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República de Honduras

Instituto Baxter de Estudios Bíblicos y Culturales


Francisco Morazán – Honduras

Aimar Romero
Prof. Miguel Aguilar
Vida Espiritual

Tegucigalpa, Marzo de 2022


IMITACIÓN DE CRISTO DE TOMÁS DE KEMPIS
Editorial Santidad.

Año 2021.

Tomás de Kempis, el canónigo agustino de religión católica, presenta esta ilustre obra
literaria, cuya intención es la de señalar una serie de aspectos básicos para la vida
espiritual de cada creyente, entendiendo con esto que no es como una camisa de fuerza,
sino que es más como una guía, un soporte sobre el cual cada creyente va construyendo
su fe, a fin de parecerse más a Cristo, alejándose del mundo, del pecado, y enfocando su
concentración a Dios.
Cada capítulo, encierra un enfoque o escalón, el cual necesita ser asimilado,
comprendido y practicado, para de ese modo pasar al siguiente. Es probable que esto no
se vea como un modelo estándar, ni como regla general, pero lo importante es
observarlo como una meta a seguir, como si se tratase de un premio el cual están a
punto de dar a aquel que termine de estipular en su vida los enfoques que Kempis
menciona.
No cabe duda que, a pesar de ser un hombre católico, sus ideas plasman verdaderamente
el sentimiento propio de un verdadero creyente, de un verdadero seguidor e imitador de
Cristo, a pesar de que muchos con sus actos demuestren lo contrario. La intención, por
encima de presentar una información teórica, es mostrar la praxis del verdadero
cristianismo, que obviamente puede ser sumamente complicado cuando no se
comprende bien lo que significa ser un discípulo de Jesús.
Su enfoque va dirigido en primera instancia a incentivar al creyente a seguir a Cristo, no
solo en el aspecto doctrinal y/o espiritual, sino también en aplicar su vida y costumbres,
a fin de lograr la iluminación interna y la libertad plena, y culmina su libro, señalando la
importancia de la fe y confianza en Dios, revisando, estudiando, analizando y
asimilando cada porción en la que Cristo muestra su humildad, mansedumbre y dominio
propio contra el pecado.
Kempis menciona en el capítulo I de su segundo libro que, “no hay que poner mucha
confianza en el hombre frágil y mortal, aunque sea provechoso y bien querido, ni se ha
de tomar mucha pena si alguna vez fuere contrario”, lo cual indica que el hombre de por
sí es engañoso y poco de fiar, pues sus decisiones y pensamientos son fluctuantes, y van
de acuerdo con su estado de ánimo y las circunstancias que lo rodean, en cambio,
cuando el creyente se fía en Dios, va a tener la certeza de aun cuando las cosas puedan
tornarse difíciles, Dios no va a modificar su propósito de dar la respuesta oportuna a sus
hijos.
No hay nada más maravilloso que un seguidor de Jesús muestre con su vida que
realmente hay alegría en su corazón porque persigue el alcanzar una buena conciencia,
no se preocupa por adquirir vano conocimiento que al final embota la mente, sino que se
ocupa en cambiar y transformar su ser a la imagen de Cristo. Para que esto pueda ser
posible, Kempis dice en su capítulo VIII del segundo libro que “el que halla a Jesús
halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien”. Esto marca una relevancia
increíble en la necesidad de formar a Cristo en la vida de todo creyente, y de enfocarse
en que Él sea el centro de toda su vida, antes que cualquier otra cosa, pues así como dice
Tomás “pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimos el que está bien con Jesús”.
La vida está llena de tropiezos, pero si el ser humano se enfocase más en depender de
Cristo, más sencilla sería la misma, puesto que los problemas no se verían como
obstáculos difíciles de superar, sino como barreras que ayudan a fortalecer más al
hombre interior.
Para nadie es un secreto que el dolor y el sufrimiento no forman parte del esquema
diario del ser humano, puesto que constantemente le huye y prefiere pasar su vida
“sedado”, antes que enfrentar los problemas. Si se contrasta con la vida de Cristo, se
observa claramente que la misma estuvo plagada de estos 2 elementos, desde el
momento en que nació, hasta el momento en que murió. Pareciera que todos hubiesen
estado en contra de Él, ya que fue víctima del rechazo de su propia familia, de sus
propios “paisanos”, de sus propios discípulos, e inclusive de los mismos religiosos que
aparentemente mostraban una vida piadosa, pero que por dentro eran suciedad y
podredumbre; ni siquiera en el momento de su crucifixión, dejó de ser víctima de los
perjurios, calumnias, acusaciones falsas y demandas de señales por parte de los
espectadores, y aun así, Cristo mantuvo su integridad, enfocado en el objetivo a alcanzar
y en la visión a futuro de su plan divino.
Esta muestra del Cristo sufriente, es la misma que cada creyente necesita para realmente
ser un imitador de Él, a pesar de que no sufra la muerte en una cruz, del mismo modo va
a ser rechazado por tratar de mostrar una vida conforme a la que Dios desea. No se trata
de una vida de flagelación, celibato o de demostración de cristianismo para recibir la
aprobación de los hombres, sino de una vida en la que Jesús sea el centro de todo
cristiano.
Para Kempis, ese es el verdadero enfoque de un imitador de Cristo, que sacrifica todas
aquellas cosas que lo atan a este mundo, a esta vida terrenal, y que lo alejan de una
verdadera plenitud con Jesús. No quiere decir con esto que el hombre debe convertirse
en un monje para evitar todo contacto con este mundo, sino que es necesario poner en
primer lugar a Cristo, su vida, sus objetivos, su visión, sus palabras, sus hechos, es
decir, mirar en detalle cada cosa, cada acontecimiento y cada palabra dicha por el
maestro, a fin de imitarle y luchar cada día por parecerse más a él.
El libro en sí, trae un buen enfoque, puesto que le hace el llamado a cada creyente a
desechar todos aquellos aspectos que lo llevan a una vida pecaminosa o incluso a una
vida alejada de Dios por el hecho de no considerar su palabra, y apropiarse de todos
aquellos elementos que permiten centrar la mirada en Cristo. A pesar de ello, es
necesario señalar que, no todos los hombres van a asimilar tal información de la misma
manera, ya que cada quien aprende de formas distintas, y cada quien asimila y poner en
práctica cada enseñanza de forma particular. Si bien es cierto que cada ser humano
necesita contar con una guía para enfocarse verdaderamente en Jesús, también es cierto
que la misma no puede estandarizarse, porque cada persona vive su proceso de
transformación y cambio de manera diferente.
Todo ser humano que decide seguir a Jesús, siempre va a llegar a un punto en el que
tiene que tomar decisiones drásticas, duras y tal vez radicales para poder mostrar en su
vida la luz del Rey de reyes y Señor de señores, pero esto es algo que no se logra de la
noche a la mañana, pues como lo muestra Kempis, es un proceso que inicia con seguir a
Jesús y que no termina con depositar la confianza plenamente en Dios, sino que más
bien se fortalece y se mejora con el paso del tiempo, hasta el momento en que Dios
decida llevar a su presencia a dicho creyente, por ya considerar que “no es digno de
estar más en este mundo”, o hasta que la vida del mismo en esta tierra se extinga. El
hombre no termina de aprender, sino que cada día conoce algo nuevo de sí mismo, de
Jesús, y de la misma humanidad, a tal punto que le permite tener un cierto grado de
madurez, el cual le ayuda a tomar mejores y sabias decisiones para su vida.
Creo firmemente, y hablando en líneas generales que el autor no se equivocó en cada
uno de sus postulados para una mejor vida espiritual, ya que Jesús, sus enseñanzas y su
evangelio, son el camino y modelo a seguir, por encima de cualquier argumento
religioso que trate de demostrar lo contrario, ya que la fe prevalece por encima del
conocimiento y de la argumentación teológica en aquellos asuntos donde el
conocimiento científico y las pruebas arqueológicas no pueden dar resultados
concluyentes y certeros.
Para mí, este libro puede ser de mucha ayuda para todo creyente que ha perdido la
dirección y sentido, al cambiar su “brújula espiritual”, por una cargada de pecados y
vidas desordenadas y vacías, pero no lo recomiendo para aquellos que apenas inician su
proceso de transformación y cambio en su vida espiritual, ya que puede llegar a
confundirse con algunos términos utilizados por el autor, como sacramentos o
comulgar, pero que en cierto momento de su vida, luego de afianzar bien sus bases
cristianas de fe y confianza en Dios, puede tener la libertad de observar dicha obra y de
extraer el buen contenido que le permita seguir creciendo para llegar a la “plenitud de
Cristo”.
Es muy probable que el autor haya tomado como base algunas fuentes relacionadas con
la devoción y ascetismo, aparte también de la Biblia, puesto que el mismo pretende
fortalecer la vida “íntima del cristiano” con Dios, ya que por años, el cristiano ha tenido
en su cabeza una concepción equivocada de lo que esto implica, relacionándolo con la
cantidad de “obras, hechos y acciones” que puede llegar a hacer para otros, sin
considerar lo que verdaderamente vale, que es su interior, su verdadera devoción con
Cristo, que es un asunto que no se mide por lo que se hace, sino que se ve por el tipo de
cristiano que se llega a ser.
Mi conclusión respecto a esta breve reseña, es que todo ser humano tiene en sus manos
la posibilidad de llegar a ser un imitador de Cristo, solo que tal respuesta solamente le
compete a cada uno en particular, y no es una decisión que se impone, sino una que se
elige, cuando se observa en perspectiva la vida de Jesús y se contrasta con la de cada
hombre o mujer. Es para cada uno un reto y una meta a alcanzar, como dijo el apóstol
Pablo: “no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si
logro asir aquello para lo cual fue también asido por Cristo Jesús”. (Filipenses 3:12).

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