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REPÚBLICA DOMINICANA

FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA DE LETRAS

INFORME:
IDENTIDAD DOMINICANA: POLITICA É HISTORIA

ASIGNATURA:
SISTEMAS Y POLITICAS DE SALUD

SUSTENTANTES
MANUEL HELENA

DOCENTE:

SANTIAGO, REPUBLICA DOMINICANA


2022
IDENTIDAD DOMINICANA: POLITICA É HISTORIA

La identidad dominicana fue un tema recurrente durante la década de los


ochenta del siglo 20. Los debates sobre el tema se multiplicaron con el impacto
de las migraciones y la apertura a un nuevo modelo productivo que sustituiría la
industria azucarera y la exportación de productos tradicionales como café,
cacao y tabaco por las manufacturas de zona franca, el turismo y las remesas

Durante la segunda década del siglo 21 el debate resurge en condiciones


distintas y en medio de otras problemáticas, aunque enmarcado por una
narrativa emparentada con la de los escritores de la generación de postguerra
que se preguntaban por la “esencia” de lo dominicano en el contexto de la
mundialización cultural y la globalización económica.

La República Dominicana presenta una experiencia histórica ciertamente


compleja en la que la incursión de diferentes pueblos y culturas podrían
explicar el conflicto identitario y la externalización de los referentes que han
servido para representar a los distintos grupos etno-culturales que actualmente
componen la nación.

En la Historia temprana del país podemos admitir con Juan Isidro Jiménez
Grullón (1903-1983) la presencia de tres grupos socioeconómicos muy
separados entre sí debido a sus connotaciones raciales: La burguesía
terrateniente identificada con la más pura raíz hispánica- la clase media de
pequeños agricultores asociada a una heterogeneidad racial los esclavos -
identificados como negros.

Durante el XIX no puede decirse que hubiera entre estos grupos una
separación tajante ya que la burguesía terrateniente –asociada a las elites
políticas regionales necesitaba del pequeño campesinado local para
asegurarse la fuerza de trabajo y la convocatoria política. De hecho la estrecha
relación patrón-cliente que se entabló entre ambos grupos actuó en detrimento
de la lealtad de la rural y a la autoridad estatal anteponiéndose a ella y
obstaculizando la integración del campesinado en el proyecto nacional.

La dificultad para aceptamos a nosotros mismos conlleva la no asunción del


mestizaje; lo cual a nuestro núcleo dc ver, está en el centro del drama que
implica la construcción de nuestra identidad como pueblos. El mestizaje ha sido
considerado como algo que se debe negar, que se debe ocultar; y al cual se
desprecia. La no aceptación del mestizaje, con sus consecuentes
encubrimientos, se presenta como un comportamiento social que no sólo
implica rechazamos a nosotros mismos, sino que conlleva la imposibilidades
asumimos. Las dificultades para reconocer los elementos negroides en nuestra
cultura, han dado pie, en el caso dominicano, a juicios de valor negativos que
se manifiestan en el lenguaje y en las relaciones interpersonales, y que deviene
en perjuicio racial.

A pesar de las vinculaciones que existían entre los distintos grupos etno-
sociales, las marcadas diferencias somáticas -reales o representadas- los
distanciaba. También los intereses económicos contribuían a diferenciarlos.
Incluso dentro de cada grupo había discrepancias que se convertían a veces
en verdaderas brechas sociales e ideológicas.

Las relaciones internacionales e interculturales, si bien han contribuido a forjar


el poso identitario de la nación dominicana, también han generado, por su cariz
intromisor o avasallador, actitudes de rechazo que pueden explicar el
ocultamiento de algunos aspectos de la identidad nacional.

Hablar de cultura en el Caribe es entender que ésta se ha transformado a


través de su historia y que hoy en día es producto de múltiples influencias
étnicas, raciales, religiosas, etc., y cuyas modificaciones no cesarán en el
futuro.

En el caso de la República Dominicana su conformación cultural es resultado


de un rico proceso multiétnico, pues cuenta con elementos matrices
etnoculturales y raciales, como lo indígena, lo blanco (europeo) y lo negro,
amén de otros que llegaron posteriormente como los chinos, árabes,
norteamericanos y de otras regiones del mismo Caribe. En fin, un encuentro de
diversos orígenes donde actualmente predominan los mulatos, luego los
negros y los blancos todo esto unido por un rasgo fundamental que es la
lengua donde el autor logra también encontrar elementos tanto europeos como
indígenas y africanos.
La importancia de conocer tanto histórica como antropológicamente los pueblos
originarios lleva al autor a enriquecer su análisis con referencias sobre el
estudio de textos y autores sobre los taínos, en particular, y en sus
señalamientos etnohistóricos como arqueológicos, Serna descubre aspectos
importantes como el del tabaco, planta utilizada por curanderos taínos para:
extraer enfermedades, expulsar espíritus y aun como saumerio, cuyo
conocimiento de su cultivo transmitieron tanto a africanos como a europeos, lo
que hará de esta hierba una de las principales plantaciones coloniales y
modernas del Caribe. También hay que mencionar la yuca, la pesca con
anzuelos, la coa, la hamaca, la canoa, etcétera.

El autor también menciona las intervenciones de castells. Para Castells,


identidad y sentido están estrechamente articulados; la identidad es la fuente y
la organizadora del sentido y además es “la fuente de la experiencia de la
gente”. En otras palabras, lo que hacemos se alimenta de la identidad, tanto en
el plano personal como en el plano colectivo. Desde la otra cara de la moneda,
la construcción del sentido es construcción de la identidad.

En este caso podríamos decir La identidad es tal, solo a través de un proceso


de individualización y en eso se diferencia del rol. El rol está determinado por
normas externas que constriñen a la persona a seguir determinadas conductas
sancionadas institucionalmente. Por el contrario, la identidad implica un
proceso de internalización, apropiación, somatización.

Por lo que el autor señala que las identidades se construyen a partir de la


articulación de diferentes materiales que brinda el contexto social en que se
vive y uno de sus fines primordiales es darle sentido a lo que hacemos. Por
eso, no se puede entender la identidad sin entender el contexto social en
donde surge y se desarrolla.

En todo caso también menciona La identidad de resistencia se genera a partir


de posiciones y condiciones subordinadas y estigmatizadas a partir de valores
y principios opuestos a los que genera y expande la lógica dominadora.
Y por último la identidad proyecto se concreta a partir de la construcción de una
nueva identidad que al crear las condiciones para ser vivida y practicada,
conlleva a la transformación de las estructuras sociales.

La identidad social se construye y se asume, social e históricamente. A través


de la participación social y la socialización. Este proceso es complejo y está
pautado por las contradicciones entre grupos y posiciones sociales. Se realiza
al compás antagonizar e indagar. Evidentemente en una sociedad como la
nuestra de marcados contrastes y diferencias sociales, la construcción de una
mentalidad dominante en tomo a lo dominicano y la dominicanidad, se tensa
con las explicaciones s que surgen desde el contexto simbólico que va
creándose y construyéndose desde los sectores populares
Bibliografía:

1. Zaiter. J. Vol. 23 Núm. 4 (1998): Pensamiento social e identidad nacional dominicana.


Centro Cultural Poveda. Disponible en:
https://revistas.intec.edu.do/index.php/ciso/article/view/569/pdf-JosefinaZaiter
2. Mieses, C. (2016, 27 de octubre). Conceptos antiesencialistas sobre la identidad
cultural dominicana y otras herejías políticas. Recuperado de Rodríguez, N. (2014,
febrero 19). Narrativa dominicana de principios del siglo XXI.
3. Ana Féliz Lafontaine (Diciembre 2017) perspectivas no 05-17. La Identidad Cultural
Dominicana: Más allá de los discursos esencialistas. Disponible en:
https://library.fes.de/pdf-files/bueros/fescaribe/14842.pdf

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