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10 / Gustavo Pablo Rosst ro. Se trata de interlocutores de lo cotidiano: es el Wc terapéutico en su practica un interlocutor para aquel acompaia, a veces también para su familia, Ademas, este miradas, nas que aporten sus ideas forma a este su trabajo de lec verante de escritos preliminares. También agradezco el esti- en este texto: Osvaldo Delgado, D: ‘airo, Martin Ruiz, con quienes he compartido 's y académicos, que de manera diver ajo en comin. Expreso también el reconoci- 10 ¥ gratitud con los colegas docentes, terapeutas y acompa- Primera parte Capftulo 1 Historia y desarrollos del Acompafiamiento Terapéutico en sus comienzos y las variables que marcaron su desarrollo. Sera un ro y en las pre- clinica en que se inserta el AT guntas que atin si Desde esta 4 del Acompanamiento ‘Terapéutico la pro puesta es abordar las coordenadas que tuvieron sus comienzos, para pensar sur incidencia en el presente. Y esto no es inocente. Tod: par de consolidacién y sus perspectivas fitu diversos proyectos terapéuticos y lud Mental rrollo en cl marco de un sistema de medad y la salud n i cluso pensar e6mo las “invenciones” de recursos alternativos surgen | no s6lo de las teorfas y practicas cientifico-té 0 también | de las ideas populares sobre la locura y su tratamiento en ur y momento determinado. fs y convicciones) desde nuestro presente. Un espacio de intersecciones nia entre las distintas apreciaciones que se rea ia del acompafiamiento terapéuti- 10 / Gustave Pable Rossi spués de una tarea introductoria de investigacién en aspectos his- itos de esta préictica, al ahondar en este panto cabe afirmar que ompafamiento se inscribe en un panorama que era sumamente ‘adr, ubicdndose ante una situacién de crisis en la clinica mas \licional tanto en el mbito psiquidtrico como psicoanalitico.' Descle mediados de los afios '80, y con un mayor desarrollo en la 1a década, comenzaron a desc intas modalicades de ‘aje en acompaitamiento, en libros o articulos donde se revisa- ivas te6ricas a veces contradictorias, 0 el marco de orientaciones radicalmente opuestas. a destacamos que durante muchos afios las publicaciones ted iinicas sobre acompafiamiento terapéutico fueron escasas, casi mo un déficit si se lo compara con la importante insercién que ‘0 en la practica, y con la extensi6n de su campo de trabajo.? Tao implio crecimiento desde lo empirico, pero la sistematizaci6n de experiencias fue sumamente labil en lo que hace a su rigurosi Vern inmediatamente que desde los protagonistas de esa épo- existen diversas formas de pensar esta herramienta terapéutica, marco te6rico y los motivos de su implementacién. En el intercambio que fui teniendo en estos aitos con colegas trabajan en el tema, también coincidfamos en que estas cuestio- tuvieron consecuencias para su desarrollo posterior, que se ven des que aparecen posteriormente al tratar de definir Por ho tiempo, nos lamentamos que no haya ido teniendo una con- 1a articulacién te6rico-clinica precisa a esta fu tc inscripeién académica, pese a que esto ha ido cambiando ile finales de los aiios “90, és al indlagar en tematicas que inicialmente me parecfan alejadas ‘ica, 0 -en cierto sentido- inconexas respecto de la espe- sobre el AT’y su expansién, al ampliar las interlocuciones.* Alrevisar desde el contexto institucional, cultural y politico aque~ comienzos de este recurso que s€ conocerd como acompaiia- ‘apéutico, esas lecturas fueron aportando una significa- sus posibilidades de desarrollo y a la inscripeién ramienta para nuestra préctica como t Acompafiamionta terapéuticn/ 19 Para avanzar, repaso en pocas Iineas lo fimdamental de su bistoria: se sabe que el AT emper6 con esta denominacién en Argentina hacia principios de los 70, aunque existieron expe: tico el trabajo terapéutico sin considerar el ambiente del paciente. O pretendiendo sostener estrategias de ro con el esfuerz0 esdle el consultorio del psiquia- tra, psic6logo y/o psicoanal ige una cura. En algunos casos, incluso el recurso de algunos dispositivos institucionales no resulta suficiente para la contencién cotidiana de un paciente. Antecedentes y experiencias afines Pese a que nos centraremos en Argentina, resulta interesante destacar que en otros paises se han dado experiencias similares 0 que van en la misma direccion, aunque con otras denominaciones, teniendo sus caracterfsticas particulares de acuerdo a los desarrollos de cada lugar en que s« I sistema de salud, fas ciones sociales sobre el tema y las escuelas tedrico clinicas desde las cuales fueron realizadas. En varios paises de Latinoamérica, como Brasil, Uruguay, Méxi- los tile timos 20 aftos experiencias que Mevaron esta denominacién (AT), que no han tenido una conceptualizacién persistente, ni una en Buenos Aires y ale nas ciudades de Argentina. Salvo en algunas regiones de Brasil, nde la tematica del AT ~apoyandose en los desarrollos pioneros id, existien- rumerosos grupos que trabajan con esta herramienta, asi como, mportante nimero de publicaciones, con libros de gran caliclad jordan el tema dexile perspectivas woricas diversas 'ga ademas en el marco de un cuestionamiento generali- wre el recurso de la internacién cerrada (el aislamiento asilar, no se produce en los comienzos de la disciplina psiquiatrica), 20 / Gustave Pablo ssi ias fundamentales al psicoandlisis, la psiquiatrfa com intipsiquiatria, y los efectos en las modalidades asistenciales que s offece otras heterogeneidad de sus propuestas lo complejo del campo eo que nos ocupa y la imposibilidad de dar respuestas completas, pretendan cerrar esta problemtica. aas experiencias de ‘Trieste (Italia) con Basaglia, la Psiquiatria de en Francia, y la Psiquiatria Social/Comunitaria en los Estados s, entre otras, se inscriben en esta perspectiva Otra experiencia institucional alternativa, que se desarrolla desde nplementacién de sistemas abiertos, que daban cuenta de una significacién de la locura y de su tratamiento, con la premisa inserci6n social y productiva del paciente. Junto a amentales que facilitardn la implementaci6n y ejemplos de recursos con caracteristicas simila- lo implementando en otros paises, podemos ;nimateur”, que ligado Acompariamientotrapéurico/24 stitucién Fstallada”, que implie6 un. intramuros diferente, “Inte- grantes esenciales del equipo y del quehacer institucional fueron los acompafiantes (soigneants)... curantes, curadores; alguien que cura Pi una preset blante. Desarrollaban funcién de registro respecto de de un paciente y sin que fuesen intervenciones re una funcionalidad en lo habitual, con el sentido comin” de n Salud Mental abnié una perspectiva donde resulta sumamente pertinente ubicar el lugar del A Huertas iden- tifica cerca de 1930 algunos esbozos onganizativos en el sistema de atencién psiquiditrico espafol, en un movimiento que servira poste- riormente para de la Higiene Mental, se propor ociales “con vocacién de actuacién y con la aparicién de un nuev ipo de profesional no médico (las enfermeras visitadoras)””. Que «clesempefiaran un papel fundamental en el seguimiento del pacien- Le mental no institucionalizado. io de su cometido le es cil convertirse en guardiana de la salud que se ha recobrado afan amente y que atin peligra; su especial preparaci6n profesional da meédico absoluta garantia de éxito, proporcionandole su actuacién ntes o en la aparicién de los primeros sintomas morbosos de repe. Rescata otros trabajos de le onde se m curso de la medad y su tratamiento, para facilitar la vuelta al trabajo y para Jas familias se interesen por el paciente. izada” que se le otorga a esa figura ntecedente de la idea de conti- icas interesantes que al AS para d Hue 22 / Gustave Pablo Rossi le se vislumbran en Espafia los cambios para el esquema ul: “el elemento estructurante de este planteamiento esl 1 cuidador-cuidado. La continuidad de esta relacion es cficacia (..) El principio de continuidad coloca en primer tér- el cardcter personal de la relacién independientemente de la talizaci6n. Antes, durante y despui ‘mar el sostén psicoterapéutico’ Imente, basindose en los planteos de la Salud Mental Co- tatia, en Espafia la Continuidad de Cuidados, “tanto en la red imensién temporal”, es la forma operativa de rar la atencién, a partir de pasar de un “modelo ido en la exclusién a otro basado en la integracion a la comuni- sujeto como elemento activo en su proceso de integra- Cabe aqui perfecta- iento terapéutico en terinstitucional. mente, otro antecedente de a jue analitico~ en la experiencia de la psicoanalista suiza Ma te Sechehaye, reconocida por su trabajo con la esquizofrenia, jexto de 1950” preanuncié algunos debates ¢ interrogantes de ipsiquiatrfa sobre el estatuto de la locura, el saber psiquiitrico 1s esquernas nosograficos. atamiento de la paciente Renée, quien fuera atendida hacia la Dra. M. A. Sechehaye, es resenado por algunos autores, in sobre AT. Fs rescatado por Beatriz Dorfman Lerner ner caso cu tiene marcadas similitudes con el texto “Diario de una Esquizofrénica", Sechehaye descr »vedoso tratamiento aplicado a su paciente Renée mediante a”, partiendo de la yun prondstico en el que se Acompafiamiento trapéutico/23 podfa hacerse cargo, para su contenci6n, siguiendo las instrucciones de la Dra. Sechehaye. Este “primer Acompaiiamiento Terapéutico”, en palabras de Dorfman Lerner, comienza como una necesidad del terapeuta ante una paciente “profundamente necesitada de atenci6n”, Para una historia del acompafiamiento terapéutico en Argenti ima socio-politico y Salud Mental a finales de los afios “60 se apreciard a continuaci6n el clima social- al y el contexto histérico de los atravesamientos que tienen las isciplinas en el tiempo y el espacio en que se producen las prime- ras experiencias con acompafiamiento terapéutico, en Argentina Una investigaci6n sumamente relevante sobre el perfodo que va entre finales de los ‘50 y Ia década del ‘70, es la que realizan . Carpintero y A. Vainner, para aproximarnos con elementos mas rmplios a este panorama." Trabajos como estos permiten ubicar el denominado campo de la salud mental que se iba estableciendo. Una aracteristica relevante del mismo era que “Ia psiquiatrfa dej6 de ser profesién exclusiva que curaba las enfermedades mentales y debi6 convivir con otras disciplinas como la psicologia, la psicopedagogt ntropologia, la sociologia, etc. Entre ellas, el psicoandlisis adqu tun prestigio inusitado que influyé en todas las reas del saber.” ramos all “las contradicciones y tensiones, entre los diferen- upos de psiquiatras, para constituir una organizacién gremial, ‘ofesional y cientifica que leve adelante un proyecto” acorde a los jos que se venfan produciendo. ncepto de“campo de la Salud Mental” apareci6 entonces como lutinador de esta nueva corriente que pretendia superar el manic ‘como forma de asistencia. Recorclemos que, en esos momentos, dee las camas de internaci6n en el mundo eran psiquiatricas.""? ‘0 de los trata- 2A / Gustavo Pablo Ross! 1 nuevo campo de la Salud Mental. (..) A los psiquiatras de esa los poclemos dividir en dos grupos”, dicen los autores. Un grupo aman manicomial, integrado por los defensores del sistema de Y directivos de los manicomios del pais. El otro grupo es el os eformistas, integrado por quienes se opontan a la situacién de los fe icar sus estructuras. fas, estaba heterogéneamente ‘oanalistas como Enrique Pichén Riviere, Fichegoyen, Jorge Garcia Badaraceo; iberg y Guillermo Vi y reflexdlogos como Gregorio Bermann y Gervasio Paz. Las ‘radicciones, entre ellos, no les permitian encontrar el camino icas, en cuanto al abordaje de fa Salud Mental, pero sobre todo gicas y politicas (abarcaban el arco que iba desde el radi ismo) (...) En lo tebri 1 psicoandlisis era un punto de discusién insoslayable, El grupo Psiquiatras Reflexélogos Thenon, Berman los psiquiatras manicomiales atacaban a los psicoanalistas. Dejamos este texto para sefialar que es justamente el Dr. Mauri- civ Goldenberg quien encabeza la creacién de un «Servicio Abierto Provincia de Buenos Aires, en 1957). Fue precurso internacional, en tanto representé un interito de superar la do el otros servicios hospitalarios que fueron contempora jinauguré una apertura del Servicio a la comunidad, iegracion de un trabajo interdisciplinario y la implementacién Iternativos de tratamiento, como la Comunidad Tera- on una mistica y un empuje particula una “marca de época”. que no sera sin consecuencias para nuestro tema. ¢Por F Fstas experiencias, que inc! c mbio (el barrio, las organizaciones intermedias, 1 ligados a Ta milit etc), producen en t pa una fuerte apertura a las demandas comunitarias, y uni Acompafiamiant trepéutico/ 25 La salida del consultorio hacia lo social y la posibilidad de tener en cuenta de otra manera el contexto cotidiano de los pacientes, van fo, me pare icer brevemente w ceresante para acercarnos a ese revisidn de los temas que se trat en la Revista Acta Psiquidtrica y Psicoldgica de América Latina, de larga trayectoria, representativa de la época. Ain se edita, y si len sus fn- dices actuales veran también el tono de estos tiempos. Explorando revistas, entre 1966 y 1979, resené que se escribia sobre: Grupos operatives, Investigacion socio-cultural y Salud Mental, Asambleas tera- péuticas, Comvivencia y Salud Mental (por Guillermo Vidal), La trans- formacién det hospital psiquidtrico (W. Grimson), Psiguiatria comunitaria, Alineacién social y enfermedad mental, Téenicas pricadramdticas -en rei- teradas oportunidades-, Antipsiquiatria y colonizacién cultural (A. y N. Caparrés), Salud Mental comunitaria, 0 Psicodinamia de la democracia ideolégica. A simple vista, se observa cémo eran tiempos de auge del térmi- no Salud Mental. También reiteradamente aparece el concepto de wsamblea, ELAmbito de la Salud misma y sus trabajadores se encon- pueden imaginarlo, en estado de Asamblea.

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