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Derecho penal evolución.-

En los tiempos más antiguos El procedimiento penal era puramente acusatorio: se


iniciaba por la acción del ofendido y su familia (era una acción privada) y estaba dirigida a
la reparación en dinero y en especial el dinero por la sangre. En los delitos de mayor
gravedad entraba en consideración además, la pérdida de la paz a través de la cual el
afectado era extraído de la comunidad de origen convirtiéndose en hombre-lobo siendo
todos los individuos de la misma tribu llamados para matarlo.
El derecho probatorio era primitivo y obedecía a reglas legales rigurosas: para su defensa
el acusado podía jurar que era inocente y los conjuradores afirmaban su convicción sobre
la pureza o verdad de ese juramento. También eran comunes los juicios de Dios (el duelo
o la prueba del agua).

Segunda mitad de la Edad Media: Un procedimiento de persecución oficial con


inquisición reemplazó al procedimiento acusatorio. El juez se convirtió en acusador y
juzgador; el ofendido en testigo y el sospechoso en objeto de la investigación.
En el procedimiento probatorio se aspiró a la verdad material: los conjuradores
desaparecieron dando lugar a personas que declaraban sus propias observaciones
comenzándose así la prueba testimonial. El proceso se fue volviendo secreto y escrito y
las multas y los rescates de la sangre fueron reemplazados por las sanciones penales.

La idea del procedimiento como instrucción (investigación de los hechos) terminó por
dominar todo vestigio de debate judicial con lo que la tarea de administrar justicia se
transformó consistiendo en una encuesta de los órganos públicos en procura de conocer
la verdad histórica a todo trance. Una consecuencia necesaria de ello y del desarrollo de
la organización judicial jerárquica fue el triunfo de la escritura sobre la oralidad de la
audiencia. Los jueces juzgarían con fundamento en los documentos escritos incluso sin
citar a los testigos. Posteriormente la publicidad de la audiencia fue reemplazada por el
secreto de la investigación.
Con la introducción de la tortura como método para conocer la verdad, la situación del
imputado cambió por completo. Esta meta absoluta de la persecución penal (averiguar la
verdad) no reparó en razones humanitarias; el papel del acusado se transformó de sujeto
procesal en objeto de investigación y órgano de prueba.
La tortura se desenvolvió gracias a la investigación secreta y escrita en que consistía el
proceso. La reglamentación de los tormentos por ley tendía a limitar abusos en su
utilización como medio de prueba. Las limitaciones legales se referían a tres aspectos: a
quién estaba autorizado a aplicar el tormento; a cuándo pudo ser aplicado y a la forma de
aplicarlo. También se referían a su documentación y a los efectos de su resultado. La
limitación comenzó como privilegio hacia ciertas personas que luego perdieron su
prerrogativa para convertirse en exigencias acerca de su procedencia: tal era la
necesidad de que fuera ordenada por una decisión de un tribunal, fundada en
presunciones vehementes, en el testimonio de un testigo de viso o en indicios graves y
demostrados por dos testigos. Existían también previsiones respecto a la debilidad del
atormentado por razones de edad o enfermedad y en tales casos el suplicio era
reemplazado por un simulacro: la preparación del tormento y la colocación de la persona
a interrogar frente a los instrumentos de tortura.
Se introdujo también el sistema de valoración legal de la prueba. Las leyes para limitar el
poder de quien juzgaba establecieron las exigencias que debía reunir el juzgador para
condenar o decidir algún aspecto de la persecución. De allí las locuciones “semiplena
prueba y plena prueba” que conocemos.
El juzgador no fundaba su fallo en su convicción, apelando al valor de la verdad sino que
verificaba o no las condiciones que la ley le exigía para decidir de una u otra manera o
sea que el acierto del juicio no dependía de su coincidencia con la verdad sino de la
observancia de las reglas jurídicas previstas.
La razón del procedimiento por actos escritos radicaba en que era la única manera de
controlar el acierto del fallo por vía de apelación, de allí la escritura y la protocolización de
los actos que fundaban el fallo.
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Las exigencias para condenar que imponía la ley conducían a aceptar la tortura para que
el reo confesara y en especial cuando la acción no contaba con testigos o no existían
indicios suficientes.
Como la justicia estaba organizada como una institución jerárquica, la apelación de las
decisiones era uno de los caracteres del sistema. La apelación consistía en una
institución política que aseguraba la centralización del poder y no una garantía para el
imputado. De ese sentido político de la institución emergió el efecto devolutivo de los
recursos.

LOS SISTEMAS PROCESALES

Los sistemas acusatorio, inquisitivo y mixto caracterizan concreciones históricas del


enjuiciamiento penal.
El sistema penal es el cuerpo de preceptos e instituciones que regulan las
funciones del poder punitivo del Estado.
Por sistema procesal se entiende el conjunto de disposiciones y de maneras operativas
empleadas dentro de una sociedad para resolver (averiguar y decidir) un conflicto de
índole penal.
Dentro de la teoría del proceso el concepto de proceso es consustancial al de sistema.
Se ha hablado de los sistemas procesales en relación al “impulso procesal” es decir en
relación con el acto idóneo para poner en movimiento el desarrollo que conducirá a la
decisión final. Así a un sistema de libre disposición en el que las partes instan, se lo
denomina “dispositivo” y aquel en el que es el propio tribunal el que actúa por sí y de
oficio, se lo conoce como “inquisitivo”.
De lo expuesto se infiere que la idea de sistema procesal refiere tanto a la característica
de conjunto ordenado inherente al concepto de proceso y además a los diferentes
métodos o formas en que ese conjunto se dispone componiendo una suerte de modelo
organizativo.
DIFERENCIA EN LOS SISTEMAS

DIFERENCIAS ENTRE LOS SISTEMAS.

SISTEMA ACUSATORIO:
Característica fundamental: división de poderes ejercido en el proceso: por un lado el
acusador que es quien persigue penalmente y ejerce el poder requirente; por otro lado el
imputado que es quien debe resistir la imputación ejerciendo el derecho de defensa y
finalmente el tribunal que es quien tiene la facultad de decidir.
Su principio fundamental y que le da nombre al sistema radica en la exigencia de la
actuación de un tribunal para decidir el pleito y los límites de su decisión están
condicionados al reclamo (acción) de un acusador y al contenido de ese reclamo y
además a la posibilidad de resistencia del imputado frente a la imputación que se le
atribuye.
Acción: Por acto formal de acusación (popular o privada) originada en un daño o
infracción a las leyes comunitarias. Delito como conflicto perteneciente a los involucrados.
Jurisdicción penal: reside en tribunales populares; en algunos casos en asambleas del
pueblo y en otras a tribunales por jurados.
Persecución penal: la lleva a cabo un acusador, persona de existencia visible que no es
un órgano del Estado. Sin acusador y sin imputación hacia otra persona no existe
proceso.
El acusado: es un sujeto de derechos colocado en un pie de igualdad con el acusador
cuya situación jurídica se mantiene hasta el momento de la condena. Las medidas de
coerción o la privación de su libertad durante el proceso es una excepción.
El procedimiento: consiste en un debate público, oral, continuo y contradictorio. Los
jueces perciben los medios de prueba, los fundamentos y las pretensiones que ambas
partes introducen.
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La valoración de la prueba: impera el sistema de la íntima convicción, conforme al cual


los jueces deciden votando, sin sujeción a regla alguna que establezca el valor probatorio
de los medios de prueba y sin exteriorizar los fundamentos de su voto.

La sentencia o fallo: Inimpugnable. Es el resultado del escrutinio de los votos de la


mayoría o de la unanimidad de los jueces. Al tratarse de tribunales populares que
detentan la soberanía, el efecto normal de la sentencia es la cosa juzgada y son
desconocidos los recursos.

EL SISTEMA INQUISITIVO:
Es un sistema de enjuiciamiento penal que responde a la concepción absoluta del poder
central. Todos los atributos que concede la soberanía se reúnen en una única persona.
La característica fundamental: reside en la concentración del poder procesal en una
única mano: la del inquisidor. Sus funciones consisten en perseguir y decidir
Acción: Acusación pública por parte de un sujeto estatal. Se origina en la desobediencia
a la autoridad, a un apartamiento del orden estatal. Existe expropiación monopólica del
conflicto que es entre Estado e individuo.
La jurisdicción penal: es depositario de toda la jurisdicción penal el monarca o el
príncipe, residiendo en él todo el poder de juzgar y como el número de casos no le
permite hacerlo personalmente, delega ese poder en sus funcionarios y lo reasume
cuando es necesario (devolución) para revisar los fallos de los funcionarios inferiores
Persecución penal: el poder persecutorio se confunde con el poder de juzgar por ello
todo está en manos de la misma persona: el inquisidor. En una época se conoció la figura
de un delegado del re para denunciar y perseguir a los infractores.
El acusado: representa un objeto de persecución, de investigación perdiendo su
condición de sujeto de derechos. Carece de facultad de defenderse por aquello de que si
era culpable no se lo merecía y si era inocente se entendía que un investigador probo lo
iba a poder determinar. Era obligado a incriminarse él mismo mediante métodos crueles
para quebrar su voluntad y obtener su confesión. La confesión constituye el centro de
gravedad del procedimiento.
El procedimiento: consiste en una investigación secreta cuyos resultados constan por
escrito que constituirán el material sobre el cual se dictará el fallo. El secreto permite una
investigación sin debate y la escritura de los resultados permite la conservación del
secreto y la posibilidad que se pudiera revisar la decisión dado que el poder estaba
delegado. Investigación, secreto, escritura, discontinuidad, falta de debate y delegación,
son las características fundamentales.
La valoración de la prueba: Legal. La ley estipula las condiciones positivas o negativas
para tener por acreditado un hecho, como por ejemplo la existencia de testigos, la
presencia de varios indicios, etc. El sistema intentaba reducir el poder del juez en la
sentencia dado que durante el procedimiento se le había otorgado poder en demasía, de
manera tal que el podía acudir a cualquier medio para averiguar la verdad pero debía
reunir un número suficiente de elementos de prueba para condenar.
La sentencia o fallo: Impugnable. Aparece la apelación y los recursos contra la
sentencia íntimamente conectados con la idea de delegación del poder jurisdiccional que
gobernaba la administración de justicia. Allí nace el hoy conocido efecto devolutivo de los
recursos que provoca un nuevo examen y decisión por parte de un tribunal distinto al que
dictó la resolución impugnada y que por regla es jerárquicamente superior.

El Derecho Procesal Argentino:


Poco se sabe sobre la justicia de los pueblos que habitaban el continente americana
antes de la llegada de los europeos.
Se supone que los Mayas, Incas o Aztecas contaron con modos de regulación de la
cuestión punitiva pero que como antecedente carecen de trascendencia, por lo cual debe
partirse de la legislación europea impuesta por España y Portugal en sus dominios
americanos. Ambos países arrasaron con todo lo anterior imponiendo a los aborígenes su
idioma, religión, costumbres y organización.
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La Recopilación de Indias de 1680 estableció un orden de prelación para la aplicación del


derecho en las que no se encuentran disposiciones específicas sobre el enjuiciamiento
penal pero se deduce que sería el sistema inquisitivo determinado en las antiguas
Partidas. También el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición fue implantado en América.
Las características más sobresalientes del sistema penal que rigió en América, al igual
que en Europa continental, son: predominio de la iglesia, carencia de principios de
legalidad y de separación de poderes, derivación monárquica, predominio de la
investigación, ausencia de debate, limitación de la defensa, secreto y escritura en las
actuaciones, arbitrio judicial y crueldad en las penas.
El movimiento revolucionario tuvo un claro sentido de rechazo hacia el orden absolutista.
La influencia de las ideas de la Ilustración y el prestigio de la Revolución Francesa
marcaron las tendencias de los hombres que se levantaron contra el poder español.
Circunstancias de una dura realidad y de hábitos arraigados impidieron que estas
concepciones pudieran concretarse en forma inmediata. Sin embargo el nuevo régimen
político que condujo a la separación de poderes, consagró la necesidad del juicio previo,
la inviolabilidad de la correspondencia y el domicilio, efectuó previsiones sobre el arresto,
límites a la incomunicación, libertad de locomoción para finalmente abolir el Tribunal de la
Inquisición, el tormento y el juramento de los acusados. La expresión más notoria se
advierte en las resoluciones de la Asamblea del año 1813 que ordenó la quema pública
de los instrumentos de tormento.
En el período 1811 a 1819 se suceden diversos reglamentos sobre organización judicial,
seguridad individual y libertades básicas. El rechazo hacia el sistema inquisitivo
constituyó una nota común en el proceso de emancipación americana.
Superada la guerra contra España se producen luchas internas y un estado generalizado
de caos y anarquía que produjo una involución. El fenómeno del caudillaje implica la
asunción de poderes personales donde el gobernante tiene todas las facultades y su
voluntad es ley. Los caudillos representaron en sus provincias la suma de los poderes,
actuando de manera semejante a la de los antiguos señores feudales.
El Gobierno de Rosas (1829-1852) implicó que los progresos obtenidos con el programa
de mayo se diluyeran, cayéndose en prácticas arbitrarias.
Todo esto explica, que iniciada la organización nacional a partir de la Constitución de
1853, el país se encontrase en una situación similar a la de mayo de 1810, con todo para
planificar y hacer. Los constituyentes pusieron cuidado en diseñar completa y
orgánicamente un modelo de enjuiciamiento sentado sobre el respeto a los derechos y
garantías individuales y de índole acusatorio basado en el proceso norteamericano.

Freire Méndez bolilla II


Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos – Corte Penal
Internacional.

Resumen del artículo de Jorge Salazar Soplapuco.


Fuentes normativas y estructura institucional del sistema interamericano de
protección de los derechos humanos: el sistema reposa en dos pilares: la OEA y en las
normas de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la
Convención Americana de Derechos Humanos (PSJCR). Ambos pilares establecen los
organismos y la base legal.
La Organización de Estados Americanos (OEA) es una organización regional interestatal
que reúne a la mayoría de los Estados Americanos. Estos constantemente a lo largo del
tiempo han expresado su preocupación por la creación de bases internacionales para la
protección del hombre, aún antes que las naciones europeas.

Antecedentes:
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La OEA es la organización regional más antigua entre los estados del mundo. El sistema
está diseñado para facilitar y promover la cooperación y coordinación en materia política,
económica, jurídica y en asuntos de seguridad continental.
1826 primer intento de unificación de los estados americanos, cuando se realizó
en Panamá, convocado por Simón Bolívar el “Primer Congreso de Estados Americanos.
Este fracasó pues el Tratado firmado por ese Congreso solo fue ratificado por Colombia.
El Tratado establecía la “obligación de cooperar hacia la completa abolición de la
esclavitud”.
Con posterioridad se llevaron a cabo varios Congresos y Conferencias con el fin
de analizar problemas internacionales. Se destacan:
1888- Montevideo: “Primer Congreso Sudamericano de Derecho Internacional Privado”
en el cual se firma el Tratado de Derecho Penal Internacional donde el capítulo sobre
asilo diplomático se ha convertido en el precedente histórico sobre el tema.
1888- Washington se crea la institución de coordinación interestatal de las
naciones americanas en la Primera Conferencia Internacional Americana, se aprobó el
establecimiento de la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas que marcó el
comienzo del sistema interamericano como organización regional y adopta en 1910 el
nombre de Unión Panamericana.
En las ocho conferencias llevadas a cabo hasta la reorganización del sistema en
1948, se establecieron regulaciones referidas al derecho de extranjeros, a cuestiones de
nacionalidad y asilo, sobre derechos de la mujer y de los trabajadores.
Luego de la crisis mundial de 1920 y como consecuencia de las atrocidades
cometidas antes y durante la Segunda Guerra Mundial, se inició un movimiento mundial
que clamaba la protección internacional de los derechos y libertades del hombre producto
del cual se realiza en:
1945- México, “Conferencia Interamericana sobre Problemas de la guerra y de la
Paz. los estados expresaron su apoyo, al establecimiento de un sistema internacional
para protección de los derechos humanos. Esta Conferencia solicitó que el Comité
Jurídico Interamericano, órgano técnico de la Unión Panamericana, prepare un borrador
de “Declaración Internacional sobre los derechos y deberes del hombre”.

LA CARTA DE LA OEA Y LOS DERECHOS HUMANOS:


1948- Bogotá La 9na. Conferencia de los Estados Americanos significó el fin de
un periodo y el comienzo de otro.
Esta Conferencia aprobó varias resoluciones, entre ellas
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
La Carta de la OEA, documento constitucional que establece su carácter como organismo
regional dentro de las Naciones Unidas y provee los principios y objetivos de la
organización.

OEA:
Objetivos:
fortalecimiento de la paz y seguridad;
la democracia;
solución pacífica de las disputas;
promoción del desarrollo social, económico y cultural y
la promoción y protección de los derechos humanos.
Estructura de la OEA:
Asamblea General,
Consejo Permanente,
Secretaría General,
Comité Económico Social,
Consejo de Juristas.
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A la fecha ha sido ratificada por 35 Estados constituyéndose así en miembros de


la OEA y sujetos a su mandato y decisiones.
La Carta contiene algunas normas vinculadas con derechos humanos, pero
constituye la base constitucional y legal de todas las normas referidas al tema y del
sistema de organización interamericana encargada de promoverlos y protegernos.

LA DECLARACION AMERICANA DE LOS DERECHOS Y DEBERES DEL HOMBRE.


En esta Declaración, los estados americanos establecieron la protección
internacional de los derechos del hombre. Tiene 10 artículos estableciendo deberes y 28
que proclaman los derechos de los ciudadanos e incluye la protección a los derechos
civiles, políticos, culturales y económicos.
La Declaración fue adoptada como una Resolución no vinculante, calificándola
como “una proclamación de principios”. su status jurídico ha cambiando estableciéndose
su operatividad conforme lo expresado por La Comisión Interamericana de los Derechos
humanos en 1987, al resolver un caso, concluyó que “la Carta de la OEA hace
obligatoria a la Declaración Americana”; remarcando que la naturaleza legal de la misma
se concebía como norma obligatoria del derecho internacional consuetudinario de las
naciones americanas.

LA CONVENCION AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS:


Su elaboración final y firma fue encomendada al Consejo Juristas de la OEA, que
presentó el primer borrador oficial en Chile en 1959. La propuesta final fue elaborada en
la Conferencia Especializada sobre derechos humanos en Costa Rica en 1969.
Esta Convención, denominada “Pacto de San José”, fue puesta a la firma en 1969 y
entró en vigencia en 1978.

Al entrar en vigencia se inicia una dualidad del sistema americano. En efecto, los
Estados que han ratificado la convención-PSJCR- están sujetos a sus normas y bajo la
jurisdicción de los órganos especiales, esto es La Comisión y la Corte Interamericana
cuya función es velar por el cumplimiento de la protección de los derechos humanos.
Los Estados que aún no la ratificaron no son parte de ella, pero están bajo el gobierno de
las normas y principios establecidos por la Carta de la OEA, sus órganos y tratados,
incluyendo la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y bajo la
Jurisdicción de la Comisión Interamericana.
El texto de la Convención está compuesto de tres partes:
Parte I: contiene las obligaciones de los Estados y los derechos protegidos;
Parte II: establece los mecanismos de protección
Parte III provee las normas generales y transitorias.
Derechos protegidos: El alcance y definición de estos derechos están ligados a los
establecidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos promovidos por la
ONU.
La Convención, en su artículo 27, permite a los Estados partes a suspender
ciertas obligaciones en caso de guerra, peligro público, otras emergencias y amenazas a
la seguridad e independencia.
También contiene la denominada Cláusula Federal que permite que los Estados
federales asuman obligaciones limitadas frente a la convención, obligándose solo en
aquellos aspectos sobre los cuales ejerce jurisdicción legislativa y judicial estando
exento de obligación los aspectos donde no ejerce jurisdicción. En argentina solo se
pueden comprometer respecto a lo que las provincias le delegaron al gobierno federal. El
gobierno central sólo deberá tomar las medidas pertinentes conforme a su Constitución y
sus leyes.
Órganos que establece la Convención:
Establece dos órganos para promover y proteger los derechos humanos,
previstos en el artículo 33º y son competentes para conocer respecto al cumplimiento de
los compromisos contraídos por los estados partes.
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La Comisión Inter Americana de Derechos Humanos: órgano sui generis dentro del
sistema, porque fue establecida con su propio mandato y competencias por la Carta de la
OEA y por la Convención Americana.
Constituida en 1959 dentro de la OEA para la promoción de los derechos humanos, en
1979, y por una enmienda de la Carta, la Comisión se convierte en órgano principal de la
OEA sobre el tema. Conformada por siete miembros que actúan a título personal y no en
representan al gobierno que los proponen. Son nominados por los estados partes y
elegidos por la Asamblea General de la OEA por un período de cuatro años. Se reúne
tres veces al año en sesiones de dos semanas. Está asistida por un staf y por un
Secretario Ejecutivo designado por la OEA.
Cumple tres funciones básicas:
Actúa respecto a las peticiones individuales o de un Estado contra otro Estado sobre
violación de derechos garantizados por la Convención. La jurisdicción de la Comisión es
opcional y requiere una Declaración separada de la aceptación de los Estados. Formula
recomendaciones a los estados miembros para que adopten medidas progresivas en
favor de los derechos humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus preceptos
constitucionales.
Prepara la publicación del reporte de la violación de los derechos humanos.
Promueve los derechos humanos tratando de asegurar la ratificación de la Convención y
la difusión de los instrumentos jurídicos sobre la materia.

Competencia de la Comisión sobre quejas individuales y las comunicaciones


interestatales: (punto a).
Constituye el trabajo más importante de la Comisión. Dentro de las peticiones
individuales se incluye personas, grupos de personas, organizaciones no
gubernamentales.
La admisibilidad de la petición (denuncias o quejas) depende:
que hayan sido interpuesto los recursos de jurisdicción interna, que esté agotada la vía
previa; el agotamiento de la vía previa tiene excepciones: cuando las vías nacionales
para protegerse contra la violación de los derechos no exista o cuando el acceso a esa
vía ha sido denegado o se haya impedido ejercerla o exista retardo irrazonable en su
decisión.
la queja debe ser sometida a la Comisión dentro de los seis meses desde el día en que
la víctima se entera o es notificada de la decisión definitiva;
la petición o comunicación no debe estar pendiente de otro procedimiento de arreglo
internacional.
Si la petición o queja es admitida (la comisión puede no admitir y archivar), examina los
alegatos y comunica al gobierno en cuestión la petición. Deberá buscar una solución
amigable entre las partes sobre la base del respeto a los derechos humanos. Si esa
solución es alcanzada, la Comisión envía un reporte sobre los hechos y el acuerdo a la
Asamblea General de la OEA para su publicación.
Cuando tal solución NO se alcanza, la Comisión prepara un reporte con los hechos,
conclusiones y otras recomendaciones el cual es remitido al Estado involucrado y éste
tienen tres meses para accionar con respecto a las recomendaciones recibidas, pero no
está facultada para publicarlo. Si el Estado no cumple con las recomendaciones
efectuadas, el caso PUEDE ser remitido a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, tanto por la Comisión como por el Estado interesado en el caso.

LA CORTE INTERAMERICANA DE LOS DERECHOS HUMANOS.


Como antecedente se considera la Corte Supranacional de Justicia establecida en 1907
por los Estados de América Central y que tenía jurisdicción sobre esos Estados, dejando
de funcionar en 1918. Constituyó el primer Tribunal Internacional que reconoció la
capacidad procesal del individuo de presentar ante su sede, demandas contra los
Estados.
En 1948 la Conferencia que dio origen a la OEA, recomendó al Comité Interamericano de
Juristas la redacción de un borrador del Estatuto de la Corte Interamericana de Justicia
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que garantice los derechos del hombre. En 1959 el Comité expresa que era prematuro la
creación de una Corte, sugiere en cambio el establecimiento de una Convención.
Durante el período 1954-1976 el asunto de la Corte fue tema de discusión en las
sesiones de la OEA.
Finalmente en 1978 a la firma de la Convención Americana de Derechos Humanos, surge
la Corte Interamericana como segundo órgano e instancia jurisdiccional y cuya sede es
San José, Capital de Costa Rica.
En 1979 la Asamblea General de la OEA, eligió los jueces miembros y aprobó el Estatuto
de la Corte, ésta emite su primer Sentencia en 1981.
El funcionamiento de la Corte es regulado por su Estatuto y las Reglas e Procedimiento y
por los artículos 51 a 72 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
Composición de la Corte: esta institución autónoma de la OEA, cuyo propósito es la
aplicación e interpretación de la Convención Americana de D.H., está compuesta por
siete miembros, duran seis años en sus funciones y pueden ser nacionales de cualquier
estado miembro de la OEA, sean parte o no de la Convención.
Requisitos para ser miembro de la Corte:
Poseer las condiciones requeridas para el ejercicio de funciones judiciales conforme al
país de origen y ser elegidos entre los juristas que posean alta autoridad moral y
reconocida competencia en el campo d los derechos humanos.
Tener un compromiso especial y pública autoridad en la promoción y protección de los
derechos humanos.
Funcionamiento de la Corte: sesiona regularmente dos veces al año. Su
funcionamiento no es permanente. El Presidente puede convocar a otras sesiones. Los
jueces se instalan cuando existe algún caso para resolver. Se requieren cinco jueces
para constituir quórum y resuelven los casos y toman decisiones en Plenaria.
Un Juez nacional in the bench: Cuando la Corte resuelve un caso necesariamente debe
tener en su Pleno a un miembro del estado involucrado, lo que representa una ventaja
ante el conocimiento del sistema legal del Estado involucrado. Como desventaja: Se
corre el riesgo también de que pueda influir a favor de su estado.
Prerrogativas de los Jueces: gozan de las inmunidades extendidas a los agentes
diplomáticos de acuerdo con el derecho internacional, desde su elección hasta el término
de su mandato. No son responsables por sus decisiones u opiniones vertidas en el
ejercicio de sus funciones. Esta inmunidad es válida dentro de su Estado, lo cual es
importante considerando las restricciones políticas que imperan a veces en algunos
Estados americanos.

Incompatibilidades, independencia y conflicto de intereses: los jueces actúan en su


capacidad y responsabilidad personal. La pertenencia a la Corte es incompatible con
cualquier otra actividad que pueda afectar su independencia e imparcialidad como juez.
El estatuto ha establecido tres incompatibilidades:
Ser miembro de la alta jerarquía de funcionarios del gobierno en el poder de un Estado,
con excepción de aquellos que no están bajo el control del Poder Ejecutivo y de los
agentes diplomáticos quienes no son jefes de misiones ante la OEA o ante cualquier
estado miembro.
Funcionarios de organizaciones internacionales.
Cualquier otra función o actividad que pueda afectar el cumplimiento de sus obligaciones,
afectar su independencia o imparcialidad o la dignidad y prestigio de la función judicial de
la Corte.

Otras regulaciones: ningún juez puede participar en casos donde tenga interés personal
o donde haya participado previamente como representante, asesor, abogado, miembro
de tribunal nacional que ventiló la litis o miembro de comisión nacional o internacional que
conoció el litigio.
La Convención de San José estableció que la Corte Interamericana ejerce
jurisdicción en materia contenciosa y consultiva.
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JURISDICCIÓN CONTENCIOSA DE LA CORTE: la principal actividad es la


interpretación y aplicación de las normas sustantivas establecidas en la Convención
Americana. El objetivo primordial es decidir si un Estado ha violado o no cualquier
derecho humano establecido en la Convención, con respecto a una persona o víctima en
particular.
Admisibilidad: el procedimiento de admisibilidad es el siguiente: un caso no es
cometido directamente a la Corte sino que previamente la solicitud o demanda debe ser
declarada admisible por la Comisión y a continuación la Corte decide si se han cumplido
los mismos requerimientos y requisitos de admisibilidad referidos en la comisión
(agotamiento de las vías previas en el derecho interno y que la denuncia haya sido
presentada dentro de los seis meses; que ningún otro organismo internacional esté
conociendo la petición; que la Comisión haya declarado que se han agotado los
esfuerzos por alcanzar una solución amigable).
Jurisdicción “rationae loci” (lugar): La Corte ejercita su jurisdicción sólo si el
Estado involucrado ha aceptado que ella examine el caso. Tal aceptación es opcional y
puede efectuarse en forma de Declaración, tanto al ratificar la Convención como a
posterioridad. También la aceptación puede ser absoluta o condicional (solo la acepta
para ciertos casos)
Jurisdicción “rationae personae”:
Legitimación activa. Sólo los Estados Partes y la Comisión tienen derecho a presentar un
caso en la corte.
Legitimación pasiva: un Estado puede denunciar a otro Estado ante la corte y ésta
puede admitirlo solo en caso de que el Estado denunciado haya aceptado su jurisdicción.
La persona individual carece de capacidad legal para que por sí mismo acuda
directamente a la Corte en busca de una solución judicial.
Jurisdicción rationae materiae: está limitada exclusivamente a la interpretación y
aplicación de las normas establecidas en la Convención Americana. Incluye cuestiones
de admisibilidad y de fondo y de la norma aplicable con respecto a los derechos
protegidos.

Medidas Provisionales (cautelares): la Corte tiene poder de dictar medidas


provisionales, dirigidas hacia el Estado o Estados involucrados en un caso de violación,
con la finalidad de proteger la integridad de los individuos demandantes, testigos u otras
personas involucradas en un proceso. Procede en casos de extrema gravedad y
urgencia y cuando se haga necesario evitar daños irreparables a las personas.
Estas medidas serán dictadas en dos situaciones: cuando son sobre demanda que está
siendo examinada en la corte o cuando aún la demanda está bajo jurisdicción de la
Comisión.
El Pleno de la Corte puede autorizar al Presidente a adoptar medidas cautelares cuando
resulten necesarias para asegurar el cumplimiento de una decisión de la Corte o para
este verificar tal cumplimiento.
Efectos del juzgamiento en la Corte: La sentencia final dictada por la Corte,
tiene carácter obligatorio solo para las partes, no eficacia erga omnes. Puede resolver:
Que cese el acto violatorio
Que se asegure el ejercicio pleno del derecho violado o amenazado
Requerir que las consecuencias de las medidas sean suspendidas o remediadas
Ordenar la modificación de la normas nacionales violatorias
Que cesen o se modifiquen las circunstancias que han generado la violación del derecho.
También puede resolver a favor del demandante, el pago de una indemnización por el
daño causado, contra el Estado involucrado.

LA JURISDICCION CONSULTIVA DE LA CORTE: Esta jurisdicción tiene importancia


pues permite unificar la interpretación de las normas sobre derechos humanos y
promover el desarrollo del derecho internacional vis a vis, con la aceptación de esas
dentro de las normas internas.
El artículo 64 de la Convención expresa que los Estados miembros podrán
consultar a la Corte acerca de la interpretación de esta Convención o de otros Tratados
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referidos al tema de los derechos humanos; también sobre los órganos enumerados en la
Carta de la OEA y además está facultada a emitir opiniones acerca de la compatibilidad
entre las leyes internas del país que solicitó la consulta y los instrumentos internacionales
mencionados.

EJECUCIÓN DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE: La Convención Interamericana no


cuenta con provisión alguna que establezca un mecanismo para supervisar el
cumplimiento de las sentencias de la Corte.
Pero cuando la Corte presenta su Reporte Anual ante la Asamblea General, podrá
especificar en él los casos en los cuales un Estado no ha cumplido y desde que la
Asamblea General es el máximo órgano político de la organización, el no cumplimiento
se convierte en un asunto político frente al cual los Estados deben pronunciarse.
La Asamblea puede pronunciarse por una simple amonestación o hasta la
expulsión del sistema, dado el incumplimiento de una obligación establecida en la
convención.

LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES:


Definición de Juicio previo
El juicio previo engloba todas las garantías referidas al proceso penal y lo encontramos
en el artículo 18 de la CN cuando determina que ningún habitante de la Nación puede
ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso...
También se hallan presentes en los pactos sobre derechos humanos y demás
instrumentos internacionales incorporados a la CN en virtud del artículo 75 inciso 22.
En la CPCh., cuando el artículo 44 expresa que “nadie puede ser penado sino en
virtud de un proceso regularmente tramitado con arreglo a las garantías consagradas en
la CN...”
La operatividad de los derechos personales y garantías reconocidos y establecidos por la
Constitución y por los pactos relativos a los Derechos humanos está expresamente
declarados en los artículos 21 y 22 de la CP., previendo responsabilidades en caso de
violación de los mismos.
La definición del Poder Judicial como poder autónomo e independiente de todo otro, el
sistema de selección y designación de magistrados y funcionarios judiciales, el de su
destitución, las prerrogativas, las condiciones para el mantenimiento de sus funciones, las
obligaciones y responsabilidades, la exigencia de motivación debida de las sentencias y
la forma de emisión de los fundamentos en los tribunales colegiados, la participación
ciudadana y la progresiva oralidad en todo tipo de proceso, la posibilidad de incorporar
jueces de refuerzo, la creación del Ministerio Público como órgano del poder judicial con
autonomía funcional y las potestades del MPF entre otras refuerzan el sistema de
garantías.

En sentido amplio el juicio previo es el debido proceso legal y significa tener en cuenta
varios principios y garantías básicas, fundantes de nuestro orden constitucional
(democrático republicano y federal) entre ellos:
debe ser oral, público y por jurados.
Que nadie puede ser considerado culpable, ni ser tratado como tal, antes de una
sentencia firme que así lo determine.
Que la certeza debe destruir ese estado de inocencia.
Que exista una ley anterior al hecho que penalice la conducta.
La necesidad de un “juez natural”
Trato digno a la persona durante el proceso.
Inviolabilidad de la defensa en juicio – artículos 18 de la Constitución Nacional y artículos
43 y 44 de la Constitución Provincial.
El principio de la libertad de acusado durante el proceso.

En sentido restringido el juicio previo señala la necesidad de la preexistencia a la


aplicación de la sanción penal, de una sentencia que establezca su procedencia,
11

producto de un proceso penal de acuerdo a las leyes vigentes. significa que nadie puede
ser penado sin una sentencia anterior fundada que lo condene.

- Principio de Inocencia. Principio de duda beneficiante. Favor libertatis.


En la constitución nacional vigente hasta 1994, el principio de inocencia no se encontraba
explícitamente determinado, pero sí surgía implícitamente de los términos del artículo 18.
En la actual Constitución sí está expresamente declarado en virtud de que los Pactos
referidos a los derechos humanos integran el texto constitucional.
En la constitución provincial el principio de inocencia está expresamente
consagrado en el artículo 43 cuando dispone: ”Toda persona goza del estado de
inocencia mientras no sea declarada culpable por sentencia firme”
Lo dispuesto no significa que se es inocente o no se es, según se haya cometido o no un
delito, de lo que ocurre en la realidad. Desde el punto de vista jurídico significa que el
imputado, hasta tanto no haya sentencia firme “debe ser tratado como inocente”.

Derivaciones del principio de inocencia:


Favoris libertatis: la regla es la libertad, la excepción la prisión.
In dubio pro reo: significa que el estado jurídico del imputado durante el proceso es de
inocencia y este principio debe ser destruido por el Estado para lograr que sea
condenado. El principio de duda no está expreso en la CN, pero sí en la CP en el último
párrafo del artículo 44 cuando determina “En caso de duda debe decidirse por lo que sea
más favorable al imputado”. Se refiere a las dudas que haya con respecto a los hechos,
no en el derecho.
Para que el estado de inocencia sea destruido se necesita CERTEZA de que el
hecho ocurrió y de que el imputado es autor del hecho.
Hay tres estados de convicción, o estado de conocimiento o creencia del Juez.

CERTEZA POSITIVA O CERTEZA NEGATIVA.


Para destruir el estado de inocencia es imprescindible la existencia de Certeza positiva.
Se da cuando el juez cree o está convencido de que algo existe o existió y de que el
imputado es el autor del hecho. La certeza negativa es la convicción o creencia del juez
de que algo no ocurrió. En la certeza negativa, una posibilidad da lugar a una sentencia
absolutoria y corresponde sobreseimiento si la certeza negativa es anterior a la
sentencia.
PROBABILIDAD.
Si el Juez no puede llegar a la Certeza Positiva ni a la Certeza Negativa pero tiene
elementos que lo llevan a la probabilidad de que el hecho haya existido y de que el
imputado sea autor, puede procesar y elevar a juicio.
DUDA. Cuando el juez no tiene ni certeza ni probabilidad en su estado de conocimiento o
creencia, sino duda. En este caso corresponde el auto de falta de mérito.

Importantísimo: Cuando se tiene certeza negativa, probabilidad o duda corresponde


la absolución. La condena solo si existe certeza positiva.

La etapa preparatoria requiere la sola posibilidad de que le hecho haya existido


La etapa critica o intermedia requiere de la existencia de probabilidad respecto de la
existencia del hecho y que la persona imputada es quien lo cometió
Par elevar a juicio es necesaria la probabilidad simple.
Para condenar es indispensable la Certeza Positiva.

Segunda derivación del estado de inocencia:


Coerción procesal: (solamente de parte del Estado y no de los particulares) La coerción
o coacción en sentido amplio es el uso de la fuerza estatal conforme a la ley para un
determinado fin.
Existen coerciones establecidas por las leyes de fondo y también por las leyes de
forma o procesales, pero todas para un fin determinado.
12

Las coacciones que existen en el Código Penal: la pena; en el fuero civil: la


reparación mediante la ejecución forzada.
Las coerciones procesales en un proceso penal: se dan para que no se confunda con
la coerción penal: esto es que durante el proceso se mantiene el principio de inocencia y
tiene una finalidad distinta a la de penal o de fondo que puede ser la prevención,
disuasión, miedo, restitución, etc.
El fundamento constitucional de las coerciones procesales es “asegurar el
resultado del proceso” El resultado se pone en peligro por la fuga del imputado o porque
éste entorpece la investigación.
El artículo 14 de la CN garantiza la libertad física, corporal o locomotiva cuando
establece “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme
a las leyes que reglamenten su ejercicio...de entrar, permanecer, transitar o salir del
territorio argentino...”
Esta libertad tiene una excepción en el aspecto penal que es la posibilidad de
privar de ella a una persona con la finalidad de asegurar el resultado del proceso. La
excepción está prevista en el artículo 18 de la CN cuando determina: “Ningún habitante
de la Nación puede ser...arrestado sino en virtud de orden escrita de autoridad
competente...” La CPCh. en su artículo 49 determina: “La privación de la libertad tiene
carácter excepcional y sólo puede ordenarse en los límites de esta Constitución, siempre
que no exceda el término máximo que fija la ley. Salvo caso de flagrancia, nadie es
privado de su libertad sin orden escrita y fundada de juez competente, siempre que
existan elementos de convicción suficientes de participación en el hecho ilícito y sea
absolutamente indispensable para asegurar la investigación y la actuación de la ley...”
El esquema es el siguiente:
Fundamentos: artículos 14 y 18 de la CN y artículo 49 de la CPCh.
Juez: Es la autoridad competente o el Presidente en los casos de Estado de Sitio, pero
su poder está limitado al arresto o traslado de las personas de un punto a otro de la
Nación, si es que ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino (artículo 23 CN).
Peligro de fuga o entorpecimiento de la investigación:
Existencia de probabilidad: esto es, de elementos suficientes, indicios de que la
persona puede ser autora del hecho y siempre fundada en elementos de prueba.
Absolutamente indispensable: o sea que es la última ratio. Se da cuando no existen
medidas sustitutivas.

La coerción o coacción: es el uso de la fuerza estatal; y pueden ser: coerciones


personales: las que recaen directamente sobre la persona; o coerciones reales: las que
recaen directamente sobre la libertad de disposición de las cosas.
También debe cumplir con el principio de proporcionalidad: no puede ser detenido
por un término superior al de la pena, o sea el máximo para la pena del delito cometido.
Está legislado en el artículo 284 del Código actual.
También, en los términos del primer párrafo del artículo 49 de la CN debe ser
excepcional.
Coerciones o coacciones que conculcan la libertad: debemos tener siempre presente
que las mismas se aplican solo al imputado y a los testigos y que siempre debemos hacer
una lectura constitucional de cualquier ley, decreto, ordenanza, etc.
Distintas medidas de coerción procesal penal y su respectivo límite temporal:
Arresto: Regulación legal: artículo 250. Límite temporal: 24 horas.
El artículo 250 dispone que “cuando en el primer momento de la investigación de un
hecho en el que hubieran participado varias personas, no sea posible individualizar a los
responsables y a los testigos, y no pueda dejarse de proceder sin peligro para la
instrucción, el juez podrá disponer que los presentes no se alejen del lugar ni se
comuniquen entre sí antes de prestar declaración, y aún ordenar el arresto, si fuere
indispensable. En ningún caso superarán el plazo de 24 horas, vencidas las cuales podrá
ordenarse en caso de ser necesario, la detención del presunto responsable.
Aprehensión: Regulación legal: artículo 256. Límite temporal: inmediata. Los
particulares están facultados para practicar la aprehensión, debiendo entregar
inmediatamente el detenido a la autoridad judicial o policial en los casos en que la
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persona intentare un delito y en el momento de disponerse a cometerlo; al que se fugare


estando legalmente detenido o a quien sea sorprendido en flagrancia en la comisión de
un delito de acción pública que sea reprimido con pena privativa de libertad.
Detención: Aquí tenemos una doble regulación legal:
Detención sin orden judicial: Regulación legal artículo 253: Los funcionarios y
auxiliares de la policía deben detener, aún sin orden judicial en los mismos casos que
expuse en la aprehensión.
Detención con orden judicial o detención pura: Regulación legal artículos 251, 252,
262. Límite temporal: artículo 273. cuando el delito que se investiga no está reprimido
con pena privativa de libertad o permita su excarcelación, el juez puede, salvo los casos
de flagrancia, ordenar la comparecencia del imputado por citación. Si el citado no se
presenta en el término que se le fija, ni justifique un impedimento legítimo, el juez está
facultado para ordenar su detención. Salvo lo expuesto, el juez ordenará la detención
para que el imputado sea llevado a su presencia cuando haya motivo para recibirle
declaración y ello se da cuando hay motivo suficiente para sospechar que la persona ha
participado en la comisión de un delito y el juez reciba su declaración. El artículo 273
establece que en el término de diez días contados desde la declaración del imputado, o
desde la del último imputado si éstos son varios, el juez ordenará el procesamiento
siempre que hubiere elementos de convicción suficientes para estimar que existe el
hecho delictivo y que razonablemente el imputado es, con probabilidad, autor o partícipe
en el delito. Pasados los diez días, el juez debe resolver la situación: cuando tenga
certeza negativa o probabilidad convierte la detención en prisión preventiva que recibe
ese nombre porque “prevé el resultado”. Si no se encuentra detenido puede directamente
dictarse la prisión preventiva. Cuando el juez no tiene ni certeza ni probabilidad en su
estado de conocimiento o creencia, sino duda, corresponde el auto de falta de mérito.
4) Prisión Preventiva: Está desarrollado en el punto siguiente.

________________________________

Juicio regular, oral público, por jurados. (Resumen sacado de Binder, páginas 97 a
112)
Realizando una interpretación dogmática de la Constitución se advierte que no cualquier
juicio penal satisface las exigencias constitucionales.
Nuestra ley fundamental insiste por tres veces en que el juicio penal debe
realizarse con la participación de jurados (artículo 24, artículo 75 inciso 12 y artículo 118)
Además en el único caso que diseña un juicio penal (caso juicio político) la Constitución
nos habla de un juicio público y oral.
Además, por exigencia del sistema republicano, los juicios deben ser públicos
dado que la publicidad de los actos de gobierno es una de las características básicas de
una república y la administración de justicia es uno de los poderes que gobiernan el país.
También nuestra Constitución exige que los juicios penales sean realizados por jueces y
no por otros funcionarios y ello surge de las garantías de independencia judicial e
intangibilidad de las remuneraciones, los recaudos para el nombramiento de jueces, la
inamovilidad salvo juicio político, entre otras normas señaladas con precisión por los
constituyentes.
Se concluye que el diseño constitucional del juicio penal es el juicio oral,
público y por jurados. Cualquier juicio que no se adecue a estas características no será
un juicio constitucional. Ningún juicio en nuestro país cumple con estos requisitos dado
que si bien en algunas provincias se ha instaurado el juicio oral y público, no se puso en
práctica el sistema de jurados.

El juicio oral: La oralidad es un instrumento, un mecanismo previsto para garantizar


principios básicos del juicio penal. En especial sirve para preservar principios políticos y
garantías que estructuran al proceso penal como la inmediación, la publicidad del juicio y
la personalización de la función judicial.
La oralidad representa un medio de comunicación: la utilización de la palabra
hablada como medio de comunicación entre las partes y el juez y como medio de
14

expresión de los órganos de prueba. El mecanismo es simple: si se utiliza la palabra


hablada, las personas deben estar presentes (inmediación) y además se comunican de
un modo que es posible que sea controlado por otras personas (publicidad).
Además la oralidad y la inmediación que ella genera permite que la prueba
ingrese al proceso penal del modo más concentrado posible, es decir, en el menor lapso.
El principio de concentración es esta posibilidad que otorga la inmediación y la oralidad y
es uno de los principios que estructuran un juicio penal republicano.

El juicio público: la publicidad del juicio surge de la esencia del juicio republicano y es
además una de las garantías judiciales básicas previstas por los pactos internacionales
de derechos humanos. El juicio público implica un modo de insertar a la justicia en el
medio social: implica que ella cumple con su tarea de transmitir mensajes sociales sobre
la efectiva vigencia de los valores que fundan la convivencia. Los efectos sociales se
pueden producir infundiendo miedo o intimidando a las personas para que no realicen
conductas prohibidas.
El poder penal es un poder de alta intensidad y que por lo tanto debe estar
especialmente limitado. Si la sociedad a dotado a los jueces del poder de encarcelar a
otros seres humanos, ese poder no puede quedar librado a la arbitrariedad y falta de
control.
También la publicidad del juicio se relaciona con el control popular sobre la
administración de justicia; y dada la importancia de tal control deben llevarse adelante
políticas de control eficaces.
Analizar las causas de la indiferencia social, establecer mecanismos modernos de
transmisión de juicios, generar políticas que induzcan a los ciudadanos a concurrir a los
debates son entre otros, algunos de los mecanismos que pueden convertir a la publicidad
en una realidad y no solo en una posibilidad.

El juicio por jurados:


Es la tercera exigencia constitucional que define el diseño del juicio penal. Ello significa
que la decisión sobre si una persona debe ser sometida a una pena o debe quedar libre
de ella, no es una decisión que pueden tomar los jueces constitucionales sino que debe
ser tomada en conjunto entre los jueces constitucionales y miembros de la misma
sociedad.
Tradicionalmente han existido dos mecanismos para establecer este modo de decisión
conjunta.
Según el primero un grupo de ciudadanos que deliberan entre sí determinan si la persona
es culpable o inocente y luego sobre la base de ese veredicto, el juez profesional
determina las consecuencias legales de la acción culpable o inocente. Este modelo
corresponde a lo que se denomina modelo clásico o anglosajón de jurado en el cual le
corresponde a la comunidad la decisión primaria sobre si una persona será o no sometida
a la fuerza estatal.
Según el segundo modelo el jurado se conforma con un grupo de jueces profesionales y
jueces legos que delibera en conjunto y llega a la solución total del caso. Este modelo
privilegia el hecho de la deliberación. Se lo suele denominar escabinado y es utilizado en
diversos países europeos.
Nuestra CN alude al juicio por jurado en los artículos 24, 75 inciso 12 y artículo 118.
La Constitución provincial de 1957 tuvo una aislada previsión sobre jurados en el artículo
177 pero auspiciando expresamente su organización. La ley 3155 no lo contempló. La
constitución de 1994 contiene tres normas sobre el particular. Una, en el artículo 171
donde repite la antigua previsión del artículo 177 de la constitución de 1957; la segunda
en el artículo 172 que prescribe que “gradualmente se propende la implantación de la
oralidad en todo tipo de proceso y a la organización del juicio por jurados y finalmente, la
del artículo 173 que prevé el juzgamiento de las causas vinculadas a delitos dolosos
cometidos por funcionarios públicos en perjuicio de la APP con intervención, junto a
jueces técnicos, de vocales legos seleccionados por sorteo.
Cabe señalar además que los Jurados conforman el Poder Judicial por expresa
disposición del artículo 162 CP.
15

La ley 4566 que aprobó el nuevo Código Procesal Penal Provincial, prevé el jurado
escabinado y el jurado popular junto con el tribunal penal permanente de naturaleza
técnica.

Punto 3) Unidad IV. Límite temporal absoluto de la prisión preventiva. Plazo


razonable. Binder. Páginas 198 a 205.
Todas las medidas de coerción son, en principio, excepcionales. Dentro de esa
excepcionalidad, la prisión preventiva debe ser mucho más restringida aún y para
asegurar esta restricción deben darse dos órdenes de supuestos:
En primer lugar: no se puede aplicar la prisión preventiva si no existe un mínimo de
información que fundamente una sospecha importante acerca de la existencia del hecho
y de la participación en él del imputado. Es un límite sustancial y absoluto: si no existe
una sospecha racional y fundada, de ninguna manera es admisible.
En segundo lugar: no basta con el requisito anterior. Por más que se tenga una
sospecha fundada, tampoco es admisible constitucionalmente la prisión preventiva si no
se dan los denominados requisitos procesales que se fundan en el hecho de que ese
encarcelamiento sea directa y claramente necesario para asegurar la realización del juicio
o para asegurar la imposición de la pena. Los autores distinguen dos motivos que se
deben agregar al requisito sustancial del grado suficiente de sospecha: el peligro de fuga
y el peligro de entorpecimiento de la investigación.
Con relación al peligro de entorpecimiento de la investigación, éste no debería
constituir un fundamento para e encarcelamiento porque el Estado cuenta con numerosos
medios para evitar la eventual acción del imputado. Además, si el Estado es ineficaz para
proteger su propia investigación, esa ineficacia no puede ser cargada en la cuenta del
imputado y mucho menos a costa de la privación de su libertad.
En cuanto al peligro de fuga, debemos considerar que el Estado se encuentra con
un límite absoluto que es la imposibilidad de realizar los juicios en ausencia. No se
pueden realizar juicios penales en rebeldía del imputado; entonces aquí sí el imputado
tiene un poder real para obstaculizar el desarrollo del proceso e impedir la aplicación de
la pena.
En los códigos procesales se encuentran normas que distorsionar el diseño
constitucional de este mecanismo procesal. Algunas de esas formas son:
Establecer delitos como no excarcelables: esto es, establecer una presunción absoluta
por la cual, en el caso de ciertos delitos graves, no se puede otorgar la libertad.
Permitir que se aplique la prisión preventiva cuando no existe peligro de fuga sino cuando
existe alarma social respecto del hecho; en este caso sería inconstitucional porque se
estaría aplicando una pena anticipada fundándose en razones de prevención general.
Ciertas formulas que utilizan algunos códigos procesales para justificar la prisión
preventiva como “evitar la comisión de nuevos hechos punibles” o fundándose en la
“peligrosidad del autor”; pero estos criterios, además de ser puramente subjetivos,
implican la utilización de la prisión preventiva como medida de seguridad predelictual.
En tercer lugar: existe el principio de proporcionalidad que regula la aplicación de este
mecanismo: la violencia que se ejerce como medida de coerción nunca puede ser mayor
que la violencia que se podrá eventualmente ejercer mediante la aplicación de la pena en
caso de probarse el delito en cuestión. Como la medida de coerción no puede superar en
violencia a la pena, son los jueces los que deben determinar este equilibrio.
En cuarto lugar: un principio que rige el régimen constitucional de la prisión preventiva,
es el de la necesaria imitación temporal. Toda persona sometida a proceso tiene derecho
a que tal proceso termine dentro de un lapso razonable. Con más razón si esa persona
está privada de libertad durante el proceso, tiene derecho a que ese proceso finalice
cuanto antes; y si el Estado es moroso en el desarrollo del proceso, tal encarcelamiento
preventivo pierde legitimidad; tiene el Estado la obligación de extremar todos los medios
para concluir el proceso cuanto antes.
La aplicación práctica de este principio ha mostrado la necesidad de establecer
límites temporales absolutos para la prisión preventiva, no ligados directamente con la
duración del proceso.
16

La Corte Suprema ha puesto límites concretos en función de este principio, estableciendo


que el encarcelamiento no puede tener la misma duración que todo el proceso. Toda
prisión preventiva que se extienda más allá de un cierto límite temporal, se convierte de
hecho en la aplicación de una pena. El promedio admitido actualmente oscila entre el
año y año y medio y los dos años.
En quinto lugar: un último principio consiste en la necesidad de darle un tratamiento
adecuado al encarcelado preventivamente. Si bien la prisión preventiva constituye una
limitación al principio de inocencia, esta afectación debe ser lo más limitada, excepcional
y restringida posible. Hay que evitar, en cuanto sea posible que se asemeje a una pena.
El preso debe ser tratado de modo tal que se minimicen todos los efectos propios de la
privación de la libertad. Así como existe el principio de humanización de las cárceles,
también existe un principio de minimización de la violencia a que está sometido el preso
en prisión preventiva.
Este principio tiene consecuencias concretas como la imposibilidad de imponer
restricciones a la correspondencia, a las visitas, las limitaciones ambulatorias o de trabajo
dentro del establecimiento o en cuanto a las comodidades que el mismo imputado pueda
procurarse deben ser las mínimas posibles.
Lo que no puede admitirse en modo alguno, es que el imputado comience a ser
clasificado, a ser sometido a tratamiento dentro de la cárcel como si fuera un condenado.
Ni la ley penitenciaria ni los códigos de ejecución de la pena en las distintas
provincias, han determinado con precisión el tratamiento del preso preventivo.

Punto 4) Unidad V. Irretroactividad de la ley procesal penal. Legalidad material y


formal. Binder, páginas 133 a 139.
Ni la administración de justicia ni el proceso penal pueden existir sin el soporte de las
leyes que los estructuran.
El problema de la retroactividad o irretroactividad de la ley procesal penal es una
manifestación de la función garantizadora del proceso penal. Nuestra Constitución
nacional en su artículo 18 dice que nadie puede ser penado sin un juicio previo fundado
en ley anterior al hecho del proceso. El sentido político criminal de la constitución apunta
sobre el principio de legalidad, esto es, que la organización de todo el proceso penal
debe estar fundada en la ley. Dentro del concepto de “legalidad” del proceso penal, el
juicio previo debe tener legalidad formal y legalidad sustancial.
La organización legal del proceso debe ser también anterior al hecho que motiva ese
proceso como así también la tipificación de los delitos por los cuales ese proceso se
inicia.
La irretroactividad de la ley procesal es una manifestación más del intento común de
ponerle frenos al Estado para evitar que las personas sean encarceladas por motivos
distintos de la comisión de un hecho punible.
El principio garantista fundamental consiste en la irretroactividad de la ley procesal penal.
La ley procesal penal es irretroactiva cuando altera el sentido político criminal del proceso
penal. Una nueva ley produce una alteración cuando distorsiona el concepto sustancial
del juicio previo.
La idea fundamental que nutre el principio de irretroactividad de la ley procesal y hace
que su régimen sea similar al de la ley penal, es el de la unidad de sentido político
criminal del proceso. El hablar de irretroactividad de la ley procesal penal solo tiene
sentido si partimos de una concepción del proceso como una “unidad ideal”, porque en la
realidad el proceso se manifiesta como una sucesión de actos. Otorgar unidad a lo que
en realidad es fraccionable, resulta admisible puesto que se trata de una unidad de
sentido y no una unidad ontológica del proceso. La irretroactividad carecería de sentido
si se considerara en forma aislada el acto que se está realizando en ese momento.
Pero este principio tiene excepciones.
La primera de ellas radica en aquellos actos que no tienen relación con la orientación
político criminal del proceso. Puede existir cierto ordenamiento o cierta secuencia de los
actos procesales, ampliaciones o limitaciones de plazos, o requisitos; en estos casos no
habría dificultad en que los procesos en curso al momento de sancionarse una nueva ley
comenzaran a regir según los nuevos criterios.
17

La otra excepción es la que impone la retroactividad de la ley procesal más favorable. Si


en la Constitución el proceso penal está presentado como un régimen de garantías, toda
ley que fortalezca esas garantías tiene efectos retroactivos que pueden llevar incluso a la
renovación del acto que ha sido realizado de un modo menos garantizador.
Otro caso que podría calificarse como excepción según la opinión de la Corte Suprema,
es el de las medidas cautelares, en especial aquellas personales que restringen la
libertad y en particular la cuestión de la prisión preventiva.

No existe mayor diferencia entre la irretroactividad de la ley penal sustancial y el régimen


de la irretroactividad de la ley procesal penal. Ambas constituyen un mecanismo para
evitar que la imposición de una pena se realice de un modo arbitrario.
Defensa en Juicio.
Existe un principio garantizador básico que si no se le da cumplimiento, las restantes
garantías no cumplen su función específica: es el derecho intangible que tiene toda
persona a defenderse de los cargos que se le realicen en el curso de un proceso penal.
El derecho de defensa cumple dentro del proceso penal, un papel particular: por una
parte actúa en forma conjunta con las demás garantías y por otra, es la garantía que
torna operativas a todas las demás. En razón de ello, el derecho de defensa no puede ser
puesto en el mismo plano que las otras garantías procesales. La inviolabilidad del
derecho de defensa es la garantía fundamental y esto debe entenderse en un
concepto muy amplio: cualquier persona, por el solo hecho de que se le impute la
comisión de un hecho punible, está asistida por este derecho en toda su plenitud. El
derecho de defensa no puede tener ningún tipo de limitaciones, aunque en la práctica se
ha establecido la limitación temporal.
En contra de l pensamiento de alguna doctrina, el derecho de defensa está
relacionado con la existencia de una imputación y no con el grado de formalización de tal
imputación, porque cuando menor sea el grado, mayor es la necesidad de defensa. El
derecho de defensa debe ser ejercido desde el primer acto de procedimiento, incluyendo
las etapas “preprocesales” o policiales.
La defensa material consiste en que el derecho de defensa es un derecho del imputado
que éste debe poder ejercer personalmente y se concreta a través de lo que conocemos
como el “derecho a ser oído” o el “derecho a declarar en el proceso”.
La declaración del imputado es el momento particular del proceso penal en el cual este
derecho se ejerce. En los procedimientos de tipo inquisitivo, la declaración del imputado
no es un acto en el cual se ejerce el derecho de defensa material, sino el momento en el
que se trata de provocar la confesión del imputado. Esta práctica, muy arraigada en la
práctica cotidiana de nuestro proceso penal no condice con el diseño constitucional del
derecho de defensa.
La declaración del imputado es la oportunidad que se le otorga a éste para
presentar su versión de los hechos, de ofrecer su descargo, de proponer purebas y
establecer un contacto directo con las personas que tienen a su cargo la preparación de
la acusación o el juicio. Tiene derecho a declarar en cualquier instancia del proceso:
durante la instrucción, investigación o preparación de la acusación, puesto que éste es
uno de los momentos procesales en que la defensa es más importante. Además tiene el
derecho de declarar, dentro de lo razonable, cuantas veces quiera. Su declaración no
puede ser reemplazada por una declaración del defensor. La declaración constituye un
derecho y no una obligación razón por la cual nunca puede ser obligado a declarar.
En forma paralela a este derecho, el imputado tiene otras facultades: intervenir en todos
los actos del proceso, presentar prueba y examinar y controlar la prueba. El hecho de que
ello sea realizado habitualmente por el defensor técnico, no significa que el imputado no
tenga derecho a realizarlas por sí mismo.

Conocimiento de la Imputación: Una consecuencia de fundamental importancia que se


deriva del derecho de defensa, es que para poder ejercerlo plenamente, el imputado
debe tener acceso a la imputación que se le formula; debe tener la posibilidad de conocer
cuáles son los hechos que se le imputar y en virtud de qué pruebas se fundamenta. Para
18

ello debe tener la mayor libertad posible para acceder a la información que se va a
cumulando a lo largo del procedimiento. Este derecho no puede ser restringido.
La práctica de nuestros sistemas procesales tiende a admitir que se sorprenda al
imputado mediante el ocultamiento de la prueba o mediante retaceo de la información.
Cualquier restricción al derecho a la información debe ser excepcional y solo limitada en
cuanto a su duración y a los actos sobre los cuales se rige y debe fundarse en razones
de urgencia o necesidad imperiosa; por ejemplo se podría mantener en secreto
información referida a allanamiento para evitar que éstos se frustren. Sólo es admisible
constitucionalmente el secreto parcial de las actuaciones en el caso y en la medida en
que sirva a la eficacia de un acto particular del proceso.

Defensa Técnica: Nuestra Constitución exige que el imputado puede ejercer su derecho
de defensa y además para reforzarlo, establece la obligatoriedad de la asistencia letrada.
El imputado debe ser asistido por un defensor letrado, un abogado, que con su
conocimiento de las leyes y del proceso acreciente sus posibilidades de defensa. En
determinados casos, y bajo circunstancias especiales y exclusivamente a pedido del
imputado, se permite que éste ejerza su propia defensa, sin contar con asistencia letrada,
pero si el juez considera que esto no es así, tiene la posibilidad de imponer la asistencia
técnica obligatoria e un abogado para la defensa y debe el juez considerar que de este
modo no resulta menoscabado el juicio legítimo que exige el Estado de Derecho. La
defensa en juicio no es un derecho disponible por parte del imputado sino que también
está en juego la legitimidad del juicio y del proceso.
El defensor no es un auxiliar del juez ni de la justicia. Según nuestro régimen
constitucional, el defensor es un asistente directo del imputado; debe guiarse por los
intereses y necesidades de la defensa de su cliente; no cumple una función pública sino
que asesora a una persona en particular.
El defensor técnico tiene el derecho de participar en todos los actos del proceso.
Su función principal consiste en sugerir elementos de prueba a la administración de
justicia o a los fiscales, en participar de los actos donde se produce la prueba, controlar
su desarrollo e interpretar la prueba y el derecho conforme a las necesidades del
imputado.
El imputado debe tener la mayor libertad posible para elegir su defensor técnico y en
aquellos casos en los que no tiene la posibilidad de nombrar a uno de su confianza o a
su propia elección, el Estado debe procurárselo. Se produce lo que se conoce como
“defensa de oficio” o “defensa pública”.
Existen diversos sistemas de defensa pública u oficial: en algunos casos los defensores
son funcionarios del Estado que pertenecen a la carrera judicial a al Ministerio Público:;
en otros la defensa pública está delegada en los colegios de abogados y existen también
los sistemas mixtos donde se apoya la tarea de los funcionarios públicos mediante la
participación de abogados particulares.
La práctica cotidiana demuestra que uno de los puntos donde el sistema de garantía
fracasa es en la prestación de la defensa pública si se considera que debido a la
selectividad con que operan los sistemas penales, la gran mayoría de los imputados son
pobres, carentes de recursos o con una imposibilidad estructural de tomar a su cargo la
propia defensa y de este modo se comprende que la defensa pública llega a ser uno de
los ejes primordiales de la legitimidad del proceso penal.
La gratuidad de la defensa pública solo significa que el imputado no tiene que pagar por
ella y que el Estado se hace cargo de los honorarios de los abogados y no significa que
el abogado no deba cobrarlos.
La defensa en juicio debe poder ser ejercida a lo largo de todo el proceso y de manera
particularmente intensa, durante la investigación, ya que las posibilidades de afectación
de todas las garantías procesales se dan en esta etapa. Pero el momento privilegiado
para la defensa, tanto la técnica como la material es el juicio, porque las pruebas que
servirán de fundamento para la condena son las que se producen durante el juicio.

Principio de congruencia: Todas las características básicas en el derecho de defensa,


se deben manifestar de un modo privilegiado durante el juicio: por ejemplo, el necesario
19

conocimiento de la imputación se transforma en la exigencia de una acusación concreta y


precisa que fije con claridad los hechos por los cuales esa persona a ser sometida a juicio
y el significado jurídico que tales hechos tienen.
La claridad y precisión son muy importantes, porque es la acusación la que fija el objeto
del juicio y éste está fijado por el relato de los hechos que hace la acusación.
Existe un principio denominado “principio de congruencia entre la acusación y la
sentencia” según el cual la sentencia solamente puede absolver o condenar por los
hechos que han sido objeto del juicio, es decir, aquellos hechos que han sido introducidos
al juicio por medio de la acusación.
Este principio es uno de los principios estructurales que fundan un juicio republicano y
surge del principio de inviolabilidad de la defensa previsto en la constitución. Ademas el
principio de congruencia guarda relación con los hechos que constan en la acusación,
que no pueden ser modificados sino mediante el mecanismo de “ampliación de la
acusación”.
Algunos sostienen que como consecuencia del principio iuria curia novit el tribunal sí
podía fijar o modificar el significado jurídico de los hechos, pero si nos atenemos a un
concepto amplio de “defensa” tampoco el tribunal tiene libertad completa para modificar la
interpretación jurídica de la imputación. El juicio no puede resultar sorpresivo para el
imputado. Esta limitación del principio iuria curia novit deriva del principio de
inviolabilidad de la defensa en juicio garantizado por la Constitución.

Presencia del imputado: otra característica fundamental del derecho de defensa durante
el juicio consiste en la obligatoriedad de la presencia del imputado durante el juicio. La
constitución prohibe que se realicen juicios penales en ausencia del imputado. Esta
prohibición es el único fundamento para la aplicación de medidas cautelares durante el
proceso. Si el imputado tiene derecho a estar presente, ello no significa que tiene
derecho a hacerlo de un modo libre. No se puede entender por “presencia del imputado”
el tenerlo en una sala contigua o sometido a medidas de seguridad que le impidan ejercer
su derecho de defensa, u observar la prueba, o atender lo que dicen los testigos o
participar en los debates.
La “presencia” en sentido constitucional, implica la posibilidad concreta y real para el
imputado de participar del desarrollo del juicio y de los debates.

Punto 6) Unidad V – Prohibición de ne bis in idem. Páginas 167 a 175 de Binder.


El conjunto de garantías básicas que rodean a la persona durante el proceso penal se
completa con el principio ne bis in idem, según el cual el Estado no puede someter a
proceso a un imputado, dos veces por el mismo hecho, sea en forma simultánea o
sucesiva. Esto significa que la persona no puede ser sometida a una doble condena ni
afrontar el riesgo de ello, pero sí puede ser sometida a un segundo proceso si el objeto
de éste último consiste en revisar la sentencia condenatoria del primero para determinar
si es admisible una revocación de esa condena y una absolución. Lo inadmisible no es la
repetición del proceso, sino una doble condena o el riesgo de afrontarla.
Se trata de una garantía diferente de las anteriores. Esta se refiere a la necesidad de que
la persecución penal solo se pueda poner en marcha una vez.
Nuestra constitución nacional no incluye esta garantía de un modo expreso, pero se
puede extraer de la fórmula abierta del artículo 28, aunque en los pactos internacionales
de derechos humanos que forman parte de ella, está expresamente prevista esta
garantía. La Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de
Costa Rica dispone en el artículo 8.4 que el inculpado absuelto por una sentencia firme
no podrá ser sometido nuevamente a juicio por los mismos hechos. El Pacto Internacional
sobre Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 14.7 establece que nadie podrá ser
juzgado ni sancionado por un delito por el cual haya sido ya condenado o absuelto en
virtud de una sentencia firme.
La Constitución Provincial, en su artículo 44, segundo párrafo dispone que nadie puede
ser perseguido penalmente más de una vez por el mismo hecho.
La aplicación de esta garantía ha generado dificultades en relación a las
excepciones posibles y a los requisitos que se exigen.
20

En cuanto a los requisitos, la doctrina es unánime en exigir la existencia de tres


identidades o correspondencias: se debe tratar de la misma persona, del mismo
hecho y de la misma causa. Cada una de estas correspondencias presenta algún tipo
de discusión o dificultad.
Primera correspondencia: necesidad de que se trate de una misma persona. Hay que
tener en cuenta que se trata de una garantía “personal” que juega a favor de una
determinada persona y nunca en abstracto. Se ha discutido si la desestimación que
puede ocurrir cuando todavía no ha sido correctamente individualizado el imputado,
puede producir un efecto erga omnes. Pero en realidad la desestimación se trata del
rechazo por inadmisible de una denuncia, que puede ser admitida nuevamente si se
modifican las condiciones por las que antes rechazada. Lo mismo ocurre con los
sobreseimientos absolutos que no tienen referencia a un imputado en particular. Un
nuevo proceso, dirigido contra un nuevo cómplice o contra una persona determinada,
resultaría admisible.
Segunda correspondencia: necesidad de identidad de los hechos: Cuando nos
referimos a los hechos estamos aludiendo a una hipótesis. La exigencia significa que
debe existir correspondencia entre las hipótesis que fundan los procesos en cuestión. Se
trata de una identidad fáctica y no de una identidad de calificación jurídica. No es cierto
que pueda admitirse un nuevo proceso sobre la base de los mismos hechos y una
calificación jurídica distinta. Si los hechos son los mismos, esta garantía impide la doble
persecución penal, sucesiva o simultánea.
Pero existe una excepción y se da en los casos en que cada uno de los procesos se
funda en reglas diferentes que impiden su unificación: un ejemplo: un mismo hecho
puede encuadrarse dentro de un delito de acción pública y al mismo tiempo dentro de un
delito de acción privada. Estos dos tipos de procesos no se pueden acumular. Es un caso
en que podrían tramitarse simultánea o sucesivamente dos procesos basados en los
mismos hechos. Sin embargo existe un mecanismo procesal que permite el dictado de
una única condena o la unificación de las penas.
La búsqueda de correspondencia del hecho presenta innumerables problemas siendo el
primero de ellos establecer cuándo se puede afirmar que el hecho es el mismo. La
doctrina afirma que para que opere la garantía de ne bis in idem, es necesario que se
mantenga la estructura básica de la hipótesis fácticas.; sin embargo la formula elaborada
por la dogmática procesal ha resultado muy vaga porque no existen criterios racionales
claros para determinar cuándo se conserva la estructura básica del hecho.
En aquellos casos en los que se ha ejercido el poder penal con suficiente intensidad y ha
existido la posibilidad de completar de forma adecuada la descripción del hecho, la
identidad del hecho debe ser comprenda del modo más amplio posible. Lo que se debe
tener en cuenta es la unidad de sentido del hecho conforme a las normas jurídicas.
Tercera correspondencia: necesidad de la misma causa: debe tratarse del mismo
motivo de persecución, la misma razón jurídica y política de persecución penal, el mismo
objetivo final del proceso. También esta identidad de fundamento debe ser entendida de
un modo muy amplio aunque algunos han sostenido una interpretación más restrictiva
pero ello no se conforma con el espíritu de nuestra constitución. I e objeto del proceso es
la aplicación de una sanción como respuesta del Estado a algo que ha calificado como
infracción a la ley, no debe distinguirse si tal respuesta reviste el carácter de una sanción
contravencional, de una sanción por un delito o de una sanción disciplinaria. No se puede
pretender sancionar a una persona dos veces por el mismo hecho.

El principio del ne bis in idem tiene efectos muy concretos en el proceso penal.
El primero de ellos es la imposibilidad de revisar una sentencia firme contra el imputado.
Si ha sido absuelto no puede ser condenado en un segundo juicio y si ha sido
condenado, no puede ser nuevamente condenado a una sentencia más grave. La única
revisión posible es aquella que resulte favorable al imputado.
El segundo efecto consiste en dar fundamento a lo que se denomina la excepción de litis
pendencia: como una persona no puede estar sometida a dos procesos por el mismo
hecho y el mismo motivo, existe una excepción o defensa anticipada, cuya finalidad es la
21

unificación de los procesos. La posibilidad de utilizar este mecanismo debe ser lo más
amplia posible; el imputado debe poder interponerla en cualquier etapa del proceso.

Punto 7) Unidad VI – Limitaciones a la averiguación de la verdad. Derecho a no


incriminarse.
Limitaciones a la averiguación de la verdad. Páginas 175 a 179 de Binder. El juicio es
la etapa principal del proceso y en él se concentran las garantías procesales, por lo tanto
es lógico que el Estado tenga la posibilidad de preparar el juicio, es decir, realizar un
conjunto de actividades orientadas a la búsqueda de información para poder
fundamentar la acusación y presentar las pruebas.
Esta necesidad de preparación del juicio es lo que fundamenta las “etapas preparatorias”
del mismo y la principal consiste en la investigación o instrucción que permitirá fundar la
acusación que abre el juicio. Y es durante esta etapa preparatoria o de investigación
cuando los derechos de las personas corren un mayor riesgo de resultar afectados.
Existe un grupo de garantías específicas cuya finalidad consiste en limitar la posibilidad
que el Estado tiene de recolectar información y para comprender tal limitación debemos
entender “la finalidad del proceso penal”.
Tradicionalmente se ha dicha que el proceso penal tiene como finalidad la averiguación
de la verdad real o histórica, es decir, la reconstrucción de los hechos tal y como han
sucedido. Esto constituye una meta deseable; es una aspiración legítima del proceso.
Sin embargo esa reconstrucción nunca se realiza con total fidelidad porque el propio
proceso penal se pone a sí mismo limitaciones importantes para la averiguación de la
verdad.
En el proceso inquisitivo puro no se establecía ninguna limitación sino que se busca por
cualquier medio, inclusive la tortura para obtener la confesión del imputado para
confirmar la verdad encontrada. Esta desvirtuación perversa es hoy inadmisible., lo cual
no significa que haya desaparecido, muy por el contrario, todavía en la práctica del
proceso penal es frecuente que no se repare en los medios para averiguar la verdad; la
investigación se convierte en un conjunto de trampas que se le colocan al imputado para
sorprenderlo y provocar así su confesión.
Pero, en la estructura de un proceso penal conforme a un Estado de Derecho, la
búsqueda de la verdad es un objetivo sometido a muchas limitaciones siendo posible
afirmar que nunca podrá el proceso reconstruir perfectamente la verdad material porque
adolece de una incapacidad intrínseca y absoluta para alcanzarla; puede reconstruir una
verdad formalizada que se ha denominado “verdad forense” pero nunca la verdad
histórica o material. Dadas estas limitaciones podemos afirmar que el proceso penal no
reconstruye los hechos sino que los redefine.
El tema del proceso penal dentro de la sociedad está sometido a una doble tensión. Por
una parte la tensión propia del principio garantista según el cual las decisiones judiciales
no se pueden desligar totalmente del principio de la verdad. Por otra parte, la
constatación de que el proceso penal adolece de una incapacidad absoluta para
reconstruir los hechos que provienen de la distancia temporal y de la utilización de
canales limitados y extremadamente formalizados para obtener información.
La consecuencia más importante y directa de estas limitaciones que restringen el acceso
del proceso penal a la verdad histórica es la limitación y formalización de los canales de
acceso a la información y estas limitaciones operan en distintos niveles:
En primer lugar, existen ciertos campos, temas y métodos que son absolutamente
prohibidos: la tortura, las amenazas y la coacción para que una persona confiese.
En segundo lugar, aquellos casos en que la información solo puede ser obtenida si existe
una previa autorización judicial expresa y específica. Es el caso de los registros
domiciliarios, allanamiento, interceptación de comunicaciones, incautación de papeles o
registros privados de todo tipo.
El tercer nivel es la pura formalización. Es lo que se denomina “legalidad de la prueba” e
implica que no puede ingresar al proceso información proveniente de rumores,
testimonios anónimos, del conocimiento privado del juez. El proceso penal sólo admite
ciertos canales preestablecidos y relativamente rígidos para el acceso a la información.
22

Derecho a no incriminarse: Páginas 181 a185 de Binder.


Una manifestación privilegiada del derecho a defensa, es el derecho a declarar, es decir
a introducir válidamente al proceso la información que el imputado considera adecuada.
Solo si se considera la declaración como una de las manifestaciones del derecho del
imputado a defenderse se puede comprender que nadie puede ser obligado a declarar en
su contra.
El imputado no tiene el deber de declarar. Sea que declare la verdad o que oculte
información, no hace otra cosa que ejercer su derecho a la propia defensa y no estará
incumpliendo un deber como el que tienen los testigos respecto de la declaración.
La consecuencia más importante y directa es la siguiente: del silencio del imputado, de su
negativa a declarar o de su mentira, no pueden extraerse argumentos a contrario sensu.
Lo contrario equivaldría a fundar resoluciones judiciales en presunciones surgidas de un
acto de defensa del imputado con lo que se estaría violando su derecho a defenderse.
Otra consecuencia es que el imputado puede declarar cuantas veces quiera, porque es él
quien domina la oportunidad y el contenido de la información que desea introducir en el
proceso. La facultad de confesar que tiene es personalísima y se funda en la voluntad del
imputado y no puede ser inducida por el Estado de ningún modo. No puede haber de
parte del Estado ningún tipo de mecanismo, argucia o presión tendiente a provocar la
confesión del imputado. Esto significa que no pueden utilizarse medios violentos y
tampoco mecanismos que menoscaben la voluntad del imputado. No pueden emplearse
preguntas capciosas o sugestivas, ni amenazar al imputado con lo que podría sucederle
en caso de no confesar.
Esta garantía debe ser entendida del modo más amplio posible. Toda vez que
existan dudas acerca de si el imputado ha sido presionado para declarar en contra de sí
mismo, se debe entender que la declaración carece de validez. Los efectos de esta
declaración se extienden también hacia los testigos. La información que alguien podría
ingresar al proceso y causarle un perjuicio directo o lo pueda poner en riesgo de ser
sometido a un proceso penal lo faculta a negarse a declarar.
Tanto el imputado como el testigo deben estar amparados por la garantía de no
ser obligados a declarar contra sí mismos cuando la información que ingresarían al
proceso penal genere un riesgo para su estrategia de defensa o el riesgo de ser sometido
a proceso penal, o bien cuando le genere perjuicios en la defensa de su responsabilidad
civil o lo someta al riesgo de una responsabilidad civil.
Otra discusión que se ha entablado se refiere a si el término “declaración” debe
ser entendido en su sentido literal de “ingreso de información a través de una
manifestación oral o escrita de alguien” o si debe ser entendida en un sentido más
amplio. Si se hace una consideración amplia del término, el imputado tampoco estaría
obligado a prestarse a la realización de un acto del cual se pueda inferir algo que le
cause algún tipo de perjuicio.
Existen dudas respecto de aquellos actos en los cuales el imputado actúa como “objeto” y
no como “sujeto” de prueba, es el caso de un reconocimiento o cuando es necesario
extraerle al imputado una muestra de sangre. La línea divisoria con relación a este
problema pasa por el sujeto que ingresa la información. En el caso del reconocimiento, la
información es ingresada por un testigo que viendo al imputado lo reconoce y en el caso
de la extracción de sangre, la información es ingresada por un perito.
Esta garantía, la de no declarar contra sí mismo, rige en todas las etapas del proceso,
tanto en los actos iniciales como en el desarrollo de las etapas preparatorias, en las
intermedias y adquiere mayor relevancia en la etapa del juicio que es donde se produce
la actividad probatoria.
Su sentido constitucional es el de fortalecer la actividad defensiva del imputado y su
objetivo es evitar que el provocar la confesión se convierta en uno de los objetivos del
proceso penal. El fiscal debe tratar de probar los hechos sin buscar y sin provocar la
colaboración del imputado ni su confesión.

Punto 8) – Unidad VI – Prohibición de la tortura. Inviolabilidad del domicilio y los


papeles privados.
Prohibición de la tortura. Páginas 193 a 198 de Binder.
23

La tortura es la utilización de medios violentos para obtener e una persona cierta


información. Por violencia se entiende todo mecanismo que tiende a la anulación de la
voluntad de la persona, sea mediante la aplicación de violencia corporal, psicológica o
mediante el uso de químicos o hipnóticos que produzcan una anulación psíquica de la
voluntad.
No importa para la evaluación de la tortura, la clase de información que se
pretenda obtener. Toda información obtenida mediante tortura es inválida para el proceso
penal, sea que se refiera al propio imputado o que se refiera a otra persona o a otro
asunto o circunstancias. El solo hecho de obtener información mediante el uso de medios
violentos es, de por sí, suficiente para anular tal información.
Esta amplitud de las reglas de exclusión de la prueba ilegítima, conocida como la
“teoría de los frutos del árbol envenenado”, tiende a proteger a las personas mediante el
mecanismo de quitarle todo tipo de validez a la información obtenida de este modo.
Constituye uno de los sistemas más eficaces para prevenir la tortura.
Mediante la exclusión amplia, el proceso penal acentúa su carácter garantista y
protege al individuo.
La prohibición de la tortura no es un derecho disponible por parte del imputado.
Aún en el caso de que un imputado no tuviera otra forma de probar su inocencia, no por
ello el proceso penal puede admitirla. Existe una imposibilidad derivada de las
condiciones de legitimidad de un proceso judicial que impide que estos mecanismos sean
utilizados, aún cuando el imputado lo consienta.
Esto se ve muy claro respecto de la tortura clásica, pero plantea dudas respecto
de otros mecanismos que menoscaban la voluntad pero sin violencia como sucede
cuando un imputado solicita ser sometido a hipnosis para demostrar que efectivamente
es inocente o cuando solicita que se le aplique un “suero de la verdad” para demostrar
que no miente. La utilización de medios violentos para obtener información es inadmisible
per se. La utilización de medios no violentos que venzan la voluntad consciente del
declarante no tiene la misma inadmisibilidad absoluta. Podría ser conceptualmente
admisible cuando existe el consentimiento prestado libremente y siempre que tal recurso
solamente se utilice para la defensa y se garantice su eficacia e inocuidad.
En los casos en que éste sea el único medio de que dispone el imputado para construir
su defensa, una decisión judicial cautelosa y previsora de cada una de las situaciones
concretas, podría autorizarla.

Principios que limitan el uso de la fuerza durante el proceso penal.


En primer lugar, la idea de juicio previo: nadie puede ser condenado sino luego de un
juicio al cabo del cual una sentencia declare su culpabilidad.
En segundo lugar: el principio de inocencia: ninguna persona puede ser considerada
culpable ni tratada como tal sin que antes se haya declarado tal culpabilidad en una
sentencia firme, luego de un juicio.
Pareciera que en virtud de estos principios, resulta imposible aplicar la fuerza
propia del poder penal durante el proceso. Sin embargo nuestra Constitución establece
normas que solo son entendidas si se parte del supuesto de que es posible aplicar ciertas
medidas de fuerza. Se trata de la prisión preventiva, es decir, el encarcelamiento de
una persona para asegurar que comparezca al juicio, asegurar que la pena va a ser
cumplida. Y que una y otra circunstancia no se verán frustradas por una eventual fuga del
imputado.
La prisión preventiva aparece como una limitación al principio de inocencia y a
principio de juicio previo. En la realidad de nuestros sistemas procesales, la prisión
preventiva es una medida habitual, aplicada con un alto grado de discrecionalidad y
constituye en muchos casos la verdadera pena, fenómeno que se ha denominado “los
precios sin condena”.
Excepcionalidad: dentro del sistema constitucional, tanto la prisión preventiva
como la detención, deben ser excepcionales.
Ahora bien, a lo largo del proceso penal, la aplicación de medidas de coerción puede
tomar diversas firmas de diferentes grado de intensidad: cuando el imputado o un testigo
son citados a comparecer en forma obligatoria, de modo tal que si no lo hace será llevado
24

por la fuerza pública, se puede considerar que existe aplicación de fuerza; pero esta
situación está sometida a ciertos requisitos: que no se puede citar a las personas por
cualquier cosa y sin indicar el motivo de la citación ni tampoco sin indicación clara acerca
del lugar donde deben presentarse. Tampoco puede utilizarse la fuerza para hacer
comparecer a una persona si no existen razones comprobadas de que su
incomparecencia es injustificada.
Otra medida de coerción es la detención, el arresto. Se trata de la privación de la
libertad del imputado en los momentos preliminares o iniciales del proceso para realizar
las primeras investigaciones o para someterla al juez y buscar el dictado de la prisión
preventiva. Nuestra constitución afirma que nadie puede ser arrestado sino en virtud de
orden escrita de autoridad competente, siendo la interpretación correcta que solo se
puede privar de la libertad a las personas mediante una autorización judicial.
La forma más importante de afectación de la libertad es la prisión preventiva: es
la privación de la libertad a que se somete a una persona a fin de asegurar el
cumplimiento de ciertas finalidades preestablecidas dentro del proceso penal. El resto
sobre prisión preventiva está desarrollado en el punto 3).
Inviolabilidad del domicilio y los papeles privados. Binder páginas 188 a 191.
Un proceso penal fundado en ideas garantizadoras, procura proteger también
aquellos ámbitos directamente ligados con la intimidad del individuo. Encontramos dos
dimensiones que están protegidas por el proceso penal: el domicilio y la correspondencia
y los papeles privados y lo están porque pueden ser afectados tal como siempre ha
sucedido a lo largo de la historia.
No se trata de una protección absoluta sino de segundo nivel y consiste en que no
será posible buscar información en tales fuentes si no media una autorización expresa de
un juez.
Por domicilio se entiende el lugar donde la persona desarrolla sus actividades
primarias en un sentido lo más amplio posible: puede tratarse tanto de su vivienda
particular como las oficinas donde desempeña sus negocios o su trabajo, siempre que se
trate de un ámbito de desarrollo de sus actividades. Lo mismo debe entenderse respecto
de un automóvil, también su registro interior requeriría de una orden de registro.
La búsqueda de información en estos ámbitos sólo es admisible si se cuenta con
una orden de allanamiento o de registro, esto es, una autorización formal, precisa y
circunstanciada del juez. La orden nunca puede ser genérica ni con relación al tiempo ni
en cuanto al lugar; debe estar circunscripta temporalmente, debe determinar con
precisión y expresamente el lugar que puede y debe ser registrado. Y no solo debe ser
circunstanciada en cuanto a espacio y tiempo, sino también debe contener una referencia
expresa al proceso en el cual ha sido ordenada y además indicar qué es lo que se busca.
Toda orden de allanamiento o registro que no cumpla con estos requisitos y toda
la información que sea recolectada por medio de ella o sin contar con una autorización
judicial, es una información ilícita que no puede ingresar al proceso penal.
Existen sin embargo algunos casos en los cuales es posible ingresar a estos
ámbitos de privacidad sin la debida autorización. Son los casos que se conocen como
“posibilidades de allanamiento sin orden”, son permisos especiales. Son excepciones
fundadas en razones humanitarias, por ejemplo cuando se escuchan voces de auxilio o
se produce un accidente o una catástrofe; en razones de necesidad por ejemplo cuando
se está persiguiendo a una persona y es necesario proseguir su persecución dentro de
alguna vivienda o cuando se está cometido un delito dentro de una vivienda y es
necesario evitar su prosecución o su consumación. Estos casos deben ser
excepcionales y ser interpretados de un modo restrictivo.
Un tema que ha originado largas discusiones se relaciona con el valor que se le
ha de dar al consentimiento de la persona para permitir el ingreso a su vivienda. N
principio, el consentimiento debería bastar, siempre que se trate de un consentimiento
libre. Sin embargo, cabe exigir algún tipo de prueba de ese consentimiento la cual debe
estar en manos del funcionario que ha ingresado en el domicilio. Ello significa que de
ningún modo puede evitarse la orden de allanamiento sobre la base de un consentimiento
tácito. En última instancia, se debe presumir que tal consentimiento no ha sido prestado.
25

Otras posturas sostienen que por razones de prevención de posibles conductas


ilícitas, se debe asumir una postura más estricta y exigir en todos y cada uno de los
casos una orden de allanamiento, ya que no se trata de un derecho disponible por parte
de las personas sino de una de las condiciones de legitimidad del proceso dentro de un
Estado de Derecho.
Correspondencia y papeles privados: en forma similar a la protección del
domicilio, gozan la correspondencia y los papeles privados de las persona. Se entiende
que son manifestación directa de la personalidad y que no pueden ser examinados ni
incautados sin una autorización expresa del Juez.
Este principio se refiere a todas las formas de documentación y comunicación a través de
las cuales se manifiesta la persona; incluye cartas, documentos, diarios y cualquier otra
forma de comunicación escrita; las comunicaciones telefónicas, magnetofónicas, por
facsímil y también los registros informáticos.
La autorización judicial significa que solo el juez es la persona habilitada para
determinar qué comunicación particular puede ingresar al proceso penal y cuál debe ser
devuelta, intacta, a su legítimo poseedor.
La autorización no puede ser delegada, salvo en cuanto a la colaboración material
imprescindible para recolectarla.
En este campo también existen algunos límites absolutos. Hay ciertas
comunicaciones y registros cuya inclusión en el proceso penal siempre es inadmisible.
Por ejemplo las comunicaciones entre el imputado y su defensor; entre el imputado y
aquellas personas que no pueden declarar como testigos porque así lo establecen la
mayoría de los códigos procesales (cónyuge, hijos, a menos que sean víctimas) Estas
comunicaciones son incautables aún mediante autorización de un juez y no pueden ser
utilizadas dentro del proceso.
Tanto para el caso de violación de correspondencia como para el caso de
intromisión tecnológica dentro de la esfera de intimidad personal, rigen las mismas reglas
de exclusión probatoria respecto de la tortura. Aquí también debe aplicarse en su mayor
amplitud la exclusión de la prueba ilícita, tanto de la información obtenida directamente
como las alcanzadas a raíz de la información original obtenida ilícitamente.

Punto 9) Unidad VI – Juez Natural. Juez Imparcial. La independencia judicial.


Páginas 141 a 148 de Binder.
La Constitución nacional en su artículo 18 establece que ningún ciudadano puede ser
juzgado por comisiones especiales o ser apartado de los jueces designados por la ley
antes del hecho de la causa.
Todo proceso penal estructurado conforme a principios republicanos, tiende a evitar toda
posible manipulación política del juicio y lograr que sea verdaderamente imparcial.
Con el desarrollo del concepto racional del Derecho y la aparición del Estado
monopolizador del poder y en especial del poder penal, se fue perdiendo la idea de juez
natural habitado tanto por la comprensión del caso como por el conocimiento de la vida y
las costumbres locales de acuerdo con las cuales el caso debía ser juzgado.
Modernamente se ha buscado rescatar el antiguo concepto de juez natural como
intérprete de la vida local, para comprender los valores y los criterios de vida de las
personas que son juzgadas.
A partir de esta pérdida paulatina del sentido sustancial del juez natural, este concepto
pasa a referirse a la predeterminación legal del Juez. Ello significa que la competencia
para entender en una causa determinada, debe estar establecida por la ley y solamente
el legislador puede determinar la competencia. En un país federal, el tema es importante.
La Constitución Nacional deslinda los casos de competencia ordinaria de los casos de
competencia federal, tanto en base al territorio como a la material. El legislador común no
puede avanzar sobre estos criterios de división de competencia, que hacen a la esencia
del Estado federal porque el legislador constitucional le ha impuesto limitaciones. Pero
fuera de ese límite le corresponde de la facultad de determinar las reglas de la
competencia a través de la ley.
26

Pero la determinación legal no es suficiente. Para que se cumpla con la garantía del juez
natural, es necesario que la determinación legal sea previa al hecho que motiva el
juicio. El fundamento es evitar que luego, el mismo legislador, por razones políticas o
circunstanciales, modifique la distribución de la competencia y pueda provocar así
intencionalmente que una determinada causa pase a manos de un juez más o menos
favorable a los intereses de una de las partes.
Otra limitación sobre la determinación legal de la competencia consiste en que el
legislador tampoco es completamente libre para fijarla a su antojo. El legislador no podría
crear tribunales excepcionales porque no podría establecer una regla de competencia
basada en razones que violaran el principio de igualdad ante la ley.
La competencia siempre debe ser fijada conforme a criterios generales y teniendo en
cuenta una distribución del trabajo orientado a la especialización, pero no debe encubrir
una decisión discriminatoria. Pueden crearse tribunales dedicados a materias especiales,
pero si ello ocultara una política discriminatoria quedarían invalidados los principios
constitucionales de trato igualitario.
Ahora bien, cuando los cambios de competencia no se producen arbitrariamente sino que
responden a una razón general de reorganización del trabajo judicial, habrá que tener en
cuenta en cada caso si el cambio de competencia provoca una disminución del derecho
de defensa. Se debe verificar si el cambio resulta de algún modo perjudicial para la
situación del procesado. Los cambios de competencia general deben respetar la
competencia asignada previamente y solo deben regir para el futuro no teniendo
aplicación retroactiva.
Un problema grave se suscita cuando un tribunal desaparece y ello puede ocurrir por dos
razones: una por una causa directa: esto es que desaparece un tribunal porque la ley
deroga su existencia; otra: porque se declare inconstitucional la ley que le atribuía
competencia porque lo erigía en tribunal especial y hasta es posible que haya tenido
vigencia efectiva hasta ser declarado inconstitucional, y en tal caso las causas que están
bajo su competencia pasan al tribunal original.
El Derecho romano había elaborado para este caso un principio según el cual un proceso
debe finalizar donde ha comenzado; pero si la asignación de un proceso a un tribunal ha
sido ilegítima, no existe razón para sostenerla.
La Constitución establece también una limitación a la creación de comisiones especiales,
entendiéndose por éstas la atribución de competencia a órganos que no son
jurisdiccionales sino creados por designación especial de alguno de los otros poderes del
Estado, se trate tanto de una comisión bicameral, una comisión parlamentaria o una
comisión especial creada por el Poder Ejecutivo. Al respecto la Constitución es clara: esta
clase de comisiones no puede tener funciones jurisdiccionales, prohibición confirmada
por otras normas de la constitución que impiden que los otros poderes del estado se
arroguen el juzgamiento de causas pendientes o la reapertura de las ya cerradas por
decisión jurídica.
Una tercera garantía, relacionada con raíces históricas es que el juez natural debe ser
también, un mecanismo que permita un juzgamiento integral del caso. Debe asegurar que
el juez esté en condiciones de comprender el significado histórico, cultural y social del
hecho que debe juzgar. No resulta correcto desligar el principio del juez natural de la
persona física y concreta del juzgador.
De ninguna manera se puede sostener un criterio despersonalizado del juez natural, pero
ello no significa que toda vez que un juez es ascendido o renuncia las causas en la
cuales ha intervenido deban ser archivadas sino que cuando existe una razón de éste
tipo y el cambio no está fundado en ningún tipo de manipulación del proceso penal,
razones de sentido común justifican el paso a manos de otro juez sin que se produzca
una violación al principio del juez natural.
Pero si sin ninguna razón se cambiara al juez que es titular de un determinado tribunal
por otro más proclive al régimen o dispuesto a admitir presiones, había una afectación al
principio del juez natural.

La imparcialidad e independencia judicial.


27

El pensamiento que fundamenta las garantías procesales y la protección respecto


de un eventual uso arbitrario del poder penal por parte del Estado, se caracteriza por ser
extremadamente cauteloso y desconfiado respecto de la aplicación de tal poder.
No basta con que exista un juicio previo, con que se establezca el principio de
inocencia, la necesaria predeterminación legal del juez, además se ha establecido la
exigencia de la imparcialidad e independencia de los jueces como mecanismo adecuado
para que la administración de justicia no responda a los dictados de ninguno de los otros
poderes del Estado.
De acuerdo con este principios, los jueces son independientes de todos los demás
poderes del Estado en cuanto al ejercicio de su función y para la aplicación del Derecho
al caso concreto.
Esta afirmación tiene consecuencias:
Que la independencia es un atributo personal del juez, resultando necesario distinguirla
de la independencia de la institución judicial. Es el juez, personalmente, con nombre y
apellido quien no está subordinado a ninguna instancia de poder, ni al Ejecutivo, ni al
Legislativo como tampoco está subordinado a ninguna instancia de poder interna al
Poder Judicial.
Los denominados “jueces superiores”, aquellos que conocen sobre algún recurso, o los
jueces de la Corte Suprema, no tienen poder sobre el juez ordinario. Cuando se habla de
tribunales o jueces superiores significa ello que por una simple distribución de
competencia, éstos tienen el poder de revisar la sentencia dictada por los jueces o
tribunales ordinarios.
El Poder Judicial no es un poder estratificado jerárquicamente. La Corte Suprema tiene
un cierto poder administrativo general, de superintendencia o aún un poder disciplinario,
pero tales poderes, en la medida que afecten la independencia judicial, implican un
ejercicio inconstitucional.

Quedan así deslindados los dos ámbitos de la independencia judicial que distingue la
doctrina:
la independencia externa que exige que el juez no dependa de ninguno de los otros
poderes del Estado.
La independencia interna respecto de todo organismo superior dentro del propio Poder
Judicial.

Nuestra Constitución Nacional establece los mecanismos mediante los cuales tal
independencia debe ser preservada:
en primer lugar establece que ningún otro poder del Estado puede arrogarse el
juzgamiento de las causas pendientes quedando con ello afirmado el monopolio
jurisdiccional y la independencia absoluta del Poder Judicial respecto de los otros
poderes.
En segundo lugar establece mecanismos concretos para garantizar la independencia de
los jueces, a saber: la estabilidad de sus funciones: los jueces no pueden ser
removidos sino por un procedimiento constitucional como es el juicio político mediante
una acusación realizada por la Cámara de Diputados y un juicio que efectúa la Cámara
de Senadores; la intangibilidad de sus remuneraciones: significa que no es posible
presionar a la administración de justicia mediante el recurso de modificar las
remuneraciones, pero ello no significa que los jueces deban permanecer al margen de las
fluctuaciones económicas a que está sometida la sociedad sino que se trata de preservar
a los jueces de las políticas salariales que son fruto de una decisión directa; no
comprende los casos de disminuciones originadas en la depreciación monetaria o las
fluctuaciones económicas; por último que la independencia de los jueces no es una
prerrogativa profesional sino que se trata de que los ciudadanos tengan la garantía de
que la persona que va a administrar el poder penal del Estado, actúe con total libertad y
sin estar sometido a presiones. Es una garantía prevista a favor de los ciudadanos y no
de los jueces.
La independencia no significa total arbitrio del Juez dado que tiene dos límites
infranqueables: por una parte el Derecho que el juez debe limitarse a interpretar y
28

aplicar a cada caso concreto que se le presenta y por otra parte los propios hechos, tal
como han sido reconstruidos en el curso del proceso. El juez es quien debe subsumir los
hechos que le son dados, en una determinada solución jurídica.

GARANTIAS CONSTITUCIONALES
CONSTITUCION NACIONAL:
Artículo 1: Forma de Gobierno. La Nación Argentina adopta para su gobierno la
forma representativa republicana federal, según lo establece la presente Constitución.
Artículo 18: Debido proceso sustantivo. Ningún habitante de la nación puede ser
penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por
comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de
la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en
virtud de orden escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de
la persona y de los derechos. El domicilio es inviolable, como también la
correspondencia epistolar y los papeles privados; una ley determinará en qué casos y
con qué justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan
abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de
tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad
y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable
al juez que la autorice.

Artículo 19: Autonomía personal. Las acciones privadas de los hombres que de
ningún modo ofendan la orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están
sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados. Principio de
legalidad. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la
ley, ni privado de lo que ella no prohibe.

Artículo 24: Juicio por jurados. El congreso promoverá la reforma de la actual


legislación en todos sus ramos, y el establecimiento del juicio por jurados.

Artículo 28: Principio de razonabilidad: Los principios, garantías y derechos


reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que
reglamenten su ejercicio.
Artículo 75: Atribuciones del Congreso:
Inciso 12: Dictar los códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería y del Trabajo y
Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales códigos alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o
provinciales, según que las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas
jurisdicciones....y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados.
Inciso 20: Establecer tribunales inferiores a la Corte Suprema de Justicia...

Artículo 108: El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de
Justicia, y por los demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el
territorio de la Nación.

Artículo 110: Los Jueces de la Corte Suprema y de los tribunales inferiores de la


Nación conservarán sus empleos mientras dure su buena conducta, y recibirán por
sus servicios una compensación que determinará la ley, y que no podrá ser disminuida
en manera alguna, mientras permaneciesen en sus funciones. (Para removerlos es
necesario un Juri de enjuiciamiento: Acusa la Cámara de Diputados y Juzga la Cámara
de Senadores).
Artículo 118: Todos los juicios criminales ordinarios, que no se deriven de despacho
de acusación concedido en la Cámara de Diputados, se terminarán por jurados, luego
que se establezca en la República esta institución...

CONSTITUCION PROVINCIAL:
Artículo 9: Derechos fundamentales: los derechos y garantías consagrados por
esta Constitución no serán alterados por las leyes que reglamentan su ejercicio.
29

El derecho es el fundamento del Estado y éste se autolimita frente a los


derechos naturales del individuo y de las sociedades no estaduales, anteriores al
Estado mismo y que corresponden al hombre por su propia condición humana.

Artículo 18: Derechos enumerados. Todos los habitantes de la provincia gozan de


los derechos y garantías reconocidos por la Constitución Nacional y la presente, con
arreglo a las leyes que reglamentan su ejercicio. En especial gozan de los siguientes
derechos:
Inciso 9): acceder a la jurisdicción y a la defensa de sus derechos.

Artículo 43: Estado de Inocencia: Toda persona goza del estado de inocencia
mientras no sea declarado culpable por sentencia firme.

Artículo 44: Debido Proceso. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de


los derechos en todo procedimiento o proceso de naturaleza civil, penal, laboral,
administrativo, fiscal, disciplinario, contravencional o de cualquier otro carácter.
Nadie puede ser privado de un derecho sino por una sentencia fundada, dictada
por juez competente con resguardo de las reglas del debido proceso, ni penado sino
en virtud de un proceso regularmente tramitado con arreglo a las garantías
consagradas en la Constitución Nacional y a las previsiones de la presente; ni juzgado
por otros jueces que los instituidos por la ley antes del hecho de la causa y designados
de acuerdo con esta Constitución; ni perseguido penalmente más de una vez por el
mismo hecho.
Siempre se aplica la ley procesal penal más favorable al imputado.
Todo proceso debe concluir en un término razonable.
Toda disposición legal que coarte la libertad personal, las facultades procesales en
juicio penal o establezca sanciones procesales, debe ser interpretada restrictivamente.
Las leyes penales no pueden aplicarse por analogía.
En caso de duda debe decidirse por lo que sea más favorable al imputado.

Artículo 45: Defensa en juicio. Todo imputado tiene derecho a la defensa técnica,
aún a cargo del Estado, desde el primer acto de la persecución penal.
Los jueces son responsables de proveer lo necesario para la directa, efectiva e
insustituible intervención del defensor penal designado particular u oficial, en todos los
actos fundamentales del proceso, que son nulos sin su presencia, especialmente la
declaración del imputado.
Cualquier menoscabo a la intervención efectiva del defensor constituye una
lesión a la defensa en juicio.
No se exige al abogado, en ningún caso ni por ninguna autoridad, la violación
del secreto profesional; incurren en causal de mal desempeño quienes contravienen
esta disposición. Los defensores no pueden ser molestados ni interceptada su
comunicación ni allanados sus domicilios o locales profesionales, con motivo de su
ministerio.
Como auxiliares de la justicia tienen la misma dignidad que los jueces.
Nadie puede ser obligado a declarar contra si mismo, ni contra su cónyuge,
ascendiente, descendiente, hermano y parientes colaterales hasta el cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad, su tutor, pupilo o persona con quien convive
en aparente matrimonio.

Artículo 46: Prueba. Los procedimientos judiciales, el sumario y la prueba, son


públicos en todos los casos salvo aquellos en que la publicidad afecte la moral o la
seguridad pública. La resolución es motivada.
Los actos que vulneran las garantías reconocidas por la Constitución Nacional y por la
presente carecen de toda eficacia probatoria. La ineficacia se extiende a todas aquellas
pruebas que con arreglo a las circunstancias del caso, no hubiesen podido ser
obtenidas sin su violación y fueran consecuencia necesaria de ella.
30

Artículo 47: Detención. Incomunicación. Todo detenido es notificado de la causa


de su detención inmediatamente y del mismo modo se da aviso al juez competente,
poniéndolo a su disposición con los antecedentes del caso.
La incomunicación sólo puede ser ordenada por el juez fundadamente para
evitar que el imputado entorpezca la investigación y no puede exceder de dos días.
Aún en tal caso queda garantizada la comunicación con el defensor inmediatamente
antes de la realización de cualquier acto que requiere la intervención personal del
imputado. Rige al respecto el penúltimo párrafo del artículo 49.

Artículo 48: Trato indebido. Responsabilidades. Es penada toda violencia física o


moral ejercida mediante pruebas psicológicas o de cualquier otro orden que alteren la
personalidad del individuo sujeto o no a cualquier restricción de su libertad. Nadie
puede en ningún caso violar los límites impuestos por el respecto a la dignidad de la
persona humana.
Los funcionarios de cualquier rango que sean autores, partícipes o encubridores
de desaparición forzada de personas, tratos crueles, degradantes o de alguna forma
inhumanos y los que los toleren o consientan, son exonerados del servicio al que
pertenecen e inhabilitados de por vida para acceder a la función pública, sin perjuicio
de las penas que les corresponden. La obediencia debida en ningún caso excusa de
esta responsabilidad.
Los jueces son responsables de velar por el cumplimiento de este precepto
hasta la extinción de la pena bajo causal de destitución.

Artículo 49. Privación de la libertad. La privación de la libertad tiene carácter


excepcional y solo puede ordenarse en los límites de esta Constitución, siempre que
no exceda el término máximo que fija la ley.
Salvo el caso de flagrancia, nadie es privado de su libertad sin orden escrita y
fundada de juez competente, siempre que existan elementos de convicción suficientes
de participación en un hecho ilícito y sea absolutamente indispensable para asegurar
la investigación y la actuación de la ley. En caso de flagrancia, se da aviso inmediato
al juez poniéndose a su disposición el aprehendido, con constancia de sus
antecedentes y los del hecho que se le atribuye.
Producida la privación de libertad el afectado es informado en el mismo acto del
hecho que lo motiva y de los derechos que le asisten, como también de que puede dar
aviso de su situación a quien crea conveniente. La autoridad arbitra los medios
conducentes a ello.
Ninguna persona puede ser molestada, perseguida, arrestada o expulsada del
territorio de la Provincia por sus ideas religiosas, políticas o gremiales.

Artículo 52: Inviolabilidad de domicilio. Allanamiento. El domicilio, lugar de


habitación o permanencia, aún transitorio, es inviolable y sólo puede ser allanado por
orden escrita y motivada de juez competente, la que no se suple por ningún otro
medio ni aún por el consentimiento de su dueño u ocupante.
Cuando se trata de moradas particulares el registro no puede realizarse de
noche, salvo casos graves y urgentes y por orden judicial fundada, bajo la
responsabilidad del juez que lo autoriza.

Artículo 53. Papeles privados y comunicaciones. Los papeles privados, la


correspondencia epistolar, los teléfonos, las comunicaciones de cualquier especie, los
sistemas de almacenamiento de datos y los elementos configurantes de algún secreto
profesional amparado por ley, son inviolables.
Su examen, interceptación o intervención sólo puede realizarse por orden
judicial fundada bajo responsabilidad del magistrado que lo dispuso. Nunca puede ser
suplida por la conformidad del afectado.

Artículo 162: El Poder judicial es ejercido por un Superior Tribunal de Justicia, un


Procurador General, un Defensor General, Jueces Letrados, Jurados y demás
funcionarios judiciales, con la denominación, competencia material, territorial y de
grado que establecen esta Constitución y las leyes orgánicas.
31

Constituye un poder autónomo e independiente de todo otro poder al que


compete exclusivamente la función judicial.

Artículo 165: Inamovilidad. Los Ministros del Superior Tribunal de Justicia, los
demás magistrados judiciales, el Procurador General y el Defensor General, los fiscales
y los defensores son inamovibles en las condiciones prescriptas por esta Constitución y
mientras dure su aptitud y buena conducta. Sólo pueden ser removidos por mal
desempeño, desconocimiento inexcusable del derecho, inhabilidad psíquica o física y la
comisión de delitos dolosos.
Están sujetos a juicio político los Ministros del Superior Tribunal de Justicia, el
Procurador General y el Defensor General. A enjuiciamiento en la forma y bajo el
procedimiento previsto en la presente Constitución, los demás jueces, los fiscales y los
defensores.

Artículo 166: Los Ministros del Superior Tribunal de Justicia, el Procurador General y
el Defensor General son designados por el Poder Ejecutivo con acuerdo de la
Legislatura, prestado con el voto de los dos tercios del total de sus miembros.
Los jueces letrados, fiscales y defensores, son designados por el Consejo de la
Magistratura con acuerdo de la Legislatura. Este se presta en sesión pública que se
celebra dentro de los treinta días corridos del ingreso del pliego respectivo. Se
considera aprobado si transcurrido dicho plano no hay decisión afirmativa de la
Legislatura o si no es rechazado mediante el voto fundado de los dos tercios del total
de sus miembros.

Artículo 169: Resoluciones judiciales. Fundamentación. Las resoluciones


judiciales deben ser motivadas, con adecuada fundamentación lógica y legal. En el
caso de los órganos colegiados, la fundamentación es individual, aún cuando coincida
con la conclusión de otro de los miembros. La ausencia de motivación suficiente
e individual se considera falta grave a los efectos pertinentes.

Artículo 171: Jurados. La ley organiza los jurados para los delitos de imprenta o de
cualquier otro medio de difusión del pensamiento...

Artículo 172: Oralidad. Gradualmente se propende a la implantación de la oralidad


en todo tipo de proceso y a la organización del juicio por jurados.
En la etapa de plenario el proceso es, en todos los casos, oral y público.

Artículo 173: juzgamiento con vocales legos. Para el juzgamiento de las causas
criminales vinculadas a delitos dolosos cometidos por funcionarios públicos en
perjuicio de la Administración Pública Provincial, los tribunales competentes se
integran en forma minoritaria por vocales legos sorteados de una lista de ciudadanos
que deben reunir las condiciones requeridas para ser diputados y en la forma que
establece la ley.

CONVENCION AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS


Pacto de san José de Costa Rica

Artículo 8
9
7
5

PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLITICOS.


Artículos 14.2
14.3
14.7

PRINCIPIO DE INOCENCIA
32

Concepto: Juicio previo y principio de inocencia son dos caras de una misma moneda,
son garantías básicas del proceso penal, con ellas se inicia la construcción del escudo
protector frente al poder arbitrario.
Este principio implica un status de inocencia, una presunción de inocencia o un
derecho a ser tratado como inocente.
Fue reconocido por las declaraciones de derechos humanos que integran nuestro
texto constitucional por aplicación de lo dispuesto por el artículo 75 inciso 22:
La declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en su artículo 9º
proclamada en Francia expresa que debe presumirse inocente a todo hombre hasta que
haya sido culpable.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 11, punto 1,
expresa que toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley y al juicio público en el
que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.
El Pacto de San José de Costa Rica – Convención Americana sobre los Derechos
Humanos dispone en su artículo 8º que toda persona inculpada de un delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 14, punto 2, establece
que toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley.

En el orden provincial, el artículo 43 de la Constitución Provincial determina que toda


persona goza del estado de inocencia mientras no sea declarada culpable por sentencia
firme. Y el Código Procesal Penal, ……determina que el imputado debe ser tratado como
inocente.
Se puede decir con propiedad que este principio, nacido como una reacción ante
los abusos de la Inquisición, forma parte de la conciencia universal acerca del valor de la
persona.

Consecuencias del principio de inocencia: la formulación positiva del principio ha


generado las mayores dificultades en su interpretación que su formulación negativa. En la
base del problema existe una discusión verbal sobre el sentido y alcance de las palabras.
La “inocencia” es un concepto referencial, que solo toma sentido cuando existe alguna
posibilidad de que alguien pueda ser culpable.
La situación normal de los ciudadanos es la libertad, es su ámbito básico, pero cuando
ingresa al ámbito de actuaciones de las normas procesales adquiere sentido decir que es
¡inocente” porque eso significa que, hasta el momento de la sentencia condenatoria, no
se le podrán aplicar consecuencias penales. Por ello, es más claro conservar la
formulación negativa del principio para comprender su significado y esta formulación nos
indica que nadie es culpable sin una sentencia no lo declara como tal.

Qué significa el principio de inocencia?


Significa que: Solo la sentencia puede declarar la culpabilidad y que al momento de la
sentencia solo existen dos posibilidades: o culpable o inocente. No existe una tercera
posibilidad.
La culpabilidad debe ser jurídicamente construida.
Esa construcción implica la adquisición de un grado de certeza.
El imputado no tiene que construir su inocencia.
El imputado no puede ser tratado como un culpable.
No pueden existir ficciones de culpabilidad, es decir, partes de la culpabilidad que no
necesitan ser probadas.
El conjunto de estos principios conforman el status básico de un ciudadano sometido a
proceso. El status debe ser destruido y en ello reside la construcción de la culpabilidad.
Todos estos significados son derivaciones de la idea de “juicio previo”, y por eso decimos
que son dos caras de una misma moneda, pero la idea de prueba de la culpabilidad está
33

más ligada al concepto de sentencia y la idea de juicio previo es más abarcativa y


comprende todo el desarrollo del juicio.
Es verdad que en el proceso penal existe una adquisición progresiva de
conocimientos que pueden llevar a un aumento de la sospecha que existe respecto a una
persona, pero no se trata de eso sino de que nadie podrá ser considerado ni tratado
como culpable mientras una sentencia no lo declare como tal; lo que se quiere es que la
pena no sea anterior al juicio previo ni impuesta fuera de él.
Una primera derivación: una sentencia debe declarar la culpabilidad: La culpabilidad
es haber actuado en contra de las normas penales pudiendo haber hecho lo contrario. La
sentencia que declare o reconozca esa culpabilidad debe ser fundada porque así lo
exigen las instituciones republicanas. Sin embargo existen actos asimilables porque
producen una anticipación de la absolución como es el caso del sobreseimiento. La
sentencia es un momento “alternativo” porque o declara la culpabilidad o reconoce la
inocencia. Si la culpabilidad no es construida con certeza, aflora la situación básica de
libertad. Si no existe ese grado de certeza, no se puede arribar a la decisión de
culpabilidad, ése es el principio de favor rei, conocido como in dubio pro reo.
No se trata de ningún beneficio o prebenda legislada para favorecer, sino una
limitación precisa a la actividad sancionadora del estado. Este principio rige como
principio rector de la construcción de la sentencia pero también para interpretar o valorar
algún elemento de prueba en general.
El principio in dubio pro reo, aplicado a la valoración de la prueba o a la
construcción de la sentencia, es una de las consecuencias directas y más importantes del
principio de inocencia.
Una segunda derivación: el imputado no tiene que probar su inocencia. La idea de
carga de la prueba no es aplicable al derecho penal, por el contrario, existe en él un
órgano del Estado cuya finalidad es adquirir toda la información de cargo y de descargo
para aproximarse a la verdad histórica. Se trata de una garantía que marca el límite tras
el cual se gesta una sociedad represiva.
El proceso penal común, en el que se persigue un delito, no es un proceso de partes
como sucede en el proceso civil, sino que se trata de un procedimiento regulado para la
persecución penal estatal y en cuyo otro extremo está el perseguido penalmente. Si a
veces asume formas similares al proceso civil (acusatorio) ello sucede solo desde el
punto de vista formal, para permitir la eficaz defensa del perseguido.
Una tercera derivación: si el imputado no es culpable mientras no se prueba su
culpabilidad en la sentencia, de ningún modo podría ser tratado como culpable.
Este es, el núcleo central de esta garantía. El imputado es una persona sometida a
proceso para que pueda defenderse. Los órganos d persecución penal buscarán
comprobar su culpabilidad. En consecuencia, no puede ser tratado como culpable, no se
le puede anticipar la pena, no puede serle restringido el derecho de defensa y no se lo
puede obligar a declarar contra sí mismo. El imputado llega al proceso de culpa y solo por
sentencia podrá ser declarado culpable: entre ambos extremos deberá ser tratado como
un ciudadano libre sometido a ese proceso porque existen sospechas respecto de él.
Este es el programa constitucional pero muy lejos está la realidad de nuestro proceso
penal de cumplir con él. La realidad nos muestra que existe una presunción de
culpabilidad, que los procesados son tratados como culpables; que en muchas
ocasiones, por defectos de procedimiento, la sociedad “debe dejar salir” a pesar de que
“ya fueron condenados” en la denuncia o por los medios masivos de comunicación (o
formadores de opinión)

Contenido del principio de inocencia: para el derecho procesal penal su contenido es


la exigencia de que la sentencia de condena y la aplicación de una pena solo puede
estar fundada en la certeza del tribunal que falta acerca de la existencia de un
hecho punible atribuible al acusado.
La falta de certeza implica la imposibilidad del Estado de destruir la situación de
inocencia que ampara al imputado por lo cual ella conduce a la absolución. Cualquier otra
posición del juez respecto de la verdad, esto es la duda o aún la probabilidad, impiden la
condena y procede la absolución.
34

Los conceptos de certeza, probabilidad y duda se utilizan como una relación de


conocimiento que existe entre el sujeto cognoscente y el objeto que pretende conocer
(juez – comportamiento humano). Los jueces y demás personas que intervienen en el
procedimiento argumentan sobre la base del intento de conocer la verdad acerca de un
hecho que se afirma que ha ocurrido. En este contexto se llama “verdad” a la correcta
correspondencia entre la representación ideológica del objeto que realiza el sujeto que
conoce y la realidad; es la concordancia del pensamiento con el objeto pensado.
Duda, probabilidad o certeza son posiciones respecto de la verdad que suponen la libre
valoración de la prueba, esto es, la ausencia de reglas legales que imponen a quien
valora, una solución determinada en presencia de ciertos elementos o condiciones.
Las expresiones “plena prueba y semiplena prueba” que provienen del sistema de prueba
legal, son utilizadas por las antiguas leyes de enjuiciamiento obedeciendo a su origen
histórico, pero son equivalentes a “certeza y probabilidad” respectivamente.
Quien aprecia los elementos de prueba puede adoptar posiciones diferentes
respecto de la verdad.
Certeza: puede convencerse de que la alcanzado; tiene la certeza de que su
reconstrucción es correcta.
Probabilidad: admite que la ha alcanzado pero en un grado menor, pues los elementos
que afirman esta conclusión superan a los que la rechazan; solo afirma la probabilidad de
que su reconstrucción sea acertada.
Duda absoluta: comprende que no conoce la verdad, pues los elementos que afirman
algo, se balancean con los que lo niegan.

Si denominamos certeza positiva o probabilidad positiva a la que afirma el hecho


imputado y certeza negativa o probabilidad negativa a la que da como inexistente tal
hecho, se puede afirmar que solo la certeza positiva permite condenar y que los demás
estados del juzgador remiten a la absolución como consecuencia del principio in dubio
pro reo.
Pero ello sucede en la sentencia pues durante el transcurso del procedimiento algunos
actos y decisiones intermedias exigen un fundamento de menor grado como:
Probabilidad positiva se requiere para la acusación y la remisión a juicio y para
autorizar el encarcelamiento preventivo (auto de procesamiento, calificación provisional
de los hechos o prisión preventiva según los códigos).
Certeza negativa o probabilidad negativa o la duda son suficientes para dictar el
sobreseimiento.

La falta de certeza o certeza negativa, se puede presentar tanto respecto de la


imputación y sus elementos como en relación a las causas que excluyen la condena y la
pena y en este segundo caso, opera en forma inversa pues cuando se trata de la
existencia del hecho punible, ella conduce a su negación en la sentencia, y cuando se
trata de la inexistencia de los presupuestos de una causa de justificación, de
inculpabilidad o de impunidad conduce a su afirmación.
El aforismo in dubio pro reo tiene ámbito propio de actuación en la sentencia pues
exige que el tribunal alcance la certeza sobre todos los extremos de la imputación
delictiva para condenar y aplicar una pena, y ésta exigencia se refiere solo a los hechos
pero no soluciona problemas de interpretación jurídica ni prohibe ningún método de
interpretación de la ley penal mientras ella se lleve a cabo Intra legem. Esta regla es un
criterio político propio del derecho penal liberal o de un Estado de Derecho, pues quien
quisiera podría resolver las cosas de otra manera (non liquet, absolución de instancia o
pena extraordinaria).

El trato de inocente y la coerción procesal: el axioma ha fundado la pretensión de que


durante el curso de ese procedimiento el imputado no pueda ser tratado como un
culpable, que sea tratado como un inocente. Esta afirmación no se ha podido sostener al
punto de eliminar toda posibilidad de utilización de la coerción estatal, incluso sobre la
persona del imputado durante el procedimiento de persecución penal.
35

Los términos coerción o coacción representan el uso de la fuerza para limitar o


cercenar las libertades o facultades de que gozan las personas en un orden jurídico.
Cuando hablamos de la coerción legítima que ejerce el estado, nos referimos al uso de
su poder, acordado por la ley, que conculca o restringe ciertas libertades o facultades de
las personas para lograr un fin determinado, como la prisión preventiva o privación de
libertad procesal, el embargo, el allanamiento de domicilio.
Nuestra constitución, pese a impedir la aplicación de una medida de coerción del
derecho material (la pena) hasta la sentencia firme de condena, tolera el arresto por
orden escrita de autoridad competente (juez natural) durante el procedimiento; pero ello
no significa que el uso de la fuerza pública sea irrestricta o carezca de límites.
El principio rector que preside la razonabilidad de la regulación y aplicación de medidas
de coerción procesal se puede sintetizar expresando que repugna al Estado de Derecho,
anticipar una pena al imputado durante el procedimiento de persecución penal.
Si ello es así, se debe poder establecer alguna diferencia de significado entre la
pena y las medidas de coerción procesal, por cuanto la forma exterior de realización es al
menos, similar.
La sanción es la coerción material y representa la reacción del Derecho contra la
inobservancia de los deberes que impone. En el derecho penal esa sanción se denomina
pena y a la que modernamente se le ha adjudicado tres fines: la retribución con un mal
impuesto al infractor que él merece por realizar un valor contrario al puesto por la norma;
la prevención general, como intento del orden jurídico de colocar un contramotivo para
la decisión de delinquir y la prevención especial referente a la sanción ya aplicada con
el objeto de que el infractor que sufre la condena no recaiga en el delito.
La diferencia entre coerción material y coerción procesal solo se puede establecer
por el lado de los fines que cada una persigue.
En el derecho procesal penal, esos fines consisten en: correcta averiguación de
la verdad y actuación de la ley penal. Y estos fines pueden ser puesto en peligro
deliberadamente por una conducta humana de acción u omisión, dirigida a ello o que sin
procurarlo, provoque el mismo resultado, como por ejemplo:
La correcta averiguación de la verdad puede ser obstaculizada por un testigo, que citado
a exponer lo que conoce, no concurre; o porque quien puede franquear el acceso a un
lugar cerrado rehusa permitir su inspección o porque el propio imputado destruye rastros
del delito.
La actuación de la ley penal puede verse impedida por una acción que la inhiba como
cuando se torna imposible la tramitación del procedimiento o la ejecución de la sentencia;
en particular la fuga del imputado o su rebeldía a someterse al proceso, por cuanto ésta
última impide llevarlo a cabo.

Los fines preventivo generales y especiales de la pena se refieren siempre al futuro,


como amenaza general para disuadir a la población de que no cometa delitos. En
cambio la prevención que cumplen algunas autoridades de la persecución penal o incluso
particulares en ocasiones especiales, se refieren siempre a un hecho punible concreto.

Medidas de coerción procesal: suelen dividirse en medios de coerción personales y


reales según afecten a la personas o a las cosas.
Los distintos medios y que afectan derechos básicos diversos son:
Encarcelamiento preventivo en sus diversas formas: afectan la libertad física o
ambulatoria como la conducción forzada, aprehensión, arresto, detención, prisión
preventiva.
El allanamiento: afecta el derecho a la intimidad hogareña en tanto el domicilio es
inviolable.
Apertura o inspección de correspondencia y papeles privados: afecta la intimidad de
la correspondencia y documentación personal.
Embargo y secuestro: afectan la libertad de disposición de los bienes porque la
propiedad es inviolable.
Extracción de muestras sanguíneas y otras inspecciones médicas: afectan el
derecho a la integridad física y a veces la intimidad personal.
36

Glosario:
Onus probandi: cada una de las partes debe demostrar los hechos que invoca: el actor
los que fundan su demanda y el demandado los impeditivos que invoca en su defensa.
Non liquet: no está claro; se usa con referencia a algo que aparece confuso, ininteligible.
Absolutio ab instancia: absolución de instancia.
Pena extraordinaria: permitía escapar del dilema absolución-condena, para casos en los
cuales no se alcanzaba la certeza necesaria para condenar, aplicándose una pena
reducida conforme a la probabilidad.

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