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20.. Para ser unos comunicadores eficaces debemos «expandirnos» abandonando la seguridad de lo ya conocido Debemos explicar un par de términos de esta pauta, porque utiliza un lenguaje suniamente personal.-Los tltimos serdn los primeros, asf que comenzaremos. refiriéndonos a «la seguridad de lo ya conocido». Segtin sé afirma, todos vivi- - mos dentro de un «4rea cémoda». Inteniterios imaginar un circulo, grande o pequefio, que representa un «tea cémo- da». A continuaci6n, situemos un punto dentro del circulo. El punto somos cada uno de nosotros, -y el cfrculo es el. - «area cémoda» de la persona representada por cl punto. Nos podemos mover por donde queramos dentro del cfrcu- lo y sentirnos cémodos en esa zona, pero si salimos fuera del circulo, sufrimos un ataque de pdnico. Fuera de esé area nos sentimos inseguros y amenazados. Las «éreas cémodas» engloban nuestra forma de vestir y, en general, toda nuestra apariencia personal; determinan lo que podemos y lo que no podemos hacer; tienen una fuerte influencia sobre 1a forma en que nos relacionamos con la gente... Un hombre tan pulcro como Felix Unger'en La extrafia pareja se sentirfa incé6modo con un traje‘desa- ° lifiado, pero los zapatds de-su compafiero ‘de-piso,-Oscar Madison, también se sentirfan inmediatamente incémodos si los abrillantaran. Al describir la circunferencia de nues- tra «frea cémoda», algunos, por ejemplo, decimos:” «Yo° - ; soy incapaz de hablai-en ptiblico»; o «Me aterra-la idea de " entrar en-una habitacién répleta de extrafios»; 0-«Tal vez - otros puedan hacerlo, pero, desde luego, yo no». Haz en —177— scoala ast i ! ' | alguna ocasién una lista de las cosas que tt «no puedes hacer», y eso te dard una idea del tamaiio de tu «direa cémo- da». A mf, algunas de las cosas de mi lista me dejaron asombrado. El problema es que nos acurrucamos prudentemente dentro de esas «4reas cémodas» y, si son reducidas, nos - quedamos apresados en un mundo mintsculo. Sin embar- go, la mayorfa preferimos permanecer cn nuestras prisio- nes a pagar el precio de la incomodidad por aventurarnos fuera. Nos reducimos a una pequeiia esquina de la vida; nunca descubrimos los Ifmites de nuestras habilidades, porque nunca los exploramos: no disfrutamos plenamente de nuestras capacidades, porque en realidad nunca Jas ponemos a prueba. Se dice que el ser humano medio utili- za s6lo el diez por ciento de sus capacidades; el otro noven- ta por ciento permanece enterrado cn las tumbas del miedo. Tenemgs miedo al fracaso; tenemos miedo a. parecer tontos; ‘tenemos miedo a que nos ridiculicen; tenemos miedo a las criticas... Por eso nos rendimos y nos instala- mos en nuestro seguro rincén, y cada nuevo dia comienza a parecerse demasiado a ayer y a mafiana: nos ponemos la. misma ropa, decimos las mismas cosas, quedamos.con las mismas personas, seguimos la misma rutina...; porque asf es como nos sentimos cémodos. - Al principio resulta muy impactante decir: «Debemos tratar de superar todas nuestras inhibiciones». Algunas veces, Jas inhibiciones estén construidas como oportunas vallas que nos mantienen a raya dentro de los «rectos y estrechos» senderos de Ia virtud. Pero no hay virtud en la inhibicién, porque, sencillamente, no hay libertad. Por ejeinplo, puede que digamos algo similar a: «Yo nunca'seré capaz de decir una mentira. Estoy seguro de que me pon- drfa colorado y me crecerfa Ja nariz». Pero en realidad esta-_ mos inhibidos: lo que nos impide mentir es el temor a nd hacerlo con éxito. De modo que no hay virtud en decir la verdad: no somos capaces de obrar de otra manera, La vir- — 178 — Y principi “tud presupone y requiere libertad. «Yo puedo mentir, pero elijo no hacerlo. Deseo ser una persona veraz». Esto s{ es expresién dé una virtud auténtica. Por supuesto, no queremos superar nuestras inhi nes para mentir por mentir, porque ello equivaldrfa a impe- dir que nuestra mano izquierda supiera lo que hace la dere- cha. Pero hay otras inhibiciones que nos alejan de la liber- tad y de la virtud, y ésas son las que deben ser atacadas directamente por lo que Hamamos «expandirnos». Por ejemplo, alguien puede decir: «Sericillamente, soy incapaz de decir a las personas a las que quiero que las quiero de verdad. Asf que trato de hacer cosas por ellas y les hago regalos. Pero las palabras ‘te quiero’ se me atragantan». El camino y ef impulso para expandimnos son sumamente cla- Tos; «jHAZLO, Y HAZLO YA!». Si una persona practica con regularidad un ataque de este tipo a las inhibiciones parali- zantes, termina siendo mucho mis libre, y pronto estara haciendo cosas porque quiere ¥ no simplemente porque no pucde obrar de otro modo. Esta es'la persona plenamente humana y plenamente viva, verdaderamente libereda y vir- tuosa. «Expandirse», en ef sentido en que en que utilizamos el término en este libro, significa «abandonar-la seguridad de lo ya conocido». Supone sofiar ef suefio imposible, alcanzar lo antes inalcanzable, intentar lo nunca intentado, . arriesgarse a la posibilidad del fracaso, atreverse a entrar en lugares donde nunca se ha estado... Como es obvio, hay que entender con claridad el significado y las ventajas de fa expansién, lo que resulta especialmente importante al ; porque expandirse requiere una fuerte determi- nacién de fa mente y de la voluntad. Yo suelo concebir nuestras emociones como nifios en torno a sus padres: Madre Mente y Padre Voluntad. Frecuentemente, los niiios intentan hacer equilibrios sobre las vallas, asomarse a los acantilados y acariciar a los osos pardos, y [foran y patale- an cuando no se les permite hacer fogatas peligrosas o Ian- — 179 — zar cuchillos afilados. La Madre Mente y el Padre Voluntad tienen que ser fuertes y firmes. Algunos padres insisten en que es un hecho que la locura es hereditaria: la transiniten los hijos. Cuando una persona acepta por primera vez el reto de expandirse, de salir de sus viejas «4reas cémodas» y entrar en nuevas zonas, e$ muy probable que los nifios (las emo- ciones) hagan de las suyas. Empezarén sus pataletas y chi- llidos, sus Iloros y protestas. La imaginacién (un sentido interior) pintar4 horribles cuadros de vergiienza y fracaso y emitira sonidos terrorificos: «Se acabar4 el mundo con otro -- «Big Bang» o, al menos, habrd una formidable explosién, y alguien, seguramente yo, perdera el conocimiento para siempre. Prevalécer4 una vez mas la Ley de Murphy: ‘Lo ~ que puede ir mal, iré mal’» Pero si la Madre Mente y el Padre Voluntad son.lo sufi- cientemente fuertes, se impondran. Y, lo.creamos 0 no, el mundo no estallar4; no habrd explosidn; nadie se desmaya- r4 ni morir4; y.el viejo Murphy no daré ni 1a més minima sefial de vida: Pero. éstas no son mds que algunas. de las cosas que no: sucederén. La consecuencia de nuestra expansion serd que nuestro mundo se dilatard, nuestras vidas serén mds plenas y satisfactorias y descubriremos talentos ignorados. {Te acuerdas de la primera vez que* nadaste sin que nadie te mantuviera a flote o la primera vez, que conseguiste una gran victoria en tu deporte favorito? «jPuedo hacerlo!», anunciaste a ti mismo y al mundo. Ni te ahogaste ni fallaste: jlo conseguiste! En aque! momento- nacieron para ti una nueva confianza en ti:‘mismo y un nuevo mundo. Eso mismo sucede siempre que: nos expan- dimos. - - {Qué tiene que ver todo esto con la comunicacién? Es evidente que en-ese 4mbito son.muchos los riesgos y-desa-* ~ ~~ ffos que nos invitan a-expandirnos, a salir.de ta viejo ‘y= -entrar en.lo nuevo. Todo progreso en el crecimiento huma- - no implica siempre algtin tipo de expansion. He aqu{f una — 180 — | fista parcial de los retos comunicativos que nos pueden estar invitando a expandimnos. Algunos de ellos pueden aplicarse a cualquiera; otros puede que no. Vedmoslos: . *Pensar en nosotros como dones destinados a ofrecerse y considerat a los demas dones que se nos ofrecen. * Decir a alguien cara a cara: «Te quiero». * Asumir Ja plena responsabilidad de nuestras propias reacciones; expresarlas haciendo «afirmaciones en primera persona», no en «segunda». * Admitir que estébamos equivocados y disculparnos; pedir perd6n. * Asumit y compartir todos nuestros sentimientos, tanto los negatives como tos positivos. * Compartir nuestra vulnerabilidad; hablar alos demds de nuestros miedos y debilidades, dejar de mentir sobre nuestra soledad, admitir nuestra inseguridad y quejarnos cuando nos_ sentimos heridos, permitir que las lagrimas fluyan a través - de nuestra mascara protectora. *Esforzarnos por ser auténticos reconocienda y rechazando nuestro rol, negandonos a dejar que el rol que desempefiamos dirija la comunicacién de ‘nuestro yo real. * Revisar, en la medida en que seamos capaces, nuestros motivos con total sinceridad; asegurarnos de que nuestra comunicacién es un acto de amor, no un desahogo ni una manipulacién. ' *Dar las gracias a los demés por habernos escuchado, y/o por haberse comunicado con 4 topotros. Fscuchar de verdad: con la cabeza, el corazén yla imaginaci6n. : * Preguntarnos: ,Qué se siente al ser ti? | * Revisar nuestros presupuestos, en lugar de atribuir una precisién dé rayos-x a Jo que suponemos. — 181 — * Negarnos a dat consejos; insislir en que quienes nos preguntan qué deben hacer han de tomar sus ptopias decisiones. * Evitar el sarcasmo, fa acusacion, las malas caras y las rabietas para castigar y manipular a los demas. * Organizar un plan del dia que incluya un «tiempo de calidad» dedicado a las personas con las que estamos profundamente comprometidos. * Tocar y permitir que nos toquen como un acto de afectividad y comunicacion. * Estar tan comprometidos con la comunicacién que no permitamos que crisis alguna ponga en peligro nuestra decisién. Es importante insistir en que expandirse sdlo.es convé- niente cuando Ja inhibicién nos impide decir, hacer 0 com- portarnos de acuerdo con lo que es correcto y razonable. Expandirnos no nos exige hacer expresamente el tonto ni realizar hazaiias contraproducentes sdlo por-el gusto de expandirnos. Ser un «cxcéntrico» no es lo mismo que ser una persona en:crecimiento. Pensemos én todos los grandes hombres y mujeres de la historia de Ja humanidad. Imaginemos a Juana de Arco loriqueando: «Pero si ni siquiera soy capaz de montar a caballo, jy mucho menos de dirigir un ejército!» ,Qué habria ocurrido si Crist6bal Colén hubiera dicho: «No es posible que yo tenga razén y todos los demas estén equi- vocados. ,Y si fracaso y nos perdemos en la inmensidad del océano? {Qué dirdn entonces de mi?» Supongamos que Thomas Jefferson ‘se hubiera refugiado en sus miedos: «jEscribir yo una Declaracién de Independencia para un nuevo pais? Estéis bromeando. Yo nunca he escrito una Declaracién en mi vida». Podemos reaccionar diciendo: «Es verdad, pero ellos fueron grandes y famosos personajes, y yo no soy ni gran- de ni famoso». Y se nos puede responder: «De acuerdo. iPero ellos tampoco lo eran antes de expandirse!» — 182 — En nuestras vidas hay miles de retos comunicativos que estén invitandonos a salir de nuestro confinamiento actual. Mi maestra de la guarderfa vive, se encuentra bien y est4 en Chicago. Dice que yo (John) era el nifio «més tfmido y débif» de todos los alumnos que ha tenido en sus aproxi- madamente treinta afios de docencia. Por supuesto, ella sdlo, vefa mi exterior. Yo estaba dentro de aquel nifio pequefio que sufrfa, miraba a hurtadillas, se preocupaba por lo que los demas pensaran, tenfa miedo a dar mala ima- gen, fingfa ser seguro e intentaba aparentar que era lo que en realidad no era. Afortunadamente, diversas personas, como aquella misma maestra, influyeron en mi y me alentaron con cari- fio. Recuerdo que en cierta ocasién le preguntaron a Walter Cronkite: «Aparte de su familia, gqué persona ha tenido mayor influencia en su vida?» El famoso comentarista de icias reflexioné un momento y luego dijo: «Creo que rofesor de cuarto curso». Yo, personalmente, estoy muy agradccido a mi maesira de fa guarderfa, Catherine Ford Barr. Y también siento una enorme gratitud hacia todos aquellos que, como ella, me dijeron gue podfa hacer algo y luego me impulsaron a intentarlo. Ahora, aque! «tfnido y débil» nifio habla con frecuen- cia ante grandes audiencias con tranquila seguridad en sf mismo. Algunas veces, el «nifio» parpadea de asombro, pero los Ifmites a los que se ha expandido fe recuerdan el «camino menos transitado» que le cambié por completo: los primeros discursos titubeantes en las asambleas de estudiantes, las manos frias y la boca reseca en los concur- --sos de-oratoria, los-momentos de nerviosismo previos a los torneos de debate y, con el tiempo, el primer premio de oratoria del tillimo afio del bachillerato. Cuando aigunas personas intentan racionalizar sus inhi- biciones y me dicen que «sencillamente, no pueden», que «expandirse es demasiado para ellos», el nifio mds timido y débil de la guarderfa quiere encararse con ellos; desea — 183 — impulsarlos carifiosamente, como hicieron con él, a que se expandan. Ahora aquel_nifiito tfmido tiene mds kilometra- je en su boca que un coche viejo; ahora, cuando se pone en pie ante grandes audiencias, es como un caballo de carre- tas en la Ifnea de salida, a punto y ansioso por correr. Pero eso sdlo tiene que ver con el hablar en piiblico. En el terreno de ta comunicacién persona-a-persona, atin padezco los problemas de mi «drea cémoda». Por eso cada dia intento realizar al menos un pequefio ejercicio de expansion. Sé que ése es el precio de mi libertad y de mi autenticidad como persona; de modo que, cuando-no sé algo, intento admitirlo y, cuando meto Ja pata, pido discul- pas; asumo mis propios sentimientos, digo a los demas Jo buenos que son y el talento que tienen, doy a conocer abiertamente mis miedos y heridas y me esfuerzo por pre- guntarme qué sucede en el interior de quienes tratan con- _.. migo. Poco a poco voy mejorando como comunicador; atin +. no he alcanzado el éxito, pero conozco el camino. No hay zareglas para lograr cf éxito que funcioncn, a menos que que expandirnos un poco para que vaya aumentando nues- tra comodidad y facilidad en la comunicacién. Y funciona. Lo asegura el nifio mas t{imido y débil de la guarderfa. : ; — 184— nosotros funcionemos. En consecuencia, cada dfa tenemos’ ~

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