You are on page 1of 19
FRANK BE. MANUEL Y FRITZIE P. MANUEL EL PENSAMIENTO UTOPICO EN EL MUNDO OCCIDENTAL Il 34 EL FREUDO-MARXISMO, UN PRODUCTO HIBRIDO DE LOS TIEMPOS RECIENTES La readaptacién del darwinismo a los fines del ideal utdépico de un hombre pacifico, racional y cooperador corrié paralela a los esfuerzos de un grupo de psicdlogos, antropdlogos y fildsofos por estudiar a fondo la doctrina de Freud y liberatle de la imagen algo sombria que habia dejado entrever sobre el futuro de la humanidad, sobre todo en sus tiltimas obras. Freud reservé sus dardos mds afilados para los que prometian que la agresividad quedarfa eliminada como consecuencia del establecimiento de un orden nuevo de relaciones de propiedad, 0 como consecuencia de la abolicion de la propiedad propiamente dicha -idea compartida por la mayoria de los ut6picos del siglo xIx-. El instinto de muerte de Freud puede considerarse, si se quiere, como una introduccién en su sistema re- lativamente tardia; de todos modos, en las obras que se publicaron du- rante su vida puede apreciarse una nitida contradiccidn entre civilizacion y felicidad terrenal. La hostilidad a muerte contra los padres y los herma- nos quedaba representada como algo practicamente innato y s6lo parcial- mente transmutable, En muchos sentidos representé Freud el ataque mas tajante y devastador contra las ilusiones utdpicas -que él llamaba musi- cas celestiales~ de toda la historia del pensamiento occidental, FREUD, UN MUBARRON SOBRE LA UTOPIA Doctor preocupado por la cura de almas solitarias a la deriva y divul- yasor de un método téenico para sosegar las ansiedades y eliminar a ve~ cd lon ‘sintornas fisicos relacionados con la angustia psiquica, Freud fue también un filGvofo con un concepto unificado de la naturaleza humana, sujeto por supuesto a las normales inconsistencias que afloran en los es- oritos de cualquier persona que haya trabajado durante mas de medio si- poy Jas vicisitudes de lov cambios de época, de lugar y de fortuna, Como un buen médico yienés en la mejor tradivion hipooritica, ano intent aliviar ef dolor sin plantearse svenamente los Cities proyimmen de sus pacientes, fis de sobra sabido que se mantsh 2 veces Gemanato convencido sobre la eficacia de sus remedion poiquicos, one le Goutrints también al principio con relacion «la cocaina, que tuvo pir curaluncto hasta que s€ que creaba dependencia (Durante muchen shan vagal: acariciando a be que, en Ghims intancia, algunas enkermetades mentales, como otras indisposiciones en general, se curarian metxante métodos puramente quimicos y biokigion. Desde ema perspective, ciet- tas técnicas analiticas, de las que s¢ ha hablado hasta la sacsedad, debe rian_considerarse como paliativos temporales, pendientes dei descators- miento de la droga eficaz.) Con todo, tuvo Freud una amplisima vision historica que se puede separar perlecamente de su funciin de médsco, nueva version del dualismo de los antiguos. Freud da por sentada la existencia de dos impulses 0 mstintos en to- dos los seres humanos: el erbticn, que vincula a la persona que mantsene una relacion de amor con muchas personas y cosas, y ol agree, Que busca Ia division, la destruccion, y acarrea la muerte, Extos imstamios se pueden dirigir tanto hacia uno mismo como hacia los demas, bo que com- plica 2 menudo su descripcion y la diagnosis de sus estragos. En los frag- mentos del porta presocriticn de Agrigento, Empédocles, la alternancia del amor y la repulsion en el mundo aparece descrita con una maravillo- | sa sencillez: en este sentido, Freud lo supiera 0 no- permanece anclado al pensamiento tradicional que se deriva de los eriegos. Nada modificera jamis \a contrariedad de las fuerzas que actian en el bomibre. Lo amable y lo 2gresivo conviven en el mismo cuerpo, y ninguna instituciOn o siste- ma social logrard exterminar ni lo uno ni lo otro. Puesto que ambas cosas -* derivan su energia de una fuerza vital, que en cada individuo es wna can- tidad finita de energia potencial, el triunfo de una sola pucde hacer cis- mjnuir 2 su rival en un momento dado; mas el etemo enemigo, su opucs- to, siempre seguir agazapado en algiin recoveoo Gel hombre interior. La mayoria de las veoes estos dos impulsos estén tan inextricablemenic en- trelazados que el amor hacia un grupo de personas puede robustecerse € intensificarse solo mediante la agresion a otras personas. Freud sucle ge- neralizar estos dos impulses de manera que aparecen como los atributes de civilizaciones enteras, algunas de las cuales muestran una predileccion especial por el amor, mientras que las otras se sienten impelidas por una fuerza de destruccion. La Givilizacién y [a cultura, en sus aspectos amables y no agresivos que mantienen unidos a millones de seres, han derivado su energia de esa unidad al parecer indestructible de la existencia social que ¢s la familia. (Como consecuencia de ello, existe un antagonismo latente entre das exi- - gencias del amor genital, particularmente en la hembra, y los usos de la ‘Gvilizacion. Para Freud, la mujer nunca se ha reconciliado realmente con Jos propésitos de la civilizacin, que crean entre los humanos rela- cones competitivas, aunque suaves y amables. Si al amor y la agresién, Jas tinicas fuentes del placer, se les da rienda suclta, se convierten en ene- ee 347 migos de la civilizacién y de sus propios frutos. El amor no inhibido se agota solo, propagndose por un gran numero de objetos con unas ansias de posesién devoradoras -la madre, el padre, los hermanos y las herma- nas~. Nada queda para que la cultura siga adelante. La historia de la pro- ducién de cultura ha significado, por tanto, un constante recorte de los objetos de amor y una limitacién del ejercicio del instinto de amor a las formas genitales especificas. Los sentimientos agresivos que han rodeado a menudo al objeto del amor, hasta el punto de que el amor se vuelve exclusivo, han dado origen ‘a todo tipo de miedos y ansiedades, sobre todo al miedo del poderoso pa- dre, que ve en su hijo a un rival, Hay un mito en Freud segtin el cual los hermanos se alian para matar a ese padre que quiso negarles todas las gratificaciones y reservarse todas las mujeres. Mas el miedo al padre y a sus represalias perdura tras la muerte del mismo. Un hombre modemmo. stl del hombre a medida que éste va evolucionando en la vida, dividiéndolas en tres categorias: el dolor originado en el propio cuerpo, en la naturaleza fisica externa y en los demds seres humanos. En conereto, el dolor y el malestar originados por otros seres humanos parecen imposibles de arrancar; tal es él gran chasco de la cultura y la civilizacién. Cualquier reforma que se proponga en el Ambito de las relaciones humanas flevard en su seno el germen de la corrupcién ~veredicto absolutista que hace de Freud el principe negro de los antiutopistas modernos-. Con el fin de evi- tar el dolor infligido por los demds, algunos han huido al desierto o a los monasterios, donde han sacrificado los placeres del amor para protegerse contra las agresiones de sus semejantes. Otros han construido mundos ideales, utopias imaginarias por cuyos vericuetos han logrado extraviarse. Otros atin se han dedicado a programas politicos de reformas radicales y totales, el remedio sin duda mas cercano a la religién. Aqui arremete directamente Freud contra la utopia marxista con la que su sistema se declara en conflicto permanente. La agresién es una ne- cesidad instintual, por lo que carece de sentido querer achacar a la pro- piedad privada la responsabilidad de todas las agresiones. La propiedad privada puede ser un instrumento para la expresién de la violencia, mas, si fuera abolida, el instinto hallaria nuevas vias de escape. La agresién antecede a la apropiacién, pudiéndose descubrir ya en la guarderia!, {Por qué se intenta adormecer a los hombres con estos cuentos chinos? El es- piritu de igualdad que pretende fomentar el comunismo puede ser gratifi- cante para algunos hombres, pero puede resultar fastidioso 0 aborrecible para otros. Los excelentes y los superiores que se hallan nivelados me- diante el sistema comunista tienen que aguantar los inconvenientes de esta igualdad, y el resultado puede ser una depresion general de la cultu- ra. En América -el pais de su identidad negativa- Freud creyé detectar el signo universal de los tiempos, la desconfianza del valor. La historia de las formaciones grupales ensefié a Freud que todas las relaciones de gru- po amables y no agresivas las naciones, los Estados, las culturas- esta- ban formadas a expensas de la hostilidad violenta hacia otros grupos dis- tintos. La crénica de la formaci6n étnica de los grupos antiguos y moder- nos le suministré una plétora de ejemplos para documentar su tegis. Para Freud, todas las culturas y civilizaciones son por definicién re- presivas. Difieren en la severidad de su represion de las manifestaciones del instinto agresivo 0 erético. Dado que los individuos poseen una gran variedad de necesidades de intensidad diferente, algunas épocas y culturas son mejores para algunos individuos que para otros; es decir, que ofrecen a algunas personas mds oportunidades de placer. Si un hombre es clara- mente agresivo, serd sin duda mds feliz en una sociedad de cazadores que €n una sociedad muelle y galante, Algunas sociedades son tan punitivas €n su restriccién de ciertos tipos de relacién sexual que destruyen total- | Sigmund, Frevo, E! malestar en la cultura, trad. Ramén Rey Ardid, Alianza Ed. (Ma- Grid, 1980), p. 53. habrian prosperado en otros estados. Asi, la ine- doble vertiente. Todos los hombres han na- cido desiguales en su equipamiento instintual y las sociedades gratifican a estos hombres desiguales de manera desigual. Freud, que murié en 1939 y, por tanto, no asistié a la reciente revolucidn sexual, creyé que el mun- do occidental habia alcanzado un punto elevado de restriccién en el pla- no de la gratificacién sexual. Aunque estas restricciones no afectaban a todos con Ia misma fuerza -los fuertes las ignoraban simplemente-, era indudable que una buena cantidad de sufrimientos estaba repartida por todo el mundo. Si Freud tiene un ramalazo reformista es precisamente en este punto: la sociedad, la cultura, la civilizacién han ido mucho mas le- jos de sus nec&idades basicas al imponer las prohibiciones sexuales. La mayoria de los paliativos para el dolor descritos por Freud -la dis- traccién en el trabajo, la sublimacién en el arte, el estar enamorado, el embriagarse (escribié antes de la emengencia de la cultura de la droga contemporinea)- podian ser eficaces en varios grados bajo circunstancias normales. Pero habia personas que podian ser incapaces ya de refrenar ya de cortar de raiz las manifestaciones abiertas de los impulsos a través de algiin sistema mental superior. Para estos desafortunados slo existia una mente a unos seres que vitable desigualdad tiene una de la historia, y si lo mas que se podia hacer en nombre de la civilizacién era reprimir y sublimar, la utopia eudemonista era a todas luces una fla- grante sandez. En la medida en que se puede decir que Freud tiene un ideal utépion, ste es claramente de.cariz kantiano; a saber, el desarrollo de todas las capacidades humanas mas afla de lo instintual. El estado his- térico del hombre que él prefiere es el reino de la razén «desemociona- da»; pero esto dificilmente puede ocurrir. Para la gran masa de la humanidad no ve- Freud ninguna gran espe- ranza: seguira conduciéndose como una manada de bestias, vacilando Constantemente entre la Muerte y el Eros. Quizd unas pocas personas, como él mismo o un Einstein, podran tener acceso a la sabiduria y subli- creyentes en todos los dictados del imperativo moral kantiano. Su solu- ‘Gdn no ¢s Ia felicidad, una felicidad hedonista, que, en ultima instancia, €s tan imposible para Freud como lo fue para Kant o para Epicteto o para Epicuro. Los valores morales universales de Kant los da por supues- que no tenia como meta ninguna moral kantiana, un puritanismo bdsica- mente hipdcrita. En estas condiciones desesperadas se invent una «psi- cologia del ego» que predicaba una especie de moralismo atenuado y ser- via de sustituto a la ética kantiana_ _ LA RESPUESTA EUDEMONISTA : no obstante, repudiar su corrosivo asalto anti-utépico, y opo- nerse al rechazo del maestro de la utopia socialista-y la fe religiosa, teni- ds por él como ilusiones indignas del hombre racional. Algunos negaron la existencia del imstinto de muerte y la inevitabilidad de la agresividad. Otros pusieron por las nubes a Freud como al gran destructor de la hipo- cresia victoriana y como critico consumado, aunque no aceptaban que fuera an genio creador de una nueva visién del mundo capaz de respon- 4 Muchos epigones que habian sido influidos por los escritos de Freud 5 der a las imodgnitas de la sociedad del siglo xx. Querian canciones de 5 Guna, pero con otras miisicas. Otros todavia citaban textos aislados que _ contradecian su postura generalmente pesimista, especialmente con res- _ pecto a la creatividad de las primeras fases del ciclo sexual. Se negaban a | aceptar su argumentaci6n de que sélo se podia mantener en pie la civili- 351 wma ver que se hubtera consegundo una civilizacién libre de la necesidad ‘todmimaa mevhante |2 tecnolopa, la represion y la conversin no serian ya aecesamas. Pasabun dei ¢nfasis negativo de Freud en las neurosis, con te emevitabie cronica dei malestar psiquico generalizado, a afirmaciones Optimustas sobce a enenpa creativa, a la ver que proclamaban la realiza. ade del prageo ser como valor absolute, que no era incompatible con e/ amor y a coheson de indole comunitana. En su reintegracion utépica se movreron por diferentes esferas. Algunos, educados en la tradicién mar- somo condinon previa para el establecimiento de ese sistema de salud mental que ellos wentiticaban con la abolicion de la represién de los ins- ‘anos Otros imvirueron durante un tiempo las prioridades e hicieron un Gamamnento 2 los pertados politicamente revolucionarios para que pusie- can, em le cabecera de sus programas y en su prictica, a la libertad res- Pesto de la preston sexual como prolegdmeno necesario para el logro = l@ renowacion politics. En ambos casos, la forma y el contenido del ‘trabajo —fuera éste albenado o no- estaban intimamente relacionados con (2 emamopecds sxmal < Qtra oneatacnce, reliscionada con Cari Jung, pretendia revitalizar la seine » liemar el vacto creado por la actitud despreciativa de Freud. ‘Los axquengos » les formas de las experiencias miticas y religiosas, pro- Sumcumente acraigados en el imconsciente de todo individuo, no eran ilu- sino la materia nutritiva de Ia salvacién psiquica del hombre, sin ‘2 que ssube condenado 2 convertirse en un ser espiritualmente pobre y seco —gelgro macho mis grave que la privacin material que los utépi- cos scomigs esperaban elimmmar-. Asi nacié todo un espectro de religiones peciscun estado de espirits que podi provocarse pricticamente en cual- Quer momento y lager por parte de un adepto bien ejercitado, y ello pa- sauce per iz cucromia, que aparccia situada en un tiempo futuro. Los =e mipcus onentales, que, en su nuevo medio, se sueedieron. ripida- ‘Teait as umes 2 las otras conforme los nuevos experimentadores, a la Tamer: ¢e ies Gitimos romances, iban abandonando una panacea por am planteados:en térmi- ‘as semuaies 7 seligienes, acaban impregnéndolo todo. Estos siempre han & 352 : > joes on wine Roms W OHTA, SA CoNPaR~O, las anciedtades psique- exnembn daha aire 0 hamidet \ la sed del compcumiente creative. Line ver Que cunt Sufoentes alementes y puestos de trabajo, el probie- me de lk Sdmaed horn gorda doomamente ligado a las meoradades aun Names slansad un ave! sepemor de necesictades wtdprcas, y QUID SOE S RNWERT mas o maemes dolorosas cuando éstos quedan sin somasiaoer” Bl pmme: asnqwls amportanre de Freed que imteatd la adaptacidn de Sos SQUUDOTMIEMES 2 aTR wsuoe mas optimista Gel faturo del hombre y em aamcmamaa on lp posihk, com le utopia marcia, fee Wilhelm Resch Las Moummenws mamasess vy RUCoanabteos habian aparecide en Se Tempe St meuho del pamacema imeclectual europea come comentes profundemener amingomstas. Ee bs Gioada de los veinte, en visperas de unmr del poder por ies nam, Reach se sald de la Linea trazada ¢ hizo un homies ¢ moncpocers uma buena purse de i teoria psicologica de la geni- tehand de Fread 2 se progue wisiom del mundo —

You might also like