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CENTROS HISTORICOS: CARTAGENA Y BARRANQUILLA.

Es importante esclarecer si realmente uno de los dos territorios cuenta con un centro
histórico, esto ha podido orientar a las ciudades a un desarrollo social, urbano, económico y
cultural con respuestas diversas ante la existencia del mismo. Aunque no existen criterios que
delimiten la definición de centro histórico, generalmente estos son considerados barrios céntricos
de grandes ciudades donde se ubican actividades complejas y diversas, desde las administrativas
hasta las turísticas. De igual manera, preexisten características físico espaciales y arquitectónicas
que dotan de carácter importante e información el espacio. Enmarcado en el tema que se trata,
progresivamente el desarrollo de urbanizaciones en el s. XX y el auge comercial dio prioridad al
aspecto económico sobre el carácter histórico-cultural y social de áreas o centralidades históricas,
suponiendo su deterioro, obsolescencia funcional e incluso desde otro punto de vista, su
aprovechamiento de forma visionaria.
En relación con lo anterior, podemos identificar si escenarios como Barranquilla y
Cartagena poseen o no un centro histórico consolidado, en conjunto con sus características. Si
bien no hay lineamientos que delimiten un centro histórico, tomando ciertas consideraciones, en
un sentido, Barranquilla no posee un centro histórico que comprenda el sentido histórico en su
totalidad, lo identifique y propicie la cultura como método de apropiación del espacio mismo.
Tiene las características de un centro viejo de funciones comerciales a un bajo nivel, con un
numero indistinto de edificaciones deterioradas, desocupadas y en obsolescencia, que en su
momento fueron edificios administrativos, oficinas, casonas, y comercio, con el hacinamiento de
población flotante con altos índices de degradación y exclusión social con secuelas o problemas
económicos, de drogas, delincuencias y demás. De esta manera, la centralidad histórica puede
considerarse como una de esas tantas que entró en abandono, segregación social y funcional a
raíz del auge proliferado de abandono, invasión del espacio público y el deterioro por el
desplazamiento a áreas mejor provistas como lo que fue hoy el sector consolidado “El Prado”,
convirtiéndolo en un sitio receptor de población excluida que perjudica la vida urbana del
espacio. A esto se suma una situación ambiental extremadamente riesgosa por la ubicación en el
centro de numerosas actividades contaminantes.
No es una consideración rápida o empírica, desde cualquier punto de vista se comprenden
los fenómenos recurrentes en la centralidad de la ciudad. Los problemas o características sociales
y urbanas de esta no son diferentes de otros centros históricos de Colombia, próximamente a
estudiar el de Cartagena. El carácter del centro de Barranquilla radica en la forma como sus
ciudadanos y mandatarios se desligan de la cultura, y de forma “inteligente” ejecutan procesos de
renovación urbana desarticulados a nivel social, urbano, cultural, político y ambiental. Si nos
fijamos bien, a diferencia de otros centros históricos, de los hitos históricos característicos que
dotaron de importancia a la centralidad, teniendo en cuenta el tiempo, son pocos los que se
encuentran de pie, funcionando, restaurados y otros deteriorados o en obsolescencia. Esto pone
en evidencia el poco carácter histórico e importancia que el distrito le da a su centralidad misma,
que actualmente funciona como áreas de actividad central con zonas destinadas al empleo,
servicios e intercambios comerciales en diferentes intensidades y que por su localización
estratégica dentro del polígono presentan una tendencia de mezcla de usos urbanos de bienes y
servicios finales o intermedios, en calidad de comerciantes mayoristas o detal; convirtiéndose en
parte de la estructura económica y de competitividad del sector, y el distrito mismo. De esta
manera se cateteriza posiblemente como un distrito central de actividad comercial, evidenciando
de igual manera que su historia no va de la mano de la cultura sino de su evolución en el tiempo
de la mano de actuaciones urbanísticas de renovación frente a lo que se perdió y su reactivación.
Situaciones y características contrarias presentes en Cartagena que se vio involucrada en
el desarrollo del país desde la época de la conquista y fueron casa de españoles durante más de
dos siglos, Barranquilla empezó a surgir como un sitio de comerciantes avanzada ya la Conquista
y sin la posibilidad de adoptar las costumbres, edificaciones, historia o concebirse como un
espacio posible para desarrollar la cultura, que en el contexto de los Centros Históricos, a
Cartagena, y muchas más les ha dado una ventaja al permitirles entenderse a ellas mismas, desde
la raíz y desde la historia, como un patrimonio cultural, histórico y arquitectónico de la
humanidad.
La Ciudad de Cartagena de Indias, fundada en 1533 al borde de una compleja bahía que
funciona como puerto natural. Su protección y defensa fue un propósito permanente de la
Corona, que la dotó de uno de los mejores sistemas de fortificaciones. En este contexto de
transformación del paisaje económico, político y social de Cartagena, las murallas se imponen
como los símbolos de su riqueza patrimonial y su atractivo turístico, símbolo que fue inscrito en
la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1984. Es precisamente de estas murallas
abandonadas durante mucho tiempo que se generó el renacimiento de la ciudad. Cartagena se
apunta como el motor de una nueva política turística a nivel nacional. Iniciando la mejora e
inversión en infraestructura de servicios para permitir la construcción de hoteles y complejos
residenciales a gran escala en sus a los redores atractivos, generadores de turismo, empleo y
procesos migrantes de las regiones vecinas y del interior del país. Así mismo, las murallas son el
objetivo de atractivo patrimonial ventajoso y un atractivo turístico; pero encarnan el cierre
material y simbólico del centro histórico, el desarrollo desigual de dos ciudades: una lógica de
exclusión, separación, segregación entre la ciudad histórica y turística en la cual se concentran
los proyectos de mejoramiento, valorización, renovación, embellecimiento, y la ciudad
extramuros que sigue careciendo de todo el beneficio que la otra acapara.
En calidad de protección y promoción de lo existente, y su factor cultural, sus
actuaciones invitan a la sociedad a recordar el pasado glorioso de la ciudad (la ciudad heroica) y
de la mano del progreso, la modernización; ejecutando el mejoramiento de las murallas, de las
zonas públicas, y edificaciones con carácter patrimonial/histórico como el Castillo de San
Felipe, tantas medidas que acompañan los trabajos de infraestructura hasta la actualidad con la
inserción de nuevos usos para que las rentas del turismo se utilicen en pro de la conservación y
promoción del patrimonio, orientándose hacia una concepción más local del patrimonio, y su
reapropiación por parte de los habitantes de la ciudad.
En 1959 el centro histórico de Cartagena fue declarado Monumento Nacional de
Colombia, medida que permite la protección de los edificios públicos y privados, civiles y
militares, religiosos y laicos que conforman ese valioso y homogéneo conjunto. Sin embargó,
Cartagena en su estado ambivalente de turismo y patrimonio, ha reconfigurado su centro histórico
de la ciudad y su conjunto de fortificaciones se han generado procesos consecuentes a su
revitalización:
 Respecto a la autenticidad del diseño, las intervenciones sobre el patrimonio construido
son numerosas y de diferente incidencia; se han hecho practicables y habitables espacios
concebidos con funciones y arquitectura específica, la intervención de los patios centrales
y miradores, concebidos para estancia se convierten en frondosos jardines y bares o
terrazas para tomar el sol. De igual manera, adecuaciones necesarias e inevitables como la
reformulación de los servicios sanitarios, pasando de los elementos tradicionales a
espacios mas confortables, en conjunto con las estancias habitacionales. Por encima de
todo esto, la desorbitada especulación inmobiliaria ha generado cambios arquitectónicos,
urbanos y paisajísticos de dudosa calidad, que adquieren ya un carácter irreversible.

 Respecto a su materialidad, ha sufrido procesos profundos e incontrolados de


intervención en los cuales ha irrumpido toda suerte de materiales y técnicas constructivas
no tradicionales; generalmente se ha procedido a valorar, conservar y reutilizar la sólida
estructura portante y la espacialidad de lo preexistente. A eso se le suma, las adiciones
que incorporan acabados, sistemas y procedimientos constructivos alejados de lo
aceptado, rompiendo el esquema, y la no siempre reversible, aparición de nuevos
edificios, recientes intervenciones y uso de materiales contemporáneos. Enfrentando a una
lucha de problemas relativos a su conservación e integridad; como conjunto urbano,
generalmente armonioso; resultan, por supuesto, muy preocupantes algunas
intervenciones que resultan un falso histórico para romantizar la Cartagena que en su
momento se mantuvo en pie.

 Respecto a su emplazamiento, refiriéndonos a su entorno, consideramos que el centro


histórico de Cartagena de Indias no es más que un pequeño sector de una ciudad extensa y
poblada que aún mantiene parte de su trazado urbano original; las murallas, la costa y las
ciénagas son limitantes muy fuertes que permitieron, y permiten, cierto aislamiento físico
de las dinámicas y problemas que afectan al resto de la ciudad.
Por ahora, ambas centralidades son objetos de codicia por los administrativos y sus recursos,
sin tomar conciencia la fragilidad del centro histórico como espacio público y como memoria
colectiva no apropiable, donde la dimensión material, inmaterial y simbólica prevalece,
memoria preexistente que debe protegerse de toda forma de apropiación y deterioro, mitigando
los procesos de exclusión de los propios habitantes y a nivel urbano del polígono mismo para
una articulación integral con los procesos de la ciudad.

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