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Irwin & Frankfort - El Pensamiento Prefilosófico. II. Los Hebreos
Irwin & Frankfort - El Pensamiento Prefilosófico. II. Los Hebreos
prefi l osófi co
II
Los hebreos
por W . A. I r w in y H. y H. A. F ra n kfo rt
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
FACULTAD DEFILOSOFIA T UTRAS
Traducción al español:
E l i i>f G ortari
Impreso en M éxico
NOTA
C om o se advirtió en el Breviario 97, aquél y éste form a
ban originalmente un solo volumen que por razones
editoriales hem os dividido en dos. D e m odo que para
la comprensión adecuada de estos ensayos es necesario
tener en cuenta el volumen anterior. Recordam os tam
bién que, según se advirtió en el prefacio d el Brevia
rio 97, la traducción española de las citas bíblicas está
tomada de la versión de Casiodoro d e Reina, revisada
por Cipriano d e Valera, Sociedad Bíblica Americana,
Nueva York, 1936.
LOS HEBREOS
por W illiam A. Irwin
I
D IO S
EL HOM BRE
E L P U E ST O D E L H O M B R E E N E L M U N D O
-
EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL MUNDO 121
Pero:
¿Gloriaráse el hacha contra el que con ella corta?
¿se ensoberbecerá la siena contra el que la mueve?
He aejuí que vienen días, dice Yalivé, en los cuales haré nuevo
pacto con la casa de Jacob y con la casa de Judá. N o como el
pacto que hice con sus padres.. . M as éste es el pacto que haré
con la casa de Israel después de aquellos días, dice Yalivé: Daré mi
ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré yo a ellos
EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL MUNDO 129
por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno
a su prójim o, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Yahvó;
porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta
el más grande (Jeremías 3 1 :3 1 - 3 4 ) .
NACIÓN, SO C IE D A D Y P O L IT IC A
B IB L IO G R A F ÍA
Mas tú, Israel, siervo mío eres, tú, Jacob, a quien yo escogí, simien
te de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los extremos de la
tierra, y de sus principales te llamé, y te dije: M i siervo eres tú,
te escogí, y no te deseché (Isaías 4 1 :8 - 9 ) .
D e una sola raza, única, son los hombres y los dioses. D el mismo
seno materno procede nuestro aliento; pero, lo que mucho nos
separa es la diferencia de nuestras fuerzas, que nos m antiene apar
tados; acá se encuentra lo insignificante, en tanto que allá, ocupan
en el ciclo su posición eterna, firm emente sustentada, con la forta
leza del bronce. [Según Cornfcfrd.]
7 T anto esta cita, como las que se hacen después, están toma
das de J. Burnet, Earíy Greek Phi/osophy, Londres, 1930. (Publi
cada en español con el título de La aurora del pensamiento griego,
M éxico, Argos, 1 9 4 4 .) [E l texto castellano de los fragmentos de
los presocráticos está tomado de la Antología filosófica de José
Gaos, La Casa de España en M éxico, M éxico, 1940.]
212 CONCLUSIÓN
insectos, hasta que llega la época de lluvias, y que, asi
mismo, las sustancias acuosas desempeñan una función
preponderante en los procesos de fecundación y de na
cimiento dentro del reino animal. Es posible que, para
Tales, siguiera siendo válido el antiguo concepto oriental
del agua como agente fecundador. También es posible
que mantuviera la concepción oriental de un océano
primordial del cual habían surgido todas las formas de
vida. Como hemos visto, Homero afirmaba que Océano
había sido el generador de los dioses y de los hombres.
E l discípulo de Tales, Anaximandro, decía en forma
explícita que: “los seres vivos nacieron del elemento
húmedo” . Todavía hay otras muchas interpretaciones
simbólicas, que podríamos atribuir a la teoría de Tales;
ya que, después de todo, el mar sigue ejerciendo cierto
influjo mágico hasta nuestros días. Por esto se ha supues
to (Jóel) que Tales consideraba al mar como el epitome
de la transformación, al igual que muchos poetas lo
han hecho desde entonces.
D e cualquier modo, el pretender que el agua es la
causa primera de todas las cosas, ya sea que se emplee
una u otra analogía, equivale a razonar a la manera
del pensamiento creador de mitos. Sin embargo, hay
que hacer notar que Tales habla de agua y no de un
dios-agua, y que Anaxímenes se refiere al aire y no a
un dios del aire o de la tempestad. E n esto radica,
justamente, la novedad de su interpretación. A pesar
de que “todo se halla lleno de dioses”, estos hombres
trataban de comprender la coherencia de las cosas. Ana
xímenes explica que el aire es la. causa primera, “como
nuestra alma, que es aire, nos domina y une”, y des
pués especifica cómo es que el aire es tal principio
fundamental: “ [El aire] se convierte en distintas sus
tancias por virtud de su rarefacción y condensación” .
O en forma más detallada todavía:
Por la refacción [el aire] se convierte en fuego; en cambio, con
densándose, se transforma en viento, después en nube, y aún más
condensado en agua. E l agua aún más condensada en tierra y
cuando se condensa lo más posible, en piedra.
LA EMANCIPACIÓN DEL PENSAMIENTO 213
Esta manera de razonar carece por completo de pre
cedentes. Es doblemente original. E n primer lugar,
los filósofos jonios (empleando las palabras de Corn-
ford) “ignoraron, con lina osadía admirable, las pres
cripciones consagradas por la representación religiosa” .8
Su segunda característica es su apasionada consecuencia.
Una vez que adoptaban una teoría, la desarrollaban
hasta sus últimas consecuencias, sin arredrarse ante los
conflictos que surgían con los hechos observados o sus
probabilidades de acontecer. Ambas características ori
ginales señalan el reconocimiento implícito de la auto
nomía del pensamiento y, a la vez, destacan la posición
intermedia de los primeros filósofos griegos. La ausen
cia de personificaciones, es decir, de dioses, los separa
del pensamiento creador de mitos, la falta de conside
ración por los datos de la experiencia, sacrificados en
aras de la consecuencia, los distingue del pensamiento
posterior. Sus hipótesis no eran inducidas a partir de
observaciones sistemáticas, sino que, más bien, parecían
ser conjeturas o adivinaciones por medio de las cuales
trataban de colocarse en una posición ventajosa que les
permitiera advertir la secreta coherencia de los fenó
menos. Los jonios, como los pitagóricos y los primeros
eleatas, tuvieron la firme convicción de que dicha po
sición ventajosa existía y trataron de encontrar el cami
no que llevaba a ella, no a la manera de los científicos,
sino a la de los conquistadores.
Anaximandro, discípulo de Tales, hizo un progreso
importante. Consideró que el principio fundamental de
tocios los fenómenos determinados no podía ser deter
minado él mismo. E l fundamento de toda la existen
cia tenía que ser esencialmente diferente de los ele
mentos de la realidad, tenía que ser é-tgqa epúme; — de
otra naturaleza— , puesto que comprendía todas las
cualidades contrarias y específicas. Anaximandro decía
que el d^yq era el cóteipov, lo “Infinito” o lo “Indefi
nido”. D e acuerdo con Teofrasto, Anaximandro “decía
Atención, pues;
que yo seró quien hable;
Pon a te n ció n tú , por tu parte, en escuchar el m ito:
cuáles serán las únicas sendas ínvestigables del Pensar.
Ésta:
del E n te es ser; del E n te no es no ser.
Es senda de confianza,32
pues la verdad la sigue.
Estotra:
del E n te no es ser; y del E n te es no ser, por necesidad,
te he de decir que es senda impracticable
y del todo insegura,
porque ni el propiamente no-ente conocieras,
que a él no hay cosa que tienda,312
Y, todavía más:
Un solo m ito queda cual camino: el E n te es.
Y en este camino,
hay muchos, múltiples indicios
de que es el E n te ingénito y es imperecedero,
de la raza de los “ todo y solo’’,
imperturbable e infinito;
ni fue ni será
que de vez es ahora todo, uno y continuo.
Porque, ¿qué génesis le buscarías?
¿cómo o de dónde lo acrecieras?
B IB L IO G R A F IA
!
ÍN D IC E
LO S H EB R E O S
W ir.i.iA M A . I r w in
I. D io s .........................................................
II. E l h o m b re .............................................
III. E l puesto del hombre en el mundo
IV . Nación, sociedad y p o lític a ..............
CON CL (/Si Ó N
II. y II. A. F r a n k fo r t