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APRESTAMIENTO DE USO DE CONECTORES

Meta de aprendizaje:
Los alumnos identificarán la función que cumplen en contexto una serie de enunciados
destacados para comprender el tipo de relaciones que se establecen entre diferentes partes
de una misma oración, entre oraciones o párrafos.

Lee el siguiente artículo y señala el tipo de relación establecida por los conectores destacados.

¿En verdad crees que la filantropía y la caridad nos


benefician a largo plazo?
INDEPENDIENTEMENTE DE NUESTRA OPINIÓN FRENTE A LA FILANTROPÍA CARITATIVA, LO CIERTO
ES QUE TODO INDICA QUE ESTA PRÁCTICA NO BUSCA TRANSFORMAR LA SITUACIÓN ACTUAL.

POR: JAVIER BARROS DEL VILLAR - 01/12/2013 A LAS 18:12:39

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SOCIEDAD / ACTIVISMO-CIVIL

Anticipa la caridad previniendo la pobreza

-Maimónides

Históricamente, la filantropía ha sido una práctica recurrente entre los círculos más
acaudalados en distintas sociedades alrededor del mundo. Se trata de un gesto
socialmente “bien visto”, y como tal, es celebrado, o incluso admirado, por la mayoría.
Sin embargo, también ha sido reiteradamente cuestionado,  sobre todo en cuanto a su
autenticidad y beneficios.
Vale la pena recalcar que en este texto, la filantropía, más allá de su condición
etimológica que apunta al “amor por el género humano”, se refiere a prácticas
organizadas para canalizar recursos financieros a causas que atienden necesidades
específicas de un determinado sector de la población, y que rara vez conciben la
necesidad de llevar a cabo una transformación estructural.

A continuación repasaremos brevemente algunas de las distintas posturas frente a este


fenómeno sociocultural que en la actualidad despierta, quizá más que nunca, una viva
polémica:

Posturas en pro de la filantropía 

Entre los más entusiastas, aquellos que aplauden per se el espíritu filantrópico ven en
esta actividad un conducto mediante el cual los que más tienen retribuyen parte de su
riqueza a los sectores menos favorecidos. Desde esta perspectiva la filantropía es un acto
noble, humanitario, y necesario. Responde a una intención generosa, y ostenta una cierta
conciencia ante las necesidades de un prójimo menos afortunado.

Posturas neutrales

Tenemos también un punto medio, ciertamente menos ferviente que la postura anterior,
pero que no deja de reconocer los beneficios de esta actividad. Aquí se le concibe como
un mecanismo para distribuir riqueza frente a un modelo político y económico que es
incapaz, ya no digamos de garantizar, sino siquiera de promover una distribución
equitativa, o al menos ‘justa’, de los recursos. Este grupo lo complementan quienes
opinan que independientemente de si responde o no a una cuestión de simple status o de
lavado de conciencia, los beneficios que la filantropía derrama terminan por ser tangibles,
“cambia vidas”. 

Posturas en contra de la filantropía 

Ahora pasemos al otro lado, a las críticas. Desde cierto enfoque, este mecanismo se ha
convertido en un ritual de las élites, una especie de frívola obligación moral, mediante la
cual, aquellos que aprovechan un modelo financiero poco justo, lavan su conciencia,
equilibran su karma, juegan a ser “más humanos”, o enriquecen su imagen –como en el
caso de Bono, el cantante de U2, y su fundación ONE.  

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Hay quienes opinan que la filantropía no sólo responde a un gesto hipócrita y poco
comprometido, sino que incluso la acusan de propiciar una cínica estrategia fiscal para
desahogar las obligaciones que generan las grandes ganancias de su actividad
empresarial. Aquí tenemos ejemplos como la Teletón, popular iniciativa que ocurre
anualmente en México, y a la cual muchos acusan no sólo de servir como pretexto para
construir un radiante y emotivo show televisado (con las ganancias que implica la venta
de tiempo aire durante esta transmisión), diseñado para aligerar la carga fiscal de las
empresas participantes. Lo mismo ocurre con muchas otras campañas de
microdonaciones, en las que generalmente los donantes no exigen a cambio un recibo de
exención fiscal.

Por otro lado, y radicalizando un poco más la crítica, también tenemos acusaciones en
torno a que las prácticas filantrópicas fungen como un vehículo para establecer agendas
comerciales. Para ejemplificar lo anterior podríamos remitirnos a la alianza establecida
entre la Fundación Bill y Melisa Gates, y la poco querida trasnacional, Monsanto, con el
fin de implementar, masivamente, cultivos transgénicos en África. La fundación asegura
que esto es parte de un plan para erradicar el hambre en el continente negro, sin
embargo, los detractores aseguran que se trata de un plan para “contaminar” las tierras
africanas e inaugurar la explotación de sus recursos agrícolas –recordemos que además
esta fundación tiene significativas inversiones en Monsanto–, alegando que ello le
permitirá aumentar el dinero disponible para hacer el bien.    

La filantropía es una práctica fácilmente cuestionable, tal vez demasiado, y tal vez por
esto es que alrededor de ella florecen críticas excesivamente ideológicas o hasta
viscerales. Sin embargo, detectar sus potenciales virtudes y vicios generalmente exige
un mayor esfuerzo. En este sentido, una de las críticas más interesantes contra la caridad
proviene del filósofo esloveno, Slavoj Zizek, quien advierte en este gesto un cómodo
intento de redención que, en lugar de deconstruir el sistema que permite la pobreza y
desigualdad, lo alimenta. Y aquí Zizek incluye otros recursos que se han puesto
particularmente de moda hoy, como el consumo responsable y otras iniciativas similares.

¿Qué mejor que reafirmar la condición de “esclavo” en una persona que a través de un
gesto presuntamente generoso? ¿Es el esclavo menos libre aquel que está agradecido
con su amo?

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¿Matizar o transformar?

Tratando de ir más allá de ideologías y emociones, si analizamos a grandes rasgos el


papel histórico de la filantropía, sus consecuencias sociales, económicas y culturales,
parece que ésta ha sido más una enemiga, y no una aliada, de la transformación del
actual sistema económico, hacia uno más justo y mejor equilibrado.

Rara vez nos encontramos con iniciativas filantrópicas, y mucho menos con causas
caritativas, orientadas a incidir en las bases del modelo que exige de estos gestos para
mantenerse. Es decir, si yo tengo un bienestar económico “excesivo”, difícilmente
apoyaría una causa que en realidad busque cambiar aquel modelo que me permite gozar
de dicho privilegio. En cambio, gustoso, accederé a matizar sus nefastos efectos.

De acuerdo a lo anterior, la filantropía bien podría concebirse como una válvula de


escape que libera presión ante un escenario objetivamente indefendible. Y aquí me refiero
no sólo a un instrumento para compensar moralmente el desequilibro distributivo de la
riqueza, sino incluso para perpetuarlo. Tal vez, si no existiese la caridad, entonces la
realidad social y económica sería lo suficientemente insostenible como para obligar
mecanismos tajantes, por ejemplo revoluciones violentas, que intentaran cambiar dicha
situación.

En fin, más allá de desalentarte a participar con microdonaciones, o donaciones


cuantiosas, en causas caritativas o filantrópicas, preferiría invitarte a reflexionar sobre las
consecuencias a corto, mediano, y largo plazo de este tipo de acciones. Y si consideras
que al menos en algún sentido son benéficas, por elllo creo que sería apropiado
complementarlas con acciones o actitudes que apunten a, paralelamente, promover un
cambio estructural de las actuales condiciones –aquellas que quizá te obligan a  recurrir a
este tipo de actos. Recordemos que una sociedad verdaderamente sana, y regida por un
modelo verdaderamente justo, sin duda no necesitaría de gestos filantrópicos. O al menos
esta es mi opinión.  http://pijamasurf.com/2013/12/crees-que-la-filantropia-y-la-caridad-
son-utiles/

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