, debiendo advertir aqui que la crientacién dada a esta svéstica no implica necesariamente la orienta- cién verdadera del signo, que puede ser la contraria. Este punto se halla sujeto a un determinado examen que sélo podra efectuarse mis adelante, de manera que mientras tanto, la orientacién de estas figuras no tiene sino un cardcter condicional, lo que, por otra parte, no influye esencial- menie en el estudio del signo. Para explicar por qué la svastica de la fig. 21, cuya parte superior representa la Esfinge, aparece dividida por mitad en sentido horizontal, tenemos que trazar un diagrama que es aproximadamente el mismo de In fig. 17, con la diferencia de que la Tierra esta representada aqui por la pirémide, que es en este caso la Gran Pirdmide de Kheops. Fig. 22. La Gran Pirdmide de Kheops simboliza on efecto la Tierra, y hay que tener en cuenta, para comprender esta figura, que la Gran Pirdmide dcbe afectar la forma de un romboedro, figura de la cual la parte visible de la Pirdmide, o sea la parte que se levanta sobre el suelo, es sdlo su mi- tad superior. Esta nocién estaba ya muy difundida entre los antiguos, y se puede citar a este respecto la opinién del ateniense Aristides, el “Jus- to", o mejor dicho, el relato que dice él le hicieron los sacerdotes egipcios, de que las pirémides penetran bajo tierra otro tanto de lo que se elevan sobre su superficie. Conforme a este disefio, la linea media horizontal que divide a la Piré- mide en dos partes iguales y a la Tierra en dos hemisferios, representa cl ecuador terrestre, e indica, ademés, convencionalmente, la linea de los horizontes y el elemento horizontal Agua. Esta linea, prolongada, divi- 42 SVASTICA: ORIGEN Y SIGNIFICADO el elemento Aire, sobre una linea diagonal al plano de Ja Piramide, y par el Fénix, el Fuego celeste 0 la Luz, sobre la linea vertical que pasa por la truncadura de la Pirdmide, y decrece luego por el otro lado en forma simétrica para terminar de nuevo en el Escarabajo. Este ciclo, dada la orientacién de las svasticas representa el ciclo solar 0 sea el movimiento aparente diurno y anual de este astro, movimiento que se efectiia de Oriente a Occidente, para volver de Occidente « Oriente por el otro hi misferio, 0 sea, en cl simil, por delante de la Pirémide, suponiendo que el observador ocupe la cara anterior o sur de ésta. En este ciclo, la sviistica esté representada, en piedra, por uno de los monumentos egipcios mas importantes, por la Esfinge. Y naturalmente, y lo mismo que en el caso del instrumento ritual indostinico, no es el signo, figura geométrica-numérica que simboliza Ja nocién abstracta de Movimiento, el que copia aqui la forma del monumento, sino al contrario, es la Esfinge, monumento levantado por los hombres, lo que reproduce el signo. Y se puede juzgar por esta consideracién de la prodigiosa an- tigiiedad del signo Svastica, si se tiene en cuenta que la fecha de la cons- truccién de la Esfinge, completamente incierta hasta hoy, habria que si tuarla en una edad muy remota, muchos millares de afios antes de nues- tra era, : Todo esto induce a pensar que estos mismos disefios que estamos tra- zando ahora sobre el cuadriculado, que estos mismos signos, la Svastica y la Torre, reciprocamente complementarios, que estamos estudiando ahora Aqui, fueron los mismos elementos esotéricos del conocimiento que emplea- ron ya los antiguos sacerdotes egipcios, hace muchos miles de ajios, en el estudio de las grandes verdades naturales. Y podria deducirse de aqui que fuera mas bien Egipto, y no la India, el pais de origen de la Svistica, si no debiéramos tener en cuenta, por otra parte, lo que ya hemos dicho, © sea que es éste un signo universal y de ningim modo local. CAPITULO HI Adaptacién de las svdsticas espacial y lineal al cuadriculado; forma, medidas y composicién numérica de ambos signos. odo lo dicho hasta aqui respecto de la svistica constituye el examen T tedrico de este signo; vamos a entrar ahora en su estudio técnico, que es sin duda mucho mas importante, porque es el que sacando a este signo de la vaga condicién de un simple dibujo, lo convierte en un signo pre- ciso de forma determinada, sujeto a medidas exactas y lo sitia en el campo de las observaciones cientificas en el cual se demuestra que la svastica responde a valores de orden matemitico, tanto geométricos como numéricos. ¥ esto es sin duda de gran trascendencia puesto que sobre ambos signos de la svastica, asi como sobre el signo complementario “To- rre”, vamos a fundar luego los Simbolos, que de este modo dejardn de ser en adelante simples conceptos convencionales para convertirse en valores positives. Esto que es sin duda uma revelacién en el estado actual de los conocimientos generales acerca de los signos “‘Svistica” y “Torre”, no es, sin embargo, sino um redescubrimiento, pues este caracter de elementos de estudio que asignamos aqui a dichos signos es precisamente el mismo que ellos tuvieron en el Ocultismo antiguo y que esta obra no hace sino exponer de nuevo sacdndolos del olvido de los siglos. Debemos advertir aqui que estos signos, tanto Ja “Torre” como las dos clases de svisticas, son esencinlmente signos seriales; es decir que su representacién normal es la de presentarse agrupados en series, como se demostraré oportunamente; de modo que sélo puede considerarseles aislados por excepcién o bien para los fines de su estudio. Vamos a ocuparnos en este capitulo del examen de ambas clases de Svéstica, espacial y lineal, dejando el estudio del signo “Torre” para el capitulo siguiente. Como sabemos, cada una de estas dos clases de svastica tiene una ‘nica variante, que consiste en la posicién inversa y simétrica del signo. Como salvo esta diferencia, el signo es idéntico a su variante en forma 43 u“ SVASTICAS: ADAPTACION Y CUALIDADES y medida, bastar4 para los fines de este estudio considerar un solo caso en cada clase de svastica. Haremos preceder el estudio de la svastica espacial a la lineal, no porque el primero sea esencialmente un signo de mayor importancia que el segundo, sino porque es la base grafica de éste. Adaptacién al cuadriculado de las svasticas espacial y lineal. El cuadriculado es el medio propio de manifestacién de estos signos, tanto de ambas clases de svistica como de la “Torre”; y es éste, por con. siguiente, el primer punto que tenemos que determinar. La demostra- cién de este hecho resulta de la simple observacién de las figs. 23 y 24, cuyas formas, como se ve, coinciden exactamente con las lineas del cua- driculado. Fig. 23 Fig. 24 Esta adaptacién de las svasticas al cuadriculado es una condicién muy importante, porque desde este momento dichos signos dejan de ser figuras mas 0 menos arbitrarias y convencionales, y se convierten en signos concretos y positivos sujetos a medidas exactas. De esta condicién depende precisamente la regularidad de las formas de ambos signos y en un sentido general, su proporcién. Este hecho es sumamente importan: te, ademas, porque constituye la primera relacién que liga los Signos hieraticos a los Numeros hierdticos, que se trazan igualmente sobre el cuadriculado,'y ello demuestra que ambos medios del conocimiento eso- térico son parte de un mismo y vasto sistema ideografico. Mis adelante veremos todavia que esta condicién de adaptabilidad de los signos svastica al cuadriculado, alcanza una importancia y un va lor demostrativo extraordinarios. LOS SIGNOS 45, Forma y medidas de la Svdstica espacial. La regularidad de la forma conocida de la svastica espacial depende de la proporcién de sus medidas. Trazada esta figura sobre el cuadricu- lado, ella tiene por unidad de medida Ja cuadricula, Esta figura se com- pone de dos partes iguales, una vertical y otra horizontal, acodadas en las extremidades y que se cruzan por el centro, de modo que superpuestas ambas partes coinciden exactamente, (Fig. 25) C | | Fig. 25 La longitud de ambas porciones es de cinco cuadriculas y de dos en los codos, siendo la anchura general de una cuadricula. En el instrumen- to ritual indostano, en el centro o punto de interseccién de ambos bra- 20s, que consta de una cuadricula, se practica el agujero por el que pasa cl mango que sirve para hacerlo girar, Vamos a demostrar que estas me- didas son exactas y que no pueden ser diferentes sin alterar la forma y proporciones del signo. En efecto, para que las dos porciones de la figura se crucen exacta- mente por el centro y la proporcién entre las partes del signo se conserve, es necesario —supuesto desde luego el cuadriculado como campo de la demostracién— que la longitud de ambas porciones conste de un mimero impar de cuadriculas y que no sea menor de cinco, lo que elimina todas las longitudes menores de este ntimero. Se climinan, asimismo, las figu- ras mayores de cinco cuadriculas compuestas de niimeros pares, tales como las’ de seis u ocho cuadriculas, porque tampoco pueden ser divi- didas’ simétricamente, dando por resultado figuras irregulares. Quedan sélo por examinar las figuras compuestas de siete y nueve cuadriculas (figs. 26 y 27). Pero es evidente que la longitud de estas no guarda pro- poreién con’ sus partes acédadas, y si se aumentan éstas, como en las figs.'28 y°29, vemos que tampoco responden al enunciado, porque ellas 46 SVASTICAS: ADAPTACION Y CUALIDADES no pueden ser exactamente ensambladas ‘en series, que es una de las condiciones caracteristicas de las svasticas, como ya se ha dicho. 4 Fig, 36 Fig. 27 Tig. 28 Fig. 29 La tinica figura que lena todas las condiciones requeridas es la fig. 30 de diez cuadriculas de longitud y cuatro de codo, en la que se ha aumen- tado proporcionalmente la anchura a dos cuadriculas; pero ésta no es sino la exacta duplicacién en todas sus partes de la figura 23. Resulta, pues, aqui que Ja tinica forma simple que responde exacta- mente al enunciado es la fig. 23, por lo tanto, la svastica espacial es una figura que tiene cinco cuadriculas de extensién, dos de longitud en los codos y una de anchura general; y ya se vera en adelante que estas-medi- das son las tinicas que se presentan a una serie de combinaciones ideo- grificas de suma importancia. Forma y medidas de la Svdstica lineal, Lo mismo que ocurre con la svastica espacial, ocurre con la forma de la svastica lineal que depende de las medidas precisas del signo tra- zado sobre el cuadriculado. La svistica lineal se compone de dos lineas cruzadas por el centro, de ocho cuadriculas de longitud cada una y con las extremidades aco- dadas de dos cuadriculas de extensién, tal como lo indica la fig 31. (El tamafio de las figuras se ha hecho doble para mayor conveniencia, pero la proporcién es de cuatro a uno en fig. 31 y de uno a uno en fig 32). La exactitud y exclusividad de esta figura se demuestra por un ra- zonamiento contrario al anterior. Asi, la longitud de la svastica lineal no puede componerse de un ntimero impar de cuadriculas, porque en tal caso de dos lineas no se cortan por el centro. Tampoco puede ser de cuatro cuadriculas por dos como la fig. 32, porque este signo adolece del LOS SIGNOS a7 mismo defecto que la svdstica espacial de la fig. 8, es decir, que carece de valor significative, como se demostrard luego. Fig. 30 Fig. 31, Fig. 32 En el caso de tener el signo una longitud mayor, como las figs. 33 y 34, que tienen respectivamente seis y ocho cuadriculas de extensién, Ja proporcién: arménica que debe existir entre las partes de la figura quedaria rota, y si para conservar esta proporcién, se aumenta la longi- tud de la parte acodada, como en la fig. 35, no se hace con ella otra cosa sino duplicar proporcionalmente las dimensiones del signo propuesto, debiendo por lo tanto volver a éste por simplificacién, Fig. 33 Fig. 34 Fig. 35, Asi pues, la svéstica lineal debe tener necesariamente cuatro cuadri- culas de longitud y una la parte acodada. Estas dimensiones estan ademas gréficamente comprobadas por la demostracién que sigue. Correspondencia entre la svdstica espacial y la lineal. Vamos a demostrar ahora un punto muy importante para la apre- ciacién ulterior del significado de los Simbolos, y es el hecho de que existe

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