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Amistosamente dedicado'
..a los colegas Hans Kiilig. y" Eberhard: Jüngel
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Tradujo Manuel Olasagasti sobre el original alemán


Der Weg Jestlchrisri. Christologie in messianischen Dimensionen

@ Chr. Kaiser Verlag, München 1989 ",:;


<C) Ediciones Sígueme, S.A., 1993 í,.
Apartado 332 - E-37080 Salamanca/Espana
ISBN: 84-301-.1223-5
Depósito legal: S. 776-[993
Printed in Spain.
Imprime: Josmar. S.A.
Polígono p.l Montalvo - Salamanc:l 1993
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Prólogo U

1. Lo mesiámco' 17
H. . Caminos y avatares de' la ~ristolog:ía ......... 65
m. La misión mesiánica de Cristo 109
IV. Los sufrimientos apocalípticos de Cristo 211
V. La resurrección escatológica de Cristo ......... 291
VI: El Cristo cósmico 369
VH. La parusía de Cristo 421

Indice de citas bíhlicas 461


lndice de autores 471
Indice general 479
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PROLOGO

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El tercer tomo de mi serie Contribuciones sistemáticas a la


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teología está dedicado, como anuncié en 1985, ci la cristología. i
Una vez que tuve la osadía de dar a mi teología el título de
«teología mesiánica»; esta cristología tiene que aparecer en di-
mensiones mesiánicas. No voy a hablar en ella únicamente del
«Cristo de la esperanza» en forma de una cristología ¿scatoló-
gica. aunque tales caracterizaciones en modo alguno son erró-
neas. Pero la esperanza en el futuro que abrigó Israel y el
, judaísmo lambién era mesiánica,' De ella surgió la fe cristiana,
que es literalmente una fe mesiánica. La esperanza en el mesías
une y separa al cristianismo y al judaísmo. Para destacar la
unión permanente e indisoluble con el judafsmo, he intentado
aclarar las dimensiones de io mesiánico. en el capítulo 1, en
dllilogo con filósofos de la religión judíos.
~ He considerado una serie de {{lulos antes de decidinne por
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éste. Pensé en «Cristo, la esperanza del mrmtio», «Cristo, el que
ha de venir», «Cristo en camino» y «Cristo en devenir». Esto
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indica que no intento concebir Q. Cristo estáticamente, como una
persona en dos naturalezas o como una personalidad hist6rica,
sino dinámicamente, al compás de la historia de Dios en el
mundo. No he querido hacer una cristOlogía eterna para el cielo,
sino una cristología para mujeres y hombres que caminan y
buscan orientación entre los conflictos de la historia. Lo uno no
excluye lo airo, pero sólo se puede empezar allí donde se está.
En una doxología litúrgica de Cristo se contempla con admi-
ración al Dios humanado y a Cristo, el hombre divinizado, y se
formula el dogma cristológico, como ocurrió en Nicea y en Cal-

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12 Prólogo Prólogo 13

cedonia; pero los humanos que se encuentran en el destien'o de En la presente cristología he unido la dogmática con la ética' en
la historia y 'buscan la vida, necesitan de una áisiología de forlTtfl más explícita, que" en los ~omosant~riores. !

caminantes (christologia' viatorum). Es una cristolog{a del ca- Una' cristología del camino 'de Jesu.cristo debe narrar y ar-
. mino (christologia viae) que remite y orienta a los hombres hacia gumentar. Debe reelaborar la historia de los s{mbolos, metáforas
el futuro de Cristo, a fin de que permanezcan en el camino de y representaci~nes cristólógicos para formar unos' coneepros
Cristo y avancen por él. En este sentido, el conocimiento de cristológicos nuevos. Por eso IIO he 'basado la presente crisiolog{{¡
Cristo es siempre provisionaL y debe formularse como promesa en el dogma cristológico de la Iglesia antigua, sino que retrocedo
que busca la visión cara a cara. La cristolog{a doxológica y la en lo histórico y lo exegético (en la medida de mis fuerzas) a las
crislOlogía escatológica bien entendidas se complementan.y re- historias de la tradición bíblica, para alcanzar así nuevas in-
fuerzan mutuamente. La acción de gracias presupone siempre terpreiaciones de Cristo que sean significativas para hov. De ahí
una vivencia positiva, y la alabanza se basa. siempre en una que esta cristología sea" también una cristología narrativa que
experiencia vital. Por eso, una cristología doxológica. se quedara trata de unir los recuerdos con' las expectativas sobre Cristo.
sin raíces si lio se basa en las experiencias de personas que Una cristología del camino de Cristo interpreta siempre ese
siguen el camino de Jesucristo. camilla a la luz de la meta. Esto se desprende ya de su origen
Me decidí por el título El camino de Jesucristo, sobre todo en la mesianología judía. Pasa a ser, lógicamente, una cristo-
por tres razones: log{a en el horizolIte de la escatología. Pero teniendo en cuenta
que el concepto de escatología resulta hoy ambiguo y puede
l. El símbolo del camino expresa el momento procesual y
significar tantO las diversas orientaciones hacia el futuro como
la orientación de la cristología hacia su meta. Con este s{mbolo la dimelIsi6n de la eternidad, he preferido desglosarlo. ExpolIgo
cabe representar la ruta de CrisTO desde su. nacimiento por el la misión histórica de Cristo (capítulo lll) en el marco de la
Espíritu y el bautismo hasta su muerte en el Gólgota. Puede esperanza mesiánica, los sufrimientos de Cristo (capítulo IV) en
significar también la trayectoria de Cristo desde su resurrección el, horizonte de la expectativa apocalíptica, y la resurrecciólI de
hasta su parusía o, lo que es lo mismo, su expansión por el Cristo (capftulo V) a la luz de la visión escatológica de la nueva
Esp{ritu hacia Israel, las naciones y las alturas y profundidades creación de todas las cosas. intento definir. así cristianamente,
del cosmos, por otra parte, las categor{as de lo mesiánico, lo apoca/{ptico
2. 61 símbolo del camino pone de relieve el condiciona- y lo escatol6gico a la luz dei camino de Cristo. .
miento histórico de toda cristología humana. Una cristología . 'Hab{a previsto como capítulo VI «la presencid de Cristo»;
humana es siempre «cristología del camino» y no «cristología pero mi libro La Iglesia, fuerza del Espíritu, abordaba ya am-
de la patria», cristolog{a de la fe y no cristología de la visión. pliamente el tema de la presencia apostólica de Cristo en los
Por eso la cristología es sólo el comienzo de la escatología, y pobres, y ese libro aparece en segunda edición en 1989; por eso
ésta es siempre, en la perspectiva cristiana. la culminación de he renunciado a exponerlo aqu[. Remito, en cambio, expresa-
mente a los c.apítulos correspondientes de,dicho libro.
la cristología.
Con este ensayo cristológico intento satisfacer un compro-
3. El camino es siempre una invitación a recorrerlo. El miso pendiente, aunque soy consciente de no haberlo cumplido
camino de Jesucristo no es s610 una categoría cristológica, sino del todo. En el primer tomo de mi teología mesiánica quise
una categoría ética. El que recorra el camino de Cristo sabrá elaborar la doctrina cristiana sobre Dios partiendo de la antigua
realmente quién eS Jesús; y el que crea realmente en Jesús como " metafísica de la sustancia y de la metafísica moderna de la
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el ungido de Dios, lo seguirá en su camino. Cristología y cris- subjetividad trascendental, para desarrollar una doctrina social
topraxis vienen a' coincidir en el conocimiento global de Cristo' . de la trinidad en el marco de una metafisica de la comunidad,

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Prdwgo
. Prólogo 15

del proceso y de la relacionalidad. En el seguiuio tomo, sobre


la doctrina de la.creación, avancé algunos pasos para abandonar antigua, pierde también,' con la fe cristiana en la resurrección,
el paradigma del. mundo moderno, que se puede resumir en :) la fe cristiana 'especial en Dios, y no supera el. posible «anti~ "
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términos c;omo «subietividad», «cosificación» e «historia»,.y pre- ., judaísmo» i,wlógico. Po; eso quiero afirmar ya aquí que no todo'
parar una .teología capaz de mediar y Conciliar la historia hu- el que conoce y reconoce la peculiaridad de Jesús' es un «anti- .:.
jud(o», sino únicamente aquel que ensalza la 'peculiaridad de . ..
mana con la naturaleza de la tierra. De ah( que la presente ,.
cristología supongii; en líneas generaleS; el 'trállSito desde la Jesús rebajando al juda(smo y a expensas de éste, negando con '.
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cristolog[a. metafísica antigua a la cristología hist6rica moderna, la singularidad de Jesús el derecho a la existencia de los «pér-
y el tránsito, ahora necesario, desde la cristología histórica de fidos jud(os». Por otra parte, no todo el que enfatiza los lazos
la modernidad ci una cristología posmoderna que sitúa la historia comunes de Jesús con el judaísmo de su época y subraya su
humana. ecológicamente, en e{ marco deta. naturaleza. El «pen- origen judío es un «anticristo»), sino cínicamente aqueL que intenta
samiento hist6rico» moderno relegó el. «pensamiento metafísico» ase anular la peculiaridad de Jesús'para sustraer a la fe cristiana
antiguo, incluso en la moderna cristología protestante; pero el su base reaL y regatear a los cristianos el derecho a la existencia.
:nuevo pensamiento recupera, bajo las condiciones del (pensa- Es cierto que en una perspectiva histórica estos dos prejuicios
miento histórico», el pensamiento metafísico antiguo de cara a y errores no son comparables entre sí, ya que eL primero ha
la cosmología. Los tránsitos no tienen por qué ser rupturas. dejado en la historia, desde el giro constantiniano hasta «Ausch-
Pueden colocar las tradiciones en horizontes más amplios y con- witz», huellas atroces de sangre y de lágrimas, mientras que el
servar las antiguas verdades traduciéndolas, a nuevas situacio- segundo consistió la mayoría de las veces en simple inseguridad
. nes. El «pensamiento histórico» moderno opuso la historia hu- y angustia cristiana. El diálogo cristiano-jud(o debe ser hoy un
mana a una naturaleza ahistórica, El nuevo pensamiento integra diálogo cauteloso, especialmente en Alemania, ya que es un
la historia humana en las condiciones-marco naturales, Por eso diálogo entre ofendidos y culpables, y debería desarrollarse libre
la nueva cristología centra la atención en la corporeidad de de prejuicios y errores,
Cristo y su significación para la naturaleza terrena, ya que la La teología feminista ha contribuido a enriquecer y relativizar
corporeidad es el punto de intersección existencial de historia y mis conocimientos en cristoLogía, La conversación constante con
naturaleza en el h.ombre. mi esposa me ha abierto los ojos para muchas cosas que de otro
Una cuestión importante de la cristología moderna fue. du- modo yo hubiera desatendido; también me ha ayudado a !'eco-
rante mucho tiempo, la del paso desde el «Jesús histórico» al nacer los condicionamientos psicosociales de mi modo de ver y
«Cristo de la fe». En Teología de la esperanza, de 1964, y en de juzgar mas~ulino. Le debo mucho, especialmente en 'el ca-
El Dios crucificado, de 1972, me pronuncié sobre esta proble- pítulo TJl de la presente cristolog(a; pero me hago responsable,
mática. Desde entonces me ha interesado más' la otra proble- , obviamente, de todo lo que he escrito o dejado de escribir.
mática, por ser más real: el camino desde el Jesús judío al Jesús La bibliograJfa sobre la cristología en general y sobre temas
. cristiano y el redescubrimiento del Jesús judío en el Jesús cris- particulares es ya tan inabarcable que debo pedir a todos los
tiano. De ahí que el diálogo cristiano-judío esté siempre presente autores un poco de indulgencia si cito únicamente Lo que resulta
en esta cristología. Pero siendo muchos los judíos y también los importante para mi discurso y renuncio a ofrecer panoramas
cristianos que se escandalizan ante la cristología, el diálogo enciclopédicos. Esta petición de indulgencia va dirigida también
franco y abierto se ve obstaculizado por numerosos prejuicios y a todos Los que han escrito disertaciones, artícuLos O libros sobre
errores, EL que Limita Lafe cristiana aL «Jesús histórico» o, en mi teología. Era imposible para mí abordar en este libro sus
expresión reciente, al «rabbí JesLÍs» y renuncia a la supuesta- exposiciones y preguntas, Me reservo para el futuro un auto-
mente «alta cristolog(a» de Pablo y de Juan y de la 19lesia examen a la luz de los debates que han suscitado mis andanzas
teológicas.

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16 Prólogo

La fundación Volkswagenwerk' me concedió una beca aca-


démica para el período comprendido entre el ].'de' abril de 1988
y el 21 de abril de 1989, CO/1 elfin de facilitarme la elaboración
de este libro. Quiero agradecer aquí expresamente esta generosa.
ayuda. Ella me M' dado la libertad y la calma necesaria para
concentrarme en.el trabajo.
Fragmentos de la presente crisiología fueron ya expuestos
por mí el año 1986 como Keene Lecrures en la catedral de
Chelmsfocd (Gran Bretaña) y el año 1989 como Ferguson Lec-
rures en la universidad de Manchester (Gran Bretaña) y como
G. P. Kaye Lecrures en Vancouver School of Theology (Ca-
nadá).
Agradezco a Claudia Rehberger y a Thomas KucMrz su
colaboración crítica en la gestación de este libro, y muy espe-
cialmente a Carmen Krieg su gran contribución mediante aportes
bibliográficos, lectura, enmiendas y numerosas propuestas de
mejora.

31 de octubre de 1988.
Jürgen Moltmann

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Lo mesiánico

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No existe una cristología sin preslJpucstos~ El precedente
histórico de la cristología es la promesa mesiánica del antiguo
teslamenlo y la esperanza jndía basada en la Biblia hebrea\ Cnan-
,do conocemos a leslís y su histpria a la luz de las prol1le~as del
antiguo testamento y de la esperanza histórica del Israel actual,
IIcgalllOs a entenderlo realmente. «(ris.tología) significa.1iteral- !
IlJc.ntc~l-Ucsianología. (.J~I,CJ-islo» es ell1lcsías de Israel. El mesías :
de Israel ('s el «Ungi{i;).¡le Yahvé», cuyo recuerdo significa es-
perar en él y en su poder redentor. Es l'icrtn que la IIK:sianologíal
cristi.ana se car<.lctcriza por la figura única dc Jesús, por su mensaje .
y su historia divina especial; pero nos obliga a evocar constan-
temente el antiguo testamento y la historia tic Israel en la que
vivió Jesús y L1~la que derivó su significación teológica como
«el Cristo»~ Por eso la palllbra de Cristo no aparecerá en el
presente cstllLlio como nombre propio (un liSO que figura ya en
la comunidad helenística primitiva), sino COIllO título que expresa
sU función en favor de la redenci6n de los hombres y de la lIegaua
de Dios. Para ello teJ~~n)os que retmducir el nombre de Cristo a""
Sil s~ntido original, el título de Mesías., para adoptar sus signi-
ficmlos originarios: JcsLÍs = el m~sías; Iglcsia = la comunidad
mesiánica; ser cristiano = ser hombre mesiánico. Lo cristiano
no es UI1U clwlincaci6n pulítica sinu una promesa: es lo mcsiánicJ).
Indagamos en este capítulo las (ategorías de lo «lllesiánic~)»
con el objeto de forjm las categorías teológico-fundamentales.;
para la cristología especial de JcslÍs. «Lo Illesiánico)>(ha de abar-l
cal' aquí tanlo al mesías en persona como al reino mesi~lniC(~ al
tielllpo llIesiánico COl1l0 ¡¡ la tierra mesiiÍnica, a los signos IllC-

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1.1' ml'.liríIlÍt'I' 21
20

siánicos como al puehlo mesiánico en la histori:L Es, verdad que la esperanza lIlesiünicu israc!ílica, y que qucda referida y remitida

e
_1 (ollcel)lo de lo lllL'si;ílliL'o se desilrrolla aq\ll parllL'IHlo de la
(' .
La las formas judías quc la preceden y acompañan.
persona y la historia dc Jesús (¡,qué sentido podría tencr l,lIl« rt~l{l ,d~l_IIh:siallislllo cs la idea original IIIÚSpmlúlldi.1 Jd judab-
Jagano»?); pero el cOllcepto dehe ser lo baslanle ahlerh~, para 1110», reclamó t\,lmlin Bub~r ton razó¡rl. «(El IIIl:sianisllHl es la
~cspetar la esperanza en el mesías jlldí~) ~,de~an~ollarse ,en (lIalog(: idea que Israel brindó al 11H11lt!O», r~cOIl\)ci6 U~rshom Scholem5•
constante con los rilósofos de la rcllglOl1 .!mIJos, rv!t ~nll1to de 1 Nu es una silllpl~ id~a del AT; es d Al' cn su conjunto, que
pmtida 110 es el supuesto de que la esperanza del IllC~I~ISell el como «lihro dc una esperanza en constante aUIll~nt(») (V. RaóJ
AT relllilc direl'laJllclltc ti Jesús de Nazarct, COIIIOalll"lllaha la se trasciende a sí llIiSlllO y lrasciende cualquier plenitud histórica,
teología dc la «(prueha por las prorccías,~; pcro sí el ~upucst,o de La historia tic Israel, según la inlcrprclarii.J1l de los profetas,
que kS(ls se entendió a sí mismo y cntendió su l~l~l~sa.lemcdlante aculllula ulla «materia explosiva», y clIando (<llega la descarga,
las categorías escatológicas de la esperanza IllCSJalllca, !' '1m: sus no hay una e({plosi61l revolucionaria, sino rncsiúnic<I»h. La misión
seguidores le entendieron partiendo de las mismas, de forma que del cristianismo es la forma en que Israel penetra en las naciones
Jeslls aparece ligado de modo originario e indisoluhle a .esa eS~J con la esperanza IIlcsi;ínica de la llegada de Dios. El cristianismo
peranza Illcsiünica. . . ., no pierde liada por rccollocer esta raíz judía pcrmancnle de su
La cristología cristiana ha dividido a los Cl"Istl:UlOSy .IUdlO~, esperall!.a. Y el judaísmo tampoco picrde nada por recollocer esta
Aun siendo esto vcrdad, no debe degenerar en ideología antíjudía ampliación ~<Illisleriosa» (MíJrtin Buber) del nomhre, de los pre-
dc los cristianos, porquc cs la esperanza Illcsi:ínica la que HIlC ti ccplos y del reino de Dios por Illedio del cristianismo, como
los cristianos con los judíos, y esta unión es IllÚS fuerte qlll: la hiciera en la edad media el gran Maimónides cuando cntendió el
división. Ocurre a mcnudo que la cllllllmicación en el antago- fcnómcllo del crisrianismn C0Jl10 prat'/Jarlltio /lleSSilllli('(/ del
nislllo es !luís fuerte que la cOlllunicación cn la i.:oim:idt:ncia, De nHlIldn a la Ikgada del reino de Dios de Ahrahúll. Nosotros
ahí que IIna cristología cristiana nunca pueda permitirse el lujo intentaremos desarrollar una cristología sohre la base de la es- ..•. \
de liquidar la espcrallza mesi<Íniea juuía: ksús no es «el ocaso pCnlnza Illcsi;ínica común delltro del ditílogo cristiano-judío, ,-,.:,\
del mesías»1. Y por eso una cristología cristiana talllpoco pucde Con esta inscrción de la cristología en la promcsa mcsJalllca
pretender heredar la esperanza IIlcsiánica judía para dar así por cOlllirllío el C;llllillO qut.: L'lllprcndí en It}ú4 ron la Te(/Iogía dI' la
mucrto al tcstmIor; JeslÍs no es el «cumplimiento» dt.: la espt.:nllll.:l l'sjlt'roll;{/. EnlollCl:s silll~ la rc\'cl<ll'iólI dl.' I}ios acontccida ('11la
mesiúniea que viene a invaliJar a IsraeF. Y por últilll<.): ~1I1íl crucifixi()1I y rcslIlTcccitlll dc Jesús dcntro de aquel horizonte que
cristología cristiana no puede renunciar a la esperanza 1~~CSI,<.lIl1Ca. la historia de la promesa vetcrotcstumcntaria había ahierto7• Esto
Sin ella, el cristianisllIo se paganiza y se vuelve :lnllJudlo por t'1I1111illt)eH las siguil'llks tesis: (\ l. Es )'t1II1'(;, el Dios (k ¡\hra-
illtlifcrcllcia', I,a criSl\ll<lgía cristiana es lllla ftlrllla L"tHlcrcta (le7
h;ín, Isaac y .1al'oh, L'l Dios lk la prolllCSíl. l'¡ ljUl' rcsucilú
1, P. AltIHIIIS, !Jil' i.cl:,Il'/1 lJil/,':c. rd,,.¡md, ¡fel' E~dUl/()If!gic. (jiiler:-Iu[¡
cn el relato cV<illgéliclI e~ la idcu judía del IIIc:-íns". t-.licnlrns reeh<izaba el
1957,301), . ".
2. K. Barlh, ¡"'-¡rd¡/idlc Dogmlll;k 1111, 31Xs, parece seglllr esla JHeccl~l11. «ll1csianisl1lo judí(l", E. llirsch se plegó más tarde, sin crítica, el mesianismo
ef. n, Klapperl, h/'(/cf l/lid die Kird1l.'. Enl'iigl/lIgt'lI ;JI/' /.Inll'lIehrt' f..(/d polílico de Fíihrer y del "Tercer Rcich».
,1 M. Buher. /)e,- .I/fdl' I/nd .\l';" .Il/den/I//II, Kiilll II)Cl3, -11,
Hw,hs, Miill\:hen 19KO. sohre lodo .n"s. .
J. Conlra esta poslllnt se prollllllc1a COll r:t7¡Í1l 1'. \'\11\ del' <,)Slell Sal'l,<.'I1. .5 (j. SdlOklll, ZlIm \!,'r.Hii".fIl;I' di." 1I11',I.lilll,;.\d'I'1I /del', Judaica 1.
¡,'¡¡mUllir I~Jh.l, 7.\
G"wlI/:'{i,t;c állel' T11,'ulugic ill/ 1.J¡nll/ic!I-jOdi,Ic//('1I (¡(',I/"ti,"', 1\111l1ell<:1l1')X2,
1'23. Llevada al antijml.,ísl11o de E. lIirsch. E. Ililsch • .I(".\II.~' ("'l'i,I"'.~1/~'r ~/('II. h. r.1. Buller, 11"'1'1.1'1/. r-.Wlldh':ll 11)(1_1,JXK; R,R, (já .•
, \'011I /l1I/Jt'J.OIIlIfI'II
(jiluingcn 1926, 27s: "No en vano eunsilk'r<l11lus los Cl'istiallos d 'II)C:-IalllS1ll,1 .111,/("1111I11I, heihurg ¡t)(ll, I.5K~.
C01\10el ntsgn más extraño para nos\llrn~ de lil religión judía CII su ron,na actual, 7. /'UJII/{'.\(I t' /¡¡'.H,N ¡ti. CII Tt'%g{" de ItI t'.lpcnlJl.-(I, S ••lalllallo.:a 511)WJ,
I::!Jss, lH.1.
l'llIllO el ;llIlénlico lIlal de la ctllHlil'itÍn judía.. 1.:1 tenl:lci"lll que JeSIlS ledl<ua
El camillo de ll'SI/l"/ÜIO
22 23

a Jesús de la muerte. La figura del Dios que se revela por loSllS


y en Jesús aparece clara ex.aminando su diferencia y su ide~~idad Pero «(el que ha de venir» no es sino un apelativo del mesías que
con el Dios del antiguo testamento. 2. Jesús fl/e jl/dío. La hgura prepara el camino al (Dios que llega» y le presenta su pueblo y
de Jesús y la realidad humana que él reveló aparecen con darioao su tierra,
examinanoo su con nieto con la ley y con la promesa oel antlgno La tco.logía cristiana encendió muy pronto la mesianología
t~staIllCI110». Pero si entonces me interesó sobre todo la r~su- unitari,a dd AT en cristología por un lado, y escatología por
rrccci6n de Jesús y el horizonte escatológico ahierto por ella, ~)tn)11. Esto hizo que Illllchos cristiuIH)S pen.licran de vistu el nexo l (SL'

ahora doy comienzo a la presente cristología con la cristología IlItl'rIl0 cntre cristología y escatología, Los serll\ones de difuntos
pncumática, que concibe a Jesús como el profeta mcsi:ínic() d~ apenas hacen referencia a la esperanza de la resurrección y a la
los pobresll• Por eso insistiré más que el año 1964 en la cmlll- alegría de la pascua. La teología ~ristiana cultivó una ~d~gÍjl
llltidacl del evangelio cristiano con la historia de la promesa judía disociao" de la_eséalologí" y oe¡cuipó a és.!l!. La razón oe ello ,.,
fue que la cristología de la encarnación elaborada por la Iglesia
oel AT. antigua presellÍl) el descenso y ascenso del Redentor en la pers-
¡;.
Asumo también la oricntaciún cscatolúgit:a de la cristología, ¡;
que me llevó a proponer, el año 1972. en El Vio.\' crllcijinu/o'J:
pecth'a I'crtical de la eternidad y destacó la riliadón divina dc 1..' o,...
Jesús, Olvid6 la historia /¡oriz.o1ltal del nitO -el Espíritu santo- t
frente a la «cristología desde arriha», de tipo metafísico, y frcnk ¡.
que «habltí por los profetas)}, COl1l0dice el credo niceno, y que ;
a lu (cristología desde abajo», ue tipo antropológk'o, Ulla cris-
tología hada Ollelallte.
marcó la predicación y la actividad del JeslÍs terreno. De ahí que
la cristología perdiera también el horizollte del futuTO escatológico
i
1
En aqúellos libros centré la atenci6n en la re~allTCCciól1y la
de la ¡wrus{a/ La persona del homhrc-Dios que vino al mundo",
cruz dc Cristo. Ahora ahandono esas prioridades, justificadas en
para salvar ;¡ los pecadores, pas{) ti ser el tema de esta cristología'b 1
parte por el contexto histórico, para integrar la (\historia esca-
disminuida; A ello se sumó que CIl las primcras confrontaciones !
tológica) de kS(ls en ulla cristología glohal ... El título apropiado
para esa cristología integral no es «Dios verdadero» ti «homhre
verdauero», sino (el que ha de venir». Por él preguntó Juan 1
y lkhatcs l'llll la sinagoga se desprcstigi6 y I'cchazú todo UIl íÍlIlililo
de la escatnlogíaf la denominada escatología milenarista, tachada
¡
; ,
de «(sueño judío» (como dice la COl~ressiu heh'etica, 311 .. XI).
Bautista a Jesús y, como indica la respuesta de éste, toda su
Con ella, la escatología perdió su orientación futuristu y sólo
predicación y actividad estuvo presidida por la actualización me-
le qllcdl1 la vertiente de la eternidad, indiferente a la proximidad
siánica de la venida de Dios. Su muerte en cruz remite, en virlllllj.
o distancia de cada instante del tiempo. En lugar dc los «últimos
dc su resurrección, a la luz apocalíptica del juicio venidero, y
días», se destacó el müs aH •• atemporal; en lugar del «día del
su resurrección como «autor de la vida» hace de él el soporte de
juicio» universal, la hora de la lIIucrte del individuo. La es-
esperanza del futuro escatológico. (Una cristología basada el\ el
peranza Illesi<i~lica d~1 antiguo testalllcntu quedú así excluidal
testimonio del antiguo y del nuevo testamento tcndnt pcrfiks
tanto de la cnstologla como de la escatología. ~ólo recupe-
escatológicos. PrCCiS,lI11enteporque gira en torno al misterio del
rarelllos el nexo esencial entre cristología y escatología si v(ll-
quc 'ha de venir', tendrá que remitir en todo momcnto a él»'ll.
Vemos a la raíz c(lllllín de ambas, que es la mcsianología del
R. En csto c:uinc:idu con II.-J. Kralls, ,'l'y.Ht'lJItlti.I'c1I(' T1wo[ogil:'illl li."ollf('.\/
antiguo testamento. La funesta escisión de fe en Cristo y es-
hihJüe1ler Gesdlichte l//lltt~,H'I111101o¡.:ie, Nc:ukin.:hcn Il)fU, 33ls. ]47ss,
9. 1..os l'IlC.I-,iOlU''\'.wh,.c J('.~Ií.~. en El Dio.\' l'I"I/{'Uil'(lI/o, Salalllam:a 1975. r.:allllcntc, destk el flllmo, l.:;\llllU la vida que llega, como el Scñllr del mlllldn
116ss. vcnidero». ESla cristul()gía domina su pn:dicHción en I'I"I:díg/III('(/iwl/tlll£'lI.
10. 11. Vogel, C¡,,.isw/ogie 1, München 1941), 21. Igualmellte, en su Giillingcn 1963. eL talllbién Chr. 1~"YJlt)C M('~;si(/I/;.\'Il1e de Ji,HU ('1 [JisC/"ilioll
tiempo, 1-1.-1. Iwand, Die Gegel/warl des KOII/mClldcll. Siegell 1955. 37: "I'm- de Diel/, (¡cneve 1984, - -
que Jesucristo es 'el que viene'. Sale al cncuentro de todo el que le buscn 11, .1, Scim. Men;cll1i.Hll/Is ;/' ''';,S'\'" Sir/u: EvErz 34 (1982) 125-
I.~1, scñalú CXplL"Salllcntc este cxtrcn1t1
IJ ('{/IlIillll de .h'.\lInll/o
24

peranza en el futuro se puede supcr~lr el~ L1nt~~Tist()~~ORí(l e.~-


catológic(l» que lleve a tilla esctltoluglll crt.~.t()IOgH:ll. Esto equI-
vale a cOIl!'.idcrar a Jesús como el Cnsto dentro dc tilla
El origen de la esperanza mesiánica
esperanza recllpcrlll!ll. Esta rccuperaci(¡n dc la esperanza se
ejercita en cada celebración eucarístic,W

,
ij

,,
~
1
El origen de IIna cosa suele prc(\clcnninm ya sus posibilidades
y sus Iínlites, sus venlajas y sus :'lporías. Por eso CIllPCI.<llllOS
I
indagando el origen histórico de la esperanza mesiánica dc Israel'.
Ese origen es de naturaleza política y reside, scglln la tesis de
~artjn Bubc¡::-Cll la instauración y el ocaso"(\e la re¡¡leza .here-
~lita~ia en Israd.
I s•.
lIi-¡ R Ilarra c0I1 acenlos danllllcntc lInlillloníÍrquicos la
historia dc SillllUel y S;¡¡íl. Israel hahía sido lIna Hnfklionía dc
doce tribus guiada por pro retas carisül<íticos y regida por «jueces»
conslituidos, El jlUl.'blo
.. qll~ría vh'ir biljn una h:ocral'ia directa:
«Yah"é es rey'), Un indicio de ello es el liSO de portar el arca

l. Enllc la ,lbulld¡lllh: biblillgraffa "clllililllO~ (:~pel'iallll(:lll(: a ~1. Bube •.,


f)1/.\ A"IIII/III£'I/r!t'. Ullfl'f.wdl/lllgI'JI :-/0' EIIl,HI'/lIIlIg.l"gesc1lic!tll' de.l' lI/('\".\i{j/li~d/('1l
G/alllml.\ 1. /)11,\' t":Úl/iglll1l/ Golft',\ 11, J)('I' Ge,wlbw, en \\'l.'rkc 11, Berlin 1936,
727.X.t;¡. Para la tli~ell~il)1\ de la le~i~ de Buho.:r ~\lhrc lllla Il'onao.:ia PI"l'IlHl-
ll:inlllit"a dil'l'l"l¡l ell I~r,ld, d. W, 1)Íl'IIil"h. (,'011 !lis ,",'iinig. /II/" I:"(/,I;e lI"d,
d(,¡- llt('%gi.l"t'!I{'JI 11I/11poli/isc/¡clI l.l'gililllifr"it rt'1iJ:;iú.H'1" lkg/"ij}~'f,jldllll!{: ZThK
77 (19HO¡ 251-26R; S. fl.lowinckd, /J¡> I/UI' COllle//¡, Oxford 1956; O. \'on Rad,
Tl'ologíll dd (/lI1igllll lC,I'({//IH:II/O11, Salamallea "19Y(), 131~s; 11. Ciese, /)er
A/C.UiIlS, 1..:11LIII" bifJlisdll'Jj "I'I'l'oll'gic, M(indll..:lI 1977, 12H .. 151; 11. Rillggl"l'lI,
TI/{, Me.\_,il/!J ílt ,lte ()fd TI'.\/lllIIl'1I1, 1_lllldon I95fi; 1/. K lallsllcr, TIJe /I1c,I.I'itlllh'
!deo ill /v{lI'f, l.lHHj,'ll 11)56; S, Ilclrtn:lllll, I.>ic Ill'op!tCli,Ic11('1/ /fólJ'cnl'lll"I/l/I-
g/'I/ ;1/1 Af¡{'/I "J'•.'.llm/lellf. Ur,lpl'lI'lg /l/uf GC,I/II/Ill'l/Iuldll, Stllllgart IY65; J, A,
S\lggill, /)".\ lú';,úglwlI ;11 h-r<ld_ U¡-,11Jr¡"jI/~{" SPWlIlI/lIgl'/I, bllll';cJ.,lulIg, Ik •.lin
19ó7; J. Ikf.:kk:r, A11'.'.ÜII,H'/"Il'{II'll11lg illl Alu'JI J't:.I(flll/l'1I1, Stllltgarl 1977. el'.
lalllbién d r~SUlllo.:lI dc teulogía híblica de N. Fiiglistel", AII/£'.\'t<lll/clll/iclte
(,nlll{lIugell da /1I'11/l',I/(IIIIó'IlIIiC!JCII('/¡ri.l-lo{lIgit', cn J. Feilll..:l"-M. Ui!lro.:r
(clls.l, A1Y.I/I" i/lm SII/mi,l, 3/1, Eil1sink:11l 11)70, 107-22(),

,
26
27
de la alianza en las guerras como trono de Yahvé. De vez en
cuando el ruaj de Yahvé descendía sobre un jefe carismático. oráculo del trono (Sal 110, 1), que reaparece en la cristología
Pero en la asamblea de Ramá se produjo una especie de plebiscito 1 escatológica de Pablo (1 Cm 15, 25). Con el santuario de Sión
espontáneo: «Nl..1mbranos un rey que nos gobierne, como se hace fue acogida la tradición del sacerdocio de Melquisedec, según la
en todas las naciones» (v. 5). Al profeta no le gustó esta petición, cual el monte Sión, punto central del mundo, es la sede del «Dios
pero «el Señor dijo a Samuel: haz caso a todo lo que el pueblo altísimo». El que gobierna desde Sión, gobierna en nombre del
te dice. Porque no te han rechazado a ti, me. han rechazado a_ Dios altísimo y. por tanto, a csc¡l!a ulli\iersal. El vaticinio (k 1
mí, para quc no reine sohre ellos) (Y. 7). En un discurso apa-J Nat<Ín a David (2 Sam 7, 3-16) contiene el encargo de construir
sionado, Samucl advierte al pueblo sobre los inconvenientes de el templo cn Sión y se oricnta cn línea mcsiánica hacia el futuro
un rey hereditario 'loe roba, explota y esclaviza al pueblo (v. lO. del linaje de David: «y euando hayas llegado al término de tu
18). Pero el pueblo quiere ser «como todas las nacioues» y re~ vida y descanses con tus antepasados, estableceré después de ti
clama un rey. El rey de Israel, del pueblo de Dios, es investido a una descendencia tuya, nacida de tus entrañas, y consolidaré
por Dios por deseo del puehlo; pern, scg\Ín la exposición del lu reino. El edificad UIl" templo en lIIi honor y yú consolidaré su
libro dc Sumucl, tamhién C0l110 UIl castigo para el puchlo. El trono real para siclllprc. Yo seré para él un padre, y él serú )la~1
primer rey. Saúl, fue finalmente rechazado por Dios, y s610 dt.:l mí un hijo» (v. 12.14). J
-
segundo rey, David, Icemos: «El es el ungido del Dios de Jacob» Al menos desde cI traslado del arca a Sión, la realeza de
(2 Sam 23). En las "últimas palabras» de David, la realeza dal David es a la vez sacerdocio. En virtud de la undón real con el ~
vídica adquiere ya rasgos mesiánicos: el «espíritu del Señor» rita) de rah\'é, el descendiente de David se conviel1e en rey- I
habló por' su boca; es «como un justo que gobierna a los hombres, sacerdote. Pcro hubo desde el principio algunos profetas como
que gobierna en el temor de Dios»; es como <duz matinal al Samucl y Nalán que se enfrentaron a estos reyes sacerdotes; por
romper el día»; la alianza real de Yahvé es «UB pacto etcnHm; eso la realeza israelita es ohjeto de crítica o de aprobación por
su salvación «prospera», y «los malvados ser:\B COBSlllllidos por parte de los profetas de Dios. Los profetas renuncian a la teocra-
el fuego» (2 Sam 23, 2.7). cia din:cta y carismática de antaño, pero siguen siendo vigilantes
A David se le ensalza por un motivo concreto: él trasladó ell de 'Israel y de sus reyes, pues Yahvé es el <~verdadero rey de
arca de la alianza a Sión y estahleció así una morada permancnte Israeh> y, en consecuencia, paradigma y juez de los reyes terrenos
-la s}¡ekinQ- para el Dios peregrino en la tierra prometida. de Si"n (1 Sam 2, 10). Yahvé se compadeció del pueblo que
«Con el traslado del arca de Dios a Sión, Dios toma poscsión dc sufría en Egipto. y por eso su justicia consiste siempre en «salvar
un trozo de tierra, el santuario de Sión, como casa suya»2. Con a los humildes» (Sal 72; Is 11, 4). De ahí qne el gohierno en
la conquista de Palestina, el monte Sión paslÍ a ser la tklT¡¡ . nombre de cste Dios sólo pueda cllllsistir en la tiefcnsa de los
hereditaria de los descendientes dc David. La elección divina de pobres, la compasión hacia los humildes. la protección de los
Sión equivalió a la elecci6n divina de la estirpe uavídica para la déhiles y la liheración de los nprimidos. Lo que eahe esperar del
realeza. Desde el traslado del arca, Dios mismo es el venludero rey que es rey en nombre de Yah"é estü en flagrante contradicción
señor de Shln. Por eso el rey de Ismel, que gohernaha desde COIl la imagen liránica contra la qlle Samuel previene al pueblo

Sión, era proclamado «hijo de Dios» (Sal 2, 7; Sal RlJ,. 27s). El (1 Sam 8).
descendiente de David reina por delegaciún oc Dios y de he rc- Encontn.ullos., pucs, ~a en la hislori.a primigcnia de la rcalczal
presentar la realeza de Dios: «Siéntlltc a mi derccha hasta quc en Israel Ullas tllvcrgcnclíls qut: dan ongcn a la espnanza dc un
ponga a tus enemigos por escabel de tus pies», dice el antiguo ). rey mesías que sea del agrado de Dios.
l. La primera divcrgcncii..l reside -según Martin Buber- en
2. H. Gese, Der Mej,'sias. 130. que sigo en esta secd611. el tr<Í.nsitn desde la teocracia directa y carismática de los primeros
tiempos a la teocracia mediatizada por un rey sacerdotc. La teo-
\ J

1.0 ml'.I'ílÍllicl!
28

cracia mediatizada por hombres, que ha dejado de ser carismática tructivas. Ello fue posihle, prohablemcnte, gracias a la contra-
para pasar a ser dinástica, apenas es cO,mpa.rablc con la te~)cra~,ia posición israelita clllrc rey sacerdote y pmfeta l:spirilll:ll. Gracias
directa. «La historia de los reyes es la 11lstorJi.ruc la no reallzaclOll a la voz de los profetas en la segunda mitad del siglo VIII, Israel
de la unción por los ungidos. Así se explica la génesis del me- cOllst..:rvú su identidad rr.:ligiosa pese a la pérdida dc la itkntiúad
sianismo, la fe en el ungido destinado a realizar la unciól]»". estalal, habitll<índosc a mirar los desastres políticos como castigo
2. La segunda divergencia se da, a mi juicio, cntre el (011- de su Dios. Este proceso dralllútico incluye la transformaci6n de
tcnido~ial tic la lcm:racill carisllIiÍlica directa de Yahvé y el L la imagen dd rey ell imagcll dcll~"i/Desdc 11Iego, la esperanza
)lO pucde nacer de la pura dece'pción y de la mera derrota; tilla
contenido <~9!~nll de la teocracia, mediatizada pm el rey. La
realezade Yahvé=snuítica» silio que, comodice «desesperación LTl'ati\'a)~ no alUlllhra Hila csperanza real';. Debe
el segundo precepto de la ley, se basa en la liheración de la precederle siempre un rccuerdo positivo. Este recuerdo positivo
esclavitud para alcanzar la lihl:rtau dc la alianza divina. Pcro el In encontramos concretamcnte cn la cOllstitllCi(1n primigenia de
pmkr dinástico general, para imponcrse, necesita legitimar, ase- la rcale/.a tcopo!ítica y especialmentc en la tradici¡)n davídica-
gurar y aUlllcntar su poder. lJna realeza COIllO «la de todas las si()lli.s~a. ,Si:gullIllll .Mowinckcl tic)le raz()1l el~ el rondo: «La con~l
naciones» consiste CIl gohcrnar y «hacer la gucrra» (1 Sum
20); pero una realeza basada cn el espíritu y que actúa cn 1H1Illbre
ª, CCPCIOIl1I1llCade DIOS, cn Israel,solllo
la raíz de la cscatología~~I,.
el DIOS UC la historia, cs
.'
de ~ah\'é ha d? consistir ~n la ~:fel1sa dc los ~)O?rcs, la compasión \
haeJa los 11l1l1llldesy la lIbenlclon de los 0prJlllIdos. ~
Así i)ues, no es sólo la rClluncia de los rcyes a la unciónl
divina sino ya la constitución de ulla realez:., de salvadores en
'nomhre del Dios.misericordioso lo que conducc a la cspcralll.a
Illcsiúnica. La realeza cjcrcida cn nombre del l~ilJS de la promesa
y de la misericordia apenas es realizahle en el campo de las
luchas políticas por el poder. Esa realcza ticne que Ilev<JI"desde
su constitución a IIna esperanza que trascienda tod'-l la realidad
'política conocida, sin quc ninguna le pueda satisfacer. Pero csta
esperanza no deja dc scr realista, pues no aguarda a un salvador
rel~gioso de las almas sino al «mesías tcopolítico» (Huber) ddJ
pueblo y del país.
Bajo la devastación de los ejércitos aWls acahó el breve y..
período dc independencia política de Israel. Sus reyes eran de-
masiado débiles, demasiado corruptos y demasiado incapaces de
nrirmarse frente a la potencia de Asiriu. Sin emhargo, «mientras
que en el resto del territorio sirio las idcologías Illonárqui.cas de
las formaciones estatales desaparece,", 'con la supremacía asiria,
en Israel. se prodll~c tina potcnciac~ún ~Ic I~l illl<.lgcn lid rey: éSla\
se translorm<l cn Imagen del lllCSlas~) . Con estc ><Ci.lmhHH>, ell S {'¡'!lIla ti. I !lullcl, /),'/ .It/1f(' 111I.1 ,I,'ill .111,1"11111I11, Ki\ln ll)(l.l, 'JH: .• Si
pueblo derrotado rcclabor6 aquellas expericncias histúricas dcs- desespcran del l;1I11l11Iíllli~'1I111 Ul;IlI<lI, plllye~:IaJl la illl;ll'.en dc Sll ' •••.
'ntad 111 fulllfll

ahslllulO; la l;l)Jlfígllra~'iúl\ dcl llleSiallislllll es la e~pr..::sjlin neali\"a de 1,':-(;1


t!cseSI1Crall/,;¡"
3. M. Buher, [)(I.\' K(lIIlJlU'Ilt!(' .. ,en W<'I"ke 11,913.
b. s. r\"ll\\'inl"~d. //,' ¡hal ('(I/m'lh. 1.'U.
4. 11. OC!\C, Ot'" M('.uiel.\', 133.
\ I

2
Evolución de la figura del mesías

l. El mesías

Seguiremos primero la línea general del libro de Isaías y


analizaremos las promesas de Is 7, 1()SS, .15 9, 1ss e ls 11• 1ss.
Después examinaremos textos análogos de Miq 4 Y Zuc 9.
En la gw:rra_asiria. el rey dCJTottILh!., Acaz, recibe un signo
(mil) -nl}ifétic.o: «He aqu( gúe
una doncella -está "encintli y' va a
dar a luz un hijo, )/ Ie 'pondrá por IWJnl)I:c Elll1lanucl. Cuaj •.!da'y
111ic¡"--~'I~-I~nfha~t; ~IC sepa rclíLJ'sur lo malo y clegil~ ¡~;"~;lICI~{~~~
.
(Is 7, 14-15). Con esle "Enl11anue'" le anuncia ¡saías al repre-
sentante desleal e incapaz la llegada del rey leal y verdadero,
digno de su unción. No está clar~) si_I-ª-.«(hll1_cclla)) ..designa aJa
reina () a~_l~na mujer de 'par~~tesco lejano;. pero el ~nIlJ~~lllel
~'.lS;.l;~I.e_dc.Ja_c~.~Jcj);lyj.{!.,1 tenor de Is'9, 6. «(Elllllanucl» .cs-
ciertamente ulla figura que corresponde a Dios frcnte al rey Acaz
qlle gnhierna en oposicj¡lll a Dios; pero no s610 una contrafigura
(~cspiriIUah), porque el reinado plcllificador y llIesi,ínico es tam-
bién un reinallo real, político, solo justamente teopolítil'o, un
reinado equipado con polier político para la realizaci6n política
de la voluntad l1c Dios'. ~<~I~~;~l.l.el~>~s <;1.~(rey JkJ ~resto,_que
renovará al pucblo». Es alimentado con el manjar divino dela-\
pohreza cri"'el desierto, donde naJa se pucde cultivar, con el '1
manjar simbólico matriarcal de la <<leche y miel~>. Sahe ya desde ~
niño rechazar el lila 1 y degir el hien. --
4,
1. rv1. Bubcr, DI/.\" K(/lIIlf/el/(le ...• cn \Verke 11, Bcrlin 1936, 384.

.'~
\ I

1,0 1It,'\ilÍlI;,"1I
31

l' 9 1-6 dcs<lITlllla la imagen esperanzadora de esta ('~~II-


Icnguaje de Martin Buher, «el rey pcrfecto»-\, Es «semejante a
sI', ~I e's
maulle ~). l.: . '-' • "1 'lulénlico David , y como «la luz del alb<.l
. al
Dios) porque representa la soberanía divina originaria: pero es
, . 1
sa Ir e so» ~, I (1 Sal" 23
. "" 4) «el I'llcblo (llIC ahora ca!lUlla en
. distinto de Oios C0ll10 lo es «d hijo» respectu al Padn: y el
'tinieblas» ve en él «la gran luz». El traerá el re1llo de 1" ,paz y ({<.:onsejero» rcspl:cto ,11 juez. t\!.~s, sin embargo, un ,superhom-
echará al fuego los instrumentos de la guerra. Traerá ~I relllo t~C bre, sino el ((holllhre lI1esi<ínko»~. --
la justicia. Realizará el obj~ti.~o para el ~111~ fueron :Icgll!(:s Da\'l~ 'Entre el recuerdo del David histÓrico y la esperanza del rey ti
y Sión. Su reino no tcndra 1111 y durara siempre. bl «pueblo que llICsitlllicn divino en el trono de David hay, no ohstante, dife-
camina en tiniehlas), (v. 1) CS, SCgl'lIl Is X, 17 Y 2lss. el pll_chlo rencias que illlpiden la idea dc un contilluo lincal. La dUC'r{'llcia
abandonado de Dios porque Dios <de ocultó su r~lstro,):, I:=.s :1 ('x/en/(( es la p~rdida y dL'stmcción dc la ilHkpcndencia de Isracl
,: .

pueblo derrotado, ap.:ítrida y hamhriento en la tr~hllhlclO.n. Es por el imperio asirio el año 772-721. Israel 110 volverá a ser lo i
1sr",'. el In as no Y'! como una realidad política nacIOnal, SI110 el
que rue, La dUclI't'llcia il/terna está ell el «lluevo cOlllieIlZ(») que
I
, . I l' ,
Israel dc «ltlS ptlhrcs» que sienlen y Stlp()rt:lIl el castigo <.c )J()S~. I
Dios, seg.t'1ll los proklas, quinc elllpr~lIdL'r por IIlcdio del rey '.
Elllllanud es el rey salvadtlr que ,<dd\clldc a los 1lll1l1l1lks <Id lllesi:ínicll y partiendo dd restopohre de Isracl. El IlUCVO co-
I

puehlo, socorre a los hijos del pohre y quehranta al explotado!» micnzo cvoca los mejores recucrdos del pasado, pero no hace
(Sal 72, 4). .' ' volver a este pasado sino qllc transforma los recuerdos cn mayores
Is 1 1, 1-9 da un paso más y ahonda en la Imagen del mes laS: esperanzas. En el nuevo Davi<.l mesiánico hay más de lo que 'r
el flltUro me~ías, que vcndrá del linaje de Jos~, es el vcrd,u,iero huho en el :lIIligllO David histlÍrico. Por eso, la transfonnaci6n I
«lmgiLio»). 'El nUlj de Yahvé «dcscansar~b en él y lo Ikn:¡r;~ de desde la illWgCIl del rey a la illlagen dcl mcsías \lO es UI1 pasado
s¿hidu;ía, inteligencia, consejo Y fortnlcza, y «tclllor dc DIOS» transfigurado. No pretende dl:spertar nostalgias, Lo que hace es
(er. 2 S:J1ll 2.1, 2). No lo Iegilillll' el origen <Iaví<líen sino '.:'. lllovilil.i1r al pllcblo hacia un I\lICVO inicio COIl la esperan/a pucsta
justicia divina, Traenl la justicia a los pohres, h:mí un jllIL'~() .1":"10 eH I lioso l~sti1 diferellcia l'lIlrL' pasado y futuro L'S un l'k'lIlL'nto
'o.! los humildes y destrllir:l a los malvados y oprcstll"cs, 1'.1 I"CIIIO constituliv(J de la esperanza lllesitíniL-il. De ella lIacill lo que
de su justicia no aharca sólo a los pobres; él traerá la pa!. a toda dehelllos llamar espera liza «cscatoIÓgica»).
la cre~~ción, la paz cntre cl homhre y el animal y la paz entre los La illlagen tlcl Illesías de los pilhres y dc su reino dc paz
animales (v. 6-8). Después el santuario de Sión «toda la tierra Illcsi:ínica se CtllllplclllL'llta ClI Zac (J, l)~ lO C~Hl su- entrada eH
rebosad conocimiento del Señor); Ulla imagcn quc se cnrn;s- Jerusalén: ,die aquí que ViCllC a ti tu rey, justo y victorioso h
,

ponde con el cundro dc la vocaciún de Isaías (6, 3): «La tierra humilde y montado en UIJ asno,. El suprimirá los carros de--l~fraín
está llena de su gloria», . y los cahallos dc Jerusalén; scr<Í suprimido el arco de comhalc,
La figura del mcsías se nutre, pues, del rccuerdo dc n~IVld. y ~I prndillllilr¡í la pal, a las naciolles. Su dOlllinio ir:í de lIlar a
En contraposición profética a la ucstrucción Illili~í.~r de la .~llde- Illar y desde el Gran Río hasta los confines dc la tierra». Algo
penuencia política de la realeza israelita por ASiria, esa figura
adopta las formas de la esperanza, que rel~asa. el recucrdo l~c1 J. f\1. Buher, [)(/,\' A'IIIIIII/{'/II/e •. , cn U'erÁe 11, JlJlJ.
David histórico, El recucnJo especial de DaVid sirve para ampliar .1. II.-J. Krilll~, S-",HI:II/,I/i.\('/¡e nlc%8it' iJII A'01/1('.\1 hiMi.\'cl//:r (jexc/¡id,/£'
l/lid F.\',./¡,I/(I/ogi,', .l~'),
y profundizar las dimensiones de la cspe.ran~a, has.la 1.;;\IIc~ada
.'l. {'. vun Rad. T,'"I"giu d,'/ wlli,l;l/(} ,,'\{(//III'll/o 11, Sal<lmal1l'a "]990.
definitiva del Dios de la promesa y de la JustiCia IlIlSenCOI'l!Josa. Ulss.
El «Illesías» de IsaÍas es el rey «lleno de espíritu)} del fllt1lro; cn 6. El hecho dc qllc cl 11Ic.~ías ILlislllll tcnga qlle pa"ar por el juicio 1\1
.c'lI1vicl'le, segtín 11. (Jesc, /),:1" Alcsúw" ]37, en el ll1esías de los Ill.ínirc",
2. 11. Gcsc, /)e,. Mess/as, en 2111" /)ib/iscl¡('n TIt('ollJ~i('. MiillChcll IlJ77, COIllO dice Zuc 13. 7: "llcriré al paslur y se dispcr"al'<Ín las lJ\cjas'>, t>.k 1-1,
17 )' t>.!I ~6, J] cilan el p;lsajc para inkrprclar la c:"pcricllcia de JcSlís cn
114. (iC\selllan í.
fI'O!IIt"itill lIt' !l¡ jlgllm <Id 1I1l'.\/ils 35

parecido Mi" 4, 1-4: ell d reillo dd mesía, pacífieo de Si';1I las pensar el hecho de qlle el judío se proponga construirle una casa
naciones «forjarull sus espauas en arados y sus lanzas en poda- a la humanidad, la casa de la vida verdadera, en el futuro, en la
deras, No blandirá m<Ís la espada nación contra Ilacióll, 111 se esfera sielllpr~ lejan<l y siempre próxima, fugaz y permanente
adicstrarun más para la guerra, Se sentará cada cual bajo su parra como el horizonte, en el reino del futuro, que sólo admite los
y bajo su higuera, sin que nadie le inquiete .. '»', Esto sucederá sueños caprichosos, oscilantes, inconsistentes». Pero este «futuro
«cn los últimos días», es decir, en tiempo del mesías; pero su- absoluto» ya no es histórico, sino escatológico; y es cl futuro
cederá mediantc el espíritu del Dios de Israel, en cuyo Ilombr~ escatológico porque es el futuro etermr, que sicmpre es futuro y
caminamos «ahora}) (~'Iiq 4, )). N~:s, pues, 11l,1~1_
..visi(lll l'Sl';l- IUIIll'íI se llal'l~ pn.;selllel!. Y si l'S éstc el futuro d~ la espcrilll/.a
tológic_a_l!£.ull lll<Ís allo.ídc la historia sino Ulla visiún lIl~s~única 11I~si;ílliL'a,sc rCllullcia al (<I11íc1l=lIhistúrict) concreto», que ya !lO
licla-
--_.
historia 'venidera que proyecta su luz sobrc el «GlIlllnar,),
__. 1
puede cjercer función alguna. Y C0l110este futuro absoluto nunca
esto es, sohre la política del prescnte . puede ingresa¡: en 1(.1historia sin perder su carácter absolllto~ Buber
--.'Rc"fogemos aquí la pregunta teológica que formula Martin tiene quc dcclarar que «toda la humanidad comparte la fucrza
Buher y quc él lllislllO ha conlcstado a Sil IlllHlo: ¡,Nos ha dado coopcradora, lodo liellll)(l es slIsccplihle de I'cdcnci(lll y toda
Dios cste Il1csías prometido, o Dios 1I1isIIIOaguarda Sil lI~gad;¡'! w:ciún Icalizada por causa de Dios se pucde lIalllíu acch'lll Ille-
«YII\VII, qlle agllanl6 d~sd~ tiempo inmemorial la r~spllesta. de si:lnica»13. Pero cahe pregulltar si el mesianismo es, entonces,
la humanidad, yen cl período dc su gobierno carisllltÍtico agllanlú algo llIiÍs q lIe ulla simple palabra para expresar el ideal iSll10moral.
la ~.cspllesta de un pueblo, desde que confi6 a Israel la realeza La idea del Dios que aguarda la llegada del mesías es una
hereditaria a condición de que mantuviera la 'norma del rey' -el bella idea porque nos hace concebir no sólo a un Dios activo,
cumplimiento de la misión-, aguarda la rcspucsta de llllO de los sino a un Dios pasivo. Dios no se limita a dar, sino que también
ungidos, .. El Dios cxpectante promete la llegada <.kl E~per;¡do,)H. recihc. Buber sude citar una sentencia apllcrifa sobre JeslÍs:
Buber desea respetar esta paradoja, pero afirma que el vaticinio «Dicc Dios: En lodos los prolctas he estado csperando a que
Illcsi:ínico «!lO CS \lila predicción sino lIlla ofcl'la,,'I. I~sto lkja vengas para descansar eH ti, porquc tti l'rcs mi d~sc¡lIls0),'. En
abierta una serie de posibilidades: Dios aguarda al mesías y en- ulla inlerprdación m<ls activa habría que decir: Con su espera,
cuentra al hombre mesiánico; o Dios aguarda al mesías y élmislllo Dios hacc venir al Mcsías; le concede tiempo. Pcro el mesías
envía al mesías; o Dios aguarda al mesías y el l'Iw.i de Yahvé llega con el fin de prepararle a Dios el camino para dCsc<1I1Sal'\
suscita al mesías. Las categorías de su «principio dialoga!>, iJi- en la creación. _Por eso, en ,la lIega(~a del Illes.ías ~e expresa ya \
cieron retroceder a Martin Buber ante el misterio mcsiánico, lo el «celo del SeIlOr,) Os 9, 6) Y no solo su pacIencia expectante. '
cual le llevó a enunciados contradictorios: por ulla parte, !a es- En la vcnida del mesías se anuncia la venida de Dios mismo )
peranza mesiánica no es para él «escatológica» ,J)~lI"qHe Sil ~Ie- (Is 15, 4)
mento específico es el «11(lcleo histórico cO\1creto»l(I; cs una «cs- ¡,Quién es el sujcto dc la esperanza IlIcsi¡Ínil'a'! El «principio
peranza tcopolítica». Por otra parte, califica al Ill~siallismt) COIllU dialogal» es hueno para personas lihres, pero éstas no necesitnn
«la idea original más profunda dcl judaíslIlu)1I porquc proyecta Ilinglíll Illcsías qll~ las salvc, ya que pueden valerse solas. PL'W
sus illl<ÍgCIlCSdc esperanza hacia un «futmn al?soluttl": «Da qtlc ¡,C(lIlHl podní (el pllchlo que hahita en tinieblas» producir por sí
solo la «gran hll.»'! ¡,l'ÚIlIOpmlr<-Ínlos hotllhres aliellados gCIlCI":.J1"
7, eL II.-W. \VoIIT, Sd/\l'('I'ta :.11 f'flllJ.;sdulI'('II, Alis.\hl"fludr /'il/('.\ "w-
1"/l'IC"II'O"'(',~?: EvTli 44 (\9K41 2KII-29:!. 12. K. Ha!lIler que !IIIllÚ dc Buhc •. el cOIH:epltl de "llllllm ahslIlutn»,
8. M. Buhe!", /JIU KI!/11l11elllle ... , en Wel",l,:e 11, .1HH. IUll1pm;u lo cnlentli{) C0ll10 una tlimensit)n histlÍrica del tiempo, sino como la
9. ¡bid" 389. etel'llidatl. cr. l1to{litl I/IIIlXÜIl/ y.titlllro ai.\IjwlO de{ hombre, en f."scr;lOS de
10. ¡bid., 386. l('%Ria VI. t\ladrid I96Y, 76-H6.
11. M. Buhe!", /)a ll/de /l/ul .\'C;II ludl'I/I/IIII, 41. n. M. Bulle", II'hJt' 111, l\liilll'hen \%4,756.
1.0 1It1'.\üíllico 37
.Ió

al «hombre Illcs,iünico»? La esperanza mesiánica nunca fue la el


, Illonstruo
. que lodo lo deSClI'I,,!,'za
' , • l:'(JI1 1OS' (,j'¡ez cucrno' I
esperanza de los vcnccdorcs y los dlHllinadorcs, SIIlO sll:mprc ,mp";'"" maccd<lllim, Estos reil10s '111" Il1chal1 p"r ,:, Sllrr"I1~:'c~',
la cspt:ranza de los vencidos y sojuzgados"'. La esperanza ucl ':lUI1<'," rc~".cSCI1!"11el poder C"<l,ico, S"11 m"iI'"d(lS e 'íllhlll11¡;l1o~
pud~lu pobre no es otra que la esperanza mesiánica. 101 sel luuzas cncllugas de la cre'lción S' , 1"
cunfiere '1 1" ." III cm ).lIg0, «se les
I" ,', e _ pml:l») (v " ú))' Ilell l:'" sus ' , paLos
" prd ...liados en la
W¡tOlI\1
')'t, ~., del IlHIIHlu,
,., h'cnle a eslc clndro
,e ,1' l' 1'" .' como
.1 lIstOlIí.l
'11~1,~~H~n.~,;'HHI(.:¡~ (le luel'zHs ,aparece cn la segunda visión (v, 9-
, 1, !,.I111ll0 \IIl,IVl'ISal de DIOS: colocan IIl10s lronos y sc sienta
La espera del "i;" del/lIIl1//m' l'unna parle de la ap"calíptica el .Il1ez, UIl anCIano que resplandecc pUl' la hlancura del vcsli I
judía, que está ligada a su vez al profeta Daniel. 1'11 el plall" ¡crel EC:'I;~)I;O, Se ,imla en el trono dotado de ruedas de fuc~~
histórico se discute si este personaje universal es producto de la
esperanza mesiánica de lsmcl () procede oc alguna otra fuente. , Tiene .' cn . su 11ml"'\
~ el e «I'lO 1 f llego» que ah rasará al último
' (,e
Lo cierto es que en la tradición posterior la esperanza mcsiúnica 1~~l.pCI ({~ hcstlal. ~~n la tercera visj¡)1l llega dcsde las nuhes del
y la espera del hijo del homhre se fundieron en tilla visiún unitaria licio
_1
«((OIlUJ
1'" UIl hiJO
'. de hOlllhrc)) (v . 11)
., ")' IllS., e entrega el reino
'
del futuro. Esto sugiere unas raÍLes colllUIICS y II!lOS rlllldalll~1l1(ls ~illl.)I)(el y 1,1sohCrillll<1. Los puehlos le sirvcll y Sil reino Ill) 'l'lldni
relacionados cntre sí. Es verdad qlle G. V(lll Rad Icch¡I/.Ó la
posibilidad de entender la apocalíptica como (da cOlllillllaciún dt.: COI1 el v, 15 empieza la inlerpret;'lcitln dc estas visiones Fll
la profecía))'.'> por considerar su idea dt.: la historia incllmpatihle e 11a aparecen" «los .. 1 ' 1 1 .\, ' .
' ' S.1I1os le t IISI1I10»), cn lugar del (dú'o d-l' , " J

con la dc los profetas. Sin cmhargo, tampoco Dankl sc encut.:lltra humble", para Juzgar y reinar. Ilacen rcrcrenc'", " Is,"," '1.1 e
lh 1" 1" I I I_ \, "l:," «\'('r-
al margen del entramado lnu.licional israelita y proréticn~ cahe l;)~e,l.o ¡sitie )): ~ sracl que perseveró en la persccuci6n, El reino
considcnlr, ell todo caso, las expresiones de Sil \(coIH,:il'IICia de I Iel ) <lOIIIIIIIIJ pasa a lllalloS del 11lIehlp del ,\11,'",'", ll'
tJ"ISIl'l 'o ' , o, 11
la histmia¡¡lh CtllllO un «(legado de los grandes profetas», I\n,lli- ., • s . ~llIe se apoya en la idea de reprcselllacióll,
zarCillOS aquí, en primcr lugar, la figura dd hijo dd hOIIl1Jrc en I ¡,QUICII cs 1..'1«hiju ,,' del lItlllliJrC))". I;s' .' .. I11"'11' :-'1111-
-'" LIl P'IIIll:1 " \
Daniel 7, un texto que se rClllonta al siglo 11 a,C,11. p¡emclltc el «hIJO de UIl ser humano» un cjelll,)lar de (,' ,', . >.', ~:
« 1OIllhre)
En la primcra visiúll 7, 1-8, la dc las c;uutro ricn.ls, dcno-
{Ir t) , 1)'1' '" lVllllU
C .'.II un IIH '1 ' '1 l' ! t' l' -l' l:SPCl:H':
tille rCIJI'CSellt'1
' ".1 II ,1 Il.Jl
I (pan' :
minada posteriormente «cuadro tIc la 1ll0IHlI"(luía», Daniel ve cua- J1 .o oto, , un. IIldlVlduo quc realiza la definici(;" ,1l:'1' 10111I)rc l'lll-
tro rieras que elllergen succsivilmcnte del mar, símholo de las 1,1Il0 (omo Illlilgell y selllejanla de Dios y rl'\'Cla así '1 1)' , ,
fuerzas catílicas, que dominan duranle algúlI tielllpo y <¡lit.: ri- l. roslro humano (1:' I ,( S' ' • lOS (OH
I . .1. , - lj, , I contraponelllos ti los illlperios 111-
nallllt.:lltc son dl'ITocadas, FI k(íll con alas tic.' ,ígllila es Síllltllllo llln~mHls, h\'stlales, dt' los hahilonio ...•. Il\l.'dll~ Ill'l'S'IS )' '1"'"
del imperio babilónico; el oso Illedio erguido, símholo del illlperltl lOIllOS
I '1" 11 ,.. ' ,.' ,ll-
«( ,,' ' ~ lelllo le « liJO del hombre)}, este reino ...• ignificad el
ll1edo~ el leopardo con alas de ave, símbolo del imperio persa; Y
v~~.:I"I(,Jlel~,lllIl,H~III~JI
de,'11IHlIllbre)) que permite la instauración de la
,
la sllccsió
(ICd le al lIInnnu CI '
.
-r .
.' \ . 1 .lUS lela y paz. No cs producto de
14. W, Bcnjalllin 10 reconoció con especial claridad: (;odlidll.l"jlhi/o-
,wl'hisdll' TJ¡I',H!// V It. en /IIumino/ioHe/!. AIISgt'II'¡¡¡d/l' ,lid" !ticn, hall" I'lI1'l
la t'n . " n, d~,1ll1PCII{)S.' slll,n que entra COIllO <lIgo lluevo, desde
1%1.271s,
lcl~1',',llIslona de las luchas humanas por el poder:
(,El 1';~C,.(~I:~I~I",('d,
1'). (i, \'011 R:lIl, TI'"III.~¡t1 ,J¡>I wJ/lgllrl 11'.\/1111I1'/1//1 11. S:l1alll:lllca "1\)\)0,
a los , h 1 e1'" 1(111)1e
l. ,', eva:1 caho '. , e"se g1l0
,', escalo "oglCtl ' qll~ lihl'l'a
JH,l, .' (111 lIes Idlold su all!Lnlll.'o deslilltl»IM I'ero 'I! ." I
16. KI. Kut.:h.S/¡iili.\'l'lldilis('/II' (;('St'/lic'/II,Hlc'll1..t'll/lI1/ /lt'i.\/Jid ,/,',1 /1",-/'1',1 «relllO hlllll,IIl(») no L:S " l',1 «lIleta)) .Illlll,Ulentc "lo 1Ol\lCS ' e
d.''-. 1" 11"s'
,tJlI.1.', SIlHl
Daniel: HZ I~J (19611 1-J2, 30,
17. eL n, PIi\gcr, DI/S lj/lf'/l lJuniel. Slullgart 196'), IOls~ Id" 'I'i1l'oknlfie
, H, Kl, K(ll"h, S"iili.l'I'IIc/III,I('/¡c' (;I',\d¡j('"/,I'd('II~,'''
11I/11t:.ldl(/Iologie. N¡;ukirchcn \1)59, ". ~-L
, i

Ln mt'siállil'o El'o/uriáll di' /a figura dd 11I1.'.1'/(/.\" 39


38

su final, ya que es el objetivo prefijado por Dios para la hu- hombre». En l,a eSj,e,ranza al)OcalíIJtica, la esper',lnza Illes" '
. lanlca
manidad y 110 el objetivo de las fuerzas ca6ticas de la historia. de ISI:acl se Illllvcl.'saJ¡~a d~ tal forllla que desapurece la P¡'olllcsa
Si podemos calificar al «rey mesiánico» uc Israel C0l110 el espeCial y la propia hlstona de Israel, para alcanzar el horizonte
«hombre humano», el «hijo del hombre» será el hombre humano originario de la creación. Dkho de otro modo: en la avalancha
largamente esperado, pero siempre impedido por los imperios apocalípt~c.'.l del crimen y el terror políticos 'pi.uece triunfar el
poder cantlcn. En ese peligro de cataclismo, sólo el recuerdo de
bestiales.lEI trae la justicia de Dios al mundo, Por eso su reinu
la fidelidad del Dios creador para COIl el homhre, su illlagen y
es el reiuu de la paz y dura sielllpre, La Yenida del hi.iu del
hombre desde <das nuhes) simboliza, como en tvloisés (Ex 2...1.. SCllIe.liUlza, pCl"IllIteesperar el «reinu del hOlllhrc 11\lIIl:1no»).
Si ~n. la interprdal'iún dc las visiolles «el hiju lid homhl"l'"
18), el ámbito iuabarcahle de Dius, Al dársele «ludo pudep"
es SI~Stltlll.dopor «el plle~)lo del Altísimo}}, la esperanza de Israel
queda constituido representante terreno de la soberanía universal
hahra de IIltcgrursc en csta cspcranza universal de la humanidad
de Dios. Todos los pueblos le servirán: est<J universalidad re-
Pero el «hijo del hombre}) no figura ya en la intell1l"etación; segl'u;
cuerda la esperanza mesiánica de 15 9 Y 11. el v. 14, (<todos los pucblos» le servirán; pero, según el v. 27,
Si excluimos la interpretaci6n dc los «santos del Altísimo» el.. «pueblo del AltísiIlH)}) ocupa su lugar. Según el v. 14, sólo el
como los ~,ngclcsl'¡ y los identificamos con el verdadero Israel~.~, hIJO, del hOlllhre reprcscnta la soberanía universal de Dios; y,
sorprende que en el texto actual 110 sc advierta ninguna con1ra- seglll.l el v. 27, el representanle es el (pucblo del Altísimo)}. Así
dicción entre el reinado de U11 «hijo dcl homhrc») y el reinado del :'Hlqulere nuevo relieve la idea del mesías: éste 110 es pensahle
«pueblo del Altí~:dnH))). ¿Se interpreta aquí cn scntido lIIcramcnte SIII su puehlo Illesi<:ínico cspecial; el hijo delllOl1Ihre, cn cambio
colectivo, como presume G. von Ra<-]2I, la figur<l del «homhrc)), abarca a todos los hombres de todos los pueblos. '
o la idea colectivista tampoco aclara nada sobre la difercncia, Al confluir las. dos tradiciones, como ocurre en el capítulo
como objet6 Mowinckc1'! 7, surgen ~as 1enslOnes entre el mesías de Isra!"".1y el hijo del
,En las visiunes de Dan 7, 1-14 suhre el hiju del h",ubre uu (¡olllhre ~lIllvcrsal, enln: d hombre lIlesi<Ínico y el humbre hu-
aparece ya Israel, ni el hist6rico ni el verdadero. Al ((i.HlciulH»> 1Il:'11I~)'SIIl. duda son las knsiollcs cntre misión universal y exis-
no se le pueden atribuir los rasgos del Dios de Abraháu, Isaac y tencia pmllculur, como las ya generadas con la elección histórica.
Jacob, y cl «hijo del hombrc» tampoco presenta un rostro israc- (!e hrael para ser la 111:1. de las nacioncs; pero en la visión del
lita. La visión dc la historia no es «histórica}}, sino especulativa; lu1uro es preciso cquilibrarlas.
es decir, no conocemos el punto tIe vista del vidente. Es claro , ~ste cq.uilibrio .se I~usci.l en el lihro de Henoe y ell 4 Esd.
que éste contempla la historia C0ll10 la lucha de los imperios por SCWIIl.l?alll~1 ~, DIOS Juzga y el hijo del hOlllhre reina después
el poder Illundial. Israel, políticamente irrelevante, no aparece del .II1IC1,0.Segun Ilcnoc ()2, el hijo del homhre juzga y ejerce la
como factor de la historia universal. Por eso el final de esta st.l.hcralll¡¡ en su reino celestial. En el lihro de lIeuoc se llama al
historia de terror tampoco es el reino del lIIesías desde Sión Ili hIJO del h~)(lIhre ~,el ungidt»} (,-IX, lO); :11igual quc el IlIcsías de
la peregrinación de las naciones a Sión, sino el reino trascendente, Is 11, est<:.ldotado del rIlu,; tic }'alll'('. Según IV Esd IJ, 3"2, Dios
llama «mi hijo}) al hijo del hombre y le aplica así el título del
escatológico, del hijo del hombre. Es como si el autor recuperase,
rey davídico. El hijo del hombre aparecerá también en Sión (13
dctnís del rccuenlo de la historia de Israel, la historia dc la
lTc<:H:i6ny pensara en el htll\lhre hUlIlílno crcadu «a i1iltlgclI tic .1.: s): ('01,111,1, está licuo {.I~'I(cspíritu dc sahiduría», por el qu~
J)IO.S h~ l:1l;~) ~Oll().'el 111.10 del hombre escatoltlgico IIlUl'stra la
Dios), cuando se refiere a lo venidero con la exprcsiún (,hijo del
saimllll"la prlll1lgelll<l de la creación. La figura del hijo del homhre
«engloha)~, pues, el lIlesianismo davídico y no cs algo yuxta-
19. M. NOlh, Gc,\"alllme//e Swdit'11 :1I11l !tltell "l'e.I'1II1/I('II/, MUtlchclI 1957;
pucsto a él~~,
difiere G. VOll Rad, Teología del (llIligllO Ic.\flImt!ll/o 11, 405.
20. 11. Gesc, Ver ¡\fe.uia.{. t3R.
21. G. von Rad, Teología ,Id amigl/o 11'.\1(//1/1'/1/0 11. 'lU.'i. 22. 11. <kst:, 0('1 Ak.nill.\'. 144.
1;\1,/1/( liíl1 .It' lu figura del IIU'Ú(j\

Es dudoso que sc pueda hablar, con Har~lllut Ges~, de l~n


En Ull resumcn silllplificado podríamos decir lo siguicnte: Er l
l1ll.'S({/.\'es una figura de esperanza histórica para Ull pueblo; un
proceso dc transfonnación orgüuka (que amplia I~ m.cslal~olt)gl:'~ espacio y un tiClllpO. El hijo del hOl/lhre es una figura de espcra
davídica a la Illcsiauología uel hijo del hombre Sltl IIwalidar III supralllundana, IraslTndclltc, para todos los pueblos. Ambas fi-
disllIinuir la forma ¡lIltcrior2'. Las IIlellcionadas tensiones son IIHI)' guras IIIIC(,II n:/i'/"('J1cia al n.:illo dc la subl."rallía dirL'ct•.1 dt.: Dios
fuertes, 1\ mi juicio, la integración dc la esperanza mcsiánica e,u que ellas representan en la historia, y están destinadas a ser
la espera del hijo del hombre se corresponde, en la escat~)log~a lIlediadoras para el hombre alejado de Dios. Por eso ambas son
con la integración de la lTeaci('1Il de la hUllIanldad cn la IlIstona provisiollales y transitorias. En ellas y (Oll su n.:illudo se anullcia
particular de la promesa de Israel. Esto significaría que la cs- el Dios £llu' £'J/£Í l'illi('JI(/o (ls 35, 4). No deben sustituir este;
peranza mcsiánica israeloc~ntrista pasa .. a ser el antecedente tic «futuro de Dios» ni fijarlo con represelltaciones concretas, sino
la esperanza de la humanidad en el hiJO del hombre, y quc el que han de a~)rir a los hombres al futuro. Así se explica proba-
mesianismo histórico-profético constituye el lado il1lnanente de hlemcnte que en la Illesianología del antiguo te~tal1lcnto las fi-
la esperanza apocalíptico-trascemlcntal en el hijo del IUl\\lhre. guras del mesías y del hijo del hombre tengan un perfil
Llegaríamos entonces a la imagen de una lIIeshlllO/og(a di' do,\' impreciso2.1 y que la csperanla mesiánica y la esperanza apoca-
pfallos: el mesías es el lado i~lmancnte .dd hijo. del hombre tr~s- líptica 110 acahen nunca dc rcalizarsc. Un mesías o un hijo del
cemlentc, yel hijo del hombrc es la vertiente ulllversal del meSlas hombre histc1rico, pcrson:.1I y concrcto se contradice con lu élper~ \
purticular dc Israel. El mesianismo es la vertiente hist6ri,ca .de la tura de la esperanza lllesii.Ínica y de la esperanza apocalíptica,
apocalíptica, y ésta es la vertiente trascendente del Ill!.:SIaIllSllltl. '1"C e:-.t¡ín rel'eridas a Dios y por ellos son trascendentes, Estas
El reino mesiánico se instaura «cn los últimos días» del prescllt~ esperan/.as IlO permitcn el nllto perslInal. S{llo cuando Dios llIis-
eón, pero el reino de Dios se instaura en la eternidad del nuevo mo llega con tl Illesías y con el hijl) del homhre se colilla csta
el1n. Manteniendo este dohle plano, el IIlesianislllo 110 qucda :Il'erllll'a y se ap:'ga la n(lslalgia hUlllantl l'OITl'Spolldil'lItC. I:Iltoll-
disuelto en apocalíptica ni ésta en lIlesianismo. Permancce el ccs la cspcr:llIl.a qucda salisi"L'cha y Sil l'sccptil.islIlO slIperado.
carácter teopulítico del mesías sin quedar espiritualizado ni su- Pero, ¡,rÚIIIO sc sahe'! 1.:.1venida de Dios se advkrte L'n la ue.fcnsa
perado cscatológicamcntc; pcro el universalismo ap(}calíptico de los pobrcs, cn la curación de los cnfermos, el1 la liberación
pasa a ser el horizonte de scntido de su acción histórica,. ~I. doble dc los oprimidos, en el ces!.: de las I{¡grimas: cn la Ilue\'a creación 1,

pl<1Il0 conserva la misión histúrica y la promesa nH~SlanlCa de de todas las cosas (Is 25, 8; Ap 21, 5), Ya la inversa, el mcsías .,
11'

Israel en el horií'ontc universal del pcrfeccionamiento humano y el hi.io th:1 hombre ~()n figuras que cstán cn trünsito hacia el
del Illundo. dcscanso de Dios en Sil crcación, Son l"ol'lll:lciones y personifi-
La disolllCil)1l de la cspermlí'a Illt.'si:ínica l'n la espl'I"a apo~ caciolles de la historia l..'scalolúgica dc la redcllcitln del IllllIHlo.
calíptica universal del hijo del I\olllhn.: significaría una rUI1l..'sta En perslK'ctiva sapiencial. son estaciollcs dl' la inhahitaci¡)n (sht'-
disoluci6n de Israel. Y a la inversa, la transl'onnaci{lll de la espera klIlU) de Dios ell su cn.'aciún, hasta qlle Dios alcance su descanso

apocalíptica univcrsal del hijo del hombre en el mesianisllIo dc sabütico eterno ell la felicidad de Sil inllailitacitlll pcrl'ecta
Israel llevaría a una sobrcexigcncia destructiva de éste. El /¡o11lhre (el'. IOdo 24; Al' 21 J.
mesiónico camina hacia el lIofllhl'e 111/1/1;11/0, pero Il\) se puede La evolución desde el mesías al hijo del hombre es sin duúa
identiFicar aún cn nuestros tlías con él. En un Illlllldo cnajenado, la línea de tradición más importante de I:i mesiannlogía del anti-
el redentor aparece ¡¡(1I1en figura extrai'la. Por eso es incvitahle guo testamcnto. Pero no cs la única cn lo concernientc a las
que en Dan 7 sea unas veces «cl hijo dd homhrc» y otras ((el promesas y csperanl.ilS de Isri.lcI rccogidas cn el I1lle'.o tcstamento.
pueblo del Altísimo>' el que aSUlIle la justa sohcranía.
2-t. (j. SdH,km, 7.111"1II'1'\-liilldlli.\' dl'l" 1I1{'.l".Iilllli.\('/'l'/I Id('!'. ¡:r<llll.fllrl IYf13.
3K.
23, 11. Ciese, Ikl" Ak\'.\ill,'., t4'1.
•••
fl'í1/m"úíll dt' 1,1jiglll"ll ¡Id IIIt'SÚU

Junio a la línea del mesías rey están la línea sacenlolal y la para el éxodo final de la esclavitud de la historia y la entrada en
profélica~5 . la' patria cterna, C0ll10 se profesaba en la comunidad de Qumran,
De la línea sacerdotal hemos tnltndo ya en parte, porque la El rey de Israel es elegido por Dios, el levita es destinado al
promesa davítlica habla de un rey sacerdot3l~ pero tiene un origen servicio del santuario; pero el profeta es suscitado, como Moisés,
especítico en la bendición de Moisés p"r" Lel'í, DI 33, 8-11. Si mediante un llamamiento especial, personal y directo. Esto con-
la bendición de Jacoh atrihuye a Judá un linaje regio, la bendición fiere al profetismo su carácter carismlÍtico. Pcro nadie cs profeta
de Moisés atrihuye a Lcví UIl linaje sacerdotal. Las suertes de si no sigue la línea de Moisés y no guarda la revelación sinaítica,
lIrilll y 1111111I1;11, la IranSlIlisitlll de la rcvclaciún divina y -dl~ la Esto da continuidad al profetismo de Israel.
ley, los rituales ell las celebraciones religiosas, cOllstituyen sus COII la dcslrlll'l'ilín de Jerusalén lerlninú la 1II01l:m¡uía israelita
temas específicos. Con la instauración oc la monarquía, las fUIl- y cesó también el ministerio sacenlotal en el templo, Tan sólo
dones sacerdotales pasan al soherano dc S ión, que puede dele- los profetas ~colllpañarnn al puehlo en el cxilio. Preservaron su
garlas en sus sacerdotes. El Sal 110, 4 entroniza al rey como idcntidad interpretando su historia y dcspertando su esperanza.
«(sacerdote según el rito dc Mclquisc<1cc», pero en la época pos- Por eso no es extraño que el ministerio profético ejercido en la
lexílica la esperanza en el mesías rey se fHe dehilitando, y cohró línea de Moisés diese origen a la esperanza en el «nuevo sicrv(~
illlpmlillH,:ia la figura del si.H.'erdotc, En la visión dc ZiH: ,1 apan ..Tt,;i1 tic I)itls», COIIHI queda plaslllado en los cantos de Isaías 1I Os
«dos olivos» a derecha e izquierda de un candelahro (v, J). La 4()-55)~7: eomo Moisés es el «siervo de Dios» por cxcelencia (Ex
interprctaci6n (v. 14) dice: «Son los 'dos ungidos' qlle sirven al 14, ;\ Y pl1s,\'im), así aparecen lodos los profetas como ((siervos
dueño de todo el nlllJldo». «El brillo de la antigua imagen del de Dios» (ls 44, 26; Am 3, 7 Y passim). COIllO ellos, el «lluevo
mesías se distribuye ahora entre mnbos»21': el ungido rey y el siervo de Dios» es forlllado por Yahvé, fue llamado dC'sdc el
ungido sacerdote. Con ello se corresponde la visi6n de Zac J, sello materno y es elegido por pura benevolencia. Puseído por
1-7 sohre el sumo sacerdote Josué, quc cslú ante Dios acosadu el I"Ill{i dI' },{/IIl,(i (42,1; ()I, 1), dehe l'Hlllplir S1l misión. Su
puc,hln SOI1 los pohres y alligidos, los ciegos y cautivos, los
por Sat ••n.
La línea I'n~félica es más esencial y también I11tlS intensa, ya fatigados y el pueblo disperso en las naciones. 1":1hará que el
que se remonta a Moisés como prototipo de todos los profetas y pueblo retorne y se convierta, Dios reunirá a su puehlo y lo guiará
como criterio de toda profecía, a tenor dc Dt IR, 9-22: «Yo ks al nuevo éxodo. Implantad el derecho cntre las naciones. El ciclo
suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a y la tierra exultar<Ín dc júbilo, Su redención se propaga como las
ti, y a él obedeceréis». Este profetismo se basa en la revelación olas: desde Israel, pasando por las !luciones, hasta la creación
del Sinaí que Moisés recihifl directamentc de Dios (((cara a canl>!) entera. Pero el nuevo siervo dc Dios redime por vía sacerdotal, \
COII Sil pasilÍn vicaria (Is ).1), Es maltratado, hUlllillado, acosado,
y quc fue legitimada por la gloria dc Dios, Para Israel es este
profetismo, y no la realeza, la mediaciún originaria y esencial es abandonado por Dios y sufre una lIlucrte violenta «por no-
sotroS) y «(por muchos» ()3, 6.12). Dios lleva a cabo, medianle
entre Dios y el pueblo. T..a promesa hecha a Moisés es la promesa
de que Ilunca le faltarán a Israel profetas que le manifiesten la
la pasión vicaria dc su siervo, la salvación de los pecadores y de
voluntad de Dios. Esto se entendió también como promesa (k los pohres: «(COIl sus heridas fuinlos curados». Con sus dolores
que Dios suscitaría «al final de los tiempos) un mll'I'O Mois('.\ triunfa, con su pasión L'onVCIlCC. Por eso aparece al final (1s 53,
11) ClllllO el rehahilitado y exaltado por Dios mislIlo, que se hace
25. Sig,) aquí 1I N. fiiglistcr, All/e,W(lIIIl'III/!dll' C;nll/llll/g('}/ dl'l' II('tlle,\'-
/(/lIlell/Iic111'1I en J, Feiner-t-,,1. I.iihrcr (cds,), A1ys/ailtlll
Ch"¡Sfo{ogic. ,w!tlli,\ JI 27. ef. s, t-,h)winckel, fll' ,111I1 Come¡h, IH7ss; J. Sillar!, {{i,j-tor\' {lml
1. Einsicdcln 1970, mater, ••1 vclcrotcslalllcntario desdc las pcrspccli\'as dng- Tllcologl' i" SCClmti f.\IIil/h, Londoll 1967. Sohre la hisloria de la investigación
máticas del triple ministerio Jc Cristo. en los últimos den años, c.:L 11. lIaag, Der Goltl'.\kl/cdu LJ<'i lJeJlfl!mje,wja,
26, It, Gesc. Der A1l's,~itl.\', 13.1. C'rlriige da /-'or.l'dltlllg, [)¡lt'lllslaJI lY~5, 2.13. '
\ \

LOII/{'.litíIJi('U

dueño del Illundo. Esta figura dt..:\ lluevo siervo dc Dios prometido
qlle rescata con su paSit)ll, rClll1C en sí lodo el 1Il0villlicnto pro- 3
fético dc Israel, superando a su iniciado!" Mois'¿s y su inlcrn:silJII
en fuvor del puchlo con su pasión vicaria en favor del pueblo. Categorías de lo mesiánico
El siervo dc Dios doliente es la imagen del cumplimiento llll:-
siánico del profetismo dc Israel.
¡,Quién es este «siervo dc Dios))'! Los textos dc Isaías 110
precisan müs, <¡tliní dclihcradalllclltc, para <¡IIC f(lI"IlHl!L'IIH1Sulla
y olra vez la pregunta y tengamos que vivir COIl c1la~tl. I~I pa-
ralelislllo con el Israel doliente, al que el profeta lIallla l¡ullhit5n
«siervo tic Dios», hace pensar en ulla personincación del pueblu.
Esto estaría en cOllsonancia con la idea israelita de la represcn-
tación, Pero si el siervo de Dios es la persona colectiva del propio
Israel, ¿quién padece por la salv,lciC)Jl de Israel'! ¡,es el pucblo
I.os felHímellos del mesianismo vcterolestalllcntario, del me-
de los redimidos el que redime después al pueblo? Para 1:1 rc-
sianislllo judío y del Illesianismo cristiano son Ii.lll variados y
dcnción del pueblo hay que pensar CI1 un personajc futuro, clegidh
por Dios en Israel y suscitado para esta 1I1isi('lt¡-"I. Esta esperall/tI cOlllple.iOS que resulta imposihle construir un (sistema del IllC-
cn cl ,<siervo de Dios doliente» Surgil) prohablemcllte lk IlIodo siallislll(l,~l. 1\.'1'0 siendo estos 1~I\ÚlllellOs de illlpmtallcia L'apilal
parecido a la csperanza Illcsi¡ínica en el mesías: en la Ilucva en el 1cg:ltIo del alltiguo testamento, conviene recoger las cate-
esclavilud de Babilonia sc reaviva el recuerdo de Moisés y del gorías esclIciales del IIlcsianislllo.
éxodo, y se aClUaliza C01l10 fundamento dc- una llueva esperanza En el an:í1isis tic la interprctación contradictoria de lo mcsiú-
cn Dios, La ruptura COIl aquella a1l1i~tla tradiril)1I cs insal\'ah1L' lIieo por parle lk t\1artin Buhe!". 11L'd;I1I1US ya que lkbL'1ll0S ell-.
debido a la destrul'cil'1I1 dc Jerusalén y a la cxpulsiún de la ticrra telldn la esperan/a Illcsi:illica histúricalllcllte, que 110 1'001c1ll0S
prometida: pero el recuerdo de la antigua tradición invita a esperar disociarla de su núclco histórico concreto, ni olvidar su sujeto
en la fidelidnd creadora de Dios en el futuro. Por eso el nuevo hist6rico concrcto, ni pasar por alto el futuro temporal al que se
«siervo de Di{)s)~ supera incluso al primer guía profético, l'vl11isés. orienta, Ellllíclco cstú en las experiencias políticas, que es preciso
El será profeta del éxodo, s[lcerL!ote de la reconciliación y víctima
interprctar teológicéllllcnte si el pucblo ha de sobrcvivir como
de la redención [11 mismo tiempo. En la mesianolngía vete rules-
pueblo de Dios. El sujctn de la esperanza mcsiünica es esle pueblo
lamentaria y judía, la promcsa del si~rvo de Dios dolienlc y la
.1trihutadu. El futuro dl'1 llIesías radica CII su historia venidera,
promcsa del lllesías-hijtl del IHIIllhre aparcccll, extraíiallll'llll',
yuxtapuestas ~ inctHlcxasm. No se habla dc un sul"rilllicnlo L'X-
¡nlllqul' ésla se produ/l'a en ,dos últilllos días». Si se l'olll'ihe el
piatorio del mesías, Sin cmhargo, hay que suponer que la inter- futuro IIll.'si;ínil'tl CUIIIO l'l ~<rlltllro ubsolutu» (BuIK'I"), 110 sc realiza
pretación mesiúnica de los canlos del siervo dc Oios es anterior en ningl'l!l tielllpo, tampoco ell el t¡empu flltlln~. Entonces pierde
a la aparición de Jesús. De otro modo difícilmente hubiera podido su Illícko histórico concreto cn ulla experiencia cspecífica y pier-
convenirse cn el paradigma gL'IlL'r<l1dc )a illlnprelal'iúlI !l'oli'lt!.il':1 de lalllhi~1l a Sil puehlo. Pm eso nosotros distill!!llilllOS, frL'llte i.l
de su historia. Buher, cntre el ./i/l//,.O IIICSitillil'O 1..'11la historia o l'l filial dI..' ella \
y l'I Ji///l11I l's('(//O/rí.l:i¡.o dl' Iml;l l'S;1 hi:-.tllria; I'lllrl' "los l'i1lillltlS /
1M. eL 11. Schwei/.er, /J,.údi"{l/iOlIl'II /11111 /A'{'I'.\/¡,If,'1/ i", 1, {jo/In"
1Il'CIJI.\1il'd (les .J2, /-.JJ: BZ NF 2ó (1IJH2) 251-25H.
'29. Así lambi~n S. t>.1(lwinekcl, n. 1111/1 COII/('{/', 21:'. l. Elll.~l IlI11cIJprelelldiú I..'nIlll prilll"ipill Uhl..'l'l.'run ....•
islclll" dcl lllL'sía-
:'0. eL S. MowinL'kcl, lit' /Jwl COIllf'iIl, 255. llisllHl h,',ílinp" (l,'ro IL' salili !>el" U('Í.\f.la lIIO/I;t' 1191XL Il)~.'-

- ,
\ I

\
Cale¡¡orías de lo mesiú"ico
Lo mesiánico

Mirad que Yo realizo algo nuevo». La ruptura de lo antiguo es


días». por tanto, y el nuevo eón perpetuo'. Las fronteras son
la premisa de lo nuevo, y lo proféticamente nuevo «es -no
Ouidas. como se ve en las primeras amalgamas de esperanza
mesiánica y espera del hijo del hombre: pero es razonable dis- podemos evitar el discutido ténnino- lo escatológico»4. Dicho
tinguir ambas. Con esta distinción de lo mesiánico y lo escato- con más precisión (en mi tenninología). es lo mesiánico en lo
lógico cabe también distinguir y relacionar entre sí el cielo es- escatológico. La ruptllra teológico-política de lo antiguo es una
pecial de la esperanza mesiánica en Israel: el resto por Israel o catástrofe. La catástrofe convierte lo hasta hora vigente en anti-
los pobres de Israel, y el ciclo general de la espera del hijo del cuado. y distingue los tiempos de la historia en un antes y después
hombre: todos los hombres. el género humano. tan tajante l{ue el. pasado y el futuro no pucdcn aparecer ya en
Los calificativos «mesiánico» y (cscatológic(Jl) se han elll- el mismo continuo temporaL pasaron a ser uos edades o épocas
pleado en el debate moderno en sentidos tan variados que muchas diversas. Después de la catástrofe el pueblo alcanza el punto
veces sólo parecen expresar la orientación general al futuro, d cero. por decirlo así. Corre peligro de disolverse y rendir culto
progreso y lo utópico: pero esto resulta tan falso como el uso de a los dioses victoriosos de los más fuertes. Porque su catástrofe
la llamada «idea hebrea de la historia>, para caracterizar la fe en lo es también de su confianza en Dios,!. en ese sentido. de Dios
el progreso histórico de la época moderna. De ahí la necesidad mislllo. i.Puede existir ,<Israel» después ele scmejnnte catástrofe.)
de ahnnJar eDil mayor precisiún el núclco hisll'lric() l:llllcn;tlJ. Es claro que cl pueblu nu lUvo que p1antear,>c llllIH..'a esta alter-
Gershom Scholem y Walter Benjamin seíi.alaron la extraor- nativa. Su elección por Dios la hacía innecesaria. La conciencia
dinaria experiencia uc la ruptura histórica que dio origen a la de elección parece haber sido tan ruerte que preservó la identidau
idea mesiánica y a las que ¿sta apunta por su parte. «El mesia- del pueblo. Esa fue la "hora de los profetas» v el instante de
nismo judío es en su origen y esencia. y nunca se podrá subrayar. nacimiento de la esperanza mesiúnÍLa: las antiguas tradiciones
esto lo bastante. una teoría catastrofista. Esta 'teoría destaca el
JlTuinadas en la catástrofe se convierten. en virtud de la esperanza
demento revolucionario y subversivo ~n el tnínsito desde cada
del }/I/(,\,O (iJIIlÍL'I1::'O" (/I/(' Dios /~/i'('c(/"á dI jll/l'h{o l'(l/' I/ledio ¡{el
presente histórico al futuro mesiánico»' Pero Sehokm combina
mes(as. en recuerdos indicadores Jel.titTuro. Se podrá considerar
aquí dos subversiones distintas: el ocaso y la aurora. gl.primero
esto como <~idealizacióm) del pasado irrecuperable: pero pre\'ia-
en una catástrofe::la segunda. la salvación. Ambos son saltos.
mente a tales valoraciones hay un hecho de experiencia: Sólo en
como sugiere Scholem: tránsitos sin transiciÓn. El salto hacia el

I
¡~

futuro mesiánico presupone la caída en la miseria del presente ~ el extranjero se sabe apreciar la patria. Sólo cuando somos ex-
hist~ric~. Retrocedamos al oáge"n de la esperanza mesiánica de pulsados del paraíso. El conocimiento necesita la distancia y el
Isra'el:' ésta no nació sin más de una decepción histórica, como extraii.amiento. Por eSO el conocimiento de sí mismo llega de-
interprete Buber en versión psicológica, sino concretamente de masiado tarde o demasiado pronto. En plena faena reina la ce-
la invasión de Israel por Asiria, con el sometimiento del pueblo I guera. De ese modo, sólo la espera proktica en el mesías pone
y su esclavización. G. von Rad ha insistido en esta experiencia en claro lo que la historia anterior tiene que decir sobre el ungiJo "'
tea política de pérdida de las tradiciones e instituciones básicas
j de Yahvé y sobre David. La esperanza en la nueva JeIUsalt~n
de Israel. para interpretar a los grandes profetas, y ha ilustrado actualiza lo que fue de verdad la antigua Jerusalén. Walter Ben-
«su teología de las tradiciones proféticas de Israeb> con la frase jamin expresó así esta clase ue percepción histórica: ,<Articular \
de ls 43. 18: «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo. el pasado historiográficamente no significa conocer 'como fue
realmente'. Significa percibir un recuerdo tal como resplandece,
2. eL 1. Moltmnnn. Dios en la creación. Salamanca 1987, 13655. 129ss.
G. Scnulem, ZlIr Verstandllis der me.ssianischen Idee. Judaica 1, Frnnkfurt 4. G. \/. Ratl. Teologia del antí~uo testamento 11. Salamanca "1990 .
1963,21, hace una distinción similar.
• 3. G. Scholem. Z'lr Versriindnis .... 20: 2275, 280. \.14.
, I

1.0 mt',\Ífíltíl"(J
4Y

en el mOlllento del pelignJ»5. Pero esta (hermenéutica del peli- 1, El mesías llega cuando es necesurio: cuanuo la miseria
gro» (.l. B. Mel!.) es sólo una vertiente y el comiellzo: «Sólo il es lll<Ís honda y se ha ahallllolwdo loda l'SpCrtllWa, Dado que la
la humanidad redimida se le jJlu:dc citar el pasado el! cada lUlO redcllción IlIcsi<ÍlIiL'arcsponde i.I la catüstrolc histúriL'a, c:-.ta tcoría
dc sus 1l1OIlIcnlos,/'. catastn'¡l'iea, quc cahc lIi.ltllar ({apocalíptica", ticlle UI1 elcmcnto
El pasaJo es UI! tiempo pasado sólo en términos generales. dc vcrdad. Quila allllesías la libertad d~ vcnir cuando d lo juzgue
El pasado real y concreto dc los vencidos queda oprimido por convcniente, y k presiona, por decirlo así, con lo contrario:
los vencedores, hasta desaparecer sus rccucnlos. hasta extinguirse
cuando el Illundo se precipila en la cat:.ístrol"c y cSlá caído, llega
la cOllciencia dc la historia y
quedar (kslruida su idcntidad. Pero
la 1"l'{k'llción (' c(lflll'lIrio, I~ste calastr{)fislllO apocalíptico ap,II1'cC
ell peligro prcscJl1c se evoca
el pasado y el e1CIIIl'lllo reprimido
1¡1I11hi011 el! la era lIuclear llIodel'lla: pero su leología de Ilarllla-
como identidad recordada. Y la I'l'tll'nc¡'íll futura lihraní y ac-'
gl'd611 es UI\ error y Illera justificaL'it1ll l!L'1nillll'lI {k'¡ inril'rnn
tualizará todo el pasado desde la opresión y la rcprcsitlll. Si la
Iluckar!':,
catástrofe irrumpe la historia y la condena del pas<.ldo, ItI reden-
ción en camhio alumbrará la historia y hará del pasado el eterno 2. El mesías vicnc cuando está disponible porque se le ha \
prcsente. Si la catástrofe reprime los rccuerdos, la redención los preparado el camino. Tal es la consigna de los profctas (ls 40): ,
recupera. La historia entendida como UI1 continuo, como desa~ iPreparadlc el call1ino al Seíior! ¡Convertíos! ¡1I:igasc la luz!
rmllo y progreso, s(llo puede ser la historia dc los vencedores ¡Alzad las eabczas! El mesías no vicnc sin ser anunciado. lIace
que quiere afianzar y ampliar su poder. I,a expericncia dc la prcceder el evangelio que lo anulH.'ia. En este sentido qlliz{¡ Buber
historia qllc ticllcri los vencidos, sojuzgados y esclavizados, es tcnga razún: (Todo tiempo est{¡ próximo a la redcnción, toda
la experiencia dc la catñstrofe y la esperanza en la rcdenci¡)n, es accit)1I quc se hace por Dios se puede llamar acción mesitinica»'I,
la ruptura conocidn y el comienzo deseado, la ruina padecida y Esto no significa que las hucnas acciones acclercn la redención
el resurgir esperado. La catústrofe padecida sólo permite espcrar lllesiünica (1 <¡tiC ellas mismas constituyan esta rcdención; pero
el vuelco de la situaci6n, A esto se puede llamar el (~eh.::lllenlo sí significa que la eSperallLa ell la vCllida del mcsías ticlle ya aquí
rcvolucionario» dc la csperanzu mcsi:ínicH. y ahora Ull cfcclo mcsiánico. Este efccto consiste en la (Illejora
Por estas razones, la pregunta sobre ClIl1f1llo \,icllc el mesÍ(/s
del lIlundo en dirección al reino de Dios»), como dice la oración
no se puedc contestar cn dirccci6n a la temporalidad lineal, sillo
dd /\/('/1/1 judío. "/'0 11/t'l/tI I!le lI'or/d1O aportalldo \In (lIik//JI al
mediante la cualificación dc la situación (k{/irás) que hacc posible
illlllHlo, ulla mejora allí donde el Illlllldo ha rallado". El 11111.:/111
y neccsaria esa venida. Se indican las condiciones para su venida,
es algo lIli.ís qlll: !Ina reparación del 1I11llJ(in,pucs la I"ealizadlln
pero no se da una fecha. «El mesías vicnc cuando todos los
de todos los IlIil.://lI L'ollslituye el reino del IlIcsías y, a través de
invitados se han sentado a la mcsa». «El mcsías vienc cuando
él, es el n:in{) de Dios mismo. COIllO cada tliil.:uII realiza una
todo Israel guarde un s:lhado, o cuando todo Israel no guardc
posihilidad ohjetiva, cn el liclllpo histórico dd presentc dehen
nillgulHln. <d~1llIesías vienL' C0l\10 111\1:lllnlll ell la lIodll'». 1':1
«tránsito dc la transición,> hacia el tiempo del IllL'sías es illlprc- Ilahn l'slallado ya los fragllll'Il!OS del ticlIlpo lIlCsi¡íllico, F1I l:Sllj
visible como un milagro o COIllOun sallo hacia otra cualidad dl~ scntido cada 111OIlll:1llo puede ser un momento mesiánico, «c¡H,h~
la historia. «Hay tres cosas que IIcgan de improviso: el mesías, segundo es la pequeña puerta por la que pucde cntrar el Illcsías»'2J
el descuhrimicnto y el escorpión», escribió no sin ironía un maes-
tm talmúdico en el siglo IIF. De ello se desprenden dos po~i- H. J. r-.loltlll<lllll, 1>it' ,lItA/nl"(' KIIIII.\II"OI'!IC: 11'0 hláhl Go/(): Ed'h -t7
(1()H7) i(b~.
bilidadcs: () 1\1. Iluhn, !\'t',L' 111. I\Wlldll:11 Il)h.l, 75(1
lO. 1: 1:.j"~~L'II11eilll, 'Fu Ah'nd I/¡,' 11'011". FOIiI/"<tlio/l.1 '!( hl/m,' ./,'11';.\11
5. W. Benjamin, (;I'.I"dlichl,lphilo,wplli,\l'he 7ht'Wll \'11. l:ll 1111111/;1/111;0- 1'11/111.1;111, Nl:w Yurk II)H2, snhr..: lmlll 250 ss.
/lt:II, Al/gell'ii¡dtc, .\\'J¡rij;('/I, FrankfulI 1961,2711. 11. Sr.:halol\l Bel1-Chulíll, /Ji!' A'llIl'(J1"/ ,h'.I' .1011<1. ZIIIII Gt',l/allll"tlllr!d 11'_
6. W. Bcnjalllin, Geschidl1.I'(I¡liltl!>opllisdu: 1'11('.\"['/1, 269. rad.\, tl<llllhllrg I ().'i(), IIJ,
7, Cit. cn (.1, SdHl1elll, ZI/" \'a.\'I(Él1<llIi.\' dl'l" 111f's.\it//li.\r'/u'll I,/"t'. 2(1 12, \l.,'. llelljalllill, (;t'.I<'{lit/¡I.I/'/,iI".I"I'/';II'!1I' 1'11(',14'11.27').
50 V, I//('.liállico
5/
"

Preparar el camino al mesías significa vivir a la luz del a~lvi~~.lto Scholcm ni hace una referencia explícita a la situación del
y abrirse a su llegada juntamente con este Illundo. SI~l1Ihca pueblo que vive con esa esperanza mesiánica que le permite
anticipar su venida con el conocimientu y ',a ,acción, tn.lhaJ,Jr (~ya sobrevivir i.l las cal¡ístrofcs, Para (,el puehlo que vi\'e l.'n tinie-
ahora» con todas las fuerzas para hacer _vlslhle algo dc esa n;- blas,>, los esclavos, los cautivos, los explotados y oprimidos, esta
ucnción dc" todas las cosas que el mesías llevará a cabo en sus esperanza no es algo irreal y lejano, sino su única rcaliLlad pre-
días. sente. Si tienen pundonor y dignidad humana, será tínicamente
',Significa eso «precipitar» el final y (,forzar» al Illesías'! Es en csta esperanza y desde ella. La csperanza mesiánica en un fu-
verdad, como dice Schoicm, .que el mesianismo judío incluye 111I'0que lodo lo modifiquc,. hacc quc los cautivos no se rcsignen
entre sus e1elllentos ut6picos «la seducción de la acción, la lla- a la cautividad y los csclavos no se doblegucn ante sus amos.
mada a la actuación»lJ. También el mesianismo cristiano sabe La esperanza lIlesiilnica huce que vivan «con la cabeza alta» pese
de los brotes de impaciencia escatológica para la realización dc a Sil realidad actual. De no existir tal espcranza, se resignarían
lo esperado. No se trata sólo de los Illovimientos milenaristas Y~, ti estu situaci6n dc' 'l1uerte Icnta. Mordcrían el polvo hasta ani-
revolucionarios dc los taboristas, anabaptistas y puritanos; se trala I~
quilarlo •
l5
Pero el no resignarse, sino sentir 1;.1injusticia en el
sobre todo dcl imperio cristiano desde Constantino y la tcocracia 1, Jolor y rebelarsc contra ella, es lu que constituye la esperanza
clerical dc la edad media, que fueron considerados C0l110anticipos t inextinguihle, «Sólo cuando la esperanza del pucblo Illuere, el
del reino cterno prometido y se vinieron abajo, La diferencia ,~ puchlo nlllcre», dice con razón lIll proverbio brasileño.
entre la presión sobre el mesías por ahondamiento de la cattístro!"e Ilay, sin clllbargo, UBa evidcntc (ffllicipaci(ÍJI del th'1II1'0 111('-
y por instan ración forzada de su Reino no es tan granLle C0ll10
supone Scholcm. Los apocalípticos y los revolucionarios pro-
,\'ilÍllico en medio de las tiempos históricos: es el sáhado. Ell
SÚbi.HI,o sClllallal rcmclllora liI fiesl'.1 dc la creación cn el \(descanso
ceden dc la misma familia. Entre ellos discurre la línea tic la dc DIOS», cuando hOJllhres y ¡¡BlIllales hall dc gUilrdar reposo.
pasión serena por la accitín Illcsitínica, por la esperanza activa, Entonces llega el \<siÍhado regio» a los oprimidos y agotados. y
por la expectativa tic liheraciún de los pobres y oprilllidos; por los alivia. Pero L'I s<Íllado :llltiL'ipa 1;l1l1lliénel tiempo mesi<ÍlIiC{I,
tanto, la ética mesiánica del tliikwl, Los cantos del «terl'er banquete)) a medianochc del si.íbado «ex~
El gran peligro del pensamiento mesiánico y de la vida Ille- presan la cmbriaguez dd futuro próximo del mesías»'lo. En el
siánica es lo que G. Scholem ha llamado expresivamente el «(pre- presente del sübado se celehra a la vez la fiesta dc la creación,
cio del mesianismo»: «(Vivir en esperanza es algo m:ls grande, de la lihcraci6n y de la rl'dellci6n, A la luz de la redcnción se
pero es también algo profundamente irreal... La idea lllesi,ínica pUl'de llamar al sábadn «lllla septuagésima parte del JIlundo del
obligó al judaísmo a la \'ida en demorn, que no permite hacer y fultllu»'7. Así como él representa el anticipo dcl liempo mesiá-
realizar nada de 1110dodefinitivo'''. I.,a esperanza I\lcsiiÍnica puede nico, así l:1 futuro lielll(HI IlH.:si;ínico se prl.'scnta COl1l0«el s,íhadn
influir cn las dos direcciolles: Pueden despegar d corat.t'llI dc los sin fin)', "('lIillltlo ttlllu IsraL'1 observe el s;íhado vcnl!r;i el IlIC-
humanos del prescnte, y también el sufrillliclllo por los agobios sías)!. Icclllos. Esto significa que la observancia ctlllltín y real
actualcs. Pcro puede tulllbién hacer pensar en el futuro del mesías del sáhado es el tielllpo IlIesi<ÍnÍt.'o, y a la inversa; pero significa
y llenar el presente con el consuelo y la felicidad del Dios que tamhién que en toda auténtica celebración sahática el mesías entra
se acerca; entonces la idea mesiánica no impone Ulla «vida en
demora», sino 1111 \'idr el! la (l1ltici¡'(Iciáll, que obliga a hacer y 15. Así decían I()~ esclavos negros ell lus estados sureiíos de los EE.lJlI:
realizar todo de modo definitivo porque el reino de Dios ya ha "BclI¡ dowll so low '¡ill d(Jwn don't hulhcr you 110lllore».

«l\egm1<») en sentido mesiánico. 16. Fr. !{llSClll,wcig, l>e,- Sll'I"lI til'" Fl'lii.wJlg. Ikidclherg .111)5.1, 111,
67, J. Scim, Me.I-.Iírllli,IIIIII,I.in dlJ'i.I/lid/a Sida: EvErz (J 9H21. eL lamhién
J. MolllllUllIl, ':;1 súb(//ll/: lu .f/e,1'!11de I11 ('I"l'lIl'iáll. en Dio,l' 1'11/11 lT('cll'iáll,
13. G. Seholell1, Zltl" Vn.I'/iiwl/lí.\. d('1" IIU'.\',\'illl1íld/I'11 Ide,'. ,-,.1. 2H7ss.
14, ¡hid., 73s. 17. Ikrachut 57b,

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52 Lo mesiánico . f,
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por esa pequeña puerta en el presente y se reúne en el <qábado
, regio,;' con los, suyos. El día sabático' de la semana apunta al"
4
'semestre, el semestre apunta" al sábado del tiempo mesiánico, y'
el sábado del tie.mpo mesiánico apunta al sábado eterno de Dios. La cristología
Et día sabático ..es mja especie de intermezzo mesiánico en el en el diálogo judÍo~cristiano
tiempo histórico, y' la celebración' sabática una especie de «sa-
'cramento mesiánico del. tiempo». "«EI que viene» trasporye en
cierto modo el tiempo, con. los días y años sabáticos, a los vai-
venes mesiánicos de su espera. El sábado no se encuentra en el
continuo tiempo laboral sino que es su interrupción en el descanso
..'
.del hombre y de la naturaleza. El sábado dispone así al hombre
y a la naturaleza para la llegada del tiempo totalmente OtTodel
mesías. Los tibera para la llegada' del mesías. en medio de lo,
pasajero. Junto al mesianismo ruidoso de la apocalíptica catras-
trofista y el mesianismo salvaje del utopismo revolucionario, el El diálogo clistiano-judío gira inevitablemente en torno a la
sábado es un mesianismo callado, pero más tenaz y por eso más pregunta mesiánica: «¿Eres ro el que ha de venir o hemos de
duradero. Llega en lo cotidiano y esconde el anhelo de redención esperar a otro?». La esperanza mesiánica nos conduce a Jesús.
en la inapariencia de la vida real. pero impide también que los judíos vean en Jesús al mesías
esperado que ya ha venido'. A la pregunta mesiánica del Bautista
responde Jesús con su proclamación y sus signos y milagros. Los
evangelios insenan su aparición en el horizonte de la esperanza
mesiánica de Israel. No obstante, es esta misma. esperanza me-
siánica la que impide que «todo [srael» acepte ya a Jesús como
mesías". Teniendo en cuenta que la cristología cristiana primitiva
nació en este campo de tensión, toda cristología cristiana tiene
que volver sobre este conflicto y dialogar con la renuencia judía'.
Es la pregunta fundamental en el núcleo de la cJist,?lbgía cristiana:
¿la renuencia judía es anticristiana? ¿la afirmación cristiana es
antijudía?, ¿el no y el sí a ,esa pregunta son definitivos o provi-
sionales? ¿son exclusivos? ¿o pueden adquirir una significación
dialécticameme positiva para aquellos que los formulan?
Martin Buber, en su diálogo con el exegeta neotestomentario
Karl-Ludwig Schmidt el 14 de eoero de 1933, en la Jüdisches
Lehrhaus de Stuttgart, presentó la objeción judía contra la me-

1. Cf. J. Pctuschowski.l. Moltmann, La t!spermn.a mesiánica ell el c:ris-


!hmismo: Concilium 97 (1974) 265-273.
2. R. Ruether. Ndc:hstenliebe und Bntdermord. Die (heulosischen Wllr.
::eln d¡:s Amisemitisl/lIIs, MUnchen 1978, ha formulado esf:l preguma con (odo
el rigor necesario.

...~'.
Lo muiónico " Lo crisrolúg(a t'n ~l didlogo)l.ldlo-cristiallt:.,
, 55
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sianidad de Jesús en términos tan clásicos que desde entonces , de Dios' . .'¡,egún Ben-Chorin" pues, sólo hay un corte judío en
los judíos 1"
repiten siempre: «La Iglesia está en la creencia de la, historia de este mundo irredento: la revelación sinaftica de Ja,
que la negada de Cristo supuso la redención de la humanidad. ',',.
torá, por medio'de Moisés, al pueblo de Israel. .
Nosotros, Israel, no podemos creerlo". No se trata de mala vo-
i~":
Por último. también Gershom Scholem repite' este argumento
luntad o de un empecinamiento, sino de <<nopoder aceptar>,.algo. ':1:' en favor de l.a renuencia judía: «Hay un concepto divergente de
Con todo el rcspeto que sentía ante Jesús y ante el cristianismo, .redención que deteimiim la actitud mesiánica en. el judaísmo y
"
una experiencia más profun"dll le obligó a confesar esta imposi- en el cristianismo ... El-judaísmo ha mantenido siempre, en todas'
bilidad: «A un nivel más profundo, más auténtico, sabemos qne sus formas y figuras, un concepto de redención ,que presentaba
la historia mundial no se ha agotado, que el mundo no está aún a ésta como un evento que se realiza públicamente, en el teatro
redimido. Sentimos el irredentismo del mundo. La Iglesia podrá, de. la historia y en el elemento de la comunidad; que se realiza,
o tendrá que interpretar este sentir nuestro como la conciencia en suma, en la esfera de lo visible; y no" es pensable sin esa
de nuestro irredentismo; pero nosotros lo entendemos de otro presencia de lo visible. El cristianismo, en cambio, concibe la
modo. La redención del mundo, para nosotros, va unida indi- redención como un proceso que acontece en el ámbito espiritual
solublemente al peIfeccionamiento de la creación, a la instau- e invisible, que se realiza en el alma, en el mundo de cada
ración de la unidad realizada sin traba alguna, sin contradiccio- individuo, y' produce una ~'ansformación misteriosa no compa-
nes, en toda la complejidad del mundo; va unida a la consumación rable a nada del mundo exterior ... La reinterpretación de las
del reino de Dios. Nosotros no lograrnos percibir un anticipo de promesas proféticas de la Biblia en el ámbito de la interioridad ...
la redención efecriva del mundo por mucho que se nos anuncie ha sido siempre para los pensadores religiosos del judaísmo una
en nuestras horas mortales la redención activa y pasiva. No per- anticipación ilegítima de algo que, en el mejor de los casos, podía
cibimos ningún corte en la historia. No conocemos en ena ningún ser la cara interna de un proces.o que se realiza en el exterior',
punto medio, sino tan sólo una meta. la meta del Dios que no pero nunca sin este proceso mismo.5.
se detiene en su camino). . ¿Puede haber. por tanto, alllicipos o preludios de la redención
Schalom Ben-Chorin hizo suyo, desde muy temprano, ese en áreas parciales previamente a la redención defmitiva. total v
argumento: «El judío conoce profundamente este irredentismo universal del mundo? ¿puede haber venido el redentor mismo ;1
del mundo y no ve ningún enclave de redención en medio de mundo ya antes de la redención efectiva de' éste? La.pregunta de
este irredentismo. La concepción del alma redimida en medio de la existencia cristiana es: ¿Se puede ser ya cristiano en este mundo
un !nundo irredento le es ajena. muy ajena, inaccesible desde el irredento y existir como persona mesiánica? Ante~ de tratar de
abismo de su existencia. En esto consiste el núcleo del rechazo ",sponder a esta pregunta crítica debemos formular la pregunta
de Jesús por Israel. y no en una .concepción del 1,Ilesianismo opuesta, ya que el argumento del «mundo irredento» incide igual-
meramente externa. nacional. Redención significa, en perspec- mente en la existencia judía. Por eso, como «cristiano-paganos»,
tiva judía, redención de todo mal. Mal de cuerpo y de alma, mal debemos pasar también esta pregunta «pagana» a Israel: ¿Puede
de la creación y de la cultura. Cuando nosotros decimos reden- haber ya en la soberanía inmediata y universal de Dios, antes de
ción, nos referimos a la redención integral. Entre creación y la redención del mundo. un pueblo elegido precisamente con
redención sólo conocemos un corte: la revelación de la voluntad miras a esta redención? ¿la elección de Israel no destruye su
solidaridad con la humanidad irrcdenta. aunque aparezca como
3. M. Buber. Der Jude und sein llldentwlI, KOIn 1963, 562. er. rambién
G. Sauter, Jesus der Christus. Die Messianitat Jesu als Fr(lge an die gegeJ1- 4 .. SchoJern Ben.Chorin, Die Amworl des Jona, Humburg 1956, 99, con
wtirtige Christenheit: Ev111 42 (1982) 324-349. cuyn interpretación no puedo referencia a su escrilo Die Chn's/lIs!rage all die ludell, Jerusalem 1941. 25.
comparur porque parece sustituir el concepto cristiano de redención por el de 5. G. Scholem. 2ur VerSltindnis del' messiallischen [dee. Judaica r. Frank-
reconciliación. "relegándolo de ese modo. tim 1963,7-8 .


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56 ~ . Lo mt'si(ÍJlíco La crist%gla t'n d diálogo)udlo-cristiano 57
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representante de ella? Y si este mundo está tan irredento, ¿no interiorizó la redención escatológica; sino que fue la .plasmación
resulta el «corre>,judío, la revelación de la voluntad de.Dios en
el Sinaí. una posibilidad imposible en medio de todo este mal~
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política elel reino mesiánico de Cristo en el imperio cristiano de
los emperadores Constantino',. Teodosio y Justiniano. Si' se' in-
• y sn observancia una tarea excesiva. para Israel? De modo más
.. ~ terpreta este imperio' cris~ano como el «reino milenario});: los'
simple y. existencial cabe. preguntar ~i se puede ser ya judío en santos deben reinar con Cristo y juzgar a las naciones. En el
este mundo perdido. ¿Se puede seguir siendo judío después .de .,i .
milenio no se tolera l~ oposición a Cristo; ei sacro imperio cris-
todas las' crueles persecuciones por los hombres y de los. aban- '"\..
tiallD no otorgaba ningún derecho a disidentes, heterodoxos y...
donos por Dios? Pero ¿no es Israel, el pueblo de la elección y
judíos. La cristianización política forzada desencadenó el pro-
de la voluntad de Dios, algo singular e irrepetible en el mundo
blema pagano. y la misión entre los judíos iba a desencadenar
de las naciones? A la luz de la esperada redención del' mundo
el «problema judío». Más tarde, la inquisición desencadenaría el
resulta graliñcante el milagro de la existencia profética de Israel.
problema de los herejes, La horrible «iolución final" de la cues-
En eft,cto, si no hay una vislumbre o un anticipo de redención
en este mundo, ¿por qué hemos de considerarlo como «irre- tión judía pretendió instaurar el «reino milenal;o» bajo ia direc-
ción seudomesiánica de Hitler. Si existe va la I"lesia en ese teino
dento»? El hecho. innegable del «mundo irredento» no cuestiona . '"
cristiano de signo milenario, tendrá que interiorizar la salvación'
sólo a los cristianos sino también a los judíos, porque unos y
otros. cada cual a su modo, contestan la existencia. el mundo y dejar todo lo exterior a los emperadores cristianos: la Iglesia
irredento, y se oponen a sus males. cuida de las almas y de su salvación; el emperador reclama el
La imagen del cristianismo que presentan Buber, Ben-Chorin cuerpo y procura el bienestar en el reino. Esta teología política
y Scholem se ajusta sin duda a un cierro cristianismo histórico. milenarista antigua fue modificándose en la historia del cristia-
mas no afecta a Jesús mismo ni tampoco, .sustancialmente, a la nismo, pero preside hasta hoy todas las ideas sobre el «occidente
profesión cristiana auténtica, dispuesta a seguir a Cristo. Ellos cristiano», la «civilización cristiana» y la «era cristiana»7. Las
cuestionan solamente el «concepto» de redención supuestamente ..;risto(ogías que se consuuyen en esas teocracias son «antijudías»
cristiano. Pero ¿en qué. cristianismo histórico prevaleció ese con- porque tales teocracias políticas lo SOI1.La cristología de Jesús
cepto de redención interiorizado en la salvación del alma? Sin no es antijudía; las cristologías del reino y de la soberanía mi-
duda, en aquel CI;stianismo histórico que abandonó la escatología lenarios, en cambio. son aritijudías en su reverso. A medida que
real-futurista del nuevo testamento Y con la interiorización de la .Ias iglesias europeas se desprenden hoy de sus viejas funciones
salvación humana trasladó también al más allá el futuro de Dios, como iglesias estatales, y a medida que las propias comunidades
viendo la redención, no ya en el reino de Dios, en «el cielo nuevo • cristianas chocan con las ideologías y el aparato de poder de los
y la tielTa nueva», sin6 únicamente en la salvación del alma imperios y las «naciones redentoras» en las que existen, muestran
individual en el cielo de los bienaventurados. una mayor apertura a Israel y a la existencia judía v luchan más.
. Scholem señala con razón la influencia funesta de Agustín junto a los judíos, por la justicia de Dios en et"i~edentismo del
en esta evolución. Se suele explicar esta reducción de la esca-
mundo irredento.
tología con la supuesta experiencia decepcionante sobre la siem-
Esto significa que la cristología de la lalesia histórica debe
pre retardada parusia de Cristo. Buber y Ben-Chorin se suman
eliminar cualquier milenarismo actualista y ~ualquier entusiasmo
a los «teólogos de la decepción», Albert Schweitzer y su escuela
de la denominada «escatología consecuente»; pero el proceso
de cumplimiento o plenitud. Jesús de Nazare!. el mesías venido,
es el siervo de Dios doliente que con sus heridas sana y con su
histórico fue muy distinto'. No fue la decepción histórica lo que
pasión conquista. No es aún el Cristo de lo parusía que vendrá
6. .Expongo es[e punlo más ampliumeme en P. Lapide~J. Molrmano. en la gloria de Dios y redimirá el mundo para hacerlo reino. Es
Israr:! L/lid Kirclle: ein gemeiruamer Weg? München 1980. Pero cL también
A. Dempf, Sacrum lmperium. Geschicht.f- und Staatsphilosophie des Mil1ef. 7 .. ef. la sugerencia de W. Elert. Das Problem des politischen Christus,
,liters IUTdder politischen Rctlaissall(:e. München 1982. en De,. Au..•.
gang de,. altkirchlichen Christoloj;ie, Berlin 1957, 26s5.

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58 LD mesiánico , La cristolog{~en.ti diálogo judío-cristiano 59


I
el «cordero de Dios», aún no e} «león de Judá». Lo que ya ha camino hacia la revelación de su mesianidad. Llamamos a esto
venido a este mundo con la Uegada y la. presencia de Cristo es
la rehabilitación de los alejados de Dios y la reconciliación de J
.. JI
eJ «secreto mesiánico» .de Jesús. El Señor resucitado está en.
camino hacia su señorío', que empieza aquí, pero aún no es . "
los enemigos, pero aún no la «reden~i6n del mundo», la, supe- '.t
universal, para entregar fmalmente el reino perfecto a Dios, que
ración de toda hostilidad, la resurrección de los muenos y la 'r,
entonces 10 será «todo en todos» (i Cor 15. 28) y ejercerá su
nueva creación. El amor de Dios se manifestó en Cristo; pero la
gloria de Dios no ha perdido aún su carácter' ocnlto. Por eso la
" <;teocracia directa» (Buber)' ,'.'
vida de los cristianos está; aquí y ahora, «escondida con Cristo El Terreno -> el Crucificado -> el Resucitado -, el Pre-
en Dios» con la esperanza de que «cuando aparezca Cristo, tam- sente - > El que vendrá: tales son las etapas de la historia es-
bién vosotros aparezcáis gloriosos con' él» (Col 3, 3-4). Pero carológica de Dios con Jesús, a la que hace referencia el título
justameute porque los hombres están «ya» en paz con Dios, no' de Cristo y que la crist()logía ha de concebir y comprender re-
se conforman «ya» con este mundo convulso .. 1 flexivamente. Si se toma en serio a este «Cristo en camino»,
'.
Cristo resucitado tampoco es «aún» el Pantocrátor; pero está { podrá<haber ya aq~í (utilizando una antigua distinción escato-
en camino hacia la redención del mundo. Por eso, la afirmación lógica de la teología) una christologia viae, pero aún no una
cristiana de la mesianidad de Jesús, apoyada en la reconciliación christologia patri'ae. Antes de la parusía de Cristo sólo puede
creída y vivida. aceptará la renuencia judía y la hará propia en haber una cristología histórica y no una cristología milenarista.
lo que se refiere, dentro de esa redención total y universal del Esto excluye. desde la cristología, cualquier triunfalismo eclesial
mundo. a las dimensiones de esperanza de futuro y de rechazo y político, ya que la christologia viae es theologia crucis y nada
actual de este mundo irredento. La afirmación cristiana de Jesús, más. El que viene está por llegar y sólo cabe concebirlo así: en
el Cristo, no es por tanto algo cerrado y concluso, sino que está camino y caminando con nosotros. Pero, justamente por eso, la
abiena al futuro mesiánico de Jesús. Es una afinnación escato- confesión de Cristo en la historia de este mundo irredento se
lógica, anticipatoria y provisional: «Maranatha, amén, viene Je- entiende como anticipo de esa nueva creación en la que toda
sús, el Señor» (Ap 22, 20). Por eso, no puede ser una afirmación
lengua lo reconozca en .Ia gloria del Padre (Flp 2. 11). La con-
excluyente y excomunicante, aunque se haga con sentido con-
fesión de Cristo lleva siempre al camino. y no es aún la meta.
fesional. El que confiesa a Jesús como el «Cristo de' Dios»,
reconoce al Cristo én devenir., al CrisTO en camino, al Cristo en Jesús, «el Seño!'», como decía la comunidad primitiva, está
el movimiento de la historia escatológica de Dios. y siguiendo a en camino hacia su reinado, no sólo en los tiempos venideros
Jesús recorre este camino ck CristOs. El Jesús terreno estuvo en sino también en los espacios actuales: él recorre el camino desde
Jerusalén hasta los confmes del orbe (Hech 1, 8), desde Israel a
8. eL té1lnbién R. Ruether. In wlzat Sense can \Ve say tha! Jesus was «The ¡as naciones y desde éstas, de nuevo, a Israel y a Jerusalén (Rom
Christus»: The Ecumenis[ 10 (1972) 22. para quien Jesús s610 será el Cristo
1~, 26). Recorre el camino desde la Iglesia a los pobres y desde
en sentido pleno 01 final de [os tiempos. Jesús es el Cristo uhonl en el sentido
de que anticipó d triunfo divino al final. Dado que la autora tomó In idea básica los pobres a la Iglesia. El camino de Crisro nace bajo los pies
de una teologia escatológica de Teologra de la esperanza. coincido con ella de aquellos que lo recorren. Entrar en el «camino de Cristo»
frente a sus críticos. Cf. también F. Mussner, Treuado sobre los judíos, Sa- significa creer en élJO• Creer en él significa ir con él en so tramo
lamuncn [983, 332-333. C. Thoma. ChristUche TlJe%gie des Judentwns,
Aschaffenburg 1978; P. van der Osten-Sacken. Grund •.iige einer The%gie im acma!. «Yo soy el camino» es una antigua autodefinición joánica
cliristlich-jiidischen Gesprtich. München ]982. eL también H.-J. Kraus. As-
pekre der Christ%gie im KOntext a/ttestamentUch-jüdischer Tradition, en E. 9. Cf. Teología de la esperanza. l12-1 '13: «Jesús se revela como el
Brocke-J. Seim (eds.), Goltes Augapfel. Beitrtige z,Jlr Erneuenmg des Ver. S~ñor que está en camino hacia su dominio verdadero y. en esa medida, en
hti/misses VOl! Christell und Juden, Neukirchen 1986. A: Chrisrologie. 1-23; diferencia con lo que será».
J. Seim, Methodische Anmerkungen zur Christologie im Kofltext des christ/ich- 10. P. vnn Buren, Discemillg the Way. A Theofogy ojJhe Jewish.Christial1
jiidischen Gesprtich. en Wer Tora vermehrt . me1zr Leben, FS filr H. Kremers, Reality, New York 1980, ha elegido con acierto esta ¡den como fundamento
Neukirchen 1986.25.31. . de su nuevo diseño teológico.
60 .. Lo rnesitinico " . . úu:risro(ogia en el diálogo jlldio-cristialfO 61

de Jesús (Jn 14, 6). Nosotros la entendemos como. anuncio del de los patriarcas» (11, 28). Por eso cabe afirmar con razón que
camino al. «Padre», que.es el camino del evangeljo al reino eterno «sólo habremos superado el antijiJdaísmo cóstiano cuando 10.-
a trav.és,de la historia. mundial. . QTamos hacer algo teológica-positivo con el rechazo judío de
Si la negación judía. de la mesianidad. de Jesús no obedece Jesucristol4. Este elemento «positivo}) estribe en' la misi6rr pa-
obstinación o a maja voluntad sino a una «imposibilidad» .. como gana, queda origen' a la Iglesia. No es sólo algo positivo resultante.
dijo Buber, no hay ningún moti.vo p'ara los cóstianos de lamentar de lo negativo,. como de lo malo se ha d~ sacar lo mejor,. smo
o reprochar esa negación. La renuencia de Israel no equivale a que, según Pablo, es la yoluntad de Dios lo que se manifestó en
la renuencia de cualquier increyente. Es una renuencia especial la incapacidad judía ante el evangelio de Cristo. Por eso el ju-
y debe respetarse como tal". Pablo, en Rom 9-11, vio en la deocóstiano Pablo puede lamentar la negativa judía y dolerse por
negativa de Israel la voluntad de Dios. Israel no se endurece por su pueblo (9. 2-5), pero celebra. a la vez el «sí» de Dios que se
'.'-,1;. manifiesta en esta negativa:. «Su devaluación es riqueza para el
decir «no», sino porque- Dios lo «endureéi6»" Israel no puede
menos' de decir «no»12. Endurecimiento no equivale a rechazo y
mundo» (11, 12), «su~reprobación es reconciliación para el mun-
do» (1 1, 15),
nada tiene que ver con un juicio moral. ¡;l endurecimiento es una
No es posible que Dios hubiera reprobado deíinitivamente al
actuación de Dios históócamente provisional y no escatológi-
pueblo elegido -sería reprobar su propia elección (11., 29)-
camente definitiva. Es una actuación orientada a un determinado
para buscarse otro pueblo: la Iglesia. Las promesas de Israel
fin, como indica el relato sobre Moisés y el faraón. Por eso hay
permanecen y no se han transfetido a la Iglesia. Esta no se
que preguntar con qué fin «incapacita» Dios a todo Israel para
desplaza a Israel en la historia de Dios. En la perspectiva del
creer en Jesús. La respuesta es: Para que el evangelio pase de
evangelio, Israel no se convirtió en uno de tantos pueblos o
ese modo de Israel a las naciones y <<1osúltimos» sean los pri- naciones. Y, finalmente, Israel, con su negativa, tampoco es un
meros. «La obcecación de Israel durará hasta que entre el con- testimonio histórico del castigo de Dios ni una mera advertencia
junto de Jos pueblos» (Rom 11, 25). Sin la .renuencia de todo a la comunidad de Cristo frente a la apostasía". Precisamente
Israel, la Iglesia cristiana habría sido un movimiento mesiánico porque el evangelio llegó a los paganos con ocasión de la negativa
intr.ajudío. Pero, junto con la renuencia judía, la comunidad cós- judía, volv~rá -tiene que volver- a Israel. «Los pómeros serán
liana hizo una experiencia sorprendente: el espíritu de Dios lle- los últimos». Todo converge hacia ellos. Para Pablo, esto era un
gaba a los paganos y éstos abrazaban directamente la fe en Cristo «secreto» apocalíptico: «La obcecación parcial que sobrevino a
sin haber sido judíos". La misión entre los paganos, iniciada por una parte de Israel durará hasta que entre la totalidad de los
Pablo mismo, es un fruto indirecto de la renuencia judía. Pablo gentiles: entonces todo Israel se salvará, como dice la Escritura:
se lo dice a la comunidad cristiana de Roma, compuesta de judíos Vendrá de Si6n el Libertador: alejará de Jacob I,?s crímenes»
y pagános: «Considerando el evangelio, son enemigos para vues- el 1, 25-26), Este <<libertador»de Israel es para Pablo el Cristo
tro bien: pero considerando la elección, son predilectos por razón
[4, Fr.-W. Marquart!t. Feinde wn unsrc!wilJen. Das jiidische Nein untl
11. eL más ampliumcnlc J. Mohmann, La Iglesia. !uc,.z.a del Espiriru, die' christ/iclre Theolo8ie (977), en Venl'ege"heircll. Tlteologische S'ücke OIlS
Salamanca 1978. cap. 4, 2: La Iglesia e Israel. 1685S: Klappert. Israel und 8erlin, München 1981.311,
die Kirche. München 1980. 15. Contra E. Grtisser. Zwei Hcílswege? Zum tlu;!ologischen Verhtiltnis
12. Sigo aquí en principio n O. Hofius. Das Ewmgeiiwn l/lid Israel. \'01] Israel l/lid Kirche: en Festschrift ¡ür F. MlIssnu, KOJltinuictit und Einheit,
EnviiguJlgen :ll Romer 9-/ /: ZThK M3 (1986) 297.324. Freiburg 1981; G. Klein, ~ChristlicJ¡e,. Antij/ldaislllu~'", - Bemerkungen :u ej-
13. No fue la renuencia judía sino la presencia del espirilu de Dios entre lIl!m semantischell Ei¡uchüc/uerungsl'ersuch: ZThK 79 (1982) 41 J -450: sobre
los paganos que creyeron en Cristo lo que dio origen a lá misión entre las las declaraciones t::c1esialesanteriores ef. H.-J. Krnus-D. Goldschmidr (eds.),
naciones. La renuencia judía es s6]0 Un:1 premisa histórica para ella. no su Der IIJl¡¿ekiilldigte 8llnd, StUltg:nI11962: sobre la resolución del sínodo renano
causa. Esto se olvida a menudo en algunas sobreinterpretaeiones recientes de de 1980. que abre un nuevo capítulo. ef. 8. Klapperr-H, Slark (cds.). Umk.ehr
la renuenciajudía. /t1Id Ernellerung. Neukirchen 1980.

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62 Lo mesiánico - Lo. cristologia en d, diáJog9 jud{o•.cr(st.~q~ 63

de la parusía, el mesías que ha de venir en la gloria de Dios, biografía 'colectiva de Israel, desde la huida a Egipto, la llamada

cuya nombre es Jesús. La renuencia judía que él, ¿amo Saulo, desde Egipto y las tentaciones en el desierto hasta la historia de
encarn6 con especial celo contra las primeras comunidades cris- la. pasión. El mesías de Israel representa también a Israel. En
tianas. fue superada por la visi6n y llamada del Crucificado Jesucristo, el propio Israel sale en figura mesiánica al encuentro
glorificado': Por eso Pablo cifra la esperanza para su pueblo en de los creyentes del paganismo. Por él. Israel se abi:e a los
el libertador que lleg~á «de Si6n" visible y glorioso. Pablo no paganos y éstos son acogidos en la historia de la promesa y: de
espera de él la conversi6n de los judíos y su acceso a la fe la fidelidad divina. . .
cristiana, sino la salvación de Israel y la resurreccÍ6n de los Por otra pane, Jesús le sale al paso a Israel como salvador
muertos: ¿Qué será el acogerlos sino un volver de muerte a vida?" universal, a quien confiesan y adoran muchos creyentes de todos
(11, 15)'6 La salvación de Israel por la visión de la gloria no jo~ pueblos. En esta figura y. por' tanto, no de modo directo sino
queda reservada a la última generación superviviente, sino que indirectamente, se manifiesta a Israel como su mesías. En el
se extenderá «en un instante" a través de todos los tiempos de Señor resucitado de la [glésia de los paganos, éstos miran a Israel
la historia, a todos los muenos. Por eso la esperanza del ap6stol y le hacen recordar la promesa y la fe de Abrahán. La única
en la salvaci6n abarca al Israel de todos los tiempos. Su respuesra «misión entre judíos» propia de los' cristianos procedentes del
práctica a la negativa judía no es un aniijudaísmo sino la evan- paganismo que está justificada es la que consiste en recnrdarles
gelización de los paganos. Esa evangelizaci6n acelerará también a los judíos su elección gratuita y su promesa para la humanidad.
para Israel el día de su salvación. Esto quiso. decir Pablo cuando habla de «despenar los celos» de
Jesucristo no es igual para todos, porque las personas son Israel para que alcancen la fe que salva (Rom 11, 14). Se refiere
diversas. Tiene un petfil para los pobres y otro para los ricos, a esa fe cuyo «padre» es Abrahán (Rom 4. 16), Y que Pablo
un perfil para los enfermos y otro para los sanos. En esta línea, proclama como la fe en (¡isto que justifica y salva. C,istianos
: el mismo Jesucristo tiene un determinado perfil para judíos y )' judíos pueden unirse ya aquí en nombre de la fe de Abrahán,
otro para los paganos: «Yo afirmo que Cristo se puso al servicio pues al igual que la fe judía, también la fe cristiana se resume
de los judíos para demostrar la fidelidad de Dios, para dar cum- en la fe de Abrahán.
plimiento a las promesas hechas a los patriarcas y haciendo que Ahora bien, si hay que buscar en esta dirección la afirmación
los paganos alabasen a Dios por su misericordia ...." (Rom 15. cristiana que descubre en la renuencia judía el elemento positivo
8-9a). Jesús es, por tanto, el mesías de Israel que convalida y la voluntad de Dios, éste será el enfoque de una «teología
.definitivamente las promesas hechas a éste, y'es a la vez el
cristiana del judaísmo» en una cristología no 'anti, sino projudía.
misericordioso y el salvador de los pueblos que hace que éstos
Pero eso será posible para la teología cristia,ia si la teología judía
alaben a Dios. Es lo uno para los otros:
traté!de entender en ~l fondo de la renuencia judía «el misterio»
Como mes (as de Israel, es el salvador de los pueblos. En
(Buber) del cristianismo. Decir esto, después de Auschwitz, es,
Jesús, Israel con toda su historia sale al encuentro de los paganos
sin duda, una provocación; pero los judíos creyentes podrían
en forma germinal y en figura mesiánica. Por eso Mateo narra
fOffimlar también una pregunta teológica: qué es esa voluntad de
la historia de Jesús. no como una historia individual sino como
Dios que se expresa en la misión y difusión del cristianismo. Si
t6. o. Hofius. Das El'ange/illm ulld Israel.. .. 319. nfuma con razón: la misión del evangelio sirve para que el nombre del Señor sea
«(srael no se salva en $U totalidad con la predic::lción del evangelio». Pero reconocido en los confines del orbe, entonces la cristiandad pla-
declara: «El Israel que se encuentre con el" Cristo en su venida creerá. por tsnto, netaria reza a diario junto con Israel para que el nombre de Dios
en .él». Pero la gloria del Cristo en su venida resucita a los muertos y es
percibida en esa visión que se produce cara a cara y no «como en un espejo.
sea santificado, para que se haga su voluntad y para que venga
en un lenguaje oscuro», El uso de la palabra «fe» para expresar esto vuelve su reino. ¿No puede considerar Israel al cristianismo, sin dejar
equívoca la fe en el evnngeJio respecto a la visión en la epifanía de Cristo. de mantener la renuencia judía. como la praeparatio messianica

I
;
.r;:~.
.\ .

64 Lo mesiállico

de los pueblos reconocer así en él el camino para que su


y
esperanza- mesiánica llegue 'a-los paganos?J7, La preparación,me-
siánica>!e los paganos para. la: llegada de la salvación no tendría
razón dé ser si no partiera' del. mesías mismo. Desde su futuro-él
"ie'ne- al',presente por medio de, su-evangelio y abre a los hombres,.
por la fe, a la reQenciónde este mlmdo irredento. Pero .esta ..
perspectiva devuelve la pregunta al cristianismo: ¿No' tendrá que
hacerse éste tan diáfano que Israel pueda reconocer en, él esa
praeparatio niessianica del mundo pagano? La respuesta' exige
una renovación profunda de la Iglesia y una revisión total de su
tradición. teológica a' la vista de Jesús. ;,'

[7. eL J. Klausner, Jesus von Na"a.reth. Seillc Zeit, sei/! Lehen l/lid "eine
II
Lehn!. Jerusulem '[952, 572: «Desde un punto de vista humano general, él es
sin duda 'una luz para las naciones'. Sus discípulos difundieron la doctrina dc
Israel, aunque CIl forma mutilada e impeli"ecta, entre los paganos de todos los
u)lltínentes. Ningún judío puede negar esta si.gnificación histórica de Jesús y
Caminos y avatares
d.e su doctrina. Y, en realid.ad, ni Maimónide.s ni Jehuda Halevi olvid.aron este
extremm'. S¡;!JaJom Ben-Chorin da un paso más en ¿Ha actuado Dios eIl el
cristianismo? Ensayo de teología judía del cristianiSlIlo: Concilium 215 (L988)
de la cristología
229-238. Busca una «reunificación del pueblo de Dios dividido}} mediante una
«ecumene de los hijos de Abrahán que abarque a judíos, cristianos y musul-
manes» (234). P8ra ello la Iglesia debe reconocer la «alianza no denunciada))
de Dios con Israel. e Israel debe reconocer que el Dios de Israel se reveló en
el cristianismo.

.",I

.r•.,.
1
Identidad y relevancia de la cristología

. , Comenzarnos'este capítulo sobre las vías y avatares históricos


» dc la cristología hasta las dificultades tIel presente haciendo al-
gunas cOllsideraciones sobre la identidad híblica, el lugar actual
,
,
y la relevancia terapéutica de la cristología'. Vamos a investigar
el tema y cl esquema de la cristología ortodoxa en la 19lcsia
antigua para conocer mejor la constitución de la persona de Cristo
y su relevancia sotcriológica en un mundo interpret[ldo metafí-
sicamente. El ((giro antropo16gico» de la época moderna europea
produjo un paradigma cristol6gico tlllaimcl'itc distinto: es la je-
.\'u/ogía liberal moderna. la cristología en perspectiva antropo-
lógica. Vamos ~ estudiarla en Friedrich Sehle. iermacher y en Karl
Rahner, para +aminar su constitución de la persona de Cristo y
su relevancia soteriológica en un mundo hominizado. Después
analizaremos los principios de una cristología escatológica en las
condiciones terminales de la civilización científico-técnica actual.
que el esquema aqúí propuesto pretende desarrollar. La cristo-
logía fijada dogm,íticmncllte debe ahrirse de lluevo a interpre-
taciones de Cristo referidas al presente.
Es evidente que ninguna cristología actual es totalmente nue-
va. Todas mantienen un diálogo agradecido y crítico con las
cristologías de los antecesores y de los coetáneos y ponen su
pequeño énfasis, dentro de este gran diálogo, en el secreto me-
siánico oe Jesucristo. En este capítulo sólo podemos aborúar

l. Amplío así los principios hermenéuticos de los 4uc partí en Idel/tidad


y relel'(lIIcia de la fe. en El {Jios crucificado, Salamanca 1975, 17-49.

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68 Caminos y apararcs de la cris/(I!nRía Mentir/ael y 1"I"(,l"Gllcia de la crisl(l[ogíCl 69

algunos fragmentos seleccionados de la tradición, en los que el Creer y pensar son dos actos que se implican y esclarecen
paradigma cristológico sufrió una inflexión radical. Esos cambios necesariamente. La fe en Cristo no es una fe ciega, y la cristología
surgen cuando se altera la relevancia suteriológica por haberse no es una ciencia neutral y desinteresada. Ambas se unifican en
modificado la pregunta por la salvación de los hombres. La cris- el conocer: «nosotros hemos creído y conocido ... », leemos en
tología que en este sentido se ofrece a los contemporáneos en la confesión de Pedro (Jn 6, 69). La primera carta de Juan (1, 1)
perspectiva soteriológica y que contempla en perspectiva tera- acentúa aún más la percepción de Cristo con todos los sentidos:
péutica la situación de la cultura en la que existe la Iglesia, debe «(Lo que hemos oído, lo que hemos \'isto con nuestros ojos, lo
estudiar también los «bajos fondos» de la historia de la cultura que contemplamos y tocaron nuestras manos, la Palabra de
europea moderna son In harharic de la que naci6 el «Tercer vida .. ,». La cristología no presupone sólo la fe C0ll10 un cono-
Mundo», la «crisis ecológica» y el sistema de disuasión nuc1car2. cimiento de Jesucristo y C01110plena confianza en él, sino también
Una cristología en perspectiva escatológica no ticne más remedio una percepción inle[?ra[ de Crüto con todos los sentidos, y aborda
que tomar conciencia dc su propio condicionamiento histórico, esta percepci6n de Cristo en la comunidad cristiana viva.l.
pucs dc lo contrario perdería su provisionalidad cscatológica. El tema de la profesión de fe «Jesús es el Cristo, Jesús es el
Señor» fue desde el principio y csencialmenlc algo más que el
misterio de la persona de Jesús: el misterio de Dios. Pahlo cita
j. El tema bíblico de la cristología una temprana profesión de fe cristiana cuando escribe en Rom
10, 9: «Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y
Toda cristología. como rcllexi6n que es sobre el objeto. las crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, tc
funciones, y las raíces vitales de la fe cristiana, presupone la fe salvarás». La confesión de Jesús, el Señor, es a la vez la confesión
viva en Cristo viviente. La fe cristiana es viva cuando los hombres del Dios que despertó a Jesús de la muerte, y a la inversa, Esto
confiesan que Jesús de Nazaret «crucificado bajo POllcio Pilahl,) signifiGl que los cristianos creen en Dios por razón dc Jesús y
es el mesías de Israel, el reconciliador de los puchlos. el redentor en Jesús por razón de Dios. Creen por razón de Jesús en d Padre.
del cosmos, el Hijo del Padre, y así sucesivamenle a tellor de e! Dios vivo que resucita lIluerlos, y pl1r razón dc Dios en Jesús,
los otros enunciados cristológicos. Hay fe viva siempre que se el Cristo de ele Dios. Conocen en el Cristo la deifonnidad de
reconoce a Jesús como el Cristo de Dios. Si esto se pone en Jesús, pero taJ~l~ién la cristiformidad de Dios. Significa. además,
duda, se niega o se rechaza, no hay fe. El cristianismo será vivo que Jesús es el Señor porque Dios lo ha despertado de la muerte,
mientras haya personas que, al igual que antaño los discípulos y Su exi,\"1encia como Señor consiste en la acción escatológica de
las mujeres, confiesan junto con Marta (Jn 11) y Pedro (Mt 16): Dios sobre él, llamada resurrección de entre los l11uel10s. Su
«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo», y siguiéndole, difunden identidad es esta identidad escatológica, Jesús es el Cristo en
y viven el evangelio. conexión con esta acci6n de Dios. Es el Cristo en la historia
escatológica de Dios, que marca el fin de este mundo de muerte
2, W. Kasper, JeslÍs el Cristo, Salamanca ~19lJ2. 4Sss, ha centrado con y el comienzo de la nueva crención. Como «primero en nacer de
razón la «cuestilÍn religiosa sobre Jesucristo» hoy en «la cuestión subre la
salvación en un Illundo que se ha hecho histórico" (ó3ss). R, Forte . ./('.HI.\ \'nll 3. Yo he llamado a este principio el «pensamiento relacional y COlTllllli-
Na:llret1l: Cl',~cltidlf(' Corres - Golf dcr Cl'Sc1lic1lIC, MaillZ 19R4, 16ss, ha tlado tario>, y lo he calificado de «ecoI6gko", Cf. Trinidad y ,.eillO de Ojo.\". Sala-
un paso 1Il,ís al recoger el grito tic lihcrtatl cn "los sislclll,lS tic opresiúlN (22ss) lllall¡;a IlJH6. T"\. La rccicllte lcologfa feminista ha hecho de l<l rclacitlll personal
y el «cnigma dc los sufrimicntos» (27ss) C11 estc "IlHlndo que se ha vuclto su rrincipio h,ísico. eL C:u1cr Ileyward, nle !?cdl'III[Jlion (JI Got!. Á '¡"{¡en/ogl'
cs('atnltígko", Yo vo}' lll,ís nll:í cuando lwhlo del lllundo quc se ha vlleito of MWI/al R('f¡lIirm, Washington 19RO; D. Siillc, Uchm l/lid Árheil('II. Filie
«cscatológico" y mc refiero cnll ello a esa situación en la quc, el Tllundo puede 7"{¡e%Rif' tia Sdliip{lfllg, Stullg:art IR5, 44ss: E. Mnlt1l1ann-Wendel. Das Land
acabar en cualquier momento por una catástrofe ntómica o por un colapso \\'(1 Milch lIIuI Hmlig f1iess(. Per,~pek(il'c!1 cillCI" fClllil/isliscf1l'1l Thc%gic. Gü-
ecológico de la Tierra. tcrsloh 1985, 141ss.

---------_._-------_._----_._-----.¿
70 Caminos y al'atares de la cristologio Identidad y relel'wrcia de la cristofogra 7/

la muerte» (Ap 1, 5) Y «principio de la vida» (Ap 3, 15), es el de Cristo y el seguimiento de Cristo se implic[l1l mutuamente.
Cristo de Dios para el mundo. Jesús «es» el Cristo de este modo Aunque la reflexión sobre la historia del dogma cristológico crea
escatológico. una cierta distancia frente a ]a experiencia inmediata y a la praxis
Por eso el tema de la cristología no se puede limitar a la directa, la cristología queda referida sin embargo a su raíz vital,
persona terrena de Jesús de Nazaret, que murió ajusticiado al- que es la comunidad de Cristo. Los análisis de los credos cfis-
rededor del afIO 334, El tema de la cristología tampoco es la tológicos de la Iglesia primitiva a la luz de la historia de las
persona privada del Galileo o la personalidad histórica del Na- formas así lo han demostrado. Pero esos análisis quedan incom-
zareno que apareció y desapareció como un hombre más, sino pletos si no llevan a una autoconciencia crítica de la cristología
que se extiende él su resurrección y su presencia en el espíritu
actual respecto a su propio punto dc vista sociaL sus funciones
del Dios que viene. Esto lo dCllluestran ya las profesioncs de fe
psicosociales y su relevancia práclica. La teoría y la práctica son
más antiguas, según las cuales Jesús fue crucificado y despertado,
también inseparables en cristología. Sus relaciones son tan com-
murió y resucitó, fue humillado y exaltado, desapareció, pero
está presente y vendrá. Quien reduzca el lcma de la cristología plejas que no admiten una estructuración simple. La tcoría cris-
al «Jeslls histórico», quien limite la persona escatol6gica de Cristo tol6gica, que persigue el conocimiento de Cristo el1 su signifi-
a la persona privada de Jesús y quien cOlltraiga su presencia al caciún actual para nosotros, es a la vez una praxis y uchc
período de su vida no de he extrañarse de que la cristología resulte responder COIllOtal. La praxis cristiana ue la fe orrcce ya en sí
un tcma irrelevante, pues ¿,quién se va a interesar por un Jesús una significación cognitiva que advertimos y reconocemos par-
de Nazaret históric-o, privado y desaparecido hace dos mil años? tiendo de la mencionada percepción integral de Cristo en la co-
Nosotros partimos, en el presente esbozo, del supuesto de munidad cristiana viva. Cristo es el fundamento de la salvación
que la constitución e1eltema de la cristología y su identificabilidad y de la nueva vida. Por eso la cristología y la ética cristiana son
bíblica ¡.ncluyen tres dimensiones: l. reconocer a Jesús como inseparables.
Cristo de Dios; 2. creer cn Dios como el Padrc de Jesucristo La raíz vital de la cristología es la c01l1l1llidad de Cristo con
que lo resucitú dc la muerte; y 3. asumir la presencia de Cristo
sus fUllciollcs clclllcntaks y sus tareas cn el enlomo. Por cso la
en el Espíritu que vivirica~, Esto no significa la imposición de
cristología est,á referida al CI'(Jflgelio de Cristo que la comunidad
una regla de fe que oponga a un minimalismo cristológico liberal
escucha y def que da testimonio. En la predicación y en el tes-
un cierto maximalismo ortodoxo. Se trata simplemente de los
timonio diarip de los creyentes queda patente quién es Cristo
tres aspectos del único acontecimiento de Cristo en el que la fe
encuentra su origen y su vitalidad. hoy, realmente, para la comunidad. En el centro de la comunidad
reunida, la cristología hace referencia a la eucaristía de Cristo,
en cuya praxis la comunidad «anuncia su muerte hasta que él
2. El lugar actual de la cristología venga» (1 Cor 11, 26). El «memorial de Cristo» en la comida y
Si la cristología prcsupone la fe cristiana, presupone también bebida de su cena es esencial para la cristología teológica porque
la cristopraxis en el sentido lato del término, y deriva de ella.
La cristología no es una teoría abstracta y atópica(', La confesión li!Jeraci(íll, Salamanca
1990, -61 ss; CI. Boff, T!lc%gie
I~ l/lid Proxi,\. Die
£'I"kcl1nflli.I'/heorc/i,H'll(,ll da T/¡('%gic
Gral/dlaRcn d('/" 8e¡rl'iIfIlR, Münehenl
4. Este es el error en el cnfo4ue del nuevo liberalismo inglés: Jolm lIick Main7. 1983, especialmcnte parte 111: Die Dialeklik wm T/¡eoric l/lid Praxú,
(ed.). Tf¡{' My/h (~l Gut! J"eamate, London 1977, Cf. el artículo crítico y 256ss, Nosotros asumimos sus ideas y las prolongamos. También sigue esta
complemcntario de 1. Dall"crth. Del" Mytho.\' \'om inf.:.arllicnen Gon /llId d(/,I" vía Fr, I-Icr7.og. God-Walk. Uhera/ion ,\hapil/K DO¡!II1(1/ic.I", Ncw York 19RR.
TI/ClIIll da Chrisroloxh': ZlhK R4 (19R7) ~20-344. Emay" así una alternativa a la teología neoorlodoxa (K. Barth). por una
5. W, Ka~pcr. .IC,I./Í.I. f'/ (',-is/o, ha suhr;lyado ya este enfoque. parle, y a la leología liheral (Schleiennachcr). por olra. Su énfasis dc la
6. La teología latinoamericana lle la liberación tiene como premisa la «tcopraxis,) va dirigil10 contra la limitación de la teología al (lold-Talk. como
unidad l1ialécliea dc ortodoxia y ortopraxis. Cf. G. GutiélTc7" Tc%R(a de la llamó 1. Macquarrie 1967 a su dogmática, y muchos otros después de él.

.:•. ~.,::=::¡,-,-r,.,-::- .-.,.. ••_--~- . . . ,_,_._.


72 Caminos y Ql'otar('s de la cristología
ldl.'lI/idod y /"£'/('1'(/11';0dc la ('¡út%gra 73

reaviva la presencia de Cristo y une orgánicamente su presente


con su pasado (la muerle) y su futuro (la parusía). La cristología lunlnd de Dios. que es lo que da intcgridad al «conocimiento de
teológica se orientará en esta experiencia especial del tiempo Je'sús» como el Señor.
eucarístico. La actualización eucarística del pasado difiere de la La cristo-praxis hace que la comunidad se oriente a los pobres,
actualización histórica. El análisis historiográfico del «Jesús his- los enfermos. los socialmente superfluos y oprimidos. Como el
mesías. la comunidad mesiánic<l es enviada sobre todo a los

I
tórico» está referido teológicamente a la anámnesis eucarística;
de lo contrario literalmente «perdería la memoria» e historizaría humild~s. «Proclamad que el reino de Dios está ccrca. Curad
a Jesús para sepultarlo definitivamente y librarse de él. Algo enfermos, limpiad leprosos, resucitad muel10s, expulsad demo-
parecido hay que decir de la actualización del fnturo de Jesucristo nios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde» (MIlO, 7-8; cf.
Mt 11, 5-6). La comunidad de Cristo está en unión con los
• en la eucaristía. Con la cristología eucarística se instaura también
la cristología eclesio/ógica de Jesús, cabeza de la comunidad hermanos y hermanas «más pequeños)) por voluntad de Cristo
que se reune él la mesa del Señor. Al compartir el pan y el vino (Mt 25). Como Cristo de todos los hombres, Jesús abarca a la
sociedad humana dividida y agitada en cI punto ínfimo: en los
como cuerpo y sangre tle Cristo, la comunidad se siente también
miserables. despreciados y pequeñosll• Al estar ahí el lugar social
cuerpo de Cristo y cOlllunídad de hermanas y hermanos suyos.
La cristología teológica queda referida a esta cOlllunión y a las y político de la cOll1unidad de Cristo. la cristol.ogía aceptal~á
experíencias de esta comunidad. también este lugar como suyo y tendrá que refleXIOnar sobre el
expl ícitamenle.
Se entiende por cr;SI0-l'ra;ris en sentido estricto la vida de la
comunidad en el seguimiento de Jesús. «El camino de Jesús» y
la «política de Jesús» significan la participación de la comunidad
3. La releranda terapéutica de la cristología
en el envío mesiánico de Jesús a los pobres, los enfermos y los
7
pecadores • La línea dirct:lriz de esta cristn~praxis fue y siguc
siendo la interpretación mesiánica de la lord en el sermón de la La teología protestante ha fijado la idclIl;d(/d cristiana de la
cristología eclesial utilizando el criterin de la «conformidad bí-
montal1a. Tampoco esta praxis es la aplicación dc una teoría dc
blica)). La expresión significa la verificación dc lus cllunciados
Cristo sino un camino de vida en el que los hombres aprenden
cristológic&s en su origen histórico y objetivo. Pero si la cris-
con todos sus sentidos, actuando y padeciendo en el trabajo y en
tología se/limitase a esta hermenéulica del origen, pronto se
la oración, quién es realmente Jesús. Conocer a Jesús no significa
volvería estéril pese a la conformidad con la Biblia. Contrastaría
simplcmente aprender el dogma cristoiógico. sino ir compren-
todos los enunciados cristológicos con el testimonio bíblico de
diéndole en la práctica del seguimiento. La cristología teológica
la persona y la histuria de .Jesús, pero no podría referir ya esos
queda referida a esta cristo-pmxis. debe asumir sus experiencias
enunciados cristológicos. por vía terapéutica. a los hombres pos-
y abrir a los homhres a lluevas experiencias por esta vía. La
trados ('11la miscria de Sil situ,ll'ióll actual. Por eso la llerlllenL'L1tica
cristología viene de la vida cristiana y lleva a la vida cristiana.
del origen de la nistología dehe incluir la hel"llll'nlulic(/ de los
La insuficiencia de una Illera teoría de Cristo nace de la inade-
eJeclos correspondiente. Pero si sólo 110S fijáramos, unilateral-
cuación del conocimiento puramente teórico de Cristo; por eso
mente, en los efcclos. podríamos reincidir en una crisis de iden-
la teoría cristológica dehe trasccnderse a sí misma y. parad6ji-
tidad pese a la actualidad terapéutica de los enunciados cristo~
camcnte. apuntar más all::í y señalar el cumplimiento dc la \'0-
lógicos. Ahordaremos la identillad y la relevancia dc la cristología
en referencia mutua'l y desembocaremos así en la doble pregunta:
7. eL La cristología Il1cnnonila dc J. JI. Yodcr, Die f'oli,ik J('SII _ dcr
WeR dl's KI"CII<.f'S, Maxdorf 1981; Id., NadifolRe Chri.Hi ah Gestal, polilischer
Vel"lI/l/\I.orl/l1lg. Basel 1964. 8. Así Chr. Blumhanlt. lVerke 111, 340.
9. J. Molt111ann. El Dios n-lIcUicado. Salamanca 1975, 9Hss.
lde11lidad)' relel'QJ1cia de la crisroloKía 75
74 Camillos y avatares de la cristología

¿Es Jesús realmente el Cristo? ¿quién es Jcsucristo hoy, rcal- salvación eterna a la situación existencial básica del hombre: su
mente, para nosotros? alejamiento de Dios, su caducidad, finitud y mortalidad". De
La segunda pn:glJIIla ha sido cOlllcslada en la historia de 1111 ese modo ha olvidado a menudo la situación concreta de los

• doble modo: en línea apologética y en línea terapéutica. La c,-¡s-


i tologín apologética debe prepararnos para «dar razón de nuestra
hOlllbres en su IlIiseria real. Pero la Slll1L:raciúlI de la 11Iiscria
mctafísica de los hombres no elimina automáticamente su miseria
• , esperanza a todo el que nos pida ulla explicacióll» (1 Pe 3, 15). física y moral, económica y social. Si la soteriología cristiana se
•., Recoge pruebas en favor de la mcsianidad de Jesús y de su ciñe a esta dimensión mctafísica. puede contribuir incluso a acre-
,I resurrección para descartar dudas y posibilitar la fe. La cristología centar la miseria física. La salvación en scntido teológico es la
• terlll}(iulh'(f es IIl1a cristología soleriolt'lgica. Presenta la sah':Ici\lll salvac;(m integral y la salvacit'JIl de la totalidad: dc lo contrario
• de Cristo en términos médicos. COl1l0 una curación dc la miseria no es la salvacitlll de LJios. <da realidad que todo lo determina»).
: 1 presentel!). La salvación tiene virtud curativa; de otro 1110Jo no Por eso tiene I1l<lS sentido prescntar la salvaciún de Cristo cn
sería salvación. Ambas formas de relevanda no se excluyell; sino círculos concéntricos, comenzando por la experiencia personal
que se complementan. / de la reconciliación y concluyendo con la reconciliación del cos-
Destaquemos a este respecto la unidad de cristología y so- mos, del cielo y de la tierra. En este contexto es peligroso para

I teriología. En la historia de la teología, la doctrina de la persona


de Cristo ha sido siempre la condición intrínscca para la sotcrio-
logía. y ésta. la consecuencia
unidad entre fundamentación
externa de la cristología.
cristol6gica de la soteriología
expl!cación soteriológica de la cristología no desaparece al es-
Esta
y
la soteriología cristiana y es absurdo para las personas la atención
cxclusiva a la «cucsti6n religiosa» de una sociedad. para presentar
como objeto de la salvaciún de Cristo únicamente la miseria
presuntamcnte religiosa dc los hombres de esa sociedad, ya que
cl ámbito de lo religioso sufre la alienación propia de una sociedad
tablecer la cristología C01110 criterio de la soteriología para que alienada. En una sociedad que declara la «religión» un «asunto
ésta no quede expucsta al arbitrio de los deseos y temores hu- privadQ», la salvación de Cristo sólo puede aparecer como sal-
manos y se convierta en cumplimiento de los deseos religiosos vación privada del alma individua\, si el cristianismo sc centra
de cada época". La teología cristiana habla de la salvación de en la cuestión religiosa dc esta interioridad al margen de la di-
Cristo y no de cualquier salvación; pero sólo puede hablar de la mensión ~. eial. Pero entonces los pecados económicos, sociales
salvación quc trac Cristo en Icnguaje médico, y para ello debe y polític1:'. que han llevado a ese aislamiento de las personas y
percibir y detectar la miseria de touo lo presente. En el plano a la soled,ld dc las almas, escapan a la crítica liberadora y qucdan
terapéutico, el análisis crítico de la miseria, del mal y dcl sufri- sin la esperanza de salvación que ofrece el evangelio.
miento permite hacer comprender la liberación y salvación a las En diálogo con las soteriologías cristológicas de la tradición
personas afectadas. Dicho en el lengunje teológico tradicional. trataremos de esbozar una soter;o{og(a COllcreta que afronte la
el acontecimiento liherador y curativo del perd(ln de los pecados miseria real de los hombres sin perder de vista el horiz.onte es-
comporta tanto la dctccch)1l y el recollocimiento del pecado como nltollÍgico de la salvaciún integral. El estallo terminal <..'11 quc se
la demanda de perdón y el descubrimiento de la nueva vida en encuentra la historia del mundo exige ver la miseria real de los
la justicia de Dios. hombres conjuntamente con la devastación universal de la tierra,
Históricamente, la soteriología cristiana se ha limitado mu- La gente experimenta angustias de muerte ante las amenazas
chas veces a la situación atemporal ante Dios, para referir la actuales de una catástrofe Iluclear y las amenazas futuras de la
catástrofe ecológica, y ante los con nietos resultantes de ambas
10. eL w. Sl.'hl'agc. Ift'iI 1/1lt1 l/t'if'll1g im Nrl/('/1 '/('SI(//II/'II1: EvTh 4(1
(19R(I) 197-214. cspcl.:iallllClltc 2(Uss.
12. Más ampliarncnlc J. Moltmann, Las IIIl'diacÍlme,\. modernas de la
11, Así se expresa, cnn nlt.ón, W. Pannenherg. FUl1d(lIllCI1/0.~ de cris/o-
logía, Salamanca 1974. 60ss. tcología. en i.Quf cs /coloR(a 11O"?,Salamanca 1992, 79.ss.

- .-; - 2 .I¡,).~Hi*.--.-,""~,_k¥- _'~.,.' ••.••


@ j.~
\ j

76 Caminos." Ol'Otares (le la cristolrJ8ía

en la. vi~a económica y social D. Lo que antes se presentaba como


la mIseria general y atemporal, la miseria metafísica de los hOI11-
2
bres, vuelve hoy en la figura especial de miseria terminal de los
hombres: dcsd? Hiroshilll<l no son únicamente los individuos los Tema y esquema
q~e. mUCre!1,.SinO que to~o el género humano puede morirl4, La de una cristología cosmológica
.cnsl~ cc(~loglC~ puede ha.cer perecer la especie humana y aniquilar
n' todos• ••los tlcmas
. ,
seres VIVOS' de la I"CI'I"I• • L'IS
c.
CIllltl"ld"
<
I
IcelOlles le
la CI~I!JZ~Clon lllodc:lla estál,l. hundiendo a los humul10s y a la
nat.uralcza en UIl dcs~lIl.o COIllUI1. Esto prohíbe cualquier reducción
personal () <~I~tropologlCade la salvaci6n. La sHlvaciún dc Dios
es la s.al~aclOn y supervivencia de toda la tierra amenazada dc
extcnnmlO y de todos los seres vivos en este peligro común.

En comparación con el mundo moderno, el antiguo se puede


calificar de cosnlocéntrico, Los hombres se sentían implicados
en las estructuras del cosmos que los rodeaba, y su cultura res-
pondía este supuesto, La armonía y la participación determinaban
su vida: vivir en armonía con la naturaleza significaba vivir co-
rrectamente. Participar en las leyes de la razón cósmica significa
vivir en consonancia con los dioses. El hombre individual es un
eslabón de su familia, las familias son eslabones de la polis, la
¡wlis es un eslabón de la comunidad cósmica de todas las cosas,
Esta armonía entre cultura humana y naturaleza cósmica es típica
de todas 1s sociedades agrarias y una necesidad vital para ellas,
Aunque I s hombres eran conscientes de su puesto especlal en
el cosmo , mantuvieron esta armonía: el hombre es un micro-
cosmos, un pequeño mundo que encierra en sí y refleja el gran
mundo. y éste es un macro-anthropos, destinado a convertirse
en mundo del hombre, Si la naturaleza es impensable sin la ¡'
persona humana. también lo es la persona humana sin la natu- //
raleza, De ahí que lo que les sucedc a los hombrcs con respecto!
a lo divino le suceda también al cosmos, .
El hombre es consciente de no ser dios. sino simplemente
humano: «Conócete a ti mismo», decía una inscripción del templo
de Dclfos, Es decir, reconoce que eres hombre y no dios. Re-
(Ir U, Siht;H:ilíl1 C.'(pucsta CII Tlle Mclhndisl
Cl"cari(lll 711' N '/' ' (' , .. ' "1 Itlll
C)l .', "
nr BIShops, 1" Ihjel/,\'('. conoce que eres mortal. Cuando el hombre toma conciencia de
lIIul ap,. J¡f\'/ Nns I '1
. . ( II( (flJ ./1.\1.\
lllcnte :'i9s!'\, dondc se hahla de "a dceI1-s~'\lC',1 I'~'(/'(("I 'I. 1\'111c 19H(í. e!'\pccinl- su humallitas, se percata también de que procede de la tierra y
14 M ' " l,;,lt o [Illlre CSSI1CSS'"
.' ,(,orhat.sdww. Fa,. die UII.\'(erh' .. " ,. '. - .... ... no del ciclo, y de que participa en el destino de la tierra. Frente
SlI1lfm, ll1tcrnalill1\a1cs Friedcn.sforu" ',1 'k' /¡~I/Á( If d( I /I/clI.\ch{¡('/¡"1/ Zll'l/l~
a lo divino. el hombre percibe la diferencia ontol6gica funda-
1 l' (lS .HI, I'chmar 19X7.
\ I

78 CamillO.f y avalares d(' fa crist%Ría Tema)' esquema de /lila cristología cosmológica 79

mental entre el ser divino y el ser terreno: el ser divino es eterno, a Atanasia en nuevas variantes: «Dios se hizo hombre para que
uno, infinito, inmutable, inmortal. impasible y subsistente, mien- los hombres lleguemos a ser dioses, es decir, partícipes de la
tras que el ser humano, como todo lo terreno. es temporal. múl- vida divin<:!»2. Esto significa, más exactamente, que el Hijo eterno
tiple, finito, mudable, pasible. mortal y dependiente de otros. de Dios se hace homhre para que los hombres recibamos la
La pregunta existencial del hombre es la pregunta de todo ser filiaci6n divina. Aparece en la «carne» para que los «carnales»
terreno: ¿Cómo puede el ser finito participar en la realidad infinita conozcamos al Padre invisible y seamos suyos por el conoci-
para alcanzar la eternidad, frente a la caducidad en el tiempo y micnto, porque el conocimiento crea la comunión. El Logos
la desaparición en la muerte? Todo lo que es y no permanece imperecedero e inmortal asume la naturaleza humana c~duca y
busca inconscientemente a un ser que sea y permanezca siempre mortal para que los hombres caducos y mortales sean Impere-
para que le garantice la permanencia frente al 110 ser. Pero l'1 cederos e inmortales, pues lo que no es asumido no es sanado,
hombre, a diferencia de los otros seres de la tierra, foi-mula esta pero lo que cs asumido por Dios se salva. .
pregunta de modo consciente, en representación de todos los seres Los objetivos de la soteriología iluminan el1 esos enunCiados
terrenos. Es la pregunta por Dios y. a la vez. la pregunta por la la cristología subyacente como su conditio sine qua 110n, y la
salvación en un mundo cosmocéntrico, interpretado metafísica- cristología subyacente adquiere relevancia en esta soteriología.
mente: «Dios es In rcsplIcsta a la pregunta que suhyace en la La soteriología se amplía y abarca toda la naturaleza humana,
finitud existencial del hombre». La pregullla yue subyace en la no sólo la persona: caducidad y morlalidad, sufrimiento y de-
finitud existencial del homhre es la pregunta por la permanencia gradación, condenan al ser humano a la miseria y la indignidad.
y la inmortalidad. Participar en la gloria del ser divino eterno El carácter imperecedero y la inmortalidad en virtud de la co-
significa recibir úna vida que no conoce la muerte sino que se munión con Dios hacen de los seres humanos hombres y mujeres
caracteriza por la permanencia y la inmortalidad. No sólo el verdaderos en toda su dignidad como imágenes e hijos de Dios
homhre, interrogador consciente, queda implicado en esta gloria en la tierra. La miseria puesta en evidencla y la salvación ofrecida
dlvllla por su participación y correspondencia, sino el COS1110S se concentran en el ser humano. pero no afectan sólo a su persona
entero con él. Por eso los padres de la Iglesia hicieron consistir sino también a su naturaleza y, con ella, también a la naturaleza
esta salvación global en la «deificación del hombre» y en la del cosmosJ al que pertenece.
«deificación de la creación» 1. Las ve siones personales de miseria y salvación, C0l110 son
La teología de la Iglesia antigua ahordó esta cuestión fun- la culpa y el perdón, quedan integradas en estos conceptos re-
damental de un mundo cosmocéntrico en el plano cristológico y feridos a la naturaleza. "Si sólo existiera el pecado y no la ca-
soteriológico. En cristología elaboró la doctrina de las dos na- ducidad como su secuela. lo adecuado sería el arrepentimiento»,
turalezas, que tuvo una culminación provisional en el concilio dice Atanaslo, para añadir que Dios se hace hombre y asume la
de Calcedonia del año 451. En soteriología clahoní lo que el1 el «ley de la muerte» para arrebatar a la muerte el poder sobre los
Siglo XIX se lIalllú «doctrina de la retlellci('m física». Ambas hombres v sobre la rreaci6n. y producir la vida imperecedera'.
vcr~jclltes se corresponden. si bien la cristología de la Iglesia La visi(lIl~suteriol6gica de la t('o/wies;s o deificación del hombre
antigua, cumo se ubserva especialmente en el credo nicenu del y de la creación presupone la superación de la muerte mediante
año 3~5 (381), 110 se caracteriza sólo por la soteriología sino la muerte del Dios humanado y su resurrección.
tamblen. por la doxología. La idea básica de la correspondencia La constitución teológica de la persona de Jesucristo es. por
entre cnstolugía y soteriología aparece formulada desde Ireneo tanto. la constituciún del Di()s~hol1lbrc en el marco subyacente

1. Cf. i). Slanilnac, Orl/wl/oxc Uogl/Il/lik, Einsicdcln-GÜlcrsloh 19H5, 2. San AtHn<1sio. f)e illcol"/wtiOI!t' r.;ap. 54. Cl". /\. Gilg, W('g III/(/ 11e-
45, 291ss: «El mundo, como ohm del amor de Dios, está destinado a la dc!I1IIIIR da a/tkirchlic/!clI Chris/olo¡;ie, Münchcn 1955.
dcificaci6n». 3. Citado en /\. Gilg. Wcg Iml/ Rn/r'lItllllg ... , H]ss .

. ,
. - :- ~-:~~...--~._--
._-----
, I

80 Caminos y omtores de la cristología Tel/lo y esquema de /fila cristología cosm()ló~¡ca 8/

de la doctrina metafísica general de las dos naturalezas. No po- los momentos de su vida. Si adoptamos este punto de vista,
demus hacer aquí la historia del desanollo de la cristología anti- tenemos ya la perspectiva desde su naturaleza divina a su natu-
gua desde sus inicios bíblicos hasta las conocidas fórmulas de raleza humana, y podemos hablar de su encarnación. Sin. en.l:
4
Calcedonia • A pesar de las críticas que ha recibido la «cristología bargo, para la cristología de la iglesia orto~o.xa, la pascua sigma
de las dos naturalezas», especialmente por parte de teólogos siendo el centro, y la liturgia pascual lo deCISIVOaun conservando
protestantes liberales en el siglo XIX, hay que señalar que esa la cristología de la encarnación de la Iglesia antigua.
•• cristología nació de la doble caracterización de Jesucristo en el Vamos a recoger los puntos concretos de la constitución .•eo~
,. nuevo testamento: crucificado y despertado. muerto y resucitado.
humillado y exaltado. dcsaparrcido y presellte. y ha podido ser
16gica de la persona del Dios-hombre encarnado en la a~ltlgua
{lrltll!tlxia pnllest:lIItl', para IIH)strar en l'lhls algunas apllrl:lS dc
•• riel a este origell. Lo que sí resulta un lanto clliglll;ílico es el
la cristología metafísic:t:
i) desplazamiento del tCllla dc la cristología desde la cruz y la
• , ¡
¡ resurrección de Cristo hacia la encarnación y nacimiento del
La cristología de la única persona de Cristo en dos naturalezas
¡
es la condición para fundamentar teológicamente la redención de
hombre-Dios, el desplazamiento. por tanto, del centro desde la
I pascun a la I1nvidad. Mientras que una cristología que recorre el
la humanidad. El concepto básico es aquí la idea de encarnación.
I camino dcsde la muerte el1 cruz a la resurrección dc Cristo re-
Esta es el movimiento en el que se realiza la unión de la naturaleza
divina con la humana en una sola persona: la del Dios-homhrc.
•• presenta ulla especie de u';,\'folog(a tr.\'("('fl(/cllfl', dc ahajo:l arriha,
l~s1a 1I1li(1I1 (1IIIilin) acon1ece de forma que el I.AJ}!,os ctemo. la
la cristología dc la cllcarnac:itln recorre el camino del Ilijo clcl'llo
•• I de Dios dc arriha a ahajo y es ulla (",;,wo!og(o d('s('clldc1/f('. segunda persona de la trinidad, el Hijo eterno,.<1sll111e~a naturaleza
•• Esta inversiún de la perspectiva se produjo a hora lIluy tCIl1- hIl111;1I1<1110 pcrsonal, el1 el sello dc María, en la IIlll(fad y .a~lto-
Ilomía de su persona y en la comunión de su naturaleza dlvlIla.
•• ,1 prana:- Pablo cita en. Flp 2 un himno a Cristo anterior a él que
I comicnza dcsde arriba y celcbra el gran giro de la historia en la La naturaleza divina del Logos eterno es una naturaleza perso-
•• exaltación de Cristo por Dios. Está claro que la comunidad in- nalizada. y la naturaleza humana que es asumida, es. una natu-
rtllcza no personal. El l1lolllenlo pcrsollnlizantc en el Dios-hombre
, ••
virtid la perspectiva desde la exaltaci6n cscat()lt\~!.ica l!l' Crislo 01
Padre hacia su envío originario desde el Padre. Según esta lógica es el Hijo eterno de Oios. Es lo que se trasluce en el símbolo

.,
• de la deducción argumentativa, el futuro pone de manifiesto el
origen y, por tanto, la resurrección de Cristo ilumina su abaja-
miento. Entonces, el evento de ]a encarnación es sólo el reverso
del naci;ni~lto virginal: el Hijo eterno viene del Padre por medi~
del Espíri1V santo y toma la naturaleza humana en el ~eno .de, la
virgen María, Como esta naturaleza humana ex Mana. l'~rglf1e
•• I del evento de la resurrección. por cuanto lo último en el cono- carece de un padre humano, queda exenta del pecado ongllla1 y
"", 1 cimiento es siempre lo primero en el scr5• Pero esta inversión de de su secuela. la muerte, y es inmortal. Por eso la naturaleza
¡
la imagen crislol6gica obedece tamhién a que se entendió la humana asumida en la encarnación es una naturnlczn humana
••
•• I
resurrección de Jeslís 110s610 como un fen{ullello lemporal acnn- íntegra, sin pecado y sin mort:llidad, como la de Ad:ín y Eva
tencido en Jcsús, sino a la vez como el comienzo de la era antes de la caída. Y por eso mismo. al Dios-hombre tampoco se

4;' escatológica de la resuITccci6n de los muertos y, en consecuen-


cia. como presencia de la eternidad de Dios. La resurrección de
Jesús acontece, temporalmente. «al tercer día» de su Illuerte,
le llama hombre real sino «hombre verdadero»7. Por compasión

(i
({nI Qlldh'lI
1-1, Sch11lid, !Jit' f)ogll/lIIik d('/" H".-!lflh.
Gli\erslnh 7 19R~, ;12:, fI///río-lI//io
Kire//(', d(Jrg('.IIl'1I1 1/lld (IIIS
2llss: 11.
pero se produce íJ la vez COIIIOprescncia dc 1" etel'llidad en todos !Wff'gl. fWI".\O/udi,I'.
lleppe-E. Bi7.(,I'. f)it' f)og///(I/ik d,'/" b' .. I'I~f. Kirdlf', .d(//"g(',\/I'Il'--"lId (//1,11(('//

(jlfl'/fl'// /w/t'gf. Nellkil'clu.:n 195R. Loe. XVII: f)e Mf'(/l(Ifo/"(', ;l2;1ss. ,


4, el'. l:l1nhi{-1l .l. Mcycndorlr, ('!trisl ill 1~'((,I'lnn ('!lI"i,I'li((1I 7hll//!{hr, Ncw 7. Tlldavía Ireneo y Tertuliallo suhrayan, siguicndo Rom R, ;1, la Igualdad
York 1975. que expone 1<1 hislori:J pnsc:llccdollCIlSC.
de Jesús con llosotroS. Pero a raí? dc la prohlcrnálka anli:lrriallll se dcc!ura
5. Arist6lclcs, Elim (/ NictÍmmw, 111, 5. '112h.
desde Basilio (Ep. 261, 1. en MPG 12. 972) que el tog()S no <l5urniú la carne
82 Camillas)' amtares de la cristologfa Tema y esquema de /lila crülo{og(a cosmológica 83

y voluntariamente,
• ¡; no a la fuerza, asume el Dios-hombre las
debilidades naturales de la «carne» a las que está sujeta la na-
l. Si el Logos eterno asumió una naturaleza humana no
personal. no se le puede considerar como una persona histórica
- I turaleza humana real desde la caída. Por eso, la naturaleza hu- ni cabe hablar de «Jesús de Nazarct». La naturaleza humana
mana que asumió el Hijo eterno en la encarnación es: l. unhi- parece ser cntonces un simple ropaje del Hijo eterno 4ue éste
- postática, es decir, no personal. ya que su centro personal es el
Hijo eterno: 2. inocente e inmortal; y 3. posee la excelencia
llevaba en su vida terrenal. Es difícil encontrar en él la mismidad
de la naturaleza humana propia. ¿O acaso el Hijo dc Dios eterno
-. especial de alma y cuerpo que corresponde al estado de inocencia.
La consecuencia de la unión de la naturaleza divina y la naturaleza
asumió la «naturaleza humana despersonalizada» en el sentido
moderno de la expresión. es decir. el ser humano «rcal». la
-. bumana en la persona del Dios-hombre es la comunión plena de
las dos naturalezas en él: cOl1lmtmio y (,0I1/111111/ícali() idioma/1I111.
naturaleza humana deficiente cn su m{¡s profunda postraci6n?

- Todos los enunciados sobre la persona de Cristo se basan en esta


plena comunión de naturalezas: Dios es hombre. el hombre Je-
Entonces la encarnación sería ya la asunción del ser humano
deshumanizado, despersonalizado. oprimido y degradado en
sucristo es Dios, Dios murió. el hombre .Jesús es omnipresente, mero material, para salvarlo devolviéndole su dignidad eterna en
I : I
el hijo (le María es el hijo del Altísimo, ctc. No necesitanlOs Dios'l. 1,0 acaso la «verdadera» nataruleza humana est{¡ c1cshi-
,. ! abordar aquí las notas concretas de los diversos statu.\' Chr;'\'1i postasiada <lnhipostúticamcnte en la pcrsona divin<l, corno indica
que se elaboraron. especialmcnte en la antigua ortodoxia protes- Pahlo: «Va 110 vivo yo. sino quc Cristo vive en mb> (Gúl 2, 20)?
-1 tante. para direrenciar la comunión de naturalezas en los diversos Pero entonces habría que calificar ya la personalidad humana
«real» como pecado de egoccntrismolO•
• estados de Cristo. Para la cristología de la Iglesia antigua, la
asunción de la naturaleza humana por la naturaleza divina per~
- sana! realizaba .ya implícitamente la salvación integral: «El Dios-
Logós asumió toda la naturaleza humana para salvar al hombre
2. Si el Lagos eterno asumió una naturaleza humana sin
pecado, será inmortal no sólo en cuanto a su naturaleza divina
sino también según su naturaleza humana. ya que la Illortalidad
integral, ya que lo no asumido no se salva». Para la antigua
• ortodoxia protestante, la constitución de la persona del Dios-
es consecuencia del pecado. Pero si <tSllllli6 una naturaleza hu-
mana inlllortal. ésta no puede nacer propiamente. pues lo inmortal
• hombre mediante la asunci6n de una naturaleza humana no pcr~
no nace ni mucre. Desde la imagen del «cuerpo transfigurado»
son al por el Hijo eterno fue sólo la condición para su obra re-
por la reS[rreCCiÓn de entre los muertos (Flp 3, 21), del que
dentora. mas no coincide con ésta. Para la obra redentora, dicha
leemos en om 6, 9: «Y no morirá ya». se vuelve aquí al na-
ortodoxia elaboró la conocida doctrina del «triple ministerio de
Cristo». cimiento d este cuerpo por obra del Espíritu santo en el seno
Son numerosos los autores que han señalado las aporías de de la virgen María. La transfiguración de la corporeidad humana
la cristología de las dos naturalezas desde diversas ópticasll• Des- de Cristo se produce ya por el nacimiento virginal. Pero eso es
tacamos aquí las cuestiones que más nos interesan: una posibilidad imposible, porque no cabe hablar entonces ni
siquiera simbúlicamcnte de una «virgen» ni de un «nacimiento».
pecadora sino tina ll¡ltllralcza íntegra e intllortal. er. COlllO po.qura dcfiniljva Entonces dehen preexistir tanto el centro personal divino como
Agustín, De (lenes; l/d lillen/m lO, IX (CSWL 2811. 320), Y la doctrina L1cl
nacimiento puro (virginal) de Jesús como derivación necesaria (Ene/¡ 41. en
el cuerpo inmortal de Cristo, y encarnarse en María desde la
MPL 40, 252 Y de Gen. ad litro 10. IR, en es EL 28/1. 320). La idea originaria eternidad. Si el Dios-hombre es inmortal, no sólo en su naturaleza
fue. pues. que Jesús nunca pecó de hecho y que restituyó así la inmortalidad
a la carne humana. Ya en Orígenes se desplazó el acento: el Hiju eterno está 9. CL G. Gutiérrez, La f//£'I'<.ahis¡órica de los pohres, Salamanca 1978,
tan unido al Padrc que 110 hay ninguna posihilh.lad dc dcsvío de su voluntad: y !Jeber en su propio pm,o. £" el i¡i"crario e.\piri/llal de 1111 {JI/ch/o, Salamanca
.Jesús estuvo exento de pecado por su naturalcza, no por su vida h<ljo la asistenci<l -'1989 .
de la gracia (/)i! prillc. 11, 6, 5, GeS 5, 145). 10. ¿Quería K. Rahncr expresar esto con su doble tesIs: "La antropología
8. W. Pannenberg, Carácrer aporético di! las dos lIallfrolczas, en F/I/!- es una cristología deficiente» y la cristología es ('una antropología que se
damc/l/os de crüfoloRía, Salamanca 1974, 351ss . trasciende a sí misma»?: EscriTOS di! Teo/()f{ía 1, -'1967, 183. nota 19.

..-.---.~.~-------------'------------------------------_._------
_~-....,..,.,..••...~~ ....
.
84 Caminos y ol'atares (le la cris/o{ogfa 85
TCII1t1 y esquema de /lila aislO/agla COSlI/ofóRiclI

divina sino también en su naturaleza humana, la reconstrucción celo, su amor y su misericordia, en suma, su paf!los, es susti,tuicto
dogmática de su muerte se vuelve prob1crmítica junto con su por la apatía o impasibilidad esencial de lo divino. La pasIón y
significación sotcriológica: Cristo no mucre entonces su propia la capacidad de sufrimiento de su amor son lI1expresable~. El
muerte, sino únil:alllcntc la nuestra, por compasión. El sería, en «Dios de la historia», el «Dios que viene». desaparece en lavor
•• sí, inmortal. Pero ¿cómo puede tener su muerte un efecto redentor del eterno presente del Señor celestial. Y si esa d.istindón ';l~-
lllI si no puede ser ni la muerte de su naturaleza divina ni la muerte tafísica subyacente cntre Dios y el mundo se equipara teologl-
dc su naturaleza humana? La doctrina dc la C()1111111Il1iC(llio hlio-
31 camentc con la distinciún entre creador y criatura. como ha hecho
malu11I sólo puede transferir la propiedad dc una naturaleza a la
la tradición cristiana, la relación de la naturaleza humana con la
•• otra en virtud de la unidad personal de Cristo. Pero si la naturaleza
humana dcl Dios-homhre, auelll:ís de la divina. es en sí ¡lIlllorl,,!.
divina sólo puede ser la de la criatura con el Creador. mas no. la
•• :I
¿cn qué sentido Illuriü Cristo'!
del Hijo con el Padrc. De ese modo. la cristología queda reduc\(1a
a antropología. .
I 3. En el marco de la cristología de las dos naturalezas, todos
! Lo correcto es partir de la relación especial de Jesús con DIOS.
III los cnunciados sobre el abajamiento de Jesús, sobre su huma-
.[, .
¡ I a quien él llamó Abba, padre querido, para inferir de esta rel~c~ón
nidad, su pasión y muerte en cruz, quedan reducidos en favor del hi jo mesiánico con el padre divino lo que es realmente dl\'1I10
•• ! de los enunciados sobre su divinidad. su majestad y su triunfo. y lo 'quc es realmente humanon. No sc niega la tarea de la
e integrados en ellos. La historia de Cristo es fundamentalmente cristología a la luz de la metafísica general cuando se e.labora la
la historia vertical entre Dios y los homhres. Es el «camino del
cristología, junto con la doctrina de Dios. en perspectIva espe-
Hijo de Dios hacia el extranjero» y «la vuelta al hogar del hijo
cíficamente cristiana. es decir, trinitaria; pero el nuevo testamento
del Hombre» 11. Si la historia de Cristo es fundamentalmente esta
no trata de la relaci6n entre la naturaleza humana y la divina en
historia vertical. resulta ser también, en el fondo. una «historia
Cristo. sino de la relación filial de Jesús con el Padre ): ~e ~a
etema». Nuce así. en definitiva, la imagen del Cristo triunfndor
en la gloria del Padre. Esta visión unilateral hace que la procla- relación paterna de Dios con Jesús. Sólo la ~~ción tn111t,ana
mación profética y la actividad terrena de Jesús no sean ni siquiera permite entenuer a Dios como Padre en su re~~~clOnCOll. .l:sus y
mencionados en el credo de los apóstoles ni en el credo de Nicea: a Jesús como niño e hijo del Padre en su rclaclon con DIOS.
entre su nacimiento virginal y su muerte bajo Poncio Pilato. el
relato dogmótico no narra y la fe cristiana no confiesa tradicio-
5. Ht
y que considerar, en fin. la raíz vi~a~de la c.ris;o.logía
en la Igl1_sia antigua. Ello no supone relatlvlzar.la hlstonca o
nalmente ... casi nada. El credo niceno dice: «y se hizo hombre»; sociológicamente, sino situarla en ambas perspectIvas y ha:erla
el credo de los apóstoles, lÍnicamente: «Padeció». así comprensible en su función pública. Nicea (325) fue el primer
4. La distinción entre las dos naturalezas. en la que se centra concilio ecuménico de la Iglesia. Fue convocado por el emperador
la cristología oc la ellcarnaci6n. no procede de la historia especial Constantino. que sería saludado por los obispos como el deci-
de Cristo sino de la IlIctafísica gcneral del llIullllo. 1\ la naluralcza muteren apóstol. Los intereses imperiales exig.ían la, unidad tic
divina de Cristo se le "trihuyen unas propiedades que nunca la Iglesia ell el aS¡1L'Clo doglllülico, i.I fin de que csla. COIllO
poseyó el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, el "Padre de JeslI- orga~lizaci6n ecuménica uniforme. pudiera garantizar .Ia illtegra~
cristo>,':!. Su fidelidad deriva en una inmutabilidad sustancial; su ción religiosa dcl illlperio, compucsto por ta~tas naclOne~. L~s
intereses eclesiales por la ortodoxia en la doctnna y en-I~ ltturgla
11, Así K. B:l1"I1I,Kirch!iche OOMlI1alik IVll y IV/2.
y por la eliminación de la herejía corrían paralelos a ~os JI1~ercses
12, eL W, Panncnbcrg, La 1/.\'illlil(/ci{)1I del ("(lIIu."lo fjlo,w!/ico de !Jios
("(11I10pl'ohlC'lIItl dogmálico de la (/l/ligua 1t'oloM{a cristia/la. en Cuc,I'lill/l('.\' imperiales por una religión homogénea en todo el ullpeno. La
/imdal1lcl/fale,l. de I{'o(og[a Si.\"l('II/(ÉliclI. Salamanca 197(,. 9~-149; 296-:~4(); J.
Mnltll1ann, Teolog/a tI(' 1/1 ('.\l){'}"(///;,a, Salamallca '19H9. lH(lSS; 1;"1IJios ('1"1/_ 1:"1. K. Barth. Kiri"f¡fidw !>ogmrllik IV, 1; W. I'allllcnht:rg. ChrisIIJ/ogir'.
d}/mdo, Salamanca 1975. lH2ss.
355ss.

--- ---------_._--~--~--~~-------_.-
- -------_._--------
86 Caminos y flI'olarl'S de fa cristologfa
Tema y esquema de 11110 criswlogfa cosmológica 87

.~( lucha por la 0I10doxia cristológica se combinó con la lucha por


la Iglesia imperial. Todos los otros concilios ecuménicos fueron
el sueño milenarista se esfume y la Iglesia tenga que existir eu
~d un mundo no cristiano, acristiano y anticristiano? ¿no es acon-
convocados por emperadores y sirvieron a la ortodoxia de la úllicn sejable renunciar al SllCii.Oprematuro del Pantocrátor. ~ de la
: él! religión en el imperio bizantino. La iglesia ortodoxa vivió en este
«mundo cristiano» como el alma en el cuerpo. gracias a la ar-
Iglesia imperial en su reino milenario y vol:rer al. Crucl~Icado y
vivir en su seguimiento? La cristología mIlenansta, tl'lunfal y
monía entre el poder eclesial y el poder imperial'4. Su cristología
-'. ! eterna, ¿no deberá ceder el puesto a la cristología histrírica, que
'1 ~ i definió a Cristo, no sólo como cabeza de la Iglesia sino también
es una cristología en camino y una cristología bajo la cruz? La
como rey celestial y pantocrátor para la Icgitinwción del cmpc-
,~ I rmlar romano y su imperio. Como «ungido del Señor», el elll-
Iglesia de Cristo no posee aún cn este mundo, fucr<l ~ic sí misma.
un «(cHerp0l:' social y pnlítico quc ella pueda conlormar como
perador orlmloxtI lcnía larca la IIlCsi<Íllica dc cxlcllllcJ' el reillo de
alma, renullciando a su propia corporeidad. Existe en Illedio de
'. ! Dios en la tierra. Porque en el imperio cristiano se realiza el plan
. 41 las contradiccioncs y las resistencias. y debe organizarse como
divino sobre la historia, Esta concepción religiosa dio siempre a
,~I , I
Bizancio y a Moscú una conciencia especial de misión milenarista
comunidad visible de los creyentes contra los ataques
mundo violento, para mostrarle la alternativa de Dios.
de este
como imperio redentor del Tllundo y C0l110 pueblo salvador de
.j I los pueblos. La teología oricll!t'l así tanto a la Iglesia cristiana
I q I como al Estado cristiano hacia el reino de Dios y fue en este
sentido «teología del Reino») en versión trasce'ndental o e11versiún
I(
cscatol6gica. Junto a la Iglesia, aceptú al elllperador COlllO el
le. representante sagrado de la soberanía divina en el IIlt1lH.iO.Esta
concepción teocrática de la Iglesia y del Estado tuvo siempre
connotaciones milenaristas: Los santos del Altísimo reinan con
Cristo y juzgari a los pueblos. En el reino de Cristo, Satán está
atado durante mil años para que la verdad y el hien puedan
difundirse sin contradicción ni resistencia. Este Cristo es el pan-

I
tocrátor del cielo y de la tierra y el triunfador sobre el mal y la
muerte, por no hablar de sus enemigos en la tierra: judíos, pa-
ganos y herejes. La cristología en la «historia elema» de descenso
)
• y ascenso es una cristología milenarista, cristología en el reino
de mil años de Cristo.
¿En qué dirección habrá de cambiar la cristología cuando esta
unidad tcocrática de Iglesia e imperio cristiuno haga quiehm y

14. Cf. W. Elert, Del' Aus¡;ang dN a/lkirchlichen Chrisl%gic, Bcrlin


1957, 2655; Das Problem des poli'ischell ChrislUs; Fr. G. Maier (ed.). Byzal1<.,
en Fi.Kh('r lVl'I'Rescf1ich,c 13, Frankfurt 1973. 2lss: A. Schcl1lllcmanl1, Tite
• Prohlt'/11 01 ,h(' C/mrclt.s
P,.('.~CI/Cl! ;11 ,11(' Il'or/d ;11 ol"///IIdox COfuciOfI.l'IIC.\'"". cn
S. Chr. Agourides (cd.), Deu ..•..
;clIIe COIlRre.~ de 71J¿olnR;e Orrhnfio ..•..
c, A1hen
197R, 236-24Q. La idea de lIna relad6l1 de In Iglesia con la socicdad como la
dd alllla COII el cllL'rpn preside lall1hién la ideo¡ogf" religios,1 de EIU JlJ. ('f.
S. E. Mead, nI{' Na/ioll ll';lh Ihe Smtl of ti Chl/rdl. Ncw York 1975. E. L.
Tuvcson, Redecilla Nnr;rJII. n/e !dea o/ America's Mille11l1;a/ Ro/e, Chicago
196R .

.. ...••_ ._==iZ4Zo_.
3
Tema y esquema
:e de una cristología antropológica

!'l'

Cristología antropológica dice lo mismo que jesu/ogía. El


término «jesulogía» no es antagónico de «cristología», sino que
I~ designa la cristología moderna, llamada también «cristología des-
de abajo». Para ella, el punto central no es el Cristo elevado y
preexistente sino el hombre ,desús de Nazaret; por eso hablamos
de «jesulogía» y sugerimos eon ello el desplazamiento moderno
'( del tema de la cristología. El cambio desde el esquema cristo-
lógico antiguo al nuevo ha sido radical. Comenzó en el protes-
tantismo europeo, por la época de la Ilustración; pero no se limitó
a esa conf4sión cristiana sino que se extendió también, con cierto.
retraso, al ~atolicismo,
al 'anglicanismo y a la ortodoxia.
En los debates cristo lógicos de los últimos doscientos años
se refleja un cambio radical en la teología europea, y en ese
cambio se refleja a su vez un profundo cambio cultural. Se ha
descrito el cambio cultural como «giro antropol6gico» de la edad
moderna (1\1. Bnbcr). «rebelión del homhre moderno en la sub-
jetividad (M. Heidegger), «sccularizaci61l>~ de la sociedad. «his-
torización» de la historia, «desencantamiento» de la naturaleza,
etc. El fenómeno del mundo moderno es polivalente, y las in-
terpretaciones de ese mundo son igualmente polivalentes. El que
habla de «mundo secularizado», lo hace por comparación con el
Illundo sacral de la edad media. El que describe el «antropocen-
trismo» de la cosmovisi6n moderna, lo hace comparándolo con
el teoccntrismo de la edad media. El que lo jdcntifica C01110
."/ /
• j 90 Caminos y m'ofares de la cristo{og(a
i Tema y esqrlema de rllla crislofogfa ('oslIlOlógica 91
'

,( «mundo histórico». lo compara con el antiguo mundo del orden naturaleza; pero la teología moderna sólo se interes6 por las
y ve en él el principio de la revolución penllunente en acción. consecuencias para el ser humano. Si el espíritu moderno des-
El fenómeno del «mundo moderno» cs. en realidad, único e
arraiga a los hombres de sus comunidades naturales y los indi-
incomparable en la historia de la humanidad. Un Illundo fabricado
vIdualiza como sUJetos, los hmá libres y autónomos, pero los
por hombres se desliga por primera vez de los órdenes y ritmos
lleva también a ens;s de idemidad permanell1es. La pregunta
de la naturaleza y es construido con arreglo a los intereses y
sobre lo que es el hombre y lo que es lo humano es crocial en
conceptos humanos. No son ya las fuerzas de la naturaleza, sino
el mundo moderno, porque la inhumanidad no encuentra ya unas
la voluntad de los hombres lo que determina el destino del mundo
barreras naturales. Desde la época de la Ilustración el problema
humano. Los hombres se van independizando de la naturaleza y
capital es la h"mmú::adáll df'! 11I11f1dohom;II;z.l1do .. 1a hlltl~all1-
ésta de los hombres. Los hombres se convierten en sujetos de su
zación de los hombres convertidos en dueños de la tlelTa. SII1 la
propia historia. El proyecto de la «civilización científico-técnica»
edocación de la humanidad es impensable la sopervivencia de
ha pasado a ser el gran experimento de toda la humanidad '. Esa
civilización se está convirtiendo. quiérase o no, en el destino de los hombres ante el poder que han adquirido. Por eso nació el
todos los hombres. Se expande irrcsistiblemcnte. De ahí que se humanismo cllroamericano junto con la toma de poder industnal
llame «países en desarrollo» a las zonas aún no afectad<ls. En de estos pueblos sobre la naturaleza: la dignidad humana y .Ios
todas las áreas de las ciencias y las tecnologías hay procesos en derecho,<j humllnos constituyeron el fundamento de las constItu-
marcha a los que no cabe oponer alternativas. realistas porque se ciones políticas modernas. La democracia occid~ntal mo.derna se
ha sobrepasado el ]Joilll of 110 relurfl. En lugar de la antigua basa en el principio de la subjetividad y garantIza las lIbertades
sociedad agraria, favorable a la naturaleza, se ha inst<lurado la subjetivas. .
socieda¡l industrial, explotadora y destructora de la natoraleza Con razón declaró el teólogo Herder al comIenzo de esta
por estar enfocada únicamente a los intereses humanos. Hace época: «La homanidad es la esencia y la obra ,de Cristo al mis~o
cien años la masa de la población vivía en el campo. Hoy, en tiempo. La tarea divina de nuestra generaclon es la fOflllaclOll
muchos países. la mayoría de la población habita ya en ciudades de la hmnanid,uh)J. Pero ¡.cómo pueden encontrar los hombres
masificadas. El gran éxodo del campo a las ciudades persiste y modernos su humanidad, su autenticidad, su identidad huma.na,
determina hoy la situación en el tercer mundo. Más adelante si son indi\lduOS aislados y solitarios y no les responden nI el
abordaremos los riesgos y las contradicciones del gran proyecto cosmos ni I s dioses?
moderno de la civilización. En la si uación de una conciencia de la verdad dominada por
La teología protestante se percató a tiempo del nacimiento la subjetividad y de una búsqueda de la salvaci~n definida an-
del espírito moderno y analizó sus problemas internos. Hegel tropocéntricamente, la antigua cristología metaflSlca de I,a. en-
habló de una «enorme revolución en el mundo cristiano ... Ha carnación perdió su relevancia. Detrás de los Iconos cflst~lo~I.COS
anorado una conciencia dc la verdad totalmente distin1<l)).'. Es l'I de la Iglesia se descuhrió al .Icsüs terreno. hlllll[l~lO. (' hl~tnn~a-
principio de la ,\"U/~il'lh'hlad humana. Mediante el conocimiento mente accesible. y se encontró en su vida y en la llllluellcla vIva
y la voluntad, los hombres se enfrentan a la naturaleza. La na- de so personalidad el paradigma de la humanidad religiosa (Kant)
turaleza se convierte en objeto y ellos pasan a ser sujetos libres. y el ejemplo de perfección moral: el hombre verdadero y boeno
La ciencia y la técnica los hacen ser dueños de la naturaleza por antonomasia. Bajo los principios del espíntu mod:rno, la
objetivada. Se ha explicado muchas veces lo que esto significa cristología tradicional se transformó radicalmente. A. Jesus no se
para la construcción del mundo industrial y la destrucción de la le vio ya, sobre un transfondo teológico, como el «DIOS I~ombre)).
sino en un plano antropológico, como el «hombre de DIOS». No
1. R. L. Hcilbronner, Die Zlfkulljt da Mcnsch/¡eit. Frankfurt 1976.
2. G. W. F. Hegel. lVerke 1, 1, 140.
3. J. G. Herder. lVcrkc, ed. Suphan, 13.290.


92 Caminos y m'atares de fa crisloloXfa Tema y esquema de /lila cristología cosmológica 93

se destaca su encarnación y el nacimiento virginal C0l110 su signo se debe creer, sino lo que es posible y conveniente admitir en
físico, sino su perfección humana ante Dios y la exención de intención práctica (moral). aunque no sea demostrable y sólo sea
pecado. La salvación no está ya en la deificación del hombre y susceptible de creencia»'7. Estimó que «nada práctico podíamos
de la creación, sino en la identidad interna del hombre escindido hacer» con dichos dogmas. No obstante, Kant consideró a Jesús
y desconocido para sí mismo y en la formación consiguiente de de Nazaret como prototipo de la humanidad religiosa. En su
una hUIlHlnidad moral. La cncnrnación y la resurrección de Cristo interpretación ética aparece, en lugar de la naturaleza divina de
no se ajustan ya, C0l110 milagros físicos incomprensibles e im- Cristo y del Logos eterno, «la idea de la humanidad en toda su
posibles, a la imugen c6smica dc dominio humano dc la natu- perfección morah>, idea que Jesús encarnó. Kant evitó nomhrar
raleza. Pero la ilHlL'cllcia htllll<lna de kSlís es COIIIO UIl <<Illil:'lll"O ;¡ kslÍs. pero si esta ,ddea del Cristw> aparece realizada en Jesús.
amoroso» de Dios ell el IlHIIlt!O Illoral que el homhre 1ll0dC~1O L'sll'. COIllOprototipo de la verdadera humanidad, resulta ser para
mira con nostalgia'l. él el IlIcdiauor de la perfección cósmica moral, de la «segunda
Este giro en la conciencia de la verdad explica que el hombre creación», de la creación del mundo moral; en términos tradi-
moderno solo «entienda» lo que tiene relevancia rara él. Su cionales. «el segundu Adám> 0, como él prefirió decir. «la idea
conocimiento no se orienta ya a la participación en lo conocido personificada del buen principio»ll.
ni se interesa por la C(Jll1l1llidad que LTCtl, sino por hl utilidad I'ara tlllalil.ar la ('ollsliIUciú" de fa IH'I'S()f1(/ de Crisl0 en esta
suhjetiva. ¡,Qlll~ importancia tielle eso P:U'íl mí? ¡,ell qué lile es jl:slllogía moderna. nos hasalllos en la ohra de Friedrich Sch-
l"ltil'l, son las preguntas «vitales,>. Ya los calc~islllos CYi.ltlgdicos Icierllltlchcr sohn: la re cristiana y en la tcología trascendental de
del período dc la Reforllla no preguntahan. ohjetivamente, qué Karl Rahncr.
c~ la resurrección de Cristo, sino, subjetivamente, de qué nos SchlcienmH.:her afirma que la religión hunde sus raíces en el
Sirve la resurrección de Cristo-~. Siguen así un principio del joven «sentimiento» de la persona humana. Se refiere con este término
Melanchthon que sólo se hará efectivo en el liberalis",o del siglo a una actitud b:.lsica de la existencia humana y no a emociones
XIX: «Christulll coglloscerc hl)e CSI beneficia c¡lIS cognosccre, anímicas. En la «autoconciencia inmediata) reside la unidad sub-
non, quod isli doccnt. C¡lIS naturas, modos incarnationis COI1- jetiva ue la vida antes de diversificarse las actividades hUl1lanas.
tucri»(', y formulan en lugar de la pregunta por la esencia (es- En este elelento originario de 10 vivo coinciden teoría y práctica,
,vemia) la pregunta por el uso (usus). En lugar de la antigua razón lo ideal y o real, ser y conciencia. Schleiermacher llama a la
participatoria aparece la operacionalización de la razón moderna. autoexperi cia religiosa originaria «el sentimiento de depen-
De ahí que en Kant y en la teología ética que le sigue, en dencia absoluta», haciendo referencia al equivalente antropoló-
lugar de la pregunta teológica objetiva se plantee la pregunta gico del concepto de Dios C01110 rcalidad determinante. Pero esa
pragmática: ¿Podemos convertir eso en algo práctico para no- equivalencia sólo es válida si en lugar de Dios ponemos «lo
sotros? Tal fue su pregunta a los dogmas de la cristología y de incondicionado»_ La religión objetiva se convierte en la religión
la trinidad, ya que «se entiende por artículos de la no lo que re. de la subjetividad. Siguiendo el mismo método. Schlcicl'lnachcr
traduce las nociones teológicas de la cristología tradicional a
4. E. Oünthcr, lJit, ElI/wicklul1g da Lehre \'011 da Per,wJ1/ Chri,\Ii im 19. nociones antropológicas modernas. «Todos los elementos del
jahrlll/llderf, Tlihingcll 191 1: R, SI('l1C7,ka. GI'.\'"hic¡'flic!,keil lIIul P(T,HI!1,1'1'i1l
cristianismo están referidos a la conciencia de redención por la
./1',1'11 Clllúli. ,'''''1/(1;1'/1 ::-'"' 1'1'1';,1'/,,/0.1;;,1'1'11<'/1 l'r"hll'lIIflli/.. <lIT l1i,\f"ri,\FI1I'II ,h',I'/I.\"
,fi'flgr. (;iitlill~L'l1 1 \)h7: (', 1\10\\111. "",\'11,\' ;1/ 1:'1I1'''1'I'WI 1'1'01(',\",,111 '/110///.)11 1778
PCl'S(lIltl dc Jesús de Nal.an:t),'l, ((El Redellhlr es un 1J(Hllhre C()lJl()
1:"MJ, Durha11l (USI\) 19X5: M. Baulllollc (cd,). ni" I-'/'(/gl- l/ocl1 (km Ilis10.
1'1.\'1'11('//
.h-,I''',I', 7'('.\1 <!lIS d/'f'; ,/(/111'11111/(1(-/,(('11.Glilt'l'sloh II)H.1. 7. 1. Kanl, Ikr Sfl'cil d('l' 1,'aklllriircl/, 1\ 50ss,
5, Por cjcmplo. el lff'idclhl"',l~I.1' Kf//('ch;,I'II/II,\'. I."i();\, Fr. t15 X. 1 K,ml. lA/ rdigj¡,1/ dl-l/ll'fI d<' 10,1- líJlliu's de la /I/('ra ra;ún. Madrid
6, Ph, Melallclllhllll_ 1.oe; CO//IIII/lII<',I' 1521. ell R, SluppcriclJ, (ct1.), IV('I'- 1l)(19. 1\ 67. 70,
k(' 11, Gütcrsloh 1l)52, 7, 9, Fr. Schlcicrrnacher, Glalff>clI.I'lehrc, 11.

':
~.
94 Comillos y a~'atares de la cristología Temo y esquema de IIlla cristología cosmológica 95

los demás en virtud de la identidad de la naturaleza humana, pero con Dios, es el «segundo Adán», el autor e iniciador de la segunda
difiere de todos por la vigencia permanente de su conciencia de creación: el perfeccionamiento de la creación material mediante
., Dios, que expresaba la presencia de Dios en él». En lugar del la creación moral de una humanidad perfecta y pura. El «ser
Dios~hombre aparece el hombre consciente de Dios; en lugar de divino» de Jesús consiste, así, en ser imagen y semejanza perfecta
la naturaleza divina de Cristo, el ser de Dios en la conciencia de de Dios. Jesús es el deber-ser de toda persona, lo que todo ser
Dios. La inmutabilidad de la naturaleza divina se traduce en la humano anhela, 10 que todo ser humano puede llegar a ser me-
«vigencia permanente» de la conciencia divina de Jesús. Esa diante la fe en él. Por eso su «conciencia de Dios» tuvo que
conciencia divina se manifiesta en la «inocencia radical» de Jesús, haber sido la conciencia que tiene la criatura de su dependencia
o en SlI pcrfccciC)I1 rumIO, por la que difiere de los otros homhres. del Creador.
cuya conciencia de Dios está enturbiada por el pecado. Si la Muchos teólogos modernos de los siglos XIX y XX, siguiendo
conciencia divina de Jesús ejerce la función que antes desem- a Schleiermacher, intentaron describir con mayor precisión la
peñaba la naturaleza divina en Cristo, el Dios-hombre, no podrá perfección pura de Jesús y detectarla en su biografía. C. Ullmann
haber evolución ni oscilaciones ni luchas en la conciencia divina describe así esa perfecci6n: «Su grandeia es la grandeza del ser
dc JcSlís: la pureza de Jcstís 110 presenta huellas ni cicatrices dc interior. La arllloní-a domina su vida cnlera, infunde P:IZ y produce
una lucha". JeslÍs como individuo hislúrico es el prolotipo de la illlprcsiún de calma, scrcnidau y seguridad. Todo su ser es alegría
humanidad de Dios inocente y pcrfccla .. El cfecto redentor con- y dulzura, un perfecto dominio de sí mismo»':;. Mejor que los
, :
I
siste cn la cOlllunicación de la intcnsidad de su concicncia divina, milagros y las curaciones, la prueba en favor del cristianismo es
efecto que brota de la vida de Jesús. Jesús es para Schleiermacher la imagen de lo «absolutamente puro». Pero ¿cómo puede ser
el redentor por ser el «prototipo dinámico» del hombre religioso'2. Jesús el ser humano perfecto si era varón? Ullmann contesta:
Este efecto redentor, fruto de la condición prototípica. brota de «Podemos llamar a Jesús varón en el sentido pleno de la palabra;
la personalidad histórica integral de Jesús de Nazarct y no es- pero no podemos hacer consistir su carácter peculiar en la mas-
pecíficamente de su pasi6n o su muerte. «Los discípulos reco- culinidad en contraposiciún a la feminidad, ya que posee tnda la
nocicron en él al hijo de Dios sin tcner la !llcnor idea de su dulzura, pureza y ternura dc la condición femenina». Las imá-

I
I resurrección y ascensi6n» lJ. La pasión tampoco añade nada cs-
pecial al efecto redentor que emana de la impresión de su persona:
«La pasión de Jesús es la expresión perfecta de la conciencia de
genes I~Oll1lnticas?e Jcsú~ en el siglo XIX. o.f~.ccentambién r~sgos
andrógmo . Esta jeSulogla moderna convlrtlo al hombre Jesus de
Nazaret e pantalla de proyección del ideal de esa verdadera
Dios presente en cada instante de su vida»14. Su sufrimiento en humanidad que buscan los seres humanos alienados y ya desfi-
la cruz es la confirmación de su concicncia de Dios; no posee
," ningún poder expiatorio especial ni una significación redentora
gurados: Jesús ofrece la personeidad pura. la condición humana
en estado perfecto la fe que da certeza interior, etc.
d; propia. La idea de Cristo es la idea del hombre poseído de la La constituci6n de la persona de Cristo aparece con rasgos
q conciencia de Dios. Al estar presente la conciencia de Dios como análogos, pero más sobrios. en los escritos tardíos de Karl
conciencia de dependencia absoluta en todo ser humano, siquiera Rahner16. En su cristología ascendente invierte místicamente su
"
de modo confuso y limitado. la idca de Cristo late en cacla hOI11-
breo Jesús, C01110prototipo perfecto de la humanidad reconciliada 15. C. Ullmann, Die Siíl/(lIosiRkeil ./£'Sl/. (:il/£, lIP(J/ol{clisc!le ¡lclj"{/f"hllflll{
"
(IX2H). Gollw '1IlUl3: ,;Jesús c." el Hutúnolllo perfecto, el incondicionalmcnlc
10. GllIu/wm.It'II1'c 94. libre dcstlc dcntro y que dispone de sí incondit:ionahncnte».
1J. ¡bid .. 9.1.4. 16. K. Rahncr PI"(lhü'/I/(/.\" (lelua/es de crülo/OX((I, cn F:.q.,.ilo.\. de Tc%R(a
12. ¡bid .. 9.1. 2. 1, Barcelona 1961, 169-222; Pal"{l la leolog(a de 1(1 C'ncal"lllldóll, IV, Madrid
13. ¡bid .. 99, l. 1964, 139-157; Los cristianos anónimos, VI, Madrid 1969, 535-544; Die ;:;wei
14. ¡bid .. 104. G,.wull.vpelJ de,. Ch";Slologie, X, 227-238. CL también K. Rahncr-W. Thüsing.

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96 CamillOS y ovotares de la cristoloKía
Tema.v esqrlenw de II//a crislología cosmológica 97

anterior cristología descendente y presenta la cristología en el ella habla en él'o, En una verdadera autoafirmación, el hombre
marco de la antropología como su complementación: La encar- acepta ya la gracia de su afirmación por Dios, lo sepa o no y lo
nación de Dios en Cristo es la autocornunicación de Dios. Por domine de un modo u otro. Ser cristiano significa. según esto,
eso hay que decir que el hombre es el ser que se encuentra él sí ser hombre. y ser hombre puede significar ser cristiano anónimo.
mismo cuando Dios se le comunica. Este principio es convertible: "La revelación explícita de la palabra en Cristo, .. es tan sólo la
cuando el hombre se encuentra plenamente a sí mismo, Dios se explicitación de eso que ya somos desde siempre por gracia»:!'.
le ha comunicado. Por eso la humanización de Dios es a la vez Si Cristo da expresión al hombre transferido a Dios y al Dios
«el caso singularmente supremo de la realización esencial del que se enajena en los hombres. entonces el acontecimiento dc
hombre C11genera!» 17. En Cristo coinciden la :lulo; Illllancncia dc Cristo representa el punto culminante tanto de la historia de la
Dios y la autotrasccnlicncia del homhre. Cuando Dios hace suya salvación (desde arriba) como de la evolución (desde abajo).
la naturaleza humana, ésta «ha alcanzado el punto hacia el que Porque la «autotrascendencia» es el principio estructural de la
se encamina siempre en virtud de su esencia» IR. En la apertura autoorganización de la materia y de la vida. El hombre corno ser
permanente de la <lutolrasccndencia humana germina la «idca de espiritual es la «plena <lutotrascendcncia» dc la materia viva, que
Cristo». que es la idea de rcalizacitm de la escllci<l hUIll:ma. alcanza en (;1 el misterio de lJios'~~. Rahncr alcallza así el horizonte
Rahner descuhre (1 supone en la aulolrascclldellcia interna de los cúsmil'o de la cristología híhlica.
homhres ulla especie de «cristología ¿1I1<lllillla»o «heurística»"). La invcrsiún de la cristología dc encarnación en la cristología
Si no latiera la «idea de Cristo» en la constitución general del de autotrascendencia en Rahner responde a la reinterpretación de
ser humano. ningún hombre sería capaz de' reconocer a Jesús la cristología metafísica en categorías antropológicas por obra de
com9 el "Cristo» y creer en él. En virtud de la idea latente de Kant y Schleiermacher". También Rahner desemboca en Jesús.
Cristo, toda persona puede reconocer en Jesús al Cristo, al des- la imagen perfecta de Dios. porque equipara la <<idea de Cristo»
cuhrir en él liI realizaci6n esencial línica. suprema y lograda del con la realidad hUlllana lograda~.f, Pcro ¡.el Dios-homhre redentor
ser humano en su entrega total a Dios, Partiendo de esta «cris- significú en la tradicióll únicamente el «hombre de Dios» para-
tología heurística», que Rahner inscribe en la antropología ge- diglll<Ítico? ¡,la relaci6n de Jesús con Dios. su Padre. es idéntica
neral de la autotrascendencia interna, puede hablar luego de «cris- a la relacifn de la criatura con su Creador? ¿Jesucristo es ya el
tianos anónimos»: el hombre que alcanza su esencia y su auténtica verdadero r<hombre humano» o tan sólo el «hombre mesiánico»
realización esencial es «cristiano», lo sepa o no, ya que «acepta en camino hacia ese futuro liberador? El interés de Rahner por
dicha revelación cuando se acepta a sí mismo por entero ya que esta cristología antropológica es, ante todo, un interés apologé-
tico: en un mundo humanista es preciso despojar a la condición
cristiana de su carácter particular. Pero es también un interés
Chri,\'/%jfie - ,\)'SI('/I1(/li,\'('" l/mi ('xejfl'fiscll, QD 55, Freihurg 1972, Tl11nhién
en la nueva cristología española, la cuestión de Jesús y su mensaje ha modificado 20, K. Rahner, ESCI'iro,~de 1('oloRía VI, 539,
drásticamente la cristología tradicional. Cf. O. GOllzález de Cardedal, Jesús 21. K. Rahner, ES(Ti/o,~ de feología VI, 539,
de Naz.arer, Aproximación a la crislología, Madrid 1975; 1. 1. GOllzálcz Faus,
22. La crislOloMfa delltro de 11/10 cOllccpcir)¡, e\'(}lutim del /lllIlIdo, en
La 11II1II(/IIid(/d /1//('I'a, F:11.\(/.\'ode ("Iú'fologro. Madrid r'19R1: R, Agllirre-T'.
E,\'rT;IOS ti(' 1'r'olojfí(/ V, Madrid 19M. IHI-219. sonre lodo IH4,
Lnidi. .Ir.\"Ií.\', 1'/ 1)/"I~r('I(/di' ("I//il(,lI, Bilhao 19HO: J. A. Pagol;l, .Il',\'/Í,I"di' Na~III"f'I.
2."'. Para el enjuiciamiento lIe la crislologí;l de Rahncr el'. W. Ka~per,
HI homhn' y ,tII III('IWI;('. S<lll Scnasti:'ín 19HI: R. Blá7.qucz . .!r',I"/Í.I".el ('IWljfl'!io
d(' Dios, Madrid 19H5,
Chr¡.H%gi(' \'(//1 IIl1/en? Krilik l/lid NCI/(JII.ml;' gcgcllll'iil"ligcr Chri.\folojfic, en
L. Schelfczyk. Grutiji-ajfclI dcr Chri,\'/%jfie hellle, QD 72, Freiburg 1975,
17. K. Rahncr. F;s(Tilo.\' de f('ologí(/ VI, 5JH.
141-169; J, Mollmann, Chrisl.H'in, MeIlSd'.H';'1 l/lid das Reich Col1e.\: Stlmlllen
IR. K. Rahner, E,w-rilos de feología IV, 145.
der Zcit (1985) 619-631.
19. K. Rahner-W. ThUsing, Chri,\'fologie - .~ys/elllali.w'¡, /1//(/ excjfefisch,
60, 24. Así, después de Rahner, H, Vorgrimler, .IeslIs - Go/le,~ Illld des Mem-
chell Solm, Freiburg 1984.

"
98 Camillos y avatares de fa cristología

terapéutico: al hombre enajenado y en búsqueda hay que abrirle


el acceso a la patria de su identidad en Cristo. 4
Hemos señalado la crisis de identidad de los hombres en
• nuestra sociedad. cuya solución busca la je,w/oRín moderna. El La cristología en las contradicciones
hombre escindido de sí mismo, irreconocible para sí mismo,
• incluso extraño para sí mismo y para sus semejantes, es el punto de la «civilización científico-técnica»
• de referencia de su sOleri%gía. Por eso la salvación de que habla
la cristología moderna se localiza en la interioridad del hombre.
• i
El término que Rahncr suele preferir para expresarlo, «cxistcll-
• ei;]» , designa la autorrclaci6n del ser humano. su suhjetividad .
~ i su alma, su autotrascenucncia interna. La cristología moderna
aparece referida soteriológicamente a esta autoexpcriencia exis-
¡I tencial de las distintas persorl<ls. pero no a las condiciones ex-
ternas de la sociedad que provocan tales experiencias y crisis
I internas. En este sentido debe ser calineada dc cristología idea-
-fl ! lista. El equivalente sociológico de esta illtcriorizaciún dc la sal-
l. COf1lradiccioncs de /a civilización moderna

•• r. vación y de su premisa en la jesulogía moderna es la privatización


Hemos definido «el mundo moderno» como el gran proyecto
.~; de /a religión: «La religión es un asunto privado»25. Una teología

.
de la «civilización científico-técnica». La teología moderna, si-
que se centra, con su cristología, en la experiencia de subjetividad
guiendo el principio <da subjetividad en la verdad», aborda pre-
• "~i
'
del' hombre moderno y sólo enseña los contenidos subjetivos de
la doctrina cristiana de la salvación, no quiere ni puede cuestionar
ferentemente la autoexperieneia interna del sujeto humano y.
sobre todo, de los sujetos masculinos de esta civilización. Vamos
las condiciones sociales y las fronteras políticas de esa expe-
a analizar, no sólo lo supuestamente «incompleto» y el deno-
riencia. Se adapta sin más a las necesidades de la «religión bur-

.~ guesa» en la sociedad moderna. Corno tal «religión burguesa»,


esa teología es útil a las clases cultas y dominantes, lilas no a
minado «riesgo residual» de esta civilización, sino sus contra-
dicciones tUndamentales, para orientar la vertiente soteriológica
de la <cris logía hacia la miseria del presente. La teología debe
las víctimas de dicha sociedad. Schleiermacher proclamó el evan-
afrontar s empre las condiciones cambiantes .de la cultura en la
11\ gelio de Cristo «al seetor culto de los detractores del cristianis-
que ella trabaja. y percibir y elaborar en estas condiciones su
mo», mas no a los «pobres pecadores», observa el poeta lm-
propio tema; en este caso, la cristología. Por eso la pregunta es
mermann, que escuchó sus sermones.
quién es hoy CriSTO para nosotros (D. Bonhoeffer) y quiénes
somos hoy nosotros. Pero no ahordarcmos s610 el cambio acc-
lerado dc la cultura y dc la COIH:icllcia de los hombres y su
creciente desorientación en esta civilización «incompleta», sino
que observaremos también «la otra cara» de esta civilización.
Toda cultura tiene su reverso en la barbarie, toda historia triunfal
tiene su lado negativo en la miseria de los vencidos y todo pro-
greso paga su precio. No solemos ver ni oír esta otra cara. Quién
se acuerda de las víctimas a cuya costa está viviendo? Pero la
25. J. B. Mct7 .. .lcIlSeiH InfrRt'I"lidlf'1" Rl'IíRioll. Maim:-MUnchcn 19HO; .l. teología cristiana no sería cristiana ni ecuménica si en medio de
MolfmHll11. TcoloRía política, éTica política, Salamanca 19R7.
la civilización en que actúa públicamente no abogara por aquellos

=::::.=:.:.::===_:::_=:::;:::==" ••••••.
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..
~.~__ ~ J... . . _
•\ í , I

.11 100 Caminos y OI'otares de la {úslofo¡;ía La crisl%R(a en las (.OI/lradi(.Tiof1e.~ de la «cil'iIi::.acivn t'ÍClllíjico-lécnira» 101
•I

'I que están en el otro lado. La teología cristiana no es arbitraria, téntica libertad en el primer mundo, ya que la verdadera libertad
sino que se ocupa necesariamente de las crisis y contradicciones no es un privilegio sino algo universal e indivisible.
de la civilización científico-técnica y dc las personas que sufren La explotaci6n econúlllica, la oprcsiún racista y el sojuzga-
bajo ella. miento político de los pueblos del tercer mundo son retos de la
a) El desarrollo de la civilización científico-técnica en Eu- teología cristiana hoy, porque son las cuestiones vitales de la
ropa y en Norteamérica dio origen, con la primera guerra mun- única Iglesia de Cristo en este mundo dividido. Fenómenos como
dial, al tercer mundo. Los países conquistados y los pueblos la teología del tercc, mundo, la teología de la liberación y la
sometidos dc América. Africa y Asia cargaron desde el principio teología del puchlo son de la máxima importancia para los te<l-
con la mayor parte dc los costes humanos y materiales del pro- logos dcl primer 1l11ll1do.Evitan que la teología del primer mundo
greso europeo. En la época dc la reforma europea empezó la se disuelva en Ulla teoría de la religión burguesa tille sirve para
destrucción y explotación de los países americanos y asiáticos legitimar la prepotencia y los privilegios de este primer mundo.
por España y Portugal. En la época de la ilustración europea La comunión ecuménica lleva necesariamente a ver el propIO
surgieron el imperio francés y más tarde el imperio británico en mundo con los ojos de sus víctimas y a desarrollar aquí una
Africa c India, y la trata de esclavos. En la época dcl mundo teologro de la conversió1l en correspondencia con la teologro de
burgués del siglo XIX, China quedó implicada en la guerra del la liberación de las víctimas que se hace aHí2• El Cristo cruci-
opio y tuvo que firmar tratados injustos. La contradicciún actual ficado es ya un extraño en la religión burguesa del primer mundo
cntre los puehlos empobrecidos y endeudados del tercer mundo y en su cristianismo.
y las naciones en rápido desarrollo industrial del primer mundo. El reverso de la historia del progreso y del desarrollo del
el creciente contraste «norte-sur», el endeudam iento cada vez poder económico y político en el mundo nordatlántico no se
mayor, etc., .no constituyen una crisis pasajera de la incipiente
encuentra sólo en el tercer mundo sino también en la ~<nueva
civilización mundial sino un defecto de origen de esta misma
pobreza» de las naciones del primer mundo). El progreso tec-
civilizaci6n. Las desigualdades e injusticias en el sistema eco-
nológico favorece sin duda al capital, no al trabajo. La produc-
• nómico mundial no disminuyen sino que aumentan. Pero la co-
tividad del1a economía crece y el desempleo no disminuye sino
tllunidad de la Iglesia cristiana abarca a los hombres del tercer
que aUlllc tao Surgc una población por debajo del umbral de la
mundo y del primer mundo. Por eso, además de preguntar qué
pobreza, ondenada de por VIda al paro: sur-plus-people que no
es Cristo hoy para nosotros, la teología cristiana debe preguntar
participa en la riqueza del presente ni tiene un futuro, personas
quién es Cristo para los pobres del tercer mundo y quién es para
que no son necesarias. También esta contradicción parece ser
nosotros, que nos aprovechamos de su pobreza. El gran desafío
algo más que una crisis pasajera. Radica en la estructura del
ecuménico de la teología cristiana hoy no es la pcrsOlwlidad de
los hombres del primer Illlllldo cOllvcrtidos l'1I ((sujetos») de Sil desarrollo técnico y en la cstnlclUnl de los IllcITados"¡. ¡,Quh'Jl {'S
vida sino la dignidad hUIlWn::lde los homhres «despersonalizados» Cristo pI/m ('sflls 1//aSlIS ((,\'/lI'l'lflulIS," hoy:
en el pueblo del tercer Illundo'. El problema capital para nosotros,
hoy, no es nuestro <~mundo mayor de edad» (Bonhoeffer) de 2. CL también J. B. Metz, U1I1CI"H'cgs :'1/ ehr{'/" l/(¡chidealiSlischcll TI/co-
lo~ic. en J. B. Baller (ed.). EI/tll'¡i,jc deT T/¡c%gie, Graz 1985, 209-2~4.
aquí, sino el mundo «inhabilitado» de allí. Si la libertad es el ~. Cf.l. Roth, AI"IIIII1 ill dI'!" Rf//u/r.\rc¡JIf!Jlik, Hamhurg: 19RI: ["ni,/¡ in ,fl('
terna central de la teología y la filosofía europeas en la edad Cir)". ¡\ ('af! lo}' I\cli'l/1 !JI' e/IlU.('" all(l Nm;,m. Thc Repon of Ihe Archhishop
moderna, rara el tercer 1ll1llHlo eso significa alihcraciú!l») dc la nI" .Can1cr1mry's C0Il11l1is~i.(l11 on Urhan Pri(lrily Arcas. Lnndon 19K5: FI'~J//I~lI1il'
Juslif"(' .túr 1\/1. l'as\llral Lcltcr 011 Clthlllic SOCiHI Tcaching. ¡¡Ild Ihe ll.S. l,ul-
opresión y la apatía. Sin su liberación «'allÍ» no habrá una au-
llomy. Washington 19K6.
4. M. D. Mccks, Polírical Tllf'ology (//11/ Polilicol r;(,(!/Io/llY. en M. \Velkcr
1 G Gllliérrc7:, /,(/ .li,c,.~(/ !liSlál"i('(1 dc 10,\' f'ohrcs, Salamanca 19H2. y o1ros (cus.), Gol/f'S Z"klllljt • Zukull(' da \Vdl. Münchcn l<JK{). 446-456.

L~~--~- ._-----_._----------------------
102 La crist%gra el! las colllradicciolles de la «civilización cienlíjico-lécllica» 103
Caminos y Qvatare.rde la crist%gla

tanto está surgiendo una red internacional de colaboración política


b) La civiliza~ión técnica h~ traído un progreso incompa-
rable e~ todas l~~ areas de dominIO sobre la naturaleza; pero ha en forma de participación de potenciales enemigos en una tarea
rrodllc~do tumhlcn el sistema de di,w(lsirJn afómh:ll. Se calcula común de seguridad7•
q~ue,mas del 50% de los cerebros científicos y de los recursos La civilización cicntífico-técnica estuvo oricntada desde el
tecOlCOs de la industria militar en los paises altamente desarro- principio al dominio de los hombres sobre la naturaleza, al au-
lIado~ ,del primer mundo están al servicio de la «seguridad». La mcnto y consolidación de ese dominio. Por eso el poder atómico
poses Ion Y;construcción de armas atómicas promete a las naciones ejerce un efecto disuasorio y fascinante a la vez en los hombres
la categona de grandes potencias'~. El sueño de la omnipotencia de esta civilización. El «nuclearismo» lleva consigo un aura re-
se ~llIcdc r~ali7.ar. aunque s610 ncgativallli..'J1lc. lI1edianle la ra- ligiosa en sentido positivo y ncgativo, porque promete omni-
pacld~ld ~IeIlltroducir el infierno ahllllico planelario. Con la hlll1l- potcncia y <lniquilaciún total. El sistcma dc disuasiún atóllIica
CS, en eslc sentido. una «religión enlllasl'<uada» al agravar las
ba alaltllea cOlllenzó la lucha definitiva en tomo al dominio del
mundo. Este dominio del mundo será de aqucl que pueda ame- angustias de los hombres y explotar al máximo su afán de sc-
nazar, con ~l1Iqllllar a todas .las otras potencias al tiempo que él guridad. Es la religión delnihilisl11o, del terminismo, la blasfemia
pcnn.mece l~lvul11erahle medl<mte un sistema de defcnsu instalado consumada, el apocalipsis autofabricado elc la humanidadR• ¿El
e11.. el. espacIO ~x~r.atcrrCslre (SDI), Con la conquista del poder sislcma de disuasión atómica es una crisis pasajera de nuestra
;~.l<).IllIC<~.
l~l, (~elvlll7.aci()1l cienlír~c<l-técnica» alcanza su liC1I1P<1 civili/,<lciún (l es su destino COlll0 IlHllllcnlo estructural añadido?
1111.11. l.' .1,H.:n,lpoen que es po:..;¡hle eH l'llillqllier 1I1olllelllo Sil
¡,qué C:llllhio radical se requiere en todo el sistema para escapar
de la disuasión al<Ímica'! Las iglesias crisli<.lll'-lsestún obligadas
desapanCI(Ul .Junto con la de todo ser vivo en esla tierral>. Como
110es d,e esperar que I¿~ hUIll~l1jdad olvide lo que una vez aprendió, por su fe, y IlO s610 por ra7.ones de comportamiento ético y
la lucha contra d posIble fmal atómico scrá una lucha sin tregua político, a alzar su voz contra el «nuclearismo», a condenar «el
en fav~r de la VIda, una lucha «sin fin» en el mejor de los casos. espíritu. la lógica y la práctica de la disuasión l1uclear~>y a ponerse
Por pnlll~ra ~ez en la historia, todos los puchlos se cncuentran al servicio de la paz y de la vida frente a estc producto terminal
en una sltuacJ()n común: todos sufren la amenaza atómica uni- de la civilización cicntíficu-técnica. ¡.Quién es realmente Cristo
• versal, aunque los unos posecn la bomba y los utros no. Por para nosotfos, amenazados pUl' el illjl'enlO atómico't.
prIl:le~a vez hay una. historia mundial común, aunque sólo ne-
ga~lva. toda la humamdad corre el mismo peligro de destrucción e) Ju~to con la creación y difusión de la civilización técnica
atomlca. La VIda y la supervivencia serán posibles en este peligro aumenta la crisis ecológicalO: la creciente destrucción del entorno
de muerte deflllltlvo y universal si la humanidad pasa a scr. de natural, el exterminio acelerado de especies vegetales y animales,
la explotación de fucntes dc energía no rcgcncrables y la con-
~n obJeto.pasl,~o de a~lenaza, .un sujeto colectivo de acción para
Id sllpe~V,IVCI1CJacOlllun. Nadie sahe hoy si esta posihilidad se taminación de la tierra, del agua y del aire por residuos t6xicos
C0I1Verlll"<1un día en posibilidad de organización real. Mientras y clllllbustiún de g.ases. Siendo la crisis ecolúgica una conse-
cuencia del dominio dcl hombre sobre la naturaleza. pone el1
5. G. Anders, Die alolllare Droll/lIlí{ Münr..:!len 1981 "ss el t b"
EvTh 47 1 (1987 ,'., ... am len 7. 1. Mo1tmann, «I..tI .iu,l,ticia crea la I'm.»: Concilium 215 (1988) 129-
,.' ) so~re el tema de ta paz, y COllciliulll 215 (1988) sobre el
Icm,l de la <,convocatoria para la pa1:". 144 .
H. el". Chapman, F(/dll~ ti/{' Nudt'ar I/('I"{'.\'.\', Elgin (IJI). lQH7.
.6 .. Cf ~": Anders. /Ji(' (1/(1/1/(/1'1' /J¡-Ollllll,¡;. 55ss. Así tal11hién D. Ilcnrk:h
Nllk/{'(IIC'I" ¡.,.,t'dl'lI, C'n /{(JII::t'I'/('. Fn1l1klurl IqR7 • 1(14.... ("( re l'rgro llUC (.C'lr) 9, Pregunta que ha f(Jrmulado con énfasis H. Falcke. 711C()/o~i(' d('J'
I 1 .",«"
¡:-"il'd('IIS i" tia ('il1l'/1 gl'/(';I/('11 \Vd/. en .T. M(JI1111<11H1red. l, F'-;"'/¡'II.I'I/l('%g;r-
~l\l~~l l~, .lal'l'~', qm' nnsnll:~l.~ y loda" la" ).!clll'l':rciollcs \'cnídcr;Js. ell hrg;1I 'lk
,:k.r:;"',1I 1I~~l~II~~.l'slado Irll:r1 CIl la cS.l'alol11gía dcl proceso r:rcioll:r1, ler1nílll'1Il0.S
IIr:/i"l'ill//g.I/llf'%g;r', MHrrl'lrl'l1 llmx, 17.fl()
lO, Exposiciún m¡ís amplia en J. Moll111anll. En la ('I"i,l'i,l'('co/úginl, en
~I.l e ,:lP:l~,IIIPS1S de la aUlodestrllcclún .. , La pl1sihilillad (Iel ginJ ap()l"lllíplicll
l:S. (ksdl: .1hola. un(l de l(Js hechos fum[<1l11l'nla!cs de la l'olldicil)n 11lIIlHllla». Dios ('/1 fa ("/"('fl("ÍtÍf/. Salamanca 19R7. 33ss .

••
'-~--~~-,-c.' ....•..y., •..- . ...!. _
104 CamillOS y m'(//ares ti,. la cristología
lB ''I"is/o!o&íll ('11 fas ('O/l/rat!h'ármes de la «cil'ifí:::aciáll cif'lIlfjko-lhllic(I» J05

evidencia la contradicción en que incurre el gran proyecto dc la


edad moderna: la civilización científico-técnica. La crisis es vi- cristiano». Ha de ser una cristología hecha en medio del peligro
sible en el entorno natural. pero es una crisis del sistema de del mundo y en protesta contra su destrucción.
dominio moderno. La técnica humana somete a la naturaleza y Para caracterizar esas dos cristologías se ha utilizado hace
la explota para su provecho. Las ciencias naturales suministran algún tiempo la distinción entre una «cristología desde aJTiba» y
los conocimientos necesarios para someter la naturaleza. Los una «cristología desde abajo»12. Se trata, por lo pronto, de una
valores fundamentales de la sociedad que generan estas ciencias mera distinción entre planteamientos y métodos cristológicos.
y técnicas y las presiden, son el logro y afianzamiento del poder Hay un método que consiste en empezar con la doctrina sobre
y el afán de lucro. Aunque la «re» en el progreso ha desaparecido Dios, para desarrollar después una cristología del Hijo de Dios
de la conciencia pública, la sociedad industrial moderna sigue humanado; y hay otro método que parte dcl hombre Jesús de
programada para el crecimiento y la expansi6n. Se excluyen los Nazaret y estudia después su comunión con Dios. En el primer
caso se presupone una teología metafísica general; en el segundo,
antiguos valores de las sociedades agrarias, preindustriales, como
el equilihrio, el justo medio y el arraigo dc la cultura humana cn una antropología general, Lo especial y único de Jesucristo se
exponc cn el marco dc lo general a nivel tcolúgil'o o alllmpo-
el entorno de las fuerzas dc la naturaleza que se autorregenertlll.
lúgico. Pero dacio que los conceptos teológicos o antropológicos
Pero el progreso de la civili7.aci6n moderna y cl aUlllento de
generales no se infieren de la cristología, es decir. del mCllsaje
poder sólo se logra a costa y a expensas dc la naturaleza. Hay
y 1<.1 historia de Jcsucristo. producen cOlltr<.ldiccioncs cn cristología
otros logros a corto plazo; pero, él largo plazo, el progreso ue la
y, al final, expresaJl los enunciados cristol6gicos en forma de
civilización técnica en la dire<:ción ya tomada lleva a desastres
paraúoja; por ejemplo, «1<.1pasión úel Dios impasible» o «el
cada vez mayores que sólo pueden desembocar en la muerte
presente de Cristo muerto». La distinción «desde arriba» y «desde
ecológica universal, en el desplome del sistema de la tierra. Tal
abajo» es superficial y desorientadora. ya que el conocimiento
• es sin duda el- tercer gran desafío de la teología cristiana: ¿Qllic'll concrcto de .Jesucristo s610 admite relacioncs dialécticas: Jcsús
es hoy Cri.\"fo para la na1Hralez.a agonjz.alltf y para flosotros'! es conorido COIllOel Cristo dc Dios gracias al Dios de la promcsa,
La Confcrl'llt'ia Mundial de las Iglesias reunida ell Vancouver y Dios es conocido CII estc proccsu C0ll10 el Padre de .Jesucristo
• en el año 1983 respondió a estos tres desafíos de la Iglesia y de por mediote Jesús. De ahí que la esencia y atributos de este
la teología cristiana invitando a un «pacto en favor de la justicia, Dios de J sucristo sólo se pueden conocer por la historia de
la paz y la conservación de la naturaleza» 11. Nosotros asumimos Cristo, de u pasión y resurrección, y no sea posible conocerlos
esos objetivos e intentamos elaborar una cristología en línea so- ni presuponerlos desde otras fuentes. Otro tanto ocurre con el
teriológica frente a estas contradicciones de la civilización mo- conocimiento de la humanidad y la divinidad de Jesucristo: el
derna. Hay que considerar la interdependencia de las tres con- Cristo terreno, humano y accesible históricamente es evocado y
tradicciones de nuestra civilización, al igual que los problemas reconocido a la luz de su resurrección de entre los muertos y de
personales de los hombres que han dc vivir en medio de ellas. su presencia en el espíritu de Dios. y el Cristo resucitado y
Las ineludibles dimensiones políticas dc este nuevo paradigma presente es percibido y reconocido n la luz de los recuenlos y
para la cristología incluyen las dimensiones personales de la tradiciones de su vida real. De otro modo no podríamos identificar
jesulogía moderna y recuperan también, a nivel ecológico, las
dimensiones cosmológicas dc la cristología de la Iglesia antigua. 12. Cf. K. Oarlh, Die dO);II/(l1i,I-c/1t' [>l'ill;,ipi(,lIldl/"(~ hci \Vill¡e/III llcrr-
/11(/11I1, en Oh' 71woloUic Münchcn 192R. 24(hs: \V. Pannenberg.
/Il1d die Kil"ch('.
Pero no puede haber ya una cristología ajustadu a. un «mundo
Ftllldr/II1('1I/0.1' di' cri,l'f%u(a. Salamanca 1974. 43ss. En línea crílica sohre
alllhus. J. ~.lollmanl1. E/ Dios cI"IfcU7cado, Sal;1Il1<11JCa 1975, 125ss. W. Pall-
11. W. Müller-RC:imbitd (eds.), 8ericht all,~ VmlcO/fI'er 1983, Frankfurt ncnbcrg mati7.a su postura en Chri,l/%gic l/I1d 711('%gie: KuD .3 (197.51 159-
1983. 175. ef. también C. E. Gunton, Yesterday and Today. A SlIIdy (JJ COII/illlliries

••

ill Chri.l'fO/ORY, Grand-Rapids. Michigan 19H3.

':,-~.'
La crist%gro en las contradicciones de la «cil'ifi:;acián cie11líjico-técnica» 107
106 Caminos y Gmtarrs de la cristología

,I
1

a Jesús con el Cristo ni al Cristo con Jesús. Pero tampoco aquí


en la «resurrección», no puede ser la presencia personal de Je-
sucristo sino que se interpreta como prolongació~ de su per~o-
hay una alternativa. sino una percepción dialéctica del misterio
nalidad o de su causa. Pero entonces su muerte pIerde cualqUIer
de Jesucristo mediante el recuerdo, la esperanza y lu experiencia.
significado especial. Si el tema cristológico se c.iñe ~lla pc~'sona
Resumiendo, habría que decir que es preciso mirar la humanidad
histórica de Jesús. desaparece el tema de la proPia cnstologla.
de Jesús para conocer su divinidad. y su divinidad para conocer
Vamos a proponer aquí el esbozo de una cristologra de la
su humanidad. El que intente disolver este proceso dialéctico en
historia escatol6~ica de Dios. Calificamos de «escatológica» la
alternativas dogmáticas, disuelve la cristología misma y acabará
futura redención del mundo. que consiste en el reino mesiánico
L

en una cristología teológica sin Jesús o en una jesulogía al1tl"O-


de los puehlos y en el p('rfcecionmnientn de la cr~~\I:iún. has~a
pol¡)gica sin Dios. )':8 hora. por t~111Io. de ahandollar las desa-
convertirse en el reino de la gloria. Con la cxprcslOll (<1l1stona
fortunadas cxprcsitlllcs «desde arriha» y «desde ahajo» cn cris-
escatológica» nos referimos a aquella historia que a través de la
tología para aplicarnos a los procesos. más complejos. de la
vocación y elección, de la promesa y el pacto de Dios se orienta
percepción de .Jesucristo.
a este futuro, y se conoce y realiza en su horizonte. Es una hlstona
que transcurre bajo la promesa de la .vida. Se cont~'a~one a la
historia de la mucrte. Siendo el «honzonte escatologlco». que
2. Tl'IIUf Y l',\'lflU'///(/ de /111(/ (Tü/ologfa ('s/'a/('¡';gic(/ hoy
descubre a los hombres esta experiencia dc la historia. el hori-
zonte de Dios. abarca la historia de los hombres y dc la naturaleza.
Como helllos visto. la crislología dt.' la Igll'shl al/ligua había
El horizonte del Dios creador es un «horizonte cósmico». En él
desarrollado su Icma en una perspectiva müs cstrecha que el nuevo
conocemos también la «historia de la naturaleza». Todas las cosas
testamcnto. La prehistoria de la cristología, que es la historia de
y los acontecimientos son símbolos reales y cifras de este futuro.
la promesa yeterotestamcntaria, no ejerció en ella ninguna in-
Una cristología de esta historia escatológica de Dios con el mundo
nucncia relevante. Los dogmas crislológicos no hacen menci6n
ve en la persona de Jesús al Cristo caminando y cambiando con
de la predicación y la actividad de .Jesús entre el nacimiento y
esta historia. La historia escato16gica de Dios con el Illundo es
la muerte. Al final se pierde de vista la parusía de Cristo glorioso
sustancia~,ente una historia de Dios con Jesús y de Jesús con
al adorar ya ahora al Resucitado y Exaltado como el pantocnÍlor
Dios; má exactamente, la historia trinitaria del Padre, del Hijo
glorificado. La cristología dc la Iglesia antigua se orienta verti-
y del Es ritu. .
calmente a la eternidad de Dios, no horizontalmente a la historia
Como la historia sólo se puede co1ltar suceSIvamente, vamos
del futuro del reino de Dios.
a contar ésta por secciones, e intentaremos después insertar el
La cristoloRra antropológica moderna adopta como tema la
material de la tradición en el esquema cristológico. cambiándolo
vida y la personalidad histórica de .Jesús. Tocio lo que la cris-
así narrativmnente con elemcntos argulllentativos. Comenzamos
tología de 1:1 Iglesia antigua vio l'11 Cristo, l'I Di(Js-holllhre, la
con la misión IIlcsi{mica de .Jesús. e\ proreta de los pohres; sc-
cristología antropolúgica 10 reduce a la cuncicncia de Dios que
guimos con la pasión apocalíptica de Jesús, el Hijo del Padre; y
tuvo el único hombre exento de pecado, Jesús. Pero también ella
pasamos así a la resurrección gloriosa de Jesús de entre los muer-
concibe su tema demasiado cstreCh<llllcntc en cOlllparaci6n COIl
tos. Dedicamos especial atención a su reconciliación del cosmos
el lluevo testamento. Aunque ese tema sea el .Jesús histórico. no
como sahiduría de la creaci6n. En el futuro de Cristo, abierto al
otorga ninguna sig.l1iriC:ICiÚIlespecial a la hisloria de la pnHIll"Si.1
juicio y al Reino, encontramos la plcnitud dc la salvaciú~l. en. ,la
vctcrotcslalllclIlmia. Esto ohcdccc ;¡ que kslÍs COlllO h01l1hre PC-I"-
gloria dc Dios. y el cumplilllicnto dc !:l promesa de rccol}cl1laclon
kcto y verdadero no pucde ser Silllpkllll'IlIC "1111 judío". Fsla
en la rcdcnciún del IlJtllldo. En correspondencia con las diversas
cristología tropieza con dificultades insalvables al dar por COI1-
situaciones de la historia escatológica de Dios. la persona de
c1usa. COIl la lIIuertc, la cxistcncia de .Jesús. Su prcsente., basado

•• 108 Caminos y l11'a/an's lle la niwofogía

:I Jesucristo se va transformando y ampliando hasta que «lo veamos


a cara».
El segundo punto que aparece destacado en este esbozo es la
atención prestada a las relaciones de Jesucristo con la comunidad.
Buscamos una crisfología marcadamente social. Las cristologías
tradicionales. o bien han atendido a su persona divina (Hijo de
Dios) o han destacado su personalidad histórica (Jesús como
persona privada). Nosotros atenderemos aquí a la persona social
I! de Jesús, recurriendo, para comprender Sil aclividad. ti Sil co-
l11uniün con los pohres y los cnfl'rlllos. COll el puehlo. con las
11 Illujeres y con hracl. a los que estuvo realmente ligado. Esta
II perspecti va es necesaria también en lo tocante a la cruz y la
resurrección. Si Jesús murió C0l110 persona privada, habrá que
:ji atribuir a su muerte, complementariamente,
sotcriol6gica:
una significación
pero él Illllri6 como hermano de los pecadores
< I alejados de Dios. C0l110 caheza de la CtHllUllidad y comlJ s,-lhiduría
I del cosmos. Para comprcnderlo. es I<'lgicn partir de sus relaciolles
sociales. J-Iabrá que precisar más cl concepto de «persona colec-
tiva» y dc «persona representativa}} para entender los fenómenos
interhumanos de identificación. solidarización y representación,
que son los que fundan la comunidad .
. Atenderemos tmnbién al cambio que se produce en la persona
dfl'inQ de Jesucristo, 'en la que su relaCi{)1l con Dios se expresa
como «cspíritu>}. «hijo}), «lugos})., «sabiduría», kyrios. etc. No
nos referimos a personificaciones de la naturaleza divina sino n
las relacioncs trinitarins de Dios; en otros términos, a las auto- J
rrelaciones de Dios en Jas que Jesús se descubre y se encuentra
y con las que los creyentes expresan su misterio divino.
El orden de los capítulos es el siguiente: a la presentación
del material bíhlico sigue la profuIldizaci6n conceptual para COIll-
III
prender la persona dc .JcslÍs el1 relaci61l COIlel futuro. en rl'laci{'lIl
- -Ji' -/ -
con la comunidad y en relación con Dios. Para dejar en claro la
unidad de cristología y cristopraxis, la presentación de la persona
La illlSlon lneSlanlca
de Cristo va seguida del estudio de su significación soteriológica
y de las connotaciones éticas de su conducta. de Cristo

_._-----~-~~--_.. - ._ ..._ .._----_._--_._-----------


I
Cristología pneumatológica

La historia de Jesús como Cristo no empieza con Jesús mismo


sino con el I"ll<lj/Espíritu santo. Con la llegada del Espíritu, del
soplo creador de Dios. Jesús nparcce como «el Ungido}) (Mas-
Ilia", Jrisfos). proclama con autoridad el evangelio del Reino y
realiza los signos de la nueva creación que convencen a muchos.

1
I
Por la fuerza del espíritu creador trae la salud a este mundo
enfermo y la libertad a los hombres esclavizados. Con la presencia
del Espíritu, Dios se le manifiesta bajo el nombre de Abba, Jesús
se descubre a sí mismo como HUo de este Padre y realiza esta
filiación en el trato íntimo con Dios. El Espíritu Ic «conduce» a
las tentaciones del desierto. El Espíritu le induce a ir de Galilea
a Jerusalén. Bajo el impulso del «Espíritu eterno» (Heb 9, 14)
se entrega a la muerte en cruz. En virtud del Espíritu vivificador
y creador es resucitado por Dios de entre los muertos. En la
palabra y en la mesa, en la comunidad y en el bautismo, Jesús
está presente en espíritu para «muchos» como el Kyrios divino.
Lo que en los capítulos introductorios hemos llamado en general
la (dlisllll"ia esrahl!l;gictl de .!cSlICristt))). 10 definimos ahora más
concretamente como la historia pneumática de Jesucristo: la lle-
gada, la presencia y la acción del Espíritu en, por y con Jesús
es el comienzo oculto de la nueva creación del mundo.
Empezamos con una cristología ¡meumatológica porque des-
cubrimos la acción del espíritu de Dios como primera vertiente
del misterio de Jesús. Asumimos así la historia de la promesa
mesiánica de Israel como base de una cristología neotestamen-
taria y desarrollamos la cristología pat1iendo de los perfiles judíos
1,

JI] La misión lI1('siúnil'a de Cristo JI]


Crislofogfa fJllerfllwfofrígica

de la promesa Entendemos por ella la mi.'1h51lmesiá-


mesiánica', A la luz del testimonio neotestamentario sobre la historia
n;~:a del relegada en el dogma cfistológico de
JeslÍs terrellO, tcológica de Jesús, no es posible hablar de Jesús sin hablar de
I Nlcea, tal como se narra sobre todo en los evangelios sinópticos. la acci<Ín del Espíritu en él y de su relación con el Dios al que
I La cristología pneumatológica es también cristología sapiencial, él lIamú Abba, Padre mío. Su historia historiográfica es, desde
porque en la tradición israelítica el espíritu y la sabiduría son el principio, una historia teológica definida por su acción conjunta
originariamente nociones muy afines, yen la literatura sapiencial con el Espíritu y el «Padre». Es, en cl fondo, una «historia
tardía ~esultan incluso equiparables'. Por lo demás, espíritu y trinitaria de Dios»'. La pluridimensionalidad de esta historia de
I sabtduna s~o~mal1lfCS~aC-I~nesfemeninas de Dios. La cristología Jesús se desfigura hablando unidimensional mente de Jesús y
pnclll~l.atologl~a (1 snplcncml es la premisa pura toda cristología Dins, dc Dios y.lcsús, para vcr cn él al Dios-hombre celestial o
del HIJO de DIOS, ya que, según la tradición IlIcsüínica, el Mesías al hombre de Dios terreno, El comienzo de la cristología por la
ungido con el espíritu divino es «el hijo de Dios». La cristología pneumatología es el inicio de una cristología trinitaria para la
pneumatológica y la cristología sapiencial expresan el misterio que el ser de Jesucristo es a priori un ser relacional, y su acción
mesiánico en diversas facetas, Mas precisamente por ello ni la consiste desde el principio en acciones recíprocas5,
cristología pncumatol6gica ni In crislología sapiencial son sus- En esta cristología pneumatológica empezamos recogiendo
tituibles por la cristología del Hijo dc Dios; ésta no dcbc des- las primcras tradiciones dcl nucvo testamcnto sobre la historia
plazarlas, La cristología pncumatol6gica no va dirigida contra la de Jesús; la fuentc de sentencias o dichos Q, la forma primigenia
cristología de la encarnación, pues 'Ia doctrina dc la encarnación del evangclio de Marcos y, después, los evangelios sinópticos y
comicnza con la frase «concebido por obra del Espíritu Santo»:!, el evangclio de Juan, Puede parecer que de ese modo nos apro-
La cristología pneumatológica tampoco va dirigida contra la doc- l' ximamos al «Jesús histórico»; pero esta apariencia es engañosa.
1I Es cierto que los evangelios narran la historia de ,<Jesús de Oa-
tnna de I.as dos naturalezas; permitc, sin embargo, supenir el 1:
lilcn» y comienzan -como la numeración empieza con el inicio
cnslomonlsmo exelusivo de esa cristología del Dios-hombre cn
de una serie- con los inicios de Jesús: su precedente en Juan
la plenitud rclacional de la cristología trinitaria. La idca dc un
Bautista o el nacimiento dcl seno de María; pero narran la historia
antagonism? entre una cristología adopcionista y una cristología \ de Jesús a la luz de su resurrección y de su presencia en el espíritu
de la preexIStencia es una invención del siglo XIX.
de Dios. Esto es aplicable también, a mi juicio, a la fuente de
sentencias o dichos, que nada dice sobre la pascua ni sobre la
,l. Cf H, J, Kraus. Syslemmisc!le T!leolog;c im Kolffext hihlioclu'" Gcs-
dlle/ue l/lid Neukirchen
Esc!larologie, 1983, 146: «En consomlncia *con la
muel1e de Jesús, pero tampoco supone, evidentemente, que Jesús
no hubiera muerto. Al evocar narrativamente la historia de Jesús
p,ro~esa del mes fas espiritual en el antiguo teslamento, el misterio de la me-
slalllda~ de Jesús de Nnzaret es un misterio pneumato16g:ico, En todos los a la luz de su resurrección de entrc los muertos, no surgc una
eva~~ehos la p~egtlntn sohre la persona de Jeslís se contesta remitiendo ;¡ la
historia-cn el sentido moderno de la palahra sino algo nuevo: el
llnClllll del espfntu de Dios»,
.2, F, Chrisl, ,/r',I"I/,\' S"pltill. /)il' S(//Jltia.C1J,.i,I'II//o.~i(' 111';dO/l S\'IIOI)fi/..:('I'/I.
«evangelio de .!l'surristo})h, En él, la hisforia misma del hombre
ZUn~h 1970; E. Schüssler-Fiorenza, In Mcmo!'.\' of I/er. A FCllli"isl RC(,(I/Is-
tru.cfum ofCItr~.~fiall Origills, New York 1983, 130ss: G. Schimanowski, \Vds- 4. J. Moltmann. en Eflul/lrO de fa creación, Salamanca 1979, 107-124.
!lelf fIIld Me,~.~/Qs. Die jiidischc/I Vomll,~se'z,l/lJgell da urch,.isllicht'" p,.iiexi~- 5. Hay una sana tendencia en la Icología ortodoxa a subrayar esta di-
rC1l<.1he%gie. TUbingen 1983, . mensión de la cristología. er, N. Nis~iotis, Die T!lcofogie de,. OSlkirclle ;111
3. G. W. H. Lampe. God m Spiril. 711(' nomptoll 1.Á'dr/l"('s 1976, Oxfnrtl i¡kllll1('/Iisc1m /Jia/og, Stllllgarl 196R, 67s, 72ss; L. Visch('r (ed.), Geisl GOll('s-
197.1,' tl('~;~rrlllla .una inl('n.::sank ll'ol11~~fn prlelln1alo1(I~iea
11\1('\":1(' de la ellL'ar- (;,'i,l"1 ('!trisfi. Ok(l/l/l','¡,\('I((' Olwrlt'g'IIIW'1I :'111" Fili'lflrl('-KOIIII"fII'I'I"SC, Frunkfllrt
I1<1C1011.<"1,1;ll11h1(,<n 11. Ikrkhul, Tfll'olngh' d(',I" l/n'lig('/I (;dl'lr,I-, NCllkill:IH.'ll
t9Hl, 1)9ss.
~968; Y. ~~ll1gl1r, El E.\'P.fritl~ sallfo, Barcelona 19¡O; y 1. DUllll, Chri.Hologic fl. E. K¡¡semalln, EtCW'fi,w.ltc Ver,\"Iff'lIe /flld !JesillllulIgl'll 1, Gi'lttingen
11I lile Maklllg. AII lnqlllr)' II1ro lile Origi/ls oI ,Iw Doclrilll' oJ lnC(lmarirm 1960, IR7ss: Do,\' Problcm de5 !ti.~fOlü('''ell .le.nl5, especialmente 197: "La
London 19Rn. '
escalol(lgía del evangelista determina la historia de Jesús por él elaborada», y
I
i
114 La misió" II/oiánica de C"üto Crisro/ngía p"ermtatof6gica 115

que proclamó el evangelio del reino de Dios a los pobrcs se después de su muerte. Su muerte es histórica y lo conviel1e en
convierte a su vez en evangelio. La historia del «Jesús procla- personaje histórico, pero su resurrección es mucho más: es es-
mador» pasa a ser la procla.mación del Cristo Jesús: la predicación catológica. Por eso, el momento escatológico de su resurrección
de Jesús sobre el Reino queda asumida y actualizada en la pre- de entre los muertos debe entenderse también como momento
dicación apostólica sobre Cristo. Los evangelistas sinópticos, a escatológico de Dios8• La resurrección te aconteció, pues, no
su vez, desarrollan esa predicación apostólica sobre Cristo en la sólo sincrónicamente al Jesús muerto, sino diacrónicamente al
narración de la historia de Jesucristo. No cuentan sólo la historia Jesús integral en todos los momentos de su vida y de su predi-
en una proclamación, sino que hacen la proclamación que es esta cación. De ahí que él esté presente por la fuerza del Espíritu, no
historia misma. El Jcsús dcl evangelio sinóptico no cs el Jesús s610 en su Ílltimo momento .cn la cruz sino en todos los momentos
pasado, muerto en el Gólgota, sino el Jesús hoy vivo y presente desde el nacimiento. No es sólo el Crucificado el que resucitó y
en virtud de la resurrección escatológica de entre los muertos. está presente mediante el Espíritu, sino también el bautizado, el
Los evangelios narran, por tanto, «la historia de un personaje que curó, el que predicó en la montaña, el amigo de los pecadores
. 7 .
VIVO» , porque exponen el presente del que fue y el futuro del y publicanos, el que fue acompañado por mujeres hasta la muerte.
que viene. Esto constituye la peculiaridad dc la historia evangélica La experiencia de que el Cristo integral estaba presente me-
de Jesús frente a toda historizaci6n de Jesús. diante el Espíritu despertó los recuerdos de su vida entera y de
El punto crucial de esta actualización de la historia pasada todas sus palabras y acciones. La experiencia de su presente y
es el acontecimiento de la muerte de Jesús y la experiencia de el recuerdo de su pasado se corresponden y deben armonizarse
la presencia pneumática del Resucitado. La cruz establece una entre sí: la experiencia de su presente no puede contradecirse con
separación entre la comunidad pos pascual y su proclamación de su historia, porque de otro modo no se trataría del presente de
Jesús, por un lado, y Jesús y su prcdicación, por otro. Pero el Jesús mismo. Un efecto «retroactivo» de la resurrección de Jesús
acontecimiento pascual asocia también la cOlllunidad a Jesús y q
en su historia sería una hipótesis forzada • Y a la inversa: nada
su historia. Más adelante precisaremos el modo de esa asociación. cabe evocar de la historia dc Jesús que contradiga a la experiencia
Aquí partimos del hccho de que en las aparicioncs de pascua el de su presente, pues de lo contrario esa experiencia no sería la
Resucitado se presentó como el Crucificado, y los testigos de la
del Señor rcsucitado yexaltado.
resurrección pudieron identificar al Jesús vivo con el muerto, al La actualización de la historia global de Jesús a la luz de su
presente con el pasado, al que vendrá con el que vino. El acon-
resurrección escatológica proporciona algo que no tiene por qué
tecimiento pascual es el fundamento de la profesión de fe: «Jesús
estar incondicionalmente y de antemano en los recuerdos: el
es el Cristo de Dios». A este acontecimiento se llamó «resu-
conocimiento de quién es realmente JesÍls. El recuerdo de la
rrección de entre los muertos». La fórmula es un símbolo es-
actitud de reserva en lo concerniente a su misterio personal se
catológico y significa que cn Cristo crucificado comenzó ya el
reneja con claridad en los relatos sobre el dcnominado «secreto
futuro de la resurrección y de la vida eterna. dc la aniquilación
mesiánico». Si es aplicable al Jesús de los evangelios sinópticos
de la muerte y la nueva creación. Pero si el Cristo resucitado
la afirmación de que «él está en camino de ser el que será»'", la
despcrtó a la vida escatológica de la nueva creación, entonces la
afirmación deberá entenderse a la luz de su identificación en las
resurrccción de Jesús no debe entenderse como otro aconteci-
miemnto en su trayectoria vital que tiene lugar, históricamente,
8. ef. capftulo 5. 1 Y capítulo 7. 3.
9, Esto representa una objeción contra W. Pannenberg. Fundamentos
198: «Toda la hisl\lrÜl de JesÍls ofrecida por el primcr evangelista !lO s('ilo est,í de cris/Ofogla, Salamanca 1974, 82ss. .
contemplada sino también conformada fundamentalmente desde la escatolo~ 10. O. Weber, Gnmdlagell der Vogmatik n, Neukirchen 1962, .75; algo
gfa".
similar E. Kiisemann. E.ugelisc1Je Versuc1Je ulld Besinlllmgel1 n, Gottingen
7. E. Schillebecckx, je.\'ús. La historia de 111I "j¡'iellfe, Mndrid 1981. 1964. 119.
116 l.a misión mesiánica de Cristo Cris/o!osía /JI1cumatn/ó¡;ica lJ7

apariciones de pascua y en la presencia pncII11l:íticn: a la luz de Espíritu en él data de su hautismo por .luan, cuando con~a~a
la resurrección. no sólo se recuerda e interpreta retrospectiva- ~I' Id' d 30 años (Me J. 10); 3. Se fortalecía cn el Espll'1tu
a re, e 1JI e... .. 4 F concebido por obra
mente su historia sino que él mismo se manifiesta desde su futuro «desde el naCImiento" (Lc 2, 40), . ue ya 'd d 'd l
actual, en esa historia. del 'Es íritu santo (Le 1, 35); 5. Estaba en la eternl a Unl o a
Las correspondencias entre la experiencia del Cristo presente Padre' ~ al Espíritu (Jn 1, 1); 6. La historia de su ser ~resupone
y el recuerdo del Jesús histórico son múltiples. Adoptaron muy las relaciones de este ser con el Espíritu y el Padre. Jesus avanza
pronto la estructura de la imagen especular: el ahora resucitado en estas relaciones con los ya citad~o~ pasos, que son como puntos
para Dios es el entregado entonees por Dios: el resucitado ahora de concxión en la historia del Espmtu. , . . .'
es el muerto entonces; el exaltado ahora es el humillado entonces. .
La expenencla . de la presencia pneumatlca de . CrISto
. resucl-
l E
El himno prepauJino a Cristo Flp 2 muestra claramente la co- tado tiende a representar toda su historia como hlstona de ~-
rrespondencia especular «humillado-exaltado», pero con la di- " .( n e'l Tal es el ¡JlIIlro de collexián para la cnstologta
pm u eo . d J .' t .
ferencia trinitaria: Cristo se abajó y Dios, el Padre, lo exaltó. neumatológica de la actividad y conducta te,:~na e esuclIs o.
Por eso se comprende que la idea de la encamación del Hijo de PI
e recuerod de la h,'storia de .Iesús hace perclbtr los dones y la
L • ~

Dios en Jesús de Galilea sea la premisa de la ('xalladrín de .Jesús acci6n tlcl Espíritu. Este es el (Ímhil0 de una ~~ls~ologla pne.u-
de Galilea y su constitución en Hijo de Dios. Descenso y ascenso matológiea: Jesús apa~ece cot~O el hm~,b,.e meswlIlco en la hiS-
se corresponden. En perspectiva sistemática se puede entender toria úel espíritu de DIOS con el y por el.
así: la exaltación y la presencia de Cristo son el fimdamento

%. cognitivo de su humanización y su historia. La encarnación y la


historia son el fundamento real de su exaltación y su presencia.
Lo primero en la historia del ser es, según Aristóteles, lo último
en la historia del conocer, y su origen se conoce desde su futuro.
A la luz de su revelación escatológica en la resurrección dc entre
los muertos se comprende la historia de .Jesús.
La correspondencia entre experiencia de presente y recuerdo
de la historia de Cristo ofrece una lógica distinta cn la experiencia
pneumática: Si Cristo está ahora presente en el espíritu eterno
de Dios, su historia estuvo definida desde el comienzo por este
Espíritu. Uno de los fragmentos de profesión de fe más antiguo,
Rom 1, 3s, dice: «Nacido de la estirpe de David por línea carnal.
constituido Hijo de Dios en plcna fuerza por Iínca del Espíritu.
que lo santificó desde el momento quc lo resucitó de la muerte".
También 1 Tim 3, 16 menciona estos dos planos: «Dios es ma-
nifestado en la carne, y justificado en el Espíritu». La experiencia
del Cristo resuciutado es, pues, una experiencia pneumática. El
proceso en la actualización evocadora de la historia de Cristo,
según la historia de la tradición, recorre paso a paso el siguiente
camino de su vuelta: l. Su presencia pneumática en la comunidad
es una presencia «desde» su resurrección de la muerte y desde
sus apariciones en figura gloriosa; 2. La presencia personal del
2
El nacimiento pneumático de Cristo

No hablamos en esta sección. como hace la tradición dog'-


mática, de «nacimiento virginal» sino de nacimiento de Jesucristo
desde el Espíritu santo, ya que no se trata de una cuestión de
ginecología sino de UD tema de la pneumatología cristiana.
Aunque el «naCimiento virginal» de Cristo sólo aparece en
los relatos de Lucas- y- Ivlateo y fue desconocido e. irrelevante en
amplios sectores del cristianismo primitivo, como el paulina y
el joánico, desde el siglo nI se convirtió en parte integrante de
la profesión de fe cristiana y de las cristologías teológicas l. En
el nuevo testamento no hay una doctrina teológica especial sobre
i\!Iaría ni un reconocimiento de ella como «madre de Cristo»;
pero el cOlruenzo de los conflictos ctistológicos dio origen en la
Iglesia J.ntigua a una mariología cada vez más exuberante que se
fue alejando del nuevo test:lmento y, en determinadas tradicio-
nes cristianas pasó a ser inc1uso el fundamento de la cristolo-

l. U. Luz. El eml1ge!io seglÍn san iV/ateo 1 (kit 1-7), Salamanca !993.


136ss; H. Gese. Nutus ex Firgine, en Id .. Vnm Sinai :¡¡1II Ziol1. München 1974.
130-146; I. Broer, Die BedcUfLII¡g der ,cJullgji'(luengeburt» im :'vIauhüusevQn-
geliwn: BiLe l2 (1971) 248-260~ J. H. Raatschen. Empfangen Jure/¡ den
f-leiligen Geist. Uberlegungell:1I tVIt 1, L8-25; Thbeitr 11 (19801 52-72: A. M.
DLlmble. La COI1Cepfiol1 \'irginale et lel citmian d'.!s Vii, l4 dans !'EvGl1g¡!e de
Matihieu: Revuc Biblique 85 (1978) 362-3RO: L. Cantwell. The Parelltage (Jf
.Jesus: Mt 1: 18-2/: NT :24 (1982) 304-315: W, Barnes Tatum, «Tlle Origin
aI Jesl!s ivlessialv,' (Mm//¡ 1: /8a). !'dalthew's Lise (Ji' rhe ln.fcmcy Tradirion:
JBL 96 (J977) 523-535; H. SchUrmul1n, DQ.s LlIkascl'ttl7gelium, HTbK UI. 1,
FrcibL\rg-Bascl-Wien ~19g2: R. E. Br0wn (eJ.), Mw'{a I!I1 el nut'l'o iesramento.
Una el'(lirl(lcioll conjul7w de estudiosos CClfólic().\' y pmtestarltes, Salamanca
"1986 .
, I
, '

El '1tJc:~mii!nt() p'l~umático de Cristo /2/


120 La misi6h mesiánica de Cristo

l. El nacimiento pneumá[ic~ de Cristo en perspectiva histórica


gía'. La diferencia entre la doctrina. de las iglesias ortodoxa y
católico-romana y el 'nuevo testamento aumentó como en 'ningún
otro tema en el culto a María. en la mariología teológica y en El nacimiento virgimil no es, un elemento básico de la fe
los dogmas marianos'- De ese modo aumentó también la distancia neotestamentaria en Cristo. El recOI)ocimiento de. Jesús como el
entre la teología eClesial y la tradición judía del cristianismo. Hijo de Dios, como el Señor, es iRdependiente del nacimiemo
¿Qué relación guarda la Madonna. que sostiene al niño ..Jesús en virginal y no se basa en él'. Ese reconocimiento se basa, como
brazos - ,da diosa y su héroe»"'- con la madre judía Miriam y sabemos, en el testimonio sobre la resurreccion de Costo, y sólo
su obstinado hijo Jesús que se emancipó de ella? ¿habría que en Lucas y en Mateo aparece una conexión con la historia de!
buscar las raíces del culto a María y de la mariología eclesial en nacimiento. La profesión de fe en Cristo aparece. en cambio,
el culto n Diana en Efeso, en lugar del Belén judíor'. también l.'n aquellas tradiciones cristianas que desconoc.::.n o no
La profesi6n de fe para el bautismo vigente en Roma durante mencionan el nacimiento virginal. Ya por este hecho indiscutible
desde el siglo ]]1 dice: "Nació del Espílitu santo y de la virgen se puede inferir la consecuencia teológica' de que el nacimiento
María ... ». El credo niceno une el nacimiento con la encarnaci6n: virginal no fundamenta la confesión de Cristo sino que ocum,.
« ... vapKúlSgVm ¿K 1tveú¡.ta'ro~ ó.y(ou Kai Map(a~ T11<; napSg- si acaso. a la inversa. La mariología no sustenta a la cristología:
VOll ... » (en latín: « ... incarnatus est de spiritu sancto ex Maria sino que ésta sustenta a la mariología. A María madre se le
vil'gine ... ")' En el credo de los ap6stoles leemos: " ... conceptus recuerda y venera por causa de Cristo. l.os evangelios hablan de
est de Spiritu- sancto, natus ex Maria virgine ... ». ¿Se ajustan María incidentalmente: ella no pertenecía al círculo de discípülas
estos artículos al testimonio neo testamentario? ¿se pueden con- y discípulos que iban con Jesús. El distanciamiento de su madre
siderar como parte teológicamente necesaria de la cristOlogía? y sus hermanos (Me 3. 31-35), tan esc;.mdaluso y, por t::llu,
¿nos dice algo. hoy, esa fórmula de profesión de fe? ¿dice lo probablemente histórico. y su ausencia en el grupo de mujeres
mismo que decía entonces? junto a la cruz de su hijo mueIto según los relatos de los sinóp-
ticos, demuestran su lejanía de Jesús y de su mensaje. Sólo en
la comunidad pospascual de Jerusalén (Hech 1, 14) aparccen
María y los hermanos de Jesús ... como creyentes, no como fa-
2. H. F. v. Campenhausen, J/lng.frauengeburt in der Theologie der Alfen miliares. Mientras que María Magdalena, según los evangelios,
Kirche, en Id.. Urc!lristliches ul/d Al;chrisrUches. Tübingen 1979. 63ss: M.
ejerció un papel central ~n el círculo de discípulas y discípulos
Lurher. Grosser Katechismus, BSLK (4. ed.), 652; H. Zwingli. Fidei Ratio,
BSRK 80: F. D. E. SchleiemH'lc!ler, Der christliche Glaube, ~ 97. 2; B. Bauer, y también para Jesús nlismo (por ejemplo, como testigo ocular
Kritik del' el'angdischen Geschichte der Sy"optiker I (l R41), Hildesheim.New de su muerte en la cruz y de su resurrección), y por eso en la
York 1974. 90s; K. Burth. KD 112, 151s5, especialmente 187-221; P. Althaus,' eaad media se la llamó ,da apóstol. de los apóstoles», no encon-
Die christlic.:he Wahrheit lI, Gütersloh 1948. 217; H. J. Kraus, Reic/! Gntres:
Reich der Freiheit, Neukirchen-Vluyn 1975. 261.269; H. Koch. Virgo Eva. tramos nada parecido en el nuevo testamento por lo que se refiere
Virgo Maria (1937). Arbeiten :ur KirchengeschicJue 25; K. Rahner, Jung.
¡"(iuJichkcit Marias: 8111 13, 361.377: K. Riesenhubcr, Maria im lheologisclle:l 5. CL E. Bnmncr, Dogmotik n. Zürich 1950, 377ss; P. Althaus. Die
VersullTdllis von K. Barth tllld K. RaJlIJer, QD 60. Freiburg i.Sr. 1973. chriSlliche Wahrheit n, 212s5: W. Pannenberg, Fundamentos de cri ..•. tología.
3. ef. por ejemplo M. Schmaus, Teología dogmática Vlll: La Virgen Salamanca 1974, 1755s: Id., La fe de los apóstoles. Salamanca 1975. 8Sss;
María. *3: Maria madre del Dios humanado; * 4: María la madre virginal tnmbién G. Lohfink. GehOrt die JUlIgfrauengeburr :':lIr biblisclren Heilsbots"
de Je.mcris{(). Madrid 1963: MI'sterilll1l Sallltis 1lI. 1, Einsieueln-Zürich-Koln .:hafr?: ThQ 159 (1979) 304-306: W. Kasper, JeslÍs. el Cristo, Salamanca
1970. 64 ss: El acolHecimielll()' de CrislO como acció" ,del Padre: Út alltoda >11992, es una crisrología católica sin mariología. Por otra parte. h:ty en el
de Dios Padre en /a entrada mila~rosa del hombre Dios y redemor Jesucristo Corán un reconocimiento del nacimiento virginal de Jesús sin implicar 1:1 fe ell
en la historia. . .
su fili,l(;i6n divina. Cf. H. Rtiisfu1en. Das korallische Jesusbild. Ein Beitrag
4. Es [o que presume Sch. Ben-Chorin, Mirjam _ M//fter ÜSU, München ;:ur Theologie des Koran, Helsinki 19~1,92.
[971,

\', . .,.. .• .:...r_L.; ..•• ,._~;:¡~:


.•••• "'~.
,.

122 La misión mesiánica de .Cristo


El nacimiento plJeumático de Cristo 123

1\/larÍaó.
a Sólo maI.'gínalmente, en los relatos del nacimiento.
vosotros todos. l,os dias hasta ,el tl~ del mundo», «La presencia ~
adquiere un relieve cristológico .. pe~o con un gesto C?l1 el ~ue
en cierto modo se olvida de sí y remIte totalmente a Cnsto: Flat. '1 del Señor
glorifJcado en su comumdad hace le revela como En- . \
¡ manuel , Dios con nosotros»7. Como' en Lucas, el nexo entre la 'i
Una mar:iologia teológica legitimada por el nuevo testamento sólo
;' entronización pasenal y el título de Hijo que estahlece la antigua .
puede ser una mariología cristocéntrica~ Es lo que significa la.
frase en sí trivial: sin Cristo no hay NIaría. . h fórmula confesional Rom 1, 3s aparece proyectado al nacimiento'
Ni' el relato del nacimiento de Mateo ni.. el de Lucas, pro- // de Jesús. Mateo 'proyecta la resurrección y' exaltación de Jesús
I como Enmanuel al relato del nacimiento. El anuncio del naci'
bablemente más tardío, son mariológicos en sentido eclesial. Son
cri;océntricos, pues ambos tratan del anuncio del nacimiento del
t miento viene a decir en ambos que Jesús es el Hijo mesiánico
\ de Dios y el Señor del reino mesiánico, no sólo desde su .bautismo
hijo mesiánico. Según Lucas, ~1,anuncio ...del ~ngel invoc~n~o 18
por Juan en el' Jordán sino desde su origen celestial y desde su
L 14 Y 2 Sam 7, 12s no hace mnguna rererenCIa a ,un naCImIento
comienzo terreno. Jesús no sólo actuó por la fuer-¿a' del Espfritu
virginal: eCñijo mesiánico se llamará .....
«Jesús»:-«hijo del Altísi-
mm}, y llegará' a ser el .rey mesiánico de Israel, descendiente de
samo sino que es fruto, desde el comienzo. de la fuerza del
D"'avTd. Sólo a la pregunta de trIaría sobre el «tómo» sigue la Altísimo, del Espíritu santo. No hubo en Jesús ningún instante
ni fase de su vida que no estuvieran llenos del Espíritu santo. Ni
interpreración, con la referencia a la bajada del Espíritu santo ::/
en Lucas ni en Ivlmeo ni en ningún pasaje del nuevo testamento
al poder de la ,-<sombra del Altísimo», y a la consecuencia; «Por
aparece ligada la historia del nacimiemo virginal a la idea de la
eso lo santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios» (v. 35).
encamación o de la preexistencia del Hijo eterno de Dios, como
El cambio de título desde el anuncio a ia interpretación sugiere
aparece luego en la cristología de la Iglesia ,antiguas.
una comunidad judeocristiana en un entorno helenístico: El título
Los relatos sobre el anuncio del nacimiento virginal son,
de mesías es familiar a. los judíos y sirve para ellos como con-
desde el pu-~to de vista literario, ¡~~:elic[ás?- i\lles-reiatos -no. I'tt' ls rnerÍ~.
firmación de un vaticinIo: El título de hijo de Dios es familiar
.. también a los paganos y se les propone en sentido apologético,
ciónan testigos~;:ú. tradido"Í1e-s-nistor'lcas.- -No revelan las fuen~es .R. O-o¡..~
que utiliza el narrador. Tampoco ponen como testigos a José ni
con la conocida levenda del nacimiento sobrenaturaL La historia
a l\!Iaría. Ello diferencia estos relatos de los testimoni9s de dis-
del nacimiento de Rómu!o se~narraba también en estos términos.
cípulos y discipÜ"las sobre las apaqciones pascuales de Cristo
Desde una perspectiva h..tnnana, Mateo no trae a María sino
resucitado; de ahí que los "¡llilagros lid comienzo y del final de
a José al primer plano. El ángel le habla a él, no a [V[arÍa. El
la historia de Cristo no ~ean comparables entre sílO, Pero cabe
tema es su «honradez». También l\IIt 1, 18-25 trata de l!n' anuncio
suponer que los relatos del nacimiento son proyecciones secun-
y no es el relato de un naclmiento. La vida engendrada por el
darias ele las experiencias que los testigos pascuales de pascua
Espíritu de Dios y la filiación divina de Jesús aparecen ya tan
hicieron con el Cristo resucitado y presente en el Espíritu, ya
estrechamente relacionados desde el principio en el seno materno
que transfonnan en inicio prenatal de Cristo exactamente aquello
que surge la idea del embarazo de [vIaría por obra de! Espíritu
que se manifestó en el Resucitado y .Presente por el Espíritu. Los
santo. Esa idea se eXDresa en la frase: «La criatura que lleva en
narradores siguen así la lógica de la necesaria conespondencia
su seno viene del Espflitu santo» (v. 20). Según el v. 21, el niño
entre el futuro y el origen: Si Cristo subió al cielo, debió de haber
divino recibe el nombre de ,<Jesús» porque salvará a su pueblo
descenchdo del cielo; si está presente en el Espiritu vivificador
de los pecados; pero según el v, 23, recibirá el nombre de «En-
manuel: Dios con nosotros». Así caracteriza Mateo su evangelio 7. D_ Luz, El el'(lIIge!io seg,ín san Mateo ¡ Vdt ./-7), l.:tÍ).
desde el comienzo hasta el Íinal en 28, 20: «Mirad, yo estoy con 8. VV. Pannenberg, Lu le dI! los upóstoles. 93. D_ Luz. El el'aJtgeiio ..
150 ss.
6. ef. Alfada en las [glesios: ConciJium [88 (1983). 9. w. Péll1nenberg, LaJe de ios apóstoles, 92.
10. Así K. Barht. Kjrchliche Dogll1a!ik IJ2. 151 ss.
.' "

12~. ',La misi6n'm~siánjca d~ Cristo El lIadmj~lIto' pneumdtico de CriStO" . . . 125

de Dio~.(1 Cor 15, 45), debió de nacer de este Espíritu. Como Jesucristo, .el, Espíritu. santo el principio masculino:y la «virgen»
.:~
ellqs. no. distinguen' entre historia y leyenda en Sentido moderno', . (en sentido humano) María su madre".' '.
sino que se próponen narrar. un evangelio, náda hay que objetar El ~undo modo n~o ve detrás de .la matemi.dad humana
a 'la expresióo moderna de ,~enda>~aplicada' a los relatos del de' Mar~a_'!1E(emidad, riel ,£sp,(riw.JPJlto. Por e~~ la_antigua
nacimiento de' Cristo. El' contenido de' los' reÜltos del nacimiento fórmUla romana de confesión bautismal dice. paralelamente: "Na-
de Cristo' tenía qüe expresarse en aqu~lIa época en forma de mito' " cido del Espíritu santo.'y. de' María virgen~>.La maternidad del
etiol6gico. Ese contenido, en efecto, se encuentra en este ;;¡ato Esprntu'Sañlci -fa- éxperi~entanloscreyenres en su «nuevo na"
m(iíCórle:-los or(genes, y no en lo biológico. 'Por eso es un error cimiento» del"Espíiin; 'de:
Dios. De ahí que :eCevangeTió>deJuan
diga inmediatamente antes de su frase sobre la encarnación de
calificar ~~ «hist~nico» o' de «biologico» el. nacimiento virginal.
la Palabra eterna: «Pero a todos los que la recibieron les dio poder
Tales calificatiyo's modernos,' positivistas, no preservan la 'inten-
de hacerse hijos de. Dios, .a los que cre~n en su nombre, que DO
ción y la verdad de los relatos, sino que las destruyen. La in-
nacen de sangre ni por impulso de la carne ni por deseo de varón,
.tención dél narrador no es referir un milagro ginecológico sino
sino de Dios» (1, 12-13). Si los creyentes en Cristo se hacen
confesar a Jesús comó el Hijo' de Dios mesiánico y señalar, al
hijos de Dios «naciendo del' Espíritu», como dice la metáfora,
comienzo de su vida, el origen divino de su persona".
entonces el EspÍlitu santo es la madre divina 'de los creyentes,
«madre virgen», obviamente. La antigua doctrina siria y la nueva
2.' El nacüniimto pneumático de Cristo en perspectiva teol6gica. doctlina hutterita del «oficio maternal del Espíritu santo» hunden
su raíz aquí y en la función del Paráclito que consuela como una
La h~storia de la tr~dición ofre~e,"ªos modo~-di'f~;;~~ de madren. El punto de comparación para comprender el nacimiento
narrar mltlcamente el ongen de Jesus como HIJo de DIOs y En- de Cristo no es un hecho de generación y concepción humana
manuel. sino la experiencia pneumática de los que han nacido de nuevo
. El primero da a entender que Dios realizó el milagro del a la filiación divina. Como esta experiencia pneumática se pro-
embarazo de María "por obra del Espíritu santo», por esta ~,fuerza dujo en la comunidad cristiana, que hace de Jesucristo el "pri-
del Altísimo»: «Concebido por obra del Espíritu santo, nació de mogénito entre muchos hermanos» (Rom 8, 29) y helmanas, en
María virgen». Con estas expresiones se significa qué s'óloi)i9s . este mismo primogénito tiene que residir el prototipo de la filia-
es Fl Padre de JesuctlSto, no s610 en el ámbito de la conciencia ción divina en el Espíritu. Por eso el «primogénito» es llamado
de Íesus, SIllOen todo su ser personal. desde el plincipio. Dio; «hijo unigénito de Dios», El relato de su (uicimiento originario
eLe! Padre de Jesucristo de un modo tan exclusivo que l;;¡;a: e inicial desde el Espíritu de Dios supone sólo la diferencia de
termdad terrena de José debe quedar excluida. Esto se corres- que,él es desde el comienzo y por naturaleza lo que los creyentes
llegan a ser por la palabra y el Espíritu en su comunión con él:
ponde en un sentIdo muy literal con el dicho de Jesús: «No .llaméis
el Hijo mesiánico de Dios. Entonces hay que ver en la humana
a nadie padre en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo el del
y temporalmente «virgen» una materialización simbólica y una
cielo» (Mt 23, 9). El árbol genealÓgico sirve de ilustraci6n a la'
historia de la promesa. En esta perspectiva Dios es el Padre de 12. U. Luz, £1 evangelio .. " 144, no concibe. sin embargo. al Espíritu
\(como pareja sexual de María». sino que habla de (da intervención creativa de
[l. O, Weber, GrllTIdlagen de,. Doglllalik n. Ncukirchen 1962. 12[: Dios por medio del Espíritu». Pero viene a sustituir así la metáfora de la
«Eso. e~.en el lenguaje de la 'edad mágica'. un enunciado kcrigmático sobre generación por la metáfora creativa. Esto convertiría a Cristo en criaturn de .
el oogen., n«;> sobre 'la procedencia de Jesús. La 'historia escatológica' orien- Dios, mas no en hijo de Dios. Tratándose, en esta perspectivD. de la paternidad
tada al ~r~gende Jesusl>. G. Luz, El evangelio.,., 151: «CriStO es una crintura de Dios. es preciso retener la metáfora de la genernción.
del ESPlfltUl>, Véase la antigua crfrica de Schleiermacher en Glaube I J 13. M. Meyer. Das ..:Mlltter-Amt» des HI. Geúaes in der Theologie Zin-
*97.2, nS'Clre
l..clldorJs: EvTh 43 (1983) 415-430 .

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El nacimiento pnewllúúcu de C,:isto 127


. 126 La misión mesiánica de Cristo

figura humana del Espíritu santo como ~<madre» siempre virgen lli1ÜgUa subrayuroE, en cambio, la realidad de la encamación del
y divina de Cristo, y no la mujer humana que está grávida del
Hij; de Dios por el parto virginal de María, y mencionaron la
«resllrrección de la' carne» en el credo de los apóstoles. Por eso
Espíritu' santo como elemento masculino. El Espíritu santo sería
el Lagos eterno asumió la realidad humana plena e integral y se
.entonces la gran madre virginal-fecunda de todo lo vivo y, como
hizo «ci:lme~~por obra del Espíritu santo16. Si queremos traducir
tal, el prototipo' divino de ?viada, La madre de Jesucristd4. A la
hoy est~ intención del relato sobre el nacimiento de Cristo, ten-
luz del simbolismo femenino del ser y el hacer del Espíritu en
dr~mos que hablar expresamente de nacimiento "no virginal de
las. tradiciones judías, sirias-y cristianas, esta idea no es desa-
Cristo»:', para <~alojar a Cristo lo más hondamente' posible en la
certada. En el evangelio de Tomás, Cristo habla aún del Espíritu
carne», como dijo Lutero. El fue hombre como nosotros, y el
santo como «madre>;. suya 15.
añadido «sin' pecado» de la carta a los hebreos: (4, 15) no se
Nosotros recogemos las intenciones teológicas de estas dos
refiere a la procreación sexual. Esta identificación no bíblica se
concepciones sobre el nacimiento virginal de Cristo y sobre la
encuentra por primera vez en la doctrina de Agustín sobre el
importancia de María para la salvación.
pecado original. A este respecto hay que señalar hoy otro punto
Hay que decir ante todo. de acuerdo con estos relatos del de vista: Si el Hijo de Dios se hizo hombre integral y asumió
. nacimiento, que Dios no está unido a Jesús de Nazaret por azar toda la realidad humana, ello afecta no sólo al ser personal hu-
sino esencialmente. Dios es desde el principio el "Padre de Je- mano sino también a la naturaleza humana. No afecta sólo a la
sucristo»-. Su paternidad no se extiende sólo a la conciencia y a realidad humana adulta sino, diacrónicamente, a la realidad hu-
la acción de Cristo sino a toda su persona y a su existencia misma. mana en todas sus fases evolutivas, incluida la infancia y la
En consecuencia, el Mesías Jesús es esencialmente hijo de Dios realidad del feto y dej embrión. Toda la realidad humana. en
y no llega a serlo sólo históricamente desde un determinado todas sus formas naturales; es asumida por Dios para salvarla.
momento de su vida. Es el Hijo mesiánico desde el principio, y Por eso es ~<humana» y <~sagrada~>en todas sus formas naturales.
su principio está en su nacimiento del Espíritu santo. La filiación v lo Drenatal no es en modo alguno mero «material humano» o
divina no afecta sólo a su conciencia sino también a su ser cor- prepa-ración pam la realidad humana. De ahí la necesidad de
poral. Esto diferencia la encarnación por el Espíritu de la inha- ~ub~.ayar teológicamente el nacimiento verdadero y real de Cristo.
bitación del Espíritu en el hombre. La encarnación carece de En la mentalidad de hoy. el hablar de «parto virginal» de María
preS-Llpuestos, mientras que la inhabitación presupone la existen- . limita peligrosamente !<l humanidad de Cristo,' al entenderse que
cin humana. Si se equipara la encarnación con la inhabitación, en lugar de un proceso humano-natural se produce un proceso
la cristología queda disuelta en antropología. huma;o-sobrenaturaJ. «No se ve por qué JeRÚs como Hijo de
Para los teólogos de la Iglesia antigua, el nacimiento virginal Dios había de venir al mundo de modo diferente que los otros
de Cristo es menos un signo de su' divinidad que un"signo d~ su seres humanos»I!!. Si el punto ele comparación para el nacimiento
verdadera humanidad. Fueron teólogos gnósticos .los que atri- del Hiio de Dios está. :;egún .In 1, 12, en el nuevo nacimiento
buyeron a Cristo una <-<apariencia» corporal y no real, para salvar :.:le los ~creycntes_ por obra del Espíritu santo, a la filiación divjna,
su divinidad: el Lagos eterno se reviste de figura humana para no hay por qué suponer una intervención sobrenatural, sino que
espiritualizar al hombre. Los teólogos ortodoxos de la Iglesia
16. Con razén pregunta E. Brunner. Dogmalik n, 417~: ,~;,.Se puede .i;1-
lerprctar (la parlo génesis) de forma que la generación no ::;¡gmfJque creaClon
14. Así. M. Scheeben ,<llama al Espírim santo la pe"solU! virginul-nup-
en el l:lempo sino <lssumptio carnis'?" .
cíal-Inmenwi de la trinidad"," Die My.Hcrien des Chrisrenwms (1865), Freiburg
1941. [55s5. ]7. Por esta razón. 2. 3runner. Dogmatik fl, -.+2t, habló de creencia en
15, E. Hennecke~W. Schneemekher (eds.l, /I/cutestamelltliche .:J,.pokry-
ia divinidad de Jesús como Hijo cterno de Dios no a causa ue. sino «a pesar
phcn r. Tübí¡:¡gen 41968, 199s5; E. Pagels, The GIlOStiC Cospets, New York de la doctrina del nucimiento virgín<J.l»
1981.G2s. 18 W. Pallnellberg, Das Glaubcnshekenntnis, 92.
..;,"

128 La misión. mesidnica de CriSTO


El nacimiento pnel/nulrico de Cristo 129

todo el proceso de generación, concepción y n~cimiento humano


de Cristo será obra del EspíritU santo: El nacimiento pneumático mito sobre los orígenes de. Cristo; es también la imagen de la
& Cristo expresa la relación de Cristo con Dios y la relación de inhabitación del Espíritu vivificador. El <<lado'Jemenlno»de Dios
'. '. '. y el «misterio maternal» de la trinidad no hay 'que buscarlos en
Dios con Cristo, y no debe ligarse a Ufianoción genealógica.
El otro motivo teológico que lléyó a la idea de nacimiento Maria sino en el Espíritu, y sólo después se puede encontrar en
...f los relatos sobre María. Si el misterio vivificador y re-generador
vinrinal de Cristo consiste en la estrecha conexión existente entre
" de Dios y filiación divina. El hijo de Dios mesiánico es,
espíritu
'.' del Espíriru santo, .se refleja en el «parto virginal» de María.
en la esperanza judía, el hombre lleno del espíritu de Dios. Y a entonces la posible mariología formará parte de la pneumatología.
la inversa, en la era mesiánica, el hombre mesiánico derrama el Justamente cuando María ejerce en la historia de Cristo esta
Espíritu samo sobre toda carne. Viene impulsado por el espíritu función servicial desinteresada, alcanza su plena validez en la
del SeI10r y lo trae consigo para que él llene el orbe de la tierra. historia de la inhabitación del Espíritu santo. No es ella, sino el
y si se quiere afinñar que Jesús fue desde el principio y, por Espíritu santo, el que coopera con el Hijo de Di<~smesiánico y
tanto, en toda su existencia, el hijo mesiánico de Dios, habrá el que junto con él salvará al mundo. La histona de Cnsto. ~s
que decir que desde el principio estuvo lleno del espíritu de Dios una historia trinitaria de las relaciones mutuas y de la cooperacwn
y toda su existencia está bajo la influencia de ese Espíritu. Liega del Padre, del Espíritu y del Hijo. La mariología eclesial posterior
a la existencia «desde el Espíritu», como dice el credo niceno. debe entenderse en buena medida como una pneumatología res-
La bajada dél espíritu de Dios y su inhabitación en María debe tringida a la Iglesia. Si no hablamos ya de «nacimiento virginal»
sino de «nacimiento pneumático» de CIisto, podemos decIr: SIn
preceder a la expectativa del hijo mesiánico de Dios; de lo con-
trario no se podría ,firmar que él vino «del Espíritu». El Espíritu el EspÍJitu santo no hay María y sin pneumatología no hay una
mariología referida suficientemente a Cristo".
no «crea» sino que «engendra» y «alumbra», como dice la me-
táfora del nacimiento. Si el mesías es llamado hijo de Dios, habrá
que hablar del Espíritu como su «madre» divina. El mesías viene
al mundo desde el Padre y desde el Espíritu, y con su venida el
espíritu de Dios hace morada en este mundo; primero en el Hijo
mesiánico mediante su nacimiento, después en la comunidad de
los hijos de Dios mediante su nuevo nacimiento (Jn 3, 6; 1 Pe
1, 3.23), finalmente me~jante la renovación de todo el cosmos
(Mt 19, 28). El nacimiento del Hijo de Dios mesiánico «del
Espíritu» es el comienzo y el signo esperanzador para el nuevo
nacimiento de todo el cosmos mediante la shekina de Dios. Por
eso hay que narrar, junto con el nacimiento de Cristo, la inha-
bitación del Espíritu santo.
Si se toma en serio el nacimiento de Cristo, muchos elementos
que la Iglesia atribuyó a la «virgen María» pasan a Dios, al
Espíritu santo mismo. y María puede ser de nuevo lo que fue y
es: la madre judía de Jesús. No es María, sino el Espíritu santo,
la fuente de la vida, la madre de los creyentes, la sabiduría de
Dios y la inhabitación de la esencia divina en la creación, que
renueva la faz de la tierra. María es testigo y, en la forma de 19. E. Mohmann~Wendel-H. Küng.J. Mohmann (eds.), Was se/u IIns
Maria un?, Gü(ers!oh 1988 .

.'I~•••
--- __ r.=., .

,' ... !, 3
!
.i.
El bautismo pneumático de Cristo
".;

"
1. Juan Bautista y Jesús de Galileo

A tenor de los datos históricos que nos han llegado, la vida


pública de Jesús comienza a sus treinta años de edad (Le 3, 23),
coincidiendo con la actividad de Juan Bautista. Los evangelios
nanan primero la historia del Bautista y añaden la historia de
Jesús para.hacer ver que Jesús procedía del movimiento de Juan
y que este. movimiento fue la base de la actividad de Jesús.
Nosotros seguimos aquí. sobre todO', la fuente de «dichos» y el
evangelio de Marcos. Para ambos, el tiempo soteriológico ini-
ciado con Jesús data- del Bautista, ya ue con el bautismo en el
Jordán vino a Jesús el ruaj de Yahvé/Espíritu santo y o llenó

qüe1esusTórmara
_~~~-~-,~-
conla-fuerza-de-su-misión-me:;iáITiBrts
--- -parte
..
urobable históricamente
de los, discípulos de Juan a orillas del
Jordán y 'estuviera- "ConV'eilciLiOlielmensaje apocalfptico dé'luan.
Sólo cu'ando el Bautista fue encarcelado y reducido a silencio
por razones políticas, volvió ksgs-lJ ""G~YJroc¡amó públi-
camente su evangelio de! reino de Dios (Mc ¡, 14), Ocupó el
puesto de Juan en la historia escatológica del reino de Dios, a la
que el Bautista ya pelienecía, pues también él estuvo «lleno del
Espíritu santo», como dice Lueas (Le 1, 15), El !lna! trágico dd
Bautista fue la hora del comienzo de su vida pública. Pero el
«camino de justicia» de Jesús empieza con su bautismo (Mr 3.
15), Por ,=so la primera pregunta de la cristología debe ser: ¿Quién
era Juan Bautista?!.

l. Cf. 1. !Vfol¡mann,El bautismo, en La rglesi{¡, juer::.a del Esp(ritu,


Salamanca 19n, sobre todo 279ss: Trinidad y reino de Dios. SaI8manca Balt~
,

132 La misidll muiánica de CriS!f)


l.
El bautismo pllclIJ1Idtico. de Cri.:to
'i,
,
Juan vivió en el desierto y predicó, el bautismo en el Jordán I
de Jesú~,:También Juan esruvo Y.'i.en,_eLsenomaterno-lleno del
para el perdón de los pecados y como signo de penitencia. Habló . 1 EspíDtti s;mio;; y
ya'éílS¡¡lñfancia «recibió la fuerza del Espíritn
con la conciencia de vivir «la última hora»: -«Ya está .el. hacha
..~. santo» (Lc 1,.15.35). Son frases que se aplican también a Jesús.
puesta a la raíz de los árboles» (Mt 3. 10). El juicio de Dios es
.1 sólo qne Jesús había sido «concebido» por obr~ del Espíritu santo,
inminente. Comenzará por la casa de.Dios, por Israel. De nada.
.j cosa 'lue Lucas' no atirm~ del Bautista. Juan. fue para Jesús y sus
le valdrá a Israel su elección: «Yo os digo que Dios puede, hacer'
discípulos el último compendio de las promesas de los profetas
de estas piedras hijos de Abrahám> (Mt 3, 9). Juan anunció <<la
y de la 10.6: fue para ellos «Elías' de retomo en los últimos
ira futura de Dios» y exhortó al pueblo a convertirse y volver a
tiempos» (Mt 11, [4). Jesús, además de considerar a Juan como
la lorá: «No hagáis violencia. ni cometáis injusticia con nadie»
un precursor, como !<nn ángel de Dios que le preparó e[ cami'no»
(Le 3, 14): Sólo el que vuelve al camino de la justicia podrá
(Mc 1. 2), asumió su mensaje y continuó ;u misión escatológica:
~alvarse en el juicio inminente de Dios. Juan se fue al desierto
«Haced peÍlitencia,' porque. ha llegado e[ reino de los cie[os>", Así
de Judea y vivió de lo que allí encontraba: se alimentó de «sal-
! resume Mateo el mensaje de Juan (3, 2) Y el mensaje de Jesús
tamontes y miel silvestre», vestía una túnica de piel de camello
al mismo tiempo (4, 17). Por eso hay palabras de Juan en boca
e invitaba a Israel a un «nuevo éxodo»; a través del desierto.
de Jesús; por ejemplo Mt 7, 19: «Todo árbol que no dé buen
pasando por el Jordán, hacia la tierra prometida. .
fruJp será cortadO ..Larrojado al fuego». El pueblo escuchó la voz
Todo lo que hace Juan está cargado de simbolismo y evoca
de la «sabiduría de bios>~ de retorno al final de los tiempos,
la antigua historia de Israel. Bautiza a los penitentes de Israel en
tanto por boca de Juan como de Jesús (Le 7, 35; Mt 11, 19)'.
el Jordán para el nuevo y defmitivo ingreso en la «tierra de Dios».
Si comparamos a Juan con el Jesús terreno, s",--diría que babia
El mensaje, el simbolismo y el bautismo de Juan forman un
el mismo r"aj de, Yahvé y la misma sabiduría divina en ambos,
«sacramento escatológico de penitencia»2. Este bautismo difiere
y después por boca del grupo de discípulos, que se llamaban
de las abluciones rituales precisamente por su carácter definitivo,
«profetas». Ambos proclaman el tiempo final de Dios. Ambos
escatológico. Tampoco es un rito de iniciación para una nueva
sufrieron el mismo destino: fneron ejecutados por motivos po-
comunidad, sino el signo escatológico de la conversión de todo
Ifficos; ehImr]larl1eroaes y el otro pott'¡TiilO:-(;Bóm:le-emin las
Israel. El Bautista no fundó ninguna secta, aunque tuvo disCÍ- diferenciasl-------- .
pulos, sino que predicó 'a todo el pueblo una conversión destinada Tarilbién las diferencias entre Jesús y Juan se pueden conocer
a preparar el próximo reino de Dios. La escatología de Juan era bien Qor los datos hist6ñcos. Juan anunció el reino de Dios como
la espera del-,¡uiGio''1Jivino¡ .que .tfaeríUoñSJgQ: ~l reino. de la un juicio severo sobre aquella generación impenitente; Jesús
justicia de Dios.
anuncia el reino de Dios como gra£!'!.. acogedora para los pobres
- lesus <:le Galilea acoglO este mensaje y el signo de Ja con- y los pecadores. Juan abandonó las áreas'
~liJtlyaaaU~lOeñ
versión: el bautismo de Jnan, y creyó en la misión divina del el desierto; Jesús 3bandonó el desierto y se fue a las bulliciosas
Bautista: sn' bautismo er~<~de ..Djo_s» (Mc 11, 30); él enseñó el aldeas 'de Galilea, Juanseaiiment'ó .. aduraspenas eñéfOeSierto;
«camino recto», es decir, la interpreta2ion-correcta y final de la Jesús comió pan y bebIÓ vmo con los pobres V con los pecadores
101'6 (Mt 2], 32); fue «más qne profeta» ~) y «el más del pueblo-o Juan tuvo fama de asceta; Jes6s fue t:!chadó dé «co-
grande de todos los hombres». Por eso Lucas narra la rustoria milón y borracho» (Mt ]J. 19). Juan bamizaba para la penitencia;
del nacimiento de Juan paralelamente a la hiStoria del nacimiento Jesús no bautizó a nadie, pero perdonó a muchos los pecados.
-- -- <..._-- ~------
¿Enqiié'se fundan estas diferencias externas?
ci'ilno y vo<:ad6n de Jesús, ~n Trinidad y reino"de Dios. Salamanca 1982, 81s5.
Cf. tnmbiéll F. Lieb, Der Hei/ige GeiSl (l/S Geisl JeSlf ehr;s!;: EvTh 23 (1963)
283ss. 3. J. M. Robinson. Jesus as Sophas (md Snphia: "Wisdom, Tradition atld
2. Ph. Vielhauer. arto Joltanlles de,. Tiil/jer, en RGG~1lI. col. 803. t!¡e Gospe/.~»,en 'R. Wilken (eú.). tlspec(s vI Wisdnm in JI/daism and Early
ChristianilY. Notrc Dame 1975. 1.16.
., .

134 UJ miSión mesiánica de Cristo El ÍJawismo pne¡dliático de Cristo 135


,)
.'
Se fundan, a mi juicio, en la e:;'q:~eriencia bautismal Linic;}de Getsemaní, de modo exclusivo y con incomparable intimidad
Jesús, de la que solo sabemosargOQete.reera""oc~I;;~O---:- i, \como Abba, «Radre rrúo»1 .. Esto' invita a relacionar la' «revela-
Pero poi:lemos extraer- conclusiones de los relatos- coincidentes de ción» de Jesús de la que habla Mt ll, 27 con el bautismo:
los evangelios. Parece que J~~~~, .g)~~yr'p_a~t~~~dojgntº-.QQu_una
gran multitud de génte (Lc 3, 21), nOEP~rtg'~~E~?_~<.~!!~ÓE .:,Todo me ha sido entregado por mi p'adre,
de los--pe"Cado$-paIa la conversión», SiJ;lOalgQ.....diferente_, Los y nadie conoc~ bien al Hijo sino el Padre,
eyangelios lo denominan experiencia ~del Espíntu: «El "Espíritu ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo
b<U,ó hasta él como una paloma» (1\;Ic 1. 10). «Dios ungió a Jesús y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
de l\j azaret e()n la fuerza del EspÍlitu santo», dicen los Hechos
de los apóstoles (ID, 38) . Aparte este pasaje, sólo el evangelio de Juan habla de un
Esta infusión del Espíritu va unida a una visión del «cielo conocimiento mutuo tan exClusivo entre-Jesús y. Dios, el Padre.
abierto» (Me 1, 10). Es un signo de sabación, ya que la imagen Pero estb no es ar'gúmento contra el origen sinóptico de este
del «cielo cerrado» designa la desgracia, el ab'andono de los pasaje y contra sus raíces en la teología sapiencial israelita. Esta
hombres y la esterilidad de la tieITa. E.E la infusión del.E.s.pjriJu teología eXLJlica que .Jesús no se limite a anunciar proféticamente
se produce una audición divina: o bien' una audición personal de el reino lejano y mayestático de Dios, el Señor, y proclame
fraternalmente el reino cercano y amoroso de su Padre. El término
_,_e-"<-querido, mLp.Ledilecto» (Me 1. 11), o
.Jesús: ~'es-míHijo
Abba aplicado a Dios confiere al anuncio del Reino por Jesús
una audición de los asistentes: «Este es mi hijo querido, mi
predilecto» (Mt 3, 17). Se trata de la frase de entronizaciún y de una nueva cuah-aaclrreñThaJuan Bautlsta v también frente' a los
la legitimación teológica de los reves de Isratisegún Sal "2-:7. proféfas: -én--'eCremo del Padre de Jesús rige el principio de la
La singular mfusioñ'ae1'""Espíritu a' Jesús, su «unción -sin medida» mi:fer-icordia con los agobiados y cargados; en el reino del Padre
(Jn 3, 34), Y el hecho de que el Espíritu «descansara». en él, de de Jesús prevalece la t*rtad de espíritu de los hijos de Dios.
que la shekina encontrara su morada permanente, lleva obvia- De ello se sigue: (j) Je:sús anuncia la «cercanía>} del reino de
mente, según la tradición de la promesa mesiánica de Israel, a Dios (Me 1, l5); después proclama la cercanía íntima de Dios,
la filiación divina del u~gido y agraciado-J. Con la inhabitaci'Ó~ el Padre, que expresa con el nombre de Ahba, y no la llegada
del ruaj de Yahvé, Jesús entra en relación fi¡¡arcon Dios_y_percib.e del juez universal. cj)Demuestra la cercanía del reino de Dios,
la 1éÍación de Dios con él como paternidad. También esto res-
ponde plenamente a la tradICIón fnesiánica de Israel.
no con amenazas y con ascética sino con signos de gracia en
personas fracasadas y con .milagros de curación de la vida en- .,
Pero se produce además algo singular: u..!!ª-...ill!.~..Y_a_[eY.eü;:.ción ferma. Q) El tiempo en que Jesús predica y actúa no es, a su
del nombre de Dios. Jesús invocó siempre a Dios, incluso en entender, el «(último tiempo» antes del juicio sino la «plenitud>}
liber'ador::t del tiempo mesiánico (Gál 4, 4) .
.:1- ef. H. Gese, Del' i\Jlessius, en Id., Zar biblischen Theologie. MUnchen Según Le 4, l~ss, lq..il1fusión deLE.:;pj,itu le mueve a pro-
1977, 128- ¡51, H. J. Kraus, Systematische Theologie, Neukirchen 1973, 372.
damar 'en Nazaret el a~2..1,~SlSl~esías, que es el sá.bado
Ll imagen del hijo" de Dios se utiliza en ladas las monarquías sacraJcs como
legitimación de la uutoril1ad real. La forma davídica de esta imagen es, según siñfin, el perfecc"i6riáiñiento de la creación. Por eso lvlateo puede
H. Gese, la inhabitación de Yahvé en Sión hecha realidad por el traslado del expresar la diferencia entre Jesús y Juan en la frase: «El más
arca (l30s'!. La idea de filiación comporta la paternidad de Dios, por ejemplo pequeño en el reino de los cielos es más grande que él» (Mt 11,
en Sal 89. 27s; «(El me invocará; Tú eres mi pudre. mi Dios. mí roca sah.adora.
11). Es la diferencia ~ntre ;::1 tiempo final antes del comienzo del
y yo lo nombraré mi ptimugéníto». También cabe aducir 2 Sam 7, 14: ,<Yo
seré para él un p"L1re, y él será para mi un hijQ})_ Como la ideu de hijo de Dios reino de Dios y el tiempo inicial de éste.
y la idea ele primogénito se aplican también a IsrueJ (Ex 4, 22; Dt l, 31; 32,
6. [8; h 63, [6 Y passim'l, el rey y el pueblo guardan entre sí una relación de 5. J. ;~remí3s. Teología del Huevo {estamento l, Salamanca ;~1985, 80,
Identidad. 81

,--,


J¡,
136 La misión ml!si6nica dI! Cristo £1 bauJisn.w plll!lImdticQ dI! Cristo t37

\,!, .
2. Kénosis del Espfritu divino y plenitud espiritual de JeslÍs .. ~.t
Jesús en el. desieno y su acompañante 4esde Galilea a Jerusalén.
--....---------- -'1 ....
~------ -, ¡, Especialmente en los primeros capítulos d~ lbs 'evangehos SI-
Si Jesús vive la plenitud del r¡¿aj d~ .Y~vé/espíritu de Dios, "I~; nópticos, el Espíritu aparece como sUJeto'divmo de, la trayectona
esta fuerza es' también el motor de .todos sus. a"JSls.Si el Espíritu ~~t. vital' de Jesús, El. Espíritu de Dios preseme en Jesus poslbilIta y
no actúa, nada puedé-hacer Jes¿s.
La tradición dogmática res- "'. : abre la relación del Padre con el Hijo y del Hijo con el Padre.
Mediante el Espíritu, Dios acoge a fosú's como el hijo mesiánico
tringió,el significado de esta fuerza del Espíritu por. la qile. Jesús
actúa para distinguir su acción, como algo «espiritua!>" frente a y Jesús.siente_a.J)iQs coiiíOAb~ relación de' Jesús con Dios
cualquier acción política. Disoció la vida que Jesús infunde me- refleja la relación de Dios con Jesús. Siendo lo segnndo, teo-
diante esta fuerza del Espíritu, como una «vida celestia!>" de la lógicamente, la razón de lo primero, es también el elemento
vida terrena-o En consecuencia, esta tradición afirmó que el rel\'o personalizante en la relación mutua de Jesús y Dios.
'deCristo «no es de estc múñd6» (JH 18, 36), en 'el sentido de Los evangelios sinópticos añaden inmediatamente al relato
que 'es--rrñ-rein6 -púrameIÍte-espirituaJ y localizado en el cielo. del bautismo y de la infusión pneumática de Jesús el episodio de
Esta concepción. nace de un malentendido espiritualista del ruaj las tentaciones en el desierto (Mc 1, 12-13; Mt 4, 1-11; Lc 4,
de YahvélEspíritu santo. Según las tradiciones del AT (Gén 1, 1-13), 'Qué quieren significar con ello? Lo común de los tres
2; Sal 104, 29s), el ruaj d!, Yahvé es ]a_propiaji<erza crea~a relatos ~e~ede resumir así: CD El Espíritu condujo a Jesús al
y vital que comparten. todas las criaturas del cielo y la tierra. desierto; V Satanás le temó; g¡ los ángelés le sirvieron; 4.
También a la luz del bautismo y de la plenitud pneumática de convivía con las fieras. Según Mateo y Lucas, el dIablo, «el
Jesús debemos entender el Espílitu como la fuerza creadora de tentadOl'>, lo po e a rueba con la filiaci6n divina: «Si eres hijo
Dios y como fuerza vital de todo ser vivo. Según las tradiciones de Dios ... ». No se trata de una lael n meta lsica sino de !a
veterotestamentarias, eLEspíritlJ_es, .además, una fuerza sal~ realeza mesiánica de Jesús que la tentación pone a prueba y
pennite definir más exactamente, ya que las posibilidades que
con la .que Dios llevó a Israel desde la escJavituaarp:ais de la
libertad. Para comprender el dinamismo pneumático de Jesús ofrece el tentador a Jesús son recursos para tomar el poder me-
debemos partir también de esta experiencia salvadora del espíritu siánico en Israel y en las naciones: pan para las masas ha!"brien-
taso dominio del mundo renegando de Dios y adoran<jo a Satanás,
divino en Israel. El ruaj de Yahvé/espíritu de Dios habló, enU'e
qu~ puede dar este poder; el' signo mesiánico para la liberación
otras vías, por medio de los profetas. En Jesús es también el
espfritu profético el que habla mediante el enviado mesiánico
de Israel cn el templo de ja ciudad santa, Mateo reelaboró la
seaunda y la tercera tentación para destacar el clímax de las
(ls 61). Si entendemos por l'lIaj de YahvélEspíritu santo' la fuerza "
promesas de poder del tentador al rey meslas. .
creadora, la fuerza salvadora y el poder profético de Dios, en-
tonces la presencia permanente dé este Espíritu será el comienzo El rechazo de estas posibilidades de «toma del poder». me-
de la salvación definitiva de los hombres, de la nueva creación siánico por parte de Jesús. y de los primer~s crisuanos. ~ebe
considerarse a la luz de la ImpotenCIa de Jesus en su paSlOn y
y de la revelación de la gloria de Dios. La 'p.':e:encia pennanente
muerte en 'cruZ. Si la infusión pneumática conviene a Jesús en
del EspÍlitu en Jesús es el comienzo rea:ra~rei~.9 .sIeDio,s,lé-de
la niJeva cIeaclóñTr1lifriístona. Con esta fuerza Jesús expulsa el Hijo mesiánico de Dios, las tentaciones preparadas por ~ste
10~demonlÓS, Cura a los enfermos y repara la creación destruida. mismo Espíritu le privan de todos los meajas económicus.-l2!l:..-.
Esta presencia del EspÍlitu da autoridad a su predicación. El lític92....t!~Fl!iósos pai:¡¡'¡¡'-.«toma del pode:", y todo ello perfila
su pasión en medio de la Impotencia: Jesus trIunfa a través del
Espíritu le confiere la fuerza persuasiva e influye también en la
sufrimiento y la muerte. Al entrar tnunfalmente en Jerusalén,
respuesta de fe dada a esa predicación. El Espíritu es el guía de
Jesús no ofrece pan al pueblo; al entrar en el templo, no reahza
6. J. Culvino, In;(;IUliO n, 15. 2~3. el signo mesiánico; y ante el romano Pilato no llama a las legio~es

..•..:.~~ ... .. ,--' .,.. ..',...,.~


138 La misión mesiúmCD :fe Cristo
£1 ÍJwmsmo p:/.ClIl11ático de Cristo 139

celestiales pm'u lograr una l/ietaria militar. Del relato de las ten- F:.miritu creador está actu;:mao en todos ios seres. El Espfrim es
taciones deriva el camino de la cruz. Pero este camino de 1'a cruz ;n~~iado por JesucriStO o.)a comunidad, y. de ese modo comlnúa
es el camino por eI" que el Espíritu de Dios «conduce» a Je,sÚs. su acción. Los teólogos Yiberales utilizaron este argumento para
Por eso el camino de la pasión de Jesucristo debe entenderse a !"elati,áz:ar a Jesús c;mo un portador del Espíritu entre tantos
la vez como camino de pasión del espíritu de Dios, cuya fuerza otros; pero asf pasan por alto la unicidad de infusióp. pneu~il~,tica
se realiza en la. debilidad de Jesús. Los ángeles le «sirven» en de Jesús, que lo nevó a la-filiación divina ya su misión especial.
este camino, pero ocultos en la fuerza de la entrega ':/ el sufri- i Por otra p:Ute, ya Calvino había afirmado que Jesús 00 Tecibió
miento y no en forma de legiones celestiales contra las que 'nada el Espíritu para sí mismo sino para toda la comunidad, cuya
pueden las legiones romanas. cabeza es é18. Esto .indica que Jesús no fue bautizado con el
Lo que significó la plenitud pneumática para la predicación Espíriru como persona privada sino como pars pro tato, en re-
de Jesús y para su vida lo describen los evangelios en cada página. presentación, como uno entre muchos y uno para. muchos. Re-
'Pero éstos no explican lo que esta ',<bajada» del Espíritu y su cibió el Espiritu para los enfémlos que curo, para los pecadóres
inhabitación en Jesús significa para el espíritu de Dios. Con el el. quienes perdonó los pecados, para el pueblo pobre cuya co-
Espíritu descendiendo sobre Jesús «como una paloma» o «en munión buscó, como el mesías de la nueva creación de Dios. El
fODl1a de paloma», el viejo símbolo de la paloma viene a destacar Espíritu constituye, pues, la _persona social de Jesús como liTlgido
el amor de Dios, expresado 'en un simbolismo femenino, en el de Dios en múltiples aspectos.
que Jesús' encuentra su identidad y que guía su vida. Si se habla
de «condescendencia» del Espíritu, habrá que habJar también de
una kénosis deL Esp(ritu santo que se enajena y baja de Ia eternidad
de Dios para hacer morada en este hombre .vulnerable v mortal,
Jesús 7. El Esvíritu llena a Jesús de autoridad v Doderes ¿Ufr-tiVOS
~ - , • <

pero. no hace de él un superhombre sino que participa en su


debilidad, en su pasión y muerte de cruz. Con su inhabitación
se asocia al destino de Jesús. El Espíritu sale de! Padre y descansa
en Jesús, para después salir de Jesús y llegar uJ hombre. El espJritu
de Dios se convierte aS1 en espirÍ1u de Jesu.crisTO. Se da totalmente
a la persona de Jesús para comunic~se por medio de JesÍls a
otras personas. La historia de Jesucristo tiene. pues, su reverso
en la historia del Espíritu. La historia del espíritu divino s,-llvador,
crc;ldor y profético está lll1ida inseparablemente a la hisroria de
Jesucristo. Es la única historia Je .la relación recíproca Je Espíritu
/ Jesús. de Jesús y Espíritu. Esto es lo que significa el bautismo
de Jesús para el Espíritu santo.
Lo específico de la cristo1ogia pneumatológica es :~u apertura
J la acción del mismo Espíritu fuera de Jo.persona y de la historia
de .Jesucristo. Juan Bautista estuvo lleno del Espíritu v fue im-
pulsado .por él. El Esp.fritu habló por medio de -los pr~:reras. El

7 Así \/1. Lossky, 1/7 fIJe lmage a!Uf Likeness (~/Cod. London 1974, 92 g. J. Cal vino. inst, "11. ]),2,

JI,
4
El anuncio del reino de Dios
a It:JS pobres

1. El evangelio de la libertad

Los evangelios presentan la historia de Jesús a la luz de su


misión mesiánica, inaugurada con el bautismo. Esa misión abarca
su predicación y su acción, su acción y su pasión, su vida y su
muerte. El anuncio del reino de Dios es una parte de su misión
global. En él se expresa el senllOoOe su aCCión,como a la inversa
suacción acompaña a su anuncio. Hay que considerar ambas
cosas conjuntamente, pero su misión no se puede reducir a la
tarea de predicación'. Comenzamos aquí con la naturale.za y el
contenido de su predicación y preguntamos quiénes fueron los
destinatarios. Antes
. de estudiar la noción de reino de Dios en la
predicación de Jesús conviene explicar el concepto de evangelio.
.
ya que los sinópticos presentan a Jesús, según la promesa de
1s 61, 1, como el mensajero mesiánico de Dios'.
Predicar o anunciar el evangelio significa en el antiguo tes-
tomento traer una buena noticia: la vicroria, la salvación'. El que
anuncia es portador de buena suerte y se le agasaja como tal.
Una victoria de Dios sobre los enemigos del pueblo es proclamada

l. Cf. La mision mesidnica de Jesús, en La Iglesia. jilf!r:a del Espíritll.


Salamanca 1978. 101s5.
2. J. Schniewind., Ursprullg und ersu GestaJt des Begriffs Evangt:lium l.
Gürers(oh 1927: n. Gütersloh 1931: P. Stuhlmacher. Das Evangdium Ilnd die
Evangelien (WUNT 28). Tübingen 1983, 1-26,
3. G. Friedrich, arto &uaYY&A.í~Ol!al, en ThWNT n, 705-735 .

•. . '-
142 La misión mesiánica de Cristo El amlllclO del reino de Dios a los pobre,s 143

y cdebrada en el culto (Sol 68, 12; 40, lO). El profeta Deute- de Yanvé sm fronteras y sin fin, y de cara a los hombres, la
roisaÍas llenó de contenido mesiánico el concepto dé EÚayyCÁiI;E- justicia, la unión "y la paz. Sus destinatarios son los pobres,
lV el profeta promete al pueblo en el cautiverio babilónico un miserables, enfermos y desesperados, por ser los que más sufren
nuevo y definitivo éxodo de la esclavitud a la cierra de la libertad. con la lejanía de Dios y la hostilidad de los hombres.
ya que el propio Yahvé, con-su gesta subirá al trono e instaurará El mensaje sobre la gloria de Dios que .inundará su. pueblo.,
su reinado perpemo. El nuevo éxodo hacia la Iibe11addel ~einado su tierra y toda su creación. viene a ser una llamada a la libertad:
directo de Dios es anunciado por mensajeros: «Qué hennQsos "Desata las correas de tu cuello, Sión cautiva» (Is 52, 2). La
son sobre los montes Jo.s_.pies_d~Lroens.ajero--que_
arlUncia la paz, liberación encuentnl un motivo y una fundamentación teológica:
que trae buenas noticias, que anuncía,Ja-s.a~vación, que dice a "El Señor os precederá» (52, 12). Aunque la liberación del pueblo
Sión: «Ya reina tu Dios» (ls 52, 7). Imaginamos a los heraldos es efecto del mensaje «Dios es rey», es también obra de los
anticipándose a los queregresan .-(h~-Í3abilonia,para anunciar al propios cautivos que se liberan, se ponen en camino y vuelven
pueblo de Jerusalén el retama definitivO de Yahvé a Sión. Esto por su pie. El mensaje mesiánico del reino de Dios no reduce la
da un contenido real a su anuncio del futuro de aquel que viene, libertad humana sino que la refuerza y amplia su margen. No es
ya que con la proclamación de la realeza de Yahvé comienza una amalgama de autoridad y libertad sino la autoridad de la
después del período de lejanía de Dios y de destierro del pueblo: libertad misma. También el mensaje del Bautista y de Jesús une
la era de salvación. ambos extremos: ~<Elreino de Dios está cerca: convertíos». Y
El evangelio es la aurora de la salvación. Anuncia nada menos para Pablo el reino de Cristo es a la vez reino de la libertad de
que la llegada de Dios. Hay que subrayarlo para conocer el los hijos de Dios. El evangelio del reino de Dios es el evangelio
carácter sacramental del evangelio: La salvación aparece anti- de la liberación del pueblo: quien anuncia el futuro de Dios, trae
cipadamente en el evangelio, y éste en el inicio verbal de la la libertad al pueblo. No hace aquí al caso ni el temor.protestante
epifanía del Dios que viene"¡. Al anunciarse el tiempo mesiánico, al pelagianismo ni la afirmación atea de la libertad humana.
entra ya en vigor. El evangelio no es, pues., una descripción
utópica de un futuro lejano, sino el comienzo de ese futu;o en
la .palabra anunciadora y liberadora. De ese modo, la palabra de 2. Reino de Dios y nueva creación
consuelo y promesa adq uiere el poder del Dios que viene y la
aut~ndad de su. futuro. Se convierte en palabra creadora que La traducción del <'<£¡yúr;»del reino de Dios es dudosa: si
realIza lo que dIce. ((Como todo 10 que acontece en el mundo sio-l1ific3Que"'«elreino de Dios está presente», habrá que explicar
tiene un comienzo oculto en la palabra y un final manifiesto. así
son también los tiempos del Altísimo: su comienzo esta en .la
p; qué n~ es visible a todos y cuándo aparecerá. Si el Rei~o no
es visible sino invisible, entonces está en el cielo y no en la tIerra.
palabra y en los signos~ su fin en los hechos y prodigios» (4 Esd Si significa que «el reino de Dios está cerca»,' habrá que explicm-
9, Ss). Ya en el Deuteroisaías y en Sal 96 el evangelio mesiánico el grado de esa cercanía. Yo adopto la traducción de Lutero y
adquiere un sentido universal: «Yahvé es rey» significa, además digo Que el reino de Dios está tan cerca que los signos del tiempo
de .la restauración de Israel y de Sión, la salvaclón para las rn~siá~ico son ya visibles: los enfermos son curados, los de-
naClOnes (Sal 96, 2).
monios expulsados, los cojos andan, los sordos oyen, a los pobres
ls 61, 1ss pone este evangelio en boca del mofeta mesiánico se anuncia el evangelio. Está tan cerca que se puede orar ya a
~efinitivo, que. está lleno del espúitu del Seña; y con su palabr~ Dios diciendo Abb;, padre querido. "'Esta tan cerca que la inter-
trae .la salvaclOD. Anuncia, de cara a Dios, el reip.ado inmediato
pi'etación' -mesiánicaliera tora por el seFn~ónde l~ }1~o5~taña es
necesaria, y su übservancia en el seguimiento de Cristo "resulta
'-L Esto Jo ha señalado con razón H. SchJier, Worr Gortes. Eine neutes-
tamentliehe Besinnung, Würzburg ~1962. posible.
, /44 Úl misió" l1/~siánica di! Crjsto
El anuncio dtl reino de Dios c¡ los pobres 145

Las traducciones de pacnAeía 'rail 3eoil oscilan entre reinado significa desligarse del Mesías Jesús, grac\as aI cual este Reino'
y reino de Dios'. En estas, traducciones subyacen unas interpre- está ya preseqteen medio de este mundo físicamente enfermo y
taciones teológicas. El que traduce «reinado» de Dios se refiere poÍíticamente inhumano.' Pero tampoco permite identificar el rei-
a' la soberanía preSente, actual, de Dios. El' que traduce «reino»
no de 'Dios, al modo milenarista, con un estado presente" por
'de Dios se refiere al espacio y al nuevo orden de' todas ..las cosas
ejemplo, 'eI «imperio cristiano»; o, con, un estado utópico" por
según ¡;, voluntad de Dios, y habla del futuro 'de este Reino. Si
ejemplo, <<Jaedad de oro», Reinado de Dios es el presente, de su
el ....reiu:o de Dios,' según "el evangelio de Jesús, está, «cerca»,
Reino, y reino de Dios es el futuro de su reinado.
entooces estará ya presente" pero presente sólo como Reino que
Si se entiende pacnAeía TOO9ECil, como suele bacer la teo-.
va llegando. Lo actual 'es el reinado efectivo de Dios .en la li-
logía evangélica reciente, únicamente como el reinado actual de
beración de los cautivos y en la curación de los enfermos. en la
Dios, se corre el' riesgo de moralizarlo: abarca el ámbito de las
expulsión de los demonios y en, la exaltación de ,los humillados;
personas que se sgmeten a él y. cumplen Ia voluntad de Dios.
y lo futuro, la superación del poder de la muerte y la experiencia
Pero entonces resulta impotente ante la enfermedad y la ,muerte.
de la vidá eterna. Sería, unilateral ver el reinado de Dios única-
La tradición teológica del pasado había entendido siempre por
mente en Su Reino perfecto,' como sería un malentendido equi-
parar su reino con el reinado actual. Por eso nosotros empleamos
«reino de Dios» el «reino de la gloria», que seguirá al «reino de
la gracia» actual. Pero el reino de la gloria, según la tradición
como complementarios lo,s dos términos para traducir pacnA£á
bíblica, se identifica con la nueva creación. Para evitar y supe- ,
'tao 3£oiJ: en la historia, Dios reina por el Espíritu y la palabra,
rar la moralización y espiritualización del concepto de reinado
por la libertad y la obediencia; pero su reinado choca con resis-
actual de Dios, traduciré «reino de Dios», en lo que sigue, por
tencias, contradicciones y adversarios. Es un reinado discutido
«nueva creación». En correspondencia con esto, el reinado de
y está oculto en la controversia. Por eso tiende a perfeccionarse
Dios actuando ya sobre esta histoJia de injusticia y muerte habrá
en ese futuro en el que Dios reinará plenamente y, al reinar, lo
de entenderse como la acción regeneradora y 'vivificadora de
será todo en todos. Para expresar este futuro, el término «Reino»
Dios.
es el indicado: la acción presente, liberadora y salvadora de Dios
apunta; más allá de sí misma, al reino de la libertad y la salvación. Alcanzamos así una nueva perspectiva sobre la actividad de
Jesús: cuando arroja demonios y cura enfermos, Jesús expulsa
Pero el Reino que viene proyecta su luz, medjante el reinado de
Dios, a esta historia de lucha. Por eso la acción liberadora de las fuerzas destructivas de la creación y restablece las criaturas
Dios debe entenderse como la inmanencia» d_l reino escatol6gico
vulneradas y enfermas. El reinado de Dios que él atestigua cu-
de Dios, y el reino futuro, como la trascendencia del reinado rando enfeml0s devuelve la salud '1 la creación enferma. Las
actual de Dios. Si transponemos los conceptos de inmanencia y curaciones de Jesús no son milagros sobrenaturales en un mundo
trascendencia al plano histórico, podemos decir que el reinado natural. sino qlle son 10 únicamente «natural» en un mundo in-
actual de Dios define el tiempo mesiánico, y el reino futuro de natural, endemoniado y herido. Las parábolas de Jesús, como
Dios, la eternidad escatológica. , parábolas del reino de Dios, son también las parábolas de la
El doble sentido de la traducción de pacn4ía 'toil geoO que nueva creación en medio de la cotidianidad de este mundo ago-
proponemos no pelmite relegar el reinado de Dios al más allá de tado. Con la resuITección de Cristo comienza al fin la nueva
una ausencia total de relación con la vida terrena, corporal e creación, pars pro toto, en el Crucificado.
histórica, como se hace al concebirlo como (reino celestial», de
naturaleza «puramente espiritual» y «no de este mundo». Eso

5. ef. PrCj'l!llle .v ¡muro del reillo de Dios, en La Iglesi~.juer:a del


£spíriw, 23255.

".C.': ..'•.. _. "~:"." " l'


'-
J46 La misión mesidnica de Cristo
El wlIlncio del reir¡o de Dios a los pobres 147

3. La dignidad de los pobres ser desenmascarados. Cuando Jesús y ~us discípulos anuncian el
evangelio a los' pobres, an4hcian explícita o implícitamente el
El evangelio del reino de Dios- se anunCIa., a «los pobres».' juicio de Dios a los ricos(Lc 6, 24). No se trata de una sed de
Tal es la fórmula que figura en los evangelios sinópticos (Lc 4, venganza de los esclavos sino del anuncio de la justicia de Dios, .
l8ss; Mt lJ ,S). Estos presentan, porun laqo; la justicia de Dios que también rehabilita a los"ricos, pero no Gomo ricos sino como
como el principio de, misericordia con los más, miserables; por seres humanos.
otro lado, el futuro del reino de Dios empieza en aquellos que Jesús y sus discip'ulos a~¡¿ncian. a -.los pobres el futTI'ro del
más tienen que sufrir bajo la' violencia y la injusticia de los :emo de DioLPprql,l.t saben gue el reino de Djos_geJ1ell.<:m.ya a
hombres. El evangelio anuncia a los pobres la acción _vivit~~adora laS pobres. «DIchosos los pobres porque de eUos es el reino de
y recreadora de Dios. El evangel1oes"--reaTista,'11ü' idealista: no los cielos» (Iv1t 5, 3). El evangelio no se limita.a traer el reino
••....
trae -u-n-a-n-u-evadoctrina sino una nueva realidad; Por eso. Jesús de Dios a los pobres sino. qüe «descubre» ei reino de los, Dobres
da prioridad a la .lucha contra la pobreza: la enfermedad, el que es ~e Dioss. Además de invitar a, la conversión y a l~ fe, ei
demonio, el desamparo, y no a la lucha con la doctrina de los evangelIo revela a los pobres como socios de Dios en el reino.
fariseos y los saduceos6. al igual que a los niños, a los que «pertenece» ya el reino de lo~
El término colectivo ,<los pobres» abarca a .los hambrientos, cielos (Mc 10, 14; Mt 19, 14). Por eso el que anuncia el evangelio
a los desempleados, a los enfennos, a los deprimidos y a los a los pobres lorma parte de elJos y se hace pobre en su comunidad.
aí1igidos. Es el pueblo sojuzgado, oprimido y humillado (ojlos). El movimiento de Jesús en Galilea fue sociológicamente un mo-
Los pobres son los enfermos, los lisiados, los vagabundos vimiento de pobreza': los discípulos deben partir a pie descalzo,
(Lc 14, 21-23). Son los mendigos de las calles y los caminos sin provisiones. como mendigos y apátridas, y anunciar el evao-
(Mt 11, 2-5). Son los tristes (Lc 6, 21). Los evangelios describen - _geiio a los pobres (Mt 6, 25-33). Su confianza está dep'ositada
su situación externa con suficiente precisión: se les quiere tomar e~o~~ n~ s~reQcUR.ªtL~~E-,!~a. Yi~~n
con la esperanza
. como prenda la túnica (Mt 5, 40). Muchas veces tienen. que de la vemaa de DIOS, por eso no les Importa el ínammon ni el
;' entregarse con su familia a la esclavitud y a la prostitución, h~Dbre. Su ma~'trO vive ..comOUrilJOOre --rña~.sin la protección
desposeídos de todo's los derechos. Los "pobres» son el-'desecho, familiar, sin patria, sin rentas ni asistencia (Lc 9, 58). Comparten
los «infrahumanos», los deshumanizados, el «material humano». con el pueblo lo poco que "tienen, y. como pobres dan de comer
El término antagónico del pobre es, ya en el antiguo testa- a muchos (Le 9, lOss). Todavía la comuni'dad primitiva de Je-
mento, «el violento» que empobrece al pobre y se enriquece. a rusalén vivió de forma que «todo lo tenían en común» y «nadie
su costa7. El «rico» tiene el poder (Le J, 46-54); puede almacenar pasaba necesidad entre eUns"-..{Hech 4, 34-35). El movImiento
el trigo y subir los precios, y así empobrecer más a los pobres. de pobreza que suscitó el evangelio de Jesús en Galilea resultó
El recaudador de impuestos es rico porqne defrauda (Le ¡9, ¡- sin duda peligroso para el estamento judío superior y para el
10) Y utiliza su poder a costa de los impotentes que no se pueden
8: Contra K . .Barth, ~(D IV, 2, 209: «Las bienaventuranzas designan y
defender. El Dios de los ricos es el mammon o dinero, .Yéste es descnben, pues, la situación de estas personas creada por la presencia de Jesús,
injusto. Por eso los ricos son los injustos, y los violentos deben situación que confiere un sentido y supone una promesa para ellas. Estas
person<Js son calificadas de dichosas porque Jesús está por ellas. con todo lo
que esto comporta. Justamente por eso ,e ponen las bienaventuranzas en boc<l
6. Así, acertadamente. L. Schottrotf-W. Stegemani1. jeSlIs \lun Nazareth-
de Jesús .. Las bienaventuranzas evangélicas no 5011 principios analíticos sino
lioffiwng der Armen. Stuttgan 1978, cuyas investigaciones utilizo aquí. Cl' sll1téticos~>.
también W. Scl1ottroff-W. StegemunJl (eds.), Der Ca£! de,. kleinen Leute 1 y
9. G. Theissen, Soúofogie der .lesusbe .••...
egrmg. Ein Beirrag ::.ur EnrsJe-
[1, Miincl1en 1979.
/umgsgeschichte des Urchrütenrwns, TbExh 194, 1977; Id., La sombra del
7. A. Kuschke, Arm ulld Reieh im Alten TestQmel1t: ZAW 16 (1931) 3ss;
Galileo. Las investigaciones históricas sobre JeslÍs (raducidas a reiata Sa-
G. Gutiérrez, Lafuer"a histórica de los pobres, Salamanca 1982. lamanca 51993 .,
148 La misión m~:sidnicad~ CristQ El u.mmcio Jtl u/no dt Dios a. fos pobrts /49

poder romano de ocupación con el.que ese estamento colaboraba. a los pobres el enriquecimiento, que se caracteriza siempre por
La ejecución de Jesús en la. cruz romana fue un acto de 'mtmu- la violencia, sino la comunión,,:en'.la, qüeprevalece la «cultura
dación frente' a tales inquietudes sociales y políticas. Según Plp. del reparto», como ocurre en la multiplicación de los paries..
2 Jesús de Galilea murió «como un esclavo». Padeció el destino De la orientación unilateral.y comprometida del evangelio a
'd~ muchos. pobres escln.vizados del imperio romano, muy espee favor de los pobres y de su bienaventuranza se sigue que, segiín
cia¡rnente en Palestina. .'. . ., ' . el evangelio de Jesús, el reino .de Dios está ya presente en los
.¿Qué trae el. evangelio'" los pobres y qué les aporta su bie- pobres y enfermos, en los niños y esclavosiesclavas del pueblo
naventuranza como ciudadanos del reino de Dios? No, desde (o}los). Si ellos son los «hermanos y hermanas más pequeños»
luego,'el final del. hambre ni la plenitud de una vida exuberante, del bija del hombre y juez del mundo (Mt 25), la salvaciÓn o
pero Sí una llueva di g¡¡¡dad .. L~s--R£bres, esclavosj prostitutas. perdición, la vida etema o la ruina del hombre se dirime en ellos,
no son. ya los objetos paslVos e la opreSIón y la bunuUaclón. Sólo en la comunidad de los pobres el reino de Dios se abre a'
. sino s':.l:tos con...!adignidad de bijas preferidos. de Dios. El evan- los otros. Si se toman conjuntamenté el evangelio' de Jesús y, la
gelio,no les provee de alubIaS nI arroz, pero .les da la certeza de plimera bienaventuranza, el reino de Dios comienza en la palabra
~u dignidad indestructible a los ojos de Dios'". Con esta cono, y en los pobres; por tanto, en una acción recíproca entre Jesús
ciencia los pobres, esclavos y prostitutas pueden levantarse de y el pueblo. Jesús trae el evangelio a los pobres y descubre el
la postración y ayudarse a sí mismos. No asumen ya el sistema reino de Dios en los pobres. kas pobres necesitan al!o.sús y.él
de valores de sus explotadores, según el cual sólo un rico es una los necesita a ellos. El mesías de los pobres revela el mesianismo
verdadera persona, mientras 'que los no ricos son unos «fraca- de los pobres Y-Iu promueve. El que proclama el reino de Dios,
sados>.>que han sucumbido en la lucba por la vida. La interio- representa también a los pobres, a los que el reino pertenece.
rización del sistema de valores de los poderosos por parte de los Los pobres son su familia. su pueblo, ya que son el pueblo del
pobres es un grave obstáculo para su propia liberación. Hace de reino de Dios que viene. El es uno de ellos. .
la pobreza. una situación autodestructiva y genera en los pobres
el odio a sí mismos. El !:yangelio delreino de Dio.s~_que.pertenece
a los pobres, supera eS,te_Q~y rehabilita a lo~b~~"'para que 4. Liberacl'ón mediante la conversión
vivan con la «cabeza alta» y pueo.an canunar «erguldos~º'Q.s~.
está ¿je su parte y el jla",.o de DIOs les pertenece. Los violentos En un mundo dividido y destruido por la enemistad, un mismo
los han exclUido del ,IIstrute del presente, per015íos les ha abihto evangelio ofrece dos rostros. en dependencia del deshnatario.
el futuro v' los ha hecho herederos de su reino. Si se impone esta Je.:lÚs...anunciaa los pobres el reino de Dios incondicionalmente
esperanza~, el futuro se convierte en garantía de su liberación y y los proclama dichosos porque,ese reino es suyo. A los ricos,
en fuente de su fuerza. No se ofrece a los pobres e impotentes el evangelio del reino los Invita a la conversión (Me 1,15 par.).
una utopía para consuelo de su vida presente, sino que son ellos Decimos «conversión» en lugar de «penitencia» para- despojar a
los que convierten el futuro de Dios en presente, pues ese futuro esta palabra del sentido de autocastigo. Se trata de pasar de la
les pertenece. Esto les confiere autoridad. Los pobres .llegan a violencia a la justicia, del aislamiento a la comunión, de la muerte
ser hijos del reino de Dios en este mundo violento. e injusto. El a la vida. La proximidad inminente del juicio de Dios haCÍa
reino mesiánico de los pobres»", La promesa de Jesús no augura necesaria, según Juan Bautista, la conversión humana y la vuelta
al camino de la justicia. La justicia benevolente y misericordiosa
10. Cf. D. Solle. Die 2ukunjr del' Armen. en GrJtles lllkutift-ZlIkllnfr der
WeiJ, Mlinchen (986,404-413.
de Dios que Jesús anuncia. facijita la conversión y da fuerzas
11. W. Slegemann. Das EI'unge/iu/II 11l1d die Arme1l; Ote,. den Ursprllng para ella. También para Pablo la inminencia del juicio de Dios
der Theofogie de" Armen im Neuen Teslanu!Ilt. Milnchen 1981, 24. hace posible y necesario cesar en ¡as «obras de las tinieblas», y

=~.~;.'
150 La nllsiull ¡¡iesiánica de Cristo El ilnuncio del reino de Dios a los pobres 151

pertrecharse CO.TI las «arffias de la luz» (Rom 13, 125$'). La gozosa no violentos. Aquí se ve como los conversos, junto con los
proximidad del. reino de Dios hace viable lo que antes y siu ella pobres, -forman un pueblo y se funden en una nueva comunidad
era imposible. La conversión realiza estas nuevas posibilidades mesiánica.
abiertas por Dios-. Comienza ya ahora la nueva vida que llegará Las comunidades cristianas posteriores conformaron esta nue-
con el reino de Dios para toda la creación. La «conversión»- misma va comunidad'. de pobres y ricos de forma que los ricos daban
es un anticipo de ]a nueva vida- bajo. las condiciones de este limosnas y cumplían así el precepto de la. misericordia, acogían
mundo en las posibilidades que' ofrece el evangelio y que el a los extraños, vestían a desnudos, daban de comer a los ham-
espíritu de Dios pone en acción. Conversión es vida en antici- brientos, visitaban encarcelados y, en la medida de lo posible,
pación del reino de Dios con la esperanza puesta en este reino. renunciaban a la posesión de bienes y los entregaban a la co-
¿Qué alcance tiene la conversión? munidad para el uso de los necesitados. Las comunidades cris-
Si Dios es la realidad que «todo» 10 determina, su reino será tían~s p,~econsta~tinianas eran _unas iglesias socialmente compro-
la nueva creación que todo 10 sana y endereza. En consecuencia metldas'~: acoglan a extraños; les facilitaban trabajo; daban de
la conversión a la que invita el evangelio del reino de Dios no co~er a sus P?bres y a los de la ciudad. Acogían también y
se puede limitar a la vida privada ni a la vida religiosa, sino que cUldaban a en/ermos abandonados. Hasta la disolución de las
es tan amplio e integral como la salvación de esa nueva creación. co~un.idades autónomas, comprometidas en la diakonía, para ser
La conversión afecta a las personas y a las circunstancias en que sustItUIdas por las parroquias de la Iglesia en el imperio de Cons~
ellas viven y sufren: el modo de vida personal y comunitario, al tan tino , muchas cO.lllunidades cristianas llevaron adelante la lucha
igual que los sistemas en que los modos de vida se estructuran. contra la pobreza real, contra el hambre v la enfermedad en
La conversión es .l:endencialmenie tan amplia como el reino de nombre y a la manera de Jesús. Sólo con la Ízlesia constantiniana
Dios, cuya anunciada proximidad ena hace posible' y uecesaria. Se difundió la tendencia a la espiritualización d'e la pobreza,
La conversión se produce como seguimiento integral de Cristo porque la Iglesia dejó el cuidado del ¡<bienestar» en manos del
«con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas», eT:!1per.adorY tuvo que limitarse a cuidar de la salvación de las
como el amor a Dios (Dt 6. S). o no existe en absoluto, Una almas. De otro modo hubiera perdurado ei conflicto que abrió
conversión con el corazón dividido y que sólo afecta a parcelas Jesús con el evangelio de los pobres, y no se hubiera producido
de la re.:llidad no es la conversión que conesponde al reino de una «annonÍa» entre el poder espiritual y el 'poder poLítico en el
imperio cristiano.
Dios. J

La llamada a la conversión lleva al seguimiento de Jesús. La


comunidad que se reunió en torno a Jesús, las discípulas y dis-
cípulos y muchos otros innominados, forman el antecedente del
verdadero Israel convertido a Dios. La comunidad de los con-
versos y seguidores de Jesús forma también la vanguardia de la
comunidad del mesías, de la Iglesia. Hay que señalar de nuevo
que esta «comunidad» de Jesús está aUí donde Jesús está. Per-
tenece al «pueblo de las bienaventuranzas». Como muestran los
catálogos, ampliados pospascualmente, de Mateo y Lucas, el
«pueblo de las bienaventuranzas» pasivas y activas consta del
pueblo y los discípulos a los que se dirige el sermón de la mon-
taña: los pobres y los que tienen hambre de justicia, los que 12. G. Lohfink. Wem gilt die Bergprcdigt'! Beitrdge ::.!/ einc!" chrístEichen
sufren y los perseguidos por causa de la justicia, los tristes y los Ethik, Freiburg 1988. 99s.
.¡-,

5
CJlración de enfermos,'
exp.ulsión de demonios .'

La expulsión de demonios y la curación de enfermos caracte-


rizan la actividad de Jesús desde el principio. También forman parte
de la misión mesiánica de los discípulos (Me 3, 15). ¿Qué signi-
fican? La.:;curaciones milagrosas y la expulsión de demonios eran
frecuentes en el mundcr<mtigno:--Se-dan'en'jasculfurasannguas de
Asia YaeAJñca-. Se dan también en el subsuelo de la civilización
moderna occidental. Pero en Jesús ofrecen un contexto singular:
forman parte del inicio de la instauración de la vida en este tiempo
de muene irremediable. E) reinado de Dios expulsa de la creación
las fuerzas de destrucción, los demonios y los ídolos; y sana las
criaturas dañadas por ellos.. Si llega el reino de Dios, como anuncia
Jesús, llega también la salvación. Si llega la salvación. de toda la
creación, llega también'la sanación de las criaturas en cuerpo y
alma, del individuo y de la comunidad, de los hombres y de la
naturaleza. Por eso los hombres son para Jesús enfermos. más que
«pecadores». Las personas que sufren, acuden a Jesús porque bus-
can la curación. La expulsión de los «espíritus inmundos» y la
curación de los enfermos del pueblo no son, a la luz de los evan-
gelios, ni fenómenos propios del mundo antiguo ni fenómenos
concomitantes superfluos del mensaje de Jesús, sino que eUos mis-
mos son el mensaje. En el debate sobre los «milagros de Jesús» se
olvida a menudo la relación entre curación de enfermos y expulsión
de demonios'.

l. Sigo aquí la dirección emprendida casi en solitario por E. Klisemann.


reforzándola. er. E. Kiisemann, arto Wunder im NT, en RGG) VI. col. 1835~
],54 La misión mesiánica de CrisEO Curacion de: enfermos. expulsión de den!onios 155

1. C.uración y exorcismo bólicos saben también que con la negada de Jesús su hora ha
pasado, pues al llegar el mesías los demonios y ios ídolos deben
La curación y el exorcismo no s~-P!tede.11S~fJ.siderar como desaparecer de la tierra porque Dios mismo quiere habitar en
fen&nenos extraordinarios en sí, sino que deben ser referidos a ella. Los evangelios refieren siempre esta, frase de los pemonios:
la misión mesiánica' de Jesús, ya que sólo donde aparece 'Jesús «Has venido a destruirnos» (Me 1, 24). Según Mateo, llegan a
con su mensaje los enfermos y los posesos .salen del ostracismo decir incluso: «¿Has venido u"tOlturarnos antes. de tiempo?» (8,
al que están condenados y se precipitan hacia él. Esto nO es algo 29). Estos espíritus que torturan a los hombres se dirigen al hijo
fortuito: cuando viene el médico, aparecen los enfermos. Cuando de Dios é::n su propio nombre porque se sienten «torturados» por
él. Cuando Jesús expulsa los demonios de las personas posesas,
se acerca la salvación, se manifiesta el maL Cuando llega el reino
éstas «sanan», «entran en r~zóll» y re,cobran su propio dominio
de Dios, las fuerzas antidivinas se hacen notar y desaparecen. A
(Me S, l5). Jesús encar;na la misericordia de Dios que se com-
la luz del reino de Dios que llega, aparece este mundo necesitado
padece de sus criaturas enÍelmas y quiere su curación. Pero Jesús,
de redención en su situación real de poseso y enfermo.
que posee el poder sobre estos espÍlitus, se hace sospechoso de
Después del primer discurso de Jesús en Cafarnaún, Marcos
estar ahado con el jefe de los demonios (Mc 3, 22) Y de expulsar
agrega un relato de demonios (1, 23.28 par) para mostrar la
así «un demonio_ por medio de otro», incurriendo él mismo en
¿;o1)cr(a de la nueva doctrina de Jesús: éste habló con ¿;01)cr(u;
impureza. En aquella cultura ¡as enfermedades llevaban con-
después conmina con £~olJcria a los espíritus inmundos y éstos sigo el estigma de la impureza; por eso los enfermos eran tra-
<<leobedecen». Su enseñanza es un lenguaje creativo que realiza tados ritualmente y segregados de la sociedad. La lucha contra
lo que dice. I\1ás importante aún parece ser para Marcos que, esta segregación es el, lado .sociocrítico de las curaciones ele
después del testimonio de Dios en el bautismo: «Tú eres mi hijo Jesús.
querido» (l, U), los «espíritus inmundos» sean tos primeros en Estos «demonios» son, obviameme, fuerzas destructivas de
-saber quién es Jesús a los ojos de Dios y le reconozcan como la vida y de aniquilación de la existencia representadas en forma
«Cristo»: «Ya sé quién eres: el santo de Dios» (l, 24); «tú eres personal. Esclavizan a los hombres y ios hacen dependientes.
hijo de Dios» (3, l 1; S, 7). Según Lucas,. el reconocimiento de Destruyen la persona.lidad y trastornan el organismo. Disfrutan
Cristo por parte de los posesos diabólicos era un fenómeno de «torturando». Provocan la pulsión de muerte en el hombre. Aun-
masas: «A la puesta del soL todos cuantos teníafl enfermos de que no podemos representar en forma personal estas fuerzas des-
.diversas dolencias se los llevaban y, poniéndoles él las manos tructivas, cabe interpretar con su hipótesis tenómenos de tortura
sobre cada uno de ellos, íos curaba. Salían también demonios de entre allna y cuerpo, entre un ser humano y otro y en todos los
muchos, gritando y diciendo: 'Tú eres el hijo de Dios'. Pero él sistemas de la sociedad. Según las primeras ideas personificadas
los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el de los «demonios», éstos son (ángeles caídos» dominados por
Cristo» (Lc 4, 40-41). Una escena extraña, con un reconOCI- el diablo, llamado, en relación con Dios, Satán, es decir. el
miento de Cristo por parte de lo's demonios. Los espíritus dia. acusador. Y, en relación con el mundo humano: diabo[os, es
decir, revoltoso o perturbador. Son «ángeles», seres celestiales
J 837. Kasemunll, tras sus largas investigaciones sobre la idea de cuerpo de al servicio de Dios, degradados después en «ángeles caídos» que
Cristo, considera como su resultado último el haber descubierto la "relevancia se aislan y pasan a ser seres perversos alejados de Dios y arrastran
de la salv3ciÓll como curación y liberación de los demonios>,_ Kirchliche Ko/!- consigo él otras criaturas al ubismo de la aniquilación: «Yo soy
jlikt¿ 1, Gbttingen 1932, 33. Su maestro E. Peterson había seguido ya esta
pista. CJ. Was ¡sr der Mensch'! ([948), en Theolo'.!ische TrakzClte. München
el espíritu que siempre niega. pues todo lo q'ue nace merece la
195], 2:27-238, sobre todo 223. Sobre la situación ~xegética cf. W_ Schrage, destrucción», dice 1vlefistófeles en ei Fausto de Goethe. Según
ffeilund Heilurrg im Neuen Testamel1t: Ei¡Tb 46 (1986) t97-214. una antigua creencia, los «demonios» desaparecerán de la tierra

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/56 ÚJ misi6n m~siániCQ de Cristo


. '
CI/ración de I!lIjf:rtnos. upulsión 'de df:mOllios /57

c¡¡ando llegue el mesías. El mesías redimirá a unos y otros: peJiencia. de salvación del mal y de liberación de la opresión. El
expulsará las fuerzas destructivas para que los hombres vuelvan relato sumario se limita' a decir que «Jesus curaba» y que 'con el
a ser libres, sanos y racionales, y redimirá esas mismas fuerzas -:'0 reinado de Dios llegó <<lasalvación».
destructivas para ponerlas de nuevo al servicio' del Creador (Ef La.,«salvación» es la síhte:>is de tod.as.J.as..-c.ura...c.io.o.es.- Si va
1,20-23; Col 1, 20). . '. . imphcHa en el remado de Dios, será tan total como Dios mismo
, Las expulsiones .dederilOmos y las curaciones de enfermos y no se podrá limitar a áreas parciales de la creación. No eS la
,;u!Olenir juillas porque el pueblo trae a Jesús sus enfermos v sus «salvación del alma», aunque también el al!Da de las person~s
posesos, y él sana a unos y. otros (Le 6, 18 par). La «fuerz~ que necesita ser curada. Tampoco se puede acotar un ámbito terreno
sale de él» produce este doble efecto. Esa fuerza se identifica al que no llega la salvación y que no recibe la influencia del
con el' reinado de Dios: «Pues si yo expulso demonios con el reinado de Jesús y de la fe. «La salvación es una magnitud que
dedo de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino,de Dios» (Le. abarca la integridad y el bienestar de las personas, salvación para
11, 20). Los evangelios no esbozan simplemente la imagen del el torus horno, no mera salvación del alma para el individuo»'.
taumaturgo, del SEloC;<1v'ÍP que tiene poderes especiales, sino La «salvación» no incluye sólo los «bienes espirituales» sino que
la imagen del enviado de Dios mesiánico que exorciza el mundo abarca igualmente la salud del cuerpo. Jesús sana «al hombre
y hace de los hombres unos seres sanos, libres y racionales entero» (Jn 7,23)'.
mediante los «dinamismos del mundo futuro» (Heb 6, 5). Si Dios No es menos erróneo aplazar la salvación al más allá y limitar
'instaura su reinado el mundo y el Creador se compadece de su sus efectos a la interioridad invisible y trascendente de la fe pura.
creación, no es nada extraño sino obvio que los hombres sanen Tampoco hay que convertir las curaciones en signos externos del
y los demonios sean expulsados. Las curaciones de Jesús no son proceso interior de perdón de los pecados. La curación de en-
sino «milagros del reino» de Dios. como los llamó Chr. Blum- felmos y el perdón de los pecados son necesarios y no se pueden
hardt.. En el contexto de la nueva creación, estos «milagros» no reducir uno a otro. Hay, no obstante, una diferencia que no
son tales, sino preludios de la salvación global, del mundo sano debemos olvidar por mucho que subrayemos la globalidad de la
. y salvo y de la gloria de. Dios. Sin este contexto escatológico salvación basada en el poder de Dios: la curación supera la
pierden su sentido y se con vierten en milagrerías que conviene enfermedad y trae la salud; mas no supera el poder de la muerte.
. olvidar. Pero en este contexto hablan su propio lenguaje. Remiten La salvación plena, en cambio.' es la aniquilación del poder de
al carácter corpóreo de la salvación y al Dios que ama la vida la muerte y el despertar del hombre a la vida eterna. Los muertos
" de este mundo. curados y resucitados por Jesús, comó Lázaro, permanecieron
bajo el poder de la muerte y fallecieron después. Por eso Pablo
El reinado de Dios, cuya venida anuncia y descubre Jesús,
pone la salvación en el «modo de la esperanza» (W. Schrage)
trae la salvación. Esta salvaeión «posee una fuerza curativa»2.
(J Tes 5, 8; Rom 8, 24). No la sitúa en un futuro que puede ser
Pero no hay que hacer de la crmTEpía el concepto abstracto
mero objeto de esperanza, sino más exactamente en el modo de
supremo para aplicarlo a los términos y conceptos sotel;ológicos
la esperanza en la re~llrrección, ya que sólo ella es a la vez
del nuevo testamento. Es preferible partir de hechos concretos
esperanza en la 'aniquilación de la muerte misma (l Cor 15, 28)
que se designan con verbos como «curar», «limpiar», «salvar»,
Y en la liberación de toda la creación de este poder desullctor.
«librar», «sanar», e indagar después la realización de estas ac-
Las curaciones y la salvación se relacionan entre sí de fOlma que
ciones y hechos en la salvación misma. Cada enfermo vive la
las primeras son signos del poder resucitador de Dios más acá
curación de modo diferente, porque las enfermedades y las po- de la muerte o, como dice Juan, signos de la «gloria» de Cristo,
sesiones diabólicas son diferentes. Otro tanto ocurre con la ex-
3. W. Schrage. Heill/nd Heilung .... 200.
2. W. Schragc, Heil und Heilung .... 210. 4. (f. H. Seesernnnn. nlt. o).,OC;, en ThWNT V, 175.

r.,'
158 ,La misión meSÍánica de Cristo
Cllración de enfermos, exp"lsiór:.\ie demonios . 159

y la segunda es el cumplimiento de estas promesas en ID.-resu- naturales modernas ni en la medicina científica moderna, ya que
nección de los muertos a la vida eterna. Como la curación Siluera la posesión y las dependencias que \lacen de los hombres unos
la enfermedad,. as"í la salvación supera la' muerte. Siendo toda ., seres esclavizados, alienados y enfermos; se dan también hoy,
enfermedad un anticipo ame~azante de la muerte, toda curación sólo que los .«dem.onios» reciben otros nombres. No es necesario
será un anticipo vivo de la IZCsurrecci6n5. El sentido terapéutico admitir un mundo propio y especial de espíritus para conocer el
de .in redención estriba en la curación. de la esencia humana, es deterioro d,.la vida humana. por las fuerzas destructivas, El pro-
decir, en - la integración de' 10 separado por la muerte, en la blema teológico de los milagros de Jesús consiste más bien en
"
eliminación .de los gérmenes de COlTUpción y de mortalidad, esa pérdida de la esperanza en el reino de Dios que se llama
L~ salvación en este sentido tiene dos caras, una p~rsonal y/ «demora de la parusía». Si desaparece este hOlizonte escatoló-
otra cósmIca, La cara personal es lo que Pablo llama «la resu- gico, los milagros tampoco sugieren ya el comienzo de la nueva
-.
ITece.Ion "",,,,,",,,,,,-;c;:;;-,,,,,",,;;;:-:]:;-~~;::;-;.~-",""-------
de los muertos»: la cara. cósmica, lo aueerTñismo Y3])1¿ creación de todas las cosas, sino que'. son milagrerías extrava-
llama <<:ra--illfiquTIl1'ei6fF:cte la muerte-;-". Sófó ~;í~T1cio--ambascaras gantes en un mundo inmóvil. No se evoc~n los aconte~imientos
coújtmtamenk Se comj5reneteyue~ta-sa1vación signifique también de pwyección escatológica. Sólo cuando este futuro se oscurece,
da transfiguración de la vida» (Flp 3, 21) Y da nueva tiena» aparecen como acontecimientos históricos que ya no aicen nada
(Ap 21, 4), Estas dos caras aparecen también en las curaciones porque su tiempo ha pasado. Si se logra restablecer el auténtico
de Jesús: La curación de los enfermos es la cara personal, y la horizonte escatológico de la fe mesiánica en Jesús, volverán a
expulsión de los demonios la cara cósmica. Los hombres enfer- tener sentido los relatos evangélicos de curaciones.
mos son curados subjetivamente y quedan sanos y libres. El El verdadero problema teológico de la actividad curativa de
mundo es exorcizado objetivamente, los agentes d~ enfermedad Jesús se plantea con su pasión y su muerte: en cruz: «A otros ha
son aniquilados en los casos de posesión. Jesús cura enfermos y salvado; que se 3alve a sí mismo si él es Cristo, el elegido de
aleja de la creación, a modo de signo, las fuerzas de destrucción Dios» (Le 23, 35). Perv eso es justamente lo que Jesús no puede
que entonces se llamaban «demonios»_ hacer. La «fuerza» curativa que brotaba de él y la ~<autoridad»
El problema teológico que plantean los relatos sobre cura- que tenía sobre los demonios no las recibió para sí mismo sino
ciones de Jesús no consiste en la imagen del mundo de las ciencias en beneficio de 6tr05. Actuán por su medio, pero él no dispone
de ellas. «Salen de él», pero él no puede retenerlas ni aplicárselas
S. La Conferencia Mundial de las Misiones celebrada en Bangkok d <lú.o a sí mismo. En su pasión no ocurre ningún milagro: muere en
[973 lo expresó así en la sección TI: «La salvación que Cristo trajo y en la que la cruz abandonado de Días y de íos hombres. ¿O es este- el
nOSOlros participamL1s nos ofrece una vida integral en este mundo dividido.
Nosotros concebimos la salvación como renovación de la vid<l. como desarrollo mayor milagro. la curación universal? «El soportó nuestros su-
de b verdadera humanidad en la plenitud de la divinidad (Col 2, 9). E~; b frimientos ji cargó con nuestros dolores. y sus cÍcatnces nos
salvación del alma y del cuerpo, del individuo y de la comunidad, de la curaron» lIs 53, 4.5). Así tO entendieron los evangelios. Jesús
humanidad y de la creación que gime (Rom 8. 19).. Esta obra liberadoru se
no cura únicamente con «fuerza» y «poder» sino también con
completará cuando «la muerte sea devorada en la vicrorin" (1 Cal" 15, 55) ..
En el concepto de su]vación se pueden distinguir cuntro duriensiones sociales sufrimiento e impotencia6. En este sentido más amplio de la
de la acción terapéuricu: l. La salvación actúa en la lucha por la justicia salvación como superación de la muerte y resurrección para la
económica contra la explotación del hombre por el hombre; 2. La salvación vida et.erna, los hombres no sanan por los milagros de Jesús sino
actúa en la lucha por la dignidad humElna contra ln npresión política del hombre
por el hombre; 3. La salvación actúa en la lucha por la solidaridad contra !a
por b5 cicatrice~ de Jesús; es decir, no son acogidos en el amor
eIH1Jenación cultural del hombre por el hombre. 4. La salvación actúa en la indestructible de Dios por los milagros de Jesús, sino por las
lucha por la esperanza CGntra ]a desesperación en la vida de] incl~víduo»). KI. cicatrices de Jesús.
Viehweger. Welrmissiol1skonferenz.. Bangkok, H81nburg 1973, 1475. Cf también
M. Lehm:¿llln-Habcck (eds.), Dein Reich komme. Wdfmissiollskolljerenz. in
6. eL D. 30nhedIer. Resis¡:::l1cíCl y sl/mlsiÓiI. Salamanca 1983, 253:
Melbollrne 1980. Frankfurt 1980, 127ss.
<Sólo el Dios ~;ufriente puede :lyudarnos})
, ,
.;r

160 La misión mesiánica de CriStO ~ Curaci6n dl! f!n/l!nnos, u;puuión de demonios 161

El problema humane de los. relatos de curaciones de Jesús Cuando hay fe, la fu.erza que sale de Jesús obra milagros. Cuando
radica en la estrecha relación existente entre enfermedad T po- ',. falta la fe, com~ en su patria Nazaret, él nada puede hacer.. «Se
sesión diabólica en aquella época y. en aquel círculo cultural. extrañó de su' incredulidad» (Mc 6, 6}. Por «fe» no' hay que
Esta relación llevaría hoya la descalificación de unos enfermos entender solo Una confianza afectiva ~'ino también un impulso y
que se resistían a ser curados por Jesús. S'i se diaboliza a los una voluntad de las personas afectadas'. La mujer. con flujos de
enfermos como, por ejemplo, a los que padecen el s'ida. se los' sangre se acerca a Jesús por detrás 'en medio de la gente v. lo.
excluye de la sociedad, y ellos quedan condenados a la' muene mancha con su contacto. Jesús siente tan sólo que «h; salid~ de
social. La desacralización de las enfermedades sería hoy el primer él una fuerza» (Mc 5, 30). Cuando ve lo ocurrido y lo que ella
paso para la curación de los enfermos, porque éstos conservarían le atribuye, elogia su fe en la curación y la bendice con el saludo
sus relaciOnes sociales y serían reconocidos sus derechos hu- de paz (Mc 5', 34). La mujer cananea cOITetras él para que ayude
manos. Pero hay también unas circunstancias objetivas que Son a' su hija:(Mt 15,.2Iss). Jesús la rechaz'a porque su conciencia
injustas y patógenas, como ha mostrado la medicina socia]. Por de misión se limita a Israel, Ella trata de atraparlo en sus propias
eso es frecuente que la curación de los enfermos requiera sanear palabras,:. «También los perrillos se comen las migajas que caen
previamente sus relaciones, sus circunstancias vitales y las es- de la mesa de sus amos». Jesús elogia su voluntad obstinada:
tructuras del sistema de sociedad en que existen. El «espíritu «Que se cumpla lo que deseas» (Mt 15, 28). Son, sobre todo,
colectivo» objetivado en tales circunstancias patógenas ostenta mujeres las que con su insistencia provocan ese dinamismo que
sin duda rasgos demoníacos porque grava y perturba a los hom- hay en Jesús. Y Jesús mismo crece con las expectativas y la fe
bres. Por eso es razonable, además de aislar las enfermedades de estas mujeres: crece más allá de sí mismo; podríamos decir,
de los agentes patógenos. estudiar a las personas enfcmlas en su crece hacia el que llegará a ser: el mesías de Dios, habría que
historial, y el historial en su historia social. En el pensamiento decir más exactamente.
; mítico y mágico, el antiguo nexo espiritista de enfermedades v La fuerza curativa no sale de él unilateralmente. Tampoco
demonios fue un intento en esta dirección. Las curaciones d~ conslste simplemenre en «su acción», realizada como y cuando
Jeslls y las curaciones realizadas en su espíriru ti~men en cuenta él quiere. Se produce entre él y las personas que Ja buscan en él
los factores subjetivos y objetivos de las personas enfermas. y le apremian. Cuando Jesús y la fe confluyen en esta Tecipro-
cidad. la curación puede producirse. Llama la atención que mu-
• chos relatos de .curaciones hablen 'de mujeres que interceden paú
2. La fe que cura sus hijas, género femenino que en una sociedad patriarcal tiene
menos derechos y goza de escasa consideración social. Mc 5 y
Mientras que los evangelios hablan summiamente de expul- 7 refiere la curación de un varón y una mujer respectivamente.
sión de demonios y curación de enfermedades por Jesús como Jesús procura siempre que los agraciados desvíen la atención de
si la fuerza saliera únicamente de Jesús (Mc 1, 34.39: 6, 56), su persona y la fijen en Dios como objeto de gratitud y en su
hay' nueve relatos de curaciones que atribuyen éstas a la fe de propia fe que dio Jugar a la curación. Es lo que resumen el relato
los afectados, como en el caso del paralítico (Me 2, 5) O de la de la higuera seca de Me 11, 20-23 Y la sentencia sobre la fe
mujer con flujos (Mc 5, 34): «Tu fe te ha salvado»'. En estos que mueve montañas, recogida por .Pablo ICor 13, 2. La fe es
relatos se habla siempre de fe en términos genéricos y absolutos', fuerte como Dios mismo, por eso se aplica a ella algo que suele

7. K. Barth. Kirchiiche Dogmatik. IV/2. 265. distimwc entre «el c<lmino 9. cr.. Carter He'yward, The Redemption o/ cud. A The%gy o/ Mutual
desde la fe al milagrO» y (el camino desde el milagro a la -fe». Re/ariol/. Washington 1982; E. Moltmann.Wcndel, Das Laml "'o Mi/eh uud
8. ESIO lo nnaliz6 con especi&l atención G. Ebeling, lesus /llld Glaube, Honig fliessr, Gütersloh 1985. 12755, ti la que debo las sugerencias sobre los
en WOrt ¡md Glaube. Tübingen 1960.203.254. siguientes episodios femeninos y su. interpretnci6n.
, I

i62 ÚI misión mesiánica de C;risro

i'eservurse a
Dios: «Todo es posible para aquel que cree (ivrc 9~
23). Esta sentencia sobre la fe carece de lugares paralelos"'. Tiene 6
una estructura p'arecida a la de la fórmula de revelación Mt. 11,
27: «LVIiPadre me .lo ha entregado todo'». Los relatos de. cura- Acogida de los marginados,
ciones son relatos de fe, además de relatos sobr'" Jesús. Son
relatos de las relaciones mutuas entre Jesús y la fe de las personas.
exaltación de los humillados
Jesús depende de esta fe, como los enfermos dependen de la
fuerza que emana de Jesús.

Si Jesús anunció el reino de Dios a los pobres y aplicó la


fuerza de Dios a los enfermos, trajo también el «derecho de Dios
a los «pecadores y publican os» : el código de in gracia Así lo j.

hizo constar públicamente al compartir la mesa con ellos. En el


horizonte escatológico de su propio mensaje, este compartir 1::J.
mesa es un anticipo del banquete de los justos en el reino dé
,y
01OS.
Después de invitar ai publicano Leví a seguirle, Jesús entra
en su casa «y muchos publicanos y pecadores se sentaron a la
mesa con Jesús y sus discípulos» (Mé 2, 15). La vocación de
Leví los ürrimá, o quizá-acudieron por su cuenta. A la pregunta
acusadora .•de los letrados y fariseos: «¿Por qué come con publi-
canos y pecadores?», responde Jesús: «No necesitan médico los
sanos, sino los enfermos. No he venido a invitar a los justos,
sino J. los pecadores» (2, 16s). Aunque .eran los publicanos y
pecadores los que se sentaban con él, la frase posterior que lo
resume todo es: «Este acoge a los pecadores y come con ellos»
(Le 15, 2).
El término «pecadon> no aparece aún en los relatos de los
evangelios con la precisión teológica y universal que posee en
Pablo (Rom 3. 23), sino con llna connotación social, como hacen
ver los binomios sano-enfermo, justo-pecador, fariseo-publicano.
Son «pecadores» a los ojos de los «letrados y fmiseos» aquellos

lO_ Así 10 subraya con razón G. Ebeling, .lesas und Glaube. 235. J. Jeremias, Zdllner illld Sfil7den>: ZNW JO (1931) 293-300.
\ ,
,~. ..•.

/64 La .misión mesiti'lica d~ Cn'SIO


Acogida de fos mo.rginado$. rehabilitación de los humillados /65

judíos que no pueden o no quieren observar la torá ni ir por el clases, comienza una lucha despiadada de .los «buenos» contrq.
camino de Ja justicia. «Publicanos» eran aquellos judíos que. los «maJos», lucha que acaba a menudo con el exterminio de los
arrendaban a Jos «paganos» los derechos de aduana y recaudaban <analos». Si esta lucha se combina con la idea de «amigo» o
impuestos para la potencia ¡'ómana de ocupación. Se veían obli- «enemigo» político, lleva a la lucha final apocalíptica. Los «fac
gados a vivir elevando lo~impuestos, o el poder que tenían los. riseos» y los «publicanos» se miran fijamente como en un círculo'
inducía' a la corrupción. A los ojos de los judíos' observantes y maldito. ,Por eso hay que decir con. Leonhard Ragaz: «El fariseo.
puros eran colaboradores corruptos de la potencia de ocupación es culpable ante el publicano; él lo relegó a la esclavitud religiosa
y tenían muy mala fama. Alternando con estos «pecadores y y social, donde no le interesaba la ley»'. En eSte sentido los
publican os» , Jesús entró en un conflicto social de contenido re- «justos» son culpables ante los «pecadores», y los «decentes»
ligioso por no respetar la .línea de separación entre los. justos y ante las «prostitutas»: los discriminan públicamente y pasan por
Jos injustos, entre Jos buenos y los malos. Este conflicto es pro- alto la miseria real. ,
vocado por la injusticia y la ilegalidad, pero lo agravan los buenos Con la acogida a los «pecadores y publican os» y a las pros-
y justos que se arrogan la justicia de Dios y pretenden imponer titutas, Jesús no justifica el pecado, la corrupción O la prostitu-
socialmente su sistema de valores. La «justicia» de los fariseos ción, sino que rompe el círculo diabólico de su discriminación
descrita en las parábolas de Lucas (15; 18, 9ss) no es una vanidad en el sistema de valores de los justos. Salva así también, poten-
subjetiva sino <<1aposesión del bien»'. Así como la «posesión de cialmente, a los «justos» de la compulsión de su propia justicia
la riqueza» empobrece a los pobres, la «posesión del bien» abre y a los «buenos» de la posesión del bien; y se dirige unilateral-
el foso entre los buenos y los malos y hace que los malos sean mente, y tomando partido, a los discriminados. Haciéndolo así,
malos, en su propia persona. les revela a ellos y a sus opresores la justicia
Si desapareciera la distinción entre buenos y majos se vendría mesiánica de Dios, que con el código de la gracia vuelve justos
abajo el fundamento de Ja sociedad. El sistema de valores que a los injustos, buenos a los malos y bellos a los feos. Esto supone
distingue entr~ el bien y eJ mal es igual para todos los miembros un fuerte ataque a la moral religiosa y a la moral burguesa. Las
de la sociedad. pero es abstracto. No tiene en cuenta la posibilidad reacciones de los «buenos» y los «justos» son tan agresivas por-
o imposibilidad. Los fariseos despreciaban al «pueblo del campo» que ven amen~zados sus «bienes más sagrados» y cuestionado
porque nn observaba la ley. Ese pueblo era tan pobre que no. su propio ser. El que se une, como Jesús y sus discípulos. a esa
estaba en condiciones de observarla. Los justos despreciaban a «mala compañía» (A. Hall), COITela misma suerte que los que
las prostitutas,. aquellas mujeres que no tenían otra posibilidad están en ella. Quien busca a los «perdidos» acaba a menudo
sino vender Su cuerpo, y las calificaban de «pecadoras>, porque perdiéndose. .
no podían observar la ley. También eran despreciados los pu- La escena de la «pecadora» en casa del fariseo es especial-
blicanos, gente relativamente rica. porque hacían sus negocios mente significativa (Le 7, 36-50).' 'El contraste entre el «justo»
con los romanos. No se preguntaba por las causas. El abismo rico y la mujer esclavizada que tiene que vender su cuerpo es
social entre ricos y pobres es. en la mayoría de los casos, la tan agudo como conmovedora la escena en la que ella limpia con
causa del abismo entre buenos y malos, entre justos y pecadores. sus lágrimas los pies de Jesús, los enjuga con su cabello. los
En todas las sociedades existen los tipos alfa. que establecen besa y unge. Jesús da por perdonados sus pecados, es decir. todo
lo que se ha de considerar bueno y malo, y los tipos omega, lo que la separa de Dios. y añade como en las curaciones: «Tu
contra los que debe pronunciarse la buena sociedad porque ellos fe te ha salvado: vete en paz» (7, 50).
encarnan el mal.. Cuando este dualismo lleva a la formación de En el relatO sobre Zaqueo (Lc 19, 1-10), Jesús escandaliza
a las «buenas gentes» de Jericó hospedándose «en casa de un
2. Así L. Ragaz. Die Gleichnisse Jesu. Seine sodale BOlschaji (1943),
Hnmburg 1971. 109.
3. L. Ragaz. Die Gleichnis$e lesu .. , 112,

. .....".¡
166 La 'IJ.fsión mesiánit'a de Cristo Acogida de {os marginados. rehabilitaciÓn de los hjlmiUtJdos 167

pecador» (.19, 7.) Y declara que «hoy ha !.legado la salvación a Las celebraciones de Jesús con sus discípulos son celebra-
esta casa» (19', 9). El mismo, con su presencia y su solidariejad, ciones del'reino de Dios en ese mismo sentido. Así lo confirman
trae a esta casa aque!.la salvación que sana a'los enfermos, hace las paiabras de despedida en 'la última cena (Me 14, 25' par): «Os
justos a los injustos y anula las discriminaciones tanto religiosas aseguro que ya no beberé de] producto de la vid hasta ,el día en
como civiles. Llama la atención que Jesús perdone'los pecados que lo beba de nuevo en el reino de Dios». Lo peculiirr de las
incondicionalmente - sin previa copfesión y sin expiación. Hace celebraciones Con los discípulos es que se insertan en la misión
lo que según la .mentalidad judía sólo corresponde al juez del mesiánica de Jesús de «buscar lo que estaba perdido», y partioipan
juicio final: absolver a los acusados. activamente en e!.la. Cuando Jesús se sienta a la mesa con pu-
'El trato de Jesús con pecadores y publicanos tiene una sig- blicanos y pecadores, los discípulos están con él. Por eso el
nificación especial en, el horizonte de su mensaje mesiánico. El, banquete con los discípulos, aun teniendo otra significación que
hecho de sentarse a ]¡r mesa crea ya una comunidad humana: el banquete con los pecadores, está referido a éste,
Pero el reino de Dios que anuncia Jesús y difunde con su trato La última cena con lo? discípulos posee esa significación
con pobres, enfermos, pecadores y publicanos no se limita a propia que Jesús da a la fracción del pan y a la copa de vino'.
instaurar la soberanía de Dios en toda su creación sino que ofrece, Aquí el reino de Dios ofrecido por él a los pobres se centra en
además. el gran festín de los pueblos: «El Señor de los ejércitos su propia persona. El, el anfitrión del banquete, es a la vez el
prepara para todos los pueblos en este monte un festín de manjares don del banquete. Jesús, en efecto, es aquí el «reino de Dios en
suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, persona». El acto de partir el pan y beber el vino hace realidad
¡ vinos generosos. Y arrancará en este monte el velo que cubre a el reino de Dios en figura del cuerpo entregado y de la sangre
todos los, pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Ani- derramada <<pornosotros». Algo de esta última significación teo-
quilará la muerte para siempre» (Js 25, 6-8). Jesús esperaba el lógica de la cena de Jesús se realiza, dicho retrospectivamente,
reino de Dios como un gran festín: «y vendrán de oriente y siempre que Jesús en persona esta presente y se sienta a la mesa
occidente. del norte y del sur. y se pondrán a la mesa en el reino con publicanos y pecadores. El que trae a los pobres la dignidad
de Dios» (Le 13, 29). . del reino de Dios y revela a los publican os y pecadores la justicia
La parábola del banquete nupcial (Mt 22, 2- ] O) combina esta rehabilitante de Dios es también el «anfitrión» mesiánico que
esperanza material del reino de Dios con la apertura de Jesús a invita a los hambrientos a comer y beber en el reino dé Dios y
los pecador!:,s y publicanos: ante la negativa de los invitados al les anuncia la participación en la mesa de Dios. ,
banquete del rey, éste convoca a gentes de,la calle, «malos y
buenos» (22, 10); en Lucas son «los pobres, los lisiados, los
ciegos y los cojos» (14. 21). En este contexto hay que ver también
la convivencia de Jesús con pecadores y publicanos: él anticipa
con estos <<injustos»el banquete de los justos en el reino de Dios
y muestra con su ejemplo lo que significan la acogida por el Dios
misericordioso y el perdón de los pecados: ser invitado al gran
festín en el reino de Dios. El perdón de los pecados y el comer
y beber en el reino de Dios son dos aspectos de lo mismo. como
lo muestra el retorno y la acogida del hijo pródigo (Le 15, 22).
Jesús celebra el banquete del tiempo mesiánico con los discri-
minados de su época. Siendo él el hijo mesiánico de Dios, imita
4. Más ampliamente en La cena del Seíior, en La Iglesia. fuerza de1.
de ese modo la conducta de Dios. Espírilll. Salnmancn 1978. 290-310.

-'t~.,
.•. ....-- ----,----------------------- • •

• .,

7
L
El camino mesiánico de la vida

,,
i-
I,

'.',- I 1 l. Eric(I cristialla y COllOciJlliellIo itico de CristO

1
,- ¡-- --
¿Enseñó Jesús una nueva ética? ¿hay una ética específica-
mente cristiana hoy? ¿la fe en Cristo fomlu pane de una nueva
¡
conducta viw.l? ~se puede conocer a J~sús sin necesidad de se~

1
i guirle? Con esti.1$ preguntas incidimos en el problema
mental de la ética cristiana y tocumos a la vez un problema no
funda-

-,1
.\ resuelto de la cri~tología misma .
.1 Son muchos los tratadistas cristianos que niegan la posibilidad
!
¡ de tilla ética específicamente
que los crisrianns
crisliana, aduciendo como razón
no uRortan en la soc.it:d'ld~ºd~la. para la
I solución de los proble;las-wcT~Ie~y-políticos pendientes,~s
conocimientos S"úperlores -¡} los -del- r~st() de los. c"iii"JaJ:illi1s;so10 o:::
'se üITfía, pues, una "t:TicTIC:OTIfún, narffi'ül-o-humana que los cris-
tianos han de practicar C0l110 los demás. ¿Acaso hay una solución
~specíficamente "cristiana» en legislación fiscal o en recnología
¡ 2:enética'! Aunque la hubiera, no podría imponerse obliQatoria-

I
~neme i.l r6dos en una soci~dad plurallsta. S610 tendrb ~valjJ;z
'para los cristi;;}o~'eSO los-c~riSfianoshan de actuar racional
_y responsablemente, como ros demdS:-Y entonces pasanirr3d-~ ..

• •
vertid-oSYañóil1Illos"en'la- vida p-tíbf¡ca de la sociedad.
lidad, los moddos conocidos de ética cristiana apenas presentan
ya fundamenración crisrolúgica. La ética del derecho natural, la
ética secular de 1;1doctrina luterana de los dos reino-;. la ética de
En rea-

los órdenes (órdenes de cre<.lción, órdenes de conservación u


órdenes emergentes basados en la aliul\za de Noé) no se inspiran
--dIJII~-'
----.--------.
11 illl. ••
• • l ,1 l.

I
I
1
¡ 170 La misió" mes;/Íuit'a dI! Cristo El amunu l/lesilÍllku de la l'üJU J7I

directamt:líte en ulla cristologíal• Los argumentos cristológicos, 11 I'de. ~onciencia O de ~rirer!o: sino ~a fe en c¿~t6. ~ una ética
cuando existen, son indirectos y esporádicos. No aparece un ~ cnstlana no se le pIJe 1I111CUIl1C1HC la SOIUCIOI1mas o menos
propriwn cristiano:-De ahí .se sigue-que en. las- sociedades. mo- satisfactoria de problemas'-generales, sino la seriedad del «camino l¡
dernas en las que se esbozan tales éticas, un ethos específicamente de.'Jesús». Tal es, desde la época de la "Refonna,'1a .pregunta
cristiano es algo desconocido y ellas mismas parecen excluirlo. critica. que dirigen los anabaptistas, los mennonitas y las co-
Pero ¿no supone esto que las sociedades modernas están marcadas munidades de hermanos a las iglesias reformadas. Mientras que
por el cristianismo? En un mundo cristiano a escala planetaria éstas, a tenor de la Confesión de Augsburgo art. '16, sólo defen-
no puede nacer, obviamente, un etIlOs cristiano especial. Pero dían la responsabilidad general de los cristianos por el mundo en
¿existe este «mundo cristiano» o es una ilusión a la que sucumbe los «órdenes divinos» de la sociedad «puestos por Dios», la ética
la Iglesia desde el «giro constantiniano»? del «seguimiento de Cristo») cominuó siendo un «hijo espúreo de
~ Si no hay un etIlOs específicamente cristiano, la propia fe en \ la Reforma»). Pero en una s.ociedad «poscristiana», y especial-
CrisfOaparece prooleñ1á'ffc:r;yague entonces el mensaje de Jesús-' mente en las contradicciones flagrantes en que el sisrema de
I~mlcde __
!~ner ~a r~~~':-~~:._é_~i_c~der
_~p(~~)l~~?->Ese' sociedad moderno sumió a la humanidad y a la naturaleza de la
meilsaje fue entonces,' °
bien un mensaje puramente religlOso, y tierra, aparece el etilos cristiano especial y perceptible del se~
por tanco apolítico, o absolutamente apocalíptico y por ello irre- guimiento de' Jesús. En esta situación la fe er¡ Cristo y la ética
levante para los cambios intramundanos, puramente personal, sin son ya inseparables. La convicción de que sólo Cristo es el
referencia a las circunstancias públicas en las que viven las per~ Salvador y el Señor no puede ceñirse a la fe 'sino que ha de
sanas. Pero ¿tiene entonces alguna relevancia el nombre de me~1 abarcar la vida entera. Una p'regunta pertinente de la teología
sías aplicado a Jesús? En la historia de Israel, a la qu_e_remitc:n mennonita a la doctrirw. reformada de la fe es: ¿por qué la «obe-
todos los evangelios. el mesías es lIrl~lpérsDifii=púDííca y,,~g..QfQ- diencia perfecta de Cristo) ha de ser para el protestantismo un
c'lami.lción de~lato¡:Jeñ -¡a-era
mesiáñicaes- válida paru_ rodo.~'
mero criterio de la fe que salva y no un criterio para las obras
"pueolo deD-:Ds-Y-:C0<1éT, para 10305105 pueblos de la tierra. Si
JcsúsvaparcCió -~~¡if~csa pretensión iil~~iá~Jca. - ¿por qué -fue-"cru- de la fe?..\.. ~..L£.:!ncipio so{us CJJ/~~~_~l~ef~~~ ..~~)~.~e_qe
ser normatIvo ul1lcamente para la doctnna de la te SIllOque de~e \
cificadb por los romanos? La inscripción en la cruz, Je~Hl.\" ~Vc:..:
serlo t~l1lhién -pará la -¿tic-a, -vaque s()lll~' Chrisllls ~uiere decir
.~~('I/l/S .._¿füCüñ'"lamcñTáb1e !llúlcntc'il,didú: 0. era
ex. ~lld(/e()~!.I!ll,
R.
tambierl-lMI7'c h,.i~il;'~Qist~~i!l.!c~r~. ~\1
ya~a_l~J:lliu__~I}.!~~!'uj
la ver<:Hl.l1T'SI
'en Jesús
-se la conSidera un «malentendu.1o», la te CrIstiana
s;cteSiñO'rO'~a:s¡-se~ la' to~na-~-~ se7-io: -la -en jesÚs fe- 1
I
como dice la tesis "2 de la Declaración Teológica de Barmen, de
i!!!p'IiC5ráerseg~nto ~prá~tico ~~l caJIl!no nleS'Lu!:,.icode ¿_~~.
3. E. Wolf, SchdpJerisehe Naehfolge, en Peregrinado III. 5wdiell :.ur
. yida y compoI1ará por tanto una ética cristiana que será prec~~ reformatorisehell Theologie. ;:lIm Kirc}¡ellrecllt IIlld zur Soziale/hik, München
conoc~1 mesí[s1Iev~CcoñS'ig-o' a-cambio sociO:fael--mundo,' \965, 231. Sólo D. Bonhoeffer, El precio de la gracia. El segllimiellto, Sa-
que tlené. su raíz en el pueblo del mesías. La paz es una nota que lamanca 31986. había lOcada eSle tema dentro de la teología alemana conlem.
poránea.
pertenece incondicionalmente al mesías. Mientras no llegue esta.
I paz, una paz socialmente visible, es que tampoco ha llegado el
mesías»)::!. En la cuestión, hoy debatida, de lo específicar:nente
4. J. YoJer. Der propllerische Dissells der TiillJer, en G. F. Hem¡h6erger
(eJ.), Das Ttilljerlwll, S¡ulIgart 1963,95: «El reconocimitlnto de que Cristo es
el único reuentor y señor. aun siendo el hallazgo mas valioso de la Reforn13,
I cristiano en una ética cristiana se trata nada menos que de la encuentra una sola área de aplicación dentro de la Reforma misma. En la
sOleriología como en el ordenamiento eclesial, la lesis de la singularidad de
r.nesianidad de Jes~. ~n el plano ético no se ventilan cuestiones Cristo favoreció una pol¿mica ctln{ra la misa, contra el culto a los santos y
contra la jerarquía; peru la aUllJridaJ de Cristo quedó ex.trañamenle limitada.
l. J. MOllmann, T-I!ologíapolíJica. éticapolirica, S;:¡lalllilllca 1987, 117ss. Cristo no poJía ser fuente de normas para la ética. Según el protes¡amismo
2. G. Lohfink. "Sc!lIl'tmer;:1I PjIlIgscJwrem>: ThQ 166 (1986) 184-209, ortodox.o, la obediencia perfecta de Crislo no es ningún criterio para las obras
206. de la fe, sino que es una mera premisa para su lllu<:rte inocente y vicaria».
• • •.. - .1. 11IIII. . 111 111111111 .••

. .. ". :".-'-'-"-

i /72

I
La misión mt?JirillÍl'u dI:' Crisw
El nllllilw mnicil/ico dI? la ¡'ida l7J

1934 . Pero esto significa que la cristología 'i la cristopraxis se


5

ij unifican, de forma que u~dmien.tº-globai d~~CristoJiO,~cta


Nazaret según Lc_4,-I$_ss. Lo que Marcos y Maleo resumen como
anuncio del reulO de D'Fclsy de Ia~lecesaria conversión (rvlc 1,
sólo a b cabeza y al corazón sino a la vida ellt~ra _C.1lla c0ll1u_llidu9
15; Mt4, 17). Lucas lo desarrolla concretamente, a.la luz. de
.1 de Crisro, y que a Cristo no se ¡{"conoce ~º..rO~F.Qñ-l~~-abeza_y
.1561,1-2, como el anuncio uel.«año jubilar del Señon~ (Lev 25,
I el corazón ~i.lliLtWk~~~I'iencÜi. y 1.a-opnl_~Jic~.de la vida__
También esto constituye una antigua verdad anabaptista que Hans
~~<:~a:, 1Oss)'~Salltifil:ar¿is el aÚn cincÜellla y prol1llilgart~isIllañí.íiW-
sionen el país para toJos sus moradores». Jesús anuncia esto en
I Denk expresó así en la ¿poca de la .Reforma: «Nadie puede J d Espíritu y desde el espíritu de Dios, del que se sabe poseído.
conocer realmente a Cristo a menos que le siga en su vida»ó. Si Si se entiende esro liternlmente, se comprende la actividad y la
en una cristología inregral la praxis adquiere esta relevancia cog-i -predicación de Jesús entre los pobres, que Lc 4,. 18 menciona . ~
, n¡[¡va, la ética cristiana n.o _podrá ser sino lI!1a cristulogia ~{¡c_a..:. expresamente al igual que Marcos y Mateo. La presencia del
Pero entonces la éricacristrana sed' una-'ética de-los' cristia~os. reino ue Dios adopta en la historia la forma de año de manumisión

I
¿Pierde ésta de ese modo su relevancia para toda la sociedad? y proclamación ue su ley: l. «Celebraréis jubileo, cada uno
¿dónde reside la significación general de la existencia cristiana? recobrará su propiedad y rerornará a su familia» (Lev 25, 10:
¿qué perfil tiene el horizonte universal del camino mesiánico de 14-17). Se conuonan las deudas y desaparece la servidumbre por
Jesucristo'? Si calificamos de «escatológico~~ este horizonte del~. deudas. Se restablece la justicia de Dios en el pueblo de la alianza.
! evangelio mesiánico de Jesús, su evangelio será universal en la \ 2. (INo sembraréis ni segaréis ... Comeréis de la cosecha de vues-
I medida en que el horizome escatológico comience a marcar la: li
historia de la humanidad o esa hiswria alcance es{e horizonfe J
tros campos» (Le\' 25, 11; 19-23). El «(sábado de la tierra» ga-
ramiza al pueblo «la viua tranquila en la tierra» (Lev 25, 18).
escatológico. Pero en este horizonte escawlógico se manifiesta Como leemos en L~v 25 y 26, la legislación del año jubilar
de nuevo lo que marca a la creación desde el principio y la llena COñ1'ieneun programa compTct'()de ~ref6riña sociar-para -¡; -supe-
dI; vida: el espírilll y la sahiduría tI¡; Oins. rilCiOil7f~l--¡;-]d~llll;¡i~i~-
~.
v
I.:sL'lavitud lh;íj~I)f0-~~~x-
-;----:-~-~.~
~por¡¡j¡:ioi'lLlclu tierra. Si, según Is 51, 2, el anunciado profeta
ñresiaÍ1icopróci~"C(,el~~Iad~I-Señor);, cOJn_o JI~¡HJU~~~
2. El sábado mesiánico Lutero, se (rala dEalgo que' va mas alM oe la legislación mosJica
. en é'íLcvítico. El año de gracia mesiánico es el comienzo de la l
era mcsiünit:a, y~sli.l es una c-ra.:nilfiii~-.---~~. ~.- ---~- -"-1
Si se consit.lera únicameme el anuncio del reino de Dios por
-1:os rasgos t5ríS'ir.;os oc un anullcio e interpretación del año
Jesús, este «reino de Dios» suele aparecer impreciso y L'arente
de fondo. No contiene un programa social. ¿Qué justi~i<:lins[Jura
jubilaT st;gwl-Ie~':z5:1'pñi:ecell-S:ieñipre e:r-¡ilensaje' erl" la: y -en"
Dios y cuáles son las leyes de su reino? El cuadro .cambia si se
..acu~íaa(¡- d--¡~a IñvitaCióñaTa confiariza
(Le -12,- 'i9ss-)se
.corresponde exactamente con la promesa de Jesús 25, 20-22. La
parte concretamente de esa primera proclamación ue JeSÚS en
condonación dc: deudas y la liberaci6n de los reducidos a escla-

I
I
5.
nuestros
de Dios
6.
H. Fast.
Barmen [1; "Como Jesucristo es la gamntía de que Dios perdona todos
pecalIos. así y con la misma fuerza es el exponente de los uerechos
sobre Inda nuestra ••..
ida ... " (los subrayados son míos).
Ci!. J. H. Yoder. Die proplJelische Disulls der Tdllfer. 95. CL lambi¿n
8eilrüge :;11 eifla Friedt!lIsrheologie.
¡"riedellskirchell.
EilU.' SriJIIllle al/S den l1islOl"isdlell
l•..ta:<dorf 19M2. 15; en lo concemiente a los cuaqu<:'rlls ef .•
7. R~cogell1os aquí la tesis de A. Trocmé, jnjustatl1enr~ olvidada, J~~1lS
Christ el fa rl!\"OllIliulI
Jt:su-der \\'og dl!~' Kreu:es, l'..•.
11011-I'iu/~IIl(', G~nf 1961, que J. H. Yoder, Die Pofirik
laxdorf J 981, 59ss ha continuado. Para el ami gua
(estamento, d. W. Zimmerli. D(H "(;lIwll.'lIjahr des Herrm., en SllIdiell :ur
(l!lll..'staIT/l.'l1ffiL'hl..'lITheofogie l/ud Pro/Jlu:/ie. MÜllchen 1974. 2~2-234. Cf. ~I
además t1e la cristología de George Fox. C/¡rür as Prophet. Qllaker RtdigiollS ~stalIo ¡¡clu;.¡l de las investígllcíones \:xcg¿lic;.¡s en Sh. H. Ringe, JesllS, Lihe-
Tlwugllf, 39,-W. 197-!-¡975. 20 45. N. Blough, Chri.I'(ologil.' AIl{lbapti.I"tt:. Mil-
4
r(l/Iúfl amlrhe Biblin¡f Jubilee, Philillldphi;.¡ ISl85.
gmm A'!cJrped: el I'hlflJW.II{lé dJl Cllrist. Gcneve 198-1-. 8. el. Wesrermann, Das SlIch J~'~(lj(l KlIpitd 40-66, Güttillgen 1966,
~t)Os::;.
~I~ "

.. ~_'''_''h 0"••. _ •.. __ " _., ',. 1

1 \
¡
lA misión /l/erial/iea de Cri510 El eumill() mesiúnico de la l'¡da 175

vituJ por deudas ocupan un amplio espacio en el mensaje -de condonación y liberación d~ Israel. Y, si eslO es así, el «(reino
Jesús. El «(perdonar las deudas como nosotros perdonamos a" de Di?s), en el. mensaje de_J~s_ú:t. lIev<!."ps_ociadoun.p.mgl!-1ma.
nuestros deudores» en el Padre nuestro y en las parábolas deL 'Oe reformas SOCI,!!~~S~ reales y también _un programa básic-n de
empleadO' (Mt 18. 2lss) y del «administrador des lea\;. (Le 16. reformas ecológicas. --El sábado de la remisión y liberaciÓn del
Iss) dejan traslucir las leyes del año jubilar. El «pc;rdón de las pueblo de 1J'jos es también el sábauo de la tierra, ya que la justicia
deudas» se corresponde literalmente con la «condonación de deu- de Dios trae el s/w/um tanto a su pueblo como a su tierra.
das» de Lev 25. 28.54 en los LXX. En este sentido el «Padre ¿Es realEsta y I'iclb/e lüinterprelación mesiánica de las k:yes
nbuestro» es u.!l_a_~YErdadera oración del año jubilar»'). Dc. ahí la del año jubilar por Jesús, ,con la liberación de los de"udon.::s,de
reciprocIBad, tan poco
acorde~c6n ia-Refornla: «Perdónanos nues- los esclavizados y de la lierra?
tras deudas como nosOlros perdonamos a nuestros deudon::s». El j Si miramos esa interpreración a la luz del reino próximo de
«discurso del llano» anuncia a las personas endeudadas la libe- 1'\ Dios, lo único adecuado y razonable es actuar de ese modo. Si
ración del año jubilar mesiánico, ya que se ha de «prestar sin se pierde ~sta .espemnza creadora, resulta cada vez más impro-
esperar nada» (Lc 6, 345S). Esto viene a romper el si$tema cre- cedente e IrracIOnal condonar deudas, liberar esclavos y respetar:
diticio regulado legalmente. La condonación preceptiva de las los derechos de la tierra. 'Las dimensiones apocalípticas del Reino /)
deudas cada siete años según la legislación sabática (Dt 15, 7- que viene y del fin consiguiente del actual sistema del mundo
11) llevó en Israel a la congelación de los créditos a medida que son esenciales para la int~rpre[ación mesiánica de las leyes del'
se acercaba el año de cancelación. Rabinos como Hillel y Sham- año jubilar.
mai idearon la denominada solución prosbol/l: la demanda de Si esa interpretación se \'e a la luz de la presencia del espíritu
ldeudas podía transferirse a un juez, que podía sólvenrarla Ciespues de Olas y de la sabiduría que hace hablar a Jesús, será cuerdo
con el aeuaor: «Traspasa tu crédito al tribunal, que lo coorará actuar asÍ, ya que está en consonancia con la vida de todas las
por ti». criaturas y con su comunidad cósmica.
--xñie esta praxis aparece claramente la radicalidad y el ca- Si consider~mos esta interpretación conjuntamente con la per.
rácter definitivo del año de condonación y liberación proclamado sana de Jesucristo, el enviado mesiánico de Dios, entollCL:Slos
por Jesús. El no se limitó a proclamar un año jubilar, sino el año hombres adquiL:fcll, en su COlllllllión, la fuerza y el (it.:rL:dlOde
)ubilar mesiánico .. ~u radicalización de la le.gisla£ió.n_mQ.Sü'kaj vivir en el año jubilar mesiánico sin fin y de actuar en conse-
-muestra una nueva mterpretación mesiánica de estas leyes sobre, cuencia. Es equitativo y razonable que aqudlos que 10 reconocen
!a economía éI~'Diomelre¡nsu~~Djos.-~--------- -- --- J 1 como el Cristo de Dios le sigan en la práctica de la condonación
Frente a la legislación mosaica, Jesús no ~~~ U!! año~\
de deudas y de liberación de los oprimidos. y del término dé: la
jubilar de doce meses de duración, sjno "el sábado mesián.ic;.o_sin i expoliación de la lielTa. Negarían la mesianidad de Jesús si ac-
..!1!1 Si, como suponen algunos historiadore-s, proclamó el año 26 ; tuaran con arreglo a otra justicia y a otro código. .
en Galilea un año jubilar para el pueblo campesino empobrecido, Si conremplamos esta interpretación en la cornunidud de los
endeudado y esclavizado 10, la proclamaciQn debe enrcnderse en hermanos y hermanas de JeslÍs, su cumplimiento resulta fácil.

/
•.el contexto de su anuncio del Reino, corñ-;-sig~o-r~rd-eí rei~o Así C0l110la legislación dd año jubilar se promulgó para el pueblo
de Dios. Pero queda claro, en todo caso, que el reino próximo de Israel y represenra por tanto L1najusticia corpofiJ.tiva, también
de Dios adopta en la historia de Jesús la forma concre[~ de la interpretación mesiánica de Jesús está referida a una nueva
cumplimiento mesiánico de las leyes de la remisión y del año de . justicia cnrporutiva dd pueblo de Dios mesiánico. No es una
ética individual precisamente. La persona que viva para sí misma
9. J. H. Yader, Die ?nlitik lesJl-der \Veg des Krel/zes, 6t y solitaria tendrá que sentirse ubrul11ada con tales exi~encias.
" ;.
10. J. H. Yader, Die Pulitik Jesu ...• 62. ef. Iambién L. Schouroff-W. ¿Se puede conciliar ~sra acción mesiánica de condonación de
Stegemann. Jesus mn Natart!rh.Hofflllmg der Armen, Stuttgart 1978. deudas y libemción de los oprimidos con este mundo violcnto e
,
1
\ /7ñ
Lt¡ lIIiJiólI mesüitlic(I de Cri;}/u
El ,'ll/llil,o lIIesilillil'o lit' /tI "¡da
J 77
inedento? En modo alguno. La comunidad de Jesús, que vive y
actúa mesiánicamente en el sentido explicado. practica la gnm' muchos de estos (años) ya se han cancelado»l3. Esta periodización
alternativa al actual sistema del mundo. Es una «comunidad de E
de la historia de Dios con el mundo se puede entender en el
Contraste»ll y- cuestiona con su existencia los sistemas de vio-, sentido tie una ,abolición de la torlÍ en el tiempo del mesías Rara
leneia e injusticia. \ dar paso a un tiempo sin rOl'li, Pt:ro el sentido ele esa sentencia
aparec~ probablcmenre en la frase siguiente sobre la demora dd
Las interpretaciones mesiánicas del año jubildr de Dios por
tiempo mesiánico «a causa de nuestros pecaelos). Los pecados
Cristo y por el programa alternativo ue su comunidad cobran una,
son tnlllsgn:siones tit: la ley; por tan tu, el tiempo mesiánico no
plausibilidad general a medida que los sistemas políticos,- sociales
podrá ser una era sin ley sino que ha ue entend~rse como tiempo
y económicos hoy vigentes aniquilan al ser humano y destruyen
de cumplimiento perfecto ue la ley como algo obvio y natural.
la naturaleza de la tierra. Cuando se acerca el «tin» ¡Jara tantas
La esperanza rabínica se dirige hacia la comprensión perfecta y
personas y seres vivos de este modo. por la acción humana,
parece razonable y sabío buscar alternativas. la observancia obvia de la fOrlÍ en la era mesiánica. Habiua cuenta
de que Pablo procede de esra tradición y en consonancia con ella
habría visto en JeslÍs al Mesías esperado, su tesis debe entenderse
en estos términos: Cristo es el fin (relos) de la ley. El amor,
3. La rorá mesiánica
hecho posible e incondicional gracias a Cristo y en la fuerza del'
espíritu de Dios, es el cumplimiento de la plenitud de la torá y
Hay dos posibilidades teolqgicas de relacionar el evangelio su aplicación al tiempo mesiánico.
de Cristo con la rorá de Israel: l. la anr{resis: el evanl!elio es /
«el final de la ley" (Rom 10, 4), Y la fe en el evangelio libra de 2. Pcro si Cris{() cs el cumplimiento mesiánico de la lurú
de Israel, ¿cómo llega este evangelio a los pueblos? ¿no abrazaron
las exigencias de la ley; 2. el cumplimiento: el evangelio de /
los paganos la fe, en el cristianismo primitivo, gracias al «evan-
Cristo es la interpretación mesiánica de la tord de Israel para
gelio sin ley»J4, sin tener que ser judíos observantes para ser
todos los pueblos, y la comunidad de Cristo cumple, mediante
cristianos? ¿no vino el Espíritu santo directamente a los paganos
el amor, la !Orá cuando llega el reino de Dios.
por medio del evangelio sin hacerlos primero judíos? La arra
La teología evangélica vio la relación enrre evangelio y torá ,
posibilidad ue referir el evangelio de Cristo a la rui-á ele Israel
en la antítesis qut: la Reforma establece enrre ley y evangelio." es la prcsentaci6n de ese' evangelio como la interpre!¡Jción me-
Esta visión fue unilateral porque no se ajusta a la visión matizada siánica de la torá para los pug<.lnos. A.sí expone Mateo el sermón
que tuvo Pablo del evangelio, de la ley y de la promesa, y a la de la montaña: Como Moisés llevó la toró desde el monte de
que dicha teología se remite, y porque no cuestionó la identifi- ~ Dios al pueblo de Israel, así el mesías Jesús anuncia desde el
cación paulina de Ilomos y rorá.
monte la torá mesiánica «3 los discípulos y a todo el pueblo»
Para ambas posibilidades hay unos antecedentes rabínicos: (Mt 5, 1)!5. El sujero del discurso es el mesías de Israel, superior

I l. La tesis «Cristo es el final de la ley» procede de la


esperanza rabínica de que «la ley cese alJí donde comience el
reino mesiánico»':!. «En la escuela de Elías se enseña que el
a Moisés: «Pero yo os digo .. .». Este giro expresa su autoridad
por encima de Moisés y todos los profetas posteriores. Por boca
de Jesús habla la sabie/I/da escatológica de Dios que desde el
principio da la vida a todas las criaturas y no quiere su muerte.
mundo durará 6000 años: 2000 años de caos, 2000 de «torá» y
2000 de tiempo mesiánico; pero a causa de nuestros pecados,
lJ, P. S<.:hUfcr,Die 1'01'(1da IIwuiallisc!u:1I Zát: ZNW 65 (1974) 27-42,
36, al ljlll' si¡!lI ¡¡que
11, G. Lohfink, B'ie llar JeSlIs Gemeinde gell'ol1t?, Freiburg ~1987. I-L C. Ki.b":lIl,HHI, ..11/ di.: 1>."'111"1', lI<1l1dbl/('/¡ ::;11I11 Nellell 'I,:s/<IIIII.'m :-; u,
12. A. Schweilzer, Die fI.-tyslÍk des ApoHel Paulus, TÜbil1ge~ 1930, 186, Tübingen ~1,)80, 85ss,
15, U, Luz, El e\,(/IIgdio d~' ,\filler! 1, S¡¡IUllwm:u 1993. 257ss,

• ••
---~""-~,IiiI~.
~..,....
~ ~
Lv. mú¡ú" me~icilliL"udo: Crútu El L"alllillu lIleJÍcillicu de la 1'¡,la /79

El destinatario es, ante todo, el pueblo, que Mareo no llama laos, El marco del sermón de la montaña, según Mateo, son el
pueblo de Dios, como Lucas (7, 1), sino ojlos, el pueblo pobre, pueblo y los discíplllos, y también las bie';ll\'eJIIUrllll:,.as van di-
oprimido, perdido. «Al ver el gentío subió a la montaña, se sentó rigida~ al pueblu y a los discípulos. Cabe di~tinguir entre bie-
y se le acercaron los discípulos» (MI 5, 1). Al final del sennón naventuranzas pasivas y activas. Las _bien_a~enturanzas pasivas
de la montaña leemos:. (;AI {enninar Jesús este discurso ,estaba se remontan probablemente a Jesús mismo, y las activas a la
la gente '.asombrada de su enseñanza porque les enseñaba con experiencia Jt:: la comunidad cristiana, Si se llama dichosos a los
autoridad, no como sus letrados» (Mt 7, 28.29). El doble círculo pobres, los tristes y los que sufren porque suyo es el reino de
de Ins discípulos y del pueblo (ojlos) es importante en el plano Dios, se hace referencia al estado en que se encuentran pasiva-
escénico porque el mesías convoca y enseña al pueblo a través mente ciertas personas. Esas personas formaban en tiempo de
de sus discípulos y en compañía de ellos. El sermón de la montaña. jesús el pueblo pobre, triste y doliente (ojlos). Si después se
es un sermón popular, no una instrucción para élites. Va dirigido' llama dichosos a los qlisericordiosos, a los que tienen hambre
a todos y cada uno, no a selectos. Su forma es apocalíptica, pero de justicia. a los perseguidos por causa de la justicia, a los amantes
su contenido es sapiencial. Ya destinado a despertar y congregar de la paz y a los de corazón limpio, se hace referencia a aquellos
a todo Israel, pero al Israel del tiempo mesiánico; por eso este 1 hombres y mujeres que siguen a Jesús por el camino mesiánico
despertar y llamamiento comienza en el pueblo pobre de Galilea, ' de la vida y llevan, como él, el reino de Dios a los pobres. Estos
que no puede observar la torá; no en Jerusalén, la ciudad santa. dos grupos de bienaventuranzas renejan sin duda imágenes de la
El vocablo elegido para designar al pueblo, ojlos, es probable- comunidad pospascual, pero su diferencia se remonta a Jesús
mente tan genérico y abierto que pueden verse reflejados en él mismo, que convocó desde el pueblo, con el pueblo y para el
[Odas los que viven cargados y agobiados en la tierra y se han
pueblo a aquellas personas que cumplen la voluntad mesiánica
visto reflejados en el curso de los siglos. Pero hay que recordar
de su Padre del cielo (Me 3, 32-35). El sermón de la montaña.
también que, según Is 2, en el «último tiempo» del mesías «de
va dirigido al pueblo y como tal se abre al mundo y es tenden- ,
Sión saldrá la ley de Jerusalén, la palabra del Señor», y conCluirán
cialmente universal; pero invita a las personas a seguir a Jesús
los pueblos a Sión para conocer el derecho y la justicia; en el
y a cumplir la torá me:siánica. ES{Q lo expone el grupo de los
tiempo mesiánico, pues, Israel llegará a ser de modo singular la}
discípulos y discípulas. Las antítesis sirven para relacionar la
«luz de las naciones» abierta al mundolt', I
«ley de Cristo,. con Israel y con la ley de Moisés. Con las
«(bienaventuranzas», esa ley de Cristo queda referida a todo el
16. er. rara la ex.égc;l::'¡S dd sermón l,k la mllncaña H. D. Belz. 5wdien
:./(r 8ergpn'digr, Tübingen 1985; H. Bik:hde, 8t'''gp,.edigl Imd GClI'UltFl'iheit:
auditorio. El sermón de la montaña ofrece, pues, el elhos de una
SIZ 106 119MI) 632.640: Ch. Dietzfc!binger. Die AmitJum:1I ticr lJergpredigt derenninada comunidad, la comunidad mesiánica de Cristo; pero
im VerstiimlllÍ$ des Matthtil/s: ZNW 70 (1979) 1-15; G. Eichholz, Amlegllllg
der Bergpredigl. Neukirchen-Vluyn 31975; H. Gollwitzer, Bergf'l"edigl {/lid ~35; H. Merkkin, Die GUlll!slle,.rsduifr als Hwullllllgsprill;:ip. Ullfermc1llfllg
Zwei-Rl!Íehe Lehre, en J. Koltmmm (ed.), NI/eh/ólgl' l/lItl Bergpredigt (KT 65), zur Elhit. km ¡fLb 3..0, WiirLburg \1~84; P. Schtikr, Die 1'vralr der lIIessia-
Mül1¡,;hclI ~19H2. K9-120; P. BulTmann, AII~'(egllllg da 8erglm:digt l-V: Bile nisehe/l Zál: ZNW 65 (1l)7~) 27-42; L. SdlOttroff. Gewul/l'er;:ic111 l/lid Fe/no
10 (969) 57-65, 111-122, 175-18'::1, 264~275: 1I (970) 89-IO ..L K.-St Krieger, desliebe in (le,. urchristlichen Jesllslraditioll. MI 5, 38-48; Le 6, 27-36, en G.
Das Pllblikllfll der Bergpredigt (MI ~, 23-25). Eill Beitrag ZII der Frage: lVem
Strecker (ed.). Jems Christlls in Historie l/lid Theologie. FS Hans ConZell1lallll,
giJt die Bergpredigt'!: Kairos 28 (1986) 98-119. J. Lambrecht, leh aber sage Tübingen 1975, 197-221; W. Schrage, Etica del /lIlel'O testamento, Salamanca
eueh. Die Bergpr('(/igl aü prograllllllwisch(' Rede le,w (/1.1/ 5-7, te 6, 2()--19),
1987; G. Strcckcr, Du lVeg da Cen:elltigkát. {/lI/cr.l'lIcllrm.'/ ;:ur Theologie
Stullgart 1984; W. Liel\Clll:Jl\l\, Gcwuil //1/(1 GeI\"{/l/l'a~.idll. SllIdicll ;:ur abellCl... des Mal-M(/lIl1üm (FRLANT lS2), UO¡¡¡llgell ~1966; P. Sluhllllachcr, Jesll \'oll-
lülldischen VorgesehicJue der gegellll'iirtigen Wohrm:h/1/l/lIg I'on Gell'(¡'(, Mün.
kOlllmelJes GeseI!, de,. Frei/¡eil. ZlIm Ven'randll/s der Bergpredigt: ZThK 79
chen 1982; G. Lohfink, \Vem gilt die Bergpretligt? Eine redaktiollskritische
(1982) 283-322; G. Thelssen, Lo. renuncia II la l'iolellda y el alllor al enemigo
UllfersllcJllIng \'011MI 4, 23-5, 211I1<17, 28s: Th 163 (1983) 264-28~; U. Luz.
(/1ft 5, 38-48; Le 6. 27-38) Y Sil r/"t1sjolltlo histórico-social, en Id., Es/udios de
Die EljWhmg des Ge~'e¡¡es bei ldalllliius (MI 5, 17-20): ZlhK 75 (197H) 398. sociologia del cristiallismo primitj¡,o, Sulamallca 1985, 103-1..18.

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1/1 /8/

este elllOs apunta a la redención del pueblo entero (ojlas) y rc- ) El predica(h1r J¡; la lllolHaña no es un apocalíptico negador del
clama la univ~rsalitJadl7. mundo; I'(l!' :-11 hllC<l habla la s;.¡biduría d~ la vida.
El ~tJwsdc seguimiento
es siempre un ef!lo.s cUIIl(lllitllrio,i Si Se pll~d~' r~sumir d sentido de la interpretación mesiánica de \'_
es-el eth;;;'
Je-h.l comunidad cris.tiana. tiene que entrar en contlícto la torú pnr .kslIs úicicndo que tomar en serio el sermón de la
• con el etIlOs vigente en la socieuad, ya que este etllus se opone mOlltaíia y ,:;\"'guir iI Cristü Stlll una misma cosa. El segllimi~[l[o
a la liberación !le I sábado mesiánico y a la justicia del reino de de Cristo y la vida frUlema en la comunidad cristiana se implican
Dios. Así se vivió, en todo caso, el contraste en vida de Jesús' mutuamen-tc. La vida en la comunidad cristiana y la espera del'
y en vid:! de las primeras comunidades: aquí, servicio, allí do- - reino ulli\'l..'r~al de Dios ~n el pueblo de los pobres, tristes y.
- minio; aquí amor. allí violencia (Mc 10. 42-45). La comunidad dolientes se corresponden:u. En esta unidad de esperanza en el
mesiánica se presenta con razón como ~(sociedad de contraste»~' reino de Dills y experiencia de pobreza en el pueblo, de comu-
(0_ Lohfink) que rompe la fatalidad de la violencia que hay en nidad frat~r[la Y .seguimienro de Cristo, la «ley de Cristo» no es "
la humanidad y ofrece una alternativa frente a este círculo dia- ninguna carga pesuda sino lo obvio: la (carga ligera» (Mt 11, '
bólico. Por eso, esta comunidau es reconocible y nombrable, 28-30) para h)dns I()~ cargados y agobiados, que en ella encuen-
tran dcscun,:;o. El ~cnllóll de la montaña es lo único «sabio»,
posee un nombre y no es anónima, ya que actúa como alternativa,
como <da ~';lsa que se construye sobre roca» y los vientos no
no en línea conformista. Su justicia es una ((justicia mejor}) (Mt
pueden derriharla (Mt 7, 14-27). El sermón de la Illontaila no es
5, 20). Lo que ella hace es «lo extraordinario») (rrEplCJoóv)lll, \~
una ética lh: ~onvicciones, sino que se centra en el (hacer»
Porque llama la atención, «su luz alumbra a las gentes») (Mt 5, '
(rrol£lv): ,,1:1 que escucha mis pJlabras y las llel'G a la Imíeri-
(3-16), Estus afirmaciones sobre la comunidad mesiánica de Cris-
ca ... )). El \ iCllto qUl.: ¡llTi.l~tra tuJo lo que no tielle consistct1l.:ii.l
to serían inexactas si la comunidad se hubiera retirado como una
es el juicio de Dios que vendrá sobre este mundo en el tiempo
secta apocalíptica a un rincón de la sociedad. Sólo son exactas
histórico final. El que ~ll l.:SC tiempo final, ¡;n el cual pcrcce todo
si el pueblo como destinatario del sem1ón de la montaña y como
lo que no pucde suhsistir ante Dios, cimenta su vida en el fuwi.o
blanco de ::.U I1H.:nsajc las tiene presentes, se mantiene cn el ho-
y en lo l.:!l.:nll). tJLlC es l:I reino dI.: Dios, ésc es «sabio». Ha\"'c ID
rizonte del sermón de la momaña y comunica su subiduría de la .
único razon;lhk ante esta situación Llel mundo. Al que no piensa
vida a todos los que están amenazados de muerte. Sólo entonces con esta Ill'rspcctivi.l, cl ~crlllón de li.! montaña le parece una
es lo que representa: una alternativa pública al el/lOS del IllllndoJ9• exageración. P~ro el que piensa las cosas hasta el fondo percibe
la sabiduria del sermón de la montaña y actúa en consecuencia.
17. Cf. la uisplIla enlre K.-SI. Kricg~r. DI/.I' PublikwlI da Ba.l.ipredigt: Pues la aCl'ilín asegura la permanencia en el tiempo de lo tran-
Kairos ~x (1l}86) 98-119, Y G. Lohfink. \1'('11I gil, rlie l1aglll'('digl'!. Frcíburg
1988. 199.209. sitorio. Por ~so también es el hacer lo que produce el «(descanso»)
18. D. Bonhoeffer, El preciu de la gracia, Salamanca .11986, 70, 78. del alma, c~ decir, la I.:erteza.
Véase J. Woltmann (etl.), Nw.:hjfJIgl: wlli BergprediSI, con trabajos de H.
GoJJwitzer, R. Heinrich, U. Luz y W. H. Schmidt, Münchcn 1981. sabiduría prú ..,i~l~llIC u(; Dius. La iJcntific;l¡,;iÓll de la sabiduría uivina con
19. P. Hot"fmunn, TraditiOlI und SillUllioll, en K, Kertclg:t: (cd.), Erhik Jesús misltlo l.,t'lna part..: J~ 1,1Il1csialllllugía de Mateo. CL G. Schilll,lIlowski.
im Neuen TeSrallll:JIl, QD 102, Freiburg 1984, 108$: "Pero si la cllsei'lanza de Weisheir l/mi .I"'~Újl.\". Die iiidi~'¡"hell ~/V/'(lIlSsel:'IfIlSeu der urcJuúrlic}¡ltll p,.iie-
Jcsus está en d horizonte uel comienzo de la b"sileia ut: Dio~. que tit:ne como xislell,"l/le(Jlu~i,'. Tlibingcl1 19~5, 31 ::Is. E, Sdllüs:;ler-Fiorcnza. 1" ,\temor." o/
finalidad la acción salvadora L1e Dios en el munLlo y significa por tunto, más fler. A Femill/,I¡ RCl'CI/l.I/I"III'¡irm oI
ChriHúlIl Origins, New York 1983, l30ss.
allá de Israel, el acceso de Dios a touo ser humano, la interpretación de los De la PCfSP~'l'li\'a de la sabiuuri<.l ":l'cad\H,J emaniJ dircctalllenlc la uiml,,'ns¡ón
preceptos tendrá que ajustarse a esta uimensión universal. Persigue, por lo universal dd ~l:rJl\ón ti<.: la ll1unl<lña.
pronto. en la situación hislórica concreta. la conversión ue Israel; pero apunta 20, A~i. ',ohre IUuu, E, AfIlulu, Sal~ IIJld Lidu, Obn die Bergpn:digt,
con su mensaje más allá ut:: Israel, al I11UllUUClltcru, uUllde Dio:'> deoe ser Mocrs IIJX2. 1':. l\fIlllld 1"1Il.;
d !"llll\[¡ldllt'lkl /I'-¡/l/,'I"llOf..:u d Rhi\n d ¡¡iiu 1\):;0
conOcido y recoñocido, y su mensaje percibido y reuli"lauo curno el lriunfo del y, t!cspu¿s dc .~l:rcxpuhallu por la G..:~t:.lPUCll 1lJJ7, ingresó cn la ":Ull1unilLlIj
oiel»,. En la dimensión escatológica Ll.,:lmesías \'uch'e larnbi~11 ..:1 tCllla de la hullerita dc 111
•• EE,lllJ.

••••••
¡ "'iI,. !iii""il--.:l __
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/82 lA mir;U/I m~s;d'lka d~ Crü"to 18)

¿Se puede cumplir el sermón eje la montaña? La r~spuesta no f doctrina tradicional sobre el pecado y la gracia de la teología
puede consistir en sopesar las posibilid.ldcs humanas sino que .cristiall:J..
debe. ser una respuesta teológica: El que considera el sennón de .' .El. rclalO originario dd ({escrito sacerdotal» no contiene el
la montaña irrealizable en pripcipío. denigra ü Dios. pues Dios, episodio del paraíso y la caída en pecado de Gén 3, que desde
• el creador y amante enamorado de la vida, no da .preceptos Agustín pn:sid~ la lJoclrinu lid p~('udo~Il la Iglesia occidell[nl,
imposibles". El que considera que el sermón de la montaña sólo aunque no figuren en él los conceptos de pecado y culpa. Según
se puede observar en la interioridad del corazón y no en la con- la tradición del escrito sacerdotal, el pecado consiste en el pre-
ducta pública, se enfrenta a Jesús, que lo pronunció justamente dominio de la \'¡olencia en la tierm, al que Dios responde con el
como narnlíl de acción. El que "lo considera realizable personal- diluvio universnl. Las interpretaciones judías tnmpoco relacionan
mente para sí, mas no en su responsabilidad para con los demás, el relaro del puraíso con una doctrina del pecado original, sino
no conoce al Dios creador. El que cree, en fin, que sólo una que ven el comienzo del pecado en el fratricidio de Caín~J. Según
persona, Jesús mismo. ha podido cumplir el sennón de la monwña Gén 6, 13, «la (ierra está llena de crímenes». ¿En qué consisten
y todos los demás fracasarán en este empeño, para ponerse en eS[QS((crímenes»'? Evidentememe. en la difusión de la violencia
evidencia como pecadores, olvida la verdad de la comunidad y la extorsión. Gén 6 echa mano de un anliguo mito sobre la
cris[iana recordada 'por Pablo: «Ayudaos mutuamente a llevar unión de ángeles con mujeres pam engendrar unos seres híbridos.
vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo» (Gál 6, 2). En, Estos son. según Gén 6, 4, los (violentos del mundo»), los «ti-
la comunidad fraterna de Cristo se observa la rorá mesiánica, la ranos». No se [rala, pues, de semidioses míticos, como en la
«ley de Cristo». Esra comunidad consiste en escuchar la palabra epopeya d~ Gilgamcsh - Ilun tcrcio dins. un lercio hombr~»)-.
de Jesúsy cllIlIpli,./a22. sino de los soberanos reales de Babilonia y de Egipto que legi-
limaban su poder tiránico con el culto religioso, haciéndose pa-
sar por (hijos de lJioses»), y sometían a los pueblos en nombre de
4. La paz mesicfnica susdioses. Daniel 7 habla igu¡Jlm~llIe de eSlOSimperios caóticos.
Los nombres que inswun.ll1 el po~cr violenro no siguen ya el
a). Conducta 110 I'¡ulenta espíritu creudor divino sinu que son ((carne»: existen en COl\lrJ-
dicción con el creador y <.:ontrasu pro"¡ijacreutividad. No sirven ~
En lo concemieme a la acción pública, la extirpoción de la a la vida sino al cuns. Las personas que adorall esa sobcrunía
violencia y la superación de la hostilidad mediante la creación t violenta y se somelen a ell:J. Ill~nosprecian su propia dignidad
de la paz son temas cenlrales del semlón de la montaña, como regia de ¡mugen y sCll1ejunzade Dios. Sólo (Noé fue en su época
demuestran los debates públicos que se producen. Esto presupone un humbre rectu y honn.uJo»(6. 9) y vivió de acuerdo con su
la idea de que el verdadero pecado de la humanidad es la violencia condición de imngen y semejanza de Dios. La violencia enemiga
que lleva a la muene, y por eso la salvación de la humanidad de Dios y destructora de la vida abarca, según Gén 6, no sólo a
estriba en la paz que está al servicio de la vida común. Subra- los hombres sino u «Iodu carne que liene hálito d~ viuaf>, incluido
yamos especialmente esta opinión porque es insólita frenle a la el mundo tmimul, con la ley del devorar y ser devorado. Por eso
el diluvio aniquilador afecta a «(toda CHme». El polo opuesto a
21. Así E. Kl1semann. 8erspr~digr.~;'I~Pril.atsacll//! cOnlm M. Hengel, este mundo corrompit.lo de la violencia es la aliunz¡¡ de Noé, en
Di~ 8t!Tcpr~dicri" der akrudlell SifUatioll. en Aktion Slihncszckhen.Frie.
la que el cre:J.dorde la vilJu misma se convierte en vengador de
densdienslc (ed.), C"ris/~n im Srreit um den Fri~d~/I. 8eilrlige :11 eiller /II!IIen
Friedellsetllik, Freiburg 1982. 74-83 Y 60.73. los violentos (9, 6). La alianza de Noé pone también límites a
22. D. Bonhoefrer. £1 pr/!I.:io d~ la gracia. El uguimielllo, 70, 135; G.
Lohfink, Wie har üsus Geme;nde gewollr?, 78. 23. M. Buhcr. 8ilda \'011 Cm /lIrel Büse. Kliln-Olten ~1953.19 .. 32ss.

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la violencia dt: los hUllliJnos contra los animales (9, 4). No elimina optó por la resistencia no violenta: la conlraviolcncia ~s m~jnr
los crímenes de la violencia eJe hombres contra hombres y de que la n:sign.ación" pero, la. acción no v¡olel.l~a es mejur que- I:rf
hombres contra animales, sino que les pone coto y sanciona el contraviolenclU. ASI hablU Interpretado lamblen Pablo d scnnúII
asesinato con la ~pena capital" para proteger a los violentos contra __ de la montaña:-«No devolváis a nadie mal por ma1. .. No le lh:il':-'
sí mismos y preservor la vida frente a cllos::!'¡. - ven~er por el 11\:11.\'(:I1l:e el mal a fuerza ll(: hicn)~ (Rom it2,
Sólo el mesías sapiencial trae esa paz de la creación que no 17.21). La «no resistencia») al O1iJles sólo el lauo negativo ll(: 1;\
sólo supera la viulencia sino también su represión violenta. No respuesta positiva al Illal con el bien, La «renuncia a la \'io1cnl'¡;¡"
supera sólo el mal sino también la ley que castiga el mal con el es también la' versión negativa de la superacii.ln tle la viOICI\l:ia
mal; ni sólo la violencia, sino tambi¿n su represión mediante la con la promoción no violenta de la paz.
resistencia violenta (Mt 5, 46). A la luz de la paz mesiánica no La <,libertad frente a la violencia» no quiere decir t.lespolili
es malo únicamente el primer mal sino también el esquema de {zación ni renunda ,al poder, ya que distinguim?s c~~ra~lcnte CIHn'
penalización del mal. No sólo es inadmisible la primera violencia ~iolencia Y poder: Llamamos poder a la aphcaclOn Justa de la
sino también el círculo diabólico de violencia y contraviolencia. fuerza. Vio/ellcia es la aplicación injusta de la fuerza. La Crílil';l
Jesús muestra la superación mesiánica de ambas en las conocidas , a la vioknda niega a ésta su legitimación y la pOlfe en cviLlcncia
como «pura violencia)) y brulalidad~s, Sobre la base de la critka
paradojas:
a la violencia en el sermón de la montaña, el cristianismo no ha
«No resistiÍis ul m:.ll; al contmrio, al que te abofetee en la mejilla podido erradicar la «cultura de la violencia» en las sociedadL",
derecha ofrécele también la izquierda: :11 que quiera pleitear con- en qu~ se difundió; pero ha hct:ho ver la lIl'ct!Ji(/a¡[ de j/l~Iijin/l
tigo para quiwrte la túnica. d~jule I:.1l11biénla capa. y al que te la aplicación del poder. especialmenle por el Estado. Negd la
obligue il andar una milla. acompáñ<llo dos. Al que te pil.le. d31e; ({inocencia de la violencia», defendida por Nietzsche a propósitll
y ni que quiere que le prestes, no le vuelvas la espahJa» (MI 5, de la «bestia política», y exigió que el ejercicio del poder poIÍlil"t,
39-42). ,se legilimara cons[antemcnte ante el pueblo. El .principio de la

ESUl secuencia parecer propugnar 13 «no violcnci3», y 3sí se


interpreta a menuúo; pero presupone en realiúad un L1istancia-
¡ acción no violenta no excluye la lucha por el poder, sino <¡1I¡'
compromete a ludli.ll' t:llnst:'ll1ICIllCnlepara quc d cjcrt:il,'io ¡iI'l
poder esté presidiuo por el derecho, ya que el primer modo tll' .
miento frente a la violencia y la contraviolcnci:.1. El círculo dia- superación de la violencia ~s la supeditadón dd ejercicio tll'l
bólico de violencia y contra violencia se rompe, La no resistencia l I
poder al derecho.
al mal reduce el mal al absurdo. La fuerza del mal es la violencia; La segunda fomla de superación de la violencia es la slIl,
la debilidad del mal es la injusticia. La contraviolencia confiere i daridad del pueblo en el rechazo de la violencia y en su negativII
al mal su presunta autojustificación Y muchas veces 10 perpetúa. a colaborar con ella. La solidaridad de los otros pueblos con Hn
S610 la reacción no violenta priva al mal de su legitimación Y pueblo oprimido aisla a los que gobiernan por la violencia y quilll
quita \a razón al violento: «Amontonarás ascuas sobre su cabeza»
(Rom 12, 20). El ejercicio del mando por la violencia se basa 25. W. Benjamin, Zllr K";lik tler G~l\'lIlt. Gestllnmciu Schrijlell 11'1
en el miedo y el terror. Si los que mandan no pueden producir ~ : , Frnnkfun 1980, 179. eL 1::Il\lbi~nR. Gir.trd, ,Das cllC/e der Gew{/ll, FrdlulI¡;
1983; M., Das Hdligt! l/mI die Gcwall. Zilnch-Koln 1987; R. Herzog, ;UI
miedo ni terror, la violencia pierde su efectividad. Es la' debilidad
G~\I'"ll, EStL ~1975, 852.8S-l; H. Siemer.>, ano Gell'a/f, ESL 1980. 510.<¡" I
"4It de la fuerza, y en ella se apoya la superación no violenta de la K.-G. Fabcr. arto Mm./It III-IV, 1. GGB 3, 1982,837; L. Ragaz., DilO 111'11:
violencia. Gandhi entendió bien el sermón de la montañ3 cuando predigt lcslf. GUlcrsluh 1979, I~: "La \'illlendu apana de Dios y ¡Je hlS 11"11;
bro:s... El que uccede a Dios lit> puede ser ya violenlo ... El que aLlora ¡l !JI',',
24. el. WO:Sleftll:lllll, Gt:llesis 1-11, en BK 111. Neukircho:n :1976, 491ss, respeta los oerechos Jd Olrll, de la 01111 po:rsona. ¡JeI 111m put:blu, de la "11.;
no oeslllCU con t:mla 'clpridud las drcunstandas polílicos oc la hislOria. r<iZ:l, Jt: la Iltr.t religión ••.

1'1".•. Z:m •••• ~!!!lIl:!l: ml!!lmil!l ••


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••••• !!é!!!!l!------' ~ 1" .•oo:.~'r
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/86 LA misió" mesiánica de C,.üw El camillO mesiánico de la I'ida 187

estabilidad a su dictadura. Hay muchos ejemplos de cómo las no es posible escapar. Tiene que hacerse enemigo para el enemigo.,
dictaduras militares fueron derrocadas por los pu~blos de modo y esto lo dejará marcado. Si se responde al. mal con el mal, un mal '
incruento. no violento: por el aislamiento. engendra_otro porque se justifica por éL Como ~s difÍl:~ilmantener
La superación no violenta de la violencia es posible, no sólo la medida, hay siempre un av~nce del mal, atribuido siempre al
en el plano persona! sino también a nivel políti~o. Pero puede adversalio. El resultado es necesariamente la espiml de una creciente
costar también el martirio. Piénsese en Gandhi, en Murrio Luther amenaza mutua. En la era nuclear, esta carrera arnmmentÍstica lleva
King jr...y en Osear Romero; pero piénsese también en el que al mundo al borde del abismo. Sólo hay liberación para la vida si
pronU?ClO el sernlón de la montaña. Y si recordamos la «pasión cesa la orientación hacia el enemigo y la fijación en la amenaza'
de CflstO» por la que Jesús y ellos pasaron, descubrimos que, mutua, y se da más importancia a otros criterios. El criterio del
además de la fuerza liberadora que posee la conducra no violenta sermón de la montaña es la filiación divina: Dios hace salir el sol
activa, también el sufrimiento vicario lleva en sí una fuerza li- sobre malos y buenos y envía la lluvia a justos e injustos, y crea
beradora, y puede actuar a largo plazo de modo aún más con- y conserva de este modo la vida (Mt 5, 45). Los antiguos símbolos
vincente. matriarcales del sol y de la lluvia se aplican aquí para expresar el
amor de Dios a sus criaturas. La orientación en la sabiduría del
Creador común rompe en el tiempo mesiánico la ti jación en el
b) Responsabilidad para con Jos enemigos enemigo y en la venganza de su hostilidad, porque en la comunidad
cristiana Dios como Padre - Abba - se ha acercado a los creyentes f
La acción no violenta es una acción que libera de la violencia. ¡ junto con su reino de paz.
Jesús llama a esta acción amor a los enemigosJ.b. Nosotros la El amor a los enemigos no es un amor vengativo sino creador. ~
traducimos por responsabilidad para eOIl los enemigo,sJ.7. El amor ~EI que responde al mal con el bien no se limita a reaccionar sino
a I~s enemigos es, según el sermón de la montaña, la forma ~que crea algo nuevo. El amor a los enemigos presupone es~_
perfecta de amor al prójimo, en consonancia con lo que Dios soberanía que nace de la propia liberación frente a la hostilidad.
quiere, y el camino para alcanzar una paz duradera en la tierra. El amor a los enemigos no puede significar nunca un someti-
El que siempre tiende, personal o colectivamente, al enfrenta~ miento al enemigo ni la confirmación de su enemistad por la
miento y desencadena el conf1icto, sigue la ley de la reciprocidad rendición ante él. Entonces no existiría ya el sujeto del amor a
y de la venganza. Aquel que, ante un enemigo, ~igue esta ley, los enemigos. Se trata de una superación inteligente de la ene-
mcurre en el círculo diabólico de la enemistad mutua, de la que mistad. En el amor a los enemigos no se pregunta «¿cómo puedo
protegenne contra los enemigos y disuadirles contra la agre-
26. P. Hoffmann, Tradilioll llfld SitllQliofl. 50~118; W. K1assen, LoI'e o/ sión?», sino «¿cómo puedo librar al enemigo de su hostilidad?».
Enemies. Tlle \Vay /O Peace, Philadelphia 1984; J. Becker, FeindesJiebe-Niichs- Con el amor a los enemigos, los hacemos objeto de nuestra propia
Iensliebe-8rudaliebe. Exegetische 8eobachl1lllgell £lIs Allfrage llI/ e/JI etlúsclzes responsabilidaJ y umpliamos esra responsubilidad a ellos. Por
Problemfeld; ZEE 25 (1981) 5-18; D. Lührmann, Liebet eure FeilUle (l.k 6,
!eso el amor a los enemigos no tiene nada que ver con una «ética
27-36-A:fl 5. 39-18): ZThK 69 (1972) 412-438: L. Schottroff, GewlIlNerzicJl1
IInd Fel/ldesliebe in Jer urchristlichell leslls'lradiciOfl. MI 5. 38-40; Lk 6, 27. )de convicciones»; .es una «ética ue responsabilidad real»J.8. Es
36, en G. S(recker (ed.). Jesus Christus il! Historie und TI/eologie. FS flir H. superior a la ética de autoatinnación inherente a la idea amigo-
COlll.eirnafln, Tübingen 1975. 197-221; G. Theissen. Úl rellllllda a /a dolencia enemigo. Por eso, al final, es lo único racional para asegurar la
y el amor al ene1Íligo (Ah 5. 38-48; Le 6. 27-38) Y SIl trasfol/do histórico social
~n Id., Estudios de sociologia del cristianismo primiril'o Salamanca 1985
paz en la tierra de modo duradero. Porque es imposible garantizar I

103-148. "
27. CL H. Fa!cke, Theologie des Friedl!lls ill der einell gerei{tell Welt, 28. eL H. Fakke, Theologie des FriedellS in der einen geteilren Welt.
en J. Moltmann (ed~), Friedenslheologie-Bejreiullgslheologie Münl.:heu 1988 en J. Moltmann (eJ.), Friedelwlufologie-Bejreitll/gstheologie, München 1988.
17~60. \ " 45.

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£. ••••....... " . lI' .•.•• _ .••.
La uri:ÚÓII 1IIt!~ilÍllictl de Crüto £/ comillo 1ll,'siciJliClI li,' fu "ida 18')
/88

esta paz exterminando a todos los enemigos en potencia o ame- ~ La promesa de paz mesiánica en el antiguo testamento figura en
nazándolos con el exterminio. La política en la era moderna de términos casi equivalentes en 15 2, 1-5 yen i\'liq 4, 1-5, Y aparc.=cc
la amenaza atómica obliga a asumir la responsabilidad para con bajo el lema «espadas convertidas en arados»:
los demás. Esto comporta un alto grado de comprensión de la
«A(Jina! de los tiempos estará firme d monte de la casa dd Selinr
situación, de los temores y las necesidades de seguridad de los
en la cima de los montes, enl.:umbrudo sl;b~'~ ius
montañas. Hal.:i~:
• otros; pero es el único 'camino razonable para la paz duradera .
Los sistemas modelllos de disuasión y de repres'alia son ló-
él conOuirán las naciones, aCLl(.1iránpueblos numerosos. Dir:ín:
Venid, subamos al monte del SeñaL .. para que él nos enseñe sus
gicos en sí, pero su lógica es la lógica de la muerte universal. caminos ... pues de Síón saldrá la ley, de Jerusalén la palabra ttel
A medida que vaya creciendo el número de iglesias cristianas Señor. Será el árbitro de las nuciones, el juez de pueblos IlLlme.
que comparten un rechazo responsable «del espíritu, la lógica y rosos. De las espadas forjarán arados; -de las lanzas, podaderas.
la práctica del sistema de disuasión nuclear», en esa misma me- No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se ,l(..Iieslrarán para
dida actuarán siguiendo el sermón de la montaña, de acuerdo con la guen'u»
la lógica de la vida en la peligrosa situación actual del mundo,
Lo que pasa por «racional» en un sentido general, está definido Miqueas 4,5 añade:
siempre por el paradigma del sentir, pensar y obrar de una so-
ciedad. «Racionab es, en este sentido, no lo lógico en sí sino «Se sentará cada 'cual bajo su parra y bajo su higuera, sin que
lo «obvio)" lo plausible en una determinada época para una nadie lo inquiete ... Pues (odos los pueblos caminan invocando ti
su Dios, pero nosotros caminamos invocando siempre al Selior
sociedad. Lo que ~ntonces se descarta como irracional e ¡mpo,:,
nuestro Dios)29, '
sible puede pasar en otra época por perfectamente racional y
lógico. En tiempos en que las guerras eran habiLuales como con;
, 'El tiempo de la paz universal es «el último tiempo», Es el
tinuación de la política por otros medios, la negativa al servicio
tiempo de realización de las promesas históricas de Dios, el
militar y el servicio no violento de la paz pasaban por «irracio.
tiempo del mesías, El lugar de la paz universal es el monte de
nates» e «irresponsables». En esta época en que la humanidad
Dios, Sión, que se convertirá en centro del mundo cuando Dios
no puede soportar una gran guerra atómica, tanto el servicio no
con su gloria habite definitivamente cn él. Entonces el «camino
violento en favor de la paz como el amor a los enemigos son lo
del Señor», la lord, que:Jará visible y patenre, no sólo para Israel
único razonable y sabio. La desmilitarización de la conciencia
sino para todos los pueblos. Entonces la justicia de Dios habitad
pública y la democratización del trato con los «enemigos» po;
en t?dos los pueblos, y éstos eliminarán las malditas guerras y
sibilitan una nueva plausibilidad de la paz,
mediante la justicia divina alcanzarán ,la paz perpetua. La lorú
mesiánica trae a todos los pueblos la paz definitiva médiante la
.l' justicia. El pueblo de Dios, qu~ sigue ahora el camiilü del Señor,
5. «(Espadas cOll\'ertidas en arados»
sirve de modelo para los otros pueblos que siguen aún los caminos
V{::: ~~ sus dioses guerreros. Por eso la visión de la paz'futura concluye'
De la vigencia y la práctica del sermón de la montaña depend~ .-
• 'T~
). que el cristianismo sea en las sociedades occidentales una religión
:~:~to en Isuías como en Mic¡ucas con la proclamación: «Casa de
~/ Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor}) (ls 2, 5). «Todos los
burguesa que ya nada exige y a nadie consuela (J, B, Metz)o ';;
¡llegue a fomar una comunidad que cree en Cristo y le sigue,",::':. ~ ~J",
,,,"~,~:r29. G, Lohflllk, Scllll'elfer;:u PJlugsdwl(:n, 18';'.209, al que sIgo en c~ta
lincondicionalmente, En la era de la posible destrucción atómica;:?: .• seo:ión. Cf tamblen H -W WoIU. Schll'el1r!1 ;:u PJlllgscholl!/l - /lf¡SSb/(//Il!l
del mundo en cualquier momento, el cristianismo pasa a ser lo~.~.: .: ,ines Prop1Jete/llvorres?: EVTIl 44 (1984) 280.292, Y la ,~aportación pOh~l\lil:a"
segundo si da testimonio de paz y trabaja públicamente por ell.:1'( ~:de W. Pannenberg, LaJe de los apóstoles. Salamanca 1975, 198-201.

.~, ,- .'~
190 Úl misión mesiánica de Crisro 'El camino mesiánico de la vida 191

pueblos caminan invocando a su Dios, nosotros caminamos in- nuestros adversarios, sino que vamos a la muerte alegres por no
vocando siempre al Señor, nuestro Dios» (Miq 4, 5). Según la mentir ... a causa de nuestro reconocimiento del mesías».
visión de la paz profética, existe ya ahora un pueblo que de
espadas forja arados y no hace la guerra. En los días prometidos Hay multitud de testimonios de que la Iglesia se consideró
del mesías no sólo se anuncia desde Sión esta paz mediante la en la época preconstantiniana como el pueblo de la paz, elegIdo
justicia sino que se practica por el pueblo mesiánico. El método de entre los numerosos pueblos enemistados y en guerra unos
de difusión de esta paz es la «fascinación» (G. Lohfínk), no la con otros. Los apóstoles del mesías Jesús llevan la JustIcIadlvma
fuerza ni el adoctrinamiento. La luz de la justicia pacificadora y la paz desde Jerusalén a todos los pueblos, y desde todos los
brilla en Sión con tal claridad, que los pueblos vienen espontá- pueblos se congrega el nuevo pueblo de Dios que enseña la p~z
neamente. Por otra parte, la 1ev «saldrá» de Sión v se extenderá en la justicia creando con su conducta es~a mIsma paz.. Seg~n
Orí"enes la Iglesia de los pueblos es la gUla de la peregnnaclOn
entre todos los pueblos. Se traía, según Isaías, de' un doble mo-
a Sión ~unciada por los profetas". No es el nuevo puebl~ de
vimiento de atracción y difusión. La paz se representa en figura
Dios en sustitución de Israel. Tampoco es el «monte del Seno!'»
terrena con las imágenes de la parra, la higuera y la justicia para ni la maestra de las naciones. Pero es la primera que escucha el
todos. Se reconoce en la abolición de las guerras. Es algo futuro, evangelio de la paz y de la conversión desde todos los pueblos.
pero determina ya el presente de los que siguen este camino del en todos los pueblos y para todos los pueblos. La IgI~sIa.es
Señor'°.
«Icrlesiade los pueblos», no sólo en el senltdo de la nnSlOnsmo
Las primeras comunidades cristianas, en la época precons- ta;bién en el sentido de la atracción: como vanguardIa de los
tantiniana, se aplicaban a sí mismas esta promesa de paz pro- pueblos que buscan la paz de Dios.
fética, porque estaban desde pentecostés en la creencia de vivir La denominada «demora de la parusía» apenas fue obstáculo
aquellos «últimos días». Por eso intentaban demostrar el cum- para que las comunidades preconstantinianas se adaptaran. a las
plimiento de esta promesa de paz en la propia comunidad, evi- circunstancias que no podían cambiar. VIvIeron con la conCIenCIa
tando toda violencia y sirviendo a la causa de la paz. El lema de de estar en la era mesiánica y procuraron hacer realIdad ~apro-
<<lasespadas convertidas en arados» fue siempre un tema recu- mesa profética de la paz. En esto consiste la fascmaclOn que
rrentl' de presentación de la Iglesia cristiana en el mundo ejercieron estas comunidades.en aquella época, y es lo que de-
antiguo'l. terminó la difusión del cristianismo. Las comumdades cnsltanas
ofrecían una alternativa real y viable al sistema socIal vIgente..
Justino, Apología 39: «Cuando el espíritu profético vaticina el .Entendieron ellas su testimonio de paz como una demostratlO
futuro, dice: De Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del chri~tologica?33 ¿quiere esto decir que sin el testimonio prácltco
Señor. .. Forjarán de sus espadas arados; de sus lanzas, podaderas. en favor de la paz dado por su comunidad, Jesús no puede ser
Nunca más alzará la espada un pueblo contra otro ni habrá adies- el mesías? Creo que esta tesis de G. Lohfink va demasIado,leJos
tramiento para la guerra. Vosotros mismos podéis comprobar que
si se hace depender la mesianidad de Jesús de las obras meslamcas
esto ha sucedido. Porque de Jerusalén salieron doce hombres ...
de los suyos. Mas, por otra parte, la percepción integral de Cnsto
para enseñar a todos los pueblos. Y nosotros, que antes nos des-
truíamos unos a otros, no sólo evitamos cualquier hostilidad hacia 32. Orígenes. Contra Celsum V. 33: «Nosotros, todos los pueblos, .vamos
allá (a la casa del Señor), y nosotros, los pueblos numeros?s, n~s cncammam~s
30. Así H. W. Wolff, Schwerter ::;uPflugscharen ... , 289; G. Lohfink, hacia él, nos exhortamos a acoger en el último día la glona ~alante por mediO
Schwerter::;u Pjlugscharen!, 190. de Jesucristo y nos animamos mutuamente: Venid, que subImos ~ monte del
31. Cf. K1. Wengst, Pax Romana. Anspruch und Wirk/ichkeit. Erfah. Señor. a la casa del Dios de Jacob. Que él nos muestre su carnlllo para que
rungen und Wahrnehmungen des Friedens bei Jesus und im Urchristentllm. marchemos por él».
München 1986. 33. G. Lohfink. Schwerter :u Pjlugscharen!. 195.
, ,
'." , .... .,..•. ;;;; ",'1: ..•. ,.-".

192 lA misión mesiánica Je Cristo

no aburca sólo la paz mesiánica en la fe del corazón sino también ,1


en el trabajo de las manos. 8
El testimonio de paz dado por las comunidades cristianas fue
tan eficaz- que con el «giro constantiniano?> el poder central ro- Jesús, persona mesiánica en devenir
mano recurrió a él para la pacificación del imperio. La pax CJzristi (
debía realizarse mediante la pax romano3-l. El recuerdo del «rey í\
de los judíos» crucificado por los rolllanos hajo Poncio Pilato U
quedó desplazado con la leyenda del triunfo del emperador Cons-
tantino bajo el signo de la cruz: i" Iwe signo vinces. El contlicto
con el poder estatal fue sustituido al final, en la teología política
de los emperadores cristianos, por el o3cimiento providencial del
Salvador en la era de la paz de Augusto". Entonces, bajo !a
protección de las legiones romanas, de las espadas se forjarían
arados, mas no de las espadas de aquellas legiones, obviamente.
Cuando el imperio romano cristiano sucumbió en las inva- .")
siones germanas y sólo quedó en pie la Iglesia, Agustín identificó ~'J
Después de abordar en los capítulos anteriores la actividad
de Jesús, preguntemos ahora por su persona y ensayemos una
primera comprensión conceptual de las historias de Jesús que
!
narran los evangelios sinópticos para comprender a Jesús mismo.
la pax Christi con la pax ellcharistica .d~ la Iglesia y la desligó'
Comprobaremos que la personalidad de Jesús no es algo que
de la pax romana terrena. Pero la paz eucarística es aquí un mero
subsiste en sí y para sí, ni algo fijo desde la eternidad, sino que 1
anticipo sacramental, y sólo «se nos promete en el cielo lo que
se va formando en las relaciolles y correlaciones vivas, y adquiere '
buscamos en la tierra»36. De ese modo la efectividad del sermón
en su historia una identidad pública. Los conceptos meUlfísicos
de la montaña queda aplazada al cielo y se hace posible teoló- 1
que en la cristología tradicional explican la personalidad divino-. "--"
gicamente la adaptación resignada a la injusticia y la violencia \
humana de Cristo no nos sirven, porque definen la divinidad y "'-.
'~'
en este mundo.
la humanidad por negaciones mutuas de las propiedades corres~
pondiemes, como por ejemplo finito-infinito, mortal-inmortal,
pasible-impasible, no por sus correlaciones positivasl•
Los conceptos dinámicos que se resumen en la doctrina pro-
testante del «triple ministerio de Cristo» como profeta, sacerdote
y rey.!, son también unilaterales porque no consideran las rela-
ciones y correlaciones vivas en las que Cristo actúa profética- .
34. E. Pcterson, MOflOfheislll/ls als politi.'ic/¡es PmblclII (J~35), en Tlleo-
logisc/¡e Trakwte, t.•.lünchen 1951,45-147; G. Lohfink. &'hll'erter :<;/1 Pj1ltgs- mente, sacerdotal o regiamente. La imagen del hombre solitario
charell!, 195ss. y de su ohra singular se aleja de la rcalidad en esta doctrina
35. Eusebio, Praep.t:\'. l, 4-5: ••Pero I;uumlu uparcl;ití el lllc~ius Jc Dios, dogmática sobrt: Jesús y lo aísla oc la cOlllunidad de I{)s hombres.
en referencia al cual dijeron los profetas: De sus espadas forjarán arados,
y de sus lanzas poJaderas.. se cumplió esto en exacta correspondencia Con
Los conceplOs recientes sobre la realidad de Jesús como un ser
los vaticinios. PiJes la soberanía plural quedó abolida de inmediato entre los
romanos: Augusto instauró la soberanía única exact;Jmente en el momento en 1. eL capítulo 119 2.
que apareció nuestro Redentor ... Pero con la doctnna divina e incomparable- 2. J. C<llvino, III.;)tilltlio religivl/ü L'!lri.sJiwwc 11, 15. K. Blaser, Ca/vills
~e~te pacífica de nuestro Redentor se logró la purificación dd error del po- Lehre von del! drel AlIllern C/¡rüti: ThSt 105, Züril:h 1970. eL también los
i1telsmo, y con lapurificación del politeísmo cedió la rivalidad entre los pu~blos, lrabajos, más antiguos, Je A. Krauss, Das Miu/erll'erk Ilach dCI/l Sch/;'lIIa deS
y de este modo des;Jparecieron los antiguos males». 1I1l111l1S triplex. en JDTh 17,4 G()llIa 1872; E. F. K. Mü1tcr, ar\. Jem C/llúti
36. Cit. en G. \Lohfink, Wem gilt die Bergpredigt? 183. dreljilCile;) .4l/1t, Re, 1900, cut. 733-741.
.... "".'.c.

La misiOIl IIIl!siallica Je Cris/V Jl!srís, penUll1/ IIII;"sitillicn t'11 del't'llÍr /95

r.elacional. dan un paso másJ, pero no alcanzan aún la realidad tamos la expresión e intentaremos exponer una interpretªción
de Jesús como un ser-en-la-historia ni su «proceso de aprendi- propia. Los evangelios sinópticos narran la historia de Jestís a la
zaje» en la vida y la actividad, en la. experiencia y el sufrimiento. luz de las experiencias de pascua sobre el Resucitado y presentan
Asumiremos aquí los diversos conceptos .cristólogicos de persona por eso la mesianidad de Jesús como un secreto. No proyec~an
y los integraremos para "conseguir una imagen más rica de la la mesiunidad a ulla vida no mt:siánica; pt:ro a la luz de la re-
persona de Jesucristo. Estudiaremos la persona divina, la persona surrección, la vida del Jesús terreno se convierte en lerreno me-
que actúa mesiánicamente, la persona pública con misión divina, siánico. Esto se corresponde con la conducta del Jesús terreno y
la persona en el devenir de su historia vital. también con la .apertura al futuro en sus últimos momentos. Lo
fundamental del texto de Me 8, 27-31, que es el tema básica, es
la pregulHa de Jesús: «y vosotros ¿quién decís que soy?). La
l. La persolla mesiánica de JeslÍs gente suele juzgar lo nuevo y extraño por la analogía con lo
conocido y familiar, según el dicho de que cada cosa se conoce
La cuestión de si Jesús se considero mesías prometido de por lo semejante a ella. Por eso juzgaron la personalidad de Jesús
Israel y el hijo del hombre esperado es un tema histórico debatido. por las analogías de lo que recordaban sobre personajes que
La pregunta dogmático es: ¿fue y es Jesús «el que ha de venID> encarnaron la esperanza de Israel, como un Bautista resucitado,
o no? Nosotros partimos históricamente del supuesto de que Jesús como un Elías redivivo o como lino de los profetas. La pregunta
de Nazaret con las figuras del «mesías» y del «hijo del hombre», de Jesús a los discípulos no es un acertijo sino una autémica
y por eso la idea de la historia mesiánica de Jesús no es una pregunta por el misterio que Jesús mismo es. El no afirma ni
proyección pospascual de la comunidad a una vida humana que niega el título de Cristo que Pedro le aplica, sino que suspende
no dio moti va alguno para ello'¡. Históricamente no se puede esta respuesta y se da su propia respuesta para sí y para los
admite que la comunidad crisliana pudiera proyectar en la historia discípulos: el anuncio de la pasión. Lo que él es realmente se
de Jesús, por razón de su experiencia de Cristo resucitado y manifestará al final, en su muerte y su resurrección. Los discí-
presente, algo que se contradice con el recuerdo vivo de Jesús. pulos sabrán quién es si le siguen por ese camino y loman su
Lo admisible históricamente es que la experiencia del Cristo propia cruz. El anuncio de la pasión y la llamada al seguimienlO
presente y el recuerdo del Cristo pasado se correspondían y se son las respuestas de kSlls a la pregunta sobre el Cristo. La
complementaron entre sí, ya que las proposiciones «Jesús 'es el secuencia de sufrimiento, mucho sufrimiento, condena y muerte
Cristo» y «Cristo es Jesús» idenlifican recuerdo y experiencia, mueSlra gradualmcnle la pérdida total, el despojo lotal de sr
y viceversa. mismo, la pérdida de las fuerzas, la pérdida de la dignidad, la
El problema se estudia en la literatura nemeSlamenlaria como pérdida de las relaciones humanas, la pérdida de la vida. Es el
la cuestión del «secreto mesiánico de Jesús»5. Nosmros adopk camino hacia la tiena de nadie, donde no hay tradición ni co-
munidad que apoye sino sólo el Dios en el que Jesús confía. Sea

¡
i 3. Carter Heyward, The Redemptioll o/ God. A Theology o/ MWllal Re- o no un añadido pospascual, de esta muerte total sólo puede librar
lation; E. Moltmann-Wendel, Das Land wo Mileh llnd Lalld jliesst, Gütersloh
la esperanza en la resurrección. No sabemos si Jesús mismo fue
1985, 127ss, a quien debo las indicaciones sobre las relaciones de Jesús.
4. CL ahora P. Stuhlmacher. JeSllS von Na:areth-Christus des Claubens, a la muerte con esta esperanza, ya que el camino del mesías
Stungart 1988, 275S. sur~e a medida que Jesús lo recorre. El va predestinado por una
5. W. Wrede, Das Messiasgeheimnis il! den Evangefiell (1901), Goningen «orden» divina, y bajo la guía del espíritu de Dios, a la muerle
J 1963. R. Bultmann, Tt:ologia del lluevo lestamemo, Salamanca ~1987, 71,

,I
supuso que «la vida de Jesús no fue mesiánica ... ». Por eso consideró la pre.
y al futuro desconocido.
dicación de Jesús como una premisa de la teología del nuevo testamento, mas El «secrelo mesiánico» es lambién un secreto para Jesús mis-
no como pune de la misma. mo. El mantiene abierto su futuro a lenar del relato de Me 8,

1lIII _
y .••. .• '1' ~ ..•.. .••••.. v .••••.•. -
/06 Lu misilill II/t'JíÚlliCtl ,JI! Cris"w
Jt'siÍs, P('f~"l.I/I(/ l//t'sici"icll t'1l 11('I'('lIir
/97
27-31, y no cabe representar ese futuro por analogias con per-
sonajes históricos o esperados de Israel. Tales representaciones la ex"periencia concreta de la historia de la pasIOn y muerte de
en la linea de Elías, del Bautista, del mesías o del hijo del hombre Jesús, sino quc:::de su «pretensión» concluyen la «contirmación».
impiden o cOnlradicen la experiencia de lo nuevo cuando se _ ¿Se presentó Jesús Como mesías o fue la comunidad pospas-
convienen en juicios previos sobre lo venidero. j~$ÚS no rechaza cual la que lo declaró COI\10 tal? L.I razón por la que la comunidad
los títulos sino que los suspende para seguir el .camino de la creyó en Jesús, el «Cristo), fue, sin duda, el aconlecimiemo
pasión hasta la cruz. Esto significa que esos titnlos !la prejuzgan pascual. Entendemos por este acontecimiento las apariciones de
sn historia sino que ésta definirá el sentido de los títulos. Desde
su camino hacia la cruz y desde su experiencia de Dios en la
Jesús glorioso después de su muerte, primero a las mujeres y ¡
¡
después a los discípulos, y la conclusión teológica que extrajeron ¡
cruz, la comunidad deternlinará lo qne va a significar el título los afectados de que Dios lo había resucitado de la muerte. Pero .¡
de «Cristo» si se aplica a Jesús. El verdadero secreto mesiánico
de Jesús es, pues, el secreto de Sil pasión. Jesús no «reivindicó»
esta confesión de Cristo por razón de las experiencias de pascua .,.,
1 ¡

es primariamente una 'confesión oe Dios y sólo en segundo té'r- ~


I
la mesianidad, sino que la padeció. Con su pasión «aprendió a
mino una confesión de Cristo (Rom 10, 9). Porque creyeron que
obedecer», dice la carra a los hebreos, y sólo en eSta {(obediencia»
sabrá que es hijo de Dios y mesías. Dios lo había_ resucitado de la muerte, confesaron a Cristo como
El «secreto mesiánico» no debe entenderse como un ocul- Señor, y, al confesar a Crisro Como Señor, creyeron que Dios
tamiento de algo presente, sino como apertura permanente de un lo resucitó de la muene. Esta profesión de fe dice lo que es Jesús
futuro. Con razón vio la comunidad en la cruz y la resurrección en virtud de su resurrección, mas no dice quién eS él. Esto sólo
una revelación de lo que Jesús es realmente. Lo anterior aparece puede decirlo el recuerdo yivo de su historia y su mensaje. Por
a esta luz como su preparación. Por eso los evangelios presentan eso hay que llegar, después de pascua, a la evocación del Jesús
al Jesús terreno en sus palabras y acciones y en su comunidad terreno. La pascua define la forma, no d contenido de la fe en
con rasgos plenamente mesiánicos. Pero él es primero el mesías Jesucristo. El contenido se define por la historia de JeslÍs.
en camino}' e/mesías en del'enir, guiado por el espíritu de Dios ¿Cabe afirmar sobre Jesús, a la luz de la pascna, algo que
y sostenido por las experiencias que hace con otras personas no tenga un apoyo en su recuerdo ni en la tradición ele su historia?
mediante sus poderes y sus palabras. Por eso contesta a la pre- ¿cabe considerar una vida vivida «no mesiíÍnicamenre» Como vida
gunta ue si es «el que ha de venir» sl:ñali.lnoo los «signos y mesiánica por razón del .acontecimiento pascual? Hisl6ricamcnre,
prodigios» que se producen en su presencia (Mt 11, 26). Jesús esto es en extremo improbable, y teulógicamente inaomisible.
no posee la mesianidad sino que la va adquiriendo, en cierto ¿Cabe, por O£ra parte, atribuir a Jesús algo nuevo después de
modo, a medida que los acontecimientos de la era mesiánica que pascua si en realidad todo está ya en él y Con él? ¿el aconteci-
él vive le van marcando. Esos acontecimientos se consuman en miento de pascua dice entonces tan sólo que «la causa de Jesús
los sufrimientos del nuevo siervo de Dios y en los Jolores de sigue auelanre) (W, Marxsen). También esto es históricamente
parto de la nueva creación.
improbable y teológicamcnre inadmisible,
Si consideramos, por estas razones, la re/ación de Jesús con
Las posiciones en la teología del nuevo testamento se mueven
el mesías y el hijo del hombre durante su vida como una relación
entre estos dos extremos, extremos que convencen cada vez me-
abierta e inacabada, habremos superado la antigua disputa sobre
si Jesús apareció como un «profeta» de su propio futuro pos- .." '.
",
nos. Lo que se manifiesta en la confesión pascual aparece ya
pascual en calidad de mesías-hijo del hombre, o si tuvo conciencia implícito y anticipado, en cierto modo, por Jesús mismo: él se
de ser esto «Prolépticamente»)6. Ninguna de las dos ideas asume colocó de modo «indirecto» o «velndo» en una relación de iden-
tidad con el hijo del hombre-juez universal; actuó en fonna me-
6. Cf. R. Bultmann. Teología delllllel'O teStamellro, 68: «Habla en tercera
persona sobre el hijo del hombre, sin identitiearse con éb,. W. Pannenberg. Fundamentos de cri.I'1o!fJgífl, S,llilllullH.:a 1974, 74: ,(L,I prerensillll de k~lÍ:.
represen/a un alllio;:ípu de l<ljWilítieadún 4Lle :'lílu se c:.pcra ud fUluru>o.

.L I._-_- .
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Jesús, persulla 1Ill!~icillicu.ell dl!\'enír 199


La mísióll mesiánica de Cristo

Iigión cristiana universal al margen de Israel, partiendo del ke-


siánica, pero se reservó el secreto mesiánico. Por eso la vida y rigma de la muerte y resurrección del Hijo de Dios. En ambas
actividad terrena de Jesús contiene una «cristología implícita» tendencias, las intenciones aparecen tan claras que provocan
(H. Conzelmann) que- originó después de pascua las cristologías como conclusión histórica-la tesis de que Jesús se presentó como
explícitas de las comunidades. Este enfoque responde exacta- mesúls de Israel, el título pucs(Q en la cruz era adecuado y la
mente a los relatos evangélicos sobre Jesús, que exponen su comunidad cristiana es la comunidad de seguimiento del mesías
historia como algo abierto al futuro porque parten de su final en crucificado de Israel. Pero hay que considerar también que Jesús
la muerte y resurrección y lo evocan bajo esta luz. No lo pueden tuvo su propia idea de la mesianidad frente a la historia de la
presentar como el mesías explícito o el hijo del hombre definitivo esperanza judía, como demuestra su mensaje, ya que su trayec-
porque la pasión y la resurrección forman parte de su historia toria vital y su historia efectual no se pueden insertar en la larga
vital. Por eso tienen que representarlo como el mesías-hijo del y dolorosa historia de los presuntos mesías de Israel fracasados,
hombre «en devenir»: «Está en camino de ser el que será» (O. desde Bar-Kochbá hasta el Sabbatai-Zwi.
Weber). La «cristología implícita» de los evangelios es, pues,
teológicamente necesaria. ¿Es también históricamente probable?
2. Jt!slÍs, el hijo de Dios
Si juzgamos con parámetros históricos, al margen de postulados
dogmáticos o humanistas, hay que admitir una correspondencia En las promesas mesiánicas de Israel, al ungido de Dios se - ~>
entre la evocación de Jesús por la comunidad y su experiencia llama también «hijo de Dios» (Sal 2, 7). Israel mismo se siente .,,::::
pascual del Resuciwdo. Las contradicciones hubieran destruido colectivamente hijo primogénito de Dios (rrpüHótOKO<;). El «hijo :~
o bien el recuerdo de Jesús o la experiencia del Resucitado y, de Dios» especial es el rey sacerdote de Sión, en cuyo templo
' ..:
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..
en todo caso, se hubiera disuelto la identidad de la profesión de Dios quiere «hacer habitar su nombre». Si se aplica a Jesús de "l';
Nazaret la filiación divina por su experiencia pneumática del
fe «Jesús, el Cristo».
Un «punto naco» en las teologías neotestamentarias es la bautismo, ese título significa por lo pronto eS£a filiación divina --
-.";'-' ;
:::;:'
..
mesiánica y no una consustancialidad metafísica con Dios. Jesús
'1"";,

pregunta sobre si Jesús mismo se consideró únicamente como el


hijo del hombre-juez universal trascendente o también como el es elegido por Dios o es «adoptado», como se dice en las ex- :~,
posiciones modernas de la «cris[ología adopcionista),. Pero esto "::i::
mesías tenpolítico de Israel, y esto no sólo hoy sino desde la
no significa, para Mateo y para Lucas, que Jesús no naciera del
"""~,.. ..•.
época de la comunidad primitiva. En esta cuestión se ha juzgado
Espíritu ni tuviera su plenitud desde el principio. El hecho de
siempre y se seguirá juzgando, inconscientemente, en ténninos
que el Espíritu ,<bajara» sobre él en el bautismo no excluye que
apologéticos: Si Jesús se identificó de un modo indirecto con el
actuara ya antes en él. En ese sentido no hay aquí una alternativa
hijo del hombre universal y no con el mesías de Israel, Poncio
entre cristología de encamación y cristología de adopción, como
Pilato se equivocó y Jesús cayó víctima de un eITor judicial
se decía en el siglo XIX. Sin embargo, la filiación divina de
lamentable, pero circunstancial. El título puesto en la cruz sería Jesús, como posteriormenre la filiación divina de los creyentes,
falso. El sesgo interpretativo es claro: en el imperio romano, para se define en términos pneumatológicos (eL Rom 8, 14.16). El
• no ser sospechosos como seguidores de alguien que fue ajusti. maj de Yahvé/espíritu de Dios crea esa relación mutua en la que
ciado precisamente por atentar contra la pax romana, y no ser Jesús llama Abba a Dios y se siente «hijo» de este Padre.
perseguidos en consecuencia, los cristianos hicieron lavarse las Lo especial de la relación de Jesús con Dios queda patente
manos a Pilato en señal de inocencia y cargaron sobre los judíos. en la invocación Abba7• Para enmendar defomluciones posterio-
la ejecución equivocada de Jesús, silenciando el lado político de
7. J. Jeremias, Abba. Ellllellsaje cemral del N.T., Sulamancu 11989, 20-
la mesianidad de Jesús. 89; J. Sobrino, rile Prayer o/ JeSllJ, en Cllristology at rhe Crossroads. Londan
El otro interés que hay detrás de la desmesianización de Jesús
1978. 146-t78.
radica en desligar a Jesús del judaísmo para establecer una re.

¡
Jl'}"IÍJ, perl'ullU I/U'l"ilíllica 1!/1del'l!/á,. 201
2tJO

res hay que volver constantemente al carácter íntimo dé la oración La relación con Dios expresada en la palabra Abba marcó sin
úe Jesúsll• Abbll es una forma aramea infantil, balbuciente, con duda la conciencia de Jesús, ya que las consecuencias de esta
la que los niños llaman a la persona de referencia originaria. Ya rebción con Dios aparecen claras, según las tradiciones, en su
sea la madre o el padre, ,lo importante es 'la cercanía acogedora, conducta chocante:" ~esús abandona a «los suyos», a -su madre y
íntima, que busca el niño en su confianza instinüvu. Cuando su familia, para dirigirse a la gente pobre. Mc 3, 31-35 par. natTa
Jesús invoca a Dios como Abba, el acento no recae en' la mas- el rechazo severo de su madre María y de sus hermanos:
culinidad de un Dios Padre ni en la majestad de un Dios soberano,
«Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: 'Oye, tu
sino en la cercanía inaudita en que él siente el misterio divino.
!l1adrc y tus hermanos están fuera y te buscan'. El les responde:
Dios está para él tan próximo espacialmente como lo está tem-
'¿Quién es mi madre)' mis hermanos?'. Y mirando en (Qmo a
poralmente el reino de Dios por medio de él. El Reino est~ tan los que estaban sentados en COfTO, a su alrededor, dice: 'Estos
cerca que se puede llamar a Dios Abba, y si se puede llamar a son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios,
Dios Abba, entonces su Reino está ya aquí. Jesús pone de ma- ése es mi hermano, mi hermana y mi madre'».
nifiesto esta cercanía de Dios con la misericordia y la compasión
hacia los pobres y los que sufren, y muestra así los atributos El juicio de su familia sobre él es parecido al de los fariseos:
"femeninos» de Dios (Is 49, 15; 66, 13). «No está en SllS cabales» (!v1c 3, 21). No se trata sólo del rechazo
En relación con este Dios Abba, Jesús se siente como «el de su madre y sus hermanos sino de una renuncia formal a su
niño» de Dios. El acento no recae en la masculinidad del hijo familia. En lo que respecta a su madre, la cosa era y es inaudita,
de Dios sino en su condición infantil. La intimidad mutua del pues es judío el que tiene una maure judía. Schalom Ben-Chorim
Ahba y el niño desaparece cuando se traduce esta relación como ha visto en este puma, con razón, una infracción deliberada del
la relación de Dios Padre con el Hijo de Dios. quinto man'damiento'-'. Esta sería también la impresión de los
La intimidad de esta relación prohíbe considerar las personas justos del pueblo judío en fiempo de Jesús. Si seguimos la in-
como lo primario y esta relación como secundaria: no están pri- dicación de Ben-Chorin, damos con Dt 21, 18-21: el hijo «rebelde
mero Dios allí y Jesús aquí, para después establecerse la relación, e incon-egible» será el encargado por sus padres a los ancianos
sino que el Abba y el «niño» Jesús se descubren recíprocamente: para ser apedreado. Dirán a los ancianos. «Este hijo nuestro es
en la relación con Jesús, Dios se' convierte en el Abba, y en la rebelde e incorregible, no nos obedece, es un comilón y un
relación con el Abba, Jesús se cornvierte en «niñü>'. Esta corre- borracho» (v, 20). El capítulo concluye con esta observación:
lación exclusiva se expresa en el dicho de Mt 11,27. El evangelio «(Maldito el que I..:uelgade un ürbob,. La historia neotestamentariJ
de Juan utiliza la idea de perijoresis; "Yo estoy en el Padre y el de Jesús está llena de referencias a este capítulo del Deuteronomio
Padre está en mí» (14, 10.11). La relación mutua es constitutiva
sobre el quinto mandamiento.
para ambos, con inhabitación mutua_ Como esa relación marca
• ¿Qué establece Jesús en lugar del vínculo familiar y de la
la personalidad y los nombres de ambos, hay que considerarlos
pertenencia a la alianza del pueblo elegido? Reconoce una nueva
igualmente originarios. Dios como Abba y Jesús como niño de-
comunidad formada por aquellos que hacen la voluntad «(de mi
sempeñan en su reciprocidad unas funciones que implican a am-
Padre del cielo') (Mt 12, 50). Esta comunidad mesiánIca que es
bos en su historia desde el bautismo de Jesús hasta la muerte en
acogida en la relución íIHima (r\hha) de Jesús no incluye sólo u
cruz. Si esta relación mUlua es constitutiva para las dos perso~as
«hennunos y hcrm •.IlJas» sino l<llllbi~l1 a (da Ill,u.irc». Los que le
y precede a su historia recíproca, no es incorrecto considerarla
siguen, mujeres y hombres, recuperan en la comunidad mesiánica
preexisteme, por utilizar el lenguaje de una dogmática posterior.
todo lo que dejaron en sus familias naturales: hermano_s, her-
8. J. Moltmann. leI,' g/al/be all Coa del! Vater. ParriarcIJalisdle und
9, Sch. Bcn-Chorin, Mufler Miljmll, AJaría il! jüdiscJ¡er Sicht, 99ss.
Iliclttparriarchalisc}¡e Redt! \'l}r¡ Gott?: EvTh.H (1983) 397-415.
1"
i.=========_==~~ _

202 ú¡ misión mesiánica de Cristo JeslÍs, pen"fJ/1/l II1l;'sidnica ell devenir 203

manas, madres, hijos ... pero no padres. Esto se suele olvidar por bre «mi Padre», y este lenguaje a su vez conserva el misterio del
ser tan extraño (Me 10, 29-30). Pero significa nada menos que Abba de Jesús, que es el núcleo liberador de su mensaje mesiá-
esto: «(En la nueva familia no puede haber un dominio patriarcal; nico. La práctica que posibilita esta fóm1ula no es el tratamiento
sólo habrá maternidad, fraternidad y filiación ante Dios, el Pa- fonnal de Dios como Padre sino la familiaridad e intimidad de
dre»10. ¿Por qué n'o? «No llaméis a nadie padre en la t¡,erra, pues su invocación corno Abba. -Este extremo s"e opone, por cierto, al
vuestro padre es uno solo: el del cielo» (Mt 23, 9). La cercanía proceso de la tradición en el cristianismo primitivo. Mateo añadió
de Dios como Abba llena y penetra esta nueva comunidad me- a la invocación (Padre nuestro» la expresión «(que estás en los
siánica de Jesús hasta tal punto que la función y la autoridad de cielos» y estableció así una distancia respecto a la cercanía de
los padres terrenos desaparecen. La comunidad mesiánica que Dios como Abba. Pablo sabía aún que en Roma y en Oalacia las
Jesús reúne en tomo a sí contrasta, en este sentido, con la sociedad comunidades cristianas se dirigían a Dios con el tratamiento de
patriarcal de aquella época; pero no con las madres, los padres, Abba; pero poco después desaparecerá este tratamiento de las
las hennanas y los hennanos en concreto: el que hace la voluntad celebraciones cristianas; para ceder el puesto a tratamientos dis-
del Padre celestial es miembro de esta nueva comunidad mesiá- tanciados. Las comunidades asumieron las palabras hebreas amen
nica. Por eso la madre de Jesús y sus hermanos se encuentran y aLeLu.va, que siguen vigentes hasta hoy; pero no OCUITióasí con
también, más tarde, en la comunidad: no como madre ni como abba y con el marallaflw del cristianismo primitivo, No fue un
hennanos, sino como creyentes (Hech 1, 14). azar. El hecho indica que la proximidad de Dios como Padre,
expresada con el término abba, y la cercanía del reino, que"nurría
• El misterio del Abba divino rompe los lazos de su origen y
orienta a Jesús hacia el futuro del reino mesiánico. Bajo la guía la acción de Jesús, se implican mutuamente. Con el retraso de
la parusía se percibió de nuevo la distancia espacial frente al
del Abba camina Jesús al nuevo espacio social y religioso de un
futuro incierto: el reino de Dios. cielo y la distancia temporal respecto al reino que ha de venir.
Pablo cita en Rom 8, 15 yen Gál 4, 6 la invocación de Jesús
en arameo, «Abba, padre querido», como invocación de la co-
3. Jesús, persona en re/acial/es sociales
munidad cristiana. Era presumiblemente la invocación de los
carismáticos. El que cree en el mesías Jesús participará en su
Como hemos visto, Jesús vivió en intercambio de relaciones
relación íntima con Dios: como Jesús y con él ora al Abba, el
con pobres, enfermos, pecadores y marginados, y en medio de
Padre querido. Las consecuencias son análogas: en la comunión
estas relaciones difundió su eWlIlgefio. En combinación con la
con el «primogénito» entre muchos hermanos y hermanas, los
fe de los afectados se produjeron los milagros del tiempo me-
fieles se sienten «niños de Dios». Como Jesús, y para seguirle,
siánico. En sus relaciones con los discípulos y discípulas que le
rompen con las fuerzas arcaicas de la procedencia de una familia,
seguían, Jesús descubrió su secreto mesiánico. Hay que examinar
• una posición social y una cultura, y viven en la libertad del
más de cerca su vida en estas relaciones sociales, ya que sólo
Espíritu y desde el futuro del reino mesiánico. Por eso la invo-
desde sus relaciones y su convivencia se puede entender lo que
cación Abba pasa a ser, en el pueblo mesiánico de Dios, la más ocurre en la vida de las personas.
alta expresión de la libertad.
La fórmula teológica posterior sobre al «Padre de nuestro
Señor Jesucristo» conserva exactamente el lenguaje de Jesús so- a) Jesú.\' y Sil ('()fl\'iI't'lIcia CO/l lJIujeres y hOlJlbres

10. G. Lohfink, Wie h(¡r JeslIS Gemeillde gell'ollt?, Freiburg 11987, 62.
Hemos expuesto ya cómo ksús r~unió a un grupo de segui-
Pero resulta incomprensible cómo, según G. Lohfink, en la nueva familia de
CriSto no d~be haber un úuominío patriarcal» sino comunión de hermanos, mas dores; por eso nos ceñiremos aquí a las relaciones entre Jesús y
no de h..:rmanas. las mujeres en esa comunidad, especialmente con las mujeres

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20-/. Lu misiol! lIIesiálli¡'u ,Je Crislo


205

que formaron pane de! grupo de seguidores. Ellas fueron las b) JeslÍs e Israel
últimas testigos de su llluel1e y los primeros de su resurrección .
• Pero ~stas mujeres estuvieron cerca de Jesús, no sólo al final
Jesús V1VIO y actuó siempre dentro de una comunidad; por
sino tambié.n en su vida y actividadll. La mujer con flujos de
eso recibió de ella muchos estímulos y ejerció un papel en ella.--
sangre (Mc 5, 24ss) obtiene de Jesús la sa.lud que necesita sin
Según datos de los evangelios, su \'inCIl/acióll a J.srael fue tan
su consentimiento. La mujer cananea (Mt 15, 2Iss)'convence a
estrecha como la de Juan Bautista, La unidad de Jesús e Israel
Jesús de la generosidad de su Dios, que no se detiene en las fue de especial importancia para la cUl/lfl1lidad jfu/eocristiaJltl
fronteras de Israel. La pobre prostituta (Lc 7, 36ss) entra sin primitiva. Según I\1c 3, 14, Jesús «designó a doce para que
miedo en la casa del fariseo y le unge los pies a Jesús. Marta, estuvieran con él y para enviarlos:_.». Eligió de entre la mul-
hermana de Lázaro, insta a Jesús a resucitar a su hermano difunto titud de sus seguidores a doce discípulos y les hizo campanir
y lo reconoce como e! Cristo de Dios (Jn 11, 1955). su propia misión mesi:inica (Mt 10, 5s$). El número doce re-
También hay que recordar a la gran desconocida que unge la presenta a las doce trib((s de Israel, porque la esperanza me-
cabeza a Jesús en Betania, como sólo se hacía a los reyes (Me si:inica iba dirigida al restablecimiento de este pueblo en el
14, 3ss). Lo que estas mujeres hacen a Jesús es tan imponante, tiempo de salvación. Según Ezequiel, ese restablecimiento lle-
según los evangelios sinópticos, como lo que Jesús hace por ellas. vaba consigo la recuperación del territorio de Israel. La elec-
En la crucifixión está presente el grupo de mujeres y contempla ción de los Doce es una acción mesiánica: con ellos empezará
(SEffiPEtV) su muerte, es decir, participa ,en su agonía. Ellas no la congregación definitiva de Israel en el pueblo de Dios
huyen como los discípulos. Sólo «se asustan» ante el sepulcro renovado'~. Por eso Jesús los envía a {<lOdoIsraeb>, p~ro no a
vacío. Comunican el mensaje pascual a los discípulos. Estas los paganos (Mt 10, 5). Si el reino de Dios (<está cerca» según
mujeres viven de cerca el misterio d~ la muerte y la resurrección el men~aje de Jesús, debe empezi.lr la congregación del pueblo
de Jesús. Los relatos dan a entender que sin ellas no habría de Dios para este Reino. Enronces Israel será la luz mesiánica
testimonios auténticos sobre la muerte y resurrección de Cristo. de los pueblos y éstos irán a Sión para recibir la justicia de Dios
También en lo que respecta al «servicio» voluntario de Jesús (ls 2, 1-3). En este orden,la salvación es «primero para los
como alternativa al dominio y opresión política (I"le 10, 45), las judíos y después para los pagnnos» 13.
mujeres están más cerca de él, porque sólo a ellas se atribuye Aunque Jesús se dirige primero a Israel, su gesto no tiene un
este blQ.Kovelv (Me 15, 41). En la convivencia del servicio re. sentido exclusivo, porque Dios mira a través de Israel a las
cíproco sin dominio ni opresión, ellas realizan la libertad que naciones y a la tierra entera. La institución de los doce discípulos
Jesús trajo al mundo. La disposición de las mujeres para el ser. para evangelizar a Israel no es lo mismo que la invitación al
vicio y su proximidad en la muerte y resurrección de J~sús son'- seguimiento de Jesús, ni equivale a la comunidad de mujeres y
• importantes también para Jesús, no sólo para ellas. El hecho de hOll1br~s qll~sigLli~ron a J~slb. Ti~ne una significación simbólica
que Jesús fuese varón no reviste aquí ninguna importancia. En tan sólo para Israel. Con la institución de los Doce, Jesús no
la convivencia de Jesús y las mujeres queda patente el elemento fundó una Iglesia, y sólo pensó en Israel. Este círculo recibió
humano que la nueva creación de todas las cosas y re ladones posteriormente a un miembro más: t\'btías, que vino a ocupar la
deja en franquía.
:.
11. C. LulifinK, \Vil! llíll Jr:SII.\ t.l!l/Icimle gl.'\l'oll/?, 11: "Con la institución
de los Dllc~ y con su anLlllciu d..:1 rcillo d~ Dios l,:olllicllLa ya [¡.l C;o;.istClll:j¡¡dd
11. R..:cnjo aquí los rcsultados de las invcstig:u.:ioncs dc E. tvlollmonn-
l~r¡¡elCSCilt, lllígictl».
Wcnucl, Das Lt./Ild 11'0 MilclJ I/Jld f10llig ¡lil.'ss/, y remitu para más uelalles o
este I¡nro. - 13. E. Kaselllallll, LlIIn "1"111:1111I¡fa u"l"ltri.lffú-hell A¡lOkali¡ltik, eH Ere-
gerischl! Ver.JucJll! l/J1d Bt'.lil/llUl1gel/ 11, GÜllingcll 1964, 115.

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206 La misión mesiánica de Cristo . Jesús. ptrsOJt(j mesia/lica rII Jel'l!lIir 207 !=-••••
vacante de Judas. El círculo na se propagó en adelante. Proba- con sus discípulos)~ a seguirle (Mc 8, 34). el «pueblo» está com-
blemente se disolvió cuando el cristianismo había agolado sus puesto de los pobres, los apátridas, el «desecho». No tienen
posibilidades intrajudías. De ahí que sea insostenible y perjudicial identidad, ni voz, ni poder, ni representación alguna. «Pueblo»
_el intento de fundamentar histórica y Dogmáticamente la Iglesia, es un término de dominación utilizado por el estamento domi-
• en la vocación dé los Doce, porque de ese modo la Iglesia des- nador: las clases dominantes llaman plebs, plebe, pueblo, a la
plaza a Israel de la historia de la salvación. La Iglesia compuesta masa humana, y la confinan socialmente a la tierra de nadie.
«de judíos y paganos» surgió sólo después de la resurrección y También la dominación cultural define y confina, al «pueblo» a
por la experiencia del Espíritu, coincidiendo con el rechazo del su mouo: es la muchedumbre sin «pastores», sin identidad reli-
evangelio por «todo Israel»14. Sin embargo. esta esperanza ju- giosa ni étnica válida. La palabra lcuó, designa al pueblo de
deocristiana primitiva en el restablecimiento del pueblo de las Dios, Israel, y la palabra £Svr¡ a los otros pueblos; pero OZ).o,
doce tribus liga a Jesús con su pueblo en una unidad que los se aplica a esa muchedumbre aplastada. En Galilea era la po-
pagano-cristianos no deben romper. Los sinópticos narran la his- blación judía de campo, pero no era denominada así por ser judía,
toria vital de Jesús en el esquema del recuerdo colectivo de la sino por ser pobre. Por eso la solidaridad de Jesús con ese pueblo
historia de Israel. La esperanza del pueblo en el futuro se resume lleva implícito un cierto universalismo que incluye a todos los
en la espera del Mesías, En el anuncio del evangelio a las naciones pobres y miserables. Jesús acoge a los «réprobos de esta tierra»
está presente Israel; como, a la inversa, los paganocristianos (Fr. Fanon) como «familia» suya y descubre en ellos el fmuro
participan, con su fe, en el recuerdo, en la esperanza y también germinal del reino y de la nueva creación de Dios. Su «com-
en los sufrimientos del pueblo de Dios, Israel". pasión)~ no es una conmiseración, sino la fanna de la justicia de
Dios en un mundo injusto. Estos «últimos,) serán los «prill1eros~).
Jesús no se limita a presentarse a este pueblo en nombre de Dios;
c) JeslÍs y el pueblo es también su representante, al igual que el pueblo le representa
a él Como él es uno de ellos, ellos son sus hermanos y hernlanas
El evangelio de Marcos indica que hubo al principio una menores (Mt 25, 41l)..
relación muy estrecha entre Jesús y el pueblo (ojlos)". Según
Me 3, 34, el pueblo es su verdadera «familia», mientras que Mt
12,46 pone a ,<los discípulos» en lugar del pueblo. Adondequiera 4. La persona rridimensional de Jesucristo
que Jesús va, en Galilea, el pueblo pobre y miserable se reúne
a su alrededor. El enseña, ellos le traen sus enfermos, Jesús los Resun.imos las conclusiones de lo expuesto:
cura y ellos caminan con él. La miseria del pueblo despierta en
• él la compasión divina (Mc 6, 34). Invita «al pueblo juntamente a) La confesión de Jesús como el Cristo de Dios supone su
reconocimiento como persona escatológica. En él están presentes
14. Es lo que ha señalado con especial claridad E. Peterson, Die Kirche
ausjllden IInd Heiden, en TheoJogische Trakiate, München 1951,239-292. ¡ ;,- el mesías de Israel, el hijo del hombre para las naciones y la
15. er. cap. l. 9 4. futura sabiduría de la creación. El es el reino de Dios en persona
16. Cf. Ahn Byung-Mu, Jesus l/lid das Minjullg im Markusevangelium. y el comienzo de la nueva creación de todas las cosas. Por eso
en J. Moltmann (ed.), Milljung-Theologie des Vo//.:es COlles in Süd.Korea.
es el soporte de la esperanza del mundo. En él reconocen los
Neukirchen 1984. 130-132, Y la nueva teología minjllllg, que traduce la palabra
ojlos con el vocblo Coreano minjllllg, que no se identifica con la palabra creyen(es al hombre mesiá/lico.
«pueblo». er. 1. B. Metz, Kirche lInd Vo//.:, en Claube in Ct!schichte und
Gesellschafr. Mainz 1977, i20-135; J. Moltmann. Sofidaritdt des Volkes, en b) La confesión de Jesús como el Cristo de Dios supone el
Neller Lebensstil. Schritte zur GemeimJe. München ~1977, 114-136. reconocimien(o ue su perSOllll (eo/t5gica. El es el hijo de Dios,

. ;.
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----------

208
La misión m~sidllicadt Cristo

a quien llamó Abba, Padre querido. Como hijo de Dios, vive


11-'Jlis, 11I:rJOIW lIIesíúnica en del'ellir 209

I
II
totalmente en Dios y Dios totalmente en él. Esta relucÍón única File bClllfiz.ado por Jlion Bawista,

con Dios la ofrece a_todos los_que creen en él. y como hijos de lIello dt'I Espfrillt SUI/tu

Dios. dicen Como él Abba. -Ellos participan en el gozo de Jesús. para ammciar a los pobres el reino de Dios,
• En él reconocen los creyentes al hombre filia/. curar a los en/anos,
(/coger a lus /1U1rginadus,
e) La confesión de Jesús como el Cris[Q supone también su despertar a Israel/mm 1(1 sal\'{/cióll de las naciones,
reconocimiento como persona social. El es el hem1uno de los
pobres, el aliado del pueblo, el amigo de los abandonados,
que se apiada de los enfermos. El sana mediante la solidaridad
el
y cumlXulect:rJe de todo pueblo.
I
y difunde su libertad y su poder curativo a través de su comunidad.
En él reconocen las personas afectadas al hombre fraternnl17• En
cada una de estas tres dimensiones, Jesús, el Cristo de Dios, es
una persona pública y no meramente privada. Es una persona
que cumple una misión pública de Dios y es la personificación
de los intereses públicos del pueblo.

La atención exclusiva a una de estas dimensiones en la per.


sana de Jesús, el Cristo, lleva a posiciones unilaterales, con
fatales consecuencias. La cristología tradicional sólo ha retle.
xionado sobre la persona teológica del hombre Dios, Jesucristo.
La nueva teología es~atológica ha reflexionado sobre la per-
sona escaro lógica de Jesucristo. Las teologías contextuales más
recientes han presentado la persona social de Jesucristo. Estas
dos direcciones más recientes han tomado de nuevo en serio,
frente a (a cristología del credo niceno y del credo de los
apóstoles, la misión mesiánica y social de Cristo, de la que
nada se dice en ambas profesiones de fe, salvo una coma entre
«se hizo hombre» y «padeció», o .entre «nació» y (padeció»,
No podemos cerrar este capítulo sobre [a q1isión mesiánica de
Jesucristo sin hacer una propuesta de complementación a am-
bos credos de la Iglesia antigua, Para e)Io no se precisa alterar
el texto de la tradición, -pero hay que conocer su sentido. Des- ,.
• pués de «nació de sama María virgen>~ o (y se hizo hombre»,
es consecuente añadir:

17, No considero al Jesús !err~no Como el «hombre regio» al estilo de


K, Banh, Kircldiche Duglllarik IV/2, ~ 74, 3, 137ss, porque eSlimo que la
,.soberunía regia» úe Jes~s cumienza con su e!t:vución y culmina en su parusfa,
y su retroproyección al Jesús terreno sólo conúuce a una christ%gía gloriae
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que deja de Jada a Jos pobres y las flaquezas humanas del Jesús lerreno.
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El horizonte ápqcalíptico
de la historia del mundo
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r La historia de Cristo ocupa el centro de la fe cristiana.


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y en el centro de la hislOria de Cristo está su pasión y muerte
en la cruz. Hay que tomar aquí en serio la palabra "pasión» en
su doble sentido para comprender el misterio de Jesús: La historia
de Cristo es la hislOria de una gran pasión, de una entrega apa-
sionada a Dios y a su reino, y llegó a ser a la vez y por eso la
historia de un inaudito sufrimienlO, de una agonía morral. En el
cenn'o de la fe cristiana figura el sufrimiento del Cristo apasio-
nado. La hislOria de su vida y la historia de sus padecimientos
se implican mutuamente'. Ellas muestran el lado activo y el lado
pasivo de Cristo.
En los primeros tiempos se pasó por alto, muchas veces, el
apasionamiento que llevó' a Cristo a aquellos sufrimientos. El

IV «varón de dolores» se convirtió en símbolo de la entrega estúpida


a un aiste destino. Hoy se suele olvidar el sufrimiento que todo
apasionamiento trae consigo. Uno de los sueños de la sociedad

Los sufrimientos moderna es ser feliz sin dolor y superar todo sufrimiento. Pero
como eso es inalcanzable, se calman los dolores, se evitan los
sufrimientos y se rehuye la pasión por la vida. Pero la vida sin
apocalípticos de Cristo apasionamiento es una vida pobre. La vida sin disposición
el sufrimiento resulta superficial. El temor al apasionamiento
para

l. Los evangelios son ~lgo más que meros «rclalOS de la pasión con una
amplia introuucci6n),. (,;01110 dijo l\'lartin Kilhler en expresión «un tanro pro.
vocativa~. Der sogcllnantc histo,.;sche ¡(!Sus lllld der geschichtliche Chrisrus,
Lcipzig ~1896.80.

_.
214- Los suj,imiemo.s apocalípticos de Cristo
El hOJ:!zollte. apocalíptico de la historia del ;nulldo 215

debe superarse igual" que el miedo al sufrimiento si la vida se ha lo presupongo para la presente teología apocaliptica de los su-
de vivir realmente y se ha de afirmar hasta la muerte. frimientos de Cristo.
Nosotros emplearemos como fibra de la teología de la C111Z El año 1980 continué en el libro Trinidad y reino de Dios
que vamos. a desarrollar aquí la expresión «sufrimientos de esa doctrina sobre Dios que nace de la teologia de la .C111Z, y
Cristo». Al igual que pussio. en latín, náolljla en griego tiene el desarrollé una teoría de la trinidad que se basa en el amor esencial
doble significado o apetito y sufrimiento. 'f;~ de Dios, .amor que se da a conocer, en' la historia de las relaciones
Vocablos como «sufrimiento>,>, «tribulación», «ignominia» v mutuas del Padre, del Hijo y del Espíritu, y que en la perijóresis
«oprobio» de Cristo expresan en el nuevo testamento, sobre tod~ de las personas divinas pasa a' ser el prototipo de la comunión
en Pablo: 1. los sufrimientos personales de Jesús desde el Get- de los hombres y de todas las criaturas'. En el capítulo IlI, «La
semaní hasta el Gólgota; 2. los sufrimientos del apóstol. que historia del Hijo», trascendía el tema «cruz y resurrección» para
anunCIa el evangelIo de Cristo y por eso es perseguido y tiene integrar por un lado «la misión del Hijo» y por otro «el': futuro
que padecer; 3. los sufrimientos dé la ceremoniá que gime en del Hijü» en la clistología trinitaria. También doy por sobreen-
el tiempo presente. Los «sufrimientos de CrÍsto» no se limitan. tendidas estas tesis y las complemento abordando ahora el ho-
pues, a Jesús, sino que tienen dünensiones universales porque rizonte apocalíptico de los «sufrimientos de Cristo». Si hago
están en el horizonte apocalíptico del tiempo fijado. para. todos. enmiendas o retoques, lo señalaré expresamente.
Pero los sufrimientos apocalípticos del «tiempo presente» se re- La vida de Jesús se caracterjza por el sufrimiento, no sólo al
sumen en los «sufrimientos de Cristo» sobre el Gólgota. Jesús final de ella sino también en la trayectoría de su mensaje mesiá-
los padece en solidaridad con otros, en representación por muchos nico. Su apasionamiento mesiánico le trajo la experiencia de los
y como amicipo por el sufrimiento de toda la creación. Consi~ sufrimientos apocalípticos. Por eso Jesús contesta a la pregunta
deremos el lado exclusivo y el lado inclusivo de los «sufrimientos por el mesías con el anuncio de la pasión y con la invitación a
de Cristo» para esbozar una cristología que sea significativa ante seguirle en el sufrimiento (Me 8, 27-35). El reino de Dios, cuya
los sufrimientos de nuestra época. . cercanía él anuncia y vive, no api.mta sólo a la vertiente ética del
Hago así un nuevo planteamiento frente a la teoloo-ía de la sermón de la montaña sino también a la vertiente apocalíptica
, b

cruz que eláboré en año 1972 en el Dios crucificado. En aquel del fin de «este m~ndo>, (Mc 13; Mt 24; Lc 21)'. El-reino de
hbro me mteresaba la cuestión del significado de la muerte de Dios, entendido upocalíptic;amente, supone el fin del presente
Cristo para Dios mismo. Traté de superar el viejo axioma me~ tíempo cósmíco y el comienzo de la nueva creación. Por eso
tafísico de la apatia en la doctrina sobre Dios, parapo¡ler hablar llega acompañado de callamidades y tentaciones escatológicas.
no ya metafóricamente, sino directamente, de esencial ,<sufri- Estas suponen la catástrofe final para «este mundo»; pero son en
miento de Dimp>. Vi en el grito. desgarrador de Cristo al morir realidad los dolores de parto del nuevo mundo. Estos «mundos»
en la cruz el criterio para toda teología que pretenda ser cristiana. son «tiempos cósmicos» (eones); no se trata del cielo ni" de la
La teología de la cruz entraba, a mi entender, en el horízonte de tierra. La liberación de las «vinculaciones perversas de este mun-
do» dispone ya a «servir con gratitud» a las «criaturas de Dios»5.
la teodicea y se oponía tanto al teísmo abstracto como al ateísmo
2 La apocaÚptica no tiene nada que ver con el maniqueísmo, sino
abstracto . No repetjré nada de lo dicho en ese libro, sino que
3. Cf. W. Breuning led.). T,.illit¿¡t. Aktuelle Pe,spekril'ell del' Theologie,
2. ef. M_~We¡ker (ed.), Diskussion lIber «De.'" gekreu<.igtc Cou», Mün- QD 101, Freiburg 1984
chen 1979; P .. L. Mamase. Krcuzestheo{ogie. Eine Auseinanderset::,ullg mil 1. 4. Frente a la concepción ética de! reino de Dios en Albrecht Rítschl,
[~!().ltm.anl1"Frelburg 1978; W. Me Williams, The Passioll of Gog. Divine Johanne:; Wel::;s uestncó su peculiariedad apocalíptica: Die Predigr .1esu l'om
:'>uifermg In Contemporary Protestant Thcology, Macan-Georgia 1985; J.-P.
Theve~az, ~DasslOn de Dieu, passiolls Jzlllnaines et ..\~Vlnpathie des dIOses: Re\'.
Reiche Cortes e 1900), Gottingen J 1964.
3. Cf. la formulación de la tesis II d~ la Declaración Teológica de Bannen
de Theologle et de Philosophie lJ 9 (1987) 303-321.
(d. cap. III. n. 68).

' •.
. ,
.216 Los sufrimientos apocalípticos de Cristo El horizonte apocolfptico de la. historia del mundo 217

que es esperanza en el autor de una nueva creación. Cuando este de Dios. como conjeturó Albert Schweitzer6, sjno para dar. un.
nuevo eón que es el reino de Dios llega. en la figúra y el mensaje sentido escatológico. a su fracaso sufrimiento al ser rechazado
del Jesús de Galilea, pobre e indefenso, al eón presente y a ese por los representantes de su pueblo y morir en la cruz de los
centro de poder que es Jerusalén. aparecen los sufrimientos es- 'romanos. Según Mc 14, 25, con los discípulos 'vincula. su muerte
catológicos'.~on sus conflictos y tribulaciones, En relación con con el reino de Dios. Según Le 22, IS, «de. ahora en"adelante»
su mensaje del reino de Dios, sus sufrimientos no son sufri- Jesús no beberá el vino '"hasta que venga el reino de Dios».
, '
mientos personaJes,' sino de los sufrimientos' apocalípti~os que él El nexo entre mesianismo y apocalíptica hace que los evan-
sobrelleva en favor del mundo. No son.sufrimientos formitos sino gelios sinópticos presenten la .muerte de Cristo en el Gólgota con
. necesarios. No son sufrimientos estériles que destruyen algo bue- fenómenos apocalípticos: las tinieblas envuelven la tierra, el velo
no sino sufrimientos fecundos que engendran el bien, como los del templo se. rasga, la tierra tiembla, las rocas se parten, los
dolores de parto: «Cuando una mujer va a dar a luz siente angustia sepulcros se abren, los ~antos resucitan y se aparecen ... (Mt 15,
porque le ha llegado la hora;' pero, en cuanto da a luz al niño, 45-56 par). A la luz de su mensaje mesiánico sobre el reino de
ya no se acuerda.del apuro, por la alegria de que un hombre haya Dios y del nuevo eón, la resistencia que encuentra Jesús y la
venido al mundo. Por eso ahora también vosotros estáis tristes, pasión y muerte que padece se interpretan en sentido apocalíptico,
pero cuando volváis a velme os alegraréis, y esa alegria no os como síntesis y anticipo de los sufrimientos finales, en los que
la quitará nadie» (Jn 16, 20-23). La invitación de Jesús al se- el «mundo presente» perece para dar paso al «nuevo mundo».
guimiento lleva a las personas a romper con los lazos y las fuerzas Al igual que el mensaje sobre el reino de Dios, el aconte-
dominantes en busca de la nueva creación, y las expone también cimiento pascual escatológico proyecta nna luz apocalíptica sobre
a ser perseguidas por esas fuerzas y a tener que sufrir. A la luz «el sufrimiento de Cristo». Si este Jesús de Galilea crucificado
de la nueva creación, los sufrimientos de las personas que siguen fue <<resucitadode la muerte» antes que todos los demás, vivirá
a Jesús son también sufrimientos escatológicos (7tElpo.Q'~Ó~). ya ahora en el nuevo mundo de la vida eterna. Con este «primer
. Esas personas son enviadas como «ovejas entre lobos», pero el fruto» de los que dUlmieron hizo Dios lo que al final hará con
futuro de la nueva creación no es de los <<lobos»sino del «cordero todos los humanos.
de Dios» (Mt 10, 34: Me 13; Le 12,51) .• Quebrantó el poder de la muerte en la persona de Jesús. Si
Jesús está en comnnión con el Israel doliente y sus profetas interpretamos su resurrección como anticipo de la resurrección
perseguidos. Juan Bautista fue asesinado por los P9derosos, como general de los muertos, ¿cómo habrá que entender su muerte?
. muchos profetas antes de él (Le 13. 34; Mt 23, 37-39). No sólo Su muerte será entonces el anticipo de la muerte universal y
los seguidores de Jesús; también su predecesores proféticos pa- absoluta, y no sólo su final privado. Pero como anticipo de la
saron estos sufrimientos escatológicos por causa de su mensaje. m,uerte universal. ej Gólgota es el anticipo del fin del mundo y
Los «sufiimientos apocalípticos de Cristo» llevan las marcas de del comienzo del nuevo mundo, el anticipo del juicio de Dios,
los sufrimientos de Israel, del pueblo de Dios en este mundo que da lugar al reino de justicia. En Cristo, como pars pro toto,
malvado .. aconteció ya lo que acontecerá a todos. Por eso él padeció en
Al predecir la ruina del templo y anunciar el nuevo templo representación nuestra lo que amenaza a todos. Pero si él padeció
del mesías, Jesús evoca el tiempo final y escandaliza a los sacer- en representación nuestra lo que a todos amenaza, entonces con
dotes del templo. Tal es el significado de la tradición sobre sn su representación libera a todos de esta amenaza y nos abre el
encuentro con el poder imperial. Roma, y con su representante futuro de la nueva creación. No sólo como persona privada pro-
en Jerusalén, POllcio Pi/aro. Es la confrontación del mesías del cedente de Galilea, no sólo como mesías de Israel, no sólo como
nuevo mundo con los tiranos del mundo perecedero. Jesús buscó
6. A. Schweitzer. Die Uisung der Konsequenrcn Eschatologie, en Ces-
estas confrontaciones, presumiblemente, no para forzar un .juicio c:hichte de,. Leben.Jesl/.Fnrsclumg (1913), Tübingen "'1951, 39055.

I .
218 Los sufrirniemos apocal/plicas de Cristo 219
El íwrü:onie apocalíptico de la historia del mundo.

hijo del hombre para las naciones, 'sino también como cabeza y sionamiento apostólico por el evangelio y por. la nueva creación
sabiduría de toda la creación experimentó los sufrimientos es- de la comunidad, Por eso los sufrimientos apostólicos como la
catológicos y murió por la nueva creación de' todas 'las cosas. persecución, la cárcel, la pobreza y el hambresou también su-
«El sufrimiento en este cosmos es universal porque es un sufrir frimjentos de Cristo y, como tales, son dolores de parto de la
con el sufrimiento de Cristo, que entró en este cosmos pero superó nueva creación. Pablo entendió así toda su existencia apostólica:
el cosmos al resucitar de la rnuene» 7. «Llevamos siempre en. nuestros cuerpos la agonía de Jesús, a fin .
.En 1'os «sufiimient'os de Cristo» se anticipan y se experimentan de que también la vida de jesús se manifieste ep' nuestro cuerpo>.,
en forma vicaria los sufrimientos escat.ológicos del mundo entero. (2 Cor 4, 10)10,
Los «sufrimientos de Cristo» son una parte de la historia de Si él entiende sus sufrimientos como revelación de los su-
sufrimientos de Israel y de los profetas de Dios. Por eso es Dosible frimientos de Cristo, los ve también como. particjtp"aciónen los
la «comunión en sus padecimientos», la KOl vcovia Iw,Sr¡.J..~áTÜ}V sufrirnien'tos apocalípticos, en los que este mund~~~perece, para
aliToü (Flp 3, 10), Esta «comunión en Jos pade~imientos de que nazca el nuevo mundo de Dios. La comunida' de Clisto es
Cristo» se da en los apóstoles del eva."1gelio,en los mártires de para él el verdadero comienzo de la nueva creación en medio de
la fe y de la resistencia, en el pueblo pobre y en la creación que' este caduco (2 Cor 5, 17), Los sufrimientos del apóstol son, pues,
gime,. «Los Tl:aSl1~6:ra aparecen así (con la idea de Ó vüv KU1PÓt:;. sufrimientos por el nacimiento y la vida de la comunidad cris-
Rom 8, 18) como sufrimientos que nacen necesariamente de' la tiana.
oposición entre el acontecimiento de Cristo y el ser del presente La «comunión en los padecimientos de Cristo» (Flp 3, la)
eón, Los rraS'1f!ám WU vuv KCtlpOÜno son sino los rraS'1f!áTa va más allá de los sufrimientos particulares del apóstol y abarca
o SAÚj/£lt:; T00 XplGT00»8. a toda la comunidad de elisto, que se convierte en el testimonio
Los «sufrimientos de Cristo» no son únicamente los sufri- de elisto y revela ~a nueva creación en este mundo. Ella asume
mientos de Cristo sino también sufrimientos por causa de Cristo la confrontación con los poderes de este mundo, con la injusticia
padecidos por apóstoles y mártires. «Ahora me alegro por los i la violencia, y entra ~n el contlicto de las dos eones. Estos
sufrimientos que soporto por vosotros, y padezco en mi came lo confiere a la comunidad de Cristo el derecho y el deber de atender
que falta a las penalidades de Cristo, en favor de su cuerpo, que a sus lJ1.ártires particulares y orieatarse en su fe y su resistencia.
es la Iglesia» (Col L 24), No es que el apóstol considere incom- Ello puede significar un distanciamiento religioso si se hace d~l
, pletos e inacabados los sufrimientos de Cristo. El no se siente terna de los mártires un culto especial :\los samos; pero es sm
desde luego un «segundo Cristo» o una «continuación de Cristo»0. duda una señal de aburguesamiento del cristianismo que una
Tampoco busca una mística del sufrimiento. Pero no padece sólo fglesia desatienda y olvide a sus mártires, ya que la fuerza de la
por Cristo, sino que sus sufrimientos apostólicos 'son sl~frimien.t()s r~sulTecciól1 se experimenta especialmente por in. comunión en
con Cristo. Cristo padece en él, porque está presente en el apa- los padecimientos de Cristo (Flp 3, 10). Si se menosyrecian estos
padecimientos. desaparecen también de la Iglesia el dinamismo
7 E, Peterson, Zeuge der Wahrheit, en Theologische Traktelte, Müncl1en
1951, [87s. Pero invertimos Clquí su pensamiento: los sufrimientos de CriS[Q
Que la resurrección posee para su fe! l. 1-
son universales porque son sufrimientos con el cosmos. eL Moltmaul1, El Dios
1 La «comunión en los padecimientos de Cristt va más allá
crucUlcado, Salamanca 1975, 84ss. de la comunidad de Cristo y de sus mártires, porque tos sufri-
8. Art. ná.Sl1flCt. en ThWNT V, 933. Así también P. Stuhlmacher, Ce-
rech,ligkei! C.0tles bei PuuiLF. G¡iuingen 1965, 232: «El sufrimiento que es- 10. w. Schrage. Leld. Kreu::. wu! Escha{()l1. Die Perisrase¡¡karaloge als
claVIza anóOlmamente ;:¡J mundo se hace visible a los cristianos (yen ellos) Merkmale puulí¡¡isc!Ier theologia crucis 1II1S Eschawlogie: EvTh 34 (1974) 141-
como la lucha del C[eadol .. en torno a sus uerechos sobre su creacióm>.
175.
9. Como entendió la Iglesia Pío XII en la encíclica Mvsticis corpons 11. J .. Moltmann, Die Leiden dieser Zei!. Die Kirche !LI1d ihre ;Y/iirtyrer:
(943). . -
EK 18 (1985) 440-444.
220 Los swfrjmit!ntos apoca[(pticos d~ Cristo El horir.ollt~ apocaliprico d~ la hisroria d~1 mundo 221.

mientas escatológicos a£ect~n a toda la creación. Pero ¿quiénes rizonte del final de los tiempos. La experiencia cristiana originaria
., son las primeras vfctimas de los «sufrimientos de este eón? Son ". : sobre el tiempo se expresa en la «expect~tiva»: «El fmal de todo
los débiles. los pobres 'y los' enfermos. En la. lúcha por el poder está cerca» (1 Pe 4, 7). <<1aapariencia de este mundo pasa»
que caracteriza a «este murido», los débiles' son los que más (1 Cor 7,31), «la noche está avanzada, el día se echa encima»
. sufren, los oprimidos son los primeros sacrificados y los niños (Rom 13. 12). Los «sufrimientos de Cristo» adquieren su sentido
los primeros que mu.eren. soteriológico en el marco del inminente final de este eón y del
En la lucha por 1a riqueza, los hombres destruyen a las cria- comienzo de la • nueva y eterna creación. La «expectativa» no' es
turas más débiles. Primero. la naturaleza muere su muerte silen- una cuenta aritmética de los plazos de tiempo, pues el tiempo
ciosa, después muere también la especie humana. No se trata de no se entiende en ella como jronos. La «expectativa» tampoco
la muerte como algo normal O natural, sino en el horizonte apo- es una actitud existencial que aguarda en cada instante futuro la
calíptico, porque. la gran agonía apocalíptica, la muerte universal, eternidad, porque no entiende el tiempo como kairós. Expectativa
ha comenzado ya: «Este mundo» pasa. es la espera del fin del eón temporal, perecédero en su te~po-
Los sistem~s injustos de la economía mundial y las hege- ralidad; por tanto, la espera del final de los tiempos al comienzo
monías políticas les cuestan la vida cada año a millones de per- del nuevo eón que dura siempre. La expectativa no es uria con-
sonas, comenzando por los niños del tercer mundo. ciencia catastrofista, aunque las catástrofes de la naturaleza.y la
Los sistemas de explotación científico-técnica destruyen la historia se interpretaban a menudo en la apocalíptica judía y
biosfera de la tierra y exterminan cada año cientos de especies cristiana como signo escatológico del próximo final del tiempo.
vegetales y animales. El sistema de disuasión nuclear destruyen La expectativa del nuevo testamento no se mienta a la muerte
progresivamente, por la angustia y el cinismo, la humanidad de de este mundo sino al nacimiento del nuevo mundo. Porque el
los pueblos. Ante este exterminio del mundo por la obra de reino de Dios está «cerca», también el fin de este mundo perdido.
hombres, las víctimas de la injusticia y la violencia se convierten La expectativa no guarda relación con la dialéctica metafísica de
hoy en testigos de la' denuncia de Dios y de la necesidad de la tiempo y eternidad sino con la idea de los eones. La temporalidad
conversión, ya que ellos son los más pequeños de los hermanos es lo peculiar de este eón, no del eón futuro. Por eso el final de
y hermanas del hijo del hombre-juez universal CMt 25). y si los tiempos tampoco' se puede medir con las categorías del tiem-
pertenecen a la comunidad de Cristo, sus sufrimientos son tam- po, ni cronológicamente como fecha ni kairológicamente como
bién «sufrimientos de ~risto», porque él es uno de ellos y ellos plazo.
son su pueblo. El mensaje de las personas y las criaturas que
• Lo que vendrá después sólo se puede parafrasear como «tiem- '
mueren en la injusticia y la violencia está en su martirio colectivo. po sin tiempo» y como «principio sin fin»14 _ No es la eternidad
. «La agonía de Jesús durará hasta el fin del mundo», cscribió absoluta de Dios sino la eternidad relativa o el tiempo eónico de
Pascal". Pero también es verdad la afirmación inversa: en la la nueva creación transfigurada, en la que no habrá muerte ni
agonía de Cristo este mundo toca a su fin. tiempo transitorio.
Percibir la dimensión universal apocalíptica en lbs «sufri- Teniendo en cuenta la peculiaridad de este pensamiento eó-
mientos de C¡,isto» significa recordar estos sufrimientos «en el nico, es un error afirmar, con Rudolf Bultmann, que la «expec-
horizonte de un tiempo limitado"»; más exactamente, en el ho- tativa» es un componente de la «escatología mítica» de la Biblia
y «se desvanece por el simple hecho de que la parusía de Cristo
11. BI. Pascal, Pensamientos, Madrid 11986, n. 553, 256. no se produjo con la inminencia que esperaba el nuevo testa-
13. De ese modo asumo:en definitiva, una idea que expresó J. B. Metz, mento, sino que la historia del mundo siguió y (como cree toda
Hoffillfng als Nalrerwarzung oder der Kampj um die ver/or~n~ Zeir. UII:f!it-
ge~tisse Thesen ::.urApokaLyptik. en Glaube in Geschichl~ und Gesellschajt.
Mamz 1977,. 149-158. Y que ha reiterado posteriormente. J4. CL cap. VII, 3.

I
"
.fl hori:otlte epocaliptico ~e la historia del flua/do 223
222
. Los sufrimienros apocalipticos de CriSlO

persona razonable) seguirá' su curso» 15 • La idea de una historia tiempo final y un final del tiempo es la lucha en torno a los plazos
de la vida. Las futuras generaciones tendrán que «ir tirando»" en
dellTIundo en perpetuo fluir sí es un ~<mito del mundo moderno»,
que ha reducido el tiempo a la infinitud 'lacia y sin sorpresas, la vida prórroga del tiempo, alargando este fiñal v haciéndoio lo
16 más infinito posible. .
como señala con. razón JohanI1 Baptist lVIetz contra Bultmann .
Este apocalipsis nuclear no se identifica, desde luego, con. la
Todo puede ocurrir en este tiempo vacío y sin, fin, salvo ese
apocalíptica bíblica. Es fa percepción de un tiempo fi;,al si~la
instante «por el que el mesías entra en la historia» Benj:a7 ("y. esperanza de un mundo nuevo. La apocalíptica judía espera, en
min)"- El final del tiemp9 resulta impensabie, porque el tiempo
cambio, el finai del tiempo con una esperanza apasionada: «Ven,
sin fin se concibe a su vez como copia (mala copia) de la eter-
nidad, De ese modo, el mito del tiempo en el mundo moderno Señor Jesús, ven pronto» (Ap 22, 20).
De ahí la necesidad de referir la apocalíptica biblica a este
anula su temporalidad real e impide la percepción de su plazo,
de su singularidad y de su carácter definitivo. Pone eL velo de apocalipsis moderno para dar testimonio de la esperanza mesiá-
nica en "la presente situación de desesperanzal9.
una inmortalidad ilusoria sobre el mundo moderno, e impide
El horizonte apocalíptico de los «sufrimientos de Cristo» abar-
conocer sus peligros mortales.
Frente a este mito moderno del tiempo, la «expectativa» es ca los .suÍrimientos de esta postrimería nuclear.
hoy una actitud realista. Hiroshimn j 945 cambió radicalmente También los sufrimientos cósmicos de la postrimería ecoló-
la cualidad de la historia humana: nuestro tiempo se ha convertido gica ::le convierten en «sufrimientos- de Cristo>,.
en un tiempo limitado18.
La época. en que existimos es la última de la humanidad, pues
vivimos en un tiempo. en el que el fin de la humanidad se puede
producir. en cualquier momento. La capacidad destructiva del
sistema de disuasión nuclear pem1ite acabar con la vida de 1a
humanidad en pocas horas. El invierno nuclear subsiguiente tam-
poco dejaría. quizá, ninguna posibilidad a los supervivientes. El
tiempo del posible final de la humanidad es "tiempo final», no
en un sentido mitico', sino en este sentido nuclear, pues nadie
puede esperar que nuestra época pueda ser sustit.uida por otm- en
la que no exist;;¡. ya esta amenaza para la humanidad.
La especie. humana se ha vuelto mortal. La humanidad ha
entrado en la ti.lcha por la supervivencia entre un ti~mpo final y
un final del tiempo. Nadie en sus cabales cree hoy que «la historia
del mundo seguirá su curso» por sí misma. ¿Cómo podrá hacerlo
cuando no haya mundo? La lucha en torno al tiempo entre un

15. R, Bultmann. NeHes TesfQment l/mI tWythofogie, en KeriHgma ulld


Mythos 1. Humburg 41960. 18 .
16. J. H. lVIetz, Glaube in Gesdlichte f/J1d Gesellschaft, 152.
17. Cit. en J. B. Metz, Glcltl!Je in Cescizichte itl1d Geseilsclwjt, ¡54.
18. Cf. G. Allders, Ellr/¿eil Imd Zeitenende. Gedallken über die alomare
SituatiOIl, München J972; G. M. Martiu. Welwlltergang. Cefah!" u¡¡d Sinn
]9. J. Moltmann, Die (Itomare Karastrophe. \'¡"() bleibt el)1!?: EvTh 47
apokalyptischer Visionen, Stuttgart \984; U. H. J. K6rtner, We!wngst l/l1d
(19RTl 50-60,
Weftende. Eine Iheologische fmerprelatiolL der Apokal"'jJtik, G6ttingen j 988.
.S-c. .'!"¡'

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Los' sufrimientos humanos de Cristo:
¿Qué muerte 'padeció Jesús?

La respuesta a esta pregunta es obvia: Jesús' murió.su propia


muerte'. Pero ¿quién era él propiamente? ¿murió Jesús la muerte
del mesías de Israel? ¿murió la muerte del Hijo de Dios? ¿murió
la muerte de un judío? ¿murió la muerte de un esclavo? ¿murió
la muerte de todo ser vivo? La pregunta sobre la coincidencia
que lUVO Jesús de su propia muerte no es sino la vertiente histórica
de la respuesta. La pregunta sobre el significado de su muerte
para nosolTos es la vertiente teológica. Hay que distinguir ambas
vertientes, pues la posible conciencia que tuvo Jesús del sentido
de su muerte era prepascual, y sólo por la pascua y desde ella
tiene su muerte nna significación soteriológica para nosotros. En
rigor, la conciencia de Jesús sobre .su propia persona no es una
fuente teológica ni un criterio para fórmulas enunciados cris-
tológicos' .

1. El proceso de Jesús

El proceso de Jesús ha sido objeto de numerosas investiga-


cionesrecientes. Si Rudolf BullTnann declaraba aún con escep-
ticismo que <<nopodemos saber si Jesús le encontró un sentido

J. H. SchOtmann, lesu lIreigeller Tod. Exegetische Besinmmgen u.ndAus.


blisck, Freiburg 1974, planteó esta cuestión de la ipsissima mors lesu.
2. Parece que P. Stuhlmacher, Jesus van Nazar~lh - Christtls des Glau.
bens, Stuttgart 1988, admite esto.

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S 2

Los sufrimientos ilumanos de Cristo 227


. :Los sufrimientos é!pocalípticos de- Cristo
226

(a su muerte), ni cualJue para él ese sentido. No podemos acuitar Si relacionamos la promesa de construcción del temo}o con
la posibilidad de. que Jesús se .hubiera, desmoronado»3, la con- el vaticinio de Natán en 2 Sam 7, 13, hay que decir q~e hace-
fianza en las fuentes ha aumentado y el instrumental de los mé- referencia a la llegada del mesías.' «El sentido mesiánico de la
4
todos históricos se ha potenciado considerablemente . sentencia sobre .la construcción del templo se confirma. cuando
Estamos sin duda en el-terreno de. las suposiciones, como en el sumo 'sacerdote pregunta directamente sobre 'la pretensión me-
todas las investigaciones históricas; pero ha surgido un cuadro
siánica de jesús»?, Al mesías se le atribuy~ la filiación divina
según 2 Sam 7, 14: «¥ o seré para él padre y él será para mí
que pennite contestar las preguntas arriba formuladas.
¿Por qué se desplazó Jesús con los suyos desde Galilea a hijo»,
En el juicio ante el sumo sacerdote, algunos atestiguan que
Jerusalén? Sin duda hizo este recorrido deliberadamente para
Jesús dijo: "Yo destruiré el templo hecho por hombres y en tres
llevar su mensaje mesiánico a la ciudad santa. ¿Intentó con su
marcha a -Jerusalén y al templo provocar una «última decisión días edificaré otro no hecho por hombres» (Me 14. 58). En esos
términos se aiude al pueblo de Dios mesiánico, en él que Dios
de fe» en los responsables de su pueblo o buscó en Jerusalén y
habitará mediante su Espíritu. Por eso sigue la pregunta directa
en el templo la «decisión última»5, el juicio de Dios sobre su
del sumo sacerdote: «¿Eres 'tú el Cristo, el hijo del Altísimo?"
propia misión? (14, 6l). Según Mt 26, 63, parece que el sumo sacerdote «con-
El pueblo saludó su entrada en la ciudad como entrada me-
jura» a Jesús. Chaim H. Cohn concluye de aquí que los sacerdotes
siánica: "Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David»
procurar aquella noche inducir a Jesús a desdecirse de su pre-
(Me 11, 10 par). Si esa excitación en el pueblo, su crueitlxión
tensión de ser el mesías, para dejarlo libres; y sólo cuando Jesús
por los romanos como ({rey de los judíos» hubiera sido incom-
persistió en su idea rehuso esta salida, el sumo sacerdote y, el
prensible. Jesús fue arrestado probablemente en el huerto de
sanedrín lo entregaron. A ellos sólo les L'1cumbía la entrega de
Getsemaní por las autoridades judías a través de la poücía del
Jesús a los romanos. Según esta interpretación. la confesión ma-
templo. Dejaron escapar a tOS discípulos. Esto impide suponer
nifiesta y franca de Jesús sobre su mesianidad es el factor qecisivo
una rápida desarticulación del movimiento de Jesús, como ha-
en sus procesos y en su final: "Sí, lo soy» (Me 14, 62)9 Lo que
brian podido hacerlo los soldados romanos de modo fulminante
sigue: «y vereis el bija del hombre sentado a la derecha del
y sin llamar la atención6. Jesús pregunta por otra partel, según
Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo», es quizás un
Marcos (l4, 48), por qué le prenden de noche como a un bandido
añadido de la tradición comunitaria; enlaza el presente del mesías
(A'llaní<;), cuando le tenían a diario enseñando en el templo; erC}
con el futuro del hijo del hombre en la línea de la antigua cris-
de competencia exclusiva de los soldados romanos.
tología de doble plano en Rom 1, 3s.
La razón de su prendimiento por los sacerdotes estriba en el
La confesión franca v directa de Jesús como mesías ante el
vaticinio de Jesús sobre el templo y en su acción simbólica de sumo sacerdote f~leacogida como blasfemia. Los jueces pasaron
purificación del mismo (Me !l, 15-17; 13, 1-2 par). a ser testigos del delito. No podia tratarse de la blasfemia de un
falso profeta y seductor dei pueblo eu el sentido estricto de Dt
3. R. Bultmann, Das Ver{ullrnis del" urchri.l'tlichcll Chrislt!sbotsclwfr ;:WI1
13, ya que no se acusó a Jesús de adorar a «otros dioses»; pero
historischcn Jesas, SHAW 1960, 12.
4. J. BlinzJer. Der Prozess lesa, Regensburg ~1955~ A. StrobeL Die sí se trataba de la equiparación mesiánica con el Dios todopo-
Srwule der Wahrheit, Tübingen 1980; O. Betz. Probleme des Prozesses lesu, deroso. como dice Jn 10, 33: ~(... que tú siendo hombre como
en H. Temporini-W. Raase (cds.), Aufstieg wul NiedergaJ'tf{ der rómischcn
Wetr, Il, Berlín 19152, 565-647: P. L<1piue, Wer \VOl' schuld cm Jesu Tod?,
7. O. Belz, Probleme des Proz.esses Jesu. 628.
Gütersloh 1987, .
8. Ch. H, Cohn, ReJlecriolls ()11 rhe Trial ([/Ui Death of ./esLls, Jerusalem
5. H. COllzelmann, les1Is Christus, ~n RGG 'm, 647, y G. Búrnkamm,
1967, citado <:11 O. Betz, Probleme des Pro<.esses Jesu, 626.
JeslÍs de Nazaret, Salamanca ~1990, ]63
~. Coincide también O. Betz. ibid. _ 640 .
6. O. Betz, Problemme des Proz.esses lesu, 594.

.. " .. "".t •.,.


.
. ~,

Los sufrimientos apocalfpticos dt Cristo Los sJlfrimitlllOs humanos dé Cristo 229

eres, te haces Dios». Si Jesús era realmente el mesías esperado. externos de su no mesianidad, era en extremo peligroso por .us
sus frases sobre el templo y sobre sí mismo no se. podían tomar pretensio-pes mesiánicas .
como blasfemia. Pero si él no era el mesías, su pretensión debía . La condena a muene de Jesús fue dictada por el gobernador
,,
considerarse como blasfemia contra Dios, que no le había cons- romano Pilato en nombre del imperiwn romanum.
tituido tal. Un falso pretendiente de mesías desautoriza a Dios y . El letrero colgadD en la cruz hace referencia al delito político.
de ese modo blasfema contra el Altísimo. Pero ¿de dónde sabía «Rey de los judíos» es la fórmula romana para designar al mesías
esto el sumo sacerdote para rasgar inmediatamente las vestiduras
.. í.
,
judío de Israel. «La pretensión mesiánica de Jesús era un deli!o
y dictar así sentencia condenatoria? Esta sencilla pregunta es que afectaba directamente a la soberanía de Roma: supone una
difícil de contestar. ¿Jesús blasfemó contra Dios por querer igna- seditio, (n:cim<;, que el tribunal romano debía condenar. Era
a
larse a él pesar de su impotencia. como supone Otto Betz?,a .; decisiva la Lex Julia de majestate (Digesta 48, 4, 1: 38, 4.11):
¿ya el hecho del prendimiento sin resistencia por su parte está a tenor de la misma, la pretensión de ser rey era condenada como
en «flagrante contradicción» con su pretensión mesiánica?" ¿la delito digno de muerte porque ... incitaba a la rebeli6n»". Tam-
pretensión mesiánica de Jesús quedó desmentida al final por su . bjén ante Pilato, Jesús provoca la sentencia condenatoria con su
propia historia? ¿el éxito o el fracaso constituyen la prueba de confesión mesiánica: «SÍ, tú lo dices» (Mc 15,2). La comunidad
los verdaderos o falsos profetas? ¿también el Dios de Israel es cristiana lo grab6 en la memoria: «Jesucristo dio testimonio ante
un Dios del batallón más fuerte? Y si la blasfemia del Galileo Poncio Pilato con noble profesión» (1 Tirn 6. 13).
consiste en su impotencia, ¿por qué el sumo sacerdote no lo El ajusticiamiento por crucifixión era, según el derecho ro-
suelta en vista de su condici6n inofensiva? El resultado del juicio mano, la pena disuasoria para la rebeli6n contra el orden político
nocturno fue que Jesús se consideraba efectivamente como el del imperio romano y contra el orden de la sociedad romana,
mesías de Israel y no quiso desdecirse cuando había muchas basada en la esclavitud. Jesús fue ejecutado públicamente junto
pruebas contra él. Por eso fue condenado, presumiblemente, con dos rebeldes judíos acusados de sedición.
como blasfemo y falso mesías. Sin embargo, fue considerado lo Pilato actuó como delegado de Roma y no fue simple ejecutor
bastante peligroso para ser entregado a los .romanos con la acu- de una sentencia contra Jesús, como afirman muchos para ex-
sación'oe querer. alcanzarse como el «rey de los judíos». El motivo culparlo. El sumo sacerdote juzgó únicamente la pretensi6ry me-
fue la política de supervivencia practicada por los saduceos bajo siánica de Jesús basándose en las tradiciones de la ley judía. Los
la ocupaciÓn mmana: para salvar la existencia del templo y el saduceos lo entregaron a los romanos, presumiblemente, para
futuro del templo de Dios había que sacrificar a los individuos salvaguardar al pueblo judío. Parece que Jesús mismo provocó
en caso de conflicto: «Conviene que muera uno solo por el pueblo su condena con su confesión mesiánica clara y directa ante el
y no perezca toda la naci6n» (Jn 11, 50). Si 'esta frase expresá sanedrín y ante Pilato. Más no por ello fue «víctima de su pre-
la «política de lo útil» (O. Betz), los saduceos temieron menos tensión de ser el hijo del hombre»", sino víctima de la domi-
la apostasía del pueblo provocada por el falso mesías que su ruina naci6n romana sobre Israel. Parece que provocó una expectativa
por una «política utópica» frente a los romanos". De ser esto mesiánica del pueblo ~en Jerusalén: de otro modo no se explica
correcto, Jesús, pese a su aparente impotencia y a los signos el temor de los sacerdotes y la rápida acción de los romanos.
Aunque Jesús no fue acusado de rebelión contra los romanos,
lO. O. Berz, Probleme des Pro:esses Jesu. 636. parece que su acción mesiánica en el pueblo lo convirtió en un
11. O. Betz, [bid., 633. quien estima que Jesús abrió los ojos y perdió
sus esperanzas de ser emroniz...1doen Jerusalén ni menes desde. el episodio de
peligro público para los romanos y por eso, a juicio de los sa-
Gelsemaní.
12. O. Betz, [bid,. 600, que concibe la política saducea como '«po1flica 13. O. Betz, Probleme des Pro'Zesse:.'Jesu, 6425.
reaJ~en sentido alemán, y la considera correcta. ...~ 14. Así O. Betz. ¡bid .. 645.

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Los su¡¡'¡miellws humanos de Cristo 231
230 Los sufrimientos apocalípticos. de Cristo

dueeos, también para la población judía de ~~rusalén, que temería ligioso, por ~os pecados de su pueblo. Pero lo
innegable es: l.
la venganza de los romanos. El mensaje sobre el reino de Dios que .Jesús llevó a Jerusalén;
Pero la culpa no era de Jesús silla de los romanos, cuya 2. El vaticinio sobre el templo y la purificación mesiánica 'de los
crueldad con el pueblo atem0l1zaba con razón 8.. los sacerdotes 3trios dei templo; y 3. Sil confesión. mesiánica ante el su'mo
judíos. Por eso hay que decir el) la profesión ne fe; «. fue sacerdote y ante el gobernador de la p'otenCía de ocupación ro-
crucificado por Poncio Pilato... (Constitutio apostolorum VIT, mana. Hay",que retener en -los tres puntos. el contraste entre el
23, 2), Y no «bajo Poncio Pilato" .. anuncio escatológico- y la pretensión mesiánica de Jesús, por una
pm1e, y su rechazo evidente por el poder político y el hecho de
su impotencia y de los sufrimientos resultantes hasta la muerte
2. La muerte del n'zesías en ta cruz romana; por otra Jesús soportó estas contradicciones
hast~ el final. ¿De dónde recibiÓ' y en qué apoyó su certeza
Jesús murió la muerte del mesías de Is-rael a manos de los mesiánica frente a esta oposición, esm"resistencia y este ment'ís
romanos. Jesús y Pilato lo supieron, el sanedrín no, y el pueblo por la experiencia? Los evangelios plantean este problema tanto
titubeó en su opinión. . al comienzo, en el relato de las tentaciones, como al final de su
En comparación con las tradiciones sobre la expectativa me- actividad. en el relato de Getsemaní, con la conclusión d.e que
siánica judía, parece que Jesús se consideró UD mesías, peculiar, Jesús es el mesías de Israei de acuerdo con el vaticinio de Natán.
un mesías paradójico. No redimió a su pueblo mediante grandes pero en razón de su experiencia divina especiaL, y por ello, a su
signos y prodigios de tiberacÍón sino, a lo más, mediante el modo. No hay razón alguna teológica para disolver esta contra-
sufrimiento. y la esperanza. No liberó y congregó al pueblo de dicción de Jesús en uno u otfO sentido.
Dios expulsado a los romanos, sino de un modo desconocido e El contraste entre su confesión mesiánica y su --muerteen cruz
imprevisto hasta entonces. ¿Quiso forzar con su marcha a Je- :;dgiere la solución trascendente de su resurrección de la muerte
r~sal~n ~üju.icio de Dios en favor de él y de su causa? No hay por obra de Dios, y su presencia en espíritu. Tal fue, en otro
mnguD mdIclO ~e ello. ¿Fracasó? Tampoco hay ninguna indi-
caso, la respuesta cristiana primitiva a la paradoja en la que JesLÍs
cación en ese sentido. ¿Se doblegó ante el poder de los hechos acabó.
y ante al hecho del pode implacabie? La historia de la pasión de A la luz de 1:1 esperanza mesiánica judía, Jesús es un mesías
Jesús tampoco contiene ningún rastr~ de semejante culto a la ,J)aradójico, un mesías contra toda apariencia, contra lo que se
fuerza basado en una «política real•.>. ¿EntendiÓ' su trayectoria Hama eLjudío de la historia, y pese a la condena a muerte por
vital iniciada con la confesión mesiánica, como un sacriÍiclo? :~1gobemador romano Filato. En vista del recejo ante el mesfas
Esta pudo ser ia idea de los saduceos, que querían «sacrificarlü» y Q La lUZ de la historia efectuaL Jesús ~es el único lnesíqs ver-
a los romanos en sustitución del pueblo; pero falta en Jesús daderamente rcvolucionui"io, ya que fue el cristianismo el que
cualquier indicación en este sentido. ¿A quién se iba a ofrecer cambió radicalmente el imperio romano.
en sacrificio»? ¿a los romanos y a sus dioses? ¿por quién se iba
a su,;rificar? ¿por el pueblo, al que expuso con su profesión
m~~¡alllca al ~ehgro de las represalias romanas? Y si quiso sa- 3. La muerte del hzjo de Dios
cnÍlcarse al DIOS de Israel como «rescate por muchos», .tendria
que utilizar para ello el concurso de Pilato y de los ~SbÜTOS ~esüs padeció la muerte del hijo de Dios a manos de los
romanos? Ni es posible convertir a Jesús .en el rebelde mesiánico hombre. Por una parte, eJ mesías de lsrael es también el «hijo
con~ra Roma en un precursor de Bar Kochbá rri es posible re- de Dios (2 Sam 7, 14) y, por otra, Jesús se sintió hijo-niño del
dUCIrlo a un mesÍas-v'ÍCtima puramente intrajudÍo, puramente re- Padre divino al" invocarle como Abba. Este contrate entre su
••• .-¡

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232 Los sufrimientos apocol{pticos de Cristo


Los sufrimiento'S humanos de Cristo 233

experiencia íntima y su experienciacie l:¡ muerte pesa tanto que


se haga mi voluntad sino la tuya» (.Mc 14, 36): Con el rechazo
debe entenderse Como el abandono de Dios que sufre el hijo de de la petición de Jesús en Getse.manf empieza el silencio de Dios
Dios". Jesús murió en la cruz a las p6cas horas' de ser crucificado, hasta su fmal: <{Hallegado la hora. El hijo del hombre va a ser
dando mi grito de dolor. Mc 15, 34 lo expresa con las palabras entregado en manos de los pecadores» (Me 14, 41).
'. iniciales de Sal 22: «Dios mío, ¿por qué me has abandoriado?»I" Morir en esta ausencia de Dios constitn)(e la agonía de aquel
La idea .de q~e las últimas palabras dirigidas por Jesús a D,ios. que se. sentía hijo de Dios. El grito de Jesús al mom en la cruz
a quien había invocado como Abba, padre. querido, fuese «tú me' es la <<heridaabierta» de toda teología cristiana, ya que ésta,
has abandonado», difícilmente habría podido arraigar en el cris- consciente o inconscientemente, responde a la pregunta del «por-
tianismo si esas terribles palabras no hubieran sido pronunciadas qué» lanZada por Jesús: para dar un sentido teológico a su muerte.
O no se hubieran oído en el grito .de Jesús al morir. Pero si los teólogos cristianos no respetan el sufrimiento de Jesús
Todavía la Carta a los hebreos, muy posterior, recoge esta ..,
.' con Dios. Se asemejan a los amigos de Job, no a Job mismo .
tradici6n diciendo que «alejado de Dios -XCÓPl~,')coü- padeció La contradicción entre filiación divina y abandono de Dios
la muerte por todos nosotros» (2,9). El relato de Getsemani (Mc no se puede resolver r~bajando la filiación divina de Jesús ni
14; 32-42) refleja el espantoso eclipse de Dios en' que murió restando seriedad a su abandono. El Salmo 22, puesto en boca
Jesús: empezó a «sentir horror y angustia», escribe Marcos. «Em- de Jesús, tampoco resuelve el conflicto, ya que el salmo concluye
pezó a entristecerse Y. a angustiarse», refiere Mateo. «Mi alma con una acción de gracias del orante al verse salvado de la muerte,
está áfligida hasta la muerte». traduce Lutero. Jesús pide a sus cosa que no sucede en el Gólgota. y tampoco se dirige a Dios
discípulos que estén en vela con él. También en otras ocasiones como «Padre» sino al Dios de Israel. Manuscritos tardfos del
se había retirado para unirse con Dios en la oración íntima. evangelio de Marcos refuerzan el grito: «¿Por qué me has ex-
Aquí por primera vez, no quiere estar a solas con Dios y puesto a la ignominia?» y «¿por qué me has maldecido?». El
busca apoyo en sus amigos. Dios no escucha su petición de que abandono de Dios fue la última expeIiencia de Jesús crucificado
, aparte de él el cáliz del sufIimiento. En otra ocasión había dicho: en el Gólgota. porque se sintió hijo de Dios hasta el final. (<Si-
«Yo y el Padre somos uno». Aquí parece romperse la comunión lencio» de Dios. «ocultamiento» de su rostro. «eclipse de Dios»,
con Dios. Por eso los discípulos caen en profundo sueño, de pura <<nocheoscura de! alma», «muerte de Dios» e «infierno» son las
tristeza. Abandonado de Dios y de sus'discípulos. Jesús se postra metáforas con que se suele expresar este fenómeno irrepresentable
en tierra. Sólo ella lo sostiene. Alej¡ldo de su Dios. Jesús tiene que conocemos por la tradicióp de las experiencias sobre Dios.
que negarse a sí mismo para mantener la unión con D.ios: «No Hacen referencia a un abismo y un hnndimiento en la nada. Son
aproximaciones a la última experiencia divina de Jesús en la cruz.
15. Más ampliamente. J. Moltmann. El Dios crucificado. Salamanca
1975.' 206-219; G. O'eollins. rile CaLvary Christ. London 1977. 405s: J. su experiencia jobiana. Por eso conviene respetar la singularidad
Sobrino, The Dearh o/ Jesus and Ubermion in History. en ChrjslOlogy al [he de lo que pudo haber pasado entre Jesús y su Dios en el Gólgota,
Crossroads. A Lar;n American Approach, London 1978, 17955. como misterio suyo, y mantener la paradoja de que Jesús murió
16. ef. J. Moltmann. Trinidad v reino de Dios. Salamanca 11986, 91.
la muerte del hijo de Dios en medio del abandono de Dios. .
99. eL Inmbién Bl. Pase:l!, Pensami~ntQs. n. 663: «Jesús sufre en su pasión
las lonuras que le infligen los hombres: pero padece en la agonía las torturas
que él mismo se procura: turbare semeripsum. Es un sufrimiento que no viene

• de mano humana sino de una mano omnipotente. pues el que lo aguanta tiene
que ser omnipOtente». Sobrc el grito de que Jesús en la cruz. ef. L Caza. Le
4 La muerte del judío
retiefque More a donné aueri de la c:r{}ix:Science et Esprit, XXXIX 12 (1987)
171.191: R. Feldmeier. Die: Krise de,\' Gottessohnes. Die markinische Geth. Jesús padeció también la muerte del judío a manos de los
semaneperikope als Schlüsscl der Markuspassioll. I~is doctoral Tilbingen romanos. Su cruz se alzó en el Gólgota entre las cruces de los
1986 .
dos rebeldes judíos. luchadores por la libertad. Su cruz se alinea

I ..• _ .•....,,,1, _ ..
. '

235
Los sufrimientos humanos de Cristo

Los sufrimientos apocalípticos ,de Cristo


234
todos los sufrimientos- de Dios, que incluyen también los sufri- .
mientos de IsraelJ9. La conexión de los sufrimientos. de Cristo con
en la larga serie de judíos perseguidos, maltratados y asesinados
los sufrimientos de Israel en el marco de los s¡ifrimientos de Dios
en la historia. Po'r' eso hay que r-econocer en los «sufrimientos
en el mundo no sólo permite sino que obliga a ver el Gólgota v
de Cristo»-los ,sufrimientos de Israel. Aunque parece haber sido
Auschwitz en una misma. perspectiva. A esta conclusión llev; ta~-
condenado como blasfemo y aunque entró en conflicto con los
bién la observaciÓn de que si Jesús hubiera vivido en el Tercer
responsables religiosos de su pueblo, Jesús .murió como judio.
Reich lo habrían marcado' en su condición judía.y lo habrían gaseado
Experimentó en su cuerpo lo que habían sentido tantos judíos
antes de él y sentirían después de él por obra de los paganos Y
en- Auschwitz. •
por obra de los cristiano procedentes del paganismo. Jesús, al
morir, siguió la suerte del pueblo de Dios. También esto queda 5. La muerte del ~sclavo
expresado con la cita delSalmo 22.
Pero los «sufrimientos de Israel». son siempre. sL~frimientos Jesús murió la muerte de un pobre. El hijo del hombre pro-
del Dios que eligió a Israel, que santifica su nombre mediante cedente de Galilea, impotente, desamparado Y apátrida, padeció
Israel y que en su shek.ina vive en Israel y hace suyos los sufri- el destino d.e un esclavo en el imperio romano. Después de la
mientos de IsraelJ7, Los «sufrimientos de Israel», e'n este sentido, derrota de Espartaco murieron en la via Appia más de 7.000
no son un castigo de Dios sino sufrimientos que Dios mismo esclavos crucificados. Un texto prepaulino, el himno a Cristo de
comparte. Por eso también, los ,<sufrimientos de Cristo» en este Flp 2, habla sorprendentemente de «figura de esclavo» para re-
contexto no acontecen lejos de Dios sino cerca de él. Dios mismo ferirse a Jesucristo, hijo de Dios que se abaja voluntariamente.
soporta en el Hijo mesiánico los sufrimiento del abandono de Si alude con ello a su procedencia del pueblo oprimido (iíXAO~)
Dios. En la imagen del siervo de Dios doliente. de 15 '53, se de Galilea, Jesús compartió en. su. pasión y muerte el destino de
aquel pueblo esclavizado, Experimentó en su cuerpo la miseria
funden los «suflimientos de Israel» y los «sufrimientos de
y la desposesión del pueblo. Jesús es también el Cristo-Lázaro,
Cristo». Por eso los evangelios presentan siempre la pasión de
y Lázaro es una figura de Ctisto (Le 16). Jesús forma Darte de
Cnsto con los rasgos del siervo de Dios doliente y de Is' 53. Heb
los más pobres entre los pobres, rue un esclavo maltrat~do. ul-
ll, ] -12, 2 presenta la cadena de testigos de la fe desde Abe] basta
Jesús como la serie de los mártires que soportaron «el oprobio de trajado y crucificado.
Los «sufrimientos de Cristo» son también, en este sentido,
Cristo» (1 J, 26). La cruz Y el '<oprobio» de Cristo (12, 2) aparecen los sufrimientos de las masas impotentes, desamparadas Y apá-
aquí marcados por expeli.encias israelíticas Yjudías. Si Jesús padeció tridas de los pobres de este mundo, y los sufrimientos de éstos
ta muerte de un judío, los «sufrimientos de Clisto» estará.ll' abiertos son, en este sentido, «sufrimientos de CristO»20,
-a la solidaridad con los «sufrimientos de Israel», con el judaísmo
de entonces y de hoy. «El suf¡imiento del judaísmo proscrito es un
sufrimiento que se produce en el ámbito del sufrimiento de CristO»IS. 6. la muerte del ser vivo
Si Jesús murió la lnuerte del justo, comparte con sus sufrimientos
Jesús, por último, murió la muerte de todo ser vivo, porque
17 p, Kuhn, Gulte.l' Seiú.\'wnúedrigw'!í] in der Theolor;ie del' Rabbinen era mortal y un día habría fallecido aún sin ser ajusticiado, Con
lVfünchen ] l)lÍ8. " su agonía compartió el destino de todo ser vivo que quiere vivir
\8. En c~te sent~uo se expresa con razón B. Klappert. Weg tlIul Wende
Dierrtch 8onl1oeffers' IIJ del" fsraelsjruge. en W, Huber-H. L. T6dt. Erhik 1111 19. B. Klappert, Die Eschatoiogie des J-lebraerbríej"es, ThEx NF 156,
Emslj"a!l, N!linchen 1982. 1:22. Klappert remite al poema de Bonhoeffer de la
época de persecución judía:«(Los hombres acuden a Dios cuando lo v~n indi- München 1969.
20. Cf. también G. GLltiérrez, La fuerza histórica de los pobres. Sala-
gente, 10 encuentran pobre. difamado. sin tecbo y sin pan. Jo ven inmerso en
pecncio. flaqueza Y muerte.; los cristianos aSisten a Dios en su sufrimiento» manca \982, 3]55.
(1944).
"'"l"

"

236 Ú'JS s"f/.imi~nlos apocaifpticos de Cristo


Los sufrimientos humanos de Cristo: 237

y sin embargo tiene que morir; no sólo el destino de los seres la resurrección de Cristo, da pie a una esperanza universal de
humanos, Pero' la muerte de I!::ristoen este aspecto ha sido siempre' una nueva creación gloriosa (Rom 8, ¡9ss),'. '
• una' cuestión debatida en la teolo~ía 'cristiana" . Jesús muere, pues, la muerte de todo ser vivo en solidaridad
. sí' partimos del dogma 'paulin~~agustiniano de que «la muerte con toda la. creación que gime: Por eso los «sufrimientos' de
tanto del alma como del cuerpo e(elprecio del pecado», Jesus, Cristo» son también los «sufrimientos del' tiempo presente» (Rom
el hijo. de Dios «exento de pecado;>, no pudo haber mneito' su 8, 18) que abarca a todo ser vivo. Y a la inversa: la creadón,
propia muelte. Era ihmoital tanto por razón de su divinidad como en su anhelo de 'vida, comparte los «sufrimientos de Cristo». La
de su humanidad, y murió únicamente nuestra muerte, la muerte sabiduría de toda la creación, que está sujeta aquí a la caducidad,
de los pecadores; por piedad hacia nosotros. Pero entonces la padece en Cristo la muerte de todo ser vivo (1 Cór 1, 24).
«muerte» sólo puede significar la muerte, humana y no la muelte
de todo ser vivo. Si se niega, en cambio, con Schleiermacher,'
,
,,',

el néxo causal entre el pecado y la muerte física. del ser humano,


entonces la consecuencia, de una '.vida pecaminosa, malograaa o
descuidada, será el miedo' a la muerte, más no la muerte física
misma22. La muerte físi~a será entonces una muerte narural como
. laque puede experimentar todo el que cree en el perdón de los
pecados y no tiene por qué temer a la muerte. La mortalidad es'
parte esencial de la finitud de esa criatura que es el ser humano.
Jesús s610 pudo padecer en la cruz la «muerte-castigo» en favor
de todos los pecadores porque era inocente mortal a la vez. No i
padeció la muerte tan sólo en favor de los otros sino que murió
también su propia muerte natural. En este supuesto, Cristo superó
la muerte del pecador, más no la muerte natural.
Pero ¿cómo concebir entonces esa nueva creación en la que,
«no' habrá ya muerte»? (Ap 21, 4) ¿qué es «vida eterna» si la
muerte natural pe-rmane~e?
Jesús mUlió la muerte de todo ser vivo; es decir, no murió
sólo la «muerte de los pecadores» ni tan sólo su propia «muerte
natural», sino que murió en solidaridad con toda criatura. humana
y no humana, que gime por estar sujeta a la eaducidad, la muerte
de todo ser vivo. La muerte de todo ser vivo no se puede con-
siderar «consecuencia del pecado» ni se puede califica( de «na-
turah>, sino que es un destino al que está sujeto todo ser vivo y
por eso provoca el anhelo de una redención cósmica. Esta muerte
es signo de una tragedia acontecida en la creación que, a raíz de

21. M1is ampliamente. J. Moltmann. Schlipfil1lg. Bund Ilnd HerrJichkeit.


Zur Disl.:ussioll über Karl Barths Schoplungsiehre: EvTh 48 (1988) 122s5.
~2. Fr: Schleiermacher, GlallbelL<;/chre 77; K. Bnl1h, Kirchliche Dog-
mauk. 47, 5. 71455.
.,
-:
',~

3
Los sufrimientos divinos de Cristo
¿Dónde está Dios?

Después de considerar los sufrimientos de Jesús a b. luz de


su condición humana. judía y mesiánica. y de señalar el contraste
entre su pretensión y J-.u experiencia con Dios en la cruz. cam-
biamos de enfoque yJ.~omemplamos su yida !. muerte partiendo
de su resurrección como preludio de su gloria; La nawraleza y
la significación teológica de la resolución de Cristo se abordarú
detenidamente en el capítulo V. Aquí es suficiente partir del
supuesto de que las mujeres y los discípulos implicados en las
apariciones dei Resucitado sabían perfectamente qlliéll había,
mue110 crucificado en el Gólgota y quién es Jesús en la verdad'
de Dio'h /
Todos los títulos que las plimeras comunidades cnstIanas
aplicaron a Jesús para expresar su fe en él tienen su fundamento
teológico en el acontecimiento de pascua:~~.i _Dios lo resucitó de
la muerte. Jesús es el «hijo de Dios» (Rom 1, 4). el «Cristo?)
que redimirá a Israel (Le 2-1.. 21.26). el «Señor)) del universo
(Rom 10. 9) Y el salvador de los pueblos (Rom [5. 9í}Siendo
la resurrección un acontecimiento escatológico. el Resuc"itado no
puede ser todo eso únicamente desde el punto temporal de su
resurrección sino que lo habrá sido ya en su pasión y muerte. en
su predicación y su actividad. en toda su vida desde el comienzo.

.'
\ J-.a resurrección es un acto escatológico que Dios realiza con
JesÓs después de su muerte y que produce en ese sentido algo
nuevo, pero también revela al Jesús terreno en su verdad.~ Con~
firma y Ueva a efecto su pretensión mesiánica. Confimla y lleva
Los sllfrimiemos apocalípticos de C,.iSLO
Los sl~f¡-imielll(lSdil'iltns de CrisTO NI

a efecto s.~ filiación, divi~ajLa confirmación y ta reaJización de


Hijo de Dios fue "abandonado» por Dios? ¿por qué el SeHor
l~ pretenslOn de Jesus se compJementan entre sí. Si atendiéramos
resucitado. la Sabiduría de la nueva creación de todas las cosas.
solo a la confirmación, la «resurrección» sería una mera catecro '
J' . . b na tuVo que padecer y morir de este modo\' I
teo og~ PIara ~nt~zyretar su ,muerte, y ~ólo quedaría una teología -'
de '.a :~z . SI vleramos solo la realización,_ el Cristo pascual
sustItUIrla y despl~zaría al Jesús crucificado'. Pero si el Jesús l. El proceso de la teadicea el! el Gólgota.
terreno es. el. «meSlas en camino» y el hijo de Dios en proceso
de ap~endlzaJe, :om? hemos visto, entonces la pascua confirma La fe pascual no resuelve la contradicción de la cruz de Jesús
y real!za esta hlstona de Jesús abierta al futu'éil Pero la resu- sino que la agrava, convirtiéndola en un misterio divino cuya
rr,eccIOn ~onceblda como acontecimiento escatológico de Jesús revelación debemos buscar. Mientras que el hecho y el signifi-
es el cornJenzo de la nueva creación de todas las cosas. Por eso cado de la resurrección de Jesús en el cristianismo primitivo eran
est~ sorprendente cumplimiento de la pretensión mesiánica d~ tan claros que sólo hay unas pocas variantes interpretativas. la
Jesus prevalece sobre la confinnación de su verdad histórica muerte de Cristo se convirtió. a la luz de este hecho. en un
«Muc~o más ... », dice Pablo. comparando muerte v resuITecció~ misterio torturador y salvador. al mismo tiempo. un misterio que
de Cnsto (Rom 8. 34: 5. 10.20). . suscitó siempre nuevas interpretaciones. L~ pregunta del Cristo
Muchos Suponen que la resurrección resuelve la contradicción agonizante «Dios mío. ¿por qué ... ?» provocó y sigue provocando
que la.te en la rnuene de Jesús y devuelve su sentido a la pasión diversas respuestas teológicas: pero sólo tendrá una respuesta
d~ Cnsto. Pero no es así: al contrario. si Jesús hubiera sido suficiente y cumplida en la p3rllsÍa del Resucitado y en aquel
a~ust~do ~or los romanos como falso Mesías. su pasión no sería Reino donde «Dios enjugará las lágrimas de sus ojos»: (Ap 2l,
nmg,un emgma. pues algo parecido ocurrió Con muchos presuntos 4). Sin embargour virtud de la resurrección de Crist.o y como
mesras ames y después de Jesús. Si Jesús hubiera muerto como anticipo de su futuro glorioso. los «sufrimientos de Cristo)>--se
prof~ta o como uno de los justos de su pueblo. su muerte no manifiestan ya aquí y ahora como sufrimiemos divinos y deben
habna temdo na\la de particular. Si fue condenado a muerte como entenderse como sufrimiemos de Dios>;f
. .J
un ~obre hombre. Impotente y desgraciado. ¿quién se acordaría
preclsa~ente de este caso entre las innumerables víctimas que \

ha habIdo en la historia de la crueldad humana? Pero "'Si los 2. Teología de la enrrega de Cristo
hombres .han .de reconocer a este Jesús de Nazaret. crucificado
por PonclO PIlato, como el Mesías de Israel. como el hijo de La reología de la entrega en el nuevo testamento constituye
DIOS y el salvador de los pueblos. porque Dios lo resuciii;' en- una primera forma de concebir los sufrimientos de Cristo como
~onc~s se agrava la cont~ad~:ción de la muerte de Jesús y t se sufrimientos divinosJ.. Como son muchos los teólogos sistemá-
on,vJerte en una conrradlccIOD teológica: «¿Por qué el CriSto ticos que recurren a-.'esa teología para llevar la idea de Dios. la
tema que padecer todo eso?» (Lc 24, 26). ¿por qué el verdadero teología de la cruz y la doctrina de la trinidad específicamente

rho/i ~. Bu!tma4nn, Neues Testamem l/lid Mythologie. en Kerigma l/lid M\'-


3. Sobre los datos exegéticas d. W. Popkes. Christl/s traditl/s. Eine
. am~~rg 19~O. 44: «¿Puede ser la resurrección de Cristo . Umersllclmng :::lIm Begriff der Dahillgabe im Neuen Tesramem. 1967. Sobre
que la expreslOlI del Significado de la cru-' J" otra cosa la teología sistemática. H. Müh!en. Die Veranderliehkeit Goues als Hori::;ollt
2. W: Pannenberg, Fundamentos d;'
C~istología. Salamanca 1974 67
con la tesIs: «La unida¡;j de Jesús con Dios no est' f . ss.
eiller :::!~kiil1ffigen Ch,.iswlogÍl'. Aschaffenburg 1969: H. U. van Balthasar.
Myslerillm Paschale, en Mysterillln Salmis I11/2. Einsiedeln.Zürich~KOIn 1969.
pretensión implícita a su actuación prepa~cual s. a undam;mada ya en la 133-326: E. Jüngel, Dios como misterio del Inlll/do. Salamanca 1984: W.
mediante su resurrección dé enrre los muert'os» ' !nO que se undamema sólo Kasper. El Dios de Jesucristo. Salamanca ~1990: L. Boff. Der dreieinige GOlf,
Düsseldorf 1987.
241
Los sujrimiemos apocalipticos de Crisro
Los sufrimiemos divinos de Crisro 243
cristianas a un denominador común. como yo mismo traté de
hacer el año 1972 en El Dios cruficicado', resumiré aquí bre- entregado a esta muerte para llegar a ser el hermano y salvador
vemente esta teología de la cruz para dar un paso adelante en condenado y maldito.
diálogo Con la crítica. Hay que hacer aquí, sin embargo. una clara distinció~: al
ij..~palabra TC_apaOtoóvat tiene un sentido claramente negativo entregar al Hijo, se entrega también el Padre. pero no del mIsmo
en los evangelios! que preselJlan la muerte de Jesús a la luz de modo. El Hijo padece la muerte en este abandono. ,
su vida y de sut1redicación. !sjgnifica poner en manos de, trai- ~l Padre padece la muerte del Hijo: la padece con el infinito
cionar. entregar. rechazar. como se advierte en el relato sobre dolor del amor al Hijo. Por eso, a la muerte del HIJO corres-
Judas. el «traido,,>. El ab"'Q..donode Jesús por Dios en la cruz ponde el dolor del Padi-2, Y si el Hijo pierde de vista al Padre
SUpone su rechazo por Dios.) También Pablo emplea el ténnino en este viaje al infierno, también el Padre pIerde de vIsta al
«entregan> en Rom 1. ISss¡\ara expresar la ira y el castigo de Hijo en este juicio. Aquí' está en juego el ser de Dios, la vida
Dios por el pecado de los hombres. Los hombres que abandonan interna de la trinidad. El amor compasIvo del Padre se convlerté
al Dios invisible y adoran a las criaturas son abandonados por en dolor infinito hasta la muerte.~l amor-respuesta del Hli.0
Dios y entregados a sus propios deseos. se convierte en sufrimiento infinito por el abandono del Padl!..
lP.:ablo expresa un cambio radical en el significado de «entre- -Uo que acontece en el Gólgota llega a las honduras de la di-
gar» cuando considera el abandono 'de Jesús por Dios. no ya a vinidad y por eso marca la vida trinitaria de Dios ~~ la eter-
la luz de su vida sino a la luz de su resurrección.' El Dios que' nidad. CristianamenIe hablando, en el centro de la trInIdad está
resucitó a Jesús es el mismo que 10 «entregó» a la muerte en siempre la cruz, pues la cru~evela el Corazón del Dios trino
cr1Jz~ En el abandono mismo de la cruz que hace gritar a Jesús que late por toda su creación.~
«¿por qué?». ve ya Pablo la respuesta: «El que no perdonó ni a [yero. según Gál 2, 20. el Hijo no fue entregado sólo por el
su propio Hijo, untes bien lo entregó por todos nosotros. ¿cómo Padre. El mismo «se entregó por mí)] Su pasió~ y muerte fue
es posible que con él no nos lo regale todoR(Rom 8. 32). Así una passo activa, un via crucis recomdo conscIente.mente, _~n
pues. el Padre abandonó a «su propio Hijo». como recalca aquí morir afIrmado en virtud de su apasionamiento por DIOS. ,€egun
Pablo. y lo entregó a la muerte. Pablo lo dice aún Con más fuerza el himno a Cristo que Pablo recoge en Flp 2. la autoentrega del
en Otros pas~j~sf:Le hiz? pecado por nosotros» (2Cor 5. 20Jy Hijo consiste en su despojo de la figura diviniJ consiste en su
«se conVlrtlO en maldlclOn por nosotros» (Gál 3. 1:3j') El Padre condición de esclavo, en su aut¡;>abajamientoy en hacerse «obe-
abandona al Hijo «por nosotros)). es decir. le deja n~ir para ser diente hasta la muerte en cruz». ~gún la C~a a los hebre?s (5,
el Dios y Padre de los abandonados.L!'1 Padre «entrega» al Hijo 8), «sufriendo aprendió a obedecen>. Sufrto por la petlclOn no
para serJpor m~dio de éL~1 Padre de los "réprobó~ Esto escuchada, por el abandono del PadiJ Así :<aprendió» a entre-
transfonna tamblen al «Padre ommpotente)). pues Cristo fue «cru- garse. Esto annoniza con la presentaclOn sInoptlca de la hlstona
cificado por la debilidad de Dios» (2 Cor 13. 4). El Hijo es de la pasión. ,
Teológicamente, esto significa una conformidad interna de
4, J, Moltmann. El Dios crucificado, Salamanca 1975. M. WeJker (ed.). la voluntad del Hijo entregado con la voluntad de entrega del
Diskussioll über «Da ge!.:relf::'igte Con». München 1979: J. ¡\'fol¡mann. La Padre.
pasi6/1 de Dios. en Trinidad .'"reino de Dios. Salamanca: 1986. 39-+-1-.
5, K. Banh. Kirch/iclte Dogmari!.: U!2. 543: «Dios se comportó en línea Es!e es también el contenido del relato sobre Getsemaní. Pero
J con el comportamiento de Judas>;, ef. también H. GoJhvitzer. Kru/Ilmes Hal::. esta unión profunda de voluntades nace exactamente en el pUnto
~ aufrecluer Gang. Zur Frage !taelt dem SÚ1h des Lebens. :-"lünchen 1970. cap. de la máxima separación entre el Hijo y el Padre, entre el Padre
VIII: Gure Nacltricht fiir Judas Ischariotlt, 271ss. Yo no considero correcta
esta identificación de entrega y traición. pues una cosa es la au¡oenajenación
y el Hijo, en la «noche oscura» de esta muerte. El Padre y el
y orra la degradación <",,"usada pOr orro. Hijo están tan distanciados en la cruz, que se rompen sus rela-
ciones directas. Jesús murió <<lejosde Dios». Al mismo tiempo,
Lm' slIjrimiemos apot'u/{pricos de CrÚlo

Los sl(/rilllit'!1l{>s dil"inos de Cristn


245
el Padre y el Hijo estuvieron tan U~os en la cruz que constituyen
un único movimiento de entrega: En el Golgota se cumple es. . . no erezca nine:uno de Jos que creen en
pecialmente el dicho: "Quien ve a(Hljo. ve al Padre». Es lo que qlue(~n~~.D~ao~t~~:d~erbi'; "tanto» se"hace referencia al a~a~-
expresa la Cana a los 'hebreos cuando dice que Cristo se ofreció e» ¥. f ., J " « or nosotros}) al monr en la cruz. a
a Dios "por el Espíritu eterno» (alá 1n'£G,uaTo; aiwvíou) (9, dono que su fldo eJs~s (P4 16) define a Dios diciendo que «es
. era carta e uan , .. '. s
14). La entrega del Padre y del Hijo acontece "por el Espíritu». pnm '\--;::0',
a limita a amar. a veces tamblen se enoJa, e
moP):\ L lOS no se .. " O' ornar»
El Espíritu santo es el que une en la separación. el que une entre r .~ .~
.l:.sto oeUITlOen. la cruz Esta defII1lClOn,« lOS d ....
~ es .
sí el lazo Originar~\y vivo y la separación del 'Padre y del Hijo amo: cuando se tiene presente la Vla e acceso
parecida en la cruS/
adj~~er:l t~~~n~~n~e~~Jesús en la crui! la entrega del dHijOy e:
El Espíritu santo. por el que Jesús predicó con autoridad y a e 'del Padre que lo hace roda. da todo y sufre to o por e
realizó signos y prodigios, de fuerza acti"a pasó a ser su fuerza hom
amorbre perd'do
¡ . Dios es amor. es decir. Dios es entrega. es

pasiva, El que lo envió a los pobres para anunciarse el reino de eir Dios existe para nosotros en la cruz.
Dios, lo convinió en pobre para hacer ricos a los pobres por
medio de su pasión (2 Cor 8, 9).
de D rothee Solle ha protestado enérgicamente Contra esta teo-
o u rotesta se basa en un malentendido.
-Los sufrimientos de CriSto son también los sufrimientos del logía de
veste la entredgda.
malenten loseperoh: c';n,'enido en lema de cienos sectores
Espíritu. ya que en la j'ntrega de Cristo se manifiesta también la de la teología feminista.
enajenación del Espírit~sÍ como el Espíritu es el sujeto divino
de la historia vital de Jesús. es también el sujeto divino en la En El Dios <:Tllcificado. 3.L...• cita
' ba ~o
' al "e\eoeta
e neorestamentario
Hi'o es
hiStoria de la pasión de Jesús. Por eso hay que añadir quetIesús W. Popkes: «La proposición de que DIOS entrega a s~ t ~mos
de los dichos más in:.mditos del nue\'o testamento. en
sufrió la muene por una "fuerza de ,'ida indestructible» (Heb 7,
16) Y al morir aniquiló la muert~ por la fuerza del «Espíritu
uno .
que entender el '~n~reg~r' ~e:.el
'd
;e:~1
l o del \'oc3blo \' no
h~~c:~rido 10 que Abr;hán
0
eterno» (9. 14 En consecuencia .. todos los que mueren tienen
I
suU\'jzarJ?:n 'e~\~1O °f ~c:31 8..... ~): Cristo fue entregado por el
abiena la "vida indestructible» gracias a la muene de Cristo" I no necesito realizar (c. om : J_ 1 destino de la mueJ1e: Dios
L£'ablo interpretó el hecho d~elabandono de Dios en
como entrega del Hijo, y la entrega del Hijo como amor a Di~
1;
c,:,!z
;
,I
Padre con todas las consecuencIas a . ,_
lo ha arrojado a los poderes I~ei~::e::~c~~n~:~,~~
éS[Qs el hombre

energía posible
lia realidad .del amor de Dios. "del que nada puede separamos», ~e ¡dogmau'tnic rnq'
I~o~r~~rt:~cir~r~o~x~:;:~~s :: ~e~:
de la antigua la
(Rom 8, 39 )~ acontece en la cruz de Cristo y se conoce al pie ' 'd d d
o'a v destruve a a seg ...
persona detheologia
la tfln¡ aCruCiS('on
ar: ~ - una r<ld"- rdad difícil de superar»).
de la cruz. ".1':r Padre. que enví~ a su Hijo a todos los abismos e expresa la h.. a 1
. . G'" 1967 '86Sl
infiernos del abandono de Dios.Jde la soledad y la destrucción, tCitrisllls tradlllls. ot!lngen .. ~ d deramente fascinadopor
por medio de su Hijo está presenre entre los suyos. es por tanto Comenta D. Solle: {(El aUlor eSta ver a . 34 Como
omnipotente. 'Entregando al Hijo. lo da «todo». y "nada» puede la brutalidad de su Dios (SI(frimiemo. Salamanca 1~78. )'esarro.
separamos de-':G Así empieza el lenguaje del reino de Dios. en ella me había criticado anteriomleme (~loltmann I~t~n~:edi~duce
llar una 'theologia ~~ci.s' partien~~d~~~)
c(~;s)a~~eiec;or
puede su.
el que Dios lo será «todo en todos .•. El que ha conocido una vez
positivamenteel sutnmlento tonu - " También E. Sorge
la presencia y el amor de Dios en el abandono del hermano ue el «autor» SOY \'0: pero no es aSI. , ,
crucificado, ve a Dios en todas las cosas (Sal 139. 8), como poner q. 'D S:'¡ie Me cita como autor del menCIOnado
alguien. después de Una experiencia de la muene. siente la vi- ha eotendldoaSI: m~l~a~SCritodespués por ella:. «Moltmann
taliª~d de todas las cosas de Un modo antes insospechado. texto.... ))tru(Rcan/?~
cree ergiOll - Ii 'Id Frau. Weiblic!¡e Spirilllalit¿it rm Clmsten-
. SI evangelio de Juan resume el misterio de .Ia entrega en la
frase "tanto amó Dios al mundo que dió a su Hijo único para , d l. cruz feminisra seria aparece expuesra
6. E.
en A. La Carro
realidad de una ,(eolog~a
Transformlllg GI(lce. e ~I/liS
.' fa
I I
1 Tradition alld \Vomall.S Ex .
perience. San Francisco 1988. 15ss,
246
Los sl/frimiel/tos apocalípticos de Crisro
ÚJS slIfrimit!lItos dil"ino$ de Cristo

tumo Stuttgart 1985. 43). Le sigue después D. Strahn (Fama.


FemillistisclHlIeologische Zeitschrift (1988). 1. 5). que se muestra tre"a. sufre la muerte del Hijo con el dolor infinito del amo!"»'.
más cauta: «Leo en Jürgen Moltmann ... ». pero también parece ~~ P;dre no está aqui en la posición del «Padre todopod~roso y
dar a entender que Moltmann y Popkes son intercambiables. soberano» o de un Dios a-pático y torturante frente a Jesus, SinO
ue adonde va el Hijo va también el Padre. .
Este malentendido oculta una cuestión grave: «Todo intento q, SI conce b'Irnos e ¡ Go'l"ota
b como un proceso. de teodIcea, la
de considerar el sufrimiento como inmediata' O mediatamente pre~wma es: cuan d o Jesu's muere dando
.. el ~wto de abandono.
.
causado por Dios tiene el peligro de concebir a Dios de forma .dó....
nde está Dios?' Examinemos las SIguIentes respuesta:" .
sádica ... Dios no es entendido de un modo central como el Cristo (, l. Dios oc-ulia su rostro ~r calla. Jesús ~ue~~ ~~ sI1encl_~,de
que ama y sufre, sino que debe conservar, al mismo tiempo, la Dios~,Eso no es una respuesta smo su p:ofundlzaclOn~,-vPor que. ~
posición del Padre dominador y todopoderoso», escribe D. SiilIe7• '.....:1. Dios permite la muerte de Jes~sen .total u?andono, abQ11.
¿Subyace esta idea en la teologia de la entrega y en la interpre- don;ndo a Jesús. v Jesús padece. SIn DlOS e Impoten,te, esta
tación trinitaria de la entrega y en la interpretación trinitaria del muerte humana":7Esto~ampoco es una respues~u. porque solo ~?~1.
acontecimiento de la crucifixión? Así parece si entendemos la duce a otra pregunta: ~Cómo puede Dios ?e~ltlr una cosa aSI~
«entrega» de Jesús como si el Padre fuera el sujeto activo y el 3. Dios quiere queJesús muera ~s1.~lOs lo ~ace todo e~
Hijo el sujeto pasivo. Asi parece también si entendemos la entrega t dos v él dedicó esta muerte de ]es~s.Tratdores. Jueces y vel-
de Jesús en la cruz como un sacrificio para aplicar la ira del d:gos 'actúan por encargo de Dios contra Jesús para llev~rlo a la
Padre. Así parece. en fin. si entendemos la entrega de Jesús como m;erte. Esto no es ninguna respuesta SInO una bla~femta:,.porque
1
si Dios hubiera actuado a través de Judas. de Caifás. de Pilato ese monstruo no es Dios. • • d
y los verdugos. Pero entonces el Padre y el Hijo no son uno> /4. Dios estaba en--Cristo (2 Cor 5. 19),. La debIlIdad ,e
sino que parecen escindidos; no juntos, sino enfrentados. La Jes'Js era también debilidad de Dios. los sufnmlentos de Jes~s
teología posterior de la Iglesia sobre la víctima expiatoria sugiere fueron sufrimientos de Dios. la muerte de Jesús slgmfica taolblen
esas, ideas. El cancionero religioso la~ difundió en el pueblo'. la muerte para Dios. su Padre: «Yo estoy en el Padre. y el Pad;e
,. Perol en el nuevo testamento el Padre de Jesucristo ~stá siempre esta, en mi».
, dl'ce el Cn'sto j'oánico. En vIrtud de ..eSla InhabltaclOn
d J '
al lado de JesUs,Y nunca al lado de los que crucificanJ:porque es mutua (perljoresls.
.. , ') del Padre \' del Hij'o. los sufnmlentos e esusd
el Dios de Israe!J' no Júpiter. el dios de los romanos.l_Por eso, son sufrimientos divinQ,?_y,.el amor de Dios e,s.un ~~orcapaz ,e
en la entrega delHijo se manifiesta también la entrega del Padre, sufrir v dispuesto a sufriÓ La fuerza del EspIrltu dIVIno ell Jesus
En la pasión del Hijo se expresa también el dolor del Padre. pasa a, ser. de una fuerzít'activa que era y que obraba prodIgIOS, I
La autoenajenación del Hijo expresa también la autoenaje- una fuerza pasiva que soporta las heridas. .. . ."-
nación del Padre: Cristo fue crucificado por la «debilidad de Ls. Jesús fue traicionado. condenado y ajus,tlcIadO P?r los
Dios» (2 Cor 13, 4). "En el abandono del Hijo se abandona hombres. y Dios p!£festa contra la muerte de Jesus r~~ucItando~e
también el Padre a sí mismo, pero no de la misma manera, pues de entre los muert~ Dios descalifica con la resurrecclOn de Jesus
Jesús sufre la muerte en medio del abandono, pero no la muerte a los traidores, 10SJueces y los verdugos. ,.
misma, pues la muerte ya no se puede 'sufrir', puesto que el T¿-. «Vosotros intentasteis hacerme maL pero ~IOS mte~taba
sufrimiento presupone vida. Más el Padre, que lo abandona y h acer "(cf Ge'n 50 .. 20) .Asi como José. vendIdo"d.d
'. b'len»,. en EgIpto.
se convirtió en salvador de los hermanos q~ le habIan ven l.?,
7. D Solle, Sufrimiento, Salamanca 1978, 33.
8. P. Spera!us: «Llegará la salvación ... ». Verso 3: "Por eso Dios envía
dI mismo Dj,os con\'ierte la cruz del Gólgot!!\ cllllJa{esurreccl.on
d~Cristo:fell hien para traidores. jueces y verdugos para judlOS
a su Hijo. hecho hombre, que cumple la ley ímegrameme para aplacar la ira ~,
j
de Dios que pesaba sobr~,nosotros», EKG 242.
9, J. Moltmann. El Dios cruc~ñcado. Salamanca 1975, 344.
? ,
~~,
"


248
Los slIjrimiemos apocaliprico,f de Cristo
Los sufrimielltos dil'illos de Cristo 249

y paganos. Los que destruyeron al Cristo vivo crucificándolo, ' " drá estar en contra?» (Rom, 8 31 ..,)_'?)'" . Toda
Son preservados de su propia destrucción definitiva por la cruz nuesrro.
.. d d(,quIen
.t" po !'cada en e '.,mOVlm'ento de entreaa ~ que alcanza
del Cristo resucitado. La historia se opone a Jesús crucificándolo. la tom a ..es ad Imp l
Cnsto a la h.umam 'd a d p erdida y se manifiesta
La resurrección de Jesús se enfrenra a esa historia. en la pastan e '. arate afirmar que «una persona de la
a~t~ ella .. Es ~~ P~~a dí~~~causante de la pasión»ll. De ser asÍ,
tnmdadp~~~~c'~a~lar del «dolor de Di~, que subyace den ~os
3.
La participación de Dios en ei Sllfrimie!!~!!') no s~ . e CristO»l:: Pero eso esU.o que hacen to as as
«sufnmlentos ~tes de la t~inidad al esbozar una teología de la
doctnnas reCle . f" de la apatía en la
, Si no se concibe la teología de la enTrega como teología del ' ran el aXIOma meta lSIeo
cruz. porque. :supe 'u luoar del amor esencialmente
doior de Dios y de la compasión dh'ina. se incurre en un ma- noción de DIOS y par~en .. en ~ ~ . :.
lentendido y esa teología degenera en lo conrrJrio.' Es cierto que pasible en forma de mlSencord,a de 0100
la expresión paulina y joánica «fue entregado» enuhcia sólo una
vertiente de este acontecimiento. La arra \"ertienre de la «entrega» U de los primeros en elegir este enfoque . f ue Or'oenes'
le ',.'«Dios

divina aparece con la máxima claridad en la pasión de Jesucristo: ennosu misencordJa.


,. ~ (crull1tU..
sufre \,;on 'OZEtV) nosotros, no 001esasión
Im-
'bl El (el redentor) desciende a la tierra por e , . p.
el rey mesías de Israel recorre pacíficamente el camino hacia la pasl e". .O ué naturaleza es el sufrImIento
cruz de los romanos. El hijo de Dios se despoja de su divinidad hacia el g~~ero hu~ano.:; E"I :ufnmiemo es el amor (caritas esr
PadeclO por nosotros. . d
y recoge el camino de un pobre esclavo hacia la muerte en cruz. que. l P d ismo, el Dios del universo. 'paciente y e
A la luz del poder y de la majestad divina. esto es un camino de passlO). ~ e, ad~e. ~s l IO~ 8) 'no sufre también de alguna
mucha mlsencor ID. a ~, '.l' 'bl (. se aler /I(ln est
enajenación. A la luz de la solidaridad Can los indefensos y los ') El Padre mismo no es Impasl e rp p
manera.
. _..
.b'¡'
liS, 1 S'I le invocan, se campa d'
ece )-'comparte el dolor.
pobres. es el camino del amor divino esencial. Si se afinna que UllpaSSl 1)

Padece un sufrimiento de amor ... »


Jesús es el mesías e hijo de Dios hasta la muerte en cruz. entonces
él trajo la esperanza mesiánica y la comunión de Dios a todos
los que tienen que vivir a la sombra de la cruz. a los desamparados Cuando Orí~enes habla del sufrimiento de Dios. sehrefiere 1:
" d amor a la Slmpatla que ay en
ya los injustol~~n esta entrega de Dios hay un sufrimiento activo un sufrimiento acepta o. por " d ~. partl'cipa en el su~
. . d' El que «se apIa a».{
(Hech 2. 23. "por designio de Dios ... »). Sin embargo, Dios no
~erdad~ra ::~~nc::U!::,~ e' sufrimiento ajen"i.\}:i¡fre por otros,ª!,
causa los sufrimientos de Cristo ni Cristo es una víctima invo-
luptaria de los sufrimientos-." nmlen o ent~a en comunión con ellos y soporta sus cargaf'-'
tIempo que .,... v redentor por intermedIaCIOn
....
l Dios:' Con su entrega. tyá. en busca de sus criaturas perdidas, Este sufrimiento
'.
solIdarlO. V1CQ11O. .
d D 'os Para compren er o en
d 1 todo su alcance
acoge su~bandono y les ofrece su comunión imperecedera. El es el sufrmllento el. 1 f' 'ento del creador
' 1 ,. t riamente' es e su nrnI
carácter sustitutivo de la entrega y de la resurrección de Cristo hay que concebIr o, tnmn~o v sop'orta sus contradicciones para
el que conserva e mu .
«por nosotros» y «por muchos» no debe entenderse como una
medida de urgencia ante la situación humana de pecado/Tampoco . H , Gollwitzer. \..'011 del'
iO Así argumenta con razon S Ste/lI'ertrefUng
1965 YGOf- W
se puede considerar como un caso particular de la función sus- .
tes, München 1967, contra O '. So'.lIe : Ste/l\'ertrelUflg.
S ¡ a 1974 tungart
34Oss, , ,
titutiva que subyace en toda socialidad humana. Al margen de F d toS de cnsrologIa a amanc. 37
Pannenberg, un amen. d' . "l86s' O Sol1e, Ste/l~'ertretul1g. .
los símbolos y las metáforas que utilicemos para hacer plausible 11. W. Popkes. Ch~lstus tra 1.1:'S ..
12. Es lo que sostiene tamblen a ora 'h'" O ,Solle. Cortes Schmer:. tei/en:
estas expresiones básicas del evangelio, «por nosotros», el mis-
Publik.Forum 4 (1988),33-34. . ¡ 16' MPG 13 812Al Y Homilia
terio íntimo de la intermediación de Cristo «por nosotros» es la . S 1 ela in E:.eduelem c. . i ,

VI in13. Ongenes,(MPG
E:.echielem '.ó n más amplia en J. Mohmann.
e e 13,714s). eL exposlcl
intennediación y a.utoentrega de Dios: «Si Dios está a favor
Trinidad y reillo de Dios. 38.39.
."

250 Los sufrimientos apocalipticos de Cristo


Los slIfrimil!lltos dirinos di! Crisfo 25/

mantenerlo con vida. Es el sufrimiento especial de Cristo que


padece. en su comunión cpo nosotros -?'.....cn entrega por nosotros definitivamente sino que estaba en tu coraz6!lJ El hecho de que
los dolores de la redencióníJ'slen fin. ~Lsufrimiento del Espírin: el centurión pagano confesara. al oír el grito de Jesús en la cruz,
de DIOs en los dolores de parto de la nueva creaci~ "Verdaderamente este hombre_yra hijo de Dios» (Mc 15, 39).
. ~.a Idea. del «DIOs compasIvo» es un antiguo' pensamiento apunta a esta respuesta mística.! Tal es el consuelo que ha brin-
JudlO. El DIOs que conduce a Israel a la libertad y cerró su pacto dado, en la larga historia de Irte cnsttana, el Cnsto perseguido.
con este pueblo es un Dios con la pasión y el célo del amor (Ex aislado. apátrida, doliente y abandonado:
20. ~) :,.IPor eso los rabinos descubrieron en la historia de los
Cuando más el miedo me embargue el corazón. líbrame de la
sufrimientos de su pueblo la historia de los sufrimientos del Dios ano-ustia
e con la fuerza de tu ane:ustia
_ y sufrimienro (P. Gerhardt)15.
de Israel. "El mldrash refiere: Cuando llegue el Santo -él sea
bendito- para liberar del destierro a los hijos de Israel. le dirán:
El Cristo volcado a nosotros v abandonado en su muerte por
Señor del mundo. tú fuiste el que nos dispersó entre las naciones
nuestra causa es el hermano y ~l amigo al que todo podemos
expulsándonos de la patria. ¿y ahora eres de nue\'o el que nos
confiar porque él todo lo conoce y padeció todo lo que nos puede
hace regresar allá? ... y el Santo -él sea bendito- dirá a los
afectar. .. v mucho más. Los cantos cristianos de pasión expresan
hijos de Israel: 'Cuando vi que abandonabais mi morada. va
la acción de gracias por ello:
también la abandoné. para regresar junto con \"OSotros' .r-r5i~s
aC?mpaña a sus hi~o~ al destierro:, c.ste ~ema dQ.Il{ina las id€a-S'del Por tu angustia y profundo sufrimiento te estaré eternamente agra.
1l1ldrash y de la ffilStIca en la tradiCIón Judía)}~:.;> decido.
\.~?nocemos t~mbién por la místi~a crist[;na esta respuesta al
grItO que los dolIentes lanzan a Di~ Se dice que Catalina de \_,ResuIT1irnos:~~"\
Siena exclamo una vez: «¿Dónde esrabas. mi Dios v Señor Los «sufrimientos de Cristo» son di\.inos porque:a través de
cuando tenía el corazón lleno de oscuridad e inmundi~ia?». y ellos Dios se hace solidario de los hombres y de todas sus criaturas
oyó esta ~espuesta: «Hija mía. ¿no lo has sentido? Estaba en tu dondequiera se encuentren: Dios eSlá fi.I?!.1 nosotros. ,__ .
corazón» .~!?~scubrir en el propio dolor el dolor de Dios significa Los «sufrimientos de Cristo» son divinos porque,' medIante
encontrar la 'comunión con Dios en la propia miseria. y entender ellos inter\'iene por nosotros y nos salva en un lugar 'a.onde no
la proPia ffilsena como una participación en los «sufrimientos de podemos sostenernos sino que nos hundimos en la nada: Dios
Cristo;>:.\ _
está por nosotros: (
Ás{-t~es. ~~ respuesta de la teología de la elllrega al grito Los «sufrimientos de Cristo» son divinos. en fin, porque_de
que el Cnsto abandonado lanza a Dios: "Dios mío. ¿por qué me ellos, ,nace una nueva creación de todas las cosas: Venimos de
has abandonado?», es ésta: Yo te abandoné por instante para que Dios/
fueses hermano de los hombres abandonados y en tu comunión :La solidaridad, la intermediación y el nuevo nacimiento son
nada pueda separar ya a nadie de nuestro amor. Yo no te abandoné las dimensiones divinas en los «sufrimientos de Cristo»;
Cristo está con nosotros, Cristo está por nosotros y nosotros
14. E., Wiesel. Der Mitleidende. en R. Walter (ed,). Die !tunden Namen
somos en Cristo una nueva creación. ¿En qué sentido Dios es
G~ttes:., ~relburg. 1985. 70, ef. H. lonas, Der Gottesbegriff naclt AIlSCltll'it:.,
E..me jlldlSr.:he Sllmme. en Fr. Stern.H. lonas. Reflexionen !insterer Zeit. Tü. «amor»? Dios es la fuerza solidaria. mediadora. regeneradora.
bmgen ,1,984: 65.86. Le contestó E. Jüngel. Gortes urspningliches Anfallgell
als scllOpferr.~che Selbstb7gren~ung. en Gottes ZukUllft der ~Velt. München
1986.265.275, El pensamiento Judío y cristiano sobre D'05 "d . d h
'. I d'" " . I espues e Ausc .
WHz» ,¡p.unta en a lrecelOn del sutnmlenro ,'next,'mabl d D' fi d
' de~garrador y de aptlaclOn
gnto " a su justicia. .". e e lOS en 19ura e
15. J. Mo1tmann. Angsr. en Gotteserjahnlllgell. München 1979. 31ss:
Die Angsf Christi .
~-f:
-t:.: ~'-,

4
La justicia, fruto de los sufrimientos de
Cristo: ¿Para qué murió Cristo?

Después de considerar el lado humano y el lado divino de


los «sufriJ1lientos de Cristo». abordamos su significación sote-
riológica e indagamos su fuerza liberadora. redentora v creadora.
~usc~mos',)en s~m¡i;\r..:entidO de esos sufrimienfo-s.,\

,l. La mera de la historia de Cristo \


l.~

La teología de la Reforma había distinguido entre la hiStoria


Christi y el fi"is historiae CJ¡risti, entre la historia misma y su
utilidad o uso (usus). para descubrir en la historia de Cristo la
revelación de la justicia de Dios que rehabilita y encontrar la
meta de esta historia en la fe que rehabilita. Nosotros adoptamos
este planteamient.Q-para ir más allál. Preguntamos. ante todo,
muy simplemente:: ¿Para qué murió Cristo? ¿para qué resucitó?
¿qué futuro late €h-su muerte y su resurrección y cuándo se
manifestará?)i-examinamos las respuestas que se dan a la luz
de las experieÍ1'ciasde la fe cristi~)la, descubrimos que ~ pregunta
«¿para qué?» se impone siemprel relativiza todas las respuestas
desde la experiencia y el conociñÚento y la~itúa en la apertura
escatológic~$~nsarescatológicamente significa pensar algo
hasta el fin~

1. J. Moltmann. Justificación y nuem creación. en El juwro de la crea-


ción. Salamanca 1979, 183-207.
2. Es lo que muestra también E. Stauffer. arto tva.. en ThWNT IlI. 327ss.
25-1
Los sufrimientos apocalipticos de Cristo
Lo.justicia. fruto de jos sllfrimiemos de Cristo 255

¿En qué consiste el final de la historia de los f' , clame que Jesús. el Cristo. es Señor. para la gloria de Dios Padre»
de la resurrección de Cristo? Las respuestas Son: su nmlentos y
(Flp 2, 9, I I J, La salvación universal de la nueva creación tam-
L Cristo fue "entregado por nuestros de!'t ' poco es ningún fin en sí. sino que está al servicio de la rehabi-
para nuestra rehabilitación» (Rom 4 25) ~'El 1 oSdy reSucItado litación de Dios, es decir, de la glorificación de Dios, el Padre
f' , , , sentl o de sus
nnllentos es nu~stra liberación del poder ael pecad d 1 su- de Cristo, Todas las criaturas encuentran su felicidad cuando
de nuestra culpa~\El sentido de su resurrección d o y e peso participan en la gloria de Cristo, Pero sólo descansa cuando llega
nuestra vida libr¿en la justicia de Dios, Perdón ~ I~muene es el sábado de su nueva creación. Sólo este descanso completa el
y nueva vida en la justicia de Dios' tal es la ex e. os pecados proceso de la leodicea, Sólo entonces podrán decir todas las
fe Ah'
. 1 esta
'c nsto
. «a favor nuestro»'penencla
M"~:- "
de la
. criaturas: «Tus sentencias, Señor. son legitimas y justas» (Ap
ficados los hombres? 'dónde 'd l' as, (,para que son Justi- 16, 7), Por eso, el fin último de la historia de Cristo consiste en
'fi ? ' (, reSI e e sentIdo de la fe u '
salvar la creación para gloria de Dios Padre. Ese fin es soterio-
~eI~: 'hi~~~~O~el~~~~iente respuesta a la pregunta por elqs:n;i~~ lógico y al mismo tiempo doxológico. La felicidad de la nueva
creación se expresa en el canto de perpetua alabanza.
De la historia de Cristo se desprenden estos horizontes de
ñorí~' SO~~~rl~~ov~~~óy C~~~rt~s:e~~~~ 1~4~id;) p;;al~e~:r seo]
finalidad y de sentido:
~eh~bdlta es el pnmer sentido anunciado y vivido en ]a hist:;~e Primer fin: la fe que rehabilita; segundo fin: reinado sobre
r:den~~~oden~onces el sentido de la fe que rehabilita es e] señOrí~ los muertos y los vivos: terCl!r fin: superación de la muerte y
e nsto sobre muertos v vivos En su co " , nueya. creación: [>{tarro fin: glorificación de Dios por un mundo
cuentran su' ., . .. muman en-
C . , propIa comunton los separados por la muerte El" redimido, E] fin próximo es la rehabilitación de los hombres,
nsto resucaado pasó a ser el hermano da 1 . '. pero el fin superior es la justificación de Dios: el fin común reside
resucitado reúne a los vivos v ] '- os muertos. El Cnsto
os muertos en su com . , d en la justificación recíproca de Dios y de los hombres y en su
vida común basada en la justicia: ésta crea una paz duradera.. La
~\I~p£~~~:ard:~:e~~~~: ~~:~~~~d ~\~e~nf~t~:~e~:nl~aup~~:~~ justificación no es un acontecimiento único y puntual sino un
, proceso que comienza en el corazón d~.los individuos por medio
de la fe y lleva al nuevo mundo justo. Este proceso empieza con
3, "Porque su reinado tiene que durar hasta .
e] perdón de los pecados y acaba cuando se enjugan todas las
~o~:s~~s enemigos bajo sus pies: como último enemii~ea~~~f¡:r:
lágrim£s~ En él encuentra respuesta la pregunta de Lutero sobre
25,26 2;)rte
no es'
i,
hasta q~e DIOSlo sea todo en todos» (1 Cor 15,
,: a c~m~monde Cnsto con los muertos y los vivos
el Dios'gratuito y ]a pregunta de Job sobre ]a justicia de Dios,
un tanto tiempo pendiente de respuesta, Con la resurrección por Dios
de tOd t:n en SI. SInOcomunión en camino hacia la resurrección
del Cristo ajusticiado en la cruz empieza un proceso de teodicea
de la ~~e~~;u~rtos para la vi.~aeterna y hacia la destrucción universal que sólo se podrá completar escatológicamente con la
n a nueva creaClOn de todas las cos S '1
tonces «se enjugan todas las lá . . as. O o en- resurrección de todos los muertos y la destrucción del poder de
a todas las criaturas con Dios ~nmas» Y, .fkf
0zo completo unirá la muerte con la nueva creación de todas las cosas, Este proceso 1
que rehabilita es ]a com " ' entre, ~,~ el sentido de la fe 7 de teodicea se transfonna entonces en la doxología cósmica uni-
,J munión de los unIOn con Cnsto, el sentido de la co- versaL Siendo este el fin último, esta doxología se anticipa ya
muertos y los VIVOSCon C . t '
creación en la que no hab " -:.-.. ns o sera la nueva aquí en la fe y en la comunión, en el consuelo y la esperanza
, ra ya muertes, i ..,) como un «canto del Señor en tierra extraña». .,J
4. «Por eso. Dios lo encubrój'sobr; todo
nombre que sobrepasa todo b y ]e concedió un
" nom re", para que toda boca pro-
'. -l

256 Los SlI!,.ill/ienros apoc,alipricos de Cristo
La jusricia. [r/lco de los sufrimientos de Cristo 257

2. La fe que rehabilita
es justo porque rehabilita a los injustos y crea un derecho para
los que sufren la injusticia.
El conocimiento real de Cristo lleva necesariamente a la fi ~ablo concibió la justicia de Dios como una acción creadora
que ~'~habl:lfa.Ese conocimiento no puede ser meramente teÓric~ soore aquellos que están amenazados de muerte absoluta por
(¡¡Ofma), smo que lleva espontáneamente a la actitud ex' t . 1 hallarse bajo el "poder del pecado», Nosotros entendemos por
• (fid ') S '1 I e IS encla
uCla. O O a ,e que rehabilila se ajusta al Cristo crucificad «pecado» la autoseparación del hombre de la fuente de la vida.
(~pornosotros». ya que sólo por su medio se recibe la fue o Dios. Esa autoseparación nace de la desúación del verdadero
Irberado~a de la resun"ccción de Cristo. Por eso la cristolo(1~ rza destino del hombre por engreimiento o por depresión. por el
la doctnna di' 'fi '. ~la y
e a }US.tl reaclOO se implican también. teológica_ «complejo de Dios» O por negación de la realidad humana. y
mente. de modo mdlsoluble. Tal fue la idea de los teólo"o lleva a la autodestrucción de las fuerzas regeneradoras de la vida
reformados, apoyados en Pablo'. ~ s y. en consecuencia. a la muerte. Con el endiosamiento del hombre
~~b:O~laboró :u teología. en contlicto entre la ley divina y comienza su autoaniquilición y la destrucción de su mundo vital.
~el C\ ~n.O:::,eJ¡o de Cnsto, con el recurso de la im"ersión dialéctica Esta muerte debe entenderse como muel1e absoluta. porque no
SonclblO la ley de Dios, como esa fuerza que él mismo utilizÓ equivale al proceso natural de la vida. El «pecado}> es. en este
para ~ersegu~r a los cr~s.tIanos. Cristo. condenado en nombre de
1

sentido.~na degradación óntica y debe hablarse de él en singular.,


la le, de DIOS. p;adeclO la muene maldita de la cruz., Al ser Es un fenómeno premotal que afecta a toda la creación. del que
resu~ltado y rehabIlitado por Dios. libera a los suvos de la mal- proceden aquellas acciones y comportamientos que se conocen
dlclOn de l~ ley (GáI3, 13);', Si Cristo acabó. en lo t~rreno, víctima en sentido moral como transgresión de las leyes de la vida. como
de. la ley. ~sta cesa escatológicamente con su resurrección. Si el <~pecados» en plural. Como cada ser guarda una relación social
Cnsto cr:uclfic~do fue tenido por pecJdor y «se hizo pecadof», con los otros seres. el "pecado» es siempre una destrucción socia!
el ResucItado lIbera del poder del pecado, Por eso el evangelio de la vida. Nosotros hablamos del "poder» impersonal del pecado
medIante el .c,ual se hace presente Cristo crucificado en virt~d d~ porque en él discurren procesos de destrucción estructural_ ine~
su resurrecclOll. se conviene en la fuerza de Dios para salvar a vitables que Pablo lamentó al reconocer personalmente: «No hago
todo el qu~ cre~ El aporta la nueva justicia de Dios que rehabilita el bien que quiero; el mal que no quiero. eso es lo que hago»
«SIn ~as o ras, de la .ley». ,!.i
evangelio de Cristo perfecciona y (Rom 7, 19), Y que hoy pueden percibir todos en las conse-
supera la tora de DIOS y abre el tiempo mesiánico a judíos y cuencias que trae consigo. Los sistemas de regulación que servían
paganos. «El Justo vivirá» fue la promesa de la lora' La l a la vida se invierten y trabajan en favor de la muerte.
1 d' ., ' ev era El evangelio tiene su propio tiempo. Su kairós es «el repre~
a con lClon,de esa justicia. «El que se rehabilita por la fe. vi~'irá»
(Rom ': 17) es la promesa del evangelio de Cristo, La fuerza sentante», en el que «se manifiesta la ira de Dios;; ,j como dice
del esplntu vlvlfi.cador de Cristo reside ahora en el evanQ"elio Pablo, "contra toda impiedad e injusticia humana»\Rom 1, 18).
sobre la resu~ecclón de Cristo. Por eso. este evangelio imparte Los hombres sufren esta tribulación escatológica porque la muerte
ahora el esplntu de la resurrección y de la nueva creación de universal afecta a su injusticia. que la hace inevitable. El tiempo
~odas las cosas y anticipa a los creyentes. merced a la liberación de esta injusticia está terminando. _--
el poder del pecado~el triunfo de la vida sobre la muerte. Dios El fin del tiempo está próximo. En el horizonte apocalíptic~
donde los hombres se hunden en la nada. Fue ellos mismos
3. E. Wolf. Die Rechtfertigung I / l M' preparan para sí mismos y para la naturalez<t-"de la tierra. el
Theologie. en Peregrinario JI. Mü~~:e~e 1~s me. und Gren::.e reformarorischer
evangelio de Cristo trae la fuerza salvadora. rehabilitadora, de
rechtigkeit nach Luthers Lehre. München 194-6~. IIss ... H. J. lwand. Glallbensge~
bei Pallius. en El:egerisehe Versl I d B . L E. Kasemann. Gottesgerechtigkeit Dios-al mundoí la fuerza de la regeneración desde el Espíritu
\ fe le WI esmnungen II. G6ningen 1964, 181s5. vivificador yerJcomienzo de la nueva creación. También recordar
258 Los sufrimientos apocalipticos de Cristo
Lo. justicia, fruto de los sufrimientos de Cristo 259

aquí la tribulación apocalíptica de todas las criaturas por los í


«sufruTIlentos del tIempo presente» (Rom 8. (8). Con el perdón (Rom 5. 20).\Por eso la fe rehabilitante no es sólo evocación de.!
de los pecados, el evangeli~ interrumpe el acoso a la vida por Cristo crucifiCado «por nosotros) sino del Cristo resucitado y
parte de los pecadore~. los libera y les da la posibilidad de vol- venidero. Fe es alegría pascual. y el perdón de toda culpa nace
verse hacia la vidaJCon la rehabilitación del pecador. el evan- de esta alegría. como dice la liturgia ortodoxa de pascua: «El día
g~ho ~bre a los horht1'reS)encerrados en sí mismos.@ amor de de la resurrección. Que la luz nos llegue en esta fiesta. Abra-
DIOS, Con la regeneración desde el Espfriru. pone en contacto cémonos. Digámoslo. hermanos. a aquellos que nos odian. Va-
a las "íctimas de .la muerte con la fuente de "ida eterna y los mos a perdonamos todo por ser la resurrección, y exclamemos:
co.loca en los honzonres próximos r remo(QS del nuevo naci- Cristo ha resucitado de la muerte ... »6.
mIento de la comunidad humana y del nue"o nacimiento del Lo ocurrido con Cristo en su resurrección a la vida eterna
cosmos. nos ocurre a nosotros en In rehabilitación de los pecadores: «In
Esa significación universal del evangelio de Cristo para judíos illo resurrectio. ita in nobis vera justificatio)/. \Thrno la resu~
y paganos se funda en el carácter incondicional v gratuito de la rrección de Cristo ofrece este plus y excedente s6bre su muerte.
justicia rehabilitadora de Dios. . , con la rehabilitación de los pecadores comienza un proceso de
<;:omo la j.ustificación no presupone nada sino que acontece potenciación sobreabundante desde la justificació!l. pasando por
por pura graCIa. caducan los privilegios de los unos v las dis- la santificación. hasta la glorilicación (Rom 8. 30~La fe reha-
crin:i.nacio~es de los otros. El evangelio de Cristo sdlva y re- bilitante no es aún la meta y fin de la historia de Disto sino que
habIlita a lOS (pecadores» y se dirige a rodas los hombres en es únicamente. para cada creyente. el comienzo de un caminó
aquello de que carecen (Rom 3. 23). al margen de las diferencias hacia la nueva creación del mundo y hacia la justificación de
que pueda haber en lo que ellos son y poseen. Dios]por eso los rehabilitadores desde la fe son aquellos que
l La teología luterana en la época de la Reforma fundamentó «tiene hambre y sed» de justicia (Mt 5. 6) Y «son perseguidos
la fe rehabilitante. unilateralmente. en la pasión y muerte de por causa de la justicia» (Mt 5. 10). Son los que lloran sobre
Cnsto «por nosotros». Aplicó el pro nobis a la cruz. más no a «este mundo donde sufren y mueren niños» (Albert Camus). Por
la resU1irec~iónde Cristi), Por eso entendió la justificación o eso aguardan ese futuro en que «se enjugarán tOdas las lágrimas»
rehab¡]llaClOn del pecador unilateralmente. como "perdón de los (ls 25. 8; Ap 7. 17; 21. 4). Aquel a quien Dios ha justificado
pecados», pero no como nueva vida rehabilitada. El significado protesta contra la injusticia de este mundo. Aquel a quien Dios
de la resurrección de Cristo quedó reducido a este sen~ido me- infunde la paz en el corazón no puede ya resignárse a la hostilidad
dicinal de su muerte en cruz-l.. Pero. según Pablo. Cristo resucitó en el mundo sino que resiste y espera la «paz en la tierra». La
«pa~~ nuestra rehabilitación» (Rom 4. 25) Y «para nuestra sal~ injusticia y el sufrimiento adquiere sentido a medida que nos
v~clO.n»(Rom 5. 10). La resurrección de Cristo posee un valor declaramos inconformes con ellas. La fe y la esperanza en la
GUadldo y un excedente pro misario sobre la muerte de Cristo: justicia de Dios son el aguijón para no rendirse y para combatir
C?st~«murió» por nosotros, inás mín, resucitó '. (Rom 8, 34)5. la injusticia y el sufrimiento donde y como se puedas.
~I;5te excedente de la resurrección de Cristo sobre su muerte ~ justificación es algo más que una reconciliaciÓ5
se 'manifiesta en el plus de gracia frente a la mera cancelación
del pecado: «Donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia» 6. N. Nissiotis, Die osterliche Freude als doxologischer Ausdrllck des
Glallbens. en GOlles Zukllnft . Zukullft der Welt. München 1986. 78.88.
4. En este sentido se muestra crítico, con ocasión del jubileo de la Refonna 7. San Agustín, Enchiridiolt. cap. '¡8,
en 1917, A. ~chlan~r.Lr.1~hers Deutuflg des ROl1lerbriejes. Gütersloh 1917. 8. ef, el documento surafricano Kairos: Challenge to rhe CllUrclt. A
.5. P .. Rtcoeur. La Itberté selO/I I'espérancé. en Le confiiel des ilUerpré. theological Comment on the Polirical Crisis in SOl/lh Africa. de 1985. donde
tal/Ol/s. Pans 1969, 393ss. se critica la teología de la reconciliación como «teología de las iglesias» y se
reclama una «teología profética» de la justicia.
260
ÚJs sujrimii'lItos apocalípticos de Cristo
La justiáa. fi"lllo de los sufrimientos de Cri"u' 26/
Leon los precedentes de san Anselmo en la edad media. de
Hegd en el siglo XIX y de Karl Banh, aunque con diversos ción de Cristo. y que disocian la muene de Cristo de su resu-
enfoques. la «reconciliación» ha pasado a ser hoy el paradigma rrección. para referir esta muerte a una alianza preúa con Dios
de la soteriolo.gía y el marco de comprensión para la cristología como el restablecimi~nto de la misma. _::-...
• en su conjumv La cristología se ha funcionalizado en una cris- La reconciliación.\ re-conciliatio, ~ un acto retíoactivo-.:jPre-
. tología de la reconciliación. Pero ya la simple ojeada a una
concordancia del nuevo testamento muestra que las palabras co-
supone un mundo puro que fue destruido,por el pecadohumano.
v es su restablecimiento. La reconclhaclOn es la ~egaclOn de lo
rrespondientes ,3 «reconciliar». Ka1'aAJ.~ú.üüEl\,' e tI•.áüKEüOat, ~egativo.....para recuperar lo originari,a.mente po:iti\1l: ~'esti:lIliO in
aparecen poco y no Son primordiales ni b~sicas .t!-a categoría de iJ1legru111.\f:ste ap.tiguo esquema 12l1t1CO de o~lgen-cald~-letor~o.
justicia. en cambio. es primordial y básica] . es el ~sigue ~Rudolf Bultmann i cuando llice: «¿Que sentido
Sólo en las canas a los efesios y a los colosenses se habla liene, pues. la jús¡icia de Dios. 'él perdón de los pecados? ...
con algún énfasis de expiación y reconciliación. En las cartas Consiste en recuperar el estado onglllano de la creaClOn. en
originarias de Pablo las ideas de expiación y reconciliación apa- romper la trama del pecado en la que siempr~ me encuen.t~.o. l~\a
recen integradas en la realidad de la jusricia de Dios9. trama de la carne. del mundo: ~n vol ver a la antigua re\'elaclOn) . J

(Las ideas de expiación y reconciliación proceden histórica- t-Al reducir la justicia de Dios al «perdón de los pecados". Bult-
mente de la comunidad judeocristiana. En ella se entendió la ~ann tiene que poner como meta el restabl~cimiento de la crea-
muerte de Jesús. desde muy temprano. como sacrificio expiatorio ción Oliginaria~~.'pero este enfoque deja de lado la novedad que
y se proclamó cj)n resonancias de Lev 16 y del siervo de Dios la resurr~ccióri- del Crucificado trae al mundo.
doliente de 15 53 J«Que Cristo murió por nuestros pecados según En la reolo"ía de Kari Burth. la alianza de Dios con los
las Escrituras" (1 Cor 15. 3b) es una antigua idea judea-cristiana hombres parece ..... ser «In razón intrínseca de la creaci~n~).: por eso
que fue asumida y aceptada por Pablo. Con esta idea se podía el pecado sólo puede ser el impedimento de la commlOn de lDS
expresar la significación soteriológica de la muerte de Cristo «por hombres con Dios en esta alianza originaria..! En conSecuencIa.
nosotros» en un marco limitado: Cristo carga can nuestros pe- \I9ucristo vino al mundo. fue humillado y crbciticad? para llevar
cados y con el castigo de Dios como victima_expiatoria. y así a cabo la obra de la reconciliación. La resurreCClOn de Cnsto
nos redime de eUos y de sus consecuencias. ~_ero ese «chivo queda reducida entonces al' «juicio del Padre» y pasa ~_~er la
expiatorio» que «quita el pecado del mundo)) ,y ese siervo de categoría de la legitimación para la cruz del Resucitado! 1..:.,. ~
Dios salvador sobre el que <{recae el castigo para Eue nosotros Pero si la resurrección de Cristo posee el mencionado valor
tengamos pab,. tienen que desaparecer con el pecado~\Su retomo añadido al significado de su muerte. será promesa de una «nueva
por la resurrección es impensable en ambos esquem~~ represen- creación», q~e es algo más q~ la «primera creació~>, (Ap ~l,
tativos. Las ideas sobre la víctima expiatoria aplicadas a la muerte 4: «Lo primero ha pasado» );\~a resurrección ~e. C!:sto ~o Slg~
de Cristo significan que la causa de sus sufrimientos es nuestro nifica restitutio in integruJ1l mediante la reconclhaclOn. S1l10 re-
pecado, que la razón de sus sufrimientos es la voluntad indulgente conciliación con miras a la transformación y nueva creación del
• de Dios y que la finalidad de sus sufrimientos es el restableci-
miento de la alianza rota en favor nuestro. Es evidente que estas 10. R. Bultmann. Glauben l/lid Verstehen III. Tübingen 1960. 26: eL
ideas soteriológicas Son aplicables a la muerte. no a la resurrec- también 29 (trad. casto Creer y compreltder. Barcelona 1976). .,
11. K. Barth. Kircftliche Dngmatik IVI2. 158: "La resurrecclO~ y la
ascensión son la revelación perfecta de Jesucristo en corres?~ndel1CHl con
9. Considero el trabajo de E, Kasemann Erwtigimgen :um Stichwon 'Ver- su obra consumada». Coincide K. Rahner. Cuesrione:; dogmancas el! torno
Siill/lflngsiehre' im Neuen Tesrament, en Zeit und Ge:rchiclue. FS für R. Bult-
a la piedad pascual, en Escritos de tcología. ':,. l. ~adrid 1961. 1;59- [7~.
mann. Tübingen 196 ..L ..1-7.59. como no rebatido exegéticameme y necesitado «La resurrección de Cristo no es un aconteCimIento dIferente de:;pue:; de su
de una elaboración sis[~mática. Recojo sus datos exegéticos.
pasión y de su muerte. sino la manifestación de lo acaecido en la muerte de
Cristo».
,

262 Los sufrimientos apocallpticos de Cristo La justicia. jruro de (os sl~fí'imie!ltosde Cristo 263

mundo. y rehabilitación de los pecadores con miras a un mundo espíritus encarcelados que antiguamente fueron incrédulos. cuan-
Justo para todos los ser~ Por eso le! proceso de justificación de do en tiempo de Noé Dios aguardaba con paciencia mientras se
DIOS y de los hombres tiene al menos estos componentes: construía el arca ... », Según 4. 6. «se dio la buena noticia a los
l. Perdón de la deuda del pecado muertos para que, después de haber recibido en su carne mortal
la sentencia común a todos los hombres. viviesen con el Espíritu
• 2. Liberación del poder del pecado
de la vida de Dios». Al margen de las distintas ideas expresadas
3. Reconciliación de los alejados de Dios
4. Vida nueva al servicio de la justicia con estas imágenes. importa señalar el hecho de haberse atribuido
a Cristo la posibilidad de sal"ar a los muertos. dando a entender
5. Derecho de herencia a la nueva creación
que no están perdidos sino que pueden abrigar la esperanza igual
6. Participación en el nuevo mundo de Dios mediante la
apuesta apasionada por él. que los vivos gracias al evangelio. También los muertos pueden
alcanzar la fe, pues Cristo no anuncia el evangelio en vano. Hay
en la comunión de Cristo dinamismo y fuerzas del Espíritu de
Dios que influyen. más allá de la muerte. La fuerza redentora
La comunidad de los riros \' los muertos
. ...---- de sus sufrimientos no conocen fronteras porque Dios estaba «en
él)), Por eso. también los muertos quedan incluidos en esa fuerza.
La fe rehabilirante en Cristo lleva a los creyentes a compartir ¿Se trata sólo de los muertos de Israel o de todos los muertos»
el sellaría de Cristo sobre los ,"h"osy los muertos. Ellos se sienten Son en primer lugar los muertos de Israel. porque los «sufri-
dentro de un~ comunidad en la que se ha franqueado la frontera mientos de CristO)) incluyen los «sufrimiento de Israel»; pero son
de la muerte. Con la resurrección de Cristo. Dios abrió el futuro además todos los muertos. como dice expresamente la conclusión
a todos. alás Yivos y a los muertos. Los vivos conservan la del himno Flp 2. 9-11.
comunión con los muertos. pues éstos no están olvidados sino La muerte no puede poner barreras al amor incondicional y
presentes en la comunidad de Crisió\EI seiiado de Cristo va universal de Dios: de lo contrario Dios no sería Dios. y a la
pues. mucho más allá de la «nuevá-o'bediencia» v de una vid~ muerte habría que llamarla un anti-Dios. El anuncio del evangelio
de santidad. Una vez que Cristo es Señor de vi~'os v muertos a los muertos tiene su fundamento antropológico en el hecho de
gracias a su muerte y su resurrección. la reducción ética de su ser la humanidad una serie de generaciones y de estar compuesta.
reinado es imposible. Pero ¿cómo puede Cristo hacerse el Señor en este sentido. de una comunión de los vivos con los muertos.
de los muertos y acoger a éstos en su comunión? Casi todos los pueblos han celebrado esta comunión en el culto
Hay en la muerte de Cristo algo más que la aceptación vicaria a los antepasados: los muertos participan a su modo en la vida
del pecado y de la muerte absoluta, tal como la percibe la fe de la comunidad. y los vivos viven en presencia de los muertos,
rehabilitante. f'<:Asto. con. su muerte, se hizo además hermano y que están presentes como «antepasados)). Los hombres, como
libertador .de los muerto.s~ Esto se expresará con las imágenes seres sociales, son también seres generacionales. De ahí que si
-m~ticas del «viaje de C~stjo a los infiernos» y de su «bajada al la fe ve a Cristo como hermano y redentor de los vi\"os. se crea
remo de la muene»l:. Si Dios mismo estaba en Cristo Dios también en él como y redentor de los «antepasados», Con su
mismo' estará entre los ."muertos por medio de Cristo ~uerto. \. «bajada al reino de la muerte). Cristo pasó a ser el (antepasado
redentof))'J. Gracias a su comunión con los muertos, lleva la
Según 1 Pe 3. 19s. "Cristo proclamó la victoria incluso a los'
13, Han sido teólogos africanos los que me han hecho reparar en esta
.. 12. ef. el .t~baj~ .. má's antiguo. de W. Bieder, Die Vorstellung \'011 der dimensión y remito a C. Nyamiti. C/¡rist as our AlIcestor, G\•...
eru Simbabwe
HollenfaJIrl.Chrl.~ll. Zunch 1949. Cf. también el estudio global de W. Maas. 1984. En un tiempo en que las sociedades modernas corren peligro de romper
GOtt .1!lld die Holle, Siudien ::.:umdeseensus Cllristi. Einsiedeln 1979. Remüo el "contrato gener.acional» no escrito, el conocimiento del hombre como ser
tamblen al excurso Die Ho/lenjallrt Cllristi, en W. PannenberO" Cllrist%g;e generacional y el redescubrimiento de la sabiduría latente en el culto a los
227-281. - '::'.
antepasados es de vital importancia .

-_ ..

264 Los sufrimiellws apocalípficos de Cristo


La jrlSticía: .truro de los slIfrimit!lItos dt! Cristo 265

presencia de Dios y la fuerza del Espíritu a los muertos y los La «reserva escatológica» del señorío de Cristo rige también
libra del poder de la muerte. Por eso no iban descaminados los para los muertos dentro de ese señorío: Cristo resucitó de la
teólogos luteranos del siglo XVII que, frente a otros teólogos muerte. pero nosotros todada no. El quebrantó el poder del
reformados - seguIdores en esto del propio Lutero -, conside_ pecado. pero aún no ha llegado el fin del reinado de la muerte.
raron que «el viaje a los infiernos» de Cristo no fue el «punto Su señorío será completo cuando entregue «el Remo» al Padre
más bajo» de sus sufrimientos sino el comienzo de su exaltación y Dios "lo sea todo en todos» (1 Cor 15. 28). Y la muerte
y de su reinado sobre el uni\'erso1..l. Tampoco' anda descaminada desaparezca. En este «estado inteffiledio» de comunión de Cristo
la «mística católica del.sábado santo cuando medita en este día con los muertos y los vivos. los muertos no están apartados de
de silencio de Dios entre la muerte de Cristo el viernes santo v Dios. pero tampoco están aún consumados en él. sino que están
su resurrección el día de pascua. sobre su acción oculta y mis~- «en Cristo» v en camino con él. Su destino depende del futuro
lS
teriosa en los muertos . No hay una verdadera oposición entre de Cristo. E~isten. pues. con la misma esperanz,a que los vivos
el «viaje de Cristo a los infiernos» y su «bajada al reino de la y por eso también corren el mismo peligro. Es lo que sugirió
muerte»: Cristo padeció en la cruz el infierno del abandono y de Walter Benjamin con su oscura frase:
la muerte absoluta. Cristo muerto pasó a ser el hermano de los «Tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo si él
muertos y el antepasado redentor. y abrió así el mundo de los triunfa. Y este enemigo seguirá triunfando».
muertos al futuro de la resurrección y de la \'ida eterna. Es Este «enemigo» es para él el anticristo: «El mesías no viene
significativo que el icono de pascua de la iglesia onodoxa re- sólo como redentor; viene como el superador del anticristo» 17.
presente la resurrección en la bajada de Cristo a los muertos. en Si los vivos sienten un justit1cado temor al futuro de una des-
el derribo de los muros de su prisión y en la liberación de los trucción cósmica del mundo. éste es también el temor sobre los
cautivos a la libertad de la vida eterna. comenzando por Adán v muertos: que hayan vivido en balde y puedan haber muerto ab-
Eva. -
surdamente. También los muertos aguardan la justicia. también
La «bajada de Cristo al mundo de la muerte». al margen de su proceso está abierto mientras el proceso del mundo lo--siga
su interpretación. comporta. pues. el señorío de Cristo sobre los estando.
muertos: «Para eso murió Cristo y recobró la vida. para tener La comunión de los \'1l:05 eDil los muertos es importante para
señOfío sobre los vivos y muertos» (Rom 14, 9). Los muertos su vida y para la vida de las generaciones venideras. 18. Una
están muertos y aún no han resucitado. pero en virtud de la sociedad que no vive ya en relación generacional sino que conoce
comunión con Cristo están ya «en Cristo» y, junto con él, en únicamente los vínculos sociales transversales con los coetáneos.
camino hacia el futuro de la resurrección. Cuando Cristo «apa- los hermanos y hermanas. los colegas y compañeros y amigos,
rezca». ellos aparecerán pon él gloriosos (Col 3. 3). La muerte rompe el «contrato generacional» que garantiza la supervivencia
no puede apartar del amor de Dios (Rom 8, 38). pero este amor de la humanidad. Rechaza la memoria de los muertos y reprime
de Dios no es aún la gloria de Dios por la que la muerte misma los dolores no resueltos de los antepasados y los sufrimientos
es aniquilada. Por eso la existencia de los muertos en la aloria
de Cristo no es aún una «resurrección» sino un cobijo de ceara a IInd exegetische Umersllch/lIlg ::.ur palllillischell Escharologie. :\.lünster 31969:
la resurrección. Es un «estar en Cristo». como dice Pablo (Flp y mi EntwlIrf eiller personalen EschalOlogie: Liebe • Tod - eH.iges Lebe1/. en
1. 27), pero todavía no es la salvación en la vida eterna". H. Becker-B. Einig-P. O. UlIrich. /11I Angesicht des Todes. Eill imerdis:ipli.
I/inares Kompendillln n. St. Ottilien 1987.837-854.
17. W. Benjamin, flIumillarioneJl. AlIsgewdhlre Sehrz(rell. Frankfurt
14. W. Pannenberg, Chrisrolngie. 28!.
1961,270s.
_ 15. H. U. 'ion Balthasar. Mysterilllrl Pasehale 4. Abschnin: Del' GQI:g 18. Recojo aquí algunas ideas expresadas en la resolución del sínodo
~/l de" Torell (Karsamsrag). en /ldysrcriuln Salutis nU2. 225ss.
conjunto de los episcopados de la Repub1ica Federal de Alemania: "ljllscrc
16. ef. P. Hoff.~ann. Die Toten in Chrisrlts. Eine religionsgescJ¡ichrliche H()ffl1ung~' (1975). redactada por J.-B. Metz .

266
Los sufrimientos apocalípticos de Cristo
La justicia. fr/lto d~ los sufrimientos de Cristo 267

irrecuperables de los ~uertos. ¿Quién siente la muda protesta de vida y no se resignan a la situación actual. No son los increyentes
los muertos contra la indiferencIa de los vivos? ¿quién advierte sino los creyentes quienes se sienten embargados de esta «divina
que «los muertos no descansan en paz», como se decía antes . tristeza». No son únicamente las personas sino que en todas las
?O se les hace justicia? y si estos muertos han sido las «Vícti~:; criaturas es el mismo espíriru doliente de Dios el que exclama
Inocentes» de l~s vivos, ¿no conduce su olvido a un rechazo de "Ven» (Ap 22. 17). Sólo el que ha degustado algo de la justicia
la deuda contralda con ellos? La consecuencia de tales recha divina tiene hambre de ella. Sólo el que ha probado una gota del
conSIste en la creciente indiferencia colectiva hacia la yida. zas
a"ua de la vida. tendrá sed de ella. El que ha experimentado un
Fueron tales experiencias las que. después de la guerra, lle- i;stante el amor de Dios, anhelará la manifestación de la gloria
~aron en Alemama a una «teología política», porque percibíamos de Dios. El que cree en el perdón de los pecados_ empieza a
a l~ga sombra de Auschwitz que caía sobre nuestra vl'da . V llorar por la injusticia de este mundo y aguarda el día en que se
at f dI.... 'G an
n~n 3.f. e InJtlvamente los asesinos sobre sus VÍCtimas. o ha enjuguen las lágrimas para que sea completo el perdón de los
una JUstICIa para las víctimas del holocausto? La «resurrecci ~y pecados. Con otras palabras: la fe rehabi/itame plantea a los
de l~s ~u~rtoS» y el «juicio de Dios» Son los viejos símbolos ~~ hombres la pregunta de la teodicea, pendiente aún de respuesta.
esta JustICIa que une ~ vivos .y muertos y los coloca en un peligro Porque el consuelo de la fe no embota. sino que sensibiliza para
y una, esperanza comun. QUIen olvida el derecho de los muertos el sufrimiento. ya que despienu la esperanza en un mundo nuevo
mIrara con mdlferencla los derecho de sus hijos. El que disfruta donde no hava más dolor. La comunión con los muertos vivida
de su presente ~ Costa de los muertos. cargará de deudas el futuro dentro de la ~omunión con Cristo da un carácter social y cósmico
de sus descendientes.
a la esperanza frente a la muerte. porque entonces el individuo
, .El que se m~estra indiferente hacia los muertos será también no cree y ama. espera y llora para sí mismo sino para otros. Lo
ClTIlCO ~~n los VIVOS. Confesar la esperanza en una común «re- que cree y espera. lo cree y espera en solidaridad y representación
surreCClOn de los muertos» significa conservar la comunión con de otras personas y otras criaturas 19. La fe en la rehabilitación y
los mue~os. Las celebraciones de la mañana de pascua en los la esperanza en el triunfo de la justicia de Cristo hacen que se
cementenos. ,son un antiguo signo del cristianismo en favor de vea este mundo como un lugar profundamente «irredento».
esta comumon. En ca~~ celebración dominical puede haber un Pablo esbozó a este respecto la grandiosa visión de la plenitud
destello de la resurrecclOn de Cristo: por eso. el culto divino se escatológica del señorio de Cristo (1 Cor 15, 20-28).
celefua en presencIa de los muertos.
El Cristo constituido "Señor» del reino de Dios en virtud de
su resurrección de la muerte v de su exaltación «tiene que reinar
hasta que ponga a todos sus ~nemigos bajo sus pies» (25), pues
4. Cuando se enjuguen las lágrimas de los contrario Dios no sería Dios::o.
Cristo lleva a plenitud su señorío sobre la creación aniquilando
. La com.unión actual de CriSto con. los muertos v los vivos se toda «soberanía. autoridad y poder» y regenerando la vida con
onenta haCIa la plenitud del reinado de Cristo. Po; eso hace del su paz. «Como último enemigo, aniquilará a la muerte» (26).
.'
sufnnuento en, es:e «mundo irredento» un dolor consciente. El Entonces quedará acabada la nueva creación, en la que no habrá
dolor ante la perdlda?e un ser querido o de cada hijo que muere ya muerte (Ap 21, 4). La aniquilación de la muerte no se refiere
~rovoc~ la exc1amaclOn escatológica; ¿Hasta cuándo? «Ven Se- sólo a la muerte absoluta, a la muerte del pecador ni a la muerte
~or Jesus, ~en pronto» (Ap 22. 20). Los que así invocan. ti~nen
ambre)' sed de tnunfo de la justicia de Dios mediante la re- 19. Así se expresa E. Küsemann. Der gouesdienstliche Schrei nach Frej-
surrecclOn de los muertos y la aniquilación de la muerte. Los heit, en Paulillische
Perspektü"en. Tübingen 1969,211- 236.
20. E. Kasemann, Zum Thema der urchristlichen Apokalyptik. en Exe-
que lloran sobre este mundo irredento y sus víctimas. aman la gische Versuche und Besinnungen 11. 196..1-. lO5 .

~68
Los Sllfr¡,~ie1lt(ls apocalipricos de Cristo
La jllSricia. fruto Je los sufrimiemos de Cristo 269

humana. sino a la muerte como un poder cósmico: la muerte de


todo ser vivo. La aniquilación de la muerte es el lado cósmico 5. El gozo perpetuo de Dios
de la resurrección de los muertos. como ésta es el lado personal
de la aniquilación cósmica de la mUerte. Ambos lados se corre. La comunidad de Cristo que Pablo llama seño:ío tiene desde
racionan; de lo contrario la esperanza en la resurrección dege_ 1 principio la finalidad de glorificar a Dios. Segun Rom 15: 7.
neraría en un mito gnóstico de redención. La plenitud del señorío :Cristo nos acogió para gloria de Dios). Seg~n Flp 2: 1l. Costo
• rehabilitanre y vivificador de Cristo es la vida eterna del mundo IleO'a a ser el Señor del universo «para g.lona de D.lOs Padre:).
futuro. Pablo llama a la plenitud del señorío de Cristo «el Reino» Seoun
o. Rom 6 ..10 el Cristo resucitado (<VIvepara DIOS». Segun ..
(2-+). una expresión que no emplea en otros pasajes. Cristo, como Gá11. 19. Pablo "bajo la ley murió para la ley» a fin de ,~vl~lr
Hijo. entregará «el Reino» al Padre para que «Dios lo sea todo para Dios». Esta nueva «vida .para .Dl~S~) es deslg~ada~.reltera-
en todos». Como en la conclusión del himno Flp 2.9-11. también damente por Pablo con el térrmno "JUStiCIa» (Rom ,4. 2). 2 Cor
aquí la meta del señorío de Cristo sobre el uni\"erso es la glori- 5, 11). El cristocenrrismo de su te~logía lleva I.mpl~clt? ~n «teo-
ficación de Dios por la nue\"u creación redimida. En las cartas centnsmo)
. La ~
alon'fl.cacl'ón de DIOS es «el mIsteno Intimo del
pospaulinas a los efesios y a los colosenses. esta visión escato- señorío de CristO»~1_ . . '_
lógica se convierte en la impresionante imagen del Cristo cós- ¿Qué si!!nifica esta 'glorificación de DIOS: Las afir~~clO~~:-;
mico. por cuya sabiduría todo fue creado. cuya sangre todo lo sobre la justiCia de Dios y las afirmaciones sob~e l.a gl~nfI~~cJO~
reconcilió y cuya exaltación viene a «recapitular~!' todas las cosas de Dios corren paralelas en Pablo y a \'e~~s COinCIden.. Cnsto. e~
(Ef 1; Col 1).
el Revelador de la justicia de Dios y tamblen de la glona de DIO;

I
Estas dimensiones de la redención del cosmos fueron con- (1 Cor 4. 4). El pecador con\"irtió la verdad en mentira y cambiO
sideradas durante largo tiempo. en exégesis y en teología. como el derecho en injusticia: perdió su glona CO~10.1I~agen d~. DIOS
mitológicas y especulativas. Pero a medida que el desastre eco- (R ''') El e\"an.elio trae consigo la JustICIa rehablhtante
lógico de la civilización moderna amenaza hoy con destruir toda om J. _J . - 1 . d C' to (O
de Dios y es a la vez el «evangelio d~ la gana e ns ») _
vida en la tierra. son más relevantes y existenciales estas di- Cor 4, 4). Justicia y gloria son una mls~a co:a en la pe.rs~na
mensiones de los «sufrimientos de Cristo»), y de la justicia que
nace de ellos. para toda la creación. Los sufrimientos de la na-
turaleza agonizante de la tierra son también «sufrimientos de
Cri~to», y los «sufrimientos de Cristo» deben percibirse, en re-
I! del Cristo resucitado. Su resurrección sigmfica S10duda que DIOS
da la razón al que padeció la sinrazón de los .~ombres:apero
significa también su transfiguración ~ transf~nnaclOn en la ~lona-..
de Dios (F1p 3. 21). Sólo así se convIerte Cnsto en el ,:~aradlgma ¡
lación con la naturaleza agonizante. COmo dolores de parto de
una «tierra nueva» donde «habite» la justicia. La reducción mo- I de Dios) y en el prototipo global de la nue\'a creaClOn. Cz:sto r
no posee esta gloria por sí. sino únicam:nte en ;u ~eferencIa a '
derna de la salvación de Cristo a la salvación de los hombres o Dios Padre. Al glorificar al Padre. se glonfica a SI mIsmo.
únicamente a la sal\"ación de sus almas ha llevado a considerar La Biblia de Lutero traduce a menudo «glona» por «honra)!'.
las criaturas no humanas como insalvables. y a desdeñar la es- La fdoria tiene aloa que ver. sin duda. con el r~speto y el. re-
peranza en su redención. La explotación y el exterminio suplan- con~cimiento. per~ ese término es demasiado dé~lI. La «glona»,
,* taron a la esperanza común en la nueva creación. De ese modo seaún el uso del AT, tiene relación con la plemtud de poder y
se empezó a programar el final ecológico de la naturaleza de esta la ~agnificencia; pero esta facera destaca sólo el peso que lm-
tierra. El redescubrimiento de la cristología cósmica tendrá que presio~a y oprime al más débil. Lo más acertado es entender la
empezar hoy con una cristolog{a ecológica, si se quiere que la «alaria» como una categoría estética. Cuando la glona va umda
o
cristología cósmica tenga relevancia terapéutica para la naturaleza
que sufre hoy bajo la irracionalidad del hombre. En el capítulo 21 W Thusm!!. Pers Ch/{H1l1n 11I De!/ln SIl/dIe/! ::'11/11 Verhiiltnis 1'01/
VI vol veremos so.bre este tema. Cltl"i.st~':.enll /k l/lid Theo:cmnk 11I den pau/l11/s( hen Hauprbriefell. Münsler
'1969.78.

I
270 Los sufrimientos apocalípricos de Cristo

a la amistad y el amor, cabe hablar de gracia y belleza. es lo


que significó Dostoievski con su célebre frase: «La belleza re-
5 .
dimirá al mundo». El culto y los iconos ortodoxos tratan de
representar el poder redentor de la bel1eza de Dios. Pero en la la participación en los' sufrimientos de
categoría estética de la belleza, si se aplica a la «gloria de Dios», •
subyace también el espanto de lo terrible. «El que mira a Dio~
Cristo. Martirologio de hoy
tiene que mOlir»-, se dice, porque'el ser humano no puede soportar
la 'visión inmediata del esplendor divino. Pero el que «mira a
Dios» y permanece con vida ha encontrado gracia a los ojos del
Eterno y será llamado (amigo de ,Dios»" como Abrahán. R. IvI.
Rilke sugiere el m~sterio' de, la gloria divin~ cuando dice:

Pues belleza no es sino el principio de 10 telTible. que apenas


sopol1amos y que udmiramos porque rehúsa serenamente des-
truimos (Elegías de Duino),

En "términos positivos, en este «rehusar destrUltllos» que es Ecclesia martyrwH, Iglesia de los mártires, es un antiguo y
la gracia, nos llega la gloria de Dios en el rostro de Cristo. Lo venerable título aplicado a la Iglesia de Jesucristo. Significa la
cual significa también, a la inversa, que la gracia que nos llega unidad de destino de la Iglesia con su Señor, el «testigo verda-
es la figura presente de la glm'.ia de Dios. Por eso el «reino de dero» CAp 3, 14) Y el «testigo- fiel» CAp 1, 5). -Orienta a -los
la gracia» se orienta al «reino de la gloria», y el señorío de Cristo creyentes hacia el nwrtyrium Chrisú.
es para la glorificación de Dios. Y por eso también, la experi~ncia Los mártires de una iglesia ponen a ésta en una relación
de la gracia se expresa en el canto de alabanza con el que los especial con el testin1onio' de CJisto en su pasión y muerte. Por
hombres admiran'y ensalzan a Dios. ¿Cuándo ocurre esto? Cuan- eso es justo y digno honrar a los mártires, recordar sus notl).bres
do la justicia de Dios triunfa y ta injusticia y la violencia humana y orientarse en la historia de su vida y de su muerte. Puede ser
desaparecen de la tierra. Exculpando a los injustos y rehabilitando una señal de distanciamiento religioso el haber hecho del recuerdo
a los desamparados, Dios se glorifica en la tierra. Sólo una vez de los mártires un culto espec:.ial a los santos. En todo caso, el
concluido el proceso de la teodicea abierto con la elección de olvido de Jos mártires de una iglesia es señal de la adaDtación
Israel y la muerte y resurrección de Jesucristo, la pregunta acu- política del cristianismo, pues con ellos se olvida también al
sadora de la teodicea se convierte en el canto eterno de alabanza. Cristo cmcificado por Poncio Pilato.
Pero, hasta entonces, las lágrimas y los sueños están empareja- Vivimos en nuestro siglo una ola de martirios como pocas
dos. Hasta entonces la experiencia del perdón de los pecados irá veces se lu. conocido en la historia. Hay que remontarse a los
acompañada de la queja a Dios por la existencia del sufrimiento comienzos de"l crjstiamsrno y a las persecuciones organizadas por
en este mundo. los emperador~s romanos para encontrar situaciones senlejantes
y cifras equiiJarables. La Iglesia antigua tuvo sus máttires y sabía
aún cómo entender teológicamente el martirio de los testigos.
ivIuchas iglesias tienen también sus mártires en nuestro tiempo,
pero no saben cómo interpretar hoy teológicamente el martirio
cristümo. ya que los mártires viven hoy experiencias diferentes
a las de entonces. Aparecen testigos en unos cantlletos, desco-


272 Los SIIfrimi~ntos apocalípticos de Cristo La participación en los sufrimielltos di! Cristo 273

nocidos hasta ahora, con el poder e~tatal y con grupos violentos, encuentran suS cadáveres. y se ignoran sus nombres. Se priva
'''.
sin que la Iglesia sepa muy bieJ;ise debe considerarlos o no como deliberadamente a los mártires del fo(@de la publicidad.
mártires. Por eso es tan importante encontrar un concepto teo-
2. La persecución por ca)!sa de la. fe es cada vez más in-
lógico para comprender la experiencia actual del martirio. frecuente en la .era de la «libertad religiosa», y pasa a primer
La noción del mártir surgió en la Ig1esia antigua de las ex- plano la persecución por las obras de la fe. .
periencias de la persecución desatada por las autoridades paganas
contra los cristianos 1 • Se reconoció y veneró como mártires a

3.. La persecución contra los cristianos por parte de Estados
aquellos que aceptaron su muerte violenta voluntaria y pacien- paganos o ateos es sólo una vertiente. La persecución contra los
temente, como hizo Cristo. Eran acusados ante los tribunales y cristianos por parte de Estados cristianos va en aumento: en los
ajusticiados públicamente para escarmiento de los otros cristianos últimos diez años han sido asesinados en América Latina más de
y para alejar al pueblo del cristianismo. Se convirtieron así en 850 sacerdotes católicos, por no hablar de los innumer¡tbles cris-
«testigos públicos» de Cristo. El martirio de Policarpo, el anciano tianos seglares; y los que los asesinaron se consideraban cristia-
obispo de Esmirna, y el. del obispo Ignacio de Antioquía sirvieron nos.
de ejemplo a muchos. En el martirio -como explica Ignacio en 4. El martirio en la 19lesia antigua era el martmo personal
las cartas a sus comunidades-, el creyente no muere como muere y público de unos individuos concretos. El martirio hoy suele
un soldado por su señor, sino que muere con Cristo y participa ser martirio anónimo y maItirio de grupos, pueblos, razas, etc.
en sus sufrimientos. Esto le da la certeza de resucitar y reinar El arzobispo Romero fue asesinado al pie del altar. Conocemos
un día con Cristo. Si los mártires completan en su cuerpo «lo y respetamos su nombre. En su entierro fueron asesinadas cua-
que aún falta a las tribulaciones de Cristo» (Col 1, 24), Cristo renta personas por los mismos adversarios. No conocemos sus
mismo padece en sus mártires. nombres.
La Iglesia medieval amplia el concepto de mártir, como ex- Partiremos del testimonio de tres personas en diversas situa-
plica Tomás de Aquino: «Sólo la fe da a aquellos que padecen ciones para desaITollar un concepto teológico más amplio del
la gloria del martirio. CJistiano es el que es de Cristo. Y para martirio: l. Paul Schneider, el «predicador de Buchenwald»;
que alguien sea de Cristo no basta que crea en él, sino que debe .,
2~ Dielrich Bonhoeffer, el «teólogo de la resistencia», ambos
realizar las obras virtuosas mediante el espíJitu de Cristo»'. Es mártires de la «Iglesia confesante» de Alemania; y 3. El ar-
mártir el que es perseguido y ajusticiado por su fe y también el '¿obispo católico Arnuifo Romero, el «obispo del pueblo perse-
que lo es por realizar las obras de la fe. Pero en ambos casos la guido» en El Salvador.
muerte in odium fidei debe aceptarse voluntariamente y cons-
cientemente.
Si comparamos esta idea de martitio formada en las expe- Primer ejemplo: Pa"l Schneider (1897-1939)
riencias de la Iglesia antigua con las experiencias actuales de
cristianos que resisten y son perseguidos, resaltan las diferencias: Paul Schneider era pastor reformado en la iglesia evangélica
1. Los mártires, hoy, son torturados brutalmente y después de Renania'. Hombre de oración, director espiritual y defensor
acétnmo de la disciplina eclesiástica. «La disciplina eclesiástica
«desaparecen». No se conoce el lugar de su asesinato. no se
es el tendón de la Iglesia. Si se rompe este tendón, todo el cuerpo
queda flojo», había dicho Cal vino. Paul Schneider le siguió de
l. E. Petcrson. Zeuge der Wa/¡rlreit, en Theologisclte Traklate. München
1951, 165-224.
2. Tomás de Aquino, Summa Thcologica TIa-lIne, q. 124, a. 5. CL L. Bolf. 3. M. Schneider. De,. p,.ediger vrm BuchenwCJ.ld. Das Marryrium Palll
Reflexión ,fisTemtirica sobre sobre el martirio: Concilium 183 (1983) 325.334. Schneiders, Stuttgart 1981.

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274 Los ~:¡¡frimienrqsapocalípticos de Cristo La partic¡pl.~ci6(1 en los. slIfrimielltos de Cristo 275

modo consecuente y no administró. ningún sacramento sin dis- l. Patil Schneider tenía una f~ firme, y la certeza de esta
ciplina eclesiástica. En 1934, un año después de .la toma del fe le ayudó a soportar el martirib. Las fuentes de su fe ¡'ueron la
poder por Ado1f Hitler, se produjo en su nueva comunidad de ora~ión_ la vocación divina' al ministerio de la predicaci6n y la
Dickenschied, en Hunsrück, su primer conflicto con el Estado. misión divina en la comunidad de Dickenschied. Estaba dispuesto
Un joven hitleriano sufrió un accidente mortal y recibió sepultura. a morir ~ntes que perder sU' fe firme:. Y esta fe crecía con las
Después de la alocución del pastor Schneider, el jefe de zona se torturas,
acercó a la tumba y trasladó el cadáver al Himmlischer SA -Sturm
2. La disciDlina eclesiástica traduce los preceptos y la pro-
Horst Wessel. Paul Schneider se levailtó para protestar: "Esta es
mesa de Dios a ~la práctica de' la vida diaria. Hay que obedecer
una_ celebración religiosa. En el cielo no hay ninguna tropa de
a Dios antes que 1 otros poderes. Sin disciplina eclesiástica no
asalto Wesseh. En los años siguientes trató de defenders'e contra
hay un seguimiento real de' Cüsto. y Paul Schneider constató
los «cristianos alemanes» nazis de sus comunidades, utilizando
que esa disciplina es necesaria, aparte el ámbjio de la moral
la mencionada disciplina eclesiástica. Ello le costó la expulsión
personal, en el campo de la política.
de la provincia de Renania por agitador del pueblo. contra el
Estado nacional-socialista. En otoño de 1937 Paul Schneider y 3, Paul- Schneider no aceptó el martirio pasivamente, sino
su esposa regresaron a su comunidad para una celebración de que recorrió este camino con libertad y armado de paciencia:
acción de gracias por la cosecha. El estaba convencido de que desoyó la orden gubernamental de destierro, se negó a saludar
su invitación para predicar en aquella comunidad era una orden la bandera con la cruz gamada, tampoco calló en el bunker 2.nte
divina que debía obedecer antes que la orden de su destieno del ia injusticia política y siguió anunciando la palabra de Dios. Su
Estado alemán. Fue arrestado por la Gestapo y llevado a Koblenz; martirio es una pasión activa,
m,'is tarde, por su persistente negativa a aceptar la orden de
destielTO, fue conducido al campo de concentración de Buchen~
wald. También aquí podía quedar libre en el momento en que Segundo ejemplo: Dietrich Bonhoeffer (1906-1945)
aceptara la orden de expulsión. Pero esto seria traicionar la misión
que Dios le habia encon::¡endado como pastor de su comunidad. Dietrich Bonhoeffer procedía de la teología universitaria", El
En abril de 1938 se ordenó a jos .presos de Buchenwald saludar movimiento ecuménico y el pacifismo de los años 30 dejaron
cada mañana la bandera con la cruz gamada. Pau1 Schneider profunda huella en él. Pero lo decisivo. 'fue la lucha de ~<Iglesia 1,'
rehusó este saludo por consideí-arlo un acto de idolatría. Fue confesante» contra el sometimiento al estado totalitario de Hitler.
cruelmente torturado y llevado al bunker, la celda de la muerte. Bonhoeffer pertenécía al ala radical de la Iglesia confesante.
Pero desde la ventana de su celda predicaba la palabra de Djos. Est-a era para él la «verdadera Iglesia», y entre la Iglesia verdadera
a los presos que estaban en la plaza, les daba ánimos para so- y la falsa no había ninguna posibilidad de conciliación ni término
brevivir, y acusaba ante Dios a los asesinos de las SS. Estas medio: «El que se separa de la Iglesia confesante se aparta de la
alocuciones eran siempre breves porque los vigilantes se abalan- salvación», declaraba en 1935. Dietrich Bonhoeffer dirigía el
zaban sobre él para hacerlo callar. A los largo de 13 meses sufrió seminario ilegal ele predicadores en Finkenwalde. En 1939 viajó
inmunerables torturas. Los presos que lograron sobrevivir refi- por segunda vez a Nueva York y regresó a Alemania poco antes
rieron que Panl Schneider quedó convenido al final de una piltrafa del estallido de la guerra. Sus amjgos le habían disuadido y
sangrante. El 14 de julio de 1939 fue liquidado con una .inyección quisieron retenerlo en la Uni?Il Semil1ary; pero Bonhoeffer sabía
de estro.fantina.
De este «aplicador de Buchenwald» y de su martirio podemos 4. B. Bethge. Die!rich BOl1hoeffer, Theologe " Christ - Zeitgel1osse, Mün-
aprender tres cosas: chen ~1980.
," -:

276 Los sufrimientos apocalipricos de Cristo La parti~'ipaciófl en tus :.u!rimiertlos' de Crü"ro 277

que supuesto, ante los cont1ictos previsibles, estaba en Alemania. tenían lugar las elecciones presidenciales en El Salvador. Al
Trabajó de nuevo para la Iglesia confesante, pero se sumó además .' '. fraude electoral de la Junta Militar gobernante respondieron los
a un grupo político de resistencia que colaboraba .con el almirante otros partidos con una. manifestación de protesta. La manifes-.
Canans y eLcoronel aster en el ejército alemán. Ejerció de correo tación fue disuelta a tiros por la guardia nacional. Dos .semanas
diplomático de este grupo: Ya el 3 de abril de 1943 fue arrestado. '. después, el 12 de marzo de 1977, un sacerdote era asesinado por
El 9. de abril de 1945 murió asesinado junto con el almirante. primera vez' en El Salvador: el P. Rlitilio Grande, jesuita, párroco
Crinaris y el coronel aster en el campo de concentración de de Aguilares. Romero se trasladó al lugar del suceso y pasó la
F1ossenbürg. De este «teólogo de la resistencia» podemos apren-' noche' del 12. al 13 de marzo en la comunidad del sacerdote
der tres lecciones: . asesinado. Aquella noche, según contó después, se realizó su
«conversión». Tenía 59' años. Había sido un hombre de Iglesia
1. Recorrió el camÜlo desde la resistencia eclesial a.la re- conservador, pero reconoci6 enronces la relación ex!stente ....
entre
sistencia política contra la diCtadura ,alemana. ¿'Por qué? Porque la persecución contra ia Iglesia y la opresión del pueblo por la
la Iglesia no sólo puede protestar cuando el poder estatal se vuelve minoría gobernante del país y sus «escuadrones de la muerte».
ilegal. injusto e inhumano... La Iglesia debe protestar si se persigue «Fue al pueblo» y se hizo obispo del pueblo. «No persiguen en
a los judíos. se' asesina a comunistas y demócratas.y se hace el fondo a la Iglesia sino al pueblo, pero la Iglesia está del lado
enmudecer a. todo un pueblo. Bonhoeffer no murió sólo por los del pueblo y el pueblo del lado de la Iglesia», escribió. Creyó
derechos de la' fe en la Iglesia sino también por el. derecho a las en el «Dios de los pobres». escribe su biógrafo Jan Sobrino: «En
obras de la fe en la vida política. Participó conscientemente en los crucificados de la historia se. le hacía presente el Dios cru-
el «sufrimiento de Dios en el mundo». Su martirio fue un martirio cificado ... En los rostros de ios pobres y oprimidos de su pueblo
cristiano-político, mientras que el maI1irio de Paul Schneider se vio el rostro desfigurado de Dios>". Romero escuchó el evangelio
puede lIamar un martirio cristiano-eclesial. del reino del Dios en el gemido y el grito de los pobres. Fue
«evangelizado» por los pobres. La catedral de San Salvador se
2. La fuente de su capacidad de resistencia fue, según su
convirtió en el lugar de reunión del pueblo, un lugar de liturgia
propia expresión, la «disciplina del arcano». Se referia a la dis-
y de huelgas de hambre, un hospital para heridos y un punto de
ciplina interva de la vida espiritual, a la oración, a la meditación
despedida de tantos muertos del pueblo. Romero comprendió
y a la inmersión en la presencia del espíritu divino. '.
también el tránsito desde el «pueblo» al «pueblo organizado».
3.. Tampoco Bonhoeffer aceptó pasivamente la persecución. Apoyó las «organizaciones populares», de los trabajadores ru-
el sufrimiento 'y la muerte. En 1939 regresó voluntariamente a rales, de los agricultores ,. de los obreros. El «proyecto popular»
Alemania'. entró a sabiendas en la resistencia pOlítica'y se con- era. a su juicio, una solución para los problemas del país. Y así
virtió por propia iniciativa en «reo de alta traición» dentro de incidió en el conflicto político. El arzobispo Romero fue mueno
un régimen inhumano. • a tiros delante del altar de su iglesia, durante la misa, por un
asesino a sueldo.
En este martirio de Arnulfo Romero queda patente' una tercera
Tercer ejemplo: Arnulfo Romero (1917-1979) dimensión del maI1irio cristiano poco atendida hasta ahora, y que
hoy reviste creciente importancia. La primera dimensión es el
Arnulfo Romero, el «obispo del pueblo» en El Salvador, fue sufrimiento por causa de la fe: Paul Schneider. La segunda, el
ordenado sacerdote en 1942 y consagrado obispo en j 970 '. En sufrimiento en la resistencia contra el poder injusto e ilegítimo:
1977 fue nombrado arzobispo de San Salvador. Al mismo tjempo Dietrich Bonhoeffer. La (ereera, la paI1icipación en los sufri-
mientos del pueblo oprimido: Amulfo Romero.
5. O. A. Romero. Die nOfWentige Rt!l'ollllion. Mainz.Münchcn 1982. er.
J. Sobrino. Perfil de una sumidad po/frica: Concilium 183 (1983) 335.344. 6. J. Sobrino. Vonvorl ZlI O. A. Ror1fero. J 7.
278 Los sufrimientos apocalípticos de Cris.to
La panicipaóóll en los su!rirn!eJltos.de C;r(sro 279

El lado apocalíptico del martirio El concepto teológico de martirio no posee sólo la. conocida
vertiente cristo lógica . según la. cual el mártir está unido. a Cristo
Si consideramos el"ma~irio de las tres personas i}1ericlonadas, de un modo especial, sino también la vertiente apocalíptica,
vemos que sólo el pastor Paul Schneider entra en el concepto menos conocida, según' la cual- el mártir anticipa en su .cuerpo
clásico de ITÍ¿rtirpor Cristo, aunque tambiéb él desoyó expre- los. sufrimientos escatológicos que afectan a toda l'a .cre~ción, y
samente una orden estatal y por eso fue liquidado '. En Dietrich atestigua éon su muerte la, nueva c'reación. El que participa en
Bonhoeffer encontramos un martilio por «actos de virtud política los «sufrimientos de Cristo» participa en los sufriinientos. esca-
realizadas dentro del espíritu de Cristo», El, por ob~decera tológicos del mundo. Los mártires anticipan este final para su
Cristo, recurrió a la. resistencia activa. Pero con él fueron eje- tiempo presente y pasan a ser así testigos apocalípticos de la
cutados el almir~te Canaris y el coroneL Oster. ¿También ellos verdad futura contra la mentira reinante, de la justicia fl~tura
fueron mártires de Cristo?' No conocemos sus motivos religiosos; contra .lainjusticia imperante y d.e la vida futura contra la muerte
pero en una consideración objetiva también ellos fueron. como triunfante.' . .
Dietrich Bonhoeffer, mártires por la causa de la justicia, que es
la causa de Dios. En este punto las fronteras del martirio cristiano
son flexibles. La frontera imprecisa del martirio por aétuaciones
políticas basadas en la fe nos revela un misterio: los mártires se
encuentran en una comunidad más amplia. Ellos mismos entraron
en esta comunidad con otros testigos de la verdad y de la justicia,
y ponen a la Iglesia, que los considera como mártires, en comunión
con alTOS testigos de la verdad y .la Justicia, Leonardo Boff los
llama «mártires del reino de Dios y de la polftica de Dios»?
Pero el arzobispo Romero va más allá de esta comunidad de
testigos de Cristo y de testigos de la justicia, para encontrarse
con los sufrimientos del pueblo pobre, impotente, oprimido, En
la lucha con el poder, los que más sufren son los lllás débiles,
los pobres son sacrificados por [os que domiuall y)os niños son
1.osque primero mueren. Por eso Jesús los llamó dichosos, porque
de ellos es el reino de Dios, Por ellos llega la justicia de Dios a
este mundo violento e injusto, El pueblo pobre, oprimido, ago-
nizante, se convierte en testigo de la justicia y del reino de Dios
en este mundo. El mensaje de los pobres consiste en su martirio
colectivo, mudo y anónimoS.

7. L. Boff, lV!arryriul11 ... ., 180' ,<Ellos no son mártires de la fe cristiana,


tampoco son héroes que la Iglesia pueda recabar para s{, pero son mártires por
el [-eino de Dios, mártires de <¡quella causa que fue también la causa del hijo
de Dios cuando permaneció entre nosotros. En la historia de la humanidad
contribuyeron a la realización de la política de Dio~»
de! martirio: Conciliul11 183 (1983) 321-324. L. Kaufmann-N KJein.Okumelle
8. M. Lmge-R. Iblacker (eds.), Chrisrenvelj'otgung in Lateinamerika. del' Miirrvrer, en E. Sehillebeeekx. t1¡]yslik Ulul Polirik. FS n.ir J. B. Metz.
Zeugen der Hoffnullg, Frelburg 1980. eL también K. Rahner, Dimen.';iones
Mainz 1988, 333-393.

,:::¡a,':"
6
La memoria
de los sufrimientos de Cristo

.-
Una praxis acorde con la cristología del Crucificado no puede
ser sólo ética y política, sino que debe ser también sacramental,
porque es la práctica de Cristo antes determinar nuestra vida. En
el seguimiento, las personas intentan asemejarse a Cristo; pero
en la cena es Cristo el que se da a los hombres para asociarlos
con su entrega a su propio futuro. La significación soteriológica
de su vida consiste en que Cristo padeció y murió "por nosotros».
Esta significación soteriológica se «practica» al partir el pan y
• beber el vino en la cena.
Las interpretaciones teológicas de su muerte deben presu-
poner la eucaristía como actualización de su .sentido soteriológico;
de otro modo resultan abstractas. La cena es una teología de la
cruz llevada a la práctica. Si se entiende lit cena en el marco más
amplio de la eucaristía, cabe añadir que la eucaristía es la doctrina
de la mnidad practicada, ya que en la cruz se revela el Dios mno
y uno.

1. El memorial de Cristo y el recuerdo de Dios

Resumiremos brevemente la esencia y el sentido de la cena,


para abordar después la dimensión de la memoria de los sufri-
mientos de Cristo en esa cena'. La última cena de Jesús con sus

l. He expuesto ampliamente una teología de la cen",del Señor en La cena


del Se/ior. en La Iglesia. fuer:.a del Esprriru. Salamanca 1978',290.310.

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282 Los ,sufrimientos apocalípticos de Cristo 'La memoria de los sufrimielltos 'de Cristo

discípulos ha tenido siempre una signiíicación constitutiva para hizo ella se recordará «en su honor» allí donde se proclame el
la cena cristiana. Según 1 COI' 11, la comunidad nunca celebraba evangelio (Mc 14, 9), Después llega la,última noche: la cena de
esta cena sin el recuerdo de la última cena de Jesús: «La noche Jesús con los discípulos viene envuelta en la «traición» de Judas;
en que iba a ser entregado ... ». Con esta-evocación. la comunidad . en la ~~huida>>- de 10$ discípulos, en la ,«negación» de Pedro, en
no se limita a imitar la última ce"nade Jesús sino que se pone en la retirada del pueblo y también en el eclipse de Dios, que alcanza
la situaci6n de Getsemaní y del' Gólgota, y' vive la entrega de desde Getsemani al Gólgota. El, <,<mesíasmártir» muere solo. Su
Jesús en ese eclipse de Dios y abandono de los hombres. En ias experiencia d~ la muerte es la experiencia del abandono de Dios
primeras cenas con pecadores y publicanos, Jesús había antici-
y de los hombres, Es realmente un {<recnerdopeligroso» el que
pado simbólicamente la comida)' bebida en el reino de Dios con
evoca la cena conmemorativa con estas palab.ras: «La noche en
estos marginados en forma mesiánica. Si el reino de Dios está
que es entregado ... ». Muchos cristianos sienten este peligro cuan-
«cerca», como él anunció, tenemos que comer y beber juntos.
Si- la j.usticia de Dios llega en forma de miseIicordia con los do p{ensan en aquello de «comer y beber .la propia sen.tencia»
desamparados y los injustos, es preciso «acogerlos» y comer y (l Cor 11, 29).
beber con ellos. La teología cristiana ha solido entender la cena como ,<'<sa-
«Ese acog'e a los pecadores y come con ellos» (Le 15, 2). cramento del tiempo" porque combina de modo único el pasado
Pero en su última ceoa Jesús asocia simbólicamente la fracción y el futuro. el recuerdo y la esperanza3. Es un signum reme-
dej pan y la copa de vino con la entrega de su vida, Desde entonces morativum passionis et mortis Christi: «Haced esto en memoria
el pan y el vino hacen presente el reino de Dios en la persona mía ... }}. Es a la vez ¡m signum prognosticol1, preanunriativum
de Cristo, en su cuerpo quebrantado «por nosotros» y en su sangre futurae gloriae: «Siempre que comáis de este pan y bebáis de
derramada «por nosotros». El ámbito del reino de Dios anunciado esta copa proclamaréis la muerte del Señor hasta que él venga».
por Jesús se concentra aquí en su persona. El es «ei reino de En la coincidencia de memoria y espera de Cristo, la cena es
Dios en persona». Y en su persona el reino de Dios se concentra signo de la gracia presente, un signwn demonslrativum gratiae.
en su pasión, en la muerte de esta persona. En su muerte, ei Pero hay que distinguir aquí los tiempos: Se recuerda la historia
reino de Dios no sólo «está cerca», como en su proclamación, de la pasión y mue!te de Cristo. S\~recuerda mediante el Espíritu
sino que está «ahí». Por eso su pasión y muerte vicaria abre el del Resucitado. Por eso, tal historia abre a los que sufren y mueren
reino de Dios a todos los pecadores y alejados de Dios. Con su
la esperanz:l de la venida universal de Cristo glorioso. El recuerdo
muerte se realiza históricamente la misericordia de Dios por él
representada. «Dios estaba en Cristo», como dice Pablo. Cristo, ,. es histórico, pero la espera es apocalíptica.
El sufrimiento pasado de Cristo es objeto de recuerdo, y. la
el dador, es también el don de la cena. Uniendo a los hombres
consigo mediante su entrega, lleva a los hombres al reino de negada de la resurrección y de la nueva creación es objeto de
;. Dios. El reino de Dios. que en ia última noche de Jesús está esperanza. El pasado .y el futuro de la ~xperiencia eucarística del
presente únicamente en su persona, se abre con su entrega a todos tiempo no se sitúa en una línea temporal sino que son dos tiempos
los hombres. La cena del reino se convierte así en la memoria distintos: la historia de la muerte por un lado y la histOlia de la
de la pasión y muerte de Jesús; pero esta memoria 'abre el ho- vida por otro. El ,<futuro de Cristo» no estriba en la línea del
rizonte del reino a todos los seres abandonados de este mundo. tiempo futuro (juturum) sino en la eternidad venidera que pone
Conviene recordar el contexto de la última cena de Jesús fin al tiemno (adventus). De otfO modo sería .un futuro que alguna
según los evangelios sinópticos. Según IvIc l4, Jesús es ungido
primero como rey mesiánico por una mujer desconocida='. Lo que 3. 0, WCbC:f. Gl"Ullg!(lgell da Doglllarik IL Neukin.:hen 1962,703: «Toda
lnterpretación especial del acontecimiento de la cena resulta unilateral. Porque.
'l E. Schüssler-Fiorenzil, In !v!emory oI Her. A Fe!rlIllist RecolIsrruclion el vrobJema que se plantea primariamente es el del tiempo~¡. Utilizó aqllí la
al Christian Origins. New York 1983, ha mostrado la significación teológica ter~'linología sacramentrtl de Tomás d'e Aquino. SumlnCl theologicae UJ, q. 60,
de esta mujer cuya memoria fue prosclita. a. 3.
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284 Los sufrimientos apocaliptiCos dt Cri.tto Lo. memoria de fas sufrimic.ntos de Cristo 285

vez llegaría a ser pasado como todo lo que aún no es ya no sería no se puede anular. No adquiere ningún sentido en la historia
l
una vez que hubiera sIdo. Con la «venida. de Cristo» se espera ni siquiera por la historia futura, sino que aguarda su redenci6n. '
la aniquilación' de la muerte y la 'nueva' creacion. en la que «se La memoria es una cualidad em'inente del pueblo de !srael,
enjugarán todas las.lágrimas». Pero con eso acabará el tiempo. el cual existe históricamente, en un sentido p]~no y paradigma-
Esto se puede esperar porque se recuerdan .)os sufrimientos de tico. desde el éxodo de Abrahán'. La relil!ión. de Israel es una
Cristo desde la óptica de su resurrección.de la muerte,. ya que .. religión histórica; por eso la fe de Israel ;e mueve entre el re-
esa resurrección da a los vivos y a los muertGS la esperanza de cuerdo de¡ Dios de Abrahán, Isaac y Jacob y la ~speranza en la
superar sus sufrimientos. La memoria de los sufrimientos de J1egada de. su reino. La fe de Israel es una esperanza evocada.
Cristo se produce directa e indirectamente; pero la memoria de En virtud del recuerdo se vuelve a acontecimientos pasados para
la resUlTección. de Cristo acontece indirecta y mediatamente, pa- tomar conciencia de las promesas de futuro que laten en ellos.
sando por la memoria de los sufJimiel)tos de Cristo' .. Por eso no La evocación d~l. acontecimie.nto del éxodo en la cena pascual
cabe hablar en rigor de una memoria resurrectionis Christi. Sin es el modelo inmediato del recuerdo del acontecimiento de Cristo
embargo, el espírim de la resurrección es la fuerza impulsora de en la cena cristiana. Para aprender a confiar en Dios hay que
la memoria perpetua de los sufrimientos de Cristo «hasta que él acordarse de él: por eso hay"que seguir narrando las historias de
venga». Dios con su pueblo de una generación a otra y hay que inter-
La memoria es algo más que la fuerza psíquica del recuerdo. pretarlas mediante las propias experiencias. La religión de Israel
Es un «rasgo esencial de la condición finita e histórica del ser hunde sus raíces en la historia de Israel.
humano», «pertenece a la constitución histórica del hombrc»s. Pero no se trata sólo de este recuerdo agradecido de las «gestas
Mientras los hombres entiendan su existencia «históricamente», de Dios» en la historia. Se trata también del recuerdo afligido y
necesitarán de los recuerdos y esperanzas para su orientación y acusat.orio de los suliimientos y de los muertos de Israel. Quizá
sus decisiones. Los recuerdos evocan expeliencias pasadas y las nIngún otro pueblo haya llevado un registro tan detallado de sus
experiencia de generaciones precedentes. Sitúan a los hombres derrotas y persecuciones como loS"judíos; la última vez, en los
actuales en la tradición de anteriores procesos de aprendizaje. campos de exterminio alemanes de la segunda guerra mundial.
Las experiencias del pasado se ..narran para que .los hombres La lucha contra la muerte es siempre lucha contra el olvido. «El
maduren en comunidades narrativas. Esas 't.radiciones se pueden recuerdo acelera la redención. el olvido lleva al ostracismo», se
interrumpir porque son a su vez históricas". Se intclTUmpen cuando lee en el lugar conmemorativo Yad Vashem de Jerusalén. El
no ofrecen ya ninguna ayuda para la solución de los problemas recuerdo acelera la redención por4úe presenra a los muertos v
presentes. Si se imemlmpen todas ellas. el ser humano deja de sus nombres ante Dios. ~
existir históricamente. Pero los recuerdos de experiencias de los El recuerdo no se reduce a un acto de evocación humana
antepasados no proporcionan únicamente la sabidurta que se entre el presente y el pasado: en la perspectiva de los salmos es
adquiere con las experiencias, sino que evocan los sufrimientos también un acto enU'e los hombres y Dios: los hombres evocan
no redimidos. Sólo lo que no deja de doler queda en la memoria. el pasado para agradecerlo o lamentarlo ante Dios. Los hombres
Son los fracasos. las omisiones, los sacrificios absurdos de la recuerdan a Dios sus promesas cuando él se esconde y ellos se
historia. Esta historia del sufrimiento «no liquidada» CE. Bloch)
puede quedar reprimida individualmente y colectivamente, pero 6. Y.H. Yerushalmi. Zac"or: Erimlere dicJ¡! Jüdische Geschic"te und
jüdische Cedlichmis. Berl¡n 1988: A. Friedllincter, Zaehor-Gedenke!: £YTh 48
4. Así lo utirma. con razón. J. B. Metz. ZUkllfljt alls dem Gedtichmis des ( 1988) 378.J87; E. Fackenheim, Cod's Presence in HislOry. Jewish Affirmatioll
Leidells. Zur Dialektik des Fortschrius. en G/aube in Geschichre IInd CeselIs- alld P1lilosophicaJ Rej1ectiolls. New York 1970: d. también w. Schonroff.
chaft, Mainz 1977. 99. <eCedenken» im alten Oriellt Itlld im Airen TeStamelll? Neukirchcn 1964; B.
5. H.-G. Gadamer, Verdad y método. Snlamnnca .}991, 45. S. Childs, Memoro¡ und Tradition in Israel. Lonuon 1962.

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La memoria de los sufrimienros de Cristo 287
286 Los sujrimieJ1lOS opocalípticos de CristO

los cultos expiatorios. Valga como ejemplo el debate sobre la


sienten abandonados. Hay una correspondencia táctica entre la pena de muerte: la muerte de Cristo 'se esgrimió durante mucho
memoria del pueblo y la. memOlia de Dios. El grito de los que •
tiempo como justificante parala aceptación de la pena de muerte.
sufren refresca la rnemoria de Dios: «Recuerda, Señor, lo que' Sólo en época reciente se impone el' argumento de que desde la _
nos ha pasado; mira. y fíjate en nuestras afrentas.. ¿Por qué te inuerte de Cristo no puede haber ..'ya. una justificación teológica
olvidas siempre de nosotros y nos tienes abandonados por tanto de la pena de muerte. Habiendo ér «expiado» toda injusticia. no
tiempo?» (Lam 5, 1.20). puede' haber ya un derecho de pena expiatoria. La- experiencia
La memoIla de los sufrimientos de Cristo en la ceDa tiene de la liberación por la memoria de los sufrimientos de Cristo
para los hombres el sentido de estimar la libertad que nace de resulta más clara si se entiende el. pecado como crimen' y vio-
su «sufrimiento pOr' nosotros». Pero tiene también el sentido de lencia. Entonces Cristo padece bajo el pecado y muere bajo su
hacerle recordar a Dios, estos sufrimientos de Cristo y de acelerar efecto. Si Cristo padece, y'muere en lugar nuestro, entonces r1'os
la prometida redención que este mundo doliente espera. La espera asocia a su sufrimiento por el pecado y la' violencia y nos ponen
de la venida de Crisw, acompañada de la' memoria passionü de su lado. como se dice en un canto de pasión de Paul Gerhardt:
Christi, lleva siempre a la invocación maranatha.
La memoria de los sufrimientos de Cristo ofrece en -las tra- ¿Quién te hirió? ...
diciones de la cena cristiana una vertiente exclusiva y otra in- ¿Quién te maltrató as:!? ... Yo, yo y mis pecados ...
clusiva. En la vertiente exclusiva está el sufrimiento único, hu- fuimos causa de tu infamia7.
mano y divino, del Cristo solitario. Ese sufrimiento adquiere
significación universal por su función vicaria: según :NIarcos 14, Pero esto significa que nosotros, enagenados por el pecado
24, tal función se expresa en su «sangre, que se derrama por y la violencia, nos vemos libres de ellos con la contemplación
muchos», según .1 Cor l.l, 24, en su «cuerpo, que es partido de los sufrimientos de Cristo y comenzamos a vivir en la nueva
para vosotros». En la vertiente inclusiva está el nexo entre los creaclón de Dios. La memoria de los sufrimientos de Cristo
sufrimientos humanos y los sufrimientos divinos de Cristo, el provoca, si se entiende bien, un fenómeno de identificación re-
judío mesiánico, el hermano de los hombres, el hijo-niño de Dios, cíl)fOca: Cristo que murió por nosotros, y nosotros que vivimos
el primogénito de la' creación. en Cristo. El «Cristo por nosotros» de la cena sin la experiencia
La tradición de la cena cristiana ha destacado siempre la del «nosotros en Cristo» llevada a tm perdón de los pecados sin
glosada primera vertiente: él padecíó y murió por nosotros para una vida nueva en la justicia. Por eso la identificación recíproca
, forma parte de la memoria de Cristo. " El que se siente afectado
librarnos de nuestros pecados y encontrar en su excomunión, a
Dios. En el signo del recuerdo de la muerte de Cristo y en el por los sufrimientos de Cristo se convierte en un extraño dentro
signo de la esperanza .en su futuro se expresa la gracia de Dios del mundo de Poncio Pilato.
Llegamos así lógicamente a otros aspectos de los sufrimientos
en su acción presente, que libra a los hombres de la apariencia
de Cristo que consisten en la solidaridad colectiva del Cristo
de este mundo, soltando las amarras del pecado. Esta diberación
apocalíptico c:)n los sufrimientos ele Israel. con los sufrimientos
por los sufrimientos de Cristo» se interpretó a veces con el es-
del pueblo, con los sufrimientos de las personas y con los su-
quema del sacrificio expiatorio y se representa con los ritos del
frimientos de todos Jos seres vivps.
«sacrificio de la misa». Tales interpretaciones tienen un valor
El perdón de los pecados y la liberación de las estructuras
limitado en UD mundo de violencia y de víctimas. Se puede abusar
perversas de la violencia son los frutos de los sufrimientos de
de ellas para justificar un mundo en el que siempre habrá víctimas;
Cristo por una parte. El «enjugar todas las lágrimas de sus ojos»
pero también desbaratar los cuitos expiatorios, religiosos y se-
culares de un mundo violento, presentando a Cristo como la única
7. EKG 64. ~strofas 3 y 4.
víctima, suficiente «una vez por la todas», y protestando contra

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288 Los slIfrimienws apocal!pticos d~ edSIO La memoria d~ los sufrimientos de Cristo 289

es la otra parte. Como los «sufrimientos de Cristo» se recuerdan sores, me he fijado en sus sufrimientos y he bajado a librarlos».
dentro del espíritu de su resurrección y con la esperanza de la Con esta sentencia de Dios (Ex 3, 7; algo similar en Dt 29, 7)'
nueva creación de todas las cosas, se comprende que con ellos, comienza el éxodo de Israel desde 'el cautiverio a la tierra pro-
«se enjuguen todas las lágrimas». Por eso Cristo reúne en sus metida de la libe.rtad. De modo parecido, el grito de Cristo tor-
sufrimientos divinos, humanos y naturales la bistoria de los su- turado y angustiado en la cruz sobre el Gólgota se produce al
frimientos del mundo. Al rec'ordar. sus sufrimientos, recordamos comienzo de la resurrección de la muerte a la vida eterna. De
también a los mártires de Israel q~e soportaron el «oprobio de ahí que la'esperanza escatológica de los judíos y de los cristianos
, Cristo» (Heb 11, 26) .. Al recordar sus sufrimientos, recordamos comience con el grito desgarrador de los que sufren la injusticia'.
a las víctimas del pecado y de la violencia, los. sufrimientos del Por eso debemos volver de nuevo a los sufrimientos divinos
pueblo humillado, los sufrimientos de los enferinos y moribun- de Cristo. El recuerdo de los sufrimientos de Cristo trae éstos a
dos, los súfrimientos de la creación entera que gime: En este la memoria, no sólo de los. hombres, sino también de Dios. La.
sentido los sufrimiento. de Cristo son universales y globales cena conmemorativa presenta a Dios loS' sufrimientos 'de Cristo,
porque, con su resurrección de la muerte, alcanzan el final apo- le hace recordar los sufrimientos de su.mesías y pide su redención.
calíptico de este mundo de muerte y se convierten en dolores de Antes de la epilepsis o invocación del Espíritu sant" había que
parto del nuevo mundo, donde se enjugan todas las lágrimas escuchar el grito a Dios con el que Cristo paciente muere: «Dios
porque no habrá ya muerte. «La memoria cristiana del sufrimiento
mío, ¿por qué me has abandonado?». Este grito del Cristo ago-
es, en su contenido teológico, un recuerdo anticipador: contiene
nizante encontró sin duda una respuesta persoDal en sus resu-
la anticipación de un determinado futuro de la bumanidad como
rrección: sin embargo, para todos aquellos que él introduce en
futuro de los dolientes, los desesperanzados, los oprimidos, los
esta comunión mediante la memoria de sus sufrimientos, este
maltratados y los inútiles de esta tierra»'. Por eso la sinopsis de
grito no ha encontrado aún una respuesta personal ni cósmica.
Gólgota y Auschwitz no se pueden considerar como poesía re-
Sus lágrimas no se han enjugado aún y su pregunta de teodicea
ligiosa ni como una desconsideración a la dignidad del sufri-
miento ajeno .. EI Cristo apocalíptico padece en las víctimas del sigue abielta. En esta vertiente inclusiva y en perspectiv~ teo-
pecado y de la violencia. El Cristo apocalíptico gime también y lógica habrá que considerar la memoria de los sufrimientos de
padece en la creación torturada que gime bajo la violencia de .la Cristo como la continuación de ese proceso de teodicea universal
civilización moderna. De ahí la necesidad de ampliar el recuerdo que culmina en la muerte eD cruz de Cristo porque en él alcanzó
de los sufrimientos de Cristo a todos aquellos en cuya comunión la frontera de la resurrección y de la nueva creación de todas las
CriSto padece y. a los que él atrae mediante su sufrimiento. Sólo' cosas. La indicación de la cena. «hasta que él venga», no es un
extendiendo el recuerdo a los sufrimientos de todos ellos se di- dato temporal sino la meta apocallptica y universal del recuerdo
fundirá la esperanza a los cementerios de la historia humana. de los sufrimientos de Cristo en la historia de este mUDdo.Mien-
Pero, donde reina el olvido. se vuelve a matar a los muertos y tras él no venga. seguirá el grito a Dios y seguirán las lágrimas.
los vivos se ciegan. La resDrrección del Cristo crucificado y la experiencia de su
presencia por el Espíritu permiten abrigar la esperanza en una
respuesta universal a este grito dirigido a Dios y también la
2. El grito desgarrador esperanza, para el mundo, de que las lágrimas no sean definitivas.
En este sentido la cena de la memoria de Cristo es la cena de
La traición bíblica ofrece siempre, al comienzo de una ex- los que compadecen a los dolientes de este mundo y esperar por
periencia de salvación, un grito desgarrador: «He visto la opre- ellos: una cena de esperanza.
sión de mi pueblo 'en Egipto, he oído sus quejas contra los opre-
9. Cf. J. S. Croatto. h:odus. (l Hermeneutics of Freedom. New York.
8. J. B. Melz, G/aube in Geschichle l/lid Gesellschafl. Mainz 1977, 103. ]981.

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V
La resurrección;"
escatológica de Cristo

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«Si Cristo no ha resucitado. entonces nuestra predicación


carece de fundamento, y también vucstra fc» (1 Cor 15, 14),
declaró Pablo. Para él, como para el cristianismo primitivo co-
nocido, la resurrección de Cristo por Dios era la base de la fe
en Cristo y, por tanto, el fundamento de la Iglesia de Cristo. La
fe en Dios y la confesión de Cristo confluyen en este punto. La
fe en el Dios «que resucitó a Cristo de la muerte» y la confesión
de Jesucristo como «Señor» se iluminan recíprocamente. Después
de haber expuesto en los capítulos III y IV la profesión de fe en
Cristo, abordamos ahora la fe en Dios, que es su fundamento.
Comenzamos con una pregunta histórica: ¿qué dice y qué no dice
la fe cristiana originaria en la resurrección? Preguntaremos des-
pués, en el plano teológico, cómo se puede entender la fe en la
resurrección dentro de las circunstancias y la mentalidad del
mundo moderno. E indagaremos por último, en el plano ético,
cómo se puede hoy dar credibilidad a la fe en la resurrección.
Ese acontecimiento llamado «res1,lrreccióm) atañe al Cristo
muerto en cruz sobre el Gólgota. A la luz dc su persona, la cruz
y la resurrección aparecen relacionadas entre sí y deben inter-
1
pretarse considerando un acontecimiento en referencia al otro •
La cruz de Cristo es la eruz del Señor resucitado por Dios y
elevado a Dios. Sólo en esta correlación adquiere su significado

1. Lo subraya especialmente B. Klappert, Diskussioll um Kreur. IIlld All-


jerstellllllg, Wuppertal 1967; Id., Die AlIjerweckung de.~ Gekreuzigten. Der
AlISatz del' Cllrislologie Kar/ Bart1Js im Zusammcl1flOlIg del' Cfll'iMofo~ie del'
GeRcnwarl, Neukirchen z1974.

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294 El camino de Jesucristo La resurrección escatológica de Cristo 295

soteriológico especial. La resurrección por Dios le aconteció al así el excedente de promesa escatológica que cumporta la resu-
Cristo que había sido «crucificado, muerte y sepultado». Sólo rrección de Cristo y que se manifiesta en la desbordante alegría
en esta relación adquiere su significado soteriológico especial. pascual de la Iglesia primitiva y ortodoxa'.
La muerte y resurreccióu de Cristo son dos aspectos de un Comenzamos con un análisis de la fe en la resurrección en
acontecimiento que se llama a veces «acontecimiento de CristQ)' la Iglesia primitiva para esclarecer su sentido desde la historia
pero hay que señalar lo problemático de esta coujunción «y» qu~ de su génesis. Abordamos después la cuestión moderna, historia
vIene a sumar los dos hechos finales de Cristo. No se trata de y resurrección, contemplando esa fe en la perspectiva de la his-
dos hechos de la misma categoría que se pueden yuxtaponer sino toria y los métodos históricos modernos. A continuación inver-
del contraste más radical que cabe imaginar: La muertc cn cruz timos la perspectiva para considerar la historia hecha y vivida
de Cristo es un hecho histórico empírico, mientras que la resu- por los hombres a la luz de la resurrección dc Cristo. Partiendo
rrección de Cristo es obra de Dios. La cruz de Cristo ocurre en de una crítica de los esquemas teológicos habituales, en los que
este tiempo presente de violencia y pecado, mientras que el Re- la resurrección y la historia se reduCÍan a un denominador común,
sucitado vive en el tiempo futuro de la nueva creación, donde expondremos la resurrección del Crucificado como fundamento,
reina la justicia. Entre los enunciados cristológicos del credo, meta y praxis de la historia de la liberación. La «historia» es,
«padeció. fue crucificado, murió», y el enunciado «al tercer día sin duda, el paradigma de la edad moderna europea, mas no el
resucitó», lo procedente no es la conjunción «y» sino un punto último paradigma de la humanidad. La emergente concepción
y una pausa, porque empieza un enunciado sobre Cristo cuali- ecológica de la naturaleza de la tierra, en la que transcurre la
tativamente distinto: el enunciado escatológico. Nivelar y yux- historia humana, sustituirá al paradigma «historia»'. Nosotros
tap?n~r aquí los hechos soteriológicos significa destruir la pe- aceptamos el reto e indagamos la posibilidad y el sentido de la
cuhandad de la muerte en cruz o la peculiaridad de la resurrección resurrecci6n de Cristo en el marco de la naturaleza, para invertir
de Cristo. Calificar de «histórica» la resurrección de Cristo en después este enfoque y estudiar el futuro de la naturaleza en el
el mismo plano que su muerte en cruz significa olvidar la nueva marco de la resurrección de Cristo. La doctrina de la Iglesia
creación que con ella empieza y deja de lado la esperanza es- antigua sobre las dos naturalezas deberá ser recuperada en el
catológica. La cruz y la resurrección de Cristo se relacionan entre paradigma ecológico posmodemo y sometida a una reinterpre-
sí como la muerte absoluta y la vida absoluta. La muerte, en tación. En esta línea aparece el problema de la corporeidad de
tanto que convierte una vida en un fenómeno histórico debe ser Cristo muerto y resucitado, que ha estado casi desatendido en el
considerada como el poder de la historia. La resurr;cción, en debate «historia y resurrección». Con una nueva idea de la lucha
tanto que da vida eterna a los muertos y supone la aniquilación de la vida contra la muerte pasamos a abordar, por último, la
de la muerte, rompe el poder de la historia y es el final de la praxis de la esperanza en la resurrección, que da vida al cuerpo
misma. Si consideramos ambos acontecimientos conjuntamente, y al alma, al hombre y al prójimo, a la humanidad y a la natu-
la cruz de Cristo se sitúa en el final apocalíptico' dc la historia raleza.
mundial, y la resurrección de la muerte en el comienzo de la
2. N. Nissiotis, Die Theologie der Ostkirche im okumenisc1u?nDialog.
nueva creación del mundo. Por eso hablamos de «resurrección
Kirche und Welt in orrhodoxer Sich!, Stuttgart 1968; D. Staniloae, Orthodoxe
escatoló~ica .de Cristo» .. La historia y la escatología no se pueden Dogmatik, Gütersloh 1984. Recordemos aquí que las iglesias occidentales y
sumar SIn dIsolver la hIstoria en eternidad o suplantar ]a esca- orientales han de coincidir en una fecha pascual común si quiere tomar en serio
tología por la historia. Sólo cabe confrontarlas entre sí. A esta la era ecuménica. Para ello sería decisiva. a mi juicio. la aproximación a la
fiesta de pascun judía.
confrontación alude el giro «resurrección del Cristo crucificado». 3. er, H. KUng-D. Traey. Da.~ nelle Paradixma I'ml T1Ie%Ril', ~ohrc
Pablo ex~resó la no conmensurabilidad de muerte en cruz y todo el capítulo I1I: Die Rolle der Gescl1ichle im neuen Paradigma, Gütersloh
resurrecclOn con la expresión «más aún» (Rom 8, 34) Y significó t986,75-115.
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"\ Oénesis y peculiaridad de la fe cristiana


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.fn l' Jesús fue crucificado y murió públicamente. De su «resu-
:l'~ rrección» sólo se enteraron las mujeres que acudieron junto a su
,Jiu tumba en Jerusalén y los discípulos huidos a Galilea. Estos vol-
", J
vieron después a Jerusalén y proclamaron públicamente al Cru-
' ..d cificado como el Señor al que Dios había resucitado de la muerte.
Tales son los datos históricos relativamente seguros'. Son bas-
\ tante sorprendentes. Históricamente demostrables son tan sólo
1, las aseveraciones de las mujeres de haber escuchado junto al
'!j
sepulcro vacío de Jesús un mensaje de ángeles, y las asevera-
ciones de los discípulos de haber visto apariciones de Cristo en
Galilea. Después de su muerte, muchos discípulos y discípulas

l. cr. las exposiciones históricas de G. Lohfink. Da AbfQl~fder Oster-


ereigllisse und die Allfdnge der Urgemeinde: ThQ 160 (1980) 162-176: K. H.
Schelkle, Theologie des Ncucll Testamcllts n, Düsseldorf 1973, 128ss; Id.,
Aujerstelll/llg Je.m. Gesc/Jichre l/lid Delltfwg, en Kú'cfle fmd Bi/Jel. FS für
Bisehof E. Sehiek, Paderhom 1979, 389-408. Cf. también G. Kegcl. Alifcrs-
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tamell1. GUlcrsll1h 1970; G. O'Col1ins. 71,£' ElfSl('/" kSlIs. Lomhlll 197:\: K.
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Origtm y peculiaridad de la fe cristiana en fa resllrrección 299
298 lA resurrección escatológica de Cristo

tuvieron numerosas apanclOnes en las que veían a Cristo vivo Las experiencias sobre Cristo fueron sin duda unas experiencias
en Dios para siempre. En el testimonio más antiguo que poseemos que produjeron cambios existenciales. Ellas hicieron de unos
sobre la resurrección, la primera carta a los corintios, del año 55 discfpulos que por decepción y miedo habían huido de Jerusalén
o 56 d.C., Pablo recuerda que Cristo se apareció a Cefas, a 10$ a Galilea para salvar la vida, unos apóstoles que volvieron a
doce y más tarde a quinientos hermanos de una vez. Él mismo Jerusalén y arriesgaron allí su vida por anunciar «libremente» a
se suma a ell?s, aunque no había sido discípulo sino perseguidor ,Cristo (Hech 9, 22.28). Para las mujeres que habían «visto» la
de la comumdad cnst13na. El texto de Pablo es especialmente ejecución y la muerte de Jesús en el Gólgota (Mc 15, 40s), las
vahoso porque es un relato personal sobre su propia experiencia apariciones del Resucitado no fueron tan desconcertantes, sino
de la aparición de Cristo. Pablo «vio» a Jesús, el Señor (1 Cor que acontecieron como el tránsito de una visión a otra dentro de
9, 1), al parecer, en .~na experiencia interior: «Dios se dignó la fidelidad a un proceso de visión, conocimiento y amor'.
mamfestar en m( a su hiJo» (Gál 1, 15). Esta aparición le acontece Según la exposición de los evangelios, los fenómenos de
Inesperadamente y contra su voluntad. «Fui alcanzado por Cristo» visión tienen como premisa la huida de los discfpulos a Galilea.
(Flp 3, 12), dice. Produc~ en él un cambio total. Cae a tierra y Los evangelios señalan esta huida para excluir cualquier proceso
es conducido a Damasco Sin poder valerse por sí-mismo; allí será desiderativo y cualquier idea de una proyección de la fe: las
~autlzado y recuperará la vista. El Saulo perseguidor de los cris- apariciones no se pueden explicar por la fe de los discípulos,
tIanos llega a ser el Pablo apóstol de las naciones. Hech 9 narra sino que esta fe debe explicarse por las apariciones'. Los discí-
esta experiencia de Pablo como una historia de conversión sobre pulos traicionan, niegan y abandonan a su maestro. Los evan-
el modelo de la vocación de los profetas en el AT, con visión gelios no exponen las razones; pero su huida vergonzosa se in-
de u?a lu,z cel~stial deslumbrante y una audición: «Yo soy Jesús terpreta con Zac 13, 7: «Heriré al pastor y se dispersarán las
a qUien tu persigues» (9, 3.5). ovejas» (Mc 14, 27). Jn 16, 32 glosa: «Os dispersaréis cada uno
Parece que, las experiencias de las mujeres junto al sepulcro por vuestro lado y me dejaréis solo». «Cada uno por vuestro
y de los dlsclpulos en Gahlea deben concebirse en términos lado» puede significar «cada cual sigue su camino» y mira por
similares, si cabe concebir e imaginar de algún modo unas ex- sus intereses; pero puede significar también: cada cual volverá a
periencias excepcionales. Todos ellos afirman unánimemente ha- su localidad galilea, a su familia y su oficio. En todo caso, los
ber visto «vivo» al Jesús muerto. No dicen que volvió a esta discípulos de Jesús se volvieron atrás y renunciaron a su disci-
vida, sino que vivía en esa gloria de Dios en la que después se pulado; pero, contra toda expectativa, los fenómenos de las apa-
les «apareCIÓ» a ellos en sus vidas. Vieron una luz sobrenatural; riciones les hicieron retornar a Jerusalén.
pero con esto empiezan ya las interpretaciones. No es posible La localización de estos fenómenos es incierta: Marcos y
e:<t~~erla sub~tancla d~ ~stas experiencias como hechos puros Mateo hablan de Galilea, Lucas y Juan de Jerusalén, Jn 21 añade
Sin interpretacIOnes subJetIvas; el resultado serían unas abstrac- como apéndice las apariciones de Galilea. Históricamente cabe
cion~s ahistóricas. ~os hechos puros son, además, inexpresables
med13nte el lenguaje. En toda percepción se interpreta el fenó- 2. Cf. G. O'Collins.D. Kendall, Mary Magdalena as Majar Witness to
Jesus'Resurrection: Theo!. Studies 48 (1987) 631-646. León Magno llamó a
meno .con unas ideas que el sujeto lleva ya consigo. Sin duda María Magdalena «persona Ecclesiae gerens». Gregario Magno habló de ella
estas Ideas. no permanecen idénticas, sino que cambian en el como la «nueva Eva)) que anuncia la vida, no la muerte. Hipólito de Roma la
pro~eso de la percepción. Así ocurre sobre todo en experiencias elevó a la condici6n de apostola apo.ftolorum. Es grave excluir este apostolado
femenino del debate actual sobre la ordenaci6n de la mujer. Es un errorafinnar
radICales; de otro modo, Saulo no hubiera podido transformarse que Cristo convocó s610 a discípulos y apóstoles varones y sentó así la base
en. Pablo. Si percibimos algo «radicalmente distinto», nosotros para rechazar la ordenaci6n de las mujeres, como ha hecho Juan Pablo 11 en
mismos cambIamos radicalmente; de lo contrario no lo hemos su encíclica Mlllieris dignitatem de 1988.
percibido sino sólo apropiado, reprimiendo su naturaleza extraña. 3. K. H. Schelkle, Theologie des Nellen Testaments 11, 395.
300 La reslIrrección escatolóRica de Cristo Origen y peculiaridad de la fe cristiana en la ,.esllr"eccíón 301

presumir que los fenómenos tuviesen lugar en Galilea; pero al , Con las expresiones «Cristo se apareció», «Cristo fue visto»
regresar a Jerusalén, los discípulos se enteraron de las experien•. (Mc 16, 7; Jn 20, 18; 1 Cor 6,9; Lc 24, 34; Hech 13,31; I,Cor
cias de las mujeres junto al sepulcro, de fonna que hubo una 15, 3-8), comienza la interpretación teológIca de estos fenome-
confluencia de las experiencias de ambos grupos y la consiguiente nos, ya que se emplean las frases que en el antl~uo tes,tamento
confinnación recíproca. Yo conjeturo que los discípulos necé. describen la revelación de Dios y la loz del pnmer dIa de la
sitaron meses o incluso años para recorrer este camino, como creación. Dios «se apareció» a los antepasa~?s.Abrahá~, Isaac,
opinan muchos investigadores. La pregunta por la «primera vi- Jacob y Moisés. Al comienzo de la era meSIantca, segun Is 40,
sión». por su importancia para cuestiones de primacía en el na- 5 «se revelará la gloria del Señor y la verán todos los hombres
ciente cristianismo primitivo, no se puede contestar histórica- j~ntos». Las palabras «aparecerse» Y «ver». se emple~n en las
mcntc. La expresión «Pedro y los doce» posce una significación fórmulas de revelación. Su sentido es que DIOSse mantfiesta en
meramente simbólica para designar la comunidad judeocristiana. Cristo y Cristo aparece en la gloria de Dios. El papel activo e.stá
Parece que Pedro no ejerció una verdadera función directiva en en aquel que se deja ver. La persona afectada es,elemento pasl"-o
la primera comunidad, al menos una función duradera. y recibe esa aparición de Dios. Por ~so, este gener~ de teofanta
La cuestión de la duración temporal de los mencionados es irrepetible. Las apariciones de Cr.lsto,no son venf~cables me-
fenómenos de visión en el cristianismo primitivo también es
diante la repetición. Tampoco hay nmgun punto de vIsta fuera o
difícil de resolver. El dato de los «cuarenta días» desde pascoa dentro del hombre para poder ver a Cristo.
Pablo asocia estas ideas de cristofanía con el término U1tO-
hasta la ascensión es de naturaleza simbólicá, al igual que la
KáA.u<pt~ y les da así ona significación especial: Dios. descubre
indicación «resucitó al tercer día ... » Lo cierto es que las apari-
antes de tiempo algo que aún está oculto para las poslblltdades
ciones de Cristo cesaron para ser sustituidas por el anuncio del
cognitivas de la era actual. Los «misterios del tiempo final» y el
evangelio y por la experiencia de la presencia de Cristo en es-
mundo futuro de Dios pennanecen ocultos y no se poeden conocer
píritu. De la «visión» del Resucitado se pasó a la fe. Aunqoe el en las condiciones actoales, pues el mondo presente de peca~o
relato de la ascensión habla de una ausencia de Cristo, el tránsito y de violencia no poede s~portar el. nuevo mundo de la JusticIa
del ver al creer no se puede concebir como una ruptura brusca. de Dios. Por eso, esta justicIa de DIOScreará un nuevo mundo.
Estando relacionados los fenómenos de visión con experiencias y sólo se manifestará cuando termine el tiempo de este mundo
estáticas del Espíritu, parece qoe pasaron a las experiencias pen- y se inicie la nueva creación. Sólo entonce~«a~arecerá la glona
tecostales de la joven Iglesia y continoaron en ellas: de la pre- del Seña!'». Se dan ya, sin embargo, en la hlstona de este mundo
sencia de Cristo en las apariciones a la presencia de Cristo en el unas revelaciones anticipadas del foturo mondo nuevo. Las re-
Espíritu. La creencia de la Iglesia primitiva en la resurrección velaciones anticipadas del futuro de Dios van ligadas e~ el antlgoo
no se fundó únicamente en las apariciones de Cristo sino que testamento a la vocación de los profetas, y esta vocaclOn se funda
tuvo como impulsor, al menos de igual eficacia, la experiencia a menudo en la visión de la gloria futura de Dios (ls 6). Los
del Espírito de Dios. Por eso Pablo lo denomina «e~pírito o fuerza favorecidos con las cristofanías se convirtieron en apóstoles. ellas
de la resorrección». Lucas narra la bajada del Espírito en pen- y ellos, como María Magdalena, Pablo y otros. De la forma. de
tecostés después de la «ascensión» de Cristo, que pone fin a las visión anticipada de la glona futura de DIOSen el rostro de Cnsto
apariciones. Creer en el Cristo resucitado significaba ser alcan- surgió directamente la vocación al apostolado y al servICIOen
zado por el espíritu de la resurrección. En el Espíritu se expe- este mundo perecedero. Las cristofanías no se c?nslderaron. como
rimentaba la presencia de Cristo vivo. Por eso, creer en la re- transportes místicos a un mundo trascend~nte Sl~O como vlslu.~-
surrección de Cristo no significa afirmar un hecho, sino ser bres de la futura gloria de Dios en el pnmer dla de la creaclon
alcanzado por el Espíritu vivificador y participar en las fuerzas del nuevo mundo. Son, además, visiones en pleno día, no en-
del mundo fotoro (Heb 6, 5). sueños nocturnos.
, )

302 lA r~surrt'ccfón l'Scatof6gica dI' Cristo


Origen y p~cllfiaridad de la fe cristiana en la resllrrección 303

En la estructura de las cristofanías y de la visión pascual


las categorías interpretativas originarias para expresar las apari-
podemos distinguir tres dimensiones por razón de la percepción
interpretativa: ciones de Cristo. . ..
Los textos sobre la resurrección son los escntos enstlaDOS
l. En el plano prospectivo: vieron vivo al Cristo crucificado más antiguos y más difundidos. Si indagamos la razón de ello
como preludio de la gloria futura de Dios.
tenemos que retroceder a las condiciones de comprensión de los
2. En el plano retrospectivo: lo reconocieron por las cica-
afectados: Ellos habían ido con Jesús a Galilea y a Jerusalén.
trices de los clavos y en la fracción del pan: el que viene es el
Habían creído en su mensaje sobre el reino de Dios y habían
Crucificado del Gólgota.
visto los signos y prodigios que anunciaban su llegada. Habían
3. En el plano reflexivo: percibieron en esta visión su propia
presenciado su impotencia en Getsemaní y su abandono .en el
vocación al apostolado: «Como el Padre me ha enviado os envío
Gólgota, y extraído sus propias conclusiones de. esta ~xpenencla
yo a vosotros» (Jn 20, 21).
con Jesús. Tal fue el horizonte interpretativo mmedIato y per-
Desde esta estructura escatológica de la visión pascual de
sonal. Sólo después emerge el otro horizonte interpretativo: la
Cristo hay que explicar el regreso de los discípulos huidos a
tradición profética y apocalíptica del judaísmo en aqu~"a época'.
Jerusalén como apóstoles de Cristo, aunque les esperaba en aque-
Ellos vivieron y pensaron en el horizonte de expectativa y en el
lla ciudad la persecución y la muerte como seguidores del Galileo
mundo simbólico de la apocalíptica judía. Ese honzonle y ese
crucificado por los romanos. Pero tenían que regresar a Jerusalén;
mundo simbólico fueron decisivos a la hora de comunicar su fe
primero, porque aquel a quien habían visto en la gloria divina
en Cristo recién adquirida a su pueblo y a sus contemporáneos,
había sido allf crucificado; y además porque, según el anuncio
con la indicación de que Cristo resucitó de la muerte «como lo
profético, debían aguardar en Sión la parusía del mesías-hijo del
anunciaban las Escrituras» (1 Cor 15, 4). Pero resulta esclare-
hombre (Rom 11, 26). Esto indica también que las cristofanías
cedor que ellos fundamentaran la~ aparici~nes de Cristo como
no eran revelaciones privadas y misteriosas, sino que los afec-
preludio de la gloria futura de DIOS, adUCiendola resurrección
tados las consideraban como preludio del próximo comienzo de
de Cristo de entre los muertos como «primer fruto de los que
la nueva creación de Dios. Las cristofanías despertaron en ellos
duermen» (1 Cor 15, 20), porque la expectativa escatológica así
una expectativa tensa y de ámbito universal.
aludida se corresponde perfectamente con el anuncio del reino
Para interpretar las experiencias contrapuestas de la muerte
de Dios por Jesús. Si Jesús apareció como «el primer fruto de
de Jesús en la cruz, con deshonra e impotencia, y sus apariciones
los que duermen» y como «el autor de la vida», enton~es han
como «el que vive para siempre en la presencia de Dios», se
amanecido «los últimos días» previos al final de los tiempos.
ofrecían diversas ideas en la tradición judía: el esquema de la
Pero esto significa que con Cristo ha comenzado ya la resurrec-
exaltación del siervo de Dios humillado en los sufrimientos y en
ción general de los muertos. La aniquilación de la muerte po~!a
la muerte (ls 52, 13ss), el esquema del justo arrebatado a Dios
llegada de la vida eterna está en marcha. La nuevn c.rcaclOn
al final de su vida (Gén 6, 24; 2 Re 2, 1-18) Y el esquema del
comienza en Cristo en medio de este mundo de VIolenCiay de
resucitado de entre los muertos (Is 26, 19; Dan 12, 2). Mientras
muerte.
que los dos primeros esquemas se refieren a la persona individual
El símbolo escatológico de la resurrección de los muertos es
del afectado, el tercero tiene una dimensión universal y es un
una calegoría escalológica que debía explicar las experiencias
paradigma escatológico en sentido estricto. El cristianismo na-
ciente utilizó además otras ideas para interpretar las cristofanías: 4. Así frente a W. Pannenberg. Fundamentos de cristolog(~•. Salaman.ca
Dios «elevó» a Jesús a su derecha (Hech 5, 31); Dios «se llevó» 1974, 82ss, que recurre directamente al horizonte me~tal apo~ahptlco del JU-
a Jesús al cielo (Hech 1, 1-11). Pero las frases «Dios resucitó a daísmo contemporáneo, ef. también W. Kasper, Jesus el CrIStO. S~Ja~anea
81992, ISIss 14555. er. asimismo L. Scheffczyk, Auferstehl//lg. Pmmp des
Jesús de la muerte» y «Jesús ha resucitado», fueron, al parecer,
cllristlichCll Glaubem, Einsiedeln 1976.
\ "

OriK('1I ." peculiaridad (le la fe cristia/la e/l /a rpsllrrecci(Í1/ 305


304 Úl reSllrrca'ióll ('S('(l/o/óRic(/ (fe Cristo

contradictorias que los discípulos y discípulas hicieron con Jesús: (Is 25, 8; 26, 19). El símbolo «resurrección de los muertos»
crucificado en la debilidad, vivo en la gloria. Más no se puede excluye también la idea de una «vida después de la muerte», la
decir sobre su verificación en Jesús mismo. Lo que ocurriera en inmortalidad del alma, la transmigración de las almas o una
él entre su muerte en el Gólgota y sus apariciones nadie lo vio continuación de «la causa de Jesús» en su Espíritu. Todas estas
y nadie afirmó haberlo visto. Sólo los pintores cristianos han ideas pueden coexistir con la muerte; la aceptan al tiempo que
echado a volar la fantasía en la oscuridad tic este misterio, pero la trascienden. Pero si la «resurrección de los muertos» significa
sin hacerlo más claro. No hubo testigos oculares del aconteci; la «aniquilación de la muerte», la esperanza 'en la resurrección
miento de la resurrección de Cristo desde el sepulcro. Sólo la será una esperanza contra la muerte y una negación, en nombre
«tumba vacía» daba un ambiguo testimoniu de que algo había del Dios \ ¡lO, del enemigo más implacable de la vida. La ex-
pasado alll. La tumba vacía de Jesús parece ser el hecho perfec- presión «resurrección de entre los muertos» no niega el poder de
tamente constatado, porque lo advirtieron judíos y cristianos. El la muerte ni su totalidad: Jesús no murió sólo en apariencia sino
mensaje sobre la resurrección dado por los discípulos de regreso en realidad, y no sólo físicamente sino totalmente, y no sólo para
a Jerusalén apenas se habría podido mantener una hora en la los hombres sino también para Dios. «Resurrección de los muer-
ciudad si se hubiera podido exhibir el cadáver de Jesús en el tos» significa una nueva acción creadora de Dios con la que
sepulcro. Pero con ello no queda aclarado quién vació el sepulcro: empieza la nueva creación de todo ser mortal y perecedero. Este
los discípulos, como dijeron los judíos. o Dios, como dijeron los símbolo escatológico se ajusta a las experiencias contradictorias
apóstoles. El anuncio de la resurrección de Jesús de entre los hechas con Jesús, porque no niega la realidad de su muerte ni
muertos no es una interpretación del sepulcro vacío. El sepulcro su realidad viva en las apariciones.
vacío se adujo como un signo externo de la «resurrección de Pero al ser aplicado a las experiencias hechas con Jesús, el
Jesús», Es esta resurrección la que interpretará las mencionadas slmbolo escatológico de la «resurrección de los muertos» quedó
experiencias sobre las apariciones de Cristo. Cabe presumir, sin transfonnado sustancialmente. La fórmula «Cristo fue resucitado
embargo, la existencia, desde muy temprano, de un culto cris- de entre los muertos» dice que sólo él fue resucitado. y no los
tiano junto al sepulcro de Jesús. otros muertos, y que fue resucitado antes que todos los otros
¿Explica este símbolo escatológico las experiencias sobre Je- muertos. Según las ideas proféticas, Dios resucitará a los muertos
sús? ¿es una expresión arbitraria o se impone con necesidad «en su día». No se hada referencia a una resurrección anticipada
interna? Este símbolo nació sin duda de la estructura apocalíptica de un individuo, aunque fuera el mesías. Los acontecimientos
de la «visión» de Cristo. Pero ¿se ajusta también este símbolo a finales tampoco se pueden extender durante un cierto espacio de
tiempo, como indica la expresión «el último día». La transfor-
la experiencia de su muerte en cruz? Hay que contestar afirma-
tivamente, por cuanto la resurrección presupone la muerte, y la mación del símbolo escatológico universal «resurrección de los
muertos» en el símbolo eristológieo «resurrección de entre los
resurrección escatológica de los muertos no significa una rea-
muertos» sólo se justifica si esa esperanza universal va unida a
nimación ni un regreso a esta vida para volver a ;norir. No se
la percepción de la resurrección de Cristo'. Si no hay resurrección
trata de una reanimación, como en el caso de la hija de Jairo o
general de los muertos, el testimonio sobre la resurrección de
en el c~so de Lázaro, a los que Jesús recuperó para esta vida,
Cristo «de entre los muertos» se debilita y pierde al fin su re-
pero mas tarde muneron. La «resurrección de los muertos» al
levancia. La fe cristiana en la resurrección necesita de su veri-
final de los tiempos se refiere a una vida cualitativamente nueva
que y~ no conoce la muerte ni representa una continuación de
5. C. W. Panncnbcrg (ed.), La revelación como "iMoria. Salamanca
esta VIda mortal. En el plano cósmico, la resurrección escato- 1977, que hizo con razón del anticipo de la resurrección de los muertos en
lógica de los ~uertos iba asociada desde antiguo a la esperanza Jesús el fundamento de su teología de la historia. er. también F. Schillebceckx.
de la ehmmaclOll de la muerte en virtud de la creación de Dios Die AI((crsreJlI/I1R lf',w a!.l Gnmd d{'/" ¡;;,.W.\///lR, Freihurg 1979, 144ss.
306 Origen y peculiaridad de la fe cristiana en fa resurrección 307
La resurrección escatológica de CriSIO

fkación por la resurrección escatológica de todos los muertos, Jesús se reabre por obra de Dios mismo y los apóstoles son los
MIentras ésta no se realice, aquella fe cristiana permanece a la testigos en este proceso de teodicea de Jesucristo. ~i la. resu-
espera. Pero en este contexto escatológko la resurrección de Jesús rrección de Jesús significa en este contexto la rehabIlItaCIónde
habla su propio lenguaje. Es el lenguaje de la promesa y de la Jesús como el Cristo de Dios, queda ratificada la proclamación
esperanza fundada, pero no es aún el lenguaje de los hechos por Jesús de la justicia misericordiosa y restauradora de Dios, y
cons~mad?s. Mientras este mundo esté regido por los hechos de el doble acontecimiento de su entrega a la muerte y su resurrec-
la vlOlen~Ia y del ~ufrimiento, no será capaz de demostrar la ción se convierte en la revelación de la justicia de Dios mesiánica,
resurreccI.ón de la VIda y la aniquilación de la muerte'. En este es decir rehabilitadora. Así lo vio Pablo en su glosa: «Entregado
«mundo I~ede~to», la resurrección de Cristo queda necesitada por nu~stros pecados y resucitado para nuestra rehabilitación»
de la venfIcaclón escatológica mediante la nueva creación del (Rom 4, 25).' El Dios que llama al ser a los que no son, que da
mundo. vida a los muertos, es también el Dios que hace justos a los
Con la aplicación de este símbolo modificado, «resurrección pecadores. En el marco del simbolismo escatológico, esto se
de .entre los muertos», al Jesús crucificado, el contenido de la puede interpretar diciendo que Cristo anticipó con su m.u~rteen
antlg~a esperanza profética sufrió otra modificación. La «resu. cruz el juicio de Dios en favor de todos los pecadores e IDjUStOS,
rreccl6n para. la vida eterna» se prometía, según la torá, única- de forma que después, en su resurrección, queda patente la jus-
ment~a los Justos; a los injustos les estaba reservada la «resu. ticia rehabilitante de Dios para todos. Su resurrección de entre
rrec~lón para la ignominia perpetua» (Dan 12, 2). ESlo pone de los muertos no fue una resurrección para el juicio, como prevé
mamfiesto que la esperanza en la resurrección no era en Israel Dan 12 para todos los muertos, sino que fue el desperta; a la
un sím.bolo antropológico ni tampoco soteriológico, no se refería gloria de Dios y a la vida perpetua. Por eso la esperaoza ~nsllana
a la, ~Ida perpetua ni a la felicidad, sino que era un símbolo en la resurrección, que se basa en la memona de los sufnmlentos
teol?glco para expresar la fe en el triunfo de la justicia de Dios y de la resurrección de Cristo, es una «esperanza alegre» en la
?l fIDal de la hi~t~ria mediante la glorificación de la /orá en los resurrección y en la vida del mundo futuro, y no una espera
justos y en los IDjustos. Si la justicia de Dios es justicia, tiene temerosa del juicio final con resultado incierto para las personas
que lnunfar al final. Si la muerte no puede poner lfmites a Dios afectadas. La alegría desbordante de la pascua ha quedado siem-
los muertos resucitarán para el juicio definitivo de Dios. No e~ pre frenada, si no aplastada, en la historia de la teol?gía y. del
el a~helo de una vida pe~etua sino la «sed de justicia»' lo que arte cristianos por la angustia ante el juicio final; pero SIDmollvo,
p~eslde l? esperanza profetlca en la resurrección de los muertos. y menos en sentido cristiano que en sentido apocalfptico. Si el
SI se aplIca este símbolo escatológico en la forma cristianamente Crucificado mismo es el juez en el juicio final, triunfará su justicia
transformada al Jesús condenado, abandonado y crucificado se misericordiosa y rehabilitadora, y ninguna otra.
formula la pregunta por la justicia de Dios. Si Dios lo resu~itó Esta impresión se refuerza considerando, además dcl símbolo
DIOSpone en evidencia la injusticia de todos los que lo conde: «fue resucitado de entre los muertos», el otro símbolo: «Resucitó
naron, abandonaron y crucificaron. La resurrección del Cruci- de entre los muertos». La primera fórmula habla de la acción de
ficado será entonces la rehabilitación divina de Jesús de Nazaret Dios sobre el Jesús muerto; la segunda expresa un «acto propio
y de su me?:aJe, que .le acarreó la muerte (Hech 2, 22ss). Con de Cristo»'. La primera fórmula alinea a Jesús con el destino
la resurrecclOn de Jesus condenado y ajusticiado, el proceso de común de todos los muertos; la segunda acentúa la fuerza divina
especial que hay en él. Si Dios estaba realment~ .'<en Cristo»,
con ~. ~. Moltbmann, EL DIOS crucificado, Salamanca 1975, 240, en contraste como dice Pablo, Cristo fue crucificado en la debIlIdad de DIOS
annen ergo La revelaCión COI/lO JI/stona 144
195;: 13~~~ervación atinada de E. Bloch, Da; Prill::.ip Hoffnung, Frankfurt
8. K. H. Schelkle, Tlleologie de.~Nellen Tesfamel1tS 11, 391.
308 La resurrecció" escaloiúXÍt'a de Cri.tlo Ori~(,11)' peculiaridad de la fe cristiana ('/1 fa resurrección 309

y se levantó por la fuerza de Dios. Dios no actuó en él únicamente y sin embargo crccn» (Jn 20, 29). Pcro ¿qué rclación guarda cl
desde el cielo sino también en su persona y desde ella. Ambas creer con el ver? Aquellos a los que Cristo se apareció se sintieron
ld~as coofl.uyen y no apar~cen. como alternativas: aquel a quien tan avasallados que no tuvieron opción, Pero de aquellos que no
DIOs resuella ha de estar Impltcado en la historia de Cristo con lo habían visto, unos creyeron a los apóstoles y otros no. El
DIOS:, su «Padre»; ambas ideas deben aplicarse para expresar la tránsito del ver al creer parece que se produjo ya en los propios
relaclOn mutua del Padre y el Hijo: el Hijo resucitado despertó testigos de pascua. No se quedaron en la fase de visión del Señor
por la fuerza del Espíritu vivificador. sino que, al cesar la visión. creyeron. Dieron testimonio del
P~ra el cristianismo primitivo. esta idea de la resurrecci6n Señor, a quien habían «visto», mediante la proclamación del
de ~nsto fue también importante para caracterizar el puesto es- evangelio y despertaron así en otros una fe sin visión. Si la visión
peCial que ocupa el mesías ante los vivos y los muertos. Aunque de Cristo no dejaba libertad a los afectados, la palabra de la
Jesús «murió» y «fue sepultado» como todos los hombres antes predicación dejaba en cambio la opción de creer en manos de
de .é~l la integridad de su cuerpo se salvó con la resurrección cada persona. Ese creer en la palabra escuchada sólo es posible
antIClpa~a «al tercer día». Se levantó con un cuerpo incorrupto: una vez que han cesado las «apariciones de Cristo». Pero dado
«~O dejarás a tu fiel conocer la corrupción», dice el Sal 16, 10, que la fe en el evangelio de Cristo nació de la visión de las
cllado en el sermón de Pedro (Hech 2, 27). Dios ,do resucitó apariciones de Cristo, esta fe espera y aguarda de nuevo la visión
Itbrándole de los dolores de la muerte, pues no era posible que de Cristo «cara a cara» (l Car 13, 12), Y espera así ese «retomo»
lo retuviera bajo su dominio» (Hech 2, 24). Abordaremos más de Cristo en gloria visible y universal que se llama «parusía)).
adelante la significación teológica de esta circunstancia, que ape- La historia de la predicación de la fe tiene como fundamento
nas es temda en cuenta en el debate teológico reciente. la visión de las apariciones de Cristo, y por eso se orienta hacia
Vol:e~os. finalmente, al tránsito sorprendente desde el «ver» la parusía de Cristo visible y glorioso. La sllccessio apostólica
las aparIcIOnes en Cristo al «creer» en el evangelio de Cristo. Se no es sino la successio evangelii, y es una verdadera processlO
han elaborado muchas hipótesis para cxplicar las cristofanías del histórica, a la espera del futuro universal dc Cristo que ponga
cristianismo primitivo. Van desde el fraude deliberado a la pro- fin a la historia.
yeccIón del inCOnSCiente, y desde la hipótesis de la visión sub- Cuando el eI'angelio viene a ocupar el lugar de las apariciones
Jetiva a la de la visión objetiva. En el fondo, todas las hipótesis de Cristo, ofrece las mismas estructuras que las apariciones: t.
son superfluas porque no hay analogías que permitan hacer com- El evangelio es retrospectivamente «la palabra de la cruz)). Pre-
prender nada. Wilhelm Herrmann afirmó con razón que no po- senta al Cristo crucificado; 2. El evangelio es, prospectivamente,
demos hablar de estos fenómenos pascuales como hablamos de la anticipación de la parusía de Cristo en la palabra y posee, en
n~e.stras propias vivencias9• Los apóstoles del cristianismo pri- consecuencia, un carácter de promesa 10; 3. El evangelio que
mltl~~. no preten~ieron nunca hacer que otras personas gozaran anuncia al Crucificado como «el que ha de veniD>, al Humillado
de VISlOncs pareCIdas. Pablo tampoco rcfirió nunca su vivencia como el Exaltado y al Muerto como cl Vivo, cs una 1I"III"d"
de. Damasco co~o una experiencia de conversión que fuera ase- actllal a la libertad de la fe. Paralelamente, la fe cristiana es una
qUible a cualqUiera .. Nunca fue tema de su predicación. El pro- vida desde Cristo, con Cristo y a la espera de Cristo, una vida,
blema reSide más bIen en el trdnsito desde el ver al creer ya por tanto, de la nueva creación en medio de las sombras del
que~ las cristofanías ces~ron en un momento dado. ¿Por qué no mundo transitorio.
ceso entonces la ~omuntdad cristiana? Parece que esta pregunta
fue tomada en seno y la respuesta fue: «Dichosos los que no ven 10. er. H. Schlicr, Wort Got1es. Eine IlCllfestamell1liche Besill/ll/llg.
Würzburg 21962, 1855. P. Sluhlmacher, Das paulilJisclze EI'Q/lgeliuJIl 1, G61-
9. W. Hcnmann, Dogmatik, GOlha 1925, 82s5.
tingen 1968, 287s.

.-_.--=.:..=~~-
.
r ".'

2
Historia y resurrección de Cristo:
el problema teológico

Una cosa es ver la resurreCClOn de Cristo en la perspectiva


de la historia, y entonces surge la inevitable pregunta de si se
trata de un hecho o de una interpretación de la fe, y otra cosa
distinta es ver la historia en la perspectiva de la resurrección de
Cristo; entonces se plantea la cuestión del término de la historia
y la nueva creación del mundo'.
Desde el siglo XVII se elaboró en Europa el paradigma ge-
neral de la historia para interpretar al hombre y a la naluraleza,
•. Dios y al mundo. Con este paradigma no se concebía ya el
tiempo en el ciclo de las estaciones recurrentes sino como línea
de objetivos y metas humanas. El proyecto humano de la civi-
lización científico-técnica proponía, en lugar de la adaptación a
la naturaleza y la coincidencia con el cosmos, unos planes de
progreso para pasar del viejo tiempo del pasado al tiempo nuevo
del futuro. A medida que avanzó el dominio de los europeos
sobre los otros pueblos, y el de los hombres sobre la naturaleza,
fue surgiendo de la pluralidad de las historias de la cultura la

1. Es lo que hace. en referencia a mi Teología de la esperanza, R,


Garaudy. Die Altemative, Wien 1972, 11555; Id. MeltSchell'wort. Ein autobio-
graphischer Beric1tt. Wien 1975. 20255. Dado que, desde hace alrededor de
20 años, el debate teológico sobre resurrección de Cristo e historia está estan-
cado y no ha aparecido casi nada que suponga un avance, debo conectar aquí
con las fuertes polémicas de los años sesenta. No tengo la intenci6n de repe-
tirme, pero tampoco puedo rebasarme a mí mismo. Doy por supuesto 10 que
defendí el año 1964 en Teolog£a de la' esperanza, Salamanca 31989. Y el año
1972 en El Dios crucificado, Salamanca 1975 .


Historia y re:wrrección de Cristo: el problema leo/ógí('(J 313
3/2 ÚI resurrección escafo!ó&il'(I de Cri.110

histórica y a las ciencias históricas sin cuestionarlas. Sólo en


unidad de la humanidad: nació la historia cn singular, con «el
época reciente se ha sustituido la postura defensiva y apologética
pasado» y «el futuro» también en singular.
.~n e! marco de este paradigma moderno de la «historia» nació por una postura ofensiva, crítica y positiva.
Ernst Troeltsch no es ya la última palabra ni siquiera para
la CIenCia m()~erna de la historia con su crítica de las leyendas
sobr;, soberanla de la Iglesia y del Estado y con su conciencia los historiadores; pero su estudio Übe,. !listol'isehe und dogmo-
h~stoflc.a, que dIsuelve el pasado en recuerdo y la tradición en tisehe Methode in del' Theologie (\898) fue decisivo para la
3
dlstanclll temporal, para historizar lo pasado y librar lo presente teología de la resurrección en los años veinte • Troeltsch aplicó
los métodos de la ciencias naturales a la ciencia histórica y for-
de sus preJUICIOS e. Ideas preconcebidas. «La vcrdrtdera crítica
muló tres axiomas del método histórico-crítico para alcanzar un
dcl dogma cs .SI' 11Istoria», dijo David Pricdrich Strauss', que
saber fundado. Abordamos con ellos la problemática de la re-
hizo. dcl hlStona??r un crítico dc las ideologías dc los dogmas
r~h~losOS y polltlCos. En la convivencia histórica, los acontc- surrección de Cristo:
c~mlentos del pasado se transforman en acontecimientos pasados' l. La investigación histórica sólo puede alcanzar juicios de
~Ierdcn s~ rclcv~ncia y pasan a ser unos hechos que tuvieron s~ probabilidad, no un saber absoluto. ¿Puede la teología funda-
tiempo. SI se 111~radesde el paradigma moderno de la «historia», mentar la certeza de fe en los juicios de probabilidad histórica?
C?~ las categorlas de la conciencia histórica, el contenido tra-
~IClonal de la resu~rrección de Cristo, ésta aparece como un pro- 2. Hay influencias recíprocas entre todos los fenómenos de
ucto la vida histórica. Ellas son el fundamento ontológico de la re-
. • dc In fantaslU y C0ll10 milagrería ,',',"clcvante • C 01110 acon-
tectnlle~to pa~ado, que ~~n el paso del tiempo resulta cada vez lación causa-efecto con carácter general. ¿La resurrección de
más lejano, la resurreCClOn no puede determinar el presente ni Cristo es una excepción y un corte en las Icyes naturales de la
ser ~e.levante para el futuro. Da igual que el bagaje de pruebas vida?
hlstorJcas en fa~or ~e la resurrección sea positivo o negativo. No 3. Partiendo de la interacción que se da en todo proceso
~ro:oca la fe ni la mcreencia. Que se acepte o que se ponga en histórico, hay que afirmar una homogeneidad de principio en los
uda un suceso ta~ d,stante en el tiempo, nada varía cn la vida acontecimientos de la historia. La comprensión histórica sólo es
actual. La categona moderna de lo histórico ha convertido el posible con el hilo conductor de la analogía. La «omnipotencia
acontecimiento en un suceso pasado, ya que lo hi t' . 1 de la analogía» se basa en la homogeneidad de todo suceso
que acontece El s onco es o
. ~ pasa. pasado es lo único permanente en la histórico. ¿Se puede entender históricamente un suceso análogo
caducidad del tiempo. como es la «resurrección de Cristo de entre los muertos»?
s Los . ,problemas I intelectuales y teológicos de la <le en 1a re-
4. Los principios de probabilidad, correlación y analogía
c~?,ec~lOn ,se p antean en la época moderna desde la interpreta-
presiden la historiografía objetiva. Esta parte del hombre como
?~ c,ent,f,ca dcl .mundo y desde la confirmación técnica del
sujeto de la historia. Troeltsch no lo subrayó cxpresamente en
IllLsmo, p~~o. especIalmente uesdc las ciencias .~listóricas en la
su estudio, pero parte del supuesto de que la historia no la hacen
forma pos~tl~lsta correspondiente. Han privado de sucIo histórico
ciertas fuerzas ocultas, dioses o demonios, sino los hombres, y
a .Ia. fe CrIstIana en la resurrección y han llevado a la teoIo ía
por eso los hombres pueden conocerla. El esclarecimiento his-
crIstIana: que ha de fundamentarla, a una postura defensiv: y
tórico del pasado sirve incluso para que los hombres sean sujetos
ap~I~~~tlca ... Los teólogos que adoptaron esa rosturn huscaron
responsables de su historia. ¿,Cómo es posihlc hablar, en un
ott,~s t:<I~~gOllUspa.m presentar la fe cristiana C0l110algo fundado
y r"zona le, y dejaron el campo ue la historia a la conciencia sentido histórico, de la acción de un Dios trascendente en la

3. E. Troeltsch, V1)cr f1islorische Ultd dogmatisclle MetflOde in da Tlreo-


2. D. Fr. Slrauss, Die ch,.isrlic!w Cla/lbemlelm: I T"h' S
1840.71. . , II 1I1gen- luttgart logie (1989), en Gesammelre Scf¡rifrell 11, Tübingen 1913. 727~7S3.
314 La resurrección escatológica de Cristo 315
Historia y resurrección de Cristo: el problema teológico

historia en general y de la resurrección de Cristo por Dios' en des laza así el lenguaje apocalíptico sobre el «fin de los ti;mpos»
particular?
hacra el lenguaje metafísico sobre la «fi01~ud del ltemp?» . (,Qu~
Si se admiten estos principios para la historia y la historio- otra cosa podría ser el mensaje pascual. SInO el mens~e concr~
grafia, la teología cristiana ha de afrontar la cuestión básica sobre .
!fslmo de que D'lOS e s el Señor?»? . DIOS como «Senor» es a
la categoría desde la que puede hablar de Dios y de la resurree-. limitación eterna del tiempo, su origen y su fin a la vez. 1
ción. El propio Troeltsch lamentaba la esquizofrenia de los cris~ " Así queda definida la categoría teológica. Al margen de o
tianos en el mundo moderno, para los cuales habría una «cau- q~e pueda ser la «resurrección» en sentido espacial y t'::"bral,
salidad de domingo» en la que Dios es el sujeto de la historia y causal o final histórico y humano, Barth la considera des. e lOS,
. otra «causalidad de día de labol'» en la que todo suceso tiene sus ue con su r~alidad interfiere transversalmente toda reahdad hu-
causas inmanentes. ¿Cabe superar esta conciencia escindida con ~ana y corta verticalmente la horizontal temporal. La «resu-
una teología nueva y pública, o la teología debe desligarse de la rrección» es una acción de Dios «con el ~und?, no eI~el mund~,
conciencia pública de verdad, propia de la sociedad moderna, rtenece a la categoría vertical de la hlstona de ~IOS, no." a
para permanecer en su propia verdad? ¿está presente la teología ~are oría horizontal de la historia del mundo. Tamblen .en K¡rch-
cristiana en el debate público en torno a la verdad o se está . g D ogmat'k (IV/l , 59) insiste Barth en que «los testIgos están
convirtiendo en una ideología sectaria al margen de la sociedad? IIche 1 fi
de acuerdo en que la historia que ellos relatan se re lere ~ un~
¿es un potencial crítico del futuro común de la humanidad o se , 'ó d DI'os" la acción por la que revela a los dlselpu os e
está perdiendo en el pluralismo religioso de la sociedad moderna? accI ne. .. 1 d cuyo
. . t de la cruz como un aconteCImIento sa va or,
aconteclffilen o ,,' d d
anuncio les encomendó para fundar aSl la comum a y s~ "men-
sae»' Lo que Barth quiere significar es que la re~urr~c~lOn de
l. La categorfa de historia de Dios J. . es 1a aCClOnSI
"'ngular de Dios por la revelaclOn dlvlOa que
Cnsto .' "
en ella acontece. Frente a la cruz, la resurrección es unla acc~~n
Para Karl Barth, la pregunta horizontal por los aspectos his- 'os No es un símbolo para Ilummar e senl! o
toriográficos de los acontecimientos de la historia careela de «nueva» del. O . . d 1 d' ,
. ló'
soteno glco de la cruz de Cristo en la conCIenCia
., e 1"
os ISCl-
relevancia ya en la fase «dialéctica» de su teología, frente a la . 1 . .. de Dios la reahzaclón y proc amaClOn
pregunta vertical por la realidad de Dios, cuya eternidad abarca pulas SIOO«e gran JUICIO, .,
de la ~entencia divina sobre el suceso de la cruz»" La r~lsur:~cc:~
simultáneamente todos los tiempos de la historia. Por eso, en su
no a arta nada nuevo ni viene a completar la reco.ocl la~l o e
exposición de 1 Cor 15, Die Aujerstehung der Toten (La resu-
mun~o con Dios ya efectuada en la muerte de Cnsto, SIOOque
rrección de los muertos) de 1924, interpretó ese pasaje paulina
hace brillar esta ~erdad. Revela «el juicio del Padre». La cruz y
en el sentido de la historia eterna y originaria, y de ese modo
la resurrección de Cristo son, pues, «dos a~t~s de DIOS» que
desmitologizó radicalmente la apocalíptica paulina, como hizo
con 'unta y sucesivamente son los dos aconteCImientos báSlco~ de
notar ya Rudolf Bultmann en su recensión de J 926'. «Es indu- J
dable que para él (Pablo) la expresión 'resurrección de los muer- una misma historia de Dios con el mundo p~cador y c~.~mPII~o,
tos' no es sino una paráfrasis de la palabra 'Dios'»'. El giro «no de su historia con nosotros, criaturas descarnadas y p~r ~ as» '.
es sino» es una fórmula reduccionista típicamente feuerbachiana. Los axiomas troeltschianos sobre historia y conOCImIento hl~-
Barth reduce con él la realidad escatológica de la «resurrección tórico no poseen ninguna relevancia, según Barth, para la teologl8
de los muertos» al presente eterno de Dios totalmente otro. Barth
6. K. Barth. Die Auferstehung ...• 59.
7. ¡bid., 115.
4. R. Bultmann, Karl Bartil. Die Aujerstehtmg der Toren» (1926), en
8. K. Barth, Kirchliche Dogmatik IVIl. 373.
G/auben U11d Verstelten 1, TiJbingen 1958. 38-64.
5. K. Barth. Die Aujerstehung der TOlen, Z9rich 91953. 115. 9. ¡bid .. 340.
10. ¡bid .• 341.
316 La ,eslIrreai6n t'scflfo!ó¡:icn de Cristo Historia y resurrección de Cristo: el problema leo16l(;co 317

de la revelación. Si la resurrección de Cristo es una acción divina 2. La categor(a de historia existencial


sui generis, también la teología correspondiente es un pensa-
miento sui generis. Pero si consideramos la resurrección de Cristo También Bultmann se inspira en un prinCipiO reduccionista
únicamente en la categoría de la historia de Dios con el mundo, de Feuerbach para su nueva interpretación de la fe en l~~e~u-
su contenido será tan sólo la automanifestación de Dios. Esta rrección: «El acontecimiento de pascua 'corno suceso hlstonco
reducción de la resurrección de Cristo a la soberanía de Dios no homologable a la cruz no es sino la génesis de la fe en la resu-
lleva sólo a la desmitologización sino también a su deshistori- rrección que dio origen a la predicaciónll ~ara B~ltmann. como
..
zación. El camino de Jesús desde Galilea a Jerusalén con destino para Barth, el significado de la resurrecClOnestnba en la reve-
a su cruz y su resurrccción, y el camino dcl Señor resucitado lación del sentido soteriológico de la cruz de Cnsto para la re-
hacia su parusía y hacia la nueva creación, pierden relevancia.
conciliación del mundo. Pero, a diferenCIa de Barth, ~ultmann
Si Barth ve en la resurrección de Jesús únicamente el «juicio del
no contempla la «resurrección» de Cnsto en la categona d~ his-
Padre» sobre la reconciliación del mundo realizada en la muerte
toria de Dios, como una acción divina, sino en la categona .de
del Hijo como una revelación divina, ya no hay un acontecimiento
historia existencial. como una experiencia de fe. Adopta el aXIo-
escatológico sino la simple confirmación trascendental del sentido
ma de Troeltsch según el cual la historia es historia humana y
soteriológico de la cruz de Cristo. La resurrección de Cristo de
tiene al hombre como sujeto. Por eso la «pascua>: no es. a su
entre los muertos no posee entonces un sentido soteriológico
propio. Tampoco significa «algo más» que la muerte de Cristo, juicio, una acción de Dios sobre. Jes~s muerto, SInO un hecho
sino que se limita a manifestar su verdad. De este modo Barth existencial de los discípulos que dIO ongen a su fe. . ..
descartó del mensaje sobre la resurrección todo lo histórico a la Bultmann dialogó desde muy temprano con. el hls~onctsmo
luz de la eternidad de Dios, y anuncia a esta luz el juicio divino para fundamentar la posibilidad de un «exégesIs teologlc~ del
sobre la reconciliación ya efectuada del mundo. La crítica a la nuevo testamento» 12. La obra realizada por Troeltsch medIante
cosrnovisión subyacente en el historicismo no puede partir de el método histórico fue complementada y superada por Bultmann
esta teología. Semejante «causalidad teológica de domingo», ma- con su método existencial: la hermenéutica de t~xtos y autoher-
lentendida en sentido «neoortodoxo», puede coexistir perfecta- menéutica son las dos caras de toda interpretaclOn que busca la
mente con cualquier «causalidad de día de labor». Sólo recon- comprensión. Ambas caras se clasifican mutuamente en el pro-
duciendo la «dogmática eclesial» de Barth a su anterior «teología ceso de comprensión: la autohermenéutica del s~r humano. ~omo
dialéctica» aparece el enfoque latente para la crítica: La trascen- persona histórica sólo se. puede realizar en la. t,nterpretaclOn.de
dencia de la historia de Dios frente a la causalidad cerrada del la historia y sus testimonIos, y ef:o,taIOterpretacI?n a su vez solo
mundo no significa carencia de relación sino una crítica total. es viable en la autohermenéutica de aquel que mtenta co,;,pr~n-
Detrás de los axiomas de Troeltsch está la cosmovisión del pan- derla. La «causalidad cerrada» con la que opera la ctencta hIS-
teísmo;«Todo se transforma eternamente desde dentro» y por eso tórica según Troeltsch puede explicar los hechos del pas.ado, peru
«nada nuevo puede ocurrir bajo el sol». Dios, entendido como no afecta a nuestra propia existencia histónca. Corno esta no es
lo «totalmente otro», no impide estos círculos; pero Dios. en- objetivable, tampoco lo es el Dios de que habla la k Por eso
tendido como el «hecho que todo lo cambia», abre el sistema Bultmann fundó la categoría teológica en la subjetIvIdad mob-
cerrado del mundo. ¿No es la resurrección de Cristo y la ani- jetivable de la fe, al margen de esa causalidad histórica.
quilación de la muerte en él único «hecho» que modifica todo
lo que aquí se resuelve en la historia? 11. R. Bultmann, Neue Te.\'lamenl und M.VI/101ogie. en Kerygma lIIul My'-
Irm J Hamburg 41960. 46. d N
. 12. R. Bultmann. Das ProlJlel/l ei/ler. the~/ogiscJ¡el1 Exe¡:eu el" el/en
Testamellts. en AllfiilIge der dialektisclJell Teologle JI. 4755.

3/8 La resurrección escatológica de Cristo Historia y resurrección de Cristo: el problema teológico 3/9

• Esto significa, en lo concerniente a la interpretación de la fe tenciales de la historicidad del hombre en la categoría teológica,
cristiana, que la «resurrección de Cristo» es una expresión mi- los enunciados teológicos pueden coexistir con los enunciados
tológica para expresar la génesis de la fe de los discípulos en la historiográficos. La «causalidad cerrada» de la cosmovisión sub-
yacente queda intacta.
significación soteriológica de la cruz de Cristo. La resurrección
de Cristo, «no es sino la expresión de la relevancia de la cruZ»I3.
En un plano historiográfico, Bultmann no atribuye ninguna sig-
nificación soteriológica a la cruz del Gólgota. Ésta pasa a ser un
«acontecimiento salvador» tan s6lo como «un acontecimiento
histórico que tiene su origen en el hecho historiográfico de la
crucifixión de Jesús de Nazareb,l4. La cruz de Cristo se hace
«histórica» cuando afecta a la existencia histórica del hombre y
se concibe como expresión del juicio de Dios sobre la caída del
ser humano y es asumida como experiencia que libera de las
ataduras de este mundo para dar acceso a la propia existencia.
«Creer» en la cruz de Cristo significa «dejarse crucificar con
Cristo»". no regirse por el mundo fáctico sino por el Dios tras-
cendente. Este significado de la cruz de Cristo se hace efectivo
en la predicación de la palabra sobre la cruz. La fe libera de los
ídolos del poder y del poseer, para acceder al ser auténtico que
viene de Dios.
La idea básica de Bultmann sobre la autohermenéutica cre-
yente del hombre, como la idea barthiana de la automanifestaci6n
gratuita de Dios, tiene como consecuencia, además de la des-
mitologización del mensaje sobre la resurrección, su deshisto-
rización y su desescatologizaci6n. ¿Qué tiene en común «la cruz
de Cristo» como juicio de Dios liberador, «siempre actual», sobre
la decadencia mundana del hombre, con la cruz de Jesús de
Nazaret en el Gólgota? El énfasis del sentido existencial actual
en las afirmaciones sobre la cruz de Jesús lleva a restar impor-
tancia al sentido historicográfico de dichas afirmaciones. La rea-
lización existencial de la crucifixión de Cristo descarta esa sig-
nificación soterio16gica de su muerte para nosotros, «cuando aún
éramos enemigos» (Rom 5, 10). Solo queda el «Cristo en no-
sotros» de la mística cristiana. Si se insertan las categorías exis-

13. R. Bultmann, Neues Testament und Mythologie. 44.


14. [bid., 43.
15. [bid .• 42.
,. ,,

3
Resurrección de Cristo e historia:
el problema historiográfico
. ,.

Si el investigador histórico tiene que realizar un'a labor ana-


lítica e inductiva, el historiador ha de llevar a cabo, además, la
otra tarea de la historiografía: debe insertar los fragmentos ana,
lizados en conjuntos más amplios. Debe exponer los fenómenos
dentro de la época en que acontecieron y debe también acercarlos
al horizonte de su propio presente, Debe clarificar el futuro que
esos fenómenos alumbran. Podrá llegar a ciertos resultados en
relación con los hechos históricos; pero no puede sustraerse a la
necesidad de reescribir constantemente la historia. Y esto sig-
nifica que la historiografía presupone ciertas ideas sobre el COD-
junto de la historia, aunque tales ideas tengan siempre su refe-
rencia al presente y dependan de un punto de vista. Así 10
demuestran todos los ensayos de «enciGlopedia» y de «historia
universal» efectuados hasta ahora. En' este sentido, la historio-
grafía asume también la tarea de elaborar una «teoría global de
. la realidad», en fu medida en que ésta se resuelve en historia, y
de expresar la temporalidad en conceptos. Desde finales del siglo
XVIII, la «historia universal» pasó a ser un esquema para en-
contrar una orientación en el tiempo. La ciencia universal no fue
ya la metafísica, sino la historia'. Pero dado que el hombre no
existe nunca más allá de la historia sino dentro de ella, «habría
que aguardar al término de la historia para poseer todo el material

l. Es la tesis de K. Marx. sigui~ndo a Hegel: Frühschriften, ed. S


Landshut, Stuttgarr 1953, 346: ({Sólo conocemos una ciencia: la ciencia de la
historia» .

","
,,11,',,
322 La reslIlTec.cióll escatológica de Cristo
Resurrecci6n de Cristo e historia: el pr~blema historiográfico 323

necesario para comprender "Su sentido (el de cada una de sus


partes»2. De ahí que la (historia universal» sólo sea posible a la fe sino un juicio sobre In realidad del destino de Jesús: éste fue
luz del esperado ~<finalde la historia)>. Lo mismo ocurre con la resucitado efectivamente. Este juicio no es verificable en el.marco'.:',..
historia individual: «Un plmT de vida es la expresión de la idea l. de una' histOll0grafía positivista, pero. sí en. el marco de u~a"',"
que se tiene del sentído de la vida». Lo propio de todo ser histó- consideración histórico-universal a 10 luz del final de la historia ..
rico es existir «anticipando. el.'futuro»]. Aunq~e las personas no Así pues, en el marco de una,'antrovología de la apertura al futuro...,'
conocen históricamente el final de la historia, ese final está de la existencia humana, en
el: rna~co'.de una ontología 11í'~tóriCIT~.:':"
operando en cada presente histórico. La visión de las distintas y en el marco de un concepto de la razón anticipadora; la fe
épocas en la historia universal modenla"ha sido, o bien una visión proléptico-escatológica en la resUlTección es algo razonable. v no
mesiánica de «tiempo nuevo», o una visión apocaliptica de «tiem- algo extraño. La teología cristiana de ia resulTección debe aspirar
po final. a ser la verdadera filosofía de la histoiia mundial.
Este Íntento de reinsertar la fe e~ la resün-ección; 'con .las
referidas modificaciones de la razón historiográfica, en 'la idea
l. La categoría de historia universal de la. historia. tiene dos vertientes: por un lado, la teología cris-
tiana vuelve a pisar el campo de 1<1 histOlia y de la razón para
Wolfhart Pannenberg esbozó en el marco de estas reflexiones debatir, juma con otras concepciones del mundo, la verdad de
generales su «teología de la historia universal»-I y derivó unas la historia y el sentido de su futuro; por otro, la teología cristiana
primeras consecuencias de la fe en la resurrección para esa teo- puede llegar a ser la confirmación de lo que acontece ya en la
logía. Vamos a abordar aquí únicamente el problema «resurrec- historia y en la razón humana. La «resurrección de Cristo» podría
ción e histOlia». El. anuncio de Jesús sobre la llegada del reino ser entonces la confirmación histOliográfica y simbólica de las
de Dios fue siempre de tipo pwléptico-escatológico, y como tal estructuras prolépticas del ser, y no ofrecería nada nuevo.
requiere una confirmación futura. Aquello que los discípulos
anunciaron como «resurrección de entre los muertos» implicaba
la confirmación es\atológica de su anticipo del reino de Dios,
ya que el símbolo de la resunección de los muertos expresapa 2. Horizonte de expecmti\:a y ámblto empírico de la historia
el «final de la historia». Pero dado que, de momento, sólo Jesús
ha resucitado y no el resto de los muertos, su resurrección debe La ciencia histórica, además de tener por objeto la historia,
extenderse, a su vez, como un suceso proléptico-escatológico está inmersa !~nesa historia y fortna parte de ella. Por ello es
que requiere la verificación escatológica. Sin embargo, en la preciso integrar los métodos históricos y las categorías históricas
resurrección, el «final .de la historia» se~hace presente en medio en aquellos conceptos y categorías metahistóricos que los fun-
de la historia, por lo cual el concepto de historia universal, además damentan. Heidegger intentó fundar la historia en la historicidad
de posible, es cristianamente necesario. El juicio de los discípulos de la existencia humana. pero en una perspectiva excesivamente
sobre las apariciones de Jesús no es un juicio ret1exivo sob~e su subjetiva. La histC'rriaes una interacción y un proceso entre seres
humanos, entre grupos, clases y sociedades humanas, también
2. W. Dilthey, Cesammelte Schriflen VII, 233. entre los hombres y la naturaleza. Hay que formular. pues, la
3. W. Pannenberg, Gnll7dfragell systematischer Theologie, Gottingen
1967. 157.
peculi8.ridad de la experiencia histórica de modo más global y
4. W. PanneniJerg, La rel'eiaóún (;omo historia, Salamanca 1977; cf. mi más flexible a la vez, para dar razón de la experiencia de la
debate en Teología de fa espemnz.a, Sal8mallca ~1989, 98ss: W. PUllnenDerg, historia. Hay ciencia de la historia cuando la realidad se vive
Fundamentos de cristofog[a, Salamanca 1974; R. R. Niebuhr, Auferstehullg
. und geschichttiches Dellken, Gü(tingen 1960
como historia. La realidad se vive como historia cuando ~e tiene
conciencia del tiempo. Se tiene conciencia del tiempo cuando se

.,
324 La resurrección escatológica de Cristo Resurrección dI,;Cristo historia: el problema historiográf7co
!' 325

mantiene la diferencia entre pasado y futuro. La diferencia entre obrar se entiende la resurrección de Cristo históricamente, en el
pasado y futuro se' define en el presente de ambos: el presente sentido pleno del adverbio . .
del pasado, en experiencias y recuerdos: el presente del futuro, La experiencia israelita de 10._
historia tuvo como origen la fe
en .expectativas y espera9-~as. La, dife.rencia entre <~~spacio.em- en la promesa: En el fondo, la experiencia de la reabdad como
pírico>}"y «horizonte empineo» de~emllna.,la percepclOll 9-e1tlem'- historia a nivel teológico comienza ya con el éxodo de'. Abrahán
po histórico' .de manera histórica:>. Si n9 hay expectativas de de su ti'iITa nataL. Abrahán siguió la llamada de. la promesa y en
experiencias' fuhrras, desaparecen. los recuerdos de las experien- su existencia- itinerante percibió la realidad como historia. La
cias hechas. Si no hay experiencias evocadas, se pierden también promesa de Dios es como un horizont~ que nos acompaña y hacia
las expectativas. El recuerdo y la esperanza son las condiciones el cual nos encaminamos La promesa apunta al cumplimiento.
7 _

para las posibles experiencias de. la historia: por eso son también Por ~so. el que'espera busca'ese cumplimiento. Sólo c-nla realidad
tas condiciones metahistóricas para, el interés por la historia y su de la promesa cumplida llega al descan,o. La peripecia individual
conocim~ento. En la post-histoire no hay ni. recuerdos ni expec- de Abrahán fue vivida después colectivamente por Israel en la
tativas. salida de Egipto y se transmitió de una generación a ?tra. «Exodo»
La' experiencia de la realidad como historia presupone la significar abandonar una antigua realidad que se padeció como
esperanza en su futuro. La esperanza en el futuro se basa en los cautividad y buscar la tierra de la promesa. En términos de ex-
recuerdos. Tal es, como se sabe, el hallazgo de la realidad como periencia del tiempo, «éxodo» significa dejar lo que está detrás
historia por la fe judia y la fe cristiana'- Por eso nosotros adop~ de uno y avanzar hacia lo que está delante (Flp 3, 13). En el
tamos in diferencia básica entre expectativa y experiencia para tránsito del presente se diferencian el pasado y el futuro. Las tres
entender la historia en la perspectiva ele la resurrección de Cristo. religiones abrahánicas: judl.l[s;no. cristianisl1w e isLamismo son
La expresión «resurrección de Cristo» sólo tiene sentido en el religiones orientadas al futuro. Esto -se comprueba en cualquier
nlarca de la historia de la redención de los hombres y de la encuentro con las reEgiones asiáticas basadas en el equilibrio
naturaleza frente al poder de la muerte, historia iniciada por esa externo e interno de la naturaleza. COffiQ es el caso del taoísmo;
misma resurrección. En el marco de una historia con otro en- de la sociedad, como es el caso del conjucianismo; y del alma
foque, tal expresión carece de sentido. El que habla ¡le «resu~ propia, como es el caso del budismo.
ITección de Cristo de entre los muertos» y cree en el poder de-
En las religiones históricas, la realidad se concibe como
Dios para resucitar muertos, habla de fundamento, de futuro y
historia partiendo de una promesa divina. Sin duda hay ta.mbién
de praxis de la liberación humana y de la redención del mundo
en ellas promesas que son rebasadas por [a historia y por eso
al mismo tiempo. Por eso, 10 que podemos saber historiográfi-
pasan al olvido. Pero [o que se promete realmente en todas las
camente de la resurrección de Cristo no podemos desligarlo ele
promesas concretas es la presencia de Dios; de ahí que se dé
las preguntas acerca de lo que cabe esperar de ella y de lo que
siempre el renacimiento de la esperanza, ya sea desde las de-
debemos hacer desde ella. Sólo en la unidad de saber, esperar y
cepciones o desde los cumplimientos. Las distintas promesas,
como la descendencia numerosa, la tierra, [a bendición para los
5, Es la. posición de KoselJek, Vergangene Zukullp. 2ur Sema/1/lk ges-
chichtlicher Zeitcll, Suhrkamp 1979, 34955. En fom1a análoga, P. Ricoeuf define
pueblos. etc., apuntan a un más allá, a la venida de Dios mismo,
el presente histórico en la intersección \.le la espera y la cxpeliencin. CL TClIJps al rejno de su gloria, a la teofanía perfecta, a la nueva creación:
er Récit m, P:n;s 1985. 332ss. eL M. RaJen, DCIS rdatil'e Absolwe. Die thco- «La tierra está llena de su gloria» (Is 6). Con este horizonte de
/ogische Hermelletltik P. Ricoeurs, Frankfun 1988. Cf. también ~. MoHmann. La
experiencia de la historia, en Teologia de la e~peranza, Salamanca "1989, 138ss.
expectativas, los sucesos del mundo humano y del mundo naqlral
6. Así lo ven K. L6with, We!tgeschichre und Heilsgeschehell, Stuttgart se vue,iven temporales, y se viven histórjcamente en su tiempo.
"1952; G. Picht, Die Elfahnmg del' Ceschichte, Frankfurt 1958: R. KoselJek,
Vergangene Zukunft ... 353: «Al margen del origen cristiano de este enfoque ... l) Cf. La experiencia de l" hiswia. en Teologia de la espemoza. I3R".

"
Resurrección de Cristo t! historia: el problema historiográ.f!~o 327
326 lA resurrección escatológica de Cristo

nace una presencia del Cristo resucitado en el Espíritu vivificador


No son sucesos celTados ni, en .este sentido. «hechos», sino
momentos de un proceso que apuntan más allá.de sí mismos, No de la resurrección.
Si aplicarnos .Ios conceptos metahistóricos ..fundamentales de
tienen su significación en sí mismos sino en relación con el
experiencia y expectativa a la fe cristiana, en .Ia resurrección,
objetivo bacia ei que se encamina la historia de la promesa.
vemos que la «re~)Jrrección del Cristo muerto» habla del futuro
Además de las palabras de promesa evocadas por la narración y
de este Cristo pasado, y la esperanza. en la resulTección de todos
el recuerdo para despertar la espe¡anza, los acontecimientos vi- , ;
los muertos. basada en ella. adjudica también un futuro corres-
vidos tampoco son simple pasado sino ,que remiten a 10 futuro y
pondiente a los pasados o antepasados. Se trata de una intei.co-
por eso deben ser narrados, y evocados, «Según la concepción
nexión singular de futuro y pasado. La resulTección de los muer-
judía y cristiana de la historia, el pasado es una promesa de
toS no habla tan sólo de una apertura al' futuro .y de una
futuro, En consecuencia, la interpretación del pasado es una
potencialidad de futuro en el pasado, sinó también de un futuro.
profecía retrospectiva», Esta afirmación de Karl L6with' implica,
para antepasados, e invierte así la dirección del tiempo. El futuro
una fe en el progreso un tanto unilateral, porque en los relatos
de Dios replanteará todo el pasado desdé la última hora a la
bíblicos ocurre también a la inversa: siendo el futuro una promesa
, plimera. El símbolo de la resurrección de los muertos expresa
para los que fueron, hay que recordar a éstos y no es lícito
una esperanza en el futuro histórico; de ahí la datación en «los
olvidarlos. En las religiones históricas la primacía del horizonte
últimos días» o «el último día». Pero une a ello una esperanza
de expectativas sobre el espacio empírico de la historia se basa escatológica: al final del tiempo, todos los muertOs resucitarán
en el excedente de promesa más allá de todos los cumplimientos 11 la vez y súbitamente «en un instante al sonar la última trom-
l l

históricos. Este excedente se funda a su vez en la inagotabilidad peta», como dice Pablo (I Cor 15, 52), es decir, diacróllicamente.
del Dios creador, que sólo «descansa» cuando el cielo y la tierra El "último dí:1» esperado históricamente es también el «día del
mmonizan con él plenamente. Señor>' y, como tal, será eterno y simultáneo a todos los tiempos
Lo específico del cristianismo en el conjunto de las deno- pasados. La «resulTección de los muertos» combina el final de
minadas religiones históricas consiste en la significación central
, de Cristo y, concretamente, en su muerte y su resurrección. Sólo
la presente historia de muel1e con el comienzo de la erernidad
de la nueva creación. en la que no existirá ya la muerte. Por eso
la .fe cristiana es esencialmente fe en la resurrección. Esta fe en es posible alumbrar en el recuerdo de los muertos el destello de
la resurrecéión de Cristo y en la resurrección al final de los esperanza para los antepasados. De ahí la necesidad de' retener
¡¡empos, ~supone una proyección de la fe hacia el más allá, de a los. muertos y combatir tanto su olvido inculpable' como su
forma que la inmanencia resulta aceptable como esfera de lo represión culpable. La última palabra en la historia no la tiene
perecedero? ¿cabe afirmar que el cristianismo falseó las espe- la muerte sino la justicia de Dios: «Todo lo hago nuevo» (Ap
ranzas de futuro transfiriéndolas al cielo (Ri1ke) para amoldarse 21, 5). Si esto es escatoiógicamente cierto, tampoco se perderá
a la tierra tal como es" ¿la demora del lin del mundo despojó al nada históricamente, todo «sera recuperado»? En este horizonte
cristianismo de su dinamismo histórico e innovador? Es frecuente de expectativas, la «historia como recuerdo» lleva ya a una es-
concebir la fe en la resurrección como cumplimiento trascendente pecie de «despertar de los muertos» 10: Todo el pasado aparece a
de las promesas de Dios para que los hombres renuncien a todas la luz del futuro que resucitará a los muel1os, La persona que
sus espenlnzas intramundanas. Pero esa fe en la resurrección no mira atrás, que recuerda a los muertos, ha escuchado ya, en ciel10
es fe cristiana sino apocalíptica, Carece literalmente de «espíri- modal el sonido de la «última trompeta». La «historia universal»
tu», porque entre el hecho de la resurrección de Cristo y la
resulTección de los muertos esperada en la trascendencia no co- 9. P. Gerllllrdt: ,(Dejad dc lado. hermanos. lo que os torturo, lo que os
falta: yo os 10 devolveré» (EKG 27, 5).
10. O. Weber. GnmdlagC:1l ele,. Do¡:matik n. Neukirchen 1962. 108.
8. K. LOwith. Weltgeschichle uml Hei(~escJ¡ehen. 15.
,. ¡,

328 R(,Sllrreccion de Cri.tto e historia: el problema histOriugráfico 329

fracasana si únicamente se hubiera esforzado en extender el pre- ni en el cODocimiento de un hecho histórico,' sino que hace par-
sente. todo lo posible, a los tiempos del' pasado. Su' verdadero ticipar en este acto creador de Dios. Esa fe es el comienzo de la
tema es la espera.nza escatológica de los muertos, libertad. Si Dios se revela en la resurrección del Cristo crucificado
En este horizonte de expectativas escatológicas aparece otro en su impotencia. Dios. no es el paradigma del poder representado
horizonte más limitado y concreto. En él no preguniamos ya por por el césar roman"o. ni. el paradigma de las' leyes reflejadas por
el futuro para los muertos, sino por el futuro. en la vida de los el cosmos griego. Dios es e"'tonces la fuerza vivificaílte que'
antepasados. El pasado fue alguna vez presente y existió en sus enriquece a .Jos pobres, eleva a los huinildes y" resucita 'a los
propios. proyectos de fururo. El presente ha .surgido siempre de muertos. La fe en la resurrecci6n es una fuerza viva que rehabilita
las esperanzas de futuro cumplidas, fallidas, nacidas e interrum- a los hombres y. de cara al futuro de la vida, los libra .de las
pidas de los antepasados. El historiador defom]a el pasado si se ilusiones letales del poder y del poseer. El anuncio de la ,'re-
limita a indagar cómo fue propiamente y no logra descubrir y
surrecci6n de' Cristo» es un mensaje que tiene sentido en. el
asumir la realidad pasada con 'la posibilidad pasada. y las ex-
h01izonte de la historia de la liberación del hombre y de los séres
, periencias' pasadas junto con los horizontes de las expectativas
r que gimen oprimidos por las fuerzas de aniquilación y de muerte,
. pasadas. La representación actual de la realidad prospectiva del
.,,.. historia abiei.ta por esa misma resurrección de Clisto. Ésta, en-
pasado es también una tarea historiográfica. En la retrospectiva
historiográfica hay que conocer y evocar las prospectivas pasadas. tendida como acontecimiento que abre un futuro y una historia,
Sólo entonces se pueden subsanar las esperanzas rotas, desaten- es fundamento y promesa de vida en medio de la historia de
didas O reprimidas de los antepasados con las esperanzas de los muerte. Pablo expresó esta idea con claridad: «Si el Espíritu del
presentes. para asumirlas en el proyecto actual de futuro. La que resucitó a Jesús de la muerte habita en vosotros. el mismo
investigación histórica que es fiel a su objeto pregunta por el que resucitó a Cristo dará vida también a vuestro ser mortal, por
'futuro en el pasado". La cosificación positivista de la historia medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros» (Rom 8, 11).
.en meros hechos pasados y en tiempos pretéritos reprime el futuro Pablo enlaza el pretérito perfecto de la resUlTección de Cristo
que hay en el pasado. Este tipo de 'historicismo' fue antihistórico con el presel1le de la inhabitación del Espíritu, y la presencia del
en su tendencia y en los efectos. y sirvió más para olvidar la EspÍlitu con el futuro de la resurrección de los muertos. El pre-
historia que para vivirla. Lo que llamamos pasado «histórico» es .térito perfecto de la resuITecci6n de "cristo no designa, pues, un
un futuro presente. «Historia» es, en esta perspectiva. la historia acontecimiento pasado sino un acontecimiento del pasado que
del futuro, ya sea de una persona humana, de una sociedad actúa "}ediante el Espíritu detenninando el presente. porque abre
humana, de un pueblo, de la huma~idad en su conjunto o de las el futuro de la vida. La resurrección de Cristo resulta ininteligible
relaciones entre la cultura humana y la naturaleza de la tierra. sin esta historia que ella abre mediante el Espíritu y mediante la
esperanza. La experiencia liberadora actual del Espíritu ,se basa
en el pretérito perfecto de la resurrección de Cristo. Por eso
3. El proceso histórico de la resurrección
reconocemos y percibimos al Cristo resucitado en el dinamismo
Ver la historia en la perspectiva de la resurrección significa actual del Espíritu. El futuro de .Ia «animación de los cuerpos
participar espiritualmente en el proceso de la resurrección. La mortales», como llama Pablo a la resurrección de Ins muertos en
.fe en las resurrección no se agota en la aceptación de un dogma este pasaje. se funda 6nticamente en la resun-ección de Cristo y
se percibe noéticamente por la experiencia del «Espíritu vivifi-
11. "Más umpliamente, J. Moltmnnn. Verschrankle Zeiten der Geschichre. cadof». Hay que hablar, por tanto, de un proceso de resllrrecci6n
Nonl'endige DijJerem:.ienmgcl/ Itnd Begrem;ungl."n des Geschichtsbegriffs: EvTh cuando se habla de la resurrección de Cristo. Este proceso tiene
44 (1984) 213-227. ef. también J. Ebach. Ursprung und Zief. Erillnerre ZlIklllift
ulld erlwffte Vergangenheil. Biblisc!le E.xegesen. Reflexionen. Geschic!lten.
su fundamento en Cristo, su dinámica en el Espíritu y su futuro
Neukirchen 1986. en la nueva creación de todas las cosas. La «resurrección» no

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ReSl/rrtcci~n de Cristo, t historia: tI problema historiográfico 331


330 La rUllrreccit?1l ui:atp16gica.de Crisro

significa un jaclum sino un Jieri: el tránsito de la muerte a la Volvemos, finalmente, a los axiomas históricos de T~oeltsch
vida, PlU]' ponerlos en cuestión: ,.
La fórmula, «arumación de los cuerpos mortales», indica que 1. La fe en la resurrección se basa .en la «demostración»
la esperanza en la resurrección no se refiere a otra vida sino aJa
actual «del espíritu y de la fuerza» (Lessing), no en juicios de
transformación de la vida presente. La resurrección no es un
. , probabilidad histórica. La investigacj6n histórica y los juicios
«opio del más állá» que sirve de consuelo sino la :fuerza para el
renacer de esta vida. La esperanza no se dirige a otr6 mundo liistóricos son posibles, y son necesarios en su ámbito, por la
sino a la redención del mundo presente, La resurrección se espera «historia como recuerdo». En el recuerdo de la fe en la resu-
y, además, se vive ya en el Espíritu. Acontece cada día. En el lTección son históricamente constatables los efectos de las apa-
amor vivimos muchas muertes y muchas resurrecciones. Vivimos riciones de Cristo a las mujeres junto al sepulcro, a los discípulos
la resurrección al :renacer a la esperanza viva por el amor, que en Galilea y finalmente a Pablo. El sepulcro vacío pertenece al
hace pasar ya aquí de la muerte a la vida, y por la liberación: ámbito.de lo históricamente constatable. No lo es, en cambio,
«Donde hay Espíritu del Señor hay libertad» (2 Car 3, 17). el hecho de la resurrección de Jesús desde el sepulcro, porque
Entendiendo la resUlTección en el sentido de este proceso, no hay testigos de ello. La fe en la resurrección asume los tes-
cabe integrar la idea básica de Barth, Bultmann y Pannenberg, timonios históricamente constatables de las «apariciones» ori-
y enmendar su visión unilateral. Como inicio de la aniquilación ginarias de Cristo como plasmación de su esperanza de ver a
de la muelle y de la aparición de la vida eterna, la resurrección Cristo cara a cara. El horizonte de expectativa de la resurrección
de Cristo es el' «hecho que lo transforma todo» y es, por tanto, de los muertos es mayor que el ámbito de evocación del origen
ya en sí la revelación de Dios. Dios, como el «totalmente otro», de la fe cristiana en la resurrección. El ámbito de evocación de
constituye la crítica radical a este mundo. Dios. el que «todo 10 los testimonios sobre]a resurrección en el cristianismo primitivo
transforma», es el creador del nuevo mundo. La misma fe en la son más amplios, a su vez, que el ámbito de la investigación
resurrección es ya una resurrección del hombre por la fuerza de
histórica y de los juicios históricos. Los juicios de fe no se pueden
la vida. El «juicio liberador» sobre la caída de la existencia en
fundar en juicios de próbabilidad histórica; pero tales juicios
el mundo del pecado, del poder y del poseer es el comienzo de
la elevación a la vida verdadera. La resurrección de Cristo. no se requieren, en las religiones históricas, unos juicios históricos,
puede considerar una mera cualificación retroactiva de la muerte manteniéndolos siempre en el umbral de juicios de probabilidad.
de Cristo como acontecimiento salvador. ya sea por el juicio 2. Hay una acción recíproca entre los fenómenos de la vida
revelador de Dios o por el juicio,de fe de los hombres: es «mucho histórica; pero el nexo causal es sólo un proceso en la red mul- •
más»: anticipo de la vida eterna para los que mueren. La resu- tilateral de lo viviente. La muerte es la interrupción de la vida y
rrección de Cristo cualifica la historia mundial en historia final de ,las interacciones de los vivientes. La resurrección escatológica
y coloca los espacios empíricos de la historia en el horizonte de de Cristo representa la superación de esta ruptura en la vida eterna
expectativas de la nueva creación. Para comprender teológica-
de la nueva creación. No es una excepción en el nexo causal de
mente el proceso de la resurrección, habría que aunar las tres
vaiidez limitada, sino el comienzo de superación de la mortalidad
preguntas de Kant: la pregunta teórica, ¿qué puedo saber?; la
práctica, ¿qué debo hacer?; y la escatológica, ¿qué puedo es- de toda vida histólica en las interacciones inmortales de la pre,
perar?, para contestarlas conjuntamente y en referencia unas a sencia eterna de Dios. En este horizonte se perciben, además de
otras; sólo así entendemos el acontecer, el espíritu y el futuro de las interacciones de la vida IJistórica, las rupturas de la muerte
la resurrección en su conexión mutua ro!. histórica. La historia no es sólo el proceso de producción de la
vida inagotable, sino también el proceso de destrucción de la
12. Expuse mús ampliamente este puntO en Esperan:.a en la resurrección muerte insaciable. Una cosrnQvisión histórica sin percepción del
y praxis liberadora (1972), en EI/tauro de la creaci6n. Salamunc.l 1979. 125-
143. . poder de la muerte es una ilusión. La historia en la perspectiva
, i

.,:'"

332 • La resllrreccióll escatológico de Cri.rro R~SllrrtcciÓII dt eri.rro t historia: ti probltma hUlO1;iográjico 333

de la resurrección lleva a una percepción d~ ia historia de la . , por lo caliente, lo dulce por lo amargo, lo claro por 19 Oscuro.
muerte, porque transmite la esperanza frente a la muerte. for .eso Porque 'la percepción sensible va asociada al dolor. Cuando. lo
es impulsada por la pregunta escatológica acerca del futuro paró desemejante entra en contacto con nuestros órganos sensoriales, .
los muertos. Nci pregunta por la homogeneidad de todo proceso . nace el dolaD>". Si aplicamos esta idea al conocimiento histórico,
sino por la justicia para los vivos y los muertos. 10 primero es 'tl descubrimiento.de lo otro"el dolor que nos ~ausa
su heterogeneidad y nuestra disposición a transformarnos en .este
3. La comprensión histórica se realiza mediante el hilo con"
encuentro con lo otro. Nuestro conocimiento propio se. efectúa
ductor de la -analogía. Pero la analogía es siempre un resultado
a! enajenarnos en los otros mediante la comprensión": De lo
de la comprensión histórica, no su comienzo. En el comienzo
contrario seria una simple autocoÍJ.firmación. Sólo mediante el
está el encuentro con lo extraño y el descubrimiento de lo otro.
conocimiento de los demás en su heterogeneidad nos conocemos
El que empieza. con la analogía sólo se encontrará en todo lo
a nosotros mismos. El principio de analogía unilaterai transfI-
extraño y heterogéneo consigo mismo: se proyecta a sí mism() y
gurado en «omnipotencia» no permite conocer nada histórica-
su modo de ser en lo extraño y heterogéneo, ya sean otras culturas
mente. sino que somete el pasado al absolutismo cultural del
u otras épocas. pero esto viene a ser un imperialismo cultura!
presente. En el encuentro con otras culturas, la incapacidad y la
ciego')
mala voluntad negativa a percibirlas y reconocerlas ha llevado a
«Lo semejante se conoce por lo semejante», dice el viejo
la destrucción de las culturas ajenas y a la difusión de la ho-
principio epistemológico griego. Pero ¿por qué lo semejante tiene
mogénea y monótona civilización occidental. La percepción del.
que conocer lo semejante? No gana nada con ello. De ahí la
Cristo muerto en la vitalidad eterna de Dios debe entenderse como
observación irónica de Anaxágoras: «Lo semejante es indiferente
la forma más profunda y original de conocimiento de lo otro. de
a lb semejante». La «omnipotencia de la analogía» (Troe1tsch)
lo «totalmente otro», ya que no hay mayor antagonismo que el
vuelve indiferente cualquier realidad y destruye el auténtico in-
existente entre muerte absoluta y vida eterna. El conocimiento
terés por la historia. En su ámbito desaparece la curiosidad his-
de Dios en la percepción del Cristo crucificado debe concebirse
tórica. El conocimiento nace de la disposición percibir lo ex- a como un conocimiento doloroso que transforma de raíz la propia
traño y de. la apel1ura a la percepción de lo otro: «Algo se
existencia. El conocimiento de Dios empie.za aquí con el sufri-
manifiest~ en su contrario y lo desemejante se conoce a sí
miento de Dios. Quien percibe a Dios en el Crucifioado, muere
mismol4. No se trata de ningún «corte epistemológico» 15 • sino
y renacerá por el Espíritu de resurrección a la nueva vida, como
del priI1'ierprincipio de la epistemología. Empédocles había afIr-
simboliza el bautismo. Sólo entonces se perciben 'las analogías
mado que «con la tielTa vemos In tieITa, con el agua el agua,
soteriológicas con Dios en el Espíritu vivifIcador. E.I conoci-
con el aire la atmósfera divina, con el fuego el fuego. con el
miento de Dios comienza siempre. con la percepción estreme-
amor el amor. .. »16. y Anaxágoras objetó: «Percihimos 'lo frío
cedora de lo totalmente otro y con la experiencia del propio
cambio radical. El conocimiento de Dios concluye siempre en la
13. Así 10 ha demostrado de modo impresionante T. Todorov. Die Ero-
berung Amerikas. Das Problem des Ande,.en. Frnnkfurt 1985. en los informes plenitud analógica del canto eterno de alabanza de la nueva crea-
de Colón, Cortés. Las Casas y Durnn. ción. El dolor por Dios lleva al gozo en Dios.
[4. Esta fue mi tesis epistemológica en El Dios crucificado. Salamanca Hay que abordar. por último. la cuestión de si el ser humano
1975. 44S5. que ha sido muy discutida. ef. M. Welker (ed.l. Diskussioll über
«Der gekrtw:.ig/e Gou/>, 188ss.
es el sl/jeto de la historia. Si la historia no consta sólo de ex-
15. Expresión de 1. Sobrino, Theolo.,:isc:lJes Erkennen in der europaischell
11IIddel' fateinamerikanisc:hen TIleologie. en K. Rahner (ed.), Befreiellde TlJeo. 11. Cit. en G. M. $trnuon. Theophrasllls amI (he Greek Ph.vsiological
I08ie, Stuttgart 1977, 136ss. PSycllOlogy before Aristolle. New York.Landan 1957, YOss.
16. W. Cape1}c, Die Vorsokratiker, BerJin 1958. 77s, fragmentos 99 18. Esto lo señaló con vigor E. Lévinas, L'hwllclIli.wlle de I'autre homme.
y 100. Montpellier t 972.

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iI
334 La resurreccilin t'KtllOiógi.Cll tle Cristo ]I
:I
p~rknda y d~,,",isi()nhumana sino de int~raú'ioncs c influcndas
recíprocas, tendrá siempre más de un sujeto. Sólo el afán de 4
dominio dc la edad moderna pretendió ck:var al homhre
de la historia. La historia humana nace siempre de sus interac-
ti sujeto
Naturaleza y resurrección de Cristo: , I
I
ciones con la historia de la naturaleza. En esta trama de interac-
el problema teológico
;
I
,I
ciones hombre-naturaleza no se puede partir de un solo centro
,
I
como hacen el Qntropocentrismo moderno por un lado y el cos-
mocentrismo presuntamente posmoderno por el otro. Si se quiere
entender la historia de las interacciones entre cultura y naturaleza,
hay que abolir la idea de centrismo. Si la historia es interacción
e influencia recíproca, no hay lugar a la alternativa: ¿son los
hombres o es Dios el sujeto de la historia? Historia es lo que
acontece entre Dios y los hombres, entre los hombres y Dios.
Historia es, dicho en términos generales, la comunión de hombre
y naturaleza y la comunión de hombre-naturaleza-relación con 1:
Desde princIpIOs de la edad moderna la historicidad de la
Dios; una comunión que lleva consigo antagonismos analogías, "ti
resurrección de Cristo pasó a ser el problema central de la teología
expectativas y decepciones.
cristiana, porque la «historia fue el gran paradigma del mundo 1
¡.
moderno. Pero la «histOlia» significaba únicamente la historia
humana, contrapuesta a la naturaleza. Por eso las ciencias se ji
desglosaron en las universidades, desde mediados del siglo XIX, :¡.
en ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu. Como historia
y naturaleza, también espíritu y naturaleza se definían antitéti-
camente: la historia es el campo de la libertad; la naturaleza, el ,, .
campo de la necesidad. El espíritu carece de naturaleza porque
puede conocerla y dominarla, y la naturaleza carece de espíritu 1i
porque puede ser sometida por él. Sólo la medicina oscilaba entre
ciencia del espíritu y ciencia de la naturaleza, hasta que a me-
diados del siglo XIX fue adjudicada a las ciencias de la naturaleza.
Pero dado que el ser humano constituye una unidad corpóreo-
espiritual, la distinción fundamental de historia y naturaleza en
el hombre no se pudo realizar plenamente. Lo cual sugiere que
ese paradigma de la «historia» no servía como modelo global
para el conocimiento de la realidad y, por tanto, la ciencia his-
tórica tampoco podía ser la ciencia universal.
El paradigma de la «historia» encierra en sí el afán de dominio
humano de la naturaleza «ahistórica» y de los cuerpos «carentes
de espíritu». Dominio y sometimiento son indudablemente un
esquema de relaciones unilaterales, pero también ellos crean una
comunión. Para que esta comunión lleve a la supervivencia de
,
~
,"
336 La reSllrrución t'scaloMgica di' Cristo

ambos y no a la muerte de la parte sometida, debe librarse de


Natllm/~:.tl y uX¡lI"ucci6n d~ Cristo
337 !
1. El J1ue\'onacimiento espiritual de Cristo desde el Espfritu
su unilateralidad y asumir la interacción, La definición de la
historia y de la naturaleza no debe ser antagónica sino que ha de f
implicarlas a ambas en su referencia mutua, al igual que el espíritu
J. El sfmbolo apocalíptico es la «resurrección de Jesús de
entre los Illuertos» por obra de Dios. Dios es aquí cl único sujeto ,
t ,,
y el cuerpo no se contraponen en Ja vida de una persona sino activo y JCSlís es el sujeto pasivo. En ese símbolo, el esquema ¡.
~
que hemos de concebirlos conjuntamente so pena de destruir la /
teológico es teísta, y la cristología, adopcionista.
persona. Así como el espíritu del hombre aparece inserto en su
corporeidad y depende totalmente de ella, también la historia
hunJana está inmersa en las condiciones-marco de la naturaleza
de la tierra y está referida a ellas. La historia humana no es una
2. El símbolo teológico de la reslIrrecci611 de los muertos
por la acción de Dios ticne lógicamcnte su cOITcspondencia an-
tropológica en la resurrección de los muertos cn semido intran-
I
. realidad global; las condiciones ecológicas son más globales por-
sitivo. El que es resucitado tiene que resurgir; de lo contrario,
la resurrección transitiva es ineficaz. A la acción desde ardba \
.,1 que permiten la evolución del género humano y cualquier alte-
raci9n grave en ellas puede significar el fin de la humanidad y
debe con-esponder la reacción desde abajo. Con el símbolo de la ,
1 .

¡ resurrección troJlsitil'a, la dinámica viene de arriba; con el sím- , .


de su historia. Por eso la tcología cristiana moderna se queda
corta al debatir, desde hace ciento cincuenta años, la fe en la
resurrección dentro del marco exclusivo del paradigma «historia»'
!
bolo de la resurrección intransitil'a, la dinámica viene (le abajo.
El esquema leológico es aquí cristológico. ,
l. '

y en recepción críliea de las ciencias históricas con'Cspondientes. 1., 3. Sintetizando los dos símbolos, hay que concebir el acon- ,
, tecimiento al que hacen referencia como una relación mutua entre
, Debe profundizar más y ver, más allá del mundo histórico, las
ser resucitado y resucitar en sentido intransitivo. Por una parte,

¡
condiciones ecológicas de la historia en la naturaleza. Pero, a la
luz de las condiciones naturales de la historia, no es tan relevante , es Dios el que «resucitó a Cristo de la mucrte». Por otra, es
también Dios mismo el que resucit6 de ]a muene «en Cristo).
~ la «gesta» escatológica del Dios que resucita muertos como la ,
El esquema teológico es aquí teológico-cristológico.
corporeidad 'de Cristo muerto y resucitado. La corporeidad de su
muerte y resurrección da pie a la pregunta crítica por la resu- 4. La resurrección en sentido transitivo y la resurrccción en
.' rrección en la perspectiva de la naturaleza y a la pregunta cons- sentido intransitivo son símbolos para expresar la acción de Dios
y el acto de Cristo. Pero el 1Il0rir y el volver a la vida de Cristo
,',
.(o: tructiva por la naturaleza en la perspectiva de la resurrección. En.
la época prcmoderna, la cristología luvo en cuenta estas pers- se produce también «Illcdiante el Espíritu sunto»: por el Espíritu
. l.'
~
eterno se ofreció a sí mismo (Heb 9, 14), Y vive en el «Espíritu , 1!
~
, pectivas con la doctrina de las dos naturaleza, La cristología
histórica de la época moderna dejó de lado tales perspectivas;, que da vida» (1 Cor 15, 45). Cristo padeció cn el espíritu de
f

pero la cristología histórica moderna debe integrarse hoy, de .'1' Dios los dolores de la mue'1e, y desde el Espíritu renació a la
nuevo, en una cristología ecológica, concretamente en los puntos vida eterna, como en Ez 37, dondl2 el <lliento de Dios ngitn Jos
en que la «historia» como paradigma ha resultado insuficiente y huesos culcinudos: «Entonccs pcnetró en ellos el ruaj, revivieron
destructiva. , y se pusieron en pie» (37, 10). Lo que el paradigma de la «his-
toria) cntiende como acción escat6logica, regeneradora, de Dios
Es cierto que hay esbozos en esta dirección en las cristologías
Padre sobre el Hijo, el paradigma ecológico, más amplio, de la
del «Cristo cósmico» (que abordaremos en el próximo capítulo);
«naturaleza» debe cntcnderlo Como elllJtel'o llacimiclltO de Cristo
pero aún no se ha dado ningún paso desde la teología histórico-
por obra del Espíritu divino que da vida, El esquema teológico
escatólogica de la resurrección a una teología histórico-ecológica
es aquí pneumñtico-trinitario. En una perspectiva pneumutol6-
del nuevo nacimiento. Haremos algunos escarccos en esta direc-
gica, las mctáforas ndecuadas para expresar la muerte y la llueva
ción, comenzando por el símbolo bíblico,
vida de Cristo no son las metáforas históricas sino las naturales.
~
,
338 La r~Sllrucd61/ t'scarofógica di' Cristo Natllral~:.a}' r~surr~cció"t/~ Cristo 339
•I
Pablo aclara a sus lectores la resurrección de los muertos con describen la acción del esp(ritu de Dios que hace renacer a Cristo,
el símil de la siembra: «Lo que siembras no revive si no muere» a través de su muerte, a la vida elema. El EspírilU santo inlerviene
(1 COl' 15. 36). «Se siembra lo corruptible: resucita incorruptible; en el paso de Cristo de la muerte a la vida. Por eso el Crislo
se siembra lo miserable: resucita glorioso; se siembra débil: re- vivo está presente en este Espíritu, y la experiencia de su pre-
sucita fuerte; se siembra en un cuerpo animal: resucita cuerpo sencia da vida. Cristo es el «primogénito de entre los muertos»
espiritual» (v. 42-44). El acento es aquí claramente crislOlógieo. (Col 1, 18; Ap 1, 5). Crislo nació en Belén y volvió a nacer de
J '_
Jn 12. 24 emplea esta imagen para expresar la «lransfiguración entre los muertos. El nacimiento en la cueva, como lo representan
del Hijo del hombre». es decir, la muerte de Cristo: «Si el grano los iconos ortodoxos, remite al renacer de Cristo desde el se-
de trigo cae en la tierra y no muere. queda infecundo; pero si pulcro. Su encamación se complela, por tanto, con la resurrec-
muere, da fruto abundante». En realidad, la semilla sufre una ción, no con la muerte en cruz.
transformación: del sembrado sale la planta, y de la planta, el Según Flp 3. 21" Pablo espera de la parusía de Cristo glorioso
fruto. Una forma se destruye para que pueda nacer otra. En la la transfiguración (~ETQ(J;\:lwaTíI;Elv ) de la «bajeza de nuestro
metáfora de la siembra, la muerte y la vida no conlrastan tan cuerpo» para reproducir (JÚfl~OPljlO<;) el «esplendor del suyo.
,t radicalmente como en la me'táfora de la muerte y la resurrección. Entiende, pues, la resurrccción y la nueva vida, de Cristo como
r"
í Hay un lránsito y no una ruptura total y un nuevo comienzo'. transfiguración corporal, como transformación desde la bajeza»
Por eso, al Cristo resucitado se le llama «el primero en nacer de y como iluminación en la «gloria» de Dios, y espera que en la
la muerte» (1 COI' 15, 20). resurrección general de los muertos se produzca una vivificación ",/'
La otra ,imagen para expresar la muerte y la vida de Cristo aaáloga de los hombres. Éstas imágenes lampoco expresan la
es la de los dolores de parto de una mujer y su alegría por el muerte y la vida como ruptura y nuevo comienzo, sino como
nacimiento del hijo (Jn 16, 20-22). Juan se refiere a la lrisleza tránsito. Los cuerpos mortales cobran vida, los cuerpos despre-
de los discípulos por la muerte de Cristo y a su alegría por el ciables son transfigurados, los cuerpos escarnecidos son glori-
reencuentro: «Cuando una mujer va a dar a luz siente angustia ficados. Morir y volver a la vida son dos momentos en el proceso
porque le ha llegado la hora; pero en cuanto da a luz al niño, no de transformación de la nueva creación de todas las cosas.
se acuerda del apuro por la alegría de que un hombre haya venido
al mundo (v. 21). También este símil habla de un tránsito a la ".•.
..¿.,.-. nueva vida, no de ruptura y nuevo comienzo. Los dolores de
" 2. La capacidad analógica de la naturaleza
!~. Cristo en su muerte son ya, según esta analogía, los dolores de
parto de su nueva vida. La apocalíptica había empleado esta
'"-.'
;¡.~~
imagen para significar el terror del tiempo final: los dolores de
Si conlemplamos desde la perspectiva de la naturaleza la
«(resurrección de Cristo» nos asaltan al pronto ciertas preguntas
I

parto de la nueva creación. La imagen misma del «renacer» era


críticas: si la resurrección de Cristo fuera un «hecho natural», se
.- una metáfora apocalíptica de la transfonnación del cosmos a la
llegada del hijo del homhre (Mt 19,28).
trataría de un<l ruptura en -las leyes de la naturalcza, se trataría
por tanlO de pura Illihlgrcría, pues los muertos mucrtos están y
En lugar de «despertar» o «resucitar» en sentido acrivo y en
no vuelven más. Pero la «resunccción de Cristo» no se refiere
sentido intransitivo, Pablo ernplea también la cxprcsiól) «recibir
a un fenómeno de fisiología celular. No es un retomo a la vida
la vida» incluso «yolver a la vida» (Rom 14,9; 1 COI' 15,45; 2
mortal mediante una reanimación natura1. Tampoco es, por tanto,
COI' 13, 4 Y passim). Esto se produce «por la fuerza de Dios» y
an hecho natural que se pueda reconstruir con pruebas objetivas.
por el «espíritu vivificador» de Dios. Las metáforas naturales
No tiene cabida en la serie de los hechos naturales de la vida.
J. er. H. Riesenfeld, PallJ's «Grain o/ Wllcat» . Antl/ogy alld ,lit! Ar. Se trata, como hemos yisto, de un acontecimiento de índole
gmuclll o/ J Cor 15, en n/e Cospel Traditioll. PhiJadelphia 1970, 171.186. escatológica: la resurrección de un muerto a la vida eterna de la
1
I ~,

340 lA r~slfru('ci6n ~s('(¡w16gic,! dI' Cristo N"tIIra!e:n }' rUllrruci61l d~ Cristo 34/
q
1 1
nueva creación y la transfonnación de la gloria de Dios. Con Estos cantOs sobre la alegría de la naturaleza por la resu-
ellos no se suspenden las leyes naturales de la vida mortal. La rrección de Cristo hablan de rendición de la criatura esclavizada
propia vida mortal cambia cualitativamente y con ella también por el destino de la caducidad, y se su salvación definitiva. Con
las leyes dc su mortalidad. la transfiguración del cuerpo muerto de Cristo comienza la trans-
No obstante, la «vida eterna» es también vida, la «resurrec- figuración de toda vida mortal. !.
ción» es un despertar y el «renacen> es un nacimiento. Por con- Paralelamcnte, los cantos de pentecostés sobre la experiencia
siguiente, aunque ese acontecimiento escatológico supone en del Espíritu santo en la comunidad invitan a toda la creación a
Cristo una transfonnación cualitativa de su vida mortal, esta vida esperar el reverdecer y noreeer de la nueva creación y aluden a
mortal puede representar analógicamente la vida totalmente dis- la estación fecunda de la primavera:
tinta, la vida cterna. La capacidad analógica aparece ya en las
metáforas corrientes de «despellaT», «resurgir», «renacen> y «Es Espfrilll santo es Vida dispcnsndora de vida,
molor del universo y raíz de lodo ser creado.
«transfonnar». Las comunidades cristianas celebraron desde anti-
El purifica el universo de la impurezn, '1
guo la fiesta de la resurrección de Cristo y la fiesta de la expe-
bon'a la culpn y sana las heridas. I
riericia del Espíritu al ritmo de la naturaleza y de esta vida mortal,
y encontraron sus analogías naturales en el amanecer, en la pri-
Es vida luciente, prodigiosn,
que dcspierla y resucita el lIniverso,~ (Hildcgarda de Bingen)4. " !'
i
mavera y en la fecundidad de la vida. Así lo indica la fusión de ~
la fiesta de la resurrección con la fiesta de "pascua», como tam- Los ritmos de la creación: de la noche al día, del invierno a
bién los cantos de pascua, que ven en la alegría natural por el la primavera, de la esterilidad a la fecundidad, se interpretan
retorno del sol una imagen de la alegría de todos los seres por como signos y cifras dcl rcnacer definitivo de la creación desde
la resurrección de Cristo. También la fusión de la fiesta de la el sufrimicnto y la muerte, que cmpezó con el primero en nacer
experiencia del Espíritu con la fiesta de pentecostés ofrece la de la muertc. Pcro estos procesos de regeneración de la naturaleza
.' analogía entre el reverdecer y norecer de la naturaleza en mayo s610 se convierten en analogías de la nueva creación a la luz del
con la eterna animación de todo Jo creado mediante el soplo del nuevo nacimicnto de Cristo. Aunque a toda mañana siguc la tarde,
espíritu de Dios2, a cada primavera el invierno y a cada lodo nacimiento la mucl1e.
La liturgia pascual de la iglesia ortodoxa presenta en fonua s610 a la luz dc la resurrección definitiva de Cristo se ven estos
impresionante las dimensiones cósmicas de la superación de la inicios naturales de la vida signos de la vida etema, desplazán-
muerte por la resurrección de Cristo: dolos así de la órbita del etemo retorno de lo idéntico en el que
se mucven.
«Todo'se llena de luz: Las analogías tienen siempre un doble efecto: por un lado,
cielo, tierra y reino de los muertos. estos procesos naturales se conviellen en un símil de la vida
La creación en lera celebra eterna; por otro, la vida cterna aparece ya prefigurada en estos
]a resurrección de Crislo procesos naturales. Así adquieren éstos una cualidad nucva, es-
que la sustenta)}).
catológica. Ahí encontramos ya una cierta «transfiguracióm> sim-
bólica de la naturaleza, que no sólo es susceptible de analogía
sino que está necesitada de ella. No sólo la historia; también la
2. San Amhrosio: ••En primavera cae la pascua, entonces me salvo; en
verano cae pentecostés, cuando celebramos la glori.¡ de h. resurrección como naturaleza se convierte en un símbolo de la aparición de Dios y
ejemplo del futuro,), F.xpositio cl'ullgclii seco LI/ca"" di. según R. Contoln. en preludio dc su reino.
messn, OSfel'1l i" der Alfen Kirche, Bern 1981. 157.
3. E.-M. Bachmallll, Machet hl'rrUch .l'ei" Lob. Neukirchcn 1988,55. 4. IHldcgllrd Von Ringcll, /.il't/a. Salzhur~ 1969,229.
----
342 La ,,~sllrr~cciÓIl t'scatológica d~ Cri.rw

El imperativo natural «muere y cambia» se expresa en muchos


mitos y símbolos de las «religiones naturales». No es ningún
5
sincretismo el hecho de que la teología cristiana de la resurrección
los asuma y utilice en fom13 de «teología de pascua» para mostrar Resurrección de Cristo y naturaleza:
la significación cósmica de Cristo. El fenómeno más imp0l1ante el problema natural
para expresar la regeneración de la vida es, después de la siembra
y la cosecha, el hecho del nacimiento. El hecho aparece sim-
• bolizado en el mito de la muerte femenina, alumbradora de la
vida. Los dolores de parto y la sangre natural vertida traen la
nueva vida al mundo. En muchos mitos se representa el naci-
miento de la vida con la muerte de la madre y como el renacer
V.
de la madre muerta en el hijo'. Los dioses que mueren y renacen 1':4
¡ro .,
aparecen como figuras culturales sobre este transfondo femenino .,.'
de la divinidad.
l. Las dimensiones cósmicas

Si contemplamos la naturaleza desde la perspectiva de la


resurrección de Cristo, el espacio empírico de la naturaleza entra
en el horizonte de expectativas de su nueva creación. Las ex- I1 }.

periencias de la caducidad de la vida y el sufrimiento incesante


de todos los seres vivos, además de causar aflicción, llevan ya
a la esperanza. La creación está «sometida», pero «abriga una
esperanza" (Rom 8, 20). Esta reinterprelación escatológica de la
caducidad dehe ccntrarse cn un punto: la muertc, que es el final
de todo ser vivo. Pero en la visión escatológica de la nueva
creación «no habrá ya muerte». La nueva creación, para ser
radical, ha de surgir de la aniquilación cósmica de la muerte.
Por eso empieza, en la perspectiva cristiana, con la resurrección
de Cristo;

.
- Cristo resucitó de entre los muertos.
Superó la muerte con la muerte
y ofreció lu vidu
a los que eSlán en el sepulcro.
(Liturgia ortodoxa de pascuu)

Si ha de alegrarse «toda la creacióJl), Cristo no pudo haber


5. M. Kassel, Tod l/IItI Alljersfehlll/g, en M. Kassel (ed.), Fem;/I;stische
muerto de «muerte naturah), sino que padeció la muerte anti-
Theologie, Stungart 1988,212. natural de todo ser vivo. La IHuerte de todo ser vivo es un destino
\ '

344 1-" uSllrr~C'ciólI ~scllwMgjC'lI d~C";S/Il


)45

que pesa sobre él. pero no farola parte de él. Lo vivo ha de vivir
de los creyentes hace llamar «Espíritu santo» es también el es-
y no morir; por eso lodo ser vivo quiere vivir y acoge la muerte
píritu de la creación y de la nueva creación de la natul'3leza, el
con dolor. Cristo no murió de «muerte natural». Fue asesinado
«comienzo de la gloria». Como se dice en el nuevo testamento.
y murió en solidaridad con todos los que sufren violencia. Pero
La naturaleza no se orienta hacia la historia humana, como pre-
murió también en solidaridad con todos los seres vivos, que han
tendió 1<1 concepción antropocéntrica de la edad modema, sino
de morir aunque. quieran vivir. Murió la muerte violenta de la
que esta historia humana se consuma en Ja «resurrección de la
historia humana y también la muerte trágica de la naturaleza. Si
naturaleza». porque sólo en ella y con ella es viable una «re-
.' su resurrección es la «muerte de la muerte», será el inicio de la dención» de la vida humana.
aniquilación de la muerte histórica, pero también de la muerte
Gregario de Nisa expone en su magnífica interpretación del
en la naturaleza y. en consecuencia, el inicio tanto de la resu-
sábado santo el nexo cósmico entre la resurrección de Cristo y
rrección de los muertos como de la transfiguración de la vida

.~
mortal de la primera creación en la nueva, eterna' creaci6n. En-
tonces, además de ser en persona el primogénito del nuevo na-
la nueva creación:

«(Contempla el sábado santo de la primera creación, reconoce en


O'.
cimiento de los muertos mediante el Espíritu eterno de vida,
¡ aquel sábado este sábado. el dín de descanso que Dios bendijo
Cristo será también el primogénito en el nuevo nacimiento de por lodos los otros días. Como en eSle día dcscnns6 rcnlmenlc el
"

t:;
toda la creación (Col 1, 15). Resucitando a Cristo, Dios anticipó ., Dios unigénito de todas sus obras, concediendo n su cucrpo una
una vida eterna a los muertos y también un ser imperecedero a pausa gracias al orden sOlcriol6gico de su Jnuenc y volviendo a
, toda criatura mortal.
.. ; ser el que cm cn virtud de la resurrección. hizo que resucitara con
La «naturaleza» es el concepto que expresa Ja experiencia del él lodo lo que estaba postrado. como "ida y resurrección. )' ama-
-,1 estado actual de la creación. El «tiempo de la naturaleza» reprc. necer y aurora ¡"Ira los que están en las tinieblas y sombras de la
muerte»"".
.~ senta una especie de «invierno de la creación». La «naturaleza»
~ es la creación congelada, paralizada. Es la creación de Dios en
,
~
farola de alejamiento del origen de su vida y en figura de cau-
tividad de su espíritu vital. J....a superación del poder de la muerte
Si el día de la resUlTección de Cristo es el primer día de la
nueva creación, traerá también consigo la creación de la nueva
luz, una luz que iluminit los sentidos y cl espíritu, e irradia sobre
jo.
por el nuevo nacimiento de Cristo y la infusión del Espíritu divino
toda la nueva creación. Las «aparicioncs de Cristo» y la «visión»
sobre «toda carne» deben considerarse en este contexto como el
'},. gran signo de la «primavera de Ja creación»l, de la «resurrección
pascual deben concebirse desde el principio partiendo de estas
4. dimensiones cósmicas, como il1lJica Pablo (2 Cor 4, 6) cuando
de la naturaleza»2 y de la «deificación del cosmos»J. El «espíritu
atribuye la «gloria de Dios en el rostro de CristO» 'al Creador que
de la resurrección» que actúa en Cristo y, mediante él, en los
, «hizo brotar la luz de las tinieblas» en el primer día de Ja creación.
hombres, es también el Espíritu que trae a todo ser vivo la pri-
Por eso los cristianos llamaron muy pronto al «día de la resu-
mavera de la vida eterna. La fuerza de Dios que la experiencia
: rrección» el «día octavo», por ser el «primer día» de la nueva
creación.
1. Hildegard von Oingen, Lieder, 229. 233, 245, 315. Iiildegarda llamó
a la vitalidad divina l'irit!itas. fuerza vcrdcanfe. "En el principio verdearon La historia humana se caracteriza por la violencia que ejcrcen
tod¡¡s las crialUraS) •. El Esprritll viene por medio de Cristo como «fucrzn \'cr- los fuertes conlra los débiles, los ricos contra los pobres, los
deanle de la primavera» sobre todas las cosas. Cf. M. Fox, IIIl1l1iillQtians al hombres con Ira las mujeres. La relación de la cullura humana
IIiIt!cgll,.d of Bil/gel/. Sama Fe 1985, 30ss.
2., K, Marx, Friillschriftell, ed. S. L."mdslulI. 237. Marx \'C. equivoca-
4. Gregario de Nisa. De IridllO illter mortem el res/lrreclifmel1l Do",;"i
damente. en el «naturalismo efectivo del hombre y en el humanismo efecth'o • nosrr; JeSI¡ Ch,.;sti S11(l1;O, Opera 9 (ed. E. Gcbhardll. Sermones 1, Leiden
de la nmuraleza.) la «vcrdadera resurrecciÓn dc la naturaleza». .'
3. D. Stanilo:lc, Ortlw(Joxe Dogl1wlik. GUlcrsloh 1984, 291ss. . d 1967. 274, Cf. lmnbién V, Kesich. Tlu: F;r.\'1 Da." n/ t!lr N('lI' CI'('aliOll, New
York 1982 .

• j Sil : .&12A - ¡ • ,444 i ;m .••.•


~~ ••
~._,._
(!
II
346 lA resUrl'ecciólI, escatológica de Cristo
Resurrección de Cristo y lIutllralew: el problema Ilatural 347

con la naturaleza de la tierra está presidida por la violencia es-


una comunidad de paz en la que todos los seres conviven, se
tructural con la que los hombres someten la naturaleza y la uti-
asisten y se implican, y conservan la vida en intercambio reCÍ-
lizan. El imperio de la violencia nace de un autoaislamiento y
proco de sus energías. Cristo es «la cabeza» de esta nueva co-
lleva cada vez más al autoaislacionismo, hasta que acaba en la
munidad universal porque en él «habita realmente toda la plenitud
muerte. El imperio de la violencia destruye las interrelaciones
de la divinidad» (Col 2, 9), y esta s/¡ekilla fluye a través de él
de la vida y el equilibrio de la naturaleza porque propaga la
a la nueva comunidad universal, lo cual permite hablar con la
injusticia. El imperio de la violencia amenaza con la aniquilación
teología ortodoxa de una «deificación del cosmos».
y Ueva a la muerte de los sometidos primero, y después también
Si colocamos el sentido de la resurrección en un horizonte
a la muerte de los opresores. La historia humana únicamente
más angosto, al nivel existencial de la fe del individuo al nivel
sirve a la vida cuando desaparece de eUa la violencia y reina la
histórico de la esperanza de la humanidad, la cristología per-
paz. Pero sólo puede haber paz cuando hay justicia. La justicia
manecerá t;n el ámbito de la irreconciliación de este mundo y se
crea la paz. Otro tanto hay que decir sobre la relación de la
convertirá incluso en un factor de hostilidad. Sólo una cristología
cultura humana con la naturaleza de la tierra. Sólo eliminando
cósmica lleva a su plenitud la cristología existencial y la cris-
la violencia estructural en las relaciones con la naturaleza y con
tología histórica. Sólo la visión pacifista de la reconciliación del
los otros seres vivos y creando el justo equilibrio nace la paz que
universo abre el horizonte de expectativas en el que la naturaleza
sirve para la supervivencia del hombre y de la naturaleza. Para
dañada por la violencia humana pueda restablecerse mediante
eUo tendrán que reconocer los hombres los valores y derechos
una historia humana pacífica. Si Cristo murió para la reconcilia-
de los otros seres vivos, y no podrán ya juzgarlos por su valor
utilitario. ción de todas las otras criaturas, cada criatura tendrá un valor
infinito ante Dios y su propio derecho a la vida, no sólo los seres
La Carta a los colosenses presenta una visión. de paz universal
humanos. Si fundamentamos la dignidad inviolable de los hom-
basada en una «cristología cósmica». Por medio de Cristo, Dios
bres diciendo que «Cristo murió por ellos», del mismo modo
«reconcilia consigo el universo, lo terrestre y lo celeste, para
podemos fundamentar la dignidad de los otros seres y, en con-
hacer la paz con su sangre derramada en la cruz» (1, 20). Cristo secuencia, el «respeto a la vida» en general.
no murió únicamente, en forma vicaria, la muerte de los hombres
dolientes y la «muerte del pecador» para traer la paz al mundo
humano; murió también la «muerte de todo ser vivo» para re.
2. El «tránsito de Cristo» a la nueva creación
conciliarlo todo en el cielo y en la tierra, es decir, incluidos los
ángeles y los animales, y traer la paz a toda la creación. En virtud
En la corporeidad de una persona confluyen su naturaleza y
de su resurrección pasó a ser el «primero en nacer de la muerte»
su historia, y forman juntas su perfil vital. La persona es una
y se manifestó como el «nacido antes que toda criatura» (l,
15.18). naturaleza que reflexiona espiritualmente y que se configura his-
tóricamente. Cada persona individual es una hipóstasis de la
Lo que dice el antiguo testamento sobre la sabiduría de Dios
naturaleza. No existe una persona humana sin naturaleza ni una
como vida de la creación lo aplica la Carta a los colosenses al
naturaleza humana apersonal. La persona es algo más que un
Cristo cósmico. Reconciliados por su muerte y. acogidos en su
sujeto con entendimiento y voluntad. La persona es un cuerpo
nuevo nacimiento, todas las criaturas se benefician de la paz de
que vive.
la nueva comunidad universal. En Cristo toca a su fin el au.
Cristo padeció en su corporeidad tanto las torturas históricas
toaislamiento de las distintas criaturas. En él toca a su fin la
como las t0l1ur¿lSnaturales de la muerte: fue «crucificado» y
violencia. En él toca a su fin la injusticia. En él toca a su fin el
«murió». Pero ¿con qué corporeidad fue «resucitado», «se apa-
poder de la muerte. En lugar de la destrucción mutua aparece
reció» a las mujeres y a los discípulos, «vive» ahora y «se ma-
• ''"''- . --_..-- .._.-.-~."",==~==
-.

R~surreecioll d~ CdlilO )' Ilatllm/e~u: el problema Il(l/Ilral 349


348 Ln re~-lIrr(fcdón tfscatofógjCQ de CriJtO

nifestarfh> un día universalmente en su parusía? Estas preguntas miten analógicamente a un camino: del sueño a la vigilia, de la
pueden parecer especulativas porque nosotros no experimenta- postracjón a la recuperación, de la muerte a la vida, de la ig-
mos, al parecer, nada parecido en la mortalidad de nuestra exis- nominia al honor, etc. Aplicando esto a la experiencia con el
tencia; pero las prcguntas están justificadas, porque afectan a la Cristo muerto y con las «apariciones» de Cristo, hablamos de
sustancia misma de la fe en la resurrección. tránsito (le Cristo desde el oprobio humano a la gloria divina.
El símbolo apocalíptico «resurrección de los muertos}) se
desde la existencia mortal al ser inm0l1al, divino. No por ello
refiere siempre a la integridad de la persona en cuerpo y alma. Cristo se convirtió en Dios. Su cuerpo mOl1al quedó transformado
y ahora «vive» con el cuerpo glorioso IOtalmente poseído por el
No se puede espiritualizar sin quedar destruido: la resurrección
Espíritu vivificador, y «se apareció» y se aparecerá en esta figura
es resurrección somática o no es tal resurrección. La fe del cris-
gloriosa. Lo que los seres humanos experimentan ya aquí frag-
tianismo primitivo en Cristo resucitado se refiere al Cristo íntegro
mentariamente, antes de su muerte, como un renacer a la ver-
en cuerpo y alma: la resurrección de Cristo es una resurrección
dadera vida a impulsos del amor, se produce de un modo perfecto
corporal o no es tal resurrección. Tampoco ]a fe cristiana se
en la resurrección de los muertos, incluyendo ]a carne mOlla1.
puede espitritualizar sin quedar destruida.La resurrección de ,, El que es poseído y penetrado totalmente por la vitalidad del
Cristo significa que el Cristo entero, corporal, «vive», y no sim-
Espíritu divino se hace inmortal, porque la fuerza de la muerte
plemente que su espíritu sigue actuando y su causa va adelante:
pierde su poder en él.
Sólo en la presencia del Cristo «vivo» actúa su espíritu y progresa J El Cristo resucitado corporahnente es el comienzo de la nueva
su causa. Las «apariciones» de Cristo fueron apariciones cor-
póreas; de otro' modo nadie hubiera podido identificarlo por las
¡ creación de la vida mOl1al en este mundo. El Cristo resucitado
1• corporalmente introduce la naturaleza humana, mediante su cuer-
cicatrices de los clavos ni él hubiera podido partir el pan con
,,
po, en el reino de Dios". Como Moisés llevó al pueblo de Israel
ellos. Se habría aparecido a las mujeres y los discípulos como de la esclavitud del faraón a la libertad de la tierra prometida,
un «fantasma». Los cristianos, en fin, esperan de la parusía •,, así lleva Cristo a la humanidad desde la esclavitud de la muerte
universal de Cristo la reanimación perpetua de sus cuerpos mor. a la.liberlad de la nueva creación. El primer éxodo llevó desde
tales. La esperanza de la parusía es una esperanza terrena y una tiranía histórica a una libertad históricu; el éxodo de Cristo
natural; de lo contrario no podrá fundamentar la esperanza en la lleva desde la tiranía dc la historia a la libertad dc la nueva
nuevu creación. Pero ¿cómo cabe imaginar la reslllTccción cor- creación.
poral de Clisto? El tránsito de Cristo tiene, además del significado histórico,
.'. Recordemos los conceptos utilizados: resurreceión, despertar, un significado cósmico. Gracias a él, la resurrección pasó a ser
. -. vivificación, transfiguración, transformación, entendidos como la «ley» universal de la creación, no sólo para los seres humanos
conceptos para expresar un tránsito, un pasaje5• Todos ellos re- sino también para animales, plantas, minerales y todos los sis-
lemas de vida cósmica?
5. Agu!itín. al igual que los padres alejandrinos. no rellrió la pas.mll a In
«pnsi6n» de Cristo sino n su «tránsito»: ••Per passionem cnim (mns;( Dominus
a morte ad vitam, el fecil nobis "inln crcdentibus in resurreclionem eius, ul Si la muerte de CriSIOnos brindó todo esto. cuánto más lo hará Sil resurrección
lrnnseamus et nos de morte ad vilam» (Ellw.,.atifmes im Psafmos, 120. 6). Ce. cuando él sc lcvanló de la muene como primer fmlo de los quc ducnnen pa~
también De CiI'. Dei, 16. 43. Pero al entender la p:Isión como el cómienzo no volver ya a la aniquilación. Pues. según la enseñ:mza de los santos apóstoles,
del. lrán~ito mismo, integro la antigua trndición passall-passio en In lradición la mucne no tiene ya poder alguno» (cil. según R. Cantalamessa, Ostem in
al~Jandrma del JrallsilllS. Véase t~mbién CllrollicolI Pase/lO/e «La Iglesia de du Allen Kirelli!, 85.
DIos lIa~ó passall, no sólo n la pasión del Señor, sino también a su' resurrección. 6. VI. Lossky, OrtllOlJox TlIeology. A" lmroduclioll, New York 1978,
Por medIO de la pa!>ión del Señor y de su resurrección logró. en efeclo. In 116. Cf. también G. FlorO\'sky. C,.eatioll all(l Redelllfllioll lll. Belmonl.
naturaleza humana el tránsito. la salida y el triunfo st)bre aquel que tcnfa el 1976.
poder de la muene. sobre la llluene misma. sohre el Hudes y sobre la corrupción. 7. VI. Lossky, Ortlwdox 17/(.olog)' ...• 118.
.,

350 lA resurrecció,¡ escatológica de Cristo Resllrrección de CrisLOy naturaleza: el problema /latural 351

De ahí que el cuerpo resucitado de Cristo sea como una El misterio del tránsito de Cristo se desvela en varios estratos:
promesa para toda la creación: es el prototipo del cuerpo glori-
l. La resurrección del Crucificado posee esa relevancia
I
ficado. Por eso ejerce un efecto transfigurador. Está penetrado
histó:ica inmediata que le da la cruz romana en la que Cristo
del Espíritu vivificador. Por eso procede de él el Espíritu que ya muna.
aquí actúa dando vida. Él está en la luz de la perfección de Dios; r
por eso «fluye del cuerpo resucitado del Señor un océano ina- 2. La vivificación del Muerto posee esa relevancia natural
barcable de luz»'. Él es el cuerpo perfecto; por eso radica en él
la esperanza de la «resurrección de la carne». Él participa en la
que le da la mortalidad de la naturaleza humana.
3 .. La glorificación de eSle hombre en Dios posee esa re-
!
omnipotencia de Dios; por eso su presencia corporal no tiene
límites espaciales. Participa en la eternidad de Dios, y su presente
levanCIa natural, creada, que deriva de la humanidad del género
humano.
I
!
no está ya temporalmente condicionado. Vive en el cielo de las ¡.
potencias creadoras de Dios y reina con ellos y no está ya ligado 4. La eleva,ciónde Cristo como cabeza de la nueva creación
envuel ve el cielo y la tierra y todos los seres que hay en ellos ~'
a las posibilidades limitadas de la realidad terrena. En él y por en la luz de la paz eterna ..
él las fuerzas de la nueva creación actúan en este mundo.
En el plano de la reflexión teológica, el tránsito de Cristo
desde la muerte a la nueva creación es el lugar para la recepción
3. Resurrección de los muertos, resurrección de la carne, re-
y reinterpretación de la antigua «doctrina de las dos naturalezas» surrección de la naturaleza
de cara :3 la nueva y hoy necesaria «doctrina de la redención
i
física». Cristo padeció la muerte violenta de los hombres en la
cruz. Pero él era mortal y padeció también la muene de la na'
I . (L?, específico ~e. la escatología cristiana consiste en la su-
peraclOn de la host!hdad del alma contra el cuerpo, del espíritu
tmaleza humana vulnerable. Con su resurrección quedó superada
la muerte violenta y también la mortalidad de la naturaleza vul-
1 contra la materia! y en la pléna afirmación del cuerpo y de la
t matena terrena, tal como se expresa en la ruda frase «resurrección
nerable. Pero si la mortalidad de la naturaleza humana fue su- •,de la carne» del símbolo de los apóstoles. o/ida ete(I1a sólo pnede
perada por su resurrección, también quedó superada la «muerte ser una VIda corporal; de lo contrario no es vida;;- La frase del .j

de todo ser vivo» que hace «gemir» a la creación esclavizada. ¡i


(credo. niceno dice lo mismo, sin acentuar tanto fa corporeidad
y si él superó también esta muerte, hay que decir que con su ;'. matenal: « ... espero la resurrección de los muertos y la vida del
resurrección comienza realmente la nueva creación, en la que no '¡o.
mundo futuro». La modernización ecuménica del símbolo de los
habrá ya muerte. Con la resurrección de Cristo resucitó esta
naturaleza humana empírica, vulnerable y mortal, y quedó trans-
, ap?stoles sustituyendo «resurrección de la carne» por «resurrec-
~ cmn de los ~mu~rt?s» es un ~modernismo que pretende alejar de

,
formada en la naturaleza humana eternamente viva e inmortal de ti la escatologla enstlana el escandalo de la condición carnal y viene
la nueva creación, y con ella también la naturaleza no humana a OScurecer así esta esperanz1 Pare,ce que';¡:se intenta relegar la
de la tierra. Esta transformación es su eterna sulvación. Pero si esperanza para la naturaleza carnal ldel hombre, sustituyéndola
esta naturaleza humana fue así asumida, resucitada y transfigu- por la personalidad de «los muertos».' Pero 'esto carece de sentido,
rada, la resurrección de Cristo superó también la creación, ori- :~
porque lo~ .seres humanos son «carne» y participan de las energías
ginariamente buena, que subyace en ella y quedó perfeccionada ( y las debJhdades de la «carne» de todo ser vivo} Si no hay una
I ~

en la nue'va creación. La naturaleza humana originaria triunfa en resurrección natural de la «carne», tampoco habrá una «resu- ¡¡

la resurre~ción sobre su cautiverio innatural en la caducidad. rrección personal de los muertos». Si hay una resurrección per-
sonal de los muertos, habrá también una «resurrección natural
8. VI. Lossky, On/wdox l'he%gy ... , 118. de la carne».
\ ,
, ,
,

351 La remrrecdóll esctllul¡Jgim (le Cristo


Resurrección de Cristo y IwtllraJe~a: el problema Iwt/lraJ
35.1
Estas representaciones de la esperanza no son fantasías es-
peculativas sino que constituyen un saber que. es. fund~mento y y de la vida eterna;: El morir y la muerte se pueden integrar en
soporte de la existencia .. Pose~n una relevancia Jn~e~l~ta, ~ara la afirmación amorosa de la vida si hay esperanza en la «resu-
el trato del hombre consIgo mIsmo y con los demas ..,SI uOlca- rrección de la carne». Sólo esta esperanza dispone a vivir y amar
mente hay una esperanza eterna para el alma en la i~mortalidad
del cielo la consecuencia es la hostilidad del alma hacIa el cuerpo
aquí y ahora «carnalmente» a plenitud y sin reservas y a morir
en el amor, a reconciJiar y transfigurar, a santificar y glorificar
¡
frágil y'mortal, al que está ligada desde el nacimiento, y su
nostalgia de la muerte para verse al fID lIberada del cuerpo: De
esta hostilidad del alma hacia el cuerpo den van el sometIDuento
ya aquí y ahora, mediante la afirn¡ación amorosa, el cuerpo
naturaULa vida es energía y las energías vienen del cuerpo~ ¿No
son ellas las energías del espíritu creador de Dios? ¿no ilumina
1
de éste al dominio del alma, la represión de sus impulsos y la luz eterna, mediante ellas, el cuerpo y el alma de los humanos?
necesidades y su sublimación'. El anhelo de liberación de este 'La praxis que va ligada dialécticamente a la «resurrección de la
socio indeseado mediante su muerte se convierte en mstlnto de carne» hay que encontrarla en la mística del cuerpo, que es la
muerte contra toda carne en la propia vida y en ia vida de los que posibilita la verdadera mística del alma.t Esa mística se opone
otros, y contra la naturaleza material del entomop La pasión de al autoaislamiento del alma con su negación del mundo y su
la vida (libido) se relega a determinados órganos.y queda loca- hostilidad hacia el cuerpo, y coloca en lugar de la técnica de
lizada en ellos. El erotismo global de la vida real se convIerte represión y sublimación de Jos «instintos» Ja pasión espontánea !
en la mera y objetivada satisfacción de las necesidades sexuales.
Pero si la vida eterna sólo puede ser vida corporal, cesa ipso
del amor, en la que cuerpo y alma, pulsiones inconscientes y
voluntad consciente, convergen en una única figura.
I
Jacto la represión del alma contra el cuerpo y la despiadada La «resurrección de la came» es la vertiente natural de la
espiritualización de éste. /El cuerpo reglamentado medIante el
dominio de sí mismo queda superado en el cuerpo. espontáneo
del amor{Él cuerpo, antes aislado, queda libre para. unirse a otros
en una interacción y comuntón senslbl~ Sin olVidar otra con~
representación personal de la «resurrección de los muertos». Esta
se basa, a su vez, en la resurrección escatológica mediante la
cual Dios crea de nuevo y perfecciona todas las cosas. Si esta
fundamentación en la idea escatológica es clara, habrá que decir
I
secuenci~: la buena disposición a morir' que se produce cuando
se afirma al cuerpo vivificado en el amor. Si el ~i~do a la ~uerte
también en sentido inverso: aquellos a los que Dios «resucita»
al final de los tiempos deben «resurgir» por sí mismos. Al di- I
limita °
iinpide la vida del cuerpo, rechaza tamblen, la paSl?n del namismo desde arriba corresponde el dinamismo desde abajo.
amor. Si se afirma la pasión del amor, el cuerpo se siente ammado ¿Existe también en la «carne» esa fuerza inmanente que recupere
y vivo, pero cobra conciencia de su vulnerabilidad ~ su ?;orta- la carne en ese día de Dios? ¿hay en esta «carne» admirable y
lidad. \EI cuerpo que ama, integra la muerte en la aflfmaclOn de ,. mortal algo que es inmortal y puede ser la fuerza para la rege-
la vida en lugar de reprimirla. En la vida de amor se expenmenta
, r,:1
neración de la carne? Partiendo del símil del grano de trigo que
la muerte a diario, y cada mañana es una resurrección\ El varón muere y resurge en la planta, los padres de la Iglesia, siguiendo
vive cada acto de amor como una «pequeña muerte» y la mujer ¡ 1 Cor 15,38, dedujeron la existencia de ese principio en el cuerpo
vive cada' parto como una entrega de la vida. 'Amar y morir no
son, pues, actos contrapuestos, sino que se corresponden~ Por~~e
¡ que no se destruye por el pecado y desde el cual resurgirá. el

1amar y morir son las dimensiones inmanentes de la reSUlTeCClOn


¡ cuerpoJO. Ese principio radica en la identidad somática que per-
manece después de la muerte, sin la cual sería impensable una
;
,¡ «res~rrección de los muertos». Los muertos tienen que ser iden- .1'II
9. cr.' N. O. Brown, The ReSlIrreCliu of Ihe Body, Lije againsl Dea/h,
en The Psychoanalylical Meaning of History, New York 1959,. 30?ss; Id., 1
1 10. J. Cris6sI0l110, f/ollliJie 4/, en N¡¡'l!ne alU' POsI-Nicelle Fmlters of 'f1,
/.OI'e's Bodv, Ncw York 1968, 191ss, cr, también las hellas IllcdLlaClones de
R. Alves, ';'11 glt/libe tIIl die AIIJt:nrellllllg des Leibe~', DüsselJorf 1983. .,., e/mrclt. \'01. XII, Saint Chrysostolll, IInmiJi(!,~' (/// lile Epütlt's of
the Chri.\-tia/l
Paul ro (lit! COl'illlltiw/.\', ell. PIl. Schaff. Granll Rapids 1979. 249ss. CL V, "•
~ Kesich. Tite First Day oflhe New Creatioll, 147 .
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354 lA resurrecciÓII escatológica de Cristo Re.\Urn'cción úe CrúlO y /wlurale:a: el problt'l//a /U/rural 355

tificables para Dios aunque se descompongan. Dios los recuerda. recreación de esto viejo (1 Cor 15, 39-42). La transformación
Conoce sus nombres. La muerte no destruye esta relación con en la gloria le acontece en el día del Señor, diacrónicamente, a
Dios. Tal relación es la premisa divina para la resurrección per- toda esta creación real desde el último días hasta el primero. No
sonal de los muertos. En su vertiente humana ena es la fuerza es algo que se produce después de este mundo, sino algo que
inmanente para su resurrección. Lo que permanece en el tránsito acontece con cste mundo. La vida pasada de las criaturas en la
.. de la vida a la muerte y de la muerte a la resurrección es la
identidad personal en la relación recíproca con Dios. ¿Esa re-
serie de sus generaciones y épocas se redime como tal de la culpa
y el sufrimiento, y se transforma en la alegría eterna. No se puede
lación es también nna identidad somática? Dado que la identidad excluir ni la dependencia humana respecto a la naturaleza ni la
personal subsiste en la historia vital de una persona, no es ima- sexualidad humana. Las ideas que antes hemos cuestionado pa-
ginable sin la identidad somática. Lo que «queda», por tanto, es recen ser más gnósticas que cristianas. No encajan en el horizonte
todo el ser humano en cuerpo y alma en la figura histórica de su de expectativas de la «resurrección de la carne»,
vida vivida, tal como Dios lo ve. ¿Hay una fuerza de resurrección en la carne? En el símil del "
¿Qué es lo que cambia? Su vulnerabilidad, su mortalidad, grano de trigo esa fuerza es la fuerza de la entrega a la tierra
sus pecados, sus sufrimientos y su congoja quedan superados.
;,£sto mortal tiene que revestirse de inmortalidad, y esto corrup-
i
¡;J'
para ser sembrado. La planta crece desde la tierra. Dicho sin
'1,
imágenes, el amor que vivifica aquí la vida corporal es también '¡
tible tie!]e que revestirse de incorruptibilidad» (1 Cor 15, 53): la ',' la fuerza que anima aquí la vida corporal. La vida animada por
\
identidad histórica y la transformación escatológica no se exclu- la fuerza del amor resulta vulnerable y muere entre dolores. La
yen' sino, que son dos vertientes de un mismo tránsito a la vida esperanza en la resurrección de la carne viva y animada en el
eterna. Si se supera la culpabilidad y la mortalidad, ¿serán tam- amor nutre el amor a través de sus heridas y de su muerte, y no
bién superadas otras propiedades de la existencia corporal en las lo deja resignarse. El amor que hace aquí la «siembra», y la
que son creados los seres humanos? ¿queda eliminada la indi~ resurrección quc recogerá allí la cosecha, son dos caras de la
gencia humana y la dependencia del alimento, del aire, del clima, misma moneda. Lo que allí se llama «resurrección de la carne»,
etc.? Si cabe suponer estoll, también desaparecerá la comunidad ., aquí se llama «amor que anima la carne». La vida que aquí se
terrena en la que viven aquí los humanos corporal y fácticamente. gasta y entrega en el amor se orienta allí a la gloria. Por eso el
¿Quedar~ también eliminada la sexualidad humana, de forma que amor es el dinamismo de resurrección que late en la carne. La
no exista ya «hombre ni mujer» (Oál 3, 28) Y todos los humanos resurrección es el perfeccionamiento trascendente del amor. ¿Con
sean «como los ángeles» (Lc 20, 35)?12 En tal supuesto no habría qué cucrpo resucitarán, pu~s, los Illucrtos? Con el cuerpo de
una nueva creación del mundo actual, sino que aparecería en amor. Lo que resucitará y será transfigurado no es la vida in-
.- lugar del ser humano, creado como hombre y mujer, otro ser, y vivida, perdida o fallida, sino la vida vivida en amor" .
la «segunda creación» desplazaría a la primera. Pero la recreación
escatológica presupone esta creación en su integridad. Al final
no aparece algo nuevo en lugar de lo viejo, sino que hay una
"
11. Así razona Cirilo de Jerusalén, cit. en V. Kesich. The Firsl Day of
,he Nel1' Cremioll, 148. Pero ¿cómo sería posible comer y beber en el reino
de Dios si no hubiera ya necesidades corporales?
12. En Gál 3, 28 subraya probablemellle una tradición rabínica según la
cual «Adán» era el ser humano originario antes de la diferenciación sexual
(Gén 2, 21-23). Pero entonces Dios habría pecado al diferenciar sexualmente
al hombre originario, o habría tenido que revisar en la nueva creación una parte 13. ef. El cl/erpo (l/lill/ado. en Dios e/l la creaciólI. Salamanca 1987,
de su propia creación. Ambos supueslOs son teológicamente inso~teniblcs. 266ss.

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Vivificación
en el espíritu de la resurrección:
reunificación de lo separado
r
¡
1

1,
¿Qué tipo de praxis va ligado a la esperanza en «la resurrec- ¡
ción de los muertos y la vida del mundo futuro»? Las perspectivas
de la esperanza abren y delimitan siempre el camino y la expe- ¡,
riencia de una vida. El horizonte de expectativas abre el ámbito
de la experiencia. Estas perspectivas de esperanza no son reali-
zación de deseos en el mundo imaginario, que también se dan,
sino expectativas que liberan fuerzas y posibilitan experiencias
\
de los afectados, porque son el móvil de su vida. Cuando pre-
guntamos por la praxis de la esperanza en la resurrección, pre-
guntamos por el camino vital de las personas y por la experiencia
de vida que tienen como sop0l1e esta esperanza. La esperada
«resurrección de la carne» está presente en el «espíritu de la
resurrección» y actúa ya ahora. La vida en el espíritu de Dios
es, por tanto, una vida a impulsos de la resurrección. Tradicio-
nalmente se consideró como el nuevo nacimiento por el espíritu,
sellado simbólicamente en el bautismo. Se trata, en sentido literal,
del «nuevo nacimiento a una esperanza viva por la resurrección
de Cristo de entre los muertos» (1 Pe 1, 3): En este nuevo
nacimiento espiritual de una persona se anticipa nada menos que
el nuevo nacimiento de todo el cosmos. Se trata de un evento
personal con relevancia común cósmica. El que ha nacido de
nuevo mediante el espíritu de la resurrección no queda desligado
de este «mundo perverso», sino que es convocado el rescate de
•• " o',

35R La resurrección escatológica de Cristo


La l'il'ijicacióJl en el espíritu de la resurrección: reullijicacióll de lo separado 359

la creación doliente y recibe la vida con este fin. El nacimiento


fuerza separadora y aisladora, encerrándonos en esta vida. Pero
a la esperanza viva comporta una espe~anza incl~s.iva, es decir,
también actúa la resulTección en virtud de la esperanza en esta
una esperanza vicaria para todas las cnaturas afligidas, y nunca
vida, y neutraliza los efectos del poder de la muerte. Vamos a
una esperanza exclusiva en la que los creyentes .as~guran su
salvación y dejan que el resto del mundo se vaya al IIlflerno. ilustrar esto con la unidad personal de cuerpo y alma, con la
Tras la exposición, al final de nuestras reflexiones sobre «re- unidad de la persona en la serie de sus fonnas temporales, con
surrección e historia», de los principios de una teoría práctica de la unidad de las personas en la comunidad, con la unidad de las
la liberación', abordamos aquí la experiencia del cuerpo y de la generaciones humanas y, finalmente, con la unidad entre la cul-
naturaleza corpórea en el horizonte de la esperanza de la resu~ tura humana y la naturaleza de la tierra. La muerte es la fuerza
rrección, y las consecuencias prácticas correspondientes. La fe .¡ disgregadora en esta relaciones que vivifican y mantienen la vida .
cristiana parte del supuesto de que es imposible armonizar vida La esperanza en la resurrección de la came despierta las fuerzas
,;
y muerte sin el futuro de Dios. ¿Hay que aceptar la muerte como vitales y encamin.a a los hombres, mediante la reconciliación y
'"
.'~l
o. una parte natural de la vida? Entonces habrá que renunciar ab- la salvación, hacia la vida eterna. La muerte separa, el espíritu
:t
.t:
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solutamente al amor. Tanto si se acepta la muerte como SI se la unifica.
.;;1 excluye, no se puede amar la vida. A sabiendas o no, la con-
l~ ciencia de la muerte destruye la afirmación vital del amor. Tanto
"o;ª si se acepta como inevitable como si se excluye, la muerte hace l. La unidad ,le cuerpo y alrna
,é¿: que el i~lpulso natural de vida se pervierta en un instinto natural
~:. de muerte. La liberación del impulso de vida frente al instinto La unidad originaria de cuerpo y alma en una persona humana
"A;; de ITIUertees el auténtico efecto de la esperanza en «la resurrec~
':ji se rompe con el despertar de la autoconciencia. En lugar de la
ción de la carne». Aunque parezca sorprendente, es la esperanza espontaneidad infantil en la recepción y la reacción, aparece la
""11 en la «resurrección de la carne» la que fundamenta y motiva el reflexión intelectual y la acción deliberada. El ser humano no es
;a:.
«profundo carácter cismundano del cristianismo» (D. Bonhoef-
ya uno e idéntico, aparece disociado y enfrentado consigo mismo.
fer). Es justamente esta esperanza -frente a la tesis de Nietzs-
Adopta una «posición excéntric3»4 respecto a sí mismo.En la
che- la que mueve a los hombres a «pennanecer fieles 'a la
autoconciencia, el ser humano es sujeto y objeto al mismo tiempo.
tierra» ai pesar de la muerte individual, de la muerte colectiva y
de la muerte universaF. Siente su cuerpo en el doble modo del ser y el tener: yo existo I,,
El espíritu de la resurrección es el «espíritu que da vida». Se corporalmente y yo tengo un cuerpo. La historia de la cultura
experimenta cuando la vida revitaliza aquí y hace despertar sus occidental ha ido ampliado la distancia del alma y del yo cons-
espíritus vitales. Ello ocurre siempre que esta vida mortal, es ciente respecto al cuerpo a través de la religión y la educación,
. .. ..
'
afirmada" sin reservas. y es afirmada cuando logramos superar y escindiendo en consecuencia, cada vez más, la unidad originaria
su alltoaislarniento mediante la comunicación con otra vida. Por- de cuerpo y alma: sólo el alma humana, y no el cuerpo, es afín
que vida: es comunidad en comunicación). La muerte actúa como ( a lo divino. Sólo dominando el cuerpo, el yo autoconsciente se
asemeja a su Dios, el soberano del mundo. Se consideró que lo I
1. ef. v 3. Sobre este tema me he pronunciado ya con anterioridad: GOtl verdaderamente humano está en el conocimiento y la voluntad
lllld Alljer.\:tehullg. Atifel'stehullgsglallbe im Forlllll del' Theodizeejrage (1968),
en Pel'.spektil'en del' Theologie, München 1968, 36~56; Esperan::.a en la reJ
surrec:ciÓI/ y pra\"is liberadora (1977), en El fU/uro de la creación, Salamanca
del sujeto y no en las necesidades e impulsos inconscientes del
cuerpo, degradado en pura materialidad. Esto fue letal para el
~I
1979, 125-143. . cuerpo, ya que la distinción del alma y cuerpo se entendió Como
¡'
2. Expresión de D. Bonhoeffer, Dein Reich komme (1932), Hamburg , anticipo intelectual de la separación de ambos en la muerte. La
t958.
3. Dios en la creación, Salamanca 1987. 16.
4. H. Plessner, LachcIIIIIIJllVcilll'll, Bern-Münchcn 31961, 48.
¡.
,.
¡
360 La reJurreccíóll escatólógica de Cristo La l'il'ijicaciólI en el espírilu de la resurreccióll: reu"ijicació" de lo separado 361

autoconciencia es una conciencia prematura de la muerte. Aban. muerte, desaparece también la angustia vital. La nueva totalidad
donando el cuerpo a la mortalidad, el alma así distanciada de él de cuerpo y alma en la esperanza de la resurrección no es una
puede estar segura de su propia inmortalidad. Si el cuerpo, re- regresión desde la vida consciente a la espontaneidad infantil,
ducido a la materia natural, se convierte en objeto, el yo cog- sino un tránsito a la nueva espontaneidad de la fe que supera esas
noscente puede tomar conciencia de su subjetividad trascendente. escisiones mediante la reflexión y el dominio. Es cierto que en
, - La unidad originaria de cuerpo y alma se rompe con la autocon- .'f: la fe retorna la infancia, pero como infancia de Dios; no como
-,
ciencia que anticipa la muerte en el cuerpo y la practica redu- naturaleza sino como gracia. La nueva totalidad es una unidad;
ciéndolo a cuerpo-materia, como lo expresa drásticamente el lema asume en sí y subsana las diferencias y discordias. La conciencia
jesuítico de «obedecer como un cadáver». de su mortalidad hace enfermar a los hombres en cuerpo y alma.
~ En el espíritu de la «resurrección de la carne» se abre el El sentido terapéutico del espíritu de resurrección consiste en la
horizonte de lo divino sobre alma y cuerpo. Es cuerpo no des- integración del hombre escindido por la muerte. Si hay nna es-
merece del alma, no le está subordinado sino que es respetado peranza en la erradicación universal de los gérmenes de corrupM
. por ella. La imagen y semejanza qne Dios persiguió al crear al ción y muerte, «mi carne descansará segura con la esperanza»
hombre se refiere a la existencia corporal en su integridad, pues de experimentar la vitalidad de Dios.
él los creó como «varón y mujer». La imagen de la resurrecci6n
como exponente de la redención humana abarca la existencia
corporal en su integridad. Ni en la creación ni en la redención 2. La unidad de la persona en el tiempo
de los hombres hay un primado del alma ni una inferioridad del
cuerpo. y esto significa que, mediante el espíritu de la resu- El ser humano no se reduce a la unidad diferenciada de cuerpo
rrección, el alma y el cuerpo han recobrado sn totalidad ya antes y alma, sino que es también persona dentro de una historia. La
de la muerte y que sns divisiones hostiles a la vida y sus conflictos persona humana recorre una serie de figuras temporales que cabe
mortales se pueden superar y subsanar. Cuando se snpera la diferenciar, pero en las que debe salvaguardarse la identidad. El
hostilidad hacia el cuerpo, alma y cuerpo vuelven a compene- ser humano comienza siendo un óvulo fecundado, para ser su-
trarse y forman la figura viva de una persona. El cuerpo obje- cesivamente embrión, feto, niño, adolescente, adulto, anciano,
tivado en mero cuerpo-materia se integra en la totalidad de la enfermo y moribundo. Ser persona no es sino la continuidad de
vida. El alma disociada del cuerpo vuelve a él y lo anima. La del ser humano a través de sus figuras temporales y de sus fases
espontaneidad perdida retorna a su nnevo nivel. En la imagen evolutivas. Mientras alguien puede y quiere identificarse en los
esperanzadora de la «resurrección de la -carne» pueden armoni- distintos períodos. es persona. Si empieza a negarse o a olvidarse
.[
zarse la vida y la muerte, porque la muerte no debe ser aceptada de sí, destruye su personalidad y no se conoce a sí mismo.
ni excluida. La figura del hombre integral en cuerpo y alma gana Entonces pierde también su fiabilidad y credibilidad para los
con esa esperanza una nueva orientación vital que supera sus demás. No lo conocen ya. Muchas discusiones sobre el concepto
discordias internas: «La totalidad es el espíritu entendido como de persona se refieren tácticamente al hombre adulto en plena
realidad orientada del hombre,,' Si esto es ya válido para la posesión de sus fuerzas y lo contemplan sólo sincrónicamente en
existencia humana actual, lo es mucho más para ia orientación el tiempo actual, no diacrónicamente en las visicitudes de sus
del hombre al futuro de Dios en la resurrección. Con la esperanza figuras temporales. Ese concepto de persona no es aplicable a
del triunfo definitivo de la vida sobre la muerte cabe amar aqul un anciano o a un deficiente, mucho menos a una vida por nacer
la vida mortal en su integridad. Al desaparecer el temor a la o al embrión. La ruptura de la continuidad con las propias figuras
de períodos anteriores hace muy difícil reconocerse en un óvulo
5. C. A. van Peursen. Leib, Sede. Ceisl, Gütersloh 1959, 66. fecundado, en un feto o en un embrión, y atribuir a estos seres
362 La resurrecciÓIl escatológjca de Cristo La ¡>j)lijicució"el! el espíritu de la resurrección: reullijicacióll de lo separado 363

la plena dignidad humana y todos los derechos del hombre, aun- corporeidad de la persona individual, la socialidad de las personas
que todos: los seres humanos han pasado por esta circunstancias humanas. La comunidad humana es la que resucitará y quedará
y, una vez fecundado el óvulo, la persona es ya genéticamente transfigurada en la luz de Dios, no ea el alma individual, aislada
perfecta. Se dice entonces que el feto o el embrión es algo hu- y privada. Pablo utilizó significativamente, para referirse a la co- ,t
mano, pero no es persona; que es material humano, mas no munidad, un símil «del CUClPO y los muchos miembros», un símil
hombre. ¿No se causa así la muerte de los demás y de uno mismo? que afirma la corporeidad (1 Cor 12).
La esperanza en la resurrección de la carne no en una mera La sociedad moderna, inspirada en el primado religioso y
esperanza para la hora de la muerte sino para todas las horas de ético del alma individual, generó ese iudividualismo en el que
cada ser humano quiere su propia libertad y nadie se preocupa
la vida, desde la primera a la última. No va dirigida a una vida
demasiado de los otros. El principio de la competencia premia
«después», de la muerte sino a una resurrección de la vida pre-
a los listos y posterga a los débiles. Cuando las posibilidades de
sente. Si el hombre entero resucita, resucitará con toda su historia
vida son escasas y además se procura que los sean, surge la lucha
vital, será simultáneo a todas sus formas temporales y se reco-
de todos contra todos porque «no hay bastante para todos». Esa
nocerá en ellas. Lo que aquí se disgrega en el tiempo de la vida ideología de la escasez aisla a las personas, las priva de las
converge allí en la eternidad y se unifica. Si esto perecedero se relaciones con los otros y condena a muchas de ellas a la «muerte
vuelve imperecedero, su caducidad queda superada y todo lo social». El individualismo de la sociedad moderna tiene rasgos
, ..~~ pasado se actualiza. absolutamente narcisistas, porque cada individuo tiene que ena-
..- ',;
Dado que la esperanza en la resurrección abarca toda la his-
toria vital de una persona, ésta podrá y querrá recordar sus estados
morarse de sí mismo para imponerse y medrar. Pero el narcisismo
es funesto, como narra la antigua leyenda del adolescente Nar-
l~~." del tiempo pasado e identificarse con ellos. No considerará nin- ciso. El individuo es la perversión de la persoua. Si los hombres
.~,

guno de estos estados como meras fases previas de su presente. han de poder vivir en cuerpo y alma como personas, deben

..•~,
1:
Cada uno de ellos posee la misma dignidad ante Dios y goza del
mismo derecho ante los hombres. Cualquier devaluación del feto,
descubrir la dignidad divina de la comunidad y buscar el futuro
de esa comunidad. La personalidad sólo puede desarrollarse en
I
del embrión y del óvulo fecundado frente a la vida nacida y adulta socialidad si no se quiere que degenere el individualismo egoísta.
~.
;$ . es el comienzo de un rechazo y de una deshumanización del ser La socialidad sólo puede constar de persouas si no se quiere que
"~e:~
~J~-
humano. La esperanza en la resurrección de la carne no permite derive en el colectivismo. Los hombres aislados en individuos
tales juicios letales contra la vida. En el fondo, los hombres se son fáciles de dominar, según la antigua norma romana: dh'ide 1
,.~t
~i mutilan a sí mismos al rebajar los embriones a la condición de et impera. Los hombres en solidaridad, en cambio, se hacen
. ..,J. :.1 fuertes. La comunidad humana es la mejor protección de la per-
mero «material humano», porque todos han sido alguna vez ese
embrión indefenso. sonalidad de los hombres contra la amenaza de la muerte social.
Por otra parte, una comunidad humana será creativa en la medida
en está integrada por personas individuales. De lo contrario la
3. La uniidad de persona y comunidad comunidad tenderá a lo conservador. Sólo las personas indivi-
El autoaislamiento lleva siempre a la violencia. La violencia
duales son creativas. Por eso las comunidades humanas se re-
nuevan en sus personas.
I,
lleva siempre al sufrimiento y finalmente a la muerte. En la unidad "i
de cuerpo y alma, la persona humana aparece referida a una ca-
munidad humana y participa en la vida comunitaria. La existencia 4. La unidad del género humano en el contrato generacional
corpórea de los seres humanos implica siempre su existencia social, Estamos habituados a considerar la vida humana en sentido
ya que su, sensibilidad es también su capacidad de comunicación. transversal: todos los seres humanos de un tiempo. El antiguo
El horizonte de ]a «resurrección de la carne» abarca, además de la testamento y las culturas premodernas nos enseñan que la vida
~-~'---"-"---"-=""¡.K
~\

La vivificación en el espírill/ de la resU/"l'eCciÓIl: rellnijicaci611 de lo separmJo 365


364 La resurreccióll escalO16gic!J de Cristo

serie generacional y desde el contrato generacional de la hu-


humana debe considerarse también en el corte longitudinal de las
manidad, porque se opone al poder de la muerte en el seno de
épocas: todos los seres humanos en la serie de las generaciones.
Los hombres no son meros seres personales y sociales, sino seres la vida.
generacionales. Han sido creados como generaciones y viven
conjunta y, solidariamente en generaciones. Por eso la vida hu~
5. La unidad entre cultura humana y naturaleza de la tierra
mana se mantiene viva cuando se cumple el contrato tácito de
las generaCiones, y muere cuando una generación rompe ese
La esperanza en la «resurrección de los muertos» hace re-
contrato irreparablemente. En su figura más simple, el contrato
ferencia a las personas humanas. La esperanza en la «resurrec-
generacional dispone que los padres cuiden de los hijos mientras
ción de la carne» se refiere a la naturaleza humana. Ambos
éstos son pequeños y desvalidos, y que los hijos cuiden de los aspectos se implican' en la realidad del ser humano: éste es una
padres cuando éstos envejecen y necesitan de asistencia; pero en
unidad de persona y naturaleza. Sin duda, el hombre se puede
la realidad social, no sólo las familias sino todos los hombres contraponer a la naturaleza y hacerla objeto de su conocimiento
que conviven en las generaciones de una sociedad están com- y volición; pero él sigue siendo. naturaleza. Es naturaleza con-
prometidos en este contrato. Dado que cada ser humano vive en formada en persona (hipóstasis). El ser humano no es una persona
la cadena de las generaciones y debe a ellas la vida, está obligado carente de naturaleza, aunque el subjetivismo del mundo moderno
a cuidar de las generaciones viejas y jóvenes. La convivencia tienda a este extremo; pero tampoco es una naturaleza apersonal,
humana no se realiza únicamente en la vida social sino también aunque algunos profetas del movimiento New Age vean en esta
en la solidaridad entre viejos y jóvenes. naturalización del hombre la salvación del mundo'. El ser humano
Además del egoísmo personal que llamamos individualismo; consiste en el equilibrio entre ambos extremos: el hombre es
se da el egoísmo de las generaciones actuales respecto a las naturaleza y tiene naturaleza. Debe encontrar su figura vital en
generaciones futuras. La comunidad humana mantiene y pro- el equilibrio entre ser y tener. En la hipertrofia moderna de la
mueve la 'vida humana cuando busca un equilibrio justo de las categoría del tener o poseer son oportunos los movimientos que
posibilidades de vida de las generaciones actuales y futuras. Pero buscan el ser humano auténtico, pero no bastan. Si pretenden
si la gene~ación actual malversa la masa de las fuentes energéticas colocar al ser humano en el ámbito del tener, serán meros sueños
de la: tien¡a no renovables (petróleo, gas natural, carbón, uranio, de regresión infantil y movimientos de huida de la responsabilidad
etc.), destruye la vida de las generaciones futuras. Si la gene- que incumbe a las personas humanas por su poder sobre la na.
ración presente acumula ingentes deudas en los presupuestos turaleza.
públicos de los municipios, regiones y naciones, destruye la vida La humanización de la naturaleza es el gran proyecto de la
de ,las generaciones futuras. Si la generación presente explota los civilización científico-técnica moderna. Los hombres tienden a 1
bienes económicos y carga los costes a las generaciones futuras,' hacerse dueños de los procesos naturales. La física nuclear y la 't~
propaga la muerte de la humanidad. Los niños son los eslabones tecnología genética intervienen en la estructura misma de la na- ti
más débiles en la cadena generacional, y las generaciones futuras' turaleza; pero se ha comprobado que esta humanización técnica 1I
carecen aÚn de voz. Por eso ellas son las primeras víctimas de' de la naturaleza no lleva en modo alguno a una humanización
la creciente violencia que ejercen las generaciones actuales sobre de los hombres. El ser humano ha ganado en poder sobre la 1,
el conjunto de la humanidad. naturaleza, pero no ha encontrado aún el poder sobre su propio I
La esperanza en la resurrección de los muertos lleva a com~ poder. Ha logrado integrar una parte de la naturaleza en el mundo ¡
batir el ~utoaislamiento del individuo desde la comunidad de
6. F. Carra, Das lIeue Denkell, Münchcn 1986.
personas, y el autoaislamiento de la generación actual desde la
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:m.~ "ro"'::::::~:.::~""'"'
este poder se le escapan aún de las numos. Cuanto más se alza
,,~~ l. ,,,.::::,:::::::,::,:::::,";,:"~:':
','t'. ,,'l. Y coincidencias. Con el alma y el cuerpo se compenetran total-
el hombre sobre la naturaleza, menos sabe lo que ésta es real. mente, también los hombres y la naturaleza se encuentran entre
mente. Las .crisis modernas de identidad y de humanidad son una sí en una perijoresis mutua. Cultura y naturaleza puede. mediante
consecuencia inevitable del autoaislamiento de los hombres frente" una alianza, cnlrar en una relación beneficiosa para amabas. Pero
a la naturaleza, Un «detentador de poder» puro se convierte en J~: mientras reine la muerte en la naturaleza y en el mundo humano,
.. '
enigma para todos y especialmente para sí mismo, en «hombre
sin atributos».
\,...
.i' ;:, no habrá un estado de paz duradero. Por eso el mundo humano
y la naturaleza no pucden alcanzar el equilibrio sin ese futuro de
El movimiento contrario, la naturalización del !Jombre, pre.. ~ Dios que llamamos «resurrección». Los hombres no pueden re-
1: dimir la naturaleza y ésta no puede redimir a los hombres. La
tendc reintegrar el mundo humano en el marco más amplio del
cosmos para que los hombres puedan volver a vivir «de acuerdo.
con la naturaleza» (Diógenes Laercio), con su propia naturaleza
f ji redención divina debe alcanzar a amhas. Sólo la redención de la
naturaleza hace qúe ésta vuclva a ser la creación de Dios y la
y c.on la naturaleza de su entorno, Sólo al armonía con la nalu-: t patria del hombre, Sólo la redención de los hombres hará que
raleza puede curar las enfermedades quc nacen del autoaisla-" .' éstos vuelvan a ser la imagen de Dios y la bendición para la
miento del hombre. Sólo el «respeto a la vida» puede paliar.y t' ~ naturaleza, Por eso hemos dc ampliar la imagen de la esperanza r,
I 1,I a este f uturo de Dios: la resurrección de los muertos hace re-
, quizá incluso subsanar los daños que la civilización moderna ha
causado a la naturaleza de la ticrra. El antropocentrismo moderno f; r: ferencia a las personas; la «resurrección de la carne» se refiere
,.:; juzga a todos los otros seres vivos por su utilidad para los hom~ f '1:: a la naturaleza humana. Sólo la resurrección de la llaturllJeza
7

;
!~ bres, y no respeta su propio valor. El movimiento alternativo, '~ I \. completa el horizonte de expectalivas de esta esperanza. Sin la Ji
que es tan antiguo como la civilización moderna, postula en su
lugar un cQsmocelllrismo, En el plano religioso, el hombre debe'
~!

,l '~¡
~ resurrección de la naturaleza no habrá una ((vida del mundo
futuro». Este horizonte de expcctativas cósmicas abre espacios 1'1
recuperar la unidad con el cosmos, y en la praxis debe integrarse, :¡ ,l. de experiencia de la naturaleza en los que ésta no queda sometida
-'$
JL en sus leyes eternas, Pero este cosmocentrismo fracasa en dos'
puntos qu¿ se suelen olvidar: 1. La naturaleza de la tierra está'
)
..¡
f~
a los hombres como material ni cs deificada para los hombres,
~l'"
sino que nace una relación fraterna con las criaturas, como se
!
I
implicada fn una historia que se presenta en parte como evolución, expresa en los cantos místicos de Francisco de Asís. Todos los
y en partle como uloa serie de clatásdt~o~es.DEeahí que n? se pueda. ~: ::
tratar a a natura cza como a go IVIl10. ~ lque se Siente (uno, ~ I
sdeereSsufdre"'lle"estnatotiCcITo
I
a11U,s,e
1Y
endceuentranen una c,omulnión dleS~a.mino,
esperanza comun. saac e 1fI0 ex-
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con cl universo» experimenta la aflicción que el sufrimiento pone ~ \' presó ya muy bellamente la solidaridad de esta comunión uni-
en la naturaleza. En su estado actual, la naturaleza puede ser el J.,'o versal en la compasión de Dios quc abraza a todos: «¿Qué es un I
;
.
.
-,.,(

"
acompañante del hombre en la común andadura, pero no es aún. ., '~:
la patria divina; 2. El hombre no puede escapar a la responsa,; ,{ "
bilidad contraída con la conquista del poder la naturaleza ...EI'
corazón amante? Es un corazón que arde de amor a toda criatura,
a los hombres, a los demonios, a cada ser ... una compasión
inmensa embarga el corazón .. , éste no puede soponar el menor
cosmocentrismo moderno tiene la fatal tendencia a traspasarJa, 'l,
:,~.:j dolor que sufra una criatura ... Reza hasta por las serpientes, ,\
responsabilidad a la naturaleza y naturalizar a los hombres en un. movido de la compasión infinira que anida en el corazón de
infantilismo irresponsable. De ese modo no se ayuda al hombre l.~ aquellos que se hacen semejantes a Dios»B. I
ni a la naturaleza.
Hombre y naturaleza pueden entrar en el movimiento recr.
. "~l' .~.
_" .l,!'
11 ~ ' ~ 7. K. Marx, eL p¡í~ina 3-14. nula 53. E. Bloch. [)m- Prill:.ip JiOj)illfllg.
I
proco de su naturalización y su humanización si se renuncia a la i, t~ 802ss.
Cit. segl1n P. Evdokimov. Vh' Natlfr: KuD 11, (1965), 12.
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idea de un centro unitario. La historia del hombre y la historia Jo. 8.
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1
El «Cristo mayor».

1. Sobre el reciente debate ecuménico

La consideración de la muerte y la resunección de Cristo nos


ha !levado, más allá de los límites de la cristología histórica, a
una cristología natural. Sin una terapéutica de la naturaleza no
hay en definitiva una salvac.ión para los bombres, ya que éstos
son seres. naturales. Por eso la causa misma de Cristo obliga a
trascender ]a «cristologfa histórica» de la edad moderna para
detiarroUar una cristología de la naturaleza. La teología moderna
occidental, europea, desechó, además de la doctrina de las dos
naturalezas de la Iglesia antigua, la cristología cósmica de la
Carta a los efesios y la Carta a 10s tesalonicenses. como mera
mitología v especulación. La cristología antropoIógica se ajustó
o "
al parad1gma moderno de la «historia» y ha sido, a su pesar, el
factor de la destrucción moderna de la naturaleza, ya que la
reducción moderna de la salv<lción a la bienaventJ..1ranza del alma
o a la autenticidad de la existencia humana ha expuesto la na-
turaleza a la explotación implacable por el hombre. Sólo la cre-
.ciente conciencia de los desastres ecológicos que se producen en
el mundo de la naturaleza está obligando él reconocer los límites
del paradigma moderno de la «historia>>-y a recuperar la sabiduría
de la antigua cosmología cósmica y de su doctrina de la redención
física:

l. el'. H. Küng-D Trae)' (eds.) Das ¡¡elle Para<ligm(1 von Theologie,


GütersJoh 19í:i6.
.372 El CriStO cómrico El «CristO mayor» ... 373

En el mundo antiguo, la cristología cósmica co),lfrontaba a proceso' para el descubrimiento del «Cristo siempre mayor». Cris-
Cristo salvador con un mundo de potencias, esplritus y dioses. to es el primogénito entre muchos hermanos; Cristo es el pri-
El anuncio de la <<reconciliaciónuniversal» liberó a los creyentes mogénito de toda la
creación. Jesús es el mesías de Israel;.Jesús
de la angustia ante. el. mundo y del miedo a los demonios; Hoy .es el hijo del hombre para las naciones; Jesús es la cabeza
, del
se requiere'. una cristología cósmica que confronte a Cristo re- cosmos reconciliado. El cuerpo de Cristo es el cuerpo. <;I1lcificado
dentor con una naturaleza que, precipitada en el caos por el y resucitado de Jesús; el cuerpo de Cristo es la Iglesia; el cuerpo
hombre. está siendo contaI1Únada con desechos tóxicos y con- de Cristo es todo el cosmo.s.'Cristo existió como Jesús de Nazaret;
denada a la muerte universal por obra del hombre para salvar a Cristo «existe como comunidad», Cristo existe como cosmos:
los hombres de su desesperación y preservar la naturaleza de su Christus semper majar.
aniquilación. Si el tema era entonces «Cristo y el cosmos», hoy El cristianismo, justamente porque invita a la fe personal en
es «Cristo y el caos». El tema realista no es ya «Cristo y los Cristo. no es antropocéntrico sino cristocéntrico. El cristianismo,
poderes astrales», sino Cristo y la naturaleza degradada en ver- justam:ente por existir como comunidad, no es eclesiocéntrico
tedero humano. La era de los desastres ecológicos es fruto de la sino teocéntrico. El cristocentrismo y el teocentrismo, lejos de
época moderna. Una nueva cristología cósmica debe «superar» excluir el cosmos. lo incluyen. Porque la fe personal supone un
la cristología histórica de la modernidad, rebasar sus límites y nuevo nacimiento que abarca el cielo y la tierra, y la Iglesia
conservar su verdad si se quiere que la fe descubra y haga sentir prefigura ese templo del Espíritu santo en que se convertirá un
las fuerzas terapéuticas de Cristo en la situación actual del mundo. día todo el cosmos. Sólo las dimensiones cósmicas dan su sentido
A ia vista de la crisis ecológica de la civilización moderna, total a las experiencias humanas, históricas, de Cristo. Sólo se
no se trata sólo de ampliar la ética cristiana sino de promover puede concebir a Cristo en sentido inclusivo. El que concibe a
una conversión en la misma fe cristiana. El problema decisivo Cristo en sentido exclusivo, no para otros sino contra otros, no
se suele plantear así: ¿El cristianismo es una religión Qntropo- ha comprendido al reconciliador del mundo. Son evidentes las
cémrica o una religión cosmocéntrica? Esta pregunta se retrotrae limitaciones del cristianismo centrado en .la persona y del cris-
hov desde la misión cristiana y desde los diálogos interreligiosos tianismo centrado en las Iglesias; es evidente su trágica incapa-
a ía fe cristiana: Frente a las religiones asiáticas, denominadas . cidad para descubrir a Cristo en el cosmos, que lo hacen culpable
«religiones naturales», se proclamó la fe 'cristiana .como una «re-
-por omisión- de la destrucción de la naturaleza.
ligión personal» y. se interpretó después como una «religión his-
El reciente debate teológico sobre la «cristología cósmica»
.tórica» porquc tanto las dimensiones personale's como las di-
comenzó el año 1961. mucho antes de 'lile existiera una con-
.. mensiones históricas se ajustaban mejor a los postulados internos
ciencia pública de la crisis ecológica, con la magnifica y apa-
de la civilización occidental, en cuya difusión cooperó la misión
sionante intervención del teólogo luterano Joseph Sittler en la
cristiana. Por eso es muy comprensible que las gentes de Europa
Conferencia Mundial de las Iglesias de Nueva Delhi'.
y América, sensibilizadas a los desastres ecológicos, se vuelvan
a las religiones asiáticas «de la naturaleza» para buscar en ellas
3. En F. Lüpsen (ed.), Neu D~lhi D(}kum~nle. Berichte und Reden {¡uf
la terapéutica para sus almas dañadas y también para su mundo der We/tkirchenkonjerp.ltz in Neu Delhi /96/, Wirten 1962, 300-311. J. SitUer
enfel11102. se limit6 a desarrollar la idea que A. D. Galloway, Tite Cosmic Chrisl, London
Sin embargo, el cristianismo bíblico originario no fue en 1951, ya había expuesto, pero sin encontrar eco en aquellos años. El debate
que siguió a la intervención de Siuler está recogido en Th. Ahrcns, Die l.iku-
modo alguno personal, antropocéntrico ni histórico en el sentido
mellisc:/,e Diskllssiofl der kosmischen Chrisrofo.'Jie seit 1.96/. Darstellllllg ulId
del mundo moderno occidental. Fue más bien un camino y un Kritik. LUbeck 1969. Un juicio sistemático ofrece H. BUrkle. Die Frage ruleh
dem «kosmiscl:ell Christu$» als Beispie/ emer ¡jl.:um~nisch orientierten Theo-
2. Es lo que t=xpre.saen nombre de muchos Fr. Cnpra. Wende:J!it. Balls- fugie: Kud 11 (1965) 103-115. Ce. también J. Winterhager, Okumenischer
(dI//! far eilllleues Weltbild, München 1983. Vorspruch, en O. A. Dilschneider. Christus Palltokrator. Vam Kalosserbrief
374 El CriSto cósi1rico
El ,Cristo mayor» .375

5iItler tenia que hablar sobre la. «unidad de la Iglesia», pero posesión suya». POi"'eso vivimos en un kairós en el que se en-
al hijo del himno al Cristo cósmico de Col l, !5-20 habló sobre tl-entan Cristo y el caos, y debemos oponer .h la «amenaza que'
la unidad' del mundo. Cristo es el fundamento de «todas las .cosas» pesa sobre la naturaleza» una «cristología -de la naturaleza» que
era n:áVTU). Por eso, todas las casas son susceptibles de redención
extienda la fuerza redentora no sólo al corazón y a la moralidad
cósmica. «¿Por qué Pablo amplía en esta carta, como en la Carta
étié.a de los humanos, sino a la naturaleza' entera. Exactamente
a los efesios, su vocabulario tan radicalmente, más. allá de su
igual que la historia, la naturaleza es «escenario de la gracia y
lenguaje habitual? ¿p.or qué reconvierte aquí de pronto las no-
espacio de redención». Una cristología que se extienda a sus.
ciones de culpa, pecado, ley y todo el catálogo judío de poderes
dimensiones cósmicas desatará la «pasión por la tierra amena-
demoníacos a un vocabuLario de tipo general, de alcance cósmic0,
tan infinitamente rico en relaciones que colma los más remotos zada>->. «La preocupación por la tien'a, por el ámbito de la na-
confines de la especulación metafísica con la energía y la sus- turaleza como escenario de la gracia, por el orden de los procesos
tancia de Cristo»?, se preguntó, SLL contestación liistoriográfica. materiales, necesarios que dan o quitan el pan y la paz al
fue que los colosenses, aparte su fe en Cristo, creían en la exis- hombre. todo eso es elemento primordial para una actitud de
tencia de los «tronos, las dominaciones y las potestades», me- obediencia cristológica y es también una necesidad práctica».
",.recedorns de respeto y veneración. Contra esta bisección del Sittler concluyó COD esta imagen conmovedora: «Esta tierra ra-
. universo en un mundo nuevo y otfO malo proclama Pablo que dioactiva, tan fecunda y tan frágil, es su criatura, nuestra her-
«todo está bajo el dominio de Dios y todo es tú referido a Cristo». mana, y el verdadero lugar donde nos encontramos con el her-
Una doctrina de la redención sólo tiene sentido si se mueve en mano a la luz de Cristo».5.
el ámbito, míÍs amplio" de una doctrina de la creación. S.ittler La ponencia de Sittler suscitó ya en la conferencia un fuerte
dedujo de e.llo' la consecuencia O:lutocrítica de que el dualismo de de~ate: teólogo::i indios como P. Devanandan y D. T. Niles aco-
,i1aturaleza y gracia de tu Iglesia occidentaL que él atribuyó a gieron la idea del «Cr.isto cósmico», pero la entendieron en el
,Agustín, no se ajusta a la visión del Cristo cósmico del mencio- sentido de que Cristo hJ.bia también en otras religiones y a través
,."nado himno. e intentó volver, con la teolog:ía ortodoxa, a lreneo de ellas, y por !Dnto la misión CTlstiana es cosa del pasad06. Por
-~.iJaraunificar naturaleza y gracia en la visión de una «recapitulatio eso .la misión, según ellos. debla ,(sumir el diálogo con los cre-
mundi» global. Porgue, según Sittler, la distinción de naturaleza yentes de otras religiones, «consciente de que Cíisto nos sale al
y gracia en la Iglesia occidental provocó ese desprecio de la encuentro en ellos». Los teólogos ortodoxos celebraron y apo-
naturaleza que ha acabado en el sometim_iento moderno y en la yaron el paso atrás, desde Agust:ín a heneo, dado por Sittler y
destrucción actual de la naturalezJ: «El hombre de la Ilustración su «cristología cá::;mica», vrientada en la doctrina de la Iglesia
pudo ilTumpir en el ámbito d~ la naturaleza y ~propiürselo como Jmigua sobre ia redención de la naturaleza. La crítica alemana
territorio propio porque la gracia había ignorado o habia recha-
se limitó a formnlar ajguna:-; objeciones desde la dogmática iu-
zado este ámbito. Un trozo de Dios morfa C;)]1 cada explotación
terana: lo Esta teoría no LOma en serio el pecado; 2. subraya
de la naturaleza; t:l ámbiéo de la gracia se ]ba reduciendo a medida
~xce::;ivamente la creac~ón en detrimento de la redención; 3. deja
que el hombre autónomo se apoderaba de ¡as estructuras y pro-
de lado el testimoniú ,;;scatológico del reino futuro de Dios;
cesos de ia natuf<llezíl>.,--I. «Los humanos se enorguUecen, blas-
'--!-. la <<'v'jsiáncósmica» no da margen a la idea de La rehabi1itac.ión
remos, sobre este mundo lacerado y amenazado como si fuera
s. J. Sittler, en Th. Ahren~_ Die (}kulllel1isl.he Di:,:kussioll ... , 311.
:.ur Qkwncnc. Berlin 1962. Sorprende que ni IN_ Pannenberg, Fundamenros 6. ef. P. Devammdan. Das E:rangeliw/l und del" iIlodeme Hillduisll1l1s.
de cristología. Salamanca ! Sl74. ni W. Kasp~r. JeslÍs el Cristo, Salamanca Stllttgarr 1961. y la c;ta por D. T. Niles de In ponencia de Devanandan en la
~1992 .. hayan abordado este debate.
sonferencia de Nueva Delhi: F. Lüpscn. New Delhi Do/;:mnentc.. 496. Cf.
4 J_ Sirtlcr. en Th. Ahrens. Die ükumcnische Diskllssioll ... 305. i-I. Bürkle, Die Frage lIac!1 ti!!/!! ,!(usmischel7 Chri.HIISN_ .. 110s.
.,

376 El Criseo c6smico El ••CriSto mayor;» 377'

del pecador; y 5. Sittler ha~ía incurrido en la cosmología cerrada de fe y en el espíritu de comunidad, ni está latente únicamente
de la India'. en la historia del mundo; está también. actuando de modo in~
Cuando se reJee la ponencia de Sittler,' sorprende que no manenle en el «corazón del universo», como dijo Teilhard de
tocara el problema de las otras re~giones y afrontara únicamente, Chardin. No está sólo' en las víctimas humanas de la historia del
con la crisrología cósmica, la naturaleza amenazada por la. VIO- mundo sino también en la naturaleza sacrificada.
Jencia humana. El no conrrapuso la cristología cósmica a la «cns- Karl Barth, consideró cautamente esta posibilidad, pero no
tología histórica», sino que vio en ella el hOlizonte universal para pofundizó en el tema. Pregunta, a la luz del himno de la carta a
la experiencia de la bistOlia. Las cinco objeciones luteranas ca- los colosenses, si no debe considerar' un «tercer modo de exis-
recen de base: la experiencia personal e histórica. del pecado y tencia de JesucristO» junto a su ser en Dios y su ser en ia co-
tle la gracia flotan en el vaCÍo cuando falta el horizonte del cosmos munidad: «¿No existe. actúa, crea e interviene Cristo, ya ahora,
amenazado mortalmente y 'reconciliado en Cristo. El lenguaje del como Pantocrátor, como lCE<pu)dlÚ7tÉp7tclV'W"como el primero
«éristo cósmico;> no puede significar, en definitiva, que Cristo y último soberano del cosmos, oculto en él, sin ser reconocido
esté subordinado' a las leyes y los ritmos del cosmos presente, -aún- por él como es reconocido por su comunidad, pero
sino a la invelsa, que estas fuerzas y leyes cósmicas están su- también con la máxima realidad, no menos. real que a la derecha
bordinadas a su soberanía, que es principio de reconciliación. del Padre y no menos real que en su comunidad»' Barth pensaba
Cristo no queda integrado en los ciclos del mundo, como pre- en la doctrina de Calvino sobre el Espíritu santo como «principio
tenden algunos pensadores de la New-Age siguiendo a C. G. vital presente en todo el cosmos», y concluyó que la parusía de
Jung, sino que los ciclos del mundo quedan reunidos en la «ple- Cristo. su «salida del ocultamiento de Dios», debe ser esperada
nitud de los tiempos» que es su eternidad. La cristología cósmIca a la vez como «salida desde su ocultamiento en la realidad del
no puede identificar la soberanía de Crisro con una «armonía mundo». Si Barth hubiera prolongado esta idea de la cristología
universa1» supuestamente actual, porque parte de la reconcJ1ia- cosmológica. quizá no habría puesto tanto énfasis en su distinción
ción de todas las cosas por Cristo y esta reconciliación presupone entre creación y alianza, entre naturaleza y gracia y entre cuerpo'
un estado de armonía universal rota, fuerzas cósmicas hostiles y y alma, ni se hubiera pronunciado tan unilateralmente por la
caos amenazante. La cristología cósmica habla de cosmos re- alianza, la gracia y el'alma.
conciliado. «cristificado». y se distingue así de cualquier mística Nosotros asumimos la reflexión inicial de Barth y la conti-
del cosmos antigua O nueva, de la mística india y de la mística nuamos: Si el Cristo resucitado es ya Mora, de modo oculto, el
,.
«posmoderna» . Pantocrátor por haber superado la hostilidad en toda la creación
La cristología sólo alcanza su plenitud en una cristología y lleva la reconciliación a todos sus ámbitos, ¿no habrá que'
cósmica. Cualquier otra cristología se queda corta y no da cuenta identificarlo con el «suje!o oculto de la nat).lraleza» del que habló
de las experiencias de los testigos de pascua con el Cristo re- Ernst Bloch?' El «Señal'» es un término que designa a un sujeto.
sucitado. Si Cristo es el «primogénito de entre los muertos», no Su «señorío» consiste en la superación de la hostilidad y la vio-
puede ser únicamente el «nuevo Adán» de la nueva humanidad, lencia, y en la difusión de la reconciliación y de la vida plena.
sino que debe concebirse también como el primogénito de toda La reconciliación une lo que está separado y crea la paz. Vivifica
la creación. Todo fue creado con miras al mesías, porque éste lo que está rígido y muerto. El ámbito de la soberanía de Cristo
redimirá todas las cosas llevándolas a su verdad y las reunirá en es toda la creación, lo visible y lo invisible, todos los ámbitos
el reino de Dios para completar así la creación. Pero esto significa que envuelven la humanidad y en los que participan los hombres,
que el Cristo resucitado no está presente únicamente en el espíritu y también esos ámbitos que están lejos de los hombres porque

7. Así argumenta Rosenkranz. Die Rede \10m kosmisclten Christus ano 8. K. Barth. Kirchliche Dogmatik IV/3, 865s.
gesichts der indischen GeisteslI'elt, EMZ 1963, 159s. 9. E. Bloch. Das Prinzip Hoffnung, Frankfurt 1959. 729ss.

¿Al i Pf!", 1';;.',.'.


378 El Cristo cósmico
El «Cristo mayor" 379

son .inaccesibles. como el cielo, los mundos de las potencias mediación univ,ersal.de CrisIO se sigue la libeliad de los cristianos.
divinas. para vivir en todas partes bajo la soberanía de Clisto, sin respetar
Podemos representamos y esperar su' par:us{a gloriosa his- ya los ídolos de este mundo (l Cor 8, 1-l3), La' soberanía del
tóricamente, como término de este ciclo cósmico, pero debemos Cristo resucitado y presente en el Espíritu vivificador es" para
contemplarla y expresarla también como la aparición final del Pablo, tendencialmente. universaf'por designio de Dios Y"no ad-
pantocrátor oculto en el cosmos, y como manifestación definitiva mite otros dioses, o 'señores j unto a sí. Ya el himno prepaulino
del sujeto oculto de la naturaleza en un' cosmos reconciliado, de la Carta a los filipenses celebra la soberanía universal de Cristo
redimido y recreado mediante él. Eh suma: la venida de Cristo glorioso (Flp.2, 9-11). Los sermones de misión en los Hechos
glorioso acontece a modo de una transformación de toda la na- de los apóstoles, especialmente el discurso de Pablo en el meó-'
turaleza en su ser etenlO como creación de Dios. Esto se oercibe- pago, anuncian a Cristo en dimensiones universales, cósmicas.
A

en los signos del cielo, pero también en 10s signos de la tierra.


A dife:rencia de la predicación a los judíos" los primeros sermones
Esa transformación escatológica de' la naturaleza era, simbolizada
cristianos a, los paganos son universalistas en lo concerniente a
en la tradición cristüina, no sólo en los sacramentos sino también
la creación y a la- resun'ección de los muertos JI. Cristo es aquí,
en el símil de la plimavera, como dice el anriguo canto místico
más' que el mesías de IsraeL el <<lluevo Adán» de la humanidad
de adviento:
v Dios es. más Que el Dios de los antepasados de Israel, el creador
Florece, tierra, florece; que todo, monte y valle, reverdezca. Flo-
del univ~rso, «~n el que vlvimos, nos movemos y existimos»
rece, Lierra. Brota. Salvador: de la tierrJw. (Hech (7,27).
El fund[/}n02nto cognoscitivo del Cristo cósmico, «por quien
Con el reverdecer definitivo de la tierra nace el Cristo sa- todo existe~> cs. a mi juicio, la experiencia pascual del Resucitado.
piencial cósmico en el corazón del universo y envuelve éste en Lo que «se vio)) en estas experiencias sobrepasa todos los re-
la luz de .la gloria de Dios. cuerdos y experiencias históricos, para alcanzar la sustancia mis-
ma de la éreación. La resurrección y la creación están estrecha-
mente relacionadas s,~gún ;'<.om 4, l7. El Dios que resucita
2. Sobre 1a historia, de fa tradición en el cristianisltlO primitivo muertos es el mismo que. como creador, llama a la existencia
lo oue no existe, y el que llamó al mundo a existir desde la náda
Ya en las prim'lras cartas de Pablo hay afilmaciones sobre el es ~¡Dios .que resucita muertos. Principio y fin, creación ~. re-
Cristo cósmico en forma de discurso sobre su mediación uni- surrecciórr se conelacÍonm; y no se pueden separ:lr. ya que la
versal. En ! COI' 8, Ó dice Pablo: «Para nosotros no hay :nás que Glorificación
o - de] universo rnediante la resurrección de LOS muertos
un Dios. el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos es el perfeccionamiento de la creación, y ésta se orienta a la
destinados nosotros. y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe resurrección de los muertos. Ni la cl'eación «se orienta» de la
el universo y por quien existimos nosotros». Si todo viene «de resurrección!:' ni la redención es el mero «restablecimiento» de
Dios}), el Creador, y existe «por» Cristo, el Señor, Cristo será la creación dañadal:;.
el «mediador del universo» y se identificará con la «sabiduría)}
que estaba en Dios ante de la creación del mundo y mediante ta 1 i. S, Günner. 71Je Arco¡Jugus Speech al/d Natural Reve!arioll, Uppsaln
cual Dios hizo todas las cosas (Prav 8). DeJ conocimiento de la 1955, ha destac<luo COll razón e~,tas dimensiones. eL también t\. Yiigtle. Das
rVeue TesfCli/'leilt uad die Z!lkllíll{ des [(usmo.L Di.isseldorl' 1970; ~<.. H. Sche1kJe.
Vollcndr1/!g pon Sehdpflll1g ¡¡lid £r/dSWIg, Düsseldorf 1974.
lO, EKG 11." 5. Btlrth pregullta sobre esta estrufa: '¡¿Por qué no había ue 12. Así W. i(asper. Jesús d Crisro. 23:2,
ser verdad Jo que ahí se ve y se e.anta?», Kirchliche Dogmatik IV/3, 865s. Las I:Y. Arirmación de R, Bultmann, Glllllbe¡¡ Ulul 1!erstcl1cn lit, Tlibingen
jdeus se I'emontan probablemente a Hidelgardn ue Bingen.
1960, 26.
380 El" Cristo. cósmico El «Cristo mcr¡or~ 381
"
Ya algunos textos neotestamentarios identificaron la luz de lidación de cielo y .tierra se puede entender como la alianza de
las apariciones de la resurrección con la luz d~r primer día de la Dios con su creación. La sabiduría confiere a todo su cohesión
nueva creación; por eso, aquel que «se apareció» en esta, luz y la armonía en la que' adquiere consistencia. Estas ideas tienen
como el primero en resucitar de la, muerte es también el «pri- una larga prehistoria en el platonismo, en el estoicismo y en
mogénito de toda la creadón» (Coll, 15), ESta expresión no' se Filón. También la idea de que el cosmos es un gran organismo;
refiere a una cdatura que es numéricamente la pdmera', sino" a un cuerpo universal con un alma universal, procede del judaísmo
la ,imagen del Dios iñvisible que «es antes, que toda criatura y en helenístico precristiano. La «sabiduría» es, en este esquema, el
quien todo tiene su consistencia» (Col 1, 15.17). Según Heb 1, vínculo secreto de la creación. Ella tolera ia hostilidad de las
3, esa imagen es «reflejo de su gloria e impronta de su ser; él, criaturas, su desorden y su mortalidad. Mantiene todo unido con
sostiene el universo con su palabra' poderosa». Lo mismo dice su paciencia y lo reanima. «cada maña:t;la». La cristología del
Jn 1, 1-3 sobre eLLagos de Dios. Este Lagos hace referencia 'al ,Lagos es, en su origen, cristología de la' sabiduría, y como tal,
mesías sapiencial", por medio del cual y para el' cual Dios lo: cdstología cósmica.
'creó todo. La «sabiduría» es, según Prov 8, «consocia de Dios El fundámento óntico de la cristología cósmica es la muerte
en la creación» u. No .recibe aún el calificativo de «primogénita>}, de Cristo. A la luz de ¡as dimensiones cósmicas de la resurrección,
pero es «anterior a todo desde la eternidad» (Eclo 1, 4). Todas su muerte en cruz adquiere una significación universal. Según la
las cosas le deben la existencia y han llegado a ser por su me- Carta a los efesios, Cristo «mató la hostilidad» con su muerte en
diación. El Creador «consolida» el universo por la presencia la cruz y <<reconcilió»con Dios a judíos y paganqs (2, 16). Según
inmanente de su sabiduría en todas las cosas. El Cristo aniquilador la carta a los colosenses, él lo reconcilió «todo» con Dios, lo
de la muerte en su resurrección de entre los muertos se manifiesta celeste y lo terrestre, «para hacer la paz con su sangre derramada
en las dimensiones de esta sabidutía creadora y fue contemplado en la cruz» (1, 20). Cristo murió para la reconciliación de los
en esta perspectiva desde muy temprano. hombres, pero también para la reconciliación del cosmos (2 Cor
La fórmula nicena posterior «engendrado, no creado», no 5, 19). La «reconciliación» no es una idea poética sino un término
aparece aún terminológicamente en el nuevo testamento; pero jurídico. y designa el restablecimiento de la comunidad de de-
apunta en realidad a esta sabiduría creadora que «aparece» en el recho. En este aspecto no hay. gran diferencia entre las cartas
Cristo resucitado. La sabiduría creadora preexiste a todo porque originales de Pablo y ¡as cartas a los efesios y a los colosenses".
todo fue creado por medio de ella. Es el fundamento creador Se trata presumiblemente de dos discursos que llevan desde el
" inagotable de la historia cósmica; pero no es sólo mediadora sino conocimiento de la reconciliación persónal con Dios en la fe a
sustentadora de la creación' •. Las cosas no sólo existen por medio la percepción de la reconciliación cósmica:
de ella sino que están en ella, Por eso ella está_a su vez en todas Por una parte, de la resurrección de Cristo por Dios y de su
las cosas. Este segundo aspecto se suele olvidar en las doco'inas constitución como Señor se sigue lógicamente su soberanía sobre
de la creación. Dios crea el mundo y lo «consolida» porque corre el universo, pues Dios no sería el creador de todo si no quisiera
constante peligro de disgregarse en sus elementos. Esta conso- ser el redentor de todo. «Cristo debe reinar hasta que tenga a
todos los enemigos bajo sus pies», Es este «tener que» divino el
(4. er. el extenso estudio de G. Schirnanowski. Weisheil und Messias. que abre a Pablo el horizonte escatológico del Cristo pantocrátor
Die jüdischen Vorausserzungen der chrisllichen Prtiexisren¡chrisrologie, TU-
bingen (985. Ya W. L. Knox. Sto PauJ and (he Church o/ me Gentiles.
Cambridge 1939, 55s5. hizo este razonamiento. 17. E. Schweizer, Der Brief (In die Kolosst"r, EKK Band XII, Neukirchen
15. Tomo esta formulaci6n de J. GniJka, Der Kolosserbriej. en Herders 1976, 7155, entiende el universalismo de la reconciliación cósmica únicamente
TheoLo}Jischer KOn/mentar zum Neuen Tesrament, Band XII, Freiburg 1980, en la forma de doxología hfmnica, mas no como una «doctrina»); distinción
60. que parece un tanto artificial frente al carácter doxológico de toda doctrina
16. J. Gnilka, Del' KoLosserbriej, 66. teológica. er. también la crítica de J. Onilka. Del' Kofosserbrie/. 87.

..
'
~ •.
El Cristo cósmico El ¡<Cristo 1.'J.uyor» 383
382

(1 Cor 15, 28), Es la «plenitud total de la divinidad»' en Cristo losas conocían sm duda en su entorno el culto a las fuerzas
(Col 2, 9) la que .hace saltar todas las barreras y «tiene que» cósmicas y se preguntaron por el. alcance de la soberanía de'
alcanzar y redimir todas las. cosas, Cristo. Encontraron la resplJ-esta cristiana en la idea de que Cristo',
Por otra parte, no hay redención personal sin la redención de siendo mediador. en la creación de'. estas fuerzas, era taInbién su
la naturaleza humé.l1:la'_yd<la naturaleza de ta tierra, a la que los redentor y por tanto su verdadero Señor(Ef 1, 21; Col 2, 10):
seres humanos están ligados indisolublemente porque conviven Esto, significaba. que, al adorar a. Cristo como reconci,liadbr del
con ella. El nexo entre la' redención vivida personalmente en la mundo,. esas fuerzas cósmicas' pierden su poder fascinante y pasan
fe y la redención de toda la creación es la corporeidad de los a ser espíritus serviciales de la paz universal de Cristo. De ahí
seres humanos. Esperamos, con toda la creación que gime, «la se sigue, a nivel práctico,' que la comunidad clistiana no aparece
redención del cuerpo» (Rom 8, 23), Y concretamente la liberación en uquellas ciudades mulÚrieligiosas de lq antigüedad como una
de la muerte. La idea de la redención cósmica mediante Cristo religión mas de una divinIdad desconocida, sino que ~e presenta
no es, pues, una especulación sino que deriva .lógicamente de la como la comunidad pacificadora y unificadora del Creador y
cristología y de la antropología, De faltar estos horizontes, el Reconciliador de todas las cosas. Su labor misionera no era la
Dios de. Jesucristo no seria el creador del mundo, y la redención lucha por la competencia religiosa sino la integración en el ho-
sería el mito gnóstico hostil al cuerpo y al mundo. rizonte escatológico de la reconciliación y de la paz del cosmos.
Pero la idea de la reconciliación cósmica y de la paz cósmica El Cristo proclamado entre los seguidores de otras religiones. los
presupone unos conflictos cósmicos, un desorden cósmico y un «paganos», es el «Cristo en nosotros, la gloria esperada» (Col
estado de amenaza universal por el caos; de otro modo no tendría l. 17); y esta esperanza es, según las cartas a los efesios y a los
sentido hablar de una reconciliación de «todas las cosas». Si la colosenses, la esperanza del Cristo cósmico que traerá la _paz al
reconciliación 'se realiza rnedia'nte el Dios creadoL habrá que cielo y a la tierra y a todas las cosas.
hablar incluso de «pecado» de toda la creación. que se distanció La «reconciliació11» es, según Pablo, el comienzo de la nueva
del fundamento de su existencia y d.e la fuente de su vida para creación, no su meta. «Si cuando éramos enemigos. la IDuerte
caer en la mlierte universal. Pero los textos apenas especifican de su Hijo nos reconcilió con Dios, mucho más, una vez reCOll-
nada sobre este transfondo oscuro de la reconciliación del mundo ci1iados, nos salvad su vida>.'"(Rom 5, 10). Esta lógica del «mu-
por medio de Cristol8. Las ideas teológicas posteriores sobre el cho más»19 debe aplicarse también <1 la idea de reconciliación del
«mundo caído», sobre la «creación encadenada» o sobre los mundo. La reconciliación «de toda~ las cosas» por su sangre
«príncipes de este mundo» hostiles a Dios no son muy concretas f derramada en la cruz no es la mera sino el comienzo de. 'la re-
pero vienen a. significar que el mundo en su estado actual no es '.::apitulación de «todas las cosas» bajo la «cabeza». Cristo, y el
ya la buena creación de Dios ni es el reino de Dios. Está nece- cü~1ienzo, por tanto. de la nueva creación de todo por la ani-
sitado de redención. Las comunidades cristianas de Efeso y Co- quilación de la muerte misffiG. Pabio suele aplicar la imagen de
la «cabeza;> J. las relacioQe~ entre Cristo y la comunidad; aquí la
18. R. Sdmackenburg, Der Brief dlI die Epheser, EKK Bane! X. Neu-
kirchen 1981. 59: "De esta visión griega del mundo d-ifiere (Col y) Sf al aplica para expresar la convergencia de todas las cosas mediante
presuponer una perturbación del orden cósmico, una ruptura de la unidad que la sabiduría, por cuyo medio fueron creadas al principio. Todo
hacen necesaria la 'reconciliación' (Col) ú la recomposición (Ef)>>. Pero la
surgió dt esta sabiduría creadora y todo será redimido por ella
afinnación de que toda la creación «cayó}) por el pecado del hombre suena a
petulancia humana en versión ncg,ltiva: Si los seres humanos no pueden ser )',1 para alcanz:lr la paz perpetua de la creación.
como el Dios creador. quieren ser al menos los causantes de la cOlTupci(ín del La transferencia de la imagen de «la cabeza y los miembros»
universo. Hay trasrornos y destrucciones causados por la violencia humana desde la [glesia al cosmos no :.;e puede interprewr como sí' el
contra el mundo terrestre y -quién sabe- quiz:"i t::1mbién contra el Illundo
celeste de las pOlencias y fuerzas; pero no se puede atribuir al hombre L\tlCl
responsabilidad universal en sentido positivo ni negativo. 19. el'. cap. ¡Y. 3.
~,
.' ~ '

.'

384 El Cristo cósmico


El flCristo mayor» 385

crecimiento y la difusión de la Iglesia hiciera que un día todo el enemigo aniquilará a la muerte» .. Donde Pablo habla de ¡as fuer-
, l
cosmos llegara a ser Iglesia, sino a la inversa: la Iglesia es. el zas de la muerie hostiles a.Dios y a la vida, la Carta a los efesios
comienzo del cosmos reconciliado y pacificado211• Ella es el mi- contempla todas las fuerzas de la creació~ que son recuperads
crocosmos histórico para el macrocosmos convertido en templo de nuevo en ra soberanía pacífica de Cristo. No es posible ni
de Dios. No se trata de la eclesialización del mundo sino de las tiene sentido equiparar ambas visiones. Pero hay que señalar un
'::
dimensiones cósmicas de la Iglesia. Esta, como «cuerpo de Cris- punto: las fuerzas de la muerte hostiles a Dios y a la vida no se
to», es ya siempre la fglesia de lod£ /0 creaci6n-.' 'Remite más reconcilian ni quedan integradas en el reinado pacífico de Cristal
allá de sí misma a ia gloria de Dios que. llena el cielo y la tierra. sino que éste las expulsa de la creación; de lo contraIio la cris-
«El Altísimo no habita en templos hechos por mano humana, tología cósmica socavaría el fundamento de toda cristología: ja
como dice'.el profeta: El cielo es mi trono, y la tierra escabel de resulTección de Cristo de entre los muertos y la superación del
mis pies. ¿Cómo pretendéis edifii:anne una casa?, dii:e el Señor. poder de la muerte por medio de. él, Y dispondria a los hombres
¿O cuál es el lugar de mi descanso? ¿no es todo obra de mis a resignarse ante estas fuerzas de desintegración. Pero el Cristo
manos?» (Hech 7, 48-49; Is 66, 1-2). A Dios hay que adorarlo resucitado no puede coexistir con la muerte en la creación de
y honrarlo en el' templo de su creación. Este es el sentido de Dios. Uno de ellos debe ceder. Por eso; nosotros interpretaremos
todas las iglesias, catedrales y capillas que construyen los hom- la expresión «recapitulación de todo todas las cosas en Cristo»
bres. Como Iglesia de toda la creación, la comunidad cristiana (civUK€q>u)"uíoocrt<;
'rciivnciv'toov)desde la resulTección de la car-
es algo más que una secta o una comunidad religiosa. Si no se ne. A los títulos históricos de Cristo, como hijo de Dios e hijo
honra a Dios en /0 creaci6n, tampoco se le puede reconocer del hombre, se suma desde la cristología cósmica del Lagos,
adecuadamente en las iglesias. La verdadera Iglesia de Cristo es desde la sabiduría, el de vida del mundo: «Mediante ena se hizo
el comienzo salvador de la creación' sana y salva en medio de todo, y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba
un mundo enfermo.
la vida» (Jn 1, 3.4a).
Conviene señalar también la diferencia entre Pablo y los au-
tores de las cartas a los efesios y a los colosenses. Lo que para
Pablo queda bajo la «reserva escatológica" (E. Kasemann) y 3. Esbozo de una crise%gia cósmica diferenciada'
aguarda el futum escatológico de Cristo, para los himnos de estas
;:artas es ya presente y un hecho consumado: Según Ef 1, 22',
Hasta ¡!hora, la cristología cósmica ha compartido la anila-
Dios <<losométió todo bajo sus pies y a él lo hizo, por encima
teralidad 'de la doctrina tradicional sobre la creación, consistente
de todo, cabeza de la comunidad ... ». Según ICor 15, 28, este
en entender por «creación» únicamente la creación inicial (creario
es el fin esperado: «Y cuando el universo le quede sometido ... »._
originalis) y no la creación continuada (creatio continua) ni la
De ahí se sigue que, según Ef 1, 21, el Cristo encumbrado ya
nueva creacción perfeccionadora de todas las cosas (nova crea-
ahora por encima de todo -principado, potestad, virtud, do-
tia). La creación queda así degradada al papel de preparativo
minación - no' s610 «reina» en este mundo sino también en el
para la redención, O ésta queda reducida al'mero restablecimiento
mundo futuro; pero, según 1 Cor 15, 24.26, Cristo «aniquilará
de la creación inicial. Para alcanzar un concepto integral de
al final todo dominio y toda autoridad y poder. Y como último
creación, nosotros hemos hablado de un proceso creativo unitario
que empieza con la creación inicial. continua en la historia de la
20. Lo subrnya con razón G. StrJchan, CIJrist and (he Cosmos, Dunbar
1985, y lo demuestra pOr las dimensiones cosmológicas del templo de Salomón creación y se. consuma en .la nueva creación de todas las cosas~l.
y de «la Jerusalén celestial» según el Apoc:llipsis de 1U.IO, cap. 21. La arqui-
tectura románica de la~iglesias en la edad media muestra asimismo una analogía
cosmológica. . 21. ef. Dios tm la creación. Salamanca 1987. sobre rodo La evoluci6n
di! la creación. 19955 .

<c.. '..' ~_!.~


,. . :•.. MII di
386 El Cristo CÓSlpíco

En esta línea vamos a exponer aquí la mediación creadora de


Cristo en tres estratos: 1. Cristo como fundamento de la creación
2
de todas las cosas (creatio originaiis); 2. Cristo como impulsor
de la evolución (creatio continua); y 3. Cristo como redentor Cristo, fundamento de la creación
de todo el proceso creativo (creatio nova). Con ~llo nos limitamos
a asumir .la. antigua doctrina protestante" del triple officiUln regium
ehristi. para desarrollarla en el nivel actual de conocimientos:
Cristo reina en el regnum naturae. en el regnum gratiae y en el
regnum gloriae22• Con esta visión integral se pueden evitar aque-
nas unilateralidades que han lastrado hasta. ahora la cristología
cósmica. Si se habla sólo de C,isto como fundamento de la
creación. este múndo, a veces tan caótico, se transfigura de modo
ilusorio en armonía y patria. Si se habla sólo de. Cristo evolutor
En la óptica de la doctrina sobre la sabIduría mesiánica y de
(Teilhard de Chardin). el proceso evolutivo adquiere un sentido
la cristología cósmica, todas las cosas fueron creadas por el
redentor para la creación inicial, pero los grandes fallos y las
mesías sapiencial y adquieren su consistencia en él. Este Cristo
víctimas de este proceso quedan, sin esperanza, en el camino.
es el fundamento divino e inagotable de la creación en un triple
Si se tiene presente, en fin, únicamente al Cristo venidero que
aspecto: 1. todo fue creado por Dios «mediante él» y todo en-
redimirá al mundo, si se atiende sólo a la miseria de este mundo
y se deja de lado la bondad del creador y las huellas de su belleza cuentra por él sus formas y sus atributos; 2. todo es sustentado
.P-QrDios «en él», ")i gracias a su presencia es conservado en la
en todas las cosas.
existencia y en la vida frente a la amenaza del caos; 3. todo
está destinado «<1 él», es decir, es creado para él y está a la espera
de él.
La doctrina paleoprotestante'-luterana del officiwn regiwn
. Chrisri profesó. desde Johanu Gerhard, que Cristo ejercía ya su
soberanía en la conservación y gobierno del universo. Como todo
fue creado por su medio, él lo conserva todo y lo encamina hacia
su fin. Conservatio y guberndlio son función suya en el regnum
potentiae l
Los teólogos refonnados añadieron que Cristo ejercía

sobre el mundo su nWflUS regium en 'el regnwn essent1'ale, n({-


¡urale seu universale, como Hijo eterno, junto con el Padre y el
Espíritu santo. Cristo reina uquí mediate el «podeD>,no mediante
la «gracia», para hacer que todas las criaturas del cielo y de la
tierra y también sus enemigos contribuyan al bienestar de su
reino.c.

1. H. Schmid. Die Dogmatik del" El'angelisch-Lutherischen Kirche, GU-


22 .. Cf, las citas en H. Schmid, Die Dogmatik del' Evangetisch-Lurheris- tersloh '1893, '267.
chen Krrcl1e, Güterslob 71893, 2ó6ss, y H. Heppe-E. Bizer, Die Dogmarik der 2. H. Heppe-E. Bizer, Die Dogm(¡[ik del" Evangelisr:hert-Rej'onnienen
EI.'angelrsch-Rejórnllerten Kirche, Neukírchen 1958,36155. !(irche, Neukirchen 1958, 361
.

388 El Cristo c6smico CriStot f¡mdamema d~ fa creación 389

l. Creación por el Esp{ritu y la Palabra las notas y ritmos'. Por eso la «creación por la palabra» reclama
q¡enos la metáfora del mandaio y la obediencia que la metáfora
Si' todas las cosas (la 1táV1U) fueron creadas por un único del canto creativo. La palabra nombra, disting1.!e'y juzga, pero
Dios, su variedad y su historicidad estarán' presididas por' una el aliento es igual en todas las palapras y las combina entre sí.
unidad trascendente. Queda excluida la existencia de muchos' El Creador diferencia así' mediante, la palabra creadora a sus ,
mundos pertenecientes a muchos dioses o potencias; ,sólo existe criaturas y las une mediante su Espíritu, que sustenta todas sus
una creación: la del único Dios. Si todas las cosas son creadas palabras. Con el aliento vivificador y mediante 'Iá palábra con-
y conservadas por el único Dios mediante su Logos/sabiduría, su figuradora canta el Creador a sus criaturas, recreándose en las
variedad en el espacio y el tiempo implicará una unidad iruna- notas y ritmos. Por eso existe algo así como una liturgia cósmica
/lente en la que existen conjuntamente. Su unidad no nace de y una m!Ísica de las esferas. '
modo' secundario' de sus conexiones,. sino que todo deriva de su
unidad latente denominada «sabiduría», «espíritu» o «palabra» 'Cuando una canción duerme en todas las cosas que sueñan sin
de Dios. La comunión de todas las criaturas precede a su dife- cesar, y el mUr:'do.empieza a cantar, encuentras la palabra mágica
(Clemens v. Brentano).
renciación y conformación específica, y subyace por tanto dentro
de su multiplicidad. Si Dios retira este apoyo, todo se disgrega
La unidad de música y universo se expresó ya en el antiguo
y aniquila; si Dios lo corrobora, todo queda renovado (Sal lO4,
símbolo pitagórico de la música de las esferas y de la armonía
29-30). Las doctrinas judías y cristianas sobre la mediación crea-
del universo. A la luz de la idea de unidad de la creación, el
dora de la Sabiduría o del Logos contrastan con el atomismo de autor del escrito sacerdotal sugiere que a la palabra creadora y
Dem6crito: al principio no existían las partículas, al plincipio diferenciadora de Dios precede su aliento. que traduce las ener-
existía la «simetría», la coincidencia. «Las partículas elementales gías divinas en vibraciones. La vibración cósmica es el origen y
materializan las simetrías; son sus formas más simples, pero son fundamento de todas las formas de energía y matelia en el cos-
una mera serie de simetrías»'. Por eso las doctrinas judía y cris- mas. El aliento vibrante de Dios es el tono en el que se afina la
tiana de la creación han mantenido siempre la idea de «u!,idad creación del mundo. Por eso hay que decir que Dios crea todas
de la naturaleza}). las cosas mediante su palabra definidora y diferenciadora en las
En el relato de la creacióñ que hace el escrito sacerdotal vibraciones originales de su espíritu. Si se entiende el espíritu
encontramos expresada la unjdad inmanente de la creación en de Dios como aliento vivificador de Dios, la palabra de Dios ,.
dos fórmulas: 1. en la fórmula de la creación media/lte la palabra brota siempre de 1,,; vibraciones y del tono de su espíritu. Palabra
divina: «y dijo Dios: hágase !a luz, y la luz fue hecha» (Gén 1, y espíritu se complementan para generar la unidad de las criaturas:
3). 2. En la premisa (demasiado poco atendida) para la creación La palabra especifica y diferencia con su acción, el espíritu une
por la palabra: la vibración del espíritu de Dios: «El espíritu de y crea la concordia, unnonÍa y comunión median re su presencia.
Dios aleteaba por encima de las aguas» (Gén 1, 2). Ruah se Dios «respira a través de toda la creación», dice un himno inglés.
traduce mejor por «viento» o «aliento» que por «espiritu». La Mediante el espíJitu y la palabra, Dios patticipa en su c'reación
palabra hebrea rajaph se suele traducir por aletear o i/lcubar. y se difunde en ella. Su espíritu inmanente al mundo es el pulso
Pero según Dt 32, JI Y Jer 23, 9, tiene más bien el sentido de del universo. En la literatura sapiencial tardía, las palabras «es-
«vibrar», «agitarse», «moveo> o «excitar». De ser esto correcto,
no hay que evocar sólo la imagen de una paloma revoloteando 4. Sugerencia de G. Slrachan. Cllri..',.r(md rhe CaSillas, Dunbar 1985.
o incubando, sino las vibraciones de la música que dan origen a 70ss. Para la e:<é£c:sis. ef. G. v. Rad. £1 libro del Génesis. Salamanca '1988.
58. el. Westcrmann. GI1f1esis, NKAT 1. Neukirchen 1974, 107, traduce: teLa
rempest:ld de Dios se agitaba ... », y atribuye también al verbo el significado
3. W. Heisenberg, Der Teilund das Gan:e. München 1969,3245. de «vibmo> (149),

"
390 El Cristo cósmico .Cuto, }imdameruo de .Ia creación 391

píritu» y «sabiduría»- se emplean como sinónin10s5. En los escritos id~as se refieren Lmilateraln:ente a- la creación inicial y no p'er-
neo testamentarios tampoco se, distingue sistemáticamente "entre rrnten pensar en el perfeccionamiento de la creación. En ninguna,
palabra y espíritu eu .la creación. Ambos aspectos describen el qe ellas se expresa una relación: positiva' con la redención de t~das
misterio de"Dios en el mundo y destacan la mediación creadora las cosas._-EI regnum gratiae queda 'escindido del regnunt natura~
de Cristo, de la que todas las cosas reciben sus atributos comti~es o de las potentiae; y esto oscurece esa gracia que se expresa ya.
y propios. Tanlbién ponen de manifiesto que la creación no es. en la conservación y mantenimiento de la creación a pesar der
sólo una «obra» de las «manos de Dios», sino que- Dios inhabita pecado humano y del desorden cósririco. Dios ~preserva su crea-'
ya en ella mediante su espíri'tú vibrante, vivificador, porque él ción de la ruina porque tiene paciencia con sus criaturas. Esa
pacien~ia les da un margen de tiempo. La paciencia y la perse-
es fundamento y COllsistencia de todas las cosas mediante su
veranCIa son las virtudes que le penniten esperar la conversión
palabra, que habla y crea sin cesar, Dios es la vida intima del
y retomo de las criaturas al reino de su gloria. El Dios que
mundo. Ya la creación inicial recib\ó la denominación de «templo
conserva el mundo. to~era el autoaislamiento de sus criaturas y
de Dios», como dicen los salmos de la creación. El cielo y la
soporta sus ccntradlcclOnes, les mantiene abierto el futuro con
tierra son su patlia, en la que Dios quiere hapitar y descansar.
su sufrimi~:lto y su silencio y les otorga las oportunidades para
Por eso, después de la causa y de la base, se menciona también
la converSlOil. La conservatio mundi no pertenece únicamente al
la finalidad de la creación: esa finalidad es el sábado eterno de ,eino de la naturaleza sino ya al reino de la gracia. En la con-
Dios. Los escritos apocalípticos lo presentan como una nueva servación del mundo, la naturaleza y la gracia se entrelazan tan
creación en cuyo centro está la «Jerusalén celestial» como templo estrechamente que no cabe hablar de la una sin la otra.
cósmico, capaz de acoger la gloria de Dios manifestada, para
.que el creador pueda habitar en su creación y alcanzar el descanso,
'./ todas las criaturas encuentren la dicha en su plenitud infinita. .). Renovnción de la cre~!ción

Si atendemos a la dimensión de futuro en la conservación del


2. Consolidación de La creación mundo, la crea.tio continua no es sólo la consolidación de la
creación originaria mediJ.l.íte la asistencla de Dios, sino también
El segundo punto de la mediación creadora es la consolidación el anticipo de la nueva creación de todas las cosas. La creación
y conservación de la creación6• Con esta Idea se. pasa de la continuada es la historiá progresiva de la creación. En eSte crear
creación inicial a la creación continuada. La conservatio mundi histórico "Dios renueva la faz de la tierra» (Sal 104, 30) de cara
se puede entender en el sentido de que Dios mantiene lo que ha a la recreación definitiva de todas las cosas. Crea el dere.cho para
creado y vela por su mundo para preservarlo de ia constante los que carecen de él. Eleva a los inferiores. Cumple sus promesas
amenaza del caos. La conservatio mundi se puede concebir tam- ~~ experiencias históricGs. La acción creadora y redentora de
1)lOS que se expetimenta de este modo en el mundo humano tiene
bién como creatio continua: El Dios creador reitera en cada
instante su afinuación originaria de 10 creado por él. Pero ambas SllS analogías en el mundo de la naturaleza. En este mundo de
la naturaleza hay que reconocer, además de la acción conser-
5. G. Schimunowski. Wels!Jcif Ulld iVlessicls, Tübingen 11185, 306. De vadora, una <lcción innovadora de Dios. En la historia natll~aI no
modo parecido ve Juan Caivino la acción inmaneme del espíritu trascendente se da sólo la conservación de las especies sino también su evo-
de Dios; [¡¡sr. Rel. Christ. I, 13, 14: ,<lIle cnim est qui Ltbique diffl'lSus omnia lución. El devenir ccntinuado y contingente constituye el proceso
sustÍnet, vegetat el vivificat in coel0 et in terra. !am hoe ipso cnlturarum numero
exímitur, quod nullis circumscnbitur fillÍbus».
histórica del mundo humano, pero también del mundo natural.
6. eL Dios Z/l la rreacíóll, Salamanca 1987, 289ss. De ahí ta posibilidad de descubrir en la historía natural analogías
..

392 £1 Cristo' c6smico


,.
y símbolos reales para el futuro de la creación en su perfeccio-
namiento. Dios prepara' con. la conservación. y evolución este 3
perfeccionamiento de la creación, ya que su. gracia fuerza la
manifestación de su gloria. Pablo percibió esto en el «gemido» Cristo, ¿impulsor o víctima
y «anhelo» de libertad (libertad en la g'loria de Dios) de la creación
cautiva. Los que viven por la fe <dasprimicias del Espíritu» ven
de la evolución?
en todas las cosas el mismo anhelo del Espíritu como impulso y.
tortura al mismo tiempo. Los mediadores de la creación -el
espíritu y la Palabra- aguardan y fuerzan la. liberación de todas
las cosas. Así. pues. la «creación encadenada» no sólo está ne-
cesitad.a de redención sino que tiene hambre y sed de la justicia
de Dios.

Fue sobre todo Tei1hard de Chardin el que interpretó el pro-


greso y perfeccionamiento de la creación por medio de Cristo
con las ideas de la teoría evolucionista y los indentificó en buena
parte con ella. El Cristo cósmico es para él el «Cristo de la
evolución»'. La fe en Dios y la fe en el mundo confluyen en la
fe en el Cristo universal que impulsa y atrae al mundo hacia su
perfección. Karl Rahner hizo suyo este enfoque en su conocido
artículo «La cristología dentro de una cosmovisión evolutiva del
mundo»' y elevó el concepto de «autotrascendencia» al rango de
concepto básico universa! para designar el desarrollo de la crea-
ción, la peculiaridad del hombre y el ser de Cristo. No abordamos
aquí una exposición y debate pormenorizado de estas cristologías
de la evolución sino únicamente la cuestión concreta de la re-
cepción de sus elementos de verdad en una cristología cósmica
diferenciada.

J. Teilhard de Chardin: Chrislus evoluror


Tei1har de Chardin tomó de la Carta a los colosenses la visión
del Cristo cósmico para complementar la unilateralidad del
ChrisllIs redemplor eclesial Con ese perfeccionador universal de

l. ef. Teilhard de Chardin, Chrislologie Wld Evo/u/ion, en Mein GJaube.


W",rke, BUlld 10, Olten-Freiburg 1972, 93-115. er. S. M. Daecke. Teilhard
de Chardin l/nd die evangcJische TlteoJogie. Die Well'ichk~it Caltes und die
Wellli"hkeir der We/t. Góuingen 1967, y W. 8einert, Christus Imd de,. Kosmos.
Perspekti'llen zu einer Theo{ogie der Scltlipfung, Freiburg 1974.
2. Escritos de teologra V, Madrid 1964, 181.

.' ----- ~....•...~. -


394
El CrisIO cósmico
Cristo. ¿impulsor o víctima de la evolución? 395

la creación al que él llamó Christus evoluror? Si la doctrina


que está más allá de lo humano ... , que el neohumanismo adivina
cristi...
ana de la l:edención se refiere únicamente al pecado original, en la evolución, coincide exactamente con el punto culmi~ante
habra que deCIr que .no encierra ninguna perspectiva sobre el que todos los cristianos esperan bajo el nombre de 'encarna-
perfeccionamiento .de l,a c;eación mediante la recapitulación de ción'» 7. Al perfeccionamiento, de la evolución en esta esfera
todas las cosas baja su cabeza, Cristo, V mediante su acceso a trascendente correspond~ el «perleccionamiento de Dios» en el'.
esa plenitud de Dios que un día lo será. <~todoen todos». Pero mundo visible. Porque la «divinizaci6n» del mundo, en efecto,
Teilhard descubrió «el lado creativo de' la redención»4 v vio en es sólo el reverso de la encarnación de Dios, y a la .inversa. La
este. descu.brimiento el avance hacia una teología nueva~ El per- humanidad unificada y trascendida desemboca en Dios, al tiempo
fecclOnamlento de la creación en la unificación divina es el último que Dios se encarna en el proceso de este desarrollo.
objetivo de la redención del mundo. "El Clllistus redemptorse Teilhard entendió por «encarnació~» un proceso que- no se
perfeccIOna, Sl11 perder nunca su rostro doliente, en la plenitu,d agota t:n la persona histórica, única,' de Jesús de Nazaret, sino
dinámica de un Christus evolutor»5. Para ello, Teilhard transfirió que apunta a ,la «cristificación» de todo el cosmos8• Al concebir
la historia de la salvación en sentido cristiano a la historia del la realidad del mundo como evolución, «vio veniD> esta encar-
cosmos y de la vida, y entendió esta historia de la naturaleza nación procesual ele Dios: No es el Dios del cielo el que salva
como evolución desde 10 simple a lo compuesto, desele lo indi- la tierra caída sino que es le Dieu en avant, el «Dios hacia
vidual a lo común, desde lo inanimado a lo vivo y hacia unas adelante», el que da al cosmos el impulso hacia la perfección
formas cada vez más complejas de conciencia viviente. Había porque quiere atraerlo todo hacia sí y hacia su plenitud. La en-
una convergencia. a su juicio, entre la historia de la salvación y camación de Dios en Cristo ha de entenderse como el comienzo
la evolución de la vida. Contempló la aparición del hombre en de l.ma nueva fase de la humanidad y, por tanto, de una nueva
el marco de la evolución de la vida. Los seres humanos son la fase en la evolución de la vida. Con Cristo empieza la divinización
continuac.ión orgánica de ese «plegamiento» que se produce en de la humanidad; y con ella, la deificación del cosmos, ya que
el. reino de l? viviente, de la «biosfera», desde la aparición del en este CriStO cósmico la humanización del universo converge
pnmer ser VIVO, Y que se perfila ya en la organización de la con la humanización de Dios. Pensando el proceso de humani-
materi~ misma. Con .e! hombre comienza una fase nueva. porque zación de la tierra y de humanización de la humanidad hasta el
se trata de seres .ret1exivos y conscientes. ~<Somosllevados por final, reconoce en la cima elela antropogénesis ese ú!tirrlOobjeti~o
una onda progresIva de conciencia»6. Nace, en términos evolu- y punto crucial de la conciencia, el «punto omega». «¿No es éste
tivos, la «noosfera». ¿Adónde lleva entonces la evolución de ta el lugar iel~al desele el que puede irraeliar el Cristo que nosotros
conciencia humana? Teilhard habló, con Nietz~che, de «super- adoramos?», pregunta Teilhard, para contestar: «La evolución ...
hombre» J de desarr~llo .de una (superconciencia»: en ana10gía salva a Cristo (haciéndolo posible), y al mismo tiempo Cristo
con las tormas' orgamzatIvas en los otros grados de evolUCIón. salva la evolución (haciéndola concreta y deseable»9.
la comprensión de muchos da origen al salto evolutivo hacia una Ante esta especulación audaz, que rebasa cualquier expe-
nueva cu~lidad. Nace una forma organizativa nueva que elevará riencia personal, hay que señalar que el punto de partida concreto
la humamdad a la esfera de lo «ultramundano»: «La peIfección
7. Die Zuku4t des /viellschen, en Werke, Band 5, Olten/Freiburg 1963,
396. Cf. 399: ,(La encarnación es una renovación, un restablecimiento de todas
J. Christlls E .•..o/utor l/nd eil¡e /ooische WeuerJiihn."," ,le BN' -'ff. ,1"'.
E /.. el. I ' " ',) S t ~II S ~ las fuerzas y capacidades del universo; Cristo es el instmmemo, el centro. la
r OStlllg, en Ji"lsto ogw l/lid EI'olution, Werke. Band !O. l65-l80 ' .
4. Christ%gie lInd EvoLlItiolI, [72. . meta de toda la creación animada e inanimada}).
5. [bid .. 175. 8. Die ZtlkU11ji des iYlenschen, 400: «El Cristo místico no ha alcanzado
su pleno desalTollo ... Cristo es la meta incluso de la evolución na(Ura1 de los
6. Geheimnis und Verheissul/g del' £rde. Reisebriefe 1923-1939, Freiburg seres»
1958. 2lO.
9. Werke, Band 10, [36.
396 El Cristo c6smico
•• Cristo. ¿impulsor o v(cnma de la t'vofllci6n? 397
'1 .
para el enfoque teológico del proceso evolutivo en Teilhard es matanza masiva, .una idea positiva de, la guerra como aporte
la «transformación», eucarística de los elementos' naturales de la respetuoso a la evolución natural". El estallido de la primera
materia del pan y del vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. bomba atómica el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima llenó. a
De la experiencia de la eucaristía eclesial nace su visión de la Teilhard de una admiración entusiasta ante el progreso que este
«eucaristización» .cósmiCa, es decir, de la transformación' del acontecimiento de un super-cerebro científico aportaba al trabajo
cosmos en el cuerpo de CristolO Su cristología de la evolucióo en equipo en favor de la humanidaq. El dominio de la .fuerza
es, en definitiva, nada menos que la visión de la eucaristía cós- atómica promoverá., según él', la evolución de la humanidad y
mica por la que'.Dios se mundaniza y el mundo se deifica. de la conciencia humana en forma inaudita. Teilhard no pensó
Los teólogos han criticado en Teilhard. más que su cristología en los trescientos mil mnertos de Hiroshima y en los que siguen
cósmica, su recepción acrítica de la teoría de la evolución en una muriendo aún por lesiones radioactivas. También interpretó po-
teología de la historiade)a salvación. Algunos le han reprochado sitivamente los ensayos de la bomba de hidrógeno en Bikini: «A
el olvido, con su optimismo cósmico, del poder del mal en la pesar de su carácter militar, las últimas explosiones en Bikini
historia humana. La objeción así formulada resulta débijl'. Pero anunciarían así el nacimiento de una humanidad pacificada por
Teilhard, con una cierta. fe en el progreso, parece olvidar la dentro y por fuera»". Excluyó la posibilidad de 'una catástrofe
ambigüedad de la evolución misma y no parece preocuparse de atómica, confiando en un «instinto de conservación planetario de
las víctimas de la evolución. La evolución comporta siempre la la vida»: «La tierra dejaría de girar antes que la humanidad dejara
selecci6n. Muchos seres vivns 'son sacrificados para que sobre- de organizarse y de unificarse»". No podía admitir la posibilidad
vivan the jillest, los más hábiles y que mejor se adaptan. De este del apocalipsis atómico, de la que hablaron ya en 1958 Günter
modo se forman sistemas de vida superiores y más complejos Anders, Albert Schweitzer y Karl Jaspers, porque su confianza
que pueden responder a unos entornos modificados; pero miles cósmica le impedía creer en la mortalidad de la humanidad como
de millones de seres vivos se quedan en el camino y desaparecen tal. Consideraba que las perspectivas de la evolución eran tan
en el cubo de la basura de la. evolución.' La evolución es una grandes que pudo combinar 10 más remoto al comienzo y al final,
obra constructiva, pero también una obra cruel de la naturaleza . pero le costaba percibir lo cercano y lo próximo. «Tenemos aún
. 'Es una especie de ejecución biológica del juicio final en el débil, varios" millones de años por delante», escribía en 1941 desde
el enfermo y el inhábil. Si el hombre asume esta tarea, llega Pekín, pensando en la próxima etapa de la evolución: la socia-
rápidamente a la «eutanasia», es decir, a la <<liquidación de la lización y totalización de la humanidad. No vio que el tiempo
vidaindigna de vivin>. Por eso Teilhard no. puede haber enseñado se acorta, porque los desastres ecológicos provocados justamente
una «reconciliación universal» de un signo u otro, ya que se por la socialización y totalización pueden hacer abortar la evo-
cORtradice con la idea de la evol ución". lución ulterior de la humanidad.
Teilhard no se escandaliza de las catástrofes naturales en aras Las perspectivas cósmicas sobre los fines más remotos de la
de una evolución. superior; pero. además, trata de encontrarle un evolución componan también que ese «Cristo siempre mayor»
sentido a las experiencias de catástrofes humanas con la idea de se distancie cada vez más de Jesús de Nazaret y que ese punto
evolución. En sus cartas de la primera guerra mundial intentó temporal del proceso cósmico que Teilhard llama «pumo omega»
ofrecer a sus amigos, consternados con el absurdo de aquella llegue a oscurecer y relegar al olvido el recuerdo judío del Dios
de Abrahán, [saac y Jacob, y el recuerdo cristiano del Padre de
lO. Es lo que vio con acierto E. Benz. Sch6pjzmgsg/aube und End<.l!irer-
wanung. München 1965. 24355. [3. Elltwurf und Enifallllng. Brit>fe aus den Jahren 19/4-1919, Freiburg
11. H. de Lubac. Teilhard de Chardins reJigiose \Ve/I, Frciburg 1969, 1963.
subrayó con razón este punto.
14. Zukunft des Menschen. 196.
12. Contro E. Benz, ¡bid., 248.
15. [bid .• 203.
398 El Cristo cósmico. Cristo, ¿impulsor o víctima de la evolución! 399

Jesucristo. Y si se da esta tendeucia eu Teilhard de Chardin, de todos los grados de evolución posibles justifica las víctimas de
ella deriva. una gnosis cósmica que considera. la fe histórica como la evolución como abono inevitable- de tal futuro; ni siquiera el
algo desafasado. «punto Ollega» C9D su plenitud divina. Por eso no tt~brá una
. Pero el verdadero prohlema radica en el contenido de su esperanza legítima en el futuro de la creación si no «se enjug~n
cri,tología. Es cierto que Teilhard quiso simplemente comple- todas las lágrimas de sus ojos». Y sólo se podrán. enjugar si
mentar con la idea del Christus evolu.tor la enseñanza cristiana resucitan los muertos y se hace justicia a la's víctimas de la
sobre el Christus redemptor, para destacar el lado creativo de tá evolución mediante la resurrección de la naturaleza.' La evolu-
redención, que se había soslayado durante mucho tiempo. Pero ción, con su ambivalencia, no ejerce como tal un efecto reuentor
¿no debia haber expuesto también el lado redentor del perfec- ni posee, por tanto, un sentido soteriológico. Cristo tendrá que
cionamiento de la creación? Un Christus evolutor sin el Christus convertirse en el redentor de la evolución si ha de ser compatible
redemptor es un Christus selector cruel y despiadado, un juez con ella.
histórico sin compasión por los débiles y un explotador de la vida
al que no le importan las vfctimas. Hay sin duda una historia de
la creación continuada, hay evoluciones hacia unas formas de 2. Kari Rahner: aUlOtrascendencia
vida más ricas y complejas, hay socializaciones de átomos, mo-
léculas, células y organismos de animales y hombres; esto es En la conferencia que dio en la Paulus-Gesellschaft, Karl
innegable. También en esto hay que reconocer teológicamente Rahner no abordó la teoría de la evolución ni la cristología como
la fuerza creadora del fundamento del cosmos. El proceso crea- tal, sino el tema concreto de una «adaptación y adaptabilidad de
livo no ha concluído aún. 1vIientras dure el tiempo de la creación, la cristología>~ a la cosmovisión evolutiva, que él daba por
se crean y se crearán nuevas cosas; pero en la presente historia buena16. Examinó la posible «afinidad interna, una, especie de
de la creación existe también la muerte, la matanza violenta, la identidad estilística», y la coordinación mutua de estas dos mag-
aniquilación masiva y la extinción de especies enteras por ca- nitudes, y consideró ambas C01110. teólogo y filósofo tomista, no
tástrofes naturales y epidemias. En la historia humana hay pro- como investigador de la naturaleza. Por eso no se sintió depen-
gresos, pero éstos son ambivalentes. Todo progreso tiene su diente de Teilhard ni comprometido con él. Al final de su pro-
reverso en la historia de las v.íctimas. La historia de los vence- puesta formuló alguna~ preguntas teológicas críticas y también,
clores, de los que sobreviven y de los 9ue se adaptan a la vida posiblemente, magisteriales para prevenir las esperadas objecio-
paga su precio en la destrucción de los denominados ineptos. Los nes de Roma.
diversos procesos de la evolución en la naturaleza y en la hu- Con el término «uutotrascendencia» Rahner forjó un esquema
manidad sólo pueden alcanzar una relación positiva con Cristo, analógico que se puede aplicar a todos los estratos del ser para
el perfeccionador de la creación, si éste es reconocido como una expresar conceptualmente las transiciones hacia grados más altos
de las víctimas de la evolución. El Crucificado no estaba espi- y más organizados y, por tanto, más complejos. La autotrascen-
ritualmente presente entre los inventores, los constructores y los dencia es el efecto del espíritu que habita ya en la materia y que.
responsables de la bomba atómica, sino entre los muertos de por tender hacia el «misterio divino» llamado Dios, hay que
Hiroshima. No cabe imaginar una evolución de la humanidad en concebir como espíritu div1no. Y sl es el espíritu de Dios, hay
el futuro próximo o remoto que pueda dar sentido a la muerte que decir que late slempre en esta autotrascendencia. vista ya
masiva de los caídos y los asesinados de las dos guerras mundiales desde Dios, una autocOlnunicaciól1 de Dios: «Dios no crea so-
del presente siglo. Tampoco se pueden justificar las víctimas de lamente lo diverso, sino que se da a eso que es diverso. Tanto
las bombas atómicas con el pretexto de una paz conseguida me-
diante la «disuación» atómica universal. Ni siquiera el mejor de 16. re Rahner, Escritos de teología V. 181.
¡ •
'.'

400 El Cristo c6smico .


'.: ' Cristo. ¿impulsor o I'[crlma de la evoll/ci61l? 401

. recibe el mundo a Dios, el infinito y misterioso indecible, que «culminación» y.el punto supremo de la evolución universal.
este Dios se .hace su 'vida más. interior»17. Pero esto significa considerar la encarnación, no' sólo como la
Si este espíritu actúa ya en la autotrascendencia de la materia, bajada del Lagos divino sino también como «un' grado nuevo,
habrá que concebir la relación entre' materia yespfritu como absolutamente propio, en la jerarquía de las realidades del
hfstoria .y, en consecuencia, como devenir y. evolución hacia ".. '.mundo». Todas las fases' anteriores están incluídas. en ella en
fonnas superiore~. ,La historia natural se trasciende en la historia virtud de la autotrascendencia. El futuro alisoluto del misterio
/lumana. En el ser humano y en su autotrascendencia libre y divino está presente en ella gratuitamente .en 'virtud' de su a~to-
consciente el espíritu, en ci~rto modo, se encuentra a sí mismo. comunicación.
Autotrascendencia es «trascendencia en lo sDStancialmente nue- No vamos a entrar en los detalles de esta cristología. Muchos
vo, el salto a .10 esencialmente más alto»". Pero si se hace del teóricos de la evolución utilizan hoy el concepto de <<autotras-
vacío la fuente de la plenitud, como Ernst Bloch con su fónnula cendencia» sin la connotación cristológica. Según Rahner, la idea
sobre el «trascender sin trascendencia», la autotráscendencia sóio de que la encarnación es el fin primordial de Dios y, por tanto,
se podrá entender como el movimiento pasivo y activo del ser la meta y cima del plan creador de Dios, tiene su origen en Duns
finito hacia el ser infinito. No expresa el avance en el miSmo Escoto. El nexo' de esta cristología del perfeccionamiento de la
plano sino el «salto a lo superior». Si se excluyera esto, estaría- creación con la gracia que borra el pecado y la culpa, consiste
mos ante un mal concepto de la infinitud como carencia de lí- en afIrmar que se trata de una autocomunicación gratuita de Dios
mites. Dado que lo. autotrascendente pennanece en cada objetivo en la autotrascendencia lograda del hombre-Dios. Pero el per-
de su auto trascendencia porque el orden superior incluye y con- feccionamiento de la creación por la aparición del bombre-Dios
serva siempre el orden inferior, cabe afinnar, a la inversa, que presupone, según la ontología de la autotrascendencia y ,egún
lo inferior preludia en sí el orden óntico superior". Esto significa, la lógica de la teoría evolucionista, una preparación mediante la
en lo que respecta a la naturaleza y la humanidad, que «el hombre historia de la humanidad: de otro modo no se podría afinnar que,
es la autotrascendencia de la materia viva»'., y la naturaleza y con su aparición, la historia del universo había alcanzado, si no
la historia del espíritu fonnan una unidad interna. la perfección absoluta, sí su «fase de perfección insuperable».
En la historia libre del espíritu, la historia de la naturaleza El cristianismo primitivo contempló la venida de Cristo más bien
alcanza su. meta. Esta meta debe verse en esa dirección a la que en sentido apocalíptico, hablando de "fin del mundo» y del re-
, apunta, por su parte, la autotrascendencia humana: la plenitud torno próximo de Cristo: pero la Iglesia antigua conoció ya la
infinita de Dios que se sustrae y le queda oculta al hombre. Como idea de que la encarnación y el triunfó de Cristo abrían una nueva
la autocomunicación creadora de Dios se manifestaba ya en la época de la historia mundial: la «deificación del mundo» iniciada
autotrascendencia material,. en la cúspide del desarrollo humano con Crista21.
la autotrascendencia humana y.la autocomunicaci6n divina coin- El propio Rahner estima que han vivido ya más seres humanos
ciden en el «Salvador». En él, la naturaleza humana se trasciende «después de Cristo» que «antes de Cristo», y excluye que se
en el misterio divino. Dios participa plenamente en la munda-
nización y materialización del Legos. Teológicamente, la auto- 21. Esta concepción aparece en K. Rahner, 187. La encamación es «algo
trascendencia humana y la autocomunicaci6n divina coinciden que debe ocurrir una sola vez, cuando el" mundo inicia la última fase, en la
que ha de realizar su concentración definitiva. su ascensión definitiva y su
en la unión hipostática del Dios-hombre encarnado y fonnan la
aproximación radical al misterio absoluto llamado Dios. La encamación aparece
así como el comienzo necesario y pennanente de la deificación del mundo».
17. [bid., 196: eL cumbién 209. er. también G. Altner: Die Ober/ebenskrise in der Gt:gemvart - AIIslitze ;:um
18. [bid .. 190. Dia/og mil der NOlur in Nalllrwissen.~chafr llIuJ The%gie. Darmstudt (988.
.19. cr. ibid .. J92. 13055, e Id. (ed.), Die Welt ols offenes Sysrem - Ein!! Konrroverse wn das
i 20. ¡bid., 192. Werk van Jlya Prigogine, Frankfurt 1986, .16Is5.
402 El Cristo cósmico
Cristo, ¿impulsor o v(cril11.a de la .eljo/¡~ción? 403

pueda considerar a Cristo como comienzo de una nueva historia, verdadero» en virtud de su autocomunicaCÍón, y resume su mis-
pues hay que concebirlo como final del mundo: «Podemos con- terio en el concepto de encarnación. Sorprende que la pasIón y
siderar la historia occidental desde Cristo y en él, y también la la muerta violenta en cruz de Cristo apenas desempeñen ningún
edad moderna y el futuro, ya iniciado, de carácter planetario, papel. La humanidad íntegra de Cristo, y no la humanidad des-
basado en una organiz?ción social superior, dominador y con- truida, ocupa el centro. Cristo está en la. cima de las auto tras-
trolador de la naturaleza... como algo que. empieza a ser la cendencias logradas que se producen en la historia de la naturaleza
época hacia la que tendía ]a vJda anterior de la humanidad. La y de 'los hombres, y abre la pauorámica hacia la nueva historia:
humanización (está) al comienzo de esta época humana globa- la historia divina. El no está en las autotrascendencias malogradas
lizante» en la que «el cosrnocentrismo se transforma en antro- e impedidas. Es dificil saber el tipo de redención que pueda llegar
pocentrismo y el. mundo pasa a ser un material tecnificable y desde este Cristo a los cementerios de la bistoria de la naturaleza
manipulable para el hombre. mismm,".
y de los hombres. ¿En qué sentido cambiaría la imagen de Cristo
Lós reparos que se pueden poner a este esbozo de una cris- y de su relación con la historia de la naturaleza y' de los hombres
tología evolutiva son similares a los que se formulan contra Teil- si en lugar de su auto trascendencia mediante la obediencia activa
hard; Aunque el cncepto de «autotrascendencia» no implica, (potentia oboedientlalis) pusiéramos su resurrección de la muerte,
como el concepto de evolución, el méto.do de selección, tampoco y en lugar de su iniciado perfeccionamiento de la evolución de
tiene en cuenta las víctimas que el proceso se cobra de hecho. la naturaleza pusiéramos su «regeneración de todas las cosas»
Nada dice de las fisuras que han aparecido en el proceso cósmico. mediante la resurrección de la naturaleza? El problema de la
Pasa de la historia natural a la historia humana y -como se teodicea que se perfila con la cosmovÍsÍón evolutiva no es sólo
constata en las últimas citas- de la historia de la cultura a la el mal mora.!, esa culpa humana que se cancela con la gracia,
civilización -técnica de la edad moderna sin solución de conti- sino también el mal jlsico, que sólo se puede superar mediante
nuidad, y de la época moderna europea a la futura era planetaria. una nueva creación eterna de todas las cosas temporales.
Si el antrQPocentrismo moderno tuviera realmente como conse-
cuencia convertir el mundo en «material para el hombre», no
conservaría en sí el «cosmocentrismo» premoderno ni el orden
inferior de la naturaleza, sino que los condeuaría a la destrucción:
la naturaleza pasa a ser el material del hombre. Las últimas frases,
que nadie l'Jodrá repetir a la vista de la crisis ecológica noy
evidente, pero que, junto al peligro atómico, describen la única
realidad planetaria producida por la época moderna, ponen de
manifiesto que Rabner no sólo presupone la ~"{cosmovisión evo-
lutiva», sino que la asume sin crítica.
La verdadera cuestión teológica está de. nuevo en la cristo-
logía. Esta cristología ajustada a la cosmovisión evolutiva ve a
Cristo como cima de la evolución y no como redentor de las
ambigüedades de esta evolución. Destaca en el h01nbre-Dios al
«hombre verdadero» en virtud de su autotrascendencia y al «Dios

22. 219. ef. las observaciones críticas sobre la ¡dea de la evolución por
parte de J. B. Metz: Wider die .falschen Alternativen in der christlichen Es-
chatologie, en Glaube in Geschiclue Llnd Gesellschojt, Maínz 1977, 156ss.
1

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4
4
Cristo, redentor de la evolución

La creación no es ¥na obra hecha de una vez y acabada, sino


un proceso temporal abierto al futuro. Dios crea siempre algo
nuevo y desarrolla lo que ha creado. Desde el fondo creativo
inexhausto de todas las cosas van apareciendo nuevas formas de
vida. En este proceso creador, Dios no se limita a crear sino que
participa con sus criaturas, ya que el creador pasa a su creación
por el espíritu y la palabra, y la lleva adelante. ¿Hay una meta
para este proceso de creación? ¿podemos reconocer un plan di-
vino en la creación que da sentido a todas las cosas y circuns-
tancias de este proceso?
Podemos conocer sin duda determinas líneas de evolución en
la historia de la naturaleza. Hay una estructuración gradual de la
materia hacia formas más y más complejas. Pero conocemos
¡ también rupturas y líneas evolutivas catastróficas. Por eso es
difícil extrapolar de las ten¡jencias visibles en la historia de la
naturaleza una finalidad global del universo sin caer en espe-
culaciones irrelevantes. También en la historia humana se puede
conocer la evolución de la cultura, de la población y de los
fenotipos humanos. Pero ¿es posible detectar un plan objetivo
de evolución de la humanidad hacia una meta universal? En «]),jos
de la historia" es un Dios muy «escondido», cuyos planes y
caminos sólo se pueden manifestar y entender en la visión cara
a cara.
La cosmología teológica ha contemplado siempre el fin de la
creación junto con el origen de 'la misma: todas las cosas vienen
¡,. de Dios y, por tanto, van hacia Dios. El origen y la finalidad
del mundo son como dos semicírculos que envuelven temporal-
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406 El Cristo cósmico
de 407
• ,CrisTO,. redentor la evolución

mente el universo, dice Tomás de Aquino,l. En la cristología 1. El movimiento contrario


cósmica de Rahner, la autoc\?illunicación del Dios creador" actúa
en el mundo y, dentro de éste, en su autotrascendehcia, hacia ¿Es posible alcanzar teológicamente este futuro de la creaci6n
Dios'- También Teilhard de Chardin ve la meta de una evolución por las vías de la evolución o de la autotrascendencia ? No, porque
cada vez más compleja de la vida en el pleroma de Dios. Por', el proceso creador acontece en el tiempo, y el devenir lleva
eso ,la teología clásica relacionó siempre. la finalidad divina de implícita necesariamente la muerte. No hay evolución sin selec-
la creación con la glorificación de Dios (gloria Dei) y con la ción. Aunque se haga notar que cada grado superior de la vida
salvación del mundo (salus mundi) en ella. incluye los grados inferiores, esto es aplicable sólo a la forma
Las tradiciones bíblicas comparten esta visión, pero no co- abstraéta, no a los individuos, y no conduce a la inmortalidad.
nocen su formulación. metafísica. En ellas, el fin de la creación El aporte individual a la evolución del todo tampoco confiere al
no es Dios en sí sino el Dios del reposo sabático presente en individuo la eternidad. Teleológicamente se puede concebir un
todas las criaturas. Cuando Rahner llama Dios al misterio ab- ser perfecto al final de la evolución, mas no la perfección de
soluto, no hay que pensar en el "Dios del cielo» bíblico sino en todas las criaturas.
la presencia terrena de Dios en el descanso sabático, que sólo se El perfeccionamiento de toda la creación, extendida tempo-
percibe cuando todo calla en nosotros. ralmente en el proceso creador, sólo es pensable escatológica-
mente. La teleología de la creación no es su escatología. Hay
Ya la apocalíptica judía aplicó el orden de la creación ori-
que calificar de escatológica la nueva creación de todas las cosas
ginaria (Gén 1) a la historia mundial, de forma que esta historia
que existieron, existen y existirán. Es escatológica la recreación
encuentra su meta y su perfección en el sábado escatológico de de todas las cosas desde su _pasado y su unificación en el reino
Dios'. Dios quiere alcanzar su descanso: tal es la meta de todas de la gloria. Es escatológica la resurrección de la carne y de toda
las cosas creadas por él. Por eso el Creador está inquieto en la la naturaleza, Es escatológica esa eternidad de la nueva creación
historia de las cosas y ]0 sostiene todo con su alien¡¿, el aliento que afectará simultáneamente a todas las cosas temporales al final
de su Espíritu. Alcanzará su reposo cuando toda la creación se de los tiempos. Pam decirlo llanamente: Dios no olvida nada de
convierta 'en templo suyo donde pueda entrar y habitar su gloria. 10 que creó. Nada se pierde para él. El lo recrea todo:
Es también la imagen escatológica del Apocalipsis de Juan (cap. Hay que calificar de -escatológico ese movimiento de la re-
21). La creación no reto,ma a Dios para disolverse en su eternidad, dención que se contrapone a la evolución: es un movimiento que
de la que procede. Es Dios el que entra en el mundo .para hacerlo (para expresarlo en términos temporales) discune del futuro al
su digna morada. Todas las cosas participan sin reserva en la pasado, no del pasado al futuro. Es como la «tempestad divina»
gloria de su ;vida inagotablemente creadora. Esto se puede llamar de la nueva creación que sopla desde el futuro de Dios ~obre los
la «deificación del cosmos» si se ve su fundamento en la encar~ cementerios de la historia y despierta y reúne hasta las últimas
nación cósmica de Dios. criaturas. La resurrección de los muertos. la acogida de las víc-
timas y la búsqueda de los perdidos traen una redención del
l. Tomás de Aquino, Summa Teologica 1, q. 90, a. 3, 2: «Praeterea, fines
mundo que ninguna evolución puede alcanzar. Por eso lleva
rerum respondet principio: Deus enim est principium et finis rerum. Ergo et también implícita la redención de la propia evolución, siempre
exitus renlm a principIO responder reductioni rerum in finem». ef. M. Seckler, ambivalente. En virtud de esa redención, la evolución pasa a ser
Das Heil in del" Geschichre. Geschichtstheologisches Denken bei Thomas \Ion
Aquin. München 1964.
revolución en el sentido originario de la palabra. El tiempo lineal
2. K. Rahner, Escritos de teología V, 205. de la evolución entra en un ciclo escatológico, único y definitivo:
3. ef. El sábado: la jiesrQ de la creación, en Dios en la creación, Sa- el retorno de lo pasado en el eón eterno de la nueva creación de
lamanca 1987, 287ss.
todas las cosas. El futuro escatológico debe entenderse diacró-

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408 El CristO cósmico CriSto. rt!df!1Uor dt la evolución _ 409 ¡:


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nicamente: es simultáneo a todos los tiempos y constituye la. porales: Su «intenSIdad mesiánica» penetra los espacios de la
etemidad para todas las cosas. creación hasta lo más profundo. Su «extensión mesiánica»' pe-
El Christus evolutor es el Cristo en devenir, pero el Christus netra los tiempos de la creación'hasta los orígenes más remotos. ,j,
redemptor es el Cristo ,en su venida. Walter Benjamin reconoció Partiendo de. esta escatología universal de ]a redención, es
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la diferencia de ambas categorías con especial sensibilidad: «Sólo legítimo percibir y reconocer las tendencias existentes en la evo-
el mesías consuma el acontecer histórico, en eI sentido de redimir, \¡ lución de la naturaleza y en la histOlia humana como parábolas
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perfeccionar y crear su relación con lo mesiánico. Por eso, no ;:
. e indicaciones, como anticipos y preludios. de la llegada de la
es posible referir lo hist6rico, por sí mismo, a 10 mesiánico. Y nueva creación mesiánica. La autotrascendencia activa que actúa
por eso el reino de Dios no es el telas de la dinámica histórica' en tales procesos sugiere, más allá del presente histórico y de la
no se puede proponer como meta. En sentido histórico no e~ historia misma, un futuro que ella colma y lleva al reposo. Pero
meta sino fina1»4. No obstante, Benjamin observa una relación el anhelo de este futuro no implica sin más la realización del
dialéctica entre la «dinámica de 10 profano», orientada a un fin, mismo. La «autocomunicación absoluta de Dios» de la que habla
y esa otra dirección de la «intensidad mesiánica»: «Lo profano Rahner se anuncia en la autotrascendencia radical, pero no es el
no es una categoría del Reino, pero .es una categoría, y de las reverso divino de este automovimiento humano. La creación se
más adecuadas, para expresar su más silencioso acercamientm>'. reconcilia, reclime y recrea como totalidad (1:0.rro.v1:u). Sin la
Las fuerzas de la intensidad mesiánica actúan en sentido inverso redención de la naturaleza y sin la resurrección de los muertos,
a la dinámica de lo profano, y el orden profano actúa en sentido la autotrascendencia humana lograda en la vida divina no pasa
inverso a la llegada del reino mesiánico. De este modo se re- de ser un fragmento y, en el mejor de los casos, un destello de
fuerzan mutuamente. esperanza para este mundo irredento.
Esto significa, en lo que respecta a la cristología cósmica,
que sólo la reconciliación de todas las cosas en la tierra y en el
cielo (Col .1, 20) Y su rescate de las ataduras de la caducidad de
los tiempos lleva a la síntesis de todas las cosas en el mesías y
al perfeccionamiento de la creación. Las líneas evolutivas de la
naturaleza y de los hombres son resultado de la creación conti-
nuada. La redenci6n y nueva creación de todas las cosas creadas
sólo se pu.etlen esperar de la venida de Cristo glorioso. La" re-
capitulatio mundi presupone la resurrectio mortuorum, pues el
Cristo cósmico no sólo es el Señor que colma todos los espacios
de la creación con la «intensidad mesiánica» de la paz divina
(shalom), sino el Señor que llena todos los tiempos de la creación
con la extensi6n mesiánica de la redención. En la carta a los
colosenses predomina la imagen espacial del Cristo cósmico; en
Pablo, la imagen temporal del Cristo escatológico (1 Cor 15).
Ambas imágenes deben complementarse entre sí para abarcar al
Cristo resucitado y elevado en sus dimensiones espaciales y tem-

4. W. Benjamin, T1Ieologisch-politisches Fragment, en Illuminationt!n.


Ausgewlihlte Schriften. Frnnkfurt 1961. 280s. : , ,
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S. W. Benjamin. Thrologisch-politisches Fragment, 280s.

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5
La comunidad cósririca
es una comunidad de derecho

En muchas áreas de la ciencia y de la tecnología, la teoría


de la evolución se ha convertido hoy en la base intelectual de
una ética agresiva frente a la naturaleza. Se ha hecho de la
naturaleza el «material tecnificable y manipulable» para los hom-
bres, especialmente por obra de la tecnología genética actual'.
¿Qué ética se.sigue de la cristología cósmica que hemos expuesto?
Fueron las cuestiones éticas las que indujeron a Pablo a di-
señar la cristología cósmica: Si «todas las cosas» existen por
medio de Cristo y «nosotros existimos por medio de' él» (l Cor
8, 6), los 'cristianos viven siempre en la libertad de Cristo y no
necesitan ya tener en cuenta los poderes de este mundo ni los
ídolos de los hombres. No hay «ningún sector de nuestra vida
en el que debarnos someternos a otros señores en lugar de Je-
sucristo, ningún sector en el que no estemos necesitados de la
rehabilitación Y santificación por él», como dice la cláusula con-
denatnria de 'la II tesis de la 'declaración teológica, en Barroen,
de la Iglesia confesante, el año 1934. Por medio de Cristo, dice
la tesis, «nos llega la feliz liberación de los lazos pecaminosos
de este mundo para entrar en el libre y agradecido servicio a sus
(de Dios) criaturas»'. Pablo proclamó la libertad de Cristo en un
mundo religioso que divinizaba las fuerzas de la naturaleza y

1. ef. G. A!lner, Leben allf Beste/lung? Das geflihrliche Di/emma der


Gentechnologit!, Freiburg 1988.
2. A. Burgsmilller.R. Weth. Die Barmer Theofogische ErkUirung. Ein-
fiihrung und Dokumentatioll. Neukirchen 1983, 35s.

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,. 412 . El CristO cósmico La COmunidad cósmica ~s una comunidad d~du~cho 4/3

temía a los demonios. Hoy nos preguntamos por .;Lamor de CriSto y penetra toda la creación; de otro modo Cristo no sería el Cristo
en .una civilización técnica donde la naturaleza se convierte en de Dios. .'
material para el hombre y pása a.ser el vertedero de los derechos 2. El hombre experimenta en Cristo la reconciliación con
humanos. La superpoblación de la h~manidad, la sociedad in- Dios,. por medio de la fe, en el plano personal y comunitario. Si
dustrial del despilfarro y las inju'sticias. económicas de la eco- . Dios mismo está presente en Cristo, se colmarán en él los deseos
nomía mundial han llevado al caos la naturaleza de la tierra: los humanos de reposo, .que son expresión de anhelo insaciable de
gases que suben hasta la capa de ozono de la Tierra Y'los venenos . Dios'. Los hombres' pueden ser simplemente sin necesidad de
que penetran en el agua subterránea no se pueden recuperar. Los po;eer mucho. Cuando afloran esos deseos de reposo, hay bas-
costes de la evolución de esta sociedad moderna son superiores tante para todos, como se decía en la primera comunidad cristiana
a su utilidad: pero se traspasan a la naturaleza y a.las generaciones de JelUsalén (Hech 4, 34). Lo que los hombres experimentan
futuras ('ara que se' beneficie la presente generación de las so- como «reconciliación en sí mismos y entre sí: lleva por encima
ciedades desarrolladas. En la era de la destrucción progresiva de de ellos y de su mundo humano al ámbito del cosmos: «Todo'
la naturaleza se cumple el dicho de Joseph Sittler: «Un trozo de queda reconciliado por su medio, lo terrestre y lo celeste» (Col
Dios mu~reén cada. agresión contra la naturaleza». La cristología 1, 20). Si no se reconcilia toda la creación, Cristo no puede ser
cósmica actual nene que confrontar a Cristo con este caos mo- el Cristo de Dios y el fundamento de todas las cosas. Y si 10 es,
derno. Cristo está presente. no en las cimas de la evolución sino los cristianos no pueden comportarse con otras criaturas de modo
en las criaturas más débiles de la naturaleza, que son las primeras distinto que con los semejantes: toda criatura es un ser por el
víctimas de las sociedades humanas desarrolladas. No es posible que Cristo murió en la cruz para acogerlo en la reconciliación
salvar la evolución humana sin subsanar la naturaleza dañada. del mundo. Pero la reconciliación del co~mos es el restableci-
miento de la justicia del cosmos. Ninguna de estas otras criaturas
está destinada a ser «el material tecnificable y manipulable» de
l. Reconciliación de los hombres con la naturaleza los hombres. En la comunidad de la creación reconciliada, los
seres humanos no ven ya la naturaleza como un objeto y un
Las bases espirituales para el regreso de los hombres desde adversario sino como un continuo: ellos mismos son naturaleza,
la explotación despiadada de la naturaleza a la reconciliación • v la naturaleza está en ellos.
respetuosa con ella se encuentran, para la fe cristiana, en la , La ética agresiva del mundo moderno refleja la mentalidad
cristología cósmica: ésta no' elimina la fe personal en Cristo ni
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de los hombres irreconciliados y sus sueños de omnipotencia
la sustituye por una cosmivisión religiosa, sino que la sitúa en nihilista. Una ética de reconciliación está al servicio de la vida
el horizonte más amplio de la soberanía de Cristo. común de todas las criaturas .. Debe tener necesariamente, frente
1. La paz de Cristo se percibe personalmente, a través de a la ética agresiva de la época moderna, un carácter defensivo
la fe, en la profundidad del propio corazón. La paz interior del que proteja la vida. La fe cristiana en la creación es hoy un acto
alma con Dios es importante porque en ella se supera la collicia de resistencia contra la desllUcción de la naturaleza y la auto-
insaCiable que late en la profunda angustia del corazón pervertido. destrucción de los «hombres modernos». La conservación de.
Pero si esta paz del alma es la paz de Cristo, inducirá al alma. fensiva» de la vida y su promoción productiva no se excluyen
más allá de sí misma, a buscar la comunión con todas las criaturas
del cosmos, ya que Cristo deshizo <da enemistad» con su muerte 3. Una interpreración actual de la frase agustiniana cor inquietum es! doncc
e? la ClUZ:la enemisrad de los' hombres consigo mismos y entre reqlliescat in le la ofrece E. Cardenal, Vida en el amor. Salamanca J¡987. Hay
una versión secular en E. Fromm, ¿T~ner o ser?, Madrid 131987. yen H. E.
SI, la enemIstad de los hombres con la naturaleza y la enemistad Richter. Der Goucs(:ompie.x. Die Geburt Imd die Krise des Glaubens an die
entre las fuerzas de la naturaleza. La paz de Cristo es universal Allmaciu des Menscllen. Hamburg 1919.

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..414 El CrÍ5!o .cósmico
La comunidad c6smica es una comunidad de derecho 415

SlilO que se complementan. Una ética de conciliación de las mundo moderno. Si la comunidad cósmica es una comunidad de
necesidades de la cultura llumana con las condiciones y .las fuerzas derecho, los hombres han de reconocer los derechos del sistema
regenerativas de. la naturaleza no busca sólo el justo equilibrio de la tierra y de todas las especies animales y vegetales, y hacer
sino la cooperación productiva en la supervivencia común. una codificación de los «derechos de la tierra» y de los animales
Para. una colaboración sobre la base de .la convivencia se y vegetales similar a la ,<declaración general de los derechos
precisa el reconocimiento de la dignidad específica y común de humanos» de 1948.. La "declaración universal de los derechos
todas las criaturas de Dios. Del reconocimiento de la dignidad de los animales» existe desde 1978'. Un animal no es una cosa
de las criaturas basado en 'el amor de Dios a ellas, en la entrega ni un producto, sino un ser vivo con sus propios derechos. Res-
de Cristo por ellas y en la inhabitación del espúim de Dios en petar este hecho significa abolir la explotación masiva con fines
ellas, se sigue el' respeto a los derechos de cada una de las criaturas de «producción animal» e introducir una explotación ganadera
en la comunidad de la creación. que respete las condiciones de cada especie. La «producción
animal» industrial, con control hormonal, no sólo constituye una
brutalidad hacia los animales sino una práctica altamente nociva
2. Comunidad de derecho de hombres, animales y vegetales para la. salud de los hombres. Y los beneficios reales de los
experimentos masivos con animales 110 compensan los costes
La reconciliación por medio de Cristo crea una comunidad morales que causan en nuestra sociedad. Al final del relato sobre
de derecho tanto en el pueblo de Dios como en el cosmos. Como las tenta¿iones de Cristo, Marcos (l, 13) sugiere discretamente
la dignidad humana es la fuente de todos los derechos del hombre, su relación con los animales: «y estaba con los animales, y los
así la dignidad de La creación es la fuente de todos los derechos ángeles le servían». Es una alusión a la paz mesiánica de la
de los animales, los vegetales y la tierra. La dignidad humana creación, que forma parte de la esperanza de Israel según ls 11.
es tan sólo la forma humana de la dignidad general de las cria- Siendo el hombre un ser corporal y natural, no es posible llevar
turas. Si no se llega a la codificación de la comunidad cósmica a la práctica los derechos humanos sin respetar los derechos de
como una comunidad de derecho en la alianza de Dios con la los animales, 'las plantas y la tierra. Sin la formulación de sus
creación y no se logra su imposición, todos los esfuerzos eco- derechos y deberes ecológicos, los derechos vitales de los seres
logistas son mera poesÍ'a e ideología. humanos resultan irreales. Los derechos para los seres' no hu-
manos se pueden defender e imponer si se designan tutores y
La ética agresivq; moderna frente a la naturaleza es un pro-
ducto del renacim.iento europeo y de la conquista europea en fiduciarios en 19S tribunales humanos. 1'.

La comunidad cósmica es una comunidad de derecho. Esta


América, Afrien y Asia. El Renacimiento privó de sus derechos
idea se explicita sobre todo en la legislación sabática del antiguo
a la naturaleza y la declaró un «bien sin dueño» que pertenece
testamento. El día sahático semanal, además de ser un día de
al que toma posesión de él mediante la occupatio. La conquista
descanso para los hombres, lo es también para los animales que
se apropió los continentes habitados de Amélica, Africa y Asia
se encuentran en su comunidad doméstica (Ex 20, 10). Es el día
y los convirtió en «colonias» europeas-J..Antes. la tieITa, el agua,
en que el hombre no debe intervenir en la, naturaleza trabajando
el bosque y el aire eran propiedad de Dios confiada a los hombres
o cosechando, sino que debe contemplarla y respetarla como
para el disfrute común. Hoy sólo queda el aire que todos res-
creación de Dios. Israel celebrará cada siete años un año sabático
piramos, aunque la creciente contaminación de muchas ciudades
en el que no cultivará la tierra, «para que sea año de descanso
VIene a ser ya el resultado de esa ética agresiva y asocial del solemne para la tierra: el descanso del Señor» (Lev 25, 1-7). El
4, Cf. E. Galeano, Die ojfenen Adem Lateinamerikas. Die Geschichte 5. eL P, Singer, Animal Liberation, 1975: G. M. Teutsch, ¡vlensch und
eines Kontinents van da Emdecktmg' bis zw' Gegemvarr, Wuppertal 1972. Tier. Lexikol1 del' Tierschut<.ethik, GOttingen 1987.

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.'. 416 El Cristo c6smico


Úl comunidad cósmica es l/na comunidad de. derecho 4f7

año sabático es un. signo de que hi tierra no pertenece a los.


moran aran por haber explotado la tierra en forma desmedida y
hombres sino a Dios y tiene sus propios derecho~ en su relación
. haber destruído así en buena parte su fertilidad. Fueron sobre
con Dios. Es un precepto para Israel como garantía de posesión
todo los grandes imperios los que explotaron y devastaron las
antes de entrar en la «tierra prometida»: «Cuando entréis en la
provi,ncias fértiles para la alimentación de sus ciudades y sus
tierra que os vaya dar, la tierra gozará del descanso del Señor. .. ,
ejércitos.
durante él no sembrarás tus campos ni vendimiarás tus viñas».
El tránsito moderno desde la agricultura a la indusnia agraria •
«Cumplid' mis leyes' y 'guardad mis mandatos', y habitaréis tran-
ha sustitnido el principio natural del barbecho. por el abonado
quilós en la tierra» (Lev 25, 2-4.18). Según Lev 26, Iss, este
químico. Los fertilizantes imponen a la tierra una fecundidad
precepto sabático viene a sustituir la invocación a los dioses
permanente, y [os monocultivos han sustituido a la antigua ro-
paganos de la. fertilidad para que bendigan la cosecha: «No os
tacié'n de cultivos. Herbicidas, insecticidas y pesticidas prometen
haréis ídolos ... Guardad mi sábado y respetad mi santuario». El
cosechas cada vez más ricas, pero destruyen a largo plazo el
que observa el precepto del año sabático gozará de lá cosecha y
suelo y envenenan las aguas subterráneas. Es una ceguera destruir
vivirá en paz; el que infrinja el «sábado de la tierra» sufrirá la
a largo plazo el propio fundamento de vida en busca de unas
sequía y tendrá que abandonar la tierra: «Asolaré vuestro país,
ganancias inmediatas. También es una ceguera traspasar los cos-
os dispersaré entre los paganos, vuestros campos serán desolación
tes de los propios beneficios a las generaciones futuras, que
y vuestras ciudades ruinas. Entonces todo el tiempo que dure la
tendrán que reparar esos daños si quieren vivir. Esta forma de
desolación y estéis vosotros en país enemigo, la tierra disfrutará
dominio de la naturaleza es también el comienzo de la autodes-
de sus sábados; s610 entonces descansará [a tielTa y disfrutará de
tmcción de [a humanidad a largo plazo.
sus sábados» (v. 34). Según 2 Crón 36. 19-21, Dios entregó
Con raZÓnse ha Hamado a la institución del año sabático la'
Israel a los babilonios y lo llevó a la cautividad por no haber
«sabiduría ecológica» de Dios'. La historia esperanzadora y. trá.
guardado los años sabáticos de [a tierra. «hasta que la tierra gica a la vez del antiguo Israel en la tierra de Dios es una ad.
disfrutó de su descanso sabático», hasta que se repuso de la vertencia para toda la humanidad: la tierra sobrevivirá, los hom-
explotación humana. .
bres posiblemente no.
Según esta concepción, el pueblo y la tierra de Dios perte- La comunidad c6smica es una comunidad de derecho: Tanto
necen a un orden jurídico común. La tierra es para el pueblo de en la época veterotestamentaria de Israel como en la edad media
Dios, pero el pueblo a su vez es para la fierra de Dios. El año europea había procesos cnntra los animales. Se castigaba a los
'sabático es el misterio ecológico de la tierra prometida. Si no es animales que atacaban, lesionaban o matab~n a los hombres; pero
respetado, el suelo muere y el pueblo tiene que ser deportado no a la inversa, a los hombres que atentaban contra los animales,.
hasta que se recupere de nuevo .. Si se respeta el 'lño sabático, el salvo en el caso de sodomía. Según Lev 20, 15, en caso de
pueblo vivirá largo tiempo en la tierra que [e dio el Señor. El sodomía el hombre será condenado a muerte y el animal será
«sábado de la tierra» es el signo de la alianza de Dios con la degollado. Lo mismo prescribe el arto 116 de la «Carolina», el
tierra, como el día sabático es el signo de la alianza de Dios con código penal de Carlos V, del año 1532. En [a edad media
su pueblo. abundaron, sobre todo, los procesos contra los cerdos, porqne
En [as sociedades agrarias, los hombres fueron siempre cons- éstos eran aún salvajes y a veces atacaban a [os niños. Parece
cientes de que el cultivo ininterrumpido empobrece el suelo, que hubo una serie de ejecuciones públicas de cerdos, no sólo.
provoca erosiones, reduce las cosechas y condena a la miseria. en presencia de hombres sino también de piaras de tales
Las investigaciones realizadas sobre la relación entre agricultura
y civilización enseñan que las grandes culturas de Mesopotamia, 6. ef. G. und E. Strnchan. Sun'ivai and the Sabbatieal Year. The Eco-
del valle del Ganges, del norle de Amca y de México se des- logical Crisis in ReJation lO (he Biblica/ Principie o/ Fallowing, Edinburgh .;
1980.

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418 El Cristo cósmico La wlnunJdad cósmica es una comunidad de derecho 419

animales/o Conviene recordar esta extravagancia porque de- utilizar de modo compatzHie con él y en armonía con el mundo
muestra que en la edad media el orden jurídico no se ceñía a la vital natural, no a su costas.
comunidad humana. Si en esos procesos se protegía el derecho Siempre que Dios anu:ncia la reconciliación del mundo, :ya
de los humanos contra los .animales agresivos. hoy habría que sea en la esfera p.ersonal, comunitaria o cósmica, se restablece
proteger los derechos de los .animales frente a los hombres agre- o se manifiesta la justicia de, Dios. La reconciliación del pueblo
sivos. Al igual que la fe judía. también la fe cristiana tiene de Israel. caído en la injusticia y la ilegalidad. en la gran fiesta
determinados esquemas jurídicos de origen divino. Si Dios es el de la expiaCión (Lev 16). servía para la rehabilitación de Israel
y para la imposición de la justicia de Dios, única garantía de la
creador del cielo y de la tierra. el cielo y la tierra serán propiedad
vida y la paz. La reconciliación de todo el cosmos por medio de
suya y como tal habrá que conservarlos y respetarlos. El que
Cristo (Col 1, 20) sirve para la rehabilitación de todos los seres
llame a la naturaleza «creación de Dios» .respetará el derecho de
postergados y maltratados y para la imposición de la justicia de
Dios a su tierra y se opondrá a la destrucción humana de la
Dios, que es la única garantía de la vida y la paz de la creación.
naturaleza, que parte de la ficción de que ésta es un «bien sin Por eso la reconciliación de los hombres con Dios, su reconci-
dueño» que pertenece a aquel que primero se apropie de él. liación entre sí y consigo mismos, debe incluir directa e inme-
Siendo Dios el propietario de su creación. sólo a él le compete diatamente la reconciliación con la naturaleza, para crear con
el derecho de disposición sobre ella. A los hombres y animales ella una comunidad de derecho con capacidad de supervivencia.
les queda el derecho de uso para poder alimentarse y vivir. y
esto en el marco del fin general de la creación: Dios quiere que
todas sus criaturas vivan en paz recíproca, «cada una en su es-
pecie». Aún no está del todo claro lo que significa sustraer a los
hombres el derecho de disposición sobre aquellas criaturas a las
que ellos puedeR dominar; pero esto incluye sin duda la protección
de las especies. ya que Dios creó los animales y vegetales «según
su especie» (Gén 1, 1l.21.24). El exterminio de especies enteras
animales y vegetales debe considerarse y sancionarse, por tanto,
como un sacrileg.io.
La propiedad humana sobre la creación de Dios sólo puede "
ser justa utilizándola en solidaridad. Este uso dentro de un respeto
solidario hace referencia a la sociedad humana actual: Según la
Constitución de la República Federal de Alemania, la propiedad 8. De la abundante bibliografía sobre el tema recojo los siguientes títulos:
debe ser socialmente solidaria y no se puede utilizar a costa de G. Liedke, 1m Bauch des Fisches, Okologische Theologie, Stuttgart 1979; U.
Duchf0w-G. Liedke, Schalom - der Schopftmg Befreiung, den Menschen Ge-
otras personas, sino en su beneficio. La propiedad comp011a rechtigkeit, den V6lkem Frieden. Sine biblische Arbeitshilfe für den konziliaren
también un deber sucesorio y no se puede utilizar a costa de las Pro~ess, Stuttgart L987; G. Altner, Sch6pfung am Abgrund - die Theologie vor
generaciones futuras, sino en beneficio de ellas. La propiedad, der Umweltfrage, Neukirchen 1974; Id., Leidenschaftfilr das Ganze - Zwischen
Weltflucht und Machbarkeitswahll. Stuttgart 1980: Id., Die Überlebenskrise
en fin, tiene un deber con el medio ambiente y sólo se puede der Gegenwart, Darmstadt 1987; K. M. Meyer-Abich, Wege ¿!1m Frieden mit
der Natur. Praktische Naturphilosophle ¡'ür die Umweltpolitik, München 1984;
7. J. Friedrich, Das Sdnvein vor dem Strafriehter, Tierprocesse im ¡v/it- A. Auer, Umweltethik. Ein theologischer Beitrag :;;ur6kologischen Diskussio~,
telalter: Freibeuter. Vierteljahrsschrift für Kultur und Politik, Berlin 1988, 36, Düsserldorf 1984; J, Moltmann, Dios en la creación. Doctrina ecológica de
8-16. la creación. Salamanca 1987.
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Pequeña apología
de la espera escatológica

La espera de la parusía en el cristianismo primitivo causa


perplejidad a la teología moderna, perplejidad que ésta trata de
superar con la desmitologización. En las cristologías teológicas
recientes apenas se hace mención del tema Aunque todas las
j.

confesiones cristianas hablan de aquel que ~<vendrá glorioso para


juzgar a .los vivos y -a
los muertos, cuyo reino no tendrá fin»
(credo niceno), la teología ha meditado poco sobre la «venida
de Cristo», Este descuido teológico ha dado origen a esa degra-
dación extravagante de la espera de la parusía que encontramos
en muchas sectas cristianas.
Pero ¿no. fue también una señal de aburguesamiento del cris-
tianismo que la espera de la parus.ía perdiera fuerza y nada tuviera
que decir a1'mundo ilustrado? Así como la pérdida de la esperanza
en el mesías ha sido el precio de la emancipación de los judíos
y de su insercióu en la sociedad moderna, la pérdida de la espera
de la parusía fue desde muy temprano el precio que se pagó por
la integración de los cristianos en el imperio romano. Mientras
que las primerns comunidades cristianas pedían con fervor en el
culto yen las persecuciones: «Maranatha, ven, Señor Jesús, ven
pronto» (1 COl' 16, 22; Ap 22, 20), la Iglesia imperial coustan-
tiniana comenzó a orar pro mora finis, para acreditarse como una
religión soporte del Estado y apoyo del mundo, El que busca la

1. Cf. W, Pannenberg, Fundaml!ntos de cristolog:"Q, Salamanca 1974; W


Kasper, Jesús, el Crisro, Salamanca 81992; E. Schil1ebeeckx, Jesús. La historia
de un viVIente, Madrid ,i981 .

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,. 424
PtqUtfltJ apología di! la t!s'poa escaroldgica 425

adaptación al mundo y el reconocimiento de éste, debe renunciar fmal en las iglesias medievales infunden miedo y terror al pueblo
a la esperanza en el reino mesiánico,. destinado a cambiar y en lugar de una actitud de espera gozosa. El Cristo juez universal
renovar todo: Tiene que renunciar a la visión de un futuro al- no despertaba el anhelo de la expectativa sino todo 10 contrario.
tem~tivo en'el reino de Cristo. Pero el que apuesta por un cambio La asociación unilateral del «retorno de Cristo» con el jnicio
radkal desde su presente vivirá con la esperanza de la venida de universal oscureció el sentido de este juicio, tonsistente en el
Cristo y de su reino. Necesita apoyarse en esta esperanza para . triunfo de esa justicia de Dios que debe ser el fundamento de la
desligarse del presente y oponerse libremente a.él (l Cor 7, 31). .. ' -
nueva creación de todas las cosas. Con la consumación de Cristo
No le agrada ya «el ser de este mundo», la injusticia y la violencia, en la gloria de Dios hay que esperar también el juicio, porque
y empieza a «desear la aparición del SeñoD>.Sufre con todas las la eliminación de la injusticia forma parte del perfeccionamiento
otras criaturas' bajo el poder de la muerte y clama con el Espíritu del Reino. No hay ninguna razón para excluir la espera del juicio
de Dios que gime en y con los dolientes: ,<Venga tu Reino y pase o para desmito19gizarlo como una apocalíptica anticuada; pero
este mundo». En la resistencia contra el poder perverso de la tampoco hay razón alguna para caer en la angustia y el pánico
opresión, en la persecución y en el sufrimiento se manifiesta la alite el «juicio final» y describirlo con ¡as visiones terroríficas
fuerza de la esperanza en la parusía. del infierno. También el juicio sobre los vivos y los muertos es
La espera del mal llamado «retomo de Cristo» ba tenido las objelo de la esperanza en la venida de Cristo, y no motivo de
más diversas motivaciones en la historia de la Iglesia y de las angustia. El que se entregó por los pecadores y sufrió por los
comunidades cristianas. Un esclarecimiento crítico de la espe- dolores y las enfermedades de los humanos, es esperado como
ranza en la parusía tendrá que descubrir y depurar estas moti- juez'. El Crucificado juzgará conforme a su evangelio sobre la
vaciones. La esperanza en la venida de Cristo no debe nutrir los justicia salvadora de Dios, y no con arreglo a ninguna ley ajena.
sueños de revancha de lós frustrados de este mundo. Ni los sueños No juzgará para castigar a los malos y premiar a los buenos, sino
de grandeza de los impotentes de este mundo. Y no tiene nada para hacer efectiva la justicia salvadora de Dios para todos. Juz-
que ver con una compensación religiosa de los desengañados de gará para enderezar )' rehabilitar.' La espera del ,~uicio final»
este mundo. La espera de cristo y la oración por su venida ex- debe integrarse en la espera de Cristo, no a la inversa. No debe
presan aquella esperanza que nacié de la resurrección de CriSlO convertirse en proyección de la angustia por la culpa humana
y que sigue viva por la fuerza de su Espíritu: La parusía de Cristo reprimida, para satisfacer el gusto masoquisla del autocastigo.
es primordialmente la consumación del caT¡\inode Jesús: El "Cris- Tampoco debe convertirse en proyección de las conocidas au-
to en camino» llega a su meta. Su obra redentora ha concluido. toexculpaciones de los hombres. Sebasa en el recuerdo y en la
El se perfecciona en su persona escatológica y se revela univer- experiencia presente de Cristo, y se dirige a su futuro: el Cru-
salmente en la gloria de Dios. Por eso Cristo, el Crucificado, es cificado juzgará. Juzgará con arreglo a su evangelio. Su justicia
el criterio para la espera de la parusía, como fue ya el criterio salvadora renovará al mundo. Sólo cuando la espera del juicio
de las apariciones de pascua. Sólo la concentración cristológica apocalíptico se «cristianice» totalmente perderá su terror)' pasará
puede impedir la degeneración extravagante de la esperanza en a ser una esperanza. liberadora para afrontar el furoro con la cabeza
la parusía. alla. Sólo cuando se considere el juicio como condición para la
La historia de la teología cristiana y del arte cristiano, es-
pecialmente en la edad media, enseñan que la espera del «retomo 2. Heidelberger Katechismus, Frage 52: I(¿Qué consuelo te produce el
retomo de CriSIO para juzgar a los vivos y a los muertos? Que en medio de la
de Cristo» quedó asociada tan unilateralmente al juicio final de tribu lución y las persecuciones espero con la ,cabeza alta la venida desde el
vivos y muertos que oscureció o hizo olvidar el «reino perdu- cielo del juez que se presentó yn en mi favor antes del juicio de Dios y me
rabie». De ello es lambién culpable la formulación del símbolo libró de toda maldici6n ... ~. Pero cuando leemos a continuación «... que él
arrojará a la condenación eterna a todos sus enemigos y míos ... », esto último
de los apóstoles, utilizado en occidente. Las imág~nes del juicio no responde, a mi entender. ti la cristología del Cristo juzgado corno juez .

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426 La p£ll"I!sía de Cristo Pequeña apotogia.Lie la espera escatológica 427

venida del reino eterno y se entienda en su carácter provisional, historia. Con este arQumento de Albert Schweitzer, la escuela de
se puede orar pidiendo su pronta llegada. Entonces la angustia la «escatología co;secuente» impulsó la eliminación, de' la
del juicio no impedirá ni paralizará ya la espera de la pamsía. . escatología'; pero partió de una espera temporalizada al identi-.
La reciente teología de orientación escatoLógica ha insertado ficar la «parusía» de Cristo con el futnro temporaL La pamsía
de nuevo, histórica y teológicamente, la espera de la parusía en de Cristo 'quedó así integrada en. el «finjo» general del tiempo' y
la cristología', La parusía de Cristo no es un apéndice superfluo se presentó mas próxima o más lejana s'egún las circunstancias.
de la historia de Cristo, sino que es su consumaci9ll. En el nuevo Pero si la parusía de Cristo entra en .el tiempo, resulta ser tan
testamento no es un recurso mítico, transitorio, que la teología transitoria cnmo cualquier otro futnro temporal y no se puede
pudieI'a sustituir al pasar a otra edad, sino el soporte de toda la compaginar con el«final de los tiempos». Entonces tampoco cabe
cristología y, en consecue.TIcia, la clave para la comprensión. de esperar la \legada de un reino «que no tendrá fin». Hay q~e
la historia de Cristo. Su misión mesiánica, ~us sufrimientos apo- distinguir aquí entre adviento y futuro: napouaia significa li-.
calíptico's y su. resuIT~cción escatológica de la muerte serían frag- teralmente llegada o presencia. Su versión latina es adventus; su
mentos ininteligibles si no hubiera que tener en cuenta los «días versión alemana, Zukunft; y designa lo que se hace presente.
del mesías", el futuro del hijo de] hombre, el «día del Señor» y, F uturum significa, en cambio', lo que se produce o deviene: lo
por tanto, la panlSÍa de Jesús en la gloria universal de Dios. La
que será. Pero las tres modalidades no hablan de futuro sino del
espera de la parusía es inseparable de los «títulos cristológicos»,
devenir y pasar de ser. Se da lo que fue, lo que es y lo que será.
como mesías, hijo del hombre y Kyrios. En la espera de la parnsía
Todo lo que será, un día no será ya. Lo que llega a ser, pasa, y
se juntan todos los hilos de la cristología. Jesús es esperado en
lo que aún no es, un día no será5• En este sentido no cabe hablar
su venida gl0110sa como Señor de la Iglesia, como el mesías de
de un futuro permanente sino de una transitoriedad futnra. Lo
Israel, como el hijo del hombre para todas las naciones, como
que viene es ontológicamente afín a lo que aún no es, pero puede
la sabiduría creadora de la que renacen todas las cosas. Por eso,
ser; no es, sin embargo, equiparable. En la espera cristiana de
el tópico «parusía de Cristo» forma parte' de la cristología y ño
la parusía, 10 que vendrá trae consigo el final de los tiempos y
sólo de la escatologfa. Al estar definida la ~~persona»escatológica
el inicio de la creación eterna; por eso está en relación, no sólo
de Clisto a la luz de la parusía, ésta forma parte de la doctlina
con el futuro del ser sino también,¡con su presente y su pasado.
sobre la persona de Cristo y no sólo de la doctrina sobre la obra
Como final de los tiempos, la pal1lsía llega en un instante que
de Cristo. Los artículos cristológicos fundamentales «crucificado-
resucitado» quedan en el vacio si no son referidos, por una parte: es simultáneo a todos Jos tiempos. Porque el futuro de Cristo
a la n,1isiónmesiánica del Jesús terreno y no se combinan, por trae consigo el fin del devenir y del pasar.
otra, con su venida escatológica. La espera cristiana de la parusía quedó silenciada, además,
La espera cristiana de la parusía cayó en descrédito cuando por aquellos teólogos que consideraron la cuestión de la «demora»
se empezó a hablar de la demora de la parus(a: según esta in- como un problema aparente que nada tenía que ver con la ver-
terpretación, la expectativa que tuvo Jesús y, después de él, el dadera fe, que. siente y espera la presencia de Dios en cada
cristianismo primitivo quedó desfasada con el (~transcurso» de la
4. A. Schweitzer, Geschichte del' Leben-Jesu-Forschung, Tübingen
(1913) 61951, 437s. Véase F. Hoistr6m, Das eschatologische Denken del'
3. Fueron básicos y oriemadmes los trabajos neotestamentarios de E. Cegen.vart, Gütersloh 1936.
Kascmanl1, Die Allfdllge de,. christlichen Theologie (1960) y Zum Thema del' 5. ef. E. Brunner, Das Ewige als ZUkWljt rl.lld Gegenwarr, München
urchristtichen Apokafyprik (1962), en Exegetische VerSl./che llnd Besilmungen 1965, 25; G. Sauter, Zukwift wul Verheissung, Zürich 1965, 154; 1. Moltmann,
II, Gottingen 1964, 82ss, 105ss. Estos trubajos lI1fluyeron sensiblemente en Respuesta a la crítica de la Teología de la esperanza, en W. D. Marsch .(ed.),
mi Teología de la esperanza (1964), Salamanca 51989. Un precursor solitario Discusión sobre la teología de fa esperanza, Sa[a!TIanca i972, 192ss; Dws en
fue p, Schlitz, Parusía: Hoffilllng tll/el Propherie, Heidelberg 1960. la creación, Salamanca 1987, \ 368S.

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428 La pClrns{a d~ C:ri.$ro P~quf!ñaapalagfa dI! fa espera escatológica 429

momento'. Contraponen a la espera temporalizada de la parusía parosía de' Cristo» contrasta con. el lenguaje bíblico, ya que .para
una ~sp~ra eternizada. Cada tiempo e.s un «tiempo último». Cada. el cristianismo priinitivo <<1aesperanza de la llegada inminente
momento es un «átomo de la eternidad». «Cada época es in- del elevado a la gloria mesiánica era lo prioritario, tanto que...
mediata a Dios». «El instante eterno se contrapone al resto de la 1W,POUcrÍá. nunca se aplicó a la venida de Cristo en carne mortal
los instantes precisamente. por ser el sentido trascendental de. todos ni' tiene nunca el significado del' retomo»'.,
ellos»'. En consecuencia,. la parusía de Cristo no cae en el tiempo Ni la temporalización ni la.etemización de la parosía se ajus-
sino que es supratemporaJ"e idéntica con la eternidad'. La parusía tan a la orientaéión escatológica de la fe cristiana primitiva. De
de Cristo es, pues, un futurum aeternum. Ante la eternidad de ahí surge para la teología el problema sobre el modo de concebir
Dios que irrumpe en eUa desaparecen todos los segmentos tem- ese «instante escatológico» que pone fin al tiempo en el tiempo,
porales. El tiempo mismo se disuelve en etemidad.~PetO siequi- de suerte que la parusía de Cristo y de su reino se puede concebir
paramos la parusía de Cristo con la eteinidad de Dios, no habrá a la vez como tiempo final y como inicio de la eternidad.. .
ningún punto temporal para poder entrar en el tiempo. No habrá El énfasis moderno de la experiencia soteriológica presente
entonces un final del tiempo .sino únicamente la delimitación de ha llevado también, entre otros factores, despojar de sentido a
todos los tiempos de.!a historia humana por- el instante eterno de la espera de la parusía. Si en la muerte en cruz de Cristo «ya
Dios. Pero esto lleva a la eliminación de cualquier espera de una está hecha» la salvación del mundo, como estimó Karl Bartb,
parusía real tal como se expresa en la invocación cristiana pri- las afirmaciones del nuevo testamento sobre la salvación furura
mItIva «Maranatlla, ven pronto», y a la transformación de la carecen de sentido. El futuro de la parusía de Cristo se limitará
escatología en mística: «Yo mismo soy eternidad si abandono el a desvelar el pretérito perfecto de la salvación. La parusía de
tiempo, si me recojo en Dios y Dios se recoge en mí» (Angelus Cristo no añadirá nada nuevo a la realidad de la salvación' «Todo
Silesius). También es un error la hipótesis de varias parusías de está hecho, sólo falta quitar el velo para que todos puedan verlo.
Cristo, repetida a menudo desde Justino a Karl Bartb. Si decimos El lo llevó a cabo y liene el poder de manifestarlo». «¿Qué traerá
que «Cristo vino en carne mortal,' Cristo viene en el Espíritu, el futuro? No un giro histórico sino la revelación de aquello que
Cristo vendrá glorioso»", nos limitamos a ajustar la eternidad de ya es. Es futuro, pero fururo de aquello que recuerda la Iglesia:
Clisto a las tres modalidades del tiempo: pasado, presente y lo que ya aconteció una vez por todas. El alfa y la omega son
futuro. La orientación escatológica de la fe cristiana cae por tierra: 10 mismo»". Es correcto fundamentar la espera de la parosía en
¿por qué había de dar preferenciaeLcreyente al futuro de Cristo el recuerdo de CristO, pero no se sigue de ahí la acentuación
sobre su pasado y su presente? Además, el hablar de una «niple unilateral del pretérito perfecto de la salvación frente al perfec-
cionamiento que aún falta. Si la resun'ección y la parusía de
6. Es In pÓsición de P. Althaus. Die letucn Dinge. Enrwuif einer Christ-
Cristo estuvieran referidas únicamente, al acontecimientQ salvador
!ichell Escllaro/agie, Gü[ersioh 1922; K. Barth. Ver Romerbriej. München de la muerte vicaria de Cristo en la cruz, la salvación misma
-1992; Die Aufcrsrehung, der Toten. München 1924; R. Bultmann, Juus, T.u-
bingen 1926, 46: «El fu.turo del reino de Dios tampoco es algo que el lega en ID. A. Oepke. art. Dapoucria. ThWNT v. 863. La expresión «retorno»
un momento dado del decurso del tiempo ... El reino de Dios es una fuerza puede desorientar si presupone la ausencia de Cristo y hace olvidar su presencia
que influye plenamente en el presente aunque sea algo futuro). No difiere en el Espíritu. Véase también P. Minenr. Christian Hope and the Second
sustancialmente la opinión de K. Rahner, Iglesia y parus(a de Cristo, en Escritos Coming. Philadelphia 1953. 20255. Por eso yo traduzco parusía por «futuro».
de teología VI. Madrid 1969, 338-357. CL también R. Bultmann. Geschichte como hicieron Lutero y Paul Gerhnrdt. y hablo de «futuro del CristO)). Cf.
u"d Eschatologie. TUbingen 1958.482. Te%gia de la esperanza. Salamanca '1989. 265ss. No comprendo cómo M.
7. K. Barth. Der Rómerbrief. MUnchen 21992, 482. Bat1h. Das Mahl des Herrn. Gemeillschaft mit Israel. mir Ch,.i,rrus llnd unter
8. P. AJthaus. Die let;:.ten Dillge. Lehrbuch der Eschatologie. GUtersloh den Glisten. Neukicchen 1987.97, pnede afirmar que «hoy hablan muchos de
1957,98. una teología de la esperanza. pero Jürgen Moltmann no parece dispuesto a
9. ~. Bart~. Dogmatik im Grundriss. ZUrich 1947, 152ss: Ignacio. Phld otorgar el lugar central al retomo de Cristo (¡sic!)>>.
9. 2; Justmo. DIal (4. 8; Apol 48, 2; 52, 3. 11. K. Barth. Das Mahl des Herrn .... 157; 159,

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Pequeña apologia de la espera escatológica 431
430 La parusía de Crisro

¿lo que sucede después no es siempre diferente de lo que se


quedaría reducida a una modalidad que no se. ajusta al evangelio pensó? El qne pretendiera narr~ por anticipado el curso de los
neotestarnentario. También la resurrección de Cristo y también acontecimientos escatológiGos c~:mvertiríaese futuro en pasado,
la'parusía de Cristo son «acontecimientos» de salvación'en cuanto porque sólo lo pasado se puede narrar ..E1.ft¡turo se puede esperar
que por medio de ellas se completa el proceso de curación de y anticipar con temor o esperanza paJia acomodarse ,ya hoya él.
este mundo enfermo. Lo que ocurrió con la muerte de Cristo en El «futuro" se' hace presente en el modo. de la, promesa, no en
la cruz lo llama Pablo la rehabilitación de los pecadores y la el modo de1logos, que se basa en la experiencia. ¿Cómo es.
reconciliación de los enemigos con el. amor de Dios. Este hecho posible entonces y qué es lo que justifica hablar de la parusía de
percibido en la fe es razón y ocasión para esperar la liberación Clisto? Los enunciados sobre el futnro de Cristo resultan nece-
de la muerte para el cuerpo y para toda la creación que gime, y sarios, dentro de la dinámica de lo provisional, en la expeliencia
a la nueva creación de todas las cosas por la revelación de la de la historia de Cristo. La misión mesiánica de Jesús, sus su-
gloria de Dios. Pablo no habla de un final de la historia ya frimientos apocalípticos y su resurrección escatológica apuntan
iniciado, sino de' un proceso escatológico que se pone en marcha más allá, hacia su reino eterno. No hay, pnes, revelaciones apo-
irrevocablemente con la resurrección del Crucificado. Justamente
calípticas especiales sobre la parusía de Cristo ni cifras miste-
porque la cruz y la resurrección de Cristo ocupan, según él, el
riosas del Apocalipsis de Juan que informen a los presuntamente
punto, central, su teología se orienta en línea totalmente escato-
iniciados sobre la parusía de Cristo; lo que hay es el evangelio
lógica hacia la parusía de Cristo. Lo prioritario para Pablo no es
simple y claro de CriSlO, que es la promesa de su futuro y el
la soteriología de la reconciliación del mundo sino la escatología
anuncio de su negada. El futuro de Cristo es esperado con una
de la glorificación de Dios. Cristo reconcilia y Cristo reina «hasta
esperanza que ese nutre del recuerdo de Cristo. Todo empuja
que» pueda entregar el reino perfecto al Padre, «para que Dios
hacia su futnro: La je, que confía en la palabra de.la promesa,
lo sea todo en todos» (l Cor 15, 25-28). Por eso, ¡a historia de
anhela la visión facial. El amor, que carga con los sufrimientos
Cristo está bajo la «reserva escatológica» (Emst Kasemann) y
del tiempo presente, clama por la justicia de Dios. La esperanza,
también bajo el signo de la anticipación escatológica.
La parusía no se limita a «revelar» el significado soteriológico en fin, ansía su cumplimiento y quiere convertirse en la expe-
de la muerte de Cristo sino que trae el cumplimiento de la histOlia riencia del gozo. Las afirmaciones legítimas sobre la parusía de
esperanzadora de Cristo,' pues sólp con la parusía de Cristo em- Cristo no se basan en oscuras presunciones sobre el fin del mundo
pieza «el reino sin fin». Sólo en la parusía de Cristo «se enjugan o en las visiones de unos profetas especiales, sino en la revelación
~odas las lágrimas». Sólo en ella"es redimido Israel y este «mundo histórica y anticipatoria qe Dios.
rrredento» es creado de nuevo. De ahí que este futuro de Cristo La comunidad espera de la parusía de Cristo la consumación
no traiga «un giro más» en la historia, sino el giro definitivo. La de la historia de la salvación y el término de la historia de la
fe en la salvación actual y la esperanza en la parusía futuro no' perdición, el perfeccionamiento de la liberación y el fin del su-
se sitúan en el mismo plano, con posibilidad de acentuar teoló- frimiento. Por eso la paras la de Cristo y el final de este tiempo
gicamente una .u otra para vaciar de contenido la cruz o el futuro cósmico se corresponden. No se corresponden en el sentido de
de Cristo. La resulTección del Crucificado es la anticipación de una «venida de Cristo al final de los tiempos» 12, como si ese
su parusía gloriosa, y ésta es en la plenitud de su resurrección. final fuera algo fijo y preestablecido, sino a la inversa, en el
La reconciliación universal es la promesa de la nueva creación sentido de que la venida de Cristo permite hablar de final del
de todas las cosas, y la nueva creación es el cumplimiento de la
reconciliación uuiversal. El recuerdo de Cristo y la espera de 12. Formulación de H. Wenz, Die Al1kunfr unseres I-ierrn am Ende der
Welt, Stuttgart 1965. que K. H. Schelkle. Theologie des Neuen Testamentes
Cnsto se clarifIcan mutuamente, lejos de perjudicarse. IV!l: Vollendung I'ml Sehdpfimg tlnd Erlósung, Düsseldorf ]974, 5 Parusie,
Pero ¿qué podemos decir sobre un futuro que no ha llegado 6155, hace suya porque cita a Wenz incorrectamente.
aún? ¿no es mera especulación todo lo afirmado sobre lo futuro"

..' e....•"
434 La parusía de Cristo
«El que viene» 435

la alabanza de Dios (Is 35, 10; 40, 5). Cuando llegue el Dios modo Cristo saldrá un día de su ocultamiento. Hemos indicado
vivo liquidará también la muerte por siempre (Is 25, 8). Todas ya que las apariciones de Cristo resucitado fundamentan la his.
las cosas y todos los seres vivos serán liberados para entrar en toria de la fe y la orientan con la esperanza de la parusía de
su reino glorioso y serán creados de nuevo.
Cristo'. La parusía del tiempo final es la aparición univers~l de
«El que vien6? designa también, en el marco de la espera de
Cristo, como las apariciones pascuales representan la anticipación
Dios, a esos personajes esperados que facilitan su venida y pre.
, histórica del futuro «día del Señor». Hay que recordar, en fin,
paran al pueblo para su futuro: para el Kyrios, para el mesías de
que Cristo no es esperado en su día como persona privada sino
Israel, para el hijo del hombre destinado a las naciones y ¡iara
como persona colectiva: su futuro es también el futuro de aquellos
la Sabiduría que hará nacer de nuevo al cosmos. También ellos
que ya aquí «están en Cristo». Ellos «se manifestarán también
tienen su día y su reino y no son viables sin la espera de la
con él gloriosos» (Col 3, 3-4). Los que ~<estánen Cristo» com-
panlSÍa. Sorprende que Pablo identifique directamente y como
algo obvio el «día de Cristo» con el «día del Señor» (l Cor 1, parten aquí su oprobio en 19s sufrimientos y las flaquezas, y
8; 5. 5; 2 Cor 1, 14; Flp 1, 6; 2, 16; 1 Tes 5, 2), Y equipare por esperan ser glorificados y reinar con él. Esto se puede representar
. tanto a Jesús con Yahvé, sin duda por creer que el Jesús elevado como «la primera resurrección» (l Cor 15, 23: « .. después, lo
es áhora el Señor del reino de Dios. de Cristo el día de su venida»; pero caDe interpretarlo también
2. Cristo es esperado por los suyos como el Señor. El apa. como la «manifestación» de la vida etema de los creyentes que
recerá glorioso en el «día de Cristo»; por eso el «día del Señor» ahora está oculta con Cristo en Dios (Col 3, 4).
es un día de salvación, no de desgracia. Esto permite diferenciar 3. Jesús aparecerá corría mesías de Israel en el «día del
la espera neotestmnentaria de la expectativa apocalíptica3. Inspira mesías» y redimirá al pueblo de Dios'. Pablo esperó sin duda
confianza, no temor, aunque cada- cual «será juzgado según sus que la parusía de Cristo como Señor de la Iglesia fuese también
obras» (2 Cor 5. !O). Como la parusía llegará de modo impre. la parusía de Cristo como mesías de Israel (Rom 9.11): Cuando
visibl.e, hace esperar lo inesperado. Aunque este día se presente Cristo haya recorrido su camino a través del mundo de las na-
«como un ladrón de noche» (l Tes 5,2), los creyentes lo acogerán ciones y el «conjunto de los paganos» haya alcanzado la salva-
«puros y sin tacha» (l Cor 1, 8; Flp 1, 6.10) Y los pecadores ción~ «todo Israel se salvará», pues «llegará de Sión el1ibertador
encontrarán en él su salvación (1 Cor 5, 5). Para los apóstoles para expulsar de Jacob los crímenes» (Rom 11, 26). Aunque no
que sufren aquí y son perseguidos, será el día de su honra (2 Cor «todo Israel» pueda creer en el evangelio de Cristo, Dios seguirá
L l4;.F1p 2, 16). Será el día en que se manifieste lo que ahora fiel a su alianza y a sus promesas y alcanzará su objetivo, la
es una realidad oculta, y se consume la salvación ahora inic'iada redención de Israel, incluso con la oposición de éste .. Pablo con.
(Flp 1, 6) ..'Lo que áhora es objeto de fe será entonces objeto de cibe la redención final de Israel como «resurrección de los muer-
visión. En la visión de la gloria de Cristo acontecerá la trans- tos»: «¿Qué será el acogerlos sino un volver de muerte a vida?»
fonnación.de la bajeza de nuestro ser (Flp 3, 21) y, por tanto, (Rom 11, 15). Esto significa que los redimidos no serán única.
la liberación del mundo corpóreo. terrenal del poder de la mue11e. mente los que vivan el día de Cristo y lo contemplen. sino «todo
Cabe ~eña\ar que, si bien no aparece en Pablo la descripción Israel», desde el primero al último israelita. El «volver de muerte
apocahphca y cósmICa de aquel día del Señor, como expone .alÍn a vida» afecta.a todos diacránicamente, a los vivos y a los muer-
2 Pe'3, 10 con ei desplome de la bóveda del cielo y la tempestad tos. Esa resurrección el «día del mesías» no es objeto de fe sino
de fuego, no falta en él elemento intuitivo: así como él llegó a que se contempla como vida eterna y pertenece por tanto a la
ser.apostolen vJrtud de una revelación visual de C1isto, del mismo categoría escatológica de la visión. Pablo se representará la re-
dención. de «todo Israel» de igual modo que su propia conversión
3. W. RadL Ankunj't des Ham. Zur Bedeufuno und Funktioll der Pa-
rusieaussagenbei Paulus, Frcmkfurt 1981, 177ss. C>

4. Cf. cap. 1, 2.
432 La purus[a de Crísto

tiempo. No es «el fin del mundo» lo que trae la parusía de Cristo.


sino que la parusía de Cristo hace ,que la condición indigente de 2 ,.
«este tiempo cósmico» acabe en la doria de su reino eterno.
Sin anticipar la escatología, qu'; se abordará ampliamente en , ,
«El que viene»
el siguiente tomb, trataremos de clarificar la significación cris-
tológica ge ]a espera' de la parusía. Preguntare~os quién VIene,
cuándo y de dónde. viene, y cómo viene. Analizaremos.

1. «El que viene» es por lo pronto, en el antiguo testamento,


una expresión que se aplica a Dios mismo. A la vista de la
diferencia: antes señalada, entre adventus y futuruln, no podemos
imaginar a Yahvé como un «Dios que tiene el futuro como ca-
rácter constitutivo»'; pero la fe en este Dios de la historia va
unida desde el principio a la esperanza de su llegada gloriosa
como plenitud del universo. La «visión» excepcional de la gloria
de Dios que tuvieron Abrahán, Elias e Isaías de fundamento a
esta expectativa universal. Los profetas y los salmos prometen
o piden reiteradamente la «venida de Yahvé>, (Is 35. 4; 40, 3.5;
60, lss; Sal 96, 13; 98, 9 Y passim)'- El Dios de la esperanza
es también el Dios que viene. En este contexto se habla de «día
del Señor» (Joel 2, 1; 2, 11;' 3, 4; Amós 5, 18) Y de «día de la
liberación» (Is 63, 4). Cabe suponer que estas esperas de Dios
en el antiguo testamento influyeran en el uso lingüístico neotes-
tamentario, especialmente de Pablo. Debemos examinar, ante
todo, la idea de una parusia de Dios: Dios sale a la luz del día
desde su ocultamiento bistórico. Lleva a los suyos a la victoria
y juzga a sus enemigos. Juzga también a Israel, como subraya
Amós; pero finalmente llena el mundo con el brillo de su gloria
para que todos lo vean como es, lo ensalcen y se rehabiliten en

1. ef. Teología de la e5peran::,a, Salamanca 51989, 2l.


2. ef. G. von Rud, The Origin 01 the COl1cepr oi [he Da)' of Yahweh: JSS
4, 1959, 97-108; Id., Teología del antiguo testamento ll, Salamanca 61990,
156-161; A, J. Everson, The Doys of Yahweh: JBL 93, 1974,329-337; Y.
Hoffmann, The Day al rhe Lord as a COI¡cept and a Term i}J. [he Prophetic
Litera/ur: ZAW 93 (1981) 37-50.

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436 La parus(a de Cristo 437

de perseguidor a, apóstol de, Cristo: a través de, su experiencia de de Israel y en este sentido está presente en, él el prQpio,Israel,
la resurrecciórt d," Cristo (Gál,l, 16), Si unimos amba¡¡;esperas, llamado 'por Dan 7, 18' <<lossantos del Altísimo». 'En el «hijo del
la de laparusía ',de 'Cristo para la Iglesia y. la' de la parusía del !iombre» -así. podemos concluir- el Dios de Israel. impondrá
mesías para todo ,.Israel, surge la sDfprend~llte imagen de una su justicia contra los soberanos injustos de la tierra' y hará 'que,
redención final d~ cristianos, y judíos en el- reino etérno ,dé su los pueblos'.alcancen la'pa2 de la humanidad. Por eso, el juici'o
Señqr coinún.' . '. .'. ;- . .... _ " sobre vivos y 'muertos está en las manos del hijo del hombre, y
4', JeslÍs como hijo del hombre aparecerá el «dia del hijo" su reino no tendrá fin. Como se desprende de la mayoría de los
del hombre», para Juzgar a los, vivos y a los muertos y hacer de textos, Jesús se identificó de modo indirecto y ariti¿ipatorio con
ellos la nueva, 'h'1manidad de su reino', La espera de la parusía el hijo del hombre escatológico, y con ello integró en su, pasión
fue desde el principio una nota permanente en la representación' el futuro del hijo del hombre (Mc 8, 31), de suerte que '<el
, del hijo ,del hombre, No se puede asumir esta representacióq sin presente de Jesús es el anticipo latente de lis funciones y de la
aquella espera, Es el' «hijo del hombre» el que «vendrá en la acción del hijo del hombre que ha de venir'., As'í se comprende
gloria de su Padre con'los, santos ángeles»' (Mc 8, 38), el que por qué el futuro de Cristo se representó también con la imagen
«vendrá sobre las, nubes del cielo, con gran poder y majestad» de la venida del «hijo del hombre». y el «día del Señor» se
, (Me 13, 25-27), Jesús se identificó con él ante sus ,jueces: éstos representó también como el «último .día» del juicio universal,
«verán al hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso donde el juez será el hijo del hombre, No vendrá únicamente el
y venir entre las nubes del cielo» '(Mc 14, 62). Elementos de la Señor de la Iglesia ni sólo el mesías de Israel, sino el hijo del
imagen del hijo del hombre marcan también el credo cristiano, hombre universal que impondrá la justicia de Dios mediante el
Sobre todo, la idea, del gran juicio universal se remonta a la juicio para su reino de paz sin fin. El Señor, el mesías, el hijo
'espera profética y apocalíptica del 'hijo del hombre. Es una es- del hombre, son representantes de la soberanía de Dios. Sus
'. peranza teopolítica a tenor del denominado «cuadro de las mo- figuras no son fijas, sino que dejan paso al Dios que viene, Por
narquías» de Daniel 7' Al hijo del' hombre que Bega desde el eso no se estorban entre sí. La espera de la pa.'1.lsíano debe
, CIelo se 10.otorga «poder, honor y. reino, y todos los pueblos, quedar fijada a una sola figura. La variedad de las figuras de la
nacIOnes y lenguas le servirán. Su dominio es eterno y no pasa, esperanza pone de manifiesto de modo realista los diversos grupos
,~:su reino no tendrá fin» (Dan 7, 14). El horizonte de la espera de referencia: cristianos, judíos, paganos.' .
, del hi~o del hombre se extiende a toda la humanidad: la realidad 5. Cnn vistas a la nueva creación de todas las cosas para
humana de todos los hombres alcanzará en' su reino sus derechos .0.1reino de la gloria, se podrá esperar también 1" parusía de los
y su verdad, Sin embargo, el hijo del hombre denota unos rasgos mediadores de la creación: el Esp(ritu y la Palabra. Si el creador
israelitas'. Según la visión del trono de. Yahvé en Ez J, 26. Dios dice al tinal: «Todo lo hago nuevo» (Ap 21, 5), tendrán que
intervenir la palabra creadora y el espíritu creador. El lenguaje
mismo presenta «la figura de un ser humano». El «homi~oide»
cristiano sobre la resurrección de Cristo «de entre los muertos»
de Dan 7, 13 difiere sin duda del «anciano» de Dan 7, 9; pero
llama a Cristo «el primero en naceD>de la muerte, e implica así
cabe suponer que se trata de una figura divina. Así 10 sugieren
la parusía de la resurrección general de los muertos para 0.1reino
t~mbién las descripciones de su {<poder eterno» y de su «reino
de la vida eterna. De ello cabe concluir que Jesús aparecerá como
sm fin»; que según Dan 6, 27 van referidos al «Dios de Daniel».
sabiduría en el centro de la nueva creación de todas las cosas.
El «hijo del hombre» es, según Dan 7, representante del Dios
Por eso es plenitud de luz y podemos representarlo como el
5. er, c.p. l. 2, «~manecer»sobre un mundo envuelto en «tinieblas y en sombras
.6. Así lo señala c~nrazón B. Klappen. Perspektiw!n eincr \'VlI luden und de muerte» .
(,:/msl(!/I aJl<;usr,.ebenden gerechten Weirgcsellschaft. Freiburgcr Rundbrief B ._
trUge zur chJistlichjüdischen Begegnung. XXX. [978. 67-82. - el 7. B. Klappert. Perspektiven .... 70.

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..
3
El «día del Señor>:>

Como bemo~ visto, tanto las ideas sobre Dios como las ideas
sobre el mesías y el hijo del hombre van asociadas esencialmente,
y no por azar, a la espera de la parusía. Así lo dan a entender
expresiones corno «día del Señor». «día del mesías» y «día del
hijo del hombre». Las indicaciones sobre el cuándo y el cómo
de este «día de la venida>:. son cambiantes. Por una parte, el «día»
llega de. improviso «como .un ladrón de' noche» «súbitamente» y
«de repente» como los primeros dolores de parto (l Tes 5, 2-4;
Mt 13, 8); por otra parte, se anuncia este día de llegada con la
«trompeta de Dios» (1 Tes 4, l6; 1 Cor 15, 52; Mt 24,31), para
que los muertos resuciten y los vivos se puedan preparar. Hay,
en fin, indicaciones de una transición continua desde la aurora a
la plena luz del nuevo día: «La noche está avanzada, el día se
echa encima ... » (Rom 13,12). Aunque no se habla aquí del «día
de Cristo», el tema es el «día de la salvación», tan «próximo»
que ha llegado la hora de «despertar» del sueño.
¿Qué significan estas formas de espera para la praxis de la
vida? :Mientras que el inicio «súbito» del día del Señor dispone
a los creyentes a esperarlo en todo tiempo y '(1 estar preparados
en cada instante, el toque de trompeta para despertar a los muertos
evoca distintas fases en la aparición de ese día y la preparación
de los muertos y los vivos para su llegada. Hace pensar en una
especie de procesión de entrada litúrgica. Pero si ese día está tan
«cerc:.D> como el reino de Dios que Jesús anunció, sus efectos
tienen que dejarse sentir ya en todas partes, como los primeros
rayos del sol matinal: Las «armas de la luz» del nuevo mundo
están ya prestas: se siente la «fuerza de ia resurrección».
. ,

El ~d(adel Señor; 44J


440 ., la parusia de Cristo

Este desplazamiento en la espera. de la parusía desde la idea la gloria divina. Como «día del SeñoD>, no está como «último
de un. día imprevisible a la de un día anunciado y ya amanecido día» en la serie de los ~ías y de los tiempos, sino que los cruza
sugiere una influencia cristiana en la tradición apocálíptica. El transversalmente. No sólo acontece «desde. adelante» sino tam-
centro de gravedad pasa del futuro apoc3.1ípticamente esperado bién' «desde arriba»; no sólo en el tiempo,. sino también paralelo
del Señor al futúro de salvación ya iniciado con Cristo. Las dos al tiempo:.' '.
pri~eras }nterpretaciones aparecen también en la apocalíptica Si el «último día» es el <{díade todos los días», eí {<díade
JudIa; la ultIma sólo es pOSIbleen eL cristianismo. todos los días» y el {<últimodía» a la vez, surge el problema
¿qué significa el «día de la venid"" del Señor, del mesías y teórico sobre el modo de concebir el. tiempo y la eternidad en
del bIJa del bombre? Es significativo que se bable de un «día» este punto. Si el último día cae en el tiempo, no podrá poner fin
y no de la <<nocbe».Este tiempo transitorio no acaba en la noche al tiempo .. Si el día del Señor cae en la eternidad simultánea a
.de la tiniebla divina. No hay un «ocaso del. mundo» en la nada. todos los tiempos, no podt1 caber en un determinado tiempo ni
Lo que va a llegar es el «día» sin noche, la luz eterna, el día podrá poner fin al tiempo. ¿Cómo. habrá que concebir, por tanto,
de la nueva creación. El tiempo que fue creado como sucesión el {{instanteescatológico» que pone fin.al tiempo en el tiempo?
de tarde y mañana toca a su [m y se consuma en el «resplandor
de la eternIdad» y en la eterna primavera de la nueva creación .
.Ese sábado cósmico al que Gén 2, 1-4 agrega una tarde, a di- 2. ELinstanJe originaL y eL instanle escatoLógico
ferencia de los días de la creación, apunta a una creación nueva,
eterna, que es' iluminada por «la gloria de Dios y cuya lámpara Podemos remontamos, para empezar, al debate iniciado por
es el Cordero» (Ap 21, 12). Por eso el ángel vigoroso jura en Agustín sobre el <{comienzo»de la creación'. El {<principio»(Gén
'Ap 10, 6: «Se ha terminado el tiempo (:x:póvo~ OUKÉUEO'1:CU). 1, 1), cuando Dios creó el mundo, ¿cae 'en el tiempo o en la
eternidad? Si cae en el tiempo, la creación presupone el tiempo
y hubo un tiempo previo a la creación. Si oae en la eternidad.
l. El «último día», el día de lodos los días Di,os será el creador eterno y su creación será tan eterna como
él. Agustín intentó eludir ¡,¡ dificultad diciendo que Dios no creó
el mundo in lempore sino cum lempore; el tiempo, por tanto,
El {{díade la venida» será un día como cualquier otro. Caerá
habría sido creado junto con la creación. Esta solución es correcta
dentro del tiempo. Por eso se llamó a menudo, en lit tradición
en referencia al tiempo creado que conoceI)los con su tarde y
cnsliana, el {<últimodía». Pero se define por lo que en él sucede,
mañana; pero no responde a la pregunta de si el «comienzo» de
la llegada del Señor en su gloria eterna, y ésta interrumpe el
la creación y, por tanto, el {{comienzo» del tiempo creado es
~empo d~ la caducidad y pone fin al tiempo en el tiempo. Si el
temporal o eterno. Agustín tendía a ver ese comienzo en la eter-
ultImo dla es a la vez el comienzo de la eternidad de la nueva
nidad del designio divino de la creación y a concebir a Dios como
creación, es algo más que un día del calendario. Con razón se
el {{creadoreterno de todos los tiempos»'. Aplicando estas po-
le llama, a la luz de la venida de Dios, <{eldía de todos los
sibilidades conceptuales al {{findel mundo», cabe afirmar que el
días»', pues la eternidad que aparece en este día es simultánea
mundo no concluye en el tiempo de forma que después no haya
a todos los días y alumbra todas las noches de la historia del
mundo. Por eso verán los vivos este día junto con los muertos:
2. Exposición más amplia en El tiempo de la creación, en Dios t:n la
los pn~eros como «transformación», los segundos como «re- creación, Salamanca 1987, 11955.
surrecclón», y unos y otros como {{transfiguración» al brillo de 3. Agustín, Confessiones. XI, 10: (Quod si exortum est aliquid Dei subs-
tantia, quod prius flon eral. non veraciter dicitur aetema ¡Jla substantia; si aurero
l. G. Gloege, Al/er Tagt: Tag. Stuttgart 1960. Dei vol untas sempiterna erat, Uf esset creatura. cur non sempitemaet crealura?».

-.- .. ------------- ----_ •••.•~;¡:. . ...--: .


, I

442 La pOrlls(a de Cristo El lidIa dd Señor~ 443

más tiempo, sino que acaba con el tiempo y el tiempo. Con él. en una creaci6n transfigurada. El tiempo creado concluye y el
Pero entonces el puma final no puede caer en el tiempo sino que «tiempo de la creaci6n» expira. Los espacios .creados se disuelven
será simultáneo. a todos los tiempos, de lo cual se seguiría. que y el «espacio de la creación» desaparece .. El. CIelo y la tierra
Dios mismo es «el término eterno de todos los tiempos» encuentran su figura transfigurada, definitiva, en la ommpresen-
En la concepción del instante escatológico tropezamos, pues, cia ilimitada de Bias. Aquella autorrestricci6n de Dios original
con el mismo dilema que en la comprensión del instante origi- que hizo posible .la existencia del tiempo y del espacio de la,
nario. El'. dilema es real, pues el instante por el que el tiempo creaci6n cede. ante esta recuperac16n. de la mmensIdad que todo
entra en la eternidad se corresponde, como reflejo, con el instante lo abarca y penetra: Surge la nueva creaci6n de todas las cosas,
por el que el tiempo salió de la eternidad. En ambos casos parece de la que cabe decir que <da gloria pura del motor umversal
útil distinguir entre el instante originario y el instante inicial~ y impregria el mundo» (Dante). El ,'<tiempo de la creaci6n>' se
también entre el instante último y el instante escatol6gico. convierte en el eterno «e6n de la creaCl6n», y el «espaclo de la
creaci6n» pasa a ser el"templo c6smico para. la inhabitaci6n de
Para la comprensión del instame originarió, Isaal< Luria ela-
Dios. La salida de las criaturas del tiempo para entrar en el e6n
boró la idea del zimzum, que Schelling adoptó más tarde en
de la gloria divina se produce mediante la resurrecci6n de' los
sentido' filosófico. Designó con ese término esa autolimitaci6n
muertos y mediante la aniquilaci6n c6smica del poder de la muer-
de Dios que precede a su creación. Dios da margen a la creaci6n
te. Entonces quedarán todas las cosas rescatadas del tiempo y
cediéndole su omnipresencia. Dios deja tiempo a su creaci6n
alcanzarán la unidad.
restringiendo su propia eternidad: «S6lo 'retirándose de sí mismo El instante escatol6gico tiene esas dos facetas: Dios recupera
hacia sí m.ismo' puede Dios suscitar algo que no sea esencia su oloria v la creación entra en el reino de la gloria. Dins recibe
divina, pero sí un ser divino4. En esta auto1imitación Dios actúa a s~s criaiuras, al final de los tiempos, en el reino de su gloria.
sobre sí mismo antes de llamar a Su creación a la vida. Crea el El último instante pasa así al instante escatológico. El «último
cielo y la tierra en el «espacio de la creaci6n» abierto previamente día» conduce al día eterno de la nueva creaci6n. Por eso el «último
por él' y en el «tiempo de creación» otorgado antes por él'. En día» no va seguido de noche sino de esa eternidad de la que dice
esa autolimitaci6n de Dios se encuentra la transici6n que bus- el canto eclesial: «Oh principio sin fin ... »'.
cábamos desde la eternidad al tiempo. Tal es el instante originario
para el tiempo de la creaci6n. En él se recogen y se disponen 3. E6n: la eternidad relaiiva de las criaturas
todas las posibilidades que Dios desarrollará después en el tiempo
de la creaci6n. La teología ortodoxa habla aquí del «e6n inicia!», ¿De qué eternidad se trata? lio de la eternidad absoluta de
Dios, sino de la eternidad relativa de la nueva creacl6n. No de
ya que del instante originario de Dios procede el instante iniciar
una eternidad esencial sino de una eternidad compartida, que
de la creación. El instante originario encierra en sí la disposición
de la eternidad para el tiempo, y en el instante inicial el tiempo i. Canto de Ioh. Ris( (1607-]667), EKG 324. ve~o 1: ef, también el
sale de la etemidad y se desglosa al hilo del proceso creador en canto de Johann Walter (1496-1570):
el antes y el después, en futuro, presente y pasado. «De gozo, me llena el dulce ver<1n~*.
El instante escatOl6gico procede del instante originario. Con- cuando DIOS todo-10 renueve por sIempre.
siste en la superaci6n de la autolimitación de Dios por Dios Ciele y tierra serán recreados:
gloriosa, bella y diáfana será lOda criatura,
mismo. Dios rompe los límites y revela su gloria para serlo todo Nada podrá igualar la etema belleza,
con nada es comparable. las palabras fallan.
4. G. Scholem. Schopfung aus Nichrs tmd Selbstverschrankung Goues: Guardtmoslas hasta el último dra.
Eronos XXV (1956) 87-119. t 16. en que sabremos 10 que Dios es y lo que puede»
5. Cf. EL espacio de la creación, en Dios en la creación, 155s5. (EKG 311)
. 6. ef. El tiempo de la creación. en Dios en la creación, 119ss. * El verano de la eternidad

...,."...
, I

Úl pantsia d~Crisro El lidia dd S~ñor,. 44~

consiste en la participación en la eternidad esencial. de Dios. El , El movimiento pone de' manifiesto' una diferencia esencial,
reciente debate sobre la parosía, que' ha oscilado entre, una tem- entre tiempo y eÓn. El tiempo creado ,se percibe en unos cambios
paralización y una, etemización de ella, adolece' del ,error de irreversibles. El antes y el después permiten diferenciar el, futuro'
definir tiempo y eternidad por negaciones mutuas, y de deSignar y el. pasado. Estas experiencias hacen que podamos hablar. de
con el término etemidad, únicaJ\lente la etemidadabsoluta de cursos de ,'tiempo lineales y esbozar líneas temporales a mvel , "
Dios. Para salir de esta falsa altemativa se puede recuperar el teleológico. El.,movimiento en el que ~epercibe el tiempoeómco '
«eóJi» de ra Iglesia antigua'. El «eón» no es la eterriidad absoluta o la etemidad relativa es, en cambIO, el movmuento Circular. El
de Dios sino la eternidad relativa de aquellas criaturas que par- círculo y los cursos circulares fueron desde antiguo, en muchas
ticipan en su ser etemo, como los ángeles del cielo. Por eso el culturas, imagen de la etemidad. Dionisia Areopagita, al que
tiempo del ángel es eónico. Es eónica aquella esfera de la creación debemos la doctrina más extensa, aunque muy especulativa, sobre
invisible que se llama «cielo» y se contrapone al mundo visible los ángeles, estimó que éstos «circulaban» e~ espiral alabando ,a
llamado «tierr",>', donde el tiempo transcurre en la.,sucesión del
Dios alrededor de su trono en el cielo; se transforman de clandad
día y la noche,. También será eónica la nueva creación' en el
.' en claridad sin aumento ni disminución. Se podría decir, aná-
tiempo de la vida eterna: Esa' idea de eÓn permite concebir el
logamente, que el tiempo creado y orientado al .futuro ,se trans-
':tránslto desde el tiempo de la creación a la etemidad de la nueva
forma en movimientos circulares del tIempo eómco de la nueva
':~creación. El mundo no «acaba» en la nada ni en Dios, sino que
,'pasa del tiempo al eÓn. creación. Son cíclicos y reiterativos los cantos y las danzas con
los que las criaturas expresan su admiración ante Dios y su gozo
8. D. Slaniloae. Onhodoxe Dogmatik. Okumenische Theoiogie 12. Zü- por la propia existencia. También son cíclicos los procesos de
rlch-Gürersloh 1985, 303 ss. er. también H. Sasse, arto alcóv. aicbvlo<;, en regeneración de todo ser vivo. Lo que nosotros llamamos «VIda
ThWNT I. 197.209. Sasse barrunta detrás de la apocalíptica judea-cristiana etema» comprende ambas facetas. El tIempo envejece; sólo, per-
del eón presente y el eón futuro la teoría sobre la eternidad de la astrología
:"oriemal con su idea del eterno rerorno, y aduce para mostrarlo la idea del manece joven la eternidad, de la que el placer y la alegna de
«nuevo nacimiento del C06mOSl> y el ,principio 'ta £O'Xa,a roe; .a. n:pWra.(Bnm aquí y ahora pueden dar un anticipo. La .eternIdad es una dI-
: 6. 13). Mientras que la idea del eterno retomo de lo idéntico en la serie de las mensión profunda de la vida y deSigna la mtensldad de la VIda
edades cósmicas domina el espíritu del predicador Salomón: «¿Hay algún suceso
. del que podemos decir: mira. eso es nuevo? Eso ocurrió ya en los siglos (afont:n) vivida, no su extensión infinita .
que nos precedieron» (EcI 1, 10), la apocalíptica rompió esa teoría de los eont:s
con la idea de lo único y lo dcfinüivo: este tiempo cósmico es el eón U":lnsitorio
de los dolores. definido por el tiempo Uronos). El eÓn futuro es la nueva
creación y está determinado por 'la resurrección de (os muertos; su «tiempo»
es la.eternidad relativa, wor/d wifhoUl end. En línea cristiana, el pensamiento
apocalíptico aparece a su vez cruzado, en ambos eones. por la resurrección de
CriStO«de entre los muertos» y por la experiencia pneumática de «los dina-
mismos de la edad furura»(Heb 6, 5). En Cristo y en el ,Espírituestá ya prescme
la nueva y ete.rnacreación en medio de este eón transitorio (2 Cor 5. 17). Si
se retrotrae el pensamiemo apocaliptico al pensamiento astrológicó del eterno
retomo de los cieJos cósmicos, por ejemplo. del año pitagórico. la experiencia
cristiana de la fe cristiana pierde su horizonte contextua!. La muerte y resu-
rrección de CriSto degenera entonces en un mero símbolo del eterno retomo
de lo mismo y no aporta nada nuevo. Este es el peligro que lleva consigo la
interpretaciónde C. G. long: Afon. Princeton University Press 1959. Le siguen
G. Str.:lchan,Christ and che Cosmos. Dunban 1985. y otros muchos pensadores
New-Age. Pero In Ncw.Age no tiene nada que ver con la esperanza cristiana
en la nueva creaci6n de todas las cosas. ya que no prelende en principio aportar
(nuda nuevo bajo el sol», sino repetir cfclicameme lo antiguo.

",,'. _.~.
.,
4
«Desde allí ha de ven:ir ... »
La'.categoría de cielo

Según las tradiciones bíblicas y los credos cristianos, la pa-


rusía de Cristo presupone la existencia de un espacio llamado
«cielo». Cristo ascendió al cielo y por eso esperamos su venida
desde el cielo. La historización moderna de la realidad desechó
como desfasada la antigua dualidad de cielo y tierra'. Si se con-
cibe desde la historia la realidad única y total del mundo, sólo
cabe pensar una escatología universal que no haga distinciones
en el espacio. Es una razón más que explica la temporalización
o la etemización de la espera de la parusía. Pero esta espera de
la parusía es impensable sin la categoría espacialdel cielo. Así
como el concepto de eternidad relativa o «eón» da margen a un
grado intermedio entre la eternidad absoluta de Dios y la tem-
poraliqaiJ del mundo terreno, del mismo modo el concepto de
cielo da margen a la mediación espacial entre el ser eterno de
Dios y su venida a la tierra,
Partimos. de nuevo. del análisis del matelial bíblico. Al igual
que la expectati va de la venida de CriSto al final de los tiempos,
la idea de su procedencia del cielo tiene su raíz en la teología
del hijo del hombre. Según Dan 7, los soberanos perversos de
los imperios emergen del mar caótico (7, 3). Por eso sus reinos
no sólo son crueles e inhumanos, sino que difunden el caos de
la injusticia y la violencia. Pero el «hijo del hombre», al que

1. Me refiero, en 10 que sigue. a mi amplia exposición en Cielo y tierra.


en Dios en la creaci611. Salamanca 1987. 167-192.
448 La parusfa de Cristo ",Dl!sde allf ha de venir ... ». l..tJ cQtl!gor(a de cielo 449

Dios da todo poder, honor y reino llega «entre las nubes del morada de Dio& como el cielo. Dios reinará «en la tierra como
cielo», es decir, de arriba, del mismo Dios creadoL Por eso traerá en el cielo». Lo que el hijo del hombre trae a la tierra, tjene,
la paz a la creaciÓn y expulsará, las fuerzas del caos. Si el hijo también su paradigma en el cielo. El cielo conformado a Dios
,del hombre viene desde el cielo. y en las nubes del cielo, eso es la antesala de la creación totalmente deificada.
significa que vendrá «en la gloria de su Pad¡'e» (Mc 8: 38) Y'con Por último, al. llegar del cielo a la tierra, Cristo reconcilia
el «gran poder Y gloria» (Me 13, 26) del Creador Y juez de todo, entre sí estos dos ámbitos de la c¡eación para hacer posible el
Esto presupone que antes se sentaba «a la derecha del Todopo- intercambio fecu~do de las energías celestes y terrestres, como
deroso» (Mc 14, 62), Participa ya en el gobierno universal de expresa Is 45, 8 simbólicamente con la «lluvia de la justicia» del
Dios Y puede perfeccionarlo escatológicamente. Por eso viene cielo v el «brotar» de la salvación desde. la tierra.
desde el centro del poder divino y lo representa con su venida. F;ente al tiempo perecedero de la tieiTa, el tiempo del cielo
La venida de Cristo «desde el cielo» para instaurar el reino es el «tiempo cíClico del eóO'>.Esta eternidad temporal, relativa,
eterno no es un modo de hablar para significar su venida «desde que refleja la eternidad originaria de Dios, contrasta con el tiempo'
Dios», sino que hace referencia a ese espacio de la creación que transitorio de la tierra. Si el cielo se abre a la tierra, esa eternidad
., cabe llamar, frente al mundo visible, el «mundo invisible». Por relativa se hace simultánea a todos los tiempos de la tierra y trae
eso viene «con los santos ángeles» (Mc 8, 38; 13,27), que enviará consigo, en lugar del tiempo transitorio, el tiempo eónico a la
• para reunir a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, El tierra. El reino que Cristo instaura es por eso, el «reino sin fin»,
«cielo» designa el lado superior, trascendente, indisponible e En el instante escatológico del «día del Señor» se hace sitnul-
invisible de la creación que, según el esquema veterotestamen- tán~o, como hemos visro, a los tiempos terrestres, alcanza a la
rario, consta de la dualidad de «cielo y tierra». No se refiere al vez a los vivos y a los muertos y transfigura a unos y otros.
cielo astral visible sino al ámbito de las posibilidades Y fuerzas Los seres humanos son cria/lIras finitas y mortales. De los
creadoras de Dios, el ámbito de la creación abierro a Dios, ese seres celestiales, los ángeles, se dice que son criaturas finitas,
ámbito donde el Dios eterno ya «habita» y que por eso participa
pero in/nortales. Como criaturas finitas. participan con su visión
de su eternidad. Las «nubes del cielo» en las que llegará el hijo
permanente y extática de la gloria de Dios en la eternidad absoluta
, del hombre sugieren presumiblemente la manifestación de la glo-
y son a su vez eternos en virtud de esta participación. Lo mismo
ria de Dios (Ex 16, JO) y el anuncio de su presencia (Ex 13, 21;
cabe decir del modo de existencia de los muertos reSUCitadosel
Ap JO, ¡), no la atmósfera terrestre poblada de nubes. La Biblia
día del Señor: son criaturas, si bien re-creadas, y viven sin em-
no representa nunca a Dios en un lugar trascendente, más allá
bargo en lá' eternidad (Lc 20, 36), La vida eterna es vida creada
de la creación. sino como Dios «presente' en la creación». como
que es inmortal por la participación indestructible en la fuente
el «Padre que está en el cielo». Esto se expresa metafóricamente
divina de la vida, El Dios que inhabita en to¡la su-creación cel~ste
con la imagen del trono celestial. El cielo es ese ámbito de la
creación que se ajusta ya a Dios plenamente porque está inundado y terrestre hace participar a todas sus criaturas en su vitalidad
inagotable y expulsa ¡as fuerzas letales del caos.
de la gloria de Dios. Cielo y tierra, lo invisible y lo visible, se
corresponden: el cielo es la trascendencia relativa de la tierra,
la tierra es la inmanencia relativa del cielo2. Esta relación mutua
nuestra que el mundo no es un universo autosuficiente, cerrado,
sino una creación abierta a Dios.
Si Cristo viene del cielo, viene del lado divino de la creación
y U'ae la justicia de Dios y su gloria a la tierra para que ésta sea

2. Cf. Dios en la creación, 195-196.


5
«... ajuzgar a los vivos y a)os muertos»

La injusticia clama al cielo. Las víctimas que la han padecido


no enmudecen. Los malhechores que la ejercen no encuentran
reposo. Por eso la sed de justicia no debe reprimirse. Guarda la
memoria de los sufrimientos y hace esperar un juicio que res-
tablezca el derecho. Para muchas personas, en esta sede de jus-
ticia late el anhelo de Dios1 No es admisible que el asesino
triunfe definitivamente sobre su víctima. No es admisible que las
víctimas inocentes sean olvidadas. La espera del gran juicio uni-
versal en el que triunfe ta justicia divina fue, en los orígenes,
una esperanza de las v'ÍCtimas de la historia mundial. Sólo pos-
teriormente se entendió como mero juicio penal contra los mal-
hechores. El juez universal fue originariamente el Dios «que hace
justicia a los que padecen la injusticia». Sólo posteriormente se
hizo de él el juez que condena ,::da humanidad y ante el que todos
debían temblar.

¡. La justicia de Dios, creadora de derecho

La idea de un juicio después de la muerte aparece ya en


religiones de Egipto e Irán. Dejamos aquí de lado la cuestión de
su posible influencia en la apocalíptica judía. Partimos del su-
puesto de que la idea de juicic: e~ el antiguo testamento surgió

1. M. Hork.heimee Die Sehnsueht /lac/¡ dcm ganz. Anderen, Hamburg


[970, 61s.

. __._.-
452 .. La parusfa de CristO ••.... £1 juzgar a los "¡\'1M y a los mlll,:rfOS" 453

de la experiencia. histórica de la justicia. aliancista del Dios de «día de Yahvé», no es un dies irae sino el día en el que comienza
Israel, y tenemos en cuenta especialmente este contexto. " la paz. Mediante el juicio sobre la injusticia y la hostilidád, el.
Yahvé ju<.ga a las naciones:. Su juicio universal tendrá. lugar mesías sienta las bases para el reino universal de la paz.
«el día de Yahvé»'. No en un más allá de la muerte, sino en el
«último tiempo» (Is 2, 2; lvliq 4, 1). Entonces confluirán las
naciones a Sión,. el monte del Señor, para recibir del Señor el
2: El derecho retributivo' de signo apoc,alíptico
derecho y la justici¡l. El Dios de Israel «juzgará.» a las naciones' La apocalfptica judía asoció la idea del juicio universal'. a la
y proclamará el derecho a todos los hombres. El resultado será llegada del hijo del hombre .. El día del juicio universal se llama
el gran reino de paz en el que todos los pueblos forjarán de las también el «último día» porque no sólo cierra una época histórica
espadas, arados,. y de las lanzas, podaderas (Is 2; Miq 4; Is 9; sino un tiempo cósmico (4 Esd S, 73). El hijo del hombrejuZgará
.Is 11). La justicia de Dios crea la paz. Tal es el sentido del juicio a cada cual según sus obras: «Las obras permanecen y aparece
divino: Dios hace de juez de paz entre los pueblos (Sal 94; Sal " la recompensa. Las buenas acciones 'están en vela, y las malas
96-99). duermen» (4 Esd 5, 35). El cOÍlt1ictoentre el bueno y el ínalo,
Yahvé será también el juez de Israel: '«A vosotros solos os entre el verdadero creyente y el idólatra, entre los hijos de la luz
" escogí entre. todas las tribus de la tierra, por eso os tomaré cuenta y los hijos de las tinieblas, quedará dirimido definitivamente en
'de todos vuestros pecados» (Am 3, 2). El juicio empieza por la el juicio universal por la «espada de Dios», Los unos recibirán
casa de Dios. Esto es lo que proclamaron primordíalmeme los la felicidad eterna, los otros la condenación eterna. En estas
grandes profetas. Pero Yahvé juzgará también en las querellas imágenes apocalípticas del juicio universal queda relegada la idea
entre Israel y las naciones. Él dará la razón al Israel impotente de la justicia de Dios instauradora de derecho. para ser sustituida
y oprimido y pondrá en evidencia a sus enemigos que ahora por la justicia meramente legalista. y reactiva. El juicio universal
triunfan sobre .Israel. De la esperanza en el derecho que abrigaba se convierte así en juicio punitivo confonne al criterio de retri-
-el Israel oprimido surgieron aquellas ideas que se expresan en bución del bien con el bien y del mal con el mal. El nuevo eón
".Tos«salmos reivindicativos». No se trata de actitudes de venganza de la justicia y de la vida eterna será únicamente para aquellos
sino de reparación de esa injusticia que paúece Israel por causa que son considerados ya aquí como justos. Cabe constatar en
de su Dios y que no constituye sólo un sufrimiento para Israel este punto las influencias del dualismo iraniano del bien y el mal.
La apocalíptica judía ¡as acentúa aún más en la idea de u'na lucha
sino también para Dios: Dios mismo se justifica al justificar a
final ~ntre los buenos y los malos, lucha que conclujrá con la
Israel y castig\lr los delitos de los criminales (Sal 94).
aparición del juez divino'.
Lo que se dice en general sobre el juicio en el día de Dios
se aplica especialmente, en la esperanza mesiánica. a .Israel. El
rey mesías «juzgará y fortalecerá a Israel cón el derecho y la 3. El dilema cristiano
justicia» y creará el reino de la paz perpetua (Is 9. 6). Porque él
<<juzgaráa los pobres con justicia, con rectitud a los desampa- Con el título de hijo del hombre, el cnsoanismo pnmlovo
rados» (Is ll, 4). También traerá la justicia y la paz al reino asumió también la espera apocalíptica del juicio. El Crucificado
animal, y los lobos podrán convivir con los corderos (1 l. 6). Es aparecerá al final de los días como hijo del hombre/juez universal:
evidente que la justicia divina de la que aquí se habla no es un
3. Esta apocalíptica dualista ha conducido hoya la «teología de Har.
derecho que premia y castiga sino una justicia que crea un de- magedón», que en lugar de la misión del evangelio busca una «lucha final»
recho, endereza y redime (Is 1, 27). El «día del mesías», como apocalíptica con las religiones del mundo y pretende hacer de la guerra atómica
la «lucha final>. de los buenos con el reino de los malos. H. Lindsey, The Late
2. ef. las tesis de 1).. H. Schelkle. Theologie des Neuen Testamentes Grear Planer Earth. New York 1970; Id., The 1980's. Countdown la Arma-
IVII, DUsseldorf 1974, 9255. geddon, King oC Prossia Pennsylvania 1980.

,. -", .. -:-" .••.1. , .•.....,.;:.


- "- '.. ..:. ¡'-'o."
454 lA p~s~a .de Crisro . K ... G ju:.gar"a los vivos.)' a 10$ mll~rtos» 455

«Dios tiene señalado un dIa en que juzgará el universo con jus- El amor de Dios que Jesús proclamo y practicó no es un amor
ticia, por, medio del hombre que ha deSignado, y h dado a todos en reciprocidad, sino anticipatorio e incondicional'. Su forma más
garantía de esto resucitándolo de 'la muerte» (Hech 17, 31). No perfecta es el amor a los enemigos. La reconciliación, que es la
podemos glosar aquí todos los enunciados del nuevo testamento perspectiva en la que la'Carta a los colosenses ve todo el cosmos,
sobre el juicio'. Abordamos sólo un problemij, teológico: El evan- se produce por la propia entrega de Cristo en la cruz: Cristo, con
gelio de Mateo presenta el juicio al estilo apOcalíptico. La ex- su pasión, "dio muerte'a la enemistad», dice la Carta a los efesios
posición más amplia es Mt 25, 31-46'. El contraste entre la (2, 16). Con el amor a lOS enerrúgos y la snperación de la ene-
justicia de Dios que, según el evangelio de Mateo, Jesús anuncia mistad, el mesías Jesús funda su reino de paz. Este es el contenido
a los pobres y a los pecadores, y el derecho retributivo que aplica del evangelio de la paz. ¿Cabe imaginar que Crislo actúe en el
en juez universal en la línea apocalíptica, es evidente. El.evan- juicio final en oposición a Jesús y su evangelio, y juzgue con
aelio de Juan evoca el juicio apocalíptico en el envío y la pre-
b .
arreglo al código de la pena retributiva? Entonces el propio JeslÍs
dicación de cÍisto afIrmando, por una parte, que Dios «na mandó incurriría en injusticia.y aparecería como un juez u1).íversal di-
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo ferente, desconocido de los cristianos y objeto de temor para
se salve por él» (3, 17) y, por otra, que «el que no cree en él, ellos. Este contraste entre la fe cristiana y la esperanza cristiana
ya está juzgado» (3, 18). También en Pablo se advierte una sería intolerable. Destruiría Ja consistencia del mensaje cristiano.
tensión entre el Cristo que sale fiador por los suyos, de forma Lamentablemente, esta tensión está sin resolver en la tradi-
que no haya nada condenable en aquellos que están en Cristo ción cristiana: por un lado está ese cristianismo apocalíptico que
(Rom 8, 33s), y el Cristo del juicio final, ante cuyo tribunal subordina el evan~elio salvador de Jesús, como una última oferta
todos deben manifestarse «para que cada uno reciba lo suyo, histórica de Dios.- al código de pena retributiva en el juicio 'final.
o bueno o malo, según se haya portado mientras tenía este cuerpo» . Por otro lado está la escatología cristiana, que ve a Jesús en la
(2 Cor 5, 10). Una cosa es rehabilitación previa de Jos pecadores figura del juez universal y espera que él enderece definitiva-
y otra el posterior «juicio según.Jas obras»ó. mente de torcido y rehabilite a los injustos, que «dé muerte»
El problema teológico no radica en la relación entre el futuro para siempre a la enemistad, mas no a los enemigos, sino que
y el presente del juicio sino en la diferencia entre la justicia de transforme a éstos por la fuérza de su amor. para instaurar fi-
Cristo aquI y su justicia allí: Todos los escritos del nuevo tes- nalmente el reino de paz perpetua. La finalidad del juicio de Jesús
tamento coinciden en que Jesús proclamó en su evangelio el no es la retribución universal sino la fundación del reino de paz
código de la misericordia divina para los marginados y el código 'en esa justicia que supera toda enemistad. El juez juzga entonces
del.perdón divino para los injus'tos. En eso consistió la diferencia al estilo de un derecho penal de resocialización, por decirlo
de su anuncio deJ reino de Dios respecto a la predicación de Juan así.
Bautista. 'La justicia de Dios que constituyó el fondo del evangelio El juicio final es sólo, en todo caso, el comienzo de la nue-
apostólico de Pablo es la justicia creativa que funda derecho y va creación de todas las cosas y debe contemplarse en esta
rehabilita, no el código de la pena retributiva. provisionalidad. No es un final sino un comienzo. Si se con-
templa así, surge obviamente el tema de la reconciliación uni-
4. Este punto será objeto de análisis detnllados en el tomo IV de la presente
obro. que eSH'lrá dedicado a la escatología. versal y la redención del diablo. Pero esta reconciliación y re-
5. ¿Qué ocurre en el juicio tina! con los «hermanos más humildes» del dención no tiene por objeto difundir la confianza en el juicio, al
hijo del hombre o juez universal? El texto no hace mención de ellos. No forman igual que la cuestión de un doble resultado del juicio para buenos
parte de las «ovejas» ni de los «machos C3brfos», y sin embargo son el tema y malos tampoco tiene por objeto acentuar la gravedad de la
de este gmn cuadro.
6. Cf. L. Mattero, Das VersUindnis des Gerichre~' bei PauLus. Zürich situación. Al margen del resultado del juicio de Cristo sobre los
1966. vivos y'los muertos, de que sean muchos O pocos los que se

iH"W;'; . -~.~ ..
"

. , 456 . Ln pa.rus[a di! Cristo- ,.


salven. es el juicio de Jesús, y los cristianos sólo pueden espe-
rarlo a la 1m;'del conocimiento del, evangelío de Jesucristo y' de 6
la fe en el mismo, Pero Jesús no' viene 'a juzgar siho a rehabili-
tar?, Tal es la interpretación mesiánica,de'la espera del juicio de Espera creativa: la espera d.e la parusía y
Cristo, "
"

la afirmación de la corporeidad

El nuevo testamento apenas habla de la parusía de Cristo en


el plano especulativo; 10 hace siempre en un contexto eucarístico
y parenético, El tcstimonio práctico de la cspera escatológica de
los cristianos es la celebración del banquete eucarístico por el
que «se proclama la muerte de Cristo hasta que él venga» (1 Cor
11, 26). La cena rememora de obra y de palabra la muerte de
Cristo y anticipa la llegada de su gloria. La cena misma se celebra
dentro de la espera de la parusía. Por eso la invocación Maranatha
tenía su contexto en la celebración de la cena. La comunidad
pide al Cristo presente en el espíritu de Dios la llegada de su
reino, Por eso la comunidad eucarística se interpreta también
como anticipo y figura del gran' banquete de los pueblos en el
que todos quedarán saciados,
Por una parte. la ética cristiana tal como se expresa en las
parénesis neo testamentarias se inspira en la eucaristía: los CQ-
mensales de la cena del Señor deben vivir comunión con Cristo
y orientar toda su vida dentro de su espíritu. Por otra parte, la
ética cristiana ofrece una orientación' escatológica: la espera de
7. ef. de Chr. Blum.hardt Bekenllrnis der Hoffnllng. en Ansprachen. Pre- la parusía de Cristo orienta todos los sentidos hacia su futuro y
digten, Reden. Brie/e 1865-1917. ed. por J. Harder, Neukirchen 1978, Band los abre a la experiencia de la historia.
n. 131: «El fin significa: mirad. lodo es Dios. Llega Jesús para cargar con el El fuerte énfasis apocalíptico que marca la espera de la parusía
pecado del mundo. Jesús puede juzgar mas no condenar.. Esto lo proclamaré
I

hasta el fondo del infierno. y no me veré frustrado». hace que la parénesis acentúe la «perseverancia» en la fe hasta

.- .:._ ...
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458 La pa11ts{a de Cristo , Espera creori1-'Q 459

el final: «No perdáis la paciencia, reforzad el ánimo, que la venida Señor al cuerpo», dice el V, 13 en sorprendente correlación 'de
del Señor está cerca» (Sant 5, 8). «El que persevere hasta fin' se «cuerpo» y «Señor», El fUndamento está en la resurre~ción:
salvará» (Mt 10, 22; 24, 13). La experiencia vital está marcada «Dios resucitó al Señor. y nos resucitará ,también J' nosotros ):on
aqui por los ataques y las hostilidades. El peligro de pérdida de su poder» (v. 14). La experiencia reside en el Espíritu santo:
la fe es evidente. Pero el que espera la llegada próxima de Cristo "Vuestro cuerpo es un templo del Espíritu santo>~(v. 19). La
no huye sino 'que resiste, Lqs que resisten son los verdaderos consecuencia es: «Glorificad. a Dios 'con vuestro cuerpo» (-V'. 20).
creyentes porque Cristo, cuando llegue, los encontrará llenos de Al Espíritu santo se le siente corporalmente, ya que el cuerpo
está penetrado por las fuerzas vivificantes del mundo futuro.
esperanza en él. Por eso la perseverantia usque ad finem se
Cristo vino para llevar a cabo la redención corporal, y completará
consideró siempre como testimonio de la verdadera :fe y como
en su día la redención del cuerpo frente al poder destructor de
efecto de la esperanza. en la vida de una persona. «La paciencia
la muerte; por eso sentimos a Dios en el cuerpo y no sólo en el
de la esperanza» (l Tes 3) forma parte de la estructura funda- alma, y le alahamos corporalmente. Es lo que significa también
mental de la nueva vida en la comunidad cristiana. Creer no la esperanza paulina en la parusía: «Desde allí aguardamos como
consiste en tomar nuevas decisiones sino en ser fiel a aquella salvador a Cristo Jesús, el Señor; él transformará la hajeza de
decisión que Dios, por medio de Cristo, tomó para el hombre. nuestro cuerpo reproduciendo en nosotros el resplandor del
El que cree en Cristo «comparte la "lucha, el Reino y la paciencia suyo» (Flp 3, 20.21). A la esperada transfiguración sensible del
cristiana» (Ap 1, 9)'. cuerpo conesponde la vivificación corporal mediante el Espíritu
A medida que la espera de la parusía queda marcada por el en este mundo, La esperanza en la parusía no es una huida del
recuerdo de Cristo, invüa a una nueva configuración de la vida mundo. Tampoco genera ninguna hostilidad hacia el cuerpo. Lo
en la comunidad cristiana. El «día» está ya cerca; por eso .los que hace es disponernos a ser fieles a la tierra y a rendir honor
creyentes pueden «resucitar» ya en esta vida: «Despierta, tú que al cuerpo,
duermes, levántate de la muerte y te iluminará Cristo» (Ef 5, 14; .Vivir en la esperanza de la parusía es mucho más que la
Rom 13, 11). Ellos son «hijos de la luz» (El' 5, 8s) y CQmohijos simple espera, perseverancia y mantenimiento de la fe; es una
de la luz deben conformar su vida, dejar las «obras de las tinie- actitud activa y tn:msfomiadora. Es )livir anticipando al que ha
hlas» y "pdtrecharse para actuar en la luz» (Rom 13, 12). Con de venir, en Ulla «espera creativa»2. El ser humano no vive úni-
este simbolismo de la luz se describen el reino de Cristo y la camente de tradiciones sino también de anticipaciones. En sus
nueva creaci.ón. Aunque en esta era de violencia e injusticia reina temores y esperanzas previene el futuro desconocido, apuesta su
presente de cara a él y confOlma su vida en consecuencia. La
aún la oscuridad, los creyentes pueden anticipar la luz de ta nueva
espera del futuro de Cristo enfoca el presente hacia la luz de lo
creación y vi Vlr ya aquí desde el futuro de Cristo. '
venidero y dejn que la fuerza de la resurrección anime la vida
En la parénesis de la parusía. el cuerpo humano adquiere un
corporal, Eso es vivir «con la cabeza alta» (Lc 21. 28), Y con el
sentido especial: «Revestíos del Señor, el Cristo, y no deis pábulo «andar erguido» (Erost Bloch), Es una vida que en la lucha por
a los hajos deseos» (Rom 13, 14). A mi juicio, el texto hace la justicia y la paz en este mundo colabora en la instauración
referencia a las dependencias destructivas y a las obsesiones del retno de Dios. A esta vida en anticipación había invitado la
hostiles a la vlda, pues no se trata de que los deseos sean sus- Conferencia Mundial de las Iglesias celebrada en Upsala el
tituidos por una indiferencia general. También 1 Cor 6 dedica año i 968'. El <<mensajede Uppsala» expresa ejemplarmente
toda la atención al cuerpo: «El cuerpo pertenece al Señor, y el
2.Cf. v. J. G~nüvesi, ExpecUlnt Creatil'ity: The Aetioll of T-lope in Ch-
L. eL exposición más amplia en J. Moltmann, PriídestinafÍon und Per- -,'Islian Philadelphia 1982, que ha insertado las líneas maestras de mi
El/¡ics,
"el'eranz.. Ceschichte !l/ul BedeulUng der reformienen Lehre <{depersel'ercultia Teofugía de la espemnz.a en la ética.
sanctontm», Neukirchen t961. H. E, Richter, Flüchten oda Standhalten, 3 Uppsala sprichr. Die Sektiol1sherichu: der Vienen VolI\'cr,wmmlung
1976, aborda la vertíente psicológica y social del problema, des dkwnellischen Rales der K¡rehen. Genf 1968. ls.
.. 460 lA panlSía de Cristo

la esperanza creativa de la parusía y es hoy más actual que


.nunca:
«Confiando en la fuerza renovadora de Dios, oS "COnvocamos
a participar" en la anticipación" del reino de Dios y a hacer ya
visible algo de esa núeva creación que Cristo perfeccionará en
su día».

lNDICE DE CITAS BIBLICAS

1. Antiguo testamento 2d, 18 38

Genesis LeviriCD

16 260,419
1-[1 184
20, 15 417
1 406
25 173
1.1 441
25, 1-7 415
1,2 136. 38M
25. 24 416
1, 3 388
25. 10 173
l. 11 418
25. !O" 173
l. 21 418
25, i1 173
1.26 418
25. 14-17 173
2, 1-4 440
25. 18 173. 416
3 183 \73
25. 19-23
6 183 173
25. 20-22
6. 4 183 174
'" 25.2&
6. 9 183 25.54 174
6, 13 183 26 ii3. til8
6.2d 302 26. 1 416
9. 4 '183 416
26.34
9. 6 183
50,20 247 Dellteronomio

Exodo 1.31 134


6.5 150
3. 7 289 lJ 22;
d.22 134 15.7-11 174
13,21 448 18. 9-22 42
14.3 43 21. 18-21 201
16, 10 448 21. 20 201
20.5 250 29.7 289
20, 10 415 32.6 134

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•.... ,. " - ....•..


-.::".. . -.'""''-. .. ~. '~,:".--~ .;. ~.::t.._.
462 Indice de ciras bíblícas I¡¡dic.e de citas bíblicas 463

32, 11 388 94 452 42, 1 43 7,9-14 37


32, 18 134 96-99 452 4J, 18 46 7,'9 436
33,8-11 42 96 142 44.26 43 7, 13 37, 436
96,2 142 45, 8 446 7,14 39. 4~6,
96, 13 433 49. 15 200 7, 15 37
Primer libro de Samuel
98.9 433 '52,2 143 7, 18 437
2, 10 27 103, 8 249 52,7 142 7,27 '39
8 "25, 27 104, 295 136, 388 52. 12 143 12' 307
8, 5 26 104. 30 391 52. 135s 302 12 .. 2 302. 306
8.7 26 110, I 27 53 43, 234, 260
8, 10-18 26 110,4 42 53, 4-5 159 JoeZ
8,20 28 139.8 244 53,6 43 2, 1 433
53, 11 43 2, 1l 433
Segundo libro de Sallluel. Isaías 53, l2 43 3, 4 433
60, lss 433
"'. 7, 3-16 27 1,27 452 136
61 Amós
7, 12-14 27 2 178, 452 61. 43
7, 12s 122 2. 1-3 205 61. 15 142 3,2 452
7. 13 227 2. 2 452
61, 1-2 140 3,7 43
7. 14 134, 227, 231 2. 1-5 189 61,2 173 4, 18 433
23 26 2, 5 189 433
63.4
23.2-7 26 6 300. 325 63. 16 134 f\lliqueas
23,2 32 6, 3 32 66. Is 384 4 31. 452
23,4 32 7, lOs 31 66. 13 200 4, t-4 34
7, 14 ¡19, 122 452
4, I
7, 14s 31
Libro segundo de los Reyes LamentaCIones 4, 1-5 189
8. 17 32 4. 5 34, 189, 190
2. 1-18 302 8,21s5 32 5, 1 286
9, 1-6 3L 32 5. "20 286
Zacarías
": Libro segundo de las Crónicas 9, 1 32
9, lss 31,452 Jeremius 3. 1-7 42
36. 19-21 416 9, 6 4 42
31,35,452 23.9 388
1I 38.39.415.452 4, 3 42
Proverbios 1 ¡, 1-9 32 4. 14 42
Ezequiel
li, 1ss ] 1 9 31
8 378, 380 . 1L 4 27, 452
1, 26 37, 436 9.9-10 33
11. 6-8 32 !O 37 [3,7 33, 299
Eclesi(lstés 380 11,6 37 337
452
37. 10 337 Eclesiástico
25,6-8 166
SaLmos 25.8 259, 304. 434
Daniel 1,4 3l)0
2.7 26, [34, !99 26. 19 J02, 304 24 41
16, ID 308 35,4 35,41,433 6,27 436
22 232-234 35, 10 434 7 36, 39, 40. 183.
436, +47 2. Libros ini:ertestamentmios
40, ID 142 40-55 43
68. 12 142 40-66 173 7, 1-8 36
HenDe etiópico
72 27 40, 3-5 433 7, 1-14 38
.72,4 32 40. 5 300. 434 7, 3 447 48, 10 39
89. 27s 26, 134 42, 1-4 44 7, 6 37 62 39

....'.":,.".
... , '-' ., "''''" ••' •••••.. _ '" .'1 ,', ..
.' '- ." .. ,'
'166 /ndiu d~ citas bfblicas_ lndice de"citas bíblicas 467
"
14. 21 166 20. 18 300 8. 16 199 6. 19 459
14. 21-23 146 20,21 301 8. 18 218.237.258 6.20 459 l"

15 164 20.29 309 8, 19 158 7.31 221,424


15.2 163, 282 21 299 ' 8 1955
1 i37 8, 1'-13 379'
15.22 166 8,20 343' 8. 6 378. 411
16 235 Hechos de los apóstoles 8.23 382 " 9, 1 298'
16, 155. 174 8,24 157 11 ' 282
18,9ss 1, 1-11 302 ' ,125
164 8,29 !l,24 286
19, 1-10 1, 8 59
146, 165 8,30 259 11.26 71, 457
l. 14 121.202
19. 7 166 8. 31, 249 !l. 29 283
2.22, 306
19.9 166 8.32 242. 245 12 363
2.23 248
20,35 354 8.335 454 13,2 161
2.24 308
20.36 449 8, 34 240, 258, 294 13, 12 '309
2.27 308
21 215 8,38 264 15 ' 315, 338; 408
4,34 413
21.28 459 8. 39 244 15,3b 260
4, 34-35 147
22. 18 217 9 - 11 60. 435 15, 3-8 300
5, 31 302
23.35 159 9.2-5 61 15.4 303
24. 21
7,485 384 10,4
139 176 15.14 293
9 298
24.26 139. 240 10.9 69, 197,239 15.20 303, 338
9.3 298
24.34 300 11. 12 61 15. 20-28 267
9.5 298
11, 14 63 15.23 435
9, 22 299
Juan 11. 15 61.62,435 15,24 268, 384
9,28 299
11,25 60 15,25 27, 267
1,1 117 10,38 134
11. 25, 62 15, 25-28 430
L }.3 380 13.31 300. 453
11, 25-26 61 15, 25' 254
1,3.4. 385 17.27 379
17,31 11.26 59,301,435 15,26 254, 267. 386
1, 12 127 454
11. 28 61 15, 28 59, 157,258,265.
l. 12s 125
Carta a Los romanos
11.29 61 282. 384
1, 12-13 125
12. 17 184 15,36 334, 338
3. 6 128 l. 3, 116. 123, 227
I 12.20 184 15,38 353
3, 16 245 1.4 239 13. 11 458 15, 39-42 355
3, 17 454 1, 17 256 13, 12 221.439, 458 15, 42-44 338
3, 18 454 1, 18 257 13. 12s, 1.50 15,45 124, 337, 338
3. 34 134 1, 1855 242 13.14 458 15,52 327. 439
6,69 69 3.23 163.258,269 14,9 254. 264. 338 15,53 354
7.23 157 4,16 63 15, 7 ' 269 15,55 158
10.33 227 4. 17 379 15, 8-9. 62 16,22 423
I1 68 4,25 254.258,269,307 15.9 239
11, 19ss 204 5. 10 240.258,318,383 Segunda carta a Jos corilltios
11. 50 228 5,20 240. 258 Primera carta a [os corintios
12.24 338 6. 9 83 1. 14 434
14.6 60 6. 10 269 1,8 434 3, 17 330
14, lOs 200 7. 19 257 1.24 237 4, 4 269
16. 20-22 338 8 58 5,5 434 4. 6 345
16.21 338 8. 3 81 6 458 4, 10 219
16, 20-23 216 8. 11 329 6.9 300 5, 10 434, 454
16.32 299 8, 14 199 6. 13 459 5, 17 219,444
18.36 136 '8. 15 202 6, 14 459 5, 19 247. 380

'-_. ,..'-'.'-'.~~"--",," _. ,--"-,


.. •
,
.'.

468 Indice de citas blblicas . lndice de cuas b£blicas 469

5,21 242, 269 1. 18 339, 346 9, 14 , 111, 244. 337 3. 14 271 ,.


8, 9 244 .1, 20 156. 346, 181, 11. 1.12,2 .. 234 3; 15 70 :1
13,4 242. 246. 338 408. 411, 41]1 11,26 234. 288 7 •. 17 259 ~
,.
'1.24 218,272 12. 2 234 10,'1 448
,.
. Carta a los gálatas 1,27 383 . 10,6' 440 "
l. 15, 298
2, 9 128, .78, 306
Carta de Santiago
16,7 255 "
2. 10 383 21 41,406
1, 16 436
3•.3 264 5,8 .458 , 21. 4 158. 236, 24l",
2, 19 269
3.3-4 58. 435 259, 261, 267
2.20 83, 243
3,.4 415 21.5 41.327.437
3, 13 242,256 Apocalipsis .,
354 21. 12 440
3,28 Primera_carta a los tesalonicenses
4, 4 135 1,5 70,271 22, 17 267
4, 6 202 1,9 339. 458 22,20 58. 223. 266, 423
3 . 458
6, 2 182 4,,16 439
5. 2 434
Carra a los efesios . 5,2-4 439
1 268 5. 8 157
l. 20.23 156
1, 21 .383.384 . Primera cana a Timoteo
1,22 384 3. 16 116
2, 16 381. 455 6, 13 229
5, 8, 458
5. 14 .. 458 Primera carta de Pedro

Carta a los filipenses 1.3 128. 357


1.23 128
1, 6 434
3, 15 74
l. 10 434 3, 19, 262
1.27 264 .'
4, 6 263
2 80. 116, 148. 235, '4,7 221
243.
2. 9 255. 282
Segunda, c~rtade Pedro
2, 9-11 255. 263. 268
2, 11 59. 255, 269 3. 10 434
2. 16 434
3, 10 218.219 Primera cana de Juan
3. 12 298
3. 13' 325 1, I 68
3,20, 459 4. 16 245
3, 21 83, 158.269. 339,
434, 459 Carta a los hebreos
1,3 380
Cana a los colosenses
2. 9 232
1 268 4, 15 127
1, 15 344. 346, 380 5, 8 243
1, 15-20 374 6, 5 156. 300, 444
1, 17 380 7, 16 244

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INDICE DE AUTORES

Agourides, S. Chr.: 86 Becker, J.: 25, 186


Aguirre, R.: 80 Beinert, W.: 393
Agustín, san: 56, 82, 127, 183, t92, Ben-Chorin, Seh.: 49, 54-56, 64,
259,348,374, 375, 441 120, 201
Aho, Byung-Mu: 206 Benjamin, W.: 36, 46-49, 185. 265,
Ahrens, Th.: 373-375 408
Althaus, P.: 20,121,428 Benz. E.: 396
Attner, G.: 401, 411, 419 Bery,-.hof, H.: 112
Alves, R.: 352 Bethge, E.: 275
Ambrosio, san: 340 Betz, H. D.: 17R
Anaxágoras: 332 Betz, O.. 226-229
Anders, G.: 102.222,397 Bieder. W.: 262
Anselmo, san: 260 Bizer, E.: 81, 262, 386, 387
Aristóteles: SO, 1t6, 333 Blaser, K.: 193
Arnold. E.: 181 Blázquez, R.: 96
Atanasio. san: 79 Blinzler, L 226
Auer, A.: 419 Bloch, E.: 45, 284, 306, 377, 400,
459
Bachmann. E. M.: 340 Blough. N.: 172
Balthasar, H.-U. van: 241, 264 Blumhardt, Chr.: 73, 156.456
Bnrth, K .. 20. 71, 84, 85. l05, 120, Boff, eL: 71
123. 147, 160.208.236.242.261, Boff. L.: 241. 272, 278
293.314-317,377,378,428.429 Bonhoeffer, D.: 99, 100, 159, 171,
Bartil, M.: 429 180, 183, 273, 275-278. 358
Basilio, S<lO: 81 Bamkamm, G.: 226
Bauer. S.: 120 Brentano. CL van: 389
Bauer, J. B.: 101 Breuning, W.: 215
Bautnotte. M,: 92 Brocke, E.: 58
Becker, H.: 265 Broer, J.: 119
• ;":'"'\00- ,.~ . ,
¡.
:~
472 IlIdia de autores
. ¡ndice de a1/tores 473

Brown. c.: 92 Dan,e. A.: 354 Friedrieh, G.: 141 Heng.l. H.: 182
Brown. N. O.: 352 Dempf; A.: 56 - Friedrich. J.: 418 Henneeke, E.:'126
, Brown. R. E.: U9 Denl::. H.: 172 Frornm. E.: 413 . Henrich. D.: 102
Brunner, E.: 121, 127,427, Devanandan, P.: 375 ' Füglister, N.: 25, 42 Heppe. H.: SI. 386, 387
Buber. M.: 21. 25. 27-29. 3I. 33.•:34•. Dietrich, W.: 25-
..'. Herder, J,. G.: 91
35. 45. 46. 49. 53. 54., 56. 59 •.60;. Dietzfelbinger, Chr.': 178 .~]'adamer, H: G.: 284 Hemnann, S.: 25
.63. 89. 183 . Dilschneider; .a:-A.: 373. Gartner. B.: 379 He~ann, W.: 30S'
BUchele. H.: 178 Diltbey. w.: 322
Bürkle. H.:.373. 375
Galeano, E.: 414 Heshberger. G. F.: m ;1

Di6genes Laereio: 3~ Galloway. A. D.: 373 Herzog, Fr.: 71


Bultmann. R.: 196. 221. 222; 226. Dionisia Areopagi.ta:, 445 Gandhi. M.: 184. 186 Herzog. R.: 185
240.260. 261. 31~. 317; 318. 330. Dosloiewski, F. M.: 270 .,'"
Garaudy, R.: 311 Heyward. C.: 69. 161. 194
379. 428 Duehrow,. W.:' 419. Gebhardt, E.: 345 Hick. J.: 70
Buren, P. van: 59 Dunn, J.: 112 . Geis, R. R.: 21 Hildegarda de Bingen: 341, 344', 378
BurgsmüUer, A.: 411 Duns Seoto: 400 _' Genovesi, V. J.: 459 HiHel: 174
Duquoc:.- Chr.: 22 Gerhard.J.: 387
Calviuo. J.: 136.139.193.377 •.390 Hip61ito de Roma: 299.
Campenhausen, H. von: )10
Durable. A. M.: 1l9.
Dumn: 332
Gerhardt. P.: 251. 287, 327. 429 Hirsch. E.: 20 .,
Gese, H.:. 25, 26. 28. 32. 33. 38-40.
Carnos, A.: 259 Hitler. A.: 57. 274. 275
42. I 19. 134
Canaris, W.: 276, 278 Ebach. J.: 328 Hoffmann. P.: 178. 180. 186. 264,
Gilg. A.: 79
Cantalamessa, R.: 340, 349 Ebeling, G.: 160, 162
297
Girard. R.: 185
CantweU. L.: 119 Hoffmann, Y.; 433
Eichholz. G.: 178 Gloege. G.: 440
Capelle. w.: 332 Einig. B.: 265 Hofius. O.: 60. 62
Gnilka. J.: 380. 381
Capra. Fr.: 365. 372 Elen, W.: 57. 86 HoH. A.: 165
Goetbe. J. W.: 155
Carnley. P.: 297 Empédocles: 33-2 HoIstr<im. F.: 427
Goldschmidt, D.: 61
Cardenal, E.: 413 Eusebio: 192 Horkheimer, H.: 451
GoUwitzer. H.: 178. 180. 242. 249
.• Cart. E.: 245 Evdokimov, P.: 367 Huber, w.~234
González de Cardedal, O.: 96
Catalina de Siena, santa: 250 Everson, A. J.: 433 Gonz.áJez Faus. J.. l.: 96 Iblacker. R.: 278
Caza, L.: 232
Gorbatschaw, M.: 76 Ignacio de Antioquía, san: 272, 428.
Chapmann. CI.: 103 Faber. K. G.: 185 Grlisser, E.: 61"
Childs. B. s.: 285 Immermann. K.: 98
Fackenheim, E:: 49, 285 Grande, R.: 277
Christ, F.: H2 , lreneo. san: 78. 81. 375. 377
Faleke. H.: 103. 186, 187 Gregario de Nisa. san: 345
Cirilo de Jerusalén, san: 354 . Isaac el Sirio: ;367
Fanon. Fr.: 207 Günther, E.: 92
Cohn. Ch. H.: 227 Fast. H.: 172 Iwand. F.-J.: 22. 256
Gunton, C. E.: 105
Colón. C.: 332 Feiner, J_; 25 GutiélTCz. G.: 71.83. 100. 146. 235 Jaspers. K.: 397
Congar, Y.: 112 Feldmeier. R.: 232
Jehuda HaJevi: 64
Constantino, emperador. 57, 85: 192 Feuerbaeh, L.: 317 Haag. H.: 43 Jerernfas. J.: 135. 163. 199
Conzelmann. H.: 179. 186. 198. 226 Fllóit: 381 Haase, W.: 226 Jonas, H,: 250
Conés. F.: 332 Florowsky, G.: 349 Harder, J.: 456 JUngel. E.: 241, 250
Cris6stomo, J .• san: 353 Fone. B.: 68 Hegel. G. W. F.: 90. 260. 321 Jung. C. G.: 376. 444
Croallo. J. S.: 289 Fo•. G.: 172 Heidegger, M.: 89, 323 Justiniano: 57
Fa•• M.: 344 Heilbronner, R. L.: 90 Justino. san: 190. 42S
Daeckc, S. M.: 393 Francisco de Asís, san: 367 Heinrich, R.: 180
Dalfenh. l.: 70 Friedlander; A.: 285 Heisenberg, W.: 388 Kahler, M.: 213

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Indice de aurores 475
474 lndice de r.ll/rores

León Magno, san: 299 lv1inear, P.: 429


Kiisemann. E,: 113, 115. 153, 154,
Moltmann-Wendel, E.: 69, 129, 161', Raastenen, J. H.: 119
177, 182, 205, 256, 260, 267, 384; Lessing, G.oE.: 331
194',204 Rad; G. van: 21. 25,,33,,36; 38; 46,
426, 430 Lévinas, E.: 333
Momose. P. P.: 214 47, 119,389.433
Kant, I.: 91-93, 97, 330 Lieb, F.: 132
Liedke, G.: 336 Mowinekel, S.: 25, 29', 38, 43, 4.4" R~den, NI:: 324
l'iasper. W,:68, 70, 97, 121. 241,
Mühlen~ H.: 241 RadL W.: 434
. 303; 374, 379, 423 Lienemann, W.: 178
Lindsey, H.: 453 . Müller, ,U: 297 Ragaz, L.: 164, 165, 185
Kassel, M.: 341, 342 .¡

Lahrer, M.: 25 Müller,.E. F. K.: 193 Rahner, K.: 35, 67. 83. 93, 95'98,
Kaufmann, L.: 279
Lbwith, Ko: 324, 326 IVIüller-Rarnhild, W.: 104 120,261,279,332.393.399,401.
Kegei, G.: 297
KendaU, D.: 299 Lohfink, G" 121. 151. 170, 176, 178. Mussrier, F.: 58, 61 402, 406, 428
Kertelge. K.: 180 180. 182, 189, 190-192,202205, Riiisanen, H.: [21
Kesieh, V.: 345: 353, 354 297 Niebuhr, R.: 322 Ric'oeur, P.: 258, 324
King, M, L. Jr.: 186 Loidi, p,: 96 Nietzsche, F.: 185, 358, 394 Rlchter, H. E.; -1-13; 458
Klappert, B.: 20, 60, 61, 234, 235', Lossky, Vi.: 138,349, 350 Niles, D. T.: 375 Riesenfeld, H.: 338
293, 436,43T Lubae, H. de: 396 Nissiotis; N.: [13,259,295 Riesenhuber, K.: 120
Klassen, W.: 186 Luhmlann, D.: 186 Noth. M.: 38 Rilke, R. M.: 270, 326
Klausner, H.: 25, 64 Lüpsen, F.: 373, 375 Nyamiti, C.: 263 Ringe, Sh. H.. 173
.Klein. G.: 61 Luria, l.: 442 Riggren, H.: 25
Klein, N.: 279 Lutero, M.: 120, [27, 173,232,255, O'Collins, G.: 232, 297, 299 Rist, J.: 443
Knox, W. L.: 380 264, 269 Oepke. A.: 429 Ritschl, A.: 174
Koeh, H.: 120 Luz. O.: 119, 123. 125. 177, 178. Orígenes: 82, 191. 249 Robinsan. J. M .. 133
Koch, K!.: 36, 37 180. 429 Osten-Saeken, P. v. d.: 20, 58 Romero, O.: 186,273,276-278
Koltmann: 173 Oster, H.: 276, 278 Rómulo: 122
Kartner, U. H. JI' : 222 Maas, W.: 262 Rosenkranz, G.: 376
Kosellek, R... 324 Maequarrie, J.: 71 Rosenzweig, Fr.: 51
Kraus. H.-J.: 22. 33. 58, 61. 1[2, Maier. Fr. G.: 86 Pagels, E.: 126 Roth, J.: 10 1
[20, 134 Maimónides: 21, 64 Pagola, J. A.: 96 Ruether, R.: 53, 58
Marquarctt, Fr.-W.: 61 Pannenberg, W.: 74, 82, 84, S5. [OS,
Krauss, A.: 193
Kremer, J.: 328 Marscq" W. D.: 427 115,121. 123.127.189,196,240,
Sasse, H.: 444
/(remers, H.: 58 Martin. G. M.: 222 262.264,303,305,306,322.)30,
Sauter. G.: 54, 421
Krieger, K.-St.: 173, 180 Marx, K.. 321, 344, 367 374, 423
Sehiifer, P .. 177. l79
Kuhn, P : 234 Manen, W.: 197 Pascal, B.: 219, 232
Schaff. Ph.: 35J
Küng, H.: [29,295.297.371 Matrero, L.: 454 Pesen, R,: 297
Scheeben, M.: 126
Kuschke, A.: 146 McWilliams, W.: 214 Peterson, E.. [54, 192,206,218
Scheffzyk,L 97, 303
Mead. S. E.: 86 Petllchowslü, J.: 53
Sche[kle. K. H.: 297. 299, 307. '379.
Lumbrecht, J.: 178 Meeeks, M. D.: 1O1 Peursen, C. A. van: 360
431, 452
Lampe. G. W. H.: l12 Melanchton, Ph.: 92 Picht, G.: 324
Schelling, F. W. J.: 442
Lanshut, S.: 321, 344 MerkleilL H.: 179 Pío XU: 213
Plessner. H.: 359 Schiek, E.: '297
Lange. M.. 278 Metz, J. S.' 48, 98. 101. 188, 206, Schillebeeckx. E.: 114.279.305.423
Lapide, P.: 56, 226 219,222,265, '219, 284, 402 Ploger, O .. 36
Policarpo de Esmirna. ~an: 272 Schimunowski. G .. 112. 181, 380.
Las Casas. B. de las: 332 Meyendorff, J.: 80
Popkes, W.: 241,245.246.249 390
Lehm::.tnn, K.: 297 Meyer, M-.: 125
Prigogíne, L 401 Schlatter, A.' 258
Lehmann-Habeek, M.: 158 Meyer-Abich, K.-M.: 419

..~,'
:1,

s,
t.
476 'l1!dic~ de autores ,. lndice de autores 477

Schleiermacher, F.: 67, 71. 93-95, Stauffer, E.: 253 Walter, J.: 443 Wimerhager. J.: 373
97,98, 120, 124~236 Stegemann, W.: 146, 148, ,174 Walter, R.: 250 Wolf, E.: 171,256 .
Sehlier, H.: 142. 309 Stern, Fr.: 250 ' Weber, O.: 115, 124,.198, 283, 327 Wolff, H. W.: 34, 190
Schmaus. M.: 120 Straehan, E.: 417 Weiss. J.:"215 Woltmann, J.: 180
Schmemann. A.: 86 Straehan, G.: 384, 389, 444 Welker, 1tl.: lO!, 2J4, 242, 332 Wrede, W.' 196
Sehmid, H.: 81, 386, 387 Strahm, D.: 246 Wengst. KI.: 190
Schmidt, K.-L.: 53 : Stratton, G. M.: 333 Wenz. H.: 431 Yesushalmi, Y. H.: 285 '.
Sehmidt, W. H.: 180 Strauss, D. Fr.: 312. Wessel. H.: 274 Yoder, J. H.: 72, 17l'-174
Schnackenburg-, R.: 382 Strecker, G.: L79, 186 Westerm'nn, O.: 173, 184. 389
Schneemelcher. W.: 126 Strobel, A.: 226 Weth, R.: 411
Schneider. M.: 273 . Stuhlmaeher, P.: 141, 179, 194, 218, Wiesel, E.: 250 ZJnunerli, VV.: 173
Schneider, P.: 273 ..277 225.309 Wilken, R.: 133 Zwinglio. H.: 120
Schniewjnd, J.: 141 Stupperieh, R.: 92
Seholem, G.: 21. 41, 46, 48, 50, 51,
53, 56, 442 . Tatum. W. Bames: 119
Sehottroff, L.: 146, 174, 179. 186 Teilhard de Chardin: 386, 393-398,
Sehottroff, W.: 146, 285 402. 406
Sehrage, W.: 74, 154, 156, 157. 179, Temporini. H.: 226
219,285 Teodosio. emperador: 57
Tertuliano: 81 f
SchUnnann, H.: 119. 225
Schüssler-Fiorenza.E.: 112,181,282
Teutsch. G. M.: 415
Sehütz, P.: 426 Theissen, G.: 147. 179. 186
Thévenaz. J.-P.: 214
Schweitzer, A.: 56. 176. 217, 397,
Thoma, C.: 58
427
Thüsing, W.: 95, 269
Schweitzer, E.: 381
Tqdorov, T.: 332
Schweitzer. H.: 44
Todt, H. W.: 234
Seekler. ~.: 406
Tomás de Aquino, santo: 272, 283.
Seesemann, H.: 157
406
Seim. >.: 23, 51, 58
Traey, D.: 295, 331
Shammai: 174
Trocmé. A.: 173
Siemers, H. 185
Troeltseh, E.: 313, 314, 316, 317,
Silesius. A.: 428 331, 332
Singer. P.: 415
Tuveson. E. L.: 86
Siuler. J.: 373-376,412
Slenczka. R.: 92 Ullmann, C.: 95
Smart, J.: 43 Ullrieh, P. O.: 265
Sohrino. J.: 199,232,277,332
Solle, D.: 69, 148, 245, 246. 249 Viehweger. Kl.: 158
$oggin. J. A.: 25 Vielhauer. Ph.: 132
Sorge. E.: 245 Vischer, L.: 94
Sperntus, P.: 246 Votg1e, A.: 379
Staniloae, D.: 78,.295, 344, 444 Vogel, H.: 22
Stark, H.: 61 Vorgrirnmler. H.: 97

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INmCE GENERAL

Dedicaroria 7

Contenido 9
Prólogo tI

LO MESIANÍCO

l. El origen de la esperanza mesiánica 25


2. Evolución de la figura del mesías 3t
l. El mesías .. 31
2. El hijo del hombre 36
3. Categorías de Lo mesiánico 4S
4. La cristología en el diálogo judeo-cristiano 53

fI

CAMINOS Y AVATARES DE LA CRISTOLOGIA

l. Identidad y relevancia de la cristolog.lu 67


lo El tem;;¡ bíblico de la cristología 68
2. El lugar actual de la cristología 70
3. La relevancia terapéutica de la cristología 73
'7 Tema y esquema de una cristología cosmológica 77
3. Tema y esquema de una cristología antropológica 89
4. Cristología en las contradicciones de la «civilización cienll-
fico-l-écnica» 99
480 lndiee. g~neral lndic~g~neral 481

j. Contradiccignes de. la civilización moderna ,," . 99


2.. Tema y esquema d~ una cristología, escatológica hoy 106. rv ...'

Lbs SUFRIMIENTOS tXPOCAuPTICOS DE CRISTO

m 1. El horizonte ~pocalíptico de la historia del mundo ' . 2B


2. Los sufrimientos humanos" de' Cristo: ¿qué muerte padeció
EL ENVIO MESIANICO DElCRISTO "Jesús?' " . 225
1. El proceso de Jesús .. : . 225
1. Cristología pneumatol6gica ., ' . 111 2. La muerte del mesías . 230
2. El nacimieJ?to pneurnático de Cristo , . 119 3. La muerte del Hijo de Dios ' 231
l. El nacimiento pneumático' de Cristo en perspectiva his- 4. La muerte del judío '"' . 233
tórica o ••••••••••••••••••••••••••••• o ••••• o •••••
.121 5. La muerte del esclavo : : . 235
2. El nacimiento pneumático de CriSto en perspectiva "teo- 6. La' muerte del ser vivo . 235
lógica . 124 3. Los sufrimientos divinos de Cristo: ¿dónde está Dios? 239
3. El bautismo pneumático de Cristo . 131 1. El proceso de la teodicea en el Gólgota . 241
1. Juan Bautista y Jesús de Galilea . 131 2. Teología de la entrega de Cristo . 241
2. Kénosis del Espíritu divino y plenitud espiritual de Jesús. 136 3. La participación de Dios en el sufrimiento . 248
4. El anuncio del reino de Dios a los. pobres . 141 4. La justicia, fruto de los sufrimientos de Cristo: ¿para qué
l. El evangelio de la libertad . 141 murió Cristo? . 253
2. Reino de Dios y nueva creaci6n . 143 1. La meta de la historia de Cristo . 253
3. La dignidad de los pobres . 146 2. La fe que rehabilita . 256
4. Liberación mediante la conversión . 149 3. La comunidad de los vivos y los muertos . 262
5. Curación de enfermos, expulsión de demonios . 153 4. Cuando se enjuguen las lágrimas . 266
1. Curación y exorcismo . 154 .5. El gozo perpetuo de Dios . 269
2. La fe que cura . 160 5. La participación en los sufrimientos de Cristo: martirologio
6. ACOgida de los marginados, exaltación de los humilIados 163 de hoy ......................................•............. 271
7. El camino mésiánico de la vida . 169 Primer ejemplo: Pau1 Schneider : . 273
l. Etica c;pstiana y conocimiento ético de Cristo . 169 Segundo ejemplo: Dietrich Bonhoeffer . 275
2. El sábado mesiánico " . 172 Tercer ejemplo: Arnulfo Romero ~ . 276
3. La torá mesiánica . 176 El lado apocalíptico del martirio . 278
4. La paz mesiánica . 182. 6. La memoria de los sufrimientos de Cristo . 281
a) Conducta no violenta . 182 J. El memorial de Cristo y el recuerdo de Dios . 281
b) Responsabilidad para con los enemigos . 186 2. El grito desgarrador . 288
5. «Espadas convertidas en arados» . 188
8. Jesús, persona mesiánica en devenir . 193
1. La persona mesiánica de Jesús . V
194
2. Jesús. el hijo de Dios . 199 LA RESURRECCION ESCATOLOGICA DE CRISTO
3. Jesús, persona en relaciones sociales . 203
a) Jesús y su convivencia con mujeres y hombres. 203 1. Origen y peculiaridad de la fe cristiana en la resurrección. 297
b) Jesús e Israel . 205 2. His'toria y resurrección de Cristo: el problema teológico . 311
e) Jesús y el pueblo . 206 1. La categoría de historia de Dios , . 314
4. La persona tridimensional de Jesucristo .. 207 2. La categoría de historia existencial . 317

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"""'=.~. ~7 •••.•
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PU

482 Indice general Indice general 483

3. Resurrección de Cristo e historia: el problema histórico 321 Vil


L L!i categoría -de historia universal 322 EA PARUSIA DE CRISTO
2. HOlizof!-~ede expec.tativa y'ámbito empírico-de la historia. 323
3. EL proceso histórico de la resurrección' , ... .328 Pequeña apología de la espera escatológica 423
4. Naturaleza y resurrecci(1O de Cristo: el problema_ teqJógico 335 «El que - viene» 433
l. El .nue~?<nacimiento espiritual de Cristo desde, el Es- El «día- del -Señor» .-•.... 439
píritu, .•, . 337 1. El «último. día}~, el día de todos los días 440
2. La capacidad analQgica de la naturaleza 339 2. El instante 'original y el instante escatológico .. 441
5. Resurrección de Cristo y naturaleza: el problema natural 343 3, Eón: la eternidad relativa de las criaturas 443
l. Las dimensiones cósmicas . 343 «Desde allí ha de venir. .. » La categoría de ciclo .. 447
2. El <'<tránsitode Cristo»~a la nueva creación 347 {( .. ajuzgar a los vivos y a los muertos» . 451
3. Resurrección de los muertos, res~rrección de la carne, 1. La justicia de Dios, creadora de- derecho 451
resurrección de la naturaleza . 35J 2. El derecho retributivo de signo apocalíptico 453
6. Vi vificaetón en _el espÍritu de la resurrección: unificación de 3. El dilema cristiano . 453
lo separado 357 6. Espera creativa: la espera de la parusía y la afirmación de la
l. La unidad de cuerpo y alma 359 ¿orporeidad 457
2. La unidad de la persona en el tiempo 361
3. La unidad de persona y comunidad . 362 [ndice de citas bíblicas 461
4. La unidad del género humano en el contrato generacional. 363 Indice de autores 471
5. La unidad entre cultura humana y naturaleza de la tierra. 365

VI
EL CRISTO COSMICO

1. El «Cristo mayor» 371


1. Sobre el reciente debate ecuménico 37!
2. S~~re la hist9ria de la tradición en el cristianismo pli-
ffilUVO 378
3. Esbozo de una cristología cósmica diferenciada 385
2. Cristo, fundamento de la creación 387
1. Creación por el Espíritu y la Palabra 388.
2. Consolidación de la creación 390
3. Renovación de la creación 391
3. ¡ Cristo, ¿llnpulsor o víctima de la evolución? 393
1. Teilhard de Chardin: Christus evolutor 393
2. Karl Rahner: autotrascendencía 399
4 Cristo, redentor de la evolución 405
l. El movimiento contrario 407
5. La comunidad cósmica es una comunidad de derecho 411
l. Reconciliación ele los humanos con la naturaleza 412
2. Comunidad jurídica de' hombres, animales y vegetales. 414

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