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Giorgio Vasari Las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos (Antologfa) Estudio, seleccién y traduccion de Marla Tetesa Méndez Baiges y Juan M.* Montijano Garcla 35.18. GiorcIo vAsART 281 © *35.48. Tercera parte. Proemio. En verdad dieron un gran pro- greso a las artes, en la arquitectura, pintura y escultura, los excelentes maestros que hemos descrito hasta aquf en la se- gunda parte de estas Vidas, al afiadir a la obra de los prime- ros regla, orden, medida, disefio y manera, si no a la perfec- cién en todo por Jo menos tan cerca de Jo natural que los terceros, de los cuales vamos a razonar de aqui en adelante, pudieron mediante aquella luz clevarse y llegar a la més alta perfeccién, donde encontramos las obras modernas de més alto valor y mas celebradas. Pero, para que se conozca atin més claramente la calidad de la mejora que consiguieron los mencionados ertifices, no estard ciertamente fuera de propésito explicar en pocas palabras los cinco afiadidos que he citado y discurrir sucintamente sobre el origen de aquel verdadero valor que, superado el siglo antiguo, hace al moderno tan glorioso. 35.19, La regla consistié, en arquitectura, en el sistema de medir segtin Jas antigitedades, siguiendo las plantas de los edi- ficios antiguos en las obras modernas. El orden fue diferen- ciar un género de otro, de modo que a cada cuerpo le corres- pondiesen sus miembros y no se mezclasen ya entre ellos el dérico, el jénico, el corintio y el toscano. ¥Y la medida fue universal tanto en la arquitectura como en Ia escultura: hacer los cuerpos de las figuras rectos, derechos y con los miembros organizados de modo similar; y lo mismo en la pintura. El disefio fue imitar lo mas bello de la naturaleza en todas las figuras, tanto esculpidas como pintadas, que procede de dis- poner la mano y el ingenio capaces de trasladar todo Jo que el ojo ve sobre el plano, disefios, papeles, tabla u otra super- ficie, exacta y puntualmente; y lo mismo con el relieve en Ja escultura. La manera se convirtié en la més beila por haberse difundido el uso frecuente de reproducir Jas cosas més bellas, y lo mas bello de ellas, manos, cabezAs, cuerpos, piernas, con- juntarlo todo y componer una figiira con todas aquellas be- Mezas lo mejor posible, y aplicarla en cada obra a todas las figuras, que por esto se dice que es bella manera. 35.20, Estas cosas no las hab{a hecho Giotto ni aquelfos pri- meros artffices, aunque habfan descubierto los principios de todas estas dificultades y las trataron superficialmente, como en el disefio, ahora mas veraz que antes y més parecido a la naturaleza, asi como en la unién de los colores y en Ja compo- sicién de las figuras en las historias, y en otras muchas cosas de las que ya se ha discurrido fo bastante. Pero aunque los segundos hicieron progresar enormemente estas artes en todo Jo mencionado més arriba, no resultaban sin embargo tan perfectas que Hegaran a alcanzar Ja plenitud de la perfeccién. En fa regla carecian atin de una libertad que, no siendo de {a regla, estuviera ordenada en la regla y pudiera permanecer sin confusién o sin daiiar el orden; el cual necesitaba una 22th, ULUKGIU VASARL 285 inventiva copiosa en todo y una cierta belleza prolongada en cada minimo detalle, para que mostrase todo aquel orden con mds ornamento. En la medida faltaba un criterio correcto para que las figuras, atin sin ser medidas, tuvieran en sus di- mensiones una gracia que superara la medida. 35.21. En el disefio no se habfan alcanzado los limites de su perfeccién porque, aunque hicieran un brazo torneado y una pierna recta, no los concebfan con mtisculos con una natu- ralidad graciosa y dulce que emergiera como entre lo visto y no visto, como hacen Ja carne y las cosas vivas; mds bien éstas eran tan toscas y desolladas que resultaba incémodo 4 los ojos y rigido en la manera. A la cual faltaba elegancia para hacer esbeltas y graciosas todas las figuras, y sobre todo las mujeres y los nifios, con los mismos miembros naturales que los hombres pero recubiertos de una turgencia y car- nosidad no desgarbadas como las naturales, sino artificiosas por la aplicacién del disefio y del juicio. Les faltaba todavia ja abundancia de bellos vestidos, la variedad de tantos deta- les caprichosos, la amenidad de fos colores, la multiformidad en los edificios y lejanfa y variedad en los paisajes. 35.22. Y a pesar de que muchos de ellos comenzasen, coma Andrea Verrocchio, Antonio del Pollaiolo y muchos otros modernos més, a procurar resolver sus figuras con mas estudio y que manifestaran un mayor disefio, con una imitacién més exactamente parecida a las cosas naturales, no obstante aque- ilo no era todo, aunque hubiese una mayor seguridad de que ellos andaban en la buena direccién y que también sus obras resultasen aprobadas al lado de las de los antiguos: como se vio cuando Verrocchio rehizo Jas piernas y los brazos de mér- mol al Marsias de los Medici en Florencia; carecfan atin del acabado y la suprema perfeccién los pies, manos, cabellos, bar- bas, por mas que el conjunto de los miembros estuviera confor- me con lo antiguo y tuviera una adecuada correspondencia en las medidas. Que si ellos hubiesen tenido aquella minuciosidad de acabados que son la perfeccién y Ia flor del arte, hubieran obtenido también una enérgica gallardia en sus obras, y ha- brian alcanzado la elegancia y una pulcritud y suma gtacia 284 MA. ‘Trorfas ESTETICAS Y TRATADOS DE ARTE que no tuvieron, aunque persista el esfuerzo de la aplicacién, que es lo que hace Hegar a las ctispides del arte en las bellas figuras en relieve o pintadas, Aquel acabado y aquella cierta cosa que les faltaba no podian ponetlo en prdctica tan pronto, puesto que el estudio atidece la manera hasta aquel punto, cuando se aplica para tetminar los acabados. 35.23. En cambio lo encontraron después de ellos los otros, al ver excavadas fuera de tierra algunas antigiiedades citadas por Plinio entre las m4s famosas: el Laocoonte, el Hércules y el gran Torso del Belvedere, as{ como la Venus, la Cleopa- tra, el Apolo e infinitas otras, las cuales, en su dulzura yen Sus asperezas, con cualidades carnosas y obtenidas del na- tural de Jas mejores bellezas, con unos gestos que no se aca- ban de torcer sino que se van insinuando en ciertas partes, hacen gala de una graciosfsima gracia. Y fueron Ja causa de que se eliminara cierta manera dspera, rigida y cortante, que por el excesivo estudio habian Iegado a este arte Piero della Francesca, Lazzaro Vasari, Alessio Baldovinetti, Andrea del Castagno, Pesellino, Ercole [de’Roberti] de Ferrara, Giovanni Bellini, Cosimo Rosselli, el Abate de San Clemente [Bar- tolomeo Della Gatta], Domenico Ghirlandaio, Sandro Botti- celli, Andrea Mantegna, Filippo [Lippi] y Luca Signorelli, los cuales, por esforzarse, intentaban realizar lo imposible del arte a base de complejidades, sobre todo en los escorzos y en las vistas forzadas, que, del mismo modo que para ellos eran laboriosas de conseguir, resultaban también speras incémodas para Jos ojos de quien las miraba. 35.24. Y aunque la mayor parte fueran bien disefiadas y sin errores, Jes faltaba sin embargo un espfritu de soltura que nunca aparece en ellas, y a la vez Ja dulzura en Jos colores, que comenz6 a usarla en sus obras [Francesco] Francia de Bolonia y Pietro Perugino; y las gentes, al verla, acudieron como alocados a esta belleza nueva y més viva, pareciéndoles que ya absolutamente nunca se podria superar. Peto su error lo pusieton después claramente de manifiesto las obras de Leonardo da Vinci, el cual, iniciando aquella tercera manera que nosotros damos en llamar Ja moderna, ademds de Ja ga- 35.26 GIORGIO VASART 285 llardfa y bravura del disefio, y ademas de imitar muy sutil- mente todas las minucias de la naturaleza tan exactamente como son, con buena regla, mejor orden, recta medida, disefio perfecto, y gracia divina, riquisimo en variedad y profundisi- mo en arte, dio verdaderamente a sus figuras movimiento y palpitacién. Siguié después de él, aunque un tanto lejos, Gior- gione da Castelfranco, cl cual difuminé sus pinturas e impri- mi6 un terrible movimiento a sus obras, mediante una acen- tuacién de somdras bien comprendidas, 35.25. No menos que éste dio a sus pinturas fuerza, relieve, dulzura y gracia en los colores fra Bartolomeo [della Porta] de San Marco; pero més que nadie el graciosisimo Rafael de Urbino, el cual, estudiando los trabajos de los maestros anti- guos y de los modernos, seleccioné lo mejor de todos ellos y, una yez acumulado, enriquecié el arte de la pintura con aquella integra perfeccién que antiguamente tuvieron Jas fi- guras de Apeles y de Zeuxis, e incluso mas, caso de que se pudiera describir 0 mostrar las obras de ellos para una com- paracién. Porque Ja naturaleza result6 yencida por sus colo- res, y la invencién surgfa en él tan esponténea y personal como puede apreciar quien ve gus historias, que son claras como escritos; las situé en parajes y edificios a tono con ellas, y asimismo dispuso rasgos e indumentaria en personajes nues- tros y forasteros, segiin lo que pretendfa; por no hablar del don de fa gracia en los semblantes: en los jovenes, ancianos Y mujeres, plasmando en las modestas la modestia, en las lascivas la lascivia y en los amorcillos ora los vicios en la mirada y ora Jos retozos en las actitudes, E igualmente sus ropajes con pliegues, ni demasiado lisos ni enmarafiados, sino con una disposicién que parecen de verdad. 35.26. Siguié esta manera, aunque més dulce de colorido y no tan gallarda, Andrea del Sarto, el cual puede decirse que fue singular porque sus obras carecen de errores. No pueden desctibirse las elegantfsimas, vivas animaciones que plasmé en sus obras Antonio da Correggio, deshilando sus cabellos ~ no de aquella manera meticulosa con que lo hacfan sus pre- decesores, que exa tebuscada, cortante y tigida, sino tan mér- bidos y esponjosos que se notaban las hebras en Ia soltura de los trazos, que parecfan de oro y més bellos que los de ver- dad, Jos cuales resultan vencidos por su colorido. Lo mismo hizo Francesco Mazzola el Parmigianino, su discipulo, que en muchos aspectos de gracia, de ornamentos y de bella mane- ra lo superd, segGn se aprecia en muchas de sus pinturas, cuyos semblantes sonrien y cuyos ojos miran cor. mucha viva- cidad, notandose el palpitar del pulso, como mejor se antojé a su pincel. 35.27. Pero quién examinard las obras de las fachadas de Polidoro [da Caravaggio] y de Maturino [Fiorentino] vera moverse a las figuras con gestos que lo imposivle no conse- guiria y se sorprenderd de cémo se puede, no ya discurrir con fa lengua, que es facil, sino expresar con el pincel las terribilisimas invenciones, realizadas por ellos con tanta prdc- tica y destreza, representando las gestas de los romanos tal como sucedieron en realidad. Y, entre los muertos, {cudntos ha habido que han dado vida a sus figuras con los colores? Como Rosso [Fiorentino], Fra Sebastiano [del Piombo], Giu- lio Romano, Perin del Vaga. Porque de los que viven, que por si mismos son conocidisimos, no es del caso que hablemos aqui. Pero lo que importa al conjunto de este arte es que lo han convertido hoy en tan perfecto y facil para quien posee el disefio, Ia invencién y el colorido que, miertras aquellos maestros nuestros de antes hacian una tabla en seis afios, estos maestros de ahora en un afo hacen seis de ellas; y sin dudar yo doy fe de ello, de vista y de obra; y se aprecian mucho mejor acabadas y perfectas de lo que antes. hacfan los otros maestros de talento. 35.28. Pero el que tanto entre los muertos como entre los vivos se lleva la palma, y les sobrepasa y domina a todos, es el divino Miguel Angel Buonarroti, que tiene la primacfa no sélo en una de estas artes, sino en Jas tres juntas. El supera y vence no solamente a todos los que casi han vencido yaa la naturaleza, sino a los mismos famosfsimos antiguos que tan reconocidamente y fuera de toda duda Ja superaron, Y es el Gnico en triunfar con justicia sobre éstos y sobre ella, no a2. WE: YERARE 287 habiendo apenas imaginado la naturaleza nada tan insdlito y tan dificil que é1, con las dotes de su divinfsimo ingenio, mediante la industriosidad, el disefio, el arte, el juicio y la gracia, no lo supere de muy lejos; y no sélo en la pintura y en los colores, bajo cuyo procedimiento se abarcan todas las formas y todos los cuerpos rectos y no rectos, palpables e im- palpables, visibles e invisibles sino incluso en la total rotun- didad de los cuerpos, y con la punta de su cincel. 35.29. ¥ con los esfuerzos de tan bella y fructifera planta se han extendido ya tantas y tan honrosas ramas que, ademas de haber Hlenado el mundo de modo tan desusado con los frutos mds sabrosos que existen, han dado también la postre- ra clispide a estas tres nobilfsimas artes con tanta y tan asom- brosa perfeccién que bien puede decirse con toda seguridad de sus estatuas que, en cualquiera de sus partes, son mucho més bellas que.Jas antiguas; se reconoce, al comparar cabe- zas, manos, brazos y pies, realizados por uno y por Jos otros, que permanecen en las de él un cierto fundamento mas sélido, una gracia mds completamente graciosa y una perfeccién mu- cho més absoluta,. ejecutada con una dificultad tan facil en su manera que es imposible ya ver nunca algo mejor. Lo mis- mo que, en consecuencia, se puede creer de sus pinturas. Las cuales, si por yentura se conservaran aquellas famosisimas griegas y romanas para poder compararlas frente a frente, resultarfan tanto mds apreciadas y mds honradas cuanto més sus esculturas se manifiestan superiores a todas las antiguas, 35.30. Pero si tanto admiramos a los més famosos que, es- timulados con tan extraordinarias recompensas, y tan feliz- mente, dieron vida a sus obras, gcudnto m4s deberfamos ce- Icbrar y ensalzar a los singularisimos ingenios que no sdlo sin recompensas, sino en una misera pobreza, dan frutos tan preciosos? Créase y affrmese pues que, si en este siglo nuestro existiese la justa remuneracién, se realizarian sin duda obras mds grandes y mucho mejores de lo que hicieron nunca Jos antiguos. Pero el tener que combatir mds con ef hambre que con la fama mantiene ocultos a los mfseros talentos, y no les deja (culpa y vergiienza de quien Jes podria aliviar y no se 288 TIA. Trorias ESTETICAS ¥ TRATADOS DE ARTE ocupa de ello) darse a conocer. Y con esto basta para ese Propésito, porque ya es hora de volver a las Vidas y tratar distintamente de todos los que han hecho obras celebradas en esta tercera manera, el principio de Ja cual fue Leonardo da Vinci, con el cual inmediatamente comenzaremos.

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