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Preguntas que hay en el ELOGIO A LA LOCURA QUE PUEDEN SERVIR

¿por qu ́e no hablaros claro y sin ambages,

seg ́un mi vieja costumbre? Decidme: ¿es acaso

la cabeza, la cara, el pecho, la mano, la oreja o

cualquier otra parte del cuerpo de las llamadas

honestas la que pose la virtud de engendrar a

los dioses y a los hombres?

¿QuÉ mujer que ha sufrido una vez aquellos trabajos, quisie-

ra volver a pasarlos si no fuera gracias a la virtud del Olvido? La misma Venus (pese a Lucrecio),

no tendrıa fuerza ni poder sin mi ayuda.

Pues bien: de esta broma mÍa, irrisoria y ridıcula, provienen los fil ́osofos llenos de orgu-

llo, a quienes hoy han sucedido los que el vulgo llama monjes, los purpurados reyes, los
piadosos sacerdotes, los tres veces sant ́ısimos pont ́ıfices, y, en fin, toda esa turba de
semidioses, tan numerosa que el Olimpo, con ser tan grande, apenas puede contener.

Fragmento del machismo

“¡Oh insulso dios –exclaman–, digno

de haber nacido del muslo de Júpiter!”

A pesar de todo, ¿quien no preferiría ser como

é l, insulso y fatuo, siempre alegre, siempre joven,

distrayendo siempre a todos entre pasatiempos y

regocijos, a ser como ese solapado J ́upiter, ante

el que todos tiemblan, o como el viejo Pan, que

todo lo envenena con sus terrores repentinos,

o como el ruin Vulcano, lleno siempre de tizne

de carbon y siempre trabajando en su fragua, o

como la misma Minerva, terrible por su lanza y

escudo, y mirando siempre de tr

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