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Los signos

Como ya se dijo en el subtema 2, gracias a la facultad lingüística el ser humano, además


de un universo conceptual en la mente/cerebro, también construye o inventa diferentes
sistemas sígnicos (la lengua, los gestos, la música, la escritura, la pintura, etc.) para el
fin de la comunicación; es decir, para dar a conocer ese mundo conceptual, para dar a
conocer la realidad.

Lo anterior significa, que el lenguaje nos permite desarrollar la capacidad semiótica o


simbólica; es decir, nos permite representar o significar la realidad. Lo distintivo del ser
humano es ser “animal simbólico”. Estamos dotados de la facultad que nos permite crear,
adquirir, aprender y usar códigos constituidos por signos. Los juegos infantiles son
ejemplo y manifestación de cómo todo lo convertimos en signo. Esta facultad nos
permite no responder de forma instintiva al mundo natural; por lo que hemos conformado
un mundo más amplio y rico que el mundo animal. Hemos construido nuestro propio
universo simbólico que nos posibilita entender e interpretar, articular y organizar,
sintetizar y universalizar nuestra experiencia. (Nubiola, 1999, pág. 24).

Como parte de ese universo creado por el ser humano se pueden mencionar la religión,
la ciencia, el arte, la literatura. Se dice que la propia sociedad es creación de la
capacidad simbólica humana. “En el lenguaje, el hombre descubre un poder inusitado, la
capacidad de construir un “mundo simbólico” (Nubiola, 1999, pág. 24).

Según Piaget la función simbólica es una capacidad que desarrollamos los seres
humanos y que radica en poder representar algo, por ejemplo, un objeto, un
acontecimiento, un significado cualquiera, un concepto, etc., por medio de un significante,
que solo sirve para esa representación. Por tal función los humanos podemos
aprehender cognitivamente la realidad, representarla, transformarla, enriquecerla o
referirnos a ella.

“La más desprevenida observación de nuestro comportamiento de las


condiciones de nuestra vida intelectual y social, de la vida de relación, de los
nexos de producción y de intercambio, nos muestra que utilizamos a la vez, y a
cada instante, varios sistemas de signos: los del lenguaje, los signos de la
escritura, los “signos de cortesía”, de reconocimiento, los signos reguladores de
los movimientos de los vehículos, los “signos exteriores” que indican condiciones
sociales, los “signos monetarios”, los signos del arte en sus variedades (música,
imágenes, reproducciones plásticas), en una palabra y sin ir más allá de la
verificación empírica, está claro que nuestra vida entera está presa en redes de
signos que nos condicionan, al punto de que no podría suprimirse una sola sin
poner en peligro el equilibrio de la sociedad y del individuo.” (1978)
Pero ¿Qué es un signo?
Los seres humanos comunicamos nuestro conocimiento intelectual o nuestras
experiencias afectivas, es decir, las experiencias objetivas o intelectuales y las
experiencias subjetivas o emocionales. Comunicamos nuestro saber o nuestro sentir, es
decir el conocimiento científico y el artístico. ¿Por medio de qué? Pues, por medio
de signos o señales.

Es necesario, en este momento, que intentemos precisar qué se entiende por signo. En
la literatura semiótica o semiológica no solo se denomina de diferentes formas lo que
aquí denominamos signo, sino que, también, este término se entiende de maneras
diferentes; por ejemplo Umberto Eco (1981) cita 14 sentidos de signo.

o Víctor Miguel Niño Rojas en su obra Los procesos de la comunicación y del


lenguaje entiende que “El signo es tal, en la medida en que significa algo
(significado) sobre algo (referente) de alguien (emisor) y para alguien
(destinatario)” (1998). De este concepto se desprende que el proceso sígnico
o semiosis da lugar a una relación social o comunicativa, pero también a una
relación representativa o simbólica entre el signo y el referente.
o Para Umberto Eco (1981) “Signo es todo cuanto representa otra cosa en
algún aspecto para alguien. Signo es lo que puede interpretarse”. Así
entendido, la vida humana no se concibe sin signos. Según este autor, se
vive en un mundo de signos porque se vive en sociedad, es decir, que los
fenómenos naturales no dicen nada por sí mismos. Desde su perspectiva
teórica los fenómenos sígnicos son característicos de los seres humanos
viviendo en sociedad, los cuales hacen parte de los códigos que rigen las
relaciones y los usos sociales.

o Según Schaff (1983, pág. 180) “Todo objeto material o la propiedad de ese
objeto, o un acontecimiento material, se convierte en signo cuando en el
proceso de la comunicación sirve, dentro de la estructura de un lenguaje
adoptado por las personas que se comunican, al propósito de trasmitir ciertos
pensamientos concernientes a la realidad, esto es, concernientes al mundo
exterior, o concernientes a experiencias internas (emocionales, estéticas,
volitivas, etc.) de cualquiera de los copartícipes del proceso de la
comunicación”. Así, pues, todo signo es una cosa o un acontecimiento
interpretado de algún modo por alguien; es decir, tiene significado, expresa
pensamientos y son signos únicamente en la medida en que desempeñan la
función informativa o comunicativa. La principal función del signo es
comunicar algo a alguien, informar a alguien acerca de algo.

o Jesús Tusón (1985), quien llama señal a lo que aquí estamos entendiendo
por signo, lo entiende como “un objeto material (A), cuya percepción nos
informa acerca de otro objeto (x), sea este material o conceptual”. Por
ejemplo, el humo como signo de fuego o de combustión incompleta. La
percepción del objeto material (el humo), informa acerca de otro objeto (el
fuego), que en este caso es un objeto material. Al contrario un rectángulo
blanco inscrito en un círculo rojo, o cualquier señal de tránsito, que es un
objeto también perceptible, informa acerca de un objeto conceptual: una
norma relativa a la circulación vehicular

Consideramos que las definiciones presentadas permiten, por una parte, tener una
conceptualización lo suficientemente general, pero al mismo tiempo clara de lo que es el
signo. Importa reiterar que, por una parte, la cosa representada o evocada por el signo
puede ser tanto un objeto material como un objeto conceptual o idea o la propiedad de
un objeto, un sentimiento, etc. Por otra parte, el término alguien alude a cualquier
organismo capaz de utilizar signos, aunque en principio nos referimos con él a los seres
humanos.

Por último el término representar debe entenderse en su sentido primario de “hacer


presente”, no en su sentido restringido de “sustituir o hacer las veces de”. Debe
entenderse que el signo no solo está en lugar de la cosa, sino que su representación nos
permite conocer algo más. Al conocer el signo inferimos lo que significa. Además de los
aspectos cognitivos este significado comprende también las actitudes, los valores, las
emociones y otros tipos de connotaciones socio-afectivas y culturales.

Pensar es el principal modo de representar. Interpretar un signo es esclarecer su


significado. El signo crea algo en la mente de quien lo interpreta. Por esto, los signos no
se definen únicamente porque sustituyen las cosas, sino porque funcionan como
instrumentos que hacen posible que pensemos también en lo que no se ve ni se toca o,
incluso, en lo que ni siquiera imaginamos.

La relación entre el signo, el referente y el sujeto es la base de la semiótica


tridimensional. La interrelación de estos tres elementos da lugar a tres áreas de estudio:

 Pragmática: se ocupa de la relación entre los signos y sus usuarios o interpretes


y a la acción en que ocurre.

 Semántica: estudia las relaciones entre los signos y los objetos denotados por
ellos, es decir, entre los signos y la realidad o los referentes.

Sintaxis: considera las relaciones que establecen unos signos con otros dentro de un
sistema de signos.

Tipología de los signos

En la literatura de la ciencia semiótica se encuentran múltiples clasificaciones de los


signos. Las diversas clasificaciones dependen del criterio del que se parta. Por ejemplo
Umberto Eco cita 11 tipologías. Para efectos de nuestro estudio presentaremos algunas
de las tantas clasificaciones, consideradas más generales, a modo de que puedan verlas
hagan clic aquí. (Esta lectura es obligatoria)

El signo lingüístico

Como ya apuntábamos en párrafos anteriores, de todos los signos los más importantes
son los signos lingüísticos o signos verbales. Los signos lingüísticos son las que el
hablante común y corriente llama “palabras”. Es decir, que signo lingüístico es el término
técnico usado por la ciencia lingüística.
Ya Saussure decía que la lengua es un sistema de signos solidarios e interdependientes.
Estos signos que la estructuran son los signos lingüísticos o palabras.

Para Saussure el signo lingüístico es una unidad de dos caras -como una moneda o una
hoja de papel-; es decir, una entidad compuesta por dos elementos: el significado y
el significante. Y al igual que la moneda o la hoja de papel no existe sin una de las dos
caras, no hay significado sin significante ni significante sin significado para que exista el
signo lingüístico como tal. El signo lingüístico es la combinación del significado o
concepto y del significante o imagen acústica.

En palabras textuales de Saussure “El signo lingüístico es, pues una entidad psíquica de
dos caras…” (Saussure, 1983, pág. 183). Es decir, que tanto el significado como el
significante son entidades psíquicas. La imagen acústica la entiende como la huella
psíquica del sonido material.

La naturaleza psíquica del significante se comprueba claramente, cuando observamos


que podemos hablarnos a nosotros mismos (comunicación intrapersonal) o nos
podemos recitar mentalmente un poema, sin necesidad de mover la lengua o los labios.
Aunque, Saussure no toma en cuenta la parte propiamente material del significante, en
la actualidad se entiende, que el sonido material, emitido por el aparato fonador y
percibido por el oído es importante; claro que sí, de hecho es parte del significante.

Con lo anterior se quiere decir, que el significante tiene una parte abstracta o psíquica y
una parte material; ya que al igual que cualquier signo debe ser percibido por uno de los
sentidos. Es decir, el significante es la abstracción que de los sonidos de nuestra lengua
–o fonemas- tenemos en nuestra mente/cerebro y el sonido material mismo –sonidos-.
Por ejemplo: silla, cuaderno, religión, patriotismo, etc. y las abstracciones que en nuestro
cerebro tenemos de estos grafemas o letras y de los sonidos que representan esto
grafemas.

El significado, por su parte, es la abstracción que de los objetos de la realidad (material y


abstracta) tenemos en nuestra mente/cerebro. Es el contenido, la idea que le asociamos
al significante cuando lo escuchamos. Esa abstracción está organizada en nuestra
mente en unidades mínimas llamadas semas. Por ejemplo el significado del significante
silla: 1.Mueble, 2. Sirve para sentarse, 3. Tiene cuatro patas, 4. Tiene brazo, 5. Tiene
respaldar, 5. Tiene mesa o tablero. El conjunto de estos cinco semas constituyen el
significado del significante pupitre. Y así tenemos en nuestra mente el significado de
cada signo lingüístico que sabemos: de amor, de patriotismo, de cuaderno, de plato, de
familia, etc., etc.

Como ya se dijo, no hay significado sin significante ni significante sin significado para
que exista el signo lingüístico como tal. Cuando escuchamos sonidos de otras lenguas,
de los cuales no tenemos abstracciones ni les asociamos, por supuesto, significados no
son signos lingüísticos para nosotros. O lo mismo sucede cuando escuchamos una
secuencia de sonidos con los que ya estamos familiarizados, porque son de nuestra
lengua, pero de los cuales no sabemos su significado. Por ejemplo: ¿es signo lingüístico
la palabra “jofaina” para usted? He allí, la importancia de enriquecer nuestro acervo
léxico. En la medida en que aprendemos el léxico de nuestra lengua, enriquecemos o
ampliamos nuestro universo conceptual.

En el plano de la lengua Hjelmslev identifica el significado con el contenido y el


significante con la expresión. Así este autor habla de forma y sustancia de la expresión y
forma y sustancia del contenido.

Precisamente por esto es que Saussure dice que la lengua es forma no sustancia. Por
otra parte, para Saussure, “Lo que el signo lingüístico une no es una cosa y un nombre,
sino un concepto y una imagen acústica” (Saussure, 1983). Queda claro, pues, que el
significado no son los objetos de la realidad, sino la abstracción que de ellos tenemos en
la mente/cerebro.

Si bien Saussure centró sus planteamientos en torno al signo lingüístico y lo concibió


como una relación diádica, que se establece entre el significado y el significante, tal
como se observa en las explicaciones de arriba; en la actualidad, desde la semiótica se
concibe, más bien, una relación triádica. Saussure excluye de su definición de signo
tanto el objeto, la realidad, como la parte material del significante.
Según se observa, los tres elementos no se relacionan de la misma forma. Entre el
significante y el significado y entre este y el referente se establece una relación directa.
En cambio entre el significante y el referente se establece una relación indirecta. Como
se observa la línea que une el significante con el significado es continua, dado que no
hay significante sin significado ni significado sin significante para que exista el signo.
Inmediatamente que escuchamos un significante de nuestra lengua le asociamos el
respectivo significado o cuando queremos dar a conocer un significado le asociamos el
respectivo significante para expresarlo.

La línea que une el significado con el referente, también es continua; establecen una
relación directa; ya que el significado o concepto no es más que la abstracción que
tenemos del referente u objetos de la realidad. Esta capacidad de convertir en conceptos
las cosas concretas que nos brinda el lenguaje nos simplifica el conocimiento del mundo.

El concepto engloba, esquematiza y generaliza la realidad. De esta manera en un solo


concepto se incluyen muchas cosas diferentes, pero que pertenecen a la misma clase.
No hay dos pupitres iguales, sin embargo a todos los incluimos en el concepto “pupitre” y
los nombramos con el significante pupitre.
En cambio, la línea que une el significante con el referente es discontinua. Esto es así,
puesto que estos dos elementos se unen o relacionan de forma indirecta, únicamente
por medio del significado. Éste funciona como un puente entre los dos. Cuando no
conocemos el significado de un signo lingüístico no le podemos asociar con el objeto de
la realidad al que nombra.

Se representa en el esquema, cómo el significado y el significante forman el signo


lingüístico, el referente queda fuera del signo; es un elemento extralingüístico.

Con este triángulo se ilustra, lo afirmado en el subtema anterior, la interrelación entre el


signo, el referente y el sujeto y las respectivas áreas a que dan lugar: semántica, sintaxis
y pragmática.

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