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TEMA I – LA OBLIGACIÓN EN GENERAL

EL DERECHO DE OBLIGACIONES Y LA RELACIÓN OBLIGATORIA


LA RELACIÓN OBLIGATORIA
Se considera que aquella rama del Derecho civil que se dedica al estudio de las relaciones
jurídicas que sobre el intercambio de bienes y servicios entre los particulares, se ha denominado,
Derecho de obligaciones.
Quedando claramente establecido que la idea de obligación requiere “ad initio” considerar la
existencia de sujetos que ocupan posiciones contrapuestas. Uno que tiene la posición de obligado
o posición de deuda, al ser la persona que se compromete a la obligación acordada, y el otro
sujeto, que ostenta una facultad de crédito frente al obligado, ya que el acuerdo al que se ha
llegado entre ambos, beneficia a esta posición subjetiva. En otras palabras, en el caso de una
situación o norma jurídica propiamente dicha, por la cual se impone a alguien una obligación, al
mismo tiempo que faculta a otro para exigirla o reclamarla.
Por ello, es claro que resulta mucho más correcto, hablar de relación obligatoria que de una
simple obligación. Ya que este término, ofrece una visión parcial y unilateral del vínculo existente
entre dos personas que ocupan posiciones contrapuestas mientras que, por el contrario, la idea de
relación obligatoria está referida, conjuntamente, a la doble posición de personas vinculadas por
dicha relación.
Los propios datos legales han favorecido la denominación clásica de obligación. Hecho que queda
evidenciado con la propia rubrica del Libro IV de nuestro Código Civil (de ahora en adelante CCiv),
que se denomina “De las obligaciones y contratos” ( Arts 1088 y ss del CCiv) Así, se entiende que
las obligaciones, surgen principalmente de contratos, cuasicontratos, cuasidelitos e incluso de la
propia ley. Por lo que, mientras que contrato supone un entrecruzamiento de derechos y
obligaciones entre las partes contratantes. Otras fuentes, como el propio CCiv prefiere optar por
insistir en la idea de obligación, como tal, en vez de resaltar la de derecho (derecho de crédito),
aunque evidentemente se da por supuesto que la idea de obligación lleva inherente la existencia
de un crédito frente al obligado.

EL DERECHO DE OBLIGACIONES
Se entiende que el Derecho de obligaciones, es aquella parte del Derecho Civil, que se encarga
de las relaciones jurídico-privadas, en su aceptación más estricta. Aunque en un sentido más
amplio, la expresión Derecho de obligaciones, comprende las obligaciones en general, la teoría
del contrato, la regulación de las distintas figuras contractuales, el estudio de los cuasicontratos y
la consideración de la responsabilidad civil.
Estas materias se encuentran reguladas en nuestro Cciv, en dos partes:
• El régimen general de las obligaciones (Arts. 1088 a 1213 CCiv)
• La teoría general del contrato (Arts. 1254 a 1314 Cciv): los contratos, los cuasicontratos y la
responsabilidad por posibles daños.
La importancia práctica de la materia viene dada por la multiplicidad de relaciones obligatorias
existentes en nuestra vida cotidiana, y, además, por la circunstancia de que la regulación general
de las obligaciones y contratos prevista en el CCiv es, en general aplicable al tráfico mercantil,
como reconoce el art. 50 del Ccom.
Todo esto sucede, dado que el derecho de obligaciones y la contratación, ha evolucionado
bastante y el derecho de obligaciones codificado, tal y como fue formulado, no es apto frente a las
nuevas realidades.
Hay que puntualizar la gran influencia que a tenido el Derecho Romano en esta materia, pero sin
dejar de reconocer tal grandeza es innegable que la depuración técnica que acredita el estado
actual del Derecho de obligaciones hace que se haya avanzado y se hayan ido desterrando
algunas ideas romanas, tales como la idea de obligación como “vinculum iuris” de estricto carácter
personal entre acreedor y deudor.
Por todo ello, y debido a la pluralidad de regulaciones existentes, en lo que respecta a las
obligaciones, es necesario hacer la siguiente apreciación sobre la contratación civil y mercantil; en
relación a los consumidores. De manera que:
• Obligaciones y contratos mercantiles. Se darán cuando una de las partes es un comerciante.
( Ej: Un concesionario compra coches a la fábrica)
• Obligaciones y contratos de consumo. En estos casos, el consumidor, es el destinatario de la
obligación o contrato (Ej: Se da cuando un particular compra un coche en el concesionario)
• Obligaciones y contratos civiles: Aquellas que se dan entre particulares (Ej: Cualquier
compraventa o incluso acuerdo de servicios de los que surgen obligaciones para particulares, a
través de aplicaciones como Vinted y Wallapop, como un coche)

LA NOCION TÉCNICA DE OBLIGACIÓN


Obligación, es un término que se puede definir como la relación jurídica entre los titulares de dos
posiciones subjetivas, la de crédito y la de deuda, en torno a una conducta establecida como
prestación (Arts. 1088 y 1911 Cciv). De manera que cuando una parte se compromete a una
determinada prestación a otra, ostenta un derecho personal esta parte, sobre la primera, por el
cual puede exigir el cumplimiento de dicho acuerdo u obligación
Cuando una parte se compromete a una determinada prestación a otra, que ostenta un derecho
personal sobre el primero para exigir.
Tal y como hemos recogido anteriormente, las principales fuentes de las obligaciones son los
contratos, pero también pueden determinarse por cuasicontratos, cuasidelitos o que vengan
establecidos por la propia ley. Para poder tener en cuenta, que no toda obligación implica una
contraprestación monetaria, en sentido estricto.
EL DEBER JURÍDICO EN GENERAL Y LA OBLIGACIÓN
Pero, la tradición jurídica del Derecho privado ha reservado, en definitiva, la calificación de
obligación a aquellas situaciones de subordinación en las que la conducta del obligado es
susceptible de una valoración patrimonial concreta, mientras que en caso contrario prefiere hablar
de un deber o de un deber jurídico, en general.
De manera que si se aceptan estas premisas, la obligación aparece como una subespecie del
deber jurídico que se caracteriza por el valor patrimonial de la conducta del obligado, por lo que se
hablaría entonces de un “deber jurídico patrimonializado”.

LA PATRIMONIALIDAD DE LA OBLIGACIÓN
Para los juristas clásicos y contemporáneos, la presencia o ausencia de patrimonialidad en una
relación entre dos personas era un dato, que desde el punto de vista jurídico-privado, permite
superar la multitud de significados del término obligación, estableciendo que éste recoge: aquellas
conductas o deberes jurídicos exigidos a una persona, por el ordenamiento jurídico, con carácter
general, contemplada por el Derecho y que no son susceptibles de directa valoración patrimonial.
Como por ejemplo, basta ser español para “tener el deber” de conocer el castellano (art. 3 CE), o
hallarse en territorio español para estar “obligado” a observar las leyes penales (art. 8.1 CE). Ya
que el mero desconocimiento de una norma no implica su incumplimiento.
Aunque, bien es cierto que la obligación en sentido propio o técnico, como subespecie del deber
jurídico, se caracteriza por la nota de patrimonialidad de la prestación, de la conducta debida por
el obligado, tal y como propugnaba Savigny.
Pero lo dicho anteriormente no encuentra apoyo textual, actual en el Código Civil. Dado que el art.
1088 se limita indicar que “toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa” sin que
la nota de patrimonialidad sea necesaria. Y por ello, algunos autores han querido defender la idea
de patrimonialidad de la prestación derivada de lo establecido en el art. 1271 CCiv, ya que
sostienen que puede ser susceptible de contrato y obligación, todas las cosas que no estén fuera
del comercio con los hombres, aun incluidas las obligaciones futuras.
El fundamento de la patrimonialidad de la prestación está en una serie de principios inspiradores
del conjunto normativo regulador de la relación obligatoria. Y que el incumplimiento de las
obligaciones conlleva como mecanismo de reparación del acreedor insatisfecho la indemnización
de daños y perjuicios y esta si llegara a imposibilidad de reparación “in natura” acaba
generalmente por reconvertirse en una reparación pecuniaria.
Pudiendo establecerse la existencia del “Derecho patrimonial”, que sería aquel conjunto de reglas,
que dentro del derecho civil, regulan la materia relativa a la atribución, aprovechamiento,
distribución y circulación de los bienes
ESTRUCTURA GENERAL DE LA OBLIGACIÓN
LOS SUJETOS DE LA OBLIGACIÓN
La relación obligatoria comporta una relación integrada por, al menos, dos personas. Dado que en
términos jurídicos, nadie puede estar obligado consigo mismo, sino siempre respecto a otra
persona. Conforme a ello, la relación obligatoria requiere la vinculación de dos personas, que
ocupan posiciones distintas:

1.Sujeto activo: Posición legitimada para exigir una conducta de forma activa. Es
identificada por los autores modernos, con el termino legal de acreedor. La razón de ello
radica en que dicho término, acredita a dicha persona, al ostentar la titularidad de un
derecho de crédito que puede ejercitar, cuándo y cómo corresponda, frente al deudor u
obligado.

2.Sujeto pasivo: Persona obligada por la relación obligatoria (es decir, por el acto jurídico
que se ha producido) a cumplir con la conducta prevista en la obligación. Persona obligada
a dar, hacer o no hacer. Esta figura se conoce como el deudor u obligado

De esta manera, si en la obligación sólo hay un deudor y un acreedor, se hablará de unicidad de


sujetos, algo que queda regulado en el artículo 1149 del Cciv, en donde se recoge: La divisibilidad
o indivisibilidad de las cosas objeto de las obligaciones en que hay un solo deudor y un solo
acreedor no altera ni modifica los preceptos del capítulo II de este título. Y en aquellos casos, en
los que, en la relación obligatoria, concurran una pluralidad de sujetos, ya sean acreedores o
deudores, o ambos a la vez; esta pluralidad no modifica la estructura de la obligación, ésta
funciona igual. Pero en estos casos, deberá hablarse de coacreedores y/o codeudores.

Debiéndose concluir, que ambas partes son jurídicamente iguales, a pesar de la existencia del
principio “in favor de Vitori” (favorecer al deudor), lo que significa que en caso de falta de acuerdo
entre las partes, la ley optará por aquella situación más favorable para el deudor

LA PRESTACIÓN

Se considera que la prestación se puede identificar con aquella conducta prometida por el
obligado, sea cual sea su naturaleza, alcance y concreción.

Gramaticalmente, se considera que la conducta debida por el obligado es la denominada


prestación. De forma que, ésta constituye el elemento objetivo de la relación obligatoria, según
los términos del art. 1088 (Toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa.).

Para los autores tradicionales la prestación estaba representada por las cosas o servicios
incluidos en el pacto obligacional. Pero hoy en día, las cosas y los servicios no representan el
objeto de la obligación, sino el contenido o el objeto de la actividad, o del comportamiento debido
por el deudor. Constituyendo el objeto inmediato de la prestación y, por tanto, el de la obligación.
Aunque, el CCiv no es muy estricto ya que unas veces asimila las cosas y servicios al objeto de la
obligación y en otras ocasiones, sigue la idea de que el objeto de la obligación es la prestación.

Sin embargo, si se establecen como requisitos principales de la obligación, que son los mismos
que para los contratos, los siguientes:

 Posible. La prestación debe ser posible para su realización

 Licita. Toda prestación debe cumplir con lo establecido por las leyes

 Determinada. A la hora de producirse el negocio jurídico, debe quedar establecida de


forma concreta y clara en qué consistirá la prestación surgida por la relación obligatoria

EL DERECHO DE CRÉDITO: DIFERENCIACIÓN DE LOS DERECHOS REALES

El poder o facultad para reclamar la prestación que se reconoce al acreedor se denomina


derecho de crédito o derecho personal. Se hace referencia a esta denominación personal para
poderlo diferenciar de los derechos reales, ya que cuando uno tiene la posición de titular de unos
y otros es diferente.

Así, se puede determinar que las diferencias entre los derechos reales y los derechos de crédito o
personales son:

1. El derecho real otorga a su titular la facultad concreta sobre las cosas en sí mismas e
independientemente de su titular o poseedor actual. Y el titular real puede dirigirse
directamente contra las cosas afectadas por el derecho real.

2. Por otra parte, los derechos reales son derechos absolutos con eficacia erga omnes
(eficacia frente a todos), mientras que los de crédito o personales sólo se hacen valer
frente al obligado, por lo que se califican como derechos relativos.

3. Con respecto al problema de distribución estática de la riqueza, los derechos reales son
derechos normalmente, permanentes (siempre que no se modifiquen); mientras que los
de crédito (relaciones jurídicas-obligatorias de que dimanan) atienden fundamentalmente al
intercambio de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas que no se
pueden resolver con el mero señorío sobre las cosas. Por lo que hay que afirmar que los
derechos de crédito son derechos transitorios con vocación de autodestrucción o
finalización, en el momento en que el deudor lleva a cabo su prestación.

4. Esa tendencia de que los derechos reales, sobre todo, cuando estos recaen sobre bienes
inmuebles, requiere que el ordenamiento jurídico les exija mayores requisitos de forma
para los actos de constitución, modificación o extintivos de los derechos reales (art. 1280
CCiv) .

5. La general susceptibilidad de posesión de los derechos reales conlleva la posibilidad de


usucapión o prescripción adquisitiva, a lo que los derechos de crédito están excluidos.

TESIS DOCTRINALES DE LA OBLIGACIÓN


EL PLANTEAMIENTO DE SAVIGNY
Savigny centra la esencia del fenómeno obligatorio en la sujeción del deudor, llegando a
considerar la posición del acreedor como meramente accesoria. En el plan de Savigny , el
estudio de la propiedad y los demás derechos reales precedía al estudio del Derecho de
obligaciones.
Consideraba el dominio como una situación de poder, determinante para configurar el propio
concepto de relación obligatoria, pues para él la posición del deudor era de absoluto sometimiento
al dominio y a la voluntad del acreedor.

LA OBJETIVACIÓN DE LA RELACIÓN OBLIGATORIA

La obsesión de Savigny por tratar en paralelo las situaciones de poder que representaban la idea
de propiedad (o dominio) y que la obligación carecía de fundamento alguno, fue muy criticada por
muchos autores y posteriormente abandonaron dicha teoría.

Sin embargo, en un típico movimiento pendular, es importante, resaltar la posición del acreedor y
el hecho innegable de que éste, en caso de incumplimiento, puede llegar a perjudicar el
patrimonio del deudor, con lo que llegaron a la conclusión de que verdaderamente la esencia del
fenómeno obligatorio radicaba en la responsabilidad patrimonial universal (art. 1911 Cciv: Del
cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros.) .

Desde dicha perspectiva lo importante es la responsabilidad patrimonial del deudor; hasta el punto
de que algún autor llega a proponer que la esencia de la relación obligatoria radica en el vinculo
existente entre los dos patrimonios, cuyos titulares son obviamente el acreedor y el deudor.

DIFERENCIACIÓN ENTRE DEUDA Y RESPONSABILIDAD

Se produce un debate dogmático a lo largo de la última parte del siglo XIX y comienzos del XX,
que desemboca en una bifrontalidad de los dos elementos básicos de la relación obligatoria: la
situación de deuda o débito y la consiguiente responsabilidad patrimonial del deudor.

Debido a ello, la doctrina actual acaba proponiendo que es posible la existencia separada e
independiente de ambos elementos. En la defensa de dicha tesis algunos historiadores alemanes
dedicaron profundos estudios para demostrar que en el pasado, la exigencia autónoma y
separada del débito (Shuld) y la responsabilidad (Haftung) era posible y no contradecía la esencia
de la relación obligatoria. Siguiendo esa tendencia el jurista Otto Von Gierke, en cuya obra
representa la separación entre la deuda y la responsabilidad.

Así, desde ese momento, la doctrina expone la existencia de supuestos de deuda sin
responsabilidad y de responsabilidad sin deuda. Dentro de los primeros se consideran
básicamente las obligaciones naturales; mientras que la fianza y los supuestos similares de
garantía personal, representarían la responsabilidad sin deuda

DEUDA Y RESPONSABILIDAD COMO ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN

La doctrina contemporánea considera conjuntamente ambos aspectos como integrantes de la


relación obligatoria. Entendiendo que no pueden descomponerse como un rompecabezas.

Toda obligación, según los partidarios de la tesis integradora, conlleva la necesidad de considerar
la existencia simultánea del elemento personal y del elemento patrimonial desde el momento
constitutivo de la relación obligatoria, ya que se encuentran en el mismo plano y son elementos es
necesarios para el desarrollo y dinámica de la obligación.

La promesa de ejecución de la prestación debida en que consiste el débito y la posibilidad


otorgada al acreedor de agredir los bienes del deudor en caso de incumplimiento, no son
separables, sino que constituyen la esencia del concepto de obligación.

LAS OBLIGACIONES NATURALES

Tradicionalmente se ha presentado una contraposición entre las obligaciones civiles (o jurídicas) y


las obligaciones naturales.

Las obligaciones civiles serían las obligaciones propiamente dichas, dotadas de la posibilidad de
reclamación y, en su caso, de ejecución judicial. Mientras que las obligaciones naturales serían
aquellas que no conceden acción alguna a su titular para reclamarlas, ni exigir su cumplimiento,
aunque constituirían una causa suficiente para retener el pago la soluti retentio (planteamiento
claramente romanista, para cuyo Derecho natural era obligación imperfecta u obligación civil
abortada por falta de personalidad o capacidad del obligado o defecto procesal)

LA DISCURSIÓN DOCTRINAL EN ESPAÑA

Nuestro Código Civil, no recoge la categoría de la obligación natural. Y en favor de dicha tesis se
alegan diferentes argumentos:
1.La continuidad en la falta de contemplación expresa de la obligación natural por el
proyecto Isabelino pese a su afrancesamiento.

2.Lo llamativo que resulta que nuestro CCiv se separe de sus modelos y de los de la
familia latina (Chile, Bolivia, Ecuador, etc) en los que resulta expresamente reconocida.

Así, algunos autores se pronuncian abiertamente en contra de la existencia de la categoría, tales


como Sánchez Román, Núnez Lagos, y Roca Sastre. Y otros, admitiendo su falta de
reconocimiento admiten la asunción de la noción de obligación natural en algunos supuestos,
algunos de ellos muy discutibles y discutidos, son:

1.Art.1756 CC: Sobre el pago de intereses no convenidos con el prestatario.

2.Art.1798 CC: Sobre pago de deudas procedentes o derivadas de juegos ilícitos.

3.Art.1935 CC: Sobre pago de deuda ya prescrita.

4.Art.1894 CC: Sobre prestación de alimentos por oficio de piedad.

5.Art.1901 CC: Sobre exclusión de carácter indebido del pago por “causa justa”.

Poniendo de manifiesto que el oscuro deslinde de una noción tan escurridiza como la de la
obligación natural, y sobre todo, la circunstancia de que el Tribunal Supremo haya recurrido a ella
para justificar deberes morales o de conciencia, trae consigo que muchos autores consideren que
la vieja noción de obligación natural, revisada, es útil para justificar determinadas atribuciones
patrimoniales.

LA OBLIGACIÓN NATURAL COMO DEBER MORAL

Actualmente se puede proponer que la obligación natural debería configurarse como una justa
causa de una atribución patrimonial concreta (art. 1901 Cciv: Se presume que hubo error en el
pago cuando se entregó cosa que nunca se debió o que ya estaba pagada; pero aquel a quien se
pida la devolución puede probar que la entrega se hizo a título de liberalidad o por otra causa
justa.) que encontraría su fundamento en la existencia de un deber moral cualificado (Martínez
Calcerrada) o un deber moral elevado a rango de obligación imperfecta (Bonet). Semejante
propuesta ha sido desarrollada por la Jurisprudencia y la doctrina francesas.

En Derecho Histórico la obligación natural era considerada como una obligación civil en estado
degenerado o abortado y ahora es deber moral o de conciencia, que pese a no ser exigible
jurídicamente, desempeña la un misma función que en el Derecho de Roma: justificar la
irreparabilidad del pago y la posibilidad de fundamentar promesas o declaraciones de voluntad
unilateralmente por quien se autoconsidera obligado a pago.
LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO

La STS de 17 de octubre de 1932, sobre seducción y obligación del seductor (deberes morales
imputables al varón) traducidos en auxilios que se convirtieron en obligaciones naturales. Destaca
el valor de la promesa en cuanto se fundamenta en deberes morales preexistentes; éstos, pues,
desempeñan la función de justa causa de la obligatoriedad de la promesa.

Algo similar ocurre con la STS de 5 de mayo de 1958, normalmente citada en apoyo de la
obligación natural. En este caso, una mujer, heredera única debe realizar unos pagos de unas
cantidades periódicas a otros parientes por orden de la causante, deja de realizar tales pagos y
los parientes la demandan y recurren en casación, el Tribunal Supremo casa la sentencia, por
considerar obligación estrictamente moral, lo que la convierte en una declaración unilateral
constituida como promesa posteriormente aceptada.

En suma, la jurisprudencia del Tribunal Supremo parece aceptar la configuración post-codificada


de la obligación natural, propugnando que cuando existan deberes morales o compromisos de
conciencia social cuyo alcance patrimonial haya sido transmitido o notificado a los beneficiarios,
éstos podrán oponer la irrepetibilidad de los pagos, en su caso realizados y reclamar el
cumplimiento de las promesas unilateralmente emitidas por la persona afectada por aquellos
deberes.

Pese a ello, no se concede acción para reclamar el cumplimiento de una obligación natural; como
en el caso analizado por la STS 154/2017 de 7 de marzo(Pon. Seijas), al considerar que el pago
de la obligación de alimentos, no genera una acción de repetición en el caso concreto de una
acción ejercitada por un hermano que reclama a otro, la mitad de las cantidades que pagó por
gastos de asistencia geriátrica prestados en una residencia antes de que se recibiera la
subvención pública que cubrió gran parte de tales gastos. El fundamento radica en que no es
posible admitir que el demandante reclame los alimentos debidos anteriormente sólo tras la
muerte de su madre, pues aunque pueda haber una obligación natural a cargo de quien hasta el
momento de la transacción judicial no colaboró al sostenimiento alimenticio de su madre, lo cierto
es que la Ley no concede acción para pedir el cumplimiento de un deber de esta clase en la forma
que ha sido. Pero si el alimentista, en este caso la madre, carece de acción para ampliar su
reclamación a un momento anterior, con mayor motivo no la tendrá su hijo-demandante a través
de la acción de reembolso.

LA COMPILACIÓN DE NAVARRA

En contra de lo que ocurre en el Código Civil, la compilación de Navarra, regula expresamente las
obligaciones naturales en la ley 510.1: No será repetible el pago cuando se haya hecho en
cumplimiento de un deber moral, o impuesto por el uso, aunque, no sea jurídicamente exigible.
Tratando de evitar el enriquecimiento sin causa

Como se ve, en dicha norma, se acepta la formulación de la obligación natural, lo que cuadra mal
con la pretensión de adecuar la regulación de la figura a las fuentes históricas. Pero existiendo
una continuidad con las previsiones del Derecho romano en el supuesto regulado en la Ley 538 de
la Compilación: préstamo al hijo de familia sin consentimiento paterno.

OBLIGACIONES JURIDICAS VS OBLIGACIONES NATURALES

En definitiva, no toda obligación, de la cual se puedan derivar efectos jurídicos, implica una
contraprestación económica o tiene una valoración patrimonial.

LA DECLARACIÓN UNILATERAL DE LA VOLUNTAD


Se da en aquellas situaciones en las que alguien se compromete algo, con la intención de quedar
obligado a través de su promesa, aunque nadie haya aceptado dicha promesa. Normalmente la
promesa aceptada obliga, al existir un acuerdo de voluntades y la declaración unilateral de
voluntad, también producirá efectos obligatorios.
Es decir, que la declaración unilateral de voluntad, tiene como objetivo confirmar el deseo, por
parte de un sujeto, de realizar una acción jurídica.

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