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1-Cuento Fantástico
1-Cuento Fantástico
Estructura Narrativa:
· MARCO: Situación inicial: Presenta a los personajes y los ubica en el espacio y en el tiempo.
· SUCESO: Complicación: Un personaje irrumpe el orden natural establecido y presenta en el
mundo real de todos los días un acontecimiento fuera de lo común.
DESENLACE: No se resuelve el nudo o conflicto sino que origina otro que queda sin solución y
deja en el lector la duda o la incertidumbre acerca de lo sucedido. Puede presentar un final abierto
ACTIVIDAD:
1) LEE EL SIGUIENTE TEXTO Por Germán Bayona Rodríguez. Cuentos fantásticos para jóvenes y adultos
Rutina
Es un atrapante cuento
fantástico corto
de Germán Bayona
Rodríguez, escritor
colombiano. Cuentos
fantásticos para jóvenes y
adultos.
Rutina
La noche cae templada y con furiosa llovizna. La mujer mira hacia fuera, a través del
cristal de la ventana, y piensa:
– nunca escampará -.
Después de caminar cerca de once cuadras, se detiene en una casa de paredes altas,
que alguna vez fueron blancas; ahora están salpicadas de incontables años y lodo. Sin
dudarlo, golpea fuerte en el portón de garaje. Emerge entonces, de entre la penumbra
de interior, un viejo de cabeza rapada y barba gris, frotándose los ojos, como acabado de
despertar.
– A sus órdenes –iba a decir–, pero se contiene, al reconocer aquella palidez enfermiza
en ese rostro.
– ¿El mismo problema?.
– Sí, Doctor, el mismo problema. Ya llevo contados cuatro días con este dolor de cabeza.
No se me cura con nada. Creo que me volvió el mismo mal de otros años.
Mientras busca entre las gavetas del mismo armario los instrumentos de oficio, la mujer
apoya el cráneo en el cabezal de la silla, cuelga un cigarrillo sin filtro en los labios, lo
enciende con un chasquido de dientes y comienza a aspirarlo en absoluta parsimonia.
El doctor introduce la herramienta en la cabeza desflorada, remueve por allá dentro todas
las piezas metálicas del cráneo, presiona con ambas manos en alguna parte, haciendo
perlar de sudor su testa rapada y extrae los pedazos de una tuerca. Saca una nueva del
bolsillo de la bata; le embadurna una grasa amarillenta, la atenaza firme con el alicates y
la vuelve a introducir en la cabeza de la mujer, que terminaba de darle la quinta chupada
a su cigarrillo. Ajusta con mayor fuerza, con brusquedad meticulosa, sin respirar siquiera
debido al esfuerzo, y dice acezando, pero con tono triunfante:
– ¡Ya está! -.
La mujer sonríe alegre, más bien con expresión de alivio, y espera con tensa calma para
que el médico le atornille en su respectivo lugar, la tapa del cráneo.
Cuando todo está terminado, el viejo Doctor recoge las herramientas de su oficio, las
ubica en el lugar y orden en que estaban dentro del armario metálico, y concede con los
brazos cruzados, el tiempo suficiente para que la mujer junte el pago de su trabajo. Ella
saca un manojo de monedas y varios billetes de los bolsillos de la gabardina, aún
húmeda por la lluvia, y las deja caer sin contar en la mano abierta del médico.
– ¿Correcto, Doctor?
– Correcto, señora, responde él, con una sincera sonrisa.
Después de marcharse, el viejo médico cierra con afán el consultorio. Se siente cansado,
más por la oxidación de sus huesos que por los avatares del trabajo. Apaga las luces y
se mete a las penumbras de su dormitorio. El simple ruido de las pisadas despierta el
liviano sueño de su esposa.