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FRANK MOYA PONS OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA LIBRERIA LA TRINITARIA Santo Domingo, Reptiblica Dominicana Teoria y método Un poquito de teorfa, para variar Muchas veces la Teoria y la Filosofia de la Historia son campos cultivados por filésofos que nunca han escrito obras de Historia, y por ello es posible observar grandes desacuerdos entre ellos pues aquello de lo que hablan y teorizan es generalmente un objeto que solo conocen conceptualmente sin haber experimentado practicamente el oficio de historiar. Otras veces son los mismos historiadores quienes elaboran teorias basdndose en su propia experiencia o partiendo de ideas y conceptos elaborados previamente por los filésofos de la Historia. Entre ellos tam- poco hay necesariamente consenso pues cada uno de ellos expone sus perspectivas personales acerca de lo que constituye el objeto de estudio de su disciplina. Puede decirse que detras de cada interpretaci6n historica reside una teorfa de la sociedad y de la dinamica social, que es, en realidad lo que estudian los historiadores. No quiere decir esto que todos los historiadores son plenamente conscientes de las teorfas que soportan sus conceptuali- zaciones, pero sf que a cada uno de ellos es posible descubrirle sus rafces ideolégicas y sus principios metodolégicos. Noes que sea facil desentrafar el pensamiento tedrico de los cientifi- cos sociales en estos tiempos en que las ciencias sociales han evolucionado tan rdpidamente, y en una época en que los académicos tienden a asimilar ideas de muy diversas fuentes y a cambiar de opinion frecuentemente. Hubo un tiempo, no muy lejano, en que los aspirantes a ser his- toriadores optaban por enunciar, desde el principio de sus trabajos y publicaciones, cudles eran sus fundamentos teGricos pues aquellos eran dias de grandes confrontaciones ideolégicas entre el mundo socialista y comunista y ias democracias y dictaduras «occideniaies». Eran tiempos aquellos en que los partidos dominaban las academias y los académicos tenfan que dar seguridades de que segufan las lineas 441 FRANK MOYA PONS, de sus partidos, sobre todo en las universidades, institutos y escuelas dominadas por los partidos de izquierda. Por ello era frecuente ver en aquellas instituciones a los historiadores comenzar ineludiblemente sus escritos con una 0 varias citas de los padres del materialismo histérico, Marx, Engels y Lenin, entre otros. Derrumbado el muro de Berlin, y desarticulada la Unién Soviética a partir de la Perestroika, ya no es necesario cumplir con ese rito ideologico y ahora los antiguos marxistas escriben historia con mayor libertad sin tener que voltear la cara para asegurarse de que no serén reprimidos por el comisario del partido. Lo mismo ocurria con algunos historiadores e intelectuales catélicos que aun cuando no estuvieran obligados a legitimar sus narraciones con citas previas de los Padres de la Iglesia, sf escribfan con plena conciencia de que sus paginas podian ser censuradas por el Santo Oficio 0 por la Oficina para la Congregacién de la Fe del Vaticano. Muchos de esos in- telectuales optaban entonces por someter sus trabajos a la consideraci6n de sus obispos para obtener el Nihil obstat que les permitiria editar sin pecado sus obras. Partido e Iglesia imponfan entonces rigidas férulas ideolégicas que podia matar la originalidad o liquidar la creatividad, como pudo experi- mentar, por ejemplo, el gran pensador catélico Pierre Teilhard de Chardin, quien no era historiador pero Ileg6 a elaborar una teorfa de la historia de la conciencia humana y planetaria impensable por el mundo catlico desde los dias de San Agustin. Es bien conocido que parte de la obra original de este gran pensador catlico fue objetada por la censura eclesidstica y fue secuestrada para que no fuese publicada en ningtin tiempo. Lo que llama la atenci6n de esos esfuerzos por controlar el pensamiento es su inefectividad, pues las ideas son como el polvo y el agua que se es- curren y cuelan por todas partes y terminan por afectar todo lo que tocan. Piénsese, por ejemplo, en lo que escribi6 el famoso socidlogo es- tadounidense Wright Mills en su libro Los marxistas en el cual describe como en el pafs més capitalista y anticomunista del mundo las ideas de Carlos Marx penetraron la academia norteamericana de tal modo que no era posible en su tiempo, ni hoy, pensar y trabajar en las ciencias sociales sin tener en cuenta el fondo ideoldégico dei maierialismo histérico, trans- formado luego por Marvin Harris y otros en el llamado materialismo cultural, tan popular entre los antropélogos, historiadores y socidlogos. 442 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA {Qué nos dice el materialismo cultural? No el de Harris, sino una variante que yo descubri de manera independiente hace ms de cua- renta afios y resumf en un trabajo que he mantenido inédito hasta hoy. ZQué nos dice? Pues, que en términos grupales la conducta humana puede ser estudia- daen funcién de la lucha por la satisfacci6n de las «primeras necesidades» pues hay requerimientos basicos en la vida de todo ser humano y de todo grupo humano sin cuya satisfaccién la vida organizada no es posible. ‘Lo primero es comer, lo segundo es alojarse y lo tercero es vestirse. Vistas asi las sociedades humanas, nos encontramos con el crudo hecho de que su permanencia y conservaci6n, asf como su organizacién, de- penden de la capacidad de sus miembros para alimentarse y protegerse. Y asf, sencillamente, encontramos que solamente a través del trabajo pueden los hombres producir lo que necesitan para subsistir pues tan trabajo fue el merodeo del troglodita paleolitico como lo es la investigaci6n del moderno experto en informatica que labora en California. Ahora bien, desde la horda cavernicola hasta las modernas compafifas multinacionales, los hombres se organizan para el trabajo y la produccién, pues el sostenimiento del grupo (familia, clan, tribu, nacién, imperio) exige siempre la realizacion de tareas en grupo, en equipo. Desde aquellos tiempos hasta hoy, entonces, nos encontramos con el curioso hecho de que la organizacién requerida para el desempefio de ciertas tareas viene condicionada, obviamente, por la naturaleza de la tarea a realizar y de los recursos disponibles. ‘Asi, desde el principio, los hombres se organizaban en forma dife- rente cuando salian de caza en busca de carne a cuando se dispusieron a criar ganado o a sembrar, 0 a producir cerémica, cesteria, viviendas y otros objetos necesarios para el grupo, o cuando trabajaron para produ- cir metales u obras de arte, 0 cuando empezaron a intercambiar objetos producidos por un grupo que otros querfan adquirir. De aqui se desprende que la naturaleza de los recursos a explotar exigié de las sociedades humanas, y todavia exige, diferentes respuestas organizacionales, lo que sugiere que la diferenciaci6n social parece ser una funcién de la diversidad de los esfuerzos productivos. Seguin este anilisis, una sociedad de pescadores debe funcionar de manera diferente a una de agricuitores, y esta debe ser distinta de una sociedad industrial o de otra de pastores, o de una sociedad minera o de mercaderes. 443, SSS ERANK MOYA PONS En otras palabras, todo grupo humano cuenta para su supervivencia con la disponibilidad de un cierto tipo de recursos de cuya explotacion, cenforme a las habilidades de sus miembros, depende en gran medida la manera en que ese grupo humano se organiza para asegurar su alimento, su vestido y su alojamiento. ‘La calidad de esos recursos varia, y con ella varian las manifestacio- nes generales de las sociedades. Por eso son también tan diferentes las cociedades esquimales de Alaska de las tribus némadas del desierto de Sahara o de los grupos de la selva amazénica o de la sabana africana, ‘En adicion a lo anterior, resulta también que los recursos de que dis- ponen las sociedades humanas, ademés de ser diferentes, también son peas o menos abundantes o mas menos escasos, y su distribuci6n es muy desigual en el planeta, por lo que su utilizaci6n o explotacion depende en gran medida de su accesibilidad, pero también de las capacidades tecnoldgicas de los seres humanos para aprovecharlos, ‘Normalmente los recursos son escasos porque hay pocos o porque Jas gentes no son capaces de aprovecharlos, todo lo cual contribuye a asignarles un valor distinto a cada recurso, valor este que expresa Su jeseabilidad o la necesidad de uso. Esto convierte los recursos naturales en recursos econémicos. La supervivencia obliga a los hombres a organizarse para el trabajo. la produccién y la distribuci6n, pero también los lleva a organizarse para la posesin dado el cardcter escaso de los recursos econdmicos. ‘Como el impulso a la posesién es general, pues en él va la garantia de la supervivencia individual y grupal, la lucha por los recursos Seonémicos surge tan pronto comienzan el trabajo y la produccién humana, y contintia a todo lo largo de la cadena distributiva en un complicadisimo proceso que pone en juego lo mejor y lo peor de las habilidades innatas y adquiridas por los individuos, todo ello en su empeno por adquirir y retener la mayor cantidad posible de recursos (de bienes). Este proceso se caracteriza por la desigualdad de los resultados pues no todos los individuos son iguales ni en sexo ni en fuerza ni en edad ni en inteligencia ni en sus capacidades adquirida De ahf que presenciemos que la distribucién de los bienes no es equitativa en los grupos humanos, y por ello las sociedades humanas hart evolucionado divididas en estratos sociales claramente segmentados y en permanente competencia entre sf. 444 i OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA Cada sociedad, en el curso del tiempo y conforme a su propia evo- lucién, ha adquirido una fisonom{a estructural que se expresa en la aparicién de clanes, castas, clases sociales y grupos de intereses de la mas variada naturaleza. Estos grupos actdan en constante relacién unos con otros, e interac ttian de muy distinta manera con la naturaleza y los recursos naturales disponibles, pero esa variedad de comportamientos apunta toda hacia un mismo fin que es la supervivencia. La interacci6n entre los distintos segmentos sociales no siempre es el resultado de la cooperacién. También es el resultado de la competencia por la apropiacién de los recursos escasos. A la desigualdad también llegan los hombres a través de luchas y conflictos que exigen de ellos nuevas formas de organizacion orienta- das hacia el saqueo, el despojo o la acumulacién de bienes, y hacia la conservaci6n de estos. Muchas veces estos esfuerzos exigen también la neutralizaci6n o la eliminacién de los competidores. La forma de organizaci6n para la apropiacién y conservacién de los recursos, de cualquier naturaleza que estos sean, es lo que se conoce como organizaci6n politica, y a la lucha por la supremacta dentro del grupo para asegurar el control y distribucién de los recursos disponibles (de la naturaleza que estos sean) es a lo que se le Ilama lucha politica. En la lucha politica se resumen y se condensan todos lo impulsos de la sociedad por asegurar su supervivencia, tanto en términos de cohesi6n interna como para enfrentar peligros exteriores. Asi como compiten entre st los individuos dentro de un mismo grupo social para apropiarse de los bienes disponibles, asf también compiten los grupos sociales y las sociedades entre si. En su empefo por regular la expresién de la lucha politica, de asegurar el orden interno, y de preservarse de amenazas externas, las sociedades se organizan en clanes, tribus, naciones, Estados e imperios, y crean estructuras de dominacién y control interno, y de respuesta y rechazo a las amenazas externas. Como el conflicto es permanente entre los individuos, los grupos y los Estados, los hombres realizan numerosos y variados esfuerzos para legitimar la lucha politica y justificar su participaci6n en la misma. Esos empefios por iegitimar el poder politico, la posicién social y el control ‘econ6mico exigen la manipulacién de los mecanismos y contenidos de la comunicacién humana. 445 FRANK MOYA PONS La organizaci6n para la comunicacién se impone a través de la crea- cién de mitos, leyendas, historias, memorias, narraciones y obras de arte, ya través de contenidos educativos que expresan ideologfas funcionales para el control social asf como para asegurar la supervivencia grupal. Este es solamente el principio de la teorfa. Hay mas todavia. Algo més de teorfa (y un poquito de metodologia) Continuando la exposicién del articulo anterior, decimos ahora que los esfuerzos de adaptacién del ser humano al medio ambiente natural, y asu entorno social y econémico, tienen como primer objetivo la super- vivencia individual y grupal. Esquematizando mucho esa dinémica de adaptacién, podemos sefia- lar la existencia de varios niveles de manifestacion adaptativa, cooperativa y conflictiva que expresan la busqueda de satisfaccién de necesidades primarias que son comunes a todas las sociedades. Observadas de cerca las sociedades, encontramos que esos varios niveles de acontecer se entrelazan uno con el otro en una especie de con- dicionamiento acumulativo en el cual lo que acontece en un nivel de la organizaci6n social influye en el acontecer del nivel sucesivo inmediato. Entre el nivel del acontecer econémico y los niveles de la organizacién social, de la lucha politica y del control ideolégico existe una trabazén ontoldgica que solo es posible separar conceptualmente para fines de andlisis debido a la unidad integral de la vida social. Hay toda una unidad en la vida social que opera simulténeamente en esos cuatro niveles de acontecer y que los mantiene en perpetua interrelacion dindmica. Son precisamente esas variaciones y evolucién a través del tiem- po lo que convierten la realidad social en objeto de estudio de la Historia. Por eso hemos dicho en otras ocasiones que la Historia tiene el mis- mo campo de estudio que la Sociologia y la Antropologia, pero en una dimensién temporal diversa y con una intencién de integraci6n diacronica que esas otras disciplinas obvian normalmente. Resumiendo esta teoria podriamos entonces enunciarla diciendo que en curso del tiempo las sociedades humanas se organizan para la produc- ci6n y distribucién de bienes que necesitan para su supervivencia, y que de ese proceso de organizacién surge una estructura social especifica a cada sociedad debido a su propia particularidad en la lucha por el con- trol y apropiacién de los recursos econémicos disponibles. Al variar esos 446 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA, recursos, en naturaleza y cantidad en cada situacién dada, esa variaci6n influye también en la particularizaci6n de las estructuras sociales y en la identidad de los grupos humanos. La lucha por la apropiacién de los recursos refleja una dinémica de asociacién, colaboracién y conflictos permanentes. Esa dindmica se tra- duce en formas especificas de organizacién politica que, a su vez, exigen la formacién de modos especificos de control de la comunicaci6n para justificar o legitimar la accién politica. El conflicto social entre los individuos, y el conflicto entre diversos grupos sociales (familias, clanes, tribus, castas, clases o naciones), expresa- do en el tiempo, es el elemento clave de la historia social pues es a través de su constatacién y explicacién como puede el historiador descubrir las causas que han operado en la evolucién social. De ahf la importancia de poseer una teorfa del conflicto social pues este es un elemento clave que nos permite medir, en todas las instancias y niveles de la vida social, los factores que inciden activamente en la ocurrencia de los acontecimientos econémicos y politicos. En adici6n a otras cualidades que les son propias, las sociedades son. también agrupaciones bioldgicas con necesidades fundamentales que, una vez satisfechas, hacen posibles las demas formas de vida civilizada. Los hombres no han podido emanciparse totalmente de su condicién natural ni de su biologfa, a pesar de los avances de la civilizacién y la cul- tura, y por tal raz6n el historiador debe estar atento a la «ecologfa social» y asu dinamica porque estas le permiten entender las formas més sutiles de articulaci6n grupal en funcién de la satisfaccién de sus necesidades. Muchas personas pueden argiiir razonablemente que el Hombre es un. ser de naturaleza fundamentalmente espiritual y de inteligencia racional cuyo mundo interior esté orientado hacia esferas superiores del Univer- so. También pueden sostener que, en curso de su evolucién, el Hombre tiende hacia la realizacién superior del Espiritu, tanto individual como colectivamente. Acepto esos argumentos. Pero también es innegable que, en la evolucién humana, las manifes- taciones culturales, artisticas y religiosas tienen lugar dentro de contextos materiales que mantienen al Hombre inmerso en un medio ambiente fisico especifico, y atado a una condicién biolégica irrenunciable que exige la realizacién de esfuerzos orientados hacia la satisfacci6n de necesidades primarias sin cuya satisfaccién las expresiones de la vida cultural, espi- ritual y religiosa pueden verse severamente limitadas. 447 FRANK MOYA PONS Si partimos, como hemos postulado antes, de la premisa de que en las sociedades coexisten varios niveles de acontecer (el econémico, el social, el politico y el ideolégico-cultural), entonces podemos sugerir que una de las tareas principales del historiador es tratar de establecer cudles son los condicionamientos fundamentales de operan en cada uno de los niveles de la vida social, partiendo de aquellos condicionamientos que luzcan de importancia decisiva para explicar la causalidad y ocurrencia de los acontecimientos. Creo firmemente que, para entender la dinamica de la vida social, es fundamental entender los condicionamientos generales del acontecer econémico. Estoy hablando de la vida social como equivalente a vida grupal, esto es, de la existencia dinamica cooperativa, pero a la vez con- flictiva, de grupos humanos envueltos en una cadena laboral y productiva en pos de la supervivencia. Son los grupos humanos los que hacen la Historia y forman el sujeto de la Historia, pues toda historia es historia social y en ella las indivi- dualidades solo tienen sentido en funcién de la marcha general de las sociedades que las contienen. Y ahora, tenemos que hacer una pausa para hablar un poquito de metodologia. ‘Todo lo anterior nos lleva a decir que en su esfuerzo por reconstruir y explicar la estructura 0 el cambio de una sociedad cualquiera, el histo- tiador debe estudiar y conocer, antes que cualquier otra cosa, aquellos constituyentes materiales que condicionan la vida econémica, esto es, los recursos naturales y la ecologia, los recursos econémicos y demograficos, la disponibilidades técnicas y las capacidades tecnolégicas, las riquezas producidas hasta esa fecha, las fuentes de recursos mas importantes, y los sistemas productivos existentes, entre otros. Alaplicar su método, el historiador debe también registrar laexistencia de los diversos grupos de interés (incluidas las clases sociales) que contro- lan o poseen los recursos disponibles, ya sean estos naturales, humanos, econémicos, politicos o culturales (comunicaci6n e ideologia incluidas). Acto seguido, el historiador debe buscar establecer las relaciones asociativas o conflictivas, que existen entre esos grupos entre sf para de- terminar dénde y cémo operan los mecanismos de control y dominacién en la preservacion del orden socioeconémico existente, asi como ia con- testacién y cuestionamiento de ese orden por otros grupos competidores por el control de los recursos. 448 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA Las interrelaciones entre los diversos grupos de interés expresan normalmente la existencia de conflictos, aun cuando también expresen la existencia de modos de cooperacién socialmente establecidos. El estudio de las diversas formas del conflicto social y de las res- puestas organizacionales dentro de cada sociedad proporciona valiosas claves para entender cémo se produce el cambio social que, visto en su dimensién temporal, es lo mismo que el cambio histérico. La comprensién del cambio social pasado es hacia lo que atiende el historiador. Este debe se capaz de explicar el acontecer que estudia como consecuencia de un pasado anterior irrepetible, de tal manera que uno sea consecuencia del otro, no a la inversa, ni simulténeamente pues, aunque parezca raro, hay historiadores que consideran que pueden prescindir de la cronologia de los hechos para explicar el pasado. La historia tiene mas sentido cuando hace sentir al lector la continui- dad de los acontecimientos pasados en forma tal que el presente (o un pasado posterior a los hechos estudiados) aparecen como la consecuencia necesaria de aquellos hechos y procesos anteriores. Por eso, en la explicacién del acontecer histérico, el historiador debe esforzarse por mostrar aquellas ocurrencias conflictivas cuya persistencia y duracién todavia acttian en el presente (0 en un pasado posterior a los hechos estudiados), al tiempo que debe tratar de seftalar cémo dejaron de operar esas causas cuando se extinguieron los ingredientes del conflicto © los conflictos que servian de motor del cambio social. En cuanto al conflicto, como en muchas otras cosas, debemos ob- servar que su comprensién solo es posible si se comprenden las causas que lo producen, y estas no siempre son de naturaleza econémica como lo muestra la lucha politica que expresa un nivel de articulaci6n mucho mas complejo en la dindmica social en el cual la personalidad humana juega un papel sumamente importante. Enel nivel de la accién politica la personalidad humana se muieve con mayor libertad que el nivel de los condicionamientos econdmicos pues buena parte de la lucha politica transcurre a través de la comunicacién social, nivel este en donde la mente, la inteligencia, las emociones y las ideas se expresan con posibilidades creativas mas amplias. (Estamos hablando todavia en el contexto de las colaboraciones y los conflictos). Por eso, en la explicacién del acontecer politico el historiador debe conju- gar 6pticas y perspectivas adicionales provenientes de los aportes empfricos de las demds ciencias sociales. La Ciencia Politica, que quiso ser un campo 449 FRANK MOYA PONS independiente de las dems ciencias sociales, ha venido a descubrir recien- temente que la explicaci6n de la conducta politica no es posible realizarla si no es conjugando sus métodos con los de otras disciplina que le son afines. Mientras en la reconstruccion de los hechos hist6ricos y sociales el historiador puede restringir su método a Ia utilizaci6n parcial de los aportes de la Economfa, la Sociologia y la Antropologia, en la explicacion del acontecer politico el historiador no puede escapar al hecho de que la complejidad de la conducta humana exige explicaciones més totalizantes que le obligan a hacer uso mas amplio de todas las disciplinas sociales. La razén es simple: la lucha politica resume y refleja la totalidad de los impulsos conflictivos que se acumulan en los niveles biolégico, econémico y social de la actividad humana. Por ello, tal vez, la historia polftica domin6é por tanto tiempo la historiograffa mundial, llegando a ser entendida como la unica forma de hacer Historia. El desarrollo de las ciencias sociales en el pasado siglo XX ha contribuido a cambiar esa percepcién y hoy tenemos muchos tipos de Historia, de los cuales hablaremos en otra ocasién. Antes de concluir, debemos anotar que entre las muchas formas de estudiar histéricamente las sociedades, tenemos aquellas que se ocupan de las manifestaciones del espiritu, esto es, la historia de las artes, de las religiones, de las ideas, de las mentalidades, etcétera. Hay muchos historiadores que estudian estas dindmicas como si tuviesen una ocurrencia independiente de los niveles «anteriores» de acontecer humano (econémico, social, politico). Tienen derecho a hacerlo asf, pero de seguro que sus reconstrucciones, interpretaciones y narraciones serian més significativas si previamente tuviesen en cuenta los distintos niveles y condicionamientos generales del acontecer social que ya hemos mencionado. Eso les proporcionarfa perspectivas mds enriquecedoras que les permitirfa escribir historias «sociales» mucho més significativas del arte y las artes, de las religiones, de las ideas, de las mentalidades, etcétera. Hay mucho mas todavia, pero el espacio se nos ha terminado. Historia y Sociologia Al igual que ocurre con el periodista, tanto el historiador como el socidlogo se ocupan basicamente de una misma realidad: la sociedad, 0, si se quiere decir con més precisién, las sociedades en su continuo devenir, mutacién, cambio, desarrollo 0 evolucién. 450 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA Sin embargo, aunque parezca que el objeto de estudio de cada unoes el mismo, la evidencia practica nos dice que sus ocupaciones son diferentes. Entonces, za qué se debe que la Historia y la Sociologia sean dos ciencias distintas? A qué se debe que el historiador y el soci6logo sean dos profesionales diferentes? Si pudiéramos responder a estas preguntas estarfamos en capacidad de diferenciar metodolégicamente ambas disciplinas. Digamos, para empezar, que la Sociologia puede definirse como la actividad intelectual que estudia lo que lamamos «realidad social» con el objeto de determinar las regularidades que operan dentro de esa realidad para de esa manera hacer més inteligible la conducta grupal y llegar eventualmente al establecimiento de leyes y postulados cientificos elaborados, en la mayoria de los casos, inductivamente. Esos casos y leyes sirven para explicar otras conductas humanas grupales ~pasadas o presentes~y podrian servir, asimismo, para predecir conductas humanas grupales de ocurrencia futura. Dicho de otra manera, la Sociologia se ocupa de la determinacién de las regularidades 0 leyes que rigen el comportamiento humano grupal dentro de un contexto social determinado. Hemos dicho que el socidlogo se ocupa del estudio de la conducta humana grupal —de la realidad social, mejor dicho- tanto pasada como presente. Esto quiere decir que tanto el devenir actual como el pasado son susceptibles de caer bajo la mirada del socidlogo quien aplicando los métodos de su disciplina iré a buscar factores explicativos de la conducta humana grupal que, de repetirse dentro de contextos similares, podrian producir efectos igualmente similares. Por eso la Sociologia tiende a ser una ciencia aplicada cuyas leyes y métodos se utilizan para manipular la realidad social. El historiador, en cambio, observa y estudia el devenir humano que ha dejado de ser, que agot6 de una sola manera una de las muchas po- sibilidades de realizacion posibles. El historiador tiene que vérselas con un pasado que fue real como este mismo presente que estamos viviendo pero que ya no lo es. Un pasado que con el paso del tiempo va siendo olvidado, va perdien- do relieve, va estableciéndose en formas distorsionadas del pensamiento y de ia memoria individual y colectiva, no como reaimenie fue sino como la memoria, o los propésitos conscientes e inconscientes de los pueblos, naciones, clases 0 grupos de interés lo han determinado, creéndose asf 451 FRANK MOYA PONS tradiciones falsas, mitos, leyendas 0, simplemente, interpretaciones in- exactas, incompletas o amajiadas. Por ello, aunque la realidad social es, ontol6gicamente, la misma, cuando el historiador la aborda con intencién de estudiarla inmedia- tamente se le presenta un requisito previo pues esa realidad ha dejado de ser directamente observable y su mayor 0 menor lejania temporal condiciona, en mayor o menor grado, las posibilidades de observarla en su ocurrencia y causalidad. De ahf que, antes de explicar la realidad social, por lo menos mien- tras intenta hacerlo, el historiador esta obligado a reconstruirla. Pero como esto no es posible realizarlo totalmente, por razones que explicaré mas adelante, el historiador tiene que valerse de hipétesis cuyos métodos de validacién difieren bastante de los métodos utilizados por el socidlogo. Aqutf reside el aspecto diferencial entre la via de acceso a la realidad social que utilizan el sociélogo y el historiador. Al socidlogo la realidad social, cuando se ocupa del presente, le es algo dado, inmediato, concreto, directamente observable, hasta manipulable si se quiere. Al historiador, en cambio, la realidad social que desea estudiar le es algo remoto, distante, ausente, observable solamente en funcién de Jos restos que han podido conservarse de un pasado que fue mucho mas completo que el que se percibe actualmente. Esa realidad pretérita que intenta estudiar el historiador es observable solamente en funcién de una actitud mental que implica la capacidad de suspender momenténeamente la visién del ambiente circundante para imaginar metédicamente cémo ocurrieron las cosas. Algunos lectores seguramente conocen el ya clésico libro de Wright Mills, La imaginacion sociol6gica. As{ como é1 postulaba la necesidad de dicha imaginacién para que el socilogo pueda abordar y entender la rea- lidad social, asf también, creo yo, es necesario que el historiador adopte esa actitud mental que le permita «ver» las cosas del pasado con tanta claridad como el socidlogo «ve» las del presente. En otras palabras, el historiador deber poseer la capacidad de pensar histéricamente porque no es lo mismo pensar hist6ricamente que pensar sociolégicamente y, precisamente, porque ambos modos de pensar son diferentes, también los modos de abordar la realidad social, en uno y otro caso, habran de ser diferentes. La imaginacién metédica del historiador supone la capacidad de considerar el hecho histérico como algo ontolégicamente igual a cualquier 452 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA hecho presente puesto que ambos forman parte del mismo flujo continuo de la realidad social. Con estas afirmaciones no estoy sosteniendo un subjetivismo me- todolégico, sino simplemente postulando que para que el socidlogo y el historiador puedan estudiar la realidad social, cada uno dentro de su propia temporalidad operativa, es necesario que cada uno adopte una Optica particular frente a esa realidad social, pues debido al factor de su ocurrencia temporal ella se presenta a uno y a otro como fenomenolégi- camente diversa, aunque ontolégicamente sepamos que esa realidad es solo una, un solo flujo de ocurrencia universal. En otras palabras, los modos de pensar propios del historiador y del socidlogo implican modos diversos de tratar con la realidad social, ya que no es lo mismo pensar histéricamente que sociolégicamente. Cuando el socidlogo inquiere dentro de la realidad social en busca de regularidades de la conducta de los grupos humanos su pensamiento tiende a suspender conceptualmente el flujo de la realidad y a registrar aquellos elementos cuya mayor 0 menor acumulaci6n serén mas signi- ficativos para explicar las causalidades que utilizar4 para comprender y manipular la realidad. Dicho de otra manera: el pensamiento sociolégico es basicamente de naturaleza estadistica puesto que supone que la explicacién de la realidad social depende de la distribucién, frecuencia e interrelacién de eventos y casos, y de la mayor o menor informacién disponible en relacién con la incidencia de rasgos sociales o patrones de conducta humana grupal dentro de contextos sociales determinados, y también supone que esa informaci6n es significativa en la medida en que establezca casufstica~ mente el modo de ocurrencia de los hechos bajo estudio. Algo diferente ocurre con el pensar histérico. Pensar historicamen- te significa poner atencién al modo en que los hechos sociales fueron transcurriendo y produciéndose, siempre, desde luego, dentro de un contexto dado, pero nunca sin perder de vista la dinamicidad de su ocurrencia. Pensar hist6ricamente es un «pensar en gerundio». Para el historiador Ja realidad social es explicable solo en funcién de la sucesi6n de ocurren- cias, no en funci6n de la incidencia, frecuencia o distribucién estadistica de esas ocurrencias como es ei caso dei socidiogo. En otras palabras, la naturaleza de la explicacién histérica procede de Ja misma naturaleza del pensar hist6rico que busca mas la causalidad de 453, FRANK MOYA PONS los hechos sociales en la ocurrencia de hechos anteriores que en la simple incidencia estadistica. ‘Ademés de esas diferencias, hay otra zona en la que ambos especia- listas tratan la realidad social de manera diferente, y esta es la zona de los instrumentos de andlisis que ambos deben utilizar para estudiar los hechos sociales. Decia anteriormente que tanto el historiador como el sociélogo se ocu- pan del estudio de la realidad social, pero que ambos tienen que observarla desde angulos diferentes debido a que el historiador tiene que encarar un problema previo a cualquier manejo de la realidad social como tal, y este problema es el de la reconstruccién narrativa de la misma debido a que tal como ella se presenta resulta poco menos que imposible comprenderla totalmente en vista de las mutilaciones que ha recibido a medida que su ocurrencia se ha ido alejando con el paso del tiempo. Deciamos también que aqui reside el aspecto diferencial, desde el punto de vista metodol6- gico, entre la Sociologia y la Historia como disciplinas afines. Pues bien, con el problema de la reconstruccién del hecho social pasado, esto es, del hecho histérico, surge un aspecto que hasta ahora no hemos discutido, y este aspecto es del de la validez objetiva de esa reconstruccién. Este punto es crucial en la discusién de este problema porque si lo que el historiador busca es explicar por qué ocurrieron los hechos pasados, primero debe determinar cémo ocurrieron. Ahora bien, y esto no es un simple juego de palabras, resulta que en la explicacién historica el cémo de los hechos es también su por qué, puesto que el historiador, en la medida en que busca hacer aparecer el hecho tal cual fue (tarea imposible) debe tratar de explicar el por qué de su ocurrencia, ya que para é] la realidad social es explicable solamente en la medida en que su dinamicidad quede claramente puesta de mani- fiesto. Esto debido a que sin el supuesto previo de esta dinamicidad no es posible explicar c6mo o por qué de determinados hechos anteriores surgieron u ocurrieron aquellos hechos que le interesa estudiar. Entonces, las diferencias entre la Historia y la Sociologia residen en algo mas que en sus técnicas de investigacion. Esas diferencias residen en la necesidad de abordar en forma diferente un mismo objeto en razon de las distintas temporalidades en que ese objeto se presenta. Por ello, aun cuando el historiador utiliza ia Estadistica, ia Demogra- ffa, la Geografia, la Economia, la Antropologia y la misma Sociologia como ciencias auxiliares en la reconstruccién del pasado, su labor seré siempre 454 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA diferente a la de los especialistas de esas ciencias particulares en raz6n de que el historiador, al mismo tiempo que reconstruye, explica la realidad social en términos de una causalidad espectfica a cada hecho dado, y esa causalidad tiene conexiones espaciales, temporales y culturales que muchas veces no pueden ser medidas ni expresadas estadisticamente. No es que el historiador deseche la busqueda de las regularidades explicativas en la ocurrencia de los hechos sociales, no. Es que cuando el historiador tiene que ocuparse de la determinaci6n de esas regularida- des debe hacerlo a través de una previa reconstruccién del pasado. Y lo que es mis interesante es que esas regularidades han de ser establecidas siguiendo métodos especificos de las distintas disciplinas auxiliares. En otra palabras, el historiador tiene que analizar lo que las demas ciencias sociales, incluyendo la Sociologia, pueden darle para explicar la realidad social que él, al mismo tiempo, reconstruye de acuerdo con las técnicas particulares de la metodologfa histérica, técnicas que ha ido depurdndose a media que la Historia ha ido convirtiéndose en una dis- ciplina que ofrece resultados cada vez més precisos. Historia y Periodismo Aunque parezcan distintos en su quehacer, el historiador y el periodis- ta tienen ante sf un mismo objeto de trabajo, y este objeto es el acontecer social en todas sus dimensiones. El objeto de la historia es el estudio de las sociedades humanas y de los grupos sociales en evolucién. La historia no trata de individualidades porque sencillamente no hay seres humanos aislados. El estudio de la vida de determinados individuos, a través de la re- construccién de su biografia, solamente tiene sentido cuando esas vidas quedan referidas a, o enmarcadas en, un contexto social que las contiene y les otorga un valor y una funcién social espectfica. El periodista tiene ante sf el mismo objeto de andlisis que el historia~ dor, esto es, las sociedades, el acontecer social en todas sus dimensiones y la vida de los individuos actuando en determinados contextos sociales. La diferencia fundamental entre el Periodismo y Ia Historia, a pesar de la similitud del objeto de trabajo, es clara y se refiere més bien a la temporalidad de 1a ocurrencia de los hechos que cada disciplina maneja. EI periodista se ocupa de la descripcién y narracién de la ocurrencia de hechos coeténeos y contempordneos, en tanto que el historiador se 455 ————_— ___ FRANK MOYA PONS ocupa de la reconstruccién, descripcién y narracion de hechos que son considerados como «pasados». Esta distincién tan simple da lugar a diferencias metodoldgicas mas complejas pues la forma en que ambos, periodista historiador, abordan los hechos difiere notablemente debido a Ia diferente temporalidad de los mismos. Mientras el periodista trabaja con evidencias inmediatas producidas por testigos y actores actives de los cuales, muchas veces, 61 forma parte tomo observador participante, el historiador, por el contrario labora con evidencias mediatas, con restos documentales dispersos, y con testigos y actores cuya memoria ha sido fragmentada o borrada total o parcialmente. ‘Mas todavia, el periodista est obligado por los cénones de su profesin a describir los hechos lo mas répidamente posible para ganar el mercado dela noticia, mientras que el historiador gencralmente tiene disponible un tiempo mds largo para examinar sus evidencias y construir su narraci6n. El periodista tiene entonces que responder a unas cuantas preguntas pasicas (las famosas Ws del inglés: qué, quién, cuando, dénde y por qué), y componer una sintesis de como ocurrieron los eventos acerca de los ‘cuales é1 0 ella informa su ocurrencia. En ese sentido, la labor del periodista es, metaf6ricamente hablando, fotografica, lo que quiere decir que su tarea privilegia el aqui y el aho- ra, sin descuidar, desde luego, los antecedentes y las consecuencias, y buscando responder a los intereses generales de sus consumidores que quieren saber qué pasa en su sociedad o en su planeta en este momento presente (entendido este presente, como algo mas amplio que este preciso minuto de nuestros relojes). La tarea del periodista, como se ve, es bastante seria pues no es poca cosa capturar el presente que siempre est fluyendo, dejando de ser y convirtiéndose en otra cosa. El historiador tiene otras obligaciones no menos serias. Como del pasado lo que quedan son restos dispersos, el historiador debe hacer tn esfuerzo supremo por lograr cierta integracién de esos materiales, de manera que su reconstruccin y narracién también hagan sentido y correspondan de alguna manera con los hechos que ocurrieron. El problema del historiador es que esa reconstrucci6n tiene que sr realizada a partir de datos fragmentarios que sefalan pazcialmente ocurrencia de los hechos o que a veces sugieren situaciones que tal vez nunca ocurrieron. 456 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA La Historia es primordialmente reconstrucci6n y, al igual que el Pe- riodismo, es también descripcién y narracién pues ambas disciplinas se originan en la necesidad que tienen las sociedades de explicar su presente a través de la comprensién de su pasado mediato o inmediato. Recuerde, querido lector, que los primeros historiadores de la huma- nidad fueron los ancianos de las familias, clanes y tribus que memoriza- ban aquellos eventos que tenfan alguna significacién para el manejo o la manipulacién, magica o no, del presente. Ambos profesionales, el periodista y el historiador se aproximan a la realidad desde dos perspectivas epistemolégicas diferentes que vienen dadas en funcién de la diversa temporalidad de sus objetos. En ambos casos la aproximacién a los hechos exige que el resultado de ese esfuerzo, cumpla con dos primeras condiciones: la objetividad y la verosimilitud. Esto quiere decir que la narracién que ambos escriben debe ser algo que debi6 ocurrir realmente. Y para garantizar que esa verosimilitud no es ficticia porque también las novelas y otras obras de ficcién son verosimiles— el periodista y el historiador deben mostrar el fundamento de sus afirmaciones y sus interpretaciones, y respaldar su reconstrucci6n mostrando con claridad cudles son las fuentes, documentos y testimonios que les han servido para afirmar que las cosas ocurrieron tal como ellos dicen. Cuando el periodista y el historiador prueban o demuestran que lo que ellos dicen ocurri6 realmente, entonces se afirma que sus narraciones son objetivas. Esto significa que la narraci6n se corresponde mas o menos formal- mente con el hecho descrito y que si alguien pudiera o quisiese comprobar Jo que ellos han escrito pueda hacerlo utilizando las mismas fuentes sin diferencias esenciales. Esto suena sencillo dicho de esta manera, pero debo advertir que la objetividad es la condicién més dificil de cumplir tanto en la version pe- riodistica como en la narraci6n hist6rica, y de inmediato explicaré por qué. Cuando un historiador 0 un periodista decide narrar un aconteci- miento 0 un proceso hist6rico o noticioso pone en juego, inmediatamente y muchas veces sin saberlo, todos los procesos sicolégicos que le sirven para entender el mundo. Esos procesos condicionan sus tareas pues ios periodistas y ios his- toriadores son hombres y mujeres de carne y hueso, con personalidades definidas, con sus concepciones personales del mundo, con lenguajes, 457 FRANK MOYA PONS educacién y formacién académicas muy especificos, y con intereses econémicos, sociales, nacionales, raciales, religiosos, profesionales y laborales muy particulares que no se repiten en la misma proporcién en otros individuos. De ahf que el trabajo de seleccién de las fuentes, documentos y tes- tigos, y 4ngulos de visién y materiales noticiosos, en ambos casos esté condicionado, primero que todo, por esas particularidades. La objetividad, por otra parte, presenta otra limitacién adicional cuando el historiador y el periodista, que ya tienen sus propias formas de juzgar los acontecimientos (sus prejuicios), encuentran que sus fuentes 0 sus informaciones no son suficientes en ntimero, tamajfio o calidad para realizar una reconstrucci6n o una descripcién completa de los aconteci- mientos. Existen numerosos casos, tal vez la mayorfa, en que lo que realmente ocurrié aparece insuficientemente registrado o descrito o percibido o de- clarado (segtin sea el caso), y ambos profesionales se enfrentan entonces con vacfos en su documentaci6n. Frente a esta situacién, que es mas comtin de lo que suponen los lectores, radioyentes y televidentes, el periodista y el historiador tienen dos caminos: o realizan inferencias y analogias que les permitan suponer lo que pudo haber ocurrido utilizando en ello las reglas de la légica, 0 acenttian su btisqueda por evidencias adicionales que les permitan com- pletar el cuadro que intentan describir. En cualquiera de dos casos, el historiador y el periodista siempre ter- minardn con un juicio y una descripcién parcial de lo que buscan porque atin en el supuesto de que contaran con todas las fuentes disponibles sobre un acontecimiento dado, siempre quedaré el hecho de que sus personalidades, sus inteligencias, sus entrenamientos respectivos y sus ideologias condicionarén sus exémenes de las fuentes y hardn variar sus juicios haciendo que sus narrativas sean mas 0 menos parciales. De ahf que toda reconstruccién histérica y toda version periodistica impliquen, en un sentido o en otro, una limitacién y, por lo tanto, una percepcién incompleta de la realidad 0, dicho de otra manera, una per- cepcion incompleta de los acontecimientos. Esa percepcién forzosamente resulta de la perspectiva particular de cada narrador, ja cual a su vez esté condicionada, segan hemos dicho, por la disponibilidad de las fuentes, la personalidad y los intereses del periodista o el historiador. 458 OTRAS MIRADAS A LA HISTORIA DOMINICANA De ahi la imposibilidad de llevar a cabo una «historia total» o una «historia definitiva» y nica. Y de ahf también la imposibilidad de producir una sola versién periodistica definitiva acerca de un mismo acontecimiento noticioso. Por ello es que tanto la narraci6n hist6rica como la noticia periodistica son siempre ejercicios inacabados, incompletos y segmentados. Y por ello hay que concluir que la historia total es solamente un ideal inalcanzable, como inalcanzable es también la noticia total, esto es, aquella noticia que busque agotar todos las versiones y perspectivas posibles. Es més, ambas aspiraciones (si es que alguien aspirara a ellas) no son siquiera posibilidades pues para que fuese posible una historia total, por ejemplo, seria necesario que el historiador tuviese a mano absolutamente todas las fuentes y dispusiera de una versién cabal de todos los hechos y acontecimientos que tuvieron lugar minuto a minuto y persona por persona durante el periodo que él estudia. Lo mismo sirve para explicar la imposibilidad de la noticia cabal. Ambas, noticia ¢ historia totales, no son factibles porque para que fue- sen posibles seria necesario que el periodista y el historiador se tomaran tanto tiempo en recrear los hechos como estos tardaron en producirse, no solo en su ocurrencia material efectiva, sino en la acumulacién de sus causalidades respectivas. Dicho de otra manera, la historia total y la noticia cabal son impo- sibles debido a la dificultad epistemoldégica de agotar todas las visiones posibles del acontecimiento, y debido a la imposibilidad ontoldgica de reagrupar las evidencias resultantes de la acumulaci6n de los tiempos miiltiples que se conjugan en la ocurrencia de los multiples acontecimien- tos «noticiables» o «historiables». Estas son algunas de las razones que obligan a los periodistas y alos historiadores a seleccionar sus fuentes y de aislar intelectualmente los hechos que deciden describir. Para el periodista la seleccion se hace en funci6n de aquello que él cree que es relevante para entender el presente. El historiador, por su parte, realiza su seleccién en funcién de lo que él considera que es relevante para reconstruir y explicar el pasado en funcién de su presente 0 como causalidad de un presente que no tiene que ser necesariamente actual, pues podria ser también un «presente anterior». Esto no es un juego de palabras. No lo es porque el historiador, cuando trabaja a conciencia, busca en el pasado las rafces del presente, las causas 459 FRANK MOYA PONS explicativas, lejanas o cercanas, que le permitan entender y describir por qué las cosas son hoy como son, y por qué la sociedad en que él vive ha legadlo a ser como es. De ahi que se diga en ocasiones que la historia mas Util es aquella que sirve de alguna manera para entender mejor el presente. Creo que aqui puedo introducir otra diferencia epistemoldgica entre el quehacer periodistico y el quehacer historiografico. En su labor reconstructiva el historiador busca explicar cémo se pro- dujeron los hechos y, haciéndolo, encuentra el por qué de los mismos. Hemos dicho anteriormente que en la historia el por qué de las cosas contiene su cémo. Y es que la causalidad hist6rica, esto es, la raz6n expli- cativa de los hechos viene dada en la produccién de los hechos mismos. EI historiador explica los hechos mostrando cémo se producen. El periodista por su parte, muchas veces debido a la prisa implicita en el ejercicio de su oficio, no tiene tiempo para explicar por qué ocurrieron los hechos y se ve obligado a contentarse con una version fenomenolégica de los mismos sin entrar en la discusién o busqueda de sus causalidades eficientes o remotas. Con todo, las semejanzas y coincidencias epistemolégicas son ma- yores que las diferencias. De ahi que el ejercicio del periodismo sea més cercano al del historiador que el del socidlogo. Tanto el periodista como el historiador estan obligados a trabajar dentro de los limites temporales impuestos por la realidad que les toca manejar. La realidad social es fundamentalmente proceso, los hechos sociales son esencialmente dindmicos y su ocurrencia esté sujeta a una multicau- salidad imposible de aprehender en su totalidad. Ambos, el periodista y el historiador interpretan, valoran y juzgan no solo la ocurrencia misma de los acontecimientos que les toca describir, sino también la calidad de los materiales y fuentes que les sirven para reconstruir y narrar los acontecimientos. Este fenémeno de la valoracién y selecci6n de las fuentes introduce un elemento adicional en el condicionamiento de Ia objetividad, pues hace que la narracién que ambos puedan elaborar acerca de una noticia hecho hist6rico pueda ser contrastada con narraciones alternativas resultantes de una diversa seleccién, critica y valoracién de las mismas fuentes. O, lo que es lo mismo, de una distinta perspectiva. En poeas paiabras, toda noticia, como toda narracién hisiérica, de- pende del ordenamiento, critica y seleccién de las fuentes hecha por el narrador. Por esa raz6n podemos concluir que ambas, noticia e historia, 460

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