En numerosas situaciones de nuestra vida cotidiana participamos en procesos de
enseñanza-aprendizaje en los que logramos resultados exitosos, y no nos planteamos otro escenario posible. Cuando enseñamos a nuestros hijos a montar en bicicleta, o a nuestros padres a manejar una aplicación en el móvil, cuando un amigo nos enseña un nuevo juego, o una canción para saltar a la comba,… el aprendizaje es indiscutible, aunque nos lleve más o menos tiempo buscamos la forma de conseguirlo, pero no contemplamos el no-aprendizaje como una opción.
En un cursillo de natación, todos los alumnos aprenden a nadar, más o
menos rápido, pero aprenden, porque ese es el objetivo y no se abandona hasta que se ha conseguido para pasar a la siguiente etapa. ¡Y sin deberes para casa!