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Carlos V – Retrato

María de Hungría: Conviene también recordar que el retrato fue propiedad de María
de Hungría, en cuyo inventario post mórtem de 1558 era descrito en términos políticos
y no religiosos, al señalar que Carlos estaba en la suerte que yba contra los reveldes.

María era la tercera hija de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, se casó con Luis II de
Hungría en 1526, volviéndose la Reina consorte, con una gran influencia y habilidad
política y administrativa. Al mismo tiempo, tuvo una fuerte relación tanto con su
hermano Fernando I (Antes de ser nombrado Sacro Emperador), como con Carlos V.

Se destacó por ser coleccionista de arte, donde destaca el cuadro en cuestión.

Los protestantes y el significado religioso: La batalla contra la Liga de Esmalcalda tenía


una connotación religiosa, pero este cuadro pretendía minimizar este punto en pos de
connotaciones políticas, a fin de mostrar a Carlos V como un fuerte líder político y no
como un líder religioso castigador.

La pintura es de Mauricio de Sajonia, un líder luterano que apoyó a Carlos V durante la


batalla, y cuyo ejército era mayormente protestante, dando cuenta de la importante
connotación política que la batalla contra la liga de Esmalcalda tuvo.

No se deseaba presentar a Carlos como un campeón del catolicismo que venció a sus
propios súbditos, sino como un emperador capaz de gobernar un extenso territorio
heteregéneo.

Las armas: Sin embargo, los detalles religiosos no se echaron en falta, donde destaca
por ejemplo el uso de una lanza que hace referencia a la lanza de Longinos, el soldado
romano que atravesó el cuerpo de Cristo en su crucifixión y por tanto, una reliquia, y a
el arma de San Jorge, a quien se le conocía como el caballero cristiano por excelencia.

Carlos V es retratado así tanto como un heredero de la tradición romana, y, al miso


tiempo, como un auténtico caballero cristiano. Su embargo, su equipo también es
típico de la caballería ligera de la época, con media pica y una pistola de rueda.

La armadura: En la misma línea, la armadura es la realizada en 1545 por Desiderius


Helmschmied, un herrero de una familia muy prestigiosa en Europa, quienes
fabricarían armaduras para Felipe II y diversos archiduques de Austria y Sacro
Emperadores.

Dicha armadura también es representada en otros retratos, como el pintado por


Pantoja de la Cruz. Se caracteriza por tener la imagen de la virgen del niño, enfatizando
el carácter religioso y católico del Emperador.

El campo de batalla: ¿Notan algo raro en el cuadro? A pesar de ser una batalla, no hay
rastro de ella, pues esto es así a fin de evitar mostrar a Carlos como un arrogante
vencedor, a pesar que se sugirió en su momento que en la pintura se mostrase al
emperador encima de sus enemigos.

La pintura ecuestre: La pintura ecuestre es el producto de una larga serie de


referencias tomadas por el autor, así mismo sirve para enfatizar el carácter
caballeresco, militar y de liderazgo del emperador.

Referencias: Toma como referencias por un lado el renacimiento italiano, con la


escultura Colleoni de Verrochio, también ecuestre, y la escultura clásica, con el Marco
Aurelio ecuestre, trayendo consigo la connotación romana.

También toma referentes del renacimiento del norte europeo, como es el caso de la
obra de Alberto Durero, el Caballero y la muerte de 1513, una pintura ecuestre que
guarda muchas similitudes con la obra de Tiziano. El autor Hans Burgkmair (1473-1531)
es otro gran referente, quien en 1508 hizo una entalladura de Maximiliano a caballo, y
en 1609 una estatua ecuestre de este. Maximiliano, como antecesor de Carlos V,
resulta ser también un importante referente, continuando con la tradición de la
representación ecuestre de los titulares del Sacro Imperio. Incluso se encargó una
escultura de Carlos, pero esta nunca llegó a realizarse.

Final: Tiziano trasladó a la pintura y monumentalizó estos precedentes formales e


ideológicos, fácilmente reconocibles por quienes contemplaran el retrato en
Augsburgo, la misma ciudad donde décadas atrás trabajó Burgkmair para Maximiliano
en estrecha relación con la familia Helmschmid, artífice de las armaduras de los dos
emperadores. Pese a su carácter seminal, esta obra verdaderamente excepcional no
tuvo consecuencias inmediatas, y el retrato ecuestre debió aguardar a las décadas
iniciales del siglo XVII para, de la mano de Rubens, ocupar un lugar de honor en el arte
cortesano.

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