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Acerca del alma, creíanla inmortal y tenían 3 lugares para las almas
separadas del cuerpo: uno para los guerreros que morían peleando, otro
para los que caían en manos de los enemigos, y otro para las mujeres
que morían de parto. Creían, además, que las almas de los nobles
animaban después pájaros hermosos y canoros y cuadrúpedos
generosos; pero las de los plebeyos pasaban a los escarabajos y otros
animales viles. Creían que las almas de los niños sacrificados a Tlaloc
(dios del agua), iban a un sitio fresco y ameno, llamado Tlalohcan (con
este nombre se conoce un lugar poético y delicioso en la montaña
matlalcueitl o Malintzi, perteneciente a Tlaxcala).
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Los dioses de los tlaxcaltecas eran trece, pero solo haremos mención,
aunque muy ligeramente, de los más notables.
Siguiendo en parte la relación del padre Duran, la efigie de este ídolo era
de madera preciosa, del tamaño natural de un hombre corpulento,
cabellera larga, frente y ojos negros y en la cabeza una corona de
plumas; en las narices tenía atravesada una piedra de un berilo y
brazaletes de plata en los molledos con tres flechas engastadas en oro;
debajo del brazo izquierdo unos cuernos de conejo y en la mano derecha
una esportilla de red, donde llevaba la comida al monte, y en la izquierda
el arco y flechas. Tenía puesto un braguero muy rico, y el cuerpo lo tenía
todo manchado de rayas blancas. El templo en que estaba este ídolo era
hermosísimo, de cien gradas de alto, y tan suntuoso y rico que excedía al
de la ciudad de México, así en hermosura y galanica como en riqueza.
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En la cúspide del cobertizo de dicho templo había una figura de mono. El
interior era suntuoso y estaba tapizado de ricas mantas de plumaje, y
joyas y aderezos. A los pies del ídolo estaba una canastilla que contenía
unos pedazos de flechas, unas plumas y un tizón, y era tan reverenciado
esto como el vaso de mirra de Aarón, la vara y las tablas de la ley de
Moisés que guardaban los Israelitas en el tabernáculo.
Entre tanto pasaba esta gran discordia y guerra civil entre los chichimecas
de las tierras bajas del Tepeticpac, el señor de Huexotzinco Huiteuctli se
confederó con los primeros pidiendo auxilio a los mexicanos, reinando en
México Matlalihuitzin; pero este rey envió sus fuerzas con orden de solo
presenciar el combate, dándoles aviso de esta disposición a los
tlaxcaltecas, de lo que se holgaron mucho, tomando mayor brío para
resistir a los Huexotzincas.
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Los tlaxcaltecas hicieron grandes penitencias retirándose al templo de
Camaxtle, quien les aconsejaba buscasen una doncella que tuviera una
teta más grande que otra la cual trajeron al templo, dándole un brebaje
que provoco la salida de una gota de leche que depositaron en un vaso
llamado de dios, hecho de una piedra como azabache que llamaban los
naturales teotetl, (piedra de dios), y puesto este vaso con la leche y
rodeado de arpones, cañas lengüetas, varas y nervios de venado, en
ofrenda delante del altar de Camaxtle.
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asiento principal en el célebre cerro de Tepeticpac, donde aún se
conservan vestigios de las inexpugnables fortalezas de los chichimecas.
Quetzalcóatl (dios del aire): el que según las tradiciones afirman era un
hombre blanco, barbudo y que usaba túnica alba como la nieve (por lo
que algunos historiadores creen que el apóstol santo tomas, y otros un
obispo cristiano) había determinado la venida de los hombres como él,
que debían sojuzgar a todas las naciones de aquel nuevo mundo, y que
empezaron a cumplirse de una manera inexplicable y misteriosa.
Según afirman las tradiciones de principios del siglo XVI, aparece una
cruz brillante en el cielo; los tlaxcaltecas se azoran, preguntan a sus
oráculos el significativo de tales señales; pero los oráculos enmudecen y
los numenes pierden su poder por completo...... de allende los mares
surge una flota misteriosa...... aparecen los hombres barbudos, y como
impelidos a cumplir un mandato misterioso, penetran en las selvas
vírgenes y en los olvidados desiertos del nuevo mundo.
Aquellos hombres son tenidos por dioses que manejan el rayo, y en sus
estandartes y armas traen un signo misterioso que esta formado para
estar sobre todas las eminencias..... la cruz, pero ellos vienen con mirada
codiciosa y sobre moustros que todo lo atropellan.... se atraen por el
halago o por la amenaza a todas las naciones cuyo territorio pizan... la
casualidad les ha dejado abiertas las puertas del territorio de la República
Tlaxcalteca. (La única entrada que tenían la muralla que resguardaba los
confines de la república con Ixtacanaztitlán, estaba desguarnecida).
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Los ídolos caen al golpe del hacha del conquistador, y en cada parte que
cae un soberbio ídolo, se levanta sencilla y humilde la insignia de la
redención del género humano, se levanta una cruz.
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de ello y predicó con grandes exhortaciones al D. Gonzalo, el cual tuvo
gran dolor y arrepentimiento, y llanto y lloró de sus culpas y pecados, y
ansi aquella semana propia, jueves santo, estando disciplinándose ante
una imagen de nuestra señora, expiró y dio el anima a dios N.S. después
de haber confesado y comulgado lo hayaron muerto y de rodillas ante la
imagen de nuestra señora en el hospital de la asunción, y este es el fín
que tuvieron las cenizas de este ídolo.
HISTORIA ECLESIÁSTICA
Electo para esta sede el ilustrísimo señor D. Fray Julián Garcés, primer
obispo de Cuba, no llegó a tomar posesión de ella por haber abandonado
los españolas este lugar; pero siguiendo los españoles sus correrías por
el nuevo mundo y hecha la conquista del Anáhuac por Hernán Cortés,
Carlos V, en virtud de las facultades que les concedió el Sr. Clemente VII
en sus letras de 13 de octubre de 1525, despacho provisional real con
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fecha 19 de septiembre de 1526 señalando en Tlaxcala y su distrito, los
límites de la iglesia carolense de que ya se ha hablado.
La primera escuela que hubo en las “indias” fue puesta por el illmo. y V.
prelado, lleno de virtudes y que todo mexicano debe bendecir su
memoria, murió el año del señor de 1524, sus cenizas descansan en el
convento de santo Domingo de Puebla. De uno de los más célebres
santuarios de México, nos vamos a ocupar en seguida: Al O. de la ciudad
de Tlaxcala se halla el santuario de Ocotlán, donde antes estuvo el
pequeño templo de S. Lorenzo, sobre la sima de las colinas que circuyen
la ciudad.
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de la virgen; bajo el trono un zoclo con 4 nichos en los que están los
evangelistas, cuyas cabezas son de marfil, y en medio un sagrario, la
cornisa vuela todo el ochavo y ensima de las columnas y el remate de
ellas hay tres Ángeles con los atributos de la virgen. En medio de los
puntos 7 ventanas y otras al presbiterio, y sobre ella la cornisa que
sustenta la cúpula, en la que están 8 imágenes de santos doctores
marianos. Remata con un cielo dorado y finos colores de rocicler. Ha
sufrido reformas de importancia este templo que contentan perfectamente
con el gusto moderno que fueron costeadas por la señora Josefa Zavalza,
vecina de México.