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Sobre la viabilidad de la pena de muerte en el Perú: controversia social, legal y muestras


estadísticas
17 Andrea Steysi Carhuamaca Quiñones - andrea.carhuamaca@unmsm.edu.pe

16 Cesar Gustavo Campos Paucar - cesar.campos8@unmsm.edu.pe

18 Diego Humberto Coello Berrocal - diego.coello@unmsm.edu.pe

16 Jennifer Vasquez Huaman - jennifer.vasquez1@unmsm.edu.pe

17 José Eduardo Orellana Aguilar - jose.orellana3@unmsm.edu.pe

17 Katherine Alexandra Travezaño Sortija - katherine.travezano@unmsm.edu.pe

20 Manuel Alonso Saavedra Fernandez - manuel.saavedra3@unmsm.edu.pe

20 Miguel Angel Arellano Araujo - miguel.arellano2@unmsm.edu.pe

17 Ronald Cristian Solano Rodriguez - ronald.solano1@unmsm.edu.pe

17 Tatiana Nicolle Apanú Soberón - tatiana.apanu@unmsm.edu.pe

Facultad de Derecho y Ciencia Política, Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Lenguaje y Comunicación

Mg. Ronald Antenor Espinoza Aguilar


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21 de enero de 2022

Introducción

Desarrollo

1. Capítulo I: Argumentos a favor de la pena capital

1.1. Definición de países retencionistas y abolicionistas

1.2. Justificación de la pena capital por razón de justicia

1.3. Utilidad social de la pena de muerte

1.4. Rentabilidad de la pena de muerte

1.5. La imperfección del sistema carcelario de rehabilitación

1.6. La mejora del sistema de justicia

2. Capítulo II: Argumentos en contra de la pena capital

2.1. Prólogo

2.2. El mundo y la pena capital: mitos y estadísticas

2.3. El Perú y la pena capital, ¿amigos o enemigos?

2.4. Sobre la pena capital

3. Capítulo III: Lo que manifiesta la masa social del Perú

3.1. Aplicación de la pena de muerte en el Perú

3.2. Aplicación de la pena capital para casos de violaciones

3.3. Aplicación de la pena capital para los actos de corrupción

3.4. Razones para no aplicar la pena capital

3.5. La opinión de la comunidad sanmarquina

4. Capítulo IV: Jurisprudencia nacional e internacional sobre la pena de muerte

4.1. Contexto actual de la pena capital en el Perú

4.2. Conceptualización jurídica de pena capital


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4.3. Jurisprudencia nacional sobre la pena de muerte

4.4. Jurisprudencia internacional sobre la pena de muerte

4.4.1. Principales organismos internacionales y pactos a los que estamos

adscritos

4.4.1.1. Declaración Universal de los Derechos Humanos

4.4.1.2. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las

Naciones Unidas

4.4.1.3. La convención americana sobre Derechos Humanos (Pacto de

San José)

4.4.2. Otros instrumentos internacionales que prescriben la pena de muerte

4.4.2.1. Convenio de Roma o Convenio para la Protección de los

Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales

4.4.2.2. Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la

Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o

Degradantes

4.4.2.3. Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,

Inhumanos o Degradantes

5. Capítulo V: Estadísticas de organismos autónomos

5.1. Organismos internacionales

5.1.1. Organización de Estados Americanos

5.1.2. Organización de Naciones Unidas

5.2. Investigaciones Independientes

5.2.1. Amnistía Internacional

5.2.2. Otras investigaciones sobre la pena de muerte


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5.3. Estadística del Peligro de Fuga y la Reincidencia

Conclusiones

Introducción
La pena de muerte o también llamada pena capital es un castigo extremo que es

aplicado a una serie de delitos dolosos por cada vez menos países. Sin embargo, diversos

Estados alrededor del mundo aún persisten en la idea de la aplicación, restauración y

extensión de esta medida. Es así que, como respuesta a estas acciones, la comunidad

internacional, a través de sus distintas instituciones ha venido implementando, con el paso de

los años, una serie de medidas y tratados internacionales encaminados a disminuir y eliminar

totalmente la pena máxima.

La cuestión expuesta anteriormente no es ajena al contexto peruano, lo cual genera

controversias en los sectores políticos, intelectuales y la población en general. El

impedimento que posee nuestro país para la aplicación de dicha pena es que se encuentra

adherido a un convenio internacional que dictamina y establece lineamientos precisos para la

modificación de la pena capital, pero el incremento en el índice de criminalidad genera que

distintos sectores de la población lleguen a considerar que esta medida pueda ser aplicada en

el Perú para reducir los niveles de inseguridad, es decir, como una medida coercitiva que

limite las acciones de los delincuentes. En tal sentido, en este trabajo tratamos sobre la

aplicación de la pena capital en el Perú actual y su controversia legal y social.

Asimismo, el propósito de esta monografía es dar aclaraciones sobre el panorama

internacional y nacional, a la vez que se intenta desarticular la idea de la aplicación de la pena

de muerte como medida necesaria para obtener la paz social. No obstante, la importancia de
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este trabajo consta en detallar las particularidades del caso peruano y señalar cómo las

opiniones de un número importante de personas contravienen las reglas de nuestra legislatura

y derechos.

En el presente trabajo detallamos toda la información recopilada y formulada desde

distintos puntos de vista, para lo cual hemos construido cinco capítulos que contienen, en

cada uno de ellos, puntos estratégicos para guiar a una visión más realista de la pena capital.

En el primer capítulo, después de una breve introducción, se exponen los argumentos a favor

de la pena de muerte, se muestra el espíritu de esta no sin antes brindar una eminente

definición de los términos abolicionista y retencionista. El segundo capítulo resulta ser

antagónico respecto al que le precede, pues en este se tratan los argumentos en contra de la

condena a muerte y se utiliza para este la evidencia empírica. Nuestro tercer capítulo contiene

información importante sobre este tema, pues nos da a conocer la opinión popular respecto a

la pena máxima, en este se sumilla las convicciones de muchos personajes políticos,

congresistas, ministros y alumnos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos respecto

al castigo máximo. En cuanto al cuarto capítulo, desarrollamos la amplia estructura legal,

nacional e internacional y su vinculación jurídica, que en conjunto nos otorgan el soporte de

jurisprudencia necesaria para entender los aspectos primordiales del Derecho y la posibilidad

o imposibilidad de seguir sosteniendo la pena de muerte como medida disuasiva o retributiva.

Por último, en el quinto capítulo se muestran las estadísticas recolectadas por diversas

instituciones internacionales y nacionales, pues es información objetiva sobre la tendencia de

países abolicionistas y retencionistas, así como de los costos de aplicar la pena de muerte y,

en el caso peruano datos recopilados por el INPE, sobre el peligro de fuga y la reincidencia.

En resumen, se busca que la presente monografía haga un correcto análisis de la

controversia actual y cierre el debate marcando los puntos clave en torno a la no aplicación de
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la pena de muerte en el caso peruano. Por ello, comenzamos exponiendo los argumentos a

favor para desarticularlos durante el desarrollo del trabajo.

CAPÍTULO I

ARGUMENTOS A FAVOR DE LA PENA CAPITAL

1.1. Definición de países retencionistas y abolicionistas

En el proceso de la pena de muerte existen fases definidas por Amnistía Internacional

(2018); los dos grupos que nos interesan son los países entendidos en el proceso

“retencionista” y “abolicionista”. Siendo los países retencionistas donde se mantienen la pena

capital (Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, entre otros.), aplicable en casos de delitos

comunes extremadamente graves, sobre todo delitos de sangre; y los países abolicionistas (o

en proceso) a aquellos donde se ha retirado esta pena máxima de sus legislaturas. Así que la

relación de estos países, según Amnistía Internacional (2018), quedaría de la manera

siguiente: 106 abolicionistas para todos los delitos; 8 solo para delitos comunes; 28

abolicionistas en la práctica, con un total de 142 en la legislación o en la práctica, y 56 países

retencionistas.

Por consiguiente, los argumentos que recogemos son de sociedades retencionistas y

de personas en naciones abolicionistas que no están de acuerdo con retirar la pena capital.

De manera general, las personas a favor de la pena capital no la consideran mala ni

inhumana; la ven como una medida para conseguir el orden y seguridad en la sociedad.

Usándose con el tipo de delincuentes incorregibles que constituyen una perturbación muy

grave y como medida coercitiva para evitar el aumento de casos sumamente violentos. Por lo

tanto, la propuesta es aplicar una sanción más fuerte a un grupo muy particular de personas
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que no darán ningún buen aporte a la sociedad. Pero eso no quiere decir que la aplicación de

la pena capital deba de ser por cualquier tipo de delito o cualquier agravante.

En la actualidad se busca su aplicación para castigar el terrorismo, secuestro

agravado, feminicidio, homicidio doloso de menores y violación a menores; además, dichos

delitos deben ser fehacientemente probados y para eso se tendrá que mostrar pruebas

contundentes que han de pasar por fases como las apelaciones y todo aquello que implica un

procedimiento justo.

El tema sigue vigente incluso en naciones como México, donde en tiempos recientes

se han presentado proyectos de ley que buscan la reinstauración de la pena capital. Por

ejemplo, el político mexicano Carlos Puentes Salas en su discurso del 2018 sostiene:

Nos comprometimos a la cadena perpetua para secuestradores y violadores, y hoy es

una realidad. La pena de muerte es un tema que no nos debe asustar, lo que nos debe

asustar es que sigan apareciendo cuerpos de jovencitas y estudiantes. (Animal

Político, párrafo 3)

En relación con lo anterior, dicho político mexicano aclara que únicamente se

aplicaría la pena capital a condenados por violación, homicidio doloso y secuestro agravado.

Igualmente, en el Perú, Lourdes Alcorta presentó en el 2006 un proyecto de ley para aplicar

la pena capital en caso de violación a menores de edad (Angarita) y en el año 2017

congresistas de Fuerza Popular presentaron un proyecto en esa misma línea (Latina Noticias);

sin embargo, ambos proyectos no se aprobaron en el pleno.

Con este panorama, pasamos a dar los argumentos a favor:

1.2. Justificación de la pena capital por razón de justicia

Este argumento se fundamenta en el concepto de la autodefensa o legítima defensa,

pues las víctimas del delito disponen del derecho a defenderse; sin embargo, cuando la
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víctima no pudo disponer de tal facultad la justicia no debe parar y, por lo tanto, es la

sociedad quien debe llevar a cabo la defensa. En consecuencia, la aplicación de la pena

capital sería el cumplimiento de la autodefensa o legítima defensa, pero dada por la sociedad

a través de un tribunal que garantizará una justa proporción. Así, se ha señalado:

La pena de muerte, analógicamente hablando, no es otra cosa que una subrogación

que hace la autoridad de la sociedad, la autoridad del Estado, para castigar a quien

privó injustamente de la vida a una persona que no pudo defenderse. (Zepeda, 1997,

p. 89)

La idea no es nueva, ya San Agustín en su libro de réplica a Fausto sostuvo que la Ley

instituyó la pena del Talión como un modo justo de castigo: esto es que cada uno sufra una

pena equivalente al delito cometido. De esta manera, la frase ojo por ojo y diente por diente

fue dicha para fijar límites a la defensa porque dice San Agustín “no peca quien con justicia

busca una venganza dentro de sus límites” (Augustinus, s/f, cap. 25, párrafo 1).

Asimismo, en tiempos pasados, la pena de muerte fue una sanción más para alcanzar

equidad en la sociedad y fue validada por importantes escritos como la Biblia, en donde se

manifestó “el que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada”

(Reina Valera, 1960, Génesis 9:6) y “si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto”

(Reina Valera, 1960, Apocalipsis 13:10).

1.3. Utilidad social de la pena de muerte

En una entrevista a la BBC, la política Lourdes Alcorta comentó su propuesta sobre la

pena de muerte para casos de violación a menores: su argumento es que el violador se puede

arrepentir porque sería consciente de que, si comete una violación, entonces se condena a sí

mismo a la pena capital. Además, agregó un cuestionamiento: “¿por qué si en Perú en el año

1993 se amplió en la Corte de San José la pena de muerte por el flagelo que sufríamos y se
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aceptó, hoy día no hay terrorismo en Perú?” (Angarita, 2006), para de esta manera sugerir

que la pena capital sí es coercitiva.

El planteamiento anterior no es nuevo, “el problema de la punibilidad de los herejes y

malhechores fue uno de los que atormentaron la vida de San Agustín y le indujeron, en el

correr de los años, a adoptar soluciones contradictorias” (Silva, 1976, p. 208), es decir que el

santo también llegó a convencerse sobre la necesidad de recurrir a medidas coercitivas para el

sostenimiento de la paz social en la comunidad cristiana, puesto que vio que la tolerancia

hacia herejes donatistas desencadenó en mayores actos de violencia. Asimismo, es preciso

aclarar que por el texto de Silva (1976) se entiende que San Agustín se convenció de esta

medida por los resultados obtenidos de sometimientos anteriores que regresaron la paz a

muchos cristianos; como expone el propio San Agustín “por el temor se refrenan los malos, y

los buenos viven más tranquilos entre los malos” (p. 214).

Pero sociedades actuales también conviven con la pena capital como medida

coercitiva. El Japón destaca como país retencionista que se desenvuelve en el límite del

derecho, puesto que se caracteriza por un estricto sistema de reglas para los condenados a

muerte: confinamiento en solitario; ausencia de ejercicio dentro de sus celdas con máximo

dos momentos fuera de ellas a la semana; las visitas escasas, y métodos que diversos grupos,

como Amnistía Internacional, han denominado de extremadamente angustiantes (Gizmodo,

2017).

En el documental Japón entre rejas recuperado por el canal Documentales Japón

(2012) se revela una realidad dura en las cárceles japonesas: los reos deben aprenderse un

manual, mantener todos los objetos en la misma posición, no estar de pie en sus celdas, no

estirar las piernas, mantenerse en posición de loto, no estar apoyado en la pared, no mirar por

la ventana y hablar mientras comen, y deben dedicarse a alguna actividad intelectual porque
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“se prohíbe estar ocioso” (7m19s). Por consiguiente, este sistema penitenciario militarizado

ha logrado que las agresiones entre reos y fugas sean pocas (Documentales Japón, 2012).

Pero los beneficios de un rígido sistema no solo están dentro de las cárceles sino

también afuera de ellas, puesto que la sociedad sabe que el cometer crímenes

extremadamente crueles los llevaría a pasar por el aún más angustioso corredor de la muerte.

Dicho corredor es un elemento más drástico: los reos pasan en promedio 7 años en una celda

con un aislamiento más estricto y no se les informa de su ejecución hasta un par de horas

antes de morir (Kira Sensei, 2018).

Asimismo, este proceso, que es calificado como angustiante por Amnistía

Internacional, es expuesto en el canal de youtube Kira Sensei (2018) y lo llaman cruel porque

“te obliga a pensar que cada día puede ser el último” (3m38s). Es así como “el reglamento

está diseñado de tal manera que se pueda controlar todos los aspectos de la vida del preso: sus

pensamientos, sus impulsos y en definitiva su cerebro” (Documentales Japón, 2013, 40m09s).

Por tanto, es probable que esas medidas coercitivas sean la base de que el índice de

criminalidad en Japón sea tan bajo, pues en lo que respecta a homicidios la tasa es de 0.25

asesinatos por cada cien mil habitantes (Datosmacro, 2019).

1.4. Rentabilidad de la pena de muerte

Actualmente en las cárceles peruanas, existe el problema de la sobrepoblación de reos.

Según datos del INPE, en el censo de 2017, se encuestaron alrededor de 86000 reos en los 69

centros penitenciarios del Perú, cuya capacidad es de 39156 los cual demuestra una

sobrepoblación del 120%. Como lo podemos observar en la Figura 1.

Figura 1

Evolución de la población penal entre el 2013 y 2018


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Fuente: El Comercio

Macera (2018) rescata del ex presidente del INPE, Carlos Vásquez Ganoza que “hace

siete años, se tenía una población de unos 45.000. Hoy bordeamos los 90.000. Se estima que

en la última parte del gobierno de Fujimori la población penitenciaria creció 3% anualmente.

En el gobierno de Toledo, 4%; García, 8%; y Humala, 10%”, esto nos indica que la población

penitenciaria ha variado de forma ascendente, por consiguiente, el gasto en estos centros

penitenciarios también.

Según Macera (2018) “el Perú gasta alrededor de 27 soles diarios, 810 soles

mensuales y 9720 soles anuales por reo”. Tomando en consideración los delitos cometidos

por estas personas, sin mostrar algún respeto sobre el derecho de la vida, sería adecuado

aplicar la pena de muerte a aquellos que no desean reinsertarse en la sociedad y utilizar ese

dinero en forma de pensión para las familias de las victimas que fueron sometidas.

Como podemos observar en la Figura 2, el presupuesto que el estado invierte en el

sistema penitenciario ha ido en aumento.

Figura 2

Presupuesto destinado al sistema penitenciario en millones de soles del 2013 a 2018


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Fuente: El Comercio.

1.5. La imperfección del sistema carcelario de rehabilitación


Dentro del Perú y fuera de él existen personas despreciables, que no tienen

compasión, ni mucho menos amor a la vida humana, ¿estas personas merecen estar en una

celda con todos los servicios gratis? ¿Sin preocuparse qué comerán mañana?

Muchas veces me pregunto ¿cómo una persona puede llegar a quitarle la vida a otra?,

pero no hallo una respuesta concisa o clara, debido a esto se me hace imposible entender la

razón por la cual un delito puede cometerse otra vez.

Según la Constitución Política del Perú, Art. 139 (1993), el principio del régimen

penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reinserción del penado a la

sociedad, con lo antes expuesto vemos que este principio no se está cumpliendo eficazmente.

Se debe tener en claro, lo incomprensible que resulta que personas sin ninguna

apreciación hacia la vida, vuelvan a cometer un delito. Que dichos delitos sean frecuentes,

muestra que carecen de escrúpulos al incumplir la ley una y otra vez, sin mostrar culpa o

arrepentimiento alguno. Así que lo dicho anteriormente corrobora que los reos al ser

retenidos en celdas o cárceles solo gozan de “beneficios”, y no de un castigo justo y necesario

para no dejar impune la muerte de la víctima.


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Según el INPE (2016) casi el 40% de los presos en el Perú han sido sentenciados más

de una vez, ¿el Estado debe mantener a este 40% de reos? A mi parecer, no.

Figura 3

Población penitenciaria por número de veces con sentencia de pena efectiva

Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática

1.6. La mejora del sistema de justicia


En la actualidad, con los avances técnicos en las investigaciones criminalísticas, tales

como los peritajes con personal calificado y equipo sofisticado (Haarkötter, 2018, p. 7), y con

la existencia de garantías jurídicas, tales como la igualdad para la ley, la defensa asegurada,

las apelaciones, la revisión obligatoria del proceso, etc. (Salgado, 2009, p. 165), se puede

evitar el error de condenar a un inocente.

Salgado (2009) comenta que es una obligación del Estado asegurar la vigencia y

protección de los derechos; con esta finalidad, las normas constitucionales han creado un

sistema de garantías e instrumentos jurídicos encargados de proteger los derechos, además de

cuidar de su pronta reparación cuando son violentados. Por tanto, ya que la víctima no está en

facultad de defenderse o de exigir pena, es el Estado al que le corresponde hacerse cargo de la

sanción, y en la actualidad el Estado cuenta con los recursos para llevar un proceso imparcial.
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CAPÍTULO II

ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA PENA CAPITAL

2.1. Prólogo

La abolición o la instauración de la pena máxima es un tema que ocupa más de lo que

a primera vista nos pueda parecer, pues influye constantemente en la legislación,

administración de la justicia, instituciones penitenciarias y en muchos aspectos sociales,

públicos y políticos de un Estado. Además, sobre la aplicación de la pena de muerte son

importantes los criterios, y los argumentos de la sociedad que justifican, aprueban o

desestiman esa pena, sus presupuestos estructurales, y sus consecuencias jurídicas y

extrajurídicas.

En este capítulo trataremos de manera muy sencilla, explicar y desvestir los puntos

importantes de la pena capital en un plano realista. En el Perú este ha sido ya, más de una

vez, un tema polémico, y parte de un desgastado debate que muchas veces desemboca en

monotonía y círculos viciosos, culpa de esto son los discursos demagógicos en los cuales

nuestros políticos consideran que la pena capital es la mejor solución en el ámbito jurídico.

Esto en lugar de esclarecer el tema en debate genera ignorancia en la materia jurídica y por la

presencia de una actitud negacionista hacia los datos que se palpan en la realidad.

En cuanto a la estructura, este capítulo está constituido por tres partes muy

importantes. En la primera parte visualizamos el horizonte mundial respecto a la pena capital

y cómo esta ha influido en muchos países, y sobre todo la supuesta efectividad y solución que

contiene en el mundo jurídico contemporáneo. La segunda parte consta de una serie puntos

críticos, los cuales analizan la imposibilidad de la ampliación, modificación y aplicación de la

pena capital en el Perú contemporáneo. Y para cerrar este capítulo, la tercera y última parte
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contendrá una serie de conclusiones basadas en la investigación que se presenta en este

capítulo.

2.2. El mundo y la pena capital: mitos y estadísticas

La pena de muerte marca todos los jalones de la historia, y llega a casi todos los

rincones del globo. A lo largo y ancho de nuestro planeta siempre se ha mantenido, de una u

otra manera, en la teoría y en la práctica. Nuestros antepasados fueron animales que

solucionaban sus problemas clavando los colmillos en la yugular del contestatario. Tenían tan

poca materia gris que veían la muerte de su prójimo como la mejor manera de asegurar su

posición en el grupo.

En el mundo contemporáneo muchos países sostienen una posición retencionista

basándose en muchas teorías y argumentos ─muy eficaces de considerar─, pero que de una u

otra forma no logran cumplir sus funciones elementales como la de explicar la realidad.

Uno de los principales mitos es la función de la pena de muerte para impartir

“justicia”, para esto es necesario constatarlo con el plano de la realidad, por ejemplo, un

estudio de Carolina del Norte.

La data recopilada en la página web Death Penalty Information Center (s. f.), en base

a un estudio en EE. UU., expone que quienes asesinan a víctimas blancas tienen el triple

probabilidades de ser condenados a pena capital a diferencia que si sus víctimas fueran

afrodescendientes, pero además tienen el cuádruple de probabilidades de condena si sus

víctimas fueran latinas. Por consiguiente, las estadísticas constatan que los controles sociales

penales no se aplican de igual manera y encontramos desigualdades ante la ley por cuestiones

raciales y tráfico de influencia. Así, parece probable que la diferencia de trato se agravaría

con la pena de muerte.


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Otro mito común es utilidad de la pena como medida preventiva e intimidatoria

respecto a ciertos posibles delincuentes, es decir, se sustenta que la pena capital funciona

como un eficaz reductor de índice de criminalidad en los países en los cuales se aplica. Es

necesario trasladarnos al campo de la estadística y la realidad, a través del Ranking de Índice

de Paz Global 2020 se reveló cuáles eran los países con mayor y menor tasa de inseguridad y

criminalidad, siendo estos datos un duro golpe para este mito sobre la pena capital.

En dicho ranking figuran como países altamente libres de la criminalidad: Islandia,

Nueva Zelanda, Portugal, Austria, Dinamarca, Canadá y Singapur, respectivamente (Institute

for Economics and Peace, 2020).

Es curioso corroborar que Islandia cometió la última ejecución en 1828 y la pena

capital fue abolida por su constitución en 1995; Nueva Zelanda cometió su última ejecución

en 1957 y la máxima pena fue abolida en 1989; Portugal cometió su última ejecución en 1849

y dicha pena fue abolida para crímenes políticos en 1852 y para todos los crímenes

exceptuando en tiempos guerra en 1867 y, completamente abolida en 1976; Austria, la última

ejecución la cometió en 1950 y la pena fue abolida completamente por su constitución en

1968; Dinamarca, cometió la última ejecución en 1950 y la pena fue abolida completamente

en 1978; Canadá cometió la última ejecución en 1962 y la pena fue abolida completamente

en 1998; la excepción de esta lista es Singapur cuya última ejecución se llevó a cabo en el

año 2016 y la pena capital en este país se aplica en casos de asesinato, secuestro, traición,

algunos delitos con armas de fuego, tráfico de más de 15 gramos de heroína o morfina; 30

gramos de cocaína o 500 gramos de cannabis (Amnistía Internacional, 2009). Así,

argumentar que la baja tasa de criminalidad en Singapur es obra de la efectividad de la pena

de muerte, cuando tiene 6 países que la anteceden en mejores condiciones, es prácticamente

atribuirle un milagro al santo equivocado.


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Por otro lado, es necesario cambiar la mirada hacia el otro extremo de la lista donde

encontramos a países con mayores tasas de criminalidad e inseguridad; dentro de la lista se

encuentran países como Afganistán, Siria, Irak, Sudán del Sur, Yemen, Somalia y Libia

(Institute for Economics and Peace, 2020).

Asimismo, es sorprendente saber que Afganistán realizó su última ejecución en el

2016 y la pena capital está vigente y se aplica en casos como asesinato, homosexualidad y

apostasía; Siria, realizo su última ejecución en el 2018 y la pena sigue vigente y se aplica para

casos como traición, asesinato, actos políticos contra Siria, robo violento, violación y

oposición al gobierno; Irak realizó su última ejecución en el 2016 y la pena capital está

vigente y se aplica en casos como asesinato, poner en peligro en seguridad nacional, distribuir

drogas, violación, ataque contra transporte y ejecución de terrorismo; Sudan del Sur realizó

su última ejecución en el 2014 y la pena capital está vigente y se aplica en casos como hacer

guerra contra el estado, prostitución, traición, actos que podrían poner en peligro la

independencia o unidad del Estado, asesinato, robo armado, posesión de arma y contrabando;

Yemen realizó su última ejecución en el 2014 y la pena capital está vigente y se aplica en

casos como asesinato, adulterio, homosexualidad y apostasía; Somalia realizó su última

ejecución en el 2016 y la pena capital está vigente y se aplica a los casos que ordena la ley del

Islam; Libia realizó su última ejecución en el 2010 y la pena capital está vigente y se aplica

en casos como grave traición, intento de cambiar la forma de gobierno a la fuerza y asesinato

premeditado (Amnistía Internacional, 2020)

Es evidente la ineficacia de la pena de muerte como medida preventiva y coercitiva

respecto a la criminalidad en los países, al respecto el penitenciario James Gilligan afirmó

que la manera más efectiva de convertir a una persona no violenta en violenta es a través del

uso de esta:
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La justicia criminal y los sistemas penales están funcionando sobre la base de un gran

error, que consiste básicamente en creer que el castigo sirve para prevenir o inhibir la

violencia, cuando es el estímulo más poderoso que se conoce hasta el momento.

(Wilkinson y Pickett, 2009, p.178)

Se nos hace placentero desvestir un mito más acerca de la eficacia de la pena de

muerte, y es que es inevitable ignorar que algunos consideran que la pena de muerte significa

atacar al problema desde su punto de partida. Para tratar este tema es necesario analizarlo con

sumo cuidado y contrastarlo con la realidad. Por consiguiente, es preocupante que muchos

retencionistas aseguren que con la pena capital se extermina el problema desde su punto de

inicio, pues esto que no analizan todas las partes del problema (inicio, desarrollo y

consecuencias); así, los retencionistas creen resolver un problema cuando solo tratan los

efectos de la consecuencia, como aquel futbolista que despeja el balón después de que este ha

cruzado la línea del arco.

Para concretizar la idea tomaremos como ejemplo un caso expuesto por Radio

Programas del Perú (2021); la historia de Wu Liang, un joven que en el mes de noviembre

pasado fue condenado en China a pena de muerte por el asesinato de siete personas, este es

un caso lamentable, y más lamentable es la solución que el gobierno chino optó para este tipo

de problemas, algunos medios locales mencionan que Wu Liang fue abandonado por sus

padres cuando era niño, él desertó de sus estudios y empezó a tener problemas mentales. Así

que, si se afirma acérrimamente que terminar con la vida de Wu Liang significa atacar las

bases del problema, entonces se afirma con pleno convencimiento que con su asesinato, no

volverá a existir en todo China algún chico con desorden mental, abandono familiar y sin

estudios que incurra en este tipo de delitos.


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Un punto por tocar en este trabajo es la tesis general que suele encontrarse en el

repertorio argumentativo de los retencionistas, pues muchos de estos sustentan que la pena de

muerte debe ser aplicada bajo el criterio de la imposibilidad de reformación de los criminales;

es decir, se sustenta que un criminal está en un determinado nivel de “perdición” que el

sistema penitenciario ya no puede solucionar, incluso algunos recurren a mencionar.

El sistema carcelario actualmente es más seguro y posee personal profesional que

ayudan, de manera eficaz, al sujeto a un cambio de actitud criminal. Es por ello que, admitir

esta pena bajo dicho fundamento dejaría de lado el gravísimo problema del error judicial, del

cual se hablará en el segundo punto con una mirada profunda hacia el Perú.

Como último aspecto, se hablará de la gran presión carcelaria cuya solución, según

los retencionistas, es asesinar a los criminales y así disminuir el índice de criminalidad. Los

retencionistas alegan que la manera de reducir la cantidad de presidiarios es asesinándolos,

pero ¿Es acaso esta la solución para la presión carcelaria? Es decir, si los índices de

criminalidad no disminuyen, entonces no se estaría atacando la raíz del problema. Asimismo,

en la última década es impresionante la caída de la presión carcelaria y por lo tanto los

porcentajes de criminalidad en Canadá, puesto que, en lugar de asesinar a todo aquel que

llegue a prisión por delitos graves, se centró en reformar el sistema educativo y solucionar el

gran problema de desempleo en la nación (Numbeo, 2022); así, no es buen médico aquel que

sabe cuándo amputar un miembro, sino aquel que sabe tratar la infección y así evitar la

amputación.

2.3. El Perú y la pena capital, ¿amigos o enemigos?

Luego de haber observado el horizonte mundial respecto a la pena máxima, abrimos

una nueva mirada: en esta segunda parte del capítulo tratamos el accidentado caso del Perú.
20

Es necesario entender que el Perú sufre una de las peores enfermedades, al igual que

nuestros países hermanos en Latinoamérica, porque se ha diagnosticado en el país un cuadro

crónico de populismo. Este mal es intratable y cada vez se enraíza más fuerte, pero es un mal

astuto, silencioso y aparentemente inofensivo, pues habita allí donde nadie quiere observar,

entre la ignorancia.

El Perú cometió la última ejecución en la década de 1970, y la Asamblea

Constituyente de 1978 se suscribió al Pacto de San José de Costa Rica de la Corte

Interamericana de Justicia, y estableció el Artículo 235 de la constitución Política de 1979

que mencionaba: “No hay pena de muerte, sino por traición a la Patria en caso de guerra

exterior” (Asamblea Constituyente, 1979).

Por eso días era común escuchar a múltiples “políticos” hablar de la pena capital

dentro de sus discursos populistas y demagógicos e incluso muchos de ellos han intentado

revivir esta pena desde el Congreso de la República, como si se tratara de un tema sencillo o

una propuesta viable dentro de sus planes de trabajo (Lecaros, 2020. p 255-262). Es

importante analizar este punto crítico dentro del Perú. ¿Es posible ampliar la ley sobre la pena

de muerte? ¿Es sencillo? ¿Se ha ampliado alguna vez? Son preguntas que surgen a raíz de

esta problemática y que en esta parte del capítulo será explicado.

A lo largo de los últimos 42 años muchos presidentes y congresistas han tratado de

tocar este tema, pero con resultados desventurados. Primero, hay que analizar lo que dice el

Tratado Interamericano de Derechos Humanos sobre los países retencionistas adscritos a él;

así, revisamos el Artículo 4, inciso 2 del Pacto de San José de Costa Rica que estipula:

En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los

delitos más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente

y de conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la
21

comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se la

aplique actualmente (1999).

Es decir, el pacto no prohíbe la pena de muerte y su aplicación; lo que prohíbe es su

uso sobre delitos que no fueron considerados cuando el país se adhirió al tratado. Para poner

un ejemplo de esto, contrastemos la constitución de 1979, en la que el Perú se adscribe al

tratado, y la constitución 1993, ambas estipulan: “No hay pena de muerte, sino por traición a

la Patria en caso de guerra exterior” y “la pena de muerte sólo puede aplicarse por el delito de

traición a la Patria en caso de guerra, y el de terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados

de los que el Perú es parte obligada”, respectivamente. En la constitución de 1993 se amplió

la ley sobre la pena capital, sumándole el delito de terrorismo, esto violaba lo que ordenaba el

Pacto de San José y, para sorpresa de algunos, nunca en la historia del Perú se sentenció a

muerte a un terrorista, porque dicha ley es inaplicable por tratados internacionales.

Por lo anterior, si teorizamos sobre lo que le ocurriría a un condenado en Perú a penal

capital, es probable que la defensa del reo acuda a la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos (CIDH), una vez agotadas todas las instancias judiciales en el Perú, y denuncie este

atropello a sus derechos humanos para eximirse de la condena a muerte.

A pesar de todo, hay “políticos” que ofrecen al pueblo la ampliación de la pena capital

—y no decimos que no se llegue a cumplir—, al grado que en los últimos 25 años hubo

aproximadamente 33 proyectos de ley presentados al Congreso de la República para

modificar o extender su aplicación (Lecaros, 2020. p 255-262). Sin embargo, es de vital

importancia entender que por más que se extienda para todos los delitos, las condenas serán

inaplicables porque el Tratado Interamericano de Derechos Humanos condiciona su uso.

Si el tratado lo prohíbe, ¿se puede incumplir el tratado o dejar de ser parte de este? A

estas interrogantes, muchas personas responden que el tratado carece de lógica, por ello se
22

debería desacatar lo acordado, y condenar a muerte a los corruptos y violadores. Pero la

respuesta legal de ellas es que sí podemos salir del tratado, pero no se puede renunciar a solo

un artículo. El tratado en su Artículo 78 Inciso 1 estipula:

Los Estados partes podrán denunciar esta Convención después de la expiración de un

plazo de cinco años a partir de la fecha de entrada en vigor de la misma y mediante un

preaviso de un año, notificando al Secretario General de la Organización, quien debe

informar a las otras partes. (1969, p. 24)

El Perú tiene que denunciar a este tratado con un año de anticipación, es decir si el

país quiere salir de este tratado no lo harían de improviso. Por otro lado, denunciar el pacto

supondría consecuencias graves para el país. De esta manera, el Perú se retiraría de la

jurisdicción de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por lo que los ciudadanos que

acudan a la Corte para denunciar la vulneración de sus derechos no podrán llevar sus casos

ante este tribunal, y esto es grave porque en el Perú se cometen muchos atropellos a los

derechos humanos: hasta marzo del 2014, la CIDH ha emitido 29 sentencias sobre el Estado

Peruano, y es que los países con un Poder Judicial deficiente son aquellos cuyos ciudadanos

más acuden a dicha entidad. Por consiguiente, somos el Estado respecto del cual la Corte

Interamericana se ha pronunciado en mayor cantidad de veces y en 28 oportunidades se logró

condenar al Perú.

En términos sencillos, renunciar a dicho tratado es entregar la potestad de nuestros

Derechos Humanos al Estado peruano, lo que generaría un monopolio de dichos derechos.

Asimismo, la deficiencia del sistema judicial del Perú es un punto relevante: hubo casos que

remecieron a la opinión pública por sus cuestionables fallos. Así, es sostenible que el sistema

judicial peruano actual no presenta el nivel aducido por los retencionistas.


23

No es necesario especificar las veces en que el sistema judicial peruano ha dictado

sentencia de manera equivocada, puesto que están en la memoria de muchos ya sea por

vivencias o por lo sonados que fueron. Por tanto, en un sistema judicial ineficiente, se pueden

encontrar inocentes en las cárceles —tal vez culminen sus sentencias y salgan libres— pero

qué pasaría con un erróneo condenado a muerte, ¿acaso es posible subsanar ese daño?

2.4. Sobre la pena capital

En este trabajo hemos tratado sobre la pena capital, lo absurdo que es y sobre todo la

imposibilidad de ser aplicada para el caso peruano y hemos visto su ineficacia expresada en

estadísticas en los países en los que se aplica esta pena.

Para muchos políticos es más fácil gritar muerte que analizar los verdaderos

problemas que llevan a la sociedad a estar en situaciones críticas; sin embargo, es más

complicado para los políticos prometernos y convertirnos en una sociedad donde las brechas

de desigualdad sean cada vez más cortas, puesto que no quieren asumir el difícil costo —por

ser un proceso largo— de reformar el sistema educacional y el sistema judicial como sí lo

hicieron sociedades avanzadas que han logrado superarse sin necesidad de coaccionar con la

pena capital.

En consideración de todo lo anterior, podemos mencionar que el Perú y la pena capital

son viejos amigos que no desean encontrarse, y que distanciados contribuyen al bienestar

social y al cuidado de los derechos humanos. Por tanto, es necesario que los ciudadanos nos

demos cuenta de que los problemas no se solucionan con más violencia: la muerte no es

solución para la muerte, los únicos que deben ser condenados a la extinción en nuestro país

son el populismo y la ignorancia.

CAPÍTULO III

LO QUE MANIFIESTA LA MASA SOCIAL DEL PERÚ


24

3.1. Aplicación de la pena de muerte en el Perú

Como se sabe la pena de muerte es un tema muy concurrente, pues desde antaño se ha

puesto en debate, en nuestro país, su posible aplicación. En la Constitución Política del Perú,

Art. 140 (1993), está estipulado que solo en casos de traición a la patria y por terrorismo se

debe de aplicar dicha pena, pero ya no se ejecuta porque, también, somos parte de la

Convención Interamericana sobre Derechos Humanos (CIDH). Así que último caso en el cual

se aplicó la pena de muerte por traición a la patria fue en 1979, durante el gobierno de

Francisco Morales Bermúdez.

Entonces, parte de la polémica radica en la especificidad sobre la aplicación de la

pena capital. Por esa razón, en este capítulo se mencionarán algunas opiniones, no solo de las

personas que trabajan en las entidades públicas, sino de diversos periodistas y, lo más

importante, de la población en general. Por consiguiente, para este trabajo se considera de

suma importancia los diversos puntos de vista de la ciudadanía.

3.2. Acerca de la pena de muerte en el Perú para los casos de violaciones

En el año 2017, el exministro de Justicia y Derechos Humanos del Perú, Enrique

Mendoza, precisó en un programa dominical del Canal N, que se declara a favor de la

aplicación de la pena de muerte para los violadores de niños con consecuencia de muerte. Él

declaró que:

El asunto es que nosotros hemos suscrito un convenio de abolición de la pena de

muerte (la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos). Ahora

personalmente, yo sí creo en la pena de muerte... en realidad, la pena de muerte sí es

disuasiva. (Agencia EFE, 2017, párrafo 3)


25

También precisó que apoyaría al proyecto de ley que proponga el tema “siempre y

cuando tenga una salida dentro de los cauces jurídicos y de cumplimiento o denuncia del

tratado, en lo que se refiere a ese punto, nada más” (Agencia EFE, 2017, párrafo 4).

Por otra parte, también en el 2017, la excongresista fujimorista Karla Schaefer

presentó el proyecto de ley n.°2069/2017-CR (Ley de Reforma Constitucional que modifica

el artículo 140 de la constitución política del Perú sobre aplicación de la pena de muerte) a

favor de la pena capital para los casos de violaciones a menores de edad. Así pues, dichos

delitos tendrán como consecuencia la pena de muerte. La exfuncionaria pública afirma que

estas acciones dolosas deben ser sancionadas con mayor severidad (Agencia EFE, 2017).

En el mismo año, se presentó el caso de la violación de una bebé de 2 meses, algunos

excongresistas se pronunciaron al respecto con diferentes posturas. Miguel Torres,

excongresista por la bancada de Fuerza Popular, expresó su negatividad frente a la pena de

muerte dado que “agravar la pena no hará que un violador deje de realizar estos actos

condenables” (TVPerú Noticias, 2017, 7m6s). En cambio, Úrsula Letona, ex presidenta de la

Comisión de Constitución, opinó al respecto que:

Estos sujetos no tienen ninguna posibilidad de reinsertarse a la sociedad ya que están

enfermos, por lo tanto, no deberían formar parte de la sociedad. En otras palabras, lo

ideal sería desterrarlos y, para mí, la pena de muerte es una opción en casos graves. Es

necesario abrir un debate. (TVPerú Noticias, 2017, 7m56s)

Podemos deducir que existieron posturas opuestas en el Congreso de la República:

mientras que algunos eran tajantes con su decisión y demostraban su negatividad ante la

posibilidad de una pena capital, otras personas, algo más radicales, no descartaron votar a

favor de la pena de muerte en un posible debate para su legalización en nuestro país.


26

En el reportaje Se abre debate sobre la pena de muerte en el Perú elaborado por

TVPerú Noticias (2017), Miguel Rodriguez Mackay, reconocido miembro de Sociedad

Peruana de Derecho Internacional comenta que: “La pena de muerte siempre es disuasiva.

Mientras las normas sigan endebles, los acusados seguirán violando porque su conducta no

tiene reparación, pero cuando se advierta que la pena será de muerte, lo pensarán dos veces”

(0m16s); sin embargo, Mariana Navarro, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Perú,

comenta que no existen ninguna evidencia de que la pena de muerte disminuya los casos de

violación o el índice de criminalidad, y existen otras medidas que han demostrado ser más

efectivas a la hora de prevenir los casos (TVPerú, 2017). Se logra concluir que a la fecha del

documental la polémica sigue vigente, no obstante, es pertinente señalar que solo la

representación abolicionista aporta datos verificables.

La posición de organizaciones respecto a la pena de muerte es variada. Algunos

organismos, como la Amnistía Internacional Perú, han expresado su negatividad ante la pena,

dado que se dedican a promover y resguardar los Derechos Humanos dentro del país; sin

embargo, diferentes asociaciones toman una postura favorable ante la pena de muerte, ya que

toman como referencia a países desarrollados donde sí es legal la pena capital.

En febrero del 2018, el asesinato y violación de Jimenita espantó a todos en el país.

Jimenita tenía 11 años cuando César Alva Mendoza, más conocido como el Monstruo de la

Bicicleta, la secuestró, violó y asesinó en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho.

Familiares de la víctima convocaron a una marcha denominada Marcha por la Justicia,

Seguridad y Paz para Nuestros Hijos donde miles de personas de diferentes distritos

marcharon hasta la Plaza San Martín, para luego ir todos juntos al Palacio de Justicia. Allí se

realizó un plantón mientras el grito “¡Pena de muerte para el asesino de Jimenita!” resonaba

por todas las calles. La marcha por Jimena se reprodujo en varias ciudades del interior del
27

país, como Huancayo, Satipo, Puno, Cajamarca, Ayacucho, Iquitos y Tarma (Coba, 2018).

Por lo que se colige que recurrir a la pena capital, como castigo a crímenes de extrema

violencia, no es un pedido aislado, sino que tiene bastantes partidarios a lo largo del país.

También, diferentes ciudadanos en el reportaje Pena de muerte en debate: castigo

severo para violadores y asesinos de niños (Panorama, 2018), que está relacionado al caso

mencionado anteriormente, dieron su punto de vista con respecto a la pena capital. Algunos

comentarios a favor se basaban en comparar a los violadores como el cáncer de la sociedad y

pedían su muerte inmediata. De forma contraria, ciertos ciudadanos están en desacuerdo con

la medida dado que su religión solo concibe que Dios puede dar y quitar la vida, por otro

lado, una ciudadana justifica su postura mencionando que “es agregar más culpa a la mujer.

Si el caso fuera de una violación de un padre a su hija, ¿Crees que una niña puede vivir con la

conciencia de haber matado a su padre?” (Panorama, 2018, 2m2s).

Por otra parte, los altos funcionarios del país no son ajenos a este tema, por ejemplo,

el expresidente de la república, Martin Vizcarra, el 8 de marzo del 2020 mostró su postura a

favor de la pena de muerte, específicamente para los casos de feminicidio y violaciones; el

expresidente precisó que se tendría que evaluar dicha medida en el Congreso de la República

(Gestión, 2020b). Por estas declaraciones, el excongresista Manuel Merino señaló que si se

impulsa algún proyecto para que la pena de muerte sea ejecutada, también, se estaría

hablando de la salida del Estado de los acuerdos internacionales (Gestión, 2020b). Así, se

entiende que es inviable ejecutar la pena de muerte sin que el país se retire del convenio

internacional, o sea, el Pacto de San José de Costa Rica.

3.3. Aplicación de la pena capital para los actos de corrupción.

Es notorio que no solo se desea la pena de muerte en casos de violación, sino que

también es un tema muy debatible su aplicación para actos de corruptela, ya que hasta la
28

actualidad nos siguen gobernando varias personas que solamente velan por su interés

particular y no por el interés de toda la población.

Uno de los actos de corrupción que hasta hoy en día se sigue tocando es el que se dio

en el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), al cual se le acusa de haber sustraído dinero

de forma ilegal del tesoro público. Por años se trató de averiguar dónde había ido a parar todo

ese dinero, investigando a toda la familia y entorno del expresidente. Hubo muchas

cuestiones en ese entonces, como el por qué las autoridades demoraron en actuar. La red de

Alberto Fujimori y Montesinos, refiriéndonos a las coimas recibidas por ambos involucrados,

no solo se repartió en cuentas de los bancos nacionales, sino que estos también fueron

repartidos en bancos extranjeros (Perú info, 2013).

Lo anterior mencionado es uno de los muchos casos de corrupción que se dan en el

país, ya que no solo estamos hablando de corrupción en el poder ejecutivo, sino también de

los demás poderes del Estado. Esta situación tan crítica en el territorio causa mucha

indignación en la población, ya que esta confía en las autoridades que gobiernan. Entonces,

ante todo lo comentado, es evidente que dentro del grupo de personas consultadas sobre la

aplicación de la pena de muerte encontraremos a aquellas que las consideran necesaria para

los casos de corrupción.

Al respecto, José Vega (2020), excongresista, considera que esta medida es adecuada

para eliminar de una vez a los gobernantes y funcionarios en altos cargos que se ven

comprometidos en actos probados de corrupción. Sin embargo, reconoce que esta medida

solo podrá tener efecto cuando el Perú se retire del Pacto de San José y para lograr esto

plantea el cambio de la Constitución de 1993, a través de una Asamblea Constituyente

(Deutsche Welle, 2020).


29

Por otro lado, en el 2020 el grupo parlamentario Unión por el Perú, por iniciativa del

congresista Jim Ali Mamani Barriga, presentó el Proyecto de Ley 4957/2020-CR que plantea

la pena de muerte para presidentes de la república y otros altos funcionarios que cometan

delitos de corrupción durante el estado de emergencia (Mano Alzada, 2020). No fue un

proyecto a gran escala, ya que en el documento no menciona a la Convención Americana

sobre Derechos Humanos en la cual somos parte, pues este evita que en nuestro país se dé la

pena de muerte.

3.4. Razones para no aplicar la pena capital

En el 2017, el programa Sin Guion conducido por Rosa María Palacios, la famosa

periodista del país afirma que “la pena de muerte no tiene ningún efecto en la reducción del

crimen” (7m13s) y resalta la afiliación al Pacto de San José, donde se prohíbe extender la

pena de muerte después de la suscripción. Ella señala que es imposible añadir pena de muerte

para otros delitos y da el ejemplo con la Constitución de 1993, donde intentaron agregar un

añadido a la ley para implantar la pena de muerte en casos de terrorismo; sin embargo, nunca

se logró legislarlo. También, argumenta que la pena de muerte no es práctica dado que el

proceso sería aún más largo y se lograría justicia luego de 10 años. Así, ella justifica su

postura con el error judicial y, por ello, habló sobre el caso del Monstruo de Armendáriz

(donde un hombre fue ejecutado por adjudicarle una violación y asesinato de un niño pero

que años más tarde resultó ser un accidente vehicular): "¿No conocen a los jueces peruanos?

¿Les van a dar a los jueces peruanos el poder de decidir sobre la vida y la muerte?” (Sin

Guión, 2017, 10m4s).

Mario Amoretti, un abogado penalista, explica que las sanciones más severas por este

tipo de delito o la pena de muerte, no causará la disminución de estos actos atroces, entonces

no habría una gran diferencia con el descenso de las cifras de las violaciones a menores que
30

hay en la actualidad. “Se requieren políticas públicas preventivas para evitar el abuso sexual,

no penas más severas” (Orbegozo, 2018, párrafo 12). En vez de penas más severas se podría

escoger otra salida, ya que en países desarrollados lidian con este tipo de problemas sin

necesidad de llegar a optar por la pena capital.

Pese a tantos cuestionamientos la defensoría del pueblo, en el 2020, advirtió cuáles

serían las consecuencias si el Perú aplica la pena de muerte. El defensor del Pueblo, Walter

Gutiérrez, mencionó:

El defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez, recordó que la posibilidad de imponer la

pena de muerte para los delitos de violación de mujeres y menores de edad obligaría

al Estado peruano a retirarse de la Convención Interamericana de Derechos Humanos,

eliminando con ello uno de los principales mecanismos de protección de los derechos

de sus ciudadanas y ciudadanos (Gestión, 2020a, párrafo 1).

Ser parte de este acuerdo internacional asegura que los derechos de cada ciudadano no

sean vulnerados por cualquier régimen al mando, se sabe que en antaño se ha dado en

repetidas ocasiones un abuso de las autoridades que han gobernado, y con este tipo de

acuerdo lo que se quiere es que la población tenga un respaldo.

3.5. La opinión de la comunidad sanmarquina

A través de una encuesta realizada en el mes de noviembre del 2021, se recolectó

diversas posturas en torno a la aprobación de la pena de muerte en el país. El público objetivo

fueron los estudiantes de pregrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

(UNMSM), de los cuales se obtuvieron 438 respuestas.

Las distintas facultades de la UNMSM adoptaron una postura a favor de la pena de

muerte, un 60% de los encuestados señaló su aprobación sustentando que la pena capital es

una forma de hacer justicia por los derechos que ha infringido el inculpado. Como lo
31

podemos observar en la Figura 4, las personas a favor ascienden a 261 y en contra a 177

encuestados.

Figura 4

Postura acerca de la pena capital en Sanmarquinos del 2021

Fuente: Elaboración propia

Dentro de los resultados, la mayor cantidad de encuestados fue de la facultad de

Derecho y Ciencia Política con 189 participantes. En segundo lugar estuvo la facultad de

Sociales con 76 encuestados, seguido de los que pertenecen a Medicina con 40 participantes,

y Obstetricia junto con Nutrición con 39 encuestados. Los 34 encuestados restantes se

reparten entre las diversas facultades de la universidad.

Todos los interrogados que sostienen su conformidad ante la pena de muerte

argumentaron que dicha pena solo se aplicaría en delitos como violación sexual a menores de

edad, actos de corrupción, feminicidios u homicidios. Siendo los delitos anteriormente

mencionados los que poseen un mayor porcentaje de aceptación en las encuestas. En cambio,

los que defienden su negativa ante la pena capital fundamentan que aprobar la pena en el país

no es viable, dado que en el Perú no se poseen los medios y la honestidad necesaria para

aplicar de manera correcta dicha ley. Por ende, se argumenta que al no poseer una verdadera
32

justicia, en el Perú, se condenaría de manera injusta a inocentes. Además, se justifica la

negativa ante dicha pena puesto que se viola el derecho a la vida proclamado en la

Declaración Universal de los Derechos Humanos. Otra problemática fundada por los que

están en contra, son las limitaciones dadas por la religión y la moral, es decir, se impone la

creencia de que solo Dios es el único ser que puede quitarle la vida a una persona. El

contraargumento de los compañeros que están a favor de la pena se basa en la existencia de

individuos que no pueden reinsertarse a la sociedad puesto que son un peligro latente para

toda la comunidad afectada.

Un gran número de encuestados prefiere no explicar sus razones del por qué está a

favor o en contra, ya que cree que es un tema delicado como para ponerlo en la opinión

pública de manera deliberada.

Las conclusiones de la encuesta arrojan que la mayoría de los estudiantes de pregrado

de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos está a favor de la pena de muerte en

nuestro país, y aunque el tema aún sea un gran tabú dentro de nuestra sociedad, los

encuestados demuestran gran interés en ponerlo como opción para los crímenes atroces que

son recurrentes dentro de nuestra realidad.

CAPÍTULO IV

JURISPRUDENCIA NACIONAL E INTERNACIONAL SOBRE LA PENA DE

MUERTE

4.1. Introducción al contexto actual de la pena capital en el Perú

Existe un debate sobre la aplicación de la pena de muerte en nuestro país, por un lado

es razonable el deseo de la población de reinstaurar la pena máxima frente a los innumerables

delitos atentatorios a la vida, moral y dignidad humana. Pero desde otra perspectiva, se
33

cuestiona la aplicación de dicha medida, ya que conlleva suprimir uno de los derechos

básicos, como lo es el derecho a la vida del inculpado.

Por lo mencionado anteriormente, se infiere que los distintos Organismos

Internacionales y pactos a los que estamos adscritos, defienden, sin distinción alguna, los

Derechos Humanos. Esto provoca la existencia de distintas posturas respecto a la

adjudicación de la pena en nuestro país. Es por ello que en las siguientes líneas se expondrá a

través del campo jurídico, la posibilidad o imposibilidad de la aplicación legal de la pena de

muerte.

En nuestra actual constitución, la pena de muerte está restringida solo a ciertos delitos en

específico. Por ello, se expondrá la relación de la norma peruana existente ligada al deseo de

ciertos sectores del país de instaurar la pena capital como una medida coercitiva en contraste

con otras leyes internacionales.

4.2. Conceptualización jurídica de pena capital

Al buscar una definición exacta de la pena se puede caer en distintos puntos de vista;

para algunos la pena es el castigo necesario frente a distintos actos punibles, diferente de los

que consideran a la pena como una forma inhumana y denigrante de tratar a los actos

delictivos. Por ejemplo, el abogado y profesor Espinoza sostiene:

La pena es la restricción o la eliminación de ciertos derechos para aquellos que

cometen una infracción penal, es decir, que cuando se califica a un delito como

merecedor de la pena, se infiere la supresión de los derechos básicos del acusado,

dentro de ello la privación de la vida. Dicha pena puede ser impuesta de acuerdo a ley

por los órganos jurisdiccionales competentes. Del mismo modo, también es posible

que exista o pueda darse una contraparte jurídica teórica, avalada por concepciones

distintas que se basan en los modelos tanto utilitaristas como retribucionistas. O en


34

todo caso, asumiendo un rol pragmático cuasi pedagógico, se debe entender la pena

como una expresión punitiva de corte resocializante. (1983, p.18)

De este modo, para Espinoza aplicar la pena capital, como castigo, es dable en el

sentido que existiría un contrapeso al daño que se recibe y, además, el carácter intimidatorio

de la pena podría reconducir a delincuentes que verían que sus oportunidades de reincidir se

agotan.

Asimismo, otra fuente que se refiere al aspecto coercitivo de la medida indica que “de

esta manera, el ius puniendi constituye para el Estado un medio absolutamente necesario para

imponer su voluntad a los súbditos; para hacerse obedecer, y alcanzar así sus finalidades”

(Antolisei, 1975, como se citó en Ponce, 2002, p. 20). En relación con lo anterior, Verónica

Arango Durling, abogada penal, señala: “La pena de muerte es una pena corporal porque

recae sobre un bien jurídico, que es la vida del condenado” (Arango, s.f, como se citó en

Ponce, 2000, p. 19). Por todo lo mencionado anteriormente, se infiere que la pena de muerte

es una sanción jurídica que, a causa de delitos que degradan la vida humana, quebranta los

derechos del acusado para imponer justicia. En consecuencia, es el Estado quien debe aplicar

tales sanciones, solo cuando este haya prescrito la pena capital de manera legal, es decir,

respetando el debido proceso y los diversos tratados a los que el país pertenece: deben aceptar

de manera lícita la excepción del cumplimiento del derecho de vida del inculpado.

4.3. Jurisprudencia nacional sobre la pena de muerte

En tiempo otrora, la mención al derecho a la vida o la pena de muerte estuvo ausente

en las cartas magnas. Como lo indica el doctor Hurtado (2007), el primer texto dado en

nuestra independencia y las constituciones de 1823 y 1826 no mencionan el derecho a la vida

o la pena de muerte. Sin embargo, dicho autor señala que es en 1828 cuando por primera vez

se hace mención a tal sanción en la constitución del Perú, pero esta legislación no determina
35

una aplicación inmediata de la sanción, ya que su ordenamiento se define en el Código Penal

con las condiciones que el congreso, en su momento, consideró apropiadas.

Continuando el proceso histórico de la legislación de la pena capital en el Perú, se

tiene el conocimiento de que las constituciones de 1834 y 1839 son indiferentes a dicha pena.

Por el contrario, la primera vez que se alude al derecho a la vida y se aboliese la pena capital

es en la constitución de 1856. Además el doctor Hurtado (2007) señala que luego de los

debates del congreso de 1860 se incluyó el artículo 16 en la constitución y este señala: “La

ley protege el honor y la vida contra toda injusta agresión y no puede imponer la muerte salvo

el crimen de homicidio” (p. 112). Dicho precepto fue relevante por muchos años y la idea de

proteger el honor y la vida sigue vigente incluso en nuestra actual legislatura.

En relación con lo anterior, en la constitución de 1920 se sumó a las condiciones (se

daba por homicidio calificado) el aplicar la pena capital en casos de traición a la patria.

También, si se revisa la Constitución Política del Perú, Art 235 (1979) esta limita la tendencia

a extender la pena de muerte a la decisión legislativa, pues se dispuso de manera excepcional:

“No hay pena de muerte sino por traición a la patria en caso de guerra exterior”. Es propicio

aclarar que el artículo antes mencionado acepta a la pena de muerte solo ante el delito de

traición a la patria a lo largo de una guerra exterior entendida como el enfrentamiento con

otros países; por tanto, se fundamenta la gravedad del delito con el peligro que cae sobre la

nación.

En los años ochenta, con el periodo de Pacificación Nacional, es decir, periodo donde

se da la instauración de grupos terroristas, causantes del conflicto armado interno en Perú; el

Congreso Constituyente Democratico (CDD) recibió pedidos para ampliar las causales de la

pena de muerte en el Perú por los casos de terrorismo, traición a la patria, entre otros actos

considerados graves, dado que se presenciaba la severa violación de los derechos de la


36

población. El hecho de haber vivenciado una época de mucha violencia hizo que se pidiera

con demasiado ahínco esta ampliación dando por hecho esta adición a la nueva constitución

de 1993. En la Constitución Política del Perú, Art 140 (1993) se indica que: “La pena de

muerte solo puede aplicarse por el delito de traición a la Patria en caso de guerra, y el de

terrorismo, conforme a las leyes y a los tratados de los que el Perú es parte obligada”. Esto

permite comprobar dicha ampliación, ya que dicha pena se extendió a los delitos de traición a

la patria en caso de guerra interna y externa.

Cabe señalar que la precisión del término guerra se refiere a un hecho prohibido, no

solo por la Carta de Naciones Unidas, sino también por el hecho internacional general.

Asimismo, la actual constitución abarca para conflictos armadas internacionales como

internos, lo que acontece ampliar las causales de pena de muerte en dicho ámbito y trae

consigo la contravención de sus obligaciones internacionales.

Por otro lado, ha habido múltiples tentativas de reincorporar la pena de muerte en el

ordenamiento jurídico peruano, pero quedaron en propuestas debido a las contradicciones en

sus discursos y por contravenir los tratados internacionales de los cuales formamos parte.

4.4. Jurisprudencia Internacional sobre la Pena de Muerte

4.4.1. Principales Organismos Internacionales y pactos a los que estamos adscritos

En la actualidad, existe una tendencia abolicionista respecto a la aplicación de la pena

de muerte amparado en el derecho inalienable del respeto a la vida. Esta tendencia reposa en

la idea de que los errores judiciales producen consecuencias irreparables que imposibilitan

subsanar el error si es que se condenara a un inocente. Es por ello que, en las últimas décadas,

se han adoptado tratados internacionales que impulsan la abolición total de la pena de muerte.

Veamos algunos tratados y pactos suscritos por nuestro país:


37

4.4.1.1. Declaración Universal de los Derechos Humanos. En 1948, esta declaración

dispone que el ser humano tiene derecho a la vida, la seguridad y a la libertad de su persona.

Si bien es cierto, esta declaración no tiene un valor jurídico vinculante, constituye un

documento que marca un hito en la historia de los derechos humanos. Y con el pasar de los

años ha venido alcanzando relevancia jurídica al ser tomada como referencia de diversos

Estados para el respeto de los derechos humanos.

4.4.1.2. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones

Unidas (PIDCP). Entrado en vigor en el Perú con la constitución de 1979. Desarrolla lo

propuesto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A su vez, obliga a los

Estados a respetar el derecho a la vida y a desarrollar políticas para su protección y

conservación. Asimismo, fija límites para la aplicación de la pena de muerte, tal como lo

establece en sus artículos 6.2 y 6.5 en los que propugna la restricción de la pena capital a solo

los delitos más graves y en conformidad a las leyes vigentes del país en el que se aplique.

También fija una cierta edad mínima para los condenados.

Así pues, de acuerdo con este pacto internacional, la pena de muerte vendría a

constituir una medida sumamente excepcional, cuya aplicación debe de seguir un debido

proceso legal.

4.4.1.3. La Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José).

Este tratado se caracteriza por una defensa férrea de la vida y por limitar de forma

significativa la aplicación de la pena capital. Tal como se desprende de su artículo 4 en el que

propugna el respeto irrestricto el derecho a la vida del concebido, y la defensa de la

inviolabilidad de este derecho. Establece además que si un país ha abolido la pena de muerte,

esta no podrá ser restablecida en ninguna circunstancia.


38

Si bien es cierto, esta convención no prohíbe la imposición de la pena capital,

establece la reducción de la pena de muerte hasta su supresión final.

Como se ve, los instrumentos internacionales a los que estamos adscritos declaran, en

materia de derechos humanos, condiciones sumamente excepcionales para la aplicación de la

pena de muerte:

1. Será aplicada solo a delitos muy graves, es decir, aquellos con consecuencia mortales

o que son severamente graves.

2. Solo podrá ser aplicada observando las debidas garantías judiciales; en consecuencia

la pena de muerte:

a) Debe aplicarse siguiendo los lineamientos de leyes en vigor al momento de

cometido el delito.

b) Se debe respetar el derecho de toda persona condenada a muerte a apelar

ante un tribunal de jurisdicción superior.

c) Solamente podrá ser aplicada después de un debido proceso y como

sentencia definitiva del tribunal competente.

3. Menores de edad y mujeres embarazadas están protegidos para la no aplicación de la

pena capital.

4. No se podrá extender la pena capital a otros delitos que no estén condenados

actualmente.

5. No puede aplicarse a delitos vinculados a la política.

6. No se aplicará a personas mayores de 70 años (Derechos Humanos, 1960).

Por esta razón, la jurisprudencia de los entes internacionales es una opción consultiva

con sentencias de por medio, que cumple la función de resolver casos que atenten contra los

derechos humanos en casos concretos, pero también para esclarecer y desarrollar el sentido
39

de las normas de los distintos tratados, a los cuales los estados están adscritos.

Los estados que se vinculan al tratado deben cumplir estrictamente su competencia

consultiva y acatar sus veredictos. Así bien en el caso de nuestro país, la jurisprudencia se

relaciona directamente con el derecho peruano, se posee órganos jurisdiccionales legislativos,

ejecutivos, judiciales, y en estos deben hacerse un manejo adecuado de la legislación peruana,

sobre la base de aquello se podrá establecer una correcta correlación con la Convención

Interamericana sobre Derechos Humanos y como consecuencia se garantizará que se cumplan

sus obligaciones en el marco del tratado, así mismo garantice el respeto y la vigencia de este.

De estos tratados internacionales, respecto a la pena de muerte, se puede colegir 4 datos

importantes para nuestro país:

a) El Estado peruano debe velar por un respeto irrestricto del derecho a la vida.

b) Las leyes no deben extender la pena de muerte a los delitos que no estuvieran

sancionados con esta pena.

c) No se debe restablecer la pena de muerte si es que esta se hubiera derogado.

d) Los tratados internacionales al ser de carácter vinculante obligan al Perú a

cumplir con sus disposiciones.

4.4.2. Más Instrumentos Internacionales que prescriben la pena de muerte

Si bien los Estados, en sus constituciones, intentan diseñar instrumentos jurídicos para

salvaguardar la protección de los derechos humanos, a veces, está sola regulación estatal no

es suficiente; debido a que, en muchas oportunidades, es el mismo Estado quien quebranta los

derechos primordiales de sus ciudadanos. Teniendo esto en cuenta, se han creado pactos y

convenios internacionales con la finalidad de comprometer a los Estados al cumplimiento de

los derechos de sus ciudadanos.


40

4.4.2.1. Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y de las

Libertades Fundamentales (CEDH). Este convenio del año 1950 es trascendental para el

derecho internacional, debido a que vincula a los países firmantes a garantizar el

cumplimiento de las leyes y normas que protegen a la población de tratos y prácticas

degradantes. Tal como se entiende de su artículo 3 en el que establece que ninguna persona

puede ser sometida a prácticas, penas ni torturas que atenten contra su dignidad.

4.4.2.2. Declaración sobre la Protección de Todas las Personas contra la Tortura y

Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Aprobada por Asamblea General el

18 de diciembre de 1992, constituye la primera declaración en la historia que define el

significado de tortura para el derecho internacional.

Como síntesis, la declaración deja por sentado el rechazo absoluto a todo tipo de

penas que conlleven a la tortura y a los tratos crueles e inhumanos, debido a que estas

prácticas atentan contra la dignidad humana.

4.4.2.3. Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,

Inhumanos o Degradantes. Entra en vigor el 26 de junio de 1987.

Redefine el concepto de “tortura” y pugna a los Estados a defender y velar por el

derecho a la integridad física y moral de sus ciudadanos. Así mismo de instar a la creación de

mecanismos que hagan efectivo el cumplimiento de las medidas dispuestas en dichas normas.

CAPÍTULO V

ESTADÍSTICAS DE ORGANISMOS AUTÓNOMOS

Entre las organizaciones autónomas internacionales que realizaron investigaciones y

nos aportan datos acerca de la pena de muerte tenemos:

5.1. Organismos internacionales


41

5.1.1. Organización de Estados Americanos

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) muestra su rechazo a la

aplicación de la pena capital en los Estados que la integran, más cuando esta medida es

aplicada vulnerando el debido proceso y no se le permite al acusado contar con una adecuada

defensa; en estos casos interviene la CIDH como órgano consultivo autónomo. Por ejemplo,

dicha postura se observó en el caso de Lisa Montgomery, condenada a la pena capital en los

Estado Unidos de América, pues se solicitó una medida cautelar para salvaguardar su

integridad hasta el informe final de la comisión. También, la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos (2019) manifestó su preocupación al observar el retorno de la pena en los

Estados Unidos: el 26 de junio del 2020 la misma comisión condenó que se aplique esta pena

en tal país, después de 17 años de su última aplicación.

5.1.2. Organización de Naciones Unidas

Es un organismo internacional que cuenta con la participación de 193 países

miembros, su objetivo es mantener la paz y seguridad, prevención de conflictos y la

asistencia humana. Esta institución presenta una estructura interna que le permite concentrar

esfuerzos para cumplir con sus objetivos, tales como la Asamblea General, el Consejo de

Seguridad, el Consejo Económico y Social y otras comisiones y órganos; una de estas

comisiones que se relaciona con el tema de la presente monografía es la oficina del Alto

Comisionado en Derechos Humanos (ACNUDH), podemos inferir la postura de esta

institución a través de las declaraciones del exsecretario General de las Naciones Unidas B.

Ki-moon (Ki-moon, según cita en ONU 2017) quien manifiesta una postura abolicionista

frente a la pena capital, ya que se considera el derecho a la vida como fundamental, el riesgo

que se ejecuten personas inocentes y la carencia de pruebas que demuestren la relación entre

esta medida y la disminución de los niveles de delincuencia en los países que la aplican.
42

Para cumplir con su objetivo y en conformidad con resoluciones de la Asamblea

General, apoya a los Estados Miembros, la sociedad civil y otros interesados. La ACNUDH

promueve campañas para aplicar moratorias contra las ejecuciones, al respecto la Tabla 1

muestra los países que votaron a favor o en contra de imponer una moratoria contra los países

que ejecuten la pena capital, y en última instancia, su abolición en el mundo entero, en ese

sentido la Tabla 2 representan a los países miembros de la Organización de Naciones Unidas

que tienen tendencias abolicionistas o retencionistas.

Tabla 1

Votación para imponer una moratoria contra los países que ejecuten la pena capital, 2017

Países a favor o en contra de la

moratoria

En contra 34%

A favor 60%

Total 193

Fuente: Organización de Naciones Unidas.

Tabla 2

Países que abolieron la pena de muerte para todos los delitos.

Países miembros de la ONU

Retencionistas 90

Abolicionistas 103

Total 193
43

Fuente: Organización de Naciones Unidas (2017)

5.2. Investigaciones independientes

5.2.1. Amnistía Internacional

Es un movimiento global, que tiene como participantes a más de 150 países, estos

buscan cambios dentro del reconocimiento y respeto por los Derechos Humanos. Entre

muchos de los puntos a tratar dentro de sus investigaciones y análisis acerca de los derechos

está la abolición de la pena de muerte puesto que viola uno de los derechos fundamentales

planteados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adaptada en 1948, como

es el derecho a la vida.

En el momento en que Amnistía Internacional inició sus labores en 1977, solo 16

países habían abolido por completo la pena capital, el día de hoy son 108 los países que

participan en esta lista, este número se encontraría siendo más de la mitad del total de países

del mundo. El número de países que han abolido la pena de muerte en la ley o en la práctica

supera las dos terceras partes del total.

En primer lugar, analizaremos los países que se han declarado abolicionistas en sus

diversas prácticas y funcionalidades, para todos los delitos, para los delitos de derecho

consuetudinario, cometidos en circunstancias específicas. Esto se puede visualizar en la

Figura 5, donde Amnistía Internacional nos presenta de forma global cuales son aquellos

países que se encuentran dentro de la iniciativa de la abolición a la pena de muerte.

Figura 5

Situación de la pena de muerte en la región


44

Fuente: Amnistía Internacional

De la misma manera, la Figura 6 nos muestra el número de países que realizaron

ejecuciones entre 1999 y 2018 según Amnistía Internacional, es así como la organización

demuestra seguir con aquella iniciativa de vigilar la realización de la pena capital.

Figura 6

Países que llevaron a cabo las ejecuciones 1999-2018

Fuente: Amnistía Internacional (2019) Condenas a muerte y ejecuciones en 2018

Nota. Podemos apreciar que en los años posteriores al 2004 el margen se ha mantenido entre

20 a 25 ejecuciones por año, presentando un patrón en los siguientes años.

Según Amnistía Internacional, el descenso en el número de personas condenadas a

muerte se debe a la disminución de las ejecuciones judiciales en países que anteriormente

habían tenido las tasas más altas.

Figura 7

Ejecuciones registradas en todo el mundo 2009- 2018.


45

Fuente: Amnistía Internacional. (2019) Condenas a muerte y ejecuciones 2018.

Nota. En la figura podemos visualizar que el año con más ejecuciones sería el 2015

encontrándose con 1600 a 1700 en tan solo ese año.

En 2018, Amnistía Internacional identificó cinco métodos de ejecución: decapitación,

descarga eléctrica, ahorcamiento, inyección letal y uso de armas de fuego. En la Tabla 3

vemos los métodos utilizados por cada país.

Tabla 3

Métodos de ejecución por pena de muerte usados en el 2018

Método Países que lo aplican

Ahorcamiento Afganistán, Botsuana, Egipto, Irak, Pakistán, Sudán, Sudán del Sur

Arma de fuego Bielorrusia, China, Corea del Norte, Somalia, Taiwán, Yemen

Inyección letal China, Estados Unidos, Tailandia, Vietnam

Electrocución Estados Unidos


46

Decapitación Arabia Saudí

Fuente: Amnistía Internacional (2019) Condenas a muerte y ejecuciones 2018

Nota. En la siguiente tabla podemos apreciar como los métodos más utilizados para ejecutar

la pena de muerte son el ahorcamiento, y las armas de fuego. Además, se visualiza que

existen métodos extremadamente dolorosos que aún son aplicados por algunos países,

muchos de estos son usados desde siglos atrás.

5.2.2. Otras Investigaciones sobre la pena de muerte

La pena de muerte es uno de los castigos más antiguos dentro de la historia de la

justicia, siendo su ejecución una decisión final y controversial. Es gracias a eso que muchas

investigaciones analizan distintas funcionalidades dentro de la aplicación de la pena capital.

Diversos estudios han intentado evaluar el posible efecto disuasivo de la pena de

muerte en la criminalidad. Algunas de estas han logrado demostrar que después de la

ejecución se reduce la cantidad de delitos, por consecuencia de la pena aplicada.

Por otra parte, algunas investigaciones han tratado mostrar que la pena capital no es

efectiva para persuadir a los delincuentes, por lo tanto la abolición de este castigo no

garantiza que aumenten la tasa de delitos cometidos.

Un informe elaborado por el Centro Abdorrahman Boroumand, organización dedicada

a la promoción de derechos en Irán, presentó una investigación acerca de los cambios en la

tasa de homicidios en 10 años después de ser abolida la pena capital, así nos invita a analizar

si la pena de muerte es finalmente un castigo disuasivo o no.

Figura 8

Cambios en la tasa de homicidios en 10 años después de la abolición de la pena de muerte.


47

Fuente: Centro Abdorrahman Boroumand (2017) What Happens toMurder Rates when the

Death Penalty is Scrapped? A look at Eleven Countries Might Surprise You.

Nota. En el gráfico presentado podemos verificar que en varios países la abolición de la pena

de muerte no ha sido un cambio significativo dentro la tasa de homicidios, sin embargo, en el

caso de África del Sur la tasa de homicidios es notoriamente baja. Finalmente, podemos

mencionar que en la mayoría de los casos en los que se da la abolición de la pena capital

puede presentarse una disminución gradual de la tasa de homicidios.

Adicionando a la investigación, la Universidad de Seattle, analiza el coste de la pena

de muerte en 6 procesos, encarcelamiento post-condena, petición o apelación de restricción

personal, cortes, policías y misceláneos, procesamiento, defensa y cárcel (pre-condena), en la

Figura 9 nos presenta la comparación de los costos en dos realidades, una pena de muerte

solicitada y los costos del proceso, con la pena de muerte no solicitada.

Figura 9

Comparación de costos de pena de muerte en Washington.


48

Fuente: An Analysis of the Economic Costos of Seeking the Death Penalty in Washington

State

También es importante señalar que en la mayoría de estos casos los condenados a

muerte no fueron ejecutados, y entre 1973 y junio de 2019, más de 8.000 personas fueron

condenadas a muerte, pero solo 1.500 de ellas fueron asesinadas. Aquellos que fueron

ejecutados, pero aún sobrevivieron viven en el limbo, a menudo peleando sus casos durante

décadas y viviendo en un aislamiento extremo mientras esperan la muerte. Según el estudio,

casi una de cada nueve personas condenadas a muerte fue declarada inocente, y entre las

ejecutadas durante las últimas cinco décadas, una de cada nueve fue posteriormente declarada

inocente. Y estos son solo casos en los que el error (desempeño policial deficiente,

confesiones forzadas, mala conducta de la fiscalía) fue demasiado obvio para mantenerse a

flote en el proceso de apelación y ciertamente demostraron su inocencia. Para reforzar la idea

de que el costo de la pena de muerte es un tema más complejo de implementar, este centro de

información también presenta una compilación de resultados que visualizamos en la Tabla 4

donde varios estudios analizan los costos del uso de la pena de muerte en los Estados Unidos.

Tabla 4
49

Costos de aplicar la pena de muerte en Estados Unidos

ESTADO COSTO DE PENA DE MUERTE

Kansas El costo de la defensa de un caso de pena de muerte en este

estado (US $ 400 mil por caso) es mayor al de uno donde no se

contempla esta condena (US $100 mil por caso).

California El actual sistema con pena de muerte ha costado a los

contribuyentes US$ 4 mil millones más de lo que habría costado

si no hubiese pena de muerte

Maryland El costo promedio para los contribuyentes de un caso que

culmina en pena de muerte es US$ 3 millones, casi tres veces más

que cuando no se busca pena de muerte.

Carolina En los años 2005 y 2006 podría haberse ahorrado US$ 11 millones

del Norte anuales sin la pena de muerte.

Oregón Los costos por juicio y encarcelamiento de los casos que resultan

en pena de muerte son 1.5 mayores que los de los casos que no

resultan en pena de muerte.

Fuente: Centro de Información sobre Pena de Muerte

En conclusión, podemos definir que la pena de muerte no necesariamente implicará

más gastos que lo que sería el encarcelamiento, es más, el estado podría incurrir en un menor

costeo en los procesos judiciales, sin embargo, esto podría ser contradictorio al presentarse un

final mortal, en este caso el estado debe asegurar la culpabilidad del procesado al incurrir a

una medida tan drástica. Es por lo que podemos asegurar que la pena de muerte en su
50

ejecución, y su posibilidad presenta diversos aspectos a analizar, siendo esta una medida

drástica y sin retorno.

La pena de muerte es una medida controversial en el mundo, podemos ver que son

diferentes y variadas las organizaciones que se dedican a estudiar los diversos aspectos de la

ejecución e impacto de la pena capital, siendo de esta manera un tema de investigación

amplio que no huye de los intereses de análisis del mundo. El Perú no escapa de esta realidad,

siendo un país que aún mantiene la pena de muerte como una medida de castigo, pero no la

ejecuta. Para ampliar la información que tenemos acerca del Perú, y la pena de muerte

podemos situarnos en lo que creen sus ciudadanos, y las posturas que toman acerca de la pena

capital.

Es así que la encuestadora IPSOS en 2018 consultó a los ciudadanos las siguientes

preguntas acerca de su posición frente a la pena de muerte, y sus respuestas presentan una

postura firme acerca de un final tan decisivo, esto podemos apreciarlo en las figuras 10 y 11.

Figura 10

¿Estaría de acuerdo o en desacuerdo con que se aplique la pena de muerte para violadores

de menores de edad que además causen la muerte de su víctima?

Fuente: Ipsos (2018)

Lo que nos presenta la Figura 11, es que el 87% de la población encuestada estaría de

acuerdo en la aplicación de la pena de muerte en la condición antes mencionada,

probablemente la situación de aquel delito sea tan grave que condiciona a la población a

ejecutar una medida final, en búsqueda de que esta pena máxima sea una medida disuasiva.
51

Figura 11

¿Cree usted que la pena de muerte reduciría los asesinatos o solo conseguiría que los

criminales sean más cuidadosos para que los atrapen?

Fuente: Ipsos Perú (2019)

En esta encuesta, aunque no representa la mayoría votante, se observa que un pequeño

sector se siente abiertamente a favor de la pena de muerte. Es así como al analizar la pena

capital resalta lo que en el pasado hemos hecho con ello, y podríamos analizar la Tabla 5 que

representa el papel del Perú en la pena de muerte.

Tabla 5

Ejecuciones de 1957 - 1980

Sentenciado Delito Año de Ejecución

Jorge Villanueva Torres Asesinato de menor de edad. 12/12/1957

Guillermo Lavalle Violación y asesinato de menor de edad. 10/10/1966

Vásquez

Alejandro Lastra Robo un Banco y Asesinato de un policía y 19/11/1973

Villavicencio un empleado.

Gerardo Pinto Sulca Robo un Banco y Asesinato de un policía y 19/11/1973

Huamán un empleado.
52

José Murillo Andrade Asesinato a un policía de investigaciones. 18/12/1973

Juan Machare Zapata Asesinato a un policía. 19/06/1974

Miguel Salazar Valdivia Asesinato a un policía durante el asalto de 23/01/1976

una tienda.

Alfredo Benítez Caldas Asaltó a un banco y Asesinato a un policía. 4/02/1976

Luis Uscuvilca Patiño Asalto a un banco, y Asesinato a un policía. 4/02/1976

Julio Vargas Garayar Espionaje. 20/01/1979

Fuente: Diarios peruanos Expreso, y La República.

Entonces podemos entender que el Perú ha sido un país que aplicó la pena de muerte,

sin embargo, actualmente se considera un país abolicionista, pero que legisló para aplicarla

en delitos específicos y excepcionales. Por consiguiente, sería grato entender las estadísticas

alrededor el SÍ a la pena de muerte para comprender si en este contexto actual también sería

de igual forma ejecutable y por qué razones.

Es así como nuestro equipo de trabajo realizó una encuesta interfacultativa en nuestra

casa de estudios en el mes de noviembre del 2021 con el objetivo de recolectar información

sobre las diversas posturas acerca de la pena de muerte. Para tal fin, se contó con una

participación 438 encuestados, los cuales indicaron su postura acerca de la pena de muerte y

sus razones, a favor o en contra, para su aplicación en nuestro país. Al respecto, dentro del

total de personas encuestadas se observa que la cuota de participación por género es del 58%

en el caso de las mujeres y del 42% en el caso de los varones, tal como se puede observar en

la Figura 12.
53

Figura 12

Género de la población encuestada.

Fuente: Elaboración propia.

Por otro lado, se consultó ¿Cuál es tu postura respecto a la pena de muerte?, tal como

se observa en la Figura 13. Donde se puede comprobar que más de la mitad, 59,6%, de

encuestados muestran una postura a favor de aplicar la pena de muerte en nuestro país; al

contrario del 40,4 % de los encuestados marcan su postura en contra.

Figura 13

¿Cuál es tu postura respecto a la pena de muerte?

Fuente: Elaboración propia.


54

Asimismo, dentro del grupo de encuestados que están a favor de aplicar la pena de

muerte, se observa que se considera la existencia de individuos que no se pueden rehabilitar,

es decir, no lograron la reinserción social y vuelven a cometer los mismos delitos. Esta es la

razón con mayor aceptación en la población encuestada. Lo mencionado se puede corroborar

en la Figura 14.

Figura 14

Si estás a favor, ¿cuál sería la razón?

Fuente: Elaboración propia.

Sin embargo, en la figura 15 se observa que la principal razón para estar en contra es

la injusticia que se podría cometer al condenar por error a un inocente. Esta razón obtuvo el

respaldo del 83.2% con un total de 190 votos y es seguida por las razones de violación al

derecho a la vida, la reinserción social y por motivos de religión, respectivamente.

Figura 15

Si estás en contra, ¿cuál sería la razón?


55

Fuente: Elaboración propia.

5.3. Estadística del Peligro de la fuga y la Reincidencia

En el capítulo en que se desarrolla los argumentos por los cuales se podría aplicar en

el Perú la pena capital como medida disuasiva contra la criminalidad, se esgrimen el peligro

de fuga y la reincidencia en la comisión de delitos que están latentes en la realidad de nuestra

Nación, al respecto (Arauco et al. , 2018 p. 6) menciona que la población penitenciaria total

del 2018, tal como se muestra en la Tabla 6, es de 104 643 de los cuales 86 229 se encuentran

en un establecimiento penitenciario intramuros, según Tabla 7, y 10 917 en establecimientos

penitenciarios extramuros, según Tabla 8, de estos últimos 697 presenta medidas alternativas

que les brindan beneficios en la suspensión de la ejecución de la pena, que permite al reo

cumplir la pena en libertad. Sin embargo, son muy pocos los casos en los que se aplican estas

medidas, un claro ejemplo de su limitada aplicación es la vigilancia electrónica que solo se

realiza en la región Lima y destinada a una población penitenciaria de 11 personas, según los

datos computados por el INPE y representadas en la Tabla 9. Así mismo, se debe mencionar

que la vigilancia electrónica solo es aplicable para aquellos que presenten un régimen mínimo

de peligrosidad, que cuenten con 3 informes favorables de tratamiento penitenciario y


56

cumplan con los requisitos establecidos en el Código Penal en el “Artículo 52-B.- Conversión

de la pena privativa de libertad por la de vigilancia electrónica personal”.

Por otro lado, el código Penal peruano en sus Artículo 46-B y Artículo 46-C, establece

las figuras jurídicas de reincidencia y habitualidad, respectivamente, que fueron modificadas

por la Ley N.º 29604; entre los artículos ya mencionados se encuentra una similitud con

respecto al tiempo, ya que ambas figuras jurídicas estipulan que para considerar a los

individuos dentro de ellas, estos deben realizar algún delito doloso dentro de 5 años; además,

la primera figura jurídica está contemplada para quienes incurran en nuevos delitos dolosos

después de haber cumplido la totalidad o parcialidad de la pena privativa de libertad; mientras

que la segunda figura jurídica es aplicada cuando el agente agresor de la normas realiza

nuevos delitos doloso o faltas de forma continua. Al respecto, la Tabla 10 representa la

población reincidente por delito específico, en la que se muestra la población penal (POPE)

por delito contra el patrimonio (hurto, robo, receptación, extorsión, etc.) son una mayoritaria,

seguidos por aquellos que cometen delitos contra la seguridad pública (TID y otros) y los

delitos contra la libertad (secuestro, violación sexual, etc.).

También se debe considerar que el INPE tiene como objetivo la reinserción del

interno a la sociedad, pero este objetivo se ve debilitado por el hacinamiento de los penales

que en la mayoría de los casos se ven superadas por un 20% de la población penitenciaria. La

Tabla 11 representa la capacidad de albergue, sobrepoblación y hacinamiento según la oficina

regional, elaborado por la Unidad de estadística del INPE según el Informe estadístico del

2018.

Al respecto Arauco, et al. (2018 p.10), indican que las consecuencias de este

problema no solo se limitan al incremento del presupuesto destinado a la manutención de los

internos y la pérdida de una unidad económica productiva, es decir, cada individuo recluido;
57

sino que también se vincula con la reincidencia, ya que permite que los delincuentes se

vuelvan más avezados. La reincidencia ocurre desde el gobierno de Fujimori con un 3%

anual, Toledo, 4%; García, 8%, y Humala, 10%. Para reducir los niveles de reincidencia el

Ministerio del Interior realizó en el 2020 una inversión de 50 millones de soles para la

adquisición de 8 mil grilletes electrónicos con el propósito de reducir el hacinamiento de los

penales, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (2020 párrafo.2) Esta medida impacta

positivamente en la seguridad, ya que ayuda a incrementar los niveles de reinserción y reduce

hasta un 30% los costos destinados a la manutención de los reclusos.

Si bien es cierto que aplicar de la pena capital para delitos específicos como violación

sexual o tráfico de drogas podría reduciría la población penitenciaria hasta en un 15%, según

lo analizado del informe Estadístico Penitenciario del 2018. Sin embargo, se debe tener en

consideración que incrementarían los costos de operación por la necesidad de equipos

especializados y la dilatación del proceso por las apelaciones (Amnistía internacional 2020).

Las obligaciones adquiridas por el Perú con organismos internacionales en mi materia de

Derechos Humanos limitan la aplicación de la pena de muerte, desconocer esta obligación

generaría consecuencias legales, económicos y políticos, como el desmedro de nuestra

imagen como Gobierno democrático, por parte de las demás naciones.

La Tabla 6 representa la Población total penitenciaria según lo computado por el

INPE en su informe estadístico penitenciario febrero-2018 que asciende a un total de 104

643.

Tabla 6

Población total penitenciaria 2018

Establecimientos penitenciarios Establecimiento de medio libre


58

Procesados 34484 Asit. Post. Penitenciario* 6800

Sentenciados 51745 Penas limitadas de derecho 10917

Medidas alternativas 697

Totales 86229 18414

Fuente: Unidades de Registro Penitenciario Elaborado: INPE / Unidad de Estadística

Nota. *Asistencia posterior a la reclusión penitenciaria

La Tabla 7 representa la población penitenciaria intramuros considerando su situación

jurídica y por el género según oficina regional, computado por la Unidad de registro

penitenciario en el informe estadístico febrero 2018, INPE.

Tabla 7

Población intramuros por situación jurídica y género.

Oficinas regionales Total Total Procesados sentenciados

general hombres mujeres

Norte-Chiclayo 16085 15292 793 6597 9488

Lima-Lima 41212 38922 2290 16798 24414

Sur-Arequipa 3875 3580 295 879 2996

Centro-Huancayo 6565 6157 408 2060 4505

Oriente-Huánuco 6005 5644 361 3422 2583

Sur oriente-Cusco 5098 4777 321 2177 2921


59

Nor Oriente-San Martin 5195 4971 224 1783 3412

Altiplano-Puno 2194 1999 195 768 1426

Totales 86229 81342 4887 34484 51745

Fuente: Unidad de Registro Penitenciario Elaborado: INPE (2018) /Unidad de

Estadística

La Tabla 8 representa la población extramuros sentenciados a penas limitadas de

derecho, según oficina regional computado por la Unidad de registro penitenciario en el

informe estadístico febrero-2018.

Tabla 8

Población extramuros sentenciados a penas limitadas de derechos

Oficinas regionales Total general Prestación de servicios a Limitación de días

la comunidad libres

Norte-Chiclayo 1255 1255 0

Lima-Lima 6720 6720 4

Sur-Arequipa 1186 1186 2

Centro-Huancayo 298 298 0

Oriente-Huánuco 203 203 0

Sur oriente-Cusco 675 675 0

Nor Oriente-San Martin 302 302 0


60

Altiplano-Puno 278 278 0

Totales 10917 10911 6

Fuente: Unidad de Medio Libre Adaptado de INPE (2018)/Unidad de

Estadística

La Tabla 9 representa la población sentenciada a medidas alternativas, considerando

el tipo de pena, según oficina regional computado por la Unidad de registro penitenciario en

el informe estadístico febrero-2018.

Tabla 9

Población de sentenciados a medidas alternativas

Oficinas regionales Total Suspensión de Reserva de Procedimiento vigilancia

la ejecución de fallo especial de electrónic

la pena condenatori conversión de a

a penas

Norte-Chiclayo 91 61 3 27 0

Lima-Lima 212 70 119 12 11

Sur-Arequipa 135 109 20 6 0

Centro-Huancayo 128 112 2 24 0

Oriente-Huanuco 25 10 14 1 0

Sur oriente-Cusco 27 26 1 0 0
61

Nor Oriente-San 26 2 22 2 0

Martin

Altiplano-Puno 43 30 7 6 0

Totales General 679 420 188 78 11

Fuente: Unidad de Medio Libre Adaptado de INPE (2018) /Unidad de

Estadística

La Tabla 10 representa la cantidad porcentual de la población penal que presentan

reingresos por delitos específicos, según el Informe estadístico del 2018.

Tabla 10

Población penal por número de ingresos según delito

Delitos Específicos % Por delitos Total

Roba Agravado 26,8% 23096

Violación Sexual De Menor De Edad 9,5% 8196

Tráfico Ilícito De Drogas 8,8% 7558

Promoción O Favorecimiento Al Tráfico 5% 4276

Ilícito De Drogas

Robo Agravado Grado Tentativa 4,8% 4145

Violación Sexual 4,7% 4075

Tráfico Ilícito De Drogas- Formas 4,2% 3653

Agravadas
62

Homicidio Calificado-Asesinato 3,4% 2969

Hurto Agravado 3,3% 2813

Tenencia Ilegal de Armas 3,2% 2773

Incumplimiento De La Obligación 2,9% 2501

Alimentaria

Actos Contra El Pudor En Menores De 14 2,1% 1839

Años

Homicidio Simple 1,8% 1539

Microcomercialización o Microproducción 1,7% 1487

Acto contra el pudor 1,7% 1451

Extorsión 1,5% 1322

Hurto Agravado-Grado Tentativa 1,3% 1115

Asociación Ilícita Para Delinquir 1,2% 1045

Secuestro 0,9% 770

Lesiones Graves 0,9% 752

Parricidio 10,4% 8854

Total, general 100% 86229


63

Fuente: Unidades de Registro Penitenciario Elaborado: INPE (2018) /Unidad de

Estadística

La Tabla 11 representa la capacidad de albergue, sobrepoblación y hacinamiento

según la oficina regional, elaborado por la Unidad de estadística del INPE según el Informe

estadístico del 2018.

Tabla 11

Situación de la capacidad de albergue, sobrepoblación y hacinamiento según oficina

regional

Oficinas Capacidad Població Ocupa Sobre %Sobre Hacinamiento

regionales de Albergue n Penal % población població (%S > 20%)

(C) (P) (S=P-C) n (%S)

Norte-Chiclayo 5962 16085 270% 10123 170% SI

Lima-Lima 17149 41212 240% 24063 140% SI

Sur-Arequipa 1252 3875 310% 2623 210% SI

Centro-Huancay 2099 6565 313% 4466 213% SI

Oriente-Huánuc 2970 6005 202% 3035 102% SI

Sur 2918 5098 175% 2180 75% SI

oriente-Cusco
64

Nor Oriente-San 5352 5195 97% -157 -3% NO

Martin

Altiplano-Puno 1456 2194 151% 738 51% SI

Totales General 39158 86229 220% 47071 120% SI

Fuente: Oficina General de Infraestructura Elaborado: INPE (2018) /Unidad de

Estadística

Conclusiones

La pena de muerte o pena capital es considerada por algunos países como una medida

que debe ser aplicada solo aquellas personas que cometen delitos aborrecibles, pero cada vez

son menos los países que defienden esta postura. Asimismo, diversos Estados y

organizaciones consideran que no se debe aplicar, ni restaurar y, por el contrario, se debe

promover su abolición. ya que la aplicación de esta pena conlleva la supresión de derechos

fundamentales, tales como la vida y la no tortura.

Respecto a este trabajo, las pruebas demuestran que la pena capital no es una medida

disuasiva ni contribuye a mantener la paz y el orden social. Para comprobar ello, se toma

como ejemplo a países que establecieron dicha pena máxima como paliativo contra la

criminalidad, pero no obtuvieron los resultados esperados: se evidencia en los gráficos

expuestos en el desarrollo de la investigación que aplicar dicho proceso es más costoso que el

proceso judicial común y, además, los países que la aplican no han logrado una disminución
65

importante en la tasa de delitos; en contraste, la abolición de la pena de muerte sí representa

una baja en la tasa de homicidios. También, se evidencia que, dentro de la solicitud judicial

de la pena de muerte, 1 de cada 10 procesados posteriormente resultan siendo inocentes, por

lo que concluimos que aplicarla conlleva fallos irreparables.

Del mismo modo, las instituciones penitenciarias nacionales muestran que los

beneficios carcelarios son limitados, pero permitirían cumplir con el objetivo de estos

centros: la reinserción social. Además, las estadísticas nos muestran que la población

penitenciaria total que cometió algún delito por el cual se le podría condenar a la pena de

muerte solo es del 15%, esta reducción, aparentemente positiva, no contribuye

suficientemente a luchar contra el hacinamiento ni grandes mejoras económicas.

En cuanto a la jurisprudencia nacional, los únicos supuestos para la aplicación de la

pena de muerte es la traición a la patria y el terrorismo, por lo tanto, la extensión a otras

causales para la aplicación de esta medida está plenamente prohibida por los tratados

internacionales de los cuales formamos parte. Es así como la actual constitución en su

artículo 140, al extender la pena de muerte para el delito de terrorismo, viola las exigencias

de los tratados internacionales firmados que prohíben su extensión. Y respecto al ámbito

jurídico mundial, podemos afirmar que nuestro país se encuentra adscrito a organismos

internacionales que cuentan con normas de carácter vinculante que prohíben ampliar las

causales de aplicación y restablecimiento de la pena de muerte. Además que, existiendo otros

instrumentos internacionales que buscan abolir prácticas consideradas inhumanas y crueles,

es deber del Estado proteger la dignidad humana y velar por los derechos del ciudadano, pues

estos son considerados como el fin supremo de la sociedad.


66

Finalmente, por todo lo mencionado en líneas anteriores, concluimos que la

aplicación de la pena de muerte en nuestro país es una medida inviable, la restauración y

amplificación de esta podrían devenir en graves consecuencias para los ciudadanos peruanos.

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