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Vida y Obra

de
Adam Smith
Introducción:
El presente trabajo tiene como objeto de estudio a un economista del s.
XVIII, Adam Smith, desarrollando un estudio descriptivo acerca de la vida y
obra del personaje.
Para ello se dividirá el cuerpo en 2 partes: En la primera parte se
desarrollará un breve repaso por su vida personal, en la segunda hablaremos
de su obra en general y tendremos en consideración las influencias que tuvo
para el desarrollo de la misma.
Por último, se detallarán análisis propios en la Conclusión.
Primera Parte: Breve biografía
Adam Smith es conocido por ser uno de los padres del liberalismo
económico, pero su obra no versa sólo sobre economía sino también sobre
moral, jurisprudencia, retórica, lingüística, artes, filosofía, historia eclesiástica,
demografía, política educacional, ciencias militares, agricultura, asuntos
coloniales, literatura y psicología (Cole, 1990). Sus influencias principales
fueron la Ilustración Escocesa y los fisiócratas Quesnay y Turgot (Brue & Grant,
2009, pág. 62)
Su «Magnum Opus» sin duda es “Investigación sobre la Naturaleza y
Causas de la Riqueza de las Naciones”, más conocida como “La Riqueza de
las Naciones” en la cual escribe acerca de las teorías económicas sobre la
división del trabajo, el mercado, la moneda, la naturaleza de la riqueza, la
acumulación del capital, etc. Examina diferentes sistemas de economía política,
en particular, el mercantilismo y la fisiocracia; luego, desarrolla la idea de un
orden natural. Esta obra es considerada el primer libro de economía moderna y
hoy en día sigue siendo referencia de investigadores y estudiosos.

Acerca de su vida personal podemos decir que nació en Kirkcaldy,


Escocia un 5 de Junio de 1723 en una familia acomodada, lo que le permitió
asistir a uno de los mejores colegios de Escocia en ese entonces, el “Burgh
School of Kirkcaldy” (Rae, 1895, pág. 6). Vale destacar que su familia se
estableció gracias a haber estado en el lado ganador de las guerras que
azotaron Escocia por la supremacía religiosa, es decir, los presbiterianos.
Sobre esto Smith dirá: “our forefathers kicked out the Pope and the Pretender
[to] preserve the pretious right of private judgement”, es decir, que sus
antepasados expulsaron la jurisdicción papal para “preservar el precioso
derecho del juicio privado”; viéndose aquí el sentimiento de libertad natural de
Smith. Sin embargo nuestro economista habla acerca de un auto-control para
ejercer esta libertad, que debe ser usada con responsabilidad (Simpson Ross,
1995).
Aunque perdió a su padre antes incluso de nacer gozó de una
escolaridad brillante. Al finalizarla entró al “Glasgow College” en 1737, donde
sólo duró 3 años sin obtener el título de grado (ya que el curso se extendía a lo
largo de cinco años), asistiendo a clases de Latín, Matemáticas, Griego y
Filosofía Moral. Aquí tendrá influencia de varios profesores, de los cuales su
favorito fue Francis Hutcheson, profesor de Filosofía Moral. Sabemos que entró
a esta Universidad a la edad de 14 años, algo usual en aquella época pues
ésta era una especia de secundaria superior (Roncaglia, 2006, págs. 163-164).
Al salir de Glasgow, ese mismo año (1740) obtuvo una beca para el
Balliol College de Oxford donde permaneció hasta 1746. Su nombre no
aparece en las listas de graduados, pero en los “Buttery Books of Balliol” se
han descubierto evidencias suficientes para concluir que al final se graduó
como “Bachelor of Arts” (Bachiller en Artes). Quizás el problema radique en
que Smith omitió algunos pasos para la formal emisión del título (Rae, 1895,
pág. 20).
A continuación:

“Habiendo retornado a la casa de su madre en 1746, Smith se


dedicó a buscar un empleo adecuado, a la vez que continuaba
sus estudios. En 1748 viajó a Edimburgo, donde bajo el
auspicio de Lord Henry Kames dictó por tres años una serie de
conferencias públicas sobre retórica y letras. En 1751 fue
llamado por su propia Universidad de Glasgow para ocupar
primeramente la cátedra de Lógica, y luego la de Filosofía
Moral.
Este último cargo lo ejerció por 12 años, período que luego
describiría como «el más útil y por tanto el más feliz y
honorable de mi vida»” (Cole, 1990).

En 1751 obtiene el cargo para enseñar Lógica en el Glasgow College y


al año inmediatamente siguiente le otorgan la cátedra de Filosofía Moral. A los
pocos años, más específicamente en 1759 publica su primer libro, Teoría de
los Sentimientos Morales, y a partir de esto dejará de lado la ética para
empezar a concentrarse más en jurisprudencia y economía política (Brue &
Grant, 2009, pág. 61), (Roncaglia, 2006, pág. 165). En 1763 renuncia a su
cargo como profesor, pues Charles Townshend le da la posibilidad a Smith de
ser tutor de su hijastro, Duque de Buccleuch quien viajaría alrededor de
Francia. Allí Smith conoció a Voltaire, Quesnay y Turgot con quienes
establecería lazos de amistad, pero en 1766 el hermano del duque fallece y el
viaje se da por terminado de pronto, teniendo Smith que volver a Inglaterra.
Luego irá a vivir con su madre de vuelta a Kirkcaldy.
Durante su vuelta a Escocia, escribe “La Riqueza de las Naciones”, la
cual inmediatamente tuvo éxito agotándose en 6 meses la primera edición y
traduciéndose por lo menos a seis idiomas en los siguientes treinta años
(danés, francés, ruso, italiano, español y alemán), cifras enormes en ese
entonces.

En 1778, consultado sobre la situación americana, Smith


escribió un
memorando en el que defiende la adopción de un sistema
impositivo uniforme para Gran Bretaña, Irlanda y las colonias
americanas, acompañado de la elección de representantes de
estas últimas poblaciones en el Parlamento.
(Roncaglia, 2006, pág. 167).

Ya cerca de su muerte es nombrado Comisionado de Aduanas de


Escocia (1778) trasladándose a Edimburgo con su madre y su prima. También
fue nombrado Lord Rector de la Universidad de Glasgow, cargo que
desempeñó hasta 1789. Contando 67 años, Smith muere un 17 de Julio de
1790. Por expresa voluntad del autor, poco antes de su muerte se queman casi
todos sus manuscritos inéditos (Brue & Grant, 2009, pág. 62).

Segunda Parte: Su obra e influencias


Abarcando el tema del pensamiento “Smithiano” y su época, podemos
argumentar que sin la Ilustración, Smith no habría sido lo que es, o bien no
habría existido ¿Y esto por qué?

“[La Ilustración] se basó en dos pilares; la capacidad de


razonamiento de las personas, y el concepto del orden
natural… la revolución científica asociada con Newton
establecía que el orden y la armonía caracterizan al universo
físico. Mediante un razonamiento sistemático, las personas
podían descubrir, no sólo estas leyes físicas, sino también
aquellas que gobiernan a la sociedad. (…) los pensadores del
Siglo de las Luces creían que el pensamiento y la energía
humano virtualmente podían producir un progreso ilimitado”
(Brue & Grant, 2009, pág. 62).
Encontramos aquí de dónde obtuvo Smith las nociones de sentido
común, responsabilidad en la libertad y orden natural. Los ilustrados eran
optimistas y creían en el bien de las personas. Esto puede verse en la “Teoría
de los Sentimientos Morales”, cuando indica que las personas se necesitan
unas a otras y cuando ésta se ofrece gratuita, desinteresadamente y sólo por el
amor al congénere la sociedad prosperará y será feliz, aunque también habla
de un progreso “menos feliz”, consistente en la situación en que la ayuda se
preste faltando ese monto de amor y afecto (Brue & Grant, 2009, pág. 64).
Más Smith también habla del egoísmo natural del ser humano. Esta idea
es tomada del calvinismo, al cual pertenece su rama del protestantismo, el cual
cree que el Hombre es malo por naturaleza y descree de la bondad del mismo.
Propone Adam que un menor problema, frívolo como describe él, puede
hacernos olvidar incluso una gran calamidad, siempre y cuando ésta no nos
afecte, o al menos no directamente. Incluso caeríamos en la egolatría de
pensar en qué modo un problema ajeno puede afectar a nuestros propios
intereses. Sea como sea, Smith abre un espacio para el sacrificio de los
propios intereses y beneficios gracias al “hombre de adentro”, el “habitante del
pecho”. Propone que toda vez que de nosotros depende el bien común, por
más mezquinos que podamos ser, nuestra humanidad interna le gana al
egoísmo. Aclara que se puede hacer el bien de forma “indirecta” y sólo por
fines egoístas y de hecho propone que el bien social se logra de forma más
efectiva actuando de esta forma “indirecta” que buscando a conciencia el
mismo. A modo de ejemplo: Los ricos, según Adam en “La Riqueza de las
Naciones”, tienden a invertir, y cuando contratan trabajadores, si bien lo hacen
con ansias de acrecentar su negocio y fortuna, hacen participar al pobre de una
parte de su riqueza (salario) hablando aquí de una mano invisible que guía y
dirige la marcha de la economía siempre tendiendo esta última al bienestar
general, como si de una armonía natural se tratase (Brue & Grant, 2009, págs.
64-67).
Aquí se introduce una idea teológica: Dios está directamente relacionado
con la felicidad y el bienestar humanos. Si el Hombre sigue los designios
trazados por la divinidad se sentirá contento, satisfecho y tranquilo consigo
mismo; más si hace el mal sentirá vergüenza de sí mismo y su conciencia lo
atormentará. Smith confía entonces en la propia conciencia y quita espacio a la
coerción social, si bien no descree de ella (Brue & Grant, 2009, pág. 65).

Encontramos en su obra una noción no muy conocida en ese entonces:


División del trabajo. Dice el escocés que la misma incrementa la producción
(noción exacerbada por la idea de progreso ilimitado de la Ilustración) ¿Por
qué? Tres razones, enumeradas a continuación:
 Concentración en una sola tarea por parte de cada trabajador, lo que
produce una consecuente especialización y mayor conocimiento del
área, técnica, etc.
 Optimización del recurso tiempo, ya que el trabajador no debe ya
alternar sus tareas.
 Posibilidad de inventar maquinaria debido a que las tareas se han
simplificado y vuelto rutinarias (Brue & Grant, 2009, pág. 66).

Smith desconfiaba de su gobierno, para muchos historiadores uno de los


más eficientes y honestos de aquella época. Creía que el Estado no debe
meterse en la economía. Según Smith: La búsqueda del beneficio propio
frenada por la competencia, produce el bien común (trabajo, bienestar,
movimiento de la economía) mientras que el Estado es derrochador,
deshonesto, corrupto, ineficiente y, además, otorga monopolios. Por lo tanto
creía Smith que su intervención era innecesaria e incluso negativa, indeseable
(Brue & Grant, 2009, pág. 68).
Y sin embargo le otorga valor, roles, aunque menores:
 Protección de las fronteras.
 Administración de la justicia.
 Erigir y mantener obras e instituciones públicas que no sean rentables
para los empresarios.
(Brue & Grant, 2009, pág. 70).

Leyes económicas:

Smith propone varias leyes económicas, a saber:

 Paradoja del valor: Existen dos clases de valor, el valor de uso


(como el del agua), y el valor de intercambio (diamantes). Suele
suceder que los bienes que poseen valor de uso no son tiene
asimismo valor de intercambio, así como sucede al revés con los
bienes de alto valor de intercambio, que no tienen valor de uso.
Pero Smith nunca resolvió esta paradoja, la cual tuvo que esperar
a economistas posteriores.
 Valor-trabajo en una economía primitiva: Al ser el trabajo el único
recurso, el valor de los bienes se deduce de la cantidad de trabajo
empleada para la consecución de ese bien.
 Teoría del valor en una economía avanzada: Ahora la cantidad de
trabajo que puede comprar un bien excede a la cantidad de
trabajo empleada para producirlo y para calcular el precio de
venta se deben tener en cuenta el precio de producción, los
salarios a pagar, las rentas y las utilidades. Para Smith la
demanda no influye en el valor.
 Precio de mercado:
1. Precio natural o intrínseco (precio propio del bien, el cual
alcanza para pagar los costos, pero no da utilidades) y
precio de mercado, que es el precio al cual se venden los
bienes en general, pudiendo ser inferior, superior o igual al
precio natural dependiendo de la oferta y la demanda a
corto plazo. Gira en torno al precio natural.
2. Precio real (demanda sobre trabajo) y precio nominal (o en
dinero). Un aumento de existencias en la sociedad puede
elevar los precios en dinero de los bienes, pero un
incremento en los precios no hará aumentar la demanda
sobre el trabajo si los salarios aumentan en cantidad
similar.
 Salarios: Fondo de salarios: Existencia de capital circulante con el
cual se pagan los salarios actuales.
Smith asegura que en general un labrador no posee medios para
sustentarse sino hasta la cosecha y hasta entonces se mantiene
con las existencias de su amo.

Entonces:

Por ende, si aumenta la demanda de trabajo, aumentarán los salarios, y


aquella aumentará conforme aumente el índice del incremento de la
riqueza nacional, puesto que éste influye en el volumen del fondo de
salarios (Brue & Grant, 2009, págs. 71-74).
Conclusiones:
En relación a lo tratado anteriormente, se puede concluir lo siguiente:
Primero, Smith no habría sido el mismo sin el Calvinismo, dada su concepción
del hombre como egoísta, malvado, que se ve reflejada también en su
desconfianza en el Estado. Tampoco habría sido el mismo sin la Ilustración
Escocesa, el optimismo que la caracteriza y el afán de conocimiento además
de la idea de progreso ilimitado, fundamental en Smith.
Sin duda fue junto con los fisiócratas uno de los pensadores que ayudó a
dejar atrás el Mercantilismo y su impulso conservador (y me refiero al fin que
tenía, el de conservar divisas).
Por último, sentó las bases del primer Capitalismo, proponiendo las
primeras leyes y la importancia de la propiedad privada. También fue uno de
los primeros en hablar de que el Estado no debía interponerse entre la libertad
de las personas y el mercado, y al hablar de libertad, versó sobre tópicos de
filosofía y religión, no sólo economía.
Bibliografía:
Brue, S. L., & Grant, R. R. (2009). Historia del Pensamiento Económico. México: Cengage
Learning.

Cole, J. H. (01 de 03 de 1990). Adam Smith (1723-1790). Guatemala, Guatemala: CEES.


Obtenido de http://cees.org.gt/.

Rae, J. (1895). Life of Adam Smith. Londres: Macmillan & Co.

Roncaglia, A. (2006). La Riqueza de las Ideas. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza.

Simpson Ross, I. (1995). The Life of Adam Smith. Oxford: Claredon Press / Oxford University
Press.

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