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MARCELLO \CARMAGNANI El proceso de reconstitucién de la identidad étnica en Oaxaca Siglos xvn y xvm FONDO DE CULTURA ECONOMICA México El regreso de los dioses €96 4% muod ‘Ar 700 ‘suexpuy ueusUy SIPPIW. 30 AOOqPURLE (Toul dace) adoyonngy 7 wo‘. eTUAD ysRuDds ro 2 PUD 2n0de7, MUL, “siods puDqoy, oumnano pS = \ ayy uvanyn ®t oerostiiin, EN Chae en oct Ll ae LS ~~ ON 300017 : Primers edickn, 1988 MARCELLO. CARMAGNANI lacié en Verona en 1940 y estudié en Italia y en Francia, especia lixindose en historia econdmica, Empex6 a interesarse en los pro- blemas histérieos de Amériea Latina en los afios sesenta y a partir de sus citedras en la Universidad de Turin concentrs su atencién © México, Entre sus libros més importantes se encuen. tran Formacién y erisis de un sistema feudal, América Latina (Si slo XXI); Estado y sociedad en América Latina (1850-1930) (Gri jalbo). Actualmente es profesor de Historia de América Latina en la Universidad de Turin, DAR. © 1988, Fonvo ve Curzuea Ecowdaes, S.A. vn C. V Avenida de Ta Universidad, 975: 08100 México, D. F. ISBN 968-16-3006-8 Tnpress en Mésion A Paota y Buena, que aman a Puerto Escondido INTRODUCCION Hay libros que requieren de un largo discurso introductorio y otros, como éste, que no lo necesitan. El presente libro no lo requiere porque no nacié de hipétesis teéricas sino mas bien de una intuicién modesta que, con el passr del tiempo, se conjugé con otras; éstas, enriquecidas por el anilisis de los restos materiales, hicieron nacer progresivamente algu- nas ideas traducidas con posterioridad en libro. La intuicién inicial surgié hace una decena de afios, a par- tir de una observacién sobre la evolucién de los precios mexi- canos del siglo xvnt. Al analizar los precios de uno de los principales productos del mundo indio de Oaxaca, la grana cochinilla, noté que ellos presentaban una evolucién muy di- ferente de los precios del maiz de la ciudad de México. Esta constatacién me impuls6 a investigar, sin obtener ninguna buena expliencién de los estudios existentes, acerca de la organizacién de la produccién y del intercambio indio en general y de la grana cochinilla en particular. Posiblemente mi curiosidad se habria detenido alli de no mediar una estadfa en Oaxaca durante la cual, fascinado por la regién y por la riqueza humana que encontré en los pue- blos indios, volvi nuevamente a interrogarme —y esta vex con mas fuerza— no sélo por los precios sino més bien por la racionalidad econémica presente en las sociedades indias durante la dominacién colonial y neocolonial. La curiosidad por comprender la légica econémica india, adoptada bajo el efecto de una seduccién, me parecié inicial- mente un pretexto para justificar mis viajes a Oaxaca y cues- tionar mis planteamientos historiogréficos, sin darme cuenta de que ella hacia progresivamente expandir mi interés por la entera sociedad india. Cuando me percaté de ello, la in- quictud inicial se habia reformulado, ampliado y, sobre todo, 9 0 INTRODUCCION confundido en una genérica voluntad de reconstruir la racio- nalidad presente en la etnicidad india en el érea de Oaxaca. A la distancia, me doy cuenta que mi ambicién analitica me hizo efectuar un largo viaje en el tiempo y en el espacio que, a més de replantear y ensanchar mi horizonte intelec- tual, me ha proporcionado la casi certeza que las realidades Gtnicas son de tal modo multidimensionales, omnicompren: sivas, que cualquier intento de comprenderlas globalmente presupone una buena dosis de presuncién, Con todo, me pa: rece que por lo menos comprendi algunos de los limites pre- sentes en los estudios antropolégicos, histéricos y etnohisté- ricos relativos a la etnicidad para reprochar, en especial a los estudios hist6ricos y etnohistoricos, el no haberse preocu- pado suficientemente por captar como los grupos étnicos perciben la continuidad y la discontinuidad entre su pasa- do prehispénico y su presente, y entre su presente y sti pa sado colonial y neocolonial. Durante mis conversaciones con miembros de diferentes pueblos tuve la impresin que el pasado prehispénico es per cibido en modo diferente al pasado colonial y neocolonial. La diferencia, segtin logré entender, es que mientras el pa- sado prehispinico es casi mitolégico, el pasado colonial y neocolonial es sentido, en cambio, como algo todavia vivo en el presente, Posiblemente los grupos indios vieron y vivieron la invasién como un acontecimiento estructuralmente irrever- sible y lo interiorizaron como una ruptura histérica trascen dental, En cambio, el pasado colonial y neocolonial es ¥i como un momento de aceptacién de una nueva légica; ésta podia ser parcialmente reversible a partir de una serie de actos concretos, cotidianos, que permitieran crear un estilo de vida diferente del hispénico, evitando asi que su identidad Etnica se disolviese en un todo indiferenciado. Resistencia pasiva? Este concepto sintetiza muy mal una lucha cotidiana a partir de tantas cosas el parecer poco im- portantes, de la cual los grupos indios han perdido la memo- ria para conservar simbélicamente los resultados consegui- INTRODUCCION n dos. Terminé asi por enfocar mi interés en este conjunto de equefias cosas materiales e inmateriales que podian ayudar- me a esclarecer cémo los grupos étnicos lograron, paso a aso, hacer compatible la dominacién colonial y neocolonial con la voluntad de seguir siendo ellos mismos. De esta forma trataba de traducir, posiblemente de un modo imperfecto, la percepcién de mis interlocutores indios de la contimuided en- tre su pasado colonial y su presente. Sin duda, este proceso de reconstitucién étnica podia ser estudiado, y quiz mas adecuadamente, a partir de sus ma- nifestaciones en las sociedades indias actuales. Terminé por orientarme, en cambio, hacia los primeros signos del proceso pensando que podia echar mano de una parte de mi bagaje hist6rico. Mi opcién tuvo que ver también con la necesidad apremiante de comprender la diferencia entre la forma de la identidad india colonial y Ia forma que ella adopta hoy en dia. La identidad étnica no es un principio eterno e inmu- table sino un fenémeno que acontece en sociedades concretas, susceptible por lo tanto de sufrir una evolucién hictériea. Los peligros que aiin ahora veo en una empresa de este tipo es que lo apasionante del tema pueda convertirse en insipido haciendo uso exclusivo del andlisis histérico. Este, como acontece en Ia mayorfa de los estudios sobre las socie. dades indias coloniales, recorre pedestremente Ia senda i puesta por la documentacién sin lograr captar la dimensién evolutiva de la etnicidad. El temor de que también mi ané- lisis terminara siendo prisionero de la documentacién se manifest6 con fuerza durante mi segunda estadia en Méxi- co, durante la cual me di cuenta que estudiaba los restos histéricos, olvidindome de lo que habia aprendido de la antropologia. Me pereaté que la posibilidad de traducir his- toriograficamente las sugerencias de la antropologia requiere no s6lo tener presentes, y bien presentes, dichas sugerencias sino también establecer una constante interrelacién entre ellas y el horizonte histérico que, a su vez, es el producto de una reflexién sobre los mismos restos histéricos, 2 INTRODUCCION Reflexionando sobre las fuentes histéricas disponibles me i cuenta que éstas encuentran su origen en el contacto admi- nistrativo 0 politico con la sociedad colonial, lo cual implica que cada documento tiene un fin utilitario que debe ser com- prendido, pues los elementos que la fuente contiene sobre el mundo indio pueden haber sido forzados por quienes Io ge- neraron. Los elementos susceptibles de ser recuperados son, entonces, los que tienen escasa vinculacién con su fin espe- cifico y pueden ofrecemnos, como acontece con las declaracio- nes de los testigos, informaciones directas, indirectas ¢ incluso marginales, relativas al mundo indio. Este tipo de anélisis intersticial, o residual, de 1a documentacién hispénica nos permite recuperar un inmenso material susceptible de com- prender la historia de los grupos étnicos durante 1a domi- nacién colonial, superando las aproximaciones corrientes que Ja visualizan a partir de su relacién institucional o econémica con la sociedad eolonial. El anilisis intersticial es posible s6lo @ condicién que las hipétesis analitieas posean independencia entre si, no estén estructuradas en un modelo, sean susceptibles de ser expli- citadas y comprendan, en un todo tinico, sugerencias histé- ricas y antropolégicas. La autonomfa y la explicitacién de las hip6tesis permiten descomponer en una multitud de par tes 1a documentacién, valorizar cada una de ellas en la formu- lacién y en Ja elaboracién de hipétesis histérico-antropolégi eas y recuperar una pluralidad de niveles informativos. No hay, pues, un modelo al cual se puedan o deban recon: ducir las hipétesis, pues éstas son susceptibles de ser orde- nadas sélo una vez concluido el proceso de reconstruecién histérica, Esta ausencia de un modelo encuentra su funda- mento en el hecho de que los que existen y a los cuales podia hacer referencia son esencialmente de tipo estructural y me parecié que una caracterizacién estructural de los grupos in- dios como parte de una sociedad estamental o de clase no me proporcionaba ninguna ayuda para reconstruir diacrénica- mente el proceso de reformacién de Ia identidad étnica. Las INTRODUCCION B discusiones con Nancy Farriss, que estaba por publicar su espléndido estudio sobre los mayas, y con Juan y Judith Villa- marin, que preparan un estudio sobre las sociedades indias ‘en Colombia, reforzaron mis planteamientos y fueron de gran utilidad para evitar incluso la tentacién de elaborar un mo- delo altemnativo de las sociedades indias bajo estudio. Los estimulos recibidos y el ir y venir de los restos hist5- ricos a la antropologia y de la historiografia a los documen- tos, me permitieron comprender que la invasién ibérica des- articulé el mundo indio y autonomiz6 progresivamente los elementos constitutivos de la etnicidad de su referente cen- tral, la identidad. Faltando este referente, algunos elementos —como la organizacién politica— se disuelven mientras otros —como la organizacién familiar y Ia territorial— lo- gran reorganizarse, encontrar una nueva coherencia y crear un nuevo referente totalizante compatible con el contexto colo- nial. En esta forma se da vida a un proceso, que he llamado de reconstitucién éinica, que permite a las sociedades in- dias de Oaxaca frenar, en los dltimos decenios del siglo xv1, la desestructuracién operada por la Conquista para dar pro: gresivamente vida, a partir de los afios de 1620-1630, a una nueva forma de identidad india. Esta se consolida entre fines del siglo xvn y primera mitad del siglo xvm y se expande en seguida hasta que una nueva conquista, acontecida entre 1847 y 1853, vuelve a destruir la identidad india, La reconstitucién étniea es entonces un proceso de larga duracién, plurisecular, que reelahora constantemente los ele- mentos prehispanicos a la luz de los elementos internos y de los elementos condicionantes de las sociedades indias, favore- iendo la consolidacién y la expansién de la identidad étnica. En esta forma, el proceso de reconstitucién permite a las sociedades indias reelaborar y proyectar al futuro un patri- monio étnico, desarrollar una nueva racionalidad, una nueva logica, diferente de la prehispénica, pero no por ello menos india de la precedente. La nueva identidad étnica no es entonces simplemente una forma de autodefensa frente al 6 INTRODUCCION contexto colonial o el resultado de los intereses de grupo existentes en las sociedades indias, sino mas bien el resul- tado de una voluntad colectiva orientada a no perder un con- junto de valores o actitudes que ellos consideran importantes y significativos para su autodefinicién. Esta caracterizacién de la reconstitucién étnica permite superar la difusa opinién de un mundo indio inmévil, siem- pre igual a si mismo, desgastado por la accién de fuerzas exclusivamente externas y permite acercarse a él con la per- cepeién —que atin hoy en dia tienen los grupos indios— de un mundo en el cual conflictualidad y solidaridad se mezclan, Las sociedades indias no son, pues, ni la imagen idilica de sociedades comunitarias ni tampoco la imagen negativa de so- ciedades en permanente desestructuracién, El proceso de re- constitucién ética cierra la fase inaugurada por la inva- sign ibérica y da vida a una nueva forma india que sintetiza Jos elementos indios del pasado y del presente en una imagen coherente, capaz de abrazar y combinar en un nuevo todo status, papeles e identidades menores y dar nacimiento a una visidn totalizante del mundo, de la sociedad y de la politica. Fuente de estas hipétesis, maduradas en el constante ejer- cicio de la observacién directa e indirecta de las sociedades indias de Oaxaca y de su comparacién con sociedades simi- lares y diferentes, me parecié que el proceso de reconstitu- in étnica encuentra su fundamento en un inconsciente co- leetivo de querer seguir siendo indios. Esta voluntad se expresa en simbolos fécilmente comprensibles por todos los miembros del grupo étnico, que sintetizan las adquisiciones dignas de ser conservadas, permiten precisar los limites de Ja etnicidad e individualizar los elementos materiales e inma- teriales que concurren a reproducirla. Por estos motivos atribuyo una particular importancia all anilisis desarrollado en el capitulo 1, en el cual trato de com: render el valor simbélico del espacio para la identidad ét- nica. En efecto, la idea del espacio se traduce en una serie INTRODUCCION 15 de simbolos facilmente comprensibles que permiten a los gru- pos étnicos actuar en forma positiva utilizando los recursos naturales concedidos por las divinidades. En esta forma, la naturaleza no es una fuerza hostil, enemiga de los hombres, sino una aliada del grupo étnico. Esta relacién con la naturaleza, mediada por las divinide- des, requiere de la accién constante y directa del grupo ét- nico, pues es él quien debe definir, defender y organizar el espacio que le ha sido concedido. El espacio adquiere asi su expresién concreta en el territorio, pero conservando siempre una connotacién sagrada, Espacio y territorio constituyen dos dimensiones de las cuales si bien la segunda, el territorio del grupo étnico, es determinado por la primera, el espacio de Jos dioses, la organizacién y gestién del territorio correspon- de exclusivamente al grupo indio. Asi como el espacio, el tertitorio se presenta en el inconsciente colectivo bajo forma de simbolos: los limites del territorio y los atributos de sus elementos constitutivos (cabecera, sujetos, barrios) son cono- cidos por los integrantes del grupo étnico como lo son los atributos de las diferentes di idades. El territorio materia- liza entonces la alianza entre los dioses y los hombres y estos iiltimos, defendiéndolo de las amenazas coloniales y de las fuerzas enemigas internas, terminan por defender su existen- cia y honrar a los dioses. Si insisto sobre el alto significado simbélico y la estrecha vinculacién entre espacio y territorio en el imaginario étni- co no es para poner solamente en evidencia su fuerza crea- tiva en Ia fase inicial, de consolidacién y de expansién de Ja identidad étnica, sino también para establecer el referente de las acciones econdmicas, sociales y politicas de los grupos étnicos. En efecto, si se contintia estudiando a las sociedades indias exclusivamente a lu Tuz de sus institueiones econémi- cas y politicas no se lograra superar la imagen de sociedades que repiten sin cesar las mismas acciones. A partir del referente espacial y territorial —analizado cen los capitulos 1 y — he tratado de observar —en el ca 16 INTRODUCCION pitulo 1— Jos mecanismos de la accién econémica y social con el fin de descubrir la racionalidad en la légica de las estrategias adoptadas. Logré ver que las complejas estrategias econdmicas y sociales, orientadas a satisfacer las necesidades inmediatas y futuras de los grupos étnicos, responden a una pluralidad de instancias, desde la organizacién familiar hasta Ja organizacién territorial, pasando por las organizaciones de grupo y territoriales intermedias. La racionalidad diferen- ciada por organizacién, diversa de la que desearfa imponerle el contexto colonial pero no totalmente insensible a él, tiene una légica similar a la del espacio y la del territorio: Ia or- ganizacién territorial es superior al conjunto de las organiza- ciones intermedias y éstas al conjunto de las organizaciones familiares. Dicho en otras palabras, las acciones cotidianas se ordenan siguiendo el mismo principio del espacio y de! territorio: reconocen que el todo es superior a las partes y, por lo tanto, las acciones cotidianas no s6lo satisfacen nece- sidades materiales presentes y futuras sino también deben contribuir a defender el territorio y honrar a las divinidades. Sélo a través de csta subordinacién a las divinidades yal territorio se asegura la unidad del grupo étnico y las orga- nizaciones intermedias y familiares obtendran, en reciproci- dad, proteccién, seguridad y participacién en una empresa comin, Se interioriza asi en Ia cotidianidad el principio jerarqui- co, que tiene su fundamento sagrado en Ja jerarquia de las divinidades y su fundamento mundano en la jerarquizacién territorial, regulado concretamente por una organizacién po- Iitica y social. Esta regulacién politica y social —que analizo en el capitulo 1— se presenta dotada de cierta autonomia, pues ella asigna a cada jefe de unidad familiar una precisa funcién dando la debida importancia a su grado de prestigio, honor y riqueza y vineuléndolo con su capacidad de honrar y servir el eargo y, por lo tanto, al grupo étnico. En esta for ma los jefes de las familias se integran en un orden jerér- quico evitando 1a corporativizacién de la sociedad india que INTRODUCCION nv habria terminado por dar cabida exclusivamente a los grupos de intereses. Como puede verse, en el curso de estos cuatro capitulos he tratado de conjugar las dimensiones materiales e inmate. riales de la vida india para comprender su saldo positivo en el proceso de reconstitucién étnica. Procediendo en esta forma terminé por poner en discusién no sélo el tipo de anélisis sobre las sociedades indias sino también algunos esquemas interpretativos referentes a la formacién de la nacionalidad mexicana. En la realizacién de este estudio tuve siempre la impresién de contar con la solidaridad de numerosas personas y ami {g08 que, sin ser minimamente responsables de los resultados © de los desaciertos contenidos en este libro, emocional ¢ inte- lectualmente me han acompafiado a lo largo de un viaje de casi un decenio. Con Naney Ferriss, Juan y Judith Villamarin, que me han dedicado mucho de su tiempo para discutir este libro, he contraido una enorme deuda intelectual. Con la amistad de siempre, Ruggiero Romano me ha brindado, una vez mis, sus acerados y agudos comentarios. Vanessa Maher, Alberto Gallo, Giuliano Tescari, Antonio Annino, Juan Carlos Gara vaglia, Giovanni Levi y Giovanni Marchetti me han dado una ayuda importante y significativa para la versién final del libro. Debo también agradecer a Carlos Sempat Assadourian, Marco Bellingeri, Enrique Florescano, Herbert S. Klein, Mar- garita Loera, Josefina Z. Vasque, Cinthja Iannacone, Marga- rita Dalton, Chiara Vangelista, Rosa Casanova, Maria de los Angeles Romero, Enrique Montalvo, Elsa Malvido, Giovanni Casetta, las personas que en la regién de Oaxaca conversaron conmigo y mis estudiantes de la Universidad de Turin del afio académico 1980-1981 que con sus preguntas ¢ inquietu- des me motivaron a ahondar mis reflexiones y andlisis sobre las sociedades indias. u INTRODUCCION Gierto nimero de instituciones me han brindado su gene oso apoyo durante Ia realizacién de la investig al Dipartimento di Studi Politici de la Universita di Tor ino, el Ministero della Publica Istruzione (CUN 40%), el Cen tt0 Nazionale delle Ricerche, 1a Direccién de Estudios Histo. ricos del Instituto Nacional de Antropologia e Historia, Ia Universidad Autonoma Metropolitana, El Colegio de Méxi 0, el Instituto de Sociologfa de la Universidad Benito Juérer de Oaxaca, el Departamento de Antropologia de la Univer, dad de Delaware, el Wilson Center y el Centre for Lat American Studies de Oxford. REFERENCIAS DE ARCHIVO m0: Biblioteca Nacional de Antropologia Historia, ae: filmes de Oaxaca, ciudad de México. : su + Bilton Nacional de Madrid, eecidn manuscritos, few c Archive General de lx Neco, ramo Civil eadad de México sie ei ae ae = ae ae z ‘ibid. ramo Tierras, ‘ibid. eT ae clas otag lara AGE Ms eae ‘ibid. seccién Audiencia de México, ibid, a iglas de los archivos corresponden, [Los ndmeros que siguen a las siglas de los ard al primero al nimero del legajo y el segundo, separado por un -, al nimero del expediente, » I, LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO Los Restos hist6ricos nos deseriben explicitamente una serie de ritos, definidos como “paganos”, “diabélicos”, “de bru jeria”, que pueden permitirnos recobrar una serie de ele rmentes relatives a 1a concepcién del mundo, y en especial a Ia idea del espacio, que constituyen, a nuestro juicio, el fundamento simbélico de la reconstitucién étnica. El principal problema con la documentacién disponible es que ésta, con su proclividad a anatematizar el comportamien: to indio, tiende a mostrar casi exclusivamente las acciones contrarias a la fe cristiana y a silenciar, pasar por alto, los comportamientos que no la afectan. Todo ello provoca una fuerte subevaluacién del papel desempefiado por la rituali dad en el desarrollo de la sociedad india a lo largo de los siglos xvi y xvin, impidiéndonos deseribirla y eomprenderla en su totalidad. Leyendo los documentos, se tiene sin embar- go la clara impresién de “sentir” la dimensién ritual, pero ‘cuando se intenta captarla termina por desaparecer. Es esta situacién de estar presente y no estar presente la que nos ha hecho madurar la idea que las acciones ejecutadas cotidiana. mente por un mixteco 0 por un zapoteco sean de naturaleza politica, econémica, social o cultural, se desarrollan siguien do un ritual cuyo cédigo, siendo conocido por todos, no hay necesidad de evidenciar. El resultado final es que los restos relativos a Ia ritualidad son, en buena medida, més mudos ‘que los otros. Una lectura cuidadosa de los andlisis antropolégicos y et nolégicos nos ha permitido, a pesar de hacer referencia a una forma historica diferente, comprender la importancia de Ja ritualidad india” En particular, el estudio de Carrasco 1 Nomerosos son Tor anilisis que nos han permitido acercarnos @ esta pro blemitics. En especial, quisiera reonrdar ol de J. de la Fuente, Yolalag, Una a 2 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. sobre los rituales de los chontales nos ha permitido ver el uso de las férmulas rituales para la siembra, Ia cosecha, la caza, el nacimiento, el matrimonio, los cargos politicos, las enfermedades.* Logramos asi elaborar la hipétesis que la co tidianidad india obedecia a un ritual y que este ritual podfa, en algtin modo, ser comprendido observando euidadosamente os momentos culminantes de la actividad humana: la siem bra, el matrimonio, el inicio de la caza, el nombramiento de! mayordomo . . . Con base en esta indicacién, volvimos a exa: minar la documentacién relativa al comportamiento “paga- no” y volvimos a releerla tratando de correlacionar la accién desarrollada cotidianamente con los momentos culminan- tes del ciclo vital y de la actividad comunitaria, Al proceder de este modo se deseaba, por una parte, dar el justo peso a las contribuciones de los antropélogos y de los etnélogos relativas a las sociedades indias actuales y a Jas contribuciones ofrecidas por los arqueélogos y los eino- historiadores relativas a las sociedades indias prehispanicas Ys Por otra parte, recobrar, sin plantear Ia hipstesis de nin- guna continuidad entre el pasado y el presente étnico, las caracteristicas especificas de la forma que adopta la vida ceremonial india una vez superado el trauma de la Conquista. 1. Los oniceNes DEL PROCESO RITUAL? Los ELEMENTOS DESENCADENANTES EI pérrafo precedente puede justificar, en cierta medida, Por qué nuestro punto de partida lo constituye una fuente, muchas veces citada pero escasamente estudiada, la Relacién de Basalobre de 1656, en la cual se puede leer: villa sxpotees serrana, txt, México, 2 ed. 1977; E. C. Parsons, Milla, Town of souls, University of Chicago Press, Chicago, 1986; RS, Ravice, Organization social de los mixtecos, rst, México, 1965; D, Butterworth, Tilantongo, com nidad misteca en transicién, 1st, México, 1975; R. I. Weillaner (com).), Re tetas, mitos 7 leyendas de Chinanla, nt; México, 977. =P. Carrasco, Pagan Ritual and Beliefs among the Chontel Indians of Oaxaca, Anthropological Records, 1960, 20: 3, pp. 87-117. LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO 2 ee nea ee elise ee peg ng ek nei 2 Sg ype cole ah Fg eat ecole eee feel etna re eal nasa aera na Toel neD eae a a asa aes el foment oem a cra aa boat apt aiseae eal atcaret an rt essen caro eee asst resets (aay fore eo fee Y cals mere sibye ee de don Discs qu i goisma Zein compris de vo aflame ec a apc tes Yaeee omerlae eet ae ae eee Zon mtg can a vaioad das aps miley 06- terry como pera todo genre de ce, para culguers, Jou; tarsi cmc do sacle y gran para clgtreeolerme fase We octet resin, pore er 6 tower tes {I buen suceso en lao reseces y par parce de sia mujeres, Y para que se Togren sus hijos; para los cantos de pajaros, mi pe geting yoo ageinph sr A ter du han de tne nf um yen Too yn TAT ase ea pose aoe eects ee ee eee papier ap hepa dyer sbiy-ageateneay pig ae ees ete acca Tae ‘cave Dama, Spero pete, ¥ do inns y poten cha glinilery welds om sangre tse pean de tapalo icin oy erly qual 7 raked eo crificio al dios de quien esperan el remedio de la necesidad que eer sa Sal ee aPC eer Tecan a manera os folion, yen capo ol ole Rayea Ee ter, mnléndles con muchos sites, yeoremoniessapensiioens* Este largo pasaje sintetiza muy bien la relacién entre acti- vidad humana y ritualidad sobre el cual hemos insistido tanto. No obstante su hermeticidad, el texto de Basalobre nos ofrece una serie de elementos para comprender que la casi totalidad de la cotidianidad india —trabajo, vida do- 2D, de Hela y Vat, Relcn entice dels idols, sperticoes, pea sae ae ae ga Ota females CalderSn, Mérico, 1656, p. 5. Exit una ediciin publicada en México en mm 300017 EN LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. méstica, vida social, vida cultural— esté regulada por un conjunto de normas que colocan las actividades humanas bajo Ja proteccién divina: “cada mes se atribuye a uno de dichos Dioses, que lo govierna”. Esta proteccién divina se obtiene a través de ritos particulares cuyo conocimiento es patrimonio de algunos “letrados”, los cuales gracias al cono- cimiento del calendario ritual logran establecer los dias y las férmulas apropiadas para obtener la proteccién divina. En suma, el texto de Basalobre nos permite entrever que la es- ‘ructura ritual no constituye una estructura auténoma respec- to de la estructura social, sino que son dos estructuras compe- netradas. Los “sortilegios”, “agiieros”, “suertes” nos parecen ptimos indicadores de la dindmica social. En efecto, usando como elemento discriminante el recurso a las técnicas adi natorias de las “suertes” y “agiieros”, logramos distinguir dos tipos de ritual: el ritual cfclico, remitible al calendario agricola, y el ritual periédico, identificable exclusivamente con el uso del calendario ritual. La diferencia entre ritual ciclico y ritual periédico se apoya en el hecho de que, mien- tras en el primer caso el elemento desencadenante del proceso ritual es claro para todos y se relaciona con la siembra, Ia germinacién, la cosecha, en el segundo caso el elemento des- encadenante no es tan visible y se apoya, en cambio, sobre signos premonitorios como el canto de los pijaros, los sue- fios, eteétera. Sélo cuando estos signos, unos més visibles y otros menos, son captados es cuando el proceso ritual tie- ne inicio y s6lo entonces los interesados recurrirén a los “maestros”. 2Gual es el referente de signos tales como cl cambio de 1a estacién, el canto de los pjaros, los suefios? El terror que emana de los diores puede ser una explicacién légica, pero de una légica relacionada con una racionalidad diferente de Ja que se presenta en estas sociedades. En efecto, si, como hhemos dicho, existe una compenetracién entre actividad hu- mana y ritualidad, entre los seres humanos y Ja divinidad, esta compenetracién es regulada por la voluntad escasamente LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO % escudrifiable, pero adivinable, de los dioses. Esto significa entonces que la ciclieidad y periodicidad ritual tienen como fin Gltimo el de halagar a los dioses, angustiados por la fre- nética actividad que desarrollan en la tierra los hombres. El proceso ritual tiene entonces la funcién de suscitar, man- tener y restablecer el vinculo entre Tos seres humanos y el espacio que ellos ocupan para satisfacer sus propias necesi- dades materiales y la divinidad, No debe, en efecto, olvi- darse que entre los atributos de Leta Aquichini, el dios Tre- ce, esta el de ser “dios de todos los dioses”, representacién de la totalidad y ereador de todo lo creado y, por lo tanto, a €l pertenece todo el espacio, terreno, subterreno y ultra- terreno. Una atenta lectura del panteén zapoteco* y mixteco * nos permite comprender que a cada divinidad pertenece una parte del espacio y entre sus funciones esté la de regulatlo. Nuestra impresién es que esta caracterizacién de las divi- nidades, que nos ha Megado mediada por la interpretacién eclesifstica espafiola, no nos ofrece una visidn jerarquizada de Ja divinidad; ésta la encontramos, en cambio, cuando, ha- ciendo referencia a los sacrificios, se dice que para venerar de modo apropiado a cada dios hay que quemar determinado niimero de pedazos de copal. La existencia de una escala je- rarquica divina est4 presente, en modo implicito, en el hecho de que el dios de todo lo creado, Leta Aquichino —un dios omnicomprensivo en un primer momento y superior jerdrqui- camente en un segundo momento—, es también llamado dios Trece, al cual pertenece, siendo el mas importante, tanto el espacio terreno como el ultraterreno y el infraterreno. Segu- ramente, la existencia de ritos particulares y ritos generales 4H. Berlin, Las antiguas creencas on San Miguel Sola, Moseum fur Vil terkunde und Vorgeschichte, Hanbureo, 1957, ppe 1213. . “Alcina Franch, "Lon dices del pntein zapteeo", Anales de antropologie, 1572, nim. 9, pp. 15:14 " : ©'b Daihgren de lordio, La Mixtoea, Su cultura ¢ historia prokipénice, diciin dl estado do Oaxaca, Oaxaca, 3 ed, 1979, pp. 261323 26 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. que podemos percibir en el texto de Basalobre debe ser rela. clonada con la jerarquizacién de la divinidad. 2. Los Dioses ¥ 1.05 HOMBRES: EL. PUNTO DE CONTACTO Asi como una serie de signos, més o menos evidentes, desen cadenan el Proceso ritual, una serie de actos acompafan el momento culminante del mismo, es decir, iomento le se esableee el contacto entre los homies In tease También en este nivel el espacio es una dimensién impor. tante porque, para realizar este encuentro, se “tienen lugeres diputados donde ocurren a cumplir sus votos, como lo tienen en un cerro de la jurisdiceién de mi beneficio, Hamado en Jengua vulgar de los naturales Quijazila, que cae como ine dia legua del pueblo de San Juan, distante de la eabecers otra media Iegua, en cuya eminencia parecen las ruinas de ‘medio, que e constants vor comin, y eorieme, que fue ‘emplo de sus fdolos en la Gentiidad, y alli ocurren « po en execuciéu sus eee ee ieee Reforzando la idea de que la cesién del espacio terrestre 4 los hombres es concesién condicionada, el punto mds cen cano a la divinidad de este espacio no es ocupado por lox hombres, y es por Io tanto mantenido puro. El resultado es que estos puntos terminan por configurarse como centros sa. grados. Fray Gregorio Garcfa refiere que, segiin la tradicién mixteca, Iuego que aparecieron estos dos on figura humana, cuentan las hi su_omnipotencia y sabiduria, hicieron y fundaron una ‘grande Pela, sobre la cul ediicarn unos may sumptuows Poles pais ual 'y sumptuosos Palacios, echos con grandisimo artificio, donde fue su asiento, y morade en Ie tierra [...] Esta Pefia, y Palacios de los Diocee, estaba en 1m cerro muy alto, junto al Pueblo de Apoala, que es’en la Pro joes visiles en el mand, ois de eta Gente, que cos * Hevia, Relactén auténtica, eit, p, 8 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO 2 vincia, que Jaman Mixteca Alta. Esta Pefia, en lengua de la gente, tenfa un nombre, Lugar donde estaba el ciclo. Este lugar ha sido identificado por Jansen en un cerro it diatamente al este de Apoala, llamado cahua candihui, decir, cerro que se empina en el cielo. Jansen nos ha mos trado muy bien e6mo la concepeién del espacio entre los mixtecos prehispanicos era de naturaleza ritual e ideolégica y probablemente, como nos lo sugiere este autor, esta concep- cidn se desestructuré por efecto de la invasién ibérica.? Sin embargo, parece que se mantuvo, en los siglos xvit y xvut, la idea de que las montafias eran el punto de contacto entre la divinidad y los seres humanos. La crénica colonial de Burgoa nos muestra cémo todavia en el siglo xvi los cerros habian conservado este valor simbélico. La documen- tacién recogida por Alcina, relativa al area zapoteca, nos ilustra Ja persistencia de los cerros como puntos sagrados.”” Estamos asi en presencia de un conjunto de evidencias que ros permiten pensar que tanto los mixtecos como los zapote- os siguen considerando los cerros como centros sagrados. Junto a esta evidencia existe otra relativa a la utilizacién sacramental de las cuevas. Villavicencio hace alusién a las cuevas diciendo que “en lo secreto, y a escondidas, y en par- tes muy retiradas y solas, y apartadas de poblados, se hallan particulares sitios, y lugares sefialados, donde los indios ido. latran”." Para el Grea zapoteca encontramos el precioso tes- timonio de un indio de Lachixio que nos dice que 8 Gregorio Garcia, Origen de lo indios del Nuevo Mundo Indias Occien. tales (1729), city en A. Caso, Interpretaciin del Cédice Gémex de Orosco, ‘México, sf, pp. 1213, y en Dalheren, Le Mixtec, et, pp. 294295. °'M. ER. G.N. Janeen, Huisi Tacu, estudio interpretativo de un libro mix: eco antiguo, ceous, Amsterdam, 1982, vol. 1, pp. 223278. Véare del mismo, The Four Quarters of the Mistee World, Lateinamerika studien, 1982, nim. 10, pp. 8592, y Truhw Niguidze Iya, Temas principales de Ia Kisorigrafia mix teca, ed del estado de Oaxaea, Onxace, 1980, passim, 40 Alcina Franch, Los dioss, eit, pp. 51-8. 1 P, Diego Villavicencio, Luz y método de confear idoletrias, Tmprenta de Diego, Puebla, 1652, . 40, 2 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. junto a dicho pueblo en distancia a la mitad de un cuarto de Jegua, camino que va a un pueblo despoblado que llaman San Mar. tin Xiso, esti una cueva que en lengua vulgar aman Quelague, se de Ia cual sale un poco de agua y de la techumbre de arriba asi mismo desila agua y que dicha eueva es toda de piedta.y en lo alto de ta puerta esti una cabeza y rostro como de hombre y ve para cpt en lo interior de dicha cueva, por estar tan oscu. to, levan luces y que alli acuden todas los indios de Lachixio de San Vicente y del pueblo de San Pedro a pedi socorro* Una evidencia similar la encontramos para Santiago Lapa xia (Nejapa), segiin la cual “la cueva donde idolatraban Je nombran en el idioma zapoteco Yagochibilaa, [...] en donde habia una pila que hicieron los Antiguos, el dijecillo 9 idolo era un chano de agua. En el lugar que le dicen el Potrero hay una cueva donde tenfan ocultas unas piedras re- dondas, en la que adoraban”. En la relacién referente al area chocha de Coixtlahuaca se lee que “el segundo vestigio que se encuentra y se presume templo de idolatria, causa por Ia que se le mando tapar la boca o entrada, es una gruta no hecha a mano, sino natural 4 tres leguas de distancia, del pueblo de Tequistepeque”. El mismo documento nos refiere de otra “‘gruta no tan profun- da, pero de que el reverendo antecesor cura Fray Juan Ne greras sac6 copias de idolos e idolatrantes a quienes después de hacer sumaria se castiga procurando con cerrarla borrar toda memoria de ella y esté en el pueblo de San Mateo, a tres y media legua de la cabecera”.** E] uso ceremonial de la cueva esté ademas documentado or el cronista Burgoa, quien habla de una cueva que era “el panteén que generalmente veneraban todos los pueblos y se- fiorfos de esta Mixteca”,"* y siempre la misma fuente hace referencia a otra cueva en la ‘zona limitrofe entre triqui y 2 Desaacén de Lacan Minds, 29 de ctr, 1657, en va, city 8. Vase tain Ala, "Lae dine gee Weliclin de Seating Lape 177, Taacién de Canine 17 Fray F Darn, Ceogdice descripetin dela parte septenronl det plo ‘rtico de América (1678), cit. en Dalhgren de Jordin, La mistece, tt. p. 2 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO 2 rmixteca, a Ia mitad del camino entre Justlahuaca y San Mi- guel Chicabuastla”."* Si bien las relaciones geogréficas del siglo xvr “no hablan nunca de cuevas como lugares sagrados”,"” aunque sabemos que fueron utilizadas antes de la Conquista,” es posible pen- sar que la represién religiosa, la mal Hamada cristianizacin, haya revitalizado las cuevas como centro sagrado, Esta uti zacién depende del hecho de que las cuevas poseen las mismas cearacteristicas de los cerros: la de ser el punto del espacio terrestre més cercano a la divinidad. El espacio infraterreno, si bien es regido por dioses diferentes de los que rigen los otros espacios, dependen de la divinidad jerarquicamente su- perior: Leta Aquichino. No es casual, pues, que dos divini dades zapotecas tengan atributos infraterrenos: Leta Aquichi no (dios Trece), en su calidad de ser infinito y creador del cosmos, y Coqueelaa, que es dios padre, dios de “infiernos”, de la muerte, abogado de la tierra, de la riqueza, abogado de Ja grana cochinilla y de las gallinas de la tierra." Sobre los atributos de las divinidades mixtecas disponemos de una me- nor informacién, de la cual, siguiendo a Jansen, se puede decir que el fuhu no es solamente “dios” en el sentido eris- tiano: es el término para los seres divinos prehispanicos en general, como se deduce de varios términos dados por Alva- rado: la imagen del diablo o Solo es naa fiuhu, y dzoco fiuku, “pozo o cufia del fuku”, es un término que significa tanto “emplo o sagrario” como “sepultura del sefior”.** Las informaciones disponibles nos dicen que cada lugar, cada punto del espacio pertenece a una divinidad en par 3 Ibid, p, 225 H. F, Cline, Colonial Mazsee Lenses end. Commits, en J. Paid, Ancient Oaxaca, Stanford University Pres, Stnford, 1966, nos fice que "The map of Hactla (0763) has peta of sve showing remsine of Kings, Caves of this Kind are described by eal compilers ax the cemente fos of tng snd nobles of the Maratec nations’, pp. 288289, Scre el so ‘ital do les euova en ete sila, cf. Parsons, Ml, cit, p. 29% 3 Dalhgren, Ee misteot, ety. 271 1 Pde p20, W Alcina, “Los dios", eit, pp. 1816. Dalharen, Le mistecs, cy pp. 268.269; Jansen, Huis! Tacu, city pp. 295 30 LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. lar. Eso significa entonces que el espacio se presenta, en la concepeién india, organizado jerarquicamente. Se puede en tonces formular la idea de que existe una estrecha asociacién entre jerarquia divina y jerarquia espacial, y por el hecho de que el dios jerérquicamente superior es Leta Aquichino, es él el elemento que unifica los diferentes puntos del espa. cio. De éstos, dos son asiento exclusivo de la divinidad — es Pacio ultraterrestre e infraterrestre— mientras el tercero —el espacio terrestre— es eoncedido a los seres humanos. En re- conocimiento de Ia concesién, los seres humanos buscan man. tener el contacto con los dioses en lugares no susceptibles de ser usados cotidianamente y més cereanos a los dioses: los ce- ros y las cuevas, Cerros y cuevas no son solamente puntos sagrados; son verdaderos centros ceremoniales: “a la cumbre de un corre alto esta una piedra negra con algunas pintas blancas como de vara y medio de alto y redonda, ancha por abajo y angos. {a por arriba y que en el rostro que mira hacia donde nace el sol tiene unos agueros y sefiales que parecen pisadas de bueyes y de mulas y de venados, y le dijo que aquel era el sefior de los venados”." Esta misma caracteristica In encon- tramos en la cueva que en lengua vulgar Haman Quelaguegue [...] y alli scuden todos los indios de Lachixio y de San Vicente y de Pueblo de San Pedro ae reomlelral necesidade a lo dios dau gentiidad levindoles presentes de candelas de cera, copal, pollos y gallinas de le tera, y que en lo obscura de deka coeva can Tier, figuras de dichos dioses ¢ idolos, hechos de piedra, y que el indio mercader para tener ventura en la mercancia leva alli su pre. sente al dios Coquela y las mujeres estériles, que no pueden con. cebir, van a pedir hijos a la diosa Nohuichana y los Iebradores van a pedir agua al dios de los rayos, y los cazadores piden cara al dios Niyoa.# x2 Decleracién de Juan Péter, 2 de octubre, 1657, en Berlin, Lae antiguas, ity 2 Declaractén de Lucas Méndez, en Berlin, Las antiguas, cit, p. 40. Loe setiicios en Caxonos, en In serra anpoteca “lon hacian en an iis coe Cat fantes de Igar al dicho an pucblo, en el camino que ra del pecbio we See LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO. a La existencia de una interrelacién entre punto sagrado y centro ceremonial es asf explicitada en el tratado de Villavi cencio: “Aunque por la infinita bondad [...] no se hallan al presente templos y oratorios piblicos de idolos y falsos dlioses, a quienes, como en Ia gentilidad, adoren y reveren- cien y ofrezcan saerificios; no obstante, en lo secreto, y a escondidas, y en partes muy retiradas, solas y apartadas de poblados, se hallan particulates sitios y lugares sefialados, adonde persuadidos del demonio [...] ahora no pocos in- dios plebeyos tienen {dolos y los colocan en altares como dio- ses, ylos incensan y adoran y ofrecen sus sacrificios.”* La existencia de estos centros ceremoniales est también bien documentada, para fines del siglo xvi y comienzos del iente, en San Juan Tagni, en el distrito de Villalta, donde existen cinco centros ceremoniales, en los cuales se sefiala Ia existencia de idolos de “*piedra labrada”, y donde se hacen sacrificios regularmente.** Esta evidencia es atin mas consis. tente cuando, una ver identificada Ia sustancial identidad cerro-cueva, se utiliza una fuente que, a pesar de ser tradi cional, es muy rica en informaciones: los confesionarios. En tun confesionario mixe, encontramos lo que sigue: [as idolatrado? Gh eater kes eect Reece piedrs, o algin arbol, o palo? Has creido la idolatra o sacri iguamente? © ai emt pl eatrcfainateVar el omatna¥ar en ell Seeroa Seat aay Aste hicieron en Ia Antiguedad? € gHas hecho encender candelas, has hecho quemar copal a algu- hha persona en qualquier parte? * ios, que hicieron los Antiguos Francisco para él donde esté una eueva y en el sitio que eat junto a Ia Tee sia del dicho sa pacblo”. Decleracién de Pascual Pérex, india, 8 de noviembre, 1700, en E, G, Gillow, Apuaces hsrérices, lmprenta del Segrado Corezin, Mx 0, 189, p. 140, 3 Vilavicencio, Luz y método, eit, pp. 47-48 4 Alcina Franch, “Loe dioses, city p36, 3 Fray A. de Quintana, Confesioneio on lengua mixe, vada de Ortere, Pack, 1788. 2 LA REBLABORAGION DE LA IDEA DE ESPACIO Preguntas similares encontramos en el confesionario zapo- teco de fines del siglo xvim: {Has edorado algtin idole, 0 quemado copal, 0 encendido can. elas delante de &, como lo hacian los antiguos? ¢Sahes si alguno ha adorado algin fdolo, o quemado copal, o en cendido candelas delante de él, 6 has ofdo decir que alguno lo he hecho? * Los numerosos testimonios nos ilustran la concepeién de un espacio caracterizado por Ja existencia de puntos sagrados susceptibles de ser usados como centros ceremoniales, cuyo objeto es el de servir de lugar de encuentro entre las divini dades y los seres humanos. El centro ceremonial es, ademas, Ja representacién concreta, 1a evidencia tangible, del encuen- tro entre espacio exclusivamente divino y espacio concedide a los seres humanos por las divinidades. Para subrayar esta peculiaridad, el centro ceremonial no coincide ni con el cen- tro del territorio indio, la cabecera, ni con ningiin habitat humano. El hombre, con el fin de que este espacio no se con tamine, se presenta en el centro ceremonial sélo cuando esté puro y preparado a desarrollar el sacrificio ritual. En esta forma los hombres renuevan, en los momentos mas significa- tivos de su vida, el vineulo eon la divinidad. 3, Et, MOMENTO CULMINANTE: SACRIFICIOS Y MAESTROS Como hemos tratado de mostrar, el proceso ritual no se ca: racteriza s6lo por un encuentro entre la divinidad y los seres umanos sino también y especialmente por una recomposi- cién y reunificacién del espacio, casi como para evocar al ‘mundo en el momento de su creacién. Justamente por este mo % Fray A. Vein, Gonfsionario sqpoteco, en A. Pefiafel, Gramética de ta lengua zapotece, Secretaria de Fomento, México, 1886, p. 98. LA REELABORACION DE LA IDEA DE ESPACIO 8 tivo conviene examinar, euidadosamente, el significado espa- cial del sacrificio. En el Tratado varias veces citado de Basalobre, encontra- mos la siguiente indicacién del sacrificio que él ve como “thorrendas idolatrias, y sacrificios al Demonio, de perrillos pequetios, y de gallinas, y pollos de la tierra, degolléndolos, y rociando con sut sangre trece pedazos de copal, o incienso de la tierra, y quemindolo, y ofreciéndolo en sactificio al Dios de quien esperan el remedio de la necesidad que pre- tenden reparar”.” Usando la informacién de este autor, se pueden reconocer las siguientes formas sacrificiales: 1 al coger Ios primero clots de aus sementera,strifican una talline negra de Ta tierra, rociando con su sangre trece pede 20s de copel, en memaria de sus trece Diotes, y quemando el cho copay con el resto dela sangre regando el patio de su casa: lo cual oftecen al Dios del maiz y de toda la comida, lamado en lengua Loqueuny, en agradecimiento de le bue na cosecha que han tenido, 7 al ofrecerlo dicen cents pala: bras en vor muy baja como cuando rezan 2 Ylo mismo hacen al eortar el primer chile ofreciendo el sacr- fo Din de Ton rape Manado Locgo, on Informa que antecede 3 Y al smllar los nopsls,o coger In grane,sactifican gallina Blanen de In tera al dios que laman Cogulas, dicen set abogado de ella 4 Y para le caza de venados, u otros animeles montses al Dios de lor Cazadores Tamado A # Hevia, Relacién auténtca, et, p.2. El obispo de Oaxaca esribe: “pades- <0 de que en algunos pucblos especialmente serranos se coteervan reablos do J gentildad en idolatrias con oblaciin de sscrificice”. Instruceiim del Obie: po de Oaxaca, 23 de maya, 1688, Archivio Secreto Vaticano, Concilits Relat. nes $5. En Ia sierra zapoteca “juntaban a todos los inion ‘1 pocblo y a los muchachos do todas edades para Te idole hnncian matando perros y gallinas de la tierra y ofteciéndole asus dioces, ast J came como Ta sangre, tamales y unas toillas de mal races, de tres ex auinas y un agujero en’ medio y otras pequefies, como un dedo de la mano, redondas y largas, y que después de aberla ofteeido a toda le gente que a6 hallabe presente, hincados de rodillas les repartian dichas tortillas para. que las comiesen con mucha venerackin y como cota bendite y dedicada a wis diose". Declaracién de Pascual Pérez, ct. en Cillow, Apuntes histaricas, cle, p10,

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