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10 CARACTERÍSTICAS DEL PROGRESISMO

Te explicamos qué es el progresismo, su origen y principales características. Además, su planteamiento, criticas al


respecto y más.

El progresismo está fuertemente vinculado con el feminismo.

¿Qué es el progresismo?

Se llama progresismo a las distintas doctrinas políticas, filosóficas, sociales y económicas


caracterizadas por un cierto pragmatismo político y por la defensa de los derechos civiles de
igualdad, libertad y justicia, teniendo el progreso indefinido de las sociedades en esos asuntos como
norte.

Por lo general los progresismos están vinculados a posiciones políticas de izquierda o centro-
izquierda, pero existen también progresistas de derecha. En todo caso, el término es completamente
opuesto al de conservadurismo.

Este término está fuertemente vinculado con las luchas de diversos colectivos sociales
contemporáneos como el feminismo, la sexodiversidad o la ecología, que velan por un continuo
estado de reformas y aperturas en el tejido de la sociedad para hacerlo más incluyente y democrático.

Características del progresismo

Origen

El progresismo tiene su origen en la Revolución Francesa de 1789, en la que el pueblo francés


derrocó la monarquía absolutista y redactó, entre otras cosas, la primera declaración universal de
derechos humanos.

Sin embargo, el término resurgió en el marco del siglo XIX y su Revolución Liberal para designar a
los partidarios del cambio social y las transformaciones económicas y culturales, frente a los
conservadores que abogaban por el retorno al Antiguo Régimen. El término progresista actualmente
se emparenta con el de reformista.

Planteamiento
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Su principal planteamiento tiene que ver con la necesidad de que el Estado garantice la igualdad de
condiciones sociales y económicas entre los ciudadanos, para que sea su desempeño individual y no
los beneficios heredados los que decidan su destino y su lugar en la sociedad. Así, la desigualdad
social estaría determinada nada más que por el esfuerzo humano.

Laicista

El progresismo persigue una sociedad no religiosa, es decir, una en la que la Iglesia y las
instituciones espirituales del hombre existan al margen de todo tenor político y económico,
permitiendo que las materias del Estado sean incumbencia exclusiva de los políticos.

Democrático

El progresismo aspira a una pluralidad y diversidad en la que todos los colectivos sociales y actores
políticos que aspiran por hacerse oír en el concierto de la sociedad, tengan cabida.

Esto significa que el progresismo ha de ser democrático y diverso, variopinto en su constitución y


respetuoso de la igualdad en sus preceptos.

El progresismo busca que todos los colectivos sociales lleguen a hacerse oír.

Reformista

El progresismo plantea la necesidad de cambios constantes en la sociedad, que impulsen el progreso


en materia social, política y económica, empujando cada vez más hacia la constitución de un ideal de
pluralismo y diversidad.

Pragmático

El progresismo se distingue de los movimientos revolucionarios en que aspira a implementar


fórmulas y métodos que hayan funcionado y que mediante hechos puedan probarse, en lugar de
abrazar ideologías o aspirar a la realización de utopías que a menudo ofrecen la igualdad y la libertad
como posibilidades separadas.
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Vanguardista

El progresismo está dispuesto a romper con  los cánones de lo establecido (el status quo) y abrazar lo
nuevo como un valor de por sí. En este sentido se ubica a la vanguardia de las sociedades.

Diversidad

No hay, sin embargo, un único progresismo, sino un conjunto de ellos. Esto significa que bajo la
misma bandera pueden hallarse, por ejemplo:

La “Nueva Izquierda” europea, no necesariamente marxista, que persigue una sociedad laica, liberal,
sostenible y de mayor financiación pública a la educación y la salud.

Las distintas corrientes políticas latinoamericanas, a menudo contradictorias entre sí, que van desde
el peronismo argentino a movimientos ecologistas, antiimperialistas, feministas, e incluso de
socialismo marxista.

Las ramas de izquierda del Partido Demócrata estadounidense, ávida de cambios en lo político y lo
económico, a la vez que sectores mucho más vanguardistas que aspiran a la ruptura del sistema de
dos partidos que hay en el país.

Debates polémicos

El progresismo también apoya el matrimonio igualitario.

A pesar de sus diferencias, el progresismo a grandes rasgos sostiene su interés por algunas temáticas
sociales y políticas polémicas, como son:

Legalización y regulación de ciertas drogas como la marihuana.

Despenalización y regulación de la prostitución.

Despenalización y regulación de la interrupción voluntaria del embarazo.

Visibilización y reconocimiento de las minorías étnicas, políticas y sexodiversas.

Regulación económica que apunte hacia un desarrollo ecológicamente sustentable.

Matrimonio igualitario y protección a las parejas del mismo sexo.


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Flexibilización de las doctrinas migratorias.

 Críticas al progresismo

Sobre todo desde los sectores más conservadores, se le critica al progresismo su voluntad de cambio
constante, que prácticamente haría de éste un valor en sí mismo y no el camino para alcanzar un fin
establecido.

También se les ha criticado a los progresistas cierto doble rasero a la hora de evaluar las violaciones
a Derechos Humanos de los regímenes de izquierda, en comparación con los de derechas.

¿Cómo citar?

"Progresismo". Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última edición: 30 de julio de


2018. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/progresismo/. Consultado: 21 de junio de 2019.

Fuente: https://www.caracteristicas.co/progresismo/#ixzz5rUSgsmMM

EL PROGRESISMO: CARACTERÍSTICAS Y RETOS EN LA ACTUALIDAD

Por: Franklin RodríguezEn: Hablan los hechos, Portada Principal 24 septiembre 2018 12:08 am

En víspera de cumplirse 55 años del golpe de Estado al efímero gobierno del profesor Juan Bosch,
tras el cual se le negó al país poder cosechar los frutos de sendas reformas de carácter social y legal,
como lo fue la Constitución del 1963, sumiéndonos nuevamente en un represivo letargo conservador,
nos disponemos a analizar uno de los principales rasgos de su gestión. En esencia haremos referencia
al progresismo, sus características y los retos que enfrenta hoy en día.

En la última década ha sido dominante una real situación, es que la clase media latinoamericana, que
se vio beneficiada y ampliada tanto por el boom de las materias primas, como por las políticas
sociales incluyentes de los gobiernos de corte progresista que primaron en la región, hoy se muestran
enojadas y con deseo de cambios.

Aunque en gran medida los recamos de cambios se deben a la sensación de precariedad, ante los
efectos negativos de la desaceleración económica, producto de un cambio de ciclo, como explicara
en su análisis de la semana pasada el presidente Leonel Fernández, lo cierto es que también habría
que evaluar si el progresismo no quedó a deber.

Sabemos que la política es una de las actividades más (quizás la más) complejas dentro del
entramado social, la cual demanda de expertos con la misión exclusiva de administrar la cosa
pública. Sin embargo, más allá del necesario tecnicismo, son los principios morales propios del
factor doctrinal e ideológico, los que dan sentido a una agenda de gobierno y dotan de identidad
política a la nación, por lo que conocer verdaderamente qué es ser progresista, puede contribuir a
reevaluar nuestro accionar.
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Lo primero es que el progresismo tiene una vinculación directa al cambio, al progreso y evolución
constante a nivel social y político, partiendo de un enfoque humanista y garantista que pone a los
ciudadanos en el centro de la toma de decisiones. Es por ello que entre sus principales rasgos están
los derechos individuales, la justicia, la igualdad de oportunidades, la libertad y el estado de
bienestar, todo lo cual necesariamente debe darse bajo un modelo democrático, donde la
participación y consulta activa estén aseguradas.

Al igual que la izquierda política, el progresismo es contrario al conservadurismo por cuanto


favorece los intereses del colectivo por sobre elites presentes en la clase dominante (empresariales y
eclesiásticas principalmente), propugnando por reivindicaciones sociales que fomenten la igualdad.
De ahí que al igual que sucedió con la Revolución Francesa, la lucha contra el statu quo lleve a los
partidos progresistas a defender hoy en día la diversidad sexual y matrimonio igualitario; el medio
ambiente; el feminismo; la despenalización y regulación del aborto; los derechos de las minorías
étnicas; la flexibilización de las doctrinas migratorias; entre otras.

Sumado a lo anterior, toda agenda progresista va dirigida a una gestión macroeconómica que
fomente el empleo, cuidándose de implementar las regulaciones pertinentes sobre el mercado, a los
fines de que el progreso económico sea del provecho y beneficio de todos, no así de una elite
privilegiada, donde esto último es la razón de la creciente brecha de desigualdad. A esa agenda
económica se ha de enlazar los esfuerzos por un sistema educativo incluyente, salud integral y
universal, respeto absoluto por los derechos humanos y libertad de expresión.

A pesar de los rasgos característicos, el progresismo tiene ciertas particularidades distintivas en su


agenda dependiendo de la región donde se desarrolle, por lo que vemos que el progresismo en
Europa (vista como la nueva izquierda) es más inclinado al laicismo y la agenda liberal que el
progresismo latinoamericano, el cual aún está muy limitado por la influencia religiosa y los
liderazgos personalistas. Hay casos en los que incluso dentro de un mismo partido pueden confluir
dos corrientes (una conservadora y otra progresista), como es el caso del Partido Demócrata en
Estados Unidos, donde tras el emblemático “New Deal” de Franklin Delano Roosevelt, ha llegado a
debatirse entre dos visiones aparentemente antagónicas como Bernie Sanders y Hilary Clinton.

En Latinoamérica la corriente progresista que tuvo lugar los primero 15 años del siglo XXI, fue
sumamente heterogéneo a pesar de todos compartían una visión pos neoliberal y más centrada en las
políticas sociales. De hecho, desde Hugo Chávez a Cristina Fernández Kirchner (pasando por Lula
Da Silva, Evo Morales, Michelle Bachelet, Rafael Correa, José “Pepe” Mujica y Dilma Rousseff),
todos esos gobiernos dotaron sus agendas progresistas de rasgos propios, algunos apelando a la mano
dura, otros a la concertación; a la proyección nacional y culto a la personalidad; otros a una agenda
más frugal y de reivindicación social.

A pesar de que la transparencia y rendición de cuentas son dos características que legitiman a todo
partido y gobierno, que siendo progresista, procura mantenerse a la vanguardia que imponen los
nuevos tiempos, lo cierto es que la mayoría de estos gobiernos se vieron permeados por las
tentaciones de la corrupción. La tolerancia social hacia malas prácticas que debieron ser erradicadas,
o al menos mitigadas por aquellos partidos cuya ideología les puso del lado del bien común, es cada
vez menos.
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Ciertamente, la agenda progresista de hoy en día dista mucho de la realidad social que le tocó vivir al
profesor Juan Bosch más de medio siglo atrás. Pero mientras él tuvo la entereza de encarar males
ancestrales de su época, pagando el precio de ello, ¿podríamos decir que en nuestro país el
progresismo aun es capaz de impulsar grandes cambios, encarar a las clases dominantes, y cerrar la
brecha de desigualdad? O ¿acaso el pragmatismo político lo secuestró y nos inclinó a un proyecto
más conservador?.

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