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El misterio del cerebro adolescente

Los estímulos se vuelven más complejos y requieren del


refinamiento de las redes
19 de julio de 201300:50

Facundo Manes
PARA LA NACION

Fue extraño lo que sucedió con Holden Caulfied: a partir de 1951, y de manera casi
simultánea a la publicación de El cazador oculto, novela del misterioso autor
norteamericano J. D. Salinger, logró transformarse en uno de los personajes más
importantes de la cultura del siglo XX. Se trataba, sin más, de un adolescente de 16
años que procedía con desdén a cada paso que daba, mientras vivía desacomodado
en lugares que, a la larga o a la corta, debería abandonar.

La adolescencia resulta una de las etapas de la vida en la que se transita por


superficies inestables. Claro que no sólo el arte se ocupó de estas cuestiones.
También ha sido materia de estudio de la ciencia, y de las neurociencias en
particular. Esto permitió dar cuenta, por ejemplo, de las cruciales modificaciones
por las que atraviesa el cerebro humano en su pasaje por la adolescencia.

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La adolescencia resulta una de las etapas de la vida en la que se transita
por superficies inestables

¿Existen diferencias entre un cerebro adolescente y un cerebro adulto? ¿Existen


competencias distintivas en la conducta y en la cognición? ¿Cómo impactan los
cambios cerebrales que ocurren en la adolescencia en la toma de decisiones? Las
respuestas a estas preguntas se investigan desde hace muchos años en laboratorios
de todo el mundo. De éstos provienen los resultados que apoyan una idea central:
el proceso de maduración de varios circuitos neurales durante la adolescencia está
aún incompleto.

Desde una perspectiva biológica, los cambios que se inician en la pubertad, entre
los 8 y 12 años –en promedio-, están destinados a madurar los órganos
reproductivos. La adolescencia, por su parte, está destinada al desarrollo emocional
y mental en pos de la vida adulta. Durante el mismo será crítico el set de cambios
que se realicen en los lóbulos frontales, la porción más anterior del cerebro y
evolutivamente más nueva. Es ésta la región de nuestro cerebro con funciones tan
complejas como la capacidad para tomar decisiones, para inhibir respuestas
inapropiadas, para planificar y ejecutar un plan de acción, para ponerse en el lugar
del otro y para poder discernir qué pautas establece cada sociedad sobre lo que está
bien y lo que está mal, entre otras. El lóbulo frontal está sujeto a cambios que
afectan las funciones que éste regula. En la adolescencia aumenta la conectividad
entre diferentes regiones cerebrales y cambia el balance de las conexiones entre las
áreas frontales "cognitivas" y las áreas emocionales.

Los estímulos se vuelven más complejos y requieren del refinamiento


de las redes y las señales en nuestro cerebro

A medida que crecemos, los estímulos se vuelven más complejos y requieren del
refinamiento de las redes y las señales en nuestro cerebro, para que procesen la
información de manera más rápida y así poder integrarla mejor. Esto permite la
llamada "mielinización", un proceso de recubrimiento de las neuronas que
aumenta en esta etapa de la vida y que permite que las señales viajen más rápido,
más lejos y que puedan interconectarse entre sí. Es así que al adolescente, en
preparación hacia la adultez, se le presentan nuevos desafíos cognitivos: se
complejiza el material que enfrenta a nivel escolar, debe empezar a tomar sus
propias decisiones y tiene nuevas demandas, especialmente las atencionales. Para
ello, ya en sus fases más tempranas, madura una porción del cerebro importante en
la atención motivacional: el llamado "giro cingulado anterior". Esta región también
monitorea los procesos conflictivos, al orientar la toma de decisiones. También
maduran, e incluso crecen en tamaño, algunas estructuras, tales como el
hipocampo, que se desarrolla hasta los 18 años y cumple un rol para la
consolidación de nuevas memorias, y la amígdala, una estructura adyacente que
participa en el procesamiento de emociones. Es decir que no sólo existen redes más
mielinizadas, sino también redes más grandes y complejas con mayores
interacciones.

En preparación hacia la adultez, se le presentan nuevos desafíos


cognitivos

Diversos estudios han demostrado que el crecimiento y maduración de muchas de


estas redes culmina recién en los últimos años de la segunda década de vida.
También se ha demostrado que en esa edad se produce un aumento en la densidad
de una estructura determinante para conectar ambos hemisferios cerebrales: el
cuerpo calloso. De este modo, el cerebro muestra una interconectividad mucho más
prolífica, lo que le permite integrar de manera fiable los estímulos del exterior.

Estos datos nos confirman que durante la adolescencia existe un extensivo proceso
de reorganización cerebral que pareciera culminar en el momento en el que las
modificaciones de las conexiones comienzan a estar más marcadas por las
experiencias de lo vivido y no tanto por un proceso de transformación biológica
programada en nuestros genes.

El cazador oculto está considerada como una de las novelas imprescindibles del
siglo XX. Una obra tan importante, que llevó al autor a recluirse para siempre como
consecuencia de su impacto social y su circulación editorial persistente. Claro que
se trata de un estilo literario que los lectores y los medios han sabido elogiar. Pero
también, de una capacidad extraordinaria por saber hurgar en los enigmas del
cerebro adolescente.

Facundo Manes

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