5. LA MODERNIDAD: NUEVOS
ENFOQUES Y NUEVOS ESCENARIOS
5.1. EL «ESTRATO CERO» DEL TELL Y EL MODELO
ETNOARQUEOLOGICO
Las misiones arqueolégicas de la época precolonial y colonial, dirigidas a des-
cubrir las antiguas civilizaciones del antiguo Oriente, no estaban interesadas
en posibles etapas tardias y modernas de los yacimientos investigados. Por
«etapas tardias» (expresion que para los arquedlogos de las remotas civiliza-
ciones preclasicas esta inevitablemente connotada de desprecio) se entendian
Jas etapas clasicas (helenistica y romana imperial), la bizantina y la islamica:
etapas de dignisima importancia histérico-cultural, entre otras cosas por la
presencia occidental en la regién, pero que debian investigarse en los grandes
campos de ruinas urbanas (mundo antiguo) o en las ciudades todavia vivas
(mundo islémico), y no en los escasos restos que podian asomar en lo alto de
un ¢e/l de la Edad del Bronce. Al igual que las misiones preclasicas buscaban
ante todo templos y palacios, y solo marginalmente barrios residenciales, las
clasicas e islamicas se concentraban en los grandes yacimientos urbanos,
maximas expresiones representativas de estas civilizaciones. Por eso en la
época colonial se hicieron importantes excavaciones clisicas (baste pensar en
Palmira o Dura Europes), y también islAmicas y «cruzadas» (como en Grae
de los Caballeros), pero los humildes restos superpuestos a las estratificacio-
nes de los tells mas antiguos despertaban escaso entusiasmo, como un obs-
téculo molesto que habia que liquidar lo antes posible, ahorrando tiempo y
recursos. De modo que se excavaban someramente 0, mas a menudo, se ex-
traian sin tomarse la molestia de registrarlos. Estas operaciones, por lo gene-
ral, estan poco y mal documentadas en las publicaciones, y se conocen mAs
bien por breves menciones en los informes preliminares.
Una suerte atin mas triste corrieron las aldeas modernas —en el sentido de264 Imactvan BabeL
todavia habitadas— que por lo general estén encaramadas en la cima o la lade-
ra de los antiguos ée//s, 0 también encajadas entre las ruinas de los edificios
de la época clasica. Estas aldeas, en muchos casos, fueron destruidas sin regis-
trar nada, no como una primera fase del trabajo arqueolégico, sino como una
operacién «administrativa previa al inicio de la excavacién. Se expulsaba a
los habitantes, que eran alojados en aldeas nuevas construidas fuera del area
arqueolégica, y sus casas se derribaban para dejar el espacio libre y comenzar
la excavacién. Solo se respetaban las mezquitas y las tumbas de los santos le-
gendarios del islam, que no podian destruirse ni levarse a otro sitio. Asi, por
poner dos ejemplos emblemiticos, la tumba del profeta Jonas que da nombre
(Nebi Yunus) a una de las dos acrépolis de Ninive sigue sin excavar, con gran
disgusto de los asiriélogos, pues saben que debajo esta el palacio de Esar-
haddon.' Otro caso més curioso que clamoroso es la pequefia mezquita que
ha quedado como recluida en Io alto del patio del gran templo de Luxor,
como un «testigo» de dénde estaba el suelo moderno antes de que se retirase
la enorme masa de arena que enterraba parte del santuario faraénico.
Pero las aldeas normales, o si queremos miserables, no se salvaron, fueron
demolidas sin contemplaciones. Hoy se consideran el «estrato cero» que coro-
na la secuencia estratigrafica y tiene tanto interés como los estratos inferio-
res, con la diferencia (no precisamente pequefia) de que estan habitadas—con
todo lo que conlleva de negativo (gastos de traslado de las familias) pero tam-
bién de positivo (actividades, equipamientos en uso). Durante toda la época
precolonial y colonial estas consideraciones ni siquiera se planteaban. Incluso
dejando a un lado el inconveniente de los gastos de eliminacién del