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Fernández Del Riesgo, La Posmodernidad y La Crisis de Los Valores Religiosos
Fernández Del Riesgo, La Posmodernidad y La Crisis de Los Valores Religiosos
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Dos instituciones configuradoras de la sociedad mo pues, la mediadora entre el hombre y la naturaleza, y la
derna han sido «la producción económico-industrial y el auténtica vida moral consistirá en la sujeción a las leyes
estado burocrático-administrativo». 4 que postula este racionalismo hedonista. » 7
La época moderna fue profundamente configurada por El gran sociólogo Max Weber caracterizó a la época
la revolución científica y el consecuente desarrollo de las moderna como una época de racionalización creciente
ciencias experimentales. Ella fue testigo de la matemati que se objetivaba, progresivamente, en la especialización
zaci6n del universo y de los fundamentos del pensamien científica y la diferenciación técnica de las empresas eco
to mecanicista. La proyección práctica de todo esto fue la nómicas, y en la organización burocrática empresarial y
mecanización de la producción y la tecnología, que revo estatal. Sólo una división del trabajo y de las funciones
lucionaron la economía. sociales altamente elaborada y formalizada aparecía
En esta tremenda aventura, el hombre moderno fue como una medida técnicamente eficaz para la compleji
cobrando conciencia de sus propias capacidades creado dad que iban adquiriendo las empresas industriales y la
ras y manipuladoras de la naturaleza. Conciencia que se sociedad en general. El racionalismo burocrático consisti
desarrolló pareja al racionalismo naturalista y a la idea rá en una organización estable que posibilitará la coope
moderna de progreso. Para el hombre ilustrado, las mejo ración eficaz entre muchos actores sociales. Una coopera
ras materiales y morales del individuo estaban sujetas a ción diferenciada y funcional, separada de la vida privada
un tratamiento científico de las mismas.5 La idea moder y del centro más profundo de la personalidad del buró
na de progreso implicaba una esperanza secularizada que crata o funcionario. La impersonalidad de las relaciones
preSentaba la siguiente estructura: radical fisiocentrismo secundarias será propia de este tipo de organización.8
vinculado a una esperanza ((hesiódica)), rnundaneidad, ne Es cierto que la evolución tecnológica y los· cambios
cesidad (que descansaba en la propia naturaleza huma en la estructura ocupacional han debilitado la división en
na), totalidad (el progreso abarcaba todos los órdenes de tre trabajo manual e intelectual, y han acentuado la sepa
la naturaleza humana), y comunitariedad. 6 .Claro que, a la ración entre la propiedad y la dirección en el medio em
larga, este progreso se redujo, prácticamente, a la produc presarial.9 Hoy se hacen funcionalmente necesarios equi
tividad, gracias al desarrollo tecnológico y al control tec pos gestores y tecnocráticos al servicio de la eficacia y de
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nocrático. la racionalidad productiva. Sociólogos como D. Bell y
En toda esta evolución del pensamiento y de la cultu A. Touraine han señalado que cada vez cobran más relie
111 ra, tuvo también mucho que decir el liberalismo. «Libera ve la programación, la organización y la información. 10 El
ili
lismo entendido como una actitud racional y mentalidad conocimiento se revela como una importantísima fuente
que reflexiona sobre el hombre, la sociedad, la política y de poder, influencia y rendimiento económico. (De ahí las
la economía, creando una nueva "Weltanschauung" y una inversiones en programas de investigación científica, sólo
11', nueva moral laicizada. El espíritu del liberalismo es natu rentables a largo plazo.) «Esta nueva fase de la sociedad
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ralist� en cuanto que es proclive a eliminar los valores y industrial ha sido denominada de varias maneras: socie
finalidades trascendentes, y elabora una antropología de dad tecnocrática, [...] programada o [...] posindustrial, se
la felicidad que entiende esta última corno tenencia y dis gún se quiera hacer referencia al poder dominante, al
frute de los bienes naturales. Esta antropología pone el modo [...] de organización o a la novedad que presenta,
interés corno motor de la actividad humana (Locke) y [... ] en general, respecto a la sociedad del capitalismo liberal
disuelve la creatividad del hombre en su sumisión a la clásico. Es la era del automatismo, la informática y el
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naturaleza, y a la naturaleza en la razón. La razón es, márketing.» 11
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Podemos Jecir f111e e1 entranmdo social de la sociedad· razón instrumental al servicio del interés técnico, denun
moderna, ci - .-,gnrndo básicamente por el modo de pro: ciada por todos los autores de la Escuela de Francfort, y
Jucción , .:=1:!_)italista y la organización social racional-buro que no nos garantiza una auténtica liberación del hom
.- .-ática, ha sobrevivido, si se ,quiere más sofisticado, en la bre. Como nos recuerda Paul Ricoeur, el desarrollo de la
sociedad contemporánea. racionalidad científica ha ido parejo a 1-m retroceso "en las
Las prácticas sociales que encierra este tipo de socie cuestiones del porqué y el para qué, del sentido total y la
dad conllevan también 1m tipo de mentalidad. En la me felicidad hermana. La razón instrumental que pregona el
dida relativa en que el pensamiento está condicionado por desarrollo científico y tecnológico, desentendiéndose de
la vida, las prácticas sociales son un indicador del estilo las cu�tiones últimas del sentido y de los valores, acaba
de pensamiento, si no hegemónico, al menos sí muy rele legitimando el orden social de la tecnocracia.
vante. Pues bien, la actividad industrial y . la actividad bu De aquí, nuestra primera conclusión: el predominio de
rocrático-administrativa han alumbrado «un estilo de vida la mentalidad que destaca los aspectos funcionales, cuan-
social tecnologizado» 12 y una mentalidad ingenieril y ope tificables y previsibles de la realidad natural, no fomenta
rativo-funcional. El simple uso de artefactos técnicos y o resulta incompatible con aquella sensibilidad y actitud
automáticos propicia una manera de ver la realidad y de propias del hombre religioso, capaz de sintonizar con las
pensar. Todos nos acostumbramos a la repetición de ac cuestiones últimas y el misterio. 14 Es decir, (<el predomi
ciones _rnanipulativas, útiles, eficaces, que tienen en sn nio de la racionalidad instnrmental tiende a evacuar la
base una mentalidad previsora y controladora en hmción pregunta por el Absoluto». (<Dios no tiene cabida donde es
de leyes científicas. El predominio de esta mentalidad expulsada la profundid ad y el misterio, y la gratuidad
operativa se refleja en un empobrecimiento del pensa es ignorada.» No hay cabida para las cosmovisiones tota
miento, que se reduce al razonamiento tecnológico. Se-ex lizantes, estamos en ((la cosmovisión del bricolage». 15
tienden hábitos de pensamiento que marginan el proble Con ello nos vemos abocados al segundo punto de
ma entre apariencia y realidad, y en los que se postula la nllestra reflexión: la secularización. «La modernidad es
identificación <<entre razón y hecho, verdad y verdad esta hija de la secularización. Sobre ella se ha cimentado
blecida [...], la cosa y su función».13 La descripción fun nuestro mundo, con sus logros y fracasos. )) 16 Como nos
cional elimina la critica y el pensamiento contrastante. Se recuerda Andrew M. Greeley, «la religión ha dejado de
da una funcionalización técnica del lenguaje reductora ejercer un influjo directo sobre las grandes estructuras
del sentido: los nombres de las cosas sólo indican cómo asociativas que han surgido a lo largo de los últimos cua
funcionan. Esta petrificación del signilicado implica un trocientos años. El gobierno, los negocios, los sindica
sometimiento a los hechos inmediatos, impidiendo la ló tos... ». Y además «un gran número de fenóménos que an
gica de la protesta {Mafcuse) y la posibilidad de alumbrar tes recibían una interpretación directamente religiosa son
un tipo de pensamiento trascendente. Es el triunfo del explicados ahora mediante la ciencia racionalista». 17 Re
pensamiento positivo y unidimensional. Se cumple lo cordemos el tópico del hombre secular: «Un hombre se
anunciado por Max Weber: el predominio de una lógica guro de sí mismo porque cree haber resuelto todos los
de la dominación racional. Una racionalidad tecnológico misterios del universo, hasta el punto de que puede pres
instrumental que cosifica y .'empobrece al sujeto humano. cindir [ ...] de todas las preguntas acerca de lo Absoluto.
Una racionalidad que acaba elevando a rango máximo el El hombre secular puede pasarse sin lo sagrado. Es primo
principio de la eficacia sin cuestionarse, ni fundamentar hermano del hombre tecnológico, que no sólo entiende el
críticamente, los fines. ror lo tanto, la hegemonía de una universo, sino que lo domina con sus conocimientos cien-
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tíficos y sus recursos tecnológicos». 18 Es más, es posible
que esté apareciendo el hombre «posreligioso»: <{Sugiere
Bryan Wilson que puede haber mucha gente que, en una
j1 tónoma de los ·diversos órdenes institucionales, y que tuvo
como antecedentes el ius-naturalismo del siglo XVII y el
racionalismo ilustrado del siglo XVIII. Ello implicará «una
investigación empírica, resulte ignorar o no sentir la nece desmonopolización de las tradiciones religiosas» (P.L.
sidad de un esquema cognitivo o de una visión de, conjun
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ba refugiándose, o en el polo público donde carece de dea y nos asienta en un mundo de pseudo-gratificaciones
realidad (se reduce a retórica), o en el polo privado donde frustrantes, y que crea falsas expectativas, en la que jue
es real (virtud privada). gan las combinaciones artificiales de significantes y signi:
He aquí nuestra segunda conclusión: no es de extrañar ficados. 32 Se da, pues, una lógica de la transferencia o de
que en esta sociedad secularizada, pluralista y opcional, la convertibilidad arbitrarias. Entramos así en un mundo
acabe «sacralizándose» la propia libertad de conciencia de pseudoacontecimientos que tiene en la base «la susti
con tintes más o menos subjetivistas. Es el antropocen tución de lo referencial por el código». 33 En este desplaza
trismo profano de la secularizaciórt: el hombre es el crea miento juega también la famosa fórmula de Macluhan «el
dor de cuanto hay de bello y valioso en su mundo, la medium es el mensaje)). Y es que «el verdadero mensaje
fuente de toda significación. En la -sociedad secular, las que difunden los media TV y Radio, aquél que es descifra
verdades y los valores, como la naturaleza y la política, ya do y "consumido" inconsciente y profundamente, no es el
no son expresión directa de la voluntad divina, sino lo contenido apa·rente de sonidos e imágenes, sino el esque
que piensan y las aspiraciones de hombies concretos en ma apremiante, ligado a la propia esencia técnica de los
situaciones históricas determinadas. Nadie, pues, tiene media, de desarticulación de la realidad en signos
derecho a imponer sus creencias y valoraciones a los de sucesivos y equivalentes [...] mensaje [... ] de desglose y
más. espectacularización..., de aprovechan1iento de la informa
Otra caracteristica de la sociedad actual es el consumo ción como mercancía, de exaltación del contenido en tan
de masas como última salida de la crematística capitalis to que signo».34 Así se consumen el propio mensaje35 y la
ta.29 Como afirma Jean Baudrillard, vivimos en el <<tiem propia sustancia del mundo, parcelada e interpretada se
po de los objetos),, sometidos a su ritmo y continua suce gún el código publicitario.
sión. Es la época de la <�profusiów>, «la negación mágica y Este consumo Corno sistema de intercambio o lengua
definitiva de la escasez» y la acumulación de los signos de je se basa en la ambigüedad de los signos, que sublima el
la felicidad.30 La publicidad orienta «el impulso de com estatuto de utilidad real de los objetos; de tal manera que
pra hacia redes de objetos, _para seducir al consumidor y no se consume el objeto en sí mismo, según su valor utili
llevarlo, segón su propia lógica, a la inversión máxima y a tario, sino corri.0:_ signo que nos distingue. Esta cultura del
los límites de su capacidad econórnica».31 Como dice Gi simulacro acaba alumbrando «estrátegias fatales>): los ob
lles Lipovetsky, la primacía de las relaciones de produc jetos privados de su esencia y utilidad reales (su finalidad
ción ha sido desbancada por la apoteosis de las relaciones y referencia) se cÓnvierten en formas vacías y fascinantes,
de seducción. Seducción que, como verem0s, se basa en ante cuya seducción se abandona el sujeto. La astucia del
la acumulación y sobremultiplicación de las-elecciones es objeto acaba imponiéndose al sujeto. 36 Se da, pues, una
pectacularizadas. fetichización del lenguaje publicitario convertido en un
La cultura del consumo inculca el «derecho natural a sistema de señales.37
la abundancia». Y la publicidad y la mentalidad consumi Esta ambigüedad de los signos produce también una
dora descansan sobre la omnipotencia y manipulación de «neocultura generalizada en la que ya no existe diferencia
los signos. Los signos se convierten en pseudo-significan entre una tienda de ultramarinos de lujo y una galeria de
tes de significados que la propia sociedad establece. Tal pintura». 38 Parece que desaparecen las prelaciones y codi
articulo asegura prestigio, calidad de vida, seguridad, feli ficaciones definitivas (Llpovetsky).
}-·. cidad, personalidad, independencia, etc. Vivimos así en Los productos además son creados para un consllIIl0
�<;", una cultura del simulacro (J. Baudrillard), que nos mol- rápido e inmediato, más allá de la duración de su funcio-
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nalidad. Se vuelven obsoletos aunque todavía funcionen to a la sociedad estamental). En su lugar, surge un «indi
bien. Es una fuga de los objetos al servicio del sistema, y vidualismo puro, desprovisto de los últimos valores socia
una subordinación del sujeto humano a su ritmo. <cLa so les y morales que coexistían aún en el reino glorioso del
ciedad de consumo --como dice Baudrillard- necesita de hamo economicus». 45 Es por ello por lo que Lipovetsky
los objetos para ser, y, de un modo más concreto, necesi habla de <<Una segunda revolución individualista>). Fruto,
ta destruirlos. El uso de los objetos no lleva más que a su según él, de lo que llama, a nuestro modo de ver desacer
pérdida lenta. En la pérdida violenta se crea un valor mu tadamente, un proceso de personalización. En verdad, lo
cho más intenso.» 39 Como ha señalado Marvin Harris, en que se ha dado es un repliegue individualista, que no tie
EEUU los fabricantes incluso han ideado la técnica de ne nada_que ver con un auténtico proceso de personaliza
márketing denominada «obsolecencia planeada». Se utiliza ción. El individuo actual vibra sobre un transfondo nihi
la chapucería como medio de aumentar los beneficios a lista y una búsqueda inútil de significado. El proceso de
corto plazo; e incluso a largo plazo también, por el co�);'ol personalización exigiría profundización crítica y consen
oligopolista de determinados productos en el mercado: sualización de una jerarCJ.uía de valores, compromiso y
El punto de referencia absoluto de toda esta estrategia apertura al otro. El desarrollo auténtico de la persona exi
es la felicidad entendida como consumo hedonista. Se ge la mediación de la relación interpersonal. No hay per
trata, pues, de cela salvación _por los objetos)); objetos que sonalización sin desarrollo de la alteridad. 46
procuran la satisfacción de necesidades provocadas artifi Los modelos «anales)) de �mnportamiento (acumula
cialmente. 41 En su sofisticamiento, la publicidad, además, ción de bienes y fomento del ahorro) de la cultura bur
fomenta la ilusión de la afirmación de la personalidad a guesa del siglo XIX han sido sustituidos, en la cultura con
través de la opción individual. La facilidad con que se sumista, pO� modelos «orales» que hacen al individuo
suele caer en la trampa muestra la carencia profunda que dependiente y alienado. 47 Este tipo de conducta implica
padecen muchos ciudadanos de hoy': no saben quiénes también una libertad sin compro1niso para probarlo todo.
son, ni llegan a ser ellos mismos. Por ello la cultura del La libertad no es ya una opción comprometida y coheren
simulacro llega a su cénit en la pseudopersonalización. El te en una línea de acción, que madura y progresa con la
consumo como desenlace histórico del capitalismo es biografía del sujeto, sino que consiste en no renunciar a
también una alienación radical. Es la muerte del sujeto nada. «La consigna de ese nuevo hedonismo que rechaza
que se convierte en una pieza heterodirigida. 42 Ha aumen tanto la nostalgia como la autoacusación es colocarse.
tado el control colectivo del hombre sobre el medio, pero Sus adeptos no aspiran a una sociedad auténtica [. .. ], sino
ha disminuido el autocontrol individual; somos contro a una sociedad polimorfa, a un mundo abigarrado que
lados por otros. ponga todas las formas de vida a disposición de cada in
La cultura del consumo ha promovido un hedonismo dividuo. >> ((Ya no existe verdad ni mentira, estereotipo ni
narcisista y egoísta, en el que el sujeto, que ha perdido la invención, belleza ni fealdad, sino una paleta infinita de
confianza en sí mismo, proyecta en el mundo sus propios placeres diferentes e iguales.))48 Cualquier elección o pro
temores y deseos manipulados, sin capacidad crítica y yecto va acompañado de la posibilidad de su cancela
con una actitud insolidaria. Sucumben la relación con el miento inmediato. Hay que explotar a fondo las infinitas
otro43 y la conciencia política. 44 Al cesar el capitalismo posibilidades de gozo y diversión. Sin embargo, sabemos
competitivo, frente a un capitalismo hedonista y permisi que no habrá auténtica libertad sin obediencia a la razón
vo, desaparece el individualismo competitivo en el terreno y sin autononúa de juicio para orientarse correctamente.
económico, y revolucionario en el terren� político (respec- Pero la sociedad ·de consumo fomenta un sujeto sin refe-
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rendas propias, sin voluntad y desustancializado. Es el nera de comportarse la ha denominado el sociólogo
«Yo débil» de la disponibilidad pura. J. González Anleo <<religión bghti>: «Un tipo de religiosi
Teniendo en cuenta todo lo dicho, se comprende que dad caracterizado por su ausencia de dra!Il!itismo, su in
el hedonismo·fomente el <<presentismo»; esto es,- la desa coherencia doctrinal, su talante asistemático -las creen
parición de un sentido de la historia, de la capacidad de cias no se traducen necesariamente en normas para el
retener el pasado y el vivir en un presente perpetuo. Ya comportamiento personal y sus ritos no exigen un soporte
son muy pocos los que creen en el porvenir de la revolu institucional-, su "declaración de independencia" en el
ción, y el progreso mOderno se mira con reservas. Se terreno de los compromisos personales y éticos>>, etc. Es
quiere vivir, sobre todo, aquí y ahora, sin cuestionarse so ésta, pues, una práctica lejana de una religión <(que impo
bre alguna posible definitividad. 49 Este estilo de vida, al ne exigencias y normas de pertenencia y que reclama un
que especialmente se adhieren los jóvenes, se ha ido im compromiso afectivo y efectivo con la Iglesia». 52
poniendo en toda la sociedad. Como dice Finkielkraut, la Llegamos así a una última conclusión general: la pos
juventud se ha convertido en un imperativo categórico modernidad,53 entre otras muchas cosas, sigue siendo tes
para todas las generaciones, y el <<proceso de conversión tigo de la crisis de los valores y actitud religiosos. 54 Y ello
al hedonismo del consumo emprendido por las sociedades se comprende si entendemos por posmodernidad el resul
industriales occidentales culmina hoy con la idolatria de tado actual que ha alumbrado, por reacción, el proyecto
los valores juveniles».50 de la modernidad, caracterizado por la fe en las potencia
Llegamos así a la tercera de nuestras conclusiones: el lidades liberadoras de la técnica y de la democracia repre
ethos consumista implica la adhesión a un hedonismo ra sentativa. En términos generales, la posmodernidad se ha
dical (Lyotard habla de una economía de lo libidinal o ido configurando en nuestro discurso por los siguientes
paganismo estético que desdramatiza la existencia), un rasgos: mentalidad pragmático-operacional, visión frag
presentismo nihilista que favorece el desenganche institu mentada de la realidad, antropocentrismo relativizador,
cional (se suceden los acontecimientos más allá de todo atomismo social, hedonismo, renuncia al compromiso y
sistema, revelándose el ser como puro acontecer incom desenganche institucional a todos los niveles: político
patible con la noción de progreso y de finalidad de la his ideológico, religioso, familiar, etc. 55 Todo ello es, en algu
toria), y, en el fondo de todo, una manipulación y desus na medida, consecuencia de la derrota del ideal del racio
tancialización del sujeto. Todo ello resulta incompatible nalismo iluminista y científico-positivista unificadores del
con las exigencias de conversión y autenticidad religiosas, proyecto moderno. Como sostiene Lyotard, han entrado
que implican un vivir responsable, comprometido y fiel a en crisis las «narrativas maestras» que cantaban las espe
un proyecto de sentido. ranzas y la fe en la liberación de la humanidad, en el
Añadamos, también, que el carácter privado de lo reli progreso y en ]a desalienación del proletariado. 56 Crisis,
gioso en la cultura secular, unido al anti.autoritarismo, al pues, de las concepciones omniabarcantes y totalizadoras.
antiinstitucionalismo, y a la mentalidad consumista, pue Frente a e1lo, pluralismo, eclecticismo, relativismo, equi
de arrojar luz sobre el carácter paradójico de cierta reli valencias e intercambiabilidad.
giosidad juvenil. Los jóvenes suelen aceptat' ciertas verda La posmodernidad se caracteriza, pues, - por «una pro
des religiosas y pasar de otras, no confían en la Iglesia ducción excesiva de artefactos y una inflación de la teo
pero tampoco muestran una hostilidad abierta hacia ella, ria».57 Claro que, junto a esto, la posmodenridad es tam
se entusiasman con la figura de Juan Pablo II y olvidan bién el rechazo de la reducción instrumental de la razón y
_ sus enseñanzas en materia sexual y familiar.51 A esta ma- del olvido del poder de la imaginación y de los símbolos.
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En este sentido y paradójicamente, la posmodernidad es «fracaso del individualismo utilitarista a la hora de pro
también oposición a un burdo pragmatismo, y el desper porcionar una pauta de existencia personal y social» (Ro
tar de nuevas fórmulas de espiritualidad, que tienen sus bert Bellach). Y es que el consumo y la opulencia no son
orígenes en los movimientos contraculturales de los años sinónimos de autorrealizatión. Se da un rechazo de esa
cincuenta y sesenta. En estos años, ellos fueron la «con hegemonía de la razón instrumental y de la sociedad or
ciencia desmodernizante)>, 58 como reacción crítica a las ganizada y consumista, que no proporcionan una identi
contradicciones de la modernidad: destrucción de la natu dad satisfactoria.
raleza, empobrecimiento del hombre al que se le amputa Por otro lado, los nuevos movimientos sociales juveni
su libertad, bolsas de pobreza y delincuencia, crisis de les (pacifismo, ecologismo .. .) presentan aspectos filo-reli
identidad, política de bloques y colonialismo, etc. Frente giosos: «Algu nos tienen una referencia explícita a las con
al «desorden establecido», la contracultura postuló sus fesiones tradicionales; en otros laten viejas resonancias de
<<Contradefiniciones)): gratificación inmediata y no diferi izquierda, todos están recorridos por un utopismo para
da, irracionalidad (formas de conocimiento más all.á de religioso de armonía y solidaridad mundial con los h0111-
las palabras, la conceptualización, el análisis y la explica bres y con la Naturaleza». En algunos aparece una nueva
ción), comunalismo frente a individualis1no competitivo, sensibilidad que reivindica «planteamientos éticos con
liberación sexual, cooperación espontánea (organización pretensiones de universalidad», que implican «una visión
social filoanarquizante), etc. 59 En fin, la contracultura fue del mundo, de la sociedad y del hombre que rompen con
caldo de cultivo de un neo-misticismo y del descubrimien el presentismo dominante y la cerrazón ante las pregun
to de la filosofía y espiritualidad orientales. Ysi es cierto tas metafísicas. Se vuelve a poner en juego la existencia y
que la contracultura acabó manipulada y fagocitada por a dar crédito a la realidad desde la creencia en un proyec
el propio sistema capitalista que la engendró como reac to}>. 63 Despierta, pues, una inquietud por lo auténtico, que
ción, también lo es que las inquietudes espirituales han puede hacer renacer la sensibilidad por el misterio que es
subsistido hasta nuestros días, e incluso reverdecen. Se el hombre.
está dando lo que José M.ª Mardones llan1a ,da venganza Recordemos también que la propia filosofía de la cien
de lo reprimido>>. Parece que se está produciendo un cia está ayudando a superar la mentalidad empirista. La
«reencantamiento del mundo» por vía de una <<trivializa ciencia experimental está dejando de ser el paradigma,
ción de lo religioso [...] que la sitúa en horóscopos, ufolo sin más, de la racionalidad y el conocimiento objetivo. La
gismos o búsqueda de experiencias místicas por los cami teoría científica es sólo funcionalmente operativa para el
nos de Oriente». 60 Un <<helenismo religioso» caracterizado control humano de la naturaleza, pero deja intacto el pro
por un pulular de «misterios» y prácticas encaminadas a blema ontológico; y, en últüno ténnino, se basa en pre
alcanzar el éxtasis y el encuentro con uno mismo. 61 En concepciones para-científicas. Así, por ejemplo, sabemos
EEUU, por ejemplo, son innun1erables las sectas, movi que la representación de los fenómenos intra-atómicos
mientos, cultos y terapias que componen la oferta espiri está hoy muy lejos del sentido común. Las partículas ató
tual. 62 No vamos a pronunciarnos aquí sobre la po�ible micas pueden ser cuantos de energía, vibraciones o pun
autenticidad o inautenticidad religiosa de estos movi tos materiales. Son constructos teóricos, como símbolos y
mientos, cuestión compleja y difícil. Probablemente se modelos para la práctica manipuladora y predictiva; tie
mezclan en ellos sugestión, magia, búsqueda de lo nove nen, pues, un carácter aproximativo que revela el grado
doso o anómalo, y quizás auténticas inquietudes religio de probabilidad del conocimiento científico. Y la clase de
sas. Pero lo que sí parece claro es que son testimonio del relación entre esos modelos y la realidad que estos últi-
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mos pretenden reproducir es una cuestión que sigue ción de posibilidad del acabamiento del existir humano,
abierta a la discusión. En fin, el científico, como el hom el Absoluto.
bre de la calle, sigue estando ante el misterio de la reali En este sentido, las· clásicas pruebas de la existencia
dad (¿por qué hay ser en vez de nada?). Esta situación de Dios de la teología natural -como dice M. Fraijo-,
epistemológica (K. Popper, Lakatos, Klrnn... ) favorece, de más que asegurar la existencia ·de Dios, muestran la fini
nuevo, la apertura de la conciencia hacia otras dimensio tud del hombre y del mundo. ccSu misión seria la de po
nes de la realidad y hacia las cuestiones últimas. Hoy se ner de manifiesto que es necesario ir más allá del h01nbre
vuelve a plantear como tarea de la · filosofía la protección y del mundo, si se aspira a lograr un fundamento sólido
de la racionalidad (K.O. Apel, J. Habermas ... ), la reivindi para la realidad.>> 64
cación de la idea de verdad, y la elaboración de un campo La respuesta religiosa parece haber sido, a lo largo de
donde el espíritu pueda atravesar la historia para conquis la historia humana, la fonna 1nás frecuente de intentar
tar ideas y valores universales (Fink.ielkraut). Y ésta puede satisfacer esa necesidad de superar y encontrar significa
ser una buena ocasión para volver a caer en la cuenta de do a las experiencias que amenazan con el caos y el sin
que el sujeto humano, como persona, es un valor supre sentido: el error,· la injusticia, el sufrimiento y la muerte.
mo que apunta hacia lo absoluto y transhistórico. La pos El hombre es el único animal religioso porque es el único
modernidad, tal como aquí la hemos descrito, no nos que experimenta una apertura originaria, a través de la
parece un proyecto viable, pues no nos lo parece todo cual, busca salvar su indigencia y abandono radicales. Y,
proyecto que prescinda del sujeto. hoy por hoy, no parece haber encontrado otra respuesta a
El hombre que, en su devenir, es preqcupación e histo su propio enigma. 65 Las actitudes posmodernas encierran,
ria (Ortega y Gasset), porque, en al guna medida, tiene muchas veces, una huida de las cuestiones últünas, que
que hacerse a sí n1ismo, se revela constantemente como son insoslayables para la condición hu1nana. El hombre
algo inconcluso, por tenninar. Inacabado en su pensa tiene necesariainente que enfrentarse a ellas si quiere vi
miento y en su acción (experi1nenta siempre una insatis vir humanamente. El hombre actual está necesitado de
facción teórica y práctica), es continua superación y tras reconquistar una estructur� última cognitiva y normativa,
cendencia. Y por esta razón, el hmnbre no puede dejar de que otorgue orientación y sentido a su vida.
preguntarse por el sentido y meta de su vida en comunión
con los demás seres humanos en el mundo, y por el ori
gen de esa última inadecuación o no coincidencia consigo
mismo. En el hombre hay una capacidad de querer, una NOTAS
voluntad de desarrollo y de realización total, que se con
creta en una aspiración radical y originariá a ser, a cono
1. José M." Mardones, Raíces sociales del ateísmo, Madrid, Fundación
cer y a amar absolutos, que no satisface nin guna de s_us Santa Maria, 1985, p. 9.
realizaciones particulares. Hay una inadecuación entre su 2. José M." Mardones, op. cit., pp. 10-11.
<<Causa eficiente}> y su «causa final». La apertura y expec 3. P.L. Berger, Runwrde ángeles, Barcelona, Herder, 1975, p. 21.
tativa religiosas descansan en esta insuficiencia radical 4. José M."' Mardones, op. cit., p. 14.
del dinamismo que nos constituye (Blondel). ¿Cuál es la 5. A partir del Renacimiento, la· idea de «ser modernrni se identificó
con «la creencia, inspirada por la ciencia moderna, en el progreso infini
medida de lo humano?, ¿cuál es la 1nedida de su esperan to del conocimiento y el avance infinito hacia la mejoria social y moral».
za? Parece que el hmnbre es demasiado poco para sí mis «El proyecto de modernidad formulado en el siglo XVIII por los filósofos
mo. Hay una lógica de la acción que poné, c01no candi- de la Ilustración consistió en sus esfuerzos para desarrollar una ciencia
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objetiva, una moralidad y leyes universales y un arte ,autónomo acorde 15. José M.ª Mardones, op. cit., pp. 33, 36 y 45. El siglo XX ha signifi
con su lógica internan (J. Habermas, <(La modernidad, un proyecto in cado el fracaso de la optimista t1nificación racional proyectada por el
completo),, en WAA, La posmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985, iluminismo y el positivismo francés: «La diferenciación de la ciencia, la
pp. 20-28). Todo ello con la finalidad última de organizar racionalmente moralidad y el arte han llegado a significar la autonomía de los segmen
la vida social cotidiana. tos tratados por el especialista y su separación de la hermenéutica de la
6. Cfr. P. Laín Entralgo, uLa espera y la esperanza», Revista de Occi comunicación cotidiana» (J. Habermas, op. cit., p. 28. Esto ha provocado
dente (Madrid) (1962), 197 ss. la crisis de la «cultura de los expertos»).
7. M. Fdez. del Riesgo, «Razón técnica y alienación en la sociedad 16. Reyes Mate, Modernidad, religión, razón, Barcelona, Anthropos,
post-industrial», Cuadernos de Realidades Sociales (Madrid), 20/21 (enero 1986, p. 16.
1 982), 90. 17. A.M. Greeley, t(El hombre no secular», Cristiandad (Madrid)
8. «Lo nuevo, lo verdaderamente moderno, ¿no será la contradicción (1974), 23. Cfr. también, A. Grumelli, «Increencia, secularización y so
entre la soledad individual y la reunión de las muchedumbres o de las ciología de la religión», en WAA, Cultura de la increencia, Bilbao, Men
masas en las ciudades gigantes, en las empresas colosales, en las oficinas sajero; 1974, p. 251; A. Fierro, Sobre la religión, Madrid, Taunts, 1979,
gigantescas, en los ejércitos, en los partidos? Es el conflicto entre una pp. 245-246; Bertrand Russell, REiigión y ciencia, México, FCE, 1965.
cierta "atomización" [. ..] de la vida y una superorganización que la ro 18. A.M. Greeley, art. cit., p. 27.
dea, la acompaña y sin duda la presupone, Se persigue la socialización 19. R. Caporale, «Hacia una definición de la increencia: problemas y
de la sociedad. Red de relaciones y de comunicaciones que se hacen más avances», en WAA, Cultura de la increencia, op. cit., p. 57.
densas, más eficaces, y al mismo tiempo, el aislamiento de la conciencia 20. Charles Y. Glock, «El estudio de la increencia; perspectiva para
individual y el desconocimiento de lo "próximo" se ag�van" (H. Lefeb su investigación», en ibíd., p. 105.
vre, Introducción a la modernidad, Madrid, Tecnos, 1971,'p. 173). 21. P.L. Berger, Para una teoría sociológica de la religión, Barcelona,
9. «¡Terminó el poder de los propietarios y accionistas: ahora son los Kairós, 1971, p. 155.
expertos y los técnicos organizados quienes lo ejercen; incluso los inte-_ 22. H. Cox, La ciudad secular, Barcelona, Península, 1968, p. 42.
lectuales y los sabios! [.. .]. La discriminación social, el poder, etc., que 23. Cfr. P.L. Berger, op. ch., p. 158; A. Fierro, El crepúsculo y la
sigue siendo lo esencial, se han trasladado a un lugar distinto de la renta perseverancia, Salamanca, Sígueme, 1973, p. 14.
o de la riqueza pura y simple [... ]. El saber, la cultura, las estmcturas de 24. «El punto de vista decisivo del ascetismo protestante [. ..] era que
responsabilidades y de decisión, el poder, todos estos criterios, aunque así como se reconoce al cristiano en los frutos de su fe, así también el
en gran parte cómplices de la riqueza y del nivel de renta, han relegado conocimiento de Dios y de sus designios sólo puede extraerse del conoci
ampliamente a éstos, así como a los signos exteriores del status, en el miento de sus obras. Por eso, la disciplina preferida de todo el cristianis
orden de los determinantes sociales del valor, en la jerarquía de los crite mo puritano, b autizante y pietista era la física y aqt1ellas otras discipli
rios de potencia» (J. Baudrillard, lA. sociedad de consumo, Barcelona, nas matemático-naturales que operaban con un método análogo» (Max
Plaza Janés, 1970, p. 84), Webe1·, La Ética protestante y el espin·tu del capitalismo, Barcelona, Pe
10. Por ejemplo, y corno nos recuerda M. Harris, hoy la mayoría de nínsula, 1973, nota 146, p. 182).
los americanos producen servicios e información en vez de bienes ... 25. Th. Luckmann, La religión invisible, Salamanc.:i, Sígueme, 1973,
11. M. Fdez. del Riesgo, op. cit., p. 94, p. 112.
12. José M."" Mardones, op. cit., p. 19. 26. Th. Luckmann, «Creencia, increencia y religión», en WAA, Cul
13. H. Marcuse, El hombre unidimensional, Barcelona, Sebe Barral, tura de la increencia, op. cit., p. 27.
E
1969, p. 115. 27. c<Una fe en este clima es una fe a la intemperie. Carece del abrigo
cultural de las mayorías cognitivas y de la presión social de las situacio
f?h. 14. <(Por pragmatismo entendemos la preocupación del hombre se
cular por la pregunta: "¿funciona?'', El hombre secular no<'se ocupa mu nes de monopolio cosmovisional. La fe está amenazada por la falta d e
cho en misterios [... ]. Juzga las ideas [...] por los resultados que Conse plausibilidad socio-cultural» (José M.ª Mardones, op. cit., p. 60).
.· guirán en la práctica. El mundo es concebido no como un sistema meta 28. Gilles Lipovetsky, lA. era del vacío, Barcelona, Am1grarna, 1 987,
físico unificado, sino como una serie de problemas y proyectos." El p. 118.
hombre secular y pragmático «está entregado a la solución de problemas 29. «Ya Marx analizaba el punto de vista del consumo y mostraba
(✓; 1 1 específicos, e interesado en lo que funcionará para que se haga algo. cómo esta apariencia enmascaraba y reve1."l.ba a la vez lo esenck'll: las
Tiene poco interés por lo que hemos denominado "cuestiones fronteri relaciones de producción [... ] se puede mostrar que la sociedad de con
�--· zas" o consideraciones metafísicas» (H. Cox, La ciudad secular, Barcelo sumo está orientada por la clase que posee o domina los medios de
�A .I na, Península, 1968, pp. 83-85). proclucciórn) (H. Lefebvre, Introducción a la nwdernidad, op. cit., p. 179);
94 95
y J. Baudrillard nos recuerda que «el problema fundamental del capita 41. Son las necesidades falsas de que habló H. Marcuse. Las verda
lismo contemporáneo no es ya la contradicción entre obtención del má deras, para él, se alumbrarán cuando el hombre tenga libertad para dar
ximo de beneficio y racionalización de la producción (a nivel del empre su propia respuesta, una vez que haya tomado conciencia de su aliena
sario), sino entre una productividad virtualmente ilimitada (a nivel de la ción. Lo cual no es fácil, pues el individuo ha sido resocializado para
tecnoestructura) y la necesidad de dar salida a los productos. En esta cdnsumir, desconfiando de sus propios juicios y estando pendiente del
fase se torna vital para el sistema controlar no sólo el aparato de produc de los demás y de las instancias que lo definen. Cfr. Cristopher Lasch,
ción, sino la demanda de consumo» (J. Baudrillard, op. cit., p. 106). «El «Consumo, narcisismo y cultura de masas», Cuadernos del Norte, 38
sistema de las necesidades es el producto del sistema de producción" (19.86), 19 ss; y J. Baudrillard, la génesis ideológica de las necesidades,
(J. Baudrillard, op. cit., p. 110). Naturalmente, esto ipatiza la afirmación Barcelona, Anagrama, 1976, Cuadernos.
de Lipovetsky que recordaremos a continuación. 42, Cfr. C. Lasch, art. cit., p. 29.
30. Cfr. J. Baudrillard, ibíd., pp. 15 ss. 43, <([, ..] el hombre contemporáneo ha perdido el yo porque ha per
31. Ibíd., p. 17. dido en realidad al tú, y por esto no es capaz de encontrar el nosotros.,,
32. «Fuera del ámbito de su función objetiva (...] foera del ámbito de Lo que queda es «un yo puramente centrípeto, hedonista», fascinado por
su denotación, el objeto se torna sustituible de manera más o menos lo puramente puntlJ.al (C. Díaz, Escucha, posmodemo, op. cit., pp . 41
ilimitada, en el campo de las connotaciones, donde adquiere valor y 4 5).
de signos. Así la lavadora sirve como utensilio y desempeña el papel de 44. La autoabsorción del narciso «permite una radic.alización del
elemento de confort, de prestigio, etc. El campo del consumo es propia abandono de la esfera pública y por ello una adaptación funcional al
mente este último. En este caso, todo tipo de objetos puede sustihiir la aislamiento social [...]. El narciso, nueva tecnología de control flexible y
lavadora como elemento significativo. En la lógica de los signos (...] los autogestionado, socializa desocializando, pone a los individuos de acuer
objetos no están en absoluto ligados a una función o una necesidad do con LID sistema social pulverizado, mientras glorifica el reino de la
definida. Precisamente porque responden a algo totalmente distinto, que expansión del Ego puro» (G. Lipovetsky, op. cit., p. 55),
es, bien la lógica social, o la lógica del deseo, a las que sirven de camPo 45. Ibid., p. 50.
inestable e inconsciente de significación» (J. Baudrillard, ibíd., p. 113). 46. Los valores presentan una dimensión intersubjetiva: no son sólo
Cfr. tamb1.§n J. Baudrillard, Cultura y simulacro, Barcelona, Kairós, 1978. para mí mismo, sino también para los otros, a los que me permite reco
33. J. Baudrillard, J.n sociedad de consumo, op. cit., p. 180. nocer. Los valores me permiten responder a la llamada del otro {Levi
34. Ibid.,p. 175. nas ) y presentan la exigencia de comunicarse. En este sentido, un pro
35. <l..J el significante se convierte en su propio significado; hay yecto de autorrealización humano marcadamente individualista violenta
confusión circular de los dos en beneficio del significante [... ]. Se pasa la condición hu_mana. En este sentido, el lugar del valor es «el hombre
del lenguaje centrado en el significado -mensaje transitorio- a un orientado constitutivamente hacia los demás en el mundo), (J. Gevaert,
mensaje centrado en el si gnificante)) (J. Baudrillard, ibíd.¡p. 177). El problema del hombre, Salamanca, Sígueme, 1984, p. 195).
36. Cfr. J. Baudrillard, Las estrategias f"atales, Barcelona, Anagrama, 47. Cfr. C. Lasch, op. cit., p. 20. Y esto refleja una de las contradic
1984, pp. 121 ss. ciones culturales del capitalismo señaladas por Dariiel Bell. El cálculo
37. H. Lefebvre, Introducción a la modernidad, op. cit., p. 201. racional de los medios, el ascetismo, el autocontrol, la valoración positi
38. J. Baudrillard, La sociedad de consumo, op. cit., p. 19. En la mis va del trabaJ·o y del ascenso personal, que sintonizan con las exigencias
ma línea _escribe Finkielkraut: «El pensamiento calculador [... ] descubre de la estmctura tecnoeconómica, están en conflicto con la búsqueda de
la utilidad de lo inútiL asalta metódicamente el mundo de los apetitos y gratificaciones inmediatas, el ideal del ocio, la espontaneidad y el recha
de los placeres, y, después de rebajar la cultura al rango de los gastos zo del aplazamiento, que son valores propios de la cultura consumista.
improductivos, eleva cualquier distracción a la dignidad cultural» {Alaín Es decir, da la impresión de que el sistema tiene necesidad, a- la vez, de
Finkielkraut, La dennta del pensamiento, Barcelona, Anagrama, 1987, los hombres como trabajadores, ahorradores y contribuyentes, y de los
p. 125). Ante ello, es oportuno recordar la crítica de Carlos Díaz: «Esta hombres como consumidores y ciudadanos hipotecados. Cfr. D. Bell, Las
concepción bancaria de la cultura olvida que el énfasis no debería poner contradicciones culturales del capitalismo, Madrid, Alianza, 1977, p. 48.
se en las cosas, sino en las personas, y que las cosas son tan sólo racio De manera más general, podemos decir que, para D. Bell, el capitalismo
nalidad instmmental al servicio del hombre)) (C. Dfaz, Escucha, posmo avanzado ha perdido su integración, pues se ha convertido en una socie
derno, Madrid, E. Paulinas, 1985, p. 155). dad que pretende articular tres órdenes regidos por principios difícil
39. J. Baudrillard, La sociedad de consumo, op. cit., p. 74. mente compatibles. El «orden tecnoeconómico" (producción, estmctura
40. Cfr. Marvin Harris, La cultura norteamericana contemporánea, profesional, etc.) está regido por la «racionalidad ftmcional,, de la efica
Madrid, Alianza, 1984, pp. 32 y 39. cia; el «orden político» está regido por el principio de la igualdad; y el
96 97
((orden culturah e.stá regido por el hedonismo. Subyacen, pues, a estos lenguaje de la arquitectura posmnderna, Barcelona, Gustavo Gili, 1985, y
órdenes, tres lógicas antinómicas difíciles, como decimos, de armoniz�. G. Lipovetsky, op. cit., cap. IV.) Por el contrario, nós referimos, de modo
Claro que, sin desmentir el planteamiento de D. Bell, debemos de mati más general, a las características básicas que configuran actualmente el
zar. Tiene razón Lipovetsky cuando afirma que no debemos de crista ámbito del pensamiento y de los valores y las relaciones sociales.
lizar demasiado la contradicció n entre economía y cultura, pues hay que 54. El valor es una cualidad de muchas realidades heterogéneas que
tener en cuenta también las funciones integradoras y productivas del permiten la realización de la persona humana. Por ello, a través ?e los
hedonismo consumista. Este último es condición de relanzamiento eco valores se revela el significado de la existencia del hombre. Además, es
nómico y elemento neutralizador de la lucha de clases: uNo existe anti tán revestidos de un carácter transindividual e incondicionado, por el
nomia simple o unidimensional: el hedonismo produce unos conflictos Y que se nos imponen,' y que descubrimos en la certeza intuitiva. En su
neutraliza otros)i (G. Lipovetsky, op, cit., p. 127). Suaviza ciertos conflic dimensión absoluta, los Valores también presentan una objetividad jerár
tos sociales y propicia la crisis de identidad. No obstante, y en términos quica. Se trata más bien «de esferas o de regiones de valores que presen
generales, creo que tiene razón cuando escribe: «A medida que crece el tan incluso cierta autonomía entre si. Las propias esferas polarizan a las
narcisismo, triunfa la legitimidad democrática, aunque sea de manera dimensiones fundamentales de existencia y tienden a su realiz.ación: va
cool; los regímenes democráticos con su pluralismo de partidos, sus elec lores del cuerpo, valores del espíritu, valores de la persona o valores
ciones, su derecho a la oposición y a la información se parecen ca�a vez éticos, valores religiosos». Estos últimos «se refieren a las relaciones con
más a la sociedad [ ...] del auto-servicio, del test y la libertad combmato Dios y a las expresiones culturales y comunitarias de tales relaciones)>.
ria». Aunque se debilita la militancia, se da «un consenso blando, impre «[ ...] los valores religiosos expresan el significado último del hombre, su
ciso pero real respecto a los regímenes democráticos)> (G. Lipovetsk:y, op. razón de vivir y esperar» (J. Gevaert, op, cit., pp. 201, 203 y 204).
cit., pp. 129-130). La despolitización va pareja a una «aprobación muda» SS. uAquí como en otras partes el desierto crece: el saber, el pode r, el
y ((difusa)i. � _
trabajo, el ejército, la familia, la Iglesia, los partidos, etc., ya han deJado,
48. Alain Finkielkraut, op. cit., pp. 115-116 y 121. Claro que, corno globalmente de funcionar como principios absolutos e intangibles y en
afirma C, Dfaz, ((cuanto todo o casi todo ha quedado reducido al bino distintos grados ya nadie cree en ellos ... » (G. Lipovetsky, op. cit., p. 35).
mio placer/displacer, los valores no valdrán por sí mismos, dejarán de Cfr. también p. 217.
ser axiológicamente relevantes [...]. Irrisión pues para el imperativo cate 56. Cfr. J.F. Lyotard, La condición postnwderna, Madrid, Cátedra,
górico y eclosión de los imperativos hipotéticos, donde, allá cada cual, 1984.
todo vale (sin considerar que cuando todo vale, nada es valor, y, por 57. Ch. Jencks, art. cit., p. 2.
ende, nada vale)» (op. cit., p. 103). 58. Cfr. P.L. Berger, B. Berger, H. Kellner, Un mundo sin hogar, San
49. Cfr. Frederic Jameson, «Posmodemismo y sociedad de consu tander, Sal Terrae, 1979, pp. 191 ss.
mrn>, en WAA, La posmodernidad, op. cit., p. 1985. 59. Cfr. L. Racionero, Filosof{a del underground, Barcelona, Anagra
50. Alain Finkielkraut, op. cit., p. 135. Cfr. también, G. Lipovetsky, ma, 1977; Theodore Roszak, El nacimiento de una contracultura, Ba:n::e
op. ciL, ·p. 109. lona, Kairós, 1978; Keith Melville, Las comunas en la contracultura, Bar
51. Especialmente, esta incoherencia es posible que se deba, en par celona, Kairós, 1975.
te, a que en las manifestaciones papales se consuma el mero espectácu 60. José M.ª Mardones, op. cit., p. 40.
lo, el puro significante más allá del significado: «El éxito que encuentra 61. Cfr. E. Schillebeeck, «Hacia un futuro definitivo: promesa y me
Juan Pablo 11 [.,.] procede de la forma y no de la sustancia de sus decla diación humana),, en WAA, El -futuro de la religión, Salamanca, Sígue-
raciones [... ]. Su espectáculo, como el de los restantes super-stars, vacía me, 1975, p. 45.
las cabezas para poder llenar mejor los ojos, y no transporta ningún 62. Cfr. Marvin Harris, op. cit., pp. 157 ss.
mensaje, sino que los engulle a todos en una grandiosa profusión de luz
63. José M.ª Mardones, op. cit., pp. 43-44.
y sonido. Creyendo ceder únicamente a la moda en la forma, olvida, o
64, M. Fraijo, Realidad de Dios y drama del hombre, Madrid, Funda
finge olvidar, que esa moda tiende precisamente a la aniquilación de la
ción Santa María, 1985, p, 47. El hombre padece pues, una necesidad
significaciómi (A. Finkielkraut, op. cit., pp. 137-138).
radical de Dios, y la filosofía sólo pod_rá proporcionar argumentos que
52, Juan González Anleo, «Los jóvenes y la religión light», Cuadernos
hagan «razonable» la existencia del Absoluto. Razonabilidad que podrá
de realidades soci.ales (Madrid), 29-30 (enero 1987), 29 y 30.
invitar al hombre a adoptar una actitud de búsqueda y de apertura al
53, No nos referimos especialmente a lo que se ha llamado posmo
Misterio, para ver _si Éste se manifiesta. (Es lo que M. Blondel llamó el
demismo en el ámbito de la estética, y en particular de la arquitectura, ,,bautismo de deseo».)
que presentan unas connotaciones especiales. (Cfr. Ch. Jencks, «¿OL1é es
65, La muerte revela que la inadecuación y aliénación del hombre no
el posmodernismo?», Cuadernos del No,rte [Madrid], 43 [1987]; fderri, El se reducen a las relaciones de dependencia respecto de la naturaleza y
98 99
de las fuerz.as sociales (K. Marx), La inadecuación última que está inscri nal, como la muerte es a la vez necesaria e incomprensible)) (V. Jankele
ta en la misma estn1ctura ontológica del ser humano le lleva, no sólo a vitch, lA. Mort, Parls, Flammarion, 1977, p. 7). O dicho de manera más
abrirse al mundo, sino a intentar trascenderlo. Para el neohurnanismo clara; la esperanza de una realización definitiva del hombre y de la so
marxista, «la derrota de la personalidad privada» (la muerte) puede ser ciedad sólo puede descansar en la «fe en la resurrección)): ({[...] aunque
asumida desde una ·actitud altmista de ser para los demás (el «héroe la unidad de intereses humanos individuales y comunes fuera posible en
rojo» de E. Bloch). Capacidad que sólo puede dar la fuerza del amor una sociedad del futuro, quedaría aún sin resolver la cuestión sobre los
(Lukács, Garaudy, Gardavsky...). Pero, ¿no es esto, a la postre, algo so h0mbres de generaciones pasadas en la vocación realizada de una gene
brehumano? ¿De dónde saca el hombre fuerzas para religarse a una ración futura. Sin embargo, sin una resurrección de los muertos es im
«deidad), (el paraíso comunista) que, en último término, no le asegura posible que esté abierta a todos los hombres la posibilidad de tomar
una afirmación definitiva de sí mismo? En éste ei fracaso, en definitiva, parte en una sociedad perfecta que realiza la vocación humana), (W.
de todas las teodiceas seculares, que señala P.L. Berger (Cfr. Ru-rnpr de Pannenberg, ({Escatología y experiencia de sentido,¡ en WAA, El futuro
ángeles, op. cit., pp. 53-54). En este sentido, tda auténtica agonía para de la religión, op. cit., p. 175).
todo pensamiento de esperanza se sitúa en la muerte [.,.]..Ante el poder
dialécticamente inutilizable de la muerte enmudece el marxismo»
(J. Moltmann, «¿Esperanza sin fe? En torno a un humanismo escatológi
co sin Diosn, Concilium [Madrid], 16, [junio 1966], p. 217), Como pensa
ba W. Benjamin, el cumplimiento de una ética universal tendria que
tener en cuenta también a los muertos, si no, no se ejercerla el principio
de la generalización de los intereses. (¿Ante la muerte, qué hacer con la
ética? ¿Cómo hacer justicia a los ya irremediablemente desaparecidos?)
O dicho de otro modo, el sentido integral de la vida humana tiene que
incluir el destino de los muertos, y esto implica no poder concebir la
historia ateológicamente. Por eso, para M. Horckheimer, la teología es
«la esperanza de que lo injusto no sea la última palabra>,, y es también
({expresión de un anhelo, de una nostalgia de que el asesino no pueda
triunfar sobre la víctima» (en WAA, A la búsqueda del,sentidn, Salaman
ca, Sígueme, 1976, p. 106). Es esta temática la que Úevó a E. Bloch a
desarrollar su filosoffa de la esperanza y de la utopía. En la medida en
que la realidad es proceso, la categorla fundamental de su ontología es
la de «posibilidad),: la ontología del «aún-no)). La materia es posibilidad,
y el hombre el articulador y orientador de su proceso. Así, el proceso del
mundo es capacidad abierta a lo nuevo. Por tanto no está dicha la últi
ma palabra sobre la posibilidad de superar la caducidad que segrega el
propio proceso de lo real. Y en la medida en que el núcleo central de la
existencia humana se halla todavía en el «aún no devenir», no puede ser
aniquilado por la muerte. InclusO" Bloch acabará postulando la «exteni
torialidad» o inaccesibilidad del núcleo del ser a la muerte. Será la pa
tria de la identidad definitiva. ¿Pero en función de qué? ¿De una exigen
cia de sentido, de un vohmtarismo utópico? ¿Y quién es el beneficiario
de esta inmortalidad? ¿El sujeto particular, un sujeto transindividual o
;¡' superego metapersonal? (Ruiz de la Peña). Y si la interpretación correcta
es esta última, ¿no. resulta una escisión algo forzada? En el seno del
sujeto estaría lo más noble que lo trascendería como inmortal y de lo
que, a la postre, no participarla, .. ¿Cómo es posible que lo más íntimo
de mi ser personal, sea, en definitiva, algo que me escapa como sujeto
irrepetible? Por ello creo que tiene razón Jankelevitch cuando afirma:
t
«En realidad la inmortalidad misma es a la vez indemostrable y racio-
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