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usiomck ox vitosorls NICOLAL HARTMANN DIRICIDA POR HL, PHOVESON JwaN ADOLFO VAZQUEZ LA FILOSOFIA .EL IDEALISMO ALEMAN Tomo I HEGEL EDITORIAL SUDAMERICANA BUENOS AIRES IMPRESO_EN LA ARGENTINA ‘Queda hecho el depésito que pre- tiene 1a ley. © 1960, Editorial Sudamericana Sociedad Anénima, alle" sina $00, Buenos. Altes ‘Tiruno DEL. ORIGINAL EN ALEMAN: “Dir Putrosorsie pes pevrscimn IbeAaLismus, Heoen.” PROLOGO Dos razones han retrisado durante tanto tiempo la apa- ricidn de esta segunda parte de La filosofia de! idealisino ale- min yy han aumentado su extensién més alld de Tos limites plancados al comienzo: ta intrinscca dificultad «le cxponer objetivamente y sin compromisos Ios filosofemas hegelianos, 4 la actual situacién de la investigacién sobre Hegel, esen- ‘ialmente modificada en los tiltimos decenios. En lo referente al primer punto, se sabe que ¢s modalided propia de Hegel la de introducir en sn cosmovisién filosfi- ‘ca el contenido entero del suber. Tal circunstancia no per- nite que el expositor se limite a las tesis y fundamentaciones, pues éstas silo empiczan a hablar cuando se les permite ta palabra dentro de la plenitud de su contenido, Es preciso seleccionar y conserear, sin embargo, la rigueza de lo parti- cular; dividir y no interrumpir ta continuidad del pensamien- to; covtirse al texto y mantenerse a distancia de él. El éxito de la tarea silo puede scr aproximado. Pero Tos diversos ‘ensayos intentados —tanto propios como ajenos— proporcio- nan tina medida de aprovimacién bastante exacta, Después de haber luchado por mas dle veinte afios con wn cnorine ma- terial ereo que, en los limites de mi propia perspectioa, he tenido éxito, pues espero poder ofrecer al lector una apro~ vechable mano en el estudio de Hegel. En lo que se refiere al segundo punto, es wn hecho st ficientemente conocido que el estado de la investigacién so- bre la filosofia hegeliana ha variado, Hasta se habla, ew nuestros dias, de un “renacimiento de la filosofi« de Hegel”. La expresién es acertada, siempre que se. refiera « la circuns- 8 PRbLOGO tancia de que numerosas inteligencias sistemdticas han co- menzado a recoger en sus investigaciones el patrimonio con- ccoptual de Hegel. Pero seria precipitado pensar en una cuctta «su filosofia, No creo que nos encontremos en la Tinea de un renacimiento de su sistematica. El desarrollo vivo de Ia inves- tigacién ca hacia adclante, no hacia atrés: actualmente se “retorna a Hege?’ en tan poca medida como hace cincuenta Giios se “retornd a Kant”. Lo que Hegel ha de significar para nosotros no es el perdido paraiso de ta autonomia de la razin ~que por perdido debiéramos reponer sino un reino de problemas por él intuidos y configurados y que siguen sicndo nucstros; es decir, significa para nosotros la fucnte de recursos de un trabajo intelectual ya realizado y que, ni Titeraria ni sisteméticamente, esté agotade. Cuanto mas criticamente To consideremos, tanto ms podlremos aprenier de el. Criticarlo es actualmente una tarea no menos urgente que comprenderto. Pero justamente esta urgencia demuestra del mejor modo posible la vitalidad de sw filosofia. Quien crea, todavia hoy, que el positivismo det siglo xxx agoté de tna ve= para siempre la critica, mantendrd su pensamiento on el siglo xrx. Aquel positivismo no se movia por naturale =a en el nivel problemético necesario para comprender a Hegel. gCémo podria, entonces, haber agotado el trabajo critico? Tal tarca estd ante nosotros, no detris de nosotros. Sin embargo, debe ocupar un segundo puesto. La primera exigencia, anterior a la critica, ¢s la comprensién’ misma. Nuestra exposicién estd exclusivamente dedicada a ella, aun- que no oculte el comienzo de una posible critica, No obstante €s0, la he evitado, fuera de pocas indicaciones que me pa- recieron obligatorias cuando la comprensién del mismo pen- samiento de Hegel estaba amenazada por su propia au especulativa. Para poder apreciar afirmativamente lo nega- tivo, se 10 tiene que Hamar con su nombre. En este punto ‘me opongo, en cierta medida, a los mejores trabajos de la ‘actual investigacién hegeliana, es decir, a las valiosas intro- pnéx0¢co 9 ducciones de Georg Lasson, a las apreciaciones profunda- iente penctrantes de la Fenomenologia y de la Légica de Richard Kroner (contenidas en et segundo volumen de sw Tibro Von Kant bis Hegel) y también a la instructiva Theorie der Dialectik de Jonas Cohn que, a pesar de no tratar de Hegel, sigue sistemeticamente su camino. Todo lo que debo «@ estas dos tiltinas obras creo poder expresarlo del -mejor ‘iodo posible al decir hasta qué punto me he opucsto a ellas ‘en mi trabajo, En los capitulos de contenido mds sistemd- tico (I. 2, IL. 2y 8, IV. 9), este contraste saltard a Tos ojos del conocedor. Dicha oposicién es de importancia, porque concicrne a la concepcidn y valoracién misma de Hegel —y especialmente de su dialéctica-: expone esa relacién incvi- tablemente eritica de la actual problemdtica de la dialéctica egeliana de la razén, que nos obliga a aprender de él y, at mismo ticmpo, nos impide seguirlo. Colonia, Febrero de 1929, Nicovat Harrscann CAPITULO T EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA, 1. ACENCA DE LA LECFURA Y COMPHINSION DE HGH. Entre los pensadores de Ia época moderna, Hegel es el fil6- sofo del espir cl ser espizitual es interioridad, ple- nitud, amplitud, Quien quiera entender la filosofia de Hegel tendré que entenderla a partir de Jo que ella tiene de més Sntimo: desde su plenitud y contenido, tan grande como noble, De otro modo seria incomprensible. Nada es tan extraiio ni resistente a un espfritu comin como tal exigencia, pues a nada falsea éste tan fcilmente como al micleo, a la totalidad, a Ia visién simultinea, La constitu- tién del hombre actual no es favorable a la valoraeién det ppatrimonio ce Hegel. Aisla Tos hilos, y pone sobre Ta balanza Jo que en si mismo earece de peso, puesto que éste reside cen un todo que, justamente, no alcanza a ver. De esta ma- nora, cl espiritu comin no halla la plenitud: retiene formas vaclas, y s0 extraiia por su caricter dialéetico y abstraetos y, después de haberlas hecho artificlales, se aparta de ellas con indiferencia, En su pensamiento no se cumple Io que se ha realizado en el de Hegel: la vida del concepto, Sélo oye ‘el monétono ritmo del propio y huero pensar, sélo escucha “el yermo parloteo de la dialéetica” —eomo se ha dicho— y cree que eso es Ia dialéctica hegeliana, No faltan exposiciones de Hegel que nos ensefien emo 0 2 TA Piosor{A DEL, EALISMO ALEMAN chemos leerlo. Son dignas de agradecimiento; pero hoy na- die se puede engaiiar sobre el sentido negative de su valor doctrinal. Como todo lo defectuoso y negativo, también ellas tienen, sin embargo, su valor positive, pues no se equivor al desiacar la lenta'maduracién que exige nuestra comp sién, Pero histéricamente estin mis act de Ia compren: piopiamente dicha, es decir, de la eomprensién pos una filosofia que es interioridad, divisa reza: “Ia verdad es el todo" ‘Ain no hemos aprendido a “Icer” a Hegel. No es fell leer- Jo; ¥, mucho menos, vencerlo y exponerlo, La époea par la ‘que escribié gozaba todavia de la tranquilidad que permi- te una intima meditaciin y do la exlma que posibilita un desarrollo interior y total. Todavia era posible presentar pro- posiciones que tinicamente netiian por su. propia important or sus paradojas o por sw profundidud; es decir, propos Giones quie suponen un modo de ser acorde con ellas, ¥-q revelan un mindo que va mis alli de To ya impuesto y dicho. Es cierto que Hegel sabia —y se lamentaba de ello— que los Tectores de sw época fracasaban ante las exigeneias propias de la palabra cientifica. Pero, sin embargo, conoeia el vuclo y la robustez. del espiritu, pues se encontraba en medio del ‘@lovado sentimiento de la gran época del pensamiento ale- ‘man, enya cima fue él mismo, Tenfa profunda confianzt en sus contempordneos, pesto que a sus lectores les proponia festa gravosa exigencia: “Tenemos que convencemos de q naturaleza de la verdad es la de trinnfar, ewando le ha Tega~ do stu momento, y debemos estar persuadidos de que silo & tonces aparece. Jamis se presenta demasiado pronto, es deci, cuando no tiene todavia un pitblico maduro.” 1 Tales pala bras son de su Prélogo a In Fenomenologéa del espiritu. Di- ficilmente se podria hablar asi en nuestra época. Pero Jo de jlenitud, contenido, y cuya 4 Hegel, If, 57. [Los msimeros romanos remiten al tomo, los arthi- os a bis piiginas, de la edicién aleinaoa de Obras Completas de ph Hegel ‘nL CONCERTO HPCELIANO DE 1A MiLosoniA 13 seguro es que su filosofia no podrfa haber “aparecido” en rmucstro tiempo, pues Io hubiera hecho a deshora, ¥, segiin lo antes dicho, serfa histéricamente imposible. nego, puesto que Hegel no ha escrito para nosotros, gde- thoriamos sacar Ia consecencia pesimista de que hoy no po- demos entenderlo? Cuando pensamos en lo muy obstraido {que nos esti el acceso viviente a sus escritos principales la Fenomenologia y a la Légica—, en el fatigoso estudio de afigs enteros que dichas obras nos exigen para que empiece ‘a sonar en nosotros el secreto ritmo dle ss proposiciones, po- Ariamos, en verdad, creerlo. Sin embargo, gno es justamente ahora cuando ciertos aspectos de su expiritn cobran nueva vida? jAcaso no experimentamos, en nuestros propio pensar ¢ investigar, que nuestros problemas nos evan inevitable ‘mente a concepciones que, para nuestro asombro y para sor rest del mundo contemporineo, resultan ser motivos pen- Sados por Hegel? ¢Cémo podfamos interpretar estos hechos sino fora apelando a la circunstancia de que, justamente en nosotros, comienzi a madurar una nueva concepeién de Hegel? Mas, si es asi, goémo hemos de renuneiar & Ia espe- ranza de que aquella fatiga, les de ser el sintoma del fra- aso, ea ht gurantia de un préximo éxito? ‘Tenemos que atre- vernos a ensayar una y otra vez hasta aleanzar Ja meta, Esta exposicidn pretende ser un paso en el camino; tan s6lo ‘un paso, porque tiene ante Tos ojos los limites de su hacer. Lo que molesta al lector de Hegel, sobre todo al de su Légica, es cl inaudito “carieter abstracto” dle sus concep- tos, Pero es necestrio que se Ie presenten asi, mientras no haya desprendido su sentido. No advierte que en estos con ceptos late algo eminentemente concreto y vivo, algo euya “vida” distiende constantemente Ta forma plasmada y rompe Jo conceptualmente acuriado; es decir, algo que de continuo cambia, varfa y se desarrolla, haciendo del concepto una forma fluida y viviente. Este hecho exige que el lector realt- ce en su propio pensamiento el mismo proceso de fluidex y u 1A FILOSOFIA DEI. IDEALISMO ALEMAN vitalidad; es decir, que dé vida a sus conceptos y los expe- imente en su dinimica. Pero la aportacién del lector es muy otra, El pensamiento no-especilativo es, precisamente, ¢1 pensamiento “abstracto”. No por ser ajeno a la intuicién, sino porque sus conceptos estrechos, inméviles, fijados en aspectos unilaterales, se resis ten a la fluidez, y no quieren acompafiar a la cosa ni pene- trar en lo interior de su vida. No es nada raro, pues, que el Tector, en lugar de llegar a algo viviente, tropiece con meras abstracciones. ‘Lo falta lo que Hegel llamaba “el esfuerzo conceptual”, ¢s decir, la fuerza que hace estallar los fijos esquemas de los ‘conceptos y penetra asi en Ja “estructura conereta” que “se mueve por sf misma’ He aqui cémo el inismo Hegel carac- teriza este hecho: “En lo que se refiere al estudio de la iencia, es preciso aceptar el esfuerzo conceptual, que exige fatencién al concepto como tal, alas simples dleterminaciones, por ejemplo, al ser-en-sf, al ser-para-si, @ a identidad eonsigo Inismo, ete.; pues todas elas son automovimientos que se po= drfan amar almas, si no fuese que st concepto designa algo mis alto que esto. EL habito de perseguir representaciones hace que la interrupcién introducida por el concepto favo- rezea mucho al pensar formal, que razona a kt deriva, con pensamientos no-reales.”? Ahora bien, la representacidn est ¥ permanece hundida en el contenido; pero cl pensamiento formal, mediante In acufiacién de sus conceptos, se imagin clevado por encima de todo contenido y, de esta manera, se alancea con equivoca libertad. Lo que se exige al pensa- rmiento y a la lectura filoséficos es, justamente, “renunciar 2 ‘sta libertad y hundirlo en el contenido, en lugar de hacerlo su arbitrario principio motor; la libertad debe dejarlo mover por su propia naturaleza, es decir, por su propia intimidad, y debe considerarlo en este movimiento”. La aportacién de la “vida” del concepto sélo puede ser 2, 40. PL CONCEPTO HEGELIANO DE LA WiLosoFIA. 15 conocida de modo conereto; slo se tiene una idea de é cuando, por ejemplo, al leer el texto de la Légica, se acepta el “esfuerzo conceptual”. Al pensamiento perezoso y pasivo, {que no carga sobre si semejante trabajo, el concepto le mos- tard su eterno rostro de esfinge. El texto dialéetico seri para él una serie de ieas signos, earentes de sentido. Giri palabras muy conocidas; pero advertirs que dicen algo extratio, y no entender lo que dicen. Sin embargo, In clave del nigima mo reside en vn oculto sentido de tos signos, ‘sino que esti en el regreso a su significado propio y origi- duro consnteen Hcl de ltr de fa ental, Claro esti: que semejante Iiberacion es “esfuerz0” y exige ser congutids: no nos apenas del concepto viviete de una vex para siempre y con repentina irrapeién, sino paso «que sélo podemas conquistarlos cuando poco a poco le qui- temos a Jos propios coneeptos su fijacion abstracta, Hevindo- Jos a su peculiar naturaleza, a su movil dinimica; es decir, exando no sélo los conozeamos sino que también sepamos ‘emplearlos. Sin esta pero, comient, violet ¢ tte dex crientieiin-, nadie Hega a penetrar en el sentido de las ideas ile Hegel, pues ningun taduccién a otra lengiaje pace ausiliarlo. Tal traduccién seria una falsifieacién de su pensa- nniento. Tampoco al expositor se le ofreee camino alguno, Puede, por cierto, crear accesos y mostrarle caminos al prin- cipiante; pero siempre tendrin que ser caminos de una inte- rior disposicién que le puede ser aclrada al lector, pero jamés ahorrada, Desde cl principio, su trabajo estar per- dlido para aquellos que s6lo quieren recibir algo pasivamen- tw, sin colaborar con el propio esfuerzo. Pero para que fuera asi, para que el mismo Flegel no pudie~ 1 ofrecer su mundo conceptual mits que a través de una cons- tite mirada al otro rosteo del concepto, hiubo todavia otra vireanstaneia, Su clave se halla en la difereneiacién, por 16 LA FILOSOFIA DEL I EALISMO ALEMAN &l establecida, entre el “pensar razonante” o “formal” y el “pensar conceptual”. En el primero, el sujeto del juicio es algo firme, una “base” sobre la que se apoya el contenido, dado como “predicado”. Pero en tales predicaclos no se con. ibe, en modo alguno, el sujeto como tal, que sigue estando fuera del concepto. Si el sujeto debe set aprchendido —y tiene que serlo, puesto que es lo que sv ha cle conechir— el sentido mismo del concepto ha de variar; tiene que desapa- recer Ja exterioridad del predicado, y asi st diversidad Mle gird a ser entendida como la esencia del objeto (del sujeto) ‘que se despliega, Inclusive esta esencia del objeto —justa- ‘mente Io que rige para todo pensar no-especulativo como lo ctemamente externo y trascendente al concepto— se tiene que manifestar como siendo el concepto mismo, como lo mis {ntimo de él, esto es, como su verdad. El h tal pensar sea “pensamiento que concibe” es de suyo com. rensible, pues todo otro penstmiento no concibe en sus pre icatos al sujeto, sino que pasa por eneima de él; y si cree que lo ha concebidlo, se equivoca. El “pensar razonante” esti condenado a fracasar ante la esencia de Ia cosa, Comenz por excluirla de sus conceptos y, después de eso, no podré en- contrarla en ellos. “Con el pensar conceptual oeue otra cosa, Por ser el concepto Ia propia intimidad del objeto expuesta en devenir, no es un sujeto quieto que, inmévil, soporta los accidentes, sino que es el concepto en movimiento, el concepto que recoge en si mismo a sus determinaciones.” # Aqui se mucst Ia esencia de Ia cosa. El otro rostro del concepto, su rostro dialéetico, esté en sit relacién eon el objeto que, como juicio ¥ proposicién, reside —anis alli le todo lo formal y de toda relacién mutua— en otra dimensién, lo eual hace que el con- cepto sea lo que por definicidn es: “concepto que concibe”. Pero lo que concibe no es una estructura formal y fija, sino tuna multiplicidad de formas que reconren lo diverso y los 3m, 48. 10 de que silo TEL CONCEPTO TIEGELIANO DE LA FILOSOFA 2 opuestos. Y si se lus quiere coneebir en lo que son, se las Ene ue concebi eon tins, com "movimiento, «8 mo vitalidad. sélo puerden conducir un Aja unidad,y ésta no proporeior ra el objeto tal como es. Y puesto que sélo el objeto es verdadero sujeto del predicado, aquélla no pod propor: Gionar —desde um punto de vista filoséfieo~ el eoneepto de sujeto : ‘No por es falta una slo que esti en on hug en aque ef pensar abstracto no In busca no se Talla en ans pesto ¥ de antemano admitdo eancepto de svt, sino en Wr iversidad y objetvidad de sus prediendos: BI sujeto so transforma en sus predieados. No hay otra cost por detnis de allo, fuera de su totatidad, desu fntegridads se, de su indvil unidad. De este modo, el concepto que realmente com ibe es fuente y en él desuparece It ol de sus de terminaciones. “En este movimiento aquel sujeto en repose scum, ngresa nto diferente y ene contenido, y eons tituye mas bien la determinabilidad; es decir, en higar de perinaneeer quieto frente a él, constituye el cont enciado, y también su movimiento. Por tanto, ‘ fre set que el raznae tenn quiet sete: yi este movimiento es el objeto.” Tad say, sino algo propio del pensar dseten. 0 d eso carter fondant cde to pensar ei ues cualquiera sea el objeto que se eli, se eseapard siean- to tos se adaptan as old, Tos abjetos se oftecen po si mismos y se dan sin resistencia. Hegel se aproxims a esta oncepei6n como nadie, La altura extraorinariamente espe crlativa de su objeto le permitié experimentarls, desde sus Drimeros ensayos, en ums medida tan eminente que, por momento, desorientd. su pensamiento, por eompeto entre: 18 EA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN gado a esa concepeién; mis tarde Ix doming hasta el pane de que todavia ahora nos es inaleanzable, y quien hoy ten- ga la fuerza de leer sus obras, so desorientari también ante su _propuesta de un “esfuerzo conceptual” En esto Hegel tiene un significado fundamental para nuestra época; aqui hay algo que nosotros —en nuestros dias— no podriamos conocer de modo inmediato y en las fuentes, si-no fuese por él, También nuestro pensamiento, como el de todos los tiempos, esté afectado por el defecto del “razonat”, Se extraiia del objeto, en lugar de apropi selo, El pensar conceptual no puede proceder de este modo. El hecho de que, frente a los textos de Hegel, sélo se vea el rostro de esfinge, y no el otvo, el del concepto, es un defecto histirico, cuya peor consecuencia esti en Ia exterioridad de ‘su mera comprensién histériea. Pero el hecho de que el razo- nar esté desarmado ante sus propias tareas, es decir frente a Jas que histéricamente le corresponden; In circunstancia de que, también desde el punto de vista sistemitico, sdlo las pueda dominar enando se atiene a los Himites que él mismo se ha trazado y al uso de sus coneeptes compactos, en lugar de aceptar el esfuerzo conceptual que leva al dominio del objeto, es un capitulo de suma gravedad. Aqui nuestro pen- samiento esté obligado a volver a la escuela para aprender «a despertar la “vida del concepto”. ¥ la escuela superior del ensamiento que concibe esti en Hegel. Al mismo tiempo que el sentido del concepto, también varia el significado del juiio su forma: le propositén, ‘cuyo predicado se afiada simplemente al sujeto, la rela: ign entre ambos signe siendo extema. El sujeto tiene un contenido mas rieo, que no se agota en el predicado; pero éte es mis general y, por eso, no se agota en el sujto. Semejante exterioridad cesa en Ia “proposicién especulativa”. EI sujeto se despliega en sus predicados, y su contenido se realiza en ellos. Al lado de “sus” predicados no pueden haber otros “predicados 0 accidentes”. A su vez, los predicados que FE. CONCEPTO HECELIANO DE LA FILOSOFIA 19 constituyen su contenido no difieren de él, No son algo “uni- versal, libremente agregado al sujeto”. En ese caso se podrian concebir con palabras que, en el discurso, tienen significa- ‘eign universal; pero con el pensar especulative concluye se- Imejante universalidad. Su significaciin no puede ser sus- tituida por otros significadlos convencionales, tomados de otras esferas, pues no le convendrian. Sélo es posible encon- trar la signifieacin en la misma relaciin de contenklo. ¥ se Ia tiene que achnitir en ta validez que éste Te impone. Con el diseuiso ocurre To contrario. AIK Ins signifieacio- nes de las palabras son fijas y le dan sentido a la tesitura de la proposicidn. Aqui In tesitura de contenido, que ha de expresar la proposiciin, ya est fija de antemano y Ie con- ceo a las palabras una significacién tnica, irrepetible y es- ppecifica, AI contenida del concepto le corresponde su cone- in con el too, La comprensin va dl todo os miembros, ‘no ala inversa, pues éstos no estin fuera de él, El concepto Pero, puesto que el juicio afirma que ol sujet “es” el predi- ‘cado (5 es P), el concepto no es otra cosa que el snjeto del juicio, De este modo, a partir de la exterioridad del juicio formal, se llega a una relacién esencial, fuera de Ia cual Tos miembros no son nada ‘Ya hay una justifieacion de To dicho cuando, refi este caricter de la proposicién especulativa, Hegel afirma: “De esta manera, el contenido no es, en efveto, el predicado del sujeto, sino Ia sustancia, Ia esencia y el coneepto de lo que se habla.” Se ve claramente que el concepto no existe antes que el juicio; se advierte ebmo el concepto relaciona ‘su contenido a partir de algo que no esti implicito ni en el sujeto ni en el predicado, sino que aparece en ambos. Fse algo es la “sustancia” del juicio, es decir, lo vivo y fuente, Io que no se puede fijar: es aquello “de lo que” en verdad se habla, Pero lo que aparece en el hablar es el sentido de las palabras. Asi se entiende por qué este significado es fuente, 20 LA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN y.no susceptible de ser nanea generalizado en Ios termini. También se entonde por qué el “concept” no reside en uno © en otto de los termini, pues sélo se cumple s t , pues sélo se cumple en el juieio. Si contenido lo verdadero es el tod, es devi la ivan an dad de Ja sustancia del juicio, El cambio de su significado modifiea el carict if nodifiea el eariicter del pen: sar. EL pensamiento “representative” (comin) se dtione ante los aecidentes o predicados; por eso esti obligado a tras- pasarse y, por cierto, lo hace “con derecho, porque sélo son predicacdlos y accidentes”. Pero “lo que en la proposicién tic- ne Ja forma de un predicado, y que es la sustancia misma, 8 obstaculizado en su marcha hacia adelante. Padece... un choque”. El pensar comin parte del sujeto, como si éste per maneeiera intacto; pero, al Hegar al predicado, encuentra que Sloe el sujet tiene su determine. Advirte ‘qe “al sujeto se ha trashadado al predicado y, con ello, superado” Ahora aparece en el predicad et peso de a sustancis ys ante ou pso el ponsur eaten a lla qui oeurre algo muy extrafio. Puesto que la proposicién formal y-la espeeatvn emplean la mismas palabras, diferencia residiria en el contenido, que sélo se anuneia en el predicado con voces contrarias a la del sujeto. En seme- jante conflicto se “destruye”, la naturaleza de la proposicién y, en su Iugar, entra una configuracién mas alta, en la que ambos aspectos se conservan. Se superponen dos micinbros por completo inconmensurables; pero lo hacen de tal modo ‘que, a pesar de no aleanzar a enbriese, se subordinan entre Ly uno aparece en ol otro. “Este conflicto entre lx forma de'una proposicién en general y la unidad del concepto que Ia destraye, es parelda In fu se efectin, en el nitio, centre el metro y el acento. El ritmo resulta de un Hotante lio asi como también de Ja reunién de ambos ta oportuna Imagen se re- fiere al misterio de la proposicién especulativa y, al mismo HL, CONCEPTO HIEGELIANO DE LA FILOSoriA a tiempo, nos da Ta piedra de toque para quo el lector la en- tienda. Su estilo filos6fico ha sido celebrado por muchos; inclusive ~y quiza especialmente— por los que no supieron descifrarlo filos6fieamente. Ocurre con él algo semejante a Jo que acontece con la poesia que, 0 obstante estar recar- gada conceptualmente por In palabra, actia directa y sen- timentalmente sobre el que tiene un aguzado sentido de Ia Jengua, El fundamento de este hecho se encuentra en sa oculta profundidad de la palabra gue difiere, eon sts propias ¥y conttarias voces, de la estructura plasmada en el primer plano y que, por eso, produce un “ritmo” regido por doble ley, La interior tensién de esta relacién es tan poderosa, que ni siquiera el lector que Ia entiende por su contenido puede escuchar su rien melodia. Por eso el sutil ofdo lingiistico tiene que Hegar a una especie de comprensién intuitive de I cosa, pues eta, es decir, cl objeto, es la “sustancia” que se delata en ella, EL ritmo de la palabra, oculta y al. mismo tiempo revela: de este modo documenta, que es la adeenada expresion lingitistien de la cosa, Tanto en Jo pequefio y su perficial, como en la mayor profundidad y en grandes di mensiones, el ritmo es idéntico: es dialéetico, Pues también Ja dialéetica tiene el destino de ocultar fo que hace visible y de hacer en absoluto visible lo que oculta. No se puede Separar del contenido que eomunica, como tampoco el estilo Iingtistico que ella se crea se puede separar de ella misima. 2, Hewes, x Nosornos Ya tenemos una primera nocién de Jo que el estudio de Hegel nos exige. Que se nos dé algo para cumplir tal ex gencia, es otra cuestidn. Si se asiste a tan dura escuela, serd preciso tener una meta ante los ojos; pero, en realidad, no ts facil poser una idea de ese fin, Del patrimonio concep- tual de Hegel Ia historia ha transmitido siempre una parte 28 EA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALENAN mezquina y parcial de su oderosa riqueza, y de ni Jo mejor, ni siquiera To meen tral No todo to ensefindo y pensado por Hegel ha resistido a ta eterna prucha de ln historia: No'tdo Te ayo cs, parte lor actual, wna precisa indicacidn de su caimino. Tl hecho de que también en él haya algo de “vivo y de muerto” =segin Ia famosa divisa de Benedetto Croce, que vio exae- tamente el problema; pero que, en la mayor parte de Tos cases, no enconts cl tera para joagalo~ ee el fondo algo de suyo comprensible, Seria mejor decir que en st snundo concept ny que establere na diferenela entre lo hist6rien y lo suprahistirico, Pero también lo meramente stint interés pr nto, por ent Hl oe Intec de tn wm gota tambien ho meer ae dita cre sistema ise camo no “hsbicra otto antes © despuis de : ampli, rotund, arménico y elaborado has cif sil eat stoma na i eat dea soma, mantene si con absoluta independen- Gi de evstin de ser san boy pe preter tener ; jos de una época caracterizada por sit actitud his- cién, con deseribir e imitar Ia estructura dl sistema, o con valorar —desde puntos de vista mis o menos felices— ima forma de ser espiritual que es tipiea. Todo esto tiene poco que ver con Ia filosofia. Muchos han seguido este camino, a pesar de que jamais conduce a la comprensién de Hegel, Pero semejante corriente ha variado, y ese historicismo ya no es la forma decisiva de nuestra comprensién historica. Hoy se considera que tambien el historiador de las cosas del es- piritu sélo comprende de su objeto lo que, en general, puede comprender en forma objetiva y sistemitica; se estima que Ia problemitica del pasado se abre al que tiene y persigue actualmente el mismo problema; dicho en pocas palabras: in modo FE, CONCEPTO HFGEIIANO DE LA FILOSOFIA 2B se establece que el historiador de la filosofia esté siempre y eternamente en actitud sistematicn ante las enestiones su- jpremas de su época. ‘De esta manera, cambia la imagen, Ta relacion “Hegel yy nosotros” pasa a otro plano. Ya no se trata de uma vision ‘4 de um pasivo asombro, sino de una aclarada valoracion Hasta se considera que, desde un punto de vista riguroso, no existe, em comprensfén puramente pasiva: pues Ja contemplacién no valorativa sélo es una distraida mirada, mientras que Ia clave de Ia comprensién histirica esta en Ia propia inferencia de Ia cosa Gon este criterio, y a pesar de no tener un propésite pre- ciso, se aleanza de modo conseenente el punto a que habia Tlegado la conciencia histiriea del mismo Hegel, que fe jus- tamente ef primero en abrir el camino de esta comprensién historien. Por primera vex revivid el lejano pasado del pen~ samiento occidental; a é los grados del curso histérieo le rovelaron su eterno valor, que por set lo suprahistérico dentro ‘de Ia historia, tuvieron importancia para sw propio pensa~ imiento sistemitico, Com este procedimiento ejemplar, que Te era peculiar, Hegel Hegé a ser cl deseubridor propia: mente dicho dl patrimonio histérico, y al mismo tiempo el ‘creadlor do una idea de Ta historia de Ia ilosofia que en vano todavia espera 1m maestro. ‘También, y wo en menor medida, nos Tin indicado —a nosotros y al tiempo por venir el camino, la manera y el punto de partida que necesitamos para considerarlo hist6- Fieamente; es decir, nos ha sefialado la base suprahistérica de que él misino habia partido al juzgar a sus antecesores. Por fes0, Ia cuestién acerca de lo que hoy podemos aprender de Hegel nos lleva al centro de la tarea de entenderlo histé- ricamente. Se desprende de aqu‘ Jo que la investigacion his toriea del siglo xix no entendid: que la visién bistbrica y la valoracién acabada y sistemitica no son dos tareas subsis- tentes de por si, que siguen caminos diferentes, sino una y In 4 LA PILOSOFIA DEL IDEALISM ALEACAN imisme Tabor, enyos aspectos y “momentos” pueden variar mucho en sus vineulos reciprocos, pero no separarse uno del oto, Se entiende que el saber histrieo, in clventido due le confiere Ia conciencia viva y sistemitica del problema, no 8 comprensién histérica, ° Asi, en el umbral de esta comprensié nsidn es importante saber din se debe separar en Heyel lo histrico ce lo suprabis ‘rico. No nos esforzamos por partir de un punto de vista, ‘incesitunos invoduirloarbitrariamente, pesto que mies ra historia no Io. prescrib a ) preseribe y- menos au lo impone por fuerea. Ningunm época puede tener por base plates de vie ta que no sean los suyos. Naturalmente, éstos no som abs tos, sino histiicamente condieionados, y otras épocas ten Irin razén si los abandonan y reemplazan por los suyos, Pero tambicn ellos estarin, a st ver, iguamonte condiciones ‘Sin embargo, todos estos puntos de vista se justifiean enando jentes para hacer vivir, por lo menos, una parte del imonio intelectual de Hegel y- cuando sin ellos no se hhabrian despertado, Aqui no Tay dificultud alguna, siempre que se considere la propia condieionalidad y que no se ten Ht6pica pretension de poseer la “eonciencia histériea abso- Pero nuestra propia posicién histériea debe ser enidadosa- mente bosquejada frente a la de Hegel. No. porque éste se haya convertid, para nosotros, en algo por completo “his- {6rico". Al contrarie, no lo es en modo algano. Pero hemos dle poner cierta distancia entre nosotvos y él. La encontramos cen el conocido derrumbe de la filosofia hegeliana, que oct. 16 inmediatamente después de su muerte y que, por eae. cién general contra Ja época del idealism’ alemin, llevé tuna radical ruptura con Ja tradicién especulativa, Este derrumbe no corresponde, en manera alguna —como antes y todavia hoy creen muchos—, al todo del mundo telectual de Hegel. En verdad, sélo cayeron algunas tesis de su filosofia de Ja naturaleza, del derecho, de'la historia BL. CONCEITO HEGELIANO DE LA FILOso¥ia B ¥y de la religién; pero no los cimientos. Como esas tesis es- taban, ante los ojos de amplios efreulos, en primer plano, y como’ el gusto de la época se apartabs radicalmente de lo expeculative, pudo parecer que la filosoffa de Hegel habia streumbido, Por cierto que esto es un error de interpretacién que se impuso con necesaria facilidad cuando otra época volvi6 a tener contacto eon las eapas problematieas que es taban en Ia base de Hegel. Tal época se hizo esperar; pero Tegd. Estamos en medio de ella, 0 quizé en sus comienzos. Para los epigonos no es dificil reconoeer en aquel “derrum- be" un gran error histérico. Pero no slo fue wn error, Lo que entonces eayé, realmente cay con razén, porque histdri- camente habia agotado sus rectnsos. El progreso de Tas cien- cias positivas habia ido mis alli, Querer volver a erigit Jo caido, es desconocer In “justicia” de In historia universal. Y cn efecto, a nadie se le ocurriria hoy scmejante empresa cen esto no hay conflicto alguno. Pero tal ticito @ manilfiesto reconocimiento de la justicia histérica nos permite actual mente salvar lo suprahistirico de las ruinas de la histori. Ella traza la linea divisoria, a euyo establecimiento conca rrian los esfuerzos de la comprensién valorativa, Asi, pies, con interés de dicha comprensidn, hemos de estar agradecidos a aquel derrusnbe, Naturalmente, no por eso se ha decidido en modo alguno Ja cuestiin de saber si la linea divisoria ha sido correcta- mente trazada para todos los tiempos, o si mucho de lo que centonces no cayé no Tegaré a ser, mis tarde, algo mera- mente histérico, Sélo kt ulterior investigacién nos pod ins- truir sobre este punto. Y también dejamos abierta la cues- tin de saber en qué medida estamos en situacién de ofrecer tun punto de vista sufieiente para valorar la gran masa de To que ha quedado en pie. Confiamos ambos problemas al ul- terior curso de la histor Pero no puede haber duda alguna de que en Jo conser vado hay un riquisimo contenido conceptual, y de que Ja 6 1A PILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEAIAN situacién de los problemas de nuestra época ha aleanzado Ja madurez. suficiente para encararlos; por eso se nos pro: pone la tarea de hacer valer nuestro puesto. EI signo de 1a filosofia de nuestros dias es el de una radical Aesorientucién, que también afecta —al lado de otras enes- tiones— al misino positivismo que antes hubia crefdo tein far sobre el “dermumbado” Hegel. Por eso es natural que ahora Io soterrado salga a luz. Lo que hoy vuelve a vivir en Ja comprensién sistematica es, ante todo, cl sentido por lo profundo, no por lo que esti al aleance de la mano; por To que es en absoluto inaprehensible a un pensamiento no- especulitive; dicho en pocas palabras: por lo. metafisio, Esta situacidn no sélo emerge en alguna direcciin determi- nada: In vemos Ievantarse en todas las corrientes y proble- mas, y en el fondo de todas las diseiplinas. Este hecho significa que volvemos a ver tal como Hegel vefa; que en el derecho y en la historia, en la naturaleza y en la religién, en 1a liga y en Ia vida animica, rige la “sustancia”, entendida ‘como To pecniar, como Io verdadero. Al peusamiento filo fico, que lentamente vuclve reflesionar en profundidad, se le muestra —sin esfuerzo ni brisqueda— un amplio aspecto de Jo que en Hegel hay de suprahistérico. La teoria del “es- pity objetivo” ha vuclto a probar su derecho: hoy afirma st posicién de por si, y no necesita introduecién alguna que la jnstifique. Algo semcjante ocurre con el significado, peculiar mente estable y anténomo, de Io légico. Desde la ‘caida del psicologismo, ya no se discute sobre este punto. La psicologta orientada por la ciencia natural ha cadueado. La interioridad de To psiquico, inaecesible al experimento asi como la vida propia y Ia estructura peculiar le sus actos, vuelve a estar presente, en su plenitud y abismitica hondura, ante los ojos de todos: sin quererlo nos hallamos en el mismo plano en que se movian los problemas de Ia Fenomenologia del espiriti: de Hegel, La filosofia de la historia, entendida de un modo HL. CONCEPTO EGELIANO DE LA riLosoriA oT paramente metodoligico ~que pretendia fundar ana ciencia fe la cultura a partir de los limites de Ia conceptuacién cientfico-natural— ha fracasado ante Jos temas actuales de Ja iavestigacién histériea, En sw lugar se encuentra el esfuer- 20 —todavia oscuro, pero radical y consciente— por Hegar 2 ls conquista del sentido del acontecer histérico; sobre todo ho se pasa por alto Ii insuperable profundidad de sw pro- hema. Por contraria que Ta actual investigacién pueda ser a determinadas posiciones hegelianas, se encuentra ante Tos nismos y eternos problemas que determinaban 1a filsofia de la historia de Hegel, La cizcunstancia de que en la So- Cologia, en la Estética y en la Filosofia de la religion ocurra Guictimente Io misin, es tt hecho tan conocido que nadie {que esté en esas investigaciones se puede engariar. El retorno a Ia plenitud problemitica de Hegel, que se dlelata por todos lados, ya no es una taxes, sino wn Ta cirennstancia de qué en muchos falte 1a conciencia hi tirica, no qniere decir mida contra esta afirmacién. No co- responde apelar al nombre de Hegel sino al efectivo tra- bajo de la filosofin en su espirit y sentido, ‘Pero existen partes constitutivas de la filosofia de Hegel 4 ls que no spe etna Inelaive sues Cs ape nas nos proporciona algfin acceso a ellas. De esta clase son re mentonae To ejemplos aia ef dealismo,e iu de la panlogismo, la dialéctiea. Tampoco el renovado esp Imetafisiea tiene semejante tendlencia, fas no hay «ue olvidar dos cosas. En primer término, 0 ee Fatman s ests greens se deben contr tentro los suprahistéricos, Podria ocurrir que pertenezcan a Jo que ha eaido de wna vex para siempre y no merezcan ser resucitados. De un modo equitativo habria que aguardar tuna madurez. capa. de decidir la cuestién, awnque se tuviese {gue esperar un siglo, Pero tal circunstancia no detiene, en modo alguno, el retarno de otros aspectos. En segundo tér~ ino, hay que tener en cuenta que en esos conceptos, acuiia- 28 TA PILOSOFIA DEL IDRALISMO ALEMAN dos en titulares dignos de una frase hecha, estt impli tuna frase hecha, est implicita toda tna sere de pesos eSnterpolcons, jes Irena _ Desde este punto de vista sido particularmente daioso €l llamado “panlogismo”, concepto que no procede de Hegel ¥ que se le adapta mal. La mayor parte de las veces se Piensa que Hegel hubiese querido imnponer, con rigido esque- ma, el predominio de las formas “légicas", inclusive para Jos problemas que por su contenido son mis heterogéneos ellas, Ademés, tal afirma se basa en un concepto que lone de a vi gis escolstien. Cun poco que ambes circunstancias corresponclen a la euestin, se aclara tan pron. tose dirige Ta mirada a In Logica de Hee. Bi ropeza. ‘mos, a cada paso, con cosas que, en el sentido de la gi Semejante “lgica” es Imetafisiea, y Hegel la Had si pore coocia wn significado del logos diferente del ta dicional. En efecto, las categorias dle esta Légica son lo sus ficientemente vastas y diversas como para hacer justicia a los problemas conerctos y priximos a la vida. Pero, en el desarrollo de su sistema, Hegel no se limits a ellas. Todo wevo dominio de problemas enconteé en él sus nuevas y propias eategorias, y el retorno de las determinaciones Fur ‘ es, eborads por lu Lagi, a Tos contenides mis plenos y altos, serfa para ellos como una camisa de fucrz ¥ todavia mis, Se piensa que el panlogismo es algo ast om un raioniliane universal, Se pone en el umn el esquema conceptual cle la “razén” humana, y eon ello se er poser mantener I tess de Hegel, segin id cual sé lo a ional es real. Pero semnejante tesis hubiera debido hacer pale mana y finita y que “real” no debia ser tan sélo Io que esa EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA 29 zazén iluminaba, Pero si en su base esti un mis aunplio con- cepto de la razén especolativa, dicha tesis no sostendra nada de particularmente atacable 1i tampoco un racionalismo, en- tendido en sentido propio. Pues, un racionalismo de la razéa ivina 0 “absoluta” es uma tesis inofensiva desde et punto de vista metafisico, porque no excluye la existencia de To fnacional para nosotros; por es0 no puede, de ning modo, hacer peligrar el etemo residuo problemitico de Tos Funda- mentos iiltimos. ‘Pero si penetramos mis profundamente en el modo be- geliano de tratar los problemas, tendremos muy otra opinion el puesto que Hegel ocupa frente a To jrracional. Nada fencontramos en él acerea de un encubrimiento o negacién de lo incognoscible, Antes bien, ocurre lo contrario: hay en su modalidad un particular amor de perseguir Io desconoeido como tal y un metodo cjemplar de desarrollar los proble- mas. Cuando surge alguna contradiceidn, lejos de espan- tarse, dicho método Ia acepta de un modo eminentemento positivo, y la contradiecién rige de manera incondicionada. Justamente, la forma general de la dialéctica comsiste en ‘1 descubrimiento de las contradicciones y en el reconoci- iiento de su gravedad. EL hecho de que llas vnelvan a ser superadas antitéticamente no significa —por To menos se- ‘gin Ta tendencia— que se las destruya: al contrario, las con- tadicciones destruyen el concepto de la ratio finita. Hacen estallar a los conceptos solidifiendos, con lo que se favoreee ‘a Ia cosa que se trata de coneebir. Y cuando cl coneepto se transforma, de acuerdo con ellas, y se convierte en una forma “fluente”, es decir, cnando llega a ser concepto es- peculativo, influye ka inacionalidad, en vez de rechazarla La vida del concepto, tal como Hegel la entiende, esti muy lejos de set una’ vida racional, en el sentido de la azn finita, Con pleno derecho se podria hablar de la pro- funda irracionalidad de los conceptos hegelianos. Y si se {quisiera aplicar este ambiguo titulo a un mundo conceptual, 30 TA FILOSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN que a ojos vistas va més alld de semejante denominacién, con igual derecho a como se habla del racionalisino de He gel se podria hablar también de su irracionalismo.t Con Ia dialéctica ocurre otra cosa. También sobre ella se han generalizado tantas visiones erréncas que es dificil Megara una posicidn justa. Pero de ewalquier modo que se la entienda o deje de entender es y sigue siendo el método realmente claborado por Hegel y el procedimiento que ha impuesto su sello a todos los contenidos. El hecho de que Hegel no sélo haya visto en ella el acceso a la cosa, sino también a la cosa misma, a su movimiento peculiar y propio, del que el pensamiento toma su curva particular, slo este hecho, tendria que Mevar a la cautela y a la mayor seriedad de su valoracién, Pero, en verdad, la cuestién es mncho mas vast. Por una parte, sabemos que en este punto Hegel no esté solo, Fichte y Schelling han sido también dialécticos, y no menos Jo facron Platén, Plotino y Proclo, Por tanto, la dia- Uéetica nos presenta un fendmeno que se repite mente. Y por diferentes que sean sus formas, ciertos carac. teres fundamentales se encuentran siempre, por ejemplo la gran altura especulativa, In movilidad de los concepts, las antitesis de las momentos, Ie aeabada claboracién de las ea tegorfas fundamentales y dle las leyes categoriales. Es mani fiesto que estas notas se vineulan de un modo eseneial a su aparicidn, Esta circunstancia sugiere la idea de que cicr- tos dominios problemiticos exigen la dialéctica, de que sin lla no se podfan desarvollar. Por otra parte, es fiieil mostrar que cualquier intento de separar los temas especiales de lu dialéetica de Hegel de su forma dialéetica estit condenado al fracaso. Es cierto que muchos de ellos también se podrian eaptar de otro modo, * Gr. ln teas de Richard Kroner, Von Kant bis Hegel, H. Tb, 1924, pig 271. “Sin duda Hegel es el/mayor ieracionlits que eonoce lt Listeria.” THE. CONCEPTO HECELIANO DE LA FILosoriA. 3h ari nis pero no sin desventaja para Ia cosa. Quedarian por det Tapectos muy esenciales, ya que no se pueden agotar = tina forma que les es heterogénea. También esto se debe entender, en el fondo, como una advertencia, La dialéetien no se puede separar’arbitrariamente del patrimonio con- ceptual de Hegel eno sts aah, debe tens, de md negate, on sig nifieueiGn suprahistériea, por To menos en enanto no se le puede reompluzar por ola casa del mismo valor. Si es por sible penetrir ex enc, y —en evo atmativo saber exiles ef grado de esa penetracién, son enestiones de las {que no podemos hacer depender su valoracidn, $i no llega- sos ast el alo esental de la ciation fendresos que dejar, sin embargo, que ti necesidad objetiva, sin {foe Sepanos en dé onsite, St ateedemos ht inabarea hile plenitud de Jos contenidos plasmados, y que ella torna visibles, podriamos ercer realmente —por fantistico que Je parezea al sobrio pensar— que lo dialéetico es algo asi como Jo divino det peusamiento humano; es decir, una revela cién de Yo etemo en lo temporal y en Jo temporalmente condicionado, el anneio y el Tenguaje de una razén abso- Jat nT ain sujet fii, — Sin embargo, estas grandes palabras como tales no se tn de eage con un peso etalon Independiente, Todas Jas veminiscencias imfsticas son arriesgadas, pues una situ cién dada como llano hecho objetivo se torn ambigua. Pero la cuestién es en si misma por completo univoca. Y ya de por si, sin necesidad de atribuitle confusos aecesorios, és un hecho muy extrafio, Su importancia es tan prepon- derante que una ver que se la ha captado, no pucde ser abandonada, Y Ja rebajarkamos demasiado si establecigramos dque la earencia de un punto de vista para valorarla en Ja tuctnalidad es casual, Semejante apreciacién negativa seria tun arma de doble filo: podria significar que la dialéetiea de nuestro pensamiento fracasa; y tumbién que nuestro pensar 92 LA Losonin ont: pedo aes fracasa frente a Ix dialéctica. Y teniondo en cuentas asom, bros rencimiento enol pensir de Heel, wo sndaianos oe dos al suponer quo en Esta alteativa nesta penesmniento no-dalético sale perdiendo. Doro esta crete Poreiona un ejemplo palpable del derecho qn os axste para tener coneiencia de los Hnites ue lee Mas lay otro punto. Si lr dialéetien es, om el ingredients nocesri e ireomplacable de lfc Inbira pod er la fora eetilen wavered ie ens sofia, Pues en la dialetien reside algo exeusiv inefables algo que en enalguierépica hu sido entegdo a oe ps del cel, y susiiado por ella rea obras ye, x den apenas pueden soguie J comprender, y tena tran de eoneeptos que el pensaniento solo con dite 9 rodeos Puede entender. Bt don del pensar diaéetico es conpare ble al que tione el artista‘ el genio. Por ser un doy esphitu, la diaeticn x raray no es cognoselles otic 2 eueita ni eonoce ats eyes, sin embargo, es prokant mente legsh,objetiva¢ incontestable: come Itnteatica creacibn artistes, todo en elt es nocstta, Hn esto hein una jusifiencién de la idea de Schelling, cuando slinnabe que entre el artista y el fsofo habia afin. capital Pero esta afindad no la tavo Schelling sino Hoge, Pars ste, In diakéeticn avo um valor en absolute autouoine dominante, mientras que para Schelling fue algo vcional ero en fodos ls eas, e puede entender my bien por «qué nuestra époen no muestra idéntica tendencla 4 In din letien, como tampoco «otros muchos rasgos fanlamentales del pensamiento hegeliano, Pero no séloves icsten pose Tn que no muestra es inelinaign; en ning tempo fen [EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA 33 ha plasmado colectiva y cientificamente. Al parecer, la dia- ldetten nina seri um bien comin, sino que’ segura slendo el caricter primordial de lo genial. Nosotros podemos, gra- ias a ellos, enseiiarla, pero no aprenderla. En canto al “ielisno” de Hegel, mucsta poscin es uy otta, En todo aso no constituye un motivo de retomo. Nucstro tempo acaba de dejar atris al idealism ‘neo tino, y es manifesto que cada vez nos alejamos mis de |. Por otra parte el idealismo no se puede, como el pan- logismo, separar de Hegel. Este es el producto de una com- prensién equivocada, el idealismo no. Ademis, nos enfren tenon con ideale may pretso: con ef de In “rin suijetvas e csie wot el Uceedent do at Sho argo, no €8 un pepsiniento que s6lo perten Hegel Tinos mae Fite y Selig sia Dae: gido, sogin la modalidad de cada vino, al mismo punto, Se trata, pues, de algo comin a la época; pero Hegel ex: presb esta idea, conxluctora de su tiempo, con mayor pre Sién ye eabord dom malo mis universal. © 1 fundamento idealista y el principio que configura a sistema hegeliano esti en la convieein de que To "Absolut no es otra cosa que la “wn” y de que, por eso, el home bre tiene un aeceso inmediato a G1, posibilitado por su rain finita; de que Je filosofia no es'mis que el estallido de dsta, provocado por ln razén absoluta y por su elevacion hasta ella. El sistema como tal no se puede separar del idealismo; pero justamente el sistema no se identifica con Ja filosofia hegetiana, sé emia por Existe en ella mucho que no esti condicionado por Ia forma sistemitica y que, por tanto, es independiente de Ja misina, Tal autonomia se reconoce fieilmente en Ia Hana bjetividad, en la indiferencin frente al idealismo y realismo. En una medida que ni siquiera los grandes comparten con Mt 1A FILGSOFIA DEL IDEALISMO ALEMAN 4, tiene La marwvillosa objetividad de dejar habh petividad de dejar hublae al con- epto mismo, de iano desde: dente sin tnponert ses puntos de vista, sin considerarlo a Ja luz de una determinada teoria. El hecho de haber elegido, para suv primera obra fandamental, el titulo de Fenomenologia, no es casual, pes solo queria caracterizar, descubrir ys oO 1s forts fenoménies dl esprit weal este proposito unt medida macho més aumplia que la que tos intér. pets pegs de os p e vista le han ‘Ante todo, el carter de tante objetividad, «qu y del realism, De hoy se sigue afi iparar unas de’ otras Kéctica es el de una flo- » mantiene mis ae del idealismo nin modo es eet, como todavia hoy se ilo, que ke dialgetica silo es Ia forma sistemitica del pensamiento de Hegel, que con violencia plasma sw contenido indole unidad,’ Mis bien, es todo Jo contrario: tiene plena indiferencia frente al sistema y all pinto de vista, es pleno abandono al objeto, un sui y vil estrecharse a a en To que tiene de mis fino. Bor eso todo To esquemitico fracast en ella, pues de probl problema, de contenido a contenido, vat siendo atra; a eada peracién de todo cémodo modo de per generalizador— cambia cl punto de vista; numea so a Naturalmente esto no rige en igual medida pare todas has partes de Iss ivestigcions heglianss ay ges que el idealismo surge claramente, otros en que se lo de aurrolla en principio. Pero este hecho no esti en de I diate, sw en el carsetr sitemitieo den cane cepeién hegeliana del mundo. Ocume con Hegel lo que stead eon Katy acs ott pent ye porte cia de lo intuido no se agota en la estrecher del sistema, acuiiado desde un principio fijo. Es independiente de él, porque esti por encima de todo sistemitico punto de par tida: lo intaido hace estallar cl sistema, Nada es mis na EL GONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFIA 85 ‘tural que esto. Un sistema s6lo es la concepeién del pensa- rmiento, es admision 0 bisqueda —por imponente que pueda ser la construccién—; Jo intuido en el problema singular, a contratio, proviene del objeto, es el frato de una penetracién fen él. Eso es lo que en Hegel rige de manera suprema; su ‘modo de petsegnir los problemas, sin turbarse, es de unt peculiarisima fuerza y desconsideracién, puesto que, ante fod, es desconsiderado para su propio sistema, Si la teorf hegeliana del ser, de la cualidad y de Ja infinitud depe diera de su idealisino de Ia razén, se habria derrumbado on él, y actualmente sélo tendria’ para nosotros un mero interés historico. En verdad, dicha teorfa es por completo indiferente a su idealismo; tal como Hegel kx ha desarro- ado dialéeticamente en kx Légica, hasta en su misma ex- posiciin no depende de él. No es preciso trasladar Ia alt Lida teoria « otra forma para que muestee st rostro extra fa un punto de partida sistemaitico, puesto que ya Hegel la concibe por encima de él En los dos primeros tomos (Ia “Légica objetiva”) el lec tor de Ja Légica de Hegel, hace una pecaliar experiencia: dificil que rastree algo del tan celebrado idealisino he- igeliano, y si Jo advierte es en Tas partes complementarias, Relaratorias y preparatorias y no en el cnxso propiamente dicho de la investigacién. Estos dos tomos podrian titularse perfectamente bien “Ontologia”. Y, en verdad, son el deta- Tado desarrollo de una ontologia. En ellos encontramos la hase ontoligica de Ja filosofia, puesto que constituyen el Fondamento de todo lo dems. Quien hoy se Jas cuestiones ontolégicas —por diversas que sean las pers~ pectivas~ encontrar agus 10 que no hallaria en otro lado Gon igual plenitud: wna inesperada y rica fuente para el tratamiento puramente objetivo del problema. La investi- gacidn de Hegel se relaciona al objeto enfrentado por Leib- nniz y Wolff, que habia sido elaborado por Tomas de Aquino y Duns Escoto, ¢ iniciado por Platén y Aristételes; pero, 36 1A LOSOeIA DEL. HRALISMO. ALENAN on conciencia de su dependencia, fue mis alla de sus ps gon con lependencia, fue mis alla de sus pre- Hay buenas razones para hablar de una ontologia de Hegel, Jo eval aroja wha muy peculiar luz al desaollo total de idealism alemin, tetova seo cada vez mis objetivo. En los comienzos de Fichte y Schelling es- taba todavin muy teaido por la subjetividnd, es eit vine Jado a un concepto del Yo, que ‘annque distinto del yo cempirico estaba, sin embargo, entendido por analogia con 41, En las posteriores Teorias de la ciencia y en el Sistema de la identidad, tal idealisino ya esti. superado. Pero en Hegel este proceso llega a su conclusién. No por ceder su puesto aun nuevo realismo igualimente unilateral, sino. por que Ia investigacién sale del plano dado por el conteaste de fos puntos dle pti cos, y, al elovarse por en ‘ima de ellos, hace justicia al cardeter ontolégico, «& tn sho su objet nn SHS omeegin, & dese Justamente en ef punto mis alto de su d dic ef eo ds somo os Ot atin icién histoviea del idealismo, cumplida por sus propios Secuencas. También se pda dest que ete hecho la diakéetien adecuada a su esencia, sw consectente clevacién or encima de si misma, sv autsuperain en ni vasa lo In filosofia como tal, que no se puede dejar absorber por los aspectos parciles de un punto de pti sistemitico, Eneontiamos el retomo —que también reside en el sentido de toda investigacién presente ala gran coniente de la philosophia perennis. El hecho de que el idealismo alemin haya tenido Ta fuerza dle llegar hasta su autosuperaeién constituye el supremo tes- tinonio histo de su grader, Y la oteustaca de que ‘ste paso de madurez y perfeccién se haya dado en la filo. sofia de Hegel, es lo que le confiere su particular dignidad, que asombra, todavia hoy, a los espiitus comunes, suunque rollo se pro EL CONCEPTO HEGELIANO DE LA. FILosoFiA oT &stos consideren que el titinieo trabajo que con esfuerzo condujo a semejante eneumbramiento pertenezea aun pe sado histérico. 3, Hers, ¥ LA CIENCIA DE SU TIEMPO Es cierto que Ja época en que vivié y eseribid Hegel tampoco sabia mada de esta superacién. Estavo prisionera do sus formas de pensar, que eran las del pensamiento sis- tomitico del ideatismo, Pero su gran perfoclo habla comen- zado a declinar: In impetuosa serie de Jos “sistemas” des- fallecin; el acorde final de su madurez se estracturaba con calma, armonia e intimidad, pero no por eso carecia de Vigor, Justamente, por Ia fuerza de pereusién ninguno do aquellos impetuosos sistemas iguala al de Hegel, que terecia despacio y brotaba de aclaradas profundidades. Ye considera Ja filosoffa hegeliana como un mero fend- rneno histérico, se presentargé como una sintesis de las fer ‘cundas y positivas tendencias de su época. Y no silo de las filoséficas, Con mayor hondura que cualquier otro de Tos idealistas, Hegel deseiende a las raices de las eiencias de su tiempo. En primer lugar esti la teologia. Lan dire deo los intereses de Hegel, mas que en Fichte y Schelling, cestuvo desde cl comienzo determinada teoligicamente. Des de sus primeros ensityos estuvo impulsada por In especu- Incidn religiosa. De esta direccién concepteal provino, ante todo, a estructura teleoldgica de su imagen del mundo. También en esto impera el idealismo de Ia “razén absoluta”. No combatid por defender esa tesis, tampoco Ix disentié: ante él estaba firme, El mundo es un sistema tinico y conexo de formas en el que domina la tendencia de To inferior a Jo superior. ‘Todo ser material, es decir, fisico y sin vi tiene implicita la direecién a la vida; todo Jo que vive, tien- de a Ia conciencia; toda con ser espiritual; todo sor espiritual subjetivo, al espirita objetivo. Y ast sucesiva- 38 LA FILOSOFIA DEL. IDEALISMO ALAN mente, hasta legar a Ia absoluta penctracién, al “ Hf de todo lo que es * penny al eran La comprensién de Hegel depended a x ' le de una usta inter- en Mee pens oe uy el sentido formal de los términos dicen, Los eonveptos he. gelianos no descubren sus acerotos a primer embate Can dlo por primera vez, tropezamos con el “serpare-si, en la pure “objet de le Pogion parecer ancnae cetita agora en sr To cerrado haa afer, en el estar separado, Grand, Noses Gon el fron bs antiguos. Pero silo es st Iado extern, Por detis se enc e otro sentido, en el que el “para” ha de ser tomado al pie de la letra, “Ser-pare-st” es un ser que se capta a si rnisino; por tanto, una reflesién recorrida por completo y ue se posce a si misma. Em su perfecciin, el ser para ses Ia atoconciencia, entendida en el sentido fuerte de In palabra; es decir, quo um ente no silo “es” lo que es sino que también sabe To que es, y sabiéndose participa dle si mismo, Ahora bien, i Tamames a In verdadlera cous. titucién ontoligien de un ento —por tanto, alo qh ne nn manifesta par al sit ser-paracsi resin el grado supremo de ser, puesto que bo ue es “ens 6 tambien “pata cme muna expresién euyo sentido apenas nos es hoy aud Me, Hegel denomin a fu sintesis dl senensi'y del ser para-si “Seren y para”. Signifien Ia sapiente penetracién pena significaciin, ol ser-en y parasi sélo se encuc lun ser consciente, y aun en éste, en sus formas espiituales eva implcita la tendencia hacia esas formas mis altas de Jo espiritual, que todo impulsa a Ia conciencia de st mismo, ¥. ave por eso en toda It etruetn del mundo dina a tenclencia de pasar por grados de Io inferior a lo superior. Enpresado en términos de Hegel, significa que todo To que HL, CONCEPIO HECELIANO DE LA FILosoviAa 39 es en-sf aleanza su plenitud en su ser-para-sh es decir, que en 1 se realiza y acaba. El ser-para-st es la “verdad” del ser ensi, El mero ser-en-si es algo a medias, incompleto: es disposicidn. Pero lu verdad es el todo, el ser-en y paras. Es ficil ver que la teleologia de las formas aqui esta Dlecida, y toda ella construida de modo muy peculiar en tna sola direccién “hacia arriba” (hacia Jo mas alto), m0 es mis que el predominio de Ia razéa absoluta, que impe sobre el todo; por decile asi, es su tendencia a penetrase, Pero, al mismo tiempo, ¢s su tendencia a xealizarse a sf rnisma, puesto que la esencia de Ia razin esti: en eonoverse, Sin tal autopenctracién no seria real. Y de este modo, la teleologia de su ser-para-si es, en el fondo, va imagen ‘maria del proceso universal —se podria decir de ta creacién del universo— en cuanto el Hegar a ser del amundo, es decir su devenir continuo y jamés interrumpido, ex el devenir de Ja razén absohuta: misma Si, por otra parte, kt wizin absolute es igual a Dios, su devenir en el devenit del mundo es ¢l devenir de Dios, ¥ 1 proceso universal es Ia realizaciin de Dios. El pensa miento religioso de la filosofia de Hegel reviste la forma de este panteismo dinimico, que es tin esencial a su sis tema como el iclealisino y In dialéctiea teleolégicamente as- cendente, Inclusive, desde el punto dle vista del contenido, fs el reverso de ambas. Pacs Ia dialéct fen su cutso imita el enrso de Ia sazén rismas porque ella “es” el curso de x razén finita del hombre hacia la razin absoluta, y porque Ia coneiencia filoséfica, cuya forma os la dialéctica, es Ix razén absolute aque se aleanza a si misma, El idealismo de Hegel consiste fn Ta comprensin de lis formas y diversos grados del mun- ‘do entendidas como el proceso del despliegte o de Ja reali- zacion de la razin De este modo, el panteismo de Hegel es un earieter fun- damental y orginico del sistema y no su forma o uno de 40 LA FILOSOF{A DEL MEALISMO ALEMAN sus componentes, Y la filosofia de In religién, que en el sistema aparece como una parte, esti lejos de setlo, De antemano todo ol stema «6 unt flsofi de ts reign es en ea © él ada una de sus partes, sélo que en los aspectos Darcisles se dsfaea © sve por el problema eect qe Seupa cl primer plano, Pero para el que lo sabe, le es facil oir ¢l Funclanental tono teoligico en la filosofia de la na- turalera, del derecho y de la historia, y hasta en 1 fen, Gas uno do fos abjetos de las diferentes dssplinas son formas, gradualmente ordenadas, de la manifestacié son omy g das, de la manifestaciin La modida en que esta posicién de Hegel satisfagn a doctinas do una teologin postva es una estén por come tun infento de semejante satsfaceién. Y este ensayo Meg ian lejos que, mis que a la dogmética cristiana.positiva, problematizs los fundamentos de su propio sistema. El am: plio desarvollo de kis escuclas teoligicas posteriores a Hoge] must tro apecto, En el onflito eee ta “dereca”y ‘xquierds” hegetiana, la dogmitica tradicional se le opuso, y la violencia de sftesisintentada por Hegel mostio Jado sombrio, per Hegel mosis oe 1a relaciin con a eieneia natural de su época es me diferente. Ni remotamente ocupa el mismo presto central Desde el “derrumbe” del sistema hegeliano es comin afir. mar que Hegel no se ha preocupado por los reels de J ciencia natural; que ha subestimado, desde las altwas de a especulacién, el prudente camino’ de la experienc tage qe ena lope oat Su filosofia de la noturdleza tratatia de “deduele” lo que sélo Ia experiencia puede ensear; por eso, no es extaio aque, en Tugar de 1is conexiones reales de la naturales, Ihayn dado tna imagen desde su rala construida y arbitasin Tin este juicio se mezelan lo verdadero y lo falso. El re PL, CONCEPTO HEGELIANO DE LA FILOSOFiA a proche que se refiere a su fécil desdén por los resultados de la ciencia no carece de fumdamento; pero no solo con- viene a Hegel, sino a la filosofia de Ix naturaleza de toda su época. Aqui Hegel no est solo. Los romintieos, Baader, Schelling y sus diseipulos, habian ido todavia mis lejos que él, Por lo demas, no se lo debe aplicar el criterio de Ta ciencia natural posterior, y menos el de la actual. La &poca de los grandes descubrimientos y del vuelo de Ia in- vestigacién exacta, que caracterizan al siglo xtx, se iniciaba entonces, y los resultados, todavia modestos, estaban muy lejos de sor un bien comin, y menos todavia podian darle a la filosofia una clara indicacién de su camino. Por otra parte, Hegel estaba intimamente lejos de Ta ciencia natu- al. Desde el comienzo fue ef filésofo del espfritu, no el de la naturaleza. Jamis I considerd desde wna perspeetiva {quo no fuera Ja del ser espiritual, Sus propias determi iones de los fundamentos de la filosofia natural son una prucha muy precisa de ello. Todavia hay mis. Los temas de uma rignrosa filosofin ba- sada en la ciencia exacta no se desconocian en esa poca. En los siglos xv y xv eran habituales; Leibniz, Wolff, Grusins y la muchedambre de los wolfianos la habjan ejer- cido, in forma mis rigarosa fue realizada por Kant, que conscientemente se sentia un newtoniano. Pero en él se ‘ostraron los limites del método que tenia sw punto de par- fen Jo matemiticamente exacto. Incluso In Critica del ‘ya se habfa impuesto estos limites a sf misma, deter- Ininados por tin punto de vista eritico. La filosofia de la naturaleza de Schelling habia partido de aqui y, aunque ten el trayecto descarrilara, acerté con bastante rigor en el resto del problema, Ya hoy no es secreto alguno que la investigacion exacta tiene, en general, sus limites; que existe una eseneia in tema de innumerables fenémenos a Jos cuales no lega; que ‘en las fantisticas ocurrencias de los rominticos, como en 2 LA FILOSO¥IA DEL IDEALISMO ALEMAN las manifestaciones —Henas de f sentimientos— de Goethe, © seala mle de atti saber te aston se, de Ia naturaleza, para Tos que vamos lentamente reeobrando el sentido, ante todo para los complieadisimos problemas de lo orgiinico. No nos interesa saber hasta dénde' se podria inguirir en Hegel tal profundidad de visidn. Lo cierto es que no se Ia podria buscar sin eleeeidn, en cuakyuier parte, © en Giertas definicones. suyas, con freencneia muy ach trarias, Pero dentro dle la corriente enter, él estaba ea el rnismo presto que Goethe y Schelling. Y esta posieién In hace participe de las fallas’fundamentales, muy visibles erties, de esta tendeneia eno tabi ean oul Y poco valorada fue sameas aplica en amplia ye vt de sa hep Po ante todo, cl mismo Hegel ha sido un historiador como no 2o fuera ningin otro flisofositemitieo anterior a 6h por ierto, en el dominio de su profesidn, es decir, en Ta hist deta Hosta poo aut 1s fue eon tn sone ventas mente nuevo y orietier “ ‘0 silo lo’ ha sido porque sluminara a los pensadores atin taupe? ee m frecuencia su aportacién ha sido interpretacla asi; pero no se ha sido justo con él. Precisamente, adennis de inte- resarso en la valoracién total, Hegel tavo un interés indo- pendiente por el curso histérieo como tal. No se aplied so- Iamente a To que Ja posteridad considers y explicé como Jegitimo; es decir: el styyo no fue un interés dirigido dinien- mnente a Ia mera fijacién de los hechos, El primer phmo Jo ocupa, segin Hegel, el problema del sentido de lo elec tivo, de su significaciin filosofiea, de su valor eterno, Y EI. CONCEPTO HEGELIANO DE LA FiLosoria 43. como esta exiestién nunca puede ser contestada con Tos fend menos sigulares, estuvo obligado a poner el peso sobre las conexiones, sobre el desarrollo de los filosofemas en la his- sobre la pugna de tesis y sistemas y sobre su legalidad en Ia serie sucesiva Si en Jos puntos particulares su visién ha sido justa, si ha interpretado los hechos y los ha vineulado bien, ¢s cosa s¢ lo midiera con el gusto posterior de ta inves- turalmente habria interpretado y vineu- reparos —por un exceso de familia ridad con la lectora~ y no habsfa atendido suficientemente a Io efectivo. Peto hay algo que no se debe olvidar: poseia To que les hu faltado a Ia mayor parte de los historiadores posteriores de la filosofia, es decir, una concepeién objeti Yamente ejemplar, una visién congenial por Io que en cl pensamiento es, en sentido propio, intemporal, y por la 15- fica interna de ese pensar. Y al trasponer los Timites de Jo que las fuentes le ofrecen, se enfrentaba con el sentido mis alto de los nexos de Ia efectividad histériea, Pero He- {gel pudo To que en todas las épocas han podide muy pocas: judo “Teer”, en ol sentido que es condicién del concebir filoséfico, esto es, en cl significado intenso del “seconocer”. Lo que esta Jectura que concibe implica se Nega a medir como se ha mostrado antes— por la propia Tectura de la Légica de Hegel, que jamis se puede efectuar sin el “es- fuerzo conceptual”. Al concebir, Hegel tenia Ii extrafia ea- pacidad de ir mis all de los’ conceptos acuiiados por é mismo, de pemmitirles que muestren su significado dentro del contexto en que aparecen, sin substituirlos por téminos ajenos. Por todas partes se le manifiesta el otro rostro del concepto. Su historia de la filosofia antigua es wn ejemplo de lo dicho, ¥ justamente para la comprensién de este punto, nuestra &poca deberia estar madura. La circunstancia de tl registro de los hechos no sea una historia de la Filosofia, ni en general historia alguna del espiritu, la hemos

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