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CAPITULO 3

LAS CONSECUENCIAS DE LA AMARGURA

Para motivar a una persona a cumplir con el mandamiento bíblico “despréndanse de toda
amargura...” (Efesios 4:31 NVI), veamos las múltiples consecuencias (todas negativas) de este
pecado.
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. RVR

1) El espíritu amargo impide que la persona entienda los verdaderos propósitos de Dios en
determinada situación.
Job no tenía la menor idea de que, por medio de su sufrimiento, el carácter de Dios estaba
siendo vindicado, defendido, exculpado ante Satanás.
Isaías 66:5 Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra: Vuestros
hermanos que os aborrecen, y os echan fuera por causa de mi nombre, dijeron: Jehová sea
glorificado. Pero él se mostrará para alegría vuestra, y ellos serán confundidos.

Isaías 54:1 Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo,
la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada,
ha dicho Jehová.
2 Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas
escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.
3 Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia
heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.
4 No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada,
sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más
memoria.
5 Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el
Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado.
6 Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa
de la juventud que es repudiada, dijo el Dios tuyo.
7 Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias.
8 Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna
tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor.
9 Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de
Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré.
10 Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.
11 Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras
sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.
12 Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y toda
tu muralla de piedras preciosas.
13 Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y se multiplicará la paz de tus hijos.
14 Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor,
porque no se acercará a ti.
15 Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti
caerá.
16 He aquí que yo hice al herrero que sopla las ascuas en el fuego, y que saca la herramienta
para su obra; y yo he creado al destruidor para destruir.
17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante
contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo
Jehová.

Somos muy cortos de vista.

2) El espíritu amargado envenena a otros.


En uno de los pasajes más penetrantes de la Biblia, el autor de Hebreos exhorta: “Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que, brotando alguna raíz de amargura,
os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (12:15).

La amargura nunca se queda sola en casa; siempre busca amigos.


Por eso es el pecado más contagioso.

Si no la detenemos puede llegar a contaminar a toda una familia, o a toda una


congregación.

Durante la celebración de la pascua, los israelitas comían hierbas amargas.


Cuando un huerto era invadido por estas hierbas amargas, no se lo podía limpiar
simplemente cortando la parte superior de las plantas.
Cada pedazo de raíz debía extraerse por completo, ya que de cada pequeña raíz
aparecerían nuevos brotes.

El hecho de que las raíces no se vean no significa que no existan.


Allí bajo tierra germinan, se nutren, crecen, y los brotes salen a la superficie y no en un solo
lugar sino en muchos.
Algunas raíces silvestres son casi imposibles de controlar si al principio uno no las corta por
lo sano.

El escritor de Hebreos advierte que la amargura puede quedar bajo la superficie,


alimentándose y multiplicándose, pero saldrá a la luz cuando uno menos lo espera.
Aun cuando la persona ofendida y amargada enfrente su pecado de la manera prescrita
por Dios, no necesariamente termina el problema de la contaminación.

Los afectados por la persona que actuaba en amargura pueden haber tomado sobre sí la
ofensa y posiblemente se irriten con él o ella cuando ya no esté amargado.

Hace año y medio atendí a una mujer que tenía una familia aparentemente perfecta, que
lo tenía todo.
Su esposo fue desenmascarado por sus hijas ante ella por haber tenido una vida doble,
oculta, por más de 15 años con una persona muy allegada a la familia.
Las hijas decidieron ponerle fin a la burla de su padre ante su madre y revelaron todo lo
que sabían.
La mamá, como era de esperarse, tuvo un quiebre emocional y sufrió por varios meses
ataques de pánico y crisis de ansiedad.
Ella luchó con todas sus fuerza por su propia vida por meses.
Durante todo este tiempo ha estado trabajando en las raíces que la llevaron a olvidarse de
sí misma.
No le ha sido fácil, pero la he visto trabajar de manera integral en su vida, en su espíritu,
tomada de la mano de Dios, trabajando en su conciencia y subconciencia, en su cuerpo, con su
medico psiquiatra que le ayudara a controlar esos picos de adrenalina y cortisol que le provocaron
las crisis de ansiedad y depresión, en su alma, tomando control de sus pensamientos, su voluntad
y sus emociones (esa ha sido su lucha más ardua e intensa que solo ella podía hacer, nadie la haría
por ella).
Finalmente ella ha ido perdonando poco a poco a sus agresores, se ha desprendido de
muchas cosa que le hacían daño, ha puesto límites a si misma, y ha tomado decisiones para
mantener su sanidad.
A más de uno no le ha agradado su cambio, se han enojado con ella, la han criticado y
tachado de egoísta, de insensible, de no reaccionar y tomar venganza.
Otros de ser dura y hasta cruel por no permitir que su esposo regrese a casa, aun cuando
él no quiere dejar sus conductas reprobables.
A pesar de todo, ella tomó la decisión más difícil, pero también la más saludable: perdonar.
Además decidió buscar consuelo y refugio en el único ser que la ama a pesar de todos sus errores:
Dios.
Ella todavía tiene momentos de tristeza y de soledad, pero por la gracia de Dios no está
amargada.
Sin embargo, los demás familiares siguen amargados y algunos hasta molestos porque ella
no guarda rencor.*
*Se puede entender (no justificar) la actitud de los familiares, porque ellos querían castigar al
esposo y la otra persona.
Hay una gran diferencia entre consolar, proteger, ayudar, simpatizar y tomar sobre sí la ofensa.
Proverbios 26:17 “El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al
perro por las orejas”.
El perro se vuelve enemigo si uno lo toma por las orejas; haría cualquier cosa para que la persona
lo suelte.
Cuando tomo sobre mí la ofensa de otro me vuelvo:
1) chismoso (porque la propago)
2) juez (porque juzgo y condeno al ofensor)
3) amargado porque dejo entrar amargura en mi corazón)

3) El espíritu de amargura hace que la persona pierda perspectiva.


Nótese la condición del salmista cuando estaba amargado:
“... entonces era yo torpe y sin entendimiento; era como una bestia delante de ti” (Salmo
73:21, 22 BLA).
Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no
entendía; era como una bestia delante de ti.

La persona amargada toma decisiones filtradas por su profunda amargura.


Tales decisiones no provienen de Dios y generalmente son legalistas.
Cuando la amargura echa raíces y se convierte en norma de vida, la persona ve, estima,
evalúa, juzga y toma decisiones según su espíritu amargo.

Nótese lo que pasó con Job.


En su amargura culpó a Dios de favorecer los designios de los impíos (Job 10:3).
Hasta lo encontramos a aborreciéndose a sí mismo (Job 9:21; 10:1).

En el afán de buscar alivio o venganza, quien está amargado invoca los nombres de otras
personas y exagera o generaliza:
Todo el mundo está en mi contra.
Nadie me respeta.
Todo les parece mal.
A Nadie le hago falta.
Todo en esta vida es injusto.
No se puede confiar en nadie.

Las frases “todo” y “nadie” pertenecen al léxico de la amargura.


Cuando la amargura llega a ser norma de vida para una persona, ésta por lo general se
vuelve paranoica e imagina que todos están en su contra.

La paranoia puede llegar a tomar el control de la vida de una persona a tal grado, que
empieza a defenderse mentalmente de adversarios imaginarios.
4) El espíritu amargo se disfraza como sabiduría o discernimiento.
Santiago 3:14-15“(...pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os
jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino
terrenal, animal, diabólica”
Es notable que Santiago emplea la palabra “sabiduría” al hablar de algunas de las actitudes
más carnales de la Biblia.
La amargura bien puede atraer a muchos seguidores.
¡Quién no desea escuchar un chisme candente acerca de otra persona!
Proverbios 18:8; 26:20; 26:21

La causa que presentó Coré pareció justa a los oyentes, tanto que 250 príncipes
renombrados de la congregación fueron engañados por sus palabras persuasivas.
Números 16; Judas 11. Nótese que Coré invocó a “toda la congregación”, alegando que no
solamente la mayoría sino también Dios estaba de su lado.
A pesar de que la Biblia aclara que el corazón de Coré estaba lleno de celos amargos, ni los
más preparados lo notaron.

5) El espíritu amargo da lugar al diablo (Efesios 4:26).


Una persona que se acuesta herida se levanta enojada.
Se acuesta enojada, y se levanta resentida.
Se acuesta resentida, y se levanta amargada.
El diablo está buscando a quien devorar (1a Pedro 5:8).
Pablo nos exhorta a perdonar “...para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros;
pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).
Satanás emplea cualquier circunstancia para dividir el cuerpo de Cristo. 2a Corintios 11:14.

6) El espíritu amargo puede causar problemas físicos.


La amargura está ligada al resentimiento, término que proviene de dos palabras que
significan “decir de nuevo".
Cuando uno tiene un profundo resentimiento, no duerme bien o se despierta varias veces
durante la noche, y vez tras vez en su mente repite la herida como una grabadora.
Es un círculo vicioso de no dormir bien, no sentirse bien al siguiente día, no encontrar
solución para el espíritu de amargura, no dormir bien, ir al médico, tomar pastillas, etc.
Algunas personas terminan sufriendo una gran depresión; otros acaban con úlceras u otras
enfermedades.
Por qué?
Porque este trabajo de sanidad debe ser integral (Espíritu, alma y cuerpo).

7) El espíritu amargo hace que algunos dejen de alcanzar la gracia de Dios (Hebreos 12:15).
En el contexto de Hebreos, los lectores estaban a punto de volver al legalismo y a no valerse
de la gracia de Dios para su salvación.
La persona amargada sigue la misma ruta porque la amargura implica vivir con recursos
propios y no con la gracia de Dios.
Tan fuerte es el deseo de vengarse que no permite que Dios, por su maravillosa gracia,
obre en la situación.

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