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en torno0 a los origenes de la revolucién c industrial eric 3K hhobsbowm 182edicion a 4 a EN TORNO A LOS ORIGENES DE LA REVOLUCION INDUSTRIAL por ERIC HOBSBAWM MEXICO ESPANA. ARGENTINA COLOMBIA PRIMERO LA CRISIS GENERAL DE LA ECONOMIA EUROPEA EN EL SIGLO XVII Deseo sefialar, en este articulo, que la economia euro- pea atraveso una “crisis general” durante el siglo xviI, ultima fase de la transicién general de la economia feudal a la economfa capitalista. Aproximadamente des- de el afio 1300, cuando se hizo evidente que algo mar- chaba mal para la sociedad feudal europea 1, hubo varias ocasiones en que ciertas zonas de Europa parecieron en- contrarse al borde mismo del capitalismo. El siglo xiv en Toscana y en Flandes y los comienzos del siglo xvi en Alemania tienen un sabor a revolucién “burguesa” e “industrial”. Pero es recién a mediados del siglo xvit que este sabor se convierte en algo mas que el condi- mento de un plato esencialmente medieval o feudal. Las primitivas sociedades urbanas nunca alcanzaron un éxito total en las revoluciones que anunciaron. No obstante, desde comienzos del siglo xvit la sociedad “bourgeois” avanzé sin encontrar grandes obstaculos. Por ello, la crisis del siglo xvi difiere de las que le precedieron en que condujo a una solucién tan funda- mental de los problemas que se habian opuesto ante- 1 Perroy, Boutruche y Hilton han discutido este tema, en los ulti- hios afios, en los Annales y en otras publicaciones. Véase también 1a discusién entre Dobb, Sweezy, Takahashi, Hilton y Hill en Sciencie and Society 1950-53, y en el estudio general de Malowist en Kwartatnik His- toriceny 1953, I. (Agradezco al Instituto Polaco de Londres, por la tra- duccién de este ultimo trabajo.) 8 LA CRISIS DEL SIGLO XVII riormente al triunfo del capitalismo, como ese siete lo permitia. El propdsito de este trabajo es ordenar parte de las pruebas que demuestran la existencia de una crisis general —crisis que algunos discuten_toda- via— y proponer una explicacién para ella. En un articulo posterior pienso discutir ademas algunos de los cambios que provocé y la manera en que fueron superados. Es muy probable que durante los proximos afios se Ileven a cabo numerosos trabajos histéricos so- bre este tema y este periodo. En efecto: historiadores recientes de varios paises se han referido a la hipotética existencia de esa “paralizaci6n general del desarrollo econdmico” o crisis general, de la que se ocupa este trabajo2 En consecuencia, conviene tener antes una vision general del problema y hasta adelantar alguna hipdtesis de trabajo aunque mds no sea para abrir el camino a otras mas adelante. 2 Braudel, 2g = Medit, . . industries TeaifetT Me... au temps de Phiti, ce te Mee, 1952, S15, SOMiOncture a Fiore WiPPe II, 1097; Ro- Hig action du xyiees historiadores ee 2% XVII sidcle. Ta diseuig, 28, 1953, 399) VE Siécle” comg sna, T2NCESeS consideran Me no espeneot J+ Meuvret, cay? We si it maintenant établ acusrdg vetslsta, Sin ereig EM Confirms ytChO es lo que debo 2 ™ eae” BO estoy segunes de mis conjeturas trabajo, de que & estaria dé I Pruebas de una crisis general Se dispone de gran cantidad de pruebas acerca de la “crisis general”. Sin embargo, debemos cuidarnos muy bien de sostener que una crisis general equivale a una yegresién econémica, idea esta que contamind fuerte- mente la discusion sobre la “crisis feudal” de los siglos xiv y xv. Es evidente que hubo una .xregresién conside- rable durante el siglo xv1I. Por primera vez en la histo- ria, el Mediterraneo ces6 de ser el mds importante cen- tro de influencia econémica y politica y eventualmente cultural y se transformé en un pantano empobrecido. Las potencias ibéricas, Italia y Turquia acusaban un retroceso evidente. En cuanto ‘a Venecia, estaba a punto de convertirse en un centro turistico. Si se excepttia a ciertos lugares dependientes de los estados del noroeste (por Jo general puertos libres) y a la metrépolis pirata de Argel que también. operaba en el Atlantico el avance fue escaso. Mas hacia el norte, la declinacién de Ale- mania es evidente aunque no absolutamente irreme- diable. En Ja Polonia bdltica, Dinamarca y el Hansa declinaban. Pese a que el poder y la influencia de los Habsburgo austriacos aumentaron (en parte, quizas, debido a que los otros declinaron tan dramaticamente), ‘sus recursos siguieron siendo escasos y su estructura ‘politica y militar débil, aun durante el periodo de su mayor gloria, a comienzos del siglo xviuI. Por otra parte, las potencias maritimas y sus .dependencias —lInglaterra, Provincias Unidas, Suecia— como asi también Rusia algunas zonas menores como Suiza, més bien pare- Cian avanzar que estancarse, mientras Inglaterra daba impresién de avanzar decididamente. Francia se contraba en una situacién intermedia aunque su 8 CA. Julien, Histoire de l'Afrique du Nord, 538 y ss.; puede se- cc Ja “revolucién industrial” en la piraterfa, debida a la intro- ién de las velas nérdicas por parte de los ingleses y los holandeses. 10 LA CRISIS DEL SIGLO Xvir triunfo politico no se vio equilibrado por un gran avan- ce econdmico hasta fines de siglo, y aun entonces sdélo jintermitentemente. En efecto, después de 1680 impera er las discusiones una atmésfera sombria y critica, aunque las condiciones durante la primera mitad del glo fuesen excelentes. (Posiblemente Ja gran catds- trofe de 1693-94 lo explique.)+ Fue en el siglo xvi y no en el xv1t que los invasores mercenarios se asombra- ron por la magnitud de lo que era posible saquear en Francia y los hombres de la época de Richelieu y Colbert pensaban en los tiempos de Enrique IV como em una suerte de era dorada. Es posible que, durante algunas décadas, a mediados de siglo, las gamancias obtenidas en el Atlantico no alcanzasen a compensar las pérdidas del Mediterraneo, Europa Central y el Baltico, estando el producto de ambas zonas en estado de estancamiento o quizds declinacién. Pero lo que importa es el decisivo avance en el progreso del capi- talismo que resulté de ello. Las cifras aisladas de la poblacién europea sugieren, en el peor de los casos, una declinacién de hecho; y en el mejor, una nivelacién o una pequefia meseta e1 tre las pendientes de la curva de poblacién de fines del siglo XVI hasta el siglo xviir. Con, excepcién de los Paises Bajos, Noruega y tal vez Suecia y Suiza y algu. Poblacién. Expat era sncnim: de aes aementOS de del sur pudo haber ion eoblacién, Italia ara B; pace corroborar su opinién. La pobleieatae ae grfa isminuyé y la de Polonia decrecié mds aun, El umento de la poblacién inglesa : después de 1630 Puede haber Ile; secay6 répidamente a disponer en se basa, princi; (cifras sélo pa Switzerland ( los casos de buenos indi indi: hs i indices indirectos. Este amen, tes & ELBE History of Norway, 1988, 24 siguientes); i 1952) y Ia estimacién de Pataviey age ee ee ino para 1608 que €s om ERIC J. HOBSBAWM 11 efecto, no resulta facil entender por qué Clark afirma que “el siglo XvII sufrié, en la mayor parte de Europa, al igual que el siglo xv1, un aumento moderado de po- placién” . Evidentemente, la mortalidad fue mayor que en los siglos Xvi y XviI. Nunca, desde el siglo x1v, se registro durante todo un siglo un porcentaje mayor de enfermedades epidémicas. A este respecto, trabajos de investigacién recientes han demostrado que los estra- gos de Jas epidemias no pueden explicarse sin tener en cuenta al hambre.? Mientras que un pufiado de cortes y metrépolis administrativas 0 centros de comercio y finanzas internacionales Ilegaron a adquirir grandes di- mensiones, las grandes ciudades que habfan crecido du- rante el siglo XvI permanecieron estacionadas y las me- grande como la de Mayer para 1700 en Nabholz, Muralt, Feller, Bonjour, Gesch. d. Scheweiz, II, 5; H. Wopfner, Gueterteilung u. Uebervoelkerung, 1938, 202 y ss.; H. v. z. Muchlen, Entstehung d. Gutsherrschaft in Ober. schlesien, en Vierteljahrschrift ¢ Soz.’ und Wirtsch. Gesch. XXXVIII, 334.60; Beloch, Bevoelkerungsgeschichte Italiens I, 153-225 y ss.; Kayser, Bevoelkerungsgeschichte Deutschlands, 1941, 361 y ss., 304 y ss.; Roupnel, La vie et Ia campagne dijonnaises au XVII° siécle; P. Goubert, Proble. mes démographiques du Beauvaisis au XVII® siecle (Annales, oct.-dec. 1952, 452-468), para una zona que parece: haber -sufrido algo menos; G. Debien, En Haut-Poitou: Défricheurs au Travail (XV-XVIII¢ s.) y por ausencia de desmonte y reforestacién Bull...Soc. Hist. Mod., Mai- Juillet 1953, 6-9; Pirenne, Hist. de Belgique, 1V, 439-40; A. Cosemans, Bevolkering v. Brabant en de XVIII* eeuw 1939, 2204; G. N. Clark, The Seventeenth Century; Rutkowski, Hist. Econ. de ta Pologne avant les Partages, 1921, 91-2; Stone en IX* Congrés International des Sciences Historiques 11, 1951, 4950; Hoskins, ‘The Rebuilding of Rural England 1510-1640", Past and Present 4, 1953. 6 Op. cit., 6. Se puede hacer la misma critica a las estimaciones de Urlanis Ros nasielenis v. Jewropie (Moscu 1941) 158, que parecen ser 1 bien optimistas. Agradezco a Mr. A. Jenkin por haberme llamado 4a atencién sobre esas cifras, Hig, Peller “Studies in Mortality since The Renaissance”, Bull Inst. forint Medicine, 1943, 443, 445, 452 y esp. 456; ibid. 1947, 67, 79. Rogier ad Goubert, op cit., y la bibliografia citada en Habbakuk, 1953, para ta ston, in the 18th. Century, Econ. Hist. Rev., 2ds VI, 2, tdios locales pidemiologia del siglo, ademas de los innumerables es- Tena,” 1899, Haeser, Gesch. d. Medizin u. d. epidem Krankheiren, BEY. Hirst, 3%, eon: Hist. of Epidemics in Britain, 1891, 1894; from Wars 116; mest of Plague, 1953; Prinzing, Epidemics Resulting ‘ain and Trelangy rownlee, “Epidemiology of Phthisis in Great Bri- pidemiotogy of ran etic! Research Council, 1918; Campbell, “The son, Treaties, fa ra Hist. Medicine, 13, 1943; W. J. ié Plague, he i, | t 12 LA CRISIS DEL SIGLO xyqy dianas y pequefias bee ee Pare. cr ello podria aplicarse también, en pa: Paises | ns a : | ieee $s tanto, équé ocurrié con la Panne Sim. | plemente, lo ignoramos. Algunas zonas se ces industria. | lizaron francamente, sobre todo Italia, que del Pais més industrializado y urbanizado de Europa se a en una zona tipicamente campesina y retrograt la. 7 pais: ™o acontecié con Alemania, partes de erancla pir oon Por otra parte, en algunos lugares —como eee ia Ppro- dujo un desarrollo industrial relativamente gee , un incremento de las industrias extractivas en sles terra 'y Suecia y un importante crecimiento de trabajo a domicilio rural a expensas de la produccién artesanal Si no debemos de la pro. tejidos “viejos” a los “nuev clinacién en la produccién del siglo 10, En el comercio, cipales zonas de os” sino también una de- total duran: te una parte 8 Sombart, Luxus u, tcwesen in aelterer Zeit, Machrens, 1924, 111, 61-3; 24.5, , 2 6 3 S 8 Es & < Ss a ES 3 8 os 3B ax es e $8 Be 3 oO ou ge ao 20 25 So 3 = a, g6 BE o a a — sesnsintentamnetrn nre Kapitalismus, 27-7; Schmoller, 1922, 60-95; 'B. Bretholoz, Ge. Baasch, Hollaendische Wirt: Deutsches Staed- sch Boehmens u. | 'Schaftsgeschichte, | autarquia: Reuss, — vr, 280-6; P. Boissonade, “La crise de l'industrie | 600-1660", Annales due Midi, 1909; G. Aubin y H. Kunze, reeugung . | imoesti, Mitteldeutschtand, 1940. ra las cifras ‘de |, ion holandesa y florentina, N. W- Altes, Toe eget Yd. Laide Lakenindustrie, Tit, 932; Romano, ¢ v 5 pric J. HOBSBAWM 13 identales urbanizados— cambié su linea de orsiones de comestibles por productos tales coina nis era, metales y pertrechos navales, al mismo tiempo ye sus importaciones tradicionales de lanas occiden- tales disminuyeron. El comercio, segin lo midieron las parreras de peaje de Sound, alcanzé su ctispide en 1590-1620, decayé en la década de 1620 y luego decliné jrremediablemente, después de una leve recuperacién, hasta la década de 1650 para luego permanecer esta- cionario hasta aproximadamente 168021. Después de 1650 el Mediterraneo, al igual que el Baltico, se trans- formé en una zona que intercambiaba productos locales, especialmente materias primas para Jas manufacturas ailanticas, y los productos orientales entonces monopo-: lizados por el noroeste. A finales del siglo el Levante obtenia sus especias del norte y no del este. El comer- cio del Jevante francés disminuyé a la mitad entre 1620 y 1635, decrecié casi hasta cero alrededor de 1650 y no jogré recuperarse hasta después de 1670. Desde 1617 hasta 1650 aproximadamente, el comercio levantino ho- Jandés fue muy pobre1*. Aun entonces los franceses escasamente sobrepasaron los niveles de’ la pre-depre- sion mucho antes de 1700. ¢Alcanzaron Jas ventas brité- nicas y holandesas en el sur compensar ‘las pérdidas de los mercados balticos? Probablemente no. Apenas si pueden haber compensado la declinacién en las ventas anteriores de productos italianos. El comercio interna- ional de comestibles (trigo del Baltico, arenques ho- deses y pescado de Terranova) no mantuvo sus nive- les jacobinos. El comercio internacional de -pafios de puede también haber decrecido y no fue reempla- ido de inmediato por otros textiles porque los grandes tros de exportacién de lino, que eran Silesia y Lusa- , parecieron. declinar después de 1620. En efects robablemente un balance general del comercio asce ite y descendente arrojaria cifras de exportacién que 11 Bang y Korst, Tabeller over Skibsfart; A. Christensen, Dutch le and the Baltic about 1600 (Copenhagen, 1940). 32 G. Tongas, Relations entre ta France et l'Empire Ottoman durant premitre moitié du XVII* siecle, 1942; P. Masson, Le Commerce Fran- dans te Levant au XVII* sidcle, 1892, esp. 130-4, App. XV, 236; Watjen, D, Niederlander in Mittelmeergebiet, 1909, 145, 149. LA CRISIS DEL SIGLO XVII 14 tivamente entre 1620 y 1660. Fue- imos, es poco probable que las s locales compensaran esta si- no aumentaron significa ra de los estados mariti ventas en los mercado: iuacion. Como ya sabemos con respecto al siglo XIX, no es posible medir el malestar en los negocios basdndose simplemente en Jos datos de comercio y produccién, cualesquiera que ellos sean. (Es significativo, no obs- tante, que el tono de la discusién econémica dé por sentados mercados estables y oportunidades de ganan- cia. Se ha afirmado a menudo que el mercantilismo colbertiano fue una politica de acgiones militares des- tinada a obtener grandes tajadas extraidas de un co- mercio internacional de determinadas dimensiones. No existe razon alguna para que los administradores y- comerciantes —dado que la economia no constituia aun un tema académico— adoptasen puntos de vista s apariencias). Es cierto que se apartaran mucho de la: TE que aun en paises que no declinaron hubo dificultades en los negocios seculares. El comercio inglés con Ja India oriental languidecié hasta la Restauracion 4. A pesar de que el de los holandeses aumenté bastante, el promedio de dividendos anuales de la Compaiiia de Jas Indias Orien- tales decay durante cada uno de los decenios entre 1630 y 1670 (incluidos ambos), exceptuando un pequefio aumento en la década de 1660. Entre 1627 y 1687, dieci- séis afios no dieron dividendos; en el resto de la historia de la Compaiifa, entre 1602 y 1782, no los hubo. (EI valor | de sus bienes permanecié estabilizado entre 1640 y 1660.) De manera similar, los beneficios del Amster: | dam Wisselbank alcanzaron su punto culminante du-| rante la década de 1630 y luego decayeron durante unos veinte afios14, También en este caso puede no ser meramente accidental que el movimiento mesianico mas importante de la historia judia ocurriese preci 18 Bal Krishna, Commercial Relations between Indi : 5 lia and England 1601-1757, caps. UV; S, A. Khan, East India Trade in the Ith Co 1923, 74, y ss. 14 C, de Lannoy y H. Van der Linden, Hi: ion des ls , Hist. de t'Expantion des Peuples Européens, Necrlande et Danemark (XVII® et ‘XVII ss.) 3 ba UES, ae ee \{ndeudamiento de la compafifa fue tambi€>) I vado. J. G, Van Dill ie Wisselbanken, 1925, Tl, gii'y ee omen fot car ERIC J. HOBSBAWM 15 samente en ese momento, abarcando a las comunida- des de los grandes centros mercantiles —Smirna, Leghorn, Venecia, Amsterdam, Hamburgo— con espe- cial éxito a mediados de la década de 1660 cuando los precios Ilegaron casi a su punto mas bajo. También es evidente que la expansion de Europa atraveso una crisis. A pesar de que las bases del fabu- Joso sistema colonial del siglo xvrr fueron echadas sobre todo después de: 165015, puede haberse produ- cido antes una cierta contraccién de la influencia europea excepto en las hinterlands de Siberia y América. Naturalmente, los imperios espafiol y Portugués se contrajeron ¥ su caracter cambio. Pero también impor- ta destacar que los holandeses no mantuvieron la con- s.terable velocidad de expansién entre 1600 y 1640 y que su imperio decayé en las tres décadas que siguie- yon 18, El colapso de la Compajifa de Jas Indias Occi- dentales después de la década de. 1640, y el final simul- taneo de la Compajfifa Anglo-africana y la Compaiiia Holandesa de las Indias Occidentales a comienzos de Ja década de 1670, pueden también mencionarse inci- dentalmente. En general se acepta que el siglo xvi1 fue’un siglo de revuelta social tanto en Europa Occidental como Orien- tal. La serie de revoluciones que se produjeron durante este lapso Ilevé a ciertos historiadores a creer en una suerte de crisis social-revolucionaria de mediados de siglo17, Francia tuvo sus Frondas, que fueron impor- tantes movimientos sociales; las revoluciones catalana, napolitana y portuguesa marcaron el momento de la crisis del Imperio Espaiiol durante’ la década de 1640; Te guerra campesina suiza de 1653 fue una manifestacién 15 Barbados comenzé a exportar azicar en 1646, Jamaica inicié sus Plantaciones en 1664, Haiti restablecid las suyas en 1655, Martinica Jas comenz6 el mismo afio, las exportaciones de azicar de St. Kitts’ sobrepasaron a las de afiil en 1660. Lippman, Gesch. d. Zuckers, 1929. Para una comparacién de su dimensién en 1641 y 1667, J. San- toyant, La Colonisation Européenne, 1947, 271-3. A? B. Porshnev en Biryukovitch, Porshnev, Skaskin, etc. Novaya Istoriya, 1640-1789, Mosci 1951, 444. Esto responde a una sugestién de Marx de 1850 (Sel. Essays., ed. Stenning, 1926, 203). Esta coinci- sncia ha sido observada a menudo, por ej. Merriman, Six Contempo- Taneous Revolutions, 1938, 16 LA CRISIS DEL SIGLO 2 vy tanto de la crisis de postguerra como de la creciente explotacién del campesinado por parte de la ciu mientras que en Inglaterra la revolucién triunfé con descollantes resultados 18, El malestar campesino no cesd en occidente —el levantamiento del “papel sellado” que combiné el malestar de la clase media, de los navie. ros y campesinos en Bordeaux y Bretafia ocurrié en 1675 y las guerras de los camisards mAs tarde aun—9 pero fue mas significativo en Europa Oriental. Durante ei siglo xvr hubo escasas revueltas en contra de la de- pendencia de los campesinos. La revolucién ucraniana de 1648-54 puede ser considerada como el mayor Jevan- tamiento servil. Otro tanto podria decirse de los diversos movimientos “Kurucz” htingaros. Su nombre mismo nos retrotrae a las insurrecciones campesinas de Dozsa de 1514, cuya memoria conservan las canciones folklé- ricas sobre Rakoczy, de la misma manera que la revo- lucion rusa de 1672 qued6 grabada en la cancién sobre Stenka Razin. En ese lugar, una importante revuelta campesina inauguré en 1680 un periodo de malestar servil endémico®. Podriamos también agregar a este catélogo de revueltas sociales las revueltas irlandesas « de 1641 y 1689, Hubo un solo aspecto en el cual el siglo XVII se re- puso, en lugar de atravesar dificultades. A excepcién de las potencias maritimas, que experimientaban sus nuevos regimenes burgueses, la mayor parte de Europa descubrié una forma de gobierno eficiente y estable en el absolutismo constituido sobre el modelo francés. (Aunque la aparicién del absolutismo ha sido conside- reda como un signo directo de debilidad econémica 21. Es éste un tema que merece un. estudio mas exhausti- vo.) La gran era de los recursos politicos, la guerra y la administracién ad hoc desaparecié junto con los 18 Merriman, op. cit. Porshnev, Narodmie vosstaniya vo Frantsii- pered Frondoi 1623-1648, Mosci 1948; 0. Schiff, D. Deutschen Bauer naufstaende 1525-1789. Hist. Ztrschr. CKXX 189 y- ss. Feller, Gesch. Berns I, 1953, cap. IV y V. 19 J. Lemoine, La revolte du Papier Timbré, 1898, imprime nu Merosos documentos. 20 Marczali, Hungary in the 18th C., 1910, p. XXXVIJ; Bretholt loc. cit. 57-61. | 21 A. Nielsen, Daenische Wirtschaftsgeschichte, 1933, 94-5 ERIC J. HOBSBAWM 17 andes imperios mundiales del siglo xvr: el espafiol el turco. Por primera vez, grandes estados territo- yiales parecieron capaces de resolver sus tres problemas més cruciales: conseguir que las érdenes gubernamen- tales fuesen obedecidas directamente en una extensa zona; obtener suficiente dinero en: efectivo Para su- fiagar los pagos periddicos y —en Parte como conse- cuencia de ello— manejar sus ejércitos, La €poca de los grandes sub-contratistas financieros y militares terminé con la Guerra de los Treinta Afios. Los estados debian aun subcontratar, segiin lo atestigua la practica de vender cargos e impuestos agricolas 22, No obstan- _te, para entonces la actividad comercial estaba oficial- ‘mente controlada por los gobiernos y no sélo, en la practica, por el hecho de que, tal como lo ‘habfan des- cubierto los Fugger y Wallenstein:a su costa, el com- prador del monopolio. puede dictar sus términos tanto como el que los vende. Probablemente, este evidente éxito politico de los estados territoriales absolutos co- mo su pompa y.esplendor hizo que en el pasado se prestase menos atencién a las dificultades generales € la época. 4 ib de alli los testimonios son contradictorios. Es sible que los signos de vivificacién excedan en impor- R. Wousnier, 1a venalité des offices sous Henri IV et Louis XI, Vease nittts Sale of Offices in the 17th C., 1949. $ ¢ Ja observacién sobre Ia historia de’los precios. 18 LA CRISIS DEL SIGLO xvi tancia a los de crisis, no sélo (evidentemente) en los estados maritimos sino también en otras partes. Sin embargo, las violentas oscilaciones de alza y depresién, las hambres, revueltas, epidemias y otros signos de profundos trastornos econdémicos en el perfodo 1680. 1720 deberfan alertarnos para no anticipar el método de recuperacién total. Si bien la tendencia era asce dente desde, digamos, la década de 1680 —y aun ante: en paises aislados— todavia podia sufrir desastrosas fluctuaciones. : Se podria afirmar, sin embargo, que lo que he des- cripto como una “crisis general” fue meramente el re. sultado de las guerras del siglo xvit, particularmente la Guerra de los Treinta Afios (1618-1648). En el pasado, los historiadores tendieron a adoptar (o més bien a dar por sentado) este punto de vista. Pero la cris afecté a muchas zonas de Europa que no habian sido devastadas por generales e intendentes del ejéricto. Por el contrario, ciertos tradicionales “refiideros de gallos” europeos (como Sajonia y los Paises Bajos) estuvieron en mejores condiciones que otras regiones mas tran: quilas. Y lo que es mds, ha habido una tendencia per sistente a exagerar el continuo y prolongado dajio cat sado por las guerras del siglo xvir. Sabemos ahora qu (siendo los otros factores iguales) las pérdidas de blacion, produccién y capital hasta de las guerras siglo xx, cuya capacidad destructiva es mucho may pueden superarse en 20 6 25 afios. Si no acontecié as en el siglo xvir fue porque las guerras agravaron tendencias existentes a la crisis. Esto no significa nega: su importancia, pese a que sus efectos fueron més com: plejos de lo que pudiese parecer a primera vista. asi que, a las devastaciones causadas por la Guerra los Treinta Afios en algunas zonas de Europa Cel debemos oponer el estimulo que ello representé i la mineria y la metalurgia en general y las alzas: tem Porarias que estimulé en los paises no-combatientes (en temporario beneficio de Carlos I, duranté la década| de 1630). También es probable que, de no haber sido por esto, el gran “aumento de precios” hubiese term! nado en la década de 1610 y no en la de 1640. Casi cot certeza, la guerra desvié la incidencia de la crisis ¥: en general, hasta puede haberla agravado. Vale la pen? ' Sst aie J HOBSBAWM 19 iderar, POT ultimo, si la crisis no produjo en cierta oor da una situacién que precipité o prolongé el bien- mi Pero este pute no es ee Para nuestro pro- uizs sea demasiado especulativo pai aw i pena de seguir tratandolo. ata Las causas de la crisis Con nuestra discusién de la crisis del siglo xvir he- mos planteado, en realidad, uno de los problemas fun- damentales del ascenso_ del capitalismo: ¢por qué la expansi6n de fines del siglo xv y xv no condujo direc- tamente a la época de la Revolucién Industrial de los siglos XVIII Y xix? En otras palabras ¢cudles fueron los obstaculos para Ja expansién capitalista? Podria anti- ciparse que Jas respuestas son tanto generales como porticulares. I razonamiento general puede resumirse como sigue: ‘si el capitalismo debe triunfar, entonces la estructura de la sociedad feudal o agraria debe sufrir una revo- lucién. La divisién social del trabajo debe ser muy laborada si se desea incrementar la productividad y fuerza social del trabajo debe ser redistribuida radi- mente —de la agricultura a Ja industria— mientras se esta situacién. La proporcién de produccién que intercambia en el mercado supra-local debe aumen- dramaticamente. Mientras no haya una gran can- idad de trabajadores asalariados, mientras los hombres tisfagan sus necesidades por medio de su propia pro- luccion o a través del intercambio en los numerosos ercados locales m4s o menos autarquicos que existen en las sociedades primitivas, éxistiré un limite para beneficio capitalista y escasos incentivos para Ievar cabo lo que podria Ilamarse, de manera muy general, Produccién masiva (que es la base de la expansion Pitalista industrial). Histéricamente, no siempre es sible separar a estos procesos. Podemos hablar de la io del mercado interno capitalista” o del divor- tre los productores y los medios de produccién, 20 LA CRISIS DEL SIGLO xvy que Marx Iamé “acumulacién primitiva” 4: la crea. cién de un mercado amplio y en expansién para los bienes y de una fuerza de trabajo libre, amplia y dis. ponible, se dan siempre juntas, son dos aspectos dife. rentes de un mismo proceso. Se da por sentado a veces que el desarrollo de una “clase capitalista” y de los elementos de la forma ca- pitalista de produccién dentro de una sociedad feudal producen en forma automatica estas condiciones. A Jar. go plazo, desde una perspectiva mas general y si se tienen en cuenta los siglos que median entre el ajio 1000 y el 1800, no hay dudas al respecto. Pero ello no es asi a corto plazo. A menos que Sse den ciertas con- diciones —y no esta claro aun cuales deben ser esas condiciones— el radio de expansién capitalista se en- contrara limitado por la preeminencia general de la estructura feudal de la sociedad, es decir, por el sector rural predominante o tal vez por alguna otra estructura que “inmovilice” tanto el potencial trabajo-fuerza y el excedente potencial de inversiones productivas como la demanda potencial de los bienes producidos en forma capitalista, tales como la prevalencia del espiritu tribal o la produccién de mercancfas menores. En tales con- diciones, tal como lo demostré Marx en el caso de la empresa mercantil?5 los negocios pueden adaptarse a operar dentro de un marco en general feudal, aceptar sus. limitaciones y la peculiar demanda de sus servicios, convirtiéndose, en cierto sentido, en parasitarios de éste. La parte de ellos que Io hiciera no podria superar las crisis de la sociedad feudal y hasta podria Negar a agra- varlas. Porque la expansién capitalista es ciega. La Gebilidad de las antiguas’ teorias que asimilaban él triunfo del capitalismo al desarrollo del “espiritu capi 24 V. I Lenin. Que Marx no pensaba principalmente en la acumulacién efectiva 4 recursos esta demostrado, creo, en un bosquejo preparatorio & Critica de la Economia Politica: “Eigen ist dem Kapital nichts als dit Vereinigung von Naenden und Instrumenten, die es vorfindet. agglomeriert sie unter seiner Botmaessingkeit. Des ist sein Wirkliche! Anhaeufen; das Anhaeufen von Arbeiten auf Bynkten nebst ihren ins trumenten". (Formen die der kapitalistichen Produktion vorhergehet pp. 49-50, Berlin, 1952.) 25 Capital, mi. Ver también R. H. Hilton, “Capitalism, Whet's ¥ a name", Past and Present, 1, 1952. ERIC J. HOBSBAWM 21 talista” 0 al “espfritu de empresa” reside en el hecho de que el mero deseo de lograr un beneficio maximo ¢ ilimitado no produce | automaticamente la revolucién técnica y social necesaria para ello. Debe haber cuando menos produccion masiva (es decir, produccién sufi- ciente para obtener el mayor valor adicional, grandes peneficios, pero no necesariamente grandes beneficios por cada venta) en vez de produccién destinada a lograr el maximo beneficio por cada unidad vendida. Pero una de las dificultades fundamentales del desarrollo capi- talista en sociedades que mantienen a la masa de la pablacién fuera de su 4mbito (de manera que no son ni vendedores de fuerza de trabajo ni verdaderos com- pradores de mercaderfas) consiste en que a corto plazo los beneficios de los tipos de produccién capitalista realmente “revolucionarios” son menos atractivos —o al menos lo parecen— que los de otro tipo, sobre todo cuando implican grandes inversiones de capital. Chris- tian Dior, por lo tanto, representa una inversién mas _atractiva que Montagu Burton. En el siglo xv1, acaparar pimienta pareceria mds cuerdo que iniciar una planta- cién de aztiicar en América, y vender sedas de Bolonia mejor que vender fustan de Ulm. Pero sabemos que en Jos siglos posteriores se: obtuvieron beneficios mucho mayores del azticar y el algodén que de la pimienta y Ja seda; y sabemos también que el azucar y el algodén contribuyeron en mayor medida que los otros dos a Ja creaci6n de un mundo de economia capitalista. En ciertas circunstancias este comercio podia produ- cir —aun en condiciones feudales— valores adicionales lo suficientemente amplios como para permitir el sur- gimiento de la produccién en gran escala. Por ejemplo: si se trataba de abastecer a organizaciones excepcional- mente grandes, tales como reinos 0 la iglesia; si la es- casa demanda de iodo un continente se concentraba en manos de los hombres de negocios de unos pocos cen- ttos especializados, tales como las ciudades textiles ita- lanas y flamencas; si se llevaba a cabo una gran “ex- tensidn lateral” del campo de la empresa, por ejemplo, a través de la conquista o la colonizacién. También Tesultaba factible realizar cierta subdivisién social sin Perturbar la estructura fundamentalmente feudal de la Sociedad, como en el caso, por ejemplo, de la urbaniza- 22 LA CRISIS DEL SIGLO Sana cién de los Paises Bajos e Italia sobre la base de aj, mentacién y materias primas importadas de territorjog semicoloniales. A pesar de todo, los limites del mercadg eran limitados. La sociedad medieval y la de la tem, prana edad moderna eran mucho mas semejantes a j, “economia natural” de lo que por Jo general supone. mos, El campesino francés de los siglos XVI y XVII no usaba practicamente dinero, excepto para sus transac. ciones con el Estado y en cuanto a la venta al menudeo, no era especializada ni en las ciudades alemanas ni ep los negocios de las villas, hasta fines del siglo xvr2, Con excepcién de una clase reducida, que podia permi. tirse ese lujo (y aun para esta clase el sentido de lg moda en sentido moderno se desarroll6 probablemente més tarde), la celeridad en el cambio de la vestimenta y de los enseres domésticos fue lenta. La expansién| era posible y, en efecto, se produjo. Pero mientras la estructura general o la sociedad rural no sufriera’ una revolucién, ésta estaba limitada o creaba sus propios Umites; cuando los encontraba, entraba en un periodo de crisis. La expansién de los siglos xv y xvI no pertenecié| fundamentalmente a este tipo y creé, por lo tanto, su) propia crisis tanto dentro del mercado local como eq) el mercado ultramarino. Los “hombres de negocios feu, dales” —que eran los mds ricos y poderosos sélo por| ser los mejor adaptados para ganar mucho dinero en| una sociedad feudal— no pudieron superar esta crisis| Su incapacidad de adaptacién la intensificé.~ Antes de profundizar el andlisis de estos problemas} quizés convendria destacar el hecho de que los obs} téculos meramente técnicos para el desarrollo capita) lista en los siglos xvi y xviI no eran insuperables. A pe} sar de que el siglo xvi puede no haber estado capacitado| para resolver ciertos problemas fundamentales de 1 técnica, tales como Ja fuente de energia compacta J mévil que tanto preocupé a Leonardo, estaba si en co! 26 J, Meuvret, “Circulation monétaire et utilisation économiq’ de la monnaie dans la France du xv° et du xvi° s, Etudes d'Histoi Moderne et Contemp. Tome 1, 1947, 1429; R. Latouche, La we % au Quercy, 1923; E. Koehler, Der Einzelhandel im Mittelalter, 1° ge 1 Fee atc J HOBSBAWM 23 tones de producir por lo menos tantas innovaciones _diciony’s que produjo Ia revolucién del siglo xviit. Nef como la autores nos han familiarizado con las innova- Oe ue realmente se dieron, aunque la frase “Revo- ‘ciones Vdustrial” parece aplicarse con menos propic- Jucion’ neriodo 1540-1640, que a la Alemania de 1450.1520 pe Teearroll6 la imprenta, armas de fuego eficaces, oe jes y el extraordinario avance en mineria y meta- elo} de que da cuenta Agricola en De Re Metallica ’ 1556). Tampoco hubo una escasez paralizante de capi- . ies 0 de empresas capitalistas o de trabajo, por lo enos en las zonas adelantadas. Se disponia en ese omento de bloques de capital mévil que esperaba ser jnvertido y —sobre todo durante el periodo de creci- miento de poblacién— de importantes reservorios de giano de obra gratuita, en diversas especialidades. Lo que acontecié fue que ni el capital ni la mano de obra fueron aplicados a industrias de tipo potencialmente moderno. Mas aun, los métodos adecuados para superar sta escasez y la rigidez del abastecimiento de capital y trabajo pudieron haber sido utilizados tan cabal- mente como en los siglos xvir y xix. La crisis del si- un sentido estrictamente técnico y organizativo. Examinemos ahora las principales causas de la crisis. a especializacion de los “capitalistas feudales”: el caso de Italia El resultado mds dramético de la crisis fue la decli- ‘acion de Italia (y la de los viejos centros de comercio Y Manufacturas medievales, en general). Esta declina- non pone en évidencia la debilidad del “capitalismo” nano .€n un mundo feudal. Por ello, es probable im Ss italianos del siglo xvr controlaran las masas mas necttantes de capital pero las invirtieran desastrosa- lo a Inmovilizaron este capital en construcciones y Spilfe en préstamos extranjeros durante la os den de precios (que, naturalmente, favorecié a ‘ores) 0 lo distrajeron de las actividades manu- Ss a ™—tle 24 LA CRISIS DEL SIGLO Xn factureras para orientarlos nae ce formas a jnversiones inmobiliarias. Es bastante probable que q uras italianas Por mantene;g, {racaso de las manufacture’ ! a la par de las holandesas, inglesas ¥ francesas durante ci siglo xvit se haya debido &n parte a esta distraccigy Se les recursos 27. Seria ironico descubrir que los ‘Me dici fueron la ruina de Italia, no slo como banquerog sd de artes costosas, sino también como mecenas cb a + Y los | historiadores filisteos s€ complaceran en destacar que ja unica ciudad importante que nunea produjo un arte Gigno de mencién, Génova, mantuvo suscomensts y sus finanzas mejor que las otras. Sin embargo, los inver. sores italianos que habian descubierto hacia tiempo que les catedrales demasiado grandes arruinan los Tego. cios 28, actuaban con bastante sensatez. La experiencia de siglos habia demostrado que Jos mayores beneficios no sé lograban por medio de los progresos técnicos o de la produccién. Estos inversores S€ habian adaptado a las actividades comerciales en el area relativamente limitada que les quedaba, una vez dejada de lado la mayor parte de la poblacién europea por ser ‘econémi- camente neutral”. Si usaron grandes capitales en for- ma no productiva, puede haber. sido simplemente por- que ya no quedaba lugar para invertirlo en forma progresiva dentro de los limites de este “sector capita: lista”. (Los holandeses del siglo xvi paliaron una satu- racién semejante del capital multiplicando los enseres domésticos y las obras de arte%®, pero descubrieron también un recurso mas moderno: el auge de la inver- sién especulativa). Tal vez la adversidad econémica | podria haber Ilevado a los jtalianos a un comportamiento diferente, aunque habian ganado dinero durante tan) to tiempo proporcionando al mundo feudal su comercio y finanzas, que no hubieran aprendido facilmente. Sin embargo, el alza general de la ultima parte del siglo Xv! (como el ‘verano de la India” de la Inglaterra ' diana) y la repentina expansion de las demandas ded ‘27 A. Fanfani, Storia del Lavoro in Italia delta fine del secolo XY agli inizii del XVIII, 1943, 429. 28 R. S. Lépez, “Economie et architecture médievales”, Annales: oct.-dec. 1952, 443-8. 29 G., Renier, The Dutch Nation, 1949, 97-9. pric J- HOBSBAWM. 25 andes monarquias absolutistas, que eran relegadas a contratistas privados, y el lujo sin precedentes de sus ristocracias, retardé la catdstrofe. Cuando ésta se trayendo la decadencia para el comercio y jujo, la oeanufactura italianas, dejé a las finanzas italianas ain en pie aunque ya no Preponderantes. También en este caso Ja industria de Italia bien podria haber man- tenido algunas de sus antiguas posiciones, haciendo un yiraje mas absoluto desde sus antiguos productos de calidad a los nuevos tejidos del Norte, mas ordi- rarios y baratos. Pero ¢quién hubiera podido adivinar, ev el gran periodo de lujo de 1580-1620, que el futuro de los tejidos de elevada calidad era limitado? ¢Acaso Ja corte de Lorraine no usaba, durante el primer tercio del siglo, mas tejidos importados de Italia que de todas Jas otras regiones no francesas juntas?3° Seria conve- niente no aventurar un juicio acerca de la afirmacién de que Italia perdié terreno a causa de costos de pro- duccién mas altos para productos de igual calidad, hasta que tengamos mas pruebas para hacerlo o hasta que podamos explicar satisfactoriamente el fracaso de la produccion italiana, después de tan promisorios comien- zos, para trasladarse de las ciudades al campo, tal como hicieron las industrias textiles de otros paises 31, El caso de Italia demuestra por qué determinados sucumbieron ante la crisis pero no demuestra riamente por qué sobrevino ésta. En consecuencia, -bemos considerar las contradicciones del proceso mis- 0 de expansién del siglo xvi. contradicciones de la expansion: juropa Oriental La relativa especializacién de las ciudades de Europa Occidental en el comercio y la manufactura se logré, . 80 H. Roy, La vie, la mode et le costume au XVII* stécle, 1924 ide una lista completa de todos los tipos de tejidos usados en esta a Cipolla, The decline of Italy, toc. cit. para la controversia sobre Ito costo, ; 26 LA CRISIS DEL SIGLO xyqy hasta cierto punto, por medio de la creacién de yy enorme excedente de productos alimenticios exportables en Europa Oriental y quizds también por las ‘Pesquerias ocednicas**, En Europa Oriental, en cambio, esto se logré mediante la creacién de Ja agricultura servil en gran escala, es decir, por medio de una prolongacién local del feudalismo. Podriamos insinuar que este he. cho tuvo tres consecuencias: Convirtié al campesino en un cliente al contado menor de lo que habia o podia haber sido. (O también Jo obligé a abandonar los tejidos occidentales de buena calidad en beneficio de las telas locaies baratas.) Disminuyé el ntimero y Ja riqueza de la nobleza menor, a favor de un pufiado de magnates. En Polonia, los primeros controlaban un 43,8% de los arados a mediados del siglo xv y un 11,6 % a mediados del siglo xvi, mientras que la participacién de los ulti- mos subié de 133% a 307% en el mismo periodo. Y finalmente, sacrificé el mercado mas activo de las ciudades en pro de los intereses de comercio libre de los terratenientes exportadores,.o —dicho de otra ma. nera— fortalecié el tipo de comercio que convenia a las ganancias de los ya opulentos sefiores 98, La expan- sién, por lo tanto, tuvo dos resultados. Mientras que por un lado creaba las condiciones para la expansién de las manufacturas en Europa Occidental, reducia por el otro, al menos por algtin tiempo, Ja salida de esas manufacturas al drea del Baltico que quizds era su mer- cado mds importante. _EI deseo de sacar provecho ré pidamente de la creciente demanda de cereales —l Baltico comenzaba entonces a abastecer no sélo al Norte fe Europa sino también al Mediterréneo— indujo a 0S sefiores del sistema servil a esa precipitada. expan- 32 M. Maowist en Report ic ie Historique Pak a eeport OF IX Congres International des Sciences SS Para el alcance de esta creciente explotacién, J. Rutkowski, “Lt régime agraire cn Pologne au 18° s.” Rey. Hist. Econ. and Soc., 192 y 1927, esp. 1927, 92 y ss; J. Rutkowski, “Les bases économiques des Partages de I’ancienne Pologne”, Rev. Hist. Moderne N. S. ¥v, 19 J. Rosdolsky, ““The distribution of the agrarian product in feudalism”, Journ. Econ. Hist. 1951,.247 y ss. Para la no importancia de los pages al contado, Rutkowski 1927. 71 Rutkowski 1926, 501; Malowist, 317 ¥ Ss. Un ejemplo det empobrecimiento de la ciudad debido a est: F. Tremel, ‘Handel D. Stadt Judenburg im 16 Jh. Ztschr. d. hist Vereins fuer Steiermark, 1947, 103-6. AWM 27 jy, HOBSB: BRIC de sus dominios yala intensificacién de la ex- sion ¢° n que condujo a la revolucién ucraniana y plata gambién a catdstrofes demograficas 4, quizas contradicciones de la expansion: mercados coloniales y ultramarinos Como ya sabemios, una gran parte del comercio entre iuropa y el resto del mundo habia sido pasivo durante ee s, porque los orientales no necesitaban de los pro- Fctos europeos en la misma medida en que Europa ecesitaba los suyos. La situacién se habia equilibrado por medio de pagos en metalico, acompafiados, de vez, en cuanto, por exportaciones de esclavos, pieles, ambar y otros productos de lujo. Hasta la Revolucién Indus- trial, ni las ventas ni las manufacturas europeas tuvie- ron importancia. (El mercado africano, que no era defi- citario, podfa ser una excepcién a causa de los vacilan- tes términos de intercambio favorables que los produc- tores europeos impusieron entre los ignorantes com- pradores locales y de hecho —y casi por definici6n— porque el continente fue considerado superficialmente como una fuente de provisién de metdlico hasta ya muy entrado el siglo xvi.) En 1665, la Real Compaiifa Afri- cana todavia estimaba sus ganancias en oro en el doble de sus ganancias en esclavos %5. La conquista europea de América y de las principales rutas comerciales, no cambié fundamentalmente su estructura, porque aun las Américas exportaban mas de lo que importaban. El costo de los productos orientales se redujo considera- tlemente como consecuencia de la supresién de inter- mnediarios, la disminucién de los impuestos de transpor- te y el otorgamiento a los mercaderes europeos y a 34 Una expansién del drea total de la agricultura exportadora con uum de obra servil, por ejemplo, en la zona del Mar Negro, po- fa haber compensado esto. Pero no tuvo lugar hasta el siglo xvi, posiblemente debido a la fuerza y a la politica de granos turca mas Meta D. Ionescu, Agrarverfassung Rumaeniens, 1909, 10-19. A.. ohrift f 'D grossen Balkanmessen in der Tuerkenzeit”, Vierteljahrs- oft £ Sez und Wirtsch. Gesch, 1938, 2-7. Cal. St. P, Col, 1661-8, 266, aS LA CRISIS DEL SIGL9 Xp ; 28 libertad de estafar y rob, bande arrindes ten se aumenté la reserva de ar in, Pee pando a los africanos para beneficiar a los a tie oodudablemente, Europa obtuvo de ello eno; ticos. vadas ganancias. Tanto la actividad Beneral i er perezios como el capital acumulado fueron, my Catataod pero teniendo en cuenta la totalidag auieatres exportaciones de eres NO sufrie una gran expansi6n. Las potencias co! loniales —adhitjen co a la tradicién de los negocios medievales— Siguicro, una politica de restricci6n de la Produccién ¥ de mo, nopolio sistematico. En consecuencia no existig Taxéq, alguna para que la exportacién de Mmanufacturas loca. les resultase beneficiada. El beneficio que Europa extrajo de esas Conquistas iniciales asumié mas bien la forma de bonificaciones particulares que de dividendos regulares. Cuando lle. gara al agotamiento era probable que sobreviniera la crisis y, con suerte la de la Prosperidad mas Modesta variables subian mds rdpidamente que los _benefi ios, Tanto en Oriente como en Occidente podemos distin. guir tres etapas: la de los beneficios faciles, la de la crisis y, con suerte la de la Prosperidad mas modesta ¥ estable. En la etapa inicial, es indudable que la con. quista o la pirateria acarrean beneficios temporarios a bajos costos. En el Este, donde las Posibilidades de lucro descansaban en el monopoli fe de “costos de pr tar a rivales viejos y nuevos, la crisis; mientras mds pronu trataba el poder colonial de lista. Se estima que fue por estas razones que el co mercio portugués de especias apenas si alcanzé a 10 endeudarse $6, En Occidente, donde se apoyaban en le Produccién barata y abundante de metdlico y otras vn terias primas, es probable que los costos de Lapras desempefiaran un papel menos importante, aunque én bién aumentaron a consecuencia de la competici ida la pirateria. Sin embargo, ‘alli se alcanzaron répi produjo probablemente Coe iC Lane, “National Wealth and Protection Costs”, en Clatl ¥ Cochran ed. War as a Social Institution, 1941, 36 ¥ 38. ‘oteccién” para enfrem | : pxic J. HOBSBAWM 29 ente los limites técnicos de la primitiva “cueva de ta” de la mineria espafiola (aun permitiend ; - lo los usos del proceso de mercurio) y es muy posible que la mano 3 a fuese obligada a trabajar hasta la muerte Pata como un objeto de uso%7, De todos modos, Jas exportaciones de plata americana disminuyeron, apro- ximadamente desde 1610. Eventualmente, Por supuesto, en Oriente las potencias coloniales se .ajustaron al nue- yo nivel de costos fijos y hasta quizds hallaron una nueva fuente de impuestos locales en compensacién. En Occidente, la estructura familiar de los grandes es- tados casi-feudales aparecié en el siglo xvi188, Dado que las bases econémicas del sistema colonial espafiol eian mas amplias que las del portugués, los resultados de la crisis habrian de ser de mayor alcance. Ast, la temprana emigracién a las Américas estimulé tempo- rariamente la exportacién de productos del pats; pero como acontecié que, inevitablemente, muchos de los requerimientos de las colonias legaron a ser satisfechos localmente, las manufacturas espafiolas en expansién debieron pagar las consecuencias. La tentativa de estre- char el monopolio metropolitano empeoré las cosas por- aue desalenté el desarrollo de la economia, revolucio- naria en potencia, de las plantaciones 3°, Los efectos de la afluencia de metdlico a Espafia son demasiado. cono- cidos para necesitar, discusién. Por lo tanto, es comprensible el hecho de que el “an- tiguo sistema colonial” atravesase una profunda crisis ¥ que los efectos de ésta sobre la economia europea en general fuesen de largo alcance. En. realidad, este sistema fue reemplazado por un nuevo modelo de ex- Plotacién colonial, basado en la exportacién de manu- 70.6, Pitulos 2.3, 48 De este modo, desde fines del siglo xvit la Compafifa Holandesa de las Indias Orientales expandié el ingreso proveniente de impuestos apriales, que era anteriormente de cerca del 9% de su renta, mucho més répidamente que sus beneficios del comercio. Lannoy y Linden, Mei, 296-7. F. Chevalier, La formation des grands domaines au nidue. Terres et Societé au XVI* XVII" sidcle, 1952. S6lo he visto spr umen de esto en Rev. Hist., 428, 1953, 376 y ss. : emperor, € final de las plantaciones de azicar en los primeros Pos del siglo xviz, E. O. V. Lippman, Gesch d. Zuckers, 1929. Motten, Mexican Silver and the Enlightenment, 1950, ca- LA CRISIS DE 30 % SIGLO xy _-#uras europeas a ritmo creciente y seguro, facturas Cy medida por su cuenta, los plantagecta oe del norte de Brasil habian abierto | can er ese modelo desde fines del siglo xv1,) Sint ne el cebo de ‘los beneficios del antiguo m, bargo, | Nopoli, oar eresistible para aquellos que tenian oportunia de obtenerlos. Hasta los holandeses se mantuvie, ad yesueltamente “anticuados”, en cuanto a su ¢ TON " a olonialj mo, hasta el siglo XVIII, aunque su posicién como tals. cenadores de mercancias en Europa los salvé de Ine consecuencias de Ja ineficacia colonial. El viejo colonia. lismo no se transformé en uno nuevo: se derrumbs y fue reemplazado. Las contradicciones de los mercados internos Es casi indudable que el siglo xvi estuvo més préximo a crear las condiciones para una amplia y real adopcién del modo de produccién capitalista que cualquier época anterior, quizds a causa del incentivo de una poblacién y mercados en rapido crecimiento y precios en alza, (No es propésito de este articulo discutir Jas razones | que hicieron que esta expansion siguiera a la “crisis feudal” de los siglos xtv y xv.) Una poderosa combina cién de fuerzas, que incluia también grandes intereses feudales 1°, amenazaba seriamente la resistencia de las ciudades dominadas por los gremios. La industria rm ral de tipo “independiente”, que habia estado reservada sobre todo a los textiles, se difundié en varios paises y en nuevas ramas de la produccién (por ejemplo, los metales), especialmente hacia el final del periodo. Pes¢ a ello, la expansién engendré también sus propios obs téculos, Consideremos brevemente algunos de ellos. Coa excepcion, quizds, de Inglaterra, ninguna “revoluci aeraria de tipo capitalista acompafié al cambio indy a tal como iba a producirse en el siglo xvii, a lawn gran efervescencia en la campifia. AQ 1, S nuevamente de que la naturaleza generalm 40 CE. i. Aubin, A Tapeh » “D, rei", Viertel Jahrseh ngaenge d. grossen schlesischen Line rf, Soz, und Wirtsch Geseh., XXXV, 17 ic J HOBSBAWM. 31 pric J+ al de la estructura social distorsiona y diversifica {cit que de otra manera podrian haber trabajado - ro de un avance hacia el capitalismo moderno. En east, donde la transformacién agraria tomé la forma te un resurgimiento de la servidumbre a manos de los sehores exportador las condiciones para este desarro- lo fueron inhibidas localmente, aunque — posibilitadas en otros lugares. En otras zonas, el alza de los pre las revueltas en las haciend y cl aumento de Ja de: manda de productos agrarios podrfan muy bien haber levado al surgimiento de una agricultura capiltalista, en manos de caballeros y de campesinos de tipo “kulak”, cn mayor escala de lo que p ¢ haber ocurrido 41, Pero equé sucedid? Los nobles franceses (que cran a menudo burgueses que habian logrado un status feu- dal) trastrocaron la tendencia ds: campesinado a la independencia, desde _mediados del siglo xvi, y recupe- raron con creces el terreno perdido Las ciudades, los comerciantes y la clase media local invirticron en lierras, debido en parte, sin duda, a la seguridad del Producto agricola en una época de inflacién y en parte lambién porque el excedente o superavit era mds fa Clmente extraible en una forma feudal, al mismo. ticm- PO que su explotacién era la que mas cficazmente podia Combinarse con la usura; y en parte, quizas, por una Cuestién de rivalidad politica directa con los feudales © hecho, la relacién de las ciudades y sus habitantes, “onsiderados como un todo, con el campesinado circun- “ante, era todavia, como acontece siempre cn una so- Ciedad en gran medida feudal, la de una clase especial Ce sefioria feudal. (En los cantoncs dominados por ciu- Wades de Suiza y el interior de Holanda, los campesinos NO se emanciparon realmente hasta la Revolucién Fran- ‘esa 44.) Por lo tanto, la mera existencia de la inversién urbana en agricultura o de Ja influencia urbana sobre IS, 41 Ravenu, Liagriculture .... en Haut-Poitu au XVI sidcte, 127; Mare Bloch, Caracteres Originaux de U histoire rurale francaise, 148-9; pero cl “gentilhomme eampagnard” no es ipso facto un agricultor capitalista, 42 Bloch, op. cit., Braudel, 624 y 35. 43 Bloch, op, cit., 145-6; P. Raveau, op. cit., 249 y ss; A. Kraemer, D. Weehselende, Bedeutung d. Landbesitzes. d. Stadt, Breslau, 1927, para Ja compra sistemitica de tierra 1500, Guerra de los Treinta Afios” 44 Basch, Holland, Wirtsch{tsgeschichte, 50; Roupnel, op, lt. —_ ~ 42 LA CRISIS DEL storg vn campifia, no implica la creacién del ta ceE la difusién de Ja aparcerfa en prnitalisro nu. Iagricamente fue un paso hacia el capitaliame’ 2U%due cuencia s6lo produjo, de hecho, una burguestg 2" fre tara que vivia a expensas de un campesinade =, Pas “xpoliado por clla y por las. crecientes den Vez ncia, de antigun tructur aba atin, cs Pueden derivarse de ello dos resultados, En pr lugar, cs improbable que hubiese entonces ung mer jnnovacién técnica, pese a que el primer manual (ite i liano) sobre rotacién de cultivos aparecié a del siglo xvi y teniendo en cuenta que el ay Ja produccién agraria no marchaba al mismo la demanda ‘*, Desde este momento hasta e! , se ad i beneficios y escasez de los alimentos, de zonas de portacién que agotan sus cosechas para Satisfacer Ias necesidades locales, etc., todo lo cual fue un Preanuncig de las hambres y epidemias del perfodo de crisis Segundo, la -poblacién rural, sujeta a la doble presién de terratenientes y hombres de ciudad (para no men. cionar al Estado), y mucho menos capaz que ellos de defenderse de las guerras y el hambre, sufria48, En ciertas regiones, la cortedad de miras de esta “accion de agotamiento” puede en realidad haber producido una tendencia declinante en la productividad durante ed Mento ritmo que 45 Marx, Capital, 111, XLVII, sec. V en métayage; G. de Falguero s, Décadence de I'economie agricole a Hempaut (Languedoc), Anne les du Midi 53, 1941, 142, un importante artfculo. eau, op. cit. cap. III. Sobre el cardcter no innovador de lot agricolas franceses. G. Lizerand, Le Régime rural de l'art cienne France, 1941, 79-81. M. J. Elsas, Umriss einer Geschichte ¢. Pe u, Lochne in Deutschland, 1949, sobre 1a productividad agricola est 47 G. Coniglio, I regno di Napoli al tempo de Carlo V, 195) ¥ oy del op. cit. V. Barbour, Capitalism in Amsterdam, 1949, 26-1; A. i914 Z. schleswit-holsteinschen Handelsgeschichte Im 16 u. 17 Th. sobre el cambio de un rea exportadora a una importadora siglo xv1, tocates de oh 48 Porque ellos descansaban en las provisiones “dos 10s a5 mentos, mientras que las ciudades importaban en t hie a pr menudo desde grandes distancias. Meuvret “La Cares "Falguerole desc s'’, Revista de Economia, Lisboa ists loc, cit. Sobre todo cuando los campesinos dejaron que con su venta pagaban los impuestos. ee pac J. HOBSBAWM 33 siglo xvit 4. La campifia fue sacrificada en beneficio cel sefior, la ciudad y el Estado. Su sobrecogedor indice de mortalidad —si es que el relativamente préspero peauvaisis constituye una guia— era el segundo des- pus del de los trabajadores domésticos no dependien- tes, también cada vez mas ruralizados 50, La expansién en esas condiciones originé la crisis. Lo que sucedié en los sectores no agricolas dependid en gran medida de los agricolas. Quizds los costos de manufactura subieron indebidamente debido al alza mas rapida de los precios agricolas con respecto a los in- dustriales, reduciendo asi el margen de beneficios de los fabricantes51, (No obstante, los manufactureros utilizaban cada vez mds la mano de obra barata de los trabajadores rurales no dependientes, que eran explo- tados nuevamente en razén de su debilidad.) También el mercado enfrentaba dificultades. El mercado rural €n conjunto no habia resultado satisfactorio. Muchos campesinos propietarios se beneficiaron con el alza de los precios y con la creciente demanda de sus produc- tos, dado que posefan suficiente tierra como para ven- ¢er y alimentarse durante los afios diffciles, y una buena cabeza para los negocios 5%. Pero si bien esos hacenda- dos compraron mucho mds que antes, aun asi compra- ron menos que los hombres de ciudad de igual posicién, siendo mds autosuficientes ®8, La experiencia de Fran- cia durante el siglo x1x demuestra que el campesinado de nivel medio y superior representa un mercado tan indiferente a las manufacturas en masa. eet — no haya otro. Naturalmente, ello no nary e micencee talistas a revolucionar la produccién. s eS eomting scn tradicionales: la mayor parte de su na en provisio: convirtiéndose en més tierra 0 mds ganado, rt fe. it, lo sostiene asi 49 Falguérolles, foc. ¢# . bert, loc. cit. anssisch-Norwegische Handespo- nis . cit. O- Roche eente discusin de esto, aunque 1935 erect fos” entre los precios del cereal y del ijeras ai dustry, 1640. E. H. R. relativa ee jer gyal Comission on Cloth Industry, pescado. - ante punto ultimo. 1942, 485-6. «os, 145 sobre este ipo a2, 186-7, cap. VI, en su cit, 2, rac, of a, Yeoman, 1 aaa S itoskins, ‘Past and Present 4, total 34 LA CRISIS DEL SIGLO xyqy nes o en nuevas construcciones, o hasta en un franc, derroche, como aquellos casamientos y funerales dignog de Garganttia que alteraron los precios continentales durante el siglo xvr54, El aumento de la demanda Por parte de los sectores no agricolas (ciudades, mercadg de lujo, demanda gubernamental, etc.) puede haber ccultado durante cierto tiempo el hecho de que ésta crecia menos raépidamente que la capacidad productiva como asi también que la persistente disminucién de} ingreso real de los asalariados puede en efecto, segiin Nef, haber detenido el crecimiento de la demanda de algunos productos industriales 55, Sin embargo, las ba- jas en los mercados de exportacién de fines de la pri. mera década del siglo xvi1, han puesto en evidencia esta circunstancia. Naturalmente, ‘una vez que la declinacién comenzé, hubo un factor adicional que aumento las dificultades de la manufactura: el alza de los costos de la mano de ebra. Existen pruebas de que —al menos en las ciu- dades— la capacidad de regateo de las clases trabaja- doras subié notoriamente durante la crisis, debido tal vez al descenso o al estancamiento en las poblaciones urbanas. De todos modos, los salarios reales subieron en Inglaterra, Italia, Espafia y Alemania, y hacia Ja mi- tad del siglo se produjo la formacién de organizaciones efectivas de trabajadores en la mayoria de los paises occidentales *6, Sin embargo, ello pudo no afectar los costos de mano de obra de las industrias que daban trabajo a domicilio, ya que sus trabajadores se encon- traban en una posicién mas débil para sacar provecho de Ja situacién y sus salarios pieza se reducian muy fécilmente. No obstante, el hecho constituye un factor indudable. Por otra parte, la disminucién del aumento de poblacién y la estabilizacién de precios debe haber hundido aun més Jas manufacturas. Estos diversos aspectos de la crisis pueden reducirse 54 H. Widmann, Geschichte Salzburgs, 1914, III, 354; Feller, op: cit. II, 368; H. Schnell, Mecklenburg in Stalter d. Reformation, 1900, 201, aie “Prices and Industrial Capitalism”, Econ. Hist. Rev., VIL, 56 Knoop and Jones, The Medieval Mason, 1949, 207-12, Cipolla en Econ. Hist. Rev. ¢ J. HOBSBAWM 35 una sola férmula: la expansion econémica se produjo tro de uD marco social que no era aun suficienie- oan fuerte como para estallar y, de alguna manera, més bien a él que al mundo del capitalismo ‘oderno. Los especialistas del periodo jacobino deben j eaeerminar qué fue lo que precipité realmente la decli- ce ‘ign de 1a plata americana: si el colapso del mercado Laltico 0 algun otro de los muchos factores posibles. Una vez aparecida la primera grieta, toda la estructura gcbia tambalearse. Se tambale6, y durante el periodo de crisis econémica y efervescencia social que siguid, tuvo lugar el decisivo desplazamiento desde la empresa capitalista adaptada a un marco predominantemente feudal hacia la empresa capitalista transformadora del mundo segun sus propias pautas. Por Jo tanto, la Revolucién en Inglaterra fue el inci- dente mas dramatico de la crisis y al mismo tiempo su encrucijada. “Esta nacién”, escribié Samuel Fortrey en 1663 en su England’s Interest and Improvement, “no puede esperar menos que llegar a ser la mayor y mas floreciente de todas”. Podia y lo hizo; y los efectos de este hecho sobre el mundo habjan de ser porten- tosos. En Ja primera parte de este trabajo traté de presen- tar algunas de las pruebas que sustentan la opinién de que hubo una “crisis general” de la economia europea durante el siglo xvII, como asi también de sugerir al- gunas de las razones por las cuales esto habria ocu- trido. Argumenté que ello se debié, en gran medida, a la imposibilidad de superar ciertos obstdculos gene- tales que ain obstaculizaban el camino hacia el com- Helo desarrollo del capitalismo. Sugeri también que ha es por sf misma creé las condiciones que hicie- rare Ja revolucién industrial. En esta segunda me Propongo discutir los modos en que ello pudo T acontecido: por ejemplo, el resultado de la crisis. difioures Merezca la pena recordar que el perfodo de cada ans abarcé casi un siglo, desde la tercera dé- Despu ‘s siglo. xvi hasta la misma década del xvmII. Log nev cl cuadro general toma un tinte mas rosado. fuereroblemas financieros de la época de las guerras e invers mas o menos resueltos a expensas de numerosos ores, en Gran Bretafia y Francia, y por medio de 36 dispositivos tales como lagas, si bien no el System. Tas Pie Europa, Occidental después ae) bie aa de Marsella de 1720-1. Por todas Partes cevertia un aumento de la riqueza, el comercio y industria, el crecimiento de la poblacién pansién colonial. Lenta bio econdédmico llegé a ser precipitad, poeta entre 1760 y 1780. La Revolucién habia empezado. Hubo, “crisis de crecimiento” mia colonial y en otros as; siglo XVIII, pero seria del siglo xvii en funcién de una “fase de tal como um historiador ca del siglo xv11 57, Pese a ello, si el argumento de que los obstaculos fundamentales en el camino del d desaparecieron en algiin momento rrecto, podemos con justicia pre; revolucién industrial no avanzé fines del siglo xvi. El problema es real. En Ingla. terra al menos, es dificil sustraerse a la im, que la tormentosa marcha del desarrollo hacia fines del sigio xvit debio haber causa miento mds temprano de la revolucién ii Japso entre Newcomen €n que los Darbys de mo fundir el hierro co el método se generali Es significativo de que “el des, impetuosa Opo: de los insensatos, te, su propdsito d les”58, yy, 37 R. Mo 88 S. Mason, A History iz6, es de hecho bastante largo. que la Royal Society alentador abandono usnier, Le XVI LA CRISIS DEL SIGLO Xv el South Sea Bubble y Law's la ex, » la mar a, en algy Industria} os de ung €n la econo. spectos, desde el tercer cuarto. imposible escribir la historia contraccién”, contemporaneo ha escrito acer. acion y de la en sus comienzos, como veremos, sign en la agricultura, esarrollo capitalista del siglo xvir eS co guntarnos por qué la a grandes pasos hasta presion de econémico do el surgi- industrial, El y James Watt, ent: re el momento Coalbrookdales descubrieron cé- m carbon y el Momento en que se quejase en 1701 de los grandes, la sicién de los ignorantes y los reproches | hubiesen frustrado, desdichadamen- © perpetuar una serie de inventos ui ‘asta en algunos otros Pp et le XVIe sidcles, Paris 1954. Of the Sciences, 1953, 223. i 4q

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