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Artículo boletín “AMIGOS”

Camino al sacerdocio – Luis Antonio Arvayo Araiza


¡Hola Amigos! Es un gusto enorme saludarlos nuevamente, después de
tanto tiempo.
Hoy quiero compartirles la gran alegría de seguir a Jesús. Hace algunos
años pensaba que seguir a Jesús era para unos cuantos, pero después comprendí
que en realidad Jesús nos invita a todos a seguirlo, para caminar la vida junto a él.
Seguir a Jesús es una gran aventura. Se trata de comprometernos a hacer
de este mundo un mejor lugar, haciendo el bien a todos y compartiendo la buena
noticia del amor de Dios. En mi caso, yo me estoy preparando para seguir a Jesús
desde la vocación al sacerdocio. Y, ¿qué es ser sacerdote y cómo se llega a
serlo?
El sacerdote es un hombre que está llamado a ocuparse de la vida de la
comunidad que la ha sido confiada. Es un Pastor de la comunidad -a imagen de
Cristo, Buen Pastor que ofrece toda su vida por la Iglesia-, el sacerdote existe y
vive para ella.
Nosotros nos formamos en el “Seminario”. El Seminario es una casa donde
aprendemos en comunidad a ser discípulos de Jesús, y poco a poco vamos
descubriendo cómo Dios nos llama a ser sacerdotes.
En este camino vamos dando pasos para llegar a la ordenación sacerdotal,
que es el momento cuando damos el Sí definitivo, y Dios, por medio del Obispo,
nos consagra para pertenecerle a Él en el sacerdocio.
Esos pasos al sacerdocio se llaman ministerios. La palabra «ministerio»
significa servicio. El primero es el ministerio de lector: consiste en proclamar la
Palabra de Dios, o más bien permitir a Dios hablar a la asamblea a través de uno.
El segundo se llama ministerio de acólito: el acólito queda instituido para ayudar
al diácono y prestar su servicio al sacerdote, principalmente en la celebración de la
Misa.
Dar estos pasos es muy importante porque nos ayuda a ir respondiendo
fielmente a la invitación que Jesús nos ha hecho.
¡Muchas gracias si llegaste hasta aquí! No te olvides de orar por las
vocaciones, pero, sobre todo, no te olvides de preguntarle a Jesús cómo puedes
seguirlo en la diversidad de vocaciones que hay en la Iglesia.

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