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Para ser unos comunicadores eficaces
debemos «expandirnos» abandonando
la seguridad de lo ya conocido
Debemos explicar un par de términos de esta pauta, porque
utiliza un lenguaje suniamente personal.-Los tltimos serdn
los primeros, asf que comenzaremos. refiriéndonos a «la
seguridad de lo ya conocido». Segtin sé afirma, todos vivi- -
mos dentro de un «4rea cémoda». Inteniterios imaginar un
circulo, grande o pequefio, que representa un «tea cémo-
da». A continuaci6n, situemos un punto dentro del circulo.
El punto somos cada uno de nosotros, -y el cfrculo es el. -
«area cémoda» de la persona representada por cl punto.
Nos podemos mover por donde queramos dentro del cfrcu-
lo y sentirnos cémodos en esa zona, pero si salimos fuera
del circulo, sufrimos un ataque de pdnico. Fuera de esé
area nos sentimos inseguros y amenazados.
Las «éreas cémodas» engloban nuestra forma de vestir
y, en general, toda nuestra apariencia personal; determinan
lo que podemos y lo que no podemos hacer; tienen una
fuerte influencia sobre 1a forma en que nos relacionamos
con la gente... Un hombre tan pulcro como Felix Unger'en
La extrafia pareja se sentirfa incé6modo con un traje‘desa- °
lifiado, pero los zapatds de-su compafiero ‘de-piso,-Oscar
Madison, también se sentirfan inmediatamente incémodos
si los abrillantaran. Al describir la circunferencia de nues-
tra «frea cémoda», algunos, por ejemplo, decimos:” «Yo° - ;
soy incapaz de hablai-en ptiblico»; o «Me aterra-la idea de
" entrar en-una habitacién répleta de extrafios»; 0-«Tal vez -
otros puedan hacerlo, pero, desde luego, yo no». Haz en
—177—
scoala ast
i
!
'
|alguna ocasién una lista de las cosas que tt «no puedes
hacer», y eso te dard una idea del tamaiio de tu «direa cémo-
da». A mf, algunas de las cosas de mi lista me dejaron
asombrado.
El problema es que nos acurrucamos prudentemente
dentro de esas «4reas cémodas» y, si son reducidas, nos -
quedamos apresados en un mundo mintsculo. Sin embar-
go, la mayorfa preferimos permanecer cn nuestras prisio-
nes a pagar el precio de la incomodidad por aventurarnos
fuera. Nos reducimos a una pequeiia esquina de la vida;
nunca descubrimos los Ifmites de nuestras habilidades,
porque nunca los exploramos: no disfrutamos plenamente
de nuestras capacidades, porque en realidad nunca Jas
ponemos a prueba. Se dice que el ser humano medio utili-
za s6lo el diez por ciento de sus capacidades; el otro noven-
ta por ciento permanece enterrado cn las tumbas del miedo.
Tenemgs miedo al fracaso; tenemos miedo a. parecer
tontos; ‘tenemos miedo a que nos ridiculicen; tenemos
miedo a las criticas... Por eso nos rendimos y nos instala-
mos en nuestro seguro rincén, y cada nuevo dia comienza
a parecerse demasiado a ayer y a mafiana: nos ponemos la.
misma ropa, decimos las mismas cosas, quedamos.con las
mismas personas, seguimos la misma rutina...; porque asf
es como nos sentimos cémodos. -
Al principio resulta muy impactante decir: «Debemos
tratar de superar todas nuestras inhibiciones». Algunas
veces, Jas inhibiciones estén construidas como oportunas
vallas que nos mantienen a raya dentro de los «rectos y
estrechos» senderos de Ia virtud. Pero no hay virtud en la
inhibicién, porque, sencillamente, no hay libertad. Por
ejeinplo, puede que digamos algo similar a: «Yo nunca'seré
capaz de decir una mentira. Estoy seguro de que me pon-
drfa colorado y me crecerfa Ja nariz». Pero en realidad esta-_
mos inhibidos: lo que nos impide mentir es el temor a nd
hacerlo con éxito. De modo que no hay virtud en decir la
verdad: no somos capaces de obrar de otra manera, La vir-
— 178 —Y principi
“tud presupone y requiere libertad. «Yo puedo mentir, pero
elijo no hacerlo. Deseo ser una persona veraz». Esto s{ es
expresién dé una virtud auténtica.
Por supuesto, no queremos superar nuestras inhi
nes para mentir por mentir, porque ello equivaldrfa a impe-
dir que nuestra mano izquierda supiera lo que hace la dere-
cha. Pero hay otras inhibiciones que nos alejan de la liber-
tad y de la virtud, y ésas son las que deben ser atacadas
directamente por lo que Hamamos «expandirnos». Por
ejemplo, alguien puede decir: «Sericillamente, soy incapaz
de decir a las personas a las que quiero que las quiero de
verdad. Asf que trato de hacer cosas por ellas y les hago
regalos. Pero las palabras ‘te quiero’ se me atragantan». El
camino y ef impulso para expandimnos son sumamente cla-
Tos; «jHAZLO, Y HAZLO YA!». Si una persona practica con
regularidad un ataque de este tipo a las inhibiciones parali-
zantes, termina siendo mucho mis libre, y pronto estara
haciendo cosas porque quiere ¥ no simplemente porque no
pucde obrar de otro modo. Esta es'la persona plenamente
humana y plenamente viva, verdaderamente libereda y vir-
tuosa.
«Expandirse», en ef sentido en que en que utilizamos
el término en este libro, significa «abandonar-la seguridad
de lo ya conocido». Supone sofiar ef suefio imposible,
alcanzar lo antes inalcanzable, intentar lo nunca intentado,
. arriesgarse a la posibilidad del fracaso, atreverse a entrar
en lugares donde nunca se ha estado... Como es obvio, hay
que entender con claridad el significado y las ventajas de
fa expansién, lo que resulta especialmente importante al
; porque expandirse requiere una fuerte determi-
nacién de fa mente y de la voluntad. Yo suelo concebir
nuestras emociones como nifios en torno a sus padres:
Madre Mente y Padre Voluntad. Frecuentemente, los niiios
intentan hacer equilibrios sobre las vallas, asomarse a los
acantilados y acariciar a los osos pardos, y [foran y patale-
an cuando no se les permite hacer fogatas peligrosas o Ian-
— 179 —zar cuchillos afilados. La Madre Mente y el Padre Voluntad
tienen que ser fuertes y firmes. Algunos padres insisten en
que es un hecho que la locura es hereditaria: la transiniten
los hijos.
Cuando una persona acepta por primera vez el reto de
expandirse, de salir de sus viejas «4reas cémodas» y entrar
en nuevas zonas, e$ muy probable que los nifios (las emo-
ciones) hagan de las suyas. Empezarén sus pataletas y chi-
llidos, sus Iloros y protestas. La imaginacién (un sentido
interior) pintar4 horribles cuadros de vergiienza y fracaso y
emitira sonidos terrorificos: «Se acabar4 el mundo con otro
-- «Big Bang» o, al menos, habrd una formidable explosién,
y alguien, seguramente yo, perdera el conocimiento para
siempre. Prevalécer4 una vez mas la Ley de Murphy: ‘Lo
~ que puede ir mal, iré mal’»
Pero si la Madre Mente y el Padre Voluntad son.lo sufi-
cientemente fuertes, se impondran. Y, lo.creamos 0 no, el
mundo no estallar4; no habrd explosidn; nadie se desmaya-
r4 ni morir4; y.el viejo Murphy no daré ni 1a més minima
sefial de vida: Pero. éstas no son mds que algunas. de las
cosas que no: sucederén. La consecuencia de nuestra
expansion serd que nuestro mundo se dilatard, nuestras
vidas serén mds plenas y satisfactorias y descubriremos
talentos ignorados. {Te acuerdas de la primera vez que*
nadaste sin que nadie te mantuviera a flote o la primera vez,
que conseguiste una gran victoria en tu deporte favorito?
«jPuedo hacerlo!», anunciaste a ti mismo y al mundo. Ni
te ahogaste ni fallaste: jlo conseguiste! En aque! momento-
nacieron para ti una nueva confianza en ti:‘mismo y un
nuevo mundo. Eso mismo sucede siempre que: nos expan-
dimos. - -
{Qué tiene que ver todo esto con la comunicacién? Es
evidente que en-ese 4mbito son.muchos los riesgos y-desa-* ~
~~ ffos que nos invitan a-expandirnos, a salir.de ta viejo ‘y=
-entrar en.lo nuevo. Todo progreso en el crecimiento huma- -
no implica siempre algtin tipo de expansion. He aqu{f una
— 180 —
|fista parcial de los retos comunicativos que nos pueden
estar invitando a expandimnos. Algunos de ellos pueden
aplicarse a cualquiera; otros puede que no. Vedmoslos: .
*Pensar en nosotros como dones destinados a
ofrecerse y considerat a los demas dones que se
nos ofrecen.
* Decir a alguien cara a cara: «Te quiero».
* Asumir Ja plena responsabilidad de nuestras propias
reacciones; expresarlas haciendo «afirmaciones en
primera persona», no en «segunda».
* Admitir que estébamos equivocados y disculparnos;
pedir perd6n.
* Asumit y compartir todos nuestros sentimientos,
tanto los negatives como tos positivos.
* Compartir nuestra vulnerabilidad; hablar alos
demds de nuestros miedos y debilidades, dejar de
mentir sobre nuestra soledad, admitir nuestra
inseguridad y quejarnos cuando nos_ sentimos
heridos, permitir que las lagrimas fluyan a través
- de nuestra mascara protectora.
*Esforzarnos por ser auténticos reconocienda y
rechazando nuestro rol, negandonos a dejar que el
rol que desempefiamos dirija la comunicacién de
‘nuestro yo real.
* Revisar, en la medida en que seamos capaces,
nuestros motivos con total sinceridad; asegurarnos
de que nuestra comunicacién es un acto de amor,
no un desahogo ni una manipulacién. '
*Dar las gracias a los demés por habernos
escuchado, y/o por haberse comunicado con
4 topotros.
Fscuchar de verdad: con la cabeza, el corazén yla
imaginaci6n. :
* Preguntarnos: ,Qué se siente al ser ti? |
* Revisar nuestros presupuestos, en lugar de atribuir
una precisién dé rayos-x a Jo que suponemos.
— 181 —* Negarnos a dat consejos; insislir en que quienes
nos preguntan qué deben hacer han de tomar sus
ptopias decisiones.
* Evitar el sarcasmo, fa acusacion, las malas caras y
las rabietas para castigar y manipular a los demas.
* Organizar un plan del dia que incluya un «tiempo
de calidad» dedicado a las personas con las que
estamos profundamente comprometidos.
* Tocar y permitir que nos toquen como un acto de
afectividad y comunicacion.
* Estar tan comprometidos con la comunicacién que
no permitamos que crisis alguna ponga en peligro
nuestra decisién.
Es importante insistir en que expandirse sdlo.es convé-
niente cuando Ja inhibicién nos impide decir, hacer 0 com-
portarnos de acuerdo con lo que es correcto y razonable.
Expandirnos no nos exige hacer expresamente el tonto ni
realizar hazaiias contraproducentes sdlo por-el gusto de
expandirnos. Ser un «cxcéntrico» no es lo mismo que ser
una persona en:crecimiento.
Pensemos én todos los grandes hombres y mujeres de
la historia de Ja humanidad. Imaginemos a Juana de Arco
loriqueando: «Pero si ni siquiera soy capaz de montar a
caballo, jy mucho menos de dirigir un ejército!» ,Qué
habria ocurrido si Crist6bal Colén hubiera dicho: «No es
posible que yo tenga razén y todos los demas estén equi-
vocados. ,Y si fracaso y nos perdemos en la inmensidad
del océano? {Qué dirdn entonces de mi?» Supongamos que
Thomas Jefferson ‘se hubiera refugiado en sus miedos:
«jEscribir yo una Declaracién de Independencia para un
nuevo pais? Estéis bromeando. Yo nunca he escrito una
Declaracién en mi vida».
Podemos reaccionar diciendo: «Es verdad, pero ellos
fueron grandes y famosos personajes, y yo no soy ni gran-
de ni famoso». Y se nos puede responder: «De acuerdo.
iPero ellos tampoco lo eran antes de expandirse!»
— 182 —En nuestras vidas hay miles de retos comunicativos que
estén invitandonos a salir de nuestro confinamiento actual.
Mi maestra de la guarderfa vive, se encuentra bien y est4 en
Chicago. Dice que yo (John) era el nifio «més tfmido y
débif» de todos los alumnos que ha tenido en sus aproxi-
madamente treinta afios de docencia. Por supuesto, ella
sdlo, vefa mi exterior. Yo estaba dentro de aquel nifio
pequefio que sufrfa, miraba a hurtadillas, se preocupaba
por lo que los demas pensaran, tenfa miedo a dar mala ima-
gen, fingfa ser seguro e intentaba aparentar que era lo que
en realidad no era.
Afortunadamente, diversas personas, como aquella
misma maestra, influyeron en mi y me alentaron con cari-
fio. Recuerdo que en cierta ocasién le preguntaron a Walter
Cronkite: «Aparte de su familia, gqué persona ha tenido
mayor influencia en su vida?» El famoso comentarista de
icias reflexioné un momento y luego dijo: «Creo que
rofesor de cuarto curso». Yo, personalmente, estoy
muy agradccido a mi maesira de fa guarderfa, Catherine
Ford Barr. Y también siento una enorme gratitud hacia
todos aquellos que, como ella, me dijeron gue podfa hacer
algo y luego me impulsaron a intentarlo.
Ahora, aque! «tfnido y débil» nifio habla con frecuen-
cia ante grandes audiencias con tranquila seguridad en sf
mismo. Algunas veces, el «nifio» parpadea de asombro,
pero los Ifmites a los que se ha expandido fe recuerdan el
«camino menos transitado» que le cambié por completo:
los primeros discursos titubeantes en las asambleas de
estudiantes, las manos frias y la boca reseca en los concur-
--sos de-oratoria, los-momentos de nerviosismo previos a los
torneos de debate y, con el tiempo, el primer premio de
oratoria del tillimo afio del bachillerato.
Cuando aigunas personas intentan racionalizar sus inhi-
biciones y me dicen que «sencillamente, no pueden», que
«expandirse es demasiado para ellos», el nifio mds timido
y débil de la guarderfa quiere encararse con ellos; desea
— 183 —impulsarlos carifiosamente, como hicieron con él, a que se
expandan. Ahora aquel_nifiito tfmido tiene mds kilometra-
je en su boca que un coche viejo; ahora, cuando se pone en
pie ante grandes audiencias, es como un caballo de carre-
tas en la Ifnea de salida, a punto y ansioso por correr.
Pero eso sdlo tiene que ver con el hablar en piiblico. En
el terreno de ta comunicacién persona-a-persona, atin
padezco los problemas de mi «drea cémoda». Por eso cada
dia intento realizar al menos un pequefio ejercicio de
expansion. Sé que ése es el precio de mi libertad y de mi
autenticidad como persona; de modo que, cuando-no sé
algo, intento admitirlo y, cuando meto Ja pata, pido discul-
pas; asumo mis propios sentimientos, digo a los demas Jo
buenos que son y el talento que tienen, doy a conocer
abiertamente mis miedos y heridas y me esfuerzo por pre-
guntarme qué sucede en el interior de quienes tratan con-
_.. migo. Poco a poco voy mejorando como comunicador; atin
+. no he alcanzado el éxito, pero conozco el camino. No hay
zareglas para lograr cf éxito que funcioncn, a menos que
que expandirnos un poco para que vaya aumentando nues-
tra comodidad y facilidad en la comunicacién.
Y funciona. Lo asegura el nifio mas t{imido y débil de la
guarderfa. : ;
— 184—
nosotros funcionemos. En consecuencia, cada dfa tenemos’ ~