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INFORME 2
Realizado por:
Jeziel Tovar
C.I. 29.752.250
Eliezer Pastrán
CI: 30.365.367
Sección: E4HA01
1) Trabajo, ciencia y tecnología en el capitalismo.
Este fue entonces el papel histórico del capitalismo: concentrar los medios
de producción anteriormente dispersos en empresas monopólicas gigantes,
para establecer un mercado capitalista mundial interconectado, desarrollar
los medios de producción y por lo tanto sentar las bases materiales para el
socialismo – es decir, la creación de una sociedad no de escasez, sino de
superabundancia. Las leyes del capitalismo, en su época de apogeo, fueron
una fuerza poderosa en el desarrollo de la innovación y de la industria.
Marx y Engels hablaban en el Manifiesto Comunista de cómo el capitalismo
ha creado maravillas que superan a las pirámides de Egipto, a los
acueductos romanos y a las catedrales góticas». La invención y aplicación
de la máquina de vapor fue, sin exagerar, una «revolución industrial.
Muchos otros saltos cualitativos se han producido bajo el capitalismo,
desde la invención de los trenes y telegramas, a la aplicación y generación
de electricidad. Pero a principios del siglo XX, tales saltos eran pocos y
distantes entre sí. En esta etapa, las fuerzas productivas habían
sobrepasado el mercado capitalista nacional, las naciones imperialistas no
podrían expandirse sin volver a dividir el mundo. Así comenzó un período
con dos guerras mundiales, y la Gran Depresión en medio.
Taylorismo.
Fordismo.
Tras la fabricación del primer modelo (el Ford T) que fue un gran éxito de
ventas por parte de la Ford Company, el empresario estadounidense
decidió implementar en todas sus fábricas este sistema de producción.
Aunque el Fordismo se comienza a implementar a principios del siglo XX,
no sería hasta la década de 1930 cuando comenzaría a instaurarse como
un sistema de producción generalizado. Desde 1930 hasta la década de
1970 fue el sistema imperante en el sistema productivo.
Hoy día, actividades que antes requerían mucho esfuerzo por parte de la
persona pueden ser realizadas muy fácilmente con una máquina o
artefacto, lo que trae un consecuente ahorro de tiempo, dinero y mayor
eficiencia en el desarrollo de los procesos.
Las relaciones de producción son las relaciones que se establecen entre los
hombres en el proceso de la producción de los bienes materiales. Los
hombres no pueden producir bienes materiales individualmente,
aisladamente, sino en conjunto, asociándose de un cierto modo para actuar
en común y establecer un intercambio de los productos de sus actividades.
Por eso, la producción es siempre y bajo cualquier circunstancia, una
producción social. Hay diversos tipos de relaciones de producción (ver). De
entre todas, la fundamental es la relación entre los hombres y los medios de
producción, es decir, la relación que responde a la pregunta de en posesión
y a disposición de quién se hallan los medios de producción. Las relaciones
de producción determinan todo el régimen de la vida social. En la sociedad
de clases antagónicas, las relaciones de producción se expresan en
relaciones entre las clases, en relaciones de dominio y de subordinación.
Bajo el socialismo, bajo el régimen de la propiedad social sobre los medios
de producción, las relaciones de producción son relaciones de colaboración
y de ayuda mutua entre hombres libres de toda explotación. El cambio de
las relaciones de producción de los hombres se origina con sujeción al
cambio y desarrollo de las fuerzas productivas. Pero las relaciones de
producción no son consecuencias pasivas del desarrollo de las fuerzas
productivas. Las relaciones de producción, aunque su desarrollo dependa
del de las fuerzas productivas, actúan a su vez sobre estas últimas,
acelerando o amortiguando su desarrollo. La propiedad privada capitalista
sobre los medios de producción en la actual sociedad burguesa, se halla en
una contradicción irreconciliable con el carácter social del proceso de
producción. Las relaciones de producción del capitalismo frenan el
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Esta contradicción
entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción del capitalismo
constituye la base económica de la revolución social. Un ejemplo de la total
concordancia entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas
nos lo da la U.R.S.S., donde la propiedad social sobre los medios de
producción se halla en perfecta armonía con el carácter social del proceso
de producción y donde las relaciones socialistas de producción constituyen
la fuente poderosa del desarrollo de las fuerzas productivas.
8) Burocracia y producción.
De modo que ya sabemos la vieja conseja que sirve de poco como dogma y
que sólo nos conduce al análisis concreto de la situación concreta, allí
donde los errores y los aciertos tienen lugar: tanto mercado como sea
posible, tanto Estado como sea necesario. Tanto mercado como sea
posible porque de él depende el desarrollo de las fuerzas productivas y la
creación incesante de nueva riqueza. Tanto Estado como sea necesario
porque, aun cuando añoraríamos una sociedad sin Estado (como aquélla
que soñaron los viejos marxistas y anarquistas de todo pelaje), está claro
que se trata de un mal necesario para evitar los excesos de aquél.
Tal vez uno de los fenómenos más relevantes del mundo contemporáneo
es el inusitado valor que ha adquirido el saber, como condición
indispensable para el desarrollo de los pueblos. Según Toffler1, vivimos en
una sociedad del conocimiento, caracterizada porque la base de la
producción son los datos, las imágenes, los símbolos, la ideología, los
valores, la cultura, la ciencia y la tecnología. El bien más preciado no es la
infraestructura, las máquinas y los equipos, sino las capacidades de los
individuos para adquirir, crear, distribuir y aplicar creativa, responsable y
críticamente (con sabiduría) los conocimientos, en un contexto donde el
veloz ritmo de la innovación científica y tecnológica los hace rápidamente
obsoletos. No son necesarias elucubraciones para comprender el desafío
que los anteriores planteamientos hacen a la educación en general. El
modelo educativo mundial entró en crisis y las naciones más desarrolladas
del planeta hacen esfuerzos, desde diversos sectores, para mejorar
cualitativamente los sistemas de formación tanto de los niños y niñas como
de los adultos, aún de aquellos que ya han cursado los estudios formales
básicos o los profesionales y avanzados.
Es por esta razón, como sugiere el título del presente artículo, que la
temática Ciencia, Tecnología y Sociedad se enfocará desde la mirada
genérica de la Educación en Tecnología y no se enmarcará
específicamente en el esquema CTS, aunque se debe entender que hablar
de Educación en Tecnología implica relacionar, en el marco del contexto
educativo, la ciencia, la tecnología y las profundas implicaciones sociales
de ambas, con las posibilidades de un trabajo escolar integral y significativo
para los estudiantes. En efecto, la dinámica de la Educación en Tecnología
conjuga aspectos técnico-científicos, culturales y valorativos, que en su
desarrollo escolar la habilitan como un poderoso instrumento de integración
curricular y como una interesante contribución al logro de fines educativos.
El factor humano
El factor social
El factor cognitivo
El factor material
Por otra parte, el fenómeno social, puede considerarse, a juicio del mismo
autor, como la actitud consciente del hombre ante los fenómenos de la vida
social y su propia condición social, iniciándose espontánea y
conscientemente contra los factores que lo limiten, lo opriman y lo exploten,
de manera tal que lo impulse inevitable a un cambio social.
Ciencia:
La ciencia es una disciplina que se encarga de estudiar e investigar con
rigor los fenómenos sociales, naturales y artificiales a través de la
observación, experimentación y medición para dar respuesta a lo
desconocido.
René Descartes, uno de los que más contribuyó de manera inicial, creó el
método cartesiano en el que señalaba que «solo se puede decir que existe
algo que haya sido probado». Fue una gran influencia en el mundo de las
ciencias.
Tecnología.
La tecnología es el conjunto de conocimientos y técnicas que se aplican de
manera ordenada para alcanzar un determinado objetivo o resolver un
problema.