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OLEGARIO NEGRIN FAJARDO Catedratico de Historia de la Educacién Espanola (UNED) JAVIER VERGARA CIORDIA Profesor Titular de Historia de la Educacién Espafiola (UNED) HISTORIA DE LA EDUCACION @ Editorial universitaria fa we Ramon Areces 2. Su fuerza de cardcter: un ju no es accesible por la violencia; pero si con suaves maneras. Es afable, pero refractario a \oda imposicidn violenta; puede llegar al patibulo, pero no a la humillacién. Su vida es frugal y sencilla 3. Su sentido de responsabilidad: un ju vive con sus contemporéneos pero es- tudia a Jos antiguos. Su conducta y su estilo se traducen en ejemplo para las generaciones siguientes. En situaciones de caos politico, ni solicita favores a los de arriba, ni es promovido por los de abajo. Ante la difamacién y la inju- ria, puede verse amenazada su vida, pero no cambia de conducta. 4, Su holgura de esptritu y generosidad de cardcter: un ju se esfuerza por am- pliar sus conocimientos y no se aparta de la verdad. Cultiva la belleza de su cardcter, es moderado y aprecia el vivir en paz y armonfa con los demas. Admira a los que son ms inteligentes que él y es flexible y comprensivo con el vulgo. 2. En el capitulo xvii de Li-Ki se hace una descripcién de la vertiente “técnica” y “profesional” del maestro ideal, Un buen maestro es el que gufa sin arrastrar; exhorta, sin sofocar; abre camino, pero sin llevar a la meta y hace al discipulo pensar por si mismo. Conoce bien la indole de sus discfpulos: su condicién, sus capacidades, sus limitaciones y las diferencias entre unos y otros. Un buen maestro no incurre en su. actuacién en cuatro errores pedagégicos corrientes que tienen por denominador co- min Ja demasfa o desmesura en el aprendizaje: 1) aprender demasiado: demasiadas materias; 2) aprender demasiado poco: pocas materias; 3) aprender cosas demasiado fécilmente: 4) desanimarse demasiado facilmente. La figuta del educador aqui dise- fiada viene a identificarse con Ja figura del “hombre superior” [Kiu-Tsé), que, en su actuacién, se mueve en todo el ambito de la vida humana, la privada y la publica: en ésta tiltima se identifica a menudo con el gobernante. 4. LAEDUCACION EN EL ANTIGUO EGIPTO 4.1. Contexto histérico 1. Las dinastfas han sido Ia forma tradicional de clasificar la historia de Egip- to. Podemos destacar seis grandes momentos o etapas histdricas. En primer lugar cabe hablar de las dinastias Tinitas que marcan ei origen histérico de 1a civilizacién egipcia. Se extienden del 3300 al 2900 a. de C. Su capitalidad estaba en la ciudad de Tinis. A continuacién viene la etapa del Imperio Antiguo. Se sittia cronolégicamente entre el 2900 y el 2200 a, de C. Tiene su capital en Menyis. La forma de gobierno que defendia fue una monarquia absoluta en la que el Faraén se consideraba la encar- nacién del dios-Sol. A esta época pertenece la construccién de las grandes pirémides de Gizeb: las de Keos, Kefrén y Micerino. En tetcer lugar debe citarse la etapa del Imperio Medio que abarca cronolégicamente desde el 2200 al 1600 a. de C. Su capital era Tebas. Se trata de una época de cardcter feudal, en la que se produce la invasion y CAPITULO 1. ESCUELA Y EDUCACION EN LAS ANTIGUAS CULTURAS ORIENTALES 39 inaciéa despotica de los Aiksos durante un siglo. La etapa siguiente es la del /m- oerto Nuevo, que abarca del 1600 a 1090 a. de C. Es una época de notable esplendor eenfluencia de la cultura egipcia. Un periodo en el que cabe destacar la figura y Ja Obra del conquistador: TeTMosIS 1; del sabio legislador: aMen-noTe? 1, del reforma~ Gor religioso: amen-#oreP iv y de otro gran conquistador: Ramses 11. La quinta etapa ts la considerada periodo decadente. Va del 1092 a 332 a. de C. En ella Egipto sufre Sucesivamente la dominacién extranjera de los libios, etiopes y asirios. Hay un breve periodo de independencia (685 a 525], con la capital en Sais, que da pase la domina- cin persa [525 a 532] con camBises. La tiltima etapa cronolégica va del 332 al 20 a. de C. Es un periodo de esplendor cultural que se inicia bajo la dominacidn griega, con ALEIANDRO MAGNO, ¥ Se continta con las dinastfas maced6nicas de los prfoLoMEos. Su ciudad cumbre es Alejandria, que se convierte en el centro cultural del belenismo. En el afio 30 a. de C., Egipto queda incorporado, como provincia, al Imperio Romano. 2. En el plano religioso, ia cultura egipcia presenta un profundo sentido trascen- dente de caracter politeista con la intuici6n o presentimiento de un poder creador Gnico, representado por Ptah —Ia divinidad local de Menfis— que con su saber y su voluntad ha creado el mundo y lo conserva. Pero Ptah es también el creador de todos los demas dioses. Histéricamente, la supremacia politica de una ciudad convierte a su dios local en dios supremo, Esto es lo que ocurrié con Menfis cuando asumié ta capitalidad del Imperio. Asi Ptah se convierte también en el dios (supremo) del Imperio. Este fend- meno se tepite varias veces en la historia de Egipto; p. e., con Horus, Re y Amén. Los nombres “te6foros” permiten suponer con cierto fundamento que la creencia en un dios tinico estaba muy arraigada en la religion popular, al menos en 1a época arcaica, 3. En el plano antropolégico, la cultura egipcia defendié que la naturaleza hu- mana estaba constituida por el cuerpo y el alma: el cuerpo es el habitéculo de una pequefia réplica de si mismo denominada ka, espfritu o potencia vital, derivada de Jos antepasados y perpetuada en la descendencia: es la forma del alma que imprime el carécter y la personalidad; es una especie de segundo yo que pervive en las imé- genes y estatuas del difunto. El cuerpo es también morada del alma espiritual (ba), imaginada y representada como un pajaro que abandona temporalmente el cadaver, para volver luego al sepulcro. Finalmente, la porcidn mds espiritual del ser humano ach} no se desarrolla hasta después de la muerte y esta vinculada a la vida del més alld, que es propiamente el destino y meta del hombre: a esta meta —la vida trascen- dente— se llega tras la resuerreccién y después de haber pasado por €) Tribunal de los ‘Muertos, que examina la conducta que se ha llevado en Ia tierra, en el mas acd. ostkis, que preside este tribunal, interroga al difunto y pesa su corazén con una pluma para comprobar su veracidad. Si no supera este examen final, es condenado a peregrinar eternamente por las tumbas —hambriento y sediento, y devorado por horribles coco drilos— sin poder volver a ver el sol 4,2. Figura y funcién del educador 1. Como suele ocurrir en las antiguas culturas, también en el antiguo Egipto la figura del gobernante asume y comparte la funcién educadora. La figura del educador 40 HISTORIA DE LA EDUCACION se diversifica y se materializa en las figuras del jaraén, el visir, el sacerdote y el escri- ba; aparte de los pailres, en el Ambito doméstico. El perfil del educador ideal —en sus diferentes versiones— presenta la doble faceta de la competencia o eficiencia propia del sabio, y de la calidad 0 excelencia moral, propia del hombre bueno. 2. En primer lugar aparece ta figura del faradn, que ostenta un poder absoluto. Se considera como la encarnacién del dios-Sol. Asuria oficialmente la funci6n sacer- dotal, la funci6n de gobierno y la administracién de la justicia, Fl mismo se constitufa en Tribunal Supremo, y cualquier causa de cierta entidad podia elevarse hasta él en determinadas circunstancias. Estaba rodeado y asistido por un equipo de sacerdotes, esctibas, intendentes y altos dignatarios. Un Consejo de ancianas [Saru], constitui- do por los cortesanos més provectos y experimentados, era su gabinete consultivo. Como corresponde a persona de tan alto rango y, por afladidura, de carécter divino, el faradn era asistido, servido y atendido por una numerosa y variopinta legion de personajes de toda la escala social: ministros, generales, lavandetos, guardianes de ropero, barberos, peluqueros, manicuros, perfumistas, etc. La inscripcién de una tum- ‘ba identifica a su ocupante como “Inspector de la Caja Cosmética, Portador de las Sandalias Reales”. 3. En una escala inferior esta la figura del visir. Una figura de alto rango con miiltiples atribuciones: primer ministro, director de hacienda, juez supremo (adjunto al faradn), etc, Era un figura clave en un gobierno bien organizado. Un relieve de una tumba egipcia muestra al visir saliendo de su casa muy de maiiana para sentarse en su despacho a escuchar peticiones de los pobres y “oir —dice la inscripcion de la tumba— lo que dice el pueblo en sus demandas, sin hacer ninguna distinci6n entre pequefios y grandes”.Un rollo de papiro nos ha trasmitido el supuesto discurso de un ‘faraén al dar posesién de su cargo aun nuevo visir: “Atiende al despecho del visir; vigila bien todo lo que allf se hace. Mira, es el firme sostén del pats entero [...]- El vistrato no es dulce, sino amargo [...]. No debe mostrar respetos personales a principes ni consejeros; no debe hacer para st esclavo a nadie {...]. Cuando un pe- ticionario venga del Egipto superior o inferior f...], atiende ti a que todo sea hecho de acuerdo con la ley, a que todo sea hecho segiin la costumbre adecuada {dando a cada uno], segiin su derecho. Abominacién para el dios es mostrar parcialidad [. Mira al que te es conocido como al que te es desconocido; y al que estd proximo al rey como al que estd lejos [de su Casa]. Un principe que haga esto, durard aqui en tal lugar [...]. El temor a un principe procede de su justicia [.,.] [He aqui las reglas] que se te imponen”™”. 4. En una escala inferior estaria la figura del sacerdote, que constituye otro de los puntales de la organizacién politico-social y religiosa del pueblo egipcio. Gozaba de tuna destacada posicién, dentro de la estructura socio-politica, y de notable prestigio, poder e influencia, como depasitario — junto con el escriba— del saber y de la cien- cia, y como responsable de la educacién de la juventud. Aunque la funcién sacerdotal no era por ley hereditaria, de hecho pasaba de padres a hijos, de manera que los sa- cerdotes llegaron a constituir una clase que, con el paso del tiempo, se fue haciendo més rica, influyente y poderosa que la misma aristocracia feudal. Las ofrendas que {os fieles ofrecfan a los dioses provefan a los sacerdotes de lo necesario para su sus- (Cir. preasteD, J. 2, Dawn of conscience, pp. 208-210. ‘CAPITULO 1, ESCUELA Y EDUCACION EN LAS ANTIGUAS CULTURAS ORIENTALES 41 tento: su hogar lo tenfan en el mismo templo; y las rentas de Jas tierras y Ios servicios de los templos les proporcionaban abundantes ingresos. Ademds, estaban exentos del servicio militar, de los trabajos obligatorios y de los impuestos ordinarios. 5. Otra figura clave de la educacién egipcia era el escriba, responsable de man- tener la ley y el orden. Eran los colaboradores directos del gobiemo y los represen- tantes de toda autoridad. Los sntiguos representaban al escriba como amanuense que censa, calcula y examina los impuestos; redacta los contratos y testamentos; predice el valor de la cosecha y calcula los ingresos futuros del gobierno; asigna las cantidades a los departamentos gubernativos; ¢ inspecciona la industria y el co mercio. Su colaboracién es necesaria para la recepcién y transmisién de las Grdenes escritas y para la mecdnica de la administraciGn de la justicia, ya que los litigios ante los tribunales se presentaban por escrito. La preparacién —cultural, cientifica y técnica— que poseia le permitia participar del poder y del prestigio, y ocupar —de modo similar al sacerdote— una envidiable y apetecible posicién, social, que le hace sentitse superior, Esta circunstancia explica que la profesi6n de escriba resultara muy atrayente para los jvenes egipcios con posibilidades, talento, ambicion y capacidad emprendedora. Una profesidn que exigia el pago de un alto tributo: el aspirante a la profesin de escriba necesitaba adquirir numerosos y variados conocimientos: de matemiticas, de medicina, de ciencias naturales, etc.; pero especialmente necesitaba dominar el complejo y dificil arte de la escritura. Este aprendizaje suponia muchos aiios de esfuerzo y disciplina en jomadas agotadoras. 6. En cuanto a la figura y la posicién de la mujer cabe decir que la cultura egip- cia le otorg6 una situacién social y juridica muy avanzada en comparacién con otras culturas. E} testimanio de Herodoto parece confirmar esta opinion: “Alli fen Egipto] son las mujeres las que venden y negocian ptiblicamente, y los hombres hilar, cosen y tejen”» Parece que los viajeros griegos que visitaban Egipto se quedaban aténitos ‘ante la presencia publica de la mujer y su libertad de movimientos. Los monumentos conservados parecen confirmar esta situaci6n: la representan comiendo y bebiendo en ptiblico, circulando por las calles sin compaiifa y negociando con toda libertad. Hasta en Jas relaciones amorosas solia tomar cen frecuencia la iniciativa: pide citas al var6n, le apremia en sus deseos o le propone formalmente el matrimonie. Los documentos que han legado hasta nosotros muestran el reconocimiento, por parte del var6n, del importante y sacrificado papel de la mujer en el Ambito familiar, y, en concreto, en ia crianza y educacién de los hijos; y le exhortan a que corresponda a este abnegado servicio tratandola bien: “Si eres hombre de nota, debes fundar tu hogar y amar a tu mujer en él como conviene. Llena su vientre; abriga su espalda. Ungitento es lo prescrito para su cuerpo. Alegra su corazon mientras vivas. Es cam- po provechoso para su sefor. No debes disputar con ella ante la ley ¢ impide que gane dominio”, En el ambito familiar, la mujer no solo era la duefia y sefiora de la Casa, sino que todas las propiedades se trasmitian por Knea femenina, La relevante posicion familiar y social de la mujer egipcia fue debiliténdose con el paso del tiem- po; probablemente, como consecuencia de 1a influencia de los pueblos que fueron dominando Egipto en los tltimos tiempos. Por ejemplo, la libertad de divorcio que % Los nueve libros de la Historia, w, p. 35. 21 Instrucciones de pras-OTEP a su hijo, en rRITCHARD, J.., La Sabidurfa del Antiguo Oriente, Barcelo: nna, 1966, Garrigua. 42 HISTORIA DE LA EDUCACION tena la mujer en tiempos anteri res se convirti6, bajo la influencia griega, en un pri- vilegio exclusivo del marido. 4.3, Fuentes y contenido de la formacién 1. Existe en el antiguo Egipto un depésito doctrinal de cardcter cientifico-reli gioso, formado por los 42 Libros de Thoth, el més conocido de los cuales es EI libro de los muertos. Estos libros contienen una variedad importante de temas: preceptos de vida, hordscopos, cuestiones de astronomia, de agrimensura y geografia; técnicas relativas al culto y a los enterramientos; cuestiones teolégicas y legales; cuestiones anatémicas y médicas, etc. Con todo, estas obras muestran un claro predominio de jas materias y contenidos “cientificos” (matemdticas, astronomiia, medicina, ete.), no situados en un nivel de especulacién tedrica, sino en un nivel y con una finalidad y cardcter eminentemente précticos en el sentido ético y técnico. esta fuente de la formacién hay que afiadir una vasta y variada produccién Viteraria de tipo sapiencial, didactico y moralizante, de la que se toman los conteni- dos basicos de la educacién y de la ensefianza. Estas producciones literarias —que pertenecen al género ilamado sboyé: “ensefianza”, “doctrina”, “sabiduria”— suelen llevar el titulo de “instrucciones”, “ensefianza”, “preceptos”, “consejos”, que algiin personaje importante, sabio da ordinariamente a un hijo suyo como parte importante de su formacién y preparacién para la vida. Entre los libros mas importantes pueden destacarse: a) Instruccién de axsitor, rey del Alto y Bajo Egipto, para su hijo MeRi-Kaxe heredero de la corona. Esta instruccién esté dotada de un notable sentido trascendente: hablan de un dios, que «hizo ciclos y tierra», que se preocupa del hombre «de corazén recto», para quien hizo

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