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La Eneida
La Eneida
La Eneida
Compuesta por Virgilio en hexámetros exotéricos, la Eneida es una epopeya latina cuyo
contexto se sitúa al final de la guerra de Troya, mismamente entre las historias de la Ilíada y la
Odisea, pues pese a la diferencia considerable de siglos, cuanta con numerosas referencias a los
poemas homéricos, por lo que es importante recalcar que, en la Antigüedad, los escritores no
ocultaban las fuentes en las que basaban sus obras, sino que las exhibían como muestra de su
bagaje cultural. Virgilio realiza una emulación a partir de la imitación a Homero, ciertamente La
Eneida podría dividirse en una primera parte (compuesta por los seis primeros libros) basada en
la Odisea, y una segunda, en la Ilíada (los seis últimos libros), por lo que es una saga troyana,
pero en su forma responde al pensamiento romano. Tal imitación se percibe en constantes
situaciones y personajes ya aparecidos con Homero, como el mismo Eneas. Tanto la leyenda de
Eneas como la leyenda de Troya en Roma surgieron de un hecho histórico arbitrario, a partir del
cual se elaboró el mito. Virgilio, aporta un elemento innovador realístico-histórico, al aunar a
romanos con troyanos en un mismo contexto, en una misma perspectiva. A su vez, esta obra fue
originalmente escrita, a diferencia de la poesía homérica, cuyo origen reside en la oralidad.
Eneas se diferencia de otros héroes en no despertar hostilidad entre los dioses, e incluso llega a
sufrir las consecuencias de la enemistad entre ellos, así como de sus alianzas. Una diferencia
clave entre el héroe homérico y el héroe latino de Virgilio, está estrechamente relacionada con
la percepción del tiempo. Es decir, en La Eneida se percibe una inclinación hacia la fe en el
futuro, una proclamación del futuro como única realidad humana que llega a negar el presente,
al contrario que hacen los héroes homéricos (que guardan un amor a la vida, mientras que el
héroe de Virgilio, presenta un deber a la vida, a través de la construcción del futuro), este
pensamiento lo expone Virgilio durante gran parte de la obra, véase el libro II, en el que
Anquises representaría el pasado, la tradición; Iulo, su hijo, el futuro; y Creúsa, el presente,
continuamente distanciada de Eneas. A su vez, esto guarda una correlación con la continua idea
del destino, manifestado como una fuerza que condiciona y esta inmanente en la personalidad
individual y colectiva.
Fiel a la dicotomía de las dos partes, la primera comienza haciendo un análisis de la caída de
Troya. En estos primeros libros, me gustaría mencionar aquellos rasgos que creo conveniente
destacar, como son la leyenda del caballo, la cual consiguió una importante trascendencia, en
donde reside considerablemente el análisis de la derrota: se define la actitud moral de un pueblo
irracional, volcado en el goce de las pasiones, frente a los más racionales, que soportan el
sacrificio. Otro destacable suceso se relaciona con Laoconte, cuya aparición en un pueblo ávido
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de una paz irracional, él simboliza la razón. No obstante, la intervención de Sinón es la
personificación de tal avidez, tal absurdo. El pueblo troyano rechaza a la razón, así, Laoconte
finalmente se sacrifica, en parte como castigo a los dioses (precursores de esa irracionalidad) y
al pueblo (los dioses se encargan de que suceda el destino que el pueblo ha elegido con sus
acciones), la fuerza irracional sale victoriosa. Asimismo, aparición de Casandra, pese a ser
breve, la considero importante, pues supone una última llamada de la razón, dirigido a la
voluntad humana dueña de su destino (el libre albedrío humano determina el destino final de
Troya).
Por el contrario, posteriormente hay un análisis de la gestación de una nueva actitud heroica (al
borde de la hecatombe). Se percibe el crecimiento de Eneas, que pasa a la madurez heroica que
pasa a centrarse en el pasado y el futuro, en la tradición y el destino, y que, por ello, no tiene
presente. Por otro lado, hay un fuerte simbolismo en tanto que la Troya es tomada de noche,
pero está iluminada bajo la luz de la luna, estos contrastes de oscuridad y luz se podrían
asemejar con lo irracional y lo racional, algo que se ha utilizado en la poesía posterior. Además,
hay un elemento, propio de las épicas (también aparece con Homero), es el sueño, que muchas
veces es revelador de incógnitas o funciona como vía de comunicación con las divinidades
(verbigracia, la aparición de Héctor.
Por aludir a la segunda parte de La Eneida, a Eneas se le confirma su glorioso destino, comienza
su viaje hacia Roma y, por ende, una serie de aventuras de índole homérica. La muerte de
Anquises propicia que Eneas ejerza entonces el papel de cabeza de familia, mientras que, a
través del mundo de los muertos, Anquises continuará guiándole, similar a la muerte de Creúsa.
Tras la llegada a Italia, acontecerá la muerte de diversos personajes, que provocan un vuelco a
la situación, y en la narración pues se utiliza el verbo condere, es decir, el verbo fundar, por lo
que se establece una relación entre muerte y fundación. Esto ocurre con Lauso, los asesinados
por Eurícalo y Niso, y Turno. Este último es asesinado por el propios Eneas, cuyo
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enfrentamiento se asemeja al de Aquiles y Héctor, originalmente por venganza (tras la muerte
de Palante).
Hay un paralelismo evidente entre el libro II, en el que muere Anquises y Eneas lo carga, y el
libro VIII, en el que Eneas está preparado, no ya para el viaje sino para la guerra, cargando su
escudo, obra de Vulcano.