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El Desarrollo Del Complejo Kalasasaya En Los Periodos Formativo Medio Y

Superior

La aparición de las primeras sociedades de rango define el período Formativo


Medio en la cuenca norte, que data de 1400–500 a.C. aproximadamente.
Arqueológicamente, el Formativo Medio ha sido definido convencionalmente por la
presencia de un estilo de cerámica distintivamente elaborada llamado Qaluyu,
denominado así después del descubrimiento del sitio-tipo por Manuel Chávez
Ballón y John Rowe, en adición a la existencia de arquitectura de plazas hundidas
y pequeños centros regionales. Inicialmente, esos centros habían sido aldeas
regulares que posteriormente adoptaron la arquitectura corporativa.
Las innovaciones en la vida aldeana que ocurrieron durante el siglo XIV a.c.
aparecieron en el registro arqueológico como un mensaje de rasgos
característicos contemporáneos e interrelacionados. Este complejo incluye patios
hundidos, cerámica, colocación de estelas en los patios; además la cerámica
Qaluyu es extraordinaria por su buena cocción y bellos tazones de fondo plano
que fueron utilizados en algún tipo de actividades comunales de compartimiento
de alimentos. En su conjunto, el complejo total de esos nuevos rasgos
característicos puede estar comprendido como un tipo de fenómeno de ritual
político y festivo.
Los autores plantean que la adopción exitosa de este complejo de ritual,
ceremonial dio ventaja a ciertos linajes en ciertos centros al permitirles atraer
seguidores y construir organizaciones más grandes y más complejas de trabajo.
Los primeros patios corporativos en la cuenca del Titicaca fueron modestos. En el
sitio de Huatacoa, en el valle de Pucará, Amanda Cohen (2010) descubrió una de
las más tempranas de esas construcciones de patio hundido. Con un fechado
alrededor del siglo XIV a.C., esta estructura era de forma trapezoidal y contuvo
hoyos no alineados llenos de ceniza. Cohen interpreta esos rasgos como loci
(lugares) de incineración repetida. El patio hundido también estuvo asociado a un
piso de arcilla amarilla caracterizado por un “fuerte quemado in situ a través de
todas las áreas excavadas” (Cohen 2010: 114).
Asimismo, Aimée Plourde excavó un sitio Formativo Medio en la región del
extremo nororiental de la cuenca del Titicaca. El sitio de Cachichupa, localizado en
el valle de Putina, no tuvo solamente una serie de patios hundidos en la base de
un cerro, sino también una cantidad de grandes terrazas que dominaban el
asentamiento. La excavación de Plourde de las terrazas produjo un conjunto de
datos sobre vasijas finas Qaluyu rotas dentro de un gran pozo. La fecha de este
evento fue más o menos contemporánea con la construcción del patio de
Huatacoa (Plourde 2006). Las terrazas fueron altamente visibles y, junto con los
patios hundidos bajo aquellas, representaron la arquitectura corporativa en este
sitio del Formativo Medio temprano.
El desarrollo de organizaciones políticas complejas, territorialmente expansivas
define al Formativo Superior del 500 a.C. al 400 d.C. Este período vio la dramática
intensificación de los rasgos característicos del complejo Kalasasaya. En la región
del norte del Titicaca, dos sitios destacan de los otros: Pukara y Taraco. Pukara es
uno de los sitios arqueológicos más famosos en los Andes, entre los 500 a.C. a los
400 d.C.
Este monumental sitio ha sido principalmente reconocido como un recinto cívico y
ceremonial mayor y un lugar central principal durante el Formativo Superior (S.
Chávez 1992; Klarich 2005). El sitio de Pukara está ubicado en la margen del río
Pucará en la cuenca noroccidental, aproximadamente a 80 km del lago, y en la
base de un afloramiento de arenisca (Klarich 2005). Para los 500 a.C., Pukara
estaba produciendo un distintivo y elaborado estilo de arte. Sin embargo,
alrededor de los 400 d.C., la construcción del sitio había cesado, junto con la
manufactura de este estilo artístico (Mujica 1987; Plourde y Stanish 2006).
Sergio Chávez (1992) sugirió que Pukara fue un centro ceremonial cuyo poder
descansaba en la habilidad de los líderes para controlar la producción y
distribución de imaginería sobrenatural. Sin embargo, la reciente prospección
regional ha indicado que Pukara no fue simplemente un centro ceremonial con
control ininterrumpido en la cuenca norte, sino más bien, este llegó a obtener
poder dentro de un contexto de competencia faccional y de alianzas cambiantes
(Stanish 2003). La apropiación de poder ideológico fue crítico para el éxito de
Pukara, aunque esto no significaba una estrategia novedosa. Los sitios con
múltiples patios hundidos, conjuntos estandarizados de iconos, y finos estilos de
arte cerámico y lítico fueron elaboraciones de las estrategias de liderazgo más
tempranas del Formativo Medio diseñadas para atraer poblaciones locales y
peregrinos por igual, alejándolos de los asentamientos competidores.

complejo Kalasasaya como un medio por el cual las elites aspirantes utilizaron
estrategias persuasivas para mantener sus facciones y la organización compleja
del trabajo en las que sus miembros participaron y perpetuaron. El registro
etnográfico está lleno de ejemplos de jefes conduciendo fiestas en lugares
especiales o sagrados como una forma para mantener sus facciones (Stanish y
Haley 2005). Una amplia gama de obligaciones reciprocas entre jefes y miembros
del grupo son negociadas durante momentos especiales en esos lugares
especiales. La economía política de tales sociedades de jefatura efectivamente
fusiona el ritual y la economía al crear un conjunto culturalmente implícito de
reglas que todos los miembros entienden. La arquitectura corporativa es el lugar
donde tal negociación toma lugar y sirve para hacer algunas de esas reglas
explicitas (Cohen 2010). Las sociedades que crean el lugar para negociar
exitosamente las complejas reglas del comportamiento económico y la
cooperación social, a largo plazo, dominarán el paisaje político.
Los factores hipotetizados que explican la relativamente emergencia de la
sociedad compleja como está representada por la evolución del complejo
Kalasasaya aquí son la organización del trabajo, el comercio, y el uso del conflicto.
Estos factores juegan en un contexto geográfico que favoreció los agrícolamente
ricos extremos norte y sur de la cuenca del Titicaca. En el norte, esta región
estaba centrada en el corredor a lo largo del lago y desde los ríos Huancané,
incluyendo el Taraco y el Azángaro, hasta el Pucará. En el sur, la región está
limitada por la Pampa Koani, atravesando la península de Taraco, Tiwanaku y la
región de Jesús de Machaca.

Organización del Trabajo


La organización del trabajo es un factor crítico en el desarrollo de formas
crecientemente complejas de la estructura social. La teoría antropológica
económica nos enseña que no es la cantidad absoluta de tiempo empleada en las
actividades productivas, sino más bien la naturaleza de la organización del trabajo
la que puede crear sociedades políticamente poderosas y ricas en las economías
preindustriales. Mantener grupos políticamente autónomos cooperando en
economías de escala es la clave para comprender cómo pueden ocurrir tales
transformaciones. Esas transformaciones pueden tomar la forma de crecimiento
rápido, como también de un rápido declive. El ciclo de complejidad de jefatura y
estado arcaico parece ser la norma y, en contraste, las transiciones evolutivas
lentas más parecen ser un artefacto de nuestros prejuicios teóricos y bases de
datos incompletas (Anderson 1996; Marcus 1998).
La construcción de rasgos arquitectónicos no-domésticos en esos tipos de
contextos culturales representa, en el sentido más general, un ejemplo de
esfuerzos de trabajo cooperativos, nuevas formas de manejo del trabajo, y la
creación de economías de escala. En este sistema revisado, la gente no trabaja
más; ellos trabajan de manera diferente. Por primera vez, el trabajo también llega
a ser un producto, y la contribución de horas-trabajo (tanto si es voluntario o
coaccionado) puede ser compensado con el acceso a bienes restringidos, fiestas,
y otras actividades ceremoniales. El trabajo habría sido utilizado para “construir y
mantener patios hundidos, para mantener a los artesanos a tiempo parcial, para
producir objetos de piedra y cerámica, y organizar expediciones comerciales fuera
de la región” (Stanish 2003: 280).
Durante el período Formativo, el acceso y el control sobre el trabajo fueron
importantes Caminos hacia el poder. De particular importancia es la construcción y
mantenimiento de campos elevados, los cuales representan una intensificación de
las actividades agrícolas como también un cambio en la naturaleza de la
organización del trabajo. Aunque el cultivo de campos elevados es un trabajo
intensivo, este presenta muchas ventajas que fueron probablemente importantes
en el crecimiento de ciertos sitios. Al absorber y conservar calor de la radiación
solar, esos sistemas protegieron el crecimiento de plantas del daño de la helada
en la noche (Erickson 1985; Kolata 1991). Su uso también ha sido demostrado
para acortar el ciclo de cosecha, permitiendo la generación de excedente
mediante dobles cosechas, o dejando tiempo para otros tipos de actividades
(Bandy 2001; Janusek 2008). Los datos de los asentamientos de la isla del Sol, la
región Juli-Pomata, y la Pampa de Huatta sugiere que la agricultura de campos
elevados probablemente llegó a estar en uso durante el período Formativo Medio,
contribuyendo tal vez tanto con la tercera parte de la economía política regional
durante este tiempo (Erickson 1988, 1993; Stanish 1994, 2006). Como se
documentó en el área de Juli-Pomata, esos sistemas estuvieron en expansión
durante el Formativo Superior, de tal manera que cerca del 70% de la población
estaba viviendo a menos de diez minutos de camino de las áreas de campos
elevados (Stanish 1994, 2003; Stanish et al. 1997). Los autores plantean que los
datos de la prospección indican movilización del trabajo por la intensificación de
producción agrícola supradoméstica. Desde esta perspectiva, el complejo
Kalasasaya representa los medios físicos por los cuales el trabajo es movilizado
en sociedades carentes de elites con poder coercitivo.
En la ausencia de tal poder, los individuos engrandecidos están forzados a
competir por miembros de facción mediante fiestas programadas y proporcionando
beneficios tangibles a cambio del trabajo de la gente organizada bajo diferentes
formas.

Comercio
El comercio externo proporciona uno de los elementos claves en la creación de
economías políticas complejas. Los bienes no locales adquieren valor debido
simplemente a su rareza y asociación con lo exótico (Helms 1993). A diferencia de
los bienes disponibles comúnmente, los bienes exóticos son creadores de
prestigio o marcadores de status (Plourde 2006). Al crear economías que generan
excedentes mediante materiales disponibles localmente, las comunidades pueden
comerciar ese excedente con otras comunidades que correspondientemente crean
bienes de recursos específicos.
Este tipo de intercambio representa una clásica relación económica entre regiones
con bases de recursos diferenciales comerciando sus bienes para mutuo
beneficio. Aumentar la producción a través del trabajo especializado también tuvo
un efecto político adicional. Entre los centros competidores, la reciprocidad
institucional inherente a las relaciones de comercio también serviría como un
mecanismo integrador crítico, creando obligaciones entre socios locales de
intercambio y fomentando alianzas entre contactos dispersos (Adams 1974;
Malinowski 1920; Mauss 1950).
Existe abundante evidencia de intercambio de larga distancia de productos a
través de la región del Titicaca tan temprano como el período Arcaico.
Las excavaciones en la isla del Sol en Bolivia indican comercio de obsidiana
desde tan temprano como la última parte del tercer milenio a.C. Esta obsidiana
procedería del valle del Colca en el área de Arequipa a más de 175 km de
distancia. Este comercio habría involucrado el uso de embarcaciones, puesto que
la isla ha tenido ocupación humana la mayor parte o todo el tiempo (Stanish et al.
2002).
Para el período Formativo Temprano, la adquisición de bienes de prestigio requirió
el firme establecimiento de redes de comercio de larga distancia (Janusek 2008).
Los tempranos residentes de la región del Titicaca utilizaron una variedad de
materiales exóticos. Los artefactos de oro posiblemente más tempranos
encontrados en la cuenca, descubiertos en el sitio de Jiskairumoko, datan de este
período o, incluso, más temprano (Aldenderfer et al. 2008). El oro probablemente
habría llegado desde los valles orientales que descienden hacia la cuenca
amazónica, ya que la región del Titicaca contiene muy poco de este material
(Plourde 2006). Las excavaciones, como las de Jiskairumoko, también ofrecieron
la más temprana evidencia de una piedra azul no local en contextos que datan del
Arcaico Terminal temprano (Craig y Aldenderfer 2002). Esta piedra,
alternativamente identificada como sodalita o lapizlázuli, a menudo se usaba para
elaborar cuentas, y podrían haber sido importada desde una fuente en
Cochabamba, al sur de la cuenca del Titicaca (Browman 1981). Una variedad de
plantas alucinógenas y otros materiales orgánicos, incluyendo coca, también
fueron conseguidos de entornos de tierras bajas. Las sustancias psicotrópicas
tales como vilca, ayahuasca, brugmansia, que crecían en las tierras bajas
amazónicas y vertientes orientales tropicales, fueron usadas conjuntamente con
tubos inhaladores y tabletas, las cuales también fueron comercializadas (Janusek
2008; Plourde 2006).

Conflicto
Los documentos históricos indican que la ocupación Inca de la región del Titicaca
se produjo a través de la conquista militar y luego de una intensa negociación.
Como en el resto de los Andes, el conflicto se extendió antes del Intermedio
Tardío (Arkush 2005). La pregunta a responder es qué evidencia de conflicto
existe previamente al Intermedio Tardío. Comenzando en el otro extremo de la
secuencia cronológica, existe poca evidencia de conflicto organizado en los
períodos Arcaico o Formativo Temprano. Nosotros tenemos alguna evidencia de
patrones de asentamiento de que los sitios estuvieron situados defensivamente
tan temprano como en el Formativo Medio, aunque esto no es completamente
seguro. La evidencia de conflicto y competencia llega a ser más clara en el
registro arqueológico del Formativo Superior, es por ello que los autores plantean
que la violencia organizada puede rastrearse por lo menos en este tiempo. Un
fechado radiocarbónico de la base de un muro de un sitio fortificado en el valle de
Putina lo coloca en el Formativo Superior entre los 108 a.C. – 120 d.C. Esta fecha
es consistente con las ubicaciones defendibles del período Formativo Superior en
la cuenca norte del Titicaca en general.
También hay un cambio iconográfico importante durante este período que habla
del uso de la violencia como estrategia política. El repertorio iconográfico Pukara,
el cual incluye cabezas trofeo, “devoradores”, decapitadores y felinos arrodillados
rugiendo, alude a un ethos de violencia y poder desigual (Hastorf 2005: 68) nunca
antes visto en la región del Titicaca. De particular interés son las representaciones
de “cabezas trofeos” (Arnold y Hastorf 2008; S. Chávez 1992), que habían estado
ausentes de la tradición Yaya-Mama del Formativo Medio.
En el Formativo Superior, este motivo aparece “en el arte lítico, cerámico, y textil, y
su poder simbólico en la región no puede ser exagerado” (Stanish 2003: 161). El
uso de estos tipos de imágenes probablemente refleja conflictos reales entre
grupos de elite en la región en este tiempo. Además, Arnold y Hastorf sostienen
que el conjunto de cabezas humanas, representando clérigos, encontradas en el
sitio de Pukara (S. Chávez 1992: 64; Kidder 1943) probablemente representa “la
captura de poderes enemigos” (Arnold y Hastorf 2008: 190-191). Basados en esta
información junto con los datos de los asentamientos, que la violencia organizada
como instrumento político realmente comenzó alrededor del 400 a.C. en la cuenca
norte del Titicaca.

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