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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL RAFAEL MARIA BARALT


P.N.F. CONTADURIA PÚBLICA
TRAYECTO INICIAL – SECCIÓN 2
PENSAMIENTO DE COLONIA Y CULTURA DEL BUEN VIVIR

FORMAS DE DOMINACIÓN
(Análisis de Artículo de Opinión)

Ciudad Ojeda, Diciembre de 2021


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ESQUEMA

1. A QUE SE LE LLAMÓ RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN?

2. QUÉ HECHOS MARCARONLA RESISTENCIA INDIGENA?

3. QUÉ DAÑOS CAUSÓ?

4. CÓMO PRESENTA LA HISTORIOGRAFÍA BURGUESA LA CONQUISTA?


HOY EN DÍA COMO SE MANIFIESTA LA RESISTENCIA A LA DOMINACIÓN, DE QUE MANERA
5.
LA VIVIMOS?

Artículo de Opinión:
Título: Una forma de resistencia cultural
Autor: Efraín Valenzuela
Fecha de Publicación: 18/02/2021
Disponible en: www.aporrea.org
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ANALISIS
La primera forma de dominación en Venezuela comienza con la conquista y colonización del territorio
por los europeos, después del tercer viaje de Cristóbal Colón a América cuando llegó a la costa oriental del
país el 2 de agosto de 1498, con su proyecto de implantación del modelo de sociedad colonial.
Los españoles nos catalogaron de inmediato como indios, dado que en su pensamiento ególatra,
pensaban que habían descubierto nuevas Indias, y es así como comienza el proceso de dominación; el cual
tuvo como respuesta la resistencia de nuestros indígenas, resistencia en defensa de su cultura contra la
dominación y la exclusión continua de los españoles, por ser considerados como salvajes, peligrosos y
temibles, basándose en prejuicios como la etnia, el lenguaje, la religión o rasgos físicos el color de la piel,
etcétera.
Esa resistencia es lo que les ha permitido sobrevivir hasta el día de hoy conservando los elementos
culturales que consideran propios, respecto a los cuales demandan el derecho exclusivo de tomar decisiones.
La resistencia adoptó distintas formas, desde la resistencia cotidiana, hasta la lucha o resistencia frontal, y
sin importar como la practicaran, era basada en una sola idea: sobrevivir a la crueldad, el abuso, humillación
y engaño.
Nuestros indígenas fueron diezmados (algunas tribus desaparecidas en su totalidad) por
enfermedades para las que su sistema inmunológico no estaba preparado con enfermedades que trajo el
colonizador; por el maltrato físico al que fueron sometidos, en algunas oportunidades, hasta por diversión;
por las armas; por la explotación a trabajaos forzados; por el despojo de sus territorios y riquezas ancestrales,
de los que debieron a huir a territorios poco conocidos, hábitats diferentes en los que no pudieron adaptarse
algunas veces y dispersarse obligado al separarse los miembros de una misma tribu; por la imposición de
una nueva religión a través de la evangelización, una cristianización a la que estaban obligados apegarse o
eran vejados y castigados sin contemplación; por el hambre y esclavitud que disminuyó su procreación y
limitó las generaciones futuras.
Por ende, se habla de dos resistencias: la física y la cultural, siendo esta última permanente, actual e
histórica. Y es gracias a esta resistencia cultural, que la falsa conciencia que nos ha dejado la historiografía
burguesa sobre la conquista, hoy día es interpelada y debatida: no fue un descubrimiento, fue una brutal
invasión; no fue una hazaña prodigiosa, fue una ocupación cruel que conllevo a un despojó y trato bestial
que sometió a nuestros pueblos originarios confundidos por la llegada de los intrusos, quienes aprovecharon
la coyuntura creada por sus tradiciones culturales y creencias religiosas, de que se trataba de la anunciada
llegada de dioses y crearon un sistema de clases, donde los originarios eran los últimos del sistema,
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tratándolos siempre de forma peyorativa y colonialista que dejaba claro el carácter inferior de la nueva
población “descubierta”.
Hoy día la resistencia la vivimos en los aspectos políticos, económicos, culturales, sociales, históricos,
étnicos y de género, en pueblos y comunidades en general; como un compromiso histórico revolucionario
que resulta ineludible con nuestro legado cultural indígena; pues de ellos heredamos la cosmovisión que ha
permitido entender que no se trata de incorporar a las culturas indígenas los cambios culturales heredados
de la transculturización, se trata, más bien, de construir una cultura de la pluralidad, un espacio donde se
admitan los valores y convivan las diferencias, desarrollando una política social incluyente a través de la
Constitución Nacional de 1999, la cual ha permitido a la Revolución Bolivariana otorgar rango fundacional,
superior, fundamental e iniciar el proceso de dignificación de nuestros pueblos originarios.

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