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HUMANIDAD DE CRISTO: TiTULOS 287 esta linea. Escribe: “Que no es otra cosa oracién mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama; y si vos ain no le amdis (por- que para ser verdadero el amor y que dure la amistad, hanse de encontrar las condiciones— la del Sefior ya se sabe que no puede tener falta, la nuestra es ser viciosa, sensual, ingrata), no podéis acabar con vos de amarle tanto, porque no es de vuestra condi- cién; mas viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que os ama, pasdis por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos” , Esto, por lo que se refiere al didlogo en sf; en cuanto a Ja terminologia, se advierte también en ‘Teresa una gran tendencia a hablar en términos esponsalicios; el alma seré la esposa, la mariposilla o el jardin en el que se debe depositar la semilla para que nazcan las flores. Asi se explicara el que todo el {ter espiritual esté jalonado de ideas y metaforas, relacionadas con el matrimonio y el amor humano; unas tomadas de la Biblia y otras de la vida social de su época, En las quintas moradas, v. g., se nos hablara de Jas vistas © primeros encuentros de los novios, en las sextas del des- posorio y en las séptimas de la unién matrimonial y de las viven- cias del matrimonio. Y en el Camino de Perfeccién nos hablara incontables veces de Cristo como esposo del alma religiosa y cristiana, al que hay que agradar y contentar como la mujer enamorada agrada a su marido ™, La imagen nupcial recorre toda la doctrina teresiana, dandole un tinte de busqueda amorosa y de encuentro gozoso. Se entiende, de este modo, la vida humana como el tiempo de una aventura amorosa. Por eso, para nuestra Santa, el tiempo presente est4 leno de significacién, no es el espacio donde la caducidad y la muerte hacen su obra, envolviendo al ser humano en el pesimis- mo més radical, al recordarle continuamente los estrechos marge- nes de su existencia. Al contrario, el tiempo es el espacio donde el ser humano se abre a un futuro en donde los limites de su fini- tud se perderdn en lo infinito del amor de Dios, con quien de alguna manera ha de terminar identificdndose al ser transformado maravillosamente en él, segtin nos dicen los misticos. Cristo, el esposo de las almas, aparece en la espiritualidad de 13 V 8,5; ofr. CV 16,6; 22,1-8; 24,15; 26. ™ Cfr. entre los muchos textos que pudiéramos citar CE 43,3, donde llama a Cristo «marido del almay; cfr. también CE 19,2. 288 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS Santa Teresa, como el objeto que concentra toda la atencién del hombre. Por eso, todo en dicha espiritualidad —moral, dogma, virtudes, actos, etc.—, halla su principio de convergencia en Jesu- cristo, La ascesis teresiana se orienta a dar gusto y agradar —val- ga la expresién— a Jesucristo, La misma vida humana queda asumida como una respuesta a la voz amorosa de Dios. Este titulo cristolégico condiciona en gran manera el didlogo religioso, La espiritualidad se hace asi didlogo personal; lo divino se presenta ante nosotros plasmado en una persona que busca re- lacionarse, y el hombre como objeto de esa relacién. De esta manera, la espiritualidad teresiana es una religiosidad de didlogo amoroso entre Dios y el hombre: jtrato de amistad! d. Jesucristo, el Rey También utiliza Teresa con gran profusién el término Rey como un titulo cristolégico. Y es que este titulo explica perfecta- mente la dignidad de Jesucristo, Pero, como en seguida veremos, esta denominacién cristolégica no distancia a Jesucristo de nos- otros. Teresa ha sabido conjugar en ella las ideas de gloria y so- berania inherentes al concepto de Rey con las de cercania y pro- ximidad, ya que la realeza de Jesucristo no solamente se refiere a su triunfo sobre el mundo y la muerte, sino que también dice re- lacién a nuestra redencién, Al ser Rey Jestis, por su cruz y resu- rreccién, la realeza se inscribe en el Ambito de la salvacién, del “pro nobis”, Parece que Teresa tomé este titulo de la Sagrada Escritura, aunque luego lo leyé bajo el influjo de los conceptos de monar- quia absoluta imperantes en su tiempo. Veamos cémo hace rela- cién a este titulo, al comentar un pasaje del Cantar, indicandonos, al mismo tiempo, que dicho titulo es muy apropiado para expli- carnos la funcién de Jesucristo con respecto a nosotros: “Dice la esposa: “Metidme el Rey”. Y {qué bien hinche este nombre, Rey poderoso, que no tiene superior, ni acabar4 su reinar para sin fin! El alma que esta asi, a buen seguro que no faltase para cono- cer mucho de Ja grandeza de este Rey, que todo lo que es, es im- posible en esta vida mortal” "5, Y mds adelante vuelve a expre- sar el mismo pensamiento: “jOh verdadero Rey, y qué razén 5 MC 6,2. HUMANIDAD DE CRISTO: TirULos 289 tuvo la esposa de poneros este nombre, pues en un momento po- déis dar riquezas y ponerlas en un alma que se gozan para siempre” "5, Como puede apreciarse, Teresa da a Cristo el nombre de Rey, teniendo presentes dos conceptos fundamentales: el de crea- cién y el de redenci6n, el mundo de la naturaleza y el mundo de la gracia; si alguna preferencia tiene por alguno de ellos, ésta se inclinarfa por el de redencién. Es decir, que desde el puesto pecu- liar de Cristo en la “historia salutis” se percibe mejor la dimen- sién de realeza que en ella le compete. Vamos primeramente a fijarnos en el primer aspecto: Jests Rey y Sefior de la creacién. Es el Rey de la creacién en cuanto que como Dios tiene soberania sobre todo lo creado; pero Tere- sa sabe leer esta soberanfa en el Jestis actual, resucitado —huma- no y divino—., Para Teresa —lo hemos dicho muchas veces— es impensable hacer divisiones en el ser de Jess, Escribe: “jOh, Rey de la gloria y Sefior de todos los reyes, c6mo no es vuestro teino armado de palillos, pues no tiene fin!” ”"; y afiade: “jOh, Rey mio: quién supiera ahora representar la majestad que tenéis! Es imposible dejar de ver que sois gran Emperador en Vos mis- mo, que espanta mirar esta majestad” . A través de estas afirmaciones sobre la realeza de Cristo, Te- resa no hace sino confesar su divinidad. Oigamos un texto de gran densidad teoldgica y espiritual: “Pues gqué es esto, Sefior mio?, ,qué es esto, mi Emperador? Como se puede sufrir esto, Principe de todo lo criado? Rey sois, Sefior, sin fin, que no es rei- no prestado el que tenéis, sino vuestro propio; no se acaba. ;{Ben- dito sedis Vos! Cuando se canta en el credo que vuestro remo no tiene fin, siempre casi me es particular regalo” ™. Nétese los diversos titulos cristol6gicos conexionados con el de Rey, utiliza- dos aqui por Santa Teresa: Sefior, Emperador, Principe; y nétese cémo Teresa lee también estos titulos desde el propio yo. Aunque este aspecto de la realeza de Cristo tiene gran impor- tancia en la literatura teresiana, sin embargo, como ya dijimos, no es el més significativo. Teresa insistira mds en la realeza de Cristo como redentor y salvador de los hombres, aunque no des- liga un aspecto del otro. 12% MC 6,11; nétese la unién entre los titulos «Esposo y Rey». RIV 37,6. m8 V 37,6. 29 CE 37,1; los subrayados son nuestros. 19 290 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS Primeramente, Teresa considera a Jesucristo como Rey del aposento de nuestra propia alma: “Qué tal os parece que sera el aposento adonde un rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan leno de todos los bienes se deleita?” ™, Es él quien hermosea al ser humano, y quien desde el centro del mismo atrae hacia sf todas las potencias; es él, pues, quien da unidad al ser del hom- bre", De donde podemos deducir que considera Rey a Cristo porque nos ha hecho capaces de que él inhabite en nosotros; es éste el primer paso dado por Jesucristo para hacer realidad en nosotros el plan de salvacién de Dios, Después, en seguida, nos encontramos con un segundo aspecto: desde ese aposento, Jesu- cristo quiere entablar con nosotros un didlogo de amistad; escri- be nuestra autora: “Asi que de muchas maneras trata paz el Rey nuestro y amistad con las almas, como vemos cada dia” "2, La amistad de Cristo exige totalidad en la entrega por parte del hombre. Para que esta entrega sea perfecta, el cristiano de- bera participar en los sufrimientos de Jesucristo, ya que en ellos es donde nosotros mejor comprendemos su amor; en ellos detec- ta Teresa su realeza; escribe: “Que es gran negocio comenzar las almas oracién, comenzandose a desasir de todo género de conten- tos y entrar determinadas a sélo ayudar a llevar la cruz a Cristo, como buenos caballeros, que sin sueldo quieren servir a su Rey” “, Teresa sabe detectar en la Pasién de Cristo uno de los aspectos de su realeza, con la que de alguna manera el hombre cristiano debe identificarse mediante la participacién en esa cruz. Asi, Santa Teresa pudo escribir con gran lirismo: “O somos es- posas de tan gran Rey, o no: si lo somos, gqué mujer honrada hay que no sienta en el alma la deshonra que hacen a su espo- so?... Pues querer participar del reino de nuestro Esposo y ser compafieras con él en el gozar, y en las deshonras y trabajos quedar sin ninguna parte, es disparate” ', El reino de Cristo tiene también en este aspecto espiritual una doble vertiente: 1a vertiente de la Pasi6n y la vertiente de la Resu- treccién. Jestis es considerado por Teresa como Rey, cuando Ile- vando la ignominia de la Pasién nos rescaté para Dios y nos intro- 0 IM 11. 1 Cfr. IM 2,8, 1m MC 2,18, 3 V 15,1, ™ CE 19,2, HUMANIDAD DE CRISTO: T{TULOS 291 dujo en la gloria de la resurreccién. Esta tltima nos pertenece —segtin Teresa— a condicién de que compartamos con él la primera, Distingue, pues, Teresa en la realeza de Cristo tres estadios: realeza ontolégica: duefio y Sefior de todo por la creacién; reale~ za espiritual, que encierra una doble vertiente, en cuanto que nos xescata para Dios mediante la obediencia al Padre en su Pasion, y en cuanto que como premio de su triunfo sobre Ja cruz adquiere para él y para nosotros la gloria de la resurreccién. El Sefior, vic- torioso de la muerte, queda convertido en Sefior del mundo redi- mido y del mundo de la creacién, ya que en su resurreccién todas las cosas quedaron enaltecidas, pues Teresa piensa que Jestis es también Rey de todo lo creado por su encarnacién, Pasién y re- surreccién; escribe: “Miradle resucitado, que s6lo imaginar c6mo salié del sepulcro os alegraré. Mas jcon qué claridad, con qué hermosura, con qué sefiorio, qué victorioso, qué alegre!; como quien tan bien salié de Ja batalla adonde ha ganado un tan gran reino” "5, Segtin este texto, Cristo queda constituido rey por de- recho de conquista: “él ha ganado tan gran reino”. Sintetizando el tema que nos ocupa, podemos decir que en lineas generales, Teresa confiere a Cristo el titulo de Rey en el mismo sentido que lo hacia 1a teologia del siglo XVI espafiol. Qui- z& lo més peculiar de la doctrina teresiana es que ella ha incor- porado a su teologia este titulo como algo singular; no como un titulo de tantos, sin relieve alguno. Otra de las caracteristicas de este titulo es que Teresa le ha sabido leer no desde la lejania, sino desde la proximidad, ya que para ella la realeza de Cristo no sig- nifica dominio despético, lejania o superioridad que oprime, sino que es mas bien un servicio de amor hacia nosotros, a quienes nos hace participes de esa realeza ™; por consiguiente, su realeza sig- nifica también cercania "7, El cristiano participa de la realeza de Cristo a través de los sacramentos y la practica de las virtudes. Escribe nuestra Santa a este propésito: “Con estas cosas dichas de trabajos y las demas, {qué sosiego puede traer la pobre mariposica? Todo es para mas 15 CH 42,4. 86 En CE 81,2, Teresa afirma que los santos Megaron a dominar la tierra y los 1 @Oh mortales!, volved, volved en vosotros, mirad a vuestro Rey, que ahora le hallaréis manson (E 12), 292. CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS desear gozar a el Esposo. Y Su Majestad, como quien conoce nuestra flaqueza, vala habilitando con estas cosas y otras mu- chas, para que tenga 4nimo de juntarse con tan gran Sefior y tomarle por Esposo” ", Y en otra parte afiade, sefialando aque- Ilo que es necesario para que esta unidn con el Rey-Esposo se realice: “Digo que no vendra el Rey de la gloria a nuestra alma, digo a estar unido con ella, si no nos esforzamos a ganar las vir- tudes grandes” e, Jesucristo, Juez Muy préximo al significado del titulo de Rey se halla en la espiritualidad teresiana el titulo de Juez, que conlleva una doble significacién: Ja de lejania y la de proximidad. Esta doble pers- pectiva aparece muy resaltada en la literatura teresiana: Cristo es el Esposo-Juez. Veamos un texto donde se deja entrever esta doble vertiente: “;Qué sera aquel dia cuando nos vengais a juz- gar? Pues viniendo aqui tan de amistad a tratar con vuestra espo- 8a, pone miraros tanto temor, jOh, hijas!, zqué serd cuando con tan rigurosa voz dijere: “id malditos de mi Padre?” ™, Esta ten- sién entre cercania y distancia, entre temor y confianza, inherente al titulo de Cristo Juez, se deja sentir en no Pocos textos teresia- nos. Y es que Teresa conjuga estos aspectos con el hecho de que Cristo durante la vida del hombre se le ha acercado para ofrecerle su amistad —de amigo y de esposo—, y al final de los tiempos exigird al hombre una respuesta a ese comportamiento suyo. Fijé- monos en otro texto donde aparece esa doble perspectiva: “Ya sabéis, Sefior mio, que muchas veces me hacia a mi mds temor acordarme si habia de ver vuestro divino rostro airado contra mi en ese espantoso dia del juicio final, que todas las penas y furias del infierno que se me representaban” “!, Cristo es el Juez de los hombres; pero un Juez que se ha dado a conocer primero como amigo, compafiero de camino, y esposo; cualidades éstas que no ha perdido después de su resurreccion. Por eso, su juicio, lejos de provocar temor en sus seguidores, de- beria producir confianza y gozo; y si algin temor es admisible seria el de no haber sido fieles al amor. En este sentido escribe 1% 6M 4,1; se halla implicito el término «Rey» en las palabras «tan gran Sefiorn, 189 OV 16,2. 10 6M 9,5, 4 E 14; cfr, también 6M 9,7, HUMANIDAD DE CRISTO: OFICIOS 293 Santa Teresa en un pasaje maravilloso lo siguiente: “Plega a Su Majestad nos le dé a probar (el amor a Jesucristo) antes que nos saque de esta vida, porque ser4 gran cosa a la hora de la muet- te (que vamos donde no sabemos) haber amado sobre todas las cosas y con pasién de amor que nos saque de nosotras al Sefior que nos ha de juzgar” Desde Iuego, una cosa queda clara, y es que Jesucristo sera nuestro Juez, aquel ante el cual tendremos que presentar la res- puesta que hayamos dado en esta vida al ofrecimiento que él nos ha hecho de su amor de amigo, compaiiero y esposo. Las repercusiones que este titulo cristolégico pueda tener en la vida espiritual ya las hemos dejado entrever. Ante todo debe producir en el cristiano un temor de amistad; temor de no agradar al amigo, de ver su rostro airado. La espiritualidad teresiana se halla muy lejos del temor servil incluso cuando considera a Jesu- cristo como Juez. Teresa ha visto en este titulo una dimensién mas del amor de Dios hacia nosotros manifestado en, Cristo, en cuanto Juez, Pero nétese que Teresa insiste en que es un juez de amor; Cristo amor desbordante de Dios hacia nosotros, es, a su vez, el paradigma de nuestro amor a Dios, Por tanto, el juicio no serd entendido a la luz de Ja respuesta del hombre a la ley, sino que se entender como la respuesta que el hombre ha dado al amor de Dios manifestado en Jesucristo. Al concluir esta exposicién sobre los diversos titulos de Je- sucristo, convendrfa notar que Teresa los ha sabido leer desde una perspectiva existencial; estos titulos cristolégicos no sdlo dicen relacién a Jesucristo, sino que de alguna manera se refieren también a nosotros. Una vez mas, nos vemos obligados a resaltar que en la cristologia teresiana tiene gran importancia el “pro no- bis”; Teresa capta la hondura del misterio de Jesucristo desde la experiencia de la Iglesia y de su propia alma; se acerca a Cristo para hallar en él una respuesta de vida, y le comprende desde la dimensién del amor. 6. Los oFicios pE CRISTO Mas que en plural —los oficios— debiéramos hablar del “ cio” de Cristo, ya que todos ellos se reducen a uno, a ser Media- dor entre Dios y los hombres. En sus cartas, Pablo habia escrito 12 CE 70,3. 294 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS lac6nicamente: “Uno eg el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jestis” 1, También para nuestra Santa es tinico el Mediador, tinico y necesario, Ya hemos hablado en este estudio de cémo Teresa defendid acaloradamente el puesto clave del hombre Jestis a todo lo largo del trayecto de la vida espiritual. Y constatébamos con palabras de la misma Teresa que el Jestis hombre, su sagrada Humanidad —como ella gustaba decir— no era algo accesorio en el proceso espiritual, sino absolutamente necesario en el estado actual de la revelacién divina, Para ello, Teresa demostré con argumentos de a Biblia, de la tradicién —con autores espirituales— y de su pro- pia experiencia, que Cristo, —el hombre Jesiis de Nazaret— era el tinico camino para ir al Padie, y que no puede existir otro medio de acceso a Dios, Como todo esto ha quedado ya suficientemente estudiado, no queremos insistir més en ello, Unicamente nos queremos fijar en algunos aspectos Particulares, v.g, ga qué se debe esta insistencia teresiana en la necesidad bara la vida espiritual de la Humanidad de Cristo? Creemos que fundamentalmente se trata de un dato de experiencia, Ella habia constatado que a lo largo de su proceso espiritual, la presencia de esta sagrada Humanidad habia sido constante; que cada paso adelante habia ido acompaiiado de una nueva experiencia de Cristo, Por eso, no podria tolerar el ofr hablar de que la humanidad del Sefior fuera impedimento para los estadios mas sublimes de la vida espiritual. Su propia expe- riencia le estaba diciendo que si ella habfa Iegado hasta esas alturas se debia a que habia permanecido siempre asida a esa Humanidad. Pero, quizés, otro dato que haya que tener en cuenta para comprender Ja actitud teresiana frente al hombre Jestis, se deba al hecho —profundamente teolégico por lo demés— de que si se Prescindia psicolégicamente de lo humano de Jestis, se borraba de un plumazo el plan de Dios establecido de antemano, segiin el cual, la liberacién del hombre deberia hacerse desde Ja humani- zacién de Dios; esta humanizacién lievaba consigo la Encarnacién, la Pasién y la Resurreccién, es decir, Ia actuacién de la Huma- nidad de Jesis, En una palabra, se destruiria todo el misterio salvifico encerrado en el hombre Jestis de Nazaret. 1m 2,5, HUMANIDAD DE CRISTO: OFICIOS 295 Teresa, por otra parte, no quiere que se viviseccione el ser de Jestis, en persona, naturaleza divina y naturaleza humana, ya que a partir de la encarnacién se trata de una realidad insepara- ble, un todo compacto que influye conjuntamente en la santifi- cacién de] hombre. A nuestro juicio, esta insistencia teresiana en la defensa de la Humanidad en el campo de la vida espiritual se debia a que ella vivia convencida de que si se segufa la tesis contraria, se ponfa en peligro la misiéi salvifica de la encarnacién del Verbo. Y, si- guicndo el desarrollo de su discurso, creemos que incluso se podia Ilegar a pensar que esta encarnacién del Verbo, lejos de ser la obra mayor de Dios ad extra, se minusvaloraria, al com probarse que era un obstdculo para los hombres més profunda- mente cristianos, cuando precisamente, tanto la Escritura como la Tradicion insistian en que en la encarnacién del Verbo, Dios habia unificado todas las cosas, y habia constituido a Cristo —encarnado y resucitado— el punto central de toda la historia de la salvacién. Aqui radica, muy posiblemente, la razén mas poderosa de Teresa en su defensa de la Humanidad; el motivo mas fuerte que le urgié a salir en defensa de la obra més mara- villosa de Dios ad extra, como ensefian undnimemente los ted- logos de todas las escuelas y de todos los tiempos: la Humani- dad del Sefior. También en esta defensa de la Humanidad de Cristo por parte de Teresa se halla implicada la bondad de la carne humana, del “yo” del hombre, que est4 Ilamado a ser trasformado por entero en Jesucristo. Con esta defensa de lo humano de Jesu- cristo, nuestra Santa destrozaba muchos conceptos del platonis- mo, neoplatonismo y alumbradismo, para situarse en una ética mas biblica y mds humana. Refiriéndose a cuanto venimos di- ciendo, escribe: “Yo no puedo pensar en qué piensan, porque apartados de todo lo corpéreo, para espfritus angélicos es estar siempre abrasados en amor, que no para los que vivimos en cuerpo mortal, que es menester trate y piense y se acompajfie de los que teniéndole, hicieron tan grandes hazafias por Dios, cuanto mas apartarse de industria de todo nuestro bien y reme- dio, que es la sacratisima Humanidad de nuestro Sefior Jesu- cristo” , 14 6M. 7,6. 296 CRISTOLOGIA Y¥ ESPIRITUALIDAD TERESIANAS Para Teresa no existe entre nosotros y Dios otro medio de unién que el hombre Jestis. Tan persuadida vivia ella de esta verdad que Iegé a escribir esta frase atrevida y lapidaria: “Y cuando pudiera, no quiero ningtin bien, sino adquirido por quien nos vinieron todos los bienes” "8, Esta mediacién de Cristo queda bien expresada en el famoso triptico de San Juan al que Teresa hace referencia en no pocas ocasiones, y que nos explicita bien el contenido de los diversos oficios de Jesucristo: Jestis es el Camino, la Verdad y la Vida ™. Sefialébamos ya, al hablar de Cristo como Maestro de ora- cién, que el triptico joanco —recogido por Teresa— estaba en funcién de explicitar su pensamiento sobre el puesto que la per- sona del Sefior ocupa en el plan de Ja salvacién prefijado de antemano por Dios, Por lo demés, ya sefialabamos cémo los tér- minos Camino, Verdad y Vida eran conceptos muy ricos en el pensamiento teresiano. Teresa, que durante mucho tiempo vivid desorientada espi- ritualmente, debido en parte, a las experiencias religiosas que estaba experimentando, y en parte, al desconocimiento que sus directores espirituales tenian de esos estados misticos, estaba per- fectamente capacitada para captar el sentido profundo de la pa- labra Camino, Encontrar el camino era para ella, que tantas veces se habia sentido perdida en su vida espiritual, y en la geografia de Espajia, cuando sin guia alguna se disponia a nuevas funda- ciones de conventos, el todo. Por eso, cuando desde su madurez espiritual constata que sus grandes vivencias religiosas se habian efectuado gracias a la Humanidad de Cristo a la que habia per- manecido espiritualmente asida casi todo el tiempo de su vida, comprendié que esa Humanidad era el verdadero camino, e intuy6 la profundidad del evangelista, que nos legé este término como la mejor descripcién de lo que Jesucristo significa para nosotros. En el pensamiento teresiano el concepto de camino est4 en relacién directa con el de medio. Cuando confiesa que Jestis es el Unico camino quiere afirmar que no tenemos otro medio para 48 6M 7,15. M6 Esta f6rmula ha sido objeto no hace mucho de un estudio particular, cfr, I. pe 1a Porrente, Je suis Ia Voie, 1a Verité et la Vie, on Nouvelle Revue Théologique, 88 (1966) 907-942; el autor defiende que la palabra mds importante del trfptico es Ja de «Camino» (Voie). HUMANIDAD DE CRISTO: OFICIOS 297 ir a Dios que Jesucristo. Santa Teresa lleva hasta el plano de la vida espiritual, incluso en su incidencia psicoldgica, las afirma- ciones paulinas sobre Cristo como tnico mediador entre Dios y los hombres. Porque camino, para ella que habia recorrido tantos, significaba algo que nos Ileva seguros a la meta; por eso, encontrarlo significaba todo un proceso de busqueda; y una vez hallado, casi se podia dar por segura la Iegada al término. Asi, Cristo es para el cristiano busqueda y hallazgo, camino y meta, fatiga y descanso. Todos estos significados pueden detectarse en el concepto de camino que Teresa aplica a Jesucristo. Por eso pudo escribir: “porque yo no lo veo, Sefior, ni sé cémo es ‘estre- cho el camino que leva a Vos’, Camino real veo que es, que no senda; camino que quien de verdad se pone en él, va més se~ guro” “7, En una linea muy similar se halla el término “Verdad” “*, También este vocablo encierra una gran riqueza en la termino- logia teresiana. Para ella la verdad, aun hablando desde un punto de vista meramente conceptual, filoséfico o literario, no se iden- tifica con una operacién del intelecto. La verdad se halla en conexién con la existencia, con la vida, ya que de alguna manera condiciona y conmueve todas las operaciones del ser. Asi, la humildad, que, como ya vimos, es una virtud fundamental en el sistema teresiano, se define como “andar en verdad” ™; es sen- cillamente situarse en el puesto querido por Dios. La verdad es encontrar la dimensién de Ja propia existencia. Decir que Jesu- cristo es la verdad, equivale a sefialarle como el gozne donde la existencia humana halla su apoyatura para poder existir a niveles verdaderamente humanos; equivale a afirmar que Jesu- cristo es la verdadera realidad; es el verdadero 4mbito donde se expresa Ja verdadera idea de Dios, y donde el sentido religioso del hombre halla su crisis m4s profunda; en él se halla plasmado el designio del Padre sobre nosotros; por eso debemos mirarle, si queremos encontrar con seguridad Ja verdadera imagen de Dios. Para Teresa, la palabra mirar esté cargada de un hondo sentido; mirar a Jesucristo es estudiar desde el corazon todos los movimientos de su persona; de este modo se imprime en nosotros Ja verdad que es él mismo. Sélo a la luz de esta verdad que es 47 -V 35,13, \8 ‘Teresa Iegaré a hablar del «camino de la verdad» (V 1,5). 1 6M 10,8. 298 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESTANAS Cristo, el ser humano Ilega a una verdadera comprensién de sf mismo. La sophia del Padre se expresa en Jesucristo. En este sentido Teresa afirmaré sin dudar que Jesucristo es el tinico Maestro; Maestro de la Sabiduria como diré ella ', Cristo, como verdad, orienta toda Ja espiritualidad teresiana; Por eso, ella buscar incansablemente que su vida vaya de acuerdo con esta verdad; la buscard en los libros sagrados, en autores aprobados por Ia Iglesia, y en los tedlogos y confesores puestos por Dios en la Iglesia para dar luz a las almas. Quiz4s también aqui radique ese amor tan grande de Teresa por las almas since- ras, y el hecho de no tolerar bajo ningtin concepto que sus reli- giosas dijeran la mas leve mentira ''. Cristo es, pues, en una palabra, la revelacién de Dios, el rostro de Dios tal y como puede Ser contemplado por nosotros; él es nuestra verdad, A veces Teresa nos habla de la verdad que es Dios —suma verdad—, como un atributo inherente a la divinidad, pero rela- ciondndola en seguida con Jesucristo encarnado; esa suma ver- dad que ella experimenta en las visiones y revelaciones, parece que la ve reflejada en el hombre Jestis de Nazaret, como puede apreciarse por el siguiente texto: “También acaece asi muy de presto, y de manera que no se puede decir, mostrar Dios en si mismo una verdad, que parece deja oscurecidas todas las que hay en las criaturas, y muy claro dado a entender que El sdlo es verdad que no puede mentir; y dase bien a entender lo que dice David en un salmo, que todo hombre es mentiroso, lo que no se entendiera jamés asf, aunque muchas veces se oyera. Es verdad que no puede faltar. Acuérdaseme de Pilatos, lo mucho que pre- guntaba a nuestro Sefior cuando en su Pasién le dijo qué era verdad, y lo poco que entendemos acd de esta suma Verdad” !82, Notese cémo Teresa, después de hablar de esa suma verdad divi- na, recuerda discretamente la historia de la Pasion de Jestis en la que Pilato le pregunta al Sefior qué es la verdad. Teresa deja entender que esa suma verdad divina se halla identificada con ese Jestis de Nazaret que se halla delante del Procurador romano. El otro miembro del triptico de San Juan est4 intimamente unido a los dos precedentes, Jestts, ademas de ser camino y verdad es también vida, También Teresa tenia una experiencia 10 Cfr. CV 21,4, ‘S| Cfr. Cons. 13; V 40,4; Cte, 277,26, 12 6M 10,6, HUMANIDAD DE CRISTO: OFICIOS 299 muy concreta y rica del sentido de la vida. Las grandes en- fermedades que le pusieron a las puertas de la muerte, asi como el no encontrar durante algtin tiempo un sentido a su propia existencia le hicieron muy sensible a la realidad del vivir. De esta experiencia pesimista de su vivir humano Teresa se alzé a Ja contemplacién de la vida futura. Continuamente suspirara por Ja que ella denominaba la vida verdadera™, Pero zqué signifi- caba la vida para nuestra Santa? Ella experimentaba que su ser, su existencia, al introducirse en Cristo adquiria un nueva dimensién. Por eso pudo escribir en Moradas: “Pues crecido este gusano —que es lo que en los principios queda dicho de esto que he escrito—, comienza a labrar Ja seda y edificar la casa adonde ha de morir. Esta casa querria dar a entender aqui, que es Cristo. En una parte me parece he leido u ofdo que nuestra vida esta escondida en Cristo 0 en Dios —que todo es uno— © que nuestra vida es Cristo” *, Teresa ha comprendido desde su propia existencia que el texto evangélico tiene raz6n cuando denomina a Cristo vida, no sdlo a niveles de mera creencia, como una afirmacién més de un inte- lecto que se adhiere a la fe, sino que esa fe se ha hecho en ella de alguna manera comprensién vital; ha percibido que lo terreno y lo caduco de su existir puede encontrar una apoyatura libera- dora; esa apoyatura es Cristo, que se manifiesta como vida del hombre. Asi, también, este atributo de Jesucristo es comprendido por Teresa desde su propia experiencia religiosa; y esa vida que es Jesucristo se relaciona también con nosotros **. El triptico de San Juan: Camino, Verdad y Vida es para nuestra Santa una triple manera de expresar la mediacién de Jesucristo. Asi, Jesucristo llega hasta nosotros, tocando las fibras mas delicadas de nuestro propio ser. Porque es la verdad, es decir, Ja expresién de Dios para nosotros, se convierte en nuestro cami- no, y andando este camino, se hace para nosotros vida; asi, hemos Ilegado a encontrar la meta de nuestra propia realizacién. Estos tres titulos son aplicados por Teresa al Cristo total: Verbo y existencia humana, Dios y hombre; este Cristo al que se refiere 13 P 2, 1 5M 2,4, 185 También Teresa posee una gran sensibilidad con respecto a la vida; casi toda su existencia la pasé enferma; esto le hizo captar el sentido del vivir humano. La vida terrena es caduca; s6lo si el hombre se deja penetrar por Cristo encontrard Ja verdadera vida; ofr. 5M 2,4; 7M 2,6; etc. 300 CRISTOLOGIA Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS nuestra autora es el que en la actualidad vive resucitado y glo- tioso, pero que no ha abandonado la impronta de su paso por la tierra, pues tiene consigo su Humanidad. B. CRISTOLOGIA DE LA DIVINIDAD 1. Cristo, Dios BENIGNO Para Teresa el hombre Jestis de Nazaret reviste una im- portancia tan singular porque en é inhabita Ja Divinidad; es Dios. Pero ella contempla en esa Divinidad el atributo de la benignidad; es decir, Dios se encarna en Jestis como benigno; Jestis es Ia benignidad de Dios. Nuestra inteligencia podré de- cirnos cuanto quiera sobre la naturaleza de Dios y sus atributos, pero en la encarnacién, este Dios aparece como préximo, fntimo y benigno para el hombre caido. La encarnacién es vista precisa- mente por Teresa como una manifestacién del amor de Dios, expresado a niveles facilmente comprensibles para la naturaleza humana. Teresa en su confesién de Ja Divinidad de Jestis nunca omite su aspecto de benignidad; Cristo es para nuestra Santa el Dios benigno. Que Teresa crea en la Divinidad de Jesucristo es un hecho fuera de toda duda. A este respecto nos complace citar a un autor que ha estudiado con detencién el tema. Su opinién queda sintetizada en las siguientes lineas: “Toda Ja doctrina y la espiri- tualidad cristolégica de Santa Teresa se apoya en el dogma fun- damental de la divinidad de Jesucristo. Esto no precisa demostra- cién. Muchas veces, hablando de Jesucristo, sin interrumpir su pensamiento, se traslada a-la cumbre de la divinidad, hace ex- clamaciones a Dios, etc. De tal modo, que resulta exegética- mente dificil en ocasiones saber si se refiere a Jesucristo en cuanto a tal o se refiere en general a Dios” '™, Por eso, aqui no nos vamos a detener en demostrar el hecho de la fe de Teresa en la Divinidad de Jesucristo, por parecernos algo evidente '”, Vamos a insistir mas bien en la faceta con que 456 Enrique pEL Sacrapo Coraz6x, Doctrina y vivencia de Santa Teresa sobre el misterio de Cristo, en Revista de Espirituatidad, 22 (1963) 783. 151 Bdstenos pata nuestro propésito este texto: «Oh, Jestis mfo, quién pudiese dar a entender la majestad con que os mostréis! ¥ cudén Sefior de todo el mundo y de los cielos, y de otros mil mundos, y sin cuento mundos y cielos que Vos DIVINIDAD DE CRISTO: BENIGNIDAD 301 ella aureola, y desde la que contempla la divinidad; la de la be- nignidad. Ya hemos sefialado que la encarnacién es el ropaje de la benignidad de Dios que se acerca a nosotros, asumiendo: nuestra propia identidad. Aunque en alguna ocasiOn, Teresa confiesa in- genuamente que ella sdlo podia pensar en Cristo como hombre, no deja de connotar en sus afirmaciones sobre Cristo su aspecto divino, sin el cual Cristo quedaria despojado de algo esencial a su ser. Digamos que el énfasis puesto por Teresa en defensa de la Humanidad del Sefior es una forma de confesar la proximidad de Cristo como Dios a nosotros los hombres. Santa Teresa —lo hemos dicho muchas veces— no vivisecciona el ser de Jesuciisio; al contrario, lo considera como un sujeto tnico, sobre el que recaen sus afitmaciones; por eso, a veces es dificil precisar si se tefiere a la Humanidad o a la Divinidad. Podriamos sostener que no serfa temerario afirmar que al menos en su madurez espiritual todo juicio sobre Dios lo hace teniendo presente a Jesucristo. Vamos a escoger algunos ejemplos donde esta pre- sencia ide Cristo se deja notar. Escribe: “(Gustaba) hablar de Dios (y era) amiga de hacer pintar su imagen en muchas pat- tes” 18; “es imagen viva; no hombre muerto, sino Cristo vivo; y da a entender que es hombre y Dios, no como estaba en el sepulcro, sino como salié de él después de resucitado” *; “tam- bién he pensado si pedia aquel ayuntamiento tan grande, como fue hacerse Dios hombre, aquella amistad que hizo con el género humano” ; “Qué podemos hacer por un Dios tan generoso, que murié por nosotros y nos crié y dar ser, que no nos tengamos por venturosos en que se vaya desquitando algo de lo que le debemos por lo que nos ha servido (de mala gana dije esta palabra, mas ello es asi, que no hizo otra cosa todo lo que vivid en el mundo), sin que le pidamos mercedes de nuevo y regalos?” ", Los textos podian multiplicarse. Con esto no queremos afirmar de una manera absoluta que todos los juicios sobre Dios los haga nuestra Santa desde la cristo- logia, ya que también ella es deudora en parte de las conclu- criaseis, entiende el alma, segtin con Ja majestad que os representdis, que no es pada para, ser ‘Vos sefior de ellon (V 28,9); véase todo este numero. 19-0 28,8. 4 MC 1,11, 16 3M 1,8; ofr. Ve} 6. 302 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS siones de la teodicea; pero si podemos decir en términos generales que su concepcién de Dios es cristolégica; y esta cristologizacién se va notando a medida que ha ido madurando en los caminos del espiritu. Asi, aunque en algunas ocasiones aparezcan afirmaciones sobre Dios elaboradas a partir de la naturaleza; Dios creador, Dios omnipotente, etc., cuando estos atributos se aplican a Cristo estan en Ja linea de la cercania y de la proximidad. Es més estos mismos atributos aplicados de una manera general a la Divini- dad no dejan de Ievar 1a impronta del Verbo encarnado ®, Por eso, Teresa no solamente considera a Cristo como Dios benigno, que se acerca al hombre situdndose a su inismo nivel, sino que incluso proyecta esta visién de Cristo sobre la nocién de Dios, quedando asi de alguna manera, cristificada su vision de Ja Divinidad. Como veremos, Teresa también nos habla de la Trinidad; alguien pudiera llegar a pensar que su nocién de la Divinidad €s netamente trinitaria. En este sentido, 1a Divinidad seria como una abstraccién de las personas divinas. Sin embargo, pensamos que esto no es asi; en primer lugar porque estas visiones de la Tri- nidad no fueron tan frecuentes como las de Cristo, y en segundo lugar, porque en las mismas visiones de la Trinidad jugaba un papel especial el Verbo encarnado, como veremos en seguida. Yo diria que la misma Trinidad esté de alguna manera cristolo- gizada en la visién teresiana de la misma; no en vano, también en el caso experiencial de Teresa, Cristo es el revelador. Por otra parte, nuestra autora, asciende a la contemplacién y percep- cién de la Trinidad, después de haber contemplado y percibido la Humanidad de Jesucristo; de modo que su ascenso a lo trini- tario se efectéa a través de Jesucristo, a quien ella con tanto entusiasmo ha confesado Camino; camino que no puede aban- donarse una vez que se ha Ilegado a la meta, porque Cristo ademés es la vida. Cristo es, pues, para Teresa la benignidad de Dios, como queda suficientemente demostrado por lo que antes hemos dicho sobre él, al estudiarle como Hombre, como Maestro, como Espo- so, como Amigo, como Camino, como Verdad y como Vida; titulos éstos que expresan bien a las claras la proximidad de 18 Cir. V 26,2; 36,16, DIVINIDAD DE CRISTO; EXPERIENCIA TRINITARIA 303 Dios, Incluso como ya haciamos notar, la figura de juez no reviste para nuestra Santa la idea de lejania. Esta filantropia de Dios manifestada en Cristo de la que nos habla Pablo, queda magistralmente patente en la experiencia teresiana. Cristo es el Dios que ama entrafiablemente a la huma- nidad, y que se acerca a ella para elevarla hacia si. Las aparicio- nes de Cristo a nuestra Santa hay que situarlas en esta linea. 2. CRISTOLOG{A DE LA TRINIDAD También Teresa goz6 de altisimas experiencias del misierio trinitario , Sabemos que el Ultimo estadio de su espiritualidad estuvo caracterizado por una presencia muy marcada de las di- vinas Personas en su alma. Percibe a cada Persona como una realidad concreta, y tiene revelaciones que le infunden en su espiritu altisimos conocimientos acerca de cada una de ellas. Podemos afirmar sin miedo alguno que se da en Teresa una verdadera experiencia trinitaria. Pero conviene tener presente que, a pesar de estas percepciones tan altisimas de la Trinidad, nunca desaparece de su experiencia religiosa la Humanidad de Cristo. Es un camino, como deciamos antes, que es bajo muchos aspectos término y meta. Ya hemos visto cémo precisamente en el momento en que tiene lugar el matrimonio espiritual, la Santa es favorecida con una experiencia subidisima de la Santisima Trinidad y de la Humanidad de Cristo. Pues bien, esta doble experiencia seguira repitiéndose a menudo; se da un cierto paralelismo experiencial entre Humanidad y Trinidad. Es éste un hecho facilmente cons- tatable en la experiencia religiosa de Santa Teresa. Haciendo una relectura de las Cuentas de Conciencia a la luz de los principios cristolégicos que vamos viendo, podemos afirmar que en esas percepciones trinitarias el peso mas grave de la experiencia cae sobre el Verbo encarnado. Veamos un texto revelador en este sentido. “Esta presencia de las tres Per- sonas que dije al principio he traido hasta hoy —que es dia de Ja conmemoracién de San Pablo— presentes en mi alma muy or- 18 Esoribe: «Porque se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el mis- terio de la Santisima Trinidad y de otras cosas muy subidas, que no hay tedlogo con quien no se atroviese a disputar la verdad de estas grandezasn (V 27,9). Cfr. CC 14; 15; 36; 41; 54,22; 60,5; E 7. 304 CRISTOLOG{A Y ESPIRITUALIDAD TERESIANAS dinario, y como yo estaba mostrada a traer sdlo a Jesucristo, siempre parece me hacia algén impedimento ver tres Personas ——aunque entiendo es un solo Dios—” , Veamos otro texto donde podra apreciarse cuanto venimos diciendo: “He quedado de aqui a no poder pensar ninguna de las tres Personas divinas sin entender que son todas tres; de manera que estaba yo hoy considerando cémo siendo tan una cosa, habia tomado carne humana el Hijo sélo, y diome el Seftor a entender cémo con Ser una cosa eran divisas” 5; no menos expresiva es nuestra autora en la Cuenta de Conciencia 41.9, en donde de alguna ma- nera identifica la experiencia trinitaria con la experiencia cris- toldgica ', Se puede afirmar que, aunque el tema es muy dificil y las precisiones en esta materia se hacen extremadamente sutiles, Teresa vincula de alguna manera —diffcil de definir, pero per- ceptible— su experiencia trinitaria a su experiencia cristolégica. El inicio de las experiencias trinitarias va intimamente uni- do a una experiencia muy intensa y “delicada” de la Humanidad de Cristo, coincidiendo ambos hechos con Ja legada al estado de matrimonio espiritual. Incluso dentro de la misma experien- cia trinitaria no es rara la experiencia de la Humanidad de Cristo. A este propésito, escribe: “Vi a la Humanidad sacrati- sima con més excesiva gloria que jamds la habia visto. Repre- sentéseme por una noticia admirable y clara estar metido en los pechos del Padre: esto no sabré Yo decir cémo es, porque, sin ver, me parecid me vi presente de aquella Divinidad” ', No6tese que Teresa afirma que vio a la Humanidad de Cristo “con mas excesiva gloria que jamés la habia visto”, precisamen- te cuando la percibe en estrecha unién con el Padre. Como puede observarse, la presencia de la Humanidad de Cristo ya no desaparecer4 de la vida de Teresa; esta Humanidad le ha ido acompafiando en los diversos estadios de la vida espi- ritual, hasta hacerla Hegar al del matrimonio, y cuando parecia 1 CC 15,1. 165 CC 36,2. ‘s «Estaba una vez recogida con esta compafiia que traigo siempre en el alma, ¥ parecime estar Dios de manera en ella, que mo acordé de cuando San Pedro dijo: «Ti eres Cristo, hijo de Dios vivo»; porque asi estaba Dios vivo en mi alma Esto no es como otras visiones, porque lleva fuerza con la fe, de manera que no se puede dudar que esté la Trinidad por presencia y por potencia y esencia en nuestras almas» (CC 41,1-2), 19 'V 38,17,

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