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Nacida en Villacarrillo, Jaén, en 1961. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complu- tense de Madrid, ha publicado: De las cosas que aprendi con el cedazo Nos de mi abuelo (Pre- mio Clarin de Cuentos de 1981, publicado por la Universidad Complutense de Madrid); La tercera vez (Premio Nacional de Novela Breve J. L. Castillo- Puche, 1997); Veinticuatro veces (Lumen, 2000), su primera novela larga; La vendedora de tornillos 0 El tratado de las almas Pilar Bellver impuras (Elipsis Ediciones, 2006); Vecinas, relato incluido en Un deseo propio, antologia de escritoras espafiolas contempo- raneas (Bruguera, 2009), y A todos nos matan antes de morir (Algaida, 2010). Vy V(Violacién y Venganza) es el titulo provisio- nal de su novela mas larga, 800 paginas; terminé de escribir una primera versidn en 2013, pero sigue sometiéndolaa correccién, yadelgazamiento, A Virginia le gustaba Vita en palabras de Pilar Bellver Podemos tener una actriz favorita (la magia del cine es verla correr, comer, hablar, llorar...; verla desnuda plé- cidamente durmiendo 0 jadeando junto a otro cuerpo) y podemos fantasear por eso (sin que nos haga falta mucha imaginacién) poniéndonos a su lado en escenas de sexo, Pero la magia de la literatura (en cierto modo més pode- Tosa que la del cine) es, para algunas de nosotras, que puede hacer que nos ocurra lo mismo con una escritora. Su obra (sobre todo si nosotras mismas ‘Somos escritoras también) os permite intuirla con més certezas sobre su ser verda- dero (0 el més profundo al menos) que un argumento pres- tado a una actriz contratada; se podria decir que su obra nos permite amar a una escritora a la que no conocemos con mds fundamento que una pelicula a una actriz igual de des- conocida. Tenemos, pues, el mismo o més derecho a fanta- sear con ella (aunque «derecho» no es la palabra; quiz sea mejor decir «riesgo>: corremos el riesgo de querer imagi- narnos a su lado) del mismo modo que una adolescente se imagina en brazos de su actriz més adorada, En vida de Virginia Woolf (1882-1941), Vita Sackville- West (1892-1962), también escritora, quiso conocerla a (oda costa porque ya la admiraba, ya la habia intuido, yala maba... asi que solo le faltaba eso, conocerla, Se empend 63 yloconsiguié. Aunque no le costé mucho porque Vita era una de las nobles con mas rango de Inglaterra, tenfa 30 afios y era especialmente atractiva: habfa pocas puertas que no se le abrieran, Sin contar que, ademds, como escritora, era mucho més conocida, sus libros se vendian bastante més que los de Virginia en aquel momento. ‘Yo no soy guapa, no tengo glamour y, sobre todo, no estoy en vida de Virginia, no puedo, pues, hacerme ilusio- nes sobre que un dia veré dénde pone sus ojos (tan claros como los de un haleén, segiin Gerald Brenan) durante una conversacién conmigo. Me gusta observar donde, en qué parte de la habitacién 0 de mi, pone sus ojos una persona con la que estoy hablando (ademas de en los mios, que es el sitio esperable); dénde los pone, quiero decir, cuando se descuida y no los controla adecuadamente. No puedo hacerme ilusiones sobre que una tarde me la encontraré paseando por la misma veredita por la que sé que paseé en cierto alto de las Alpujarras ni por alguna intima calle del Albaicin... 0 si puedo? No se me habia ocurrido que podfa. No me habia atre- vido a que se me ocurriera. Aitos y aos de admiracién a Virginia y de entusiasmo por su historia de amor con Vita y no se me habia ocurrido hacerlas protagonistas explicitas de una fantasia. Hasta que Gonzalo y Alberto me escribieron para que formara parte de esta antologia. Hasta después, mejor dicho, porque antes hubiera elegido a otra escritora de la lista que proponfan ala que adorase ‘menos y ala que pudiera acercarme con més garantias de no hacer el ridiculo en su presencia. Pero ya habian elegido mis compaeras a casi todas y Virginia y Vita seguian alli, esperando. Con més miedo del que os podriais creer y con 64 mis incertidumbres que ideas, acepté escribir sobre ellas, En realidad, yalas habfa elegido desde hacia mucho tiemp. a Virginia desde los 17 afios, desde que lei Una habitacién propia como la feminista que ya era y poco después Orlando como la escritora que seria, Y a Vita desde que lei Reivato de un matrimonio, a los 19 aitos, como la lesbiana que estaba empezando aser, La mia, pues, es una historia de amor y de gratitud hacia Virginia y Vita, asi que no esperéis de mi que os haga una narracién critica sobre ellas, sus vidas o sus obras, ni sobre las contradicciones de clase a las que nos enfrentamos al leerlas ni sobre el sentido diltimo que le dan aa literatura. Quede eso para otra ocasién. Lo que si puedo explicaros «racionalmente> son algunos porqués formales de mi relato, Puedo explicaros, por ejem- plo: Por quétienedos partes La division en dos partes se deriva de la estructura del texto en si mismo, como veréis enseguida, pero responde sobre todo a mi idea de que era necesario reflejar el hecho de que, en mi caso particular, el trabajo para esta antolo- fa era sobre dos mujeres, Vita y Virginia, escritoras las dos ademés, yno solo sobre una de ellas. Si le ponia voza una, enseguida me asaltaba la necesidad de darle voz a la otra. Voz propia, quiero decir. Ha sido, pues, inevitable y, hasta cierto punto, justo. No obstante, Virginia es la protago- nista principal de la narracién, Quizé por eso, y de nuevo para equilibrar, la protagonista de las notas a pie de pagina es sobre todo Vita, su casa y sus origenes. Esome ha llevado también a no haber podido evitar que ‘mi trabajo sea un poco més largo (teniondo en cuenta que es doble, Virginia + Vita, el exceso, creo yo, puede estar justificado). Por qué son cartas Le he dado forma de cartas porque al leer a lo largo del tiempo las biografias que han ido saliendo sobre Vitay Vir- ginia, lo que mas me ha impactado personalmente ha sido su epistolario, tener acceso a él. Porque representa la parte més intima que conocemos de las dos, la més sincera (den- tro de lo posible), la jena ala vigilancia que establecemos las escritoras cuando sentimos la amenaza de que un texto pueda ser publicado; y la mas equilibrada (otra vez.ese con- cepto), ya que en las cartas hablan las dos en igualdad de condiciones. En las cartas asistimos a una comunicacion de ida y vuelta tan real como debe ser, mientras que las obras literarias de las dos no son comparables y no podemos ponerlas en pie de igualdad porque Virginia se come con creces el relativo talento que tuvo Vita como escritora. Por qué hay tantas notasa piede pagina Las notas a pie de pagina, con esa intencién las he redac- tado y distribuido, ayudan a que el texto que os presento sea de verdad independiente del grado de conocimiento que una lectora tenga sobre los personajes que aparecen. Ayudan (tanto o més que mi narraci6n) a querer saber més de ellos; son interactivas entre mi narracién, que es ficcién, yllas biografias, que solemos tener por reales. Y sugieren, 66 continuamente que se puede acudir sin complejos a teclear Para averiguar més detalles (buscar en Internet como método popular, accesible y democratico de acercamiento al conocimiento en una primera etapa del interés); es decir que, para disfrutar de la lectura, no es IMPRESCINDI- BLE (como pretende el establishment intelectual) conocer al detalle una abultada bibliografia. En todo caso, esa sera mi obligacién como escritora, no la de quien viene a leer para disfrutar un rato y aprender un poco (no mucho). Aun asi, para las mentes més curiosas, hay al final una minima bibliografia imprescindible. Por qué centrarme en contar los prolegsmenos dela seduccién y la primera vez Quienes conozcdis algo la historia de estas dos mujeres no necesitaréis una explicaci6n para eso. Representar la lucha, hasta llegar ala cama, para vencer los fantasmas de Virginia en todos los terrenos del amor (en el fisico —se dijo que era frigida—, en el emocional —ella. apenas tenia experiencias amorosas y conocia de sobra la vida libre y casi promiscua de Vita—, en el médico ~era consciente de que no podia exponer su salud mental alos sobresaltos habituales en una historia de amor-deseo-plenitud-abandono-celos...—) es el reto més atractivo para quien se proponga fabular sobre ambas mujeres. También he pensado, mientras escribia, en cesalegion de adolescentes que estan en el proceso de descu- brirsison 0 no lesbianas; a muchas nos queda ya algo lejos, supongo, pero ellas (y ellos) estan descubriendo ahora los sobresaltos de fantasmas muy parecidos alos que atormen- laron a Virginia en un primer momento. Los miedos, por 67 mucho que la gente LGTBI avancemos social y legislativa- ‘mente, seguiran siendo durante mucho tiempo los mismos; siempre hay alguien que nos llama a por primera vvezy siempre hay una primera vez para decir que sf. Es pre- cisamente ese proceso hasta llegar a nuestra primera vez el que mas nos diferencia de los heterosexuales, 68 A Virginia le gustaba Vita! 1 Latelaazul Carta de Virginia a Vita. Primeros de diciembre, 1925. Vita, mi querida Vita: Acabamos de estar juntas y me pongo a escribirte con la cabeza llena de mis ruidos habituales (ya te dije que oigo Voces y que estoy loca’) y ahora, ademés, de mariposas tuyas, nacidas en mi de tus gusanos, metidas en mia través de tu boca. Tanto aleteo me aturde, tanta deseo gritando me ensordece la razén. Crisilidas, insectos, Dicen que no hay peor locura que soportar un insecto metido en el ofdo, ‘También dicen que no hay mayor placer que ser besada por tuna mujer que de verdad te desea. Eso decias hace un rato, que me deseabas con todo tu cuerpo. Pero tu beso (como si no fuera mis que la puesta de una incubacién) ha llegado | Bt titulo se refire a una frase muy conocida de Virginia Woolf «A Choe ‘e gustabs Ovi, lei. ¥ entonces me di cuenta de qué inmenso cambio re, Dresentaba aquellos, (Una habitacin propia, pig, 112, Seix Baral, 2002), Porque, segin sigue dielendo Virgina, estariamos ante la primera vez que Pd leerse, on un libro escrito en inglés, que a une mujer te gusta ots 2 Virginia asumi6 su enfermedad desde el principio; lla misma slia dei que «estaba loca, pero que tenia largos periods ds lucidez. Ya en junio de 1911, escribia ast hermana Vanessa, en una sla frase, un buen resumen de sus tbsesiones més duraderas: «No podia eseribiry salierem todos los dablon los diabios nogros y peludos. Tener 29 anos yno estar casada, ser un Hach, 10, sin hijos, loca ademés, ni ser esrtores. (Tomado de Virginia Woolf (Quentin Bell Ba. Lumen). o A Vinca 1s custasa Vita a mi, me temo, emboscando larvas de otras realidades posteriores; larvas de pequefios monstruos alados que serdn su consecuencia y que me absorberdn la sangre (o la savia que me mantiene viva, porque a veces creo que soy més vegetal que mamifera). Si ya te tenia miedo, izards ahora siento terror pénico. Me habitards, me colo: (imperial de ti) y yo estaré perdida, Lo sé. Pero no deberia, hablar en futuro: ya me has invadido con un solo beso. Qué sera si te dejo continuar y me abro a tus caprichos. Ahora mismo estards pensando que te he rechazado porque me he ido. Pero he necesitado todas mis fuerzas para poder irme y eso también lo sabes; porque sabes mucho més de Jo que yo sabré nunca de los mecanismos del amor. Puede que durante un instante Iegues a creer que me he ido porque ha ganado la batalla mi prudencia y que, por tanto, no volveremos a vernos a solas. Pero serd solo durante un instante. Enseguida te dards cuenta de que ya has ganado toda la guerra si he tenido que irme de tus brazos huyendo despavorida después de un solo beso, Pronto llegards ala conclusién légica de que tu victoria ha sido esta tarde casi completa, Pero no te pavonees. Porque no es una vietoria sobre mi: yo estoy de tu parte, soy tu aliada en la lucha por que te hagas con el poder y estoy de acuerdo en que juntas mandemos al exilio las disidencias. Tu victoria (con mi ayuda) debe ser sobre mis fantasmas, a los que yo detesto mas que ti, pero no logro desterrar. Y mis fantasmas no son victorianos, son mucho mas personales; me mortifican mucho més fntimamente, y son, por eso, mds resistentes. Me refiero a que sabes que no soy ‘una pacata victoriana que abomine de Safo como del peor diablo para una mujer, un diablo mucho mis peligroso 70 Pia BELLVER ara sus estructuras que la lujuria addltera o la zorreria de pago en un burdel. Por algo la moral con la que nos atan los hombres le teme més a Safo de Lesbos que a Sally Salisbury’, No ha sido la mojigateria lo que ha espantado a ‘mi caballo. Puedo hacerme cargo del peso de que me tomen por amante tuya. No. He huido exactamente de las profundidades de ‘mi misma porque nunca en mi vida me he sentido tan expuesta, tan vulnerable, Por instinto de proteccién, como la yegua se aspavienta ante la serpiente. Y no digo que seas una vibora venenosa (aunque tu fama de seductora de mujeres te precede y ya me advirtieron sobre ti mis amigos’), no hace falta que lo seas para que me encabrite y galope lejos de ti, SSabe acaso la yegua sies o no venenosa Ja serpiente que la asusta? No se para a averiguarlo; tiene la prudencia salvadora de no pararse a averiguarlo. De todas formas, en mi caso, y por eso te escribo, porque no puedo explicarte estas cosas de viva voz, porque no me dejas, porque siento flaquear mis certezas ante tus oscuros ¢ inmensos ojos, porque fracasan mis argumentos cuando veo palpitar (respirar le llaman) tu deseo (tu corazén le dicen a eso) bajo tu blusa...en mi caso, insisto, otros fantas- mas me amenazan. Tit los has despertado a todos al mismo tiempo y no sé cémo devolverlos al mas alla, al remoto 8 nade as prosiats m nose de Londra prinpas lx. Mur 4 Nada més conocerse ambas, alguien, probablement su cua Clive Bll, que ers amiga de Vita y habia organiado el encuentro, advirts a Virginia , “Ale el primer botdn de tu lus yallime vers enidando, como une a= Alls de habitos inguisiivos peo de todos modos adorables. De wna carta de Virgina Vit, 7 A Vinca Le custana Vita pasado del que salieron. Les digo casi gritando, para que me cigan: «Yo quiero a Vita, quiero al insect, al erepisculo™, que es como decirles: quiero a quien zumba ya dentro de mi is que vosotros, yl quiero aunque me digiis que ella serd mi titimo atardecer. Pero ellos no solo no se van, sino que serfen demi dramatismo, A veces yotambiénmerio. Mis miedos, mis monstruos, mis zumbantes insectos, mi yegua desbocads... son solo mios y no creo que sean com- partibles con nadie, pero hace unos dias tuve un suefio que debo contarte porque te ayudard mds que yo a entender algunas de sus amenazas, En mi suelo, iba yo paseando, como tantas veces, a orillas del rio Ouse’ y pensando en mis escritos. La mayorfa de mis paginas las escribo durante mis argos paseos por el campo o por Londres. Pensaba y pen- sabay escribia, pero te escribia.a ti y pensaba en pérrafos de tus cartas, en frases tuyas de este incendio epistolar que nos ha trafdo a las dog adonde estamos. Nos hemos abrasado. de deseo las dos por carta durante este tltimo aio, bien lo sabes, como dos adolescentes que no se atreven a hablar de humedades més que en sus poemas y siempre llamando, a la humedad salada que nos delata, cosas como rocio tem- prano, y temblor de hojas a merced de las réfagas de viento 6 De unacatade Virgina Vit 7 Via ate sudan ec ay ily ed en. E128 de mary de 1941, es bat de andar pore campo en Orla med na enn ld enel bobo des ebigo, ye aes tel Ouse para shogns, Sep Leonards mard, yal aba intntado ssi str gues Lea cece ede lesen tre peo ess otereents leer completo por Samp, {Tako cpt dela boa ex por Qu Bel (Vga Wes Bi Lame gue ca ee Vii Leonard (noo Sista y5ucsposis) euvieronplaneando pra siidarse junto ura certo ane avance impure de Hier y sus cnins bandas ‘sbre Londres 72 Par Beven alaexcitacién, Iba, pues, disfrutando de mi paseo y llendn- dome de hambre de ti, como tantas veces en mi realidad, en mi vigilia quiero decir, cuando, de pronto, entre unos ‘matojos y uncos vi flotar, en la orilla del rfo, un largo trozo de una tela increfblemente ligera y bellisimamente estam- ada (con un fondo azul claro y un dibujo de cientos de ‘mariposas amarillas y naranjas, muy pequefias y apifiadas, que cubrian casi todo el espacio). Era un trozo de tela de ms de una braza de largo por algo asi como pie y medio deancho; flotaba y se ondulaba en el agua como el rastro de un pebetero de humo (tan ligera parecia) que trata al mismo tiempo de irse y de permanecer cuando alguien lo traslada, La tela limpisima y fresca yel agua clara y sinuosa se habjan hecho la una ala otra de tal manera que su abrazo era de una armonia perfecta, Pensé que serfa maravilloso que ese trozo largo de belleza flotante, probablemente seda, Se convirtiera en un fular para mi cuello, Tenfa solo que acercarme ala orillay pescar con mi bastén de paseo el retal yllevérselo a Nelly* para que melo recortara derecho y le cosiera ribetes. Segdin mi suet, aquel sera el patiuelo mas bonito que habria tenido nunca; casi lo senti alrededor de mi cuello y resbalando por el escote de mi vestido. Y me acerqué a la orilla con cuidado Para no resbalar al rio y traté de acercrmelo ala mano enganchdndolo con mi bastén, Y, en ese preciso instante, cuando ya me veia disfrutando del regalo que me hacfa el rfo, mi sueio se convirtié en una horrible pesadilla. La tela pertenecia al vestido medio deshecho por la corriente de un espantoso cadéver, mitad § Pecularsima mujer —al decir de los bidgrafos— que trabajé casi toda la vide para Virginia y Leonard, Virginia tuvo con ella muchos encontronse 208, pero slempre se reconcliaban y Nelly volva« trabsiar pare ella ono {erminaba ders, 73 A Vinaina us custasa Vira mujer y mitad panza hinchada, blanquecina y azul de un pez enorme, Elrio habia conseguido desnudar casi del todo ala mujer que habia llevado ese vestido hasta su muerte. ‘Su cara, con los ojos vaciados y sin nariz, pero inflada toda como una vejiga de alguin embutido negruzco y morado, habia perdido cualquier parecido humano y no era ya mas que una horrible alucinacién, El terror al descubrir el cadaver me empujé hacia atrés con tanta fuerza que medio cai de espaldas y tuve que gatear para levantarme y salir de alli corriendo. Traté de gritar llamando a alguien, pero no grité, no pude, se me cerré la garganta, Solo balbuceaba y sentia que me ahogaba, aunque estaba fuera del agua, como un pez sin voz, En mi pesadilla, mientras corrfa a campo través alejandome del rio con la tela mojada en la mano, ocurrié que reconoci aquella tela; y, al mismo tiempo que la reconocia, que la recordaba, la tela se iba vaciando de mari- posas amarillas y naranjas; las mariposas salieron volando de ella a oleadas y se fueron al aire y dejaron la tela solo con su fondo azul claro, como un cielo deshabitado. Desde que reconoci la tela, si. Porque esa tela de caro y elegante tejido, con su delicado estampado de mariposas sobre fondo celeste, era el vestido que Georges, mi hermanastro Georges, me regal6 una vez. Mi hermanastro, Georges Duckworth, nos regalaba vestidos a mi hermana Vanessa y a mi porque queria hacer de nosotras dos sefioritas a la altura de sus ganas de prosperar socialmente en los salones de la alta aristocracia 9. Uno de los textos de Virginia que més me gustan, por el extrao contraste entre el sentido del humor que utiliza para hacer el retrato de este despre= able Georges yla barbaric, sin embargo, de los hechos que narra sabre él, sobre rodo en el picraf final, es Hyde Park Gate, 2. (Incuido en Momentos te vido, Bd, Lumen, que es un conjunto de eertos autobiogeices). Para 74 Puak Betver Nos desnudaba de nuestros sencillos atuendos y nos vestia con sus regalos. Pero literalmente, Vita, No sabia que recordabs tan minuciosamente ese vestido hasta que Teaparecié en mi extrao suefio-pesadilla, En la parte que tuvo de sueno, recordé lo agradable que me pareci cn un primer momento, el tacto de la tela, y Io mucho. que me gusté su dibujo de mariposas. Los hermanos Stephen colecciondbamos mariposas de pequefios, Las Pinchébamos en nuestras cajas, pero era para darles Ja eternidad, Nuestra infancia lena de mariposas fue tazonablemente feliz. Hasta que empezaron las muertes Y los abusos, Primero murié mamé; yo tenia 13 anos yme los habfa pasado tratando casi en vano de llamar suy ‘encion de alguna manera, Pero ella tenia siete hijos, tres Duckworth y cuatro Stephen; yo no era més que la Pentiltima, Prohablemente no le quedaba atenci6n: © result6 que tampoco vida). Y, con su muerte, la muerte se instal6 en nuestra casa: dos afios después perdimos a Stella, nuestra segunda madre, No me quedaron madres Solo hermanos. Aunque hubiera podido gritar, aunque los eces que balbucean ahogéndose tuvieran voz, no habria acudido nadie, " No te sera dificil entender los simbolos que esconde mi Pesadilla si te digo que mi mente ha reaccionado contra mi cuerpo, contra el deseo, contra el entusiasmo que pro- rs sus ests pins (25 en edn expaols que cto) son gut, or su tama, obra masta dela erature, Unaclae sega Se 1p came tens, por eran creo pairade Vigo lla Duchoort (1869-1897), heranata de Virgina de Jia y de primer mara, Condo la tare ants mans, Sc x on res de la onganizacion de fa casa, fi J organiztion de a esa, del cuidado de su padastroy de todos ne 15 A Vincina us custana Vita duce en nosotras sabernos guapas y querer estar guapas. Mi poco gusto por la ropa, mi desapego a los espejos, mi... Jo diré2,.. mi casi desinterés sexual... tienen una explicacién. Las mariposas huyeron despavoridas de la tela, la infancia se acabé, Un dia Georges me trajo un hermoso vestido, y ami me entusiasmé el vestido y que mi hermano, que me llevaba catorce afios, me hiciera a mi, no soloa Vanessa, que era mayor que yo y recibia més regalos suyos, un regalo tan caro, Recuerdo el placer que me produjo verlo terminado ypteparado para ser mio. Y él vio en mi cara la alegria. Me Pidié que le dejara ponérmelo para poder enseflarme cmo habia que ajustarlo con las cintas, Me desvistié mientras, recorria entero mi cuerpo con sus manos que se multipli- caban por todas partes ante mi nerviosismo y mi parilisis. Me bes6 muchas veces en el cuello, en Ja nuca, en el pecho, en la cara, en Ja boca. Cuando tuve el vestido puesto, con- tinué con sus recorridos por mis partes mas sensibles. Y continuaron sus temblorosos abrazos. Odié el vestido, Pero odié, sobre todo, que me hubiera gustado al principio. Odié que mi reaccién esponténea fuera sentirme halagada por el regalo, por la atenci6n y por los privilegios de carifio que me concedia el hermano mayor. Odiéhaberme dejado arrastrar por la corriente del primer momento. El primer momento, Desde entonces, todos los primeros momentos que llegan a mi desde la alegria, desde el halago, desde... lo diré... desde el deseo, mfo o ajeno, se convierten enseguida en el anuncio de algo espantoso a continuacién: el descubrimiento bajo las telas primero, bajo las sabanas después, de cuerpos hinchados, deformes, macilentos". 1 En ese dime pérrafo de Hye Park Ga, 2 Virginia escribe: acai me 16 Pak Beiver Pero, por muy terrible que pueda parecerte a ti, leido ahora, lo de Georges, lo cierto es que, con el tiempo, dado ‘que Georges ha sido siempre estiipido, he llegado a despre- ciarlo de un modo tan radical como poco intimo. Si, poco intimo. Ya casi ni me acordaba de él. Es como saber que te ha manoseado un idiota (un clinicamente idiota, quiero decir, un subnormal), babeante, pero incapacitado, por la propia debilidad de su inteligencia, para intimar contigo ni siquiera a través del dao que te hace. En serio. Es ver- dad que Georges era anormalmente estipido. Tenia increibles dificultades en pasar los més sencillos examenes. Durante aitos, curs6 estudios intensivos con el sefior Scones, y una y otra vez lo suspendieron en las pruebas de ingreso en el Ministerio de Asun- ‘os Exteriores. No te digo mas que ni todos los potentes cenchufes de la familia y los amigos le valieron, Esta tarde has venido a mi llena de mariposas que nunca he tenido en mi coleccién, nuevas, vivas y recién nacidas, y yo te he recibido con la alegria de la genuina inocencia (la ue no quiere ser pura, sino sincera), con el entusiasmo, con... do diré?... con el deseo desbordante de quien ya te ha deseado durante meses. Y que sepas que habia aceptado bl dom. cae ra aon Len nn Sonn eve genio st apse vr epee Qin x" Georg susie "No te arses, Y no enced Ts shor yam! Seaojien cna) ne bones ama de ening de earns ge Dako nl pate ae man yan ca rash Sep mba nana edge 12 hata ep Peat 2 nos uli ret eer ‘ease hema pa tar pr ucts ne Vin eterna rae, pron tala de ‘tits segue yon essa les en su vida, ee a ea A Vinca uz custana Vira tu beso mucho antes de que lo posaras en mis labios, siglos, antes, pero lo he recibido con la sorpresa de una excitaci6n tan evidente y poderosa como nunca antes habia sentido. Nada ni nadie habja conseguido de mi tanta emocién, tanta verdad y tanto placer como acabo de sentir junto a ti esta tarde. Ya sé que te hablo de primeras veces y de maximos romnticos como le hablaria un hombre experimentado y mentirosillo a su amada virgen, Aunque en este caso lo que digo es verdad y los papeles estin cambiados entre ti y yo. Vale, te lo diré de otra forma, pero seguir siendo decir lo mismo: con tanto fuego, has conseguido pasarme, de solida que soy siempre, alo Iiquida que me siento ahora mismo. Esta tarde he visto cémo me licuaba por dentro mientras, por fuera, procuraba mantenerme sobre el esqueleto que necesitaba rigido para salir corriendo, Tu versién sera pen- sar que huir es de cobardes, La mfa es saber que, a veces, quedarse es una temeridad. Si mafana no me he arrepentido de haberla escrito, a primera hora haré que alguien te lleve esta carta. No creo que pueda dormir esta noche. Ni siquiera con esos medica- mentos que dicen que tengo que tomar para que «nada me excite demasiado». Qué ironia, Vita contra Avicena: gana Vita, Hasta ahora te he contado solo la primera parte de ese suetio, pesadilla y otra vez suefio que tuve e] otro dia. El final no era que yo salfa corriendo despavorida para alejarme de la orilla del rfo y de mi nauseabundo descubrimiento. Te digo que ya ni me acordaba de Georges, asi que la pesadilla no era, no podia ser, el motivo final de mi suefio. Empecé sonando contigo, sohando que paseaba pensando en ti y escribiéndote mentalmente la 78 ‘Paar BeLiven carta que te mandarfa después, Por eso fue tan espantoso elcontraste cuando surgié la pesadilla. Pero, después de la esadilla, terminé volviendo a soar contigo. Y cuando tit apareces, en un suefio o en la realidad, haya estado pasando lo que haya estado pasando hasta ese momento, todo se vuelve disfrute a continuacién, Huyo despavorida como siel cadiver pudiera salir del agua y perseguirme, huyo cubriendo solo mi retaguardia, mirando hacia atrés ms que hacia delante, tropezando en las irregularidades del terreno porque no veia dénde pisaba, hasta que poco a poco elsuelo se va convirtiendo en un perfecto y mullide y bien cortado césped, hasta que el rfo queda ya tan lejos que no puedo ver su orilla, aunque yo sigo mirando hacia atrés, con la urgencia metida dentro del cuerpo. No miro hacia delante, por eso tropiezo de golpe con alguien. Alguien ha interpuesto su cuerpo entero, con los brazos abiertos, Para interrumpir el galope desbocado del mio, Y esa eres ‘ti, deteniéndome en mitad de la inmensa explanada de tu descomunal casa de Knole’, Eres ti, Vita, abtazindome y tratando de que recupere la quietud y el resuello, Eres tila que detiene por fin mi fuga eterna de mi misma. Y ti me Preguntas entonces por qué corro y de qué corro y adénde pensaba llegar corriendo, ¥ yo no puedo responderte; y no lohago. - No te respondo la barbaridad que serfa reconocer que le debo al lelo de mi hermanastro Georges (seria una barbari- dad y un absurdo porque sé que de Vanessa también abusd yenella, sin embargo, no causé el mismo efecto), la bar- 18a dV Baan ol rani sig de ea Sake Wee ona ies scncomis nde delngatere naegeeis eee vor gener y Virginia Wool le coi, unreon a ee Ve ‘sprougoisa ccm enidad depen ease 79 A Virciva ue cusraba Vita baridad que supondria tan solo pensar que tal vez le debo a I. que hoy te prefiera ati por encima de todos los hombres y que no me haya sido posible el placer hasta que ti te has encarnado en mujer para mi, El disparate es tal que, en ese caso, tendria que correr a agradecérselo como el mejor de los dones. En mi sueio, no puedo darte ninguna explicacién y no lo hago. Porque, entre tus brazos, la pesadilla se ha disuelto, mi fuga ha terminado, y una sensacién de bienestar sin condiciones me invade. En lugar de responder a tus pre- guntas, ysin una palabra de més, ya esté bien de palabras, te beso en los labios, En mi suefi, el primer beso entre las dos, llega de mi, Es también el modo de silenciar tu eterna esca~ Jada de preguntas. ¥ es alli, en la gran explanada de hierba fina y recién cortada de Knole, rodeadas muy ao lejos por miles de flores de nieve, azafranes, jacintos, magnolias, rosas, lirios, asteres, dalias...", a la intemperie, pero amparadas en el secreto de los campos inmensos, es alli donde nos deja- ‘mos llegar las dos al suelo, entrelazadas e impacientes, asustadas pero seguras de que amarnos es ya el nico modo de seguir amandonos. Podria hablarte de tu pelo negro reyuelto por mis manos, 0 de tu abundante pecho: sf, como tun gran velero con las velas desplegadas, navegando”, 0 de tus, pezones volviéndose puntiagudos y clavandose, pero no ya otra vez. en mis ojos como esta tarde, sino, por fin des- nudes, en las dos dianas huecas que tengo en mi cintura. Podria, pero volverian a ser de nuevo solo palabras y tti te quejarias. 14 Solo la vlla que rodes los ardines altivados de Knole mide mis de 24Ki- Tometts de perimeto, Esta enumeracion de flores que hayen sus ardines, Si contr drbole exdtcos uals, el tomadstexzualmente de Orland, 15 Palabras de Virginia esrbiend sobre Vita en sus dais. 80 Pian BeuveR Ya nos hemos enamorado de sobra la una de la otra, ya sabemos sentir el amor: ahora solo nos falta, tienes raz6n, hacerlo, Hagémoslo. Amame. Hoy me he ido, pero no habfa terminado de llegar a esta mesa desde la que te escribo cuando ya habfa decidido aceptar tu invitacion (sabiendo del todo lo que significa) para que pasemos juntas y solas unos cuantos dias en tu casa. Si, iré a tu casa, atu cama directamente silo prefieres; atu terreno, pues, al altar en el que tt eres diosa y yo, humildemente, tu vestal, Sime amas, naceré de ti, o naceré contigo dentro, no lo tengo claro, pero naceré a tu lado. Naceme, Vita, Primero ndceme y luego ya, siacaso, ies inevitable (y yo intuyo que lo sera finalmente), sino hay otro destino posible, aceptaré que me mates de dolor cuando decidas irte. Te irds, y no solo a Persia’, y no solo esta vez, te irds y yo moriré de ti. Pero primero tendré que nacer, Es lo légico, gnu? Es el orden natural del universo. Persia y Vita, que l pri a Perit Vi ue al ping se nes compaturl porque no ee ‘es ne sl decent deen ra su con luna temporada En es echas, Vena sabia queen ee Prepurndo el vnjey queee dura varies macnn eA 81 2 Elcuadro Carta de Vita a Harold, Mediados de diciembre de 1925, ‘Mi querido Harold Perdéname por no haberte escrito desde la semana asada. Pero han sucedido muchas cosas que no me han dejado respirar. Todas agradables, no te inquietes, Es que por fin consegui que Virginia vinera a Knole a pasar conmigo, las dos juntas y solas, unos dias! Recibf una larga Y emotiva carta suya en la que por fin aceptaba venir, asi ‘que, nada més recibirla, me fuia buscarlaa Londres y vin mos juntas. Bl viaje en tren se me hizo infinito, a pesar de que la charla con Virginia, tt lo sabes, es siempre agra- dable y jams te aburres con ella. Pero esas menos de dos horas se me hicieron un siglo. Porque estaba nerviosa, Porque no sabia si queria llegar antes 0 no llegar nunca, 1 Hurold Nicolson, mardo de Vita. Sobre la espetalsima reac compl {dady amistad entre ellos dos, que les duré toda a vida yles permite ces Pos vivir ibremente sus respectivasrlaciones homooexuales, hay tascha {teratura, pero el libro que mare6 una época ~y ami misma, cuando lo lat ‘muy joven porque por entonces no era fill encontrar testos que hobo ‘laramente de losbianiemo, y menos ain 08/autobiogrificos— fue -Ketato de un matrineanio, pul Nigel Nicolson, en 1973, La Brimeraedicin esafola es del 75 y en mis manos debi de ser allt por 179-80, En dl, adernés de la rlacin entre Vita Harold, pedves ler log ‘amore lésbicos de Vita, especialmente los que mantuve con Violet Teehine y Vitginia Wool, 83 A Vinoma Le custana Vita Ella, sin embargo, parecia mucho mis tranquila, a pesar de que las dos sabiamos «para qué» era esta visita; a las, dos nos daba miedo, pero, para ella, esto representaba, ademas, un atrevimiento como no recuerda, un pulso extraordinario entre sus fantasmas y sus deseos. Seria una prueba deamor si la superabamos un fracaso de nuestra amistad si no sabiamos superarla: un fracaso si nos preci- pitabamos (y sé que precipitarme es mi defecto), pero lo seria también si nos enredibamos una vez mas en palabras y més palabras, en brillantes razonamientos sobre cual- quier tema (incluido el , Total que, oyendo ala chica, st ue ha sido finalmente un poco de angustia lo que he sen- tido por los riesgos a los que me he expuesto sin saberlo... Voila! jAqui esta, aqui lo tienes! Mira bien este cuadro. 2Quéme dices de él? Efectivamente, habiamos llegado ante un cuadro que ahora estaba ya en penumbra, tuve que encender todas las luces eléctricas de la habitacién para verlo bien porque las que hay fijas por toda la casa apenas sirven solo para transitar sin tropezones. Representaba @ una mujer muy atractiva; era un retrato de pie, de cuerpo entero, a tamaiio natural, A pesar de ser un cuadro tan grande, y bastante bueno, me parecié, tuve que confesarle que verlo-verlo, lo {que se dice verlo, era la primera ver que lo vela. Me temi que fuera obra de algiin pintor extraordinario y que ella me ‘tomara por una inculta, por una barbara indigna de poser una maravilla. Me acerqué a leer en voz alta la chapa que habia en el marco: Marfa Tubau como La dama de las camelias. Luis Taverner y Montalvo, 1878. 14 Cita textual de Orlando, en traducsi6n de Jorge Luis Borges, que, ademis de sonar as de ampuloss, puede no sera ads recomendable porque extn ‘dicen quienes saben el sefior Borges se tomé muchas licencia para hacer fu eraduccia; no le temblé la pluma para corregile a Virginia imagenes, figuras retérices, metafora..; hasta suprimi6 frases enters que 6lconside= resuperflus, Y no sol, también pash por encima de maties de género que ‘Virginia estableciy que, sien evalquies texto son importantes, en Orland, donde las diferencias de género se convierten eas en lito, son vitae, Eso sn contar que el fsa drbol bajo el que ele descansary rellexiona Grlando y que da ttulo al femoso poema La Ercina que él-elaerata de es cribir durante varios sigs a lo largo de la novela, no es una encina, como ‘dijo Borges, sino un roble. Alianza Editorial pubicb en 2012 otra version ‘raducida por Maria Luisa Balseiro, 94 Piva Betven —Siento decirte que yo no entien... nunca mehe.., —Fijate en ella —me interrumpié Virginia entusias- mada, No te parece una mujer fascinante? —Verdade- ramente lo era, pero no tuve que contestarle porque ella siguié—: Ahi la tienes! |Y estaba aqui, en tu casa! Aqui, esperando a que yo viniera y me perdiese para que pudiera Tecuperar asi uno de los recuerdos més bonitos de mi vida mis... influyentes. Yo la conoci, Vita, Personalmente. En Ja primavera de 1905. Durante mi primer viaje a Espaiia. Viajaébamos solos mi hermano Adrian y yo, él tenia entonces 21 afios y yo 23. Llegamos a Granada, que sigue siendo una de las ciudades més cautivadoras que he visto en mi vida, nunca he sido capaz de describirla”; y fue en Granada donde conocimos a esta mujer, a Marfa. [bamos paseando por la calle cuando vimos un cartel que anun- ciaba la representacién, esa misma noche, de una novela de ‘Tolstui, Resurreccidn, que yo habia leido no hacia mucho, adaptada al teatro por un autor espafiol que no recuerdo y representada por Maria Tubau como protagonista y como directora de la compania. Debia de ser una de las actrices ms importantes de Espana en esa época porque, debajo desu nombre, ponian unos cuantos renglones de méritos 15 Durante ete vse Viegina esrb varias cara aI que era eatanees st amign intina yprobablensente ano de sus primers amore 2 Vile Dickinson «Se ras, con mucho del mejor logar que mos elo; ceo ue cs el mejor lugar qu Jamis heros vison Se tela me les «La Ambra peo Vins cencntaban Cranaday Boat, pore ice dgntey por rzonssersoriaesque mis tain gue ver onlenatres len con os montero yma sine eto, tn carts yenatculs eps, gue cotenen coments imines te hoy ns resutan meyjgoes Yamba pare ial sel doves sa Espana: su sobrio Jul, hijo de Vanessa quera venir appa Isha conrel fascism Virgin su ae operon dali prs alimenos consigieron gue no vine somo sldado ino cama condor seembulancis Aun a man poco dele el dla de 193" 95 A Vinoiva vs custana Vita intelectuales y titulos honorificos que le habian ido con- cediendo parece que ilustres personajes de Ia cultura. De pronto (como no sabjamos qué hacer por las noches, que yya sabes que en Espaiia son mucho més largas que aqui y eso que empiezan mucho mas tarde: cualquier cosa menos irnos ala horrible cama que tenfamos en nuestro albergue), nos apetecié muchisimo ir al teatro. A los dos. A Adrian, porque él siempre quiso, de joven, ser actor, Io quiso vehe- mentemente, aunque luego no lo haya sido, ya mi porque me intrigaba saber si seria capaz.de reconocer las escenas de la novela en las escenas teatrales, a pesar de mi escasi- simo espaftol. A los dos nos parecié una genial idea tratar de ver qué técnicas de representacién tendria esa gente tan distinta de nosotros, tan apasionada y tragica, tan seria y tan expresiva a la vez. Quiz hubiera sido més atractivo axin verlos representar a Shakespeare en su lengua ya st manera, pero tocé Tolstoi, o lu que el adaptador espafiol hubiera querido que fuera Tolstoi, Jo que tampoco iba a estar mal como reto. ¥ alld que nos fuimos cuando llegé la hora. Nos presentamos en la taquilla del teatro con bas- tante antelacién, pero desde la ventanilla nos dijeron que no quedaban entradas desde hacia dias. No sé por qué extrafio prejuicio esto nos sorprendié tanto... Y ya nos, {bamos desilusionados cuando un hombre, a su modo muy bien vestido, se nos acercé medio en secreto y nos dijo que 61 s{tenfa dos entradas para nosotros y en la fila cinco. A ‘Adrian le parecié maravilloso, entre otras cosas porque el precio, a pesar de no ser el oficial, era muy barato para nosotros. Pero yo, que ejercia de hermana mayor y sensata durante el viaje, le hice un gesto indicandole que no pagara tan de prisa, Entonces el hombre, que se dio cuenta, se las 96 Pak Bevin, arreglé para decirnos, medio en francés medio en espaitol, que entendia nuestros recelos y que no hacia falta que nos fidramos de él, que él si se fiaria de nosotros, Nos dio una entrada a cada uno y propuso que uno de los dos, el que fuera, entrara con la suya y ocupara su butaca y que, solo después de ver que las entradas eran buenas, saliera hasta donde estaban los porteros para decirle al otro que ya podia entrar también y que me pagara, Decidimos que entraria yo ytodo salié bien, Creo que los dos nos avergonzamos luego un poco de haber sido tan desconfiados... Virginia hablaba y hablaba, déndome toda clase de deta- lles sobre el teatro, sobre el modo de vestir de la alta bur- guesia dela ciudad, sobre sus gestos de besarse y abrazarse y saludarse y charlar alli donde quiera que se encontrasen, incluso entre las butacas e interrumpiendo el paso de otros. espectadores, que, sin embargo, sin protestar, esperaban con toda navuralidad a que la conversacion terminara antes deira ocupar sus asientos..., hasta que por fin se centréen el absoluto deslumbramiento que le produjo la mujer del cuadro, Maria Tubau, la protagonista de la obra. Me dijo que se pas6 toda la representacién recibiendo de ella mas sensaciones y més informacién sobre las profundidades del alma humana de las que jamds habfa recibido de fuera de si misma através de ningun medio conocido como la litera- tura la pintura ola miisica, —Quiza fuera una suerte no entender las palabras — decia—, Porque no entendfa el texto, pero la entendia a 16 Ya me gustaria a mi tener las palabras textuales de Virginia deseibiendo ‘se ambiente ye resto de cosas que aqut se cuentan, pero n0 hay absolut ‘mente ninguna referencia en ningtn texto mi biogratia conocida sobre esta supuests noche suya en un teatro de Granda. Lo tinico que eabemos con curtera esque Virgina y su hermano estuviron en Granada en esis fechas. 97 A Vinoiva vs custana Vita intelectuales y titulos honorificos que le habian ido con- cediendo parece que ilustres personajes de Ia cultura. De pronto (como no sabjamos qué hacer por las noches, que yya sabes que en Espaiia son mucho més largas que aqui y eso que empiezan mucho mas tarde: cualquier cosa menos irnos ala horrible cama que tenfamos en nuestro albergue), nos apetecié muchisimo ir al teatro. A los dos. A Adrian, porque él siempre quiso, de joven, ser actor, Io quiso vehe- mentemente, aunque luego no lo haya sido, ya mi porque me intrigaba saber si seria capaz.de reconocer las escenas de la novela en las escenas teatrales, a pesar de mi escasi- simo espaftol. A los dos nos parecié una genial idea tratar de ver qué técnicas de representacién tendria esa gente tan distinta de nosotros, tan apasionada y tragica, tan seria y tan expresiva a la vez. Quiz hubiera sido més atractivo axin verlos representar a Shakespeare en su lengua ya st manera, pero tocé Tolstoi, o lu que el adaptador espafiol hubiera querido que fuera Tolstoi, Jo que tampoco iba a estar mal como reto. ¥ alld que nos fuimos cuando llegé la hora. Nos presentamos en la taquilla del teatro con bas- tante antelacién, pero desde la ventanilla nos dijeron que no quedaban entradas desde hacia dias. No sé por qué extrafio prejuicio esto nos sorprendié tanto... Y ya nos, {bamos desilusionados cuando un hombre, a su modo muy bien vestido, se nos acercé medio en secreto y nos dijo que 61 s{tenfa dos entradas para nosotros y en la fila cinco. A ‘Adrian le parecié maravilloso, entre otras cosas porque el precio, a pesar de no ser el oficial, era muy barato para nosotros. Pero yo, que ejercia de hermana mayor y sensata durante el viaje, le hice un gesto indicandole que no pagara tan de prisa, Entonces el hombre, que se dio cuenta, se las 96 Pak Bevin, arreglé para decirnos, medio en francés medio en espaitol, que entendia nuestros recelos y que no hacia falta que nos fidramos de él, que él si se fiaria de nosotros, Nos dio una entrada a cada uno y propuso que uno de los dos, el que fuera, entrara con la suya y ocupara su butaca y que, solo después de ver que las entradas eran buenas, saliera hasta donde estaban los porteros para decirle al otro que ya podia entrar también y que me pagara, Decidimos que entraria yo ytodo salié bien, Creo que los dos nos avergonzamos luego un poco de haber sido tan desconfiados... Virginia hablaba y hablaba, déndome toda clase de deta- lles sobre el teatro, sobre el modo de vestir de la alta bur- guesia dela ciudad, sobre sus gestos de besarse y abrazarse y saludarse y charlar alli donde quiera que se encontrasen, incluso entre las butacas e interrumpiendo el paso de otros. espectadores, que, sin embargo, sin protestar, esperaban con toda navuralidad a que la conversacion terminara antes deira ocupar sus asientos..., hasta que por fin se centréen el absoluto deslumbramiento que le produjo la mujer del cuadro, Maria Tubau, la protagonista de la obra. Me dijo que se pas6 toda la representacién recibiendo de ella mas sensaciones y més informacién sobre las profundidades del alma humana de las que jamds habfa recibido de fuera de si misma através de ningun medio conocido como la litera- tura la pintura ola miisica, —Quiza fuera una suerte no entender las palabras — decia—, Porque no entendfa el texto, pero la entendia a 16 Ya me gustaria a mi tener las palabras textuales de Virginia deseibiendo ‘se ambiente ye resto de cosas que aqut se cuentan, pero n0 hay absolut ‘mente ninguna referencia en ningtn texto mi biogratia conocida sobre esta supuests noche suya en un teatro de Granda. Lo tinico que eabemos con curtera esque Virgina y su hermano estuviron en Granada en esis fechas. 97 A Vincina Le custana Vita ella, yasi, en la oscuridad della sala, disfruté de una especie de revelacién sobre la universalidad de lo que sea que nos define en esencia como seres humanos, Cuando termind la representacion, Adrian, que también se habia entusias- mado, propuso y se atrevié a hacer algo que a mi jamas se me hubiera ocurrido: que fuéramos al camerino de Maria para presentarle nuestros respetos como sus devotos admi- adores. En realidad me arrastré con él. Parece que tenia ‘experiencia en como se llega a la parte de atrds de los tea~ tros. Habia algunas personas esperando poder saludar ala reina de la noche, pero se cold entre esa gente y consigui6 hablar (en francés, porque alli nadie parecia saber hablar inglés) con alguien del teatro que se diria que era quien daba o no entrada al camerino de Maria. No sé qué le dijo ‘Adrian, no pude ofrlo, pero consiguié que nos dejaran entrar a los dos a saludarla. Y la sorpresa es que nos vimos. alli, en un espacio muy pequeno y muy austero, los dos solos con ella. Ya se habia cambiado de ropa, estaba desma- quillandose y al mismo tiempo terminando de cerrar, ella misma, dos batiles, una maleta, un estuche con brochas y ‘eremas. .. Habl6 con nosotros en francés, en un francés por Jo menos igual de bueno 0 de malo que el mio, «Asi que sois ingleses», dijo, «y td eres actor y tu hermana es escritora». Yo miré a Adrian desconcertada, era la primera vez que alguien ajeno a mime Ilamaba escritora y estuve a punto de desmentirlo. Pero él se dio mucha prisa en explicar que, ‘en st caso, no pasaba de segundén, que habia actuado muy pocas veces y en papeles no muy importantes, pero que yo, sin embargo, como dramaturga, ya habia conseguido que alguna obra mia se representara en Londres, en un teatro muy pequetio de barrio, en Hyde Park Gate. Aunque en un 98. Pan Bac.ven sentido estricto no mentia (porque se habian representado obras mias alli), no dijo que eran obras de infancia yado- lescencia, y no dijo, sobre todo, que el teatro era nuestra propia casa, cuando viviamos todos juntos, con mi padre, ani madre y sus siete hijos de los dos matrimonios; no dijo que el escenario era siempre nuestro salén y que los actores eran todos de la familia, Me hubiera gustado ser un basi- lisco para petrificarlo con Ja mirada. Pero no me quedé otra que secundar, técitamente, eso si, lo que decia. A mi her- ‘mano le gusta tanto actuar que muchas veces ha represen- tado papeles de farsa solo para divertirse con la gente. _Ledije que lo sabia, y que no solo Adrian tenia esa afi- i6n, que ella también estuvo en la famosa corte de Abisinia que logré poner en ridiculo a lo mas florido de la armada inglesa. Que no podia negarlo, que salieron en todos los periddicos de Inglaterra”, __ No me lo recuerdes. Pero conste que yo no fui la inventora, ni siquiera participé en la planificacién; a mi me aiiadieron a dltima hora porque les faltaba gente, Ya, ya... Pero en fin, dejémoslo, sigue con tu historia. —Sigo, si. Bl caso es que 2 Maria le caimos en gracia, no cabe duda, porque siguié hablando y hablando con noso- ‘ros, ynosotros con ella, no recuerdo exactamente de qué, pero de teorias sobre el teatro, supongo, y alguna pedante- ria por el estilo: dos mocosos de veinte aftos recibiendo la exquisita atencién de una mujer que, por entonces, tendria 1 Seat na ira al hase ay alba ay ode Vigna veda de hombre "50 7c ha ome cn de eo Ss a rata, qu se onc come el Drab hese ee Dradhoue Lede ner otn sane Sepals ied cpl, gu er ey uci l ca etl veo 99 A Vina custasa Vita ya més de cuarenta, quizé fuera incluso un poco mayor de Jo que yo misma soy ahora. Imaginate lo halagada que me sentia yo, Nos sacé con ella del teatro por un largo corredor y,euando desembocamos en l calle, habia cuatro personas, dos parejas, que parecian estar esperndola, Nos pregunté si habiamos cenado y tuvimos que responder los dos ala vez. El problema es que Adrian dijo que no y yo que si. Ella solt6 una carcajada, Adrian se disculpé explicando que las dos cosas eran ciertas: que si porque habiamos cenado a nuestra hora inglesa, antes de la obra, y que no porque ahora, cuando eran ya més de las once, nuestra cena podia parecer en Espaiia mas bien una merienda. Crei que su intencién era invitarnos a cenar afiadiéndonos a nosotros al grupo que la esperaba, Pero no fueasi.Seacercé a ellos y entendimos que les decfa que se fueran, que ella cenaria con nosotros, Excuso decirte lo inmensamente honrados que nos sentimos; no cabiamos de gozo; la noche parecia estar siendo trazada por una diosa ociosa que, para no aburrirse, habia decidido adoptarnos por unas horas y concedernos mucho mas de lo que nos atreviéramos a pedir. Empeza- ‘mosa andar a su lado hacia la salida de la plaza donde estaba el teatro y pasamos por delante de la puerta principal y todavia habia alli gente que la saludaba, gente que habia formado a la salida de la obra corros de tertulia improvi: sada; los sefiores se quitaban literalmente el sombrero cuando la reconocian y las mujeres, lamandola de tty por sunombre de pila, le decfan: «Enhorabuena, Maria, has estado espléndida», y recuerdo a una que le dijo: «A ver si -vienes mis por aqui, Marfa, que sabes que te queremos y el mundo no se acaba en Madrid», Me gusté esa cercania tan Ilana y tan espontanea y no me habria extrafiado que alguna 100 Piuar Battver de esas mujeres se hubiera acercado a darle un abrazo para expresarle mejor su admiracién, De hecho, una sefiora mayor, de unos setenta o asf, que estaba charlando con los de st propio corrillo, cuando la reconocié al pasar, inte- trumpié la conversacién para decirle en voz alta, de modo que lo 06 todo el mundo: «Marfa, bendita seas: ademés de buena actriz, eres mas guapa que un sol!» y le tiré un beso con la mano que Maria agradecié con un abrazarse ella a si misma que era como si estuviese abrazando en realidad ala anciana. ;Cuindo llegaremos nosotros, en nuestra hieré: tica sociedad, a disfrutar del placer de la cercanta, no ya de la cercanfa fisica, no pido tanto, pero de la emocional al menos, esa cercania que en ellos es tan natural, tan espon- ‘nea, tan verdadera? Hasta esa noche, yo habfa creido que nosotros somos més timidos y mds distantes, pero, por lo mismo, también més respetuosos con las personas piiblicas alas que admiramos, y que es por eso por lo que no les demostramos nuestra admiracién, porque seria incémodo para ellas. Bien, pues no es asi. Lo nuestro no tiene ni siquiera esa ventaja, porque nosotros tres seguimos andando a nuestro ritmo por la calle durante todo el tra- yecto por los alzededores del teatro sin que a nadie se le ocurriera venir a pararnos, a interrumpirnos realmente, lo que sin duda si que habria sido interminable y molesto para Maria. Cuando salimos de la zona de influencia del teatro, cuando ya no hubo espectadores que la reconocieran, Maria, para acelerar el paso, nos cogié a Adrian ya mi, a cada uno de un brazo, nos apreté a su costado, protectora y feliz, y yo, que, en un primer instante, no pude evitar Ponerme rigida como una inglesa desprevenida, enseguida ne relajé y disfruté hasta casi la emoci6n de ese otro gesto 101 A Vincina is custasa Vita tan andaluz, que habia observado por la calle, pero que nunca sospeché que fuera tan asequible, tan sencillo y tan. normal también entre casi desconocidos como nosotros. No recuerdo de lo que estuvimos hablando durante el camino, Entramos en una taberna que estaba llena de gente nada sofisticada, que bebia, comfa y refa mucho y muy alto, pero que tenfa al fondo un sitio apartado, menos ruidoso (aunque separado por una simple celosia que no llegaba al techo, de la altura de una persona), en el que habia mesas, més grandes y preparadas para cuatro, con mantel y servi- {letas, (En eso también me fijé durante nuestro viaje, en la facilidad con que la gente més elegante puede compartir los, mismos establecimientos de comidas y de diversion que la gente mas humilde, Para nosotros eso es todavia impensa- ble). Tampoco recuerdo lo que cenamos, pero siel vino que bebimos: un Rioja que Marfa pidié por su nombre y quele trajeron en botella, no en jarras como lo habiamos estado bebiendo nosotros durante el viaje. Y que una botella no fue suficiente. Adrian bebié mucho y puede que yo tam~ bién. Después de dos botellas, el camarero nos trajo por su cuenta, para los postres, un vino dulce de Malaga que a nosotros nos encanté, pero que Maria no probé siquiera. Le ofrecié su copaa Adrian con toda naturalidad, como si Je pareciera un desperdicio dejarla alli, y me pregunté ami si yo querfa otra. Le dije que no, pero se lo dije de un modo que alli debe de significar que sf, porque enseguida pidi6 otra copa para mi. No es que quisiera emborracharnos, porque luego no nos llev6 a seguir bebiendo, pero nos, mimaba, La veo poderosa y radiante como un éguila en su nido, miréndonos con sus ojos laterales a uno ya otra al mismo tiempo, con més bondad que si fuéramos sus 102 Puar Beuiver Polluelos hambrientos y despeluchados. La adoré comple- tamente y sin reservas, Adrian, como hombre, traté de Pagar, insisti6, pero ella le dijo que no, y que no por tres razones: «No porque sois extranjeros y estais en mi pafs, no Porque soy mucho mayor que vosotros y no porque ha sido ‘idea mfa traeros aqui cuando vosotros ya habiais cenado». Después nos invité a acompaiiarla a su hotel para que siguiéramos charlando un rato. Por nuestra parte, noso- tos, esa noche, habriamos ido con ella al mismisimo Hades con tal de no separarnos de su brazo; por la suya, sin embargo, era més dificil de creer que nos prestara atencién, Aunque la verdad es, sin falsa modestia, que la conversa cidn estaba siendo muy animada, sobre todo entre las dos, Las dos nos habiamos enfrascado a lo largo de la noche varias veces en razonamientos de altos: vuelos sobre litera- tura en general, o sobre las intencionalidades que no debon faltarle nunca al teatro, o sobre las posibilidades reales, si las habia verdaderamente o no, de subvertir con algo nuevo lo que se ha estado entendiendo hasta ahora por Poesia, 0 sobre... vete a saber. (Por entonces, apenas hacia dos meses que habiamos empezado con nuestras tertulias de los jueves en nuestra casa de Bloomsbury, y aquella noche, que probablemente era jueves, gracias a la charla con Maria, no las eché de menos en absoluto, Me hubiera encantado poder llevarla a ella para que la escucharan nues- {ros jovencitos ¢ inexpertos intelectuales, amigos de mi hermano Thoby). En fin... Lo que mejor recuerdo es cémo disfrutaba yo viendo que ella me escuchaba con sincero interés y como me rebatfa unas veces y otras me daba la raz6n, traténdome tan en serio como si yo fuera alguien a tener en cuenta. Y era un misterio que nos entendiéramos 103

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