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ee DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 305 que ya habia cumplido su cometido de “mediador”, dicha Huma- nidad se le representa mas gloriosa que nunca. Ante esta expe- riencia tan fuerte cémo no iba ella a sentirse herida en lo més vivo de su ser por aquellas afirmaciones de algunos espirituales segin las cuales la Humanidad del Sefior podfa ser obstAculo para ascender a los mas altos estadios de la vida espiritual. Esta presencia del “Hijo” se deja percibir a lo largo de toda la experiencia teresiana. Dice: “Y pareciame que la Per- sona del Padre me Iegaba a Si y decia palabras muy agradables. Entre ellas me dijo...: ‘Yo te di a mi Hijo y al Espiritu Santo y a esta Virgen’” . Entre estos tres dones del Padre, el puesto central lo ocupa la Persona del “Hijo”, ya que el Espiritu Santo no tiene tanto. relieve en los escritos de Santa Teresa. En Ia relacién 43.9 atm queda mis clara esta presencia de Cristo en la experiencia de la Trinidad. Esta relacién se refiere a que el Padre recibe en nosotros el cuerpo de Jesucristo cuando comulgamos. “Una vez, acabando de comulgar —escribe—, se me dio a entender cémo este sacratisimo Cuerpo de Cristo le recibe su Padre dentro de nuestra alma” ®, Como acertadamente nota Ordés, la experiencia trinitaria es el Ultimo estadio de la experiencia teresiana. Ahora bien, a este estadio se llega de la mano del Verbo encarnado. Esta experien- cia de la Humanidad no desaparece nunca del proceso espiri- tual. Por lo demas, no debemos olvidar que todas estas experien- cias se verifican dentro del 4mbito de la fe, y ésta se le infunde al hombre en estrecha relacién con Ja obra de Jesucristo encar- nado, muerto y resucitado. También conviene tener presente que las cualidades que Teresa percibe en cada una de las Perso- nas divinas se hallan estrechamente vinculadas a aquellas que el N.T. les atribuye. 3. LAS PRESENCIAS DE CrisTO Abordamos ahora el tltimo aspecto de la cristologia tere- siana, el de Jas presencias de Cristo. El tema de la presencia de Cristo tiene una gran importancia en la espiritualidad de Teresa, ya que esta espiritualidad se basa en la experiencia, y la expe- 18 OG 22,3, 18 CC 43, 20 306 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS tiencia tiene jugar en la presencia. Por otra parte, del anhelo mas fuerte de Teresa es el encuentro con Jesucristo; lo que equi- vale a buscar su presencia. En la presencia, el sujeto contemplado o estudiado se nos hace préximo; deja de sernos extrafio Y por consiguiente, nos acercamos a él como a algo que nos afecta y nos conmueve. Su inteleccién se hace menos intelectual, y mds vivencial o exis- tencial, valga la paradoja. Cuanto acabamos de decir, sucede en cualquier tipo de presencia; pero la cercania y la proximidad se hacen atin més intimas en la experiencia mistica de la presencia, ya que ésta se efecttia a niveles mds profundos, conmoviendo més intima- mente el psiquismo del ser humano. Muchas de las cuerdas de la psicologia humana que yacfan olvidadas y que nunca habjan vibrado, ante esta experiencia, resuenan. Por eso, esa presen- cia se percibe mds al vivo, se hace mas intima Y provoca unas reacciones mucho més profundas. La presencia de un sujeto, captada a la luz de la mistica se apodera de tal manera de él, que queda como impregnado radicalmente; se trata de un tipo de presencia que se incrustra en lo mas intimo de las facultades del sujeto, percibiéndola como algo que le es propio, que le pertenece, que le traspasa y que Je ahonda. De Jo dicho, podemos fécilmente deducir el significado vital que tiene que tener la presencia de Cristo para el espiritu tere- siano, ya que no s6lo se trata de una mera presencia que le afecte unicamente desde la psicologia, sino que lo hace mas bien desde Ja gracia, pues se trata de uma experiencia transforma- tiva desde el 4mbito del encuentro sobrenatural con Dios. Esta presencia transformativa afecta de una manera radical lo més medular del yo teresiano. Desde esta perspectiva existencial de la presencia, describe Teresa sus encuentros con lo sobrenatural y més principalmente su encuentro con Cristo. a) La presencia eucaristica El misterio eucaristico con todas sus implicaciones se halla también presente en Ja espiritualidad de Santa Teresa. Sin duda, su predileccién por la Eucaristia se debfa principalmente a que DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 307 en él se podia localizar de una manera “material” Ja presencia de Cristo. La creencia de Teresa a este respecto no ofrece nin- guna duda; escribe: “En algunas cosas que me dijo entendi que después que subié a los cielos nunca bajé a la tierra —si no es en el Santisimo Sacramento— a comunicarse con nadie” Queda asi situada la Eucaristfa como el centro basico de la pre- sencia de Cristo. De aqui que en la espiritualidad teresiana re- vista una importancia muy relevante. A esta luz se explica el hecho de que su primera preocupacién, cuando efectuaba alguna nueva fundacién de conventos, fuera el Poner el Santisimo; hasta que esto no se hacja, ella no consideraba realizada la fundacién. Sitta asi Teresa en estvecha relacién la Eucaristia y la vida comin 1, Durante toda su vida, Teresa dio mucha importancia a los momentos que siguen a la recepcién de la Eucaristia; la razon de esto se halla en que como ella dirfa, en esos momentos Jesu- cristo se halla en nosotros '”. Entonces, utilizando diversas figu- ras teresianas, se puede decir que somos templo, posada, pala- cio, etc., y él, Jesucristo, es el huésped, que viene a recrearse con nosotros, Las experiencias teresianas en torno a la Eucaristia fueron muy numerosas. Pero siempre que contemplé a Cristo en la Eucaristia lo vio con las caracteristicas de resucitado; Eucaris- tia y Resurreccién quedan intimamente vinculadas en la espiri- tualidad teresiana, ya que ademas de percibir en Ja Eucaristia a Jesucristo resucitado, experimentaba que ésta era alimento que transforma nuestro ser en el de Jesucristo; en este sentido, escribe: “Por cierto que pienso que, si nos Ilegdsemos al Santisi- mo Sacramento con gran fe y amor, que de una vez bastase para dejarnos ricas” , Es lo que antes afirmabamos, que la presen- cia de Cristo en la Eucaristfa, recibida por el cristiano, se con- vierte en una presencia dindmica y transformadora. 1” CC 13,11; para los aspectos eucarfsticos de la espiritualidad teresiana cf A, Castro AtasRRAN, Santa Teresa de Jesiis loca de la Eucaristia (Salamanca 1931 F. M. Castro, Santa Teresa de Jesits (Palencia 1953) pp. 300-345, 1 En todas sus fundaciones era lo primero que procuraba, De la fundacion de Salamanca que se hizo sin poner el Santisimo, escribe: «Y lo peor, que no tenian Santisimo Sacramento, que para tanto encerramiento es harto desconsuclo» (F 19,6). En este sentido son de gran expresividad aquellas palabras suyas: «A lo que ahora me acuerdo, nunca dejé fundacién por miedo del trabajo... considerando que en aguella casa se habla de alabar al Sefior y haber Santisimo Sacramento» (F 18,5). 1m Ctr. V 28,8; CE 62, 13 MC 3,9, 308 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS Cristo se dejaba sentir presente en la Eucaristia a lo largo de Ja experiencia de Teresa. Escuchemos un texto de gran ri- queza, que demuestra cuanto acabamos de decir: “Cuando yo me Ilegaba a comulgar, y me acordaba de aquella Majestad gran- disima que habia visto, y miraba que era el que estaba en el San- tisimo Sacramento, y muchas veces quiere el Sefior que le vea en la Hostia, los cabellos se me espeluzaban y toda parecia me aniliquilaba” ', Después de la comunién Teresa experimentaba que Cristo tomaba posesién del ser del cristiano; en esos mo- mentos, tuvieron lugar las experiencias mas sublimes de la Tri- nidad; Cristo, una vez mds se hacia centro de su d4mbito de experiencias, que iban desde el misterio trinitario al misterio del pecado 1%, Esta presencia dinémica de Cristo se dejaba sentir incluso en su propio cuerpo como afirma expresamente cuando nos dice que no pocas veces con sélo acercarse a Ja comunién le desapa- recian las dolencias corporales "7. Todo esto hacia que el espiritu de Teresa se sintiera como orientado hacia la Eucaristia. La Eucaristia era como una es- pecie de “crisis” a sus otras experiencias cristolégicas, en cuan- to que veia que de alguna manera ella era el centro de todo el vivir religioso. En la Eucaristfa se halla la Humanidad de Cristo; alli podia encontrar ese objeto que habia sido para ella una de las razo- nes de su vivir religioso. Digamos que por una parte la Euca- ristia le suscitaba la devocién a la Humanidad, y por otra, la Humanidad Ja inclinaba a la Eucaristia. La Eucaristia como hemos dicho, le hacia revivir la historia de la salvacién, y sentirse préxima a las experiencias de los apés- toles, cuyo camino recorrfa ella ahora. En la Eucaristia ella per- cibia con claridad que la vida de Cristo se le hacia presente. Su espiritualidad asi se distanciaba cada vez mds del neoplato- nismo, ya que cada vez se centraba mas intensamente en la per- sona de Cristo, hecho historia, hecho hombre y hecho tangible. Podemos decir que la cristologia teresiana, al contacto con Ja devocién a la Eucaristia, se humanizaba; aqui la experiencia 14 'V 38,19. 1 Cfr, ‘V 28,8. 18 Cr. CC 36; 43; 17 Cfr. V 30,14; CE 61,3; CC 1,31, DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 309 mistica encontraba su principio depurador. Es més, al ser ob- jeto también de experiencia mistica y el centro como en torno al cual convergian todos los demas elementos religiosos de su espi- ritualidad, le daba a su mistica un contenido especial, hacién- dola retrotraerse constantemente a la realidad humana de Cristo. Sin querer exagerar, quizds podamos afirmar que el huma- nismo que se percibe en la espiritualidad teresiana se deba en no pequefia parte a esta experiencia eucaristica. Su espirituali- dad gravitard considerablemente en torno a la Eucaristia. En la Eucaristia se hace presente Jesucristo resucitado; alli se halla el Cristo actual, connotado también por las cualidades de su vida ptblica, enaltecidas por el acontecimiento de pascua. Aqui se presencializa Cristo, que se aproxima a nosotros, para ser objeto de amor y de vivencia contemplativa. Asi entendia Te- resa esta presencia viva, dindmica y dirigida a nosotros. Resurreccién y Eucaristia, dos realidades que ocupaban un puesto de honor en las vivencias de las comunidades cristianas primitivas, vuelven a ser ahora en la experiencia teresiana dos hechos fundamentales, intimamente compenetrados. Pero la Eucaristia para Teresa tiene también su aspecto an- tropolégico; como vamos viendo, se dirige al hombre entero, ya que no se trata de una presencia aséptica de Jesucristo. Para que la Eucaristia Megue hasta su finalidad ultima, debe ser reci- bida por el hombre. Pero tampoco se consigue esta finalidad con una mera recepcién material; la Eucaristia esta postulando la transformacién del hombre en Cristo. Teresa nos diré que el Padre, presente en el corazén humano, recibe el cuerpo de Cris- to, cuando éste es comido por el creyente. Oigamos a la propia Santa relaténdonos este hecho: “Una vez, acabando de comul- gar, se me dio a entender cémo este sacratisimo Cuerpo de Cristo le recibe su Padre dentro de nuestra alma, como yo entiendo y he visto estan estas divinas Personas, y cudn agradable le es esta ofrenda de su Hijo; porque se deleita y goza con El —diga- mos— acd en la tierra (porque su Humanidad no esta con noso- tros en el alma, sino la Divinidad, y asi le es tan acepto y agra- dable y nos hace tan grandes mercedes)” "*. Asi, queda el hombre, después de Ja recepcién de la Eucaristia, convertido en un autén- tico templo de Dios, nueva creatura, y humanidad nueva, ya que en él inhabita la Humanidad de Jesucristo. m8 GC 43, 310 CRISTOLOG{A Y. ESPIRITUALIDAD TERESIANAS En Ja Eucaristfa pueden hallarse compendiadas todas aque- lias realidades espirituales que Teresa considera esenciales para una espiritualidad auténticamente cristiana. En primer lugar, la Eucaristia rememora al cristiano la historia de Jestis; por eso, para nuestra Santa, la Eucaristia no sdlo es una presencia de Cristo resucitado, sino que también es presencia del Cristo pre- pascual. De aqui, que durante mucho tiempo ella no fuera capaz de hacer oracién, si no era después de los momentos de la co- muni6n, representdndose precisamente en esos instantes diversos pasos de la vida de Cristo™, La Bucaristfa era para nuestra Santa el misterio que hacia presente junto a nosotros al Cristo de la historia y al Cristo resucitado ©. Ademés, Teresa vincula a la Eucaristia la presencia trinitaria, como hemos visto. No es que se dé una exigencia entre ambas presencias, pero el alma de Teresa ha percibido la estrecha relacién que se da entre ambas realidades ™, Y el cristiano, hecho templo de Dios y nueva crea- tura, tiene que actuar en conformidad con esa naturaleza. La Eucaristia exige del cristiano que guarde el precepto del amor ™, De este modo, Teresa ha visto girar todo el organismo de la vida cristiana en torno a la presencia eucaristica. Otro aspecto resaltado por Teresa en sus reflexiones y viven- cias eucaristicas es el del sacerdocio. Digamos que Teresa com- prende el misterio sacerdotal a esta luz. El sacerdote serd el hombre de la palabra —direccién espiritual— y el hombre del sacramento —Eucaristia y sacramento de la reconciliacién ™, 1 Hseribe: «En todos éstos (dieciocho afios), si no era acabando de comulgar, jamés osaba comenzar a tener oracién sin un librov (V 4,9). ¥ como ya hemos dicho, en este tiempo Teresa contemplaba a Cristo en las diversas facetas de su vida publica (ofr, CE 61,4); ofr. V 9,2, 1 En las Ezclamaciones, escritas por Teresa después de comulgar, nuestra autora recorre los grandes temas de la vida cristiana, Kn Cuentas de Conciencia Megara a escribir: wn algunas cosas que me dijo (el Sefior) entendi que después que subié a los cielos nunca bajé a la tierra —si no es en el Santisimo Sacramento— & comunicarse con nadie» (13,11). 18 Cér, CC 43; CV 27,7. 1 Ctr, E 2, 18 Ctr. V 38,23; CC 43; sobre la importancia del confesor en _vida._espiritual en la literatura de Santa Teresa no hace falta insistir, pues es proverbial; reco- gemos aguf unas palabras de la Santa, que confirman nuestra postura: «Jamés haga nada ni le pase por pensamiento, sin parecer de confesor Ietrado y avisado y sicrvo de Dios... pues nos tiene dicho tengamos a el confesor en su lugar» (6M BAD; cfr, V 23,14), DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 3iL b. Presencia biblica Ya hemos visto cémo Teresa supo leer Ja Biblia en clave cristolégica. Esto significa que de alguna forma detecté en ella su presencia. El respeto de Santa Teresa por la palabra de Dios era tan grande y su devocién tan intensa que nos hace pensar que consideraba esta palabra como algo sacramental, algo leno de sacralidad, de misterio y de presencia divina. Esta sacramen- talidad la veria ella atin mas vigorosa en las palabras que los evangelistas atribuyen a Jests. En la época de nuestra autora no se ponfa en duda, en general, que las palabras que los evan- gelistas ponen en boca de Jestis, se remontaran al mismo. Teresa no tenia preocupaciones criticas, y pensaba que aquellas palabras pertenecian al Jestis histérico. Esto hacia que su devocién por los evangelios fucra atin mds intensa que la que sentia por los otros libros biblicos’, como puede deducirse del siguiente texto: “Siem- pre yo he sido aficionada y me han recogido mas las palabras de los Evangelios que se salieron por aquella sacratisima boca asi como las decia, que libros muy bien concertados” ™, Teresa, pues, se acerca a la palabra sagrada, Ilena de res- peto y reverencia. La misma palabra inspirada sera objeto de experiencia mistica. En este sentido, sabemos que es capaz de comprender pasajes de la Sagrada Escritura, escritos en latin, desconociendo, por otra parte, esta lengua. Pero lo mas curioso es que la comprensién de estos pasajes no se efectia, al menos aparentemente, a través del lenguaje, pues no pocas veces nos diré que comprende el sentido del texto latino, pero se siente incapaz de traducirlo al castellano; y otras veces, incluso, cuando no se da esta experiencia mistica, le traducen del Jatin al caste- Nano algin pasaje biblico y no lo comprende™, Este curioso fenémeno nos indica hasta qué punto ella se ponfa en comunica- cién directa con la palabra de Dios. Esa palabra sagrada es el vehiculo por el que se nos comunica Jesucristo alli presente; dicha palabra no es un mero instrumento frio, trasmisor de ideas religiosas, como opinarfa Franzelin; para nuestra Santa era algo mas que un mero instrumento. Su devocién por la palabra nos indica que descubria en ella una verdadera sacramentalidad, bajo 14 CE 35,4. 485 Cir. V 15,8; MC 1,2. 312 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS cuyas especies se escondia Jesucristo. Esta vinculacién de Jesu- cristo a la palabra se percibe sobre todo en las revelaciones y lo- cuciones. Casi todas las palabras que oye de labios de Cristo, o bien estén plagiadas del texto sagrado, o intimamente ligadas al mismo. Y casi siempre, estas palabras que oye en esas expe- tiencias de alto contenido religioso, son pronunciadas por la se- gunda Persona de la Trinidad. De este modo, podemos decir que para nuestra autora la Escritura es la expresién literaria de Jesu- cristo, palabra viva y personal de Dios Recuérdese a este respecto la tortura que supuso para el es- piritu de Teresa las prohibiciones de libros religiosos en lengua vulgar entre los que se encontraba la Escritura 0 muchos frag- mentos de la misma, y Ja respuesta de Cristo a sus quejas por esto: “Yo te daré libro vivo”. Este “libro vivo”, como hemos dicho en capjtulos anteriores, fue el mismo Jesuctisto, Esta frase del Sefior a Teresa quiere decir que si bien la Escritura con- tiene la palabra de Dios, o es palabra de Dios, esta palabra en cuanto escrita sdlo se convierte en palabra viva, cuando se exis- tencializa en el alma; existencializarse en el alma, o en el yo de la persona, por ser mds precisos dentro de la terminologia actual, significa en la doctrina de Santa Teresa que Ja persona humana es asimilada misticamente o mejor misteriosamente, si se prefiere, por Jesucristo, Cristo, presente en lo mds intimo del yo teresiano, es el libro vivo que la va trasformando en su pro- pia vida. También Jesucristo es libro vivo para nuestra Santa porque las palabras que le comunica en las locuciones producen en ella aquello que significan. En este sentido, podemos decir que las palabras del Sefior antes citadas no son un reproche para la devocién de Teresa por el libro de la Escritura; es solamente una advertencia, en la que se le ensefia que para encontrarle en la Biblia, es necesaria la gracia; ésta en muchos casos puede suplir una lectura directa y personal del texto sagrado. La Escritura es palabra de Cristo que pide una respuesta del corazén. Por eso, los dos grandes temas del N.T.: Pasion y Re- surreccién serdn contemplados por nuestra autora como la medi- tacién mas adecuada para el desarrollo coherente de la vida espiritual. Estos dos misterios —segtin nuestra autora— sinte- tizan lo mds medular de la Biblia, ya que ellos en su doble Vertiente nos trasmiten admirablemente el misterio de Jesucristo. ‘6 Remitimos a cuanto en capftulos anteriores hemos dicho a este respecto. DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 313 Tomando como punto de referencia ambos temas, podremos descubrir el sentido de la Escritura como revelacién de Jesucristo, que se manifiesta en ellos como dolor y como alegria, como espera y como meta, como presente y como futuro, como lucha y como descanso. Por eso, la Escritura se halla en la espiritualidad de Teresa estrechamente unida a la Eucaristia: las dos formas extrasub- jetivas de mayor relevancia y significado por lo que a la presen- cia de Cristo se refiere. Veamos un texto en donde se conjuntan la Escritura y la Eucaristia como manifestacién de la presencia de Cristo y de su amor por nosotros: “Porque estas palabras y otras semejantes que estén en los Cantares, dicelas el amor porque traen gran majestad consigo... Harta traéis Vos, Sefior mio, en el Santisimo Sacramento” ’; doble presencia que Teresa sabe misteriosamente conjuntar en su experiencia mistica. La reflexi6n y meditacién sobre esta doble presencia tan entrafiable de Jesucristo daré origen a su famosa obra: Las Exclama- ciones **, c. Presencia de Cristo en la comunidad La vida de Teresa trascurrié practicamente toda ella en Ja comunidad. Desde muy joven ya vivid en un internado, y no muchos ajfios después se encerré definitivamente en un claustro; ella tuvo una gran experiencia comunitaria. En la comunidad conociéd a personas de grandes valores humanos y religiosos. Cuando tuvo que dedicarse a su quehacer de fundadora tuvo que estudiar minuciosamente todos los elementos que constituyen el vivir comunitario. Al final de su vida, Teresa era una verdadera maestra en el arte de organizar las comunidades religiosas, y de crear nuevas aspiraciones dentro de esas comunidades. La primera pregunta que nos viene a las mientes es, ,c6mo entendia Teresa el ideal comunitario?, jqué sentido tenia para ella dentro del vivir cristiano la comunidad religiosa? Primeramente, antes de sus grandes vivencias religiosas, Te- resa entendia la comunidad mas bien como algo negativo. Bajo este aspecto, la comunidad no serfa otra cosa que un grupo 1s MO 1,12. 186 Efectivamente, Teresa redacta esta obra en el tiempo que sigue a la recep. cién de la Bucaristia, y ol lenguaje utilizado tiene un hondo sabor biblico. 314 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS de personas que se hallaban reunidas porque habian abandonado las vanidades mundanas, y buscaban en el convento un refugio a donde protegerse de las insidias del undo, que continuamente les acechaban. A esta visién del concepto de comunidad pueden aplicarse aquellas palabras que ella escribié cuando nos narra el porqué de su decisién de ingresar en un convento: “En este movimiento de tomar estado mds me parece me movia un temor servil que amor” '®, Pero poco a poco, y bajo la experiencia dolorosa y negativa del convento de la Encarnacién de Avila, fue sofiando con un nuevo tipo de comunidad, donde el ideal evangélico por el que suspiraba pudiera realizarse. Ahora, la nueva comunidad estaria estrechamente unida al ideal evangélico; la religiosa se une a otras personas que quieren repetir de alguna manera la-historia de Jesits; ya no es lo principal de la vida religiosa la huida del mundo —fuga mundi—, sino que lo esencial de la misma es esta experiencia evangélica, vivida en grupo. Asi, sus primeros pro- yectos de fundar una comunidad estaban presididos por esta idea evangélica. En una revelaci6n que tuvo Teresa por aquellas fechas, Cristo le prometié que él se hallaria presente o en medio de la nueva comunidad ™, Asi, Teresa fue concibiendo el grupo religioso como una vuelta a la comunidad cristiana primitiva, a la de los Apéstoles, donde el centro de convergencia se situaba en la presencia de Jesucristo; primeramente el Jestis histérico, Y posteriormente el Cristo resucitado, misteriosamente sentido bajo la accién del Espiritu. Esta nueva comunidad que Teresa iba a fundar ten- dria su origen en la contemplacién de Jesucristo, o al menos, muchos aspectos de la misma iban a ser configurados a partir de esa contemplacién, “En tornando a Ia oracién —escribe— y mirando a Cristo en Ia cruz tan pobre y desnudo, no podia Poner a paciencia ser rica. Suplicdbale con lagrimas lo ordenase de manera que yo me viese pobre como El” ™, 9 V 3,6, ‘9 Escribo: «Habiendo un dfa comulgado, mandéme mucho Su Majestad lo Procurase con todas mis fuerzas, haciéndome grandes promesas de que no se dojaria de hacer el monasterio, y que se servirfa mucho en él, y que se lamaso San Josef y que a la una puerta nos guardaria él y nuestra Sefiora a la otra y que Cristo andaria con nosotras» (V 32,11), En otra revelacién posterior se vuelve @ hablar de esta presencia de Cristo en la nueva comunidad. 1 'V 85,3; se refiere a la fundacién de la nueva comunidad en absoluta pobreza (dependiendo en todo de las limosnas), DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 315 En su Autobiografia, nos va describiendo cémo las revelacio- nes de Jesucristo fueron lentamente inclinandola a fundar una nueva comunidad; pero es en el Camino de Perfeccién donde nos describe cémo sofiaba ella que fuera esa comunidad. Funda- mentalmente, dicha comunidad debe ser un trasunto del colegio apostélico. Incluso el némero de religiosas que integraria esta nueva experiencia habria de ser de doce para imitar aun en esto al grupo de Jestis . Leyendo con detencién el Camino de Perfeccién se detecta en esa obra un gran esfuerzo por descubrir la presencia de Jestis en la nueva comunidad que Teresa ha fundado; se podria decir que concibe la comunidad de una manera nueva; este nuevo modo de ser comunitario, va m4s all4 de los vinculos juridicos que ligan a unas religiosas con otras; se trata de una experiencia eclesial y cristolégica; una vuelta a los dias de Jestis. La nueva comunidad esté en funcién de Jestis; se reine en su nombre, y trata de expresar lo mas fielmente posible la vida de Jestis y su misterio, Su anhelo mas acuciante es el de vivir los consejos evangélicos con la mayor perfeccién posible '*. Por lo demas, Teresa no reduce el contenido de la vida reli- giosa al cumplimiento de los tres famosos votos religiosos, como expresién de los tres consejos evangélicos, sino que entiende la vida religiosa en su sentido mds existencial: seguimiento cer- cano y préximo de la existencia de Cristo; volver a repetir de alguna manera el vivir de Jestis *. Cristo se halla presente en esta nueva comunidad a diversos niveles. Primeramente aparece como inspirador de la misma, ya que ella ha sido fruto de las revelaciones de Jesis a Teresa. Ha sido el mismo Jesucristo quien la ha animado e inspirado. La Santa vive convencida de que ella ha sido solamente un ins- trumento en las manos del Sefior ”, Pero esta presencia se acen- ta atin mas, si cabe, cuando la propia Teresa constata que en casi todas las vocaciones que acuden a Ja nueva experiencia se ee © Cir, CE 2,10. 1 Cir, V 95,2. 4; CE 1,2. 1 Billa trata de revivir «os sentimientos de Jestis», como se deduce del hecho que aconseja a sus religioses que mediten en los misterios de la vida de Cristo; cfr, CE 42,4, 185 Escribe: «Me estoy espantando y deseando que nuestro Sefior dé a entender a todos cémo en estas fundaciones no es casi nada lo que hemos hecho las cria- turasy (F 13,7), 316 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS da una Ilamada de Jesucristo; las diversas apariciones y revela- ciones a muchas de estas almas confirman cuanto acabamos de decir %, La comunidad, por su parte, intenta orientar su vida en con- formidad con las ensefianzas de Jesucristo; Jesucristo es el maes- tro de la comunidad. Este magisterio de Jesucristo es ejercido por él de una doble manera; ya en cuanto que Cristo es el objeto vivencial y religioso de la comunidad, girando en torno a él la meditacién y la contemplacién de las religiosas de una manera preferente e inmediata, ya en cuanto que se mostrara en no pocas ocasiones como el mejor protector y orientador de las mismas. Teresa insistiré muchisimo en esta presencia de Cristo como maestro en medio de la nueva experiencia religiosa ', Teresa entiende también su nueva comunidad como grupo eucaristico. Ya hicimos hincapié en el hecho de que jamas daba por terminada una fundacién hasta que no habia puesto el San- tisimo Sacramento. La Eucaristia era uno de los elementos esen- ciales de sus pequefias comunidades. La Eucaristia y el Oficio divino mutuamente se complementaban en la concepcién tere- siana de la comunidad religiosa. La Bucatistia —la persona del Sefior—, y el Oficio divino —su palabra—, era la doble pre- sencia de Cristo que Teresa detectaba en su nueva experiencia teligiosa. De esta manera, los conventos teresianos venian a ser una iglesia pequefia dentro. de la gran Iglesia de Jesuctisto, d. Presencia de Jesucristo en la Iglesia La Iglesia es para Teresa ese misterio dentro del cual se expresa el misterio de Cristo. Cristo, segin esto, seria para no- sotros el misterio de Dios hecho cercania, y la Iglesia, a su vez, seria la cercania y proximidad del misterio de Cristo, Santa Te- resa tuvo profundas experiencias misticas en las que aparecia implicado el misterio de la Iglesia. Ademas, le tocé vivir en un tiempo en que el tema Iglesia se hallaba en el candelero. La re- pe scribe: «Son tantas las mercedes que el Sefior hace en estas casas, que, si hay una o dos en cada una que la leva Dios ahora por meditacién, todas las dems Megan a contemplacién Perfecta, y algunas van tan adelante que Ilegan a arrobamiento; a otras hace el Sefior merced por otra suerte, junto con esto de darles revelaciones y visiones, que claramente se entiende ser de Dios. No hay ahora casa que no haya una o dos o tres de éstasy (F 4,8); ofr. F 12, 7 Ctr. los tres primeros capitulos de Camino, y también cuanto en este estudio hemos dicho sobre Jesucristo como Maestro. DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 317 forma protestante hacia reflexionar a muchos catdlicos, principal- mente a los espirituales, sobre el significado de la Iglesia para la fe y la vida espiritual. La Iglesia es para Teresa el marco vivo donde se le presen- cializaba el Cristo verdadero. Estar fuera de la Iglesia suponia no tener acceso a Jesucristo. Aqui radica esa su insistencia en mantenerse a toda costa dentro del 4mbito de la Iglesia aun en las cosas mAs pequefias. Iglesia y Jesucristo eran dos cosas intimamente conexionadas para nuestra autora. Entre los elementos que constituyen la Iglesia se hallan los cristianos, la Sagrada Escritura, la Eucaristia, la Jerarquia y los tedlogos. Puesto que a los tres primeros ya hemos hecho refe- rencia, ahora nos vamos a fijar solamente en estos dos ultimos. En la Jerarquia se halla presente Jesucristo en cuanto que ella tiene autoridad y carisma para interpretar su mensaje de una manera auténtica. La devocién de Teresa por la Jerarquia habria que situarla precisamente en la percepcién de este hecho: su amor al mensaje de Jesucristo, que lega hasta nosotros au- ténticamente a través de ella. Ella que tenia tantas revelaciones y una percepcién del dogma fuera de lo comin permanece siem- pre unida a Ja palabra de los maestros de la Iglesia. Nos hablara del concilio de Trento como del “Santo Concilio” . Fe, Iglesia y Jerarquia son tres elementos fntimamente vinculados entre si dentro del pensamiento teresiano, En la Jerarquia busca Ja pre- sencia de Cristo como maestro. Ante todos aquellos que se rebe- Jaban contra la autoridad del Papa y de los obispos, Teresa ofrece su sometimiento, convencida de que no es una obediencia ciega, sino el modo més seguro de no salirse del campo de las ensefianzas de Jesucristo. El Evangelio se le hacia presente en ese magisterio de la Iglesia. Cuando se le decia que sus afirma- ciones sobre la fe se hallaban en consonancia con la doctrina de Ja Iglesia, entonces se sentia segura. Hasta ese momento, por més clara que hubiera sido la revelacién, su espiritu no encon- traba la paz ™. Por los simples tedlogos siente una devocién especial. Pocos autores les han dedicado alabanzas tan entusiastas como ella. 188 No son pocas las veces que Teresa usa este término, Su sometimiento a la Iglesia queda bien claro en la siguiente frase: «Lo primero que yo procuraba era Ja licencia del ordinario, como manda el santo concilion (F 24,15). 18 Cfr, TomAs ve La Cruz, Santa Teresa de Avila, hija de la Iglesia, en Ephe- ‘merides Carmeliticae, 17 (1966) 305-367. 318 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS Los considera como los encargados de explicar y defender la doctrina de Jesuctisto; son los capitanes que luchan en defensa del mensaje del Sefior. Compara nuestra Santa la Iglesia a un castillo; los capitanes que le defienden son los tedlogos ™, Hablando de ellos, legaré a escribir: “Estoy muy aparejada a creer lo que dijeren los que tienen letras muchas; porque aunque no hayan pasado por estas cosas, tienen un no sé qué grandes letrados, que como Dios los tiene para luz de su Iglesia, cuando es una verdad, dasela para que se admita; y si no son derramados, sino siervos de Dios, nunca se espantan de sus grandezas... Y en fin, aunque algunas cosas no tan declaradas, otras deben hallar escritas, por donde ven que pueden pasar éstas” 2, Cuando Ilega a comprender la estrecha unién que existe entre Cristo y la Iglesia, es cuando percibe mas claramente el gran mal que ha provocado en la cristiandad la ruptura protestante. Entonces es cuando ella se da cuenta de que los intereses de Jesucristo han sido daiiados en Io més intimo; el misterio de Jesucristo aparece a sus ojos como roto; la obra de la redencién ha sido herida en sus centros més vitales. Toda 1a tragedia espi- ritual que provocé en el alma de Teresa la escision protestante se debié a que ella sentia muy viva la presencia de Jesucristo en la Iglesia. Los lamentos desgarradores y las stiplicas que en el Camino de Perfeccién ditige al Padre para que se remedie este mal tienen un gran matiz cristolégico, como puede verse en los mismos textos en los que se hace alusién a Jesucristo. El liris- mo més patético, sin embargo, brota de la pluma teresiana cuan- do contempla el lamentable estado en que se halla la cristiandad con motivo de la ruptura protestante; ella no logra definir lo que acaba de pasar, pero intuye que estd en juego el misterio de Jesucristo, A este respecto, escribe en el Camino, justificando la funda- cién de aquella su primitiva comunidad teligiosa, que ella consi- dera como una Iglesia ideal: “Estdse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, como dicen, pues le levantan mil testimonios y quieren poner su Iglesia por el suelo, gy hemos de gastar tiempo en cosas que por ventura, si Dios se las diese, 2 Cfr, CE 3,2, 21 5M 1,8, DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 319 tendriamos un alma menos en el cielo? No, hermanas mias; no es tiempo de tratar con Dios negocios de poca importancia” *. El concepto de Iglesia se va interiorizando cada vez mas en el alma teresiana a medida que las revelaciones y visiones se van haciendo més profundas. A esta luz ella contempla que la Jerarquia y el pueblo de Dios forman un todo compacto; en este pueblo se dan diversas vocaciones; pero todas ellas estén dirigidas por el Espiritu, y no tienen otra finalidad que mani- festar a Jesucristo; la Iglesia encuentra su unificacién en Cristo ”*. A este respecto, pensemos en aquellas experiencias en las que percibe el estado espiritual en que se encuentran algunas personas o algunas almas del purgatorio, o del cielo, En todas estas manifestaciones misticas, el punto unificador es Jesucristo. Todo este ctimulo de experiencias profundas de una o de otra manera estan relacionadas con Jesucristo. La Iglesia se concibe asi como la manifestacién de Jesucristo a través de los distintos elementos que la integran ™. Esta presencia de que venimos hablando se hace atin mas pronunciada, cuando Teresa percibe que Cristo se le aparece mas frecuentemente en aquellos dias en los que la Iglesia celebra © conmemora alguna festividad litirgica ®’, Liturgia —tiempos fuertes de la misma—, Eucaristia, sacerdocio, Jerarquia y pueblo cristiano, se integran y complementan mutuamente en la expe- riencia teresiana de la Iglesia. Ahora bien, facilmente puede ob- servarse que en todos estos hechos sujetos a la experiencia re- ligiosa de Teresa, se experimenta la presencia del Sefior que lo ilumina y lo unifica todo. Asi, la Iglesia aparece como la eclo- sién del misterio de Cristo, que se desarrolla en el tiempo. Todos 2 OF 1,5, 3 Escribe TomAs pE LA Cruz: «El panorama que presenta al lector el libro de Ja Vida sobre la base de aquellas primeras jornadas mfsticas: 1562-1565— esboza una especie de anticipo de la Iglesia celeste: contemplacién de Cristo glorioso, eunvivencia experimental con El —‘cum Christo’— en su Humanidad glorificada» (Santa Teresa de Avila, hija de la Iglesia, a. c., p. 347). Los tiltimos capitulos de su autobiografia —lIlenos de visiones acerca de la Iglesia triunfante— le hacen comprender que allf tienen un puesto quienes aqui abajo han seguido vocaciones muy distintas; sin embargo, todas ellas reverberan la misma luz que emana de Ja Humanidad de Jesucristo; cfr. CC 45,1. 24 Escribe Tomds pe ta Cruz: «Las mismas gracias misticas referentes a cosas y @ personas de la tierra, se presentan como irrupciones de la Iglesia triunfante en la Iglesia peregrina, y ponen de relieve la interseccién de vidas y existencias de las dos Iglesias que hacen un nico reino de los cielos» (Santa Teresa de Avila, hija de la Iglesia, a. c., p. 347). En cuanto a sus visiones sobre las almas del Purgatorio, también puede apreciarse Ia relacién de éstas a Jesucristo; cfr. en este sentido V 39,5; F 10,2. 5. 25 Ctr, V 33,14-16; 38,9-11; 39,26; CC 12. 320 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS los elementos constitutivos de la Iglesia se entrelazan en torno a Jesucristo del que reciben el ser y la actividad. De esta manera, todos estos elementos hacen presente en el “hoy” del tiempo el misterio del Sefior™, e. Presencia de Cristo en el “yo” del cristiano Muchas de las cosas que aqui vamos a decir son una sin- tesis rapida de cuanto dijimos en los capitulos uno y dos de este estudio. A ellos remitimos al lector si desea ulteriores explica- ciones, Después de un largo proceso de intensas experiencias reli- giosas Teresa Ileg6 a tener una idea muy clara de esta presencia. Se trata de una presencia “ontoldégica”, es decir, real y “vital”. Primeramente la figura de Cristo se le imponia a Teresa como desde fuera; se hallaba fuera del “yo” teresiano. La per- cepcién de esta presencia le hacia sumergirse en la mds profunda oracién. Pero esta oracién se proyectaba hacia fuera, aunque Teresa tratara de recogerse para imaginarse la figura de Cristo como viviente en ella. Pero pronto fue percibiendo la presencia de Cristo dentro de su propio yo, aunque a diversos niveles de interiorizacién. El ser humano, el yo del hombre, venia a ser para nuestra Santa como el lugar donde Cristo actuaba. Esta presencia de Cristo, externa al hombre, privé en Teresa durante algunos afios, debido a su propia experiencia; ella vefa continuamente a Jesu- cristo a su lado. Esto hizo que su espiritualidad cristolégica se elaborara en este sentido. Pero poco a poco, fue percibiendo los cambios profundos que se estaban realizando en su persona. Sentia que su “yo” se tras- formaba en Jesuctisto, y empezé a entender la antropologia a la luz de la cristologia. Su yo sélo encontraba verdadera ex- plicacién en la persona de Jesucristo; Cristo aparecfa asf como algo muy intimo al hombre, como casi inherente. De esta ma- nera, podemos afirmar que segtin la espiritualidad teresiana, el 7 Si tenemos presente cuanto hemos dicho hasta aqui sobre la presencia de Cristo en el wyon humano y en la Hucaristfa, fécilmente podremos deducir que Ja Iglesia se desarrolla por entero en torno a Jesucristo, Recuérdese que decimos que para Teresa la Iglesia es el marco vivo en donde se presencializa y en encuentra Cristo, | DIVINIDAD DE CRISTO: FORMAS DE PRESENCIA 324 hombre sdélo se madura y se desarrolla en la medida en que vital- mente se sumerja en Jesucristo, 0 no ponga obstaculos a su gracia. El libro de las Moradas es una descripcién “artistica” y deta- Ilada de todo este proceso de inmersién en Jesucristo; en él se describe ese proceso de interiorizacién cristolégica cuya finali- dad es que todo el ser viva de esa realidad —Cristo—, latenie en lo mas interior del mismo, Teresa nos presentar4 el alma como un castillo con muchas estancias; en la mds central del castillo se halla el Rey, Jesucristo. A esta luz, nuestra autora elabora toda una antropologia religiosa. El hombre ya no consta sélo de carne y espiritu, sino también de Cristo El ser humano, por su elevacién al orden sobrenatural, se halla orientado desde sus constitutivos mas intimos a Jesucristo. Teresa percibira esta presencia cristol6gica como un germen que debe ir desarrollandose. Por eso, comparara la vida espiritual a una casa que se esta edificando, o al gusano de seda que termina Ilegando a ser mariposa”, La Santa nunca se planted el problema de cémo se presen- cializa Cristo en nosotros. Para ella era un hecho de experien- cia que Cristo vivia en nosotros de una manera real, no ima- ginaria, y de una forma dindmica, pues actuaba en nosotros desde lo mds intimo de nuestro yo, desde donde nos movia y nos conducia al Padre. Esta presencia de Cristo en el ser humano, que hemos des- crito ampliamente en el capitulo segundo, no es una realidad exclusivamente ontolégica, sino que también lo es vital, ya que influye en la vida del hombre, se desborda a través de sus ac- tuaciones, y se revela. Por eso, nos dira Teresa que la palabra —predicacién evangélica— de estos hombres trasformados por el influjo de Jesucristo, es muy eficaz y extraordinariamente efectiva La dignidad que la doctrina teresiana atribuye al hombre tiene que ser valorada a la luz de esta presencia. Todo hombre, por el hecho de serlo, se halla dotado de la capacidad de abrirse a Cristo. La importancia que reviste la presencia de Cristo en el “yo” humano es grandisima para la doctrina teresiana, porque esta 207 Cr. 5M 2,2. 4. 28 Ofr. CH 3,35, a 322 CRISTOLOGIA Y¥ ESPIRITUALIDAD TERESIANAS espiritualidad es una espiritualidad de experiencia, y toda expe- tiencia postula la presencia del objeto que se experimenta. Ahora bien, en la vida espiritual y, mds concretamente en Ja espiri- tualidad teresiana, el objeto mds anhelado y descado de ser captado es la persona del Sefior. Y, como hemos visto, en los ultimos estratos de la vida espiritual teresiana, ésta se estruc- tura en torno a esta presencia de Jesucristo en nosotros.

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