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Universidad autónoma de Chiapas,

facultad de humanidades: campus


VI. Licenciatura en pedagogía.

Actividad: Ensayo de la declaración universal de


derechos humanos, articulo 3.

Alumna: Lizet Berenice Solorzano Zúñiga


Jessica Aguilar Valladolid.

Catedrático: Dr. Andrés Otilio Gómez Téllez.

Grado y grupo: 7°- “A”

Fecha de entrega: 28 de febrero del 2022.


Introducción.
En este ensayo abordaremos sobre el articulo 3 todo individuo tiene derecho a la
vida, a la libertad y a la seguridad de su persona, haremos mención sobre la
importancia de los derechos humanos en la sociedad.

La Declaración de 1948 de las Naciones Unidas donde fueron inscritos los derechos
humanos surgió en un espacio occidental como propuesta a las naciones. De ese
origen ha sido derivada una infundada acusación que todavía sigue escuchándose
como crítica monótona y usual a los derechos humanos: el de ser universalistas e
individualistas y por lo mismo no tomar en cuenta, en su debida magnitud, los
derechos de pueblos, «sociedades» y culturas. Esa acusación ha provenido
particularmente de sectores políticos que subscriben ideologías: comunistas,
culturalistas y religiosamente fundamentalistas.
Los derechos humanos son ciertamente derechos. Aunque, en rigor, son más

humanos que derechos, esto es, son primordialmente humanos. Valga esta

perogrullada, casi olvidada y borrada del discurso dominante y las modalidades

juridicistas de los derechos humanos, al menos, temática poco frecuente en las

reflexiones acerca de ellos.

Los derechos humanos son derechos, llegan a ser derechos en virtud de que

contienen en su formulación jurídica esa sustancia práctica formalizada de luchas

de resistencia y emancipación, también de prácticas de regulación cristalizadas

normativamente. Los derechos humanos son derechos, pero lo son toda vez su

densidad práctica consustancial a las acciones humanas constituyentes de los

procesos y los fenómenos sociales.

Los derechos humanos son controversiales y para nada autoevidentes. Así lo

enuncia la teoría crítica en clara contraposición a la afirmación que el discurso

dominante juridicista (naturalista y/o liberal) ha planteado, que los derechos

humanos son universales y obvios, existentes en los individuos por el hecho de ser

personas humanas; derivados de la razón, racionales en sentido fuerte y, por tanto,

que no son ambiguos, ni objeto de controversia.

Cabría el entendimiento de los derechos humanos como movimiento, si bien no

como un movimiento social clásico y, ni siquiera, un movimiento social de nuevo

tipo. Convendría pensar el movimiento de los derechos humanos a la manera

metafórica de lo que Maffesoli reivindica como una comunidad imaginada;29 en el

que cabrían el conjunto de tradiciones, prácticas, principios, herramientas jurídicas,

valores y simbología que conforman la tradición histórica, filosófica, ética, jurídica y


cultural de los individuos y los colectivos identificados con su reivindicación y

defensa.

Los derechos humanos son simultáneamente proyecto práctico y discurso teórico

(lejos de ser sólo derechos). Su consistencia es la de una multiplicidad de prácticas

sociales que se despliegan en diversas dimensiones y se configuran en variados

repertorios estratégicos y tácticos.

Por otro lado, en lo que se refiere a su dimensión interna, propiamente discursiva,

los derechos humanos viven su crisis en virtud de una radical inadecuación de su

composición conceptual y sus proposiciones teóricas respecto de las efectivas

condiciones sociales, políticas y culturales del momento histórico contemporáneo.

En suma, se puede afirmar que la consecuencia indeseada y/o perversa de la

historia reciente del movimiento de los derechos humanos es la pérdida, en

múltiples y diferenciados planos, de sus potencialidades emancipatorias

La globalización también ha alterado el significado contemporáneo de la soberanía

política y jurídica y, con ello, se ha agudizado un debilitamiento de las estructuras

estatales frente a las dinámicas que rigen el escenario global. El desplazamiento de

la centralidad del Estado (y su soberanía) se contraponen y colisionan,

determinando espacios y tiempos de incertidumbre, agravados por nuevos tipos de

violencia (algunos extremos como la violencia del terrorismo y el narcotráfico en

algunos países, hasta prácticas de genocidio y limpieza étnica) donde, con la

participación del Estado, los derechos humanos quedan situados en una tensa

ambigüedad crítica (legal, política y moral).


Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y la seguridad de su persona.

La vida ha sido considerada como el derecho de mayor significación en las

sociedades civilizadas, Es decir, Cada persona puede darle el sentido que quiera

porque somos libres de pensar lo que deseemos nosotros no decidimos nacer, pero

sí decidimos cómo afrontar la vida y tomar las decisiones que creamos que están

bien. El concepto constitucional de vida humana y derecho a la vida, hace referencia

al ser humano vivo, por lo que se protege desde que la vida inicia. En efecto, la vida

humana existe desde que se dan los presupuestos biofisiológicos, cualquiera que

sea el estado, condición y capacidad de presentación social de su titular, y debe ser

protegida, jurídicamente, en todas sus etapas, pues este derecho comprende la

existencia biológica y física, como un presupuesto vital para el ejercicio de los

derechos fundamentales. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha establecido

en un voto de minoría relativo al tema, que la vida, comprendida en un sentido

exclusivamente biológico y fisiológico, incluye la integridad física y psíquica; que

constituye un objetivo y un fin en sí mismo, independiente de la estimación subjetiva

de los demás, por lo que el Estado tiene la obligación de garantizarla con

independencia del pluralismo social, religioso, ideológico o político.

Cuando se habla de libertad no solo hablamos en general sino también de cada

libertad que tenemos derechos como individuos:

La libertad de opinión
La libertad de opinión significa que cada uno es libre de tener una opinión o

un juicio, de acuerdo a sus emociones, capacidades reflexivas y

conocimientos. Los niños tienen el derecho a tener una opinión diferente a la

de sus padres. Tomando en cuenta su edad, así como su grado de madurez

y discernimiento, los niños tienen derecho a que su opinión sea tomada en

cuenta. Los Estados, las comunidades y los padres tienen el deber de

escuchar a los niños y acordar una consideración particular a sus opiniones

cuando las decisiones que van a tomar les incumben.

La libertad de expresión:

La libertad de expresión permite a toda persona expresar libremente sus

ideas por todos los medios que juzgue apropiados. Cada niño tiene derecho

a expresar libremente sus opiniones sobre los asuntos que tengan que ver

con su vida. Además, un niño no debe ser víctima de ninguna presión que

trate de obligarlo o influenciarlo en su opinión y que le impida expresarse

libremente. La libertad de expresión de los niños implica igualmente su

derecho a la información. Los niños tienen derecho a saber lo que sucede y

a acceder a la información que les interese. Los niños pueden así conocer

los problemas actuales, informarse y crear su propia opinión sobre temas de

actualidad.

La libertad de asociación
La libertad de asociación y de reunión permite a todas las personas reunirse

para compartir idea y defender una opinión, una causa.

Así como los adultos, los niños tienen derecho a reunirse para ponerse de

acuerdo y participar en temas que tienen que ver directamente con sus

derechos y su bienestar, pero también sobre asuntos de actualidad que les

interesen.

La libertad de pensamiento.

La libertad de pensamiento es el derecho de toda persona de determinar

libremente sus creencias.

Los niños son libres de tener pensamientos que evolucionan y cambian en

función al grado de madurez y discernimiento.

La libertad de consciencia.

La libertad de consciencia permite a cada persona determinar libremente los

principios y los valores que guiarán su existencia. La libertad de consciencia

es una libertad a medio camino entre las libertades de pensamiento, de

opinión y de la libertad de religión. Esta libertad, ligada estrechamente a las

convicciones éticas y filosóficas de las personas, es la afirmación de que

todos los seres humanos están dotados de una consciencia y de una razón.

Asimismo, son libres de determinar cuáles serán los principios que guiarán

su existencia.

Los niños tienen derecho a decidir qué principios y guiarán su vida.


La libertad de religión.

Se considera como religión un conjunto de creencias y prácticas a las cuales

se entregan los seres humanos con el objetivo de establecer una relación

con su(s) dios(es).

La libertad de religión, permite a cada persona tener la religión o la convicción

de su elección y de manifestarla libremente. Es el derecho a no sufrir

coacción ni opresión que afecte su libertad de religión o a sus demás

derechos.

Los niños pueden determinar libremente la religión o la convicción de su

elección, desde el momento en el que alcancen un nivel suficiente de

discernimiento. Los niños tienen derecho a que no les impongan una religión

que vaya en contra de su agrado.


Conclusión

Ese es el espacio concreto, la forma o figura histórica, en el que se asume y existe


el reconocimiento, en el que se ha configurado como movimiento social concreto y
singular: lucha feminista, movimiento obrero, reivindicación indígena o comunidad
LGBTTI, por tomar algunos ejemplos ilustrativos. En la dimensión de su
configuración, el reconocimiento aparece como el objetivo implícito por el que se
ensaya una estrategia y se aplica una táctica en un determinado campo de fuerzas
correlacionadas, por lo tanto se desarrolla en el plano concreto de la política (la
politique, die Politik) lo instituido en sus instituciones, normatividades, modalidades
y reglas.

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