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Alumnos:
Barajas Alquicira Violeta Ana Rocio
Ramírez Navarro Alicia Guadalupe
Sánchez Vázquez Aranza Michelle
Sánchez Vázquez Isaac Orlando

Profesora: Magdalena Martínez García

Temas: Prevención de enfermedades y Hábitos alimentarios

Materia: Transtornos psicológicos de la alimentación I

Turno: Matutino
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Prevención de enfermedades

La sociedad actual presenta nuevos perfiles biológicos, conductuales y epidemiológicos.


Todo ello conlleva la necesidad de rediseñar prácticas y asistencias para priorizar la
promoción de la salud y la prevención de patologías. La psicología de la salud sugiere un
soporte epistemológico y cómodo para las intervenciones psicológicas más allá de la clínica.
Desde esto, recomendamos en este artículo exponer y describir varias nociones sobre
promoción de la salud, prevención de patologías, enseñar la compatibilidad de las
ocupaciones de salud con el trabajo del psicólogo en salud pública en los diversos niveles de
atención, y plantear una guía de ocupaciones del psicólogo en los niveles primario,
secundario y terciario de ayuda en salud.

La psicología de la salud es la suma de las contribuciones educacionales, científicas y


profesionales de la disciplina psicológica a la promoción y el mantenimiento de la salud, la
prevención y el tratamiento de las enfermedades, la identificación de la etiología y el
diagnostico de los factores asociados a la salud, la enfermedad u otras disfunciones asociadas,
así como al análisis y ayuda al sistema de salud y formación
de la política sanitaria.

Al día actual aún hay confusión entre los conceptos de promoción de la salud y prevención de
la promoción de la salud es el grupo de actuaciones volcadas a la custodia, mantenimiento y
mejoría de la salud y a grado operativo, al grupo de actuaciones (centradas en la persona y/o
en la comunidad) en relación con el diseño, preparación, aplicación y evaluación de
programas y ocupaciones volcadas a la enseñanza, custodia, mantenimiento y mejoría de la
salud (de las personas, equipos o comunidades), asociando la enseñanza con la promoción de
la salud, aseguran que impulsar la salud significa educar, o sea, instaurar en la población un
comportamiento que haya demostrado ser en verdad efectivo para una salud óptima.

Los desempeños efectivos, trabajo en conjunto, intermediación en centros laborales,


intersectorialidad, etcétera., que propicien la condición de salud, sin embargo que también
definan cómo aquellos comportamientos se han de instaurar.

La prevención primaria debería estar de manera directa relacionada y condicionada a la


promoción de la salud.

Sus ocupaciones no van dirigidas a un sujeto, sino a los planes de enseñanza para la salud, los
cuales van a poder dar contenidos de otras zonas de aplicación de la psicología (psicología
del trabajo, psicología social, psicología comunitaria, psicología educacional). Por ende, la
prevención primaria tendrá que hacerse anterior a que esté un problema concreto utilizándose
como guía de ocupaciones el razonamiento epidemiológico anterior del colectivo que será
intervenido.
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Una buena actuación de los psicólogos en salud pública debe tener en cuenta las posibilidades
de intervención en los diversos niveles de atención de salud, sopesando la adecuación de cada
acción en su nivel apropiado y también el carácter dinámico y integrativo de las mismas;
teniendo claro que las intervenciones de salud primaria objetivan la salud general en la
búsqueda de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades; que las
intervenciones de salud secundaria deben volcarse en las
asistencias especializadas de seguimiento, donde la salud mental tiene su mayor expresión.

La prevención de patologías debería de encararse de manera vasta, mejor dicho, como una
actividad pertinente a los múltiples niveles de ayuda en salud y no únicamente a los servicios
de ayuda primaria.

La prevención es una actividad que se encaja en todos los niveles de atención de salud,
debiendo ser ejecutada por todos los profesionales/equipos de salud, cada cual aportando su
entendimiento especializado al equipo multidisciplinar de cara a la comprensión del perfil
epidemiológico del colectivo social asistido y la preparación de los planes de participación.

En conclusión, la mediación de psicólogos se amplía hacia nuevos campos de salud, como en


la situación de la prevención de patologías.

Fernandes Alves, Railda, & Carmo Eulalio, Maria do, & Jiménez Brobeil, Sylvia Alejandra
(2009). La promoción de la salud y la prevención de enfermedades como actividades propias
de la labor de los psicólogos. Arquivos Brasileiros de Psicologia, 61(2),1-12.[fecha de
Consulta 15 de Febrero de 2022]. ISSN: 0100-8692. Disponible en:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=229019248009

Hábitos alimentarios

Para empezar definiremos el término "hábito" en lenguaje ordinario. El diccionario de la Real


Academia Española ofrece las siguientes definiciones lexicográficas: (Del lat. habítus).
1. m. Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o
semejantes, u originado por tendencias instintivas.
2. m. Med. Situación de dependencia respecto de ciertas drogas.
3. m. Med. Disminución del efecto producido por un medicamento en un organismo, a causa
de su administración continuada.

Los hábitos alimentarios tienden a identificarse con patrones conductuales regulares que son
observados en alguna especie de interés, y que constan de formas en las cuales sus miembros
procuran el sustento nutritivo, especialmente el tipo de alimento que se ingiere y cómo se
ingiere.
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James (1890) formuló la siguiente "primera proposición": "los fenómenos de hábito en seres
vivientes se deben a la plasticidad de los materiales orgánicos de los cuales están compuestos
sus cuerpos". Aquí, por "plasticidad" se refirió a "la posesión de una estructura
suficientemente débil como para ceder a una influencia, pero suficientemente fuerte como
para no ceder toda de una vez". La noción de plasticidad como una propiedad de Ia materia
viva ha sido y continúa siendo usada como definitoria de los hábitos. Tanto que muchos han
considerado que la formación de hábitos es prácticamente sinónimo de aprendizaje. Ello
pareciera restringirse a los hábitos adquiridos mediante la "educación''. James plantea una
relación estrecha entre hábitos adquiridos,aprendizaje y cerebro, y los hábitos alimentarios.
Propuso que "el hábito reduce la atención consciente con la cual nuestros actos son
ejecutados". Esta propiedad se refiere al carácter automático de los hábitos, inclusive
aquellos que han sido adquiridos o aprendidos. En efecto, cuando ya hemos adquirido un
hábito, con la práctica se vuelve habitual, irreflexivo, mecánico o "inconsciente' en el sentido
de que realizarlo requiere poca o ninguna atención consciente de nuestra parte, o por Io
menos mucha menor atención que cuando adquirimos el hábito, entonces, hay una relación
estrecha entre hábitos y conciencia.

Zucoloto (2011) señala que el dominio del fuego y la agricultura modificaron de maneras
importantes los hábitos alimentarios de las poblaciones humanas primitivas. Una de las
conclusiones de Zucoloto es que las dietas de los humanos prehistóricos eran mucho mejores
(más nutritivas) que la mayorÍa de las dietas actuales de comida rápida, y que las dietas
japonesa y mediterránea actuales son las más semejantes a las de los humanos del paleolítico.
Él dedicó toda una sección a las comidas que han causado controversia sobre la evolución de
los hábitos alimentarios de los humanos. Un ejemplo es la leche, la cual, plantea, no es
consumida en la adultez (luego del destete) por ninguna especie, excepto por los humanos.

Un hábito puede ser alimentario aun cuando ocurra en ausencia de alimento.


Es decir, la presencia de alimento no es necesaria para que un hábito se califique como
alimentario. Hábitos adquiridos mediante 'condicionamiento apetitivo' forma de aprendizaje
asociativo en la cual el alimento desempeña un papel central (en contraposición al llamado
"condicionamiento aversivo" en el cual se aplican estímulos desagradables), también se
califican como alimentarios, aun cuando ocurran en ausencia de comida. Se basa esta
propuesta en dos razones. Por un lado, el condicionamiento apetitivo depende crucialmente
del efecto reforzador del alimento. Por otro lado, las respuestas que son adquiridas mediante
condicionamiento apetitivo y constituyen hábitos adquiridos son muy semejantes a las que
son provocadas de manera innata y biológicamente específica por alimento.

Es evidente que los hábitos alimenticios son parte de nuestra cultura, de nuestra forma de
estar en el mundo. Es claro también que Ias más diversas disciplinas se han detenido en el
tema, pero que los estudios científicos multidisciplinarios tienen apenas un siglo de
existencia. También es cierto que en los últimos siglos, quizá milenios, el problema
fundamental de Ia humanidad fue el hambre, la producción de alimentos
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Los hábitos adquiridos a lo largo de la vida influyen en nuestra alimentación, llevar una dieta
variada y suficiente acompañada de la práctica de ejercicio físico es la fórmula perfecta para
estar sanos. Una dieta variada debe incluir alimentos de todos los grupos y en cantidades
suficientes para cubrir nuestras necesidades energéticas y nutritivas.
Es muy importante llevar una alimentación adecuada. No sólo es importante la cantidad de
alimentos que comemos, sino también su calidad, ya que ambas influyen en el mantenimiento
adecuado de nuestra salud. Por eso es necesario saber qué nos aporta cada alimento, para así
saber elegir un plato o menú más saludable.

La comida que comemos a lo largo del día debe estar distribuida en cinco tomas:
• Desayuno
• Media mañana
•Comida
•Merienda
• Cena

Las formas de alimentarnos se repiten de familia en familia. Simplemente, tenemos “la


costumbre” de comer determinados alimentos o preparaciones, en determinadas ocasiones.
A veces, es por la suposición de que tal alimento “hace bien” o “hace mal”, o tal otro
“engorda”, que los consumimos o dejamos de hacerlo. Muchas veces, estas creencias no
tienen fundamento científico. Son “modas” que se instalan, y en la mayoría de ellas juegan un
papel fundamental la publicidad y los medios masivos de comunicación.
En ocasiones, la falta de de tiempo hace que compremos comidas elaboradas fuera del hogar
o que no comamos alimentos que son benéficos para el organismo porque supuestamente dan
“dan más trabajo” en su preparación.

Hoy en dÍa vivimos, por una parte, la carencia alimentaria de una porción de la población, la
desnutrición y la falta de higiene, y por otra, asistimos a una cultura de la hiperalimentación,
la falta de comunicación entre las personas, la soledad, el sedentarismo, el estrés laboral y el
aburrimiento: Ios males de Ia civilización. Nos enfrentamos a las enfermedades de la carencia
al mismo tiempo que a las de la opulencia; las de la inanición y las de la incompatibilidad con
nuestro diseño evolutivo. A esta realidad debemos agregarle la pérdida de muchas de las
cocinas tradicionales, los alimentos transgénicos, la proliferación de la comida rápida, y las
voraces políticas neoliberales y sus poco éticas y voraces campañas publicitarias.

Fuente:
Antonio López Espinoza, D. C. R. M. G. (2014). Hábitos alimentarios. Psicobiología y
socioantropología de la alimentación (1a ed., 1a imp.). McGraw-Hill/Interamericana de
España, S.A.

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