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Infanticidio Desde La Perspectiva Sur Boliviana (1) 3
Infanticidio Desde La Perspectiva Sur Boliviana (1) 3
(Rituales y Ofrendas)
Antecedentes
El 4 de agosto de 2018, una pastora de ovejas halló un altar hecho de piedras en las faldas
del cerro Tata Sabaya, en Oruro. En un hueco, en medio de las piedras, encontró a un niño
recién nacido, ya sin vida. Estaba desnudo, aún tenía parte de su cordón umbilical y a su
alrededor habían decenas de hojas de coca rodeándolo, además de algunas botellas de
alcohol con el que había sido rociado. La pastora llamó a un pariente y este a la Policía.
Han pasado más de siete meses y no se sabe nada más del caso. El cerro Tata Sabaya es, en
realidad, un volcán de 5.430 metros de altura, sin actividad desde hace 6.000 años. En una
mezcla de quechua y aymara, su nombre, Tata Sabaya, significa Padre Diablo o Padre
Demonio.
Con el tiempo, según testimonios recogidos por periodistas que cubrieron el hallazgo del
altar de sacrificios, el Tata Sabaya “pidió sacrificios de primogénitos humanos, y los
monumentos de piedras comenzaron a aparecer” los primeros días del mes de agosto de
cada año, porque “ese es el mes de diablo”.
EL CASO DE JOEL Otro caso que conmocionó a la población, pero que ha quedado sin
resolver e impune es de Joel Condori Aliaga, un niño de ocho años que desapareció el 14
septiembre de 2018 y que supuestamente fue sacrificado al Tío (diablo) en una mina de la
provincia Muñecas de La Paz para hallar más mineral.
Tras dos días de búsqueda, a la casa de los padres del menor llegó una carta diciéndoles:
“El niño perdido de don Norberto Condori Chambi, los mineros lo han traído para hacer
wajtacha o ritual en la mina y lo enterraron el viernes 21 de septiembre por la noche”.
“Una comisión, con pompa y sonaja, buscó al niño en la mina y no lo halló. Dijo que quizás
habría sido víctima de trata y tráfico, pero varias personas dijeron que había sido
sacrificado. Esas personas han sido identificadas, pero hoy ya no quieren decir nada porque
allá, si hablas demás, te matan”, lamentó Ibarra, quien conversó durante tres horas con los
padres de Joel Condori.
“El abuelo paterno del niño fue a una fiesta de la comunidad y ahí se le acercó un señor con
los ojos llenos de lágrimas. Le dijo: ‘Tu nieto tiene que estar con mi nieta en la mina. Mi
hija ofrendó a mi nieta de ocho meses para ser socia de la mina. Estoy seguro que tu nieto
está con mi nietita’. Sin embargo, nadie declara ante las autoridades. Y los padres de Joel,
después de tanta bulla, ahora están en silencio. Sus abogados son del Ministerio de Justicia,
pero no hay avances. El grito de la Red Ciudadana es ¿Dónde está Joel?. No podemos
seguir disfrazando de rituales estos infanticidios. Es una atrocidad, es un primitivismo
salvaje lo que está pasando en nuestro país”. Y así se lo ha dicho a Telemundo y a otras
cadenas internacionales que difundieron la noticia de los sacrificios de niños en Bolivia.
EL NIÑO CON DOWN Otro caso que preocupó a la Red Ciudadana de Prevención del
Infanticidio es el de un pequeño de tres años que tiene Síndrome de Down. “Sus padres
estaban separados y la mamá no estaba recibiendo ninguna pensión para mantener a la
criatura. Entonces, ella fue a dejarle por una semana con el padre, un militar, para que él se
ocupe. El progenitor fue quien mandó a abandonar a su hijo en la boca de una mina de
Oruro”, describe Ibarra.
La defensora de los derechos de los niños, cree que el padre del niño con Síndrome de
Down quiso deshacerse de él y mandó a dejarlo en una mina. “Pero, bendito Dios, el
cuidador de esa mina actuó con lucidez y en apego a la ley. Llamó a la Defensoría de la
Niñez y lo salvó”. El caso provocó indignación social porque aún estaba fresca la
desaparición de Joel. “La justicia patriarcal encarceló a la madre por haber dejado al niño
con el padre. ¿Acaso eso es delito? Lo dejó con el padre, con otro responsable legal, no con
un extraño. Pero ella está encerrada y élestá prófugo, feliz e impune”, protestó la activista.
Según Melisa Ibarra “es difícil ver en el campo un niño en silla de ruedas, con muletas,
autista o con Síndrome de Down. “Si nacen, los matan de inmediato, los venden, los
regalan, los esconden y dejan morir”.
Desde agosto de 2018, tres casos son investigados en Bolivia. El del bebé asesinado en el
altar al Tata Sabaya; el del niño Joel Condori de ocho años, que desapareció y según
testigos fue raptado por mineros para sacrificarlo al Tío de una mina; y el de un niño con
Síndrome de Down que fue abandonado en una mina, presuntamente, para que los mineros
lo sacrifiquen.
Introducción
En muchas sociedades del pasado era una práctica permitida muy extendida, realizada en
culturas muy diferentes en todo el mundo. Hoy en día se considera de amplia manera un
crimen inmoral, sin embarco en algunos colectivos se sigue esta práctica se hace de manera
furtiva, incluso vale mencionar que en muchas culturas a los niños no se les considera
humanos hasta que realizan ciertas ceremonias, es por ello que el sacrificio de un infante no
se considera homicidio.
Justificación
Lo que dijo Sequeira en su indagatoria fue incendiario: negó haber participado en el hecho,
acusó a Jiménez y al ex juez Moreno de haberle armado una causa en su contra. "Los
policías que investigaban el caso iban a la casa de Jiménez, el ex juez Moreno andaba con
Jiménez en las diligencias que se hacían, eso lo sabe todo Quimilí", aseguró Miguel Torres,
abogado de Sequeira, en declaraciones a Nuevo Diario de Santiago del Estero. "Rody" fue
detenido nuevamente, así como "El Burra" y "Chicho." El rastro que los perros detectaron
en la billetera no tardó en llegar a la casa de la hermana de Sequeira en Quimilí. Comenzó a
ladrar hacia un armario, que contenía una gomera con la letra "M" grabada en su
empuñadura.
Por otro lado desde ciudad de Brasil en el periódico digital El Territorio se publicó un
artículo que habla del asesinato de dos hermanitos en medio de un ritual satánico ocurrido
en la localidad brasileña de Novo Hamburgo conmovió a todo el país y ese sentimiento
trascendió fronteras. Pero la tortura que vivieron los pequeños tuvo especial repercusión en
el NEA argentino, debido a que los investigadores del caso creen que las víctimas podrían
ser correntinas o misioneras. Esta hipótesis está sustentada, entre otras cosas, por la
presunta implicancia del misionero llamado Jorge Adrián Alves, del que muy poco se sabe
hasta el momento, aparte de sus antecedentes penales que le valieron años encerrados en la
cárcel de Eldorado. Alves se ha convertido en un fantasma para la Policía Civil brasileña,
que desde diciembre lo busca junto a otro prófugo. Pero no sólo eso, las personas que son o
fueron cercanas a él no pueden creer ni entender cómo alguien pudo estar ligada a
semejante atrocidad, al tiempo que especularon en que podría no saber del plan que había
detrás del rapto de los chicos. Cabe recordar que la pesquisa lo señala como la persona que
llevó los niños a Brasil para entregarlos en suerte al presunto brujo.
En los últimos días, El Territorio visitó lugares donde Alves vivió y relevó testimonios de
las personas que lo conocieron, reconstruyendo así gran parte de su vida.
Muchos lo describieron como un hombre muy bueno, trabajador y especialmente cariñoso
con los niños, sobre todo con sus dos hijos, a los que tuvo con diferentes parejas. “Moría
por ellos”, aseguraron. En esta búsqueda, sin embargo, fue imposible encontrar a alguien
dispuesto a hablar públicamente sobre él. Temen que pueda tomar represarías desde el
anonimato o simplemente no quieren estar ligados a dos infanticidios. Nadie,
absolutamente nadie, pude relatar con palabras el sacrificio y sus circunstancias. Todos se
refieren a “lo que hizo”, “de lo que le acusan”, “lo que dicen”.
Según pudo saber este matutino, efectivos de la Policía Federal Argentina (PFA) siguen sus
pasos e incluso ya recorrieron domicilios ligados a él en Posadas, donde trabajó como
carpintero hasta volver a Novo Hamburgo, a fines del 2016.
La última vez que estuvo contacto con sus familiares fue en julio pasado, cuando llegó a
Bernardo de Irigoyen “para comprar caballos”, según dijo. Fue un paso fugaz, sin detenerse
mucho tiempo. Y volvió a desaparecer.
Jorge Adrián Alves o ‘Dan’, como lo llaman muchos, nació en el hospital de Bernardo de
Irigoyen en 1984.
Su infancia estuvo lejos del pueblo, puesto que se crio en la zona rural y vivió en el paraje
Kilómetro 80, sobre la ruta provincial 17. Fue a una Escuela de Familia Agrícola (EFA) y
casi siempre trabajó en el monte, junto a su padre.
Posiblemente, por eso las autoridades de la Unidad Regional XII, con muchos años de
experiencia en la zona, no saben quién es y no pudieron relevar mayores datos sobre él.
En este sentido, otro punto clave en la reconstrucción de su vida es que nunca tuvo
conocidos o trabajos en Corrientes. Nadie de su familia recuerda que el muchacho tenga
vínculos en esa provincia.
En un hogar violento, su mamá se separó de él y sus tres hermanos cuando tenía cinco años.
La relación con ella fue nula y recién se reencontraron cuando él fue mayor de edad. La
señora, impedida de ver a sus hijos, rehízo su vida y tuvo otra familia, con la que no tuvo
mucha relación pero fue un gran sustento en sus momentos más difíciles.
Su primer desembarco a Brasil ocurrió a los 17 o 18 años, depende a quién se le consulte.
Si bien no se sabe cómo, empezó a trabajar en Novo Hamburgo para uno de los primeros
acusados que hay por el brutal crimen de los hermanitos: Jair Da Silva. Se trata nada más y
nada menos de quien habría pedido el sacrificio, junto a su socio Ademir Da Silva, en busca
de prosperidad económica.
Jair fue descripto como una persona religiosa, un hombre de familia, con cinco hijos, que
iba mucho a la Iglesia Evangélica. Él contrató a Alves para que trabaje en el rubro de
zapatería, cociendo y pegando suelas de calzados en un taller.
Ahí se quedó a vivir el misionero y ahí conoció a una adolescente brasileña que luego se
transformaría en su primera mujer, con quien tuvo su primer hijo, hace diez años.
Justo antes del nacimiento de ese pequeño, luego de más de cuatro años en Brasil, Dan
decidió volver a Argentina. El trabajo en su rubro empezó a entrar en crisis y con el dato de
que la fábrica de calzados deportivos Dass iba a abrir -lo hizo en abril del 2007-, se mudó
con su mujer nuevamente a Misiones, más precisamente a Eldorado.
Con su experiencia, ambos ingresaron a la fábrica y recomenzaron su vida. La familia tenía
un trabajo estable y proyectaban un buen futuro, pero nada de eso pasó.
“Él empezó a trabajar acá sí, pero salió a robar por ahí y estuvo preso acá en Eldorado, pero
después no supimos más nada”, contó escuetamente un ex jefe suyo.
Nadie puede explicar o entender cómo Dan irrumpió en el mundo del hampa y a varias
personas les contó historias diferentes sobre cómo terminó en una celda. Ninguna creíble,
por cierto. En medio de una crisis matrimonial, fue detenido en la propia fábrica, según
contaron algunos trabajadores.
En octubre del 2011, el Tribunal Penal Uno de Eldorado lo condenó a seis años y ocho
meses de prisión por dos hechos de robo calificado por el uso de armas de fuego y fue
trasladado a la Unidad Penal local. Encerrado aprendió o perfeccionó el oficio de la
carpintería, se reencontró con su madre y cada tanto recibía la visita de su hijo, aunque con
el correr del tiempo su por entonces ex pareja decidió que no era un ambiente para una
criatura.
También privado de su libertad conoció a su segunda mujer y concibió a su segunda hija.
Sus días tras las rejas terminaron en octubre del 2014, cuando accedió al beneficio de la
libertad condicional. A fines de ese año, se instaló nuevamente en el municipio más oriental
del país, esta vez en las afueras de Bernardo de Irigoyen.
“Cuando llegó no tenía ni una cuchara”, relataron algunos consultados. La familia de su
mamá le dio una gran mano con varias cosas y se instaló en una pieza de alquiler.
“Muy educado y muy reservado el chico. Cuando me enteré en las redes sociales me
sorprendí, aunque sabía que tenía antecedentes y que fue preso. Para la vecindad acá era
muy buena persona”, señaló una vecina.
A partir del recorrido por el barrio, se pudo establecer que Alves se las arregló con trabajos
de carpintería y cortando pasto, entre otras changas.
“Tenía una señora y una nenita y se quedó un año ahí haciendo trabajo. Después cuando no
tenía más trabajo se fue a Posadas. Hace más o menos dos años”, confirmó la misma
vecina, con la que entabló una relación de mucha confianza.
En Posadas, se puso una carpintería a principios de 2016 y vivió en cercanías del barrio
Bella Vista, a pocos metros de la ex ruta 213.
La mujer que le alquiló no podía creer cuando vio su nombre en las noticias. A la capital
provincial había llegado por recomendación de una hermana, a quien las autoridades
policiales visitaron y cuya casa revisaron.
No duró mucho. El 26 de diciembre del 2016, después de pasar la Navidad con su familia,
tomó una mochila con pocas cosas y salió de su casa sin avisar a nadie. Después, su pareja
se enteró que él nuevamente estaba en Novo Hamburgo, trabajando con Jair en la
explotación de montes.
Era algo que venía planeando hace mucho, aduciendo que allá ganaba mucho mejor.
Su mujer nunca lo volvió a ver, ni tampoco hubo una reconciliación que le permita un
reencuentro con su hija.
Hasta allí lo que se sabe. A mediados del año pasado, Dan pasó por Bernardo de Irigoyen y
saludó brevemente a los familiares que lo habían cobijado con la excusa de los caballos.
En septiembre, fueron encontrados descuartizados un niño de entre 8 y 9 años y una niña de
entre 10 y 12, que según las autoridades brasileñas cambió en tierras argentinas por un
camión robado. Por el caso están detenidos Ademir Da Silva, su socio Jair Da Silva -con
quien había encomendado el ritual por 25.000 reales-, el hijo de éste, Andrei Jorge Da
Silva, el brujo Silvio Fernandes Rodrigues y Marcio Mirando Brustoni. Además del
misionero, también está en condición de prófugo Andersson, el otro hijo de Jair.
Juntos fueron calificados como los “7 discípulos de Satán”, que es el número de asistentes
que se necesita para este tipo de sacrificio, según las reconstrucciones de la prensa
brasileña.
Incluso, un albañil del templo aseguró a la Policía presenciar, sin querer, el sacrificio -fue a
la noche a buscar su billetera olvidada- y detalló que también estaba el “argentino flaquito”.
El final de los niños fue macabro. Descuartizados y arrojados en bolsas y cajas a un malezal
de Novo Hamburgo, donde un vecino se topó con ellos de manera casual.
Hasta ahora, las víctimas no pudieron ser identificadas. En Brasil nadie reclamó por ellos y
sus ADN no fueron encontrados en los bancos de datos de ese país.
Los investigadores brasileños dicen que Alves cambió a los dos hermanitos por un camión
robado en Corrientes, pero los entrevistados que conocieron al sujeto aseguran desconocer
que él tenga vínculos o conocidos en esa provincia.
A partir de los sucesos vistos en los últimos años en nuestra sociedad y la propagación de
noticias por las redes sociales en relación a los infanticidios en el país por diferentes
motivos y razones nuestra investigación se interna en lo que se vio en el occidente del país
y los sacrificios que se hacen bajo el nombre de “tradiciones o costumbres” de esta parte
del país, pudimos observar que bajo esta consigna existen personas que llegan a matar a
niños recién nacidos, así como también de edades mayores se dan como ofrendas a la
Pachamama o a otro tipo de deidad para recibir bendiciones como alimentos, riquezas y
prosperidad en general, esto nos llama la atención debido que ya estando en el siglo XXI
aún existe este tipo de ideas retrogradas y aun existiendo leyes tanto como internacionales,
nacionales y locales e instituciones dirigidas a la protección y resguardo de los niños, estas
acciones no son investigadas a profundidad y tampoco se realiza acciones de prevención
debido a que se ve más estos sacrificios en épocas de carnavales, nuestra investigación será
dirigida a la población minera y que es lo que piensan, creen y siente al escuchar este tipo
de noticias y que es lo que creen que se debería hacer al respecto y tomaremos en cuenta
sus opiniones y creencias.
OBJETIVO GENERAL
Objetivo Especifico
Comprender la motivación de las personas que realizan rituales u ofendas a ciertos entes en
busca de un beneficio propio.
Analizar un aproximado de los sucesos infanticidas relacionados con este tipo de prácticas
ilegales o poco éticas.
Determinar el tipo de deidades a los cuales hacen ofrendas.
Determinar si dichos sacrificios son parte de las tradiciones y costumbres de los mineros.
Determinar cuáles son los beneficios que reciben a cambio de dichos sacrificios.
HIPÓTESIS
Diseño Metodológico
Método Teórico.
El método de investigación que se usara en este trabajo es de carácter histórico-
lógico, que se centra en los sucesos que prevalecen con un carácter evidencial,
además de que se basa en hechos reales de la sociedad,
Método Empírico.
En este caso se llegará a los resultados a través del método de observación y la
realización de encuestas.
Instrumentos
Diagnostico
INEXPUGNABLE
Análisis de Resultados
EL RESULTADO ES ILEGALISIMO
Conclusiones
INCONCLUSAS
Recomendaciones
Anex
Bibliografía